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Pobreza en las familias encabezadas por mujeres se duplicó en EE.UU., revela estudio

Un informe de la organización no gubernamental estadounidense Centro Nacional de Derecho de la Mujer (NWLC, por sus siglas en inglés) califica de «alarmante» el aumento de la pobreza en Estados Unidos, especialmente en las familias encabezadas por mujeres, según un comunicado publicado este lunes.

 

El fin de la asistencia federal entregada durante la pandemia, incluidos los créditos fiscales reembolsables ampliados, se relacionan directamente con el aumento de la pobreza, de acuerdo al análisis de NWLC.

 

Dentro del informe se detalla que entre 2021 y 2022, la tasa de pobreza entre las familias encabezadas por mujeres solteras se duplicó al pasar del 11,9% al 26,7%. Del mismo modo, la tasa de pobreza entre las mujeres mayores también aumentó en el mismo período, del 11,7% al 15,3%.

 

NWCL agrega que el trabajo se basa en los datos publicados por la Oficina del Censo de Estados Unidos en septiembre.

 

«Los datos revelan que, tras el fin de los fondos de la era de la pandemia, la Medida Suplementaria de Pobreza (SPM, por sus siglas en inglés) aumentó considerablemente en tan solo un año, algo que no se había registrado en el país en más de 50 años», enfatizó el informe.

 

«La pobreza es una opción política. Tenemos evidencia clara de que la ampliación del crédito tributario por hijos, los pagos de estímulo y el seguro de desempleo ayudaron a millones de familias a pagar alimentos, alquiler, cuidado infantil y más. Como era de esperar, el hecho de que el Congreso no extendiera estos apoyos condujo a que el año pasado se dispararon las tasas de pobreza, aumentaron el hambre y las dificultades entre las mujeres y los niños», señaló Melissa Boteach, dirigente de NWLC.

 

“Es imperdonable que el Congreso siga fallando a las mujeres y las familias al no restablecer de inmediato el crédito tributario ampliado por hijos y otros apoyos que son fundamentales para reducir la pobreza”, añadió Boteach.

 

CNN intenta obtener comentarios de legisladores y funcionarios de la Casa Blanca.

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2023/11/13/pobreza-familias-mujeres-duplica-orix/

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Los niños del 98% de los países africanos están entre los más expuestos a los efectos del cambio climático

Además de un acceso limitado a los servicios esenciales, fisiológicamente los niños tienen más dificultades para hacer frente a los cambios y la contaminación, recuerda la agencia de la ONU para la infancia en víspera de la cumbre africana del clima.

El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) advirtió este viernes en un informe que los niños del continente se encuentran entre los más expuestos a los efectos del cambio climático, pero continúan desatendidos por los principales flujos de financiación necesarios para ayudarles a adaptarse, sobrevivir y hacer frente a la crisis climática.

Según el documento, los niños de 48 de los 49 países africanos evaluados están clasificados como en riesgo alto de sufrir los efectos del calentamiento global.

Hora de actuar: Los niños africanos en el punto de mira del cambio climático evalúa los países en función de la exposición de los niños a las perturbaciones del clima y medioambientales, como ciclones y olas de calor, así como su vulnerabilidad a esos cambios en función de su acceso a los servicios esenciales.

Físicamente son menos capaces de resistir y sobrevivir a las perturbaciones, y fisiológicamente son más vulnerables a sustancias tóxicas como el plomo y otras formas de contaminación. Según los autores, los que viven en la República Centroafricana, Chad, Nigeria, Guinea, Somalia y Guinea-Bissau son los que corren mayor riesgo.

En respuesta a este riesgo, el informe examinó la forma en que los fondos multilaterales para el clima destinan sus recursos. Sólo el 2,4% de esta financiación mundial clave para el clima puede clasificarse como destinada a apoyar actividades que tengan en cuenta a los niños, con un valor medio de apenas 71 millones de dólares al año. Si se amplía el grupo destinatario para incluir a los jóvenes, la cifra aumenta a sólo el 6,6% del gasto total de los fondos, advirtió el organismo.

La era de la migración climática
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pidió este viernes medidas concretas para hacer frente al cambio climático y a los retos de la movilidad humana.

