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El Capital y América Latina

Por: Juan J. Paz y Miño Cepeda

En 1972, la prestigiosa editorial Pasado y Presente (PyP) publicó el libro Materiales para la Historia de América Latina, una antología de textos de Karl Marx y Friedrich Engels. Eran tan solo 350 páginas y casi lo único que se podía encontrar de todo lo que los fundadores del marxismo escribieran y que se conocía hasta ese momento.

Muy poco material, si se le compara solo con el primer tomo de El Capital (1867) que consta de unas 770 páginas y los 50 tomos de las Obras completas de K. Marx y F. Engels, que “Historia y Crítica” ha difundido en pdf, a través de su portal web (https://goo.gl/DoO6eT y tambiénhttps://goo.gl/SDh83K)

A esos materiales habría que añadir otros textos de Marx no recogidos en la edición de PyP, así como los incluidos en el libro Sobre el modo de producción asiático (1969), que prologó Maurice Godelier (https://goo.gl/CYhqGL).

No hay duda que Marx dio a la humanidad, como sus mayores contribuciones intelectuales, una concepción del mundo y un análisis sobre el capitalismo. Toca a los latinoamericanos saber utilizar su teoría y método como hilo conductor para investigar la realidad específica de la región.

Marx y Engels obraron con los conocimientos de la época y a su genialidad sobre el mundo europeo unían sus limitaciones sobre otras regiones, como América Latina. El historiador marxista británico Eric Hobsbawm -quien hizo un concienzudo análisis de las fuentes utilizadas por Marx y Engels para el prólogo del libro Formaciones económicas precapitalistas(publicado por PyP en1972)- incluso demostró que los conocimientos de ambos eran “débiles” en lo relativo a la prehistoria, sociedades comunales primitivas, América precolombina.

“Virtualmente inexistentes”, asimismo, en cuanto a África; “no notable” sobre el Medio Oriente antiguo o medioeval; pero “marcadamente superior” sobre ciertas zonas del Asia, en especial la India; “pero no sobre Japón”; “bueno” en lo que se refiere a la antigüedad clásica y Edad Media europea; para su época era “sobresaliente” en lo relativo al ascenso del capitalismo.

Además, el propio Marx tuvo equivocaciones, como la biografía sobre Simón Bolívar escrita en 1858 para The New American Cyclopedia, que se basó en fuentes secundarias de oficiales enemigos de El Libertador. Marx llegó a escribir a Engels: “La fuerza creadora de mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”. Es una tergiversación basada en el desconocimiento, que hoy rechazaría cualquier bolivariano latinoamericanista.

Pero en la propia URSS todavía se utilizó como válida esa biografía, y se hizo de una manera tan dogmática que la interpretación errada de Marx se reprodujo en las primeras obras sobre la historia latinoamericana a fines de los años 30, cuando creció el interés por la región alentado por los trabajos de V. Miroshevski, pionero en el latinoamericanismo soviético. Esos estudios hoy son casi imposibles de conseguir.

También era limitante la apreciación de Marx sobre el Incario, al que supuso un modo de producción parecido al “asiático”, mientras hoy está en claro, sobre todo gracias a los trabajos sobre la economía incásica de John V. Murra (1975 y 1978), que lo que hubo fue un modo de producción “andino”, ni comunista, ni socialista, como creía Louis Baudin en su publicitado libro “El imperio socialista de los Incas” (1940), quien sustenta una idea que el peruano José Carlos Mariátegui supo rebatir muchos años antes.

En cambio, el capítulo XXIV sobre “La llamada acumulación originaria” del primer tomo de El Capitales de una lucidez inigualable, pues comprende perfectamente la relación colonial y el saqueo mercantilista sobre Latinoamérica.

Los dogmatismos de todo tipo suelen confiar en que todo lo dicho por Marx y Engels es cierto y verdadero. Pero Engels siempre aclaró “Nuestra concepción de la historia es, por sobre todo, una guía para el estudio, y no una palanca para construir a la manera de los hegelianos”. De modo que lo que hay que distinguir es la teoría y metodología de Marx con respecto a las investigaciones concretas que él mismo realizó.

En su célebre “Prólogo de la Contribución a la crítica de la Economía Política” (1859), Marx dice, muy claramente, que después de una serie de estudios llegó a un “resultado general” que en adelante le sirvió de “hilo conductor” para sus estudios, y que lo resumió allí en una serie de conceptos y tesis abstractas. Entendido así el asunto, con ese “hilo conductor”, es decir, con su teoría y su método, Marx estudió el capitalismo y como resultado de esta investigación escribió El Capital.

En su obra se propuso descubrir las “leyes” que presiden o determinan el sistema y lo hizo: el eje central del capitalismo es la ley de la plusvalía; pero además descubrió otras “leyes” (es decir otras “tendencias”, como lo aclara el mismo Marx) y ante todo aquella que sirve de base para la creación de un nuevo sistema: la socialización creciente de las fuerzas productivas frente a la privatización de las relaciones de producción.

No hay duda que Marx dio a la humanidad una concepción del mundo y un análisis sobre el capitalismo, como sus mayores contribuciones intelectuales. Toca a los latinoamericanos saber utilizar el “hilo conductor” (teoría y método) de Marx para investigar la realidad específica de la región, que no puede suplirse con simples etiquetas, conceptos y abstracciones teóricas realizadas por Marx sobre la base del capitalismo europeo.

Pero a siglo y medio de la obra cumbre de Marx, en 2013 circuló el libro (el original en francés y edición en español del 2014) con un título bastante sugestivo para el presente: El Capital en el siglo XXI, del economista Thomas Piketty, director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y profesor asociado de la Escuela de Economía de París. La obra rápidamente se convirtió en “best seller” mundial y enseguida despertó la irritación de las instituciones económicas internacionales, de una serie de economistas y de  grandes capitalistas prestos a desprestigiar los contenidos del libro de Piketty.

El Capital de Piketty ni de lejos se compara a El Capital de Marx. La obra del primero se reduce a un examen específico: la concentración de la riqueza y su distribución desde el siglo XVIII, utilizando para ello información estadística de una veintena de países. Tampoco aparece allí América Latina, aunque su autor ha aclarado que esa ausencia está motivada por la falta o dificultad para obtener estadísticas históricas como las que se halla en Europa o los Estados Unidos.

El Capital de Piketty ni de lejos se compara a El Capital de Marx. La obra del primero se reduce a un examen específico: la concentración de la riqueza y su distribución desde el siglo XVIII, utilizando información estadística de una veintena de países.

Al exitoso libro hay que unir otro que se publicó en español en 2015, titulado La crisis del capital en el siglo XXI (el original francés es de 2011), que recopila artículos escritos desde el 2004.

