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España: Caja de resistencia, estrategia para un sindicalismo de contrapoder

Por: Gessamí Forner

 

Los sindicatos vascos ELA, LAB, ESK y la central gallega CIG disponen de cajas de resistencia. La Intersindical catalana y la aragonesa Osta la están implementando. CGT y CNT abordarán este año en sus respectivos congresos la necesidad, o no, de activar un fondo solidario estructural.

Hubo 606 huelgas el pasado año, según los datos del Ministerio de Trabajo. El 47% se convocaron en la Comunidad Autónoma Vasca (224) y Navarra (59). Juntos, estos dos territorios apenas llegan a sumar 2,8 millones de habitantes. Representan el 6% de la población total del Estado. Los números y porcentajes importan: cuántas huelgas se convocan, cuántos trabajadores las secundan, cuántas jornadas no trabajadas acumulan, qué salario medio tiene dicha población y qué tasa de paro hay. Los números arrastran a la siguiente pregunta: ¿por qué Euskadi tiene un ecosistema de conflictividad laboral propio? Más allá de buscar respuestas sesgadamente ideológicas —“hay sindicatos soberanistas, a mí no me interesan”— y tratar de desprestigiarlos, los sindicatos mayoritarios vascos, ELA y LAB, y también uno más pequeño pero igualmente combativo, ESK, saben que los números importan, y mucho, cuando toca hablar de dinero y conflictividad laboral. Disponen de las cajas de resistencia más amplias del Estado. Son un espejo donde se miran de reojo otros sindicatos de contrapoder. Su estrategia de resolución de conflictos es radicalmente distinta a los sindicatos más representativos del Estado, CC OO y UGT.

El sindicato ELA es el mayoritario en el País Vasco. Cerró el pasado año con 100.925 trabajadores afiliados y el 41% de delegados, seguidos por LAB (con un  20% de representación), CC OO (19%) y UGT (10%). Como les gusta decir en ELA, ni el Athletic tiene tantos socios. Su presupuesto anual ascendió a 22 millones, de los cuales el 92% corresponden a las cuotas. La suya es la más elevada del Estado: 23,64 euros la ordinaria. La reducida (11,82 euros) es más alta que la estándar de la mayoría de sindicatos, sean grandes, pequeños, estatales o territoriales. A pesar del precio, las nuevas afiliaciones provienen precisamente de los sectores con salarios más precarios.

De las cuotas, ELA destina el 25% a la caja de resistencia. Eso implica que de los 20,2 millones de euros de fondos de cuotas, 5.060.000 millones de euros fueron a parar a la caja de resistencia en 2021.

A cuánto asciende la cuenta corriente de la caja de resistencia de ELA es uno de los secretos mejor guardados de Euskal Herria, que solo conocen tres personas. “Puedes especular todo lo que quieras en el artículo, no lo vamos a decir, ni yo mismo lo sé”, señala a El Salto Joseba Villarreal, responsable de elecciones, afiliación y movilizaciones. Decirlo sería dar ventaja al contrincante, la patronal vasca y navarra.

Lo que sí afirma es que tener una cuota alta fue una decisión estratégica que ya consideran histórica: “Cuando Comisiones Obreras puso una cuota de 50 pesetas, nosotros pusimos de 200. Sin cuota, no hay caja. Sin caja, el conflicto necesariamente es de otra manera y, a nuestro entender, no puede haber un sindicato autónomo, independiente y de contrapoder sin caja de resistencia, porque ese punto solo te lo da el dinero”, resume Villarreal.

Sabe que hay gente —empresarios, la patronal— que ha especulado sobre cuánto debe durar una huelga en Euskadi para que se agote la caja de solidaridad de ELA. Zanja la cuestión advirtiendo de que “los únicos que no vamos a sufrir en ese camino somos nosotros”. Prueba de ello son los 17 afiliados que están llevando a cabo la huelga más larga actualmente en Europa, en la empresa Novaltia, la distribuidora de medicamentos en las farmacias vizcaínas. Hoy cumplen 1.013 días en huelga indefinida. Cuando empezaron, no cobraban ni el SMI actual, tenían un salario de 950 euros mensuales. Su abogado anunció ayer una sentencia favorable, que multa a Novaltia con 120.000 euros por daños morales y perjuicios, al entender que la gerencia ha vulnerado el derecho a huelga —premiando económicamente el esquirolaje, entre otras cosas—. El letrado, Héctor Mata, espera que esta amonestación suponga un antes y un después en una empresa cuya gerencia no ha querido sentarse a negociar un convenio de empresa paupérrimo. La caja de resistencia sigue sin despeinarse.

La CIG, solidaridad desde 1994

La central gallega CIG surgió de una fusión de dos sindicatos en 1994. Uno tenía caja, otro no. Desde entonces, la CIG tiene caja de resistencia, la tercera más antigua del Estado —la segunda, de 1985 es de USO—. Puede que sea casualidad o puede que no, pero la CIG también es el sindicato mayoritario en Galicia (76.801 afiliados, 4.767 delegados, el 30% de representación, a cierre de diciembre de 2021). Su cuota ordinaria es de 12,60 euros, la reducida son 5,90 euros y la simbólica, para gente sin ingresos y jubilados, es de 3,05 euros. Destinan el 10% de las cuotas a la caja de resistencia. Por lo que especulando, el año pasado ingresarían unos 800.000 euros destinados a sostener huelgas.

Su secretaria de organización, Susana Méndez, considera que la caja “es una herramienta fundamental para que la clase trabajadora pueda pelear por sus derechos sin ver mermadas sus condiciones materiales, que la huelga no suponga un freno a esa lucha y que sea una ayuda para fomentar la participación, más en una situación de precariedad, salarios bajos e inflación, en la que quedar unos días, unas semanas o incluso unos meses sin ingresos puede generar una situación problemática”. El pasado año, la huelga de Alcoa en el municipio de San Cibrau acabó extendiéndose a las empresas auxiliares y a toda la comarca. “Tenemos muchas huelgas, estamos en plena crisis, sobre todo en la zona norte”, explica. Sus cuotas, añade, se ajustan a la realidad gallega, “no podemos compararnos con Euskadi”.