«Hemos entrado oficialmente en la era de la migración climática», dijo la directora general electa de la agencia. «Urgen soluciones para abordar el nexo entre el cambio climático y la movilidad humana a escala continental», añadió Amy Pope.

Según el Banco Mundial, sin una acción climática eficiente y sostenida, hasta 105 millones de personas podrían convertirse en migrantes internos para 2023 solo en África.


© UNOCHA/Yasmina Guerda

Unas mujeres cruzan una masa de agua en Rann, estado de Borno, Nigeria.
La oportunidad de alzar la voz
En este contexto, este viernes ha comenzado la Asamblea Juvenil Africana sobre el Clima 2023, que se extenderá hasta el 3 de septiembre, justo antes de la Cumbre Africana sobre el Clima que tendrá lugar en Nairobi, Kenia.

Con motivo de la Asamblea, el Secretario General de la ONU recordó que «los países africanos no han contribuido casi nada a las emisiones globales. Sin embargo, están sufriendo un calor abrasador, inundaciones feroces y sequías mortales”.

Dirigiéndose en particular a los jóvenes, António Guterres aseguró que la humanidad tiene el poder de cambiar el rumbo y que la pasión y la determinación de los jóvenes de todo el mundo son responsables de gran parte de la acción climática que ha tenido lugar.

“Les pido que suban el volumen para pedir el cambio; movilicen a sus amigos, colegas y redes; y aprovechen esta Asamblea para establecer contactos y hacer oír su voz”.

Hacer frente a la crisis en el continente
Tras la Asamblea, los líderes africanos se reunirán para debatir formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cómo adaptarse a las crecientes consecuencias de la crisis climática.

El acto, que se realizó el 4 de septiembre, contó con la presencia de políticos, empresarios y defensores del medio ambiente de todo el continente. Se celebra en un momento en que las temperaturas están aumentando más rápidamente que en muchas otras partes del mundo, lo que provoca fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y sequías prolongadas, con la consiguiente escasez de alimentos y pérdida de vidas humanas.

África en su conjunto es responsable de menos del 3% del total de las emisiones mundiales, y se espera que los líderes redoblen sus llamamientos a la ayuda financiera para ayudar al continente a adaptarse a la crisis climática.

“En la Cumbre Africana sobre el Clima de Nairobi instaré a todos los líderes a actuar”, declaró António Guterres. “Los países desarrollados también deben proporcionar justicia climática: Tomar medidas para garantizar que los países en desarrollo reciban una financiación asequible; aportar los 100.000 millones de dólares anuales prometidos para la acción climática y duplicar la financiación para la adaptación”, añadió.

Fuente:

 

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México: Pobreza, crecimiento y redistribución. El papel de la educación

Por: Félix Vélez
Para complementar el crecimiento y la reducción en la pobreza con políticas redistributivas eficaces es la hora de elevar la calidad de la educación a todos niveles. De lo contrario, los resultados recientemente publicados en reducción de la pobreza, tendrán un alcance relativamente limitado.

Francois Bourgignon i sostiene que no siempre el crecimiento económico beneficia a los pobres. Se pueden constatar casos en que el ingreso de los pobres disminuyó a pesar del crecimiento de la economía. Normalmente, con el crecimiento sí tiene lugar una reducción, la cual puede ser mucho más rápida si se ve acompañada de medidas de redistribución. La pregunta es cómo crecer y cómo redistribuir.

En México la inversión en infraestructura física tuvo un impacto muy positivo sobre el crecimiento de la economía por décadasdurante el tendido de las principales vías ferroviarias en el Porfiriatoii con la construcción de carreteras a partir de los años veinte, la electrificación y el despliegue de telefonía (ahora telecomunicaciones) en el siglo pasado y hasta la fecha. Dicha inversión tuvo un efecto positivo sobre la acumulación de capital privado, al beneficiarse de externalidades positivas. Una empresa se beneficia de estar bien comunicada y conectada.

Actualmente, agregar un carril más a la autopista de la Ciudad de México a Cuernavaca –por poner un ejemplo– tiene algún impacto sobre sus usuarios, pero no es comparable al que se dio cuando se terminó la original el 18 de noviembre de 1952 y más aún cuando se inauguró la libre el 11 de noviembre de 1927. No es comparable el efecto sobre el crecimiento del ingreso de que por fin se comuniquen dos localidades importantes, con el de reducir el tiempo de traslado en horas pico.

