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Las clasificaciones de sostenibilidad muestran un lado diferente de la educación superior

Noticia Global/Universityworldnews/AngelCalderon

Las clasificaciones de Times Higher Education o THE Impact están diseñadas para medir la medida en que las universidades están trabajando para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Los ODS no se centran en la educación superior, pero proporcionan un plan compartido para establecer estrategias que buscan mejorar la salud y la educación, reducir la desigualdad y fomentar el crecimiento económico, al tiempo que abordan el cambio climático y trabajan para preservar nuestros océanos y bosques.

En todo el mundo, los encargados de la toma de decisiones y los expertos en políticas han adoptado los ODS como un símbolo de acción y discurso político en momentos de incertidumbre y aumento de la desigualdad, y ante los muchos desafíos que enfrentamos en estos días.

También significa que hay muchas personas en servicios profesionales que buscan capitalizar los ODS para servicios de consultoría, evaluación y evaluación. Por lo tanto, es útil mantener esas tensiones mediadoras en perspectiva para que las instituciones puedan abordar plenamente los ODS y las universidades puedan destilar su impacto en la sociedad.

El año pasado, THE inauguró su Ranking de Impacto sobre cómo las universidades cumplen con los ODS.

La edición de este año, publicada a fines de abril, incluye 767 instituciones de 86 países que presentaron datos sobre al menos cuatro ODS. En comparación con el año pasado, hubo un aumento del 38% en el número de instituciones participantes.

Ampliación de la cobertura de los ODS: de 11 a 17 ODS

Para la edición de este año, THECobertura ampliada de 11 a los 17 ODS. Esto significa que THE ha desarrollado 105 métricas y 220 mediciones en total. Esta ha sido una tarea importante por parte de THE . Esto se debe a que la clasificación de niveles para los indicadores globales de SDG contiene más de 230 medidas.

El equipo de THE debe estar muy satisfecho con el sistema que han desarrollado en los últimos dos años, pero también debemos observar cómo THE atiende las llamadas de expertos en materia de responsabilidad.

Hubo 164 instituciones en todo el mundo (21% de todos los participantes) que presentaron datos y pruebas sobre los 17 ODS. Como se observa el año pasado, trabajar en la presentación de este ranking es un esfuerzo significativo para las instituciones debido a la gran cantidad de información requerida.

También requiere que los equipos de personas que trabajan en la presentación sean diligentes, se cuiden al compilar evidencia y se aseguren de que sea públicamente visible en la web, ya que no hacerlo significa perder puntos y recibir un resultado promedio.

A diferencia de todas las demás clasificaciones, los meses de planificación y preparación son la clave del éxito para THEClasificación de impacto, combinada con recursos óptimos y la capacidad de trabajar en grupos funcionales, a menudo con prioridades competitivas. Desafortunadamente, las instituciones con menos recursos no pueden permitirse una participación plena y necesitan moderar sus expectativas sobre qué tan bien es probable que se desempeñen en este ranking.

De las 164 instituciones que pudieron presentar datos sobre los 17 ODS, 95 provenían de economías de altos ingresos, en gran parte de las regiones de Asia Oriental y el Pacífico y Europa Occidental. Hubo 124 instituciones de economías de ingresos medios bajos que presentaron datos sobre al menos cuatro ODS y, por lo tanto, se les otorgó una clasificación general. La mitad de estos datos presentados de cuatro a seis ODS.

De las universidades clasificadas en el top 200 mundial, el 82% eran universidades de economías de altos ingresos, principalmente de las regiones de Asia oriental y el Pacífico, Europa occidental y América del Norte.

La mitad de las universidades de América Latina se clasifican en el rango 301-500, mientras que la mayoría de las universidades de los estados árabes y las regiones de Europa Central y Oriental se ubican fuera de las 400 principales.

Esta clasificación, como todos los demás esquemas, destaca los problemas de equidad en torno al rendimiento y debemos enfatizar que las clasificaciones deben ser vistas en contexto, idealmente no a nivel global sino regional.

Benchmarking

No hay duda de que las instituciones que participan en THEImpact Rankings están equipados con información invaluable para compararlos con otras instituciones en cualquier ODS una vez que se publican los resultados.

Sin embargo, hay una trampa. Con el fin de hacer un uso óptimo de los resultados, las instituciones deben obtener una suscripción de tres años pagada al panel de control de THE , que les permite comparar con otros (independientemente de su geografía y posición) en cualquier métrica dentro de los ODS. Alternativamente, THE publica una lista en línea de instituciones clasificadas en cada ODS, pero no proporciona un desglose por métrica.

Las instituciones pueden utilizar los resultados de las clasificaciones para una variedad de propósitos, por ejemplo: aprovechar el conocimiento de los ODS; desarrollar una hoja de ruta para la mejora continua; incrustar los ODS en todas las facetas de la actividad universitaria; y asegurar que la estrategia universitaria se alinee con los ODS.

Un modelo alternativo para las instituciones que eligen no participar es tomar la Clasificación de Nivel de las Naciones Unidas para los Indicadores MDS Global como guía, adaptarlos para su propia evaluación y buscar asociarse con otras instituciones interesadas como parte de un punto de referencia interinstitucional.

ODS preferidos

Dejando a un lado el ODS 17 (sobre asociaciones), que es el único ODS obligatorio para las instituciones, hay algunos ODS que atraen más interés que otros.