El sindicato ESK, con 6.000 afiliados y una cuota estándar de 45 euros trimestrales, se fundó en 1985 y fue la segunda central vasca en establecer un fondo económico. Desde 2007, destina a la caja el 5% de las cuotas, explica su portavoz, Igor Mera.

El sindicato vasco LAB dispone de caja desde hace diez años. “En una década hemos ayudado a unas 3.000 trabajadoras y trabajadores. En caso de huelga, cubre 30 euros diarios (entre 900 y 930 euros al mes), con dos particularidades: pagamos 30 euros con independencia de si son jornadas parciales o completas y tenemos un tope de 1.500 euros y, lógicamente, la ayuda a percibir no puede superar el salario del trabajador”, explica su secretario general adjunto, Igor Arroyo. Asimismo, la caja cubre multas y sanciones derivadas de la acción sindical, hasta un máximo de 15.000 euros. “Le damos importancia a resistir en las huelgas y a que estas sean activas, lo cual implica un riesgo de recibir multas”, señala.

Más allá del funcionamiento de la caja, Arroyo pone marco teórico a la decisión de implementarla: “El proceso de precarización empezó en los años 90 con la aprobación de las ETT y se está acelerando con las plataformas digitales y la ofensiva de 2008 de pauperización de la clase trabajadora”. Además, en 2017 realizaron un proceso de reflexión para pensar cómo sindicalizar a las trabajadoras más precarias. De dicho proceso surgieron alianzas con la plataforma estatal de riders y con trabajadoras del hogar. El pasado año tuvieron por primera vez más afiliadas que afiliados y en febrero anunciaron un nuevo sistema de cuotas, por cinco tramos de ingresos, que van desde los 21,33 euros para sueldos superiores a 2.001 euros a 5 euros para ingresos inferiores a 705 euros.

Dos sindicatos territoriales se encuentran en proceso de implementar cajas de resistencia. La Intersindical catalana y los aragoneses Osta. Sergi Perelló explica que la Intersindical ha pasado en cuatro años de mil a 6.000 afiliados, debido al empujón político de 2017 —Catalunya tiene una mayoría sindical españolista y un sindicato de contrapoder asentado como es la CGT, entroncado en el anarcosindicalismo histórico de este territorio y que este año ha alcanzado las 20.000 afiliaciones—. La cuota de la Intersindical es de 10 euros y en enero de 2020 aprobaron empezar a preparar la caja, donde ya han depositado una cantidad importante que han doblado este año —El Salto la conoce y se reserva la información—. “Estamos preparando el músculo para que cuando el órgano nacional apruebe el reglamento de funcionamiento de la caja de resistencia ya haya un remanente”, destaca Perelló.

El secretario general de Osta, David Lázaro, explica que son la tercera fuerza en Arazón, con el 10% de delegados. Este sindicato chiquitín —4.500 afiliados— tiene una cuota de 11,90 euros mensuales y decidió en noviembre destinar el 5% al fondo de resistencia.  “Llega un momento en las plantillas de las grandes empresas en que el modo de operar de Comisiones y UGT es agotar y amenzar con la huelga, pero no llevarla a cabo casi nunca, por lo que los trabajadores se ven abocados a firmar la propuesta sin otra alternativa. Creemos que las cajas de resistencia son un apoyo a los afiliados para que puedan mantener la presión, movilizarse más y conseguir mejores acuerdos, porque la patronal sabe que sin caja de resistencia detrás es difícil mantener una huelga”, explica. Llevan cuatro años haciendo músculo; han optado por no decir la cifra.

Competencia virtuosa, debate en el congreso

El economista Endika Alabort, de CNT Bilbao, utiliza el concepto de “competencia virtuosa” para describir el ecosistema vasco, ese en el que hay un montón de sindicatos y muchísimos más afiliados que en cualquier otro lugar, además de las 283 huelgas. “Es un término bonito que explica de forma adecuada que si el resto de sindicatos funcionan y utilizan la huelga, o la utilizas tú también, o te quedas atrás”, señala. A más conflictividad, más conflictividad. Y mejores logros.

CNT en el País Vasco no dispone de caja, pero cubre todos los gastos jurídicos derivados de conflictos laborales y observa cómo la afiliación crece “y se complejiza”. “Hace 15 años gestionábamos reclamaciones de cantidades; ahora ERTE, concursos y convenios colectivos e incluso pactos de fin de huelga, sobre todo, en Bizkaia”, añade. Coincide en su análisis con Òscar Murciano, de CGT Catalunya: “Hay un efecto muy interesante en Euskal Herria y Catalunya, la conflictividad no espanta, al contrario, cuanto menos se edulcora el lenguaje y las formas en el mundo laboral, aumenta la conflictividad y mejora la organización de los trabajadores. La prueba es Euskadi”, asegura. En Catalunya se convocaron 98 huelgas en 2021; 48 en Galicia a pesar de tener solo 2,6 millones de habitantes; 62 huelgas en la Comunidad de Madrid.

El secretario general de CNT, Antonio Díaz, adelanta que el próximo diciembre en Granollers celebrarán su congreso anual, donde una de las ponencias será abordar la creación, o no, de un fondo económico solidario y confederal.

En junio, CGT tratará el mismo asunto en Zaragoza en su congreso. Murciano defenderá la creación de un mecanismo estructural y seguramente recordará que la huelga del teléfono 112, en la que participó CGT Catalunya, supuso un aumento salarial del 22%.

Hasta ahora, tal y como recuerda Pepe Aranda, secretario de organización de esta organización, las cajas existen de forma sectorial, como en el ferroviario y la banca. Él mismo pertenece al sector ferroviario y abona euro y medio al mes para ese fondo, que no sale de la cuota obligatoria confederal. Previsiblemente el debate versará sobre si sería positivo aumentar la cuota obligatoria para crear un fondo estructural. De momento, la cuota ordinaria asciende a 11,78 euros.

