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Brasil: gobierno de Sao Paulo anuncia para septiembre regreso a aulas

América del sur/Brasil/25 Junio 2020/prensa-latina.cu

El gobierno de Sao Paulo anunció hoy la reanudación de las clases con presencia física a partir del 8 de septiembre, al argumentar que en esa fecha el estado estará bajo fase amarilla de flexibilización de la economía.
‘Hemos construido un plan con protocolos bien definidos de distanciamiento social, vigilancia de la salud de los estudiantes, higiene personal y ambientes escolares, para garantizar esta seguridad’, afirmó ante la prensa el gobernador João Doria.

El plan prevé un retorno general, en conjunto para todas las ciudades de la división territorial tras suspenderse las clases el 23 de marzo por la pandemia de Covid-19.

Desde el 27 de marzo de ese mes, el contenido escolar se emite a distancia (virtual).

Según la Secretaría estadual de Educación, las directrices son válidas para todo el sistema de enseñanza, desde la infantil hasta la superior.

‘Resulta importante aclarar que este protocolo no es para la red estatal, sino para el sistema educativo del estado de Sao Paulo que suman estos 13,3 millones, incluyendo lo que aquí llamamos educación suplementaria’, precisó la secretaria regional de Educación, Rossieli Soares.

Explicó que la reanudación de las clases presenciales se hará en tres etapas, con el crecimiento gradual del número de estudiantes.

La primera etapa establece un retorno de hasta un 35 por ciento del público para asegurar una distancia de 1,5 metros.

Tal distancia tiene excepciones, como la educación infantil, en los jardines, pues no hay forma de aplicar la medida entre los bebés.

Soares detalló que ‘esta regla, es fundamental, una de oro que deben cumplir todas las instituciones. Esto es válido, con alguna excepción para la educación de la primera infancia, para todos: red municipal, estatal y privadas, en todas las instituciones’.

En la segunda etapa, el 70 por ciento de los estudiantes regresan a las escuelas para las clases presenciales y en la tercera etapa, el ciento por ciento de las aulas están ocupadas.

Además de la reapertura gradual, la dirección del estado estableció una serie de protocolos. Entre ellas, la organización de las horas de entrada y salida, evitando las aglomeraciones, y preferiblemente fuera de las horas punta del transporte público.

Sao Paulo sigue siendo el epicentro de la pandemia en el país, al concentrar 13 mil 68 fallecidos y 229 mil 475 infectados de Covid-19, según el último reporte del Ministerio de Salud.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=376604&SEO=brasil-gobierno-de-sao-paulo-anuncia-para-septiembre-regreso-a-aulas
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Comienza exámenes más de 250 mil estudiantes secundarios en Siria

Asia/Siria/25 Junio 2020/prensa-latina.cu

Más de 250 mil estudiantes sirios del nivel secundarios, continuaron  los exámenes correspondientes al actual ciclo docente, informaron autoridades del sector educacional.
De acuerdo con los reportes, mil 900 instalaciones escolares están habilitadas en todo el país desde el domingo último para las pruebas que se extenderán hasta el día 14 de julio.

En total, 251 mil alumnos participan en el proceso de calificación en especialidades como literatura, ciencias, industria, comercio y artes.

Para esta parte del ciclo docente se adoptaron todas las medidas necesarias de prevención ante la pandemia por el Covid-19, y que obligó a suspender las habituales clases en ese nivel de enseñanza y en el primario.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=375885&SEO=comienza-examenes-mas-de-250-mil-estudiantes-secundarios-en-siria
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Entrevista a Elena Martín: “La escuela es fundamental, sin ella hay determinados aprendizajes que no se van a producir”

Entrevistas/25 Junio 2020/Autor: Daniel Sánchez Caballero/eldiariolaeducacion.com

atedrática en Psicología Evolutiva de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, Elena Martín ve en el cierre de las escuelas y las lecciones aprendidas durante estos meses una oportunidad para darle una vuelta al modelo educativo. “Esta pandemia nos da la oportunidad de hacer la innovación que ya sabíamos que teníamos que hacer, solo que ahora lo hemos visto más claro”, reflexiona. Martín cree que no hay que dramatizar excesivamente sobre los meses de clases presenciales perdidos (“casi nada es irreversible en Educación”), pero sí aprovechar, todos, para hacer una reflexión, desde el Ministerio hasta las familias, sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje. Una reflexión activa y dirigida, especifica. Si no, no pasará. Hablamos con esta experta sobre cómo ha afectado el confinamiento a los más pequeños y qué lecciones podemos sacar de la situación excepcional que hemos vivido estos meses.

¿Cómo afecta a los más pequeños estar seis meses sin pisar un colegio?

Creo que debemos ser prudentes y saber que no lo sabemos. No se puede hacer afirmaciones categóricas. Hay estudios interesantes y que dicen algunas cosas, por ejemplo, el de Bonal sobre las desigualdades. Bonal explica cómo se ha puesto de manifiesto la desigualdad, de manera que no podemos afirmar que para todos ha supuesto lo mismo. Para unos ha significado más dificultades que para otros en esta etapa. Una dificultad que tiene que ver con el nivel sociocultural en el acceso a trabajar online. Pero no solo eso, la dificultad de seguir las clases es más obvia. El nivel sociocultural de la familia marca diferencias significativas respecto a las horas que han estado conectados, el tipo de extraescolares o no que han mantenido… Es decir, lo que ya sabíamos: no es solo lo socioeconómico, también lo sociocultural (se medía el nivel de estudios de la madre) es una variable que influye muchísimo en el aprovechamiento educativo de los hijos.

¿Es irreversible lo que se ha perdido estos meses?

Más allá de lo que los estudios, ahora más coyunturales, han puesto de manifiesto, desde la psicología del desarrollo se pueden resolver algunas cuestiones. Lo que sabemos es que la plasticidad del aprendizaje del alumnado apunta siempre a que casi nada es irreversible. No ha pasado nada que un alumno no pueda retomar. Es importante señalar esto, porque hay algunos titulares de “La generación de la Covid-19”, como si fueran a estar negativamente marcados. No hay nada irreversible, pero tenemos que saber que si se han producido algunos desfases en aprendizajes concretos deberemos compensarlo. También sabemos que lo que sí ha pasado es que estas circunstancias han puesto de manifiesto que la escuela es fundamental. Es importante destacarlo porque había voces que decían –con datos detrás– que había otros escenarios educativos que estaban empezando a cobrar importancia. Y es cierto, pero eso no niega que sin escuela hay determinados aprendizajes, determinados aspectos del desarrollo que no se van a producir. Uno aprende a hablar fuera de la escuela, pero no a leer y escribir fuera de ella. Y la alfabetización cambia la mente. Hay partes del desarrollo garantizadas por vivir en sociedad, por la crianza, pero también hay determinados aspectos que solo se aprenden porque hay una instrucción intencional y creo que esto se ha puesto de manifiesto ahora. La escuela tiene una función epistémica. Es decir, la escuela coge la realidad y la trae para hacerla objeto de reflexión. En la escuela no se cocina para comer, se cocina porque al cocinar entendemos la química, las cantidades, que necesitamos el comercio… Esta función epistémica en la que no hacemos cosas para resolver problemas sino para entender el mundo y por qué actuamos como actuamos es absolutamente peculiar y es la función que justifica que tengamos que obligar a los alumnos a ir a la escuela, porque es un derecho. De no hacerlo estamos socavando la igualdad de oportunidades. Y eso convierte en deber para la sociedad ofrecer la escuela con igualdad de oportunidades para todos.

