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Neuroeducación y la enseñanza primaria

Por: Carlisle González Tapia

La Neuroeducación como nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje atraviesa todos los niveles de la educación. Su rendimiento académico es incuestionable porque su base científica ha sido establecida sobre el cerebro, órgano natural del aprendizaje, en cuyo estudio se ha desplegado todo el poder de descubrimiento y análisis de todas las Neurociencias. Es decir, aquí no puede haber improvisación por cuanto los datos que proceden de descubrimientos experimentados están ahí y los datos son tozudos.

La alfabetización y la enseñanza primaria constituyen la base de toda la educación académica que se recibirá a lo largo de la vida del ser humano. Y en esta etapa, la del aprendizaje infantil, es donde la exigencia del conocimiento de qué es, cómo funciona y cómo aprende el cerebro, se hace mayormente crítica. Es donde se demanda de maestras y maestros, mayor comprensión de la conducta que dimana de estos cerebros conjugados con el medio o ambiente en que se están desarrollando y están adquiriendo conocimientos. La niñez es el período de la formación biointelectual en el cual se están formando y están fijando patrones de conducta, muchos de los cuales se extenderán por toda la vida. De ahí la importancia de proporcionarle las informaciones más precisas para su nivel de desarrollo y los criterios más definidos para consolidar la evolución de su desarrollo emocional, lúdico y cultural.

La crisis mundial de la educación no es un problema simple, por contra, sabemos que es un problema sumamente complejo. Y uno de sus componentes esenciales ha sido el descuido enfermizo, sistemático, tradicional y generalizado de la educación primaria.

Los gobiernos de todas partes, históricamente, han descuidado la educación primaria, no tanto en su cantidad o cobertura como en su calidad. Sabemos que por lo menos en Latinoamérica los profesores que cubren la educación primaria son los que tienen formación académica y cultural más baja y deficiente y constituye, todavía hoy, una vergüenza ser maestra o maestro de primaria. Tanto es así que la maestra de primaria siempre ha querido “ascender” a maestra de secundaria y la de secundaria desea fervientemente “ascender” a la terciaria o universitaria, porque implica devengar un sueldo más elevado y, además, se tiene la idea de que también eleva su “categoría” socio-educativa.

Sin embargo, para garantizar el desarrollo sólido e integral de la persona, de la niña y del niño, la educación primaria es el fundamento, es la base (y de ahí se deriva <educación básica>), de los demás estadios educativos.

La conocida Declaración de Albacete (2007) con relación a la atención educativa de la niñez, refuerza lo dicho:

“La clave de la transformación integral de un país está no tanto en los posgrados universitarios (muy necesarios, por cierto), como en la educación temprana, en el grado de capacitación de sus maestros, en la importancia que un país le dé a la escuela inicial. Se dice acertadamente que si se quiere saber cómo será un país en el futuro, basta con ver cómo son hoy sus escuelas infantiles y, convencidos de ello, ya en algunos de los países del llamado Primer Mundo, los gobiernos invierten porcentualmente más recursos para la educación infantil que para el resto de tramos del sistema educativo”.

Si se quiere que los adultos de las próximas generaciones tengan buena ortografía, riqueza en las expresiones, juicio crítico, un nivel cultural acorde con las exigencias de hoy, todo eso debe enseñarse y enseñarse bien, por docentes bien preparados en estos órdenes, de modo que se aproveche el potencial de asimilación y de variación conductual que todavía en la niñez se conserva. Pero en todo esto, el problema mayor lo constituyen los maestros y las maestras, porque sucede que para enseñar en primaria, la mejor época para el aprendizaje escolar, los sistemas educativos tradicionales no requieren mayores aptitudes que saber “leer” y “escribir”. Hasta que se rompa ese círculo vicioso, no habrá mejoría en la calidad de la educación.

Los modelos educativos de Finlandia, Singapur, Shanghai, Corea, donde se ha aplicado el Programa PISA y han ocupado los primeros puestos, también ocurre que han colocado sus mejores maestros en la educación primaria. Mutatis mutandi estos modelos deben ser observados.

Fuente: http://hoy.com.do/neuroeducacion-y-la-ensenanza-primaria/autor/hoy/

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El cerebro como órgano plástico

Por Maribi Pereira

Hace unos años se creía que nuestro cerebro era estático e inalterable, que nacíamos con un número determinado de neuronas que iban perdiéndose con el paso del tiempo y que nuestros genes heredados condicionaban nuestra inteligencia. Hoy en día, y gracias a los avances de la neurociencia, sabemos que existe la neuroplasticidad, una propiedad del sistema nervioso que le permite adaptarse continuamente a las experiencias vitales. Nuestro cerebro es excepcionalmente plástico, pudiéndose adaptar su actividad y cambiar su estructura de forma significativa a lo largo de la vida.