En ambas ediciones de este ranking, observamos que el ODS 4 (calidad de la educación), el ODS 3 (buena salud y bienestar), el ODS 9 (industria, innovación e infraestructura) y el ODS 5 (igualdad de género) tienen el mayor número de presentaciones de instituciones. No es sorprendente ver que el número más bajo de instituciones participantes ocurrió en el ODS 14 (vida debajo del agua), el ODS 15 (vida en tierra) y el ODS 6 (agua limpia y saneamiento).

La selección de qué ODS enviar a THE refleja en parte el perfil de una institución, la misión y las fortalezas disciplinarias. La ubicación geográfica también juega un papel en los ODS elegidos.

Por ejemplo, las universidades de América Latina fueron más prominentes en el ODS 1 (pobreza), ODS 2 (hambre), ODS 3 (buena salud y bienestar) y ODS 4 (calidad de la educación), mientras que las universidades europeas estaban menos entusiasmadas con los ODS 1 a 3, pero más destacado en el ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico), el ODS 16 (paz, justicia e instituciones fuertes) y el ODS 12 (consumo y producción responsables).

Comparación

año tras año Cualquier comparación año tras año de los resultados debe tratarse con precaución por los siguientes motivos: en primer lugar, el número de instituciones participantes aumentó en 211 (o 38%) de 556 en 2019 a 767 en 2020; En segundo lugar, el número de ODS aumentó de 11 a 17, aumentando el número de métricas clasificadas. En tercer lugar, hubo algunos ODS en los que se agregaron, revisaron o redistribuyeron nuevas medidas.

Teniendo en cuenta estas diferencias metodológicas, podemos ver que algunas instituciones mantuvieron su posición relativa desde el año pasado hasta este año y hay algunas instituciones que vieron un rápido aumento en su posición mientras que algunos nuevos participantes se dispararon hacia la cima.

En el primer grupo, vemos que la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda ocupa el primer lugar general por segundo año consecutivo y hay otras siete instituciones que mantienen su rango entre los 20 mejores del mundo.

Ellos son: Western Sydney University (tercero, arriba del 11), University of Bologna (sexto, arriba del noveno), University of British Columbia (séptimo, abajo del tercero), University of Manchester (octavo, abajo del tercero), King’s College Londres (noveno, por debajo del quinto), Universidad de Waterloo (16º, por debajo del 13º) y Universidad McMaster (17º, por debajo del segundo).

También vemos que los nuevos participantes de la Universidad La Trobe y la Universidad Estatal de Arizona (Tempe) se dispararon al cuarto y quinto lugar, respectivamente. Mientras tanto, la Universidad de Sydney, que ocupó el puesto 25 el año pasado, ocupa el segundo lugar este año y la Universidad RMIT pasó del puesto 82 al 10 en general.

Comparación con THE World University Rankings

De las instituciones clasificadas en Impact Rankings, el 32% de ellas no están incluidas enTHE 2020 World University Rankings. La mayoría de las instituciones de World University Ranking se encuentran fuera de las 400 mejores del mundo en Impact Rankings. Solo se pueden encontrar 82 universidades en los primeros 300 lugares de ambos rankings.

Por lo tanto, la participación en Impact Rankings parece ser un vehículo para ganar visibilidad a nivel global para muchos.

La decisión de muchas universidades de participar en este ranking también se debe al hecho de que las métricas de investigación pesan alrededor del 27% del puntaje general, considerablemente menos que el peso general otorgado en el Ranking Mundial de Universidades.

El tiempo dirá el grado en que la variabilidad institucional en las clasificaciones de impacto sigue siendo frecuente. Esperemos que las instituciones de las economías de ingresos medios vean una mejora en su posición en el futuro.

Angel Calderon es asesor principal, planificación e investigación, en la Universidad RMIT en Australia. Es experto en rankings y especialista latinoamericano.

Fuente: https://www.universityworldnews.com/page.php?page=UW_Main

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¿Cae otro mito de la izquierda? «La educación finlandesa funciona cada vez peor»

Redacción: Libre Mercado

El país nórdico cae en el ranking de los mejores valorados a nivel educativo.

Allá por el año 2000, la OCDE publicó por primera vez una evaluación independiente de los resultados conseguidos por los sistemas educativos de los países integrados en la organización. Así nació el Informe PISA, convertido dos décadas después en el patrón oro con el que se compara la excelencia de los distintos modelos formativos de Occidente.

En el primer ranking elaborado por los técnicos de la organización con sede en París, Finlandia consiguió un destacado primer puesto. Conforme la publicación fue ganando popularidad, cada vez más políticos y periodistas empezaron a referirse al país nórdico como ejemplo a seguir a la hora de diseñar medidas educativas.

En los últimos años, Finlandia ha recortado los deberes, ha reducido los horarios escolares y ha minimizado la importancia de los exámenes. Todas estas decisiones han levantado polémica a nivel interno, pero han cautivado la atención de observadores internacionales que no han tardado en recomendar la adopción de este tipo de políticas con el argumento de que Finlandia, líder en el Informe PISA, las está aplicando.

El caso es que la ventaja de la educación en Finlandia no solo no ha mejorado desde que se han introducido estas medidas, sino que su calificación en el ranking va a peor. Big Think recuerda que, entre 2006 y 2012, la nota del país en ciencia, lectura y matemáticas bajó notablemente. Para ser precisos, se redujo en 18, 23 y 29 puntos, respectivamente.

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Esa tendencia a la baja se mantuvo en 2015 y contrasta con el auge del modelo educativo de Estonia o la mejora de otros países como España, donde las quejas de la izquierda sobre los «recortes educativos» chocan con un progreso notable en los resultados obtenidos.