Uno aprende a hablar fuera de la escuela, pero no a leer y escribir fuera de ella. Y la alfabetización cambia la mente

¿Qué hemos aprendido a nivel educativo durante el confinamiento?

Además de que la escuela es imprescindible, también hemos aprendido algunas cosas específicas del alumnado. Lo que tenemos que hacer es utilizarlo para dos grandes metas: en unos casos para compensar, pero en otros para aprovechar lo que hemos visto de distinto. Se está destacando en exceso la idea de que hay alumnos vulnerables que necesitan ser compensados. También hemos descubierto que son capaces de aprender de otra manera, hemos descubierto competencias que desconocíamos de ellos, la importancia de lo emocional… Hemos de aprovechar lo aprendido sobre cómo aprenden nuestros alumnos para no volver a enseñarles igual, sino enseñarles mejor.

Hemos aprendido –ya lo sabíamos, pero ahora se ha visto de manifiesto– que los alumnos son distintos y hay que atender a la diversidad. Hemos tenido que hacer tutorías diferenciadas para cada uno. Eso, que parecía imposible y que no lo hacíamos porque teníamos todo el grupo delante, hemos podido comprobar que hay que hacerlo de manera diferenciada. La atención a la diversidad no es solo para alumnos con discapacidad. Todo ser humano es diferente de otro y aprende de manera distinta. Está comprobado, y tiene consecuencias para el futuro esenciales. Hay que reforzar la acción tutorial (los centros lo están haciendo ya), quién necesita que reforcemos y quién está al nivel que queríamos para empezar. Esta atención individualizada es fundamental, y hemos aprendido además que las TIC nos pueden ayudar no para grabar clases, justo para lo contrario: para individualizar la enseñanza.

También hemos descubierto la importancia de lo emocional. Todos los profesores hemos comprobado que lo que les estaba pasando a los alumnos estaba influyendo en su aprendizaje, aunque tampoco hacía falta una pandemia para entender que el estado emocional del alumnado siempre influye en su aprendizaje.

Hemos aprendido que un alumno ahora nos parece otro alumno. Hemos descubierto cosas de ellos que el aula tradicional no permitía ver. He oído a muchos docentes sorprenderse por lo bien que se organizaba algún alumno por sí solo. Claro, no se veía porque se le daba todo organizado, pero ahora se ha visto quién podía y quién no. Esta es una idea esencial. Las personas no somos, estamos. Una misma persona puede comportarse de maneras distintas en distintos contextos. Un alumno en una clase de Lengua puede no estar motivado, pero lo ves en un taller de teatro hablar, escribir… Y ahora hemos visto a los alumnos en distintos contextos, que se les ha ocurrido hacer tareas que la escuela nunca plantea, pero que ellos en un contexto más abierto, con su familia o con otros medios de aprendizaje, han aprendido. Necesitamos actividades más abiertas, no tan academicistas, y que alumnos con distintos estilos encuentren espacios para aprender de otras maneras.

También hemos aprendido la importancia de las familias. Un alumno es diverso entre otras cosas por la familia que tiene. No podemos mandarle los mismos deberes. Contaremos con un apoyo que hay que exprimir al máximo y no poner topes al aprendizaje. Hay que saber que el contexto familiar es una fuente de recursos. A veces de ausencia de recursos también, pero tenemos que actuar con cada uno dependiendo de las familias. La familia también nos ha conocido mejor a nosotros, han visto la escuela de manera más descarnada y se han dado cuenta de lo terriblemente aburridas que son algunas de las tareas que se encargan. Puede servir esto para colaborar más con las familias también.

Hemos de aprovechar lo aprendido sobre cómo aprenden nuestros alumnos para no volver a enseñarles igual, sino enseñarles mejor

¿Cómo sacar provecho de estos aprendizajes?

Todas estas cosas no se van a convertir por sí mismas en aprendizajes a no ser que nosotros reflexionemos sobre ellas. Esto tiene una doble función: los docentes deben reflexionar sobre esto para adaptar su enseñanza a una mejor enseñanza. No podemos seguir enseñando igual que antes porque hemos tenido oportunidad de aprender nuevos elementos que siempre han estado en el aprendizaje, aunque no los veíamos. Pero es igualmente importante hacer reflexionar al alumnado sobre lo que ha pasado estos meses con su forma de aprender. Se dice, y yo lo comparto, que la competencia por excelencia que la escuela debe enseñar es “aprender a aprender”. Debemos garantizar que al acabar la etapa obligatoria toda persona va a ser capaz de seguir aprendiendo. Para que alguien pueda aprender a aprender tiene que haber reflexionado sobre qué es aprender y sobre cómo es él o ella como aprendiz. Por eso enseñar a aprender a aprender no es solo que los alumnos aprendan a aprender, también que piensen cómo aprenden. Ahora los alumnos han tenido experiencias reales de aprender de otra manera. La gente dice: “La escuela tiene que hacer aprendizajes con actividades auténticas”. Pues toma autenticidad. Ahora han tenido que aprender con actividades en casa, cosas nuevas. Muchos niños han hecho cosas de música en sus balcones o les han escrito a sus abuelos. Eso es autenticidad. Pero tienen que darse cuenta de que al hacer eso igual han aprendido mejor. Han visto que servía para algo, que los demás les felicitaban… Se han sentido competentes para hacer cosas que antes no hacían. Yo he hablado con padres que me decían que sus hijos no se consideraban grandes estudiantes en la escuela, pero se han leído no sé cuantos libros durante la pandemia o han escrito cosas para sus amigas. La oportunidad ahora es hacer actividades que les lleven a ellos a tomar conciencia de cómo han aprendido, cómo se han sentido al aprender así, cómo se han sentido al ver que lo que en la escuela no les motiva pero en su casa, de otra manera, sí. Esta reflexión es esencial para aprender a aprender. Esto se tiene que programar –los docentes proponemos momentos en septiembre que les permitan, planificada e intencionalmente, reflexionar– .

El problema es que luego los profesores apenas dan para sacar las clases adelante, igual no les da tiempo a dedicar ratos a reflexionar. ¿Crees que se aprovecharán estas enseñanzas?

