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El hemisferio izquierdo: aportes para el pensamiento crítico. Atilio Borón (Libro)

Reseña: Atilio Borón

Tengo la enorme satisfacción de dar a conocer la compilación de mis diversos artículos periodísticos publicados entre el 2002 y 2019 principalmente en Página/12 -diario con el cual he venido colaborando ininterrumpidamente desde su fundación en 1987- así como en numerosos periódicos digitales que reproducen mis notas en Latinoamérica y el Caribe, Europa y, eventualmente en Estados Unidos y algunos otros países.

Tan extenuante labor fue realizada por mi amigo y compañero de tantas luchas, Alejo A. Brignole, estupendo novelista y ensayista y con quien, entre tantos otros proyectos comunes, tomamos la iniciativa de lanzar la campaña mundial para declarar al 9 de Agosto Día Internacional de los Crímenes de Estados Unidos Contra la Humanidad. Debo confesar, y ahora es el momento de hacerlo, que yo nada sabía de este largo y fatigoso proyecto de recopilar mis artículos hasta cuando hace algo más de un año Alejo me visitó a  mi oficina y me anuncia que me trae un obsequio. Sorprendido miré de reojo una gran bolsa que acababa de apoyar sobre mi escritorio de la cual extrajo un libraco con mi foto en la tapa, un hermoso título y un muy cuidadoso diseño editorial. “Son sus artículos”, me dijo. “No pueden seguir dispersos y no se ofenda pero me tomé el trabajo de juntarlos y organizarlos”. Quedé enmudecido por la nobleza y altruismo de su iniciativa, por el inmenso trabajo que tuvo que realizar, en silencio y sin ninguna cooperación de mi parte, ignorante por completo del proyecto.

Era la primera edición de El Hemisferio Izquierdo, un tomo de más de 600 páginas, si no recuerdo mal, que había hecho imprimir en España y que de a poco fue trayendo una veintena de ellos a la Argentina. Poco tardé en caer en la cuenta de la agotadora tarea que se había impuesto mi amigo al tener que hurgar en diferentes sitios web (y no sólo de Página/12), esculcando meticulosamente la Internet en busca de notas perdidas y confeccionar una compilación ordenada de varios centenares de artículos, la mayoría de los cuáles ni yo tenía archivados. Muchos de ellos escritos bajo el apremio de situaciones coyunturales que me sorprendieron en viajes por el exterior; otros escritos en computadoras de colegas y amigos del extranjero; otros más, escritos en mi computadora y enviados en mensajes que luego se borraron o extraviaron; o guardados en discos duros que se rompieron, en laptops que me robaron (tres hasta ahora, todas en circunstancias muy extrañas y ninguna por obra de ladrones comunes) y toda clase de peripecias que son las que caracterizan la vida de un militante y un intelectual público. Por eso, la dispersión y el desorden eran las que prevalecían en mis intervenciones dirigidas a la opinión pública y no al enclaustrado mundillo de la academia.

Por eso me atrevería a decir que su labor fue titánica por el esfuerzo que tuvo que hacer, por la forma como luego compiló las notas y artículos y el cuidado que personalmente puso en la composición, edición y diagramación de este libro, incluyendo el diseño de la tapa y contratapa. Alejo no sólo es un intelectual brillante y un férreo militante sino además alguien que se desenvuelve con increíble facilidad en el resbaladizo terreno de la informática. Superada mi sorpresa inicial me deshice en agradecimientos con mi inesperado benefactor, pero, por diversos motivos los pocos ejemplares del libro apenas si pudieron comenzar a circular como obsequios para algunas bibliotecas universitarias o populares en Nuestra América dado que su peso hacía imposible llevar más de dos o tres ejemplares en cada viaje. Hoy, de nuevo gracias a Alejo, hemos dado un salto cualitativo y ya está enteramente disponible en una versión digital en nuestro sitio web y lista para salir a recorrer el mundo. Les ruego a quienes me siguen por esta red social, y a quienes me conocen personalmente o a través de otros dispositivos comunicacionales, que si creen que mi pensamiento puede ser una semilla de la cual puede luego brotar una conciencia crítica para librar la batalla de ideas y promover la lucha contra la dominación imperialista y la tiranía del capital se sirvan distribuir por doquier esta obra. Aquí no hay derechos de autor ni nada que se le parezca. Es de acceso universal y gratuito. Su misión, en la cual tanto el compilador como el autor estamos absolutamente de acuerdo, es que sirva de estímulo para que nuestros pueblos se inspiren, como lo hizo el Che, en el Quijote de la Mancha y se propongan como éste “soñar el sueño imposible, luchar contra el enemigo imposible, correr donde valientes no se atrevieron, alcanzar la estrella inalcanzable. Ese es mi camino y mi armonía.” Si así fuera todos estos esfuerzos no habrían sido en vano.