Entonces, si el éxito educativo de Finlandia viene de tiempo atrás y si las políticas de los últimos años han sido contraproducentes, ¿qué hizo el país nórdico en el pasado para conseguir un nivel tan elevado en los primeros exámenes de la OCDE? Gabriel Heller Shalgren se ha referido a esta cuestión en un interesante informe que desmonta algunos de los tópicos sobre el modelo formativo que nos ocupa.

«Es cierto que la gestión de los centros educativos está descentralizada, pero la educación finlandesa tenía buenos resultados antes de que se produjese este cambio, que no llegó hasta los años 90. Por tanto, la explicación del éxito de la educación de mi país es otra y viene de más atrás», explica el experto.

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«Si se analiza la trayectoria de la educación en Finlandia, uno detecta la importancia del respeto al profesorado, que desde el siglo XIX goza de un notable respeto social», explica Heller Shalgren. «Además, hay factores sociales y culturales que debemos tener en cuenta. Históricamente, Finlandia ha sido menos próspera que otros países nórdicos. Por tanto, durante décadas ha prevalecido una cultura del esfuerzo, que reconoce la importancia del mérito y que prima la excelencia en las aulas como forma de promover un avance. Pero, conforme Finlandia se ha enriquecido, esa cultura se ha erosionado y con ese declive han llegado estrategias educativas menos exigentes que, como estamos viendo, tienen peor resultado».

Fuente: https://www.libremercado.com/2019-04-28/cae-otro-mito-de-la-izquierda-la-educacion-finlandesa-funciona-cada-vez-peor-1276637238/

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La Universidad es noticia

Por: Francesc Imbernon 

La nueva universidad del futuro es un camino que se tiene que ir construyendo constantemente y será largo si no participan todos los agentes sociales

La Universidad es noticia. Universidades españolas destacan en 22 disciplinas según el ranking Quacquarelli Symonds (QS), o sea, están entre 50 de los mejores del mundo en su especialidad. Por ejemplo, en el área de Anatomía y Fisiología, Arqueología, Filosofía y Educación, está la Universidad de Barcelona; Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Politécnica de Catalunya; Biblioteconomía y Documentación y Economía de la Universidad Carlos III de Madrid; Empresariales de ESADE e IESE; Odontología, Ciencias Veterinarias y Filología Clásica de la Universidad Complutense de Madrid; Universidad Autónoma de Madrid destaca en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y la Universidad de Navarra aparece en las primeras posiciones en Comunicación y Relaciones Públicas y Filosofía; Y Economía de la Universidad Pompeu Fabra.

Puede ser una paradoja. Por un lado se recortan presupuestos en las universidades públicas y, por otro, suben en rankings gracias al esfuerzo muy grande del profesorado para mejorar la docencia y la investigación. ¿Pero esto nos tiene que contentar? ¿Tenemos que pensar que sin recursos ni apoyo gubernamental la universidad continuará siendo lo que tendría que ser?

A pesar de que nos tenemos que felicitar por estar situados en algunos rankings, la universidad todavía tiene hoy en día muchos problemas. Algunos provenientes del pasado como son los departamentos con sus estructuras jerárquicas; los concursos de acreditación con su perversión para obtener un acceso o promoción basado en la meritocracia académica; la cultura individualizada que se asume como cultura profesional normalizada por parte del profesorado universitario, donde muchos enseñan de forma intuitiva y subjetiva sin darle importancia a cómo hacerlo sin reflexionar sobre la docencia. Y otros problemas que han ido apareciendo en los últimos años.

Y si miramos los rankings, continúa dándose una mayor importancia a la investigación dejando los aspectos docentes en segundo plano, por no decir infravalorados. Pero no pasa únicamente por tradición, sino también como consecuencia de la acreditación y el acceso a la docencia, donde prevalecen los conocimientos y la producción de la investigación más que los aspectos docentes.

Por lo tanto, uno de los componentes importantes en una nueva universidad es, como en otros países, aumentar la inversión ya que ayudaría a modificar estructuras académicas y organizativas y promover el trabajo colaborativo mediante equipos docentes e investigadores, disminuyendo la concepción clásica universitaria, ya obsoleta. Pero para hacer este cambio tienen que participar los diversos agentes que intervienen activamente en la universidad: gestores, profesorado, alumnado y personal de administración y servicios y, por supuesto, la Administración.

La crisis afectó mucho en las universidades. No se implantó lo mejor del Espacio Europeo de Educación Superior, sino lo más formal. Todo esto ha provocado una universidad donde se ha reducido drásticamente el número de docentes y se ha asentado una gran desmotivación que supone un aumento de la individualidad para conseguir los méritos que exigen las agencias externas de acreditación. La precariedad laboral y la baja tasa de reposición han ocasionado un mayor número de contratos de profesores y profesoras a tiempo parcial y con retribuciones escasas.

Si las cosas siguen así, se ocasionará un deterioro importante de la docencia y la investigación, ya sea por la despreocupación de la primera, puesto que sus méritos no son suficientemente valorados, o por la carencia de inversión. Parece que va en aumento este deterioro por las políticas neoliberales de los actuales gobiernos, por la falta de implicación del profesorado en los procesos docentes e investigadores, por su precariedad laboral, la miseria presupuestaria y la docencia a tiempo parcial.

