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Uruguay / La Ministra de Educación Julia María Muñoz teme a la unidad del pueblo en la lucha

Uruguay/25 Junio 2016/Autor: Valeria Fariña/Fuente: Resumen latinoamericano

La entrevista concedida este 23 de Junio por la Ministra de Educación y Cultura, Julia María Muñoz, al diario “Búsqueda”, se enmarca en una política de desacreditación a los sindicatos, que sostenida desde hace ya varios años por muchos personajes gubernamentales, infunda serias consecuencias en un escenario conservador y reaccionario que en la región parece acentuarse con mayor ahínco en estos últimos tiempos.

Las declaraciones recientes se suman a muchos otros ataques que encontraron su traspié en el rechazo masivo al Decreto de Esencialidad de la Educación en el 2015, demostrando el significado y alcance que tiene la organización y movilización popular.

En la entrevista indicada la Ministra afirma que el “compromiso” es llegar al 6% del PBI para la educación en…lo que resta del período de gobierno y que aunque se esperaba más dinero, “el desafío es hacer lo mismo con lo que se tiene”. (¿?) También afirma que “en captación el número meta es que todos ingresen a la educación media” aunque “siempre pasan cosas” por lo cual esto podría no suceder; piénsese que los “alumn@s se mudan o se van del país” (!). A pesar de esto nos recuerda que “las utopías siempre hay que tenerlas”.

Entre los dichos y no dichos de Muñoz, lo cierto es que pudieran “suceder cosas” que, entre otras cosas muestren, cuán utópico es gestionar la educación mercantil con reveses sociales y políticos, preocupación que late entre gestores y tecnicistas que avisoran los límites y cotos de sus modelos.

A todos consta que para mantener el “consenso social” no basta sólo con “humanizar el capitalismo”, se requiere además contener y dividir al movimiento popular y a las diversas expresiones y corrientes que lo integran. La Ministra lo advierte, por ello despliega una retórica facilista que esquiva responsabilidades bien concretas vinculadas a la política que viene sosteniendo.

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La Ministra contragolpea ante lo se avecina: la movilización en rechazo a los recortes presupuestales, que sufrirá particularmente la educación, como ya lo anunció el gobierno para esta Rendición de Cuentas. Naturalmente los sindicatos de la enseñanza jugarán un papel importante pero no menor al que caben a los estudiantes de todos los niveles, y a los sindicatos en general. Avisada de que al pueblo no se le une, la “bárbara” -como ella misma se autoproclama- se concentra en los sindicatos de la educación remarcando que “las maestras tanto en el orden sindical como en el orden docente, son mucho más apegadas a la tarea, más vocacionales, tienen mucho más compromiso con la educación”.

Esta grosera caricatura de la labor de maestr@s y docentes, plantea una falsa oposición en un intento por alentar intereses corporativos entre los gremios, un propósito por confundir y asignar papeles distintos en la lucha que se avecina.

La entrevista desborda en apreciaciones tecnicistas que muestran no sólo cuánto se ha abandonado el debate ideológico sino también el temor por abordarlo. Las trampas retóricas envuelven y asfixian al tratamiento que realiza la Ministra sobre distintos temas, como el asunto de la violencia en los centros educativos, “síntoma de una fractura social espantosa” y una “pérdida de códigos y valores”. ¿Cuál es la fractura y a qué se debe?. De eso tampoco dice nada, silencio absoluto… pues hacerlo supondría reflexionar sobre la profundización de los valores y códigos burgueses en los marcos de una sociedad que ella venera.

Para colmo de cinismos intenta trasladar el problema moviendo el foco hacia los profesores que “no quieren” dar clases en contextos de violencia, y con una pedantería poco austera, la Ministra exige a los docentes propuestas concretas (!), pues a su parecer “faltos de madurez” sólo “protestan por todo”; quien sabe si está desinformada, si no lee las propuestas docentes o si es pura demagogia. Lo cierto, y por supuesto lo que no dice, es que hay muchas propuestas que difieren y discrepan con la política mercantil educativa que sostiene, y por ello las esconde y teme debatirlas ideológicamente.

Este tipo de abordajes políticos son el caldo del cultivo a la reacción que el cortoplacismo minimiza, porque en el fondo no sólo estamos ante la despolitización de la sociedad sino ante la desideologización de amplios sectores populares. Urge recuperar la lucha política-ideológica, y propiciar la unidad del pueblo en la movilización concreta. A no dejarse distraer.

Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=google+glass&client=ubuntu&hs=dPi&channel=fs&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiCk7es4MTNAhXFVyYKHeJLAjIQ_AUICCgB&biw=1366&bih=673#channel=fs&tbm=isch&q=La+Ministra+de+Educaci%C3%B3n+Julia+Mar%C3%ADa+Mu%C3%B1oz

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¿Cómo escapar del neoliberalismo del siglo XXI en América latina?

Alfredo Serrano Mancilla

La restricción aprieta y la salida neoliberal está a la vuelta de la esquina. Siempre te atrapa de la misma manera: te llevan hasta el borde del precipicio y, desde ahí, toca elegir el mejor salto al abismo. A medida que crece la restricción externa, más difícil es huir del laberinto neoliberal en su versión más moderna. Los tentáculos del orden hegemónico global aparecen habitualmente como “auxiliadores” para superar cualquier emergencia. Así fue en el pasado y lo es ahora. Pero, esta vez, se presenta en versión siglo XXI, aprendiendo del pasado. Ya se acabó la era de ofertar todo como un paquetazo de ajuste social. La ayuda financiera es presentada sin aparente contrapartida, sin grandes virajes. Las políticas económicas salvadoras en materia cambiaria, precios, tributarias y monetarias tampoco asoman con descaro neoliberal. Se esconden en forma de grandes acuerdos, de alianzas con amistades (peligrosas). Estamos en otro momento histórico. Todo se hace más amigable.

Esta es la primera vez que el bloque de países progresistas ha de afrontar un ciclo tan prolongado de caída de los precios de las materias primas. Economías acostumbradas a funcionar con muchas divisas han de desafiar un nuevo estado de vacas flacas. No es momento para mirar hacia atrás. Seguramente hubieron errores en el pasado; pero también se llevaron a cabo políticas económicas exitosas en redistribución de la renta, garantías de derechos sociales, crecimiento (democratizado) del consumo interno, reapropiación de sectores estratégicos, recuperación de la soberanía, mejores condiciones de inserción geoeconómica. No obstante, la clave no está ni en vanagloriarse ni autoflagelarse por el pasado. El presente es lo que manda; y el futuro es lo que espera.