 

Les dejo aquí el link para que lo puedan descargar.
https://gallery.mailchimp.com/02499424c4b78156f7d898545/files/78d3ea51-630c-4bc9-a0aa-e593bdc50a8a/ARTÍCULOS_DE_ATILIO_BORON_3º_impresión_EN_PDF.pdf

 

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Libro(PDF): «Educación crítica y emancipación. Menciones honoríficas»

Reseña: CLACSO

La educación y los métodos pedagógicos que se desarrollan en Guatemala son el resultado de la actualización de un pasado colonial anudado al pensamiento patriarcal imperante. Este entramado ha posibilitado y vuelto legítimas prácticas institucionalizadas de violencia que extraen los medios de vida a quienes, por haber sido constituidos como sujetos indeseables, no son reconocidos como humanos por el actual régimen antropocéntrico. El texto que presentamos a continuación se centra en la realidad antes mencionada y, para su desarrollo, se dividió en tres partes cuyo objetivo es trasladar al lector nuestras experiencias en el ámbito educativo.

Autores (as): Marco Chivalán-Carrillo. Ángel Orellana-Pineda. Noelia Rodrigues Pereira. Ana Victoria Portocarrero Lacayo. Blas Segundo Zubiría Mutis. Leonora Reyes Jedlicki. Lucía Bonilla. [Autores de Capítulo].

Editorial/Editor: CLACSO. Octaedro.

Año de publicación: 2018

País (es): España. Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-84-17667-10-8

Descarga: Educación crítica y emancipación. Menciones honoríficas.

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Los alumnos, protagonistas de su aprendizaje

Por: Educación 3.0.

¿Qué ocurre cuando el alumnado toma las riendas de su aprendizaje?: desarrolla el pensamiento crítico, aprende a resolver problemas y a trabajar en equipo, entre otras ventajas.

Que levante la mano quien no haya oído recientemente esta frase: “El alumno debe ser el protagonista de su aprendizaje”. Llevamos varios años escuchándola en entrevistas, conferencias o talleres impartidos por docentes y gurús. ‘Bromas’ aparte, dos son los pilares en este cambio que se ha producido en el proceso de enseñanza y aprendizaje: las TIC y las metodologías activas. En referencia a estas últimas ya puede ser el trabajo por proyectos, el aprendizaje basado en el pensamiento, en problemas, cooperativo o colaborativo… en todos estos métodos, el estudiante puede decidir cómo aprende y es el responsable de los conocimientos que adquiere, mientras que el profesor actúa como un guía que le orienta.

De igual modo, rechazan el proceso memorístico y fomentan el espíritu crítico. Otras características que comparten es que acaban con la clase magistral, potencian la autonomía del alumno a la hora de aprender y, por supuesto, aumentan su motivación. Además, no hay por qué decantarse por una u otra, sino que en numerosas ocasiones es posible combinarlas (ver reportaje ‘Metodologías activas en el aula’, nº 20 de la revista).

los Alumnos protagonistas aprendizajeEl segundo pilar, la tecnología, juega un papel fundamental al facilitar el acceso a innumerables fuentes de información; asimismo, ha diversificado las formas en cómo se presenta: texto, vídeo, audio, multimedia… Y entre toda la oferta existente, Internet ha sido clave. “Antes consultabas la enciclopedia y asumías que lo que ponía era verdad o, al menos, lo era para alguien. Ahora no podemos garantizar eso frente a la inmensidad de información que proporciona la Red, por lo que es importante darles a los niños las herramientas adecuadas para ‘bucear’, comprobando su veracidad y asumiendo el reto de la falta de concentración. De ahí que el maestro se haya convertido en una figura imprescindible, más que nunca, para guiarlos”, puntualiza la periodista especializada en educación Lola García-Ajofrín.

