México / 07 de septiembre de 2016 / Por: Ma. Concepción Hernández Rivas / Fuente: http://www.ntrguadalajara.com/
La reforma educativa, como parte del conjunto de reformas estructurales que ha venido implementando el gobierno de Peña Nieto, y para el caso, Aurelio Nuño, como representante de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ha sido una de las que más se han cuestionado por la movilización de los maestros de todo el país, y en particular de la disidencia del sindicato del magisterio, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Y es que esta mal llamada reforma educativa se plantea como una reforma laboral y administrativa, con un carácter claramente punitivo al proponer una evaluación que vislumbra un despido masivo de docentes que no se ajusten a los criterios dictados desde la autoridad, sin que ello implique una mejora en la educación.
La protesta generalizada que incluye la pérdida de vidas de docentes y población civil ha venido obligando a las autoridades educativas a maquillar mejor los verdaderos fines de esta reforma.
Ante las críticas de que no se ha propuesto ningún modelo educativo, y no se han considerado de primera importancia los verdaderos motivos del rezago escolar de millones de mexicanos, de los cuales la mayoría son mujeres e indígenas –tampoco se han tomado en cuenta las pésimas condiciones materiales de muchas escuelas, culpando al docente de manera principal del gran desastre nacional–, las autoridades educativas se ven obligadas a atender algunos de estos aspectos. Plantean así el Modelo Educativo 2016.
¿Qué novedades muestra este modelo? ¿Quiénes han participado en la construcción del mismo?
Iniciando el presente ciclo escolar, los maestros nos hemos dado a la tarea de revisar una parte de dicho modelo educativo, el cual de entrada se plantea como una propuesta que está en revisión, ya que se implementará hasta 2018, invitando a enriquecerla.
Queda la inquietud de cómo un modelo en revisión propone un título así: “Propuesta curricular para la educación obligatoria 2016”, con la sutileza de hacer creer a los docentes que están siendo parte de algo en construcción; pero siempre bajo condiciones y acciones preestablecidas y delimitadas.
¿Para qué hacer énfasis en que la educación es obligatoria? ¿Por qué se indica que hasta 2018 se definirá, cuando es evidente que ya está bastante definida para este gobierno, que justamente termina en 2018?
Sobre las novedades del modelo, es la misma gata, nomás revolcada, diría la voz del pueblo en voz de los maestros.
Ciertamente, el modelo plantea esencialmente los mismos fines que desde las reformas en 2004 en educación preescolar, 2006 en secundaria y 2008 en primaria se propusieron, y lo cual se conjuntó en el Acuerdo 592, por el que se establece la articulación de la Educación Básica 2011; con cambios en los títulos y otros mínimos en la organización en las materias y los horarios. El desarrollo de competencias para la vida, el aprendizaje de una segunda lengua, el uso y manejo de la tecnología y el Internet; un enfoque de interculturalidad que considera ahora material digital en lenguas nativas indígenas.
Una novedad es quizás –y sólo quizás– la consideración de que las escuelas podrán llevar a cabo proyectos por iniciativa propia; pero siempre dentro de los límites muy definidos del mismo modelo.
Se inicia el programa de Escuelas al CIEN (Certificados de Infraestructura Educativa Nacional) para realizar mejoras materiales a las escuelas que lo requieran.
Asimismo, se propone un marco referencial común a la educación media superior, ante la diversidad de modelos en el país, el cual incluiría educación tecnológica con miras a incorporarse a la vida laboral, y lo cual dejaría de formar parte del currículo de escuelas secundarias técnicas. Se plantea la meta de cubrir la demanda de educación media superior en 2022 (no hace referencia, claro está, a cómo se incluirán a tantos jóvenes sin más opción que enfilarse en el narcotráfico, con un alto porcentaje de mortalidad).
Cabe la pregunta: ¿y con qué presupuesto, si ya se anunció un recorte a la educación de 6 mil 500 millones de pesos?
Pues bien, no sólo se eliminan otros programas como el de Escuelas de Calidad, sino además se empiezan a cerrar escuelas con poco número de alumnos, incluyendo a estos en grupos matutinos de hasta 45 estudiantes en muchos de los casos. ¿Dónde cabe la calidad? ¿Y los maestros de inglés?
La esencia del modelo educativo sigue siendo la evaluación al magisterio, pues textualmente señala: “Uno de los aspectos más importantes de la reforma educativa es la creación del Sistema Nacional de Evaluación, coordinado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación…” (pág. 84. Modelo educativo 2016)
Si bien Silvia Schmelkes, presidente del INEE, ha anunciado algunos cambios en las formas de la evaluación a partir de los intentos de diálogo entre la CNTE y autoridades de la SEP, no hay cambios de fondo. ¿Acaso se vislumbra el despido de tantos maestros como para contratar a los que, además de manejar la tecnología de la información, sepan hablar inglés?
Y, finalmente, ¿a qué se refiere este gobierno y específicamente Aurelio Nuño, con los conceptos de inclusión y equidad, cuando no ha querido escuchar las propuestas educativas y análisis que propone la CNTE, y que con el apoyo y participación de expertos investigadores en educación, periodistas, líderes sociales, representantes de pueblos indígenas y padres de familia han presentado, discutido y analizado en diferentes foros?
¿O es que se trata de cambiar todo para que todo siga igual, pero diferente, en esta tendencia neoliberal?
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