La experiencia modifica nuestro cerebro continuamente, fortaleciendo o debilitando las sinapsis que conectan las neuronas, por lo que estamos en continuo aprendizaje. Este hecho permite que independientemente del declive natural que conlleva la vejez, el aprendizaje se puede producir a cualquier edad, generando nuevas neuronas, razón por la cual nuestra inteligencia no es fija ni inmutable (Guillén, 2012).

Desde la perspectiva educativa, el concepto de plasticidad cerebral constituye una puerta abierta a la esperanza porque implica que todos los alumnos pueden mejorar. Aunque existan condicionamientos genéticos, sabemos que el talento se construye con esfuerzo y una práctica continua. Y nuestra responsabilidad como docentes radica en guiar y acompañar a los alumnos en este proceso de aprendizaje y crecimiento continuo, no solo para la escuela sino también y, sobre todo, para la vida (Guillén, 2012). Bajo esta premisa se ha diseñado el Máster en Neuroeduacación de ISEP.

Hay estudios emblemáticos en este campo. Uno de ellos es el de Eleanor Maguire con los taxistas de Londres, donde comprobó que estos aumentaban su hipocampo al tener que memorizar un complejo callejero (Maguire, E. A. et al., 2000); o el de Thomas Elbert con los violinistas, donde encontró que los sujetos incrementaban la región de la corteza cerebral que controla los dedos de la mano izquierda (Elbert, T. et al., 1995).

Recientemente, los estudios del español Álvaro Pascual-Leone han sido considerados originales y significativos. En el primero se enseñó a la mitad de un grupo de voluntarios a tocar una pieza de piano con cinco dedos. Se observó que el entrenamiento continuo conllevó un aumento en la región correspondiente a la corteza motora que era responsable de mover esos dedos. Aunque ese resultado constituía una muestra clara de neuroplasticidad, no era novedoso porque otros experimentos habían llegado a conclusiones similares. Lo realmente interesante resultó al analizar las imágenes cerebrales de la otra mitad de voluntarios a los que se puso a imaginar que tocaban la pieza. Se observó que la simulación mental de los movimientos activaba las regiones de la corteza motora que se requerían para la ejecución de los movimientos reales. Curiosamente, la práctica mental era suficiente para promover la neuroplasticidad (Pascual-Leone, A.; Amedi, A.; Fregni, F.; Merabet, M.L., 2005).

El segundo estudio de Pascual-Leone es el llamado “experimento de la venda”. Durante cinco días, a un grupo de voluntarios sanos se les vendó los ojos. Durante ese período de tiempo se les mantuvo ocupados leyendo Braille (el sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas ciegas en el que hay que desplazar los dedos sobre puntos impresos) y realizando tareas auditivas que consistían en diferenciar pares de tonos que escuchaban con unos auriculares. El análisis de los escáneres cerebrales mediante resonancia magnética funcional reveló que la corteza visual de los participantes, tras cinco días, modificó su función y pasó a procesar las señales auditivas y táctiles aumentando así su actividad. Después de retirar las vendas de los ojos, solo debían transcurrir unas horas para que la actividad se redujera (Pascual-Leone, A.; Amedi, A.; Fregni, F.; Merabet, M.L., 2005). Desde el punto de vista educativo, resulta valiosa la demostración de que el mero pensamiento provoca la neuroplasticidad.

En cuanto a procesos de aprendizaje, la atención constituye uno de los factores críticos. Resulta un mecanismo imprescindible porque la capacidad de nuestro cerebro para procesar la información sensorial entrante es limitada. La atención sobre lo que se debe aprender requiere esfuerzo continuo, motivación para ser receptivo y contar con las emociones adecuadas (Davidson, Richard, Begley, Sharon, 2012). En ese orden, la dedicación constante requiere autocontrol, lo novedoso y lo relevante facilita nuestra motivación y en un estado relajado nuestra atención (también la memoria) se encuentra en una situación más beneficiosa para facilitar el aprendizaje. Por tanto, la plasticidad cerebral permite, a través de un entrenamiento mental adecuado, que nuestro perfil emocional pueda cambiar y afectar de forma positiva a nuestra vida (Spitzer, 2005).