Un mundo interconectado

De ahí que sea vital empoderar a los alumnos, de manera que tomen las riendas de su aprendizaje, al mismo tiempo que desarrollan el pensamiento crítico, proponen soluciones creativas a problemas que todavía no se han producido, aprenden a trabajar en equipo, etcétera.

En la actualidad, “los centros educativos deben potenciar habilidades para un mundo interconectado en el que los alumnos comprenden el respeto por los demás y toman medidas responsables para lograr la sostenibilidad y el bienestar colectivo”, afirma Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE (ver entrevista publicada en el nº 33). Es lo que propicia, por ejemplo, el proyecto OSOS por el que los estudiantes se preocupan de mejorar su entorno cercano y tienen relación con empresas locales, asociaciones, vecinos, etc.

Similar opinión a Schleicher tiene el investigador Alfredo Hernando, para quien el aprendizaje ha cambiado por varios motivos: “La aceleración y capacidad de colaboración de la sociedad, la investigación y el conocimiento generado, y la tecnología han creado una nueva realidad. El gran reto actual es ‘escolarizar’ la tecnología para humanizar aún más el aprendizaje que protagonizan alumnado, profesorado y familias”.

Con experiencias

Este reportaje va acompañado de tres experiencias: de la escuela One Tone, de Idaho (Estados Unidos) en la que los profesores han sido sustituidos por entrenadores y los estudiantes de Secundaria hacen de ‘maestros’ de otros alumnos; de la Universidad Bilbao Berrikuntza Faktoria, en la que desde el primer día los estudiantes se convierten en emprendedores y deben crear una empresa real; y del Colegio Fontán Capital (Colombia) en el que el alumnado cuenta con un plan individualizado y están agrupados según su grado de autonomía. Allí, las clases son talleres y la participación de toda la comunidad educativa es clave.

Fuente de la reseña: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/alumnos-protagonistas-aprendizaje/114428.html

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Una especial “huelga” sobre el clima en la escuela

Por: Carmelo Marcén Albero

Durante esta semana ha cientos de acciones que culminarán el próximo 27 de septiembre en la huelga por el clima. La escuela puede ser un buen lugar para reflexionar sobre las causas y consecuencias de la emergencia climática.

Entre los días 20 y 27 de septiembre, cuando se reúnen en Nueva York los mandamases del mundo, hay planteada una rebelión contra el cambio climático que se quiere hacer visible con una huelga/acción por el clima a escala mundial. No es sencillo manejar una estrategia de este tipo en la escuela, confluyen muchas variables. No se trata de hacer un paro generalizado en las aulas, o de que los más mayores decidan si asisten a clase o no; pero sí que se pueden tratar los motivos que la han podido provocar. Para ello hay que encontrar momentos para reflexionar sobre el asunto, para posicionarse y emprender actuaciones propias o ante los demás.

Para empezar una acción conducente a la formación del pensamiento crítico, será necesario reconocer si en clase, claro está que en relación con las capacidades del alumnado, hay conocimiento/malestar por los desafíos de la crisis climática. De poco sirven los grandes postulados si no hay una aproximación a su entramado en aspectos tan sencillos como los que componen la vida cotidiana. En segundo lugar, hay que enterarse y debatir sobre causas y consecuencias de lo que se ha dado en llamar crisis/emergencia climática global; el alumnado tiene noticias del asunto y quizás ha visto de cerca alguna consecuencias. Es posible que no llegue a comprender del todo dicha crisis. La simple enumeración no es suficiente; es necesario encontrar entre toda la clase, mejor si se ocupa de ello el centro al completo, las causas del desaguisado climático que nos amenaza y, de alguna forma, ordenarlas en importancia e intensidad, proximidad y afección a más o menos gente.

Seguro que tras esas reflexiones/indagaciones se generarán momentos de asombro, acaso incredulidades y, por qué no decirlo, ganas de actuar. Por eso, en tercer lugar, deben identificarse cuáles son los destinatarios de la queja, porque si se protesta por algo se debe hacer ante alguien.

