Entrevista a: Lina Gálvez
Por: Teresa López Pavón
«Cada universidad debe saber dónde tiene sus fortalezas y apostar por ellas»
«Las cuotas las ha habido siempre en los gobiernos, no sólo desde el feminismo. Pero eran cuotas calladas»
«No tiene sentido que en la misma ciudad haya posgrados muy parecidos. Hay que avanzar en más racionalidad y especialización»
«Hay que buscar maneras de incentivar a los mejores expedientes, a los excelentes»
«Las empresas han tenido mano de obra tan barata y en condiciones tan precarias, que se han desentendido de la formación»
Entre sus autores favoritos se encuentra Paul Auster, pero el libro que tiene sobre la mesa de su despacho es El estado emprendedor, de la economista italo-americana Mariana Mazzucato, profesora en la University College London (UCL). Y no es una casualidad. Además, es feminista confesa, militante y hace apostolado permanente de la causa. Catedrática de Historia Económica y experta en instituciones económicas, Lina Gálvez lleva dos meses al frente de la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad y tiene entre sus competencias todo lo que atañe a la economía social y la externalización de las empresas a través de la sociedad Extenda, que ella preside.
- ¿Usted se reconoce como la ‘cuota feminista’ del Gobierno de Susana Díaz?
- No. Aunque no tengo problema en ser cuota de nada porque es un concepto que siempre he defendido. Cuotas siempre ha habido en todos los gobiernos, aunque han sido cuotas ‘calladas’, no explícitas, y me refiero a las cuotas territoriales, por ejemplo. Pero creo que con mi nombramiento se buscaba ampliar el espectro del gobierno.
- ¿Y cómo se lleva la perspectiva de género a algo tan técnico como la externalización de las empresas?
- Yo creo que es un campo muy político, no sólo técnico. Extenda es una herramienta muy valorada por el mundo empresarial. Si la usamos para dar mayores cuotas de poder a las mujeres, pues les damos visibilidad en un ámbito que se considera estratégico. Hemos incorporado al Instituto de la Mujer (IAM) a su consejo de administración.
- Sin embargo, la Junta de Andalucía se ha convertido en una de las grandes generadoras de empleo precario, y esa precarización es mayoritariamente femenina. Me refiero, por ejemplo, al uso de subcontratas para prestar servicios.
- Empleo no es mi ámbito de actuación, pero conozco muy bien la realidad del mercado de trabajo. La precarización del trabajo, que era específicamente de la mujer, ha llegado también a los hombres y muy especialmente a los jóvenes, que son los grandes pagadores de la crisis. Conozco bien lo que ha ocurrido en la Universidad, por ejemplo. Durante la crisis se ha tirado de figuras de contratación muy precarias porque era la única manera de seguir manteniendo los servicios mínimos. Lo importante es que eso se esté revirtiendo.
- El Gobierno de Susana Díaz nombró a su antecesor, Antonio Ramírez de Arellano, que era entonces rector en la Hispalense, precisamente para que impulsara la reforma del modelo de financiación de las universidades. Se ha ido del departamento y esa reforma no se ha hecho.
- De alguna manera, el Gobierno andaluz estaba pendiente de la reforma de la financiación autonómica. Con escasos recursos es muy díficil establecer un reparto de forma permanente. Pero sí creo que hay definir una regla de juego transparente que permita diseñar mejor las prioridades, establecer mecanismos de rendición de cuentas e interpretar mejor los indicadores, porque la realidad es que la Universidad de Granada y la Pablo de Olavide no tienen nada que ver entre sí. Y esa diversidad hace mucho más complejo el reparto.
- Dice que entre sus prioridades está la confección de un mapa de titulaciones en función de las necesidades del mercado. ¿Y, cómo que eso no se ha hecho ya? ¿Quiere decir que seguimos en manos de los lobbies universitarios?