Funcionamiento de la caja de resistencia de ELA

La caja de resistencia se considera un derecho objetivo de los afiliados. Tiene estatuto propio, que establece que a partir del tercer día de huelga cobras lo que te corresponde desde el primer día. Hay tres tipos de pago: ordinario (1.243,59 euros), reforzado (1.430,13 euros; se abona cuando más del 30% de los huelguistas son afiliados a ELA) y extraordinario, utilizado para conflictos estratégicos para la dirección del sindicato. La última vez que se aprobó fue para la huelga del mantenimiento de limpiezas en carretera de Gipuzkoa (2.488,26 euros). ELA tiene caja de resistencia desde 1996, cuando se legalizó el sindicato. Cuenta con reglamento propio desde 2001. Nadie puede ganar más estando en huelga que trabajando.

El mito de los sindicatos grandes

Comisiones Obreras ha facilitado sus datos de afiliación a El Salto: de 920.870 en 2017 ha pasado a 970.025 en 2021. Tienen seis tipos de cuotas en función de los ingresos, desde los cuatro euros y medio de la súper reducida (23.000 personas) a los 14,05 euros de la ordinaria (660.333 afiliados). En total, el pasado año ingresaron con cuotas 140 millones que se reparten entre la estructura jurídica, las distintas organizaciones, 17 territoriales y seis federaciones sectoriales.

Hay organizaciones territoriales, como CC OO Euskadi, que tiene caja de resistencia, pero no disponen de un fondo estructural. Su secretario de organización y extensión sindical, Agustín Martín, desea aclarar que “ese mantra de sindicatos subvencionados poco tiene que ver con la realidad”. El BOE establece los criterios por representación que el Estado debe otorgar a los sindicatos. El pasado año fueron 17 millones a repartir, de manera proporcional. “Nos tocaron 6,9 millones”, indica.

Considera que es poco y que “no tiene correlación con lo que recibe el sindicalismo europeo, lo de España no tiene nombre, pensamos que el sindicalismo debería de estar más reconocido debido a que hacemos un trabajo que redunda en beneficio de la población”. Lanza un dardo a las organizaciones profesionales agrarias, que no solo están totalmente subvencionadas, sino dopadas de recursos públicos”. Defiende una ley de participación institucional que aclare su labor en el marco de la Constitución.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/sindicatos/caja-resistencia-estrategia-sindicalismo-contrapoder

 

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Educación y discapacidad: lucha y resistencia contra la exclusión

Por: ERICK JUÁREZ PINEDA

«Lamentablemente, en la educación especial existe un paulatino pero constante desmantelamiento de servicios enfocados a esta población…»

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis, 2019), dos de cada 10 personas con discapacidad no saben leer ni escribir, apenas 40 de cada 100 terminan la primaria y sólo siete de cada 100 tienen estudios de educación superior.

El ejercicio del derecho a la educación especial enfrenta retos aún más grandes que la educación regular. La lucha por su defensa, visibilización e inclusión real en las políticas y acciones públicas se tornan cada día más complicadas, pues aunque en las leyes se ha reconocido su importancia y necesidad, en la práctica no sucede así.

Las exigencias de aquellas personas que requieren acciones y materiales específicos –ya sea por alguna discapacidad física o intelectual o, incluso, por ser sobresalientes–, aún no pueden ser cubiertas por nuestro sistema educativo.

Estas carencias se han venido revelando de manera más constante gracias a la pandemia y el modelo de educación a distancia, pues las desigualdades generadas y la poca sensibilidad de las autoridades educativas nos han llevado a un momento muy crítico.

Lamentablemente, en la educación especial existe un paulatino pero constante desmantelamiento de servicios enfocados a esta población, una enorme falta de expertos y docentes que atiendan sus necesidades en las escuelas y la insuficiencia de materiales e infraestructura escolar. Ello se agrava cuando hay nula voluntad política y administrativa para resarcir estas desigualdades y una franca invisibilización de sus resistencias y exigencias.

Además, resulta más preocupante cuando se sabe que 99 por ciento de las personas con discapacidad que asisten a la escuela en México lo hacen en una institución pública y el fortalecimiento de sus trayectorias y la construcción de entornos educativos incluyentes, parece no ser prioridad para la Secretaría de Educación Pública (SEP) (Hermidia, 2022).

La reforma educativa de 2018 trajo falsas esperanzas. Por un lado, se reconoce en la Constitución y la Ley General de Educación que la educación especial es fundamental en la búsqueda de la justicia y la equidad; sin embargo, parece letra muerta, pues las acciones emanadas desde las instancias gubernamentales caen en la omisión o la mala ejecución de las políticas públicas, lo que genera una doble victimización y la continuidad de modelos excluyentes y poco empáticos.

Esto también se ve reflejado en la reciente discusión y construcción de los nuevos planes y programas de estudio, donde no se tomaron en cuenta los amplios sectores organizados de personas con discapacidad ni hubo apertura a propuestas independientes de gran valor pedagógico.

Recientemente, el colectivo Educación Especial Hoy advirtió que, aunque la política de inclusión educativa ha transformado la percepción que se tiene del alumnado con discapacidad, lamentablemente casi todas las acciones de la SEP se han centrado en el magisterio, a cuyos miembros se les sigue utilizado para lavarse las manos y deslindarse de sus responsabilidades reduciendo la inclusión a un asunto de vocación y échaleganismo magisterial (2020).

Los retos políticos, administrativos y educativos parecen interminables. Sólo la organización colectiva e independiente puede mejorar el rumbo. No dejemos a nadie atrás.

 

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Movimiento altermundialista choca con la pandemia

Por Sergio Ferrari

El Foro Social de las Resistencias reducido al formato virtual

La pandemia volvió a jugar una mala pasada al movimiento altermundialistamovimiento altermundialista. El Foro Social de las Resistencias, previsto entre el 26 y el 30 de enero en Porto Alegre, Brasil, solo podrá realizarse virtualmente.