La dopamina es un neurotransmisor con importantes implicaciones educativas porque interviene en procesos de gratificación y motivación que son fundamentales en el aprendizaje. Se ha demostrado que el pensamiento positivo está asociado al córtex prefrontal del hemisferio izquierdo y que, en esta situación, se libera dopamina que activa los circuitos de recompensa. En un estudio realizado con ratas, se demostró que la estimulación directa del área tegmental ventral, constituida por vías de dopamina, cambió las representaciones corticales de los sonidos escuchados. Si las ratas solo escuchaban los sonidos sin ninguna estimulación eléctrica no se producía ninguna variación. La importancia de este experimento radica en el hecho de que la neuroplasticidad se daba en el córtex auditivo al estimular el circuito de gratificación de la dopamina, es decir, el aprendizaje de la tarea sonora estaba ligado a la activación de un circuito en el que interviene un neurotransmisor que sabemos cómo afecta al aprendizaje (Bao, S.; Chan, V.T.; Merzenich M.M., 2001)

En la práctica educativa, hay que saber estimular esa gratificación de la dopamina con gestos, miradas o conductas agradables. Nuestro lenguaje no verbal desempeña un papel importante en la transmisión de componentes emocionales.

Finalmente, somos la única especie que utiliza la plasticidad para perfeccionar y evolucionar el cerebro, lo que nos hace diferentes y singulares. Pero, además, cada individuo de nuestra especie es único e imprevisible y participa de su propia evolución debido a la influencia de las experiencias vividas.

La investigación en neurociencias nos hace conocer mejor nuestro cerebro y esto nos ayuda a optimizar nuestras capacidades. La formación en neuroeducación ayuda a los profesionales de la psicología y la educación a entender los distintos mapas neurocognitivos presentes en la actualidad en las aulas de nuestro país y mejorar los procesos de aprendizaje.

Fuente: http://www.isep.es/actualidad-neurociencias/el-cerebro-como-organo-plastico/

Imagen: www.isep.es/wp-content/uploads/2016/10/master-neuroeducacion-cerebro.png

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Neuroeducación: ejercicio físico para mejorar la memoria

Por Maribí Pereira

Debido al bombeo de la sangre se suministra más oxígeno al cerebro, por lo que el ejercicio despeja la mente. Sin embargo, recientes estudios han demostrado que los efectos del ejercicio son diferentes en la memoria. Mientras antes comience uno a ejercitarse, los resultados serán mejores. Conocer el cerebro ayuda a los profesionales de la educación a mejorar las herramientas de aprendizaje y cada día aparecen nuevos programas formativos como el Máster en Neuroeducación de ISEP que son la base de la revolución del sistema educativo.

Un estudio llevado a cabo por Van Dongen, Kersten, Wagner, Morris y Fernández (2016) evaluó los efectos de una sola sesión de ejercicio físico en la consolidación de la memoria y la memoria a largo plazo luego de haber estudiado.

En la investigación participaron 72 sujetos que aprendieron 90 asociaciones entre imágenes y localizaciones durante 40 minutos antes de ser asignados aleatoriamente a uno de tres grupos: uno hizo ejercicio de inmediato; el segundo, cuatro horas más tarde, y el tercero no realizó deporte alguno (Revista de Neurología, 2016).

El ejercicio físico consistió en 35 minutos de entrenamiento a intervalos en bicicleta a una intensidad de hasta el 80% de la frecuencia cardíaca máxima. Luego de 48 horas, los participantes del estudio regresaron para demostrar lo que recordaban mientras se sometían a una resonancia magnética cerebral (Revista de Neurología, 2016).

Los investigadores encontraron que quienes hacían ejercicio cuatro horas después de su sesión de aprendizaje conservaban mejor la información dos días más tarde que aquellos que hacían ejercicio inmediatamente o que aquellos que permanecían sedentarios. Además, las imágenes cerebrales mostraron que el ejercicio después de un período de tiempo se asociaba con representaciones más precisas en el hipocampo, un área relevante para el aprendizaje y la memoria (Revista de Neurología, 2016).

A partir de estos resultados, los investigadores concluyeron que el ejercicio físico optimiza la capacidad de memoria, sobre todo si esta actividad se realiza en un intervalo de tiempo específico y no inmediatamente después del aprendizaje (Revista de Neurología, 2016). Estas investigaciones son la base de los nuevos programas de neuroeducación para docentes.

En otra investigación publicada en el Proceedings of the National Academy of Sciences (2012) se comprobó que el ejercicio físico aeróbico practicado de forma regular aumenta la memoria y la capacidad de aprendizaje debido a que permite la liberación de hormonas que mejoran la memoria.

Las hormonas llamadas “factores de crecimiento” son liberadas al realizar ejercicio y se han vinculado directamente a la salud cerebral. El hipocampo, una región del cerebro crucial para el aprendizaje y la memoria, se cree que se beneficia directamente de este tipo de hormonas.