Lo urgente no debe comerse lo importante. Es comprensible que ahora las urgencias estén en imaginarse al menos cómo va a ser la vuelta desde el punto de vista de la organización de ratios, espacios, calendario… Pero espero y confío –y creo que la ministra es consciente– en que el Ministerio tenga una responsabilidad de crear una línea de discurso. Esta es la tarea desde el punto de vista educativo. Cuando se da dinero para programas de cooperación territorial se puede marcar la finalidad [algo que finalmente no ha pasado con los 2.000 millones de euros del fondos europeos para la Educación]. El Ministerio tendría la responsabilidad de marcar y aunar el discurso a las comunidades, pero luego estas deben seguirlo. La siguiente pieza son los equipos directivos. Yo estoy trabajando con algunos y noto claramente la diferencia entre quién está solo en “voy a usar el gimnasio” –que hay que estar en esto–, y quien además está pensando en aprovechar la ocasión para empezar a trabajar por ámbitos y no por materias, empezar con la docencia compartida, un plan de acción tutorial… Alguien que ha recuperado parte de este discurso. En los planes que se les pide a los centros para comienzo de curso, además de estas medidas sanitarias, ratios, etc. debe haber un proyecto que haga hincapié en las líneas pedagógicas que van a seguir.

Has mencionado las tutorías antes, la oportunidad para darles una vuelta. ¿Son una herramienta a la que se podría sacar más partido, quizá individualizarlas?

El seguimiento de la acción tutorial tiene por una parte la exigencia de que cuando se esté en clase enseñando se utilicen unas metodología ajustadas (por ejemplo, si están trabajando en grupos voy pasando para ver qué necesita cada uno). Pero, además de este ajuste durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, tenemos horas de acción tutorial. Lo que pasa es que no siempre se utilizan bien. Hay que trabajar esta idea de cómo vamos, cómo aprendemos. Hay centros con tutorías individualizadas, aunque es difícil meterlo en horarios. Además está la idea de montar un PROA en el que luego por la tarde o en los recreos pueda atender de manera más individualizada a alumnos con niveles de aprendizaje distintos… Son espacios de individualización. A veces las familias han venido haciendo este acompañamiento, pero otras no. Hay muchas maneras de individualizar. Estos planes de los que hablamos, desde metodologías más individualizadas a programas más individualizados. La tutoría individual sería maravillosa.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/22/la-escuela-es-fundamental-sin-ella-hay-determinados-aprendizajes-que-no-se-van-a-producir/

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Estos son los siete consejos de Harvard para salir a la calle con los niños durante la pandemia

Por: Carolina García

Los expertos aconsejan que para conseguir salidas seguras hay que llevar siempre una mascarilla y gel hidroalcohólico en el bolso, y mantener los dos metros de distancia social

La Escuela de Salud de Harvard (Boston, Estados Unidos) ha publicado esta semana sus recomendaciones para que los niños y niñas puedan salir seguros y tranquilos de casa. Siete pautas que, si se cumplen, ayudarán a cuidarnos y a cuidar al resto de la sociedad. Los menores de 14 años pueden dar un paseo en España desde el pasado 26 de abril, un alivio que implica que estos pequeños pueden pasear una hora al día, siempre con un adulto y en un radio de un kilómetro de su casa. A pesar de las recomendaciones del Gobierno, que no para de recordar que seguimos en plena pandemia del coronavirus, algunos progenitores ya incumplieron el pasado domingo las directrices, saliendo a pasear dos adultos con sus hijos, juntándose familias enteras e, incluso, viéndose corrillos de niños jugando juntos. No fue lo mayoritario, pero estos escenarios se dieron.

La desescalada del confinamiento comienza en España el próximo 4 de mayo y debemos estar atentos. El cumplimiento de las normas es vital para combatir al virus y, como recuerdan los expertos de la Escuela de Salud de Harvard, “salir a la calle puede ser una gran idea tanto para la salud mental como física tuya y de toda tu familia. Pero, como para cualquier acción que se toma en este tiempo de la covid-19, debe hacerse de forma segura”.

Estas son las siete recomendaciones que plantean estos expertos. E insisten: “Reflexiona sobre ellas antes de ponerte los zapatos y salir a la calle. Pueden parecer muchas, pero merece la pena seguirlas cuando salgas de casa para hacer algo de ejercicio, simplemente salir o divertirte».

  1. Ten cuidado con todo lo que tocas desde que sales hasta que vuelves a casa. Para aquellos que viven solos, esto no puede suponer una gran hazaña. Pero para aquellos que viven en grandes comunidades, habrá que estar atento. «Por ejemplo, con los botones del ascensor o a los pomos de las puertas”, citan los expertos. También proponen un juego para hacer con los niños y niñas: “Imaginar que todas las superficies están muy calientes y necesitas protección para tocarlas, como puede ser llevar guantes o tener un pañuelo de papel a mano”.
  2. Siempre lleva contigo un gel hidroalcohólico, “de esta manera podrás lavarte las manos, siempre que lo desees”.
  3. Elige un sitio en el que haya la menor cantidad de gente para pasear: “Puede ser algo difícil en las zonas urbanas, pero siempre se puede encontrar un rincón”.
  4. Mantén siempre la distancia mínima de dos metros cuando salgas a la calle.
  5. Sal a la calle solo con gente que vive contigo. Esta es una reiteración que ha hecho de forma constante el Gobierno de España, “solo salir con convivientes”. “Es tentador encontrarnos con nuestra familia, mientras paseamos”, prosiguen los expertos, “y puede que los niños tengan un problema grave con esto, porque estén deseando hablar con niños o ver a sus amigos”: “Habla con tus hijos de una forma fácil sobre las consecuencias que podría tener esta acción”.
  6. No toques cosas. Solo se puede caminar, “no está permitido subirse a un tobogán, sentarse en un banco ni compartir el balón”. La razón esencial es porque no sabes quién lo ha tocado y cuándo. Para los expertos, tener un gel hidroalcohólico a mano es vital para cuando a los niños y a otras personas se les olvida este punto.
  7. Lleva contigo una mascarilla. “Lo mejor es que se quede en tu bolso junto con las botellas de agua y algo de comida”, prosiguen los autores, “pero si en algún momento no puedes mantener la distancia de seguridad de dos metros, siempre puedes sacarla y ponértela”. De acuerdo con las asociaciones de pediatría de EE UU y de España, los menores de dos años no deben llevar mascarilla por razones de seguridad, pero “para los demás, no está de más llevarla, por si acaso”, concluyen.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/04/29/mamas_papas/1588147590_432011.html

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Estudiar Biología, mucho más que enseñar y cuidar de la naturaleza

Por: Nacho Meneses

Los biólogos continúan jugando un papel relevante en la lucha contra la Covid-19, pero su labor abarca ámbitos que van desde el sanitario hasta el medio ambiental, el tecnológico o el industrial

Si tuviéramos que describir exactamente lo que hace un biólogo, muchos recurrirían a la imagen de un profesional dedicado al estudio y cuidado de la naturaleza; o quizá a la del académico perfil de un profesor, empeñado en transmitir ese mismo amor a las generaciones futuras. Pero la biología, conectada con un conocimiento profundo del funcionamiento de la materia viva, es eso y mucho más, pues sus campos de especialización son tan amplios como los organismos y procesos que estudia: genética, biología molecular y celular, biotecnología, ecología, evolución, fisiología, biogeografía, cambio climático, sostenibilidad, industria o bioinformática, por citar algunos: es la denominada “ciencia del siglo XXI”, polifacética y con un afán intrínseco por la investigación que sin embargo se ha visto maltratado durante años.