A última hora, los organizadores debieron posponer para abril próximo la parte presencial de la convocatoria con la que se intenta conmemorar los 20 años de la creación del Foro Social Mundial (FSM). El país sudamericano contabilizó a mitad de la penúltima semana de enero en torno de 150.000 nuevos casos diarios de Covid, lo que constituye un récord desde el inicio de la crisis sanitaria.

El impacto del Ómicron en Brasil conspiró contra el Foro Social de las Resistencias, al cual habían confirmado su presencia representantes de numerosas organizaciones y movimientos sociales brasileros y latinoamericanos, así como delegada-os de diversos países. El programa original contemplaba catorce asambleas de convergencia e incluía, en paralelo, un Foro Social Justicia y Democracia. El nuevo programa del Foro Social de las Resistencias, rediseñado para su formato digital, fue anunciado el 23 de enero en el sitio oficial del mismo (https://www.forumsocialdasresistencias.org.br/_files/ugd/fb3f63_84e4d86c5c3b4e569d3f43c028edfcea.pdf ).

Se confirma el FSM para mayo en México

Ya está confirmado en el programa virtual, para el sábado 29 de enero, el Encuentro Transnacional de Redes en Camino hacia el Foro Social Mundial de México. “Lo proponemos como un espacio de encuentro que reúna a actores sociales de todo el mundo”, precisa Carminda Mac Lorin, directora general de la organización canadiense Katalizo (https://www.katalizo.org/ ) y una de las promotoras de esa convocatoria virtual. El objetivo es reflexionar sobre los contenidos que deberían integrar el programa del próximo Foro Social Mundial que se realizará entre el 1 y el 7 de mayo próximo en México, señala Mac Lorin en entrevista vía telefónica.
“Tenemos el convencimiento de que los foros sociales son llamas de esperanzas para la sociedad civil planetaria, especialmente en esta etapa tan compleja de la humanidad, explica la directora de Katalizo. Y agrega: “Nos proponemos, especialmente, crear espacios para que los jóvenes y los movimientos sociales que siguen promoviendo centenas de luchas locales y regionales en todo el mundo, puedan compartirlas, promoviendo agendas y confluencias”. Mac Lorin, quien además integra el Consejo Internacional del FSM, jugó un importante papel en la organización del FSM de Montreal, Canadá, en 2016.

Aunque reconoce “las dificultades y los obstáculos que la pandemia también le ha impuesto a la movilización social a nivel planetario”, ve señales de optimismo en amplios sectores de la juventud que quieren participar y reforzar los procesos de transición, especialmente en lo social y lo climático. “Teníamos previsto estar presentes en el Foro de las Resistencias de Porto Alegre con un grupo de jóvenes canadienses. A pesar de que no fue posible concretar el viaje por el cambio de programación debido a la pandemia, ya estamos preparando una delegación de un Colectivo de la juventud de nuestra provincia, Quebec, para participar en la convocatoria de México”, señala.

La activista altermundialista anticipa que el próximo FSM en la capital azteca contará con una fórmula híbrida, es decir, con actividades presenciales y otras virtuales. Será esencial integrar, subraya Mac Lorin, las experiencias del último Foro Social Mundial, que se realizó en enero de 2021 de forma totalmente virtual. Dicha convocatoria reunió a casi 10 mil participantes de 1.300 organizaciones de 144 países, quienes organizaron 800 actividades en línea.

Movimientos globales, confiados

El 27 de noviembre último, representantes de Movimientos Globales de África, Asia, Europa y América se reunieron con el Grupo Facilitador (grupo local de organización) del FSM de México y con miembros del Consejo Internacional del FSM. En esa cita digital se ratificó la convocatoria de mayo y se adoptaron mecanismos para que los muy diversos movimientos y organizaciones sociales se involucren activamente en los preparativos de la misma.

Además, se actualizó la agenda de las actividades que dichos movimientos sociales planean impulsar en los cuatro continentes hasta la cita en México. Por otra parte, se aprobó la constitución de cinco comisiones para asegurar el éxito del evento: programación; comunicación y difusión; movilización; sistematización, así como la que debe asegurar la implementación del método híbrido, es decir presencial y virtual, del evento alter mundialista.

Varios de los participantes en esa reunión preparatoria compartieron su preocupación con respecto a la posibilidad de que, al llegar a las fronteras mexicanas, periodistas y miembros de los movimientos sociales sean discriminados mediante restricciones migratorias y exploraron maneras de evitarlo.

A veinte años de su nacimiento en Brasil, el FSM, sin duda el principal espacio del movimiento altermundialista, se confronta no solo con la pandemia sino también con los retos de su propia sobrevivencia. No faltan las voces críticas: algunas señalan que el proceso que nació en Porto Alegre en 2001 ya está agotado; otras, proponen revisar la Carta de Principios (https://transformadora.org/es/sobre/principios ) que desde hace dos décadas enmarca conceptualmente al FSM, con la idea de que un cambio de la misma podría generarle una nueva dinámica a este espacio internacional.

Queda una rica historia de 20 años con decenas de encuentros multitudinarios — Porto Alegre, Mumbai, Nairobi, Belém de Pará, Dakar, Túnez, Montreal, entre otros. El de Salvador de Bahía, en marzo de 2018, fue el último con formato presencial y reunió a más de 80 mil participantes. Historia que reúne, también, centenas de encuentros temáticos, regionales y continentales, así como trascendentes movilizaciones ciudadanas en los más diversos rincones del planeta.

Dado por muerto – en muchas ocasiones –, por sus detractores, el FSM, concebido en 2001 como el “Anti Davos del Sur” (en contraposición al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza) y siempre convencido de que Otro Mundo es Posible, se resiste a claudicar.

Aunque diezmado, continúa luchando por su existencia e intenta seguir dinamizando diversos actores sociales planetarios para encontrar alternativas viables a un sistema hegemónico ciego climáticamente y sordo ante las injusticias estructurales predominantes.