Piketty retoma el camino destacado por Kuznets en 1953, cuando examinó la distribución de los ingresos en los EE.UU. entre 1913-1948, pero ahora aborda el tema a largo plazo y sobre la base de considerar a los principales países del mundo.

Su obra, aunque limitada al asunto de la distribución de la riqueza, tiene el valor de examinar un impresionante material (en realidad tuvo un equipo de investigadores y colaboradores) con sentido histórico y sobre la base de fuentes primarias (declaraciones de impuestos sobre los ingresos, sucesiones patrimoniales), lo que permite entender las realidades de la economía desde una perspectiva poco o nada usual en un mundo dominado por las visiones neoliberales y cuantitativas, pues, en definitiva, combina economía e historia.

Esquemáticamente cabe señalar lo central de su argumentación: durante los “años dorados” del capitalismo, es decir, las tres décadas comprendidas entre 1950-1970, hubo crecimiento continuo y disminución de las desigualdades; pero entre 1980 y 2013, años de la “desregulación”, el crecimiento fue menor y, además, aumentaron las desigualdades, tanto en ingresos, porque un 10% de la población recibe entre 30 y 50% de los ingresos, pero sobre todo en cuanto a riqueza, es decir, en la desigualdad de patrimonios, pues apenas el 10% recibe entre 50 y 90% de la riqueza; lo cual significa que hoy los ricos son más ricos y los multimillonarios apenas representan el 1%.

Se ha retornado a una “sociedad patrimonial”, que supera el crecimiento (la tasa de retorno es mayor que la tasa de crecimiento: R>C), a pesar de que muchos de los multimillonarios no son emprendedores; y esto ha ocurrido por la desregulación financiera y estatal.

Para Piketty ello trae aparejado una serie de implicaciones políticas, porque la idea de que el Estado debe disminuir o achicar no es consistente con la evidencia empírica sino todo lo contrario: se vuelve necesario, a estas alturas del mundo, regular esa distribución/concentración negativa de la riqueza para la sociedad en su conjunto y beneficiosa para una elite económica, de manera que se requerirá apuntalar los impuestos directos y sobre todo aquellos que afectan al patrimonio, como el impuesto a las herencias. Con ello se puede lograr una redistribución de la riqueza, y mayor equidad.

Ahora bien, aunque Piketty reconoce no haber trabajado sobre América Latina, la CEPAL lo venía haciendo desde años atrás y hay varias publicaciones a las que se puede acudir: La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir. (2010); Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada del desarrollo (2012); Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible (2014); Evasión tributaria en América Latina: nuevos y antiguos desafíos en la cuantificación del fenómeno en los países de la región (febrero 2016); Tributación para un crecimiento inclusivo (marzo 2016) (www.cepal.org/es)

Al recibir al economista francés en enero de 2015, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, hizo notar la coincidencia en cuanto a las investigaciones y expresó:

“Señor Piketty, la experiencia de los modelos neoliberales aplicados en América Latina, en particular durante los años ochenta y noventa muestra que estos no solo no alcanzaron tasas de crecimiento altas y sostenidas, sino que profundizaron las desigualdades e incrementaron el deterioro en los indicadores de distribución de ingresos, además de privatizar bienes, procesos industriales y servicios de gran relevancia pública.  La concentración de la riqueza alcanzó niveles desproporcionados. De ahí la necesidad de proactivamente elaborar e implementar políticas públicas en los ámbitos fiscales, productivos y sociales”.

Y también destacó que en América Latina, en promedio, el 10% de los hogares más ricos de la región concentra 32% de los ingresos totales, mientras que, en el otro extremo, el 40% de los hogares con menores ingresos capta en promedio solo 16% del ingreso total.

En cada país latinoamericano pueden comprobarse las brechas existentes en la concentración de los ingresos y de la riqueza, que han determinado que la región sea la más inequitativa del mundo.

En Ecuador la situación es impactante, de acuerdo con la investigación “El proceso de internacionalización de los grupos económicos del Ecuador: una perspectiva histórico-económica” (2014), realizada por la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE): en 2014, los 115 grupos económicos (hoy son 125) solo representan a 3.757 personas, pero sus ingresos equivalen al 46% del PIB del país (2012) y su cumplimiento tributario por concepto del impuesto a la renta bordea el 2,1%, aunque 23 de ellos pagan menos de U$ 1,00 de impuesto a la renta por cada 100 U$ de ingresos, es decir, su carga fiscal es inferior al 1%.

Pero lo que se requiere subrayar es que la concentración de la riqueza se agudizó durante los años ochenta y noventa a consecuencia del modelo empresarial-neoliberal.

Desde 1999, cuando se inició el ciclo de gobiernos progresistas, democráticos y de nueva izquierda en América Latina, se creó el espacio que se necesitaba para imponer el Estado y los impuestos a las élites enriquecidas. Se avanzó enormemente, según lo constatan los estudios de la propia CEPAL.

Si El Capital de Piketty sirve a los latinoamericanos tanto como los estudios de la CEPAL es para reafirmar la necesidad de Estados interventores y reguladores de la economía y acabar definitivamente con la ideología que supone al mercado y a la empresa privada como dioses rectores para la vida de la sociedad.

Además, sobre la base de Piketty, y más aún de la CEPAL, ya no caben dudas sobre la necesidad de fijar fuertes impuestos a los patrimonios de las élites ricas y a las ganancias de las élites empresariales, lo cual significa mayores proporciones de impuestos directos como los de herencias, plusvalías, ganancias y rentas.

Ello tiene más implicaciones políticas porque realizar semejante tarea -para la que no están dispuestos a ceder un milímetro los poseedores y concentradores de la riqueza- requiere no sólo de una correlación de fuerzas que la respalde, sino de gobernantes que tengan igualmente el suficiente poder y decisión políticos para llevar adelante esta verdadera misión histórica.

Desde 1999, cuando se inició el ciclo de gobiernos progresistas, democráticos y de nueva izquierda en América Latina, se creó el espacio que se necesitaba para imponer el Estado y los impuestos a las élites enriquecidas. Se avanzó enormemente, según lo constatan los estudios de la propia CEPAL. Aun así, el promedio de impuestos en la región es de apenas el 20% del PIB y Ecuador está todavía por debajo de esta línea, porque llega solo al 19%. Según Piketty, no hay en la historia país alguno que pueda generar mejor riqueza con menos del 20% tributario.