Puede que sea conveniente conocer al detalle iniciativas como “Fridays for Future” (Viernes para un futuro) que tuvo visibilidad en la huelga de los viernes que hacían chicas y chicos, también en nuestros institutos y en alguna universidad, para denunciar el silencio cómplice de los políticos y gobiernos frente a la crisis climática. A lo que parece, estos estudiantes tenían claro quiénes eran los destinatarios de sus demandas y protestas; al menos lo expresaban con claridad en sus llamadas a los políticos y grupos empresariales.

Habría que preguntarse en clase qué hace ponerse de acuerdo a tanta gente para hablar de cosas parecidas al mismo tiempo. Sepa el alumnado que la fecha elegida para la huelga, 27 de septiembre de 2019, coincide con la Cumbre de Acción Climática impulsada por la ONU que estos días tiene lugar en Nueva York. Allí están muchos de los que mandan en este mundo (políticos, empresas, organismos internacionales, etc.) y que son responsables de una buena parte de los desafíos que tiene delante la gente. Pero ojo, hay que tener presente siempre que una protesta simple no resuelve un tema tan complejo como la crisis climática.

La huelga, que ha sido respaldada por muchas organizaciones (más de 300 en España), está impulsada por los jóvenes; son quienes más tienen que perder. Quienes ahora están en nuestras aulas, desde educación primaria hasta la universidad, se van a ver afectados en mayor o menor medida. Con seguridad, buena parte conocen “Youth for Climate”, también la figura de Greta Thumberg. Por eso, han de decidir si quieren mostrar fuera del centro educativo su disconformidad con el devenir de los acontecimientos climáticos. Cuando hayan pasado unos años podrán reconocer si la iniciativa, y su figura más visible y mediática, ha modificado la historia de la participación social y, ojalá, comprobarán el cambio de rumbo que en esos años frenó la grave crisis climática. ¿Quién sabe si alguien de nuestras clases no quiera emular a las chicas y chicos que alzan la voz ahora y llegue a ser una activista de referencia en España? Unamos las voces de nuestros alumnos a las de los jóvenes de todo el mundo que desde hace unos años cantan su futuro, cual partisanos, en “Sing for the climate”, también en español:

En fin, parece claro que quienes más culpa tienen en la generación del cambio climático son los entramados políticos y empresariales que dominan el mundo, pero no solo ellos. Convendría que quienes en la comunidad educativa se posicionen contra la irresponsabilidad de los otros, ya sean centros escolares o no, lo hagan con madurez crítica, acompañada de actos de reducción personal de sus impulsores climáticos. Da más fundamento a cualquier acción reivindicativa. Pueden enterarse de lo que ha programado para estos días la Alianza por la Emergencia Climática.

No está de más recordar que el Objetivo núm. 13 urge a adoptar medidas para frenar el cambio climático. Por desgracia, por ahora, está rodeado de la maldición del aluvión de declaraciones, poco más; a pesar de fundamentar sus urgencias en evidencias y en investigaciones científicas. Pero la dejadez mundial acalla a quienes se manifiestan contra una situación crítica.

“Verdad, compromiso y acción”, dice el manifiesto que anima a la huelga. En la escuela, la huelga se hace al menos trabajando un poco cada día por el clima. La educación debería ser una estrategia de construcción social y de reparación ambiental. ¡Qué mejor manera de readaptar sus currículos!

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2019/09/20/una-especial-huelga-sobre-el-clima-en-la-escuela/

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Libro(PDF): «Imágenes desconocidas : la modernidad en la encrucijada postmoderna»

Reseña: CLACSO

No es casual que los latinoamericanos, desde la dramática diversidad de nuestros entes constitutivos nos volvamos a preguntar, como en otros momentos de acecho y decisión, no sólo quiénes somos, sino qué estamos siendo o —mejor aún— qué seremos. ¿Seremos? Por eso, cuando el peligro acecha volvemos también a preguntas fundacionales.

¿desde dónde nos toca reflexionar a los latinoamericanos esta crisis de la modernidad y las ofertas postmodernas?, ¿por qué se discute aquí esto, cómo participamos en esa discusión y cómo nos afecta?, ¿cómo nosotros (si podemos) planteamos nuestras preguntas y nuestras respuestas?