“La visión clásica distinguía, de alguna manera, entre los biólogos “de campo”, especializados en el estudio y la actuación sobre los sistemas naturales, y los de laboratorio, centrados en desentrañar la estructura y mecanismos de funcionamiento de los seres vivos, desde los más pequeños y simples, como virus y microorganismos, hasta la complejidad del nivel molecular y celular”, afirma Jesús Pérez Gil, decano de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid. “Sin embargo, la visión actual supone una visión más integrada de los organismos y de su entorno: los biólogos ambientales emplean las herramientas moleculares más modernas para examinar el impacto de múltiples factores en las interacciones entre individuos, especies y entorno; y los microbiólogos, por ejemplo, echan mano de conceptos de ecología para comprender cómo las diferentes especies de microorganismos conviven y compiten” asociados a diferentes estados de salud o enfermedad, o para explotarlos en la producción de mejores alimentos o fármacos.

Evidentemente, no hay un solo camino para adquirir competencias tan variadas, y los diferentes perfiles se irán desarrollando a través de una completa formación de grado y posgrado. Si la opción clásica es la de estudiar un grado en Biología que proporcione una base fundamental a complementar con un máster de especialización en un campo de interés particular (Biología de la Conservación, Biología Sanitaria, Industrial y Ambiental, Genética y Biología Molecular, Neurociencia…), en los últimos años también han ido surgiendo grados más específicos como los de BioquímicaBiotecnología o Biomedicina.

Un papel clave en la pandemia

Más allá de médicos y enfermeras, que quizá hayan constituido la cara más visible del frente sanitario contra el coronavirus, los biólogos han estado desde el principio inmersos en la lucha contra la expansión de la pandemia: “Un alto porcentaje de los investigadores que están trabajando para conseguir la vacuna, fármacos y antivíricos que nos ayudarán a combatir la Covid-19 son biólogos, como también muchos de los profesionales que están realizando las pruebas RT-PCR en entorno sanitario”, sostiene María Isabel Lorenzo, vicedecana primera del Colegio Oficial de Biólogos de la Comunidad de Madrid. También han formado parte de los profesionales que han elaborado los protocolos de limpieza, desinfección y uso de productos biocidas y virucidas, “y los equipos de investigación que secuencian el ADN del virus están compuestos por, entre otros, biólogos especializados en genética”.

Lorenzo recuerda, además, que existen biólogos especializados en virología, inmunología, microbiología, parasitología, nutrición, epidemiología y zoonosis (enfermedades que los animales pueden transmitir a los seres humanos), perfiles que serán claves en la sociedad: “Las soluciones a las futuras pandemias se basarán en los estudios de biodiversidad que realizarán profesionales medioambientales, de los cuales muchos vienen de la Biología”, añade.

¿En qué puedo especializarme?

Entre los diversos perfiles profesionales de la biología, hay algunos que gozan de una demanda creciente y una mayor proyección de futuro, ya sea en el ámbito de la biología sanitaria (aquellos relacionados con la genética y la reproducción asistida), sanidad ambiental (seguridad alimentaria, desinfección o control de calidad), sostenibilidad (bioeconomía, control de especies invasoras, consultoría y educación ambiental) o bioinformática, por citar algunos. También necesitan biólogos las empresas, industrias, o instituciones que necesitan hacer una evaluación de impacto ambiental como consecuencia de cualquier obra pública o privada.

Biología sanitaria

Los biólogos llevan a cabo una labor muy relevante en los entornos clínicos y hospitalarios, tanto en aspectos relacionados con la investigación como con el análisis y desarrollo de procesos importantes en la detección, seguimiento y tratamiento de enfermedades y pacientes, en estrecha colaboración con médicos, farmacéuticos y veterinarios. “Los biólogos son profesionales integrados en los servicios de bioquímica, inmunología, microbiología y genética de los hospitales. Además de las pruebas PCR que permiten detectar la presencia de coronavirus en muestras de pacientes, desarrollan nuevas formas de detectarlo más rápida, barata y eficientemente”, esgrime Pérez Gil, que igualmente recuerda el papel de estos profesionales en el mantenimiento de la salud pública, “incluyendo, por ejemplo, el seguimiento y mantenimiento de la calidad de aguas y de ambientes y entornos públicos”.

Biología ambiental

El trabajo del biólogo en la proyección ambiental es esencial para entender la estructura de los ecosistemas, en los que hay que integrar la actividad humana y su relación con el medio. “Es el profesional capaz de analizar y monitorizar cómo cambia la biodiversidad, entendida no solo como el conjunto de especies que conviven, sino también en lo que supone su origen, organización y sus interrelaciones, su dependencia del entorno y su capacidad de modificarlo. Entender su funcionamiento es clave para explicar el posible impacto ambiental de cualquier actividad o actuación, ya sea humana o climática”, explica Pérez Gil. Una capacidad que, señala, es y será crucial para valorar las consecuencias del cambio global a todas las escalas.

Biotecnología

Se trata del ámbito en el que se desarrollan y aplican los aspectos más tecnológicos de la biología. Supone la utilización de organismos vivos para el desarrollo de productos o procesos de interés, ya sean fármacos, alimentos, procedimientos de análisis biomédico o ambiental, o procesos de remediación y restauración de ambientes: “Cultivar bacterias o células de mamífero para la producción de vacunas o fármacos, modificar genéticamente animales o plantas para mejorar su capacidad de producción de proteínas o su resistencia a sequías o plagas, o para que produzcan complementos vitamínicos que mejoren su calidad alimenticia”, ilustra Pérez Gil.

Entre los proyectos en los que ha trabajado Cristina Gutiérrez, bióloga e investigadora especializada en Química Analítica de la Universidad Complutense de Madrid, se encuentra uno llevado a cabo con la Facultad de Veterinaria: “Se había sintetizado un fármaco contra la lesmania. Ellos lo habían probado en animales, y lo que nos traían eran muestras de plasma para cuantificar qué cantidad del fármaco queda una vez administrado, y saber qué dosis son necesarias para que sea efectivo”.

Una investigación precaria

Muchos de los ámbitos de actuación de la biología están, como ya se ha mencionado, estrechamente relacionados con la actividad investigadora. Sin embargo, y a falta de circunstancias más estables, las condiciones en las que deben desarrollar su labor en España continúan perpetuando un éxodo de talento hacia otros países. “La investigación española está desde siempre financiada muy por debajo de lo que corresponde a un país de nuestra potencia económica, con solamente una aportación del 1,24% del PIB en 2018, mientras que la media de la OCDE para ese mismo año era del 2,40%. En porcentaje del PIB nos superan países como Hungría, Estonia o Malasia”, esgrime María Isabel Lorenzo.