Está bien que se salga en los papeles por las aportaciones en artículos e investigaciones, pero también es necesario replantearse el acceso de nuevo profesorado a la universidad, puesto que las plantillas están envejecidas. Se tiene que modificar la carrera docente universitaria, valorando los méritos tanto en docencia como en investigación. También deberían establecerse figuras de profesorado que permitan iniciarse en la carrera docente y ayudar a que, mediante méritos docentes e investigadores, puedan acreditarse en la universidad como docentes, sin tener que pasar necesariamente por agencias externas que indiquen quiénes sí y quiénes no están capacitados.

Otro aspecto preocupante lo encontramos en la participación del alumnado. Su compromiso con la universidad ha decaído. Y no hay democracia en la institución sin la importante participación del alumnado. Si lo excluimos de las decisiones construiremos una universidad con grandes carencias democráticas.

La participación tiene que ir más allá del puro formalismo en las instancias oficiales, se tiene que potenciar una participación democrática en todos los aspectos que se desarrollan en la universidad. Esto implica tener en cuenta el alumnado en los planes docentes, en el desarrollo de todo tipo de actividades que van más allá del contenido académico, en los procesos de discusión de las políticas universitarias y potenciar su autonomía para generar nuevas miradas sobre la institución.

Se tienen que potenciar mecanismos para promover la implicación del alumnado de tal manera que asuman el protagonismo educativo y social que les corresponde. Se tiene que superar la falta de movilización del alumnado en los asuntos universitarios. Su mirada y compromiso son imprescindibles.

Y, por último, es necesaria una buena formación del profesorado, más allá de enseñar a elaborar planes docentes, rutinas administrativas o estrategias de enseñanza elementales. Lo que ocasiona una fatiga administrativa.

En una Universidad del futuro se ve, cada vez más, que la formación del profesorado es necesaria e imprescindible si se pretende mirar hacia un futuro diferente con una nueva forma de enseñar y aprender. Hace falta que la universidad supere los viejos esquemas y las antiguas ideologías e inercias académicas sobre la docencia predominantes desde hace siglos, y, hoy en día, mayoritariamente obsoletas. ¿No será esto un motivo de la desmotivación del alumnado?

El profesorado necesita adquirir competencias pedagógicas que le ayuden a gestionar el proceso de aprendizaje del alumnado, motivándolo y entusiasmándole en su trabajo, y una actitud constante de aproximarse a las fuentes de nuevos conocimientos. Un aprendizaje diferente en la sociedad actual porque el alumnado de hoy en día está anidado de tecnologías de la información y la comunicación.

La nueva universidad del futuro es un camino que se tiene que ir construyendo constantemente y será largo si no participan todos los agentes sociales. Es necesario continuar analizando y buscando alternativas con más presupuestos, con más profesorado joven, con cambios en la organización en una época de cambios vertiginosos y con una nueva concepción del aprendizaje. No nos podemos contentar con salir en los rankingsy con decir que, con poco presupuesto y poco apoyo gubernamental, las universidades siguen adelante.

Imagen y fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/03/29/la-universidad-es-noticia-2/

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El granero ruso de los Nobel

Redacción: El País

El Instituto de Física y Tecnología de Moscú, una de las universidades más prestigiosas, lucha para frenar la fuga de cerebros

A las afueras de Moscú, cerca de la fábrica de misiles de Dolgoprudny, se alza el Instituto de Física y Tecnología de Moscú (MIPT), posiblemente la institución académica más prestigiosa del país y también a la que más difícil es acceder por sus exigentes exámenes de ingreso.

En 1946, Nikolái Semiónov, Lev Landáu y Piotr Kapitsa —futuros Nobel de física en 1956, 1962 y 1978, respectivamente— pidieron al Gobierno crear una nueva institución educativa para atraer a las mentes más brillantes de la Unión Soviética para que estudiasen matemáticas y física. Algunos de ellos acabaron trabajando en el programa de armas nucleares mientras otros se convirtieron en los mejores científicos de sus respectivos campos. El instituto cuenta con 10 premios Nobel en ciencia entre sus catedráticos y antiguos alumnos y es una de las 21 universidades seleccionadas por el Gobierno de Vladimir Putin dentro de un programa cuyo objetivo es colocar cinco universidades rusas entre las 100 mejores del mundo.

Geim y otros antiguos alumnos han resaltado la importancia que tuvo el MIPT para explicar sus posteriores éxitos académicos. “Como estudiantes nos forzaban a encontrar lógica en todo lo que estudiábamos en lugar de aprender hechos y fórmulas”, destaca Geim, que en 1982 entró al MIPT de rebote tras ser rechazado en otra universidad de menor prestigio porque sus examinadores consideraron que podía ser judío.

El MIPT afronta el reto de transformarse en una universidad moderna sin abandonar el modelo de educación pública heredado de su origen comunista. El 85% de los estudiantes que acceden a este centro no pagan ni un rublo por sus estudios, ni por su manutención ni alojamiento. Incluso los peores estudiantes, que sí tienen que pagar por sus matrículas, dejan de tener que hacerlo si sus calificaciones pasan a ser lo suficientemente buenas. “Si eres un estudiante brillante, aquí te damos una oportunidad de tener una carrera”, resume Nikolay Kudryavtsev, rector del MIPT desde 1996 e impulsor del giro de la institución para ganar mayor proyección internacional y mejores colaboraciones con las empresas de alta tecnología. Hace unas semanas, El País fue invitado a visitar el MIPT junto a un grupo de periodistas europeos y estadounidenses.