Por su parte, el Dr. Bruce Spiegelman de la Escuela de Medicina de Harvard (2013) informó que una molécula y su subproducto, aumentaba sus niveles en el cerebro a través del ejercicio de resistencia. Spiegelman y su equipo encontraron que al elevar los niveles del subproducto en la circulación activaba los genes implicados en la cognición.

Partiendo de estas y otras investigaciones, se ha concluido que el ejercicio mejora el aprendizaje en tres niveles:

1. Optimiza nuestra forma de pensar, al mejorar el estado de alerta, la atención y la motivación.

2. El aprendizaje prepara y estimula las células nerviosas para que se unan la una a la otra, que es la base celular para el aprendizaje de la nueva información.

3. Por último, el ejercicio alienta el desarrollo de nuevas células nerviosas a partir de células madre en el hipocampo, un área del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje.

Por esta razón, es muy recomendable que el ejercicio físico forme parte del sistema educativo actual. Gracias a la investigación y la formación de docentes en neuroeducación, la forma de enseñar y de aprender está en pleno cambio, ofreciendo nuevas herramientas de optimización de las capacidades individuales de cada niño y mejorando el sistema de aprendizaje.

Fuente: https://www.isep.es/actualidad-neurociencias/neuroeducacion-ejercicio-para-mejorar-la-memoria/

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Neuroeducación,nuevas metodologías y motivación del alumno en el aula inclusiva.

Europa/España/Fuente:http://www.viu.es/

Por: Paula Sanjuan García

Vivimos en una época de grandes avances, en la que los cambios tecnológicos existentes, y en referencia a las tecnologías de visualización cerebral, tenemos la posibilidad de obtener un mayor conocimiento sobre cómo aprende nuestro cerebro.

Según Salas (2003), la Neurociencia hace referencia a un “conjunto de ciencias cuyo sujeto de investigación es el sistema nervioso, con particular interés en cómo la actividad del cerebro se relaciona con la conducta y el aprendizaje” (p. 156). Entendemos que el estudio del cerebro humano es un proceso realmente complejo, pero nos encontramos en un momento de crecimiento en el que gracias a los nuevos conocimientos aportados por la Neurociencia, disponemos de suficiente información empírica, que nos permite abarcar y poner en práctica distintos programas y metodologías educativas innovadoras y afines, a las competencias y necesidades personales y de aprendizaje que presentan nuestros alumnos.

Tal y como indica Lacoboni (2009) “Estamos en un punto en el que los resultados de la neurociencia pueden ejercer una influencia significativa en la sociedad y en la comprensión de nosotros mismos y cambiarlas” (Lacoboni, 2009,p. 260). El término Neurociencia también es definido por el doctor en Medicina y Neurociencia, catedrático de Fisiología Humana, Francisco Mora Teruel, siguiendo las ideas y planteamientos de Eric Kandel, premio Nobel de Neurociencia en el año 2000. Mora define la Neurociencia como un “conjunto de conocimientos sobre cómo funciona el cerebro y el producto de ese funcionamiento, que es el pensamiento, los sentimientos y la conducta humana”. (Mora, 2009, p.5).

En la actualidad, gran cantidad de especialistas de distintas disciplinas, (Jessell, Kandel &  Schwartz, 1997; Beiras, 1998; Geake, 2002; Sierra & Sierra 2000); resaltan la necesidad de cambiar la forma de enseñar y de aprender en colegios y universidades. Destacan la importancia de generar y aplicar metodologías basadas en la información que podemos obtener sobre el funcionamiento del cerebro, incidiendo en cómo estas modificaciones en las sesiones, pueden mejorar el proceso educativo y de desarrollo de nuestros alumnos.

Autores como (Robinson, 2009; Mora, 2016 y Sáez, 2014); se incluyen en este grupo de profesionales, los cuales apuestan por una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro, la Neuroeducación. La Neuroeducación nace de los grandes avances descubiertos en los últimos 25 años en el estudio del funcionamiento del cerebro (Neurociencia), y esta demostrando la inefectividad de los modelos educativos tradicionales que imperan en las aulas.

La Neuroeducación, se ha desarrollado a través de la propia comunidad de maestros, al intentar hallar nuevos métodos educativos, basados en datos empíricos. De este modo observamos como la confluencia entre la educación y la Neurociencia, ofrece la posibilidad “de encontrar vías a través de las cuales poder aplicar en el aula los conocimientos que ya poseen sobre los procesos cerebrales de la emoción, la curiosidad y la atención, y cómo estos procesos se encienden y con ellos se abren puertas al conocimiento a través de los mecanismos de aprendizaje y memoria” (Mora, 2016, p.27)

De acuerdo con la Neuroeducación, la enseñanza debe potenciar y perfeccionar las habilidades propias y biológicas de cada sujeto, “porque cada cerebro es único y singular, y tiene un ritmo de maduración concreto, (…) cuando se utilizan estrategias en consonancia con la forma natural de aprendizaje de nuestro cerebro, el proceso se facilita” (Guillen, 2015). (Bueno 2015; Howard-Jones, 2011 y Sáez, 2014); añaden que la misión de la Neuroeducación es la de ayudar, ampliar y facilitar el aprendizaje, tanto para aprender como para enseñar, a partir de los descubrimientos obtenidos sobre el cerebro.