Si es cierto que se ha agotado, o peor aún ha llegado a su fin el  llamado ciclo de gobiernos progresistas, el problema que enfrentará América Latina en su inmediato futuro es el de la reversión de la tendencia hacia la redistribución de la riqueza junto con la detención del Estado para imponer los intereses colectivos sobre los intereses privados movidos por el simple afán de lucro y sin responsabilidades sociales.

El retorno de las derechas económicas en nada garantiza la continuidad de las políticas sociales y mucho menos la posibilidad de políticas destinadas a gravar patrimonios, ganancias y riquezas. Y desde la perspectiva del largo plazo, el camino para que el trabajo y la sociedad se impongan sobre el capital corre el peligro de que América Latina pase a otro ciclo histórico en el que nuevamente los intereses del capital se impongan a los del trabajo y la sociedad.

Quito, mayo 31 de 2016.

*Exclusivo para Firmas Selectas de Prensa Latina

  • Articulo tomado de: http: //firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&cat=P&authorID=129&articleID=1769&SEO=paz-y-mino-cepeda-juan-jose-el-capital-y-america-latina
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Argentina: El peligro de la restauración conservadora en América Latina

Por: Juan J. Paz y Miño Cepeda

Las elecciones del 25 de octubre (2015) en Argentina, que otorgaron a Daniel Scioli el 36.86% de los votos y a Mauricio Macri un 34.33%, sólo dieron un triunfo mínimo al candidato del “Frente para la Victoria”, lo cual ha despertado la alarma en América Latina, ante la posibilidad de que en la segunda vuelta electoral (balotaje que se realizará el 22 de noviembre), Macri, candidato del derechista “Cambiemos” alcance la presidencia y con ello concluyan 12 años de “kirchnerismo”, con los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015).

Como lo han señalado diversos analistas argentinos, la candidatura de Scioli no parece que era la mejor y el propio gobierno acumuló resistencias ciudadanas, como fruto de una serie de límites políticos; pero en lo de fondo, existe un real peligro por el avance de la derecha neoliberal camuflada de modernidad y rostro conciliador, apoyada por el imperialismo.

Atilio Borón, uno de los intelectuales argentinos más prestigiosos entre la izquierda latinoamericana, ha sido muy claro en ubicar el riesgo tras el balotaje, la incapacidad por discernir entre lo que significan Scioli y Macri para el futuro de los gobiernos progresistas en América Latina, así como el juego al imperialismo que representa plantear el voto en blanco, por lo cual Borón realiza un fuerte cuestionamiento a ese sector de izquierdas que prefiere refugiarse en su supuesta radicalidad.

Argentina, entonces, se convierte en un país crucial para el futuro de la región. Y, sin duda, hasta el momento, deja en claro algunas circunstancias dignas de considerar.

A pesar de los logros sociales en la región, las elecciones en Argentina no dejan de inquietar a todos los países con gobiernos progresistas, porque las derechas neoliberales se han mostrado hábiles para esconder su pasado y aparecer con nuevo rostro.

Los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina se enfrentan a tres fuerzas poderosas: las élites empresariales dispuestas a frenar todo intento “estatista” y que buscan revivir el paraíso del mercado libre absoluto bajo hegemonía de las empresas privadas como agentes supuestamente centrales y naturales de la economía; los medios de comunicación privados más influyentes, que libran a diario una sistemática campaña ideológica y cultural para minar el respaldo ciudadano a los gobiernos progresistas; y el imperialismo, que alienta la restauración conservadora desde la perspectiva de una geoestrategia mundial destinada a impedir la continuidad de gobiernos capaces de generar una vía exitosa de cuestionamiento global al capitalismo.

Esas tres fuerzas siempre han estado presentes y su accionar se potencia en la actualidad ante los síntomas de la desaceleración  y crisis económica en América Latina, porque se vuelve fácil acusar de ella al “modelo” que siguen los gobiernos progresistas y de nueva izquierda.

Como ocurre en otros países, en Ecuador la derecha neoliberal no ha perdido un minuto para acusar a las políticas del gobierno del presidente Rafael Correa como las causantes de la desaceleración económica, que ha obligado a revisar el presupuesto estatal para el año 2016, sobre la base de recortes a la inversión pública, la acumulación de la deuda externa, un déficit fiscal de todos modos manejable y la implementación de un sistema de alianza público-privada, que procurará atraer las inversiones del sector privado a proyectos de interés estatal.

Lo que esa derecha neoliberal procura ocultar es un cúmulo de hechos históricamente muy significativos: la “crisis” económica ecuatoriana ni de lejos se parece a la que vivió el país a raíz de la crisis de la deuda externa, que arrancó en 1982. A partir de ese momento, durante cinco lustros, se construyó un modelo empresarial-neoliberal en el cual las “soluciones” a la prolongada crisis económica se sujetaron a un recetario nacido en el Fondo Monetario Internacional (FMI), que provocó el deterioro sistemático de las condiciones de vida y de trabajo de la población nacional, así como el literal colapso de los servicios públicos.

Los paquetes de medidas económicas tomadas desde los ochentas por los sucesivos gobiernos ecuatorianos, que caminaron al compás de lo que ocurría en el resto de América Latina, solo beneficiaron a las capas empresariales, los sectores adinerados y particularmente al capital financiero. Como ocurriría con el “corralito” argentino (2001), Ecuador se anticipó en marzo de 1999 (gobernaba Jamil Mahuad, 1998-2000) a decretar un feriado bancario y la congelación de depósitos, hasta llegar a la dolarización decretada en 2000, que fue la culminación del proceso de restauración del poder plutocrático y de una economía plutocrática en el país.

El desastre social, institucional y gubernamental en Ecuador (entre 1996 y 2006 hubo 7 gobiernos, 1 efímera dictadura y los únicos 3 presidentes elegidos por votación popular fueron derrocados), comparable a otros países latinoamericanos y, sin duda, con Argentina (5 gobiernos en un par de semanas a fines de 2001), da cuenta del camino que seguía la región de la mano del idilio neoliberal. En Argentina, como en Ecuador se levantaría una misma y coincidente consigna: “¡Que se vayan todos!”

Esa nefasta herencia comenzó a cambiar desde 1999, con la llegada al poder en Venezuela del presidente Hugo Chávez (1999-2013) y, después de él, con la sucesión de los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay y Uruguay.

Los gobernantes del nuevo ciclo histórico-político en la región y particularmente en Bolivia, Ecuador y Venezuela, que pasaron a la vanguardia en las nuevas orientaciones, liquidaron al neoliberalismo, reinstitucionalizaron al Estado, afirmaron los principios de la soberanía y la dignidad nacionales e impulsaron un “modelo” económico basado en el activo papel económico estatal, amplios servicios sociales (educación, salud y medicina, seguridad social, vivienda), la promoción de los derechos laborales y colectivos, y la redistribución de la riqueza.