Por otro lado, y a diferencia de lo que sucede en países como Estados Unidos, Alemania o Japón, donde la iniciativa privada supone dos tercios de la investigación, en España los sectores públicos y privados se reparten la inversión casi al 50 %, según el informe Cotec 2020, que desde 1996 analiza cada año el estado de la I+D+i en España. “Para que resulte atractiva la inversión en investigación para las empresas, tiene que existir previamente un potente sector público de investigación que sirva como vivero de profesionales y que cree necesidades y oportunidades en las que puedan participar las empresas para generar retornos. Y nuestro sector público está demasiado poco financiado para ofrecer ese atractivo”, argumenta Lorenzo.

Es precisamente este contexto el que hace que ejemplos como el de Esperanza Calvo, doctora en Biología y especialista en Botánica, no sean un caso excepcional: con 52 años, y más de 20 como investigadora en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), ha pasado por un rosario de empleos en los últimos siete años, y se lamenta de que “el dinero invertido en mi formación académica e investigadora, y todo el conocimiento acumulado hasta hoy sirva para que, actualmente, continúe en búsqueda activa de empleo”.

Todos los expertos consultados insisten en la necesidad de contar con un sistema de apoyo a la investigación que se encuentre a salvo de vaivenes políticos y reveses económicos, y Pérez Gil no es una excepción: “Lo que dedican del presupuesto a investigación debe considerarse como una inversión, no como un gasto. Eso sí, una inversión a medio-largo plazo, y quizá sea ese una parte del problema. Nuestros políticos no terminan de apostar por ello porque es difícil que se vean los frutos en el plazo de tiempo de una legislatura, en la que sienten que tienen que dar cuenta de sus decisiones. A diferencia de muchos de los países de nuestro entorno, nos falta tradición”.

Una percepción que comparte Margarita Villalonga, graduada en Biología por la Universidad de Valencia en 2019 y actualmente estudiante de un máster en Oceanografía. Gracias a una beca Erasmus, ella cursó el último año de carrera en la Norwegian University of Science and Technology, en Trondheim (Noruega). “Allí, la ciencia y la investigación se encuentran a otro nivel social. Una persona que quiere estudiar una carrera de ciencias para ser científico probablemente ya sabe el sueldo y el prestigio que puede llegar a obtener. Pero en España, los científicos no tienen ningún reconocimiento ni a nivel económico ni social, sino que se ven como constantes becarios intentando conseguir algo que, con suerte, les llegará a los 40 o los 50, si se han arrastrado lo suficiente”.

Además del problema crónico de financiación, y en relación con él, la vicedecana de los biólogos madrileños señala como principal problema de la investigación española en el sector público la precariedad de los recursos humanos. “Por ejemplo, la investigación en el Sistema Nacional de Salud soporta tasas de temporalidad superiores al 90% y una elevada conflictividad laboral (salarios irrisorios en comparación con los países de nuestro entorno, contratos en fraude de ley, ausencia de carrera profesional…), lo que se da también en otras instituciones como las universidades y el CSIC. Solamente ha empezado a atajarse en los últimos años”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/06/17/actualidad/1592383975_600691.html

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Entrevista a Francesco Tonucci: «Los niños han echado de menos a sus amigos y han acabado hartos de deberes»

Entrevista/Autor: Victor Saura/eldiariolaeducacion.com

«Me gustaría que en septiembre las escuelas no se preocuparan por saber si sus alumnos se acuerdan de las clases que han recibido por pantalla o de lo último que aprendieron antes de la cuarentena, sino de todo lo que han aprendido estos meses en casa, que han sido muchas cosas». Hablamos de la pandemia y sus consecuencias con Francesco Tonucci.

Tengo 80 años y es la primera vez que he vivido una experiencia así, imagínate lo que ha sido para los niños”, comenta Francesco Tonucci, pedagogo italiano, alter ego del dibujante Frato, y una de las voces mundialmente más respetadas en materia de infancia. La cuarentena le ha dejado recluido en casa durante tres meses y le ha aclarado la agenda, pero ha estado tan activo como siempre en su lucha por que los adultos escuchemos más a los niños, sin filtros ni prejuicios. Y que las ciudades se desarrollen pensando en ellos y no en los coches o las prisas. Hace unos días Tonucci participó en un webinar sobre la importancia de la participación infantil en el marco del proyecto Alimentando el Cambio, que promueven la Fundación Ashoka y Danone, junto con la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y el Ministerio de Educación y FP.

¿Cómo ha llevado estos meses?

Los viejos y los niños hemos sido los más afectados por este virus. Nosotros, porque el virus nos mata, y los niños porque no podían entenderlo. Yo he estado tres meses encerrado y sin ver a mis hijos ni mis nietos, y lo raro fue ver cómo mi agenda, que en marzo estaba llena de viajes y compromisos, se vació de repente. Aunque ahora ya se ha vuelto a llenar. Lo que me sorprendió mucho es que, en esta situación de dificultad y de crisis, se ha generado una audiencia mucho mayor de la habitual. Yo he participado en conferencias virtuales en las que había 70.000 y 100.000 personas escuchando. Para llegar a un público así yo tengo que viajar mucho, y cada vez me cuesta más hacerlo. En realidad, cada vez que se borra un viaje de mi agenda para mí es una pequeña alegría.

¿Qué lecciones deberíamos sacar de esta situación?

Antes de que empezara esto todos estábamos, por suerte, reflexionando y preocupados por el medio ambiente. Pero ahora parece que esa preocupación ha desaparecido, Greta ya no es noticia, sino algo del pasado. Y sin embargo es un tema que sigue ahí, encima de nosotros, con toda su gravedad. Y probablemente las dos cosas estén relacionadas, y no sea casual que donde más ha afectado el virus es donde más contaminación hay. Es decir, en nuestras ciudades más desarrolladas y más ricas. Este es un virus rico, que viaja en avión, y por eso llega rápido y a todas partes, mientras que antes los virus eran más lentos porque viajaban en barco. Pero, a la vez, ha afectado especialmente en los lugares de mayor masificación, donde vive la gente en peores condiciones. Y esto me lleva a pensar que ocurre lo mismo en las zonas de monocultivos intensivos, en los que es más probable que ocurra algo grave. Y que sobre todo este virus ha afectado donde tenemos el monocultivo de ancianos, en las residencias. Es decir, la pérdida de diversidad se convierte en debilidad. Y esta lógica vale también para la escuela, que establece grupos de edad homogéneos, lo cual la vuelve más frágil.

¿Los niños no deberían estar agrupados según su año de nacimiento?

