México / 10 de marzo de 2019 / Autor: Hugo Aboites / Fuente: La Jornada
En este sexenio, la huelga Situam es la primera en una universidad. En un momento en el país, de ebullición social, la autonomía permite mayor libertad y más sensibilidad para conectarse con procesos nacionales de cambio. Los conflictos ya no tienen los cauces corporativos, ni los horizontes confinados por topes
y por la coacción gubernamental. Además, hoy la presión pública, los trabajadores y hasta la Presidencia de la República consideran intolerables las distorsiones que al quehacer público y universitario impone una distribución del presupuesto sesgada en favor de las burocracias administrativas y académicas. Esto se agrava por el hecho de que 30 años de iniciativas neoliberales (restricción al ingreso de estudiantes, colegiaturas, enormes disparidades salariales, venta de servicios de investigación y difusión cultural, verticalidad gerencial) alejaron a las universidades de las necesidades de conocimiento del país y de sus jóvenes. En la UAM fuimos ejemplares, y vivimos en una especie de campana de cristal, pero ahora sufrimos recortes que hacen necesario demostrar nuestra validez frente a la sociedad y a los estudiantes y trabajadores universitarios.
La huelga obliga a la UAM a cambiar. Sus autoridades no pueden ya simplemente sentarse a esperar hasta que la huelga se agote, durante semanas o meses, como en ocasión anterior. El costo sería inaceptable para los trabajadores y para la institución pues emergería internamente confrontada, y, al calor de las acusaciones, más vulnerable. Mejor opción es ocuparse en resolver ya el conflicto laboral y hacerlo en forma tal que por un lado se fortalezca hacia adentro (mejor distribución de sus recursos, apertura al escrutinio interno y externo, fortalecimiento del tejido), y, por otro, muestre la disposición a pensar en una más clara respuesta a demandas sociales de conocimiento (admitir a más estudiantes, crear y difundir libremente la ciencia, para atender “primordialmente, a los problemas nacionales…” (Ley Orgánica UAM, artículo.2).
Lo inmediato y urgente, sin embargo, es el tema salarial. Ahí se va a demostrar qué tanto interés hay por comenzar a redefinir y fortalecer la institución comenzando de inmediato, a disminuir la fragilidad salarial en la UAM. Esto suena paradójico pues los ingresos de sus académicos son de los más altos del país. Pero frágiles: un profesor-investigador titular de tiempo completo tiene un salario de alrededor de 28 mil pesos, aunque puede superar los 90 mil mensuales con las becas y estímulos
. Estos últimos, sin embargo, los determina el rector cada año y de acuerdo con su apreciación de la disponibilidad de recursos. No están anclados en un acuerdo bilateral, tampoco garantizados institucionalmente, y en una época de recortes pueden ser inestables. En el caso de los administrativos, la fragilidad estriba en que son salarios bajos (9 mil pesos promedio, según nómina), sensibles a la inflación y a cualquier reducción o estancamiento de recursos institucionales. Permiten la sobrevivencia pero no facilitan que los trabajadores respondan adecuadamente a las exigencias de mayor especialización y profesionalización en el trabajo. Por otro lado, el salario académico debe aumentar para que, aunque sus ingresos globales no crezcan sustancialmente, sí pueda tener una proporción mayor de sus ingresos laboralmente salvaguardados.
La UAM puede dar un aumento salarial más alto si decide dar un paso hacia un presupuesto austero y ejemplar y defendible al exterior. Veamos: el ofrecimiento actual para administrativos es de 3%+3.35%=6.45%, y de 3.35% para académicos y representan un monto global de 57 millones (28 mdp para 3 mil 882 administrativos y 29 mdp para 3 mil 90 académicos) de un presupuesto global de más de siete mil mdp (Datos nómina y presupuesto 2019). Si la UAM decide aumentar 10% a administrativos y académicos, eso costaría, además de los 57 mdp ya sobre la mesa, otros 72.1 mdp. ¿De dónde saldrían? Podría tomarse una parte, por ejemplo, de los 159 mdp asignados al Estímulo a los Mandos Medios y Superiores
(Ver www.uam.mx, Transparencia, Presupuesto 2018, pág. 43). Para los académicos, bastaría con reducir un tanto alguno(s) de los montos de becas y estímulos y con eso dar el aumento adicional. Por ejemplo del Estimulo a Trayectoria Sobresaliente
que tiene 189 mdp, o el Estímulo al Grado Académico
, con 213 mdp, y con eso aumentar la proporción de ingreso académico estable. Incluso sería perfectamente posible, posteriormente, y haciendo un ejercicio de recorte bien balanceado, recuperar 120 mdp para contratar a 150 profesores-investigadores adicionales y así admitir a casi 4 mil estudiantes más. Sería claro así que en lugar de sobresueldos la universidad opta por abrir más espacios para sus jóvenes. Y con eso se rescata de manera concreta la noción de que la universidad, sus recursos y sus trabajadores adquieren su sentido más profundo en el servicio a la sociedad y sus jóvenes.
Fuente del Artículo:
https://www.jornada.com.mx/2019/02/16/opinion/016a1pol
Fuente de la Imagen:
https://yanmaria-yaoyolotl.blogspot.com/2010/12/huelga-situam-2008.html
ove/mahv