- Depende. Evidentemente, cada grado o título de máster que se crea tiene un proceso de certificación y de aprobación obligado. Pero también hay muchas diferencias entre universidades. Por ejemplo, en la Pablo de Olavide todo el diseño del posgrado se hace de forma centralizada, no desde las facultades, y, por tanto, más alejado de esos lobbies. Ése es el modelo que me gusta y que yo impuse cuando fui vicerrectora de posgrado. Y evidentemente no gustó a esos grupos de poder que siempre hay en las universidades. Lo que queremos ahora es elaborar un estudio que se adelante un poco a las necesidades futuras.
- ¿La cuarta revolución industrial?
- Sea tercera o cuarta, se va a producir una irrupción tecnológica muy profunda. Y creo que es el momento de repensar el mapa y de usar las sinergias en posgrados conjuntos. No tiene mucho sentido que en una misma ciudad haya posgrados que se parecen mucho. Hay que avanzar en más racionalidad y especialización.
- Ustedes han puesto en marcha el programa ‘Talentia senior’ para atraer a investigadores. ¿Tiene eso que ver con que falta versatilidad en las plantillas?
- Le hemos trasladado al ministro la necesidad de elaborar un estatuto del PDI (Personal Docente e Investigador). Hay que reformar la carrera del PDI, dotarla de mayor flexibilidad. En Cataluña tienen su propia carrera paralela. Se están dando pasos en diferentes vías precisamente para alcanzar esos objetivos.
- ¿Es el modelo catalán del ICREA el que se quiere implantar en Andalucía?
- No exactamente. La Generalitat creó un organismo externo, que es el que contrata al margen de las universidades. Ese modelo ha atraído talento y ese talento a su vez ha captado muchos fondos internacionales de investigación, con lo que al final esa inversión retorna a la Universidad. Pero no todas las universidades catalanas están igual de contentas con el modelo. Nosotros queremos traer este curso a 10 investigadores de fuera, que no es poco para empezar.
- Hemos conocido recientemente los resultados del ranking de Shangai. ¿Hay que trabajar por estar en esos rankings internacionales?
- Lo primero es reconocer que a Granada le ha ido muy bien en Shangai y hay que estar satisfechos. Pero, en líneas generales, habría que relativizar los rankings. Por ejemplo, los resultados distan mucho si se tienen en cuenta los datos per cápita o no. La mayoría de los rankings miden un tipo determinado de investigación en revistas que se llaman ‘de impacto’ las cuales están controladas por las mismas empresas que se dedican a los rankings. Hay que poner los resultados también en relación a la inversión en investigación de los territorios, tanto la pública como la privada. Si en España estamos ligeramente por encima del 1%, en EEUU están en el 3% y en Gran Bretaña, por encima del 2%. Dicho esto, creo que cada Universidad debe saber dónde tiene sus fortalezas y apostar por ellas, porque es lo que nos garantiza resultados, aunque sin volvernos locos con los rankings.
- Con la bonificación de matrículas se ha rebajado la ‘matrícula de honor’ al 5. Se prometió plantear incentivos también para los expedientes brillantes. Nada se ha hecho, sin embargo.
- Efectivamente, hay que pensar en maneras de incentivar a los excelentes. Ni como alumna ni como profesora me han gustado nunca los aprobados generales ni el ‘café para todos’. Me parece muy injusto. Pero tener un buen expediente tiene sus ventajas inherentes. Por ejemplo, para hacer la carrera como investigador universiario. El otro día escuché a un señor de una empresa de captación de talentos decir que el expediente no era ya tan importante. Yo me indigné mucho y le dije: «Qué pasa, que, ahora que somos las mujeres las que tenemos mejores notas, ¿ahora ya no son importantes?».
- ¿Y no puede ser que el perfil académico tiene poco que ver con el perfil del trabajador que buscan las empresas?