De esa manera, la “crisis” económica latinoamericana de la actualidad en los países con gobiernos progresistas y de nueva izquierda no tiene ningún parecido al pasado reciente, aunque las derechas neoliberales se esfuercen por hacerla aparecer como un desastre del cual ellas toman distancia. Porque incluso bajo las condiciones críticas, la sociedad goza de servicios públicos e inversiones estatales que garantizan la atención y el cubrimiento de necesidades básicas. En Ecuador, los recortes presupuestarios y el reenfoque público-privado no ha afectado a las políticas sociales ni a las inversiones en estos sectores, además de que están en marcha proyectos de ley que incrementarán los impuestos a las herencias y plusvalías a las capas adineradas.

A pesar de los logros sociales en la región, las elecciones en Argentina no dejan de inquietar a todos los países con gobiernos progresistas, porque las derechas neoliberales se han mostrado hábiles para esconder su pasado y aparecer con nuevo rostro. En la campaña argentina el maquillaje ha hecho uso de la conciliación, el discurso de la armonía social, la frescura de los ideales y el revestimiento de las palabras sobre el enfoque económico.

Hoy, la restauración conservadora tiene razones para obrar con mayor violencia y hasta venganza, porque las derechas neoliberales no perdonarán un solo milímetro de lo hecho por los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina.

Pero tanto en Argentina como en Ecuador, las propuestas de la derecha neoliberal en materia económico apuntan a lo mismo: el viejo esquema del mercado libre y la empresa privada absoluta. Por el momento bien podrían mantenerse los logros sociales; pero precisamente son éstos los que carecen de garantía en el mediano o en el largo plazo, si es que realmente triunfa la restauración conservadora.

Pero tampoco cabe dejar a un lado las responsabilidades históricas que tienen las izquierdas opositoras, que se asumen como verdaderas y hasta “marxistas”. En Ecuador, en las elecciones nacionales de 2013 (hasta hoy el referente más inmediato, porque las de 2014 fueron seccionales), todas ellas, unidas a ciertos movimientos sociales en la “Unidad Plurinacional de las Izquierdas”, obtuvieron solo el 3% de votos, algo igual a lo que ha ocurrido con el “Frente de Izquierda y de los Trabajadores” (FIT) que en las recientes elecciones de Argentina obtuvo el 3.23%.

Cabe preguntarse si es un sector históricamente útil e importante para la conducción de las transformaciones que anhelan los pueblos.

Suficientes experiencias históricas tiene América Latina con respecto a las restauraciones conservadoras en el pasado. Argentina lo vivió en otros momentos, como ocurrió con el propio peronismo, cuando fue perseguido y hasta proscrito. Hoy, la restauración conservadora tiene razones para obrar con mayor violencia y hasta venganza, porque las derechas neoliberales no perdonarán un solo milímetro de lo hecho por los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina.

(Exclusivo para Firmas Selectas/Prensa Latina)

*tomado de: http://firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&authorID=129&articleID=681&SEO=paz-y-mino-cepeda-juan-jose-argentina-el-peligro-de-la-restauracion-conservadora-en-america-latina

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Una pesadilla que no termina

Por Celia Rosado Romero

Jun 8, 2016 / 12:28
Entre los temas que inundan los medios de comunicación y las redes sociales, se enfatizan los actos del magisterio y las pasadas elecciones a definirse este miércoles, ya el ciudadano común no sabe a cuál prestarle mayor atención. Ambos casos tiene como eje las manifestaciones y los dimes y diretes señalándose de tener la razón de sus acciones, configurándose un hartazgo discursivo.

Por lo pronto hoy ya saldremos de uno de ellos al conocerse oficialmente quienes serán los próximos a gobernarnos, si es que no sigue el show con algunos inconformes que pretendan retar la voz de la ciudadanía. Sin embargo persiste algo en el tintero, el problema magisterial.

Reflexionemos sobre la llevada y traída Reforma Educativa propuesta por el actual periodo presidencial de Peña Nieto. Envuelta en toma y quema de palacios municipales, secuestros de funcionarios, una ira incontrolable y preocupante para la sociedad de varios estados del país.

Al extremo de cometer atropellos en nombre de la lucha por grupos anexados por su misma condición de inconformidad por la situación socioeconómica imperante en todo el territorio mexicano. La muestra fue la actitud asumida de vejación para maestros, declarando ser parte del sindicato, sumidos en el miedo ante la horda que los rapo y amenazo de muerte.

En tanto, los docentes tienen como argumento a la Reforma Educativa, en su inconformidad. Si prestamos atención el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, sólo se refiere a evaluación de docentes, cambios de horarios, restricciones salariales, nunca de mejoramiento en los planes de estudios, enriquecimiento de conocimientos, estrategias didácticas, áreas en las que se funda la educación, podría decirse que hay un juicio de raciocinio pobre ante el problema.

¿Dónde quedaron las políticas educativas? Para saber dónde estamos y para dónde vamos. La educación debe dejar fuera los vaivenes políticos. ¿Cuál modelo educativo queremos para este Siglo?

Esgrimir el garrote y la amenaza por el dialoga con los docentes en relación a la enseñanza que hasta ahora se ha impartido, donde los creadores de ella son los encargados de la Secretaría que Nuño, no ha dado frutos.

Se sabe que las reformas las imponen las autoridades educativas inmersas en la burocracia de las oficinas de su ministerio.

El núcleo del problema magisterial que se ha desbordado en actos vandálicos provocando el descontento de la sociedad, requiere de personajes con el sentido autocrítico para sentarse a dialogar, reconocer errores y aciertos de ambas partes.

El actual sexenio, va por el segundo Secretario de Educación. El primero Emilio Chuayffet Chemor, impulsor de la Reforma Educativa, por órdenes del Presidente de la República, con el objetivo de elevar la calidad educativa en el país a través de la modificación del artículo 3ero y 73 de la Constitución, no llevo a ningún lado, sólo removió la ira contenida por años, de la comunidad magisterial.

Hoy lo constatamos con su remoción, teniendo Aurelio Nuño enfrentar el rechazo de los maestros.

Nuño culpa a los profesores del fracaso educativo, olvidando que soy ellos los que enfrentan a diario las carencias en materiales didácticos, padeciendo de calor o frío a consecuencia de infraestructura del siglo pasado en sus espacios laborales. Su población escolar son infantes de las zonas serranas sin haber probado bocado o haber recorrido kilómetros para llegar. Estudiantes de zonas urbanas y suburbanas que día con día, los padres de familia se queja de irregularidades en sus plantes.

