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Post-Covid 19: ¿qué virtudes asumir? (IV)

Por: Leonardo Boff

 

 Este modo de vida sostenible se traduce en prácticas virtuosas que hacen real el modo sostenible de vivir. Son muchas las virtudes para otro mundo posible. Seré breve, ya que publiqué tres volúmenes con este mismo título «Virtudes para otro mundo posible» (Sal Terrae 2005-2006). Enumero 10 sin detallar su contenido, lo que nos llevaría lejos.

La primera es el cuidado esencial. Lo llamo esencial porque, según una tradición filosófica que proviene de los romanos, cruzó los siglos y adquirió su mejor forma con varios autores, especialmente en el núcleo central de Ser y Tiempo de Heidegger. En él se considera el cuidado como la esencia del ser humano. Es la condición previa para el conjunto de factores que permiten el surgimiento de la Vida. Sin cuidado, la Vida nunca irrumpiría ni podría sobrevivir. Algunos cosmólogos como Brian Swimme y Stephan Hawking vieron el cuidado como la dinámica misma del universo. Si las cuatro energías fundamentales no tuvieran el cuidado sutil de actuar sinérgicamente, no tendríamos el mundo que tenemos. Todo ser vivo depende del cuidado. Si no hubiésemos tenido el cuidado infinito de nuestras madres, no sabríamos cómo salir de la cuna y buscar nuestro alimento, ya que somos seres biológicamente carentes, sin ningún órgano especializado, necesitamos el cuidado de otros. Todo lo que amamos también lo cuidamos, y todo lo que cuidamos, lo amamos. Con respecto a la naturaleza significa una relación amistosa, no agresiva y respetuosa de sus límites.

La segunda virtud es el sentimiento de pertenencia a la Naturaleza, a la Tierra y al Universo. Somos parte de un gran Todo que nos desborda por todos los lados. Somos la parte consciente e inteligente de la naturaleza. Somos esa parte de la Tierra que siente, piensa, ama y venera. Este sentimiento de pertenencia nos llena de respeto, de asombro maravillado y de acogida.

La tercera virtud es la solidaridad y la cooperación. Somos seres sociales que no sólo viven, sino que conviven con otros. Sabemos por la bioantropología que fue la solidaridad y la cooperación de nuestros antepasados antropoides la que, al buscar alimentos y traerlos para el consumo colectivo, les permitió dejar atrás la animalidad e inaugurar el mundo humano. Hoy, en el caso del coronavirus, lo que nos está salvando es la solidaridad y la cooperación de todos con todos. Esta solidaridad debe comenzar por los últimos e invisibles, sin los cuales deja de ser inclusiva de todos.

La cuarta virtud es la responsabilidad colectiva. Ya hemos expuesto su significado más arriba. Es el momento de la conciencia en el que cada uno y toda la sociedad se dan cuenta de los efectos buenos o malos de sus decisiones y actos. Sería absolutamente irresponsable la deforestación descontrolada de la Amazonia porque desequilibraría el régimen de lluvias de vastas regiones y eliminaría la biodiversidad indispensable para el futuro de la vida. No necesitamos referirnos a una guerra nuclear cuya letalidad eliminaría toda la vida, especialmente la humana.

La quinta virtud es la hospitalidad como deber y como derecho. El primero en presentar la hospitalidad como un deber y un derecho fue Immanuel Kant en su famoso texto «En vista de la paz perpetua» (1795). Entendía que la Tierra es de todos, porque Dios no entregó propiedad de ninguna parte de ella a nadie. Pertenece a todos sus habitantes, que pueden caminar por todas partes. Cuando se encuentra a alguien, es el deber de todos ofrecer hospitalidad, como signo de pertenencia común a la Tierra, y todos tenemos derecho a ser acogidos, sin distinción alguna. Para Kant, la hospitalidad junto con el respeto de los derechos humanos constituirían los pilares de una república mundial (Weltrepublik). Este tema es de mucha actualidad, dado el número de refugiados y las muchas discriminaciones de diferentes clases. Tal vez sea una de las virtudes más urgentes en el proceso de planetización, aunque una de las menos vividas.

La sexta virtud es la convivencia de todos con todos. La convivencia es un hecho primario porque todos venimos de la convivencia que tuvieron nuestros padres. Somos seres de relación, que es lo mismo que decir que no vivimos, simplemente, sino que convivimos a lo largo del tiempo. Participamos de la vida de los demás, de sus alegrías y angustias. Sin embargo es difícil para muchos convivir con aquellos que son diferentes, ya sea de etnia, de religión, de partido político. Lo importante es estar abiertos al intercambio. Lo diferente siempre nos trae algo nuevo que nos enriquece o nos desafía. Lo que nunca podemos hacer es convertir la diferencia en desigualdad. Podemos ser humanos de muchas maneras diferentes, a la manera brasileña, italiana, japonesa, yanomami. Cada manera es humana y tiene su dignidad. Hoy, a través de los medios de comunicación cibernéticos, abrimos ventanas a todos los pueblos y culturas. Saber convivir con estas diferencias abre nuevos horizontes y entramos en una especie de comunión con todos. Esta convivencia implica también a la naturaleza, convivir con los paisajes, con los bosques, con los pájaros y los animales. No sólo para mirar el cielo estrellado, sino para entrar en comunión con las estrellas, porque de ellas venimos, y formamos un gran Todo. En definitiva, formamos una comunidad de destino común con toda la creación.

La séptima virtud es el respeto incondicional. Cada ser, por pequeño que sea, tiene valor en sí mismo, independientemente del uso humano. Albert Schweitzer, gran médico suizo que fue a Gabón, África, para atender a los hansenianos, desarrolló el tema en profundidad. Para él el respeto es la base más importante de la ética, porque incluye la acogida, la solidaridad y el amor. Debemos empezar por el respeto a nosotros mismos, manteniendo actitudes dignas y formas que despierten el respeto de los demás. Es importante respetar a todos los seres de la creación, porque ellos valen por sí mismos; existen o viven y merecen existir o vivir. Es especialmente valioso el respeto ante toda persona humana, pues es portadora de dignidad, de sacralidad y de derechos inalienables, sin importar de dónde provenga. Debemos un respeto supremo a lo sagrado y a Dios, el misterio íntimo de todas las cosas. Sólo ante Él podemos arrodillarnos y venerar, pues sólo ante Ella cabe esta actitud.

La octava virtud es la justicia social y la igualdad fundamental de todos. Justicia es más que dar a cada uno lo que es suyo: entre los humanos, la justicia es el amor y el mínimo respeto que debemos dedicar a los demás. La justicia social es garantizar lo mínimo a todas las personas, no crear privilegios, y respetar sus derechos en pie de igualdad, porque todos somos humanos y merecemos ser tratados humanamente. La desigualdad social significa injusticia social y, teológicamente, es una ofensa al Creador y a sus hijos e hijas. Tal vez la mayor perversidad que existe hoy en día sea la que deja a millones de personas en la miseria, condenadas a morir antes de tiempo. En este tiempo de coronavirus, se ha demostrado la violencia de la desigualdad social y la injusticia. Mientras algunos pueden vivir en cuarentena en casas o apartamentos adecuados, la gran mayoría de los pobres están expuestos a la contaminación y a menudo a la muerte.

