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El reto de la lectura en tiempos digitales

 Autor: Carina Farreras

Los especialistas piden mejorar la enseñanza en las etapas iniciales y reforzar el gusto literario durante toda la formación

Uno de cada cinco niños españoles no comprende lo que lee a la edad de nueve años. Puede leer de corrido pero no recuerda lo que ha verbalizado o, simplemente, no lo entiende. La falta de comprensión lectora condicionará el resto de su aprendizaje y, por tanto, su éxito educativo futuro.

Además, si no se corrige a tiempo, antes de que termine la primaria, sus posibilidades de disfrutar con los libros quedarán seriamente mermadas. “El placer de leer lleva a desear aprender toda la vida, por eso es tan importante en la formación de la persona y debería centrar el objetivo de toda la educación”, afirma Rafael Bisquerra, catedrático de la facultat de Educación de la UB.

Así lo entiende también la Federación del Gremio de Editores que en su último Informe 2017 pide explícitamente al Gobierno que la educación pivote en torno a la lectura, evitando regular su enseñanza, como ordena la actual ley de educación, la Lomce, de forma “vaga y confusa”.

Los datos de comprensión lectora según el último informe Pirls han mejorado en nuestros país 15 puntos pero aún quedan por debajo de otros lugares donde la lectura es una de las tareas prioritaria en los primeros años de la educación formal. “Los niveles de lectura de un país están en consonancia con la importancia social que se le da a esta actividad”, considera Enric Prats, profesor de Pedagogía de la UB. “Y la española está claramente por debajo de la media de la OCDE”, sostiene. Catalunya es aún inferior a la media nacional.

En España, sin leer, también se vive. Según los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológica (CIS) sólo la mitad de la población lee en algún formato de papel (libro, cómics, revista, periódicos) una vez al mes y un 35% no lo hace casi nunca, ni siquiera por exigencia del trabajo. A esta fotografía se añade que cuatro de cada diez personas no abren un libro en todo un año.

Estas perspectivas podrían cambiar en el futuro. Según el informe de la Federación del Gremio de Editores, se está ensanchando la base social porque en las últimas décadas se ha escalado en la formación de la población en general, y hay más universitarios que nunca.

Otro factor positivo es el aumento de la franja de grandes lectores, que ha pasado de dos a tres personas de cada diez. Este crecimiento de lectores tendrá un efecto en la educación. Unos padres que disfrutan de la lectura y tienen libros en el hogar predispone a niños lectores, según las investigaciones.

“El chaval debe descubrir que se lo pasa bien leyendo, que le reporta satisfacción, porque si leer le produce estrés, cuando es pequeño, o aburrimiento, cuando es mayor, sólo estamos creando las condiciones para que evite esa experiencia”, afirma Bisquerra, experto en educación emocional y eficiencia lectora. Por tanto, la introducción a la lectura, ese periodo en el que aprende a dar significado a los caracteres, parece clave. “No se trata sólo de dominar una técnica sino de que el niño encuentre recompensas a ese esfuerzo”, indica el profesor.

Para Mireia Manresa, profesora de Didáctica de la Lengua y Literatura en la UAB, se debería dejar de entender que la lectura es un aprendizaje técnico. En su opinión, habría que dejar de situar la enseñanza de la lectura y la comprensión de los textos de manera exclusiva en los primeros años de primaria y extender las ayudas a la comprensión de manera progresiva y constante en todas las etapas. “Parece que, como ya saben decodificar, ya saben leer, y eso no es cierto”, considera.

Sumergirse en un libro exige haber adquirido ciertas competencias como “saber escuchar, con atención, y en silencio”, indica Bisquerra. “Leer tiene mucho que ver con escuchar, es estar atento a una historia ajena, que conecta con emociones propias”, explica. El maestro tiene que trabajar la atención y el silencio con sus pequeños alumnos “mucho más que en el pasado porque los estímulos que recibe el niño son mayores y no se ha entrenado en la espera”, concluye el catedrático.

“En las escuelas de primaria se trabaja bien el aprendizaje de la lectoescritura”, explica Álex Cosials, especialista en la promoción de la lectura y las bibliotecas escolares desde la Fundación Jaume Bofill, “pero faltan horas de práctica”. Desde su punto de vista, las familias pueden contribuir a mejorar las habilidades de sus hijos. “A veces, bastaría que la nota que recibe la familia en la evaluación del alumno, ese ‘debería leer más’, estuviera acompañada de una explicación a las familias sobre cómo ayudar al chaval a leer”, aconseja Cosials, que recuerda que el rendimiento lector también está asociado a condicionantes como los entornos sociales, económicos y culturales.