Lo anterior no implica que todo México esté comunicado por carretera –para seguir con el ejemplo– pero ciertamente hay avances innegables en la obra caminera. Y así con otros ámbitos de capital físico. Pero el capital también abarca al capital humano, de nuevo existe un largo camino recorrido: en 1920 el alfabetismo era de 30 por ciento, en 1970 de 70 por ciento y en 2020 de 95 por ciento. Incluso con el saldo negativo del COVID –en el largo plazo el avance cuantitativo es claro.

El reto ahora es cualitativo y tiene un importante impacto sobre la igualación de oportunidades y la reducción de la desigualdad. En realidad lo ha sido por bastante tiempo y los resultados de algunas mediciones –como la prueba PISA– no son alentadores. Brindar capital humano a los pobres es brindarles riqueza. Después de todo, la tierra ya se repartió en México.

Por consiguiente, para complementar el crecimiento y la reducción en la pobreza con políticas redistributivas eficaces es la hora de elevar la calidad de la educación a todos niveles. De lo contrario, los resultados recientemente publicados en reducción de la pobreza, tendrán un alcance relativamente limitado. El crecimiento del gasto social dentro del gasto público, en un contexto de envejecimiento de la población, de elevados subsidios a las llamadas empresas productivas del estado (como PEMEX, que de productiva tiene poco) y de crecientes pagos de servicio de la deuda pública se antoja insostenible. Y no es lo mismo redistribuir ingreso que riqueza.

Ayuda desde luego a México la relocalización geográfica global –“nearshoring”– de las cadenas de suministro, el impacto en Norteamérica de la ley de Chips y Ciencia de Biden y la reestructuración global de la industria automotriz. Ese fue el caso cuando entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte el primero de enero de 1994, pero no fue suficiente para que México dejara de ser un país de ingreso medio y pasar a ser de ingreso alto, ni lo será en esta ocasión. iii

Pero hay que pasar del qué al cómo, la econometría tiene un límite. Al respecto, los experimentos aleatorios controlados de campo se vuelven fundamentales. Esto es la evaluación de impacto de distintas acciones en materia educativa. Sólo así se puede ver qué funciona y qué no. Banerjee, Duflo y Kremer iv obtuvieron el premio nobel de economía por su contribución a la evaluación de impacto de los programas sociales.

Algunos de sus hallazgos en materia educativa: 1) proveer más libros de texto gratuito no contribuyó mayormente a mejorar el desempeño de los estudiantes, excepto el de los más destacados; 2) brindar rotafolios no tuvo efecto alguno; 3) ofrecer educación remedial para el estudiantado menos aventajado sí tuvo un impacto sustancial positivo; 4) reducir el número de estudiantes por aula no tuvo efecto, porque los de menor desempeño no se beneficiaron de convivir más de cerca con los de mayor rendimiento; 5) dividir a los grupos en grupos más pequeños, en función de los conocimientos previos adquiridos por el alumnado tiene también efecto positivo, tomar en cuenta lo que sabe el alumnado y no lo que toca según el programa; 6) pagar a las maestra un bono por no faltar a clase redujo el ausentismo y contribuyó positivamente al aprendizaje; 7) reducir el tamaño del grupo contratando maestras de asignatura –cuya permanencia dependía de su desempeño– tuvo un impacto favorable, no así cuando se trató de escuelas con magisterio sindicalizado cuya respuesta a las nuevas contrataciones fue faltar más y enseñar menos.

Desde luego que dichos experimentos son confrontados, esto es, se evalúa su “validez externa” para ver si son generalizables a otros lugares y ámbitos.

En México el presente gobierno eliminó el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) y no existe información sobre el impacto del COVID sobre el aprendizaje, la matriculación, la eficiencia terminal. Da la impresión de que el servicio se encuentra capturado por grupos de interés –magisteriales– y que en la Secretaría de Educación Pública no hay urgencia de cambiar las cosas. Habría que agregar la baja prioridad otorgada al presupuesto de educación pública, 3.24 por ciento del PIB en 2023.