La novena virtud es la búsqueda incansable de la paz. La paz es uno de los bienes más ansiados, porque, por el tipo de sociedad que construimos, vivimos en permanente competencia, con llamadas al consumo y a la exaltación de la productividad. La paz no existe en sí misma; es la consecuencia de valores que deben ser vividos previamente, los que dan como resultado esa paz. Una de las formas más acertadas de comprender la paz nos viene de la Carta de la Tierra, donde se dice: «La paz es la plenitud que resulta de las relaciones correctas con uno mismo, con otras personas, con otras culturas, con otras vidas, con la Tierra y con el Gran Todo del cual somos parte» (nº 16f). Como se puede ver, la paz es la consecuencia de relaciones adecuadas y el fruto de la justicia social. Sin estas relaciones y esta justicia sólo conoceremos una tregua, nunca una paz permanente.

La décima virtud es el cultivo del sentido espiritual de la vida. El ser humano tiene una exterioridad corporal mediante la cual nos relacionamos con el mundo y con las personas y tenemos también una interioridad psíquica donde se anidan, en la estructura del deseo, nuestras pasiones, los grandes sueños, y nuestros ángeles y demonios. Debemos controlar estos últimos y cultivar amorosamente los primeros. Sólo así podremos disfrutar del equilibrio necesario para la vida.

Pero también poseemos una profundidad, esa dimensión en la que residen los grandes interrogantes de la vida: ¿quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué podemos esperar después de esta vida terrenal? ¿Cuál es la Energía Suprema que sostiene el firmamento y mantiene nuestra Casa Común alrededor del Sol y la mantiene siempre viva para permitirnos vivir? Es la dimensión espiritual del ser humano, hecha de valores intangibles como el amor incondicional, la confianza en la vida, el coraje para enfrentar las inevitables dificultades. Nos damos cuenta de que el mundo está lleno de sentidos, que las cosas son más que cosas, son mensajes, y tienen otro lado invisible. Intuimos que hay una Presencia misteriosa que impregna todas las cosas. Las tradiciones religiosas y espirituales han llamado a esta Presencia con mil nombres, sin poder sin embargo descifrarla totalmente. Es el misterio del mundo que se remite al Misterio Abisal que hace que sea todo lo que es. Cultivar este espacio nos humaniza, nos hace más humildes y nos arraiga en una realidad trascendente, adecuada a nuestro deseo infinito.

Conclusión: ser simplemente humanos

La conclusión que sacamos de estas largas reflexiones sobre el coronavirus 19 es: debemos ser simplemente humanos, vulnerables, humildes, conectados entre sí, parte de la naturaleza y la porción consciente y espiritual de la Tierra con la misión de cuidar la herencia sagrada que hemos recibido, la Madre Tierra, para nosotros y para las generaciones futuras.

Son inspiradoras las últimas frases de la Carta de la Tierra: «Que nuestro tiempo sea recordado por el despertar de una nueva reverencia ante la vida, por el firme compromiso de alcanzar la sostenibilidad e intensificar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida».

Fuente:  http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=987

Imagen: https://www.diariocolmenar.com/media/k2/items/cache/8e481b6d0e658fe6d85565ec9d0b85b3_L.jpg

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Portal Otras Voces en Educación (OVE) lanza esta petición de firmas en «Solidaridad mundial con la Normal de Tiripetio, México»

Por: Otras Voces en Educación

Los, las y les abajo firmantes, pedagogos(as) críticos(as), educadores(as) populares, dirigentes(as) gremiales, lideres y lideresas de movimientos sociales, feministas, ecologistas y libre pensadores(as) expresamos nuestra preocupación por los ataques y represión sistemática contra los y las estudiantes, maestros(as) y comunidad de la Normal de Tiripetio por parte del gobernador del Estado de Michoacán, México el señor Silvano Aureoles Conejo.

Es evidente el fracaso de las políticas neoliberales aplicadas en América Latina, pero su huella marca el actual estado de la Educación mexicana. Las politicas neoliberales en educación en el Estado de Michoacan han generado que en la actualidad se pase por el período más difícil y equivoco resultando esta política en un grave fracaso en la historia de la Educación en México.

Los peores errores  han sido: la visión mercantilista con criterios de calidad, evaluación y eficiencia promovidos por la tecnocracia; que atiende al ideario empresarial, culpando a los maestros de todos los males de la educación. El neoliberalismo es una política educativa ajena al ideario social, sus intentos de reforma son diseñadas e implantadas sin la participación de los actores principales, los maestros. En México esta política creó en el pasado reciente un profundo conflicto nacional y en algunos estados como Michoacán, Oaxaca, Guerrero y Chiapas con grandes movilizaciones de resistencia lideradas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la  Educación (CNTE).

En Michoacán durante la última reforma educativa se emprendieron grandes luchas de resistencia contra esas reformas, ejerciéndose sobre el magisterio ademáds de la represión directa sobre los cuerpos de estudiantes y comunidades, violencia mediática mediante un discurso político que desprestigió esta profesión. Los pueblos de México y el mundo tuvimos que presenciar graves enfrentamiento policiacos contra el magisterio y la criminalización de estudiantes,  sobre todo a los  Normalistas de las escuelas rurales, llegando a acciones de violencia y represión como: los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa Guerrero (2014), los muertos en Nochixtlán Oaxaca (2016) y las agresiones con armas de fuego a estudiantes de la primer escuela normal rural de México de Tiripetio, Michoacán, (2016).

El gobernador Silvano Aureoles Conejo a pesar de la pandemia que azota la humanidad, aprovechando la dispersión social que se vive en la entidad, realizó ataques policiacos con armas de fuego a estudiantes normalistas (abril 2020),  que obligaron  a éstos a movilizarse para enfrentar la decisión de este personaje de reducir  la matricula en escuelas normales del Estado (convocatoria 2020). Movilizaciones que fueron reprimidas y llevaron a la carcel a 2  estudiantes (mayo 2020), expulsando en este proceso a 12 estudiantes, destituyendo a los directivos, cesando a a 8 docentes de la escuela “Normal Rural Vasco de Quiroga”.

Es urgente construir un nuevo marco de acción del gobierno Nacional y Estatal basado en el respeto, el consenso y la justicia laboral y social. Es urgente definir un nuevo ciclo en la política educativa del Estado de Michoacán con base en el diálogo y en el saber educativo, que impulse de manera inequívoca la educación que reclaman y merecen los michoacanos y los mexicanos.

Por todo lo anterior, EXHORTAMOS públicamente a los gobiernos, FEDERAL Y ESTATAL, a poner un ALTO A LA REPRESIÓN en contra de estudiantes  y trabajadores de las escuelas Normales Oficiales del Estado de Michoacán.