En ningún manual se encuentra la receta para encarar esta emergencia económica caracterizada por un frente externo adverso. La economía mundial no presenta síntomas de recuperación: ni los precios de los commodities, ni el comercio global y, mucho menos, la economía productiva global. Países como Venezuela, Ecuador o Bolivia enfrentan una situación inédita por la combinación conjunta de múltiples retos: a) no retroceder en materia social, b) sostener un patrón de consumo superior al del siglo pasado, c) gestionar una nueva estructura de clases sociales que cambió su matriz de demandas, d) no hipotecar el futuro ni ceder en clave de soberanía. Y todo ello hay que hacerlo ganando elecciones y venciendo la actual batalla que gira en torno a las expectativas de “estar mejor”.

El neoliberalismo del siglo XXI te extiende la mano con nuevas fórmulas. El gran Tratado de Libre Comercio se sustituye por acuerdos parciales; el ALCA por los “alquitas”. Cada país firma con quien puede para ver si así logra captar más divisas. De esta manera, se atomiza la región y se desanda todo lo que se avanzó en materia de integración regional. Los Tratados Bilaterales de Inversión se camuflan en blindajes particulares por cada inversión extranjera directa. La fragmentación geográfica de la producción mundial y sus cadenas globales de valor sirven para captar el mayor porcentaje posible de ganancia generada en cualquier proceso de transformación. La nueva economía del conocimiento y sus acuerdos de propiedad intelectual construyen nuevas cadenas de dependencia entre los países centrales y la periferia. Las translatinas son actores tan trascendentes como las transnacionales. La banca privada internacional y el FMI proponen prestamos con condiciones leoninas exigiendo como garantías expropiaciones de activos públicos. No resulta sencillo escapar de esta avalancha de rebajas en época de liquidación. La tentación neoliberal retorna aprovechándose de que nunca se fue del todo procurando injertarse definitivamente ahora que las contradicciones internas-externas florecen.

Ante cierto agotamiento relativo de la inventiva creadora de los procesos progresistas en materia económica, se corre el riesgo de “dejar hacer, dejar pasar” al neoliberalismo en su versión siglo XXI. Sin embargo, la política económica heterodoxa (postkeynesianismo, neomarxismo, feminismo, institucionalismo, escuela de regulación) otorga un gran ramo de posibilidades para huir de esta salida neoliberal. Lo primero es partir de varias premisas básicas: 1) la economía como un todo (y como la suma de sus partes), 2) la economía política está más presente que nunca, 3) no hay acierto económico sin una adecuada comunicación económica, 4) la eficiencia no debe estar reñida con la justicia social, 5) la economía también produce subjetividades, 6) la sociedad con mercado (pero no de mercado) es un hecho y, como tal, hay que definir qué vaya a ser. A partir de ahí, toca edificar un nuevo metabolismo económico capaz de sostener materialmente las revoluciones sociales que se han venido aconteciendo. He aquí algunas líneas para escapar del neoliberalismo 2.0.

Por un lado, la política tributaria ha de dejar de ser mera acompañante para convertirse en una herramienta decisiva en este dilema. Es necesario utilizar este motor frente a la emergencia económica por varias razones: a) hay que avanzar en soberanía tributaria (recaudar adentro lo que se necesite adentro), b) lo tributario ha de servir como incentivo para fomentar producción nacional, frenar importaciones y penalizar lo ocioso-improductivo-especulativo. Por otro lado, el sistema bancario ha de remar en la misma dirección del modelo de desarrollo productivo. Hay que regular las carteras de créditos evitando burbujas ineficientes y especulativas; se deben poner a funcionar las reservas excedentarias a favor de la economía productiva; hay que procurar nuevos mecanismos de ahorro interno. En materia cambiaria, se deben buscar mecanismos novedosos que logren amortiguar la supremacía del dólar: timbres cambiarios que resuelvan desequilibrios comerciales, bonos ahorros cambiarios que salvaguarden de ataques a la moneda, utilización de las divisas disponibles bajo criterios multiplicativos en la economía real. En lo comercial, es momento para repensar otras modalidades de intercambio en otras divisas con los BRICS.

De nada servirían estas políticas si no vienen acompañadas de un cambio del modelo productivo, no sólo produciendo nuevos bienes finales sino también considerando la fabricación de insumos productivos, verdaderos generadores del valor agregado. En este sentido, tampoco se debe descuidar quién produce (pequeños, medianos, grandes, transnacionales) y bajo qué condiciones laborales, y especialmente bajo qué objetivos: para satisfacer la demanda interna, privada o pública, o para exportar. Es hora de una nueva planificación productiva que, además, contemple los requerimientos de la política de compras públicas. Es imprescindible sintonizar la demanda del Estado con la nueva etapa productiva.

A pesar del mandamiento neoliberal, del “no hay alternativa”, sí que se puede tomar otra ruta económica para afrontar este desafío de época. Nadie dijo que iba a ser fácil. 

Fuente del articulo: http://www.celag.org/como-escapar-del-neoliberalismo-del-siglo-xxi-en-america-latina-por-alfredo-serrano-mancilla/

Fuente de la imagen: http://i0.wp.com/www.celag.org/wp-content/uploads/2016/05/laberinto1-e1463934745658.jpg?resize=638%2C400

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¿La reforma educativa es el proceso de reforma?

Por Darío Balvidares

Las políticas educativas continúan debatiéndose en circuitos privados, que además, funcionan como convocantes a la hora de sostener la reforma.

Como ejemplo podemos ver que en los próximos días se realizará un pre-foro sobre “Liderazgo educativo para el aprendizaje de calidad”, se llevará a cabo en la sede de la Universidad Católica de Córdoba y estará organizado por la Asociación Proyecto Educar 2050 y por la Fundación Córdoba Mejora. Por supuesto que ambas organizaciones están sostenidas por grandes empresas y responden, como no puede ser de otra manera, a la lógica reformista mundial que deposita en los sistemas públicos de educación la responsabilidad por los resultados.

Ya sabemos que la universalidad del discurso de la reforma no admite voces disidentes que desenmascaren sus objetivos y cada vez más, de la mano de los funcionarios que no solo legitiman,  sino que son parte de estas fundaciones y  también de empresas que hacen negocio con el Estado, la reforma se acentúa sobre el imaginario de la burguesía.