Es necesario resaltar, que en el ámbito de la Atención a la Diversidad, y en especial, en alumnos con dificultades de aprendizaje, la Neuroeducación puede influir de forma significativa en el proceso de detección e intervención de déficits en el aula; que puedan obstaculizar o disminuir distintas habilidades como la lectura, la escritura, el cálculo o aprendizaje, de manera temprana. Además de ayudar a “prevenir, reducir o mitigar todas aquellas consecuencias de vivir en ambientes estresantes y negativos o de constante amenaza, con lo que adquieren hábitos que influyen también de manera negativa en el desarrollo normal de sus cerebros” (Mora, 2016, p. 29).

Tenemos que tomar conciencia de que este nuevo planteamiento resalta la necesidad de trasformar la manera de educar y de trasferir el conocimiento, de “enterrar” y dejar de lado, los antiguos enfoques metodológicos tradicionales y diseños curriculares que imperan aún en la actualidad, y en la gran mayoría de aulas. Aunque no debemos de olvidar que estos cambios, para ser efectivos deben de ir acompañados de la formación adecuada a cada caso, con la perspectiva de que los docentes se aprovechen de estos nuevos conocimientos sobre el  funcionamiento del cerebro humano y como aplicarlos en el aula.

Es importante mencionar que estas metodologías  insisten en la importancia de entender al alumno como un ser global, y cómo su formación en conceptos puramente académicos deben ir ligados a la comprensión del funcionamiento de su entorno cotidiano, tanto nivel conceptual como instrumental. ¨Muchas veces formamos a las personas para que sean grandes profesionales, pero nos olvidamos de que antes tienen que ser personas” (Sáez, 2014, p.79). De manera transversal y como señala Jesús C. Guillem, autor de diversos artículos pertenecientes a la Neuroeducación, y colaborador de Master Class realizada en la Universidad Internacional de Valencia (VIU), insiste en que los docentes han de ser capaces de fomentar aptitudes y valores correspondientes a la Inteligencia emocional, crear climas positivos de aprendizaje en los que los alumnos se sientan valorados, escuchados y respetados, fomentar la empatía y las habilidades emocionales que les permitan entenderse, valorarse y seguir motivados cuando algo no les sale como esperaban.

En el Máster Universitario de Necesidades Educativas Especiales y Atención Temprana de la VIU parte de la Neuroeducación, siendo aplicada a los alumnos con Necesidades Educativas Especiales, favoreciendo así su inclusión en el sistema educativo, teniendo a su disposición metodologías basadas en la Neurociencia.

Fuente: http://www.viu.es/neuroeducacion-nuevas-metodologias-motivacion-del-alumno-aula-inclusiva/

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Florencia Salvarezza: «Las neurociencias están de moda, es hermoso que sea así»

07 Agosto 2016/Fuente:lacapital /Autor: Marcela Isaías

La directora del INE, Florencia Salvarezza, aseguró que este año «explotó» la demanda por este conocimiento

Florencia Salvarezza es la directora del Instituto de Neurociencias y Educación de la Fundación Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva). Estuvo en Rosario la semana pasada para dictar una conferencia sobre «Mitos y verdades de las neurociencias en el aula y la educación del siglo XXI». «Las neurociencias están de moda, es hermoso que sea así. Este año explotó el interés, no damos abasto. Eso es bárbaro», se entusiasma sobre su especialización de trabajo que gana terreno en el sistema educativo argentino, de la mano del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación y el famoso neurólogo Facundo Manes.

La conferencia de Salvarezza estuvo organizada por Editorial Pearson y la Asociación Rosarina de Cultura Inglesa, en su 75º aniversario; contó con la adhesión de la Universidad Católica Argentina (UCA), la Asociación de Profesores de inglés de Rosario (Aprir) y el profesorado del inglés del Instituto Superior Olga Cossettini. Por casi dos horas y media de disertación, opinó de las Prueba Pisa que motoriza la Ocde y que ubican a la Argentina en serios problemas en lectura y cálculo, de los neuromitos, de los trastornos de aprendizaje que afectan a un buen porcentaje de la población escolar, en particular la dislexia. Al tiempo que criticó con énfasis al constructivismo cuestionó que el proceso de alfabetización en la escuela primaria se extienda a los tres primeros grados: «Hay que enseñar la correspondencia entre letra y sonido. Si lo hago bien en seis meses aprenden a leer».