Por supuesto que no, por el principio que comentaba: a menor diversidad mayor empobrecimiento. El error de tener niños iguales es que te lleva a pensar que efectivamente son iguales. Y no lo son, pero lo pensamos, y los libros de texto y los programas escolares están hechos con este criterio. No hay ninguna otra experiencia en nuestra vida cotidiana donde se reproduzca este esquema de grupos homogéneos de edad. Ni en la familia, ni en el trabajo… Siempre que doy una charla en un teatro le pregunto al público cómo se sentiría si, al entrar, a cada uno le mandáramos a una fila en función de si está en los treinta, los cuarenta o los cincuenta años. No tendría sentido y más de uno se rebelaría.

Las dos principales referencias de mi formación como maestro y pedagogo son de clases en las que había mezcla de edad. En primer lugar, la experiencia de Freinet, un maestro que en tiempos de entreguerras tenía un aula de 40 niños de 4 a 16 años y que tenía muy poca voz y salud, porque era tísico, y al que con sus 10 minutos de voz al día no le quedó más remedio que imaginar una escuela en la que los alumnos se enseñaran entre ellos. La otra experiencia es la de Don Milani y su escuela de Barbiana, cerca de Florencia; también él era una persona enferma, que murió joven, y también aquí los mayores ayudaban a los más pequeños. Y en ambas experiencias los mayores también aprendían cosas de los pequeños.

«Desde hace años el lugar de los amigos es la escuela, cosa que es una equivocación grave, porque el lugar de los amigos tiene que ser la calle»

Algunas voces han considerado que los niños han sido los grandes olvidados de esta crisis. ¿Comparte esta opinión?

Totalmente. Es lo primero que denunciamos desde el proyecto de la Ciudad de los Niños. En Italia, casi la mitad de los 30.000 muertos son ancianos que vivían en residencias, pero desde el principio todos notaron que los niños y las niñas eran los que vivían esta experiencia de la manera más difícil, porque era difícil para ellos entender el sentido y soportarlo. Vivir encerrados en casa, sin poder conectar con sus amigos… Cuando en Italia se empezó a hablar de los niños lo que nos sorprendió es que empezaron a salir en televisión mis colegas psicólogos para dar consejos a los padres y mis colegas pedagogos para dar consejos a los maestros. Y nadie pensó en hablar con los niños. Nosotros lo primero que hicimos fue invitar a los alcaldes de las ciudades de nuestra red internacional a hablar con los niños, a enviarles mensajes y convocar los consejos de niños y niñas. Y entonces empezamos una investigación, proponiendo un cuestionario a estos niños y niñas para que nos dieran su punto de vista de lo que estaba pasando. Y salieron tres elementos, que fueron siempre los mismos al margen del país donde se realizó la encuesta. El primero es que los niños echaban de menos a sus amigos. A veces escribían que extrañaban la escuela, y algunos periodistas explicaron que, por primera vez, los niños echan de menos su escuela, pero en realidad era a los amigos. Lo que pasa es que desde hace años el lugar de los amigos es la escuela, cosa que es una equivocación grave, porque el lugar de los amigos tiene que ser la calle. Hace poco Frato dibujó una viñeta en la que se decía que de la escuela han desaparecido los recreos, las entradas y salidas… y se han quedado solo los deberes y las clases. Es decir, que la escuela ha quedado reducida a lo que no gusta.

¿Y qué otras dos cosas decían los niños?

Lo segundo que dicen es que lo han pasado bastante bien con sus padres, es decir, que nunca antes habían tenido a sus padres tanto tiempo para ellos, y que la experiencia les ha gustado, porque han hecho y han aprendido cosas juntos. Y lo tercero que salió es que están hartos de deberes, y están cansados y aburridos de seguir clases a través de una pantalla.

La primera semana parecían unas pequeñas vacaciones, porque iba a ser poco tiempo, pero luego ya se vio que iba para largo, y claro, había que seguir el temario…

Yo me atreví a proponer a la escuela que considerase la casa como un laboratorio; es decir, si el mundo de los niños se ha reducido a su casa, y lo están pasando bastante bien con sus padres, ¿por qué no pedimos a los padres que ayuden a la escuela, asumiendo una especie de papel de asistentes en este laboratorio nuevo que es la casa? Había que cambiar la naturaleza de los deberes y renunciar por un tiempo al programa, los libros de texto y los deberes tradicionales. Hagamos otra cosa. Pidamos a los padres que ayuden a la escuela, pero para hacer con sus hijos las mismas cosas que hacen siempre: poner una lavadora, tender la ropa, plancharla, cocinar… La cocina se tenía que considerar como un laboratorio de ciencias, y que un maestro les dijera a sus alumnos que para mañana el deber es preparar una pasta, y que cada semana haremos un plato diferente, y la escuela trabajará sobre estos deberes, porque trabajará sobre la matemática de la pasta, las cantidades, el peso, la duración de la cocción, la temperatura… o incluso el lenguaje de la receta… Esto se lo propuse a muchos países.

Ya sabemos que es difícil convencer a los maestros de que dejen sus costumbres. Yo les decía que estamos en un momento raro, y nadie os controla demasiado, con lo que podéis aprovechar para intentar una cosa nueva, y que si funciona, adelante, y si no lo hace, cuando vuelvas a la escuela vuelves a lo de siempre. Me consta que quien lo probó lo valoró muy bien, porque este laboratorio gustó a los niños y también a las familias, ya que no tenían que ayudar a los hijos a hacer cosas que no sabían hacer. Y, sobre todo, gustó a quienes tenían situaciones más complicadas de falta de dispositivos. Pero esta fase ya está acabada y ahora nos asomamos a la segunda, que es pensar qué hacemos ahora.

Eso le quería a preguntar. Aquí ha habido un debate muy fuerte porque la mayor parte de niños estarán seis meses sin pisar su centro educativo, ya que en España se han abierto los centros en junio pero de forma muy limitada, han ido muy pocos alumnos.

En Italia no se ha abierto nada.

Pues aquí hay quien sostiene que esa desconexión de tantos meses traerá mayor desigualdad y un incremento en la tasa de abandono escolar prematuro. Me gustaría saber su valoración.

