América del norte/Canadá/26 Agosto 2017/Fuente: Prensa Latina
Fue un debate saludable, no fue de ninguna manera unilateral. Pero al final se votó claramente para aprobar la moción, explicó Felipe Pareja, profesor de francés que presentó la iniciativa.
Según el maestro, la responsabilidad de Macdonald en el establecimiento de la Ley de Indios (1876) y en el sufrimiento de los pueblos indígenas cuando su tierra fue tomada por el ferrocarril nacional son ‘oscuros’ lados de la historia que necesitan ser abordados.
También sostuvo que resulta difícil para estudiantes y maestros nativos acudir a una escuela que lleva el nombre de alguien que fue -recalcó- cómplice del genocidio de los pueblos indígenas.
El pedido de la ETFO ocurre después que el mes pasado estudiantes de la Universidad Ryerson de Toronto recomendaron suprimir el nombre de Macdonald de los planteles por respeto a los sobrevivientes de las escuelas residenciales.
La casa de altos estudios lleva el nombre de Egerton Ryerson, un ministro metodista pionero de la educación pública en Ontario, quien ayudó a conformar la educación de menores indígenas con ideas avanzadas.
Macdonald fue primer ministro canadiense durante los periodos 1867 a 1873 y de 1878 a 1891.
En 1876, Ottawa adoptó la Ley de Indios, en la que se estipulaba que todos los niños originarios quedarían bajo tutela del Estado.
Macdonald afirmó en 1883 que ‘los niños indígenas deberían ser retirados lo máximo posible de la influencia de sus padres y la única forma de lograrlo era de enviarlos a escuelas industriales donde podrán adquirir las costumbres y prácticas de los blancos’.
Entre finales del siglo XIX y 1970, más de 150 mil infantes nativos fueron arrancados de sus familias y enviados a escuelas residenciales, en su gran mayoría dirigidos por comunidades religiosas, con el objetivo de ‘reeducarlos’, pues se les consideraba ‘salvajes’.
La ‘asimilación’ se llevó a cabo de una manera extremadamente cruel e inhumana. Se eliminó el contacto de los niños aborígenes con sus familias, les prohibieron hablar sus lenguas originarias y practicar sus creencias religiosas y culturas.
Informes oficiales confirman que unos 3 mil 200 niños murieron, la gran mayoría antes de 1940, debido a disímiles enfermedades como la tuberculosis, mientras miles sufrieron abusos físicos, psicológicos y sexuales, entre otros maltratos y perjuicios.