En todo caso, sugiere a los padres que hagan lecturas compartidas con sus hijos y también visitas a bibliotecas y librerías. Conversaciones sobre las emociones que provoca el texto o los nuevos descubrimientos que aportan. Acompañar. No abandonar al crío solo con el libro de la noche en cuanto ya sabe pronunciar las primeras palabras de un cuento.

Fuente del Artículo:

http://www.lavanguardia.com/vida/20171225/433873013038/reto-lectura-tiempos-digitales-informes-espana.html?facet=amp

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Educación, la cadena de las carencias

México / 10 de diciembre de 2017  / Autor: Gilberto Guevara Niebla / Fuente: La Crónica de Hoy

Las deficiencias de la educación son acumulativas y se trasmiten de la familia a la escuela y, segundo, dentro de la escuela, del grado inferior al superior. Hace tiempo, un ilustre maestro se lamentaba diciendo: “la escuela primaria tiene que llenar los vacíos formativos que deja en el alumno el preescolar, la secundaria gasta gran parte de sus energías en reparar las fallas de la primaria y la preparatoria hace lo propio con las deficiencias que trae el alumno de secundaria. Hoy, concluía, la universidad parece una gran preparatoria.

Exageraba, pero no mucho. La crisis de la educación tiene que ver con la ausencia de soluciones específicas para cada esfera educativa. Comenzando con la familia. En general “existen excepciones– los padres de familia son malos, o mediocres, educadores. Examinemos, por ejemplo, los patrones de crianza de las familias mexicanas donde prevalece la sobreprotección de los pequeños, la falta de reglas, el lenguaje deformado (“infantilizado”), la arbitrariedad del reparto de premios y castigos, etc.

El preescolar ha de enseñar al niño la autonomía y la disciplina que la familia no logró darle y que son cualidades indispensables para el desarrollo del niño. Pero no siempre el preescolar cumple su cometido y en la escuela primaria los maestros tienen que enseñar al alumno, a contracorriente, los hábitos indispensables para la convivencia escolar. Las tres metas cognitivas de la primaria “leer, escribir y dominar las operaciones aritméticas” rara vez se logran.

El dominio de la escritura es un lastre que se carga, a veces, hasta la conclusión de los estudios universitarios. En la secundaria debes aprender a resolver problemas sencillos de álgebra, de estadística y de geometría analítica, además de asimilar las habilidades para el estudio y el aprendizaje autónomo, pero pocas veces se logran esas metas.

Se llega a la preparatoria con dificultades para trabajar de forma independiente, con problemas para leer con fluidez y con mala escritura. Y la historia, para desesperación de los docentes, recomienza, pero las condiciones son cada vez más adversas. La carga de materias en la media superior es excesiva y en este nivel los maestros “en su mayoría universitarios” ya no se preocupan por atender de forma personalizada las carencias de los alumnos. Cada estudiante se hace cargo de sus propias lagunas y, si no puede hacerlo, pagará las consecuencias.

No en balde la preparatoria es el nivel con más alto grado de deserción. A universidad “donde he sido maestro por cuarenta años” los alumnos muestran más autonomía, pero sus conocimientos y habilidades en general son deficientes. Por regla general, les falla la escritura y muchos de ellos no son hábiles lectores. Los alumnos universitarios explotan mucho los recursos de la tecnología digital y les fascina hacer “trabajos de investigación” que suelen ser fusiles más o menos obvios de Wikipedia.

Muchos planes de estudio universitarios pecan de deficientes y no ofrecen, como fundamento, la preparación rigurosa y exigente del estudiante en las disciplinas básicas de la carrera (como se hace, por ejemplo, en medicina e ingeniería) sino que ofertan de entrada un abanico incoherente de asignaturas, incluyendo muchas optativas. El resultado, en los aspectos formativos del estudiante, es deplorable.

Esta cadena de carencias formativas nunca se va a resolver si no se actúa, con energía, en cada uno de los eslabones empezando con la familia. Esta esfera tiene crucial importancia, pero no ha merecido la atención que merece, en gran parte por razones políticas que no deberían influir en las políticas públicas. Los niveles escolares críticos son preescolar y primaria: su reforzamiento daría al sistema educativo nacional un fundamento que no tiene.

Fuente del Artículo:

http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1055422.html

Fuente de la Imagen:

http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2013/02/11/triquis-carencia-en-educacion-salud/

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Libro: El constructivismo y la educación

UNESCO / 8 de octubre de 2017 / Autor: Cecilia Braslavsky (Directora Comité Editorial) / Fuente: Alexduve

Trata cuestiones tan diferentes y prioritarias como el aprendizaje de la numeración, la lengua y la ciencia. Involucra tanto a los niños en proceso de construcción de sus saberes como a los docentes desafiados por las nuevas situaciones y teorías. Atraviesa cuestiones universalmente relevantes desde la perspectiva de autores insertos en contextos tan diversos como el suizo, el francés, el japonés y el de Zambia.

