Page 210 of 439
1 208 209 210 211 212 439

Colombia: Ministerio de Educación espera construir más de 30 mil nuevas aulas en 2018

América del sur/Colombia/13 Enero 2018/Fuente: El país

El Ministerio de Educación anunció este miércoles que antes de finalizar el año se construirán 30.693 aulas nuevas con el Plan Nacional de Infraestructura Educativa que se encuentra en ejecución desde 2014.

«Antes de finalizar este año, el Ministerio habrá construido y/o contratado 30.693 aulas nuevas. Al ritmo que se venían edificando aulas en el sector público, la cantidad que se entregará construida y/o contratada en 2018 tomaría unos 60 años, por lo que esto es un hecho sin precedentes en la historia educativa del país», aseguró Yaneth Giha, ministra de Educación.

De acuerdo con Giha, la meta surgió para cubrir el 60 % del déficit de infraestructura educativa que, hasta la fecha, se han entregado cerca de 5300 aulas de las contempladas en el plan.

«La educación de calidad requiere de buena infraestructura, de espacios dignos para los profesores y sus alumnos. Por eso la mejor inversión es la que se hace en educación y, mejor aún, si es en obras, proyectos o estrategias que impacten en la calidad de la educación para nuestros niños y jóvenes», concluyó la Ministra.

Fuente: http://www.elpais.com.co/colombia/ministerio-de-educacion-espera-construir-mas-de-30-mil-nuevas-aulas-en-2018.html

Comparte este contenido:

Colombia: ¡Vuelve la historia a los colegios!

América del sur/Colombia/13 Enero 2018/Fuente: Semana

El presidente sancionó la ley que convierte en obligatoria esta materia para todos los colegios del país. La decisión era una deuda pendiente de la educación en Colombia.

En 1994 el gobierno de César Gaviria tomó una decisión polémica: eliminó la cátedra de Historia del plan de estudios de los colegios y la fusionó con la de Ciencias Sociales. Desde entonces, los jóvenes colombianos no ven ni en primaria ni en bachillerato una materia dedicada exclusivamente a aprender los procesos históricos por los que han pasado el país y el mundo. En cambio, estudian una llamada Sociales que, durante los 11 años que dura el colegio, mezcla temas de geografía, democracia, Constitución Política e historia.

La medida, criticada por educadores e historiadores, generó un debate y un enorme malestar que acaba de terminar. Esta semana, el presidente Juan Manuel Santos sancionó una ley que obliga a todos los colegios del país a incluir en su plan curricular la “educación en Historia de Colombia como una disciplina integrada en los lineamientos de las ciencias sociales”. La norma aclara que esta disposición no puede afectar la intensidad horaria en áreas de Matemáticas, Ciencia y Lenguaje.

La ley fue impulsada por la senadora Viviane Morales quien asegura que «los niños y jóvenes deben comenzar a estudiar a través de la historia hechos que hacen parte de la democracia y de cada una de las etapas que le han permitido a Colombia, llegar a ser considerada una de las democracias más antiguas de América Latina».

El debate alrededor de ese tema tiene a muchos preguntándose qué tipo de historia de Colombia está contando la academia, y qué tanto sus libros e investigaciones les están llegando a los colombianos de a pie, que no tienen conocimientos especializados ni pertenecen a un nicho científico.

Para analizar el tema hay que entender que los especialistas de hoy escriben una historia muy distinta a la de hace varias décadas. De hecho, el primer gran manual de historia colombiana data de la primera década del siglo XX, de la pluma de Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, y fue adoptado como texto oficial de enseñanza desde 1910, justo al celebrarse el centenario del grito de Independencia. Sus autores eran dos abogados, historiadores aficionados, que veían con preocupación la realidad del país de entonces, que aún sentía las secuelas de la guerra de los Mil Días, la pérdida de Panamá y la crisis económica.

Su texto exaltaba el patriotismo e intentaba crear una identidad nacional. Y aunque era un libro completo, bien investigado, lleno de fechas y datos históricos –que incluso hoy se sigue consultando–, las nuevas generaciones de historiadores lo cuestionan mucho. Para Javier Guerrero, director del doctorado de Historia en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, “estaba lleno de fechas, próceres, héroes, batallas y periodos presidenciales. Muy apologético, poco crítico, escrito desde arriba (desde las elites), enfocado en la población blanca del centro del país y poco representativo de la totalidad de Colombia”.