Movimiento altermundialista choca con la pandemia

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“Abya Yala…”, un libro para cambiar la geografía mental

Por: Pressenza

“Que este grandioso libro, reuniendo el relato de las guerras de destrucción del mundo amerindio, consiga despertar en todos nosotros el valor necesario para gritar ¡BASTA!”

Ailton Krenak. indígena, ambientalista, maestro y escritor

 

“Abya Yala, genocidio, resistencia y sobrevivencia de los pueblos originarios de las Américas”¹, es un libro imprescindible para conocer la historia no contada de los pueblos de este continente: la del 90% de indígenas cruelmente muertos por los conquistadores europeos; la de la resistencia y sobrevivencia ejemplar de esos mismos pueblos hasta hoy.

Sus autores son Marcelo Grondin (95) y Moema Viezzer (84), consecuentes luchadores y compañeros de vida. Moema es educadora popular, feminista, y autora de “Si me permiten hablar”, el libro más vendido en Bolivia después de algunos textos religiosos. Marcelo es sociólogo, economista, historiador y autor de varios libros entre los que se cuentan una gramática quechua y otra aymara.

En la entrevista que compartimos hoy, ambos siguen conmoviéndose al recordar los descubrimientos que fueron haciendo en su investigación, los desencantos que sufrieron y el entusiasmo que los anima ante el fortalecimiento de la presencia indígena en todo el continente y el proceso de decolonización en gestación.

Tras repasar las cifras de víctimas en las cinco regiones estudiadas (Caribe, los Andes, Méjico, Brasil y EEUU), Marcelo afirma que “el genocidio continúa”, impulsado por la permanente apropiación de tierras en todos los países. “Vivimos en un territorio robado”, dice. Y agrega: “No podemos cerrar los ojos. Nosotros tenemos responsabilidad en este genocidio.”

Después, siguiendo el contenido del libro, hablarán de la tierra, la lengua, la diversidad, del ejemplo de Bolivia, del necesario aporte indígena al proceso mundial. Propondrán “cambiar la geografía mental” y manifestarán su anhelo de que la resistencia que crece en todo el continente, lo transforme más temprano que tarde en Abya Yala, tierra que florece, tierra madura.

Los invitamos a disfrutar de este cálido encuentro (con interpretación al español) en el que sus protagonistas nos dicen lo que saben, nos confían lo que sienten, nos leen un poema en quechua, un ruego en guaraní y, en definitiva, nos ofrecen generosamente un valioso trabajo. “Es la primera vez que hablo así”, dice Marcelo sobre el final de la entrevista y Moema lo ratifica, feliz.

Nosotros les agradecemos a los dos la confianza, y sobre todo lo que han hecho hasta aquí y lo que siguen haciendo.

Interpretación al español de Savio Bezerra y Graça Pinheiro

Edición digital en español
Edición en portugués: Libro físico | Edición digital

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

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12 de octubre: Cómo era realmente América antes de la llegada de Cristóbal Colón

Cuando Cristóbal Colón llegó al otro lado del Atlántico un 12 de octubre de 1492, el “nuevo mundo” era un lugar complejo, diverso y fascinante.

Al contrario de lo que hicieron creer muchos europeos de la época, el continente estaba muy poblado y acogía sociedades dinámicas cuya sofisticación,en muchos casos, no tenía paragón en Europa.

En América vivían entre 40 y 60 millones de personas, según estimaciones recientes, las cuales hablaban cerca de 1.200 idiomas distintos, agrupados en unas 120 familias lingüísticas, cuenta a BBC Mundo Charles C. Mann, autor del libro “1491 – Una nueva historia de las Américas antes de Colón”.

Desde estructuras sociales igualitarias, pasando por el manejo forestal y el dominio de la ingeniería y la matemática, los pueblos originarios de la región ayudaron a tejer parte del mundo que vivimos hoy.

Como el maíz, un invento mesoamericano que revolucionó la alimentación y se convirtió en un elemento esencial de la dieta mundial.

Tanto es así que “la domesticación y la manipulación genética de plantas es la tecnología más impresionante desarrollada por los indígenas en América”, dice el arqueólogo estadounidense Kurt Anschuetz a BBC Mundo.

Las plantas, entre otras, también son prueba de la existencia de un rico comercio entre el norte y el sur, aunque los arqueólogos aun no saben explicar exactamente cómo plantas domesticadas en la Amazonía, como el tabaco, llegaron a la región de Canadá o el cacao mesoamericano al sur del continente.

En el choque entre los dos mundos que siguió a la llegada de los europeos, se perdieron muchas de las forma de vida y de las estructuras que construyeron, dejando incógnitas que los expertos aun intentan resolver.

Este es uno de los motivos porque es muy difícil encapsular en su totalidad quién vivía y cómo era la extensa América precolombina.

Por eso, en este especial de BBC Mundo nos centramos solo en una selección, hecha con ayuda de antropólogos y arqueólogos, de las culturas más grandes e influyentes del continente justo antes de la llegada de los españoles y los portugueses.

La mayoría dejaron muchas evidencias arqueológicas, a excepción de los pueblos amazónicos. Sin embargo, descubrimientos recientes sobre estos últimos están cambiando lo que se creía sobre la vida en el continente.

https://www.bbc.com/mundo/resources/idt-36af0f00-a464-4e05-8abc-0af6f62c5e3f

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La resistencia de las jóvenes africanas más allá de las fronteras

Por: Anred

Una nueva generación de mujeres utiliza Internet para movilizarse, organizarse y unirse en sus luchas para enfrentar una opresión profundamente arraigada por el poder patriarcal. Por Rosebell Kagumire.


A principios de 2020, justo antes de que la pandemia se convirtiera en la palabra y la vida, las jóvenes ugandesas acudieron a Twitter para denunciar a los hombres que supuestamente las habían acosado y, en algunos casos, agredido sexualmente. Estos hilos en Twitter causaron un gran impacto más allá del mundo online y rompieron el silencio nacional sobre los abusos sexuales generalizados en el país.