Primero fue la transferencia de matrícula de escuelas públicas a la educación privada, conjuntamente con la trasferencia de recursos vía subsidios. Desde los medios las llamadas voces autorizadas y periodistas con poca o ninguna preparación en la materia, armaron con los datos registrados y aportados por las pruebas pisa, el universo de la “desolación” de la educación pública a la que hay que reformar para que sea de calidad.

La idea es la misma  de los ´90, de los comienzos de la llamada reforma, poner a los sistemas educativos dentro del mercado, o mejor, transformar en mercado los sistemas públicos de educación.

Podemos pensar en varias perspectivas de la reforma macroeducativa, todas ellas con un claro objetivo de máxima, el control privado de la educación, desde la generación de políticas hasta el diseño de las prácticas pedagógicas.

La macropolítica de educación (con matriz neoliberal)  decretó la obsolescencia educativa y la correspondiente crisis, la que se debe afrontar con los “esfuerzos” y “recomendaciones” de los organismos internacionales que encontraron la otra veta de dominación a través de los créditos para la reforma y de sus satélites territoriales: las organizaciones de la sociedad civil con intervención directa.

Tal vez podamos arriesgar como hipótesis que el verdadero negocio es el proceso de reforma, un proceso que nunca se acaba, casi kafkiano; en realidad el proceso de reforma es la reforma. Después de los objetivos del Milenio, aparecieron los Objetivos 2015, ahora la Agenda Post 2015, las Metas 2021; el Banco Mundial con su propia Estrategia 2020 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030

Durante el proceso, que lleva 26 años si tomamos la Cumbre de Jomtien, Tailandia, en 1990 como marca de inicio de Educación para Todos y de acuerdo con los propios reformistas la educación continúa en crisis, y el avance de la tecnología y la entelequia llamada Sociedad del Conocimiento, más las recomendaciones de inclusión no han podido contribuir al mejoramiento, entonces o la reforma va de fracaso en fracaso o es condición necesaria del discurso reformista perpetuar la crisis educativa para avanzar más sobre el control y al mismo tiempo hacer más negocios periféricos y virales con el sistema. Esa es una posibilidad, la reforma como proceso de aglutinación de poder.

Veamos, dentro de estas perspectivas, la reforma es un proceso en el que abrevan las corporaciones privadas que incluso aparecen como pilares del proceso en cuanto a que funcionan como usinas de pensamiento y “reclutamiento” a la hora de hacerse cargo de la “capacitación” de directivos y docentes bajo el lema de “formación de líderes”. Me arriesgaría a decir “formateo” de líderes para que abonen al proyecto de reforma. Y también, aportan sus cuadros docentes para la intervención en las aulas, como el caso de la ONG Enseña por Argentina.

En una perspectiva más pedagógica la “innovación” reformista pasaría por el apotegma de “aprender a aprender” que aparece en el relato de los reformadores como una verdad revelada para instalar la educación por competencias. Lo que se materializa en el vaciamiento de contenidos de los diseños curriculares para transformarlos y reducirlos a una enumeración de habilidades que los estudiantes deben adquirir.

No es más que la expresión de la pedagogía instrumental, flexible, a la que habría que oponerle: “aprender algo” es preferible, en lugar de “nada”.

De acuerdo con ese enfoque instrumental, todo conocimiento escolar también ha devenido obsoleto, por lo tanto en la lógica reformista si el conocimiento impartido en la escuela es obsoleto; entonces la escuela es obsoleta. ¡Celebración reformista!

En consecuencia la buena adquisición de “habilidades” llevaría a la “calidad” de los “resultados” y por supuesto, a la “eficacia” educativa formando personas integralmente “eficientes” para el ejercicio de la ciudadanía y el mundo del trabajo y, por supuesto, obtener mejores puntajes en las pruebas estandarizadas.

Es casi una burla a los sentidos pensar que sobre un  andamiaje de cuatro o cinco conceptos del mercadeo se haya puesto en crisis la educación pública a nivel global  para ser reemplazada por una reforma sistémica, que todo el aparato de dominación económica global haya logrado con esos mismos conceptos apoderarse de las políticas y el control de la educación. Es patético que decenas de técnicos, teóricos y pedagogos trabajen para la gran estafa del siglo XXI.

Cuando deberíamos estar pensando en una transformación educativa de carácter emancipatorio y liberador que nos permita salir de la lógica de producción de valor capitalista  hacia sociedades más igualitarias.

Cuando deberíamos pensar la educación en procesos de mayor socialización frente a la crisis del individualismo capitalista, es el capitalismo el que dice “la educación está en crisis” y la crisis de la escuela nos lleva a crisis sociales, económicas, políticas… y entonces se transfiere la responsabilidad  a la escuela y a los docentes “como figura central del sistema”… y así continúan su relato para la intervención.

Es  patético como el propio capitalismo encontró en los sistemas educativos la causa de la crisis, para justificar su asalto a los sistemas públicos.

No hay sofisma que supere tamaña falacia.

Artículo enviado por su autor a la redacción de OVE

Imagen tomada de: http://www.gaceta.udg.mx/fotos/740/740028.jpg

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El Capital y América Latina

Por: Juan J. Paz y Miño Cepeda

En 1972, la prestigiosa editorial Pasado y Presente (PyP) publicó el libro Materiales para la Historia de América Latina, una antología de textos de Karl Marx y Friedrich Engels. Eran tan solo 350 páginas y casi lo único que se podía encontrar de todo lo que los fundadores del marxismo escribieran y que se conocía hasta ese momento.

Muy poco material, si se le compara solo con el primer tomo de El Capital (1867) que consta de unas 770 páginas y los 50 tomos de las Obras completas de K. Marx y F. Engels, que “Historia y Crítica” ha difundido en pdf, a través de su portal web (https://goo.gl/DoO6eT y tambiénhttps://goo.gl/SDh83K)

A esos materiales habría que añadir otros textos de Marx no recogidos en la edición de PyP, así como los incluidos en el libro Sobre el modo de producción asiático (1969), que prologó Maurice Godelier (https://goo.gl/CYhqGL).

No hay duda que Marx dio a la humanidad, como sus mayores contribuciones intelectuales, una concepción del mundo y un análisis sobre el capitalismo. Toca a los latinoamericanos saber utilizar su teoría y método como hilo conductor para investigar la realidad específica de la región.