Si la calidad de educación que consumen los pobres no es prioridad para el gobierno, difícilmente se podrá crecer más en el largo plazo, reducir la pobreza de manera permanente y reducir la desigualdad.

* Félix Vélez Fernández Varela (@FelixVelez) es profesor de economía y políticas públicas en el ITAM y Experto México, ¿cómo vamos?. Ha combinado el servicio público con la academia.

i Bourguignon, Francois. (febrero 4, 2004) The Poverty – Growth – Inequality Triangle, Banco Mundial, presentado en Nueva Delhi.

iii Werner y Milo Alexis / Nearshoring, Reforma, mayo 30, 2023.d

iv Banerjee, Abihit, Duflo, Esther y Kremer, Michael. (2019) Understanding Development and Poverty, Scientific Background on the Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel 2019, The Royal Swedish Academy of Sciences.

https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/mexico-como-vamos/educacion-pobreza-crecimiento-redistribucion
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Lo peor de la libertad

La cultura humana –me refiero a todo aquello en lo cual la vida humana se ha elevado por encima de sus condiciones animales y se distingue de la vida animal (y omito diferenciar entre cultura y civilización)– muestra al observador, según es notorio, dos aspectos. Por un lado, abarca todo el saber y poder-hacer que los hombres han adquirido para gobernar las fuerzas de la naturaleza y arrancarle bienes que satisfagan sus necesidades; por el otro, comprende todas las normas necesarias para regular los vínculos recíprocos entre los hombres y, en particular, la distribución de los bienes asequibles. (Freud, El porvenir de una ilusión (1927)

Freud, exiliado por el nazismo, creador de un discurso revulsivo para la época, presenta las ideas directrices para este texto ¿Por qué rechazar los discursos de odio? En primer lugar, recordaré a propios y extraños, que el psicoanálisis no puede ejercerse bajo el imperio del totalitarismo. “Raros son esos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere y decir lo que se piensa.” (Publio Cornelio Tácito​ [c. 55-c. 120]). La época, en la que mediante múltiples artificios neoliberales se cuestionó la legitimidad del Estado, nos hace notar que el fruto no cae lejos del árbol. Por lo menos en cuanto al feroz y continuado ataque del neoliberalismo contra el Estado, en su rol ligado a la cuestión social. Sobre la que huelga decir, los gobiernos de nuestra democracia, han mostrado las mayores dificultades.

La pobreza y miseria a nuestro alrededor son innegables, pero también innegable resulta el esfuerzo puesto desde la democracia y el Estado, en su contra y sobre todo, desde la salud y la educación. La educación pública, por ejemplo, es una de las instituciones más valiosas de nuestra identidad. La ciudad de Rosario es un claro ejemplo de un ecosistema que en parte late, respira y se mueve a partir del sistema universitario público (entiendo que lo mismo vale para Córdoba (La Docta), La Plata, Tucumán, pero no puedo ir tan lejos en este breve escrito).

La memoria es una virtud reverenciada universalmente
Vuelvo a lo que convoca, o a lo que debe convocarnos, no es posible, bajo ningún concepto, aceptar el cuestionamiento a la convivencia democrática, que pregonan los sectores antidemocráticos libertarios. Pretender someter a la democracia argentina a tal cuestionamiento en favor de las virtudes del libre mercado, no contrasta elementos del mismo valor.

Si uno lo piensa un poco, no es difícil comprender ciertas alianzas. Luego de juzgados los responsables del Terrorismo de Estado en argentina, quedó demostrado que tanto la propiedad privada, como la vida, la dignidad o la libertad, fueron instituciones profundamente violadas en ese desgraciado abismo social y cultural.

Fueron también demostradas las pocas bondades del régimen neoliberal asumido por la dictadura que inició en 1976 (o antes, las fronteras son una cuestión complicada; a veces me pregunto si la muerte del compañero presidente, en La Moneda, no fue también una muerte en Buenos Aires, en Rosario, en Córdoba, en La Plata, en Tucumán). En cuanto a la rapiña a la que se liberaron los perpetradores de los crímenes de Estado, argumentar en ese sentido significa agotarse en una verdad de Perogrullo, sin embargo podemos nombrar algo en particular: apropiaciones de propiedades y de seres humanos (robo de bebés), circulación de prisioneros al modo de la mercancía; incluso intercambio de éstos entre regímenes dictatoriales de Sudamérica, o en el alcantarillado de los centros de detención clandestina; que no un es eufemismo para campos de concentración, es decir, que no es lo mismo/pero es igual. Red de las profundidades de la aberración humana que ha sido juzgada y condenada en nuestro país.