El MIPT afronta el reto de transformarse en una universidad moderna sin abandonar el modelo de educación pública heredado de su origen comunista

Una de las razones por las que el MIPT no aparece en los principales ránkings internacionales es que no realizaba investigación en su sede. En tiempos de la URSS el MIPT colaboraba con “más de 100″ instituciones, recuerda Kudryavtsev. La mitad eran “los mejores institutos de investigación de la Academia de Ciencias Rusa” y la otra mitad “centros de investigación de las industrias estatales”. Los estudiantes pasaban la mitad de todo su tiempo investigando en esos centros. La caída de la URSS supuso el colapso de este sistema. En esos años muchos de los cerebros más brillantes del MIPT abandonaron Rusia hacia Europa o EE UU. Es el caso de Andre Geim y su compañero de Nobel por el descubrimiento del grafeno,  Konstantin Novoselov, que emigraron a Europa, donde siguen trabajando en la actualidad.

Uno de los objetivos del MIPT es recobrar parte de ese talento perdido. La institución, con un presupuesto anual de unos 95 millones de euros, ha establecido sus propios departamentos de investigación multidisciplinar que abarcan desde la fotónica hasta la biología básica del cáncer y su objetivo es aumentar el número de docentes extranjeros, que actualmente solo suponen el 5%, según Vitali Bagan, vicerrector de la institución.

El MIPT está entre las 50 mejores del mundo en física y en astronomía, según el ránking de THE. El MIPT intenta además reconvertirse en una universidad que prepare a sus alumnos para trabajar en las mayores empresas de alta tecnología. La institución colabora con grandes bancos y empresas tecnológicas de dentro y fuera del país, aunque quedan importantes asignaturas pendientes que reflejan los problemas generales del sistema de I+D en Rusia. El gasto en investigación, desarrollo e innovación del país en 2018 fue del 1,09% de su PIB, según la OCDE, y el 75% de todos los fondos provienen del sector público, según el BERD, lo que sitúa a Rusia en el vagón de cola de los países más avanzados en este terreno.

Otra de las dificultades históricas son las trabas oficiales para crear empresas, que siguen frenando la capacidad del país para aprovechar el talento que genera. Un caso paradigmático son Ratmir Timashev y Andrei Baronov, dos antiguos alumnos, explica Kudryavtsev. «Trabajan en servicios de computación en la nube” y juntos “tienen una fortuna de unos 1.000 millones de dólares”. “La mayoría de sus negocios están en EE UU y Suiza, solo el 3% se ha quedado en Rusia”, lamenta el rector. “Cuando hablamos con nuestros antiguos alumnos que han tenido éxito emprendiendo en el sector tecnológico nos dicen que Rusia no tiene un sistema de impuestos favorable para crear este tipo de empresas. Creen que no es provechoso y además no tienen la confianza de que si crean una empresa podrán obtener buenos resultados, así que se van a EE UU o Europa”. “Quizás esta sea una herencia del régimen anterior. Yo le pido a los gobernantes que simplifiquen el sistema fiscal para que Rusia sea más atractiva para las empresas. Creo que la situación cambiará, despacio pero cambiará”, concluye.

AL ASALTO DE LOS ‘RANKINGS’

En 2012, el Ministerio de Educación ruso puso en marcha el plan 5-100, un programa que otorga financiación adicional a 21 universidades rusas para conseguir que al menos cinco de ellas estén entre las 100 mejores del mundo en 2020. El MIPT es una de las participantes —por el momento ha pasado de estar entre las 600 mejores universidades del mundo a colarse entre las 300— entre las que también destaca la universidad ITMO de San Petersburgo. Ambas se están esforzando por ganar mayor presencia internacional e intentar atraer talento de otros países. Aunque el propio Gobierno de Vladimir Putin ha reconocido que el programa no tiene suficiente financiación, su dotación ha aumentado y dedicará unos 648 millones de euros entre 2018 y 2020, según University World News.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/08/06/ciencia/1533560745_947357.html

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La cantidad de científicos cubanos está disminuyendo debido a la emigración

Redacción: Ciber Cuba

La cifra de científicos cubanos, incluyendo los doctores, está decreciendo debido a factores relacionados con la edad como la jubilación y la muerte, el traslado hacia otras actividades económicas mejor retribuidas y la emigración.

Según reveló al periódico Granma el Doctor en Ciencias Luis Alberto Montero Cabrera, profesor de mérito de la Universidad de La Habana, el sistema educacional debe promover más el culto al conocimiento y la investigación en sus programas docentes.

“La formación doctoral es un proceso de ganancia neta para todos. El nuevo doctor gana adquiriendo el grado, su tutor o supervisor lo hace adelantando muchos resultados científicos que también son suyos, mientras la institución que los patrocina se beneficia logrando con ellos producir más ciencia y tecnología, a la vez que puede fortalecer su claustro”, dijo.

En Cuba la edad promedio de obtención del título de Doctor fue de 45 años en el 2015, una cifra “claramente insuficiente”.

“Un Doctor en Ciencias joven, que logra el grado antes de los 30 años, tiene mucho más tiempo en su vida profesional de tributar nuevos conocimientos y propiciar al mismo tiempo la educación científica de las nuevas generaciones”, explicó.

El especialista recordó que uno de los parámetros para medir el ranking de las universidades es la cantidad de doctores existentes dentro de su claustro docente.