Es de reflexionar la necesidad de ver todo el bosque y no sólo el árbol de todo el panorama que abarca la problemática educativa en el país. Se pretende darles a los alumnos una proyección internacional utilizando el ciberespacio.

Primero, para ello, se requiere que todas las escuelas de zonas urbanas, suburbanas y rurales, cuenten con internet, es más necesitan tener energía eléctrica para acceso a las redes.

Fue lastimoso lo acontecido durante el periodo de Vicente Fox. Una anécdota difícil de olvidar.

En su muy personal óptica de ignorancia envió equipos a infinidad de planteles educativos, pero, la sorpresa fue que algunos no sólo no tenían acceso a Internet, sino que ni siquiera instalación eléctrica para conectar los equipos.

No es rara la inconformidad, no sólo de los maestros, sino de los padres de familia que se lanzan a las calles, interrumpiendo el tráfico, pidiendo ventiladores, arreglo a sus aulas, bardas que contenga a los ladrones que vacían sus salones, limpieza de sus campos, etc.etc una serie de molestias que día a día padecen sus hijos.

La interrogantes es ¿también son culpables del fracaso educativo?

La demanda de las autoridades es: por qué la sociedad de padres de familia, no resuelven las carencias que se tienen. Por qué no hacer eco a la Reforma Educativa que dice dar cuota en las escuelas para el mantenimiento de limpieza. Pagar luz y agua que consumen. Cooperar para el arreglo de los laboratorios, mobiliario, baños, compra de pizarrones, etc.etc.

Para la Reforma Educativa, tanto padres de familia como maestros, no responden a las necesidades que se plantean a diario, no son solidarios con los funcionarios. De ahí que se hable de política participativa, olvidando la condición socioeconómica que se vive, con un salario que no alcanza para la canasta básica, una cruda realidad que no alcanza a los vividores del presupuesto.

A las autoridades, el que un maestro apruebe la evaluación es la respuesta a las demandas de los progenitores, así como al mejoramiento de la calidad educativa.

Lo demás no cuenta.

¿Esto es, el paradigma educativo?

¿Dónde queda el compromiso del aparato burocrático atrás de todas las demandas?

Creen que cada quién debe asumir sus responsabilidades. Habrá de escuchar a Fernando Savater “la educación no es un gasto, es una inversión, la inversión que permite regenerar la sociedad”

Cuidado con la sublevación de profesores, padres, como la sociedad en general. Ya el 5 de junio dio una muestra de lo que la sociedad piensa.

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El FMI admite que el neoliberalismo es un fracaso

Después de haber dado poder al 1 por ciento y empobrecido a millones…

Por Benjamin Dangl

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La semana pasada un departamento de investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo público un informe en el que admite que el neoliberalismo ha sido un fracaso. El informe, titulado Neoliberalism: Oversold? (¿se han exagerado los meritos del neoliberalismo?), es una esperanzadora señal de la muerte de esa ideología. El FMI está atrasado solo unos 40 años. En relación con el informe, Naomi Klein tuiteó: “Entonces, los multimillonarios creados [por la ideología] devolverán el dinero, ¿no es así?”. Muchos de los hallazgos del informe que sacude el centro mismo de la ideología neoliberal se hacen eco en lo que sus críticos y víctimas vienen diciendo desde hace varias décadas.

“En lugar de promover el crecimiento”, dice el informe, las políticas de austeridad propiciadas por el neoliberalismo han hecho que se reduzcan las regulaciones para limitar el movimiento de capitales y que, de hecho, “aumente la desigualdad”. Esta desigualdad “podría por sí misma debilitar el crecimiento…”. Por lo tanto, señala el informe, “los responsables políticos deberían estar mucho más abiertos a la redistribución [de la riqueza] de lo que lo están”.

Sin embargo, el informe omite mencionar algunos aspectos notables de la historia y el impacto del neoliberalismo.

El FMI sugiere que el neoliberalismo ha sido un fracaso, pero ha funcionado muy bien para el 1 por ciento de la población mundial, algo que ha sido siempre el propósito del FMI y el Banco Mundial. Tal como informó Oxfam a principios de este año, el 1 por ciento más rico del mundo posee tanta riqueza como el resto de la población del planeta (del mismo modo, la periodista de investigación Dawn Paley ha comprobado en su libro Drug War Capitalism (la guerra capitalista contra la droga) que la guerra contra la droga, lejos de ser un fracaso, ha sido un éxito enorme para Washington y las corporaciones multinacionales).

El informe del FMI ha elegido a Chile como caso de estudio del neoliberalismo, pero no menciona ni una sola vez que allí se aplicaron sus puntos de vista económicos durante la dictadura de Pinochet –respaldada por Estados Unidos–, una omisión muy importante de los investigadores, que no ha sido casual. Es un conocido tópico que en toda América latina, el neoliberalismo y el terrorismo de Estado han ido siempre de la mano.

En 1977, en su Carta abierta a la Junta Militar Argentina, el valiente periodista argentino Rodolfo Walsh denunció la represión de ese régimen, una dictadura que organizó el asesinato y la desaparición de más de 30.000 personas.

“No obstante, estos acontecimientos, que conmueven la conciencia del mundo civilizado, no constituyen el mayor sufrimiento infligido al pueblo argentino, tampoco la peor violación de los derechos humanos que ustedes han cometido”, escribió Walsh respecto de la tortura y los asesinatos. “Es en la política económica de este gobierno donde uno advierte no solo la explicación de los crímenes, sino una gigantesca atrocidad que castiga a millones de seres humanos: la miseria planificada… No tienen más que darse una vuelta de unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que esa política ha convertido la ciudad en una ‘Villa Miseria’ de 10 millones de personas.”

Tal como lo demuestra vividamente Noami Klein en su Shock Doctrine, esta “miseria planificada”, formaba parte de la agenda que el Fondo Monetario Internacional ha impulsado durante décadas.

Un día después de que Walsh enviara por correo la carta a la Junta, fue capturado por el régimen, asesinado, quemado y su cadáver arrojado a un río, es decir, una víctima más de los millones de ellas que el neoliberalismo se llevó por delante.