Las miradas latinoamericanas pueden ser tan divergentes unas de otras que no lleguen a mirarse nunca, pero también pueden ser tan congruentes como lo son las retinas izquierda y derecha que se miran en un espejo roto. Y quizás en estas imágenes desconocidas, silenciosas y solitarias, por fin el continente y los continentales asumamos la soledad, asumamos que nuestra respuesta no está en otra parte, ni en ilusiones ilustres, ni en fogatas que ya casi se apagaron, sino en nosotros mismos y esto quizás nos ayude a servir mejor los retos de estos tiempos.
De la introducción de Fernando Calderón

Autores (as):  Fernando Calderón Gutiérrez. [Compilador].
Aníbal Quijano. Juan Enrique Vega. Nicolás Casullo. Xavier Albó. Néstor García Canclini. Martín Hopenhayn. Alejandro Gustavo Piscitelli. Luis Gómez Sánchez. José Joaquín Brunner. Fernando Fajnzylber. José I. Casar. Francisco Sercovich. Claude Ake. Norbert Lechner. René Antonio Mayorga. Perry Anderson. Angel Flisfisch. Benjamín Arditi. Alain Touraine. Enzo Faletto. Sergio Zermeño. Laís Abramo. Alberto Melucci. Gabriela Uribe B.. Edgardo Lander. Fernando Calderón Gutiérrez. [Autores de Capítulo].

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2017

País: Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-722-292-0

Descarga: Imágenes desconocidas : la modernidad en la encrucijada postmoderna.

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Why intelligence tests do not tell us anything about the real human potential

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

By: Sofía García-Bullé

We live in a culture that sees intelligence as part of a person’s value. Smart people get into the best schools, obtain the best jobs, receive the highest salaries, are the leaders, the examples everyone else should follow. If you are the smartest person of a designated group, it is normal that people follow you and that a lot of doors open for you, figuratively. Being smart is a crucial component of success, but… do we measure it correctly?

IQ tests are a fundamental tool to measure student intellectual capacity. We consider them mathematically and scientifically precise, but are they really that? Or are we purposely blinding ourselves to the cultural contexts that power the biases behind the very concept of the intelligence quotient and the tests we use to measure it?

A historical overview of IQ tests

Ideally, to generate a resource that helps us understand cognitive capacity and the potential for success is so necessary that we cannot even imagine an educational system without this. Nonetheless, IQ tests are barely a century old, and their origins are not as noble as we might believe. The purpose of these tests was not to enrich the educational offerings but to filter them.

In the early 1900s, psychologists, academicians, and politicians were looking for criteria to rank access to education. From the general population, those who were on the higher strata would get the best education. Those who faired lower would have their educational opportunities diminished in comparison. The Lewis Terman intelligence test gave them just what they needed to build this filtering system.

In 1916, Terman published a revised version of the Binet-Simon scale, created by the French psychologists Alfred Binet and Theodore Simone. The test classified children’s performances according to their intellectual aptitudes and their skills to solve exercises that required abilities in math, logic, reading, reasoning, and adaptation.

The test was so successful that it is still being used today in both children and adults to measure cognitive capacity and the potential for success. But like every other scientific breakthrough, this one was linked to the perceptions and cultural dimensions of the academicians who created and applied its set of criteria.

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Cultural bias and the use of IQ tests as a political weapon

To understand the weak point of intelligence tests, we need to take into consideration the time in which they were created. At the beginning of the 20th century, an evolutionist philosophy dominated science and humanities. This way of thinking influenced even the way people constructed and shared knowledge.

When the first tests came out, the idea was not to use the test results for educational innovation to create new teaching strategies that could work to improve different ways of learning. The objective was to secure the survival of the fittest; the fittest were the smarter ones; the smarter ones got higher scores. But were the people who fared better the most intelligent, or were the high-scorers people with an advantage because the tests were culturally designed for them?

Back then, cognitive science supported the evolutionary theories that paved the way for eugenics. If Binet, Simon, and Terman took into consideration only the psychological profiles, mindsets, and circumstances of people of their same race, class and even gender to map how intellectual capacity works, can we say that their test is impartial and accurate?