Fuente: https://www.cibercuba.com/noticias/2018-08-10-u1-e43231-s27061-cantidad-cientificos-cubanos-esta-disminuyendo-debido

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Lina Gálvez: «¿Rankings de universidades? Habría que relativizarlos»

Entrevista a: Lina Gálvez

Por: Teresa López Pavón

«Cada universidad debe saber dónde tiene sus fortalezas y apostar por ellas»

«Las cuotas las ha habido siempre en los gobiernos, no sólo desde el feminismo. Pero eran cuotas calladas»

«No tiene sentido que en la misma ciudad haya posgrados muy parecidos. Hay que avanzar en más racionalidad y especialización»

«Hay que buscar maneras de incentivar a los mejores expedientes, a los excelentes»

«Las empresas han tenido mano de obra tan barata y en condiciones tan precarias, que se han desentendido de la formación»

Entre sus autores favoritos se encuentra Paul Auster, pero el libro que tiene sobre la mesa de su despacho es El estado emprendedor, de la economista italo-americana Mariana Mazzucato, profesora en la University College London (UCL). Y no es una casualidad. Además, es feminista confesa, militante y hace apostolado permanente de la causa. Catedrática de Historia Económica y experta en instituciones económicas, Lina Gálvez lleva dos meses al frente de la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad y tiene entre sus competencias todo lo que atañe a la economía social y la externalización de las empresas a través de la sociedad Extenda, que ella preside.