Marx y Engels obraron con los conocimientos de la época y a su genialidad sobre el mundo europeo unían sus limitaciones sobre otras regiones, como América Latina. El historiador marxista británico Eric Hobsbawm -quien hizo un concienzudo análisis de las fuentes utilizadas por Marx y Engels para el prólogo del libro Formaciones económicas precapitalistas(publicado por PyP en1972)- incluso demostró que los conocimientos de ambos eran “débiles” en lo relativo a la prehistoria, sociedades comunales primitivas, América precolombina.

“Virtualmente inexistentes”, asimismo, en cuanto a África; “no notable” sobre el Medio Oriente antiguo o medioeval; pero “marcadamente superior” sobre ciertas zonas del Asia, en especial la India; “pero no sobre Japón”; “bueno” en lo que se refiere a la antigüedad clásica y Edad Media europea; para su época era “sobresaliente” en lo relativo al ascenso del capitalismo.

Además, el propio Marx tuvo equivocaciones, como la biografía sobre Simón Bolívar escrita en 1858 para The New American Cyclopedia, que se basó en fuentes secundarias de oficiales enemigos de El Libertador. Marx llegó a escribir a Engels: “La fuerza creadora de mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”. Es una tergiversación basada en el desconocimiento, que hoy rechazaría cualquier bolivariano latinoamericanista.

Pero en la propia URSS todavía se utilizó como válida esa biografía, y se hizo de una manera tan dogmática que la interpretación errada de Marx se reprodujo en las primeras obras sobre la historia latinoamericana a fines de los años 30, cuando creció el interés por la región alentado por los trabajos de V. Miroshevski, pionero en el latinoamericanismo soviético. Esos estudios hoy son casi imposibles de conseguir.

También era limitante la apreciación de Marx sobre el Incario, al que supuso un modo de producción parecido al “asiático”, mientras hoy está en claro, sobre todo gracias a los trabajos sobre la economía incásica de John V. Murra (1975 y 1978), que lo que hubo fue un modo de producción “andino”, ni comunista, ni socialista, como creía Louis Baudin en su publicitado libro “El imperio socialista de los Incas” (1940), quien sustenta una idea que el peruano José Carlos Mariátegui supo rebatir muchos años antes.

En cambio, el capítulo XXIV sobre “La llamada acumulación originaria” del primer tomo de El Capitales de una lucidez inigualable, pues comprende perfectamente la relación colonial y el saqueo mercantilista sobre Latinoamérica.

Los dogmatismos de todo tipo suelen confiar en que todo lo dicho por Marx y Engels es cierto y verdadero. Pero Engels siempre aclaró “Nuestra concepción de la historia es, por sobre todo, una guía para el estudio, y no una palanca para construir a la manera de los hegelianos”. De modo que lo que hay que distinguir es la teoría y metodología de Marx con respecto a las investigaciones concretas que él mismo realizó.

En su célebre “Prólogo de la Contribución a la crítica de la Economía Política” (1859), Marx dice, muy claramente, que después de una serie de estudios llegó a un “resultado general” que en adelante le sirvió de “hilo conductor” para sus estudios, y que lo resumió allí en una serie de conceptos y tesis abstractas. Entendido así el asunto, con ese “hilo conductor”, es decir, con su teoría y su método, Marx estudió el capitalismo y como resultado de esta investigación escribió El Capital.

En su obra se propuso descubrir las “leyes” que presiden o determinan el sistema y lo hizo: el eje central del capitalismo es la ley de la plusvalía; pero además descubrió otras “leyes” (es decir otras “tendencias”, como lo aclara el mismo Marx) y ante todo aquella que sirve de base para la creación de un nuevo sistema: la socialización creciente de las fuerzas productivas frente a la privatización de las relaciones de producción.

No hay duda que Marx dio a la humanidad una concepción del mundo y un análisis sobre el capitalismo, como sus mayores contribuciones intelectuales. Toca a los latinoamericanos saber utilizar el “hilo conductor” (teoría y método) de Marx para investigar la realidad específica de la región, que no puede suplirse con simples etiquetas, conceptos y abstracciones teóricas realizadas por Marx sobre la base del capitalismo europeo.

Pero a siglo y medio de la obra cumbre de Marx, en 2013 circuló el libro (el original en francés y edición en español del 2014) con un título bastante sugestivo para el presente: El Capital en el siglo XXI, del economista Thomas Piketty, director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y profesor asociado de la Escuela de Economía de París. La obra rápidamente se convirtió en “best seller” mundial y enseguida despertó la irritación de las instituciones económicas internacionales, de una serie de economistas y de  grandes capitalistas prestos a desprestigiar los contenidos del libro de Piketty.

El Capital de Piketty ni de lejos se compara a El Capital de Marx. La obra del primero se reduce a un examen específico: la concentración de la riqueza y su distribución desde el siglo XVIII, utilizando para ello información estadística de una veintena de países. Tampoco aparece allí América Latina, aunque su autor ha aclarado que esa ausencia está motivada por la falta o dificultad para obtener estadísticas históricas como las que se halla en Europa o los Estados Unidos.

El Capital de Piketty ni de lejos se compara a El Capital de Marx. La obra del primero se reduce a un examen específico: la concentración de la riqueza y su distribución desde el siglo XVIII, utilizando información estadística de una veintena de países.

Al exitoso libro hay que unir otro que se publicó en español en 2015, titulado La crisis del capital en el siglo XXI (el original francés es de 2011), que recopila artículos escritos desde el 2004.

Piketty retoma el camino destacado por Kuznets en 1953, cuando examinó la distribución de los ingresos en los EE.UU. entre 1913-1948, pero ahora aborda el tema a largo plazo y sobre la base de considerar a los principales países del mundo.

Su obra, aunque limitada al asunto de la distribución de la riqueza, tiene el valor de examinar un impresionante material (en realidad tuvo un equipo de investigadores y colaboradores) con sentido histórico y sobre la base de fuentes primarias (declaraciones de impuestos sobre los ingresos, sucesiones patrimoniales), lo que permite entender las realidades de la economía desde una perspectiva poco o nada usual en un mundo dominado por las visiones neoliberales y cuantitativas, pues, en definitiva, combina economía e historia.