Reiteramos nuestra preocupación ante lo que esta ocurriendo, y nos sumamos a las exigencias de Liberación inmediata e incondicional de los estudiantes presos, reincorporación inmediata a la escuela Normal del personal académico cesado, intervención inmediata de las Comisiones, Nacional y Estatal, de los DERECHOS HUMANOS, sin dejar de exigir que se devuelva con vida a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

Firman y se coloca este comunicado en change.org para seguir sumando voluntades

Jurjo Torres Santomé (catedrático español), Karina Batthyany  (Secretaria Ejecutiva de CLACSO), Luis Bonilla-Molina (Director del OIREPOD), Nelva Reyes (Secretaria General de la CGTP, Panamá), Fernando Lázaro CEIP-H Argentina), Alfredo Velasquez (SUTEP-Perú), Verónica del Cid (Educadora popular de la Red Alforja), Peter McLaren (pedagogo crítico EEUU), Pedro Hernández Morales (Secretario General de la sección 9 democrática SNTE-CNTE, México), Edgard Isch (Universidad central del ecuador e integrante de la red social por la educación pública en América, red SEPA), Yesid González Perdomo (Secretario de Organización y Educación de la ADE, Bogotá, Colombia), José Cambra (profesor universitario, Panamá), Eduardo González (Movimiento por la Unidad Docente, Chile) Marco Raul Mejia (educador popular, Colombia), Luz Palomino (Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación), Francisto Torres (Secretario gremial de la Federación Nacional Docente CTA-A y Coordinador de Alternativa Docente), César Valdovinos (Centro Internacional de Pensamiento Crítico “Eduardo del Rio” RIUS, México), Daniel Libreros (Profesor universitario Colombia), Carolina Jiménez (CLACSO Colombia), Rodrigo Cornejo (OPECH, Chile), Fernando Abrego (Asoprof, Panamá), Claudia Baigorria (Secretaria General CTA-A), David Lobâo (Secretario General de SINASEFE Brasil), Rosa Cañadell (Seminario Itaca de Educación Crítica, Catalunya), Mercedes Martínez (FMPR, Puerto Rico), Lev Velásquez (Coordinador General de la Comisión de educación de la Sección XVIII de la CNTE), Luis Sanchez (AEVE, Panamá), Stalin Perez (LUCHAS, Venezuela), Eric Toussaint (CADTM, Bélgica), Pedro Cormack (Secretario General ADOSAC, Santa Cruz, Argentina) Vanesa Gagliardi (Directiv¡vo de ADEMYS, Argentina), Marc Casanova (Intersindical Alternativa de Catalunya), Andrea Lazette, CTA-A, Congresal de SUTEBA), Rose Mary Hernández (Foro Venezolano por el Derecho a la Educación), Laura Garcia Tuñon (ENDYEP, Encuentro entre docentes y educadores populares, Argentina),  Juan Hurtado Chagoya ( RedTec, México), Fernando Santana (CEIP Histórica, Argentina), Sandra Lario (Colectivo Educadores desde el Sur), Ezequiel Alfieri  (CEIP-H, Argentina), Miguel Angel Hernández, Vasquez (Sindicato de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México), Luis Bueno Rodríguez (Comisión de Relaciones Exteriores de la Coordinadora Nacional de Sindicatos Universitarios, México), Juan Perez Medina (CUT, Michoacán), Nicolás Rosales Piñon (Centro de Actualización del Magisterio, Michoacán, México), Comisión Directiva AMSAFE (Rosario, Argentina), SITECH (Federación Docente de la Provincia del Chaco, Argentina), Sociedad Venezolana de educación Comparada (SVEC), Movimiento Pedagógico de Liberación MPL, Argentina),  Pedro Castillo (Secretario General de FENATEPerú), Gremio Docente de la Provincia de Misiones (Argentina), SITEP (Sindicato de Trabajadores de la Educación Pampeana, Argentina), SITeP (Sindicato de Trabajadores de la educación Popular, Argentina), APTEA (Asociación Tucumana de Profesores y Educadores de Adultos, Argentina), ADUCA (Asociación de Docentes Unidos de Catamarca, Argentina), Aníbal Navarrete (Regional Bio Bio del Colegio de Profesores, Chile), Erika C. Hernández Aragón (Educación de los pueblos originarios de Oaxaca, Sección XII – CNTE), FND-CTA-A (Federación Nacional Docente Autónoma, Argentina) ….

Para firmar es el siguiente link: 

https://www.change.org/p/silvano-aureoles-conejo-gobernador-de-michoac%C3%A1n-m%C3%A9xico-urgente-solidaridad-mundial-con-la-normal-de-tiripetio-m%C3%A9xico?recruiter=440020562&utm_source=share_petition&utm_medium=facebook&utm_campaign=psf_combo_share_abi&recruited_by_id=43dc33d0-9956-11e5-b019-b7b5a3b80454&utm_content=fht-22292259-es-419%3Av4

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Personas solidarias que ayudan a mejorar, a cambiar y a salvar vidas

Por: Jaume Carbonell

Diez tipos de intervenciones sociales, culturales y educativas promovidas por la buena gente, que han contribuido a despertar conciencias y a lograr un mayor bienestar individual y colectivo.

1. Alfabetización y extensión cultural. Me viene a la memoria una de las mayores campañas de alfabetización, si no la mayor: la promovida en Cuba en 1961 bajo el lema: “Quien no sabe leer que aprenda; quien sepa que enseñe”. Miles de voluntarios brigadistas jóvenes cambiaron las playeras por las botas, y con un fanal y la cartilla se fueron al monte. También las hubo en Nicaragua y otros países, sin olvidar la impagable tarea de Paulo Freire en su labor de concienciación a través de la alfabetización. Durante la II República española, en su afán por llevar la cultura a los pueblos más recónditos, se organizaron las Misiones Pedagógicas. Por vez primera tuvieron acceso al teatro, al cinematógrafo, a los libros y a las reproducciones de cuadros del Museo del Prado. Federico García Lorca, con la compañía teatral “La Barraca” compartió una de estas aventuras nómadas. Esta labor de voluntariado para enseñar a leer y democratizar la cultura en pueblos y barrios se ha mantenido en los difíciles momentos de la dictadura franquista y se mantiene hoy con renovadas iniciativas.