No es cierto que haya algo nuevo en las propuestas libertarias. No es cierto que haya algo nuevo allí, es el pasado que vuelve como farsa, no como destino.

Como Jack el Destripador, el neoliberalismo se fue perfeccionando y hace poco, quirúrgicamente, prometió la revolución de la alegría, hoy más al estilo de El Joker promete lo que pueda decir una motosierra para cada quién.

De lo que existe/de lo que no debe existir
Los virtuosos lloran en los velorios y ríen en las fiestas, los canallas ni una cosa ni la otra. Uno no sabe nunca qué hacen. Hay quienes sólo se sientan a tomar café. Es mentira que no exista un mercado para los órganos, para las personas, aun para la violencia (Sayak Valencia, demostrando un extraordinario poder de análisis en su libro Capitalismo gore –2010, Editorial Melusina– habla de Biomercado), pero la conciencia de la humanidad los tiene por los lugares más despreciables y deben permanecer en la ilegalidad; en ese sentido la propuesta libertaria viene a ilegalizar lo legal y a legalizar lo ilegal, pretende reintroducir el descarte de nuestro tiempo histórico. Viene a proponer una transformación radical de nuestros valores y nuestras tradiciones (las democráticas, las primeras). Viene a poner todo patas para arriba, no creo que con buenas intenciones. Si llegara, muy probablemente nos despertaremos de la pesadilla más pobres y tristes que antes de ella. Volvamos al sueño y al suelo, de una patria justa, libre y soberana, con mejores políticas de techo, tierra, trabajo, paz y dignidad, que de eso se trata la libertad de nuestros sueños, que es la libertad de que todo sea como lo soñamos.

*Psicoanalista, Ph. D., Psicólogo. Docente en Facultad de Psicología – Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Fuente: https://redaccionrosario.com/2023/09/28/lo-peor-de-la-libertad/

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Estudio: Desigualdad, pobreza y clases medias en América Latina: del relato a los datos

José Juan Ruiz Gómez. Presidente del Real Instituto Elcano

 

AMÉRICA LATINA

Tema[1]

La desigualdad es un problema grave y extendido en América Latina, tanto en términos absolutos como relativos respecto a la economía global. A pesar del relato, los datos sugieren que no parece razonable considerar que nada ha pasado en América Latina en la lucha contra la desigualdad y la pobreza. Han pasado muchas cosas y la mayor parte de ellas positivas.

 

Resumen

Los datos confirman que, en términos de distribución de la renta, América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. Existe una extensa literatura académica que analiza los orígenes históricos y la evolución de este grave problema no sólo moral, sino también político y económico.

 

La desigualdad es por tanto un problema grave y extendido en la región, tanto en términos absolutos como relativos respecto a la economía global. Sin embargo, la mayoría de los países latinoamericanos han tenido un éxito relativo es su empeño –explícito o implícito– de reducción de la desigualdad.

 

Análisis

Mapa de la desigualdad: coeficiente Gini, 2019

Fuente: World Bank Poverty and Inequality Plataform.

Nota: según el país y el año, los datos se refieren a la renta disponible o al consumo per cápita.

Los datos, esta vez sí, confirman que, en términos de distribución de la renta, América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. Existe una extensa literatura académica que analiza los orígenes históricos y la evolución de este grave problema no sólo moral, sino también político y económico.

 

La Figura 1 toma los datos que Our World in Data obtiene del Banco Mundial y muestra que entre los 25 países con peor distribución de la renta –sobre un total de 89 economías– figuran 16 países latinoamericanos.

 

Figura 1. Índices Gini, circa 2023 (16 países de América Latina entre las 25 economías del mundo con peor distribución del ingreso)

La desigualdad es por tanto un problema grave y extendido en la región, tanto en términos absolutos como relativos respecto a la economía global.