Is it ok for us to ignore the historical proof that these tests justified racial discrimination and educational gentrification? The notion of people of diverse races having different levels of mental capacity was prevalent at the time, even among the scientific community. This misguided belief impacted the way these tests were created and applied.

Terman himself thought that racial minorities like Native Americans, African Americans, and Latin Americans had less capacity to understand abstract ideas than white people. He also believed that they made up for it in resilience, which from his point of view, made them hard workers and good at following orders.

These arguments are proven false and are indefensible nowadays. But back then they dictated who would receive the best education and who would be better trained to pass the IQ tests. This self-fulfilling prophecy was never about education; it was about maintaining the social order. And that purpose succeeded; people saw IQ test results as an indisputable scientific truth, not a consequence of cultural and social inequity.

What do intelligence tests measure anyway?

Intelligence is defined as the capacity to understand concepts or ideas and to solve problems. Under this definition, the Stanford-Binet scale meets its objective. It assesses people’s skills to understand questions and to resolve the situations included on the test. The mechanism of the exam is not under discussion, but after 100 years, the way we devise its content should be analyzed and updated.

To Antonio Andrés Pueyo, Lecturer in the Psychology Department at the University of Barcelona, intelligence is a very complex concept, especially in a time in which we make machines with artificial intelligence. According to him, there are aspects of intelligence that do not fit the mechanical vision from which the first IQ tests were created.

«There are tests that evaluate different types of intelligence that combine with IQ. This is what happens with the Weschler scale. Tests can also be built to assess a single skill, like the Raven test,» explains Pueyo.

All of these tests have their strengths and shortcomings. In the case of the Bidet- Stanford Test, it still has the right components to measure how apt is a student to navigate standardized learning but not how to apply that knowledge creatively or to think outside the box.

Those who got the highest scores when the test was first created were followed by Terman throughout their careers. Those students went on to get into the best universities and, subsequently, the highest paying jobs, but very few of them went beyond their expected social roles. They did not reinvent the wheel; instead, they mastered spinning along with it.

The test was not perfect. It detected talents like those of Ancel Keys, Norris Bradbury, and Shelley Smith. But it also failed to discover the potential of Luis Álvarez, a student who was rejected by Terman for followup because he fell short of the IQ score cutoff; yet Álvarez went on to win the Nobel Prize for Physics in 1968.

The need to rethink what we know about intelligence and the skills that matter

The challenges that people faced at the beginning of the twentieth century are not the same that we deal with today. They did not have to worry about digital literacy, and similarly, we do not need to know all of our close friends’ phone numbers by memory as they did.

If the problems we solve now are different, the skills and intellectual aptitudes required to resolve them should differ too. We live in an era of automation; machines are being improved with artificial intelligence to do jobs previously performed by humans.

This automation is not limited only to mechanical jobs but also more tasks that require analysis are being automated; for example, the profiling of information of people online to use the data to direct ads to them that align with and impact their consumer habits.

In 2018, an AI system analyzed the most awarded commercials in the last 15 years and used the information to write the script for a Lexus ad. The results were impressive for a machine, and it leads us to question what jobs humans can do that machines cannot in a not-so-distant future.

Some intellectual activities can be mechanical and therefore performed by a machine, such as the compilation, data analysis, and pattern identifications that the AI system utilized to write the script for the Lexus ad. However, the creative thinking and artistic sensibility to direct the ad could only be executed by a human, in this case, the director Kevin Macdonald.

The demands of the modern labor market require that intelligence tests must register and measure more than just mechanical and intellectual skills. They also need to consider everything related to soft skills, now rebranded as “power skills.” We must learn how to measure and nurture creative thinking, social intelligence, emotional intelligence, and other qualities beyond the existing educational standards.

We must abandon the idea of measuring a person’s worth by just one IQ, or seven types of intelligence measurements, or even fifteen or thirty. What we need in these tests is that they assess the diverse ways in which people approach knowledge and problem-solving and how these can be taught. Otherwise, intelligence tests will continue to be a tool for proponents of social dominance instead of the educational resource that would improve the acquisition of knowledge for a better world.