¿Usted se reconoce como la ‘cuota feminista’ del Gobierno de Susana Díaz?
No. Aunque no tengo problema en ser cuota de nada porque es un concepto que siempre he defendido. Cuotas siempre ha habido en todos los gobiernos, aunque han sido cuotas ‘calladas’, no explícitas, y me refiero a las cuotas territoriales, por ejemplo. Pero creo que con mi nombramiento se buscaba ampliar el espectro del gobierno.
 ¿Y cómo se lleva la perspectiva de género a algo tan técnico como la externalización de las empresas?
Yo creo que es un campo muy político, no sólo técnico. Extenda es una herramienta muy valorada por el mundo empresarial. Si la usamos para dar mayores cuotas de poder a las mujeres, pues les damos visibilidad en un ámbito que se considera estratégico. Hemos incorporado al Instituto de la Mujer (IAM) a su consejo de administración.
Sin embargo, la Junta de Andalucía se ha convertido en una de las grandes generadoras de empleo precario, y esa precarización es mayoritariamente femenina. Me refiero, por ejemplo, al uso de subcontratas para prestar servicios.
Empleo no es mi ámbito de actuación, pero conozco muy bien la realidad del mercado de trabajo. La precarización del trabajo, que era específicamente de la mujer, ha llegado también a los hombres y muy especialmente a los jóvenes, que son los grandes pagadores de la crisis. Conozco bien lo que ha ocurrido en la Universidad, por ejemplo. Durante la crisis se ha tirado de figuras de contratación muy precarias porque era la única manera de seguir manteniendo los servicios mínimos. Lo importante es que eso se esté revirtiendo.
El Gobierno de Susana Díaz nombró a su antecesor, Antonio Ramírez de Arellano, que era entonces rector en la Hispalense, precisamente para que impulsara la reforma del modelo de financiación de las universidades. Se ha ido del departamento y esa reforma no se ha hecho.
De alguna manera, el Gobierno andaluz estaba pendiente de la reforma de la financiación autonómica. Con escasos recursos es muy díficil establecer un reparto de forma permanente. Pero sí creo que hay definir una regla de juego transparente que permita diseñar mejor las prioridades, establecer mecanismos de rendición de cuentas e interpretar mejor los indicadores, porque la realidad es que la Universidad de Granada y la Pablo de Olavide no tienen nada que ver entre sí. Y esa diversidad hace mucho más complejo el reparto.
Dice que entre sus prioridades está la confección de un mapa de titulaciones en función de las necesidades del mercado. ¿Y, cómo que eso no se ha hecho ya? ¿Quiere decir que seguimos en manos de los lobbies universitarios?
Depende. Evidentemente, cada grado o título de máster que se crea tiene un proceso de certificación y de aprobación obligado. Pero también hay muchas diferencias entre universidades. Por ejemplo, en la Pablo de Olavide todo el diseño del posgrado se hace de forma centralizada, no desde las facultades, y, por tanto, más alejado de esos lobbies. Ése es el modelo que me gusta y que yo impuse cuando fui vicerrectora de posgrado. Y evidentemente no gustó a esos grupos de poder que siempre hay en las universidades. Lo que queremos ahora es elaborar un estudio que se adelante un poco a las necesidades futuras.
¿La cuarta revolución industrial?
Sea tercera o cuarta, se va a producir una irrupción tecnológica muy profunda. Y creo que es el momento de repensar el mapa y de usar las sinergias en posgrados conjuntos. No tiene mucho sentido que en una misma ciudad haya posgrados que se parecen mucho. Hay que avanzar en más racionalidad y especialización.
Ustedes han puesto en marcha el programa ‘Talentia senior’ para atraer a investigadores. ¿Tiene eso que ver con que falta versatilidad en las plantillas?
Le hemos trasladado al ministro la necesidad de elaborar un estatuto del PDI (Personal Docente e Investigador). Hay que reformar la carrera del PDI, dotarla de mayor flexibilidad. En Cataluña tienen su propia carrera paralela. Se están dando pasos en diferentes vías precisamente para alcanzar esos objetivos.
¿Es el modelo catalán del ICREA el que se quiere implantar en Andalucía?
No exactamente. La Generalitat creó un organismo externo, que es el que contrata al margen de las universidades. Ese modelo ha atraído talento y ese talento a su vez ha captado muchos fondos internacionales de investigación, con lo que al final esa inversión retorna a la Universidad. Pero no todas las universidades catalanas están igual de contentas con el modelo. Nosotros queremos traer este curso a 10 investigadores de fuera, que no es poco para empezar.
Hemos conocido recientemente los resultados del ranking de Shangai. ¿Hay que trabajar por estar en esos rankings internacionales?
Lo primero es reconocer que a Granada le ha ido muy bien en Shangai y hay que estar satisfechos. Pero, en líneas generales, habría que relativizar los rankings. Por ejemplo, los resultados distan mucho si se tienen en cuenta los datos per cápita o no. La mayoría de los rankings miden un tipo determinado de investigación en revistas que se llaman ‘de impacto’ las cuales están controladas por las mismas empresas que se dedican a los rankings. Hay que poner los resultados también en relación a la inversión en investigación de los territorios, tanto la pública como la privada. Si en España estamos ligeramente por encima del 1%, en EEUU están en el 3% y en Gran Bretaña, por encima del 2%. Dicho esto, creo que cada Universidad debe saber dónde tiene sus fortalezas y apostar por ellas, porque es lo que nos garantiza resultados, aunque sin volvernos locos con los rankings.
Con la bonificación de matrículas se ha rebajado la ‘matrícula de honor’ al 5. Se prometió plantear incentivos también para los expedientes brillantes. Nada se ha hecho, sin embargo.
Efectivamente, hay que pensar en maneras de incentivar a los excelentes. Ni como alumna ni como profesora me han gustado nunca los aprobados generales ni el ‘café para todos’. Me parece muy injusto. Pero tener un buen expediente tiene sus ventajas inherentes. Por ejemplo, para hacer la carrera como investigador universiario. El otro día escuché a un señor de una empresa de captación de talentos decir que el expediente no era ya tan importante. Yo me indigné mucho y le dije: «Qué pasa, que, ahora que somos las mujeres las que tenemos mejores notas, ¿ahora ya no son importantes?».
¿Y no puede ser que el perfil académico tiene poco que ver con el perfil del trabajador que buscan las empresas?
Ése es otro mito. Además, las empresas están representadas en las universidades a través de los consejos sociales. Y, desde Bolonia, tienen voz en las evaluaciones, las acreditaciones… La formación no es responsabilidad exclusivamente de las universidades y del sistema educativo. Las empresas han tenido mano de obra tan barata y en condiciones tan precarias, que se han desentendido de la formación. Pues bien, tienen cauces en la Universidad para decir qué tipos de profesionales necesitan, así que también tienen que ponerse las pilas. Tenemos que avanzar en las FP duales, en los grados duales, en los doctorados industriales…Eso implica una inversión también de las empresas.
Con todo lo que hemos visto en los últimos años, la Junta no está para dar muchas lecciones en cuestión de formación para el empleo. Ese prestigio perdido va a tardar años en recuperarse.
Yo le hablaba más desde el ámbito de la Universidad, porque la formación para el empleo no está entre mis competencias, pero habrá que recuperar ese prestigio porque nos jugamos mucho en ello. Lo único que puedo hacer desde esta Consejería es mejorar la comunicación y las sinergias entre la empresa y la universidad, tanto en formación como en investigación.
Otro de los mantras durante la crisis ha sido que había que cambiar el modelo productivo. Como experta en instituciones económicas, ¿encuentra usted algún indicio de que efectivamente haya cambiado?
La inercia, el path dependence, es muy terca. La clave está en la innovación. Y la innovación también desde otras perspectivas, por ejemplo, la de la economía social. Hemos mejorado muchísimo en las exportaciones. Esto tiene que ver con buenos productos, buen marketing, sabiendo cómo llegar a los mercados y, en eso Extenda está haciendo una magnífica labor. Creo que es una buena herramienta de política pública. Pero también necesitamos un crecimiento endógeno. Un mercado interior fuerte, con salarios decentes y suficientes para que suba el consumo. Y para eso hay que mejorar el reparto de los beneficios, y creo que esa capacidad la tiene la economía social, que reparte la riqueza y asienta a la población en el territorio.
Como referente feminista, me gustaría confrontar con usted una reflexión casi personal. ¿No existe un riesgo real de volver a los tiempos del sexo débil, por la vía de convertir a la mujer en víctima por el hecho de serlo? Ahora le estamos pidiendo a los taxistas que nos esperen hasta que entremos en casa, a los autobuses que nos dejen bajar fuera de las paradas. A ver, usted y yo pertenecemos a la misma generación y no recuerdo que saliéramos a la calle con tanta prevención.
Pero, porque nos parecían normales comportamientos que no lo son. Como si el precio que había que pagar fuera toparnos por la calle con un exhibicionista.
Pero, entonces, habría que darle a la mujer mas herramientas para que se defienda.
Sí, claro. Entiendo perfectamente lo que me dice y es verdad que estamos transmitiendo mucha esquizofrenia. A ver, yo quiero que mi hija piense que es libre, autónoma y que tome sus propias decisiones, y a la vez le estamos diciendo «tápate», «ten cuidado que te pueden echar burundanga en la bebida». Pero eso no es nuevo, lo que pasa es que en cada época lo afrontamos de forma distinta. Y a mí me reconforta que las chicas jóvenes estén encontrando su manera de hacerle frente, aunque a lo mejor no es la mía. Claro que no estoy de acuerdo con muchas cosas que se dicen, como cuando se intenta excluir la visión del hombre. El feminismo no quiere para la mujer sólo el trozo de la tarta que le corresponde, que sí que lo queremos, ojo; yo quiero la mitad de todo. Pero, sobre todo, quiero otra manera de hornear el pastel, con otra idea del poder, otra idea del éxito, otros valores diferentes. Y en eso necesitamos a los hombres, sin duda. Todos los movimientos tienen sus propias contradicciones. Pero nadie está aquí para repartir carnés de feminista y por eso son importantes los estudios sobre el asunto. Porque se trata de una realidad muy compleja.