Eso cambió hacia los años sesenta, cuando nacieron los primeros programas académicos en las universidades. Los historiadores de esa nueva generación (más profesionales) comenzaron a escribir también sobre los procesos económicos y sociales, los grupos humanos y las poblaciones antes olvidadas, como los indígenas, los afrocolombianos, los campesinos y quienes vivían en las provincias. Como cuenta Álvaro Tirado Mejía, integrante de ese grupo, “se abrió el panorama. Además de los personajes, las fechas y los héroes, había una visión acerca de la sociedad, la economía y las costumbres”. Académicos como Jaime Jaramillo Uribe, Bernardo Tovar, Jorge Orlando Melo y el propio Tirado Mejía publicaron sus libros con esta nueva visión y, entre todos, sacaron una serie de nueve tomos a los que llamaron Nueva historia de Colombia (1989).

Y aunque la eliminación de la cátedra de Historia llevó a que ese tipo de publicaciones generales se estancaran un poco, una mirada a las novedades editoriales y a los libros publicados durante los últimos años, deja ver que hoy aparentemente hay un buen momento para la disciplina. No solo por el auge de las novelas históricas, que mezclan hechos del pasado con ficción literaria, sino también por los libros de historia pura.

Actualmente, por ejemplo, en las librerías se consiguen, entre otros, una biografía de María Cano, la líder sindical de los años veinte, escrita por Beatriz Robledo, y la tercera edición de un compendio de ensayos de varios autores llamado Historia de Colombia: todo lo que hay que saber, que analiza los hechos del país desde la época precolombina hasta hoy. Además, en librerías especializadas, como la Lerner, la historia es la tercera línea temática más vendida, luego de la literatura y la literatura infantil.

Eso, junto con los libros de Diana Uribe, la historia del mundo que escribió Daniel Samper Pizano o el libro digital sobre la historia del país que Antonio Caballero está publicando por partes, hace pensar que el público de hoy está ávido del tema.

Pero ello no es tan cierto. Aunque el mercado de los libros de historia sí ha crecido en comparación con lo que había hace unas tres décadas y hoy es más fácil que un autor publique un texto sobre el tema en una editorial grande, los tirajes siguen siendo pequeños (entre 1.000 y 3.000 ejemplares en los mejores casos) y los lectores no dejan de ser los del mismo nicho académico, que tal vez ha crecido por el aumento de pregrados, maestrías y doctorados en historia.

Un problema de fondo es que los historiadores no saben divulgar sus trabajos al público no especializado. Por supuesto que hay experiencias exitosas, como la de Diana Uribe en Colombia, pero muchos creen que no es suficiente y faltan trabajos más rigurosos y con más contexto que también se popularicen. En el mundo ya ha pasado. Según Alba Inés Arias, de la Librería Lerner, hay historiadores internacionales que hoy narran sus libros con una prosa amena, que atrae a los lectores.

En Colombia hay material, pues las universidades se siguieron profesionalizando y la investigación en historia actual es más completa que antes. Pero gran parte de estos trabajos se quedan en los anaqueles o se van a revistas indexadas y publicaciones científicas.

Ahora los historiadores se están enfocando en temas específicos. “Hay un interés por el sujeto y el individuo –cuenta Pablo Rodríguez Jiménez, profesor de historia en la Universidad Nacional–. Ya no en los héroes patrios como seres de monumento, ni solo en los grupos sociales y en los procesos, sino en los individuos de carne y hueso que vivieron esos tiempos”. Por eso ahora hay investigaciones acerca de historias muy locales: las comunidades, los barrios, las ciudades, las mujeres, los jóvenes, la sexualidad, el medioambiente, los movimientos sociales, etcétera.

Y aunque para muchos esa es una buena noticia porque permite diversificar el campo de estudios, otros creen que hay un exceso que ha llevado a perder el objetivo principal. “Estamos llegando a la microhistoria: unas historias demasiado particulares que pierden la perspectiva general”, cuenta Tirado Mejía. Con él coinciden otros historiadores, que piensan que hoy pocos se ocupan de contar una historia general, que explique los grandes procesos del pasado para entender el presente y planear el futuro.