- Ése es otro mito. Además, las empresas están representadas en las universidades a través de los consejos sociales. Y, desde Bolonia, tienen voz en las evaluaciones, las acreditaciones… La formación no es responsabilidad exclusivamente de las universidades y del sistema educativo. Las empresas han tenido mano de obra tan barata y en condiciones tan precarias, que se han desentendido de la formación. Pues bien, tienen cauces en la Universidad para decir qué tipos de profesionales necesitan, así que también tienen que ponerse las pilas. Tenemos que avanzar en las FP duales, en los grados duales, en los doctorados industriales…Eso implica una inversión también de las empresas.
- Con todo lo que hemos visto en los últimos años, la Junta no está para dar muchas lecciones en cuestión de formación para el empleo. Ese prestigio perdido va a tardar años en recuperarse.
- Yo le hablaba más desde el ámbito de la Universidad, porque la formación para el empleo no está entre mis competencias, pero habrá que recuperar ese prestigio porque nos jugamos mucho en ello. Lo único que puedo hacer desde esta Consejería es mejorar la comunicación y las sinergias entre la empresa y la universidad, tanto en formación como en investigación.
- Otro de los mantras durante la crisis ha sido que había que cambiar el modelo productivo. Como experta en instituciones económicas, ¿encuentra usted algún indicio de que efectivamente haya cambiado?
- La inercia, el path dependence, es muy terca. La clave está en la innovación. Y la innovación también desde otras perspectivas, por ejemplo, la de la economía social. Hemos mejorado muchísimo en las exportaciones. Esto tiene que ver con buenos productos, buen marketing, sabiendo cómo llegar a los mercados y, en eso Extenda está haciendo una magnífica labor. Creo que es una buena herramienta de política pública. Pero también necesitamos un crecimiento endógeno. Un mercado interior fuerte, con salarios decentes y suficientes para que suba el consumo. Y para eso hay que mejorar el reparto de los beneficios, y creo que esa capacidad la tiene la economía social, que reparte la riqueza y asienta a la población en el territorio.
- Como referente feminista, me gustaría confrontar con usted una reflexión casi personal. ¿No existe un riesgo real de volver a los tiempos del sexo débil, por la vía de convertir a la mujer en víctima por el hecho de serlo? Ahora le estamos pidiendo a los taxistas que nos esperen hasta que entremos en casa, a los autobuses que nos dejen bajar fuera de las paradas. A ver, usted y yo pertenecemos a la misma generación y no recuerdo que saliéramos a la calle con tanta prevención.
- Pero, porque nos parecían normales comportamientos que no lo son. Como si el precio que había que pagar fuera toparnos por la calle con un exhibicionista.
- Pero, entonces, habría que darle a la mujer mas herramientas para que se defienda.
- Sí, claro. Entiendo perfectamente lo que me dice y es verdad que estamos transmitiendo mucha esquizofrenia. A ver, yo quiero que mi hija piense que es libre, autónoma y que tome sus propias decisiones, y a la vez le estamos diciendo «tápate», «ten cuidado que te pueden echar burundanga en la bebida». Pero eso no es nuevo, lo que pasa es que en cada época lo afrontamos de forma distinta. Y a mí me reconforta que las chicas jóvenes estén encontrando su manera de hacerle frente, aunque a lo mejor no es la mía. Claro que no estoy de acuerdo con muchas cosas que se dicen, como cuando se intenta excluir la visión del hombre. El feminismo no quiere para la mujer sólo el trozo de la tarta que le corresponde, que sí que lo queremos, ojo; yo quiero la mitad de todo. Pero, sobre todo, quiero otra manera de hornear el pastel, con otra idea del poder, otra idea del éxito, otros valores diferentes. Y en eso necesitamos a los hombres, sin duda. Todos los movimientos tienen sus propias contradicciones. Pero nadie está aquí para repartir carnés de feminista y por eso son importantes los estudios sobre el asunto. Porque se trata de una realidad muy compleja.
Fuente: http://www.elmundo.es/andalucia/2018/08/11/5b63247b468aeb6c608b4662.html