Por primera vez, las jóvenes hablaban al unísono, aunque en algunos casos solo momentáneamente. Compartieron sus experiencias vividas como supervivientes de la violencia sexual y no hubo duda de que muchos de los que denunciaron como violadores habían atacado a varias jóvenes. Este fue el momento #MeToo de Uganda, aunque el impulso para la rendición de cuentas ha sido una lucha larga y difícil. Estas jóvenes se apoyaron en la valentía de las mujeres que habían contado sus historias anteriormente a pesar de la ira pública a la que se enfrentaron.

La joven activista Sheena Bageine asumió la responsabilidad por aquellas que aún no podían hablar públicamente de su experiencia. Recibió sus historias y las publicó anónimamente. Sheena fue detenida, pasó una noche en un calabozo de la policía, y posteriormente fue acusada de comunicación ofensiva y ciberacoso. Así es como opera el poder patriarcal, desde el silenciamiento en la red hasta sistemas estatales dispuestos a «dar una lección» a las mujeres que se niegan a callar.

Las jóvenes ugandesas respondieron, desde abogadas hasta especialistas en salud mental y guerreras de las redes sociales, y el hashtag #FreeSheena alcanzó una gran popularidad. En pocas horas, se había convertido en un problema para la policía implicada, que la dejó en libertad bajo fianza. El caso de Sheena sigue abierto. Pero las acciones de sus compañeras y la solidaridad que suscitó demuestran la agilidad de la movilización de las mujeres jóvenes en la era digital, a pesar de las arraigadas hegemonías que aún prevalecen en la vida cotidiana.

Esta valentía se ha inspirado en la audacia de una larga lista de mujeres organizadoras y resistentes. En los últimos años, la Dra. Stella Nyanzi, poeta y académica, ha marcado la pauta de lo radicales que pueden ser las mujeres jóvenes si así lo desean. Ha retomado viejas formas de negarse a la civilidad cuando se trata de quienes abusan del poder. En un poema en Facebook, describió desafiantemente al presidente de Uganda calificándolo como un par de nalgas por no proporcionar toallas sanitarias a las adolescentes que habían abandonado la escuela. Fue detenida, juzgada y encarcelada durante más de un año.

Millones de mujeres jóvenes de todo el continente africano han encontrado una voz común para la creación de comunidades, la organización y la movilización, aprovechando el aumento constante de la difusión de Internet y la proliferación de teléfonos inteligentes más baratos.

A pesar de ser menos numerosas que sus homólogos masculinos en Internet, no se puede pasar por alto la indignación y organización audaces de las jóvenes africanas. El acceso a la información siempre ha sido clave para el despertar de cualquier conciencia. Para esta generación, a pesar de las disparidades económicas y digitales que aún persisten, el acceso a la información es mucho más rápido que para sus propixs progenitorxs.

Al ver que otras jóvenes se atreven a cruzar las líneas que definen el comportamiento cívico que se espera de las mujeres, ellas también encuentran coraje para unirse a pequeñas pero crecientes comunidades. Los espacios online han permitido la organización panafricana. Una protesta en Namibia o Sudán puede conocerse rápidamente en otros países en cuestión de horas o días, donde otrxs pueden encontrar formas de mostrar su solidaridad.

Según un informe del Afrobarómetro de 2019, la proporción de mujeres que utilizan regularmente Internet se ha duplicado con creces en los últimos cinco años en 34 países africanos, pasando del 11 al 26 por ciento. Pero el informe también mostró una brecha de género continua del 8 al 11 por ciento. Las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de «poseer un teléfono móvil, utilizarlo a diario, tener un teléfono móvil con acceso a Internet, poseer un ordenador, acceder a Internet con regularidad y obtener sus noticias de Internet o de los medios sociales».

Las mujeres que participan en estas plataformas se enfrentan a enormes desafíos. A menudo no son consideradas como fuentes expertas, ni siquiera por sus colegas dentro de campañas de movimientos progresistas e incluso cuando los temas tratan sobre experiencias vividas por las mujeres. Otras veces, las voces de las mujeres jóvenes son encasilladas y solo se les permite ser escuchadas en «temas de mujeres». La marginación dentro del discurso público se extiende al mundo online, donde las jerarquías de quién es escuchadx se recrean y se extienden desde el mundo offline. Muchas se retiran de las plataformas públicas y se refugian en grupos más pequeños de amigxs de confianza. Esto les niega una voz pública. Al igual que los hombres, también deben sortear la creciente tendencia al cierre de Internet y a la vigilancia por parte de los gobiernos.

A pesar de estos obstáculos, las voces feministas africanas están teniendo un impacto tanto dentro como fuera de Internet. Al igual que en el caso de los hombres, las personas con mayor acceso a Internet son mayoritariamente personas con un buen nivel educativo y lo suficientemente adineradas como para pagar los costos de acceso a Internet. Pero el creciente número de colectivos feministas, comprometidos con la colaboración y la inclusión, es un testimonio del potencial de la política inclusiva.

En algunos casos, cuestiones que históricamente han sido tratadas simplemente como «cuestiones de mujeres» están llegando lentamente al centro de la discusión política. Lxs más jóvenes del continente están presionando para que se produzcan cambios que ni siquiera sus mayores, incluidxs quienes rechazan el statu quo, están facilitando. Las voces feministas están ganando protagonismo como parte crucial de esta resistencia.

Por ejemplo, la Coalición Feminista en Nigeria se movilizó para responder a las necesidades de lxs manifestantes en las protestas #EndSARS que sacudieron Nigeria en respuesta a la brutalidad policial en octubre de 2020. Alrededor de la misma época, en Namibia, las manifestantes de #ShutitAllDown, lideradas por jóvenes, exigieron acciones para abordar el feminicidio, la violación y el abuso sexual.