2. Cooperación internacional. Hace justo un cuarto de siglo hubo en toda España una amplia movilización a favor del 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) para ayudar a los países más empobrecidos. ¿Quién se acuerda de ese acontecimiento y en qué ha quedado aquella reivindicación? En casi nada, siguiendo como seguimos tan lejos de este mítico 0,7%. En los últimos presupuestos del año 2018 el porcentaje se queda en el más que raquítico 0,12%. Pero a pesar de esta insolidaridad gubernamental y la crisis acaecida en gran parte de las ONG, ahí sigue la labor del voluntariado para afrontar sanitariamente otras pandemias -en algunos lugares son el pan de cada día-; para orientar en algunas técnicas de cultivo y en la organización de cooperativas; para ayudar a crear y a dinamizar una ludoteca, una biblioteca u otros espacios colectivos; para crear escuelas, dotarlas de material y formar o asesorar al profesorado; para salvar vidas en el Mediterráneo y para mejorar, dentro de lo que cabe, la vida en los campos de refugiados, incluso con la creación de escuelas. ¡Para tantas cosas! Conozco algunas personas que le dedican mucho tiempo y te cuentan en qué condiciones tienen que moverse, pero también lo que aprenden. Son conscientes de que nunca van a sustituir la acción del gobierno -ni de lejos les toca- pero que con sus esfuerzos encienden algunas luces en las comunidades rurales o en otros lugares que les abren ventanas de oportunidades para dignificar vidas y luchar por sus derechos.

3. Derechos laborales y sociales. Las luchas del movimiento sindical obrero han sido meritorias para el logro de mejoras en sus condiciones de trabajo y de vida. Un hito emblemático fue la conquista de la jornada de ocho horas, una aspiración largamente acariciada por los utopistas que reclamaban la jornada de los tres tercios iguales: uno para el trabajo, otro para el ocio y otro para el descanso. Ciertamente en la trayectoria sindical de los diversos países y sectores hay de todo: personas que se han aposentado en sus cargos y algunas hasta se han lucrado y, en el lado opuesto, otras que han sido despedidas o encarceladas. Pero la mayoría es gente honrada y comprometida. Me imagino que cada lector conocerá ejemplos de todo tipo. En cualquier caso, el sindicalismo sigue su lucha cotidiana contra una explotación capitalista que no conoce límites ni fronteras, y que se agrava en tiempos de crisis y de pandemias. Además, no lo tienen nada fácil en un momento en que el trabajo se precariza con la temporalidad, y el debate y la cohesión de clase se alejan con la creciente modalidad del teletrabajo, que se organiza provisionalmente pero nunca se sabe si en ciertos sectores se acabará imponiendo parcial o totalmente. Porque desde la virtualidad es más complicado organizar una huelga. Vaya, que también en la “nueva normalidad” habrá que reinventar la formas de protesta.

4. El largo camino de la liberación de la mujer. De esfuerzos y sufrimientos de tantas mujeres anónimas para romper el silencio, denunciar todo tipo de maltratos y discriminaciones y conseguir sus legítimos derechos: en la familia, en el trabajo, en la escuela, en los medios de comunicación y en cualquier ámbito cultural y social. Por escapar de la explotación sexual, por obtener el derecho al voto o por hacer visible en la escritura y el arte la labor femenina. Por desafiar el miedo a la libertad, no para ser valientes, sino para ser libres. Por poner en práctica nuevas maneras emancipatorias de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Por tejer redes de solidaridad para protegerse y apoyarse frente a todo tipo de agresiones. Por romper con la separación de sexos en la escuela, educando en la coeducación y en la plena igualdad. Por abrir espacios de liberación feminista en la política institucional y cotidiana, en la universidad, en un centro cívico, en el sindicato o en cualquier movimiento social. Por homenajear, como se hacía en alguna pancarta de la última manifestación feminista del 8 de marzo en Barcelona a las mujeres cuyas vidas fueron segadas: ”Somos las que no están, las asesinadas, las que se quedan en las fronteras y en el fondo del Mediterráneo”. Por entender que sin las mujeres, avanzando unidas desde la diversidad, no hay revolución.

5. El compromiso ecologista por salvar el planeta Tierra. En algunos lugares, como en la selva amazónica, las acciones encaminadas a proteger este bien común tan preciado para la supervivencia humana se han saldado con numerosos asesinatos. Porque el poder de las grandes multinacionales y del capitalismo más depredador se enfrenta violentamente a todo tipo de resistencia. En España los procesos de degradación del entorno han sido de enorme calado. Hay zonas irrecuperables, pero merced al tesón y movilización de diversos grupos ecologistas aún se han podido salvar algunas lagunas, playas, bosques y otros espacios naturales. También desde la escuela hay docentes y colectivos que tratan de despertar la conciencia del alumnado con propuestas pedagógicas y transformaciones de patios e interiores más verdes y sostenibles, o con campañas de reciclado y de reutilización que se han extendido posteriormente al municipio. El nuevo movimiento de los Fridays for future, iniciado por la activista medioambiental Greta Thunberg, abre nuevas esperanzas en la toma de conciencia y la praxis ecologista.

6. La atención a las personas mayores. La fraternidad y la mejora de la calidad de vida se muestra también a partir de los pequeños gestos, porque estos pueden llegar a ser muy poderosos en la vida de este colectivo, demasiado olvidado y desatendido -claro, es un sector improductivo-, como se está viendo en esa cruel situación de pandemia. Pero ahí surge la sensibilidad y la solidaridad de la buena gente para organizar todo tipo de acompañamientos. En las situaciones de normalidad -¡qué lejana queda!- se organizan encuentros intergeneracionales para intercambiar saberes y experiencias. Se crean coros y orquestas con la participación de personas de todas las edades. En algunos lugares el hogar de ancianos y ancianas está al lado de una Escuela Infantil y coinciden en algunos momentos y actividades. Hay bibliotecas donde el voluntariado hace llegar libros a personas impedidas y, si las circunstancias lo requieren, hasta les hacen de lectores. Y hay quienes dedican simplemente una parte de su tiempo para hacer compañía a la ancianidad que no recibe ninguna visita, entreteniéndoles conversando o con cualquier pasatiempo.

7. El voluntariado del tiempo libre infantil. Nos referimos a toda aquella juventud que dedica desinteresadamente unas horas de sus vidas a la infancia y adolescencia, sobre todo, durante los fines de semana y los veranos. En actividades extraescolares, en los clubes de tiempo libre, en las colonias, en los campamentos, en diversas actividades al aire libre o en espacios urbanos. Jóvenes deseosos de que esta oferta sea inclusiva y llegue a toda la infancia, sin distinción de clases. Pero las políticas y los recursos de las administraciones públicas no atienden suficientemente este tiempo extraescolar donde se fraguan enormes desigualdades. Por otro lado, cabe destacar que este tipo de actividades en algunos períodos históricos en que el alumnado permanecía encerrado en su aula y difícilmente salía a disfrutar del entorno, cumplían una función de suplencia. Pero, aún hoy, a pesar de que las escuelas pisen el territorio y practiquen cierto grado de nomadismo, estas actividades siguen conteniendo un enorme potencial enriquecedor tanto para el aprendizaje como para el proceso de socialización.

