La reforma de las Normales
Las reformas pretenden modificar algún aspecto de las instituciones. En el caso que nos ocupa, la reforma planteada por Aurelio Nuño, titular de la SEP, plantea la desaparición de las Escuelas Normales:
primero, con la modificación a la ley cualquiera con grado de licenciatura puede ser maestro en educación básica con solo pasar un examen de conocimientos, ya no se deberá ser Normalista (deja de existir la formación inicial especializada),
segundo, la implementación de una estrategia para cerrar a las escuelas normales rurales y,
tercero, el planteamiento de que las Normales consolidadas, podrán impartir algunos de los 550 cursos dirigidos a los maestros de educación básica en servicio y con ello garantizar su permanencia como instituciones encargadas de la formación continua (ya no inicial), al obtener una parte de los 1,809 millones destinados para este fin.
La capacidad de respuesta de las Normales
Las instituciones pueden desaparecer por dos circunstancias: porque se modifica el marco normativo que les da sentido y articula a un sistema, o bien, porque las redes de prácticas y relaciones que le dan identidad se erosionan a tal punto que se desdibujan sus márgenes, sus tendencias se quiebran y sus valores fundantes ya no son reconocidas por sus integrantes.
En el primer caso, las instituciones pueden sobrevivir ante las reformas, si cuentan con una fuerte cohesión interna, una mística compartida y una historia que le da sentido de futuro. Incluso puede darse el caso que se modifiquen los nombres de las instituciones y se le encarguen nuevas tareas, pero la cultura institucional puede sobrevivir e incluso imponerse a las reformas.
En el segundo caso, la vida cotidiana sin anclaje histórico y el relevo generacional sin un proceso identitario, crean las condiciones para que las instituciones se desdibujen a tal grado que ante reformas que buscan su desaparición, un porcentaje de sus integrantes se muestre abierto a lo nuevo y con prisa por dejar lo viejo, pero sin saber, qué es lo nuevo a lo que se aspira y que es lo viejo que busca renovarse. En este escenario, algunos grupos se oponen débilmente a la reforma, pero son incapaces de conformar un polo de interpelación. Al final las reformas se imponen y llegan hasta donde sus promotores desean.
¿Qué capacidad de respuesta tiene la Normal Veracruzana? Para responder a esta pregunta, analicemos brevemente las acciones que han desarrollado en algunos momentos clave y a partir de ello perfilemos su abanico de posibilidades para defender su existencia como institución responsable de la formación inicial de maestros de educación básica:
Posicionamientos de la Respetable Junta Académica, las cuales son inserciones pagadas para su publicación en medios impresos. Rara vez forman parte de una estrategia integral, es una acción que se agota en sí misma y cuya presión pública en este momento es nula.
Marchas organizadas y autorizadas por algún órgano de autoridad interna, lo cual le da un carácter muy particular a estas expresiones en la calle y que presionan débilmente a la autoridad.
Vinculación con otras normales, hay algunas experiencias positivas en este rubro, aunque hasta el momento se han agotado en la construcción colegiada de documentos escritos, es decir, apelando a una institucionalidad que en este momento ya tomó una decisión, las normales desaparecen.
Acciones en el marco de la Coalición de Sindicatos, las cuales se han desarrollado como medida de presión pública a la autoridad y que han rendido algunos resultados. Entre estas acciones se encuentran: toma de edificios públicos (SEFIPLAN), bloqueo de vías de comunicación y marchas. El Sindicato de la Normal (STENV) desarrolló hace algunos días una campaña en redes sociales, cuya efectividad es necesario evaluar.
¿Qué posibilidades tiene de defensa la Normal Veracruzana? El escenario no pinta bien, ya que para defender su permanencia como institución responsable de la formación inicial de maestros, deberá sacudirse el institucionalismo en el que se ha movido siempre, ya que es ese institucionalismo quien ha decretado su extinción.
Pasar del oficialismo-conservador a una postura de defensa, pasa también por preguntarse si los que integran actualmente la Normal como trabajadores y estudiantes, consideran que hay algo por defender, es decir, si se tiene claridad que el Normalismo es un pilar histórico de la educación pública y que su desaparición implica la imposición de una mirada neoliberal en la formación de ciudadanos a través de la educación.
No necesitaremos esperar mucho para saber si la defensa de la educación pública y del Normalismo, lo encabezarán las escuelas Normales u organizaciones externas a ellas. Por lo pronto, se observa que la Normal Veracruzana no se mueve, que en la lógica gubernamental equivale a decir “aquí no pasa nada”.
Tres acciones factibles de implementar desde la Normal Veracruzana
Creación de un órgano colegiado de defensa, donde estén representadas todas las voces, incluidos egresados e invitados clave.
Reorientación del Congreso Nacional a realizarse del 22 al 24 de junio, ya que el enfoque no es acorde a la realidad que se está viviendo. El título “Una mirada hacia el futuro de la educación pública”, implica una actitud contemplativa y académicamente de aceptación y descripción de lo que será en un “futuro”, pero sin un compromiso por modificarlo. El título podría ser: “Hacia una Agenda para la refundación de las Escuelas Normales” que implique la creación de un cuerpo colegiado nacional plural, con la fuerza suficiente para dialogar con la autoridad federal.
Antes del Congreso Nacional de Normales, la Normal Veracruzana puede convocar con carácter de urgente al Congreso Nacional de Egresados de Escuelas Normales con la misma finalidad, crear una Agenda y estructura con capacidad de respuesta. Los dos Congresos tendrían como objetivo principal el rechazar la actual propuesta de la SEP, de que cualquiera con nivel de licenciatura puede ser maestro de educación con solo pasar un examen de conocimientos.
Como egresado de una escuela Normal y como docente de posgrado en una Normal, consideró que las condiciones están dadas para incidir en la Agenda del gobierno federal, al grado de obligarlo, por los costos en la gobernabilidad, a modificar su ruta de implementación. El éxito de la Reforma ya no depende del gobierno, sino de nuestra capacidad de organización e incidencia.