Link para la descarga:

http://www.ibe.unesco.org/sites/default/files/resources/prospects-118_spa.pdf

Fuente:

http://www.alexduve.com/2017/10/el-constructivismo-y-la-educacion-libro.html

 

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La era digital puede contribuir en la alfabetización mundial

Por: TeleSur

Cada 8 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Alfabetización y este año, la Unesco lo hará bajo el lema «La alfabetización en la era digital».

El evento conmemorativo por el Día Internacional de la Alfabetización de este año será en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su sigla en inglés) en París, Francia.

El acto servirá para determinar las competencias en lectoescritura que necesitan las personas que utilizan las redes en sociedades cada vez más digitalizadas y aprovechar los recursos de la era digital.

«Las tecnologías digitales están cambiando a un ritmo cada vez más creciente el modo en que las personas viven, trabajan, se instruyen y socializan en todas partes del mundo. Dichas tecnologías ofrecen nuevas posibilidades a las personas para que mejoren en todos los aspectos de su vida, incluido en el acceso a la información», afirma la Unesco a través de su página web.

Todavía existen 750 millones de adultos no alfabetizados

La Unesco, a pesar de los logros alcanzados y de las oportunidades que puede brindar la era digital para sus propósitos, indicó que unos 750 millones de adultos y 264 millones de niños no han sido alfabetizados y carecen de competencias básicas en lectoescritura.

«Estas nuevas tecnologías brindan nuevas y amplias oportunidades para mejorar nuestra vida y conectarnos a escala mundial, pero también pueden marginar a quienes carecen de las competencias esenciales, como la alfabetización», expresó Irina Bokova, directora general de la Unesco.

Según el reciente informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) de la Unesco, un 12 por ciento de niños en América Latina se prevé que nunca se matricule en el sistema educativo, siendo el porcentaje más bajo en comparación con Asia central (19 por ciento), Asia meridional (62 por ciento) y África subsahariana (45 por ciento).

Programa de alfabetización «Yo sí puedo»

El 28 de marzo en 2001, el presidente de Cuba en aquel momento, comandante Fidel Castro, dio la orden de emplear un programa de alfabetización llamado «Yo sí puedo», a través de una cartilla que combinaría números y letras para enseñar a leer y a escribir a personas adultas mediante el uso de recursos audiovisuales.

El principal objetivo de este programa es la inserción activa de los participantes en el ámbito social, económico y política de la comunidad en donde viven. Los resultados han sido altamente positivos y es descrito como un método económico, muy flexible, sin exclusiones y puede adaptarse a cualquier comunidad o país.

Algunos de los países que han participado en esta campaña de alfabetización son: Venezuela, Bolivia, México, Argentina, Ecuador, Perú, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Granada, Brasil, Nueva Zelanda, Mozambique, Guinea Bissau, Colombia, El Salvador, Uruguay, Guatemala y Sant Kitts y Nevis.

En 2003, Venezuela creó un sistema educativo denominado Misión Robinson, con el propósito de alfabetizar a más de un millón de personas. Esta iniciativa logró que, en 2005, se declarara a esta nación como territorio libre de analfabetismo y recibiera el reconocimiento de la Unesco.

Por su parte, Bolivia inició el método «Yo sí puedo» en 2006 y continuó con el programa «Yo sí puedo seguir», ambos proyectos enfocados en la educación básica. En 2008, fue declarada como territorio libre de analfabetismo.

Asimismo, los últimos datos de que tiene el Instituto de Estadística de la Unesco (IEU) indican que las cifras de personas que no saben leer ni escribir en algunos países de Latinoamérica son: en Argentina: 621.457 (2015), en Brasil: 13.043.857 (2014), en Chile: 26.452 (2013), en Colombia: 2.101.738 (2015), en Ecuador: 657.586 (2016), en El Salvador: 539.212 (2015), en Guatemala: 1.880.427 (2014), en Honduras: 621.870 (2016), en México: 5.055.690 (2015), Perú: 1.342.371 (2016) y en Uruguay: 39.784 (2015).

Según datos oficiales aportados por el IEU, en países latinoamericanos y caribeños, todavía existe un nueve por ciento de población mayor de 15 años y más en condición de analfabetismo.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/La-era-digital-puede-contribuir-en-la-alfabetizacion-mundial-20170906-0071.html

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La tecnología ayuda a desarrollar la lectoescritura y el cálculo en África Subsahariana

Subsahariana/04 septiembre 2017/Fuente: Unesco

El proyecto canadiense “Using Educational Technology to Develop Essential Educational Competencies in Sub-Saharan Africa” (Utilización de las tecnologías educativas con miras a desarrollar las competencias pedagógicas básicas en África Subsahariana) ha sido galardonado con el Premio de Alfabetización UNESCO-Rey Sejong de 2017.