Esquemáticamente cabe señalar lo central de su argumentación: durante los “años dorados” del capitalismo, es decir, las tres décadas comprendidas entre 1950-1970, hubo crecimiento continuo y disminución de las desigualdades; pero entre 1980 y 2013, años de la “desregulación”, el crecimiento fue menor y, además, aumentaron las desigualdades, tanto en ingresos, porque un 10% de la población recibe entre 30 y 50% de los ingresos, pero sobre todo en cuanto a riqueza, es decir, en la desigualdad de patrimonios, pues apenas el 10% recibe entre 50 y 90% de la riqueza; lo cual significa que hoy los ricos son más ricos y los multimillonarios apenas representan el 1%.

Se ha retornado a una “sociedad patrimonial”, que supera el crecimiento (la tasa de retorno es mayor que la tasa de crecimiento: R>C), a pesar de que muchos de los multimillonarios no son emprendedores; y esto ha ocurrido por la desregulación financiera y estatal.

Para Piketty ello trae aparejado una serie de implicaciones políticas, porque la idea de que el Estado debe disminuir o achicar no es consistente con la evidencia empírica sino todo lo contrario: se vuelve necesario, a estas alturas del mundo, regular esa distribución/concentración negativa de la riqueza para la sociedad en su conjunto y beneficiosa para una elite económica, de manera que se requerirá apuntalar los impuestos directos y sobre todo aquellos que afectan al patrimonio, como el impuesto a las herencias. Con ello se puede lograr una redistribución de la riqueza, y mayor equidad.

Ahora bien, aunque Piketty reconoce no haber trabajado sobre América Latina, la CEPAL lo venía haciendo desde años atrás y hay varias publicaciones a las que se puede acudir: La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir. (2010); Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada del desarrollo (2012); Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible (2014); Evasión tributaria en América Latina: nuevos y antiguos desafíos en la cuantificación del fenómeno en los países de la región (febrero 2016); Tributación para un crecimiento inclusivo (marzo 2016) (www.cepal.org/es)

Al recibir al economista francés en enero de 2015, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, hizo notar la coincidencia en cuanto a las investigaciones y expresó:

“Señor Piketty, la experiencia de los modelos neoliberales aplicados en América Latina, en particular durante los años ochenta y noventa muestra que estos no solo no alcanzaron tasas de crecimiento altas y sostenidas, sino que profundizaron las desigualdades e incrementaron el deterioro en los indicadores de distribución de ingresos, además de privatizar bienes, procesos industriales y servicios de gran relevancia pública.  La concentración de la riqueza alcanzó niveles desproporcionados. De ahí la necesidad de proactivamente elaborar e implementar políticas públicas en los ámbitos fiscales, productivos y sociales”.

Y también destacó que en América Latina, en promedio, el 10% de los hogares más ricos de la región concentra 32% de los ingresos totales, mientras que, en el otro extremo, el 40% de los hogares con menores ingresos capta en promedio solo 16% del ingreso total.

En cada país latinoamericano pueden comprobarse las brechas existentes en la concentración de los ingresos y de la riqueza, que han determinado que la región sea la más inequitativa del mundo.

En Ecuador la situación es impactante, de acuerdo con la investigación “El proceso de internacionalización de los grupos económicos del Ecuador: una perspectiva histórico-económica” (2014), realizada por la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE): en 2014, los 115 grupos económicos (hoy son 125) solo representan a 3.757 personas, pero sus ingresos equivalen al 46% del PIB del país (2012) y su cumplimiento tributario por concepto del impuesto a la renta bordea el 2,1%, aunque 23 de ellos pagan menos de U$ 1,00 de impuesto a la renta por cada 100 U$ de ingresos, es decir, su carga fiscal es inferior al 1%.

Pero lo que se requiere subrayar es que la concentración de la riqueza se agudizó durante los años ochenta y noventa a consecuencia del modelo empresarial-neoliberal.

Desde 1999, cuando se inició el ciclo de gobiernos progresistas, democráticos y de nueva izquierda en América Latina, se creó el espacio que se necesitaba para imponer el Estado y los impuestos a las élites enriquecidas. Se avanzó enormemente, según lo constatan los estudios de la propia CEPAL.

Si El Capital de Piketty sirve a los latinoamericanos tanto como los estudios de la CEPAL es para reafirmar la necesidad de Estados interventores y reguladores de la economía y acabar definitivamente con la ideología que supone al mercado y a la empresa privada como dioses rectores para la vida de la sociedad.

Además, sobre la base de Piketty, y más aún de la CEPAL, ya no caben dudas sobre la necesidad de fijar fuertes impuestos a los patrimonios de las élites ricas y a las ganancias de las élites empresariales, lo cual significa mayores proporciones de impuestos directos como los de herencias, plusvalías, ganancias y rentas.

Ello tiene más implicaciones políticas porque realizar semejante tarea -para la que no están dispuestos a ceder un milímetro los poseedores y concentradores de la riqueza- requiere no sólo de una correlación de fuerzas que la respalde, sino de gobernantes que tengan igualmente el suficiente poder y decisión políticos para llevar adelante esta verdadera misión histórica.

Desde 1999, cuando se inició el ciclo de gobiernos progresistas, democráticos y de nueva izquierda en América Latina, se creó el espacio que se necesitaba para imponer el Estado y los impuestos a las élites enriquecidas. Se avanzó enormemente, según lo constatan los estudios de la propia CEPAL. Aun así, el promedio de impuestos en la región es de apenas el 20% del PIB y Ecuador está todavía por debajo de esta línea, porque llega solo al 19%. Según Piketty, no hay en la historia país alguno que pueda generar mejor riqueza con menos del 20% tributario.

Si es cierto que se ha agotado, o peor aún ha llegado a su fin el  llamado ciclo de gobiernos progresistas, el problema que enfrentará América Latina en su inmediato futuro es el de la reversión de la tendencia hacia la redistribución de la riqueza junto con la detención del Estado para imponer los intereses colectivos sobre los intereses privados movidos por el simple afán de lucro y sin responsabilidades sociales.

El retorno de las derechas económicas en nada garantiza la continuidad de las políticas sociales y mucho menos la posibilidad de políticas destinadas a gravar patrimonios, ganancias y riquezas. Y desde la perspectiva del largo plazo, el camino para que el trabajo y la sociedad se impongan sobre el capital corre el peligro de que América Latina pase a otro ciclo histórico en el que nuevamente los intereses del capital se impongan a los del trabajo y la sociedad.

Quito, mayo 31 de 2016.