No sé si eso ocurrirá, pero si lo hace sería una prueba de que la escuela no es la que se necesita. Uno no pierde a sus amigos por estar seis meses sin verles, al contrario, cuando les vuelves a ver es una fiesta. Si la escuela pierde alumnos porque ha ocurrido este incidente significa que no era lo que la ley ofrece y promete, y luego diré por qué me refiero a la ley. Yo creo que en este tiempo los niños y las niñas han aprendido mucho, y me gustaría que la escuela ahora no se preocupara de saber si se acuerdan de las clases que han tenido por pantalla, o si se acuerdan de lo último que aprendieron antes de la cuarentena. Me gustaría que trabajara intensamente sobre todo para saber lo que ganaron en términos de competencias. En nuestros cuestionarios muchos niños han dicho que han aprendido a cocinar, o a quedarse solos, o a hacer menos cosas que las deseadas… ¡Esto son temas enormes! A nivel emocional se puede trabajar muchísimo, han tenido que asistir a escenas impresionantes, con montones de muertos, y es probable que muchos niños hayan perdido a alguien de su familia. Hay que reflexionar sobre esto y es un trabajo enorme al que creo que la escuela tiene que sumarse. La escuela no tiene que hacer psicología, yo nunca les he pedido a los maestros que hicieran de psicoterapeutas, pero hay que exigirles que el mundo entre en la escuela. Por eso propuse la casa como laboratorio, porque el mundo de los niños había quedado restringido a su casa. Una sugerencia que daba durante el confinamiento es que los niños tuvieran un diario secreto, un lugar donde desahogar sus sentimientos, alguien con el cual hablar, y, si querían, tenerlo secreto. Porque los niños lo van a olvidar todo, tienen una capacidad de resiliencia más fuerte que la nuestra, pero han vivido una experiencia muy rara y tener memoria de esta experiencia puede ser interesante para ellos, para reelerlo pasado mañana con sus hijos.

«Una buena escuela debe tener las puertas abiertas para que puedan entrar las experiencias de los niños»

Dice que los maestros no tienen que hacer de psicólogos, pero a la vez se da mucha importancia al acompañamiento emocional que tendrán que hacer en septiembre, para poder evaluar las secuelas que este periodo haya podido dejar en cada uno de sus alumnos. ¿Esto no les obliga a ser un poco psicólogos?

Las emociones forman parte del mundo de los niños, y como tal son competencia de la escuela. La cuestión es si la escuela se ocupa únicamente de sus disciplinas o si lo hace del mundo de los niños. En mi opinión, una buena escuela debe tener las puertas abiertas para que puedan entrar las experiencias de los niños. En este caso ha sido lo que han vivido dentro de casa, pero espero que mañana sea lo que vivirán fuera de casa y de la escuela. El mayor regalo que podrían tener los niños después de esto es que sus padres les den más autonomía, para que en su memoria se junten la tristeza del confinamiento con la conquista de la autonomía, esa sería la mejor forma de que les quede un buen recuerdo de esta experiencia. Y esto también vale para la escuela. Freinet propuso el texto libre, que es exactamente esto: si te ha ocurrido algo importante fuera de la escuela, escríbelo y llévalo a la escuela. La escuela tiene muchas fuentes, pero la más importante debería ser el mismo niño. Por lo que, claro, el niño tiene que explicar sus emociones, pero esto no es un tema de psicología, el maestro no tiene que tratar de interpretarlas, sino facilitar que se puedan expresar.

¿Qué le ha parecido la gestión de los distintos gobiernos en relación a la pandemia y la infancia? ¿Ha tenido la ocasión de comparar lo que hacían en distintos países?

He notado una sensibilidad distinta en distintos países. En países como Nueva Zelanda o Suecia las autoridades han celebrado encuentros virtuales con niños. También vi que en España hacían algo así. En Argentina me llamó el ministro de Educación, al que yo no conocía, y me pidió que le explicara lo que pensaba, y luego organizó un encuentro público en el que participaron más de 100.000 personas. En Italia, en cambio, nada de esto ha ocurrido. Lo hicieron algunos alcaldes respondiendo a nuestra invitación, pero a nivel nacional no.

Pero lo que estoy viendo, sobre todo, es que estamos pensando en cómo podemos volver a lo de antes. Y, por tanto, lo que ahora nos preocupa es qué cosas raras tenemos que hacer durante este tiempo de espera provisional, que esperemos que sea breve. Ahora mismo se van a abrir los cines, y se están preparando para que haya siempre espacio entre butacas. Esto no es preparar algo distinto para mañana, sino pasar la temporada problemática a la espera de volver lo más pronto posible a lo de antes, a cuando sea posible ocupar todos los sitios. Y así en cualquier ámbito. Y lo mismo está ocurriendo en educación, lo cual me parece un error. Los de la sala de cine pueden pensar que lo que tenían antes ya estaba bien, pero no entiendo cómo la escuela puede pensar lo mismo. En una encuesta que se hizo pública durante la cuarentena, Italia aparecía en el penúltimo lugar en un ranking de analfabetismo funcional. Tenemos un 30% de jóvenes que son analfabetos funcionales, es decir, que aprendieron a leer y a escribir, pero que ni escriben ni leen. También tenemos en Italia un porcentaje muy alto, mayoritario, de niños que no quieren ir a la escuela, que sufren cuando van a la escuela, y algunos lo somatizan hasta ponerse enfermos. La mayoría se aburre, y cuando un niño se aburre en la escuela tampoco aprende o su aprendizaje es superficial. Con este resultado, si en lugar de una escuela fuera una empresa, debería cerrar. La Seat no podría existir si el 30% de sus coches salieran mal de la fábrica. Einstein decía que si queremos que algo cambie no podemos seguir haciendo siempre lo mismo. Pues ahora lo que estamos haciendo son cosas raras, como dividir un grupo en dos, para poder seguir haciendo lo de antes cuando todo pase.

Antes me hablaba de la ley ¿A qué se refería?

El psicopedagogo Jerome Bruner decía que lo peor de la escuela es que los niños se aburren y que de esto hay que salir a toda costa, porque, decía, si se aburren no puede ser educación. Por eso, para no hablar de deseos que vayan a ser calificados de utópicos yo me refiero a la ley. En la Constitución italiana se dice que el objetivo de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad, y este principio está recogido también en el artículo 29 de la Declaración de los Derechos del Niño, que es un tratado internacional y está por encima de las legislaciones nacionales. El artículo de la escuela es el 28, ahí se habla de la escuela pública, gratuita y obligatoria. Pero el artículo 29 habla de educación, e involucra las responsabilidades de la familia y de la escuela. Me gustaría que se asumiera este artículo como una refundación de una nueva relación entre familia y escuela, querría ver a estas dos entidades sentadas en una mesa, leyendo este artículo y preguntándose: “¿Cómo lo hacemos?”. Porque el artículo habla de desarrollar la personalidad de los niños, y sus aptitudes psíquicas y físicas hasta el máximo nivel posible. Y esto, lo que significa no es que los niños consigan los resultados que han previsto los adultos, sino que cada uno pueda descubrir su vocación y recibir por parte de la familia y de la escuela las herramientas para poder desarrollarla hasta el máximo nivel posible. Diversos autores le han puesto nombres distintos a esto que la ley llama aptitudes. Yo lo llamo “aquello para lo uno ha nacido”. Con lo cual, la escuela no puede ser solo la de la lengua y las matemáticas, porque si es así va a excluir a muchos alumnos. No los va a expulsar, pero los va a excluir.

La escuela no puede ser solo la de la lengua y las matemáticas, porque si es así va a excluir a muchos alumnos

¿Pero entonces cree o no cree que va a haber algún cambio, o que volveremos a lo de antes?