El Centre for the Study of Learning & Performance (CSLP, por sus siglas en inglés) de la Universidad Concordia resultó galardonado con el Premio por un proyecto que desarrolla las capacidades en lectoescritura en África Subsahariana, principalmente entre los niños de la enseñanza primaria en Kenya, mediante la combinación innovadora del aprendizaje en materia de tecnología y lectoescritura.

Con miras a mejorar la enseñanza, el aprendizaje y especialmente las bajas tasas de alfabetización en todo el mundo mediante la utilización innovadora de las tecnologías, el Centro desarrolla y distribuye gratuitamente, a escala mundial, herramientas pedagógicas accesibles mediante sus paquetes Learning Toolkit Plus (LTK+) como parte del proyecto “Utilización de las tecnologías educativas con miras a desarrollar las competencias pedagógicas básicas”. El programa de aprendizaje basado en pruebas fehacientes y en la autorregulación, ayuda a desarrollar la lectoescritura, las matemáticas y otras competencias de los estudiantes en todo el mundo.

En 2016, el proyecto incluyó a más de 5,000 estudiantes, entre los que figuró un 50% de niñas con una tasa de finalización de estudios de hasta el 80%.

“La idea nació hace años cuando comprendí que la realización y publicación de las investigaciones educativas de alta calidad no constituían la última etapa. Querer hacer algo diferente me llevó a comprender la importancia de la alfabetización y el potencial de las tecnologías educativas”, afirmó el Sr. Philip C. Ambrani, director del Centre for the Study of Learning and Performance de la Universidad Concordia.

Plantar las semillas de la alfabetización temprana mediante ABRACADABRA

Creado en enero de 2012, el proyecto se centra principalmente en el desarrollo de capacidades de alfabetización entre los niños de escuelas primarias en Kenya. Un equipo local de coordinadores y embajadores de LTK+ se dieron a la tarea de formar y ayudar a cientos de docentes en Mombasa, Nairobi y Kwale, y mediante el establecimiento de una alianza con World Vision Canada, World Vision Kenya y I Chose Life la utilización del programa de aplicación informática (software) llegó también a regiones remotas.

Todas las herramientas del paquete LTK+ son bilingües (inglés y francés) e incluyen la enseñanza temprana en materia de lectoescritura y matemáticas mediante ABRACADABRA, así como una biblioteca digital llamada READS. Mientras que ABRACADABRA abarca actividades de aprendizaje, fluidez y comprensión del alfabeto y la escritura, READS constituye una fuente de libros gratuitos en formato digital que, gracias a la asociación con African Storybook, incluye también docenas de relatos sobre Kenya.

 “A los escolares con los que trabajamos les gusta ABRACADABRA y los docentes nos dicen que la asistencia aumentó de manera significativa cuando los alumnos supieron que se impartiría una lección mediante ABRACADABRA ese día. Pero lo más importante es que los niños que utilizan ABRACADABRA aprenden mejor y más rápido la lectoescritura. Es un camino para salir de la pobreza, una forma de forjarles el futuro”, afirmó el Sr. Ambrami.

La capacitación de los docentes y los seguimientos sistemáticos garantizan que la implementación del LTK+ sea eficaz, y una recopilación de datos refuerza el seguimiento y la evaluación de la repercusión del programa. En un futuro próximo se prevé la expansión del proyecto hacia otros países de África Occidental y Subsahariana.

 “No hay duda de que este prestigioso premio internacional de la UNESCO reforzará nuestra notoriedad y el prestigio, algo que nos abrirá las puertas de otras jurisdicciones y de países de todo el mundo para continuar a implementar nuestro proyecto”, afirmó el Sr. Ambrami.

Los Premios Internacionales de Alfabetización de la UNESCO de este año serán otorgados a galardonados provenientes de Canadá, Colombia, Jordania, Pakistán y Sudáfrica durante la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, el 8 de septiembre próximo. La ceremonia de entrega de los premios tendrá lugar en la Sede de la UNESCO y es parte de esta celebración mundial. Los Premios de Alfabetización de este año tienen como eje la Alfabetización en la era digital.

Fuente: http://es.unesco.org/news/tecnologia-ayuda-desarrollar-lectoescritura-y-calculo-africa-subsahariana

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Por qué es imposible fabricar lectores

Por Juan Domingo Arguelles

La gente, que trata de encontrar definiciones breves y concluyentes, suele preguntarse qué es la lectura. Para decirlo en pocas palabras, la lectura es una extensión de nuestro pensamiento. Por ello, leer no se termina, como una finalidad en sí misma, en el hecho de leer. No leemos simplemente para leer y seguir leyendo un libro tras otro solo para poder decir que leemos muchos libros y que somos campeones de lectura.