*Exclusivo para Firmas Selectas de Prensa Latina

  • Articulo tomado de: http: //firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&cat=P&authorID=129&articleID=1769&SEO=paz-y-mino-cepeda-juan-jose-el-capital-y-america-latina
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Argentina: El peligro de la restauración conservadora en América Latina

Por: Juan J. Paz y Miño Cepeda

Las elecciones del 25 de octubre (2015) en Argentina, que otorgaron a Daniel Scioli el 36.86% de los votos y a Mauricio Macri un 34.33%, sólo dieron un triunfo mínimo al candidato del “Frente para la Victoria”, lo cual ha despertado la alarma en América Latina, ante la posibilidad de que en la segunda vuelta electoral (balotaje que se realizará el 22 de noviembre), Macri, candidato del derechista “Cambiemos” alcance la presidencia y con ello concluyan 12 años de “kirchnerismo”, con los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015).

Como lo han señalado diversos analistas argentinos, la candidatura de Scioli no parece que era la mejor y el propio gobierno acumuló resistencias ciudadanas, como fruto de una serie de límites políticos; pero en lo de fondo, existe un real peligro por el avance de la derecha neoliberal camuflada de modernidad y rostro conciliador, apoyada por el imperialismo.

Atilio Borón, uno de los intelectuales argentinos más prestigiosos entre la izquierda latinoamericana, ha sido muy claro en ubicar el riesgo tras el balotaje, la incapacidad por discernir entre lo que significan Scioli y Macri para el futuro de los gobiernos progresistas en América Latina, así como el juego al imperialismo que representa plantear el voto en blanco, por lo cual Borón realiza un fuerte cuestionamiento a ese sector de izquierdas que prefiere refugiarse en su supuesta radicalidad.

Argentina, entonces, se convierte en un país crucial para el futuro de la región. Y, sin duda, hasta el momento, deja en claro algunas circunstancias dignas de considerar.

A pesar de los logros sociales en la región, las elecciones en Argentina no dejan de inquietar a todos los países con gobiernos progresistas, porque las derechas neoliberales se han mostrado hábiles para esconder su pasado y aparecer con nuevo rostro.

Los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina se enfrentan a tres fuerzas poderosas: las élites empresariales dispuestas a frenar todo intento “estatista” y que buscan revivir el paraíso del mercado libre absoluto bajo hegemonía de las empresas privadas como agentes supuestamente centrales y naturales de la economía; los medios de comunicación privados más influyentes, que libran a diario una sistemática campaña ideológica y cultural para minar el respaldo ciudadano a los gobiernos progresistas; y el imperialismo, que alienta la restauración conservadora desde la perspectiva de una geoestrategia mundial destinada a impedir la continuidad de gobiernos capaces de generar una vía exitosa de cuestionamiento global al capitalismo.

Esas tres fuerzas siempre han estado presentes y su accionar se potencia en la actualidad ante los síntomas de la desaceleración  y crisis económica en América Latina, porque se vuelve fácil acusar de ella al “modelo” que siguen los gobiernos progresistas y de nueva izquierda.

Como ocurre en otros países, en Ecuador la derecha neoliberal no ha perdido un minuto para acusar a las políticas del gobierno del presidente Rafael Correa como las causantes de la desaceleración económica, que ha obligado a revisar el presupuesto estatal para el año 2016, sobre la base de recortes a la inversión pública, la acumulación de la deuda externa, un déficit fiscal de todos modos manejable y la implementación de un sistema de alianza público-privada, que procurará atraer las inversiones del sector privado a proyectos de interés estatal.

Lo que esa derecha neoliberal procura ocultar es un cúmulo de hechos históricamente muy significativos: la “crisis” económica ecuatoriana ni de lejos se parece a la que vivió el país a raíz de la crisis de la deuda externa, que arrancó en 1982. A partir de ese momento, durante cinco lustros, se construyó un modelo empresarial-neoliberal en el cual las “soluciones” a la prolongada crisis económica se sujetaron a un recetario nacido en el Fondo Monetario Internacional (FMI), que provocó el deterioro sistemático de las condiciones de vida y de trabajo de la población nacional, así como el literal colapso de los servicios públicos.

Los paquetes de medidas económicas tomadas desde los ochentas por los sucesivos gobiernos ecuatorianos, que caminaron al compás de lo que ocurría en el resto de América Latina, solo beneficiaron a las capas empresariales, los sectores adinerados y particularmente al capital financiero. Como ocurriría con el “corralito” argentino (2001), Ecuador se anticipó en marzo de 1999 (gobernaba Jamil Mahuad, 1998-2000) a decretar un feriado bancario y la congelación de depósitos, hasta llegar a la dolarización decretada en 2000, que fue la culminación del proceso de restauración del poder plutocrático y de una economía plutocrática en el país.

El desastre social, institucional y gubernamental en Ecuador (entre 1996 y 2006 hubo 7 gobiernos, 1 efímera dictadura y los únicos 3 presidentes elegidos por votación popular fueron derrocados), comparable a otros países latinoamericanos y, sin duda, con Argentina (5 gobiernos en un par de semanas a fines de 2001), da cuenta del camino que seguía la región de la mano del idilio neoliberal. En Argentina, como en Ecuador se levantaría una misma y coincidente consigna: “¡Que se vayan todos!”

Esa nefasta herencia comenzó a cambiar desde 1999, con la llegada al poder en Venezuela del presidente Hugo Chávez (1999-2013) y, después de él, con la sucesión de los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay y Uruguay.

Los gobernantes del nuevo ciclo histórico-político en la región y particularmente en Bolivia, Ecuador y Venezuela, que pasaron a la vanguardia en las nuevas orientaciones, liquidaron al neoliberalismo, reinstitucionalizaron al Estado, afirmaron los principios de la soberanía y la dignidad nacionales e impulsaron un “modelo” económico basado en el activo papel económico estatal, amplios servicios sociales (educación, salud y medicina, seguridad social, vivienda), la promoción de los derechos laborales y colectivos, y la redistribución de la riqueza.

De esa manera, la “crisis” económica latinoamericana de la actualidad en los países con gobiernos progresistas y de nueva izquierda no tiene ningún parecido al pasado reciente, aunque las derechas neoliberales se esfuercen por hacerla aparecer como un desastre del cual ellas toman distancia. Porque incluso bajo las condiciones críticas, la sociedad goza de servicios públicos e inversiones estatales que garantizan la atención y el cubrimiento de necesidades básicas. En Ecuador, los recortes presupuestarios y el reenfoque público-privado no ha afectado a las políticas sociales ni a las inversiones en estos sectores, además de que están en marcha proyectos de ley que incrementarán los impuestos a las herencias y plusvalías a las capas adineradas.