8. Los maestros y maestras que no cesan en sus intentos de renovar y transformar la educación. Hay un conocido dicho de Bertolt Brecht que dice más o menos así. “Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay personas que lo hacen bastantes días y son mejores. Pero hay quienes luchan toda la vida y son imprescindibles”. También en la educación hay muchos maestros y maestras imprescindibles de cualquier nivel educativo: desde Infantil hasta la Universidad. Son personas que desde el primer día que pisan la escuela se dan cuenta del envejecimiento de esta institución y de cómo se reproducen cantidad de inercias que no conducen a ninguna parte. Y acto seguido se ponen manos a la obra reorganizando los tiempos y los espacios, estableciendo relaciones y vínculos más cercanos e intensos con el alumnado, subvirtiendo los modos de enseñar y aprender, rompiendo la fragmentación disciplinar para adquirir una comprensión más profunda del conocimiento, poniendo al sujeto en relación con los objetos y lo que sucede en el entorno y procurando que aprenda de su propia experiencia y de las de los demás y se vaya forjando un proyecto de vida. Son maestros y maestras que, con un sexto sentido para detectar y priorizar lo importante, revolucionan su aula, anudan proyectos para transformar el centro en colaboración con los otros docentes y con la complicidad con otros agentes del territorio allanan el camino hacia los pueblos y ciudades educadoras.

9. La solidaridad en tiempos del coronavirus. No me atrevo a sostener que esta situación, como se repite con tanta frecuencia, nos hará cambiar para hacernos más solidarios: al tiempo, y esto va a depender, sobre todo, de los nuevos compromisos que se tomen en lo que se denomina “la nueva normalidad”. Pero sí que cabe constatar y destacar ahora el sólido compromiso del personal médico y auxiliar para salvar vidas, echando cantidad de horas extras y trabajando en condiciones con frecuencia harto difíciles -por la falta de recursos y el riesgo de infección- con una presión y un coste emocional indescriptibles. El compromiso de los científicos buscando a contra reloj una vacuna para terminar con la pandemia y la mejor medicación a corto plazo para combatirla. De algunas organizaciones para facilitar techo y comida a la población más vulnerable. Del mundo de la cultura para conseguir el acceso gratuito a una amplia oferta diaria. De servicios y entidades sociales para tratar de apaciguar la soledad de las personas mayores. De tantas gentes y lugares. La intervención fraternal de los profesionales ha sido complementada en todo momento por la disponibilidad del voluntariado. Y, claro, tampoco pueden olvidarse los aplausos desde los balcones que, además del reconocimiento a la labor sanitaria, han servido para fortalecer los vínculos comunitarios.

10. El acompañamiento y apoyo a la infancia más vulnerable. Hay docentes que lo tienen muy claro: todo el alumnado requiere una atención grupal y personalizada, pero hay quienes exigen una mayor ayuda. Lo hacen habitualmente en sus aulas y también se han esforzado en hacerlo estos días de forma virtual o telefónica, sorteando las dificultades de la tecnología y de la conectividad, amén de otras circunstancias relativas al espacio diminuto y sin luz natural de la vivienda, a la precariedad laboral de la familia y a otro tipo de circunstancias. Porque es bien sabido que este tipo de alumnado suele convivir mayoritariamente con la pobreza. Estos maestros y maestras saben que, tras el regreso a las clases, habrá que activar el refuerzo para estos alumnos y alumnas, pero entretanto hay que procurar que no se desconecten para evitar posibles absentismos y abandonos. Porque hay maestros y maestras que ayudan a mejorar la situación de algunos alumnos, y los hay que salvan vidas para siempre.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/05/13/personas-solidarias-que-ayudan-a-mejorar-a-cambiar-y-a-salvar-vidas/

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Artista zapoteco dedica mural a personal medico en pandemia

América/México/13/05/2020/Autor: Diana Manzo/Fuente: desinformemonos.org/

Con un mural de gran formato y una leyenda de agradecimiento en zapoteco “Xquixepe’ laatu saca zaniru tu cudxiilutu guendahuará COVID-19” y que en castellano significa “Gracias a ustedes por estar dándole frente a la enfermedad del COVID-19” , el artista zapoteco Suarte Noriega dedicó su agradecimiento al personal medico que atiende a pacientes en esta pandemia del COVID-19.

Esta obra fue realizada en la ciudad de Juchitán en la quinta sección, muy cerca de una clínica de salud a propósito como homenaje y agradecimiento al personal de salud que ha dado la vida para salvaguardar la salud de los juchitecos en esta pandemia.

La imagen que el artista resalta, es la de un médico con los ojos cerrados y portando su cubrebocas, mientras sus manos entrelazadas piden fuerza para seguir salvando vidas.

Suarte Noriega explicó que es el segundo mural que realiza en esta cuarentena, el primero fue para concientizar sobre el uso de cubrebocas entre los suyos y ahora a raíz de las agresiones que ha visto hacia el personal de salud, pensó que a través de un mural pudiera hacer conciencia.

“La idea surgió para que hagamos conciencia, seamos humanos y tolerantes, los médicos, enfermeras y todo el personal de salud, merecen nuestro respeto y admiración, ojalá que con ese mural pensemos antes de agredir y mejor les agradezcamos todo lo que han hecho”.

Precisó que el mural está dedicado a los “superhéroes con batas” porque son los que están dando todo en esta lucha contra el COVID-19.

Este artista originario de la ciudad de Juchitán siempre ha mostrado su humanidad, en el sismo del 2017 cuando más de 70 mil viviendas colapsaron participó en una colectiva rotulando murales con mensajes de solidaridad y amor.

“La gente mira, observa y siente, por eso decidí elaborar estos murales, para que pensemos en la solidaridad, en que todos debemos contribuir, ellos en lo que saben y obedecer las recomendaciones de quedarnos en casa”, finalizó.

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/artista-zapoteco-dedica-mural-a-personal-medico-en-pandemia/

Fuente original: IstmoPress

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Coronavirus y derecha en México: en vez de solidaridad, intentar construir un golpe

Por: Pietro Ameglio

Coronavirus y derecha en México: en vez de solidaridad, intentar construir un golpe.

Sin duda esta crisis mundial del coronavirus ha evidenciado realidades conocidas y desconocidas de muchas personas y hechos sociales, para bien y para mal, desde niveles personales, familiares, sociales, económicos, políticos, ambientales…La mitad de la humanidad está en cuarentena, muchos aislados sin ver siquiera a sus familiares cercanos. Se ha dicho mucho -por suerte- acerca de cómo el capitalismo neoliberal ha quedado masivamente expuesto en el alto nivel de inhumanidad, destrucción y desigualdad social que genera, de cómo el libre mercado y las privatizaciones han sido erróneamente puestas por delante del bienestar de las poblaciones y la acción estatal, de cómo la “normalidad social” no volverá a ser la misma después de esta pandemia, de cómo la depredación ambiental está a la raíz de posibles catástrofes planetarias si no cambiamos a tiempo. Todo cierto, pero nos parece muy importante no caer en la ilusión que se puede generar por aplicar el deseo de una “consecuencia mecánica” a estas evidencias y creer ingenuamente que el capitalismo se va a acabar, que está en crisis (de conciencia y producción) y que la humanidad futura será mejor en el cuidado de los más empobrecidos, del medio ambiente, de su alimentación e industrialización. Ni por asomo, si no se intensifican las formas de lucha y organización social ciudadana y mucho más masiva. Al contrario, me parece que habrá, por parte de los poderes económicos y políticos, toda una reestructuración que llevará a reforzar más aún una vuelta de tuerca en el modelo de producción, consumo y competencia internacional.