 

La Figura 2 describe la frontera de desigualdad global que configuran los Índices Gini de estas 89 economías. Se ha construido sin ponderar por población o por tamaño de la economía, por lo que más que un indicador sintético de la desigualdad global lo que traza es el éxito o fracaso de esas 89 economías en su objetivo de reducir los Índices de Gini, una medida popular de la desigualdad pero que, no hay que olvidar, no capta todas las dimensiones del problema: discriminación en el acceso a la salud, a la educación, sesgos de género, discriminación racial, intergeneracional, igualdad de oportunidades o movilidad social.

 

Figura 2. Frontera global de la desigualdad (promedio móvil sin ponderar por población o PIB de los Índices de Gini de 89 economías entre circa 1980 y circa 2023)

Puede observarse que los máximos en los Gini se registraron entre los años 80 y 90 del siglo pasado y que, hasta la pandemia, a lo largo de las dos décadas del siglo XXI ha habido un intenso y sostenido proceso de reducción de los valores de esos indicadores. El mínimo se alcanzó en 2011, momento en el que nuevamente el indicador agregado comenzó a aumentar. El promedio del periodo es un Gini global de 0,36 y una reducción entre 2001 y 2019 del 7%.

 

Tomando esas referencias se ha construido la Figura 3 en el que se representan los Índices de Gini más recientes de esas 89 economías –eje vertical– y los cambios que se han acumulado en ellos a lo largo de estas dos décadas.

 

La figura distingue cuatro cuadrantes: países con Gini por encima de la media pero que en estos 20 años han reducido su nivel de desigualdad más que el promedio del total de países (Cuadrante I), países con Gini por debajo de la media y en los que se ha reducido más que en el promedio (Cuadrante II), países con desigualdad menor que la media, pero en aumento (Cuadrante III), y países con desigualdad por encima de la media y en los que la brecha ha seguido aumentando (Cuadrante IV).

 

Figura 3. Variación del Índice Gini en siglo XXI (14 países de América Latina en cuadrante que indica Gini altos, pero reduciéndose)

Como puede observarse, la mayor parte de los países latinoamericanos (14) se sitúan en el Cuadrante I, los dos que están por debajo de la media (El Salvador y Venezuela, con datos sólo hasta 2006) en el Cuadrante II, y Colombia, Costa Rica y Nicaragua (que ya estaban por encima de la media global de desigualdad) en estas dos décadas han agravado su situación de desigualdad. Junto a ellos están economías desarrolladas (EEUU), países africanos (Tanzania y Burkina Faso), asiáticos (Laos e Indonesia) y europeos emergentes (Rumanía).

 

Junto a estos fracasos, la mayoría de los países latinoamericanos han tenido un éxito relativo es su empeño –explícito o implícito– de reducción de esta dimensión de la desigualdad.

 

La Figura 4 muestra que, entre las nueve economías más grandes de la región, ocho –la excepción es Colombia– habían conseguido en el año 2020 situarse en el valor más bajo de la brecha frente a la mediana mundial.[2] Particularmente destacables son las trayectorias de Republica Dominicana y Uruguay, dos economías muy cercanas ya a la frontera global. En términos de mayores éxitos, Brasil encabeza el ranking y México se sitúa en segunda posición. Un hecho nada menor ya que se trata de las dos economías más grandes de América Latina que concentran más del 60% del PIB regional.

 

Figura 4. Reducción en América Latina de la brecha frente a la Frontera Global de Desigualdad (salvo Colombia, todos los países de América Latina están en valores mínimos de distancia a la Frontera

Interpretar correctamente los factores que están detrás de esta evolución es muy complejo porque sobre el resultado han influido un gran número de factores.

 

Por supuesto, una mejor evolución macroeconómica y un menor número de crisis sistémicas, la apertura al exterior y el consiguiente debilitamiento del poder de los grupos captadores de rentas, pero también políticas públicas específicas como los efectos acumulados del aumento del gasto público en educación, salud y otras políticas sociales.

 

Dentro de ellas, por su naturaleza y capacidad de innovación destacan las nuevas generaciones de políticas públicas de “transferencias condicionadas” (PTC).

 

La primera fue Progresa en México en 1997, después denominada México Oportunidades, pero la más famosa internacionalmente ha sido Bolsa Familia de Brasil.