Y también puntualizó sobre lo que en su visión son las claves de la educación del siglo XXI: centrarse en el cálculo y la lectura (tal una recomendación realizada por un experto del Banco Mundial que había considerado que «no había país que hubiese invertido más en educación y avanzado menos»); la innovación educativa, enseñar con perspectiva global, contar con aulas digitales (aquí sentenció que «la escuela que no tenga wi fi se murió»); una formación docente con conocimientos en neurociencias. También el manejo de los idiomas, preferentemente el inglés. Una escuela donde se resalten los conceptos de liderazgo, el trabajo en equipo y se enseñen las emociones; «todo con perserverancia, dedicación, esfuerzo y trabajo». En esta educación del siglo XXI que define Salvarezza figuran los deportes y los equipos de debates. Y también la «formación de emprendedores que puedan armarse su mundo laboral, que estén preparados para un mundo donde no todos van a tener trabajo». «La educación del siglo XXI es la que forma emprendedores», insistió.

Laboratorio

En mayo pasado el ministro de Educación y Deportes de la Nación, Esteban Bullrich, y el presidente de la Fundación Ineco, Facundo Manes, firmaron un convenio para la creación del primer Laboratorio de Neurociencias y Educación, «con el objetivo de potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje a partir del conocimiento acerca de cómo funciona el cerebro, cómo aprendemos y cómo enseñamos», según expresa un comunicado de prensa de ese momento.

Antes de la conferencia, la directora del INE, Florencia Salvarezza, conversó con LaCapital sobre los alcances de este acuerdo.

—¿Cuáles son los términos de ese convenio?

EM_DASHNo tiene un término de alcances. En realidad lo que nosotros firmamos es un acuerdo entre Fundación Ineco y el Ministerio para trabajar juntos en educación. Es decir, para aportar el conocimiento de todo lo que es el INE (Instituto de Neurociencias y Educación) al Ministerio de Educación. El alcance es todo lo que podamos hacer: proyectos de investigación, de asesoría ministerial, de formación docente, de revisión de currículas, todo lo que vaya surgiendo. Por suerte no es nada limitado, es sumamente amplio. Es un acuerdo macro dentro del cual tenemos como otros distintos acuerdos que vamos haciendo. Hay un proyecto para trabajar todo lo que es primaria, cómo ingresan los chicos; otro con los programas de alfabetización; otro con el desarrollo del cálculo en primer grado; otro para preparar material para los docentes de neurociencias aplicados a la educación, concreto, claro, conciso que tenga validez científica para evitar los mitos sobre el tema. Y más proyectos que se irán haciendo a medida que se puedan implementar. La ventaja de este convenio es que permite todo lo que el Ministerio y nosotros creamos que podamos hacer juntos.

EM_DASH¿El ministro Esteban Bullrich les dio alguna directiva puntual donde poner el acento?

EM_DASH Sí, mejorar la educación.

—Cuando se habla de «mejorar la educación» y neurociencias, también se suele poner el foco de trabajo en el cerebro. ¿Qué significa eso?

EM_DASHHacemos todo con el cerebro. Se pone el foco en el cerebro porque es lo que realmente sabemos que funciona, en vez de lo que pensamos. En el sistema educativo, en las universidades y en los lugares de formación docente hay mucha más idea de cómo aprender, de cómo enseñar, que de ciencia. Una cosa es lo que creo y otra lo que es. Por ejemplo, respecto de los horarios de clases Creo que a las 7.30 o a las 8 de la mañana el chico está más despierto para aprender. Y no es así, depende de la edad. Entonces una cosa es una creencia y otra un conocimiento. La ciencia avanza y la ciencia cambia. Eso es cierto, pero una cosa es opinión y otra es ciencia. Un poco la idea es usar los conocimientos, las investigaciones, lo que sabemos que funciona y lo que sabemos que no funciona para tener un camino educativo distinto. La realidad es que nuestro camino educativo de los últimos 20 años deja mucho que desear. Invertimos mucha plata y avanzamos muy poco.

EM_DASH¿Cómo entran lo colectivo, lo social en las neurociencias?