Por cierto, en el caso de su complemento, la escritura, no escribimos con el único propósito de escribir y seguir escribiendo. Tal cosa sería, también, necedad patológica. Lectura y escritura forman parte de nuestro ser comunicante, incluso si muchas veces tan solo lo comunicamos a ese yo íntimo con el que conversamos a solas para tratar de entenderlo y de entendernos.

El gran escritor escocés, Robert Louis Stevenson, famoso autor de La isla del tesoro, La flecha negra y El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, quien fue un lector apasionado, dijo lo siguiente en relación con la lectura: “En todo aquello susceptible de recibir el nombre de lectura, el proceso tiene que ser absorbente y voluptuoso; tenemos que deleitarnos con el libro, embelesarnos y olvidarnos de nosotros mismos, y acabar la lectura con la cabeza rebosante del más abigarrado y caleidoscópico baile de imágenes, incapaces de dormir o de tener un pensamiento continuado”.

No se puede decir de mejor modo, porque, por principio, la lectura es mucho más que una herramienta, aunque también sea sin duda una herramienta. El buen uso que le demos es lo que puede lograr la consecución de lo que decimos perseguir en nuestro proselitismo cultural que se ha propuesto incorporar a más personas a la lectura.

Los lectores que a la vez somos promotores o fomentadores del libro deseamos que cada vez sean más las personas que participen en este placer, y sabemos que si consiguen hacerlo como una actividad cotidiana y gozosa, este ejercicio contribuirá sin duda a la construcción de su autonomía y de su conciencia ciudadana. Pero si nuestro voluntarismo únicamente tiene como fuerza el afán de cumplir estadísticas, es casi seguro que no conseguiremos más lectores aunque nuestro objetivo sea ése.

No existe nada parecido a una fábrica de lectores. Ojalá pudieran darse cuenta de esto todos los proselitistas del libro. A pesar de lo que creen algunos, ni siquiera existen recetas infalibles para lograr lectores. Deberíamos saberlo y reconocerlo todos. Cada quien hace lo que cree y lo que puede en los ámbitos de sus capacidades y sus talentos y cada quien, si de verdad quiere compartir la lectura con sus semejantes, busca las formas más imaginativas, creativas y cordiales para mostrarles que leer es una fiesta.

Por lo demás, quienes leen lo saben: los lectores se hacen lenta y pacientemente, con esmero y con la conciencia de participar en una afición gozosa y constructiva (para ellos mismos) que los lleva a entregarse, felizmente, en los amorosos brazos de la lectura.

La lectura siempre es algo más. Hay siempre algo más en la lectura. Un algo más que es inasible, incalculable, incuantificable, que escapa a toda estadística. La lectura, a pesar de ser una herramienta y de resolver cosas prácticas de todos los días, también es un instrumento sin un para qué inmediato.

Leemos un libro, un poema, una página, un párrafo, una línea, y su efecto inspirador, educador, sensibilizador, etcétera, tal vez cobre su fuerza más intensa tiempo después; tal vez al día siguiente, o al cabo de una semana; quizá luego de unos meses o de algunos años. Los beneficios de la lectura no son necesariamente inmediatos, sino que pueden aparecer cuando creíamos que los habíamos olvidado. Nos traen entonces el recuerdo de un instante, de una emoción sublime, la resurrección de una experiencia, y es cuando la lectura cobra su sentido más profundo.

Las semillas del libro, entonces, no cayeron en tierra vana, sino que requerían tiempo para germinar con una chispa, como esas semillas de dura y rugosa cubierta que solo están preparadas para germinar después de que el incendio ha arrasado el bosque. Un día, cuando más necesitamos las palabras escritas que leímos hace tanto tiempo llegan a nuestra memoria, o más bien reviven, y nos dan la verdad que necesitamos. Quien piense que la lectura solo es para el momento y para probar que se ha leído, es que solo ve lo epidérmico de los libros.

Cuando uno lee pone todos sus sentidos en las páginas, pero también toda la experiencia acumulada de lector. No lee únicamente el libro que tiene en esos momentos en las manos y ante sus ojos, sino que relee también las pretéritas páginas de otros libros y, entre ellos, por supuesto, las del libro de la vida.

La lectura, y cada vez me convenzo más de esto, no es necesariamente un hábito. Puede serlo, pero sobre todo lo es para los lectores profesionales o para los que han convertido el libro en un vicio. Para los demás puede ser un hobby, una afición, un feliz gusto que no admite horarios ni disciplinas ni imposiciones, mucho menos autoimposiciones. Se lee cuando uno lo desea y se suspende la lectura cuando así se nos antoja.