Information Reference: https://observatory.tec.mx/edu-news/iq-tests

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Enseñanza en la era de la posverdad

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

Por: Paulette Delgado

La Real Academia Española define la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y enactitudes sociales”. La Fundéu BBVA la describe como lo “relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Es decir, las personas están más inclinadas a creer cosas que se sienten verdaderas aunque haya evidencia que indique lo contrario.

En la “Era de la posverdad”, las escuelas deben ayudar a los estudiantes a deconstruir lo que ven en los medios y las redes sociales y aprender a buscar evidencia de su veracidad, incluso si esos datos no respaldan su afirmación. Este tipo de habilidades de evaluación son más importantes que nunca en la actualidad donde hay mayor acceso a evidencias aportadas por el campo científico y académico.

Al tener tantas opciones con tantos puntos de vista diferentes, es fácil elegir o preferir aquellas que refuercen lo que pensamos. Si bien la posverdad ha existido durante años, el internet exagera sus efectos con sus algoritmos que crean “burbujas de filtro”. Estos filtros estudian a la persona para ofrecer artículos o información similar a la que anteriormente se hizo clic o que les dieron “me gusta”. Gracias a estos algoritmos, que se pueden encontrar en todas partes desde las redes sociales hasta las búsquedas en internet, la información que vemos en internet solo refuerza las mismas ideas en las que creemos.

En un mundo perfecto, los algoritmos ofrecerían una gama equilibrada de artículos con diferentes puntos de vista, pero, como la realidad no es así, la responsabilidad de equipar a los alumnos con las herramientas necesarias recae, principalmente, en los educadores. Los docentes deben buscar que el alumnado esté expuesto a diferentes puntos de vista y darles las herramientas necesarias para evaluar la información que reciben y las bases para poder crear diferentes posiciones y argumentos.

Un estudio realizado por Sam Wineburg en la Universidad de Stanford, muestra que los estudiantes no poseen las habilidades para detectar sesgos y noticias falsas, así como tampoco para evaluar afirmaciones verdaderas. Otra encuesta realizada por Joseph Kahne de la Universidad de California, Riverside y Benjamin Bowyer de la Universidad de Santa Clara, mostró resultados similares: los estudiantes prefieren buscar evidencia que se alinee con sus propias creencias o apoye su punto de vista que puntos de vista opuestos.

Una forma en que los educadores pueden abordar esta era de la posverdad es enseñando alfabetización mediática crítica. Este conocimiento alienta a los estudiantes a interrogar textos y publicaciones por sesgos de pensamiento y preguntarse si pierde otros puntos de vista.

Esto no quiere decir que no hay verdad ni conjuntos de conocimiento, sino que debemos ser mucho más rigurosos y críticos ante supuestas verdades. Los estudiantes deben aprender que los hechos existen y desarrollar su pensamiento a través de ellos con una visión crítica así como con evidencia y lógica.

Un enfoque de alfabetización crítica también debería enseñar a los estudiantes a consumir y producir información y conocimiento a través de la colaboración. A lo largo de extensos proyectos de investigación, así como al enseñarles sobre prejuicios y propaganda, estarán más equipados para pensar, evaluar y reflexionar sobre las fuentes que podrían dispersar.

De esta manera, los estudiantes se convertirán en ciudadanos críticos e informados en un mundo progresista. Así, los estudiantes podrían verse a sí mismos como agentes auto-actualizados en lugar de consumidores pasivos de información.

Además, al enseñar a los estudiantes a razonar y buscar evidencias, los educadores los apoyan para enfrentar el desafío de mantener los principios de la democracia. Al enseñar a los estudiantes a sopesar los hechos, considerar diferentes puntos de vista, formar una opinión y luego articularla para que puedan responder a aquellos que no están de acuerdo con evitar la polarización.

En un tiempo en el que todos estamos expuestos a algoritmos sesgados y políticas polarizadas, se necesitan más que nunca, habilidades de análisis, debate y alfabetización crítica.

¿Has abordado el tema de la posverdad en tu clase? Compártenos cómo enseñas a tus estudiantes la importancia del análisis, el debate y pensamiento crítico.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/enseanndo-en-la-era-de-la-posverdad

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