Lo que tampoco significa, por supuesto, que no se esté ante una crisis de fondo, pero que pudiera ser no para extinguirse sino para perfeccionarse. Y algo seguro: toda esta veneración política y mediática hacia los científicos, casi sacralizando sus opiniones, volverá al olvido social de siempre frente a temas de cambio climático, biofauna, cadenas de alimentación animal, armamentismo, energías renovables…Quedará transparente que el orden social mundial se rige por criterios de acumulación capitalista -casi monopólica- y no por criterios humanistas y científicos del bien de las mayorías y la naturaleza. Esa es la “normalidad” que no será trastocada, sino perfeccionada, si es que se puede aún seguir haciéndolo. Aunque, claro, que si hay otra mutación acabando el año, y otra a mitad del próximo, con pandemias incluidas y cataclismas climáticos, si la descomunal crisis económica que ya está y seguirá aumentando se hace incontrolable (¡difícil encontrar un 1° de mayo más triste y dramático!)…etc. etc., ahí sí el “reciclaje capitalista” y la “obediencia ciega a la autoridad” de las mayorías no van a ser tan fáciles de reproducir, sin violencias mayores y más peligrosas para ese orden social.

Lo que sí acabó es la “ilusión de la seguridad”, como una totalidad controlable por la autoridad y el mercado, la paz ya no podrá asociarse mecánica e infantilmente a la seguridad, sino que deberá asociarse con el “bien de las mayorías”, en su esencia vital y forma más simple de la vida, desde una concepción integradora con uno mismo, con la otredad y con la naturaleza: todos como un todo interconectado, interdependiente e integral.

A su vez, el aterrorizamiento, el encierro y la atomización social son los mejores ingredientes de un hecho social que predispone a la entrega hacia los poderes externos de la propia “capacidad autónoma de pensar”. Pensar desde estas condiciones sociales, obedeciendo las órdenes correspondientes -algo, por otro lado, que es indispensable de hacer en la salud-, nos puede fácilmente llevar a la desmemoria histórico-social y al retroceso de derechos y libertades que hemos proclamado y defendido en la vida. De ese tamaño de paradoja y contradicción, pueden ser las consecuencias de un proceso social de este tipo: la “delega incondicional” de nuestra identidad y cuerpo en las autoridades superiores (políticas, científicas, económicas y policiaco-militares), en aras de tener “seguridad” ante un enemigo tan mortal como microscópico e incontrolable. Si no fuera porque la causa externa lo amerita, sería el logro ideal del mayor objetivo de sus vidas para una gran masa de personas y líderes autoritarios -que sobreabundan en nuestras realidades, familias y culturas -descubiertos y encubiertos-. Pero, precisamente, por conocer que una porción mucho más amplia de lo que deseamos de la especie humana, está instalada en esa cultura, no podemos bajar la guardia ni confiar ciegamente en este proceso social como coyuntural y sin nexos con lo “que sigue”. De ahí el postulado por una “obediencia conciente y organizada”.

MÉXICO: ¿GOLPETEO DE FALSEDADES Y MEDIAS VERDADES PARA EL GOLPE?

En México, a partir de la fuerza (moral nula, pero material no poca) del sector empresarial más retrógrado, de varios medios con sus comunicadores y opinólogos/as deleznables por sus moralismos y análisis tendenciosos, y de muy minoritarios grupos políticos, han intentado aflorar campañas que inyectan permanentes noticias falsas o medias verdades descontextualizadas con el objetivo de ir creando un clima social de inestabilidad política, duda, cuestionamiento o directamente dura condena a toda política gubernamental, en el terreno que sea. Ayudados también, claramente, por la enorme crisis económica mundial reflejada en lo nacional. Se busca cualquier situación -por mínima y anecdótica que sea- para magnificarla, sacarla de contexto y lanzar con odio la idea de un “castigo ejemplar”, ese es el modelo de construcción epistémica del “infantilismo social”, en el que ingenuamente tantos caen. Así, si el propio director de la OMS felicita al gobierno se ningunea esto diciendo que esta organización siempre lo hace; si no se responde directamente con el mismo odio al comentarista criminal de TV Azteca -aunque sí se le contesta firmemente por Segob como institucionalmente debe ser- está mal porque no se aumenta la “espiral de la violencia”, y si se le contestara violentamente igual estaría mal también porque polariza; por no querer endeudar al país -causa de las mayores corrupciones y catástrofes históricas recientes y pasadas- se acusa a AMLO de que no le importan los pobres y pequeños empresarios, en algo que sería lo último de lo que pudiera acusársele (es el único político mexicano que podría demostrar con su vida esa solidaridad con los más pobres), cuando hay además un programas de un millón de microcréditos.

Aclaro que ni por asomo estoy en obediencia ciega hacia el actual gobierno y presidente, y esto es muy fácil de demostrar: he criticado claramente el proyecto expansivo capitalista en el sureste del Tren Maya y el corredor Transístmico, en la forma de no tomar en cuenta seriamente a las comunidades directamente afectadas; también los resultados y formas hacia los familiares de desaparecidos, los activistas sociales asesinados, la política hacia los migrantes y la lucha contra el delito organizado. Tampoco me gusta la forma de polarizar que a veces genera López Obrador, con sus sarcasmos, acusaciones o frases irónicas señalando genéricamente o directamente a personas e identidades sociales, creo que esta estrategia no ayuda en las condiciones para una buena construcción de paz y convivencialidad social, lo que aprovechan permanentemente -en un “judo político”- sus opositores más perversos. Pero tengo memoria y sé perfectamente el horror, ilegalidad y basura -de todo tipo- que había antes de este gobierno, y ni por asomo quiero que algo de eso regrese, que es lo que pasaría si no sumamos a que esta nueva cultura y forma de gobernar avancen y corrijan lo necesario, para instalarse mejor en nuestra sociedad. Ni por asomo estamos ante lo mismo que había, empezando por muchas personas que conocemos que encabezan o trabajan en proyectos locales, regionales o nacionales, quienes vienen de largas trayectorias y conocimientos probados.

El presidente y su equipo ejecutivo, seguramente estarán teniendo aciertos –lo testifican la OMS, ONU…- y también algunos errores en el manejo de esta crisis, como la gran mayoría de sus pares en el mundo, pero nada amerita campañas de tan fuerte cuestionamiento, deslegitimación y hasta enfrentamiento con amenazas de desobediencia civil en el pago de impuestos, creando estructuras de salud paralelas, desobedeciendo a las máximas autoridades nacionales de salud, y hasta pidiendo la intervención norteamericana. Una vergüenza y desproporción total con la realidad. Bien decía Gandhi que la desobediencia civil sin un programa constructivo de “swaraj” (autonomía) al lado era una simple “bravuconada”; en este caso muy peligrosa, porque busca la desestabilización social y el regreso a formas ignominosas de impunidad, corrupción y violencia estatal.