Conspirar contra el placer

Hacer de la lectura una obligación es comenzar a conspirar contra ella que es, esencialmente, placer. ¡Qué maravilla, en cambio, cuando abrimos los ojos y nos está esperando el libro que suspendimos la noche anterior, y nos morimos de ganas por saber cómo continúa y hacia dónde va a dar! ¡Qué alegría cuando nadie nos fuerza a leer lo que no queremos y cuando el antojo nos lleva hacia una lectura placentera con una fuerza más poderosa que el deber!

Dejemos el deber para los profesionales que tienen que entregar un trabajo y por fuerza han de terminar un libro incluso si no les gusta o si les fastidia o si les harta. No tienen de otra: es su trabajo, es su rutina y, como es precisamente su rutina, tienen que girar y girar para darle vuelta a la rueda, una y otra vez, una y otra vez, como los brutos o los bueyes uncidos a la carreta y las más de las veces con los ojos tapados. Los que leen por placer tendrán, qué duda cabe, otras obligaciones muy distintas que nada tienen que ver con la lectura. Por ello los libros los libran de esos quehaceres poco gratos pero necesarios para su subsistencia.

No hay que confundir las cosas: los libros serían en este caso la mejor manera de escapar de la rutina insatisfactoria, del mismo modo que muchos lectores profesionales nos libramos momentáneamente de nuestra carga bibliográfica caminando sin rumbo y mirando el paisaje, dialogando o escuchando música, pero no hablando necesariamente del peso de los libros que hemos tenido que llevar sobre la espalda todo el día para ganarnos el sustento en la escritura, la edición, la academia, el aula, la redacción, la oficina, etcétera. Incluso Borges, de vez en cuando, dormía.

La lectura tiene que ser siempre un premio y jamás un castigo. El premio que nos damos cuando ya hemos hecho los deberes que por algo se llaman así (el deber nos obliga a hacerlos o tener que hacerlos sin otra alternativa). La lectura es un placer, no es un deber: el placer que nos permitimos, sin tener que entregarle cuentas a nadie, sin estar obligados a contestar interrogatorios molestos o impertinentes.

Cuando castigamos a un niño y su castigo es ponerlo a leer lo que estamos haciendo es mostrarle el lado más terrible de la lectura: ¡Qué tan mala es la lectura que puede servir para atormentarnos! En cambio, cuando compartimos lo que leemos, dotamos de fuerza apasionada un gozo y transmitimos esa pasión y algo queda en el alma, en el espíritu, en la inteligencia de quien nos acompaña en la lectura.

No castigar jamás a nadie con la lectura debería ser el único imperativo en relación con los libros, aunque vengan y nos digan algunos que a ellos los obligaban a leer y por ello son hoy lectores y que incluso los golpeaban si no leían: en realidad, se equivocan, pues se hicieron lectores a pesar de la obligación; pero cuántos que pudieron ser lectores no se habrán perdido en el camino de la obligación a causa de no tener la misma fuerza de voluntad de los que sí se hicieron lectores.

No nos engañemos y no engañemos a los demás: ningún placer se aprende por la fuerza, y si nos fuerzan o nos obligan a dar placer, lo que nos queda realmente, lo que aprendemos en verdad es el rencor, la frustración y el odio. Muchos de los que hoy odian los libros, le deben ese odio a quienes los obligaron a leer aquellos libros que no deseaban leer.

La lectura, conforme vamos adentrándonos en ella, nos va entregando más y más satisfacciones, pero solo si la hacemos libremente. ¿Y cómo puede ser libre?, se preguntan suspicaces, irónicos y muchas veces molestos y mordaces algunos profesores, algunos promotores o muchos padres de familia. ¿Cómo puede hacerse en libertad? Yo les respondo: siendo más creativos y menos severos. Si lo único que tenemos como argumento, para que los demás lean, es la obligación, nuestro argumento es muy flaco y nuestra creatividad ninguna.

He escuchado a tantos apóstoles de la obligación, a tantos convictos del deber que llego a preguntarme si alguna vez han experimentado el placer cuando hacen el amor. Es que la lectura parece un asunto tan grave que tiene que investirse de disciplinas militares y de tormentos medievales. Pero si admitimos que leer es un placer, ¿cómo entonces conciliamos lo placentero con la obligación?, ¿cómo justificar y explicar que, siendo un placer, tengamos que obligar a realizarlo? Sería tanto como decirle a alguien a la hora de hacer el amor: te voy a obligar a que disfrutes este placer que estoy por darte, ¡y ay de ti si te resistes!