Formada en 2019 durante el levantamiento popular contra el régimen de Omar al Bashir, la iniciativa #SudanWomenProtest reunió a miles de mujeres para protestar contra «la militarización, la injusticia generalizada contra mujeres y niñas, los asesinatos por razones de género y la normalización de la violencia sexual como resultado de las severas leyes discriminatorias que siguen vigentes en Sudán». Las mujeres sudanesas llevaban décadas resistiendo, pero su visibilidad en la revolución de 2019 que derrocó a Bashir produjo una «conmoción» en el mundo, ya que se hizo viral un vídeo de una mujer encima de un coche dirigiendo cánticos de protesta. En marzo de 2021, la iniciativa mantuvo la presión sobre el gobierno de transición de Sudán para que eliminara toda política sexista y discriminatoria.

Conocedoras a la perfección de las campañas mundiales de Internet como #BlackLivesMatter, #SayHerName y #IBelieveHer, las jóvenes de todo el continente han tomado sus propias iniciativas. Al igual que sus homólogas de otros lugares, han introducido perspectivas feministas interseccionales en su organización. En Sudáfrica han formado movimientos por la justicia de género, como las protestas #AmINext en respuesta a la violación y el asesinato de la estudiante universitaria Uyinene Mrwetyana en 2019. Pero las jóvenes también han sido líderes clave en los movimientos #RhodesMustFall y #FeesMustFall.

Sin embargo, fuera de internet los movimientos y colectivos de jóvenes feministas siguen marginados incluso en los movimientos de jóvenes que impulsan cambios políticos. Lxs jóvenes de África se organizan cada vez más en busca de un cambio radical en la forma de gobernar las naciones africanas, para conseguir dignidad y respeto por las opiniones de la ciudadanía. Sin embargo, sin la participación igualitaria y el liderazgo de las jóvenes feministas, esa transformación social seguirá siendo difícil de alcanzar.

Las jóvenes africanas están aprendiendo y enseñando que las luchas deben estar vinculadas y no plantear alternativas mutuamente excluyentes. En Nigeria, por ejemplo, las jóvenes activistas en medio de la campaña #EndSars contra la brutalidad policial también insisten en que #NigerianQueerLivesMatter (las vidas queer nigerianas importan).

Pedir a las mujeres jóvenes y a lxs africanxs queer que dejen de lado sus propias luchas, con el argumento de que la liberación «nacional» debe ser lo prioritario, como hicieron nuestras antecesoras una y otra vez, no es aceptable.

Las mujeres fueron fundamentales en los movimientos por la independencia y la resistencia cotidiana al dominio colonial. Pero a menudo los propios movimientos se transformaron en hegemonías de la clase política dominante. Aunque hemos aumentado el número de mujeres en los parlamentos de África hasta igualar la media mundial del 25 por ciento, el poder real tanto en el gobierno como en la sociedad está muy por debajo incluso de ese logro. La verdadera liberación de las mujeres y las minorías de las ataduras introducidas por la subversión colonial en materia de género, sigue siendo elusiva. Desde los hogares hasta los bares, pasando por las calles y los lugares de trabajo, a pesar de todos los avances logrados en el «empoderamiento de las mujeres», todavía no hemos visto la verdadera liberación de las mismas, en el sentido de que puedan caminar por este mundo libres en su propia piel y sus propios cuerpos, libres de violencia.

Con frecuencia se espera que las personas oprimidas, en este caso, las jóvenes africanas y las personas de género diverso, sean educadas al exigir que se les reconozca su plena humanidad, con frases condescendientes como «estás pidiendo demasiado».

Pero, ¿quién define lo que es demasiado para la libertad y la existencia de cualquier persona? Para Sheena Bageine y Stella Nyanzi aquí en Uganda, y para las mujeres jóvenes y lxs africanxs queer que se resisten a la deshumanización en todo el continente, la respuesta es ser «demasiado». Solo siendo «demasiado» pueden surgir nuevas grietas en el muro de las dictaduras patriarcales.


Rosebell Kagumire es escritora, bloguera premiada, activista feminista panafricana y estratega de comunicación. Es la actual coordinadora y editora de AfricanFeminism.com. También es coeditora del libro reciente El papel del patriarcado en el retroceso de la democracia, dedicado a los países de África Oriental y el Cuerno de África (disponible para su descarga gratuita). Para más información sobre su trayectoria, puede consultarse esta entrevista de marzo de 2021.

Fuente de la información e imagen: https://www.anred.org

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Haití, miseria y política en el Caribe

Por: Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

La República de Haití, en la parte occidental de una de las grandes islas del Caribe (su vecino oriental es la República Dominicana), es el tercer país más extenso de la subregión (27.750 km2), con una población que ya superó los 11 millones de habitantes (90% de origen africano) y entre la cual más del 80% vive en la absoluta pobreza.

Su realidad económica, social y política, tanto como su historia, son normalmente desconocidas en la misma América Latina, lo que acentúa el aislamiento del que ha sido víctima el país desde la época de la colonia.

En 1492 Cristóbal Colón llegó a la isla, a la que bautizó como La Española. Iniciada la conquista, la escasa población nativa fue devastada, por lo cual, desde los primeros años del siglo XVI, comenzó la importación de esclavos, literalmente cazados en África. Cuando los españoles dejaron de interesarse en esa porción del territorio, a mediados del siglo XVII la zona fue ocupada por Francia, que estableció uno de los más brutales sistemas coloniales esclavistas, que marcó el origen de la miserable condición humana de la población de la isla por entonces llamada Saint-Domingue. Se convirtió en la colonia más famosa y valiosa.

Producida la Revolución Francesa (1789) y proclamada por la Convención Nacional la libertad de los esclavos (1794), estalló en la isla la rebelión anticolonial liderada por Toussaint Louverture, que el 1 de enero de 1804 proclamó la independencia. Fue la primera revolución mundial de negros y mulatos por la libertad nacional y contra la esclavitud, además de pionera en Latinoamérica. Tan idílica situación fue novelada por Alejo Carpentier en El reino de este mundo (1949). En la realidad, para someter a los luchadores independentistas, Napoleón envió un ejército de cerca de 25 mil soldados, que finalmente fue derrotado (1803), incluso por la muerte debida al acelerado contagio de enfermedades tropicales.