Benjamin Dangl ha trabajado como periodista en América latina, ocupándose durante más de una década de los movimientos sociales y la política en el continente. Es autor de Dancing with Dynamite: Social Movements and States in Latin America y de The Price of Fire: Resource Wars and Social Movements in Bolivia. Hoy día, Dangl está cursando un doctorado en Historia de América latina en la McGill University; es editor de UpsideDownWorld.org, un sitio web sobre activismo y política en América latina, y hace el mismo trabajo en TowardFreedom.com, una mirada progresista de los acontecimientos mundiales.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2016/06/01/after-empowering-the-1-and-impoverishing-millions-imf-admits-neoliberalism-a-failure/

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213052

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Del Neoliberalismo Rampante a una Educación Emancipadora

Por: Pablo Imen

En la columna anterior describimos algunos de los rasgos fundamentales del proyecto político-educativo definido como neoliberal-conservador cuyas orientaciones propiciaban la privatización educativa, la implantación de una lógica y unos dispositivos tecnocráticos, todo ello bajo un acendrado autoritarismo legitimado en la infalibilidad del saber experto.

En Nuestra América Chile ha sido la expresión más acabada de ese modelo de mercado, y las sucesivas movilizaciones populares que cuestionaron dicho proyecto cuajó en 2013 con la derrota clara de la derecha. Otros países como Colombia o México están siendo

Con el triunfo de Hugo Chávez Frías en 1998 la América Morena retomó el proyecto pendiente de Patria Grande y hoy, dieciséis años más tarde, el escenario se presenta radicalmente distinto al de los primeros días de gobierno del gran líder bolivariano.

No es que, desde ya, haya finalizado el proceso de integración continental – aunque se dieron pasos inéditos – , ni siquiera podemos afirmar que el proyecto ha llegado a un punto de no retorno. Podemos afirmar que los pasos dados en los últimos años nos permitieron instalar gobiernos que, parecidos como nunca a sus pueblos, no han cesado en explorar e inventar nuevos procesos de encuentro y construcción nuestroamericana.

En el plano de la educación, se han desplegado una serie de iniciativas, de políticas y de ensayos que permitieron superar algunos de los desafíos planteados para el campo pedagógico.

En estos años, muchos de nuestros países han implementado fuertes inversiones del Estado que apuntaron –y lograron- expandir el acceso a la educación, incorporando a amplios sectores sociales históricamente excluidos de los sistemas educativos formales. Uno de los casos más notables es la Venezuela bolivariana, que en pocos años terminó con el analfabetismo y amplió la base de ingreso a todos los niveles del sistema educativo. En 2005 fue declarado por UNESCO territorio libre de analfabetismo. En el otro vértice del sistema educativo, pasó de una matrícula universitaria de 800.000 estudiantes en 1998 a 2.600.000 en la actualidad. Agreguemos: hoy Venezuela tiene la quinta matrícula mundial de estudiantes de ese nivel educativo y el segundo de América Latina.

En Argentina también se registraron notables avances en la expansión de los niveles medio y superior. Por su historia, este país tenía un sistema educativo generalizado en su base pero se iba achatando en los niveles secundario y terciario. En estos años la Legislación establece la secundaria obligatoria y se ha avanzado notablemente en el ingreso de adolescentes y jóvenes a este nivel, alcanzando al 80% de los destinatarios dentro del nivel. Bien es cierto que hay obstáculos estructurales o culturales – como la matriz históricamente excluyente del nivel, sus rasgos autoritarios y tecnocráticos- que dificultan la continuidad y finalización de los estudios de jóvenes que son primera generación de estudiantes secundarios. En el nivel inicial la Cámara de Diputados dio media sanción a una ley que extiende  la obligatoriedad escolar de la sala de cuatro años. En paralelo, se aprobó el presupuesto para la infraestructura edilicia que viabilice esta nueva extensión del derecho a la educación.

Estos dos ejemplos podrían también advertirse en otros países cuyos gobiernos han hecho de la educación una prioridad concreta como un canal de democratización de la vida social, tras décadas de neoliberalismo y siglos de colonialismo. Los ejemplos de Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador son expresiones de estos nuevos procesos que se proponen superar estas herencias de sometimiento y expoliación.

Pero si una de las materias pendientes ha sido la democratización del acceso a la educación (cosa que, como vimos, está en camino de efectiva realización), otros desafíos pasan por la construcción de un proyecto pedagógico propio que constituya una alternativa a las visiones liberal o neoliberal que hegemonizan el campo de la educación. Cuando hablamos de pedagogía propia presuponemos algunos rasgos que han caracterizado a nuestras mejores expresiones: logro de la soberanía cognitiva y de la comprensión; desarrollo de todos los aspectos de la personalidad; pertinencia cultural, social y territorial; formación para el trabajo liberador y de ciudadanos gobernantes; superación de la fragmentación del saber y de la  división entre el trabajo manual y el intelectual; la alegría, la participación, la crítica y la solidaridad como valores fundantes del acto pedagógico; la desenajenación (tanto de educadores como de educandos) y la vinculación de la educación con el proyecto social y político más amplio.

En tal sentido, se han venido desarrollando distintas iniciativas en esta dirección. Venezuela, a través de las Misiones Educativas y de la concreción – parcial pero muy potente- del Sistema Educativo Bolivariano avanzó tanto en el cuestionamiento al viejo orden educativo como en la gradual creación de nuevas propuestas de transformación de la educación realmente existente[1].

La vinculación de la educación con la vida se expresó en múltiples líneas desplegadas en los primeros quince años de Revolución. Se reformuló la vinculación de la escuela con la comunidad; se reformularon los modos de construcción del currículum, se reconfiguró el proceso de trabajo docente; se revisaron los modos de planificar, los tipos de prácticas pedagógicas (así como los supuestos en que se sostienen y los fines en que se fundan), los modos de evaluación (y sus sentidos). Esta búsqueda ha permitido ir vislumbrando una nueva educación (que desarrollaremos en una próxima columna) que está germinando.

Resulta bien interesante el hecho de que estos ensayos reconocen múltiples antecedentes- comenzando por Simón Rodríguez, siguiendo por Luis Beltrán Prieto Figueroa y el Movimiento Pedagógico de Lara y Aragua- así como valora los aportes que en las propias instituciones escolares van produciendo comunidades – territoriales y educativas- .

En Argentina, por otro lado, van emergiendo – también enriquecidas por tradiciones sustantivamente democráticas y libertarias- ensayos pedagógicos y se resalta con mucha fuerza la enseñanza en la memoria del genocidio y de las luchas por verdad y justicia, contra la impunidad.

En Bolivia emerge la escuela socio-productiva comunitaria, generándose una notable construcción pedagógica contextualizada, culturalmente pertinente, descolonizadora, libertaria y desenajenante.

Finalmente, también hay novedades sustantivas en los ámbitos de gobierno de la educación, produciéndose formas novedosas que trasvasan los principios de la democracia protagónica y participativa desde el Ministerio al aula.

En cada país de nuestro continente- con apoyo del Estado, bajo su indiferencia e incluso frente a abiertos actos de hostilidad- florecen aquí y allá expresiones de esa nueva pedagogía necesaria para las actuales condiciones de la región.