A pesar de los logros sociales en la región, las elecciones en Argentina no dejan de inquietar a todos los países con gobiernos progresistas, porque las derechas neoliberales se han mostrado hábiles para esconder su pasado y aparecer con nuevo rostro. En la campaña argentina el maquillaje ha hecho uso de la conciliación, el discurso de la armonía social, la frescura de los ideales y el revestimiento de las palabras sobre el enfoque económico.

Hoy, la restauración conservadora tiene razones para obrar con mayor violencia y hasta venganza, porque las derechas neoliberales no perdonarán un solo milímetro de lo hecho por los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina.

Pero tanto en Argentina como en Ecuador, las propuestas de la derecha neoliberal en materia económico apuntan a lo mismo: el viejo esquema del mercado libre y la empresa privada absoluta. Por el momento bien podrían mantenerse los logros sociales; pero precisamente son éstos los que carecen de garantía en el mediano o en el largo plazo, si es que realmente triunfa la restauración conservadora.

Pero tampoco cabe dejar a un lado las responsabilidades históricas que tienen las izquierdas opositoras, que se asumen como verdaderas y hasta “marxistas”. En Ecuador, en las elecciones nacionales de 2013 (hasta hoy el referente más inmediato, porque las de 2014 fueron seccionales), todas ellas, unidas a ciertos movimientos sociales en la “Unidad Plurinacional de las Izquierdas”, obtuvieron solo el 3% de votos, algo igual a lo que ha ocurrido con el “Frente de Izquierda y de los Trabajadores” (FIT) que en las recientes elecciones de Argentina obtuvo el 3.23%.

Cabe preguntarse si es un sector históricamente útil e importante para la conducción de las transformaciones que anhelan los pueblos.

Suficientes experiencias históricas tiene América Latina con respecto a las restauraciones conservadoras en el pasado. Argentina lo vivió en otros momentos, como ocurrió con el propio peronismo, cuando fue perseguido y hasta proscrito. Hoy, la restauración conservadora tiene razones para obrar con mayor violencia y hasta venganza, porque las derechas neoliberales no perdonarán un solo milímetro de lo hecho por los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina.

(Exclusivo para Firmas Selectas/Prensa Latina)

*tomado de: http://firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&authorID=129&articleID=681&SEO=paz-y-mino-cepeda-juan-jose-argentina-el-peligro-de-la-restauracion-conservadora-en-america-latina

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Una pesadilla que no termina

Por Celia Rosado Romero

Jun 8, 2016 / 12:28
Entre los temas que inundan los medios de comunicación y las redes sociales, se enfatizan los actos del magisterio y las pasadas elecciones a definirse este miércoles, ya el ciudadano común no sabe a cuál prestarle mayor atención. Ambos casos tiene como eje las manifestaciones y los dimes y diretes señalándose de tener la razón de sus acciones, configurándose un hartazgo discursivo.

Por lo pronto hoy ya saldremos de uno de ellos al conocerse oficialmente quienes serán los próximos a gobernarnos, si es que no sigue el show con algunos inconformes que pretendan retar la voz de la ciudadanía. Sin embargo persiste algo en el tintero, el problema magisterial.

Reflexionemos sobre la llevada y traída Reforma Educativa propuesta por el actual periodo presidencial de Peña Nieto. Envuelta en toma y quema de palacios municipales, secuestros de funcionarios, una ira incontrolable y preocupante para la sociedad de varios estados del país.

Al extremo de cometer atropellos en nombre de la lucha por grupos anexados por su misma condición de inconformidad por la situación socioeconómica imperante en todo el territorio mexicano. La muestra fue la actitud asumida de vejación para maestros, declarando ser parte del sindicato, sumidos en el miedo ante la horda que los rapo y amenazo de muerte.

En tanto, los docentes tienen como argumento a la Reforma Educativa, en su inconformidad. Si prestamos atención el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, sólo se refiere a evaluación de docentes, cambios de horarios, restricciones salariales, nunca de mejoramiento en los planes de estudios, enriquecimiento de conocimientos, estrategias didácticas, áreas en las que se funda la educación, podría decirse que hay un juicio de raciocinio pobre ante el problema.

¿Dónde quedaron las políticas educativas? Para saber dónde estamos y para dónde vamos. La educación debe dejar fuera los vaivenes políticos. ¿Cuál modelo educativo queremos para este Siglo?

Esgrimir el garrote y la amenaza por el dialoga con los docentes en relación a la enseñanza que hasta ahora se ha impartido, donde los creadores de ella son los encargados de la Secretaría que Nuño, no ha dado frutos.

Se sabe que las reformas las imponen las autoridades educativas inmersas en la burocracia de las oficinas de su ministerio.

El núcleo del problema magisterial que se ha desbordado en actos vandálicos provocando el descontento de la sociedad, requiere de personajes con el sentido autocrítico para sentarse a dialogar, reconocer errores y aciertos de ambas partes.

El actual sexenio, va por el segundo Secretario de Educación. El primero Emilio Chuayffet Chemor, impulsor de la Reforma Educativa, por órdenes del Presidente de la República, con el objetivo de elevar la calidad educativa en el país a través de la modificación del artículo 3ero y 73 de la Constitución, no llevo a ningún lado, sólo removió la ira contenida por años, de la comunidad magisterial.

Hoy lo constatamos con su remoción, teniendo Aurelio Nuño enfrentar el rechazo de los maestros.

Nuño culpa a los profesores del fracaso educativo, olvidando que soy ellos los que enfrentan a diario las carencias en materiales didácticos, padeciendo de calor o frío a consecuencia de infraestructura del siglo pasado en sus espacios laborales. Su población escolar son infantes de las zonas serranas sin haber probado bocado o haber recorrido kilómetros para llegar. Estudiantes de zonas urbanas y suburbanas que día con día, los padres de familia se queja de irregularidades en sus plantes.

Es de reflexionar la necesidad de ver todo el bosque y no sólo el árbol de todo el panorama que abarca la problemática educativa en el país. Se pretende darles a los alumnos una proyección internacional utilizando el ciberespacio.

Primero, para ello, se requiere que todas las escuelas de zonas urbanas, suburbanas y rurales, cuenten con internet, es más necesitan tener energía eléctrica para acceso a las redes.

