Sierra Leona/El Mundo
La organización Misiones Salesianas denuncia la situación de menores de Sierra Leona, que se prostituyen por un euro. Las jóvenes dicen que «no encuentran otra salida para comer o estudiar»
Un documental titulado Love expone los testimonios de las menores que sufren explotación sexual en África y está dirigido por Raúl de la Fuente
El total de menores explotados sexualmente en el mundo equivale a casi cinco veces la población de España. Son más de 223 millones. 150 millones de niñas y 73 millones de niños, según un estudio de Naciones Unidas sobre la violencia contra los menores a nivel internacional.
La organización Misiones Salesianas ha lanzado la campaña «Venderse mejor» con un documental de media hora titulado Love que se estrena hoy con motivo del Día Mundial de la Prostitución Infantil. El cortometraje, dirigido por Raúl de la Fuente, relata la realidad que viven las menores que se ven forzadas a ejercer la prostitución en Freetown, la capital de Sierra Leona.
Una de las historias que narra es la de Aminata, una de las menores que gracias a la ayuda de los Salesianos, la entidad religiosa que trabaja para la promoción, protección y educación de los niños y jóvenes más vulnerables, ya ha comenzado una nueva vida.«Una historia triste y de soledad al vivir en la calle pero con un final feliz, hoy tiene un futuro prometedor».
La pobreza, la falta de educación y la desestructuración familiar son algunos de los motivos que llevan a las niñas a realizar esta práctica porque a su entender «no tienen otra opción». Las pequeñas africanas afirman que venden su cuerpo para poder comer y cumplir el sueño de estudiar.
Desde Misiones Salesianas denuncian que «tienen identificadas entre 900 y 1.500 menores que se prostituyen diariamente en la capital de Sierra Leona». En este sentido, el misionero y director del centro Don Bosco Fambul para la protección de los menores en Sierra Leona, Jorge Crisafulli, afirma que «la vida de una niña que nace en aquel país vale menos que la de un perro».
«Son muy pequeñas. Sienten como niñas, aunque hagan el trabajo de una prostituta adulta. Es inhumano», afirma Crisafulli. La organización ya logró sacar de esa vida a 147 niñas.
Ante esta situación, en setiembre de 2016 nació el programa Girls OS+ destinado a menores de 9 a 17 años en situación de prostitución. «El objetivo es darles refugio, comida y enseñarles un oficio, darles educación. La batalla contra la lacra de la explotación sexual de la infancia se gana también con la creación de un entorno de protección para los menores», ha afirmado el salesiano.
«Mi primera experiencia fue a los 13 años»
Jawanata es huérfana y tiene 17 años. Vive en Mabila, una ciudad ubicada en el centro de Sierra Leona, junto con una veintena de jóvenes en no más de 9 metros cuadrados. «Necesito 12 euros al mes para pagar los estudios, gastos de la casa y los alimentos». La joven no tiene familia. Ella es su propio sustento. Y agrega: «Mi abuela me llevó a un club que se llamaba Liberia Bar. Dos hombres se me acercaron, me preguntaron cuál era mi precio. Ese día gané cinco euros».
Jawanata, Aminata o Augusta son algunas de las niñas que se prostituyen por un euro en este país africano. Cuando baja el sol se juntan para maquillarse. Un poco de pintura en el rostro las transforma en adultas. Luego, se van al burdel.
Augusta comenzó a prostituirse con 16 años. «Dormí con todo tipo de hombres y lo peor que me pasó es que una vez me golpearon fuerte y me robaron todo el dinero». Una amiga de ella, que había oído hablar de los Salesianos, decidió ayudarla y la contactó con ellos. Su vida cambió.
Junto a los religiosos la joven aprendió un oficio, hizo prácticas de catering en un restaurante y en 2015 se graduó como la mejor de su clase. Hoy tiene su propia empresa de elaboración de alimentos. Ella, de momento, ha demostrado que es posible dejar la calle para desarrollarse gracias a la educación.
«Hubo que buscar una casa para que pudieran quedarse y dependemos en gran parte de las donaciones. Muchas están en situación de calle, por lo que aquí realizan terapias con psicólogos, tratamientos médicos, y también tienen clases con profesores. Unas de las principales obsesiones que tienen es poder estudiar», ha afirmado Crisafulli.
Fuente: http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/04/04/5ac3976be2704e12748b460b.html