En la etapa que se abre resulta fundamental avanzar en la sistematización de las prácticas; el rescate crítico de las herencias y acervos de las pedagogías democráticas del pasado; la construcción de un discurso que denuncie el viejo régimen pedagógico y anuncie los cambios en curso, habilitando nuevas comunicaciones que libren la batalla por el sentido de lo pedagógico. Será preciso, también, agudizar los mecanismos organizativos de colectivos docentes y educativos de nuestro continente de manera de coordinar los esfuerzos para parir esa educación emancipadora en que estamos empeñados.

Los Estados, al menos aquellos gobernados por las fuerzas políticas y sociales populares, democráticas, de creciente justicia, deben impulsar nuevos modos de construcción de la política pública.

Dicha política supone, por un lado, asegurar los fondos necesarios para construir el proyecto político-educativo emancipador que confluya al cambio de nuestras sociedades. Debe, también, estimular un papel protagónico de los colectivos docentes y las comunidades escolares y territoriales. Y en este camino administrar la transición entre lo viejo y lo nuevo; lograr el equilibrio entre las particularidades de cada región y la construcción de un proyecto que será necesariamente nacional , y nuestroamericano.

¿Cómo será la integración regional, más allá de las intenciones que expresaron nuestros gobiernos y pueblos? Hemos avanzado en ese camino pero queda mucho por explorar. ¿Cómo será la integración educativa?¿Cómo encontrarnos y elaborar un proyecto diverso y liberador que supere las tristes propuestas tecnocráticas y privatizadoras que gozan de hegemonía, todavía, en la mayor parte del planeta?

Los desafíos son ingentes, pero, hoy como casi nunca antes, hay voluntad, hay fuerzas, hay condiciones para parir esa educación que contribuya a la soberanía de nuestras Patrias y a la  felicidad de nuestros Pueblos.

[1] Ver “Una Pedagogía Emancipadora para Nuestra América” y “La perspectiva neoliberal conservadora” en esta misma página.

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En Brasil se disputa el futuro de América Latina

Con el gobierno de Mauricio Macri se ha roto el eje de los procesos de integración en América Latina, constituido por la alianza entre Brasil y Argentina, que distanciaba el continente de la influencia de EEUU. Con el riesgo de que Brasil también se sume a la tendencia asumida por el gobierno argentino, haciendo que el continente pase a sumarse al predominio mundial del neoliberalismo, que afecta particularmente a Europa, de forma devastadora, entre otras regiones del mundo.
El gobierno de Macri camina para volverse la referencia central del neoliberalismo en América Latina. El gobierno mexicano de Peña Nieto, candidato anterior a servir como modelo de esas políticas en el continente, ha fracaso tempranamente. El estilo empresarial de Sebastián Piñera también ha fracasado en Chile. Álvaro Uribe también se ha desgastado como referencia de la política norteamericana en el continente.

La inesperada victoria de Macri fue rápidamente saludada por Washington como una superación del estilo de confrontación de Cristina Kirchner y recibió rápidamente una visita de Obama, que no se ha cansado de elogiar la política económica de Macri.

La eventual destitución de Dilma Rousseff y el final de la experiencia de gobierno del PT en Brasil, aparece, para la derecha latinoamericana, como lo que sería un viraje histórico. La similitud de las políticas del presidente interino de Brasil con las de Argentina representaría un retorno a lo que esos dos países y prácticamente la totalidad del continente ha vivido en los años 1990, con resultados económicos y sociales desastrosos para todos los países que las han aplicado.

La disputa todavía vigente en Brasil hace que su desenlace sea decisivo para el futuro de toda la región. Si Brasil se suma efectivamente a la corriente hoy representada por Argentina –en la cual están México y Perú, entre otros países -, el continente pasaría a asumir al neoliberalismo como su corriente predominante. Independientemente de lo que ocurra en Venezuela, Ecuador y Bolivia tendrán dificultades para sobrevivir, mientras que el Mercosur, así como Unasur y Celac bajarán su perfil, con la OEA volviendo a recuperar protagonismo en el continente.

Si, al contrario, el interinato de Michel Temer no tiene continuidad y Dilma vuelve a la presidencia o, por alguna otra vía, se convocan nuevas elecciones y la continuidad de los gobiernos progresistas es garantizada, Argentina tendrá en Brasil un contrapunto fuerte en la región, el mismo Macri ya ha demostrado que buscaría una convivencia amistosa con un gobierno con esas características y los otros gobiernos de la región podrían contar con Brasil como aliado.

Son dos destinos muy diferenciados, hasta contrapuestos. El continente podría seguir exhibiendo gobiernos en contravía del neoliberalismo que devasta gran parte del mundo, en un caso. O se sumaría dócilmente y sin protagonismo internacional alguno, como ocurría en la década de 1990.

Por todo ello, los ojos del continente –así como los de EEUU– se vuelven hacia Brasil, escenario de una dura disputa entre el retorno a políticas centradas en el mercado o de una recuperación, continuidad y profundización de las políticas de afirmación de los derechos de todos, con desarrollo económico y distribución de renta. Latinoamérica concluirá así este año crucial con una fisionomía distinta de aquella con que entró en este año: la cara del retroceso neoliberal o la de la disputa de dos modelos contradictorios, con Argentina y Brasil representando esas alternativas.

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/177832#sthash.FMRaCpjJ.dpuf

Imagen tomada de: http://i1.wp.com/www.celag.org/wp-content/uploads/2016/03/clima-destituyente.jpg?resize=800%2C533

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¿Globalización o globorrecolonización tecnoinformacional?

Por: Iliana Lo Priore – Jorge Díaz Piña

El proceso que durante las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado va a posicionar hegemónicamente a nivel internacional al neoliberalismo económico se va a apoyar en el discurso ideológico de lo que Ramonet (1995) denominó el pensamiento único «la traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial, las del capital internacional» (p. 58). Discurso que además de apoyarse en las ideas-fuerza del libre comercio sin fronteras, la desregulación de los mercados, la libre concurrencia, la competencia y otras, que expresan su propósito global de expansión y control del mercado mundial, va también a expresarse en la idea-fuerza de un mundo más estrechamente interrelacionado de manera interdependiente pero asimétrica. En el que los términos de intercambio serán desiguales entre las naciones capitalistas centrales o hegemónicas autonombradas como desarrolladas, y los países periféricos o dependientes de aquellas que se articularán de modo subordinado a las mismas (Ander-Egg, 1998).