EM_DASHTiene el mismo peso lo individual que lo social. La comunidad intelectual científica, sobre todo la intelectual argentina, tiene como un sesgo bastante marcado contra lo biológico, piensa que si uno habla de biología está hablando de lo genético y dejando de lado lo social. Y una de las cosas que dicen las neurociencias es que somos animales sociales; así que la cognición, el trabajo grupal y las emociones son fundamentales. Lo social no queda de lado en absoluto, pero hay que separar las cosas. Un ejemplo es la alfabetización, que es enseñar a leer y a escribir. El proceso de incorporar a una cultura y a una sociedad es otra cosa. Cuando mezclamos las dos dejamos de hacer las dos cosas. Y nos estacamos en eso. Hay que poder separar los dominios, los problemas, hacer sin abandonar lo otro, ir incluyendo todo en el proceso.

—¿Cómo llegará este Laboratorio a las provincias, concretamente a Santa Fe?

EM_DASHNo sé todavía. Suponemos que llegará a través del Ministerio (nacional). Esto más allá de que podamos hacer trabajos de capacitación, de formación, que sé que están planteados para realizar en distintas zonas del país. Por lo que he conversado, la idea es que el sistema educativo sea más homogéneo. Somos un país, una sociedad, necesitamos formar a nuestros niños en un modo lo más homogéneo posible, en el buen sentido, no que todos sean soldaditos que marchen igual sino ciudadanos que puedan hacer todo en la vida.

—¿El Ministerio de Educación y Deportes de la Nación le paga a la Fundación Ineco por este laboratorio?

EM_DASHNo.

—¿Es un trabajo ad honórem?

EM_DASHNo. No es ni un trabajo ad honórem ni pago. Tenemos un acuerdo de cooperación. Después los distintos trabajos se presupuestarán de acuerdo a lo que tengan que presupuestarse.

—¿Por ejemplo, las capacitaciones docentes?

EM_DASHTodavía no se hizo nada. Hasta ahora lo que hemos tenido es un montón de reuniones de trabajo. Hicimos el evento en Tecnópolis («Mente, cerebro y educación») y hemos presentado un montón de proyectos que ellos nos han pedido. Cuando se canalice alguno de estos proyectos se presupuestarán las horas de trabajo. Pero el Ministerio no nos está pagando en este momento.

—¿Pero de acuerdo a lo que se haga sí?

EM_DASHSí, seguramente. Esto está en manos de la dirección ejecutiva de Fundación Ineco.

Fuente de la entrevista:http://www.lacapital.com.ar/las-neurociencias-estan-moda-es-hermoso-que-sea-asi-n1203215

Fuente de la imagen:  http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/017/694/0017694388.jpg

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Libro: Neuroeducación

Neuroeducación

  • Autor:Francisco Mora
  • Editorial: Alianza Editorial
  • Año: 2013
  • Páginas: 224
  • Edición: 01ª edición
  • Formato: Estándar, Papel
  • I.S.B.N.: 978-84-206-7533-6

Sinopsis: Qué es la NEUROEDUCACION? ¿Se puede hablar de NEUROEDUCADORES, una nueva profesión?
Existen problemas en la relación neurocientífico-maestro (y más allá profesores universitarios) sobre todo en el lenguaje utilizado por los primeros para dirigirse a los segundos en la transferencia de estos conocimientos. Hasta ahora, el conocimiento extraído de las Neurociencias no ha sido fácil mostrarlo a los maestros y ellos transferirlo como método a la enseñanza de los niños o los estudiantes de Instituto. Este texto ofrece algunas ideas sobre lo que ha venido en llamarse Neuroeducación y lo que esto implica en el debate acerca de la potencialidad de la neurociencia para propiciar una reforma en la educación.

 

Fuente de la reseña: http://www.alianzaeditorial.es/libro.php?id=2876245&id_col=100508&id_subcol=100510

Fuente de la imagen: http://image.casadellibro.com/a/l/t0/36/9788420675336.jpg

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Neurociudad: El Reloj Biológico