 

En estos 20 años se han puesto en marcha 30 programas de este tipo en 20 países de la región, convirtiendo América Latina en el mayor laboratorio en el mundo de políticas sociales. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la cobertura de esos programas había pasado de menos de un millón de personas en 1996 a 132 millones en 2015 –el 20,9% de la población regional– y, en términos de hogares, de menos de 300.000 hogares en 1997 a 29,8 millones en 2015, el 17,5% del total de hogares de América Latina.

 

La Figura 5, tomado del referido documento de la CEPAL, cuantifica por países el importe de la inversión en PTC. Para el conjunto de América Latina esa inversión equivalía hacia 2015 al 0,33% del PIB, pero en Ecuador, Argentina y Brasil está por encima del 0,5% del PIB.

Aunque las PTC fueron diseñadas para combatir la pobreza más que la desigualdad y aunque tengan también consecuencias no deseadas sobre los incentivos políticos y económicos, sin duda, han marcado una nueva etapa en la historia de las políticas sociales del continente.

 

Un continente que además de los avances –insuficientes– en la lucha contra la desigualdad también ha cosechado un significativo éxito en la reducción de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema.

 

La Figura 6 compara la evolución de la pobreza y la distribución del ingreso por los tramos de renta habituales en la literatura académica entre la economía global y América Latina.

 

  1. Figura 6. Distribución de la población de América Latina y del mundo por umbrales de renta: pobreza extrema, pobreza y clases medias vulnerables y consolidadas en el mundo

(más…)

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La despolitización de la pobreza. meritocracia, positividad y violencia

Por: Fabián Piñeyro

El imaginario colectivo que define los sentidos sociales y organiza la manera en que los sujetos se piensan, se ven, se proyectan y representan, concibe a la pobreza como un signo de incapacidad personal o de inferioridad moral.

A través de complejos dispositivos simbólicos, las élites dominantes han conseguido instalar un marco de sentido que despolitiza a la pobreza y a la desigualdad social.  Marco de sentido que hace que el pobre se sienta culpable de su pobreza y proyecte su enojo y su ira contra sí mismo, lo que obtura la queja y el reclamo.

Ese imaginario se asienta en una narrativa de la voluntad articulada en torno a la idea de que cada individuo es un puro producto de sí mismo.

El esfuerzo, el mérito, la culpa, la responsabilidad, son las nociones que organizan la manera en que se piensa, se conceptualiza y se simboliza, la pobreza y la desigualdad social.

Esas nociones le dan forma a un imaginario que define, en base a frases sencillas y simples sentencias, una legalidad social que ordena admirar al rico y esforzarse, y que prohíbe responsabilizar a los otros por la “suerte” propia. Querer es poder, solo depende de vos, son algunas de esas sentencias, simples y sencillas.

Consignas tan esperanzadoras como culpabilizadoras que estructuran la manera en que se piensa y se conceptualiza, la desigualdad y la pobreza.

Esa legalidad social ordena además la forma en que el pobre se relaciona con su pobreza y la manera en que ve a los ricos.

Ese marco de sentido presenta a la pobreza como un signo de incapacidad, le asigna al individuo toda la responsabilidad y le da forma a una explicación que remite a distintos aspectos de la subjetividad, como la falta de aptitudes, destrezas o habilidades, y la escasa disposición al esfuerzo.

Al devenir en signo de incapacidad personal, la pobreza se vive vergonzosamente. Se disimula, se oculta, solo se alude a ella puertas adentro. El problema deviene así, efectivamente, en drama personal o familiar. Los padecimientos que la pobreza produce no se comentan, y no dan lugar a la queja, porque ésta ha devenido en una confesión implícita de incapacidad e inferioridad subjetiva.

La riqueza aparece, en cambio, como la expresión más evidente de la capacidad, de la astucia, de la habilidad.

Al rico se lo admira, se lo envidia, de manera más o menos disimulada, pero muy rara vez se lo critica. Su lugar, su posición, está legitimada por una narrativa que ve a la riqueza como una consecuencia natural del mérito.

La meritocracia se anuda, se articula con una cultura de la positividad, con una narrativa de la voluntad, que vela, que anula y hasta le niega estatuto de realidad a las restricciones, a la imposibilidad.

