Por: Franklin González
- Al comienzo del texto de La Historia de la locura en la época clásica, Michel Foucault, después de relatar cómo se trató a los leprosos y de cómo la lepra desaparece del mundo occidental al final de la edad media y su lugar, dentro de los juegos de exclusión, será ocupado por las enfermedades venéreas, dirá: “De golpe, al terminar el siglo XV, suceden a la lepra como por derecho de herencia”.
Luego abordará el fenómeno de la locura y comentará que a finales del siglo XVI las ciudades se encargaban de acoger a los insensatos siempre y cuando hubiesen nacido en esa ciudad; a los ajenos ni por asomo se le aceptaba. Lo más simbólico de esta época será la stultifera navis (La nave de los locos), con el peregrinaje de hombres y mujeres dementes, que viajan por el mar con rumbo desconocido.
A la locura se le conceptualiza como sinónimo de pegado, ateísmo, blasfemia, considerándola también como resultados de los pactos con el diablo y la existencia de la brujería; en esta época aparece Erasmo de Rotterdam con su Elogio de la locura, siendo el principal exponente de la locura como tema filosófico, literal y moral; también se presenta a Descarte con su filosofía de que “el simple hecho de pensar descarta la posibilidad de estar loco”, llegando a la conclusión de que la locura imposibilita el pensamiento. Después nacerán los principales centros de internamiento o centros de represión.
Al leproso se lo expulsa por el peligro al contagio, al loco por su incompatibilidad. A ambos se le borra del mapa por representar: amenaza, ridiculez, sinrazón, extravagancia, rareza, insensatez y ambigüedad en su comportamiento. Los primeros “manicomios” eran leprosorios.
El loco es el diferente, es el “otro”, personifica vicios y defectos, tiene una conducta no acorde con la estipulada, presagia el mal y encarna el pecado congénito.
De allí que Foucault sentencie: “desde el siglo XV el rostro de la locura ha perseguido la imaginación del hombre occidental”.
- En la historia de la serie estadounidense Los locos Adams (The Addams Family), se encuentran como personajes: Morticia, la perfecta ama de casa que se ocupa de los quehaceres del hogar, cocina y le da de comer a sus mascotas(plantas carnívoras) y ama con locura a sus hijos (Pericles y Merlina) y a su esposo, Homero, quien es todo un caballero, se encarga de los impuestos y le gusta andar en bata y pantuflas por la casa, aunque de vez en cuando se viste con “distancia y categoría”. El hermano de éste, Lucas, es jipato, orejón y amante de las lamparitas. Lagos, el mayordomo, es exageradamente alto y un poco tenebroso, cumple sus tareas y toca muy bien el órgano y el violín. Eventualmente aparecela abuela maternade Pericles y Merlina. Se encuentra igualmente el tío Cosa (junto con Dedos, la mano viva), es el personaje más extraño: nunca se entiende lo que dice, y está cubierto totalmente por cabellos que hacen difícil conocer su cara.
En los Locos Adams, cada capítulo cuenta una historia sencilla, que sirve de excusa para mostrar situaciones ridículas en la familia, con un humor muy absurdo, pero lo importante no es la historia, sino cómo la cuentan sus personajes. Por ejemplo, si al tío Cosa se le cae el pelo, o Lucas tiene una contractura, lo más divertido suele ser ver los disparates que hace Cosa y los extraños modos que utiliza Lucas para curarse.
- La familia de la Casa Blanca tiene sus particularidades. Su jefe se llama Donald Trump. De él se dice que es narcisista, sociópata, hedonista, impulsivo, inmaduro e incompetente y que vive de una “pérdida persistente de la realidad». (Dixit el libro:The Dangerous Case of Donald Trump).
También se comenta que uno de los rasgos de la conducta del jefe de esa familia, es su comportamiento de intimidación, que lo viene aplicando contra todos los que se resisten a doblegarse, se la pasa días atacando furiosamente a sus enemigos en Twitter y su gobierno se desarrolla bajo el método de la “tuitocracia”.
Es capaz de acusar a los líderes de la Unión Europea de ser unos mantenidos por su país y al incondicional presidente de Colombia, Iván Duque, responsabilizarlo por el crecimiento del negocio de la drogas en un 50% desde que el mandatario colombiano llegó al poder en 2018 y acusarlo de enviar a propósito a sus criminales a EE.UU.