La oportunidad se presenta ahora, cuando la cátedra de Historia vuelve a los colegios como una materia independiente. La idea es no repetir la fórmula fracasada de dictar una clase llena de datos y fechas en orden cronológico, sino bajar el conocimiento que los historiadores han dejado en los estantes a lo largo de todos estos años. Como explica Pablo Rodríguez, “nuestro trabajo puede llegar a tener significado si logramos que la gente se interrogue sobre qué país y qué sociedad somos, de dónde venimos y qué derroteros hemos recorrido, en los más amplios sentidos, para llegar a ser esta compleja nación llamada Colombia”.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/presidente-firma-decreto-clase-de-historia/552097

Comparte este contenido:

Colombia: ‘Antes de acabar el 2018 el Ministerio de Educación construirá 30.693 aulas nuevas’

Colombia/11 enero 2017/Fuente: Canal 1

A través de la página web de la Presidencia de la República, se informó que el Gobierno nacional para el 2018 cumplirá la meta de entregar más de 30 mil nuevas aulas educativas, así lo confirmó ​Yaneth Giha, ministra de Educación Nacional.

Antes de finalizar este año, el Ministerio de Educación habrá construido y/o contratado 30.693 aulas nuevas, un hecho sin precedentes en la historia educativa del país

aseguró la ministra.

Este reto en infraestructura se hace a través del Plan Nacional de Infraestructura Educativa, que el Gobierno Santos diseñó y ejecuta desde 2014, para que estudiantes tengan más y mejores espacios para aprender en todas las regiones del país.

“La educación de calidad requiere de buena infraestructura, de espacios dignos para los profesores y sus alumnos. Por eso la mejor inversión es la que se hace en educación y, mejor aún, si es en obras, proyectos o estrategias que impacten en la calidad de la educación para nuestros niños y jóvenes”, expuso Giha.

Según se explica en el comunicado de Presidencia, el Plan surgió para cubrir el 60 % del déficit de infraestructura educativa.

A la fecha se han entregado cerca de 5.300 aulas de las contempladas en el programa y se avanza en la construcción de centenares de estos espacios.

Fuente: https://canal1.com.co/noticias/nacional/acabar-2018-ministerio-educacion-construira-30-693-aulas-nuevas/

Comparte este contenido:

Educación pública de calidad para los niños de Colombia

Colombia/11 enero 2018/Fuente: irispress

Este es un homenaje a la gente que siempre está ahí, a los imprescindibles.

El objetivo de de la Fundación Pies Descalzos es brindar educación pública de calidad para los niños y niñas en situación de vulnerabilidad en Colombia.

La educación es la oportunidad que muchos de ellos necesitan para romper el círculo de la pobreza.

Con el apoyo de la Obra Social “la Caixa” apoyamos a más de 7.000 niños cada año para que puedan tener un futuro mejor

Fuente noticia: http://irispress.es/2017/08/24/educacion-publica-colombia/

Fuente imagen: http://www.vanguardia.com/sites/default/files/imagecache/Noticia_600x400/foto_grandes_400x300_noticia/2011/08/19/20nacio15a003_big_ce.jp

Comparte este contenido:

Reflexiones: el sistema genético-educativo adolece

10 de enero de 2018 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Fernando Alvarado López

Los maestros le quedamos debiendo a Colombia una mayor instrucción en la enseñanza e interpretación de la Constitución Nacional. 

Hace algunos años fui encargado de la dirección de la sección primaria de una de las tantas instituciones educativas a través de las cuales le serví a mi patria durante cuarenta y tres años antes de conseguir la jubilación.

Al llegar a dicho colegio y en el ejercicio de mis funciones de acompañar los procesos de aprendizaje, encontré una sensible falla en la lectoescritura de una gran cantidad de los niños a mi cargo. Con mucha sorpresa y no con menos preocupación pensé que los niños de segundo en adelante no podrían continuar su aprendizaje en ninguna área escolar con esa grave insuficiencia, así que, después de algunas cavilaciones, reuní al equipo de docentes y los sorprendí con esta, -más que una propuesta o recomendación-, una orden: “A partir de la fecha, todos los docentes paran los programas académicos y se dedican a reforzar, a través de todas las áreas, la lectoescritura”.

Esto, lógicamente fue adobado con charlas y consejos de cómo hacerlo. Afortunadamente para mi gestión y para los niños, la receptividad del grupo de docentes fue inmejorable. Los profesores de aritmética multicopiaron acertijos que reforzaran la lógica matemática, los de sociales presentaron lecturas que ubicaran mejor geográficamente a los niños y la vez hicieron de la historia toda una página de literatura.