En la sociedad de la positividad no hay lugar para el antagonismo, para la contradicción, por eso la riqueza deja de ser vista como la contracara de la pobreza.

El despojo original, que le dio forma al orden capitalista, queda así invisibilizado. Como queda velada la explotación, la apropiación de los frutos del trabajo ajeno. Porque a la propiedad se la presenta como una consecuencia del mérito. El rico es rico porque aportó mucho, porque generó mucho, no porque se apropió de mucho.

Se desdibuja, de esta manera, el carácter social de la producción. Que deviene en una realidad espectral, apenas visible, opaca, casi imposible de percibir tras el brillo rutilante que dimana la subjetividad del heroico emprendedor.

La negación del despojo y la explotación es, por ello -a la misma vez- una negación de las capacidades y portentos del explotado. Porque implica la negación de que fue él, con su trabajo, el que generó la riqueza.

La narrativa del mérito y la positividad, enmascara y oculta la explotación. Y, además, agrede la dignidad y la subjetividad del pobre. El pobre no sabe, no puede, no es capaz, por eso es pobre. Ello oculta el hecho evidente de que la pobreza material impide, restringe, limita, constriñe y torna -a veces- imposible el desarrollo de las capacidades y hasta el de la propia individualidad.

La subjetividad del pobre es agredida por esa narrativa culpabilizadora que lo censura por no poder, cuando no pudo poder.

A esa agresión se le suma la que genera la pobreza en una era de riqueza, en un ecosistema social organizado en torno al consumo y que asigna rangos en base a la relación que se tiene con los objetos. En el marco de una sociedad de la abundancia y el consumo, en la que el acceso al goce está -en gran medida- mediado y condicionado por las posibilidades de adquirir, la pobreza genera una interdicción al placer, y por ello, una intensa frustración.

Esa restricción del goce genera una tensión, que al ver obturada toda posibilidad de convertirse en reclamo, se convierte en angustia.

Una parte del enfado que se produce como consecuencia de esa interdicción, el pobre la dirige contra sí mismo, en tanto él tiende a verse como el responsable principal de su pobreza. Porque la narrativa meritocrática les asigna a los individuos la responsabilidad exclusiva de su situación.

La sociedad de la positividad se asienta, como no podía ser de otra manera, sobre un conjunto de negaciones: la de la existencia de marcos materiales condicionantes; la de unas diferencias en los puntos de partida que perfilan y tornan previsibles las biografías; la de la violencia estructural del sistema capitalista; la del despojo original y la de la explotación.

Esas negaciones permiten estructurar una cultura de la voluntad, el mérito y la responsabilidad personal, que despolitiza la pobreza y la desigualdad, que obtura los contenciosos de clase, porque niega la existencia misma de las clases.

La cultura de la voluntad limita la política al ámbito abstracto e inmaterial de los derechos, porque un sujeto “liberado” todo lo podrá, pero a la vez también podrá ser responsabilizado por todo.

La que queda así, liberada, efectivamente de toda responsabilidad, de toda interpelación, de toda crítica, es la civilización capitalista.

La cultura de la voluntad legitima la violencia estructural, el despojo y la explotación, y mediante complejos mecanismos simbólicos redirige la tensión resultante hacia los costados o hacia abajo.

Esa cultura no encuentra casi contestación alguna, ello explica por qué ha devenido en sentido común una narrativa culpabilizadora de la mayoría pobre y oprimida.

Esa falta de contestación es, en buena medida, consecuencia del disciplinamiento (por la vía de la integración) de aquellos a quienes las mayorías oprimidas le confiaron la tarea de representarlos.

Apelando al pragmatismo como dispositivo de justificación, esos representantes han contribuido fuertemente a limitar la política al mero ámbito de la gestión. El orden, dicen, no solo no puede ser sustituido por otro, sino que tampoco puede ser modificado sustancialmente.

Eso genera la inexistencia de proyectos, de una alternativa, de un algo con el que contrastar lo dado y enjuiciarlo. Y es eso, lo que sustenta la positividad, la negación de toda negatividad.

Fuente de la información e imagen:  https://elsudamericano.wordpress.com

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