Fue lastimoso lo acontecido durante el periodo de Vicente Fox. Una anécdota difícil de olvidar.

En su muy personal óptica de ignorancia envió equipos a infinidad de planteles educativos, pero, la sorpresa fue que algunos no sólo no tenían acceso a Internet, sino que ni siquiera instalación eléctrica para conectar los equipos.

No es rara la inconformidad, no sólo de los maestros, sino de los padres de familia que se lanzan a las calles, interrumpiendo el tráfico, pidiendo ventiladores, arreglo a sus aulas, bardas que contenga a los ladrones que vacían sus salones, limpieza de sus campos, etc.etc una serie de molestias que día a día padecen sus hijos.

La interrogantes es ¿también son culpables del fracaso educativo?

La demanda de las autoridades es: por qué la sociedad de padres de familia, no resuelven las carencias que se tienen. Por qué no hacer eco a la Reforma Educativa que dice dar cuota en las escuelas para el mantenimiento de limpieza. Pagar luz y agua que consumen. Cooperar para el arreglo de los laboratorios, mobiliario, baños, compra de pizarrones, etc.etc.

Para la Reforma Educativa, tanto padres de familia como maestros, no responden a las necesidades que se plantean a diario, no son solidarios con los funcionarios. De ahí que se hable de política participativa, olvidando la condición socioeconómica que se vive, con un salario que no alcanza para la canasta básica, una cruda realidad que no alcanza a los vividores del presupuesto.

A las autoridades, el que un maestro apruebe la evaluación es la respuesta a las demandas de los progenitores, así como al mejoramiento de la calidad educativa.

Lo demás no cuenta.

¿Esto es, el paradigma educativo?

¿Dónde queda el compromiso del aparato burocrático atrás de todas las demandas?

Creen que cada quién debe asumir sus responsabilidades. Habrá de escuchar a Fernando Savater “la educación no es un gasto, es una inversión, la inversión que permite regenerar la sociedad”

Cuidado con la sublevación de profesores, padres, como la sociedad en general. Ya el 5 de junio dio una muestra de lo que la sociedad piensa.

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El FMI admite que el neoliberalismo es un fracaso

Después de haber dado poder al 1 por ciento y empobrecido a millones…

Por Benjamin Dangl

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La semana pasada un departamento de investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo público un informe en el que admite que el neoliberalismo ha sido un fracaso. El informe, titulado Neoliberalism: Oversold? (¿se han exagerado los meritos del neoliberalismo?), es una esperanzadora señal de la muerte de esa ideología. El FMI está atrasado solo unos 40 años. En relación con el informe, Naomi Klein tuiteó: “Entonces, los multimillonarios creados [por la ideología] devolverán el dinero, ¿no es así?”. Muchos de los hallazgos del informe que sacude el centro mismo de la ideología neoliberal se hacen eco en lo que sus críticos y víctimas vienen diciendo desde hace varias décadas.

“En lugar de promover el crecimiento”, dice el informe, las políticas de austeridad propiciadas por el neoliberalismo han hecho que se reduzcan las regulaciones para limitar el movimiento de capitales y que, de hecho, “aumente la desigualdad”. Esta desigualdad “podría por sí misma debilitar el crecimiento…”. Por lo tanto, señala el informe, “los responsables políticos deberían estar mucho más abiertos a la redistribución [de la riqueza] de lo que lo están”.

Sin embargo, el informe omite mencionar algunos aspectos notables de la historia y el impacto del neoliberalismo.

El FMI sugiere que el neoliberalismo ha sido un fracaso, pero ha funcionado muy bien para el 1 por ciento de la población mundial, algo que ha sido siempre el propósito del FMI y el Banco Mundial. Tal como informó Oxfam a principios de este año, el 1 por ciento más rico del mundo posee tanta riqueza como el resto de la población del planeta (del mismo modo, la periodista de investigación Dawn Paley ha comprobado en su libro Drug War Capitalism (la guerra capitalista contra la droga) que la guerra contra la droga, lejos de ser un fracaso, ha sido un éxito enorme para Washington y las corporaciones multinacionales).

El informe del FMI ha elegido a Chile como caso de estudio del neoliberalismo, pero no menciona ni una sola vez que allí se aplicaron sus puntos de vista económicos durante la dictadura de Pinochet –respaldada por Estados Unidos–, una omisión muy importante de los investigadores, que no ha sido casual. Es un conocido tópico que en toda América latina, el neoliberalismo y el terrorismo de Estado han ido siempre de la mano.

En 1977, en su Carta abierta a la Junta Militar Argentina, el valiente periodista argentino Rodolfo Walsh denunció la represión de ese régimen, una dictadura que organizó el asesinato y la desaparición de más de 30.000 personas.

“No obstante, estos acontecimientos, que conmueven la conciencia del mundo civilizado, no constituyen el mayor sufrimiento infligido al pueblo argentino, tampoco la peor violación de los derechos humanos que ustedes han cometido”, escribió Walsh respecto de la tortura y los asesinatos. “Es en la política económica de este gobierno donde uno advierte no solo la explicación de los crímenes, sino una gigantesca atrocidad que castiga a millones de seres humanos: la miseria planificada… No tienen más que darse una vuelta de unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que esa política ha convertido la ciudad en una ‘Villa Miseria’ de 10 millones de personas.”

Tal como lo demuestra vividamente Noami Klein en su Shock Doctrine, esta “miseria planificada”, formaba parte de la agenda que el Fondo Monetario Internacional ha impulsado durante décadas.

Un día después de que Walsh enviara por correo la carta a la Junta, fue capturado por el régimen, asesinado, quemado y su cadáver arrojado a un río, es decir, una víctima más de los millones de ellas que el neoliberalismo se llevó por delante.

Benjamin Dangl ha trabajado como periodista en América latina, ocupándose durante más de una década de los movimientos sociales y la política en el continente. Es autor de Dancing with Dynamite: Social Movements and States in Latin America y de The Price of Fire: Resource Wars and Social Movements in Bolivia. Hoy día, Dangl está cursando un doctorado en Historia de América latina en la McGill University; es editor de UpsideDownWorld.org, un sitio web sobre activismo y política en América latina, y hace el mismo trabajo en TowardFreedom.com, una mirada progresista de los acontecimientos mundiales.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2016/06/01/after-empowering-the-1-and-impoverishing-millions-imf-admits-neoliberalism-a-failure/

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213052

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