No faltaron las sorprendentes lecturas de ciencias que nos recordaron a Albert Einstein con su maravilloso consejo de no perder la capacidad de asombro y vinieron las versos de las canciones y de muchos poemas, y los niños terminaron descubriendo el maravilloso mundo de las letras, de tal manera que pasado un mes y cuando ya volvimos a retomar los rutinarios programas, los niños quería leer más y más. Tuve la fortuna de permanecer en esa institución los años necesarios para ver cómo esa generación alcanzó altos estándares en los resultados de las Pruebas Saber a lo largo del bachillerato y posteriormente en las aulas universitarias.

Hago un alto en esta reflexión para traer a colación alguna frase de Rudolph Atcon, el sociólogo norteamericano creador del Plan Básico, por allá en el año 1968, quien decía que la educación es el sistema genético de un pueblo y que sus resultados dependen de las mutaciones que se introduzcan a este sistema. Pues bien, aunque eran otras las intenciones de este plan con respecto a las políticas educativas para América Latina, el corolario de Atcon sigue vigente.

Hoy voy conduciendo mi automóvil por la autopista Norte de Bogotá y veo cómo una multiplicidad de ciclistas zigzaguea por entre este viaducto, imprudentemente arriesgando sus vidas pese a que a cada lado de la vía hay una cicloruta, bien demarcada y cuyo recorrido favorece la seguridad de los ciclousuarios.

Veo taxistas que constantemente se cambian de carril sin utilizar las luces direccionales y veo cientos de vendedores ambulantes o mejor, estacionarios que se tomaron todos los andenes especialmente alrededor de los puentes peatonales. Mejor dicho cada vez que salgo a la jungla de cemento debo sobrevivir al caos citadino. Y para mayor gravedad, me comentan amigos y familiares habitantes de otras urbes nacionales, que allí es igual o peor. Siendo este tan solo un ítem de la convivencia ciudadana, cómo será pensar en materia de seguridad, cuidado de lo público, respeto  a mujeres  embarazadas, niños y personas mayores. Válgame Dios.

Entonces es cuando cruzo y transpolo reflexiones para imaginarme un país que sea capaz de parar todos sus programas académicos tanto de primaria como de secundaria, las obras y fábricas, por lo menos una vez al día tal cual si fueran pausas activas y dedicarse por completo a revisar, corregir, implementar y enderezar todos los contenidos en materia de urbanidad o sea de la convivencia ciudadana en las urbes ya que la mayoría de infractores parecen pertenecer a poblaciones de desplazados o migrantes que buscan el sueño citadino. (Sin contar el desangre económico provocado por el latrocinio de cuello blanco). Esto pudiera ser una buena idea para el post-conflicto.

Los maestros le quedamos debiendo a Colombia una mayor instrucción en la enseñanza e interpretación de la Constitución Nacional. Un país que se cuida y se corrige, se señala y se denuncia a sí mismo es un país que vive e interpreta el verdadero sentido del Estado Social de Derecho. Nuestro sistema genético-educativo adolece de la falla de mirar fuerte y recio hacia el futuro y  en los actuales modelos solo podemos concluir que nuestros ciudadanos pasaron por el sistema educativo pero el sistema educativo nunca pasó por ellos.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/blog/reflexiones-el-sistema-genetico-educativo-adolece

Comparte este contenido:

Colombia: Las finanzas de la educación superior

Colombia /www.portafolio.co / 10 de Enero de 2018

n el 2017 la política pública que quizá generó más polémica fue el programa Ser Pilo Paga. Lo polarizado del debate, en el cual se defienden posiciones de seguir el programa tal como está o acabarlo para redirigir esos recursos a instituciones públicas, ha impedido evaluar con objetividad su pertinencia. Por una parte, el argumento de que impacta a las finanzas del sistema público de educación superior está parcialmente en lo correcto. Mediante este mecanismo, el Estado ha dirigido el 86% del presupuesto del programa a universidades privadas de alta calidad.

Es de esperar que, al poner a competir en las mismas condiciones instituciones públicas y privadas y dejar que la decisión recaiga sobre los estudiantes, estos opten por la oferta privada, ya sea por el diferencial del costo observado de ambas opciones, la promesa de movilidad social implícita en la educación privada, o el esfuerzo y gasto en promoción y marketing.