Quienes hayan leído al Marqués de Sade saben de lo que estoy hablando, pero si creen que el Marqués de Sade enseñó el placer es que lo han leído muy mal. Sade no es un autor que enseñe placer alguno. Lo que enseña realmente es el dolor. Desde luego si la gente piensa, como en la Antigüedad, que la letra con sangre entra, esta gente está más cerca de Sade que del auténtico placer, y nada hay peor que el mundo sea regido por la obligación y no por la libertad, aunque se haga en nombre del bien y la cultura.

La libertad de leer

La lectura es, ante todo, un ejercicio pleno de libertad y, si queremos sumar a más personas a nuestro banquete, tenemos que echar mano de mecanismos creativos, sutiles, imaginativos, gratos, a fin de conseguir que el verbo leer recupere su sentido lúdico y generador de consecuencias placenteras. No obligar a leer, sino compartir la lectura. No imponer los libros o los textos, sino ofrecer opciones de lectura en un ambiente donde la democracia y el ejercicio de la libertad comiencen, precisamente, con elegir lo que queremos disfrutar. Mientras no entendamos esto seguiremos sin entender por qué mucha gente no lee o se resiste a leer.

Por lo demás, la lectura, aunque quiera medirse, es un bien intangible e inmensurable. Por eso su medida exacta no está en la cantidad de libros, páginas palabras o caracteres leídos, sino en la forma en que enriquecen nuestra vida. Podemos hacer indicadores y diseñar métodos estadísticos para la lectura, pero éstos no revelarán jamás lo más profundo de las consecuencias lectoras.

Lo que podemos medir, de algún modo, con los números, es justamente las consecuencias de la lectura, la cultura y la educación que se traducen en un más amplio desarrollo sociocultural, mejores condiciones de vida y mayores capacidades y oportunidades intelectuales, que favorecen una sociedad con mayor bienestar, más inteligente y, por tanto, menos egoísta, más solidaria, más libre, más justa y más tolerante.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=5865:por-que-es-imposible-fabricar-lectores&Itemid=143

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Costa Rica: Mala redacción de estudiantes causa alarma en universidades

Centro América/Costa Rica/11 Marzo 2017/Fuente :nacion /Autor:DANIELA CERDAS E.

Los ensayos que la profesora Silvia Arce recibe de sus alumnos de Estudios Generales tienen, con mucha frecuencia, los mismos errores que se le podrían encontrar un escrito elaborado por un escolar.

Para la docente Arce, de la Universidad Nacional (UNA), esa es una de muchas pruebas de las deficiencias en redacción y ortografía con que los muchachos llegan a la enseñanza superior.

“Está fuera del alcance de muchos de los alumnos hacer un ensayo sencillo; escriben un par de líneas, no saben concatenar ideas; la ortografía es muy mala.

”Tienen una falencia total de estrategias de redacción, la cohesión de ideas, la puntuación, colocar tildes, todo”, dijo Arce, quien se desempeña en el área de Filosofía y Letras.

La preocupación no es solo suya; la tienen otros profesores y hasta rectores de universidades públicas y privadas.

También la comparten especialistas en Educación y el propio Ministerio de Educación Pública (MEP), el cual decidió modificar los programas de Español de primaria, donde comienzan a gestarse los problemas que luego llegan a los salones universitarios.

Dicha situación ha obligado a las casas de enseñanza a abrir cursos de nivelación en un intento desesperado por combatir los vicios.

En la UNA, por ejemplo, se imparten talleres dedicados a mejorar las destrezas en lectoescritura. En el 2016, unos 1.000 alumnos llevaron esos cursos, luego de ser referidos por profesores.

“Estamos afrontando los problemas de rezago con que cuentan los jóvenes. Tenemos cursos de nivelación; en el caso de redacción y ortografía, tenemos el plan Éxito Académico que es un programa dedicado a eso», explicó Alberto Salom, rector de la UNA.

Las universidades privadas también implementaron cursos de emergencia.

Sin embargo, Alban Bonilla, director de la Unión de Rectores de Universidades Privadas (Unire), reconoció que estos talleres no logran solventar las carencias por completo, sino que funcionan como una medida paliativa.

¿Por qué el rezago? La mayoría de los especialistas consultados apuntan a que estos vicios son arrastrados por los jóvenes desde la escuela y que empeoran por la falta de lectura.

Para Guillermo Malavassi, rector de la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA) y exministro de Educación (1966 a 1969), los fundamentos de redacción, ortografía y comprensión de lectura se aprenden en primaria y, difícilmente, hay tiempo para corregir deficiencias en secundaria, y mucho menos, en la universidad.