Con el gobierno venezolano practica la política del miedo o el comportamiento de intimidación, dice y repite que todas las opciones están sobre la mesa, pero de repente se reúne con el presidente ruso y afirma que Putin «no está pensando en absoluto en implicarse en Venezuela, más allá de que quiere ver que ocurra algo positivo en Venezuela, y yo pienso lo mismo».
Al lado de ese jefe se encuentran otros personajes: Mike Pence, Mike Pompeo, John Bolton, Elliott Abrams, Craig Faller, entre otros, integrantes de esa familia.
Son todos unos ególatras, buscan protagonismo todos los días, y si es contra el gobierno de Venezuela, muchos más.
Uno de esos personajes, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, llegó a afirmar el martes 30/04/2019, sin prueba alguna, que el presidente Nicolás Maduro “tenía un avión en la pista, estaba listo para irse esta mañana, según entendemos; y los rusos indicaron que debería quedarse”.
Otro pintoresco integrante de la familia de la Casa Blanca, el señor John Bolton, asesor en Seguridad, dirá el mismo 30/04/2019 lo siguiente: «Sigue siendo muy importante para tres figuras (agregamos nosotros: Vladimir Padrino López, Ministro de Defensa, Maikel Moreno, Presidente del Tribunal Supremo de Justicia y Iván Rafael Hernández Dala, Director de Contrainteligencia Militar) en el régimen de Maduro que han estado hablando con la oposición durante los últimos tres meses para cumplir su compromiso de lograr la transición pacífica del poder de la camarilla de Maduro al presidente interino Juan Guaido».
Y remató: “Todos estuvieron de acuerdo en que Maduro tenía que irse». «Necesitan actuar (…) y poder llevar a otras fuerzas militares al lado del presidente interino». “Se les acabó el tiempo. Esta es su última oportunidad. Acepten la amnistía del presidente interino Guaidó, protejan la Constitución y eliminen a Maduro y los eliminaremos de nuestra lista de sanciones. Quédense con Maduro y húndanse con la nave”. Según dice la sabia popular, la mentira siempre sale.
Otro personaje de esta familia, se llama Elliott Abrams, encargado especial de Estados Unidos para Venezuela, aseguró el sábado 06/04/2019 en una entrevista para NTN24, que: “En el caso de Rusia si quieren poner ahora a Venezuela como un problema entre nosotros la reacción norteamericana será mucho más y más grande, porque no vamos a aceptar un cambio de este país a una posición de colonia rusa, eso es imposible”.
Ese mismo personaje, acusado por la legisladora estadounidense Ilhan Omar de respaldar las violaciones de derechos humanos cometidas en El Salvador durante la década de los 80 del siglo XX, dirá el 27/04/2019: “tengo un mensaje para el Psuv y todos los seguidores del presidente Chávez: ustedes están viendo al régimen de Maduro destruir su legado y bueno, de verdad, esa no es mi preocupación (…) pero el Psuv y los chavistas deberían estar preocupados”. Cosas veredes, amigo Sancho, hasta en la familia de la Casa Blanca hay defensores del comandante Hugo Chávez Frías.
Y, por supuesto, el segundo al mando de la familia de la Casa Blanca, el vicepresidente Mike Pence, no podía quedarse al margen del protagonismo respecto a Venezuela y su gobierno. Por ello, el miércoles 8/05/2019 emite la siguiente amenaza: «Si la Corte Suprema de Venezuela no regresa a su mandato constitucional para defender el estado de derecho, EE.UU. responsabilizará a sus 25 magistrados por sus acciones». Una manera muy particular de interpretar el derecho por parte del imperio.
Conclusión
Con Michel Foucault se puede tener una particular perspectiva de la locura y de sus sujetos: los locos.
Con la comedia Los locos Adams podríamos tener una aproximación a lo que significa una familia con comportamientos ridículos, común y corriente, con sus idas y vueltas.
Pero con la familia de la Casa Blanca existe todo un enigma que está por descifrase.
En todo caso sus principales personajes son una oda a lo pintoresco, al protagonismo exacerbado y a la hipérbole. Hay una competencia realmente, pero no por saber quién es el más talentoso sino el más mentiroso. El trofeo de Tartufo está a la disposición y lo demás se lo dejamos a la hermenéutica para que cumpla su papel.