Así, el Estado ha financiado íntegramente los cupos a precios de mercado y sin ningún descuento o cofinanciación, y esta concentración del dinero público en instituciones privadas ha implicado más desigualdad en un sistema ya inequitativo, en el que pocos son los recursos que llegan a la oferta regional. Esto no generaría problema si el programa se financiara con recursos adicionales a los subsidios de oferta, pero esto solo fue posible en la primera cohorte, siendo luego financiado por recursos Cree, diseñados en principio para fortalecer la inversión de las instituciones públicas.

Sin embargo, los críticos del programa ignoran sus efectos positivos. Primero, Ser Pilo Paga puede considerarse una estrategia social por la cual el Estado selecciona sus mejores talentos para formación de calidad; y el alto potencial de sus beneficiarios garantiza que este gasto sea la inversión social de más alto retorno entre las alternativas existentes. Segundo, el programa ha sido un motivador para los bachilleres, sembrando la idea de que el mérito es premiado, y mejorando el resultado de Saber Pro en los puntajes más altos. Por último, el intercambio cultural ha enriquecido el ambiente y la formación en las universidades privadas.

Con estos argumentos es posible plantear algunas alternativas para mejorar el programa: a) no puede competir por financiación con recursos para instituciones públicas, por lo que la única forma es garantizarle una partida extraordinaria del presupuesto; b) la carga financiera del crédito la deben asumir las instituciones no los estudiantes, y ser estas las que respondan en casos de deserción; c) las becas deben ser un esfuerzo conjunto entre universidad y Estado, por lo que las instituciones privadas interesadas en recibir pilos deberían comprometerse a reducir el valor de su matrícula en 30%, y d) el corte del Saber *11 se podría definir de forma departamental, para evitar que reproduzca desigualdades regionales.

El debate ha sido mal enfocado, al priorizar ya sea programa o la financiación de la universidad pública, y el gran problema es la escasez de recursos para educación superior, en general. Hay que reflexionar si es hora de dirigir más recursos al sistema de educación superior, y rediseñar estructuralmente su esquema de financiamiento.

David Forero
Investigador de Fedesarrollo

Comparte este contenido:

Entrevista: Jorge Galindo: «Nuestro tejido productivo no está a la altura del cambio educativo que se ha producido»

América del Sur/Colombia/09.01.2018/Autor y Fuente: http://valenciaplaza.com/

 

 Jorge Galindo reside en Bogotá donde acaba de fundar una pequeña consultoría. Desde allí escribe sus columnas semanales para El País o sus artículos para Jot Down, pero, sobre todo, ultima la tesis de su doctorado en la Universidad de Ginebra, de la que ha formado parte durante los últimos años. Máster en Políticas Públicas por la Erasmus University de Roterdam y la Central European University, estudia la economía política que explica las reformas estructurales. En resumen, trabaja para comprender e influir en las políticas públicas.

Nacido en València en 1985, Galindo es cofundador y miembro de Politikon. Desde 2010 ésta plataforma de jóvenes académicos y profesionales independientes promueve el debate en España desde su conocimiento de las ciencias sociales. Sus miembros colaboran en un buen número de medios y son la voz más habitual para conectar los dos lados de un muro invisible: el que separa la realidad social, política y económica de los millenials de la de sus padres.

El último de los libros publicados por Politikon (nueve autores, pero lo firma el colectivo) se titula precisamente así: El muro invisible. Las dificultades de ser joven en España. Galindo lo presenta junto a Kiko Llaneras –otro de los miembros– el próximo viernes en la Librería Bartleby. Aprovechamos su paso por València y sus días de encuentro familiar en el Cabanyal para hablar sobre las evidencias de este choque generacional, pero también sobre política, medios, València, inmigración y el reto por la igualdad. Para desdramatizar la percepción de edad sobre la entrevista, hemos optado por publicar las fotografías en blanco y negro.

Conflicto

-¿Podemos hablar de bandos?
-Bueno, no vamos a negar que es un conflicto. Podemos hablar de bandos.

-Entonces, una respuesta para ser leída por ambos bandos: ¿qué es el muro invisible?
El muro invisible es una metáfora facilona para explicar cuáles son las las diferencias que existen entre dos generaciones en términos de escenario de vida y riesgos a los que nos enfrentamos. El muro invisible es lo que separa los millenials de la generación anterior. Nosotros crecimos durante la burbuja crediticia