Este mundo interrelacionado será viabilizado principalmente por las interconexiones de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs). Dichas tecnologías fueron y siguen siendo presentadas por el discurso neoliberal como innovaciones que impactan transformadoramente la productividad económica y las actividades socioculturales, así como los restantes ámbitos de las sociedades. De aquí que la temática de la información o de sus flujos cruce e impregne los restantes discursos (científicos, políticos, administrativos y otros). Tanto su soporte tecnológico como los flujos informacionales se convertirán en las condiciones suficientes para liberarse de fronteras y legislaciones nacionales, así como de incompatibilidades tecnológicas para englobar o interconectar los distintos lugares o sitios geográficos en tiempo real. Lo que implica que el espacio y el tiempo serán objeto de compresión virtual. Otra consecuencia que esto conllevará, será la afectación de las relaciones sociales interpersonales ya que las mismas serán significativamente mediatizadas por las TICs, por ejemplo, en el caso de la educación esto es decisivo considerarlo para establecer su uso pedagógico pertinente y no contribuir a la alienación de los estudiantes en consumidores acríticos de los flujos informacionales.

La importancia con la que se impulsará y alcanzará la generalización de los flujos informacionales para la interconexión mundial, implicará que se empiece a llamar prevalecientemente a este tipo de relacionamiento social con el eufemismo ideológico neoliberal de «sociedad de la información». A partir de los años 90 se promoverán estrategias de carácter internacional para acelerar ese proceso de informacionalización global con el que se solapará la expansión capitalista neoliberal. Lo que conducirá a que se creen instancias o mediaciones transnacionales de organización y control con la finalidad de crear un «nuevo orden mundial de información y comunicación». Un nuevo régimen informacional internacional que históricamente (Mattelart, 2002), redefinirá transformadoramente la naturaleza de la información (Abril, 2005), creando un nuevo modo de información (Poster, 1987), que incidirá mediante relaciones de poder en los procesos de subjetivación de los individuos (Castells, 2010), de modo tal que propiciará configurarlos alienadamente como sujetos informacionales, individuos sujetados para pensar y actuar de acuerdo a los flujos de información que circulan fetichistamente a través de la red de Internet.

Dichas instancias serán promovidas primordialmente por los Estados Unidos (EE.UU.) y por la Unión Europea (UE), que los inscribirán en el marco de la ideología neoliberal o del pensamiento único para profundizar la internacionalización económica capitalista en su nueva fase de acumulación o etapa de expansión o nuevo modo de desarrollo según Castells (ob. cit.)), con base en la generalización de la tecnología informacional de manera destacada. En esta dirección, el discurso sobre la sociedad de la información servirá como cobertura ideológica para incitar y articular a las demás naciones en función de la promesa de lograr su desarrollo a través de la competitividad informática. Sociedad de la información que demanda en lo tecnológico, mercantil y legal, regulaciones normativas para el funcionamiento eficiente de las redes de las telecomunicaciones a nivel internacional para su gobernanza. En este sentido, el discurso de la sociedad de la información, que tiene como presupuestas a las TICs como dispositivo de transformación social, es legitimado y difundido por medio de instancias transnacionales para impulsar el «libre mercado mundial» y la «sociedad de consumo»; sin embargo, ello no ocurre sin que se generen contradicciones entre la libertad mercantil global y la necesidad de un marco regulatorio que la haga funcionar, esto es, entre sus ideas de liberalización y privatización, y la exigencia de acceso a la información que requiere la intervención del sector gubernamental para intentar favorecerla, así como entre el principio de «cooperación internacional» y las directrices institucionales internacionales que propician la desigualdad entre los intereses y las naciones involucrados.

Todas esas contradicciones tienen como base fundamental la tensión entre la naturaleza de la información como bien cultural o público que le confiere la característica de ser transferible y de libre acceso, y la información como producto o servicio mercantil, o de valor agregado privado, y que en última instancia, son manifestaciones de la contradicción entre el valor de cambio de las cosas materiales e inmateriales, en este caso, de la información, y su valor de uso o utilidad en la sociedad capitalista. Por esta razón la difusión y expansión de la sociedad de la información a través de las políticas de los organismos internacionales a cargo, estarán condicionadas por las discusiones y luchas en torno a los posicionamientos respecto al acceso versus privacidad, que envuelve los temas de servicios de información de carácter universal, libertad de expresión y propiedad intelectual entre otros que destacan.

Pese a lo paradójico de este contexto en que se desenvuelve la globalización tecnoinformacional, las políticas nacionales de los países periféricos o dependientes respecto a las orientaciones y acciones para la informacionalización de sus sociedades, pasan por aceptar y subordinarse aunque manifestando resistencias y planteando opciones alternativas al cumplimiento de las regulaciones internacionales establecidas convirtiéndose los gobiernos de esta manera, en aseguradores de la aplicación de esas regulaciones. Este acatamiento de los gobiernos nacionales se enmarca en las prioridades de la agenda internacional de los centros hegemónicos del capitalismo neoliberal de afianzar un mercado global desnacionalizado o mercado mundial en red en el que las tecnologías informacionales y sus flujos conforman la unidad funcional de una red de redes. De esta forma, se imponen políticas de información y comunicación que son expresión de una creciente, profunda y asimétrica interdependencia capitalista mundial, denominada metafóricamente globalización (Ianni, 1998), noción de significación ambigua que también solapará ideológicamente la búsqueda de la hegemonía planetaria por el capital neoliberal, al igual que la de sociedad de la información, y que desde una perspectiva histórica antidependiente e indoafrolatinoamericanista se propone que se denomine capitalismo tecnoinformacional de redes globorrecolonizadoras. Globalización que con base en su ideario o imaginario político-ideológico, responde a las concepciones neoliberales de un mercado libre de regulaciones nacionales pero subordinado a sus regulaciones internacionales protectoras de un mercado de intercambio mundial desigual, que en el terreno informacional tiene entre sus manifestaciones más cuestionables la división internacional entre productores y consumidores de información o «brecha digital».

REFERENCIAS

Ander-Egg (1998) Reflexiones en torno al proceso de Mundialización/Globalización.

Editorial Lumen-Hvmanitas, Argentina.

Castells, M. (2010) Comunicación y poder. Alianza Editorial, Madrid

Ianni, O. (1998) Teorías de la Globalización. Siglo XXI editores, México.

Mattelart, A. (2002) Historia de la sociedad de la información. Edit. Paidós, Barcelona

Poster, M. (1987) Foucault, marxismo e historia. Modo de producción versus Modo de

Información. Editorial Paidós, Buenos Aires.

Ramonet, I. (1995) «Pensamiento único y nuevos amos del mundo». En Cómo nos venden la

Moto. Editorial Icaria, Barcelona

Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a212788.html

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