El gobierno ha tenido el mérito -desde la cultura de paz, ddhh y noviolencia- de no fomentar el aterrorizamiento social (están “serenos”, se sabe dónde estamos aunque sea en un hoyo peligroso, como el mundo), de no poner a la policía y al ejército en las calles para reprimir, de no caer en ninguna forma de estado de excepción; de delegar el manejo de la crisis a los mejores expertos en salud pública del país que además tienen alto reconocimiento internacional (por supuesto que se podrán equivocar, como lo han hecho los de todo el mundo a cada rato…). ¿Están mal estas acciones? ¿Por qué? En lo personal, valoro mucho este estilo de acción social oficial, que apuesta a la solidaridad ciudadana sin castigos ejemplares, pero claro que en un clima de aterrorizamiento ciudadano que tiende fácilmente al autoritarismo, es fácil ver esto como debilidad, ignorancia y hasta desinterés por la población.

Por qué todos estos comentaristas malintencionados, no han criticado con mayor vehemencia todas las privatizaciones y corrupciones de los sexenios anteriores, a los que no han pagado impuestos y peor aún no lo están haciendo en este momento de crisis brutal, a los que están lucrando con la crisis, a los empresarios que obligan a sus trabajadores a ir a sus lugares de trabajo como las maquilas, Elektra…, al modelo de la producción alimenticia ganadera de macrogranjas que está a la verdadera raíz de esta pandemia… Todo lo “dan por hecho”, lo dicen una vez rápído al pasar como si así quedara ya instalado en la opinión pública; y arguyen además falsamente que siempre han sido críticos, cuando demasiados sabemos bien la tibieza de sus voces en sexenios anteriores, que sólo se alzaban cuando había mayorías y opinión pública que ya estaba en contra, nunca con el valor de hacerlo antes, cuando se arriesgaba mucho.

A lo que apuntan estas campañas de desestabilización social y cambios de gobierno, a través del aterrorizamiento social y las falsas o medias verdades descontextualizadas, es a la emotividad no al “principio de realidad” empírico y más objetivado, trabajando más en el terreno del “odio” que en el de la “ira”. La diferencia es sustancial: “(el odio)… es una emoción secundaria, extrema y continua que se dirige a un individuo o grupo…la valoración o evaluación se centra en el objeto odiado”. La ira, enfado o enojo, en cambio, tiene el “deseo de cambiar las conductas del exogrupo y cambiar las actitudes de sus miembros, es decir, con restaurar normas…”. Asimismo, “el odio se asocia con el deseo de hacer daño e incluso aniquilar o destruir al exogrupo…más que cambiar sus conductas y actitudes, se relaciona con la tendencia a eliminar simbólica y físicamente al exogrupo” (Carlos Martín-Beristain et al. “Agresión, odio conflictos intergrupales….”). La campaña que existe en México está basada en la siembra del odio hacia AMLO, por eso no se debe normalizar ni pasar por alto, ya que es otro virus que destruye y envenena a todo el tejido social, ya lo vimos con la guerra sucia electoral del 2006 y a la falsa “guerra contra el narco” a que nos llevó: más de 250 mil muertos y 65 mil desaparecidos en 10 años. Así, vemos claramente cómo el odio es políticamente “rentable” en el corto plazo, pero en el largo plazo es suicida.

Uno no tomaría tan en cuenta las opiniones de comentaristas y opinólogos/as tan tendenciosos, o de una pequeña parte de la opinión pública que repite en redes ciegamente tamañas falsedades, si no fuera que la experiencia histórica continental reciente nos pone sobre aviso de no banalizar ni tomar a la ligera estas campañas sucias, por ejemplos cómo han sido en los casos de Brasil y Bolivia (en Venezuela no han podido), donde tumbaron en forma ilegal e ilegítima gobiernos de elección legal popular masiva, con la complicidad vergonzosa también de organismos, gobiernos y medios nacionales e internacionales.

Fuente: https://desinformemonos.org/coronavirus-y-derecha-en-mexico-en-vez-de-solidaridad-intentar-construir-un-golpe/

Imagen: www.shutterstock.com

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A flor de piel

Por: Carolina Vásquez Araya

Mirar hacia la calle desde la ventana, una parte de esta rutina recién adquirida.

6 de la mañana: Me despiertan la Pelusa y la Mimi algo impacientes y mirándome directo a los ojos, en espera de una señal de vida para comenzar a mover la cola y saltar de la cama. Sé muy bien que podría quedarme entre las sábanas porque no hay planes para hoy. De hecho, hace más de 6 semanas que no hay planes para el día; pero igual, con una persistencia encomiable, he insistido en darle un sentido positivo al encierro creando pequeños desafíos domésticos. Aunque agradecida por el privilegio de tener un techo y comida suficiente -mucho más que millones de personas cuyo día se inicia con el estómago vacío, en la incertidumbre y la necesidad- no puedo dejar de mirar con desconfianza al futuro inmediato.

Después de la invasión inicial de noticias y de sentirnos catapultados hacia una vorágine de información contradictoria cuyo efecto inmediato ha sido una profunda desconfianza hacia los medios y las fuentes oficiales, hemos pasado a la etapa del cedazo, en donde intentamos sin mucho éxito separar la paja del grano y darnos pequeños espacios de silencio mediático para no sentir, no saber y no ser absorbidos por la tensión y el temor natural al caos y a la desinformación. De todos modos, no siempre se puede ser tan racional cuando se trata de conservar la vida y el sentido común.

He pasado mi vida entera luchando por creer en conceptos tan elusivos como la justicia y el bien común y también he trabajado duro para tener la libertad de expresar mi pensamiento. A pesar de haber transitado por entornos de enorme incertidumbre política y de grandes fosos de inequidad social, todavía intento convencerme de la capacidad humana para experimentar algo parecido a la solidaridad, pese a las evidencias constantes de que en el fondo nuestra naturaleza nos hace egoístas y persistentemente impermeables al dolor ajeno.

Por esa necesidad de búsqueda de los motivos de tanta desigualdad, he llegado a conocer de cerca la miseria de quienes son considerados por las élites como un recurso indeseable pero necesario para acrecentar su riqueza. En el otro extremo del espectro, he tenido la oportunidad de constatar cuánto desprecio destilan esos núcleos privilegiados por quienes nunca han tenido las oportunidades ni los medios para superar su condición de pobreza, pero también cómo manipulan los conceptos para convencerse y convencer a otros de la inevitabilidad de las distancias sociales; como si estas nunca hubieran sido diseñadas y construidas a propósito.