La vida de la naciente república transcurriría bajo la permanente inestabilidad interna, el cerco de las grandes potencias y el asedio de los EE.UU. Francia impuso a los haitianos el pago de 150 millones de francos-oro como indemnización por la independencia, que Jean-Bertrand Aristide, primer presidente electo en la historia (1991, 1993 y 2001) reclamó, exigiendo la devolución de 21 mil millones de dólares, monto al que ascendía, en términos actuales, aquella infame reparación pagada. Tampoco puede dejar de considerarse que los EEUU intervinieron directamente con sus tropas en Haití en 1915 y que se apoderaron de la isla Navaza, del archipiélago haitiano. Imposible no hacer referencia al domino del corrupto y perverso régimen de los Duvalier (François Duvalier alias “Papa Doc”, entre 1957-1971 y su hijo Jean-Claude, entre 1971-1986), quienes establecieron un dominio terrorista interno, sostenido por los sanguinarios Tontons Macoutes. Al escapar del país, Jean-Claude Duvalier se apoderó de 900 millones de dólares que se llevó a Francia, donde se instaló y garantizó su impunidad.

Las dos obras que han marcado la historiografía sobre el Caribe y que igualmente sirven para tomar dimensión de lo que significa Haití en la geopolítica del capitalismo en América Latina, pertenecen a dos ilustres escritores y políticos: una es la de Juan Bosch y se titula De Cristóbal Colón a Fidel Castro: el Caribe, frontera imperial; otra es la de Eric Williams, titulada From Columbus to Castro: The History of the Caribbean 1492-1969. Bosch fue el primer presidente electo de República Dominicana (1962-1963) después del dominio brutal de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961). Sus posiciones progresistas y anticolonialistas siempre despertaron inquietud, de modo que en 1963 fue derrocado, siguiendo luego la invasión norteamericana (1965). Williams fue Primer Ministro de Trinidad y Tobago (1962-1981) después de la proclama de independencia de la isla (1962) y también fue anti colonialista.

La coincidencia de los títulos entre esos dos autores (además sus obras se publicaron en 1970) no descarta la igual coincidencia que tuvieron en múltiples interpretaciones. Siguiendo a Juan Bosch, España y Portugal triunfaban en el continente haciéndose de amplios territorios coloniales, mientras en el norte se establecían los ingleses (Estados Unidos) y en parte los franceses (Canadá); pero el Caribe fue, desde la llegada de Colón, la región de disputa entre todas las grandes potencias coloniales del mercantilismo de la época, que tampoco dudaron en establecer allí sus bases para llenar los mares con piratas, bucaneros o corsarios, que actuaron bien en beneficio propio o como intermediarios alentados y protegidos por los Estados colonialistas. Eso explica que las diversas islas de la subregión se caractericen por haber sido territorios colonizados por España, Francia, Inglaterra, Holanda y que en el siglo XX sean objetivos del “americanismo” estadounidense, que logró incorporar a Puerto Rico como “Estado Libre-Asociado”, largamente impuso sus intereses en Cuba e intervino directamente allí, como lo hizo en Centroamérica, para edificar el traspatio de su dominación.

De modo que Haití es un producto histórico de esa cadena de dramas y vorágines. En 2004 incluso revestida como intervención “humanitaria”, las NNUU crearon la MINUSTAH, que llegó a Haití y tampoco sirvió para la estabilidad gubernamental. Puerto Rico se mantiene vinculado a los EE.UU.; y el bloqueo más escandaloso de la época contemporánea sigue manteniéndose contra Cuba, a pesar de que las NNUU, en su reciente y última Asamblea (junio 2021), resolvió por 184 votos a favor y 2 en contra (EEUU e Israel) más 3 abstenciones (Colombia, Ucrania y Emiratos Árabes Unidos) pronunciarse por el fin de ese bloqueo que lleva décadas (se suma a las 28 resoluciones adoptadas anualmente desde 1992, https://bit.ly/2T8Aezm), que es el causante final del estrangulamiento económico de Cuba y que origina las dificultades sociales de la isla, en la que, contrariamente a lo que se cree, es precisamente gracias al socialismo que se ha impedido un deterioro mayor.

El asesinato del presidente Jovenel Moïse en Haití, ocurrido el pasado 7 de julio (2021), nuevamente se une a los episodios del escándalo, entre miseria social e inestabilidad política, que caracteriza a una república sin paz ni desarrollo. Tampoco se trata del primer episodio y la BBC recordaba, al respecto, en un interesante artículo (https://bbc.in/36tv18e), el magnicidio de Vilbrun Guillaume Sam, ocurrido en 1915, que derivó en la intervención con los marines norteamericanos y que duró 19 años. Lo que alarma en la actualidad es que la muerte de Moïse sea obra de un comando mercenario, integrado en su mayor parte por colombianos contratados por varias compañías (https://lat.ms/3AObyNn). Un hecho inquietante para América Latina, región en la cual las luchas políticas parecen “internacionalizarse” por todos los medios. No ha habido empacho alguno en proveer de armas al régimen de Jeanine Áñez en Bolivia, un asunto que involucra a los gobiernos de Mauricio Macri en Argentina y Lenín Moreno en Ecuador (https://bit.ly/3htJo2K); no hay alarma sobre la reunión del director de la CIA con el presidente Jair Bolsonaro y su gabinete en Brasil (https://bit.ly/3k7FKx8) y la abierta preocupación despertada por la “ola progresista” (https://bit.ly/3yLYXIY).

Desde luego, también se conforma plenamente una “internacional neoliberal”, impulsada por Mario Vargas Llosa a través de la “Fundación Internacional para la Libertad” (https://bit.ly/3yPwHVR) que logró reunir, hace poco, a reconocidas figuras políticas y también a los presidentes Iván Duque (Colombia), Sebastián Piñera (Chile), Guillermo Lasso (Ecuador) y Luis Lacalle Pou (Uruguay), bajo la predisposición de frenar la “pandemia populista” (https://bit.ly/3e2vD8P).

Blog del autor: http://www.historiaypresente.com/haiti-miseria-y-politica-en-el-caribe/#prettyPhoto/0/

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