Fuente: http://www.elmundo.es/andalucia/2018/08/11/5b63247b468aeb6c608b4662.html

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¿Existen relaciones de poder en la ciencia mundial?

Autor:  Alejandro Zegada

Según Fernanda Beigel, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, los rankings universitarios se convirtieron en “una fuente directa para reforzar el prestigio de un pequeño grupo de universidades, de sus principales revistas y editoriales oligopólicas”.

Para Beigel, la aplicación de estos rankings “tiende a volver cada vez más periférica a la ciencia desarrollada en los espacios alejados del circuito mainstream o de corriente principal”.

Sin embargo, otros expertos notan que no existen otras herramientas de medición de la producción científica, y afirman que la constitución de Universidades de Rango Mundial (URM) es un tema de “vital importancia para el desarrollo económico de largo plazo”.
El debate se está posicionando entre buscar nuevas herramientas y aprovechar las existentes para identificar los puntos débiles de la educación en los países en vías de desarrollo.

Las revistas científicas
Beigel recuenta que, históricamente, tres procesos forjaron el carácter internacional de la actividad científica: 1) la circulación de personas, textos y objetos, 2) el modo de producción de conocimiento y, 3) el financiamiento de la investigación.

“Pero fue el sistema de publicaciones el medio más eficiente de ‘universalización’ de un estilo legítimo de producción, a medida que las revistas se convertían en el eje de rotación del sistema académico mundial. Y pronto los indicadores bibliométricos sirvieron como fuente principal para las comparaciones internacionales”, agrega.

Este sistema comienza en 1959, con la creación del Instituto de Información Científica (ISI) y del Science Citation Index (SCI).

Esta base de datos se presentó como una fuente de información internacional “pero tanto el sistema de evaluación como la mayoría de las revistas tenían un anclaje particular y concreto, principalmente, la academia estadounidense. Gradualmente, esta se universalizó como la única base de datos capaz de medir ‘ciencia mundial’”.

¿Ciencia periférica?
Para la experta del CONICET, “el ISI, sus índices y el factor de impacto terminaron por imponer una idea de ciencia mainstream vinculada a aquellos artículos publicados en revistas incluidas en el SCI y, por oposición, una idea de ciencia periférica, en la que se incluye todo lo que estaba fuera de esta base de datos”.

En ese sentido, lo local y lo internacional, “características inseparables de la producción científica, se volvieron divisibles en términos del proceso de reconocimiento académico: los científicos periféricos terminaron circunscritos a la circulación local, mientras que los académicos de las universidades centrales acumularon capital científico internacional”.

Con el paso de los años, esta tendencia se afianzó y profundizó. Y con ello, el prestigio adquirido por una publicación en una revista ISI fue universalizado como sinónimo de prestigio internacional.

Así, la influencia en los debates de la ciencia difieren fuertemente según dónde se producen las investigaciones. “Y es aquí donde la historia de cada campo y su proceso de ‘acumulación originaria’ de prestigio ISI juegan un papel determinante para el establecimiento de jerarquías estructurantes del proceso de circulación”, nota Beigel.

Rankings universitarios
Quizá uno de los puntos de mayor debate será el referido a los rankings universitarios. Según Beigel, éstos “se basan solo en datos bibliométricos y premios internacionales y, en consecuencia, estarían orientados por la competitividad global en lugar de observar realmente la performance en investigación”.

Sin embargo, las instituciones que elaboran los principales rankings no lo ven así. Webometrics, quizá la más grande, toma en cuenta a “todas las universidades del mundo, no solamente unos cuantos cientos de instituciones del mundo desarrollado”, y afirma proveer “información confiable, multidimensional, actualizada y útil acerca del desempeño de las universidades”.

Por su parte, QS University Rankings detalla los siguientes criterios y su ponderación a la hora de hacer sus evaluaciones: Reputación Académica (30%), Reputación entre Empleadores (20%), Ratio Académicos/Alumnos (10%), Proporción de Académicos con Doctorado (10%), Publicaciones Científicas por Académico (5%), Citas Científicas por Publicación (10%), Impacto Online (5%), Red Internacional de Investigación (10%).

El Ranking de Nueva Economía usa estos criterios: Plantel universitario, docente y administrativo (30%), Calidad docente (30%), Percepción (20%), Acreditación y posgrado (10%) y Carreras (10%).

El meollo
Por un lado, Beigel propone crear (y ha avanzado en esto) un “índice institucional de circulación de la producción científica” para observar y evaluar de mejor manera el conocimiento producido en la periferia.

Mientras, el experto boliviano Wilmar Ascárraga, advierte que “nuestras universidades enfrentan grandes desafíos”, y que es urgente mejorar aspectos como la docencia (entorno de aprendizaje), la investigación, el vínculo con la industria, perspectiva internacional (docentes, estudiantes e investigación) y transferencia de conocimiento.

Posiblemente el camino acertado sea avanzar en ambos frentes, sin usar las críticas a los rankings como excusa para la situación actual, pero al mismo tiempo promoviendo herramientas propias que reflejen mejor la generación del conocimiento científico fuera de los circuitos elitistas del primer mundo.

Fuente: https://elpais.bo/existen-relaciones-de-poder-en-la-ciencia-mundial/

 

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