Hace apenas unas semanas, creía que la pandemia nos equiparaba. Profundo error. Las nuevas condiciones comienzan a revelar hasta qué punto estamos distanciados frente a un enemigo común y cómo esta amenaza, supuestamente universal, se transforma en otro sistema de selección en donde los más pobres y los más vulnerables serán siempre los más castigados. Poco a poco, el mapa se define y las clases dominantes muestran la esencia de su codicia al aferrarse al poder y concentrar la toma de decisiones, afectando a millones de seres humanos alrededor del planeta. Ante ese poder prácticamente ilimitado, somos apenas un murmullo distante, una masa anónima con la impotencia y la rebeldía a flor de piel.

6 de la tarde: Termino el día con la sensación de no haber realizado ninguna tarea esencial. Me he empeñado en refugiarme en el no saber, como si esa barrera contra la especulación, la desinformación y la manipulación mediática pudiera, de algún modo, protegerme contra un enemigo ubicado al otro lado de la puerta de mi casa. Y vuelvo a mirar por la ventana, esperando que no llegue.

La amenaza sanitaria que nos rodea, también nos discrimina

Fuente e imagen: https://iberoamericasocial.com/a-flor-de-piel/

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El coronavirus despierta en nosotros lo humano

Por: Lonardo Boff

A partir de la coyuntura actual, creada por la pandemia global y mientras dure la misma y sus efectos, mantendremos esta columna en Acento: Pandemia y aprendizajes, en la que publicaremos textos de escritores, escritoras, dominicanos, latinoamericanos, caribeños o de otras latitudes, que nos ayuden en la reflexión científica, filosófica, sociológica, humanística o económica del momento por el que atravesamos. La iniciamos con un brillante trabajo del teólogo y filósofo brasileño Leonardo Boff.

La pandemia del coronavirus nos obliga a todos a pensar: ¿qué es lo que cuenta verdaderamente, la vida o los bienes materiales? ¿El individualismo de cada uno para sí, de espaldas a los demás, o la solidaridad de los unos con los otros? ¿Podemos seguir explotando, sin ninguna otra consideración, los bienes y servicios naturales para vivir cada vez mejor, o podemos cuidar la naturaleza, la vitalidad de la Madre Tierra, y el «vivir bien», que es la armonía entre todos y con los seres de la naturaleza? ¿Ha servido para algo que los países amantes de la guerra acumulasen cada vez más armas de destrucción masiva, y ahora tengan que ponerse de rodillas ante un virus invisible evidenciando lo ineficaz que es todo ese aparato de muerte? ¿Podemos continuar con nuestro estilo de vida consumista, acumulando riqueza ilimitada en pocas manos, a costa de millones de pobres y miserables? ¿Todavía tiene sentido que cada país afirme su soberanía, oponiéndose a la de los otros, cuando deberíamos tener una gobernanza global para resolver un problema global? ¿Por qué no hemos descubierto todavía la única Casa Común, la Madre Tierra, y nuestro deber de cuidarla, para que todos podamos caber en ella, naturaleza incluida?

Son preguntas que no pueden ser evitadas. Nadie tiene la respuesta. Una cosa sin embargo –atribuida a Einstein– es cierta: “la visión de mundo que creó la crisis no puede ser la misma que nos saque de la crisis”. Tenemos forzosamente que cambiar. Lo peor sería que todo volviese a ser como antes, con la misma lógica consumista y especulativa, tal vez con más furia aún. Ahí sí, por no haber aprendido nada, la Tierra podría enviarnos otro virus que tal vez pudiera poner fin al desastroso proyecto humano actual. 

Pero podemos mirar la guerra que el coronavirus está produciendo en todo el planeta, bajo otro ángulo, éste positivo. El virus nos hace descubrir cuál es nuestra más profunda y auténtica naturaleza humana: es ambigua, buena y mala. Aquí veremos la dimensión buena. 

En primer lugar, somos seres de relación. Somos, como he repetido innumerables veces, un nudo de relaciones totales en todas las direcciones. Por lo tanto, nadie es una isla. Tendemos puentes hacia todos los lados. 

En segundo lugar, como consecuencia, todos dependemos unos de otros. La comprensión africana “Ubuntu” lo expresa bien: “yo soy yo a través de ti”. Por tanto, todo individualismo, alma de la cultura del capital, es falso y antihumano. El coronavirus lo comprueba. La salud de uno depende de la salud del otro. Esta mutua dependencia asumida conscientemente, se llama solidaridad. En otro tiempo la solidaridad hizo que dejásemos el mundo de los antropoides y nos permitió ser humanos, conviviendo y ayudándonos. En estas semanas hemos visto gestos conmovedores de verdadera solidaridad, no dando solo lo que les sobra sino compartiendo lo que tienen. 

En tercer lugar, somos seres esencialmente de cuidado. Sin el cuidado, desde nuestra concepción y a lo largo de la vida, nadie podría subsistir. Tenemos que cuidar de todo: de nosotros mismos, de lo contrario podemos enfermar y morir; de los otros, que pueden salvarme o salvarles yo a ellos; de la naturaleza, si no, se vuelve contra nosotros con virus dañinos, con sequías desastrosas, con inundaciones devastadoras, con eventos climáticos extremos; cuidado con la Madre Tierra para que continúe dándonos todo lo que necesitamos para vivir y para que todavía nos quiera sobre su suelo, siendo que, durante siglos, la hemos agredido sin piedad. Especialmente ahora bajo el ataque del coronavirus, todos debemos cuidarnos, cuidar a los más vulnerables, recluirnos en casa, mantener la distancia social y cuidar la infraestructura sanitaria sin la cual presenciaremos una catástrofe humanitaria de proporciones bíblicas. 

En cuarto lugar, descubrimos que todos debemos ser corresponsables, es decir, ser conscientes de las consecuencias benéficas o maléficas de nuestros actos. La vida y la muerte están en nuestras manos, vidas humanas, vida social, económica y cultural. No basta la responsabilidad del Estado o de algunos, debe ser de todos, porque todos estamos afectados y todos podemos afectar. Todos debemos aceptar el confinamiento. 

Finalmente, somos seres con espiritualidad. Descubrimos la fuerza del mundo espiritual que constituye nuestro Profundo, donde se elaboran los grandes sueños, se hacen las preguntas últimas sobre el significado de nuestra vida y donde sentimos que debe existir una Energía amorosa y poderosa que impregna todo, sostiene el cielo estrellado y nuestra propia vida, sobre la cual no tenemos todo el control. Podemos abrirnos a Ella, acogerla, como en una apuesta, confiar en que Ella nos sostiene en la palma de su mano y que, a pesar de todas las contradicciones, garantiza un buen final para todo el universo, para nuestra historia sapiente y demente. y para cada uno de nosotros. Cultivando este mundo espiritual nos sentimos más fuertes, más cuidadores, más amorosos, en fin, más humanos. 

Sobre estos valores nos es concedido soñar y construir otro tipo de mundo, biocentrado; en el cual, la economía, con otra racionalidad, sustenta una sociedad globalmente integrada, fortalecida más por alianzas afectivas que por pactos jurídicos. Será la sociedad del cuidado, de la gentileza y de la alegría de vivir.  

        

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/2020/opinion/8803309-el-coronavirus-despierta-en-nosotros-lo-humano/

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