Neurociudad: El Reloj Biológico

Oscar Fernández

La percepción del tiempo externo se cruza con la percepción del tiempo interno, y esto puede o no generarnos confusión. El reloj biológico o también llamado ritmo circadiano, acopla nuestro cuerpo a un ritmo de funcionamiento diario. De allí que desarrollemos hábitos para dormir, para hacer nuestras necesidades fisiológicas, para comer, incluso para tener nuestras relaciones sexuales. Hay quien dice que el hombre es un ser de costumbres. Y es que si nos percatamos de la existencia de estos ritmos internos podremos cruzarlos armónicamente con los ritmos externos de otras personas e incluso con el ritmo del planeta. Pero si por el contrario somos arrítmicos en nuestra cotidianidad esto generará enfermedades físicas y síquicas en nuestro sistema corporal. Por ejemplo: sufrimos de arritmias cardiacas, sufrimos de estreñimiento, sufrimos de insomnio, no comemos sano y a demás a deshoras, y no sabemos controlar nuestras emociones. Todo esto va a generar un descontrol interno que se materializará en nuestras relaciones externas y por supuesto en nuestra salud física y mental.
La percepción de los ritmos circadianos pasa por comenzar a observar el funcionamiento de nuestro propio cuerpo. Dicho proceso de autodescubrimiento podríamos denominarlo neuroeducación de la percepción temporal. Este autoaprendizaje, pasa por identificar por ejemplo si somos Búhos o alondras , si nos alimentamos adecuadamente e incluso si tenemos control de nuestras emociones y no ellas de nosotros. Todo esto conducirá a un despertar gradual que nos permitirá percibir a través de nuestros sentidos, fenómenos presentes en la ciudad que habitualmente no identificamos porque vivimos presos en la gran MATRIX.
Si vivimos con un corazón acelerado producto del estrés, del miedo, de la desesperación, la angustia, la fatiga. Estamos siendo presas del engaño. Pues al existir de este modo no aportaremos a la humanidad nada en especial, por el contrario nos iremos enfermando gradualmente y al final cosecharemos lo que sembramos es decir; miedo, angustia, desesperación, ansiedad, fatiga, estrés, etc.
Todo depende de nosotros. Vivimos para avanzar en la vida o para ser unos continuos repetidores cual autómatas de un día a día que no cambia porque nosotros no cambiamos. La neurociudad habita en nuestro cerebro y el cómo la percibamos dependerá del cómo la asumamos. En tal sentido, la podemos asumir desordenada, convulsa, asfixiante, enloquecedoramente o todo lo contrario. El que todo el mundo camine rápido y desesperado no implica que debamos percibirlo todo así. Comencemos por identificar nuestro ritmo interno y de allí en adelante todo será más fácil. No se trata tampoco de vivir en una nube, se trata de percibir todo incluso nuestro ritmo acelerado producto no de una necesidad sino de una respuesta automática (autómata) y colectiva que nos convierte más en máquinas que en humanos. Nuestras excusas son siempre las mismas, que voy a llegar tarde al trabajo, que debo hacer muchas cosas, que el día no me alcanza, que la cola, que el estrés, etc. Pero ¿es esto siempre así?, ¿han notado que hasta en los momentos de descanso sienten la impetuosa necesidad de hacer algo?, el no pensar lleva tras de sí estas emociones que si no las sabemos percibir seguiremos siendo presos y presas de las mismas.
En la República Bolivariana de Venezuela actualmente a travesamos por una crisis política y social, generada entre otros factores por la caída brusca de los precios del petróleo. Dicha crisis ha generado mucha angustia y desesperación en cada uno de sus habitantes. A pesar de todo esto, ¿podemos mantenernos en un relativo equilibrio mental y físico? Antes de responder esta pregunta debemos responder otra. ¿El estrés y las enfermedades físicas y síquicas que se autoproducen como consecuencia del mismo, ayudan en algún sentido a resolver la crisis? Ahora si podemos intentar resolver la primera pregunta. Sí, si podemos. Sobre todo porque ninguna situación por más desagradable que sea, es eterna. Lo otro es que no se trata de hacerse el loco . No se trata de evadirnos de la realidad, pero tal vez si se trate de no aferrarnos tanto a ella. Hay veces que los problemas se resuelven solos, es decir; aparece de repente alguien que los ayuda a resolverlos o si se trata de algún problema de salud este desaparece milagrosamente. ¿Y nosotros que hemos hecho durante todo ese tiempo, más que estresarnos y enfermarnos?
La neurociudad habita en nuestra psiquis. ¿Cómo es tu neurociudad?

1 Se les denomina Búhos a aquellas personas que se acuestan tarde y se levantan tarde, y alondras a aquellas que se acuestan temprano y se levantan temprano.

2 No sería nada malo analizar un poco dicha expresión. Es decir; hacerse el loco. ¿Qué es hacerse el loco? Que significa para nuestra sociedad? Veamos primero a esas personas que en estado de demencia andan por la calle, casi desnudos y todos harapientos y a veces hasta muertos de la risa. Noten algo muy curioso: ellos no se enferman. Ustedes los ven llevando agua, sol y frío y no se enferman. ¿por qué será? Me refiero a aquellas personas que están totalmente evadidos de la realidad, de esta realidad. ¿por qué no se enferman, por qué no se estresan?, tal vez haya algún enfermo mental cuya manía sea justamente andar estresado todo el día. Tal vez ese(a) si se enferme. Pero aquel/aquella que vive en otro mundo. No se enferma. La respuesta es sencilla. Las enfermedades las generamos nosotros.

osfernandezve@hotmail.com

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