Un consejero de Educación de una comunidad autónoma española me preguntó lo mismo. ¿Cómo puedo favorecer el cambio?, me decía. Presuponía que la mayoría de los maestros no quiere cambios y que solo una minoría se atreve a hacer cosas. Yo le contesté que es muy sencillo: usted tiene que ponerse al lado de los que cambian, que los que cambian se sientan privilegiados, apoyados por el consejero, por le ministro; es decir, yo no puedo obligar a todo el mundo a cambiar, pero sé que la escuela lo necesita, los niños lo necesitan y la ley lo pide, pues aquellos que se pongan manos a la obra tendrán más apoyo, y llegarán a ser ejemplos para que más personas se muevan.

¿En qué dirección deberían ir esos cambios?

La escuela que yo imagino no está hecha de aulas. Pensar en aulas supone utilizar menos de la mitad del espacio de la escuela, y además son espacios cerrados, todas iguales, con el mismo mobiliario, y volvemos a lo de antes, si no hay diversidad no hay vida. En la casa cada espacio tiene una finalidad muy clara, y lo mismo en los espacios donde trabajan los científicos, los artistas, los artesanos… Lo que yo propongo es renunciar a las aulas para tener laboratorios, de manera que cualquier espacio de la escuela se aproveche para hacer cosas distintas.

Pero no es solo la escuela la que se tiene que hacer cargo de la reapertura, esto es cosa de toda la comunidad. Lo que propongo es que se cree una mesa que no sea ministerial, sino de ciudad, en la que se sienten el alcalde, los docentes, los padres y los alumnos… ¡es muy importante que no falte nadie! En Italia estamos esperando a que sea la ministra quien nos diga cuáles son las reglas nuevas. Si a los niños les damos reglas que vienen de arriba intentarán librarse de ellas, siempre ha sido así, es casi imposible que respetes una regla que no reconoces como tuya.

Como ha participado en el webinar de ‘Alimentando el cambio’ imagino que en el ámbito de la alimentación también pensará que hay que cambiar cosas.

De todas las cosas que se están diciendo en Italia, posiblemente la que más me gusta es la propuesta de que se coma en el aula. Yo hace 50 años que lo digo, porque siento una gran aversión hacia los comedores escolares.

¿Y eso?

Muchos de los problemas de la mala alimentación tienen que ver con el comedor. Son lugares donde se concentra demasiada gente, hay demasiado ruido, y se tira demasiada comida ¡Todo es negativo! La comida tiene que ser un momento de placer, de estar a gusto, de estar juntos, de compartir un tiempo… Y de hacerlo con mucha autonomía. En muchas escuelas te dicen lo que tienes que comer, cómo y en cuánto tiempo. Cuando yo pregunto por qué os gusta el comedor, muchas veces me contestan que allí los niños pueden socializar, pero eso es absurdo, porque en una comida socializas con los cuatro que tienes al lado. Cien niños en un comedor no tiene nada que ver con socializar.

Yo hace muchos años fui responsable de formación de una escuela infantil en Livorno, en la que pasamos a comer en las aulas. Y el comedor lo transformamos en un estupendo taller de arte. Y como las cocineras no querían servir a los niños, solo llevaban a las aulas las fuentes con la comida, con lo que los niños se levantaban con su plato y se servían de lo que querían y la cantidad que querían, y tras unos cuantos días de aprendizaje ya no se tiró nada de comida. Comían lo que se servían y lo pasaban muy bien, preparaban las mesas… fue un cambio total.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/18/los-ninos-han-echado-de-menos-a-sus-amigos-y-han-acabado-hartos-de-deberes/

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Reabren los institutos de Italia para los exámenes de selectividad

Europa/Italia/18 Junio 2020/diariovasco.com

Casi medio millón de estudiantes italianos han empezado este miércoles la ‘maturitá’, los exámenes equivalentes a la selectividad española y que permiten el acceso a la universidad. Los institutos vuelven así a recibir a los alumnos después de más de tres meses cerrados por culpa de la pandemia del coronavirus. Son unos controles orales marcadas por las mascarillas, la desinfección de las aulas, la distancia social y el gel hidroalcohólico, y que llegan después de un difícil período de clases a distancia que ha supuesto un desafío para la estudiantes y profesores.

La ministra de Educación, Lucia Azzolina, espera que la peculiar ‘maturitá’ de este año sea una prueba de cara a septiembre, cuando se pretenden recuperar las clases presenciales con el inicio del próximo curso. «Es un primer regreso después del confinamiento», comentó Azzolina, que visitó este miércoles un instituto de Bérgamo, la ciudad lombarda considerada el epicentro de la pandemia en Italia. Esta región del norte del país registra 92.000 de los 237.000 contagiados de todo el país, de los que 34.400 han fallecido.

«No podía darse por descontado que los exámenes se iban a hacer presenciales. Algunos países europeos los han cancelado», dijo la ministra, que consideró oportuno recuperar la presencia física en las aulas porque se cierra así «un largo ciclo de estudios y se da un paso para la vida adulta». Las pruebas, garantizó, se realizan con medidas de seguridad para evitar que puedan convertirse en un foco de infecciones. En los centros donde es posible incluso se han instalado tribunales al aire libre para reducir así la posibilidad de que se produzcan contagios. En un primer momento, el Ministerio de Educación valoró que la ‘maturitá’ se desarrollara de manera telemática, pero la buena marcha de la pandemia en las últimas semanas y las dificultades que suponía hacer los exámenes a distancia animaron a optar finalmente por la vía presencial.

A diferencia de cualquier otro año, en esta ocasión no hubo aglomeraciones de estudiantes y familiares a las puertas de los institutos para animar a los chicos cuando entraban y salían de hacer los exámenes. «Ha ido mejor de lo que pensaba y me quito por fin un peso después de este período tan difícil con las clases a distancia», contaba Carlo, estudiante de un instituto de un barrio residencial de Roma que espera estudiar Economía el próximo curso en la universidad. Lucia, una compañera de centro, aseguraba por su parte que no es verdad que este año el examen sea más fácil que en los anteriores, como algunos esperaban. «Además partíamos con la desventaja de todas las clases que hemos perdido, pues con la educación a distancia no es lo mismo».

Debido a las dificultades provocadas por la pandemia, todos los estudiantes fueron en esta ocasión admitidos a la prueba de acceso a la universidad. Otros años la ‘maturitá’ comprendía diversas pruebas escritas y orales a lo largo de tres días, pero en esta ocasión se ha optado por un control oral de una hora de duración. Para evitar las masificaciones, los estudiantes tienen prohibido presentarse con una anticipación superior a los 15 minutos del inicio del examen y, apenas terminada la prueba, deben dejar el edificio, que cuenta con un recorrido distinto para quien entra y para quien sale. Sólo se permite un acompañante por alumno. Éste puede quitarse las mascarilla cuando responde a las preguntas de los profesores, mientras que los docentes deben llevar en todo momento estos dispositivos de protección.

Fuente: https://www.diariovasco.com/internacional/union-europea/reabren-institutos-italia-20200617142957-ntrc.html

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