 El fortalecimiento de la lectoescritura, a criterio de Malavassi, depende de los textos y del gusto por la lectura que los alumnos hayan desarrollado en primaria y secundaria. Además, se relaciona con el léxico que usen los padres en los hogares y la calidad de los maestros.“Los estudios indican que los niños cuyos padres manejan un léxico adecuado y que tienen maestros que les fomentan la lectura, al tener entre 8 y 9 años, pueden dominar un vocabulario de unas 1.200 palabras. Si ocurre lo contrario, el léxico que manejan a esa edad puede llegar máximo a 200 palabras», manifestó Malavassi.
El uso de aparatos electrónicos también podría estar contribuyendo al rezago.Alban Bonilla, director de Unire, señaló que los jóvenes tienen ahora la costumbre de acortar las palabras cuando escriben en el teléfono celular y que muchos de estos aparatos corrigen en forma automática los errores ortográficos.“La falta del hábito de la lectura se nota en la universidad. La mayoría de los alumnos se resisten a leer; les gustaría conformarse con lo que uno les da en clase; si leen, lo hacen a medias”, aseveró Bonilla
La última Encuesta Nacional de Cultura, publicada en el 2014, reveló que el 51,4% de la población no leyó libros en los 12 meses previos a la consulta. El 17,5% leyó libros al menos una vez por semana y solo el 12,7% lo hizo todos los días.La falta de lectura también se reflejó en los resultados del diagnóstico del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), que se dieron a conocer en el 2016. Según este estudio, Costa Rica desmejoró en el área de comprensión lectora, pues obtuvo 427 puntos y hace tres años esta puntuación fue de 436.Además, en los últimos cinco años, la nota promedio de la prueba nacional de bachillerato de Redacción y Ortografía no ha pasado de 77.
Cambios.
El MEP es conocedor del problema. Así quedó reflejado en la justificación del cambio en los programas de estudio de Español que realizó en 2014 para el nivel escolar.“Los estudiantes no saben leer y escribir bien”, admitió el Ministerio en el texto.La culpa, según el MEP, es de los “métodos tradicionales” de lectoescritura que no potencian la comprensión de lectura, sino solo la decodificación, o sea, los alumnos leen, pero no entienden. También atribuye responsabilidad a la “limitada” formación de los docentes.

Los nuevos programas, según la viceministra académica, Alicia Vargas, “transforman, radicalmente, el aprendizaje de la lectoescritura”. Se fundamentan en el desarrollo de las cuatro áreas comunicativas: comprensión oral, expresión oral, lectura y escritura.Los resultados de dicha transformación se verán en los próximos años.“Se han incluido proyectos para desarrollar el gusto por la lectura tales como Érase una vez y concursos para incentivar la creatividad literaria tales como Mi Cuento Fantástico , manifestó Vargas.El MEP también afirma haber intensificado las capacitaciones de docentes y el uso de nuevas metodologías para desarrollar la lectoescritura.Para Isabel Román, coordinadora del proyecto Estado de la Educación, el nuevo programa de Español “es bueno”, pero dijo que también es importante ver lo que pasa en el aula y dar acompañamiento al docente.Gilberto Alfaro, director del Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (Sinaes) y coordinador nacional de ProLeer, añade otra urgencia más: No se trata solo del cambio en una asignatura porque hay que entender, leer y escribir bien en prácticamente todas las áreas del conocimiento.

‘Los profesores se desesperan porque ven batalla perdida’

La pobre redacción, comprensión de lectura y ortografía que muestran los jóvenes en las aulas universitarias hace que los «profesores se desesperen, porque ven que es una batalla perdida».Así lo describe Guillermo Malavassi, quien es cofundador de la Universidad Autónoma de Centro América (UACA), y su rector desde 1976.»Es muy extendida la problemática. Los estudiantes no saben redactar, analizar temas, no saben relacionar una cosa con otra, no saben de puntuación. La ortografía y la redacción se han de aprender en la escuela y para esto es importante que los maestros conozcan sobre esto», dijo Malavassi, quien fue ministro de Educación de 1966 a 1969.Malavassi cree que los cursos de nivelación de redacción y ortografía para universitarios lo que hacen es «remendar» los malos hábitos que no se corrigieron a tiempo.

«Lo que no se hizo en la educación primaria no se puede reparar en un curso de un año en una universidad. Si los maestros no corrigen los errores que se cometen en el aula, los arrastran a la secundaria, luego a la universidad y con los mismos errores se terminan graduando como pasa actualmente», manifestó el rector.A su criterio, sobresalen en la universidad los alumnos a quienes se les ha inculcado desde el hogar un buen léxico y maestros que les enseñaron textos bien redactados. A ellos se les facilita hacer los trabajos de la universidad y tienen mejor desempeño. Sobresalen quienes han tenido desde pequeños un gusto por la lectura.Según el rector, a quienes llegan a la educación superior con problemas de lectoescritura, les cuesta expresarse, comprender una lectura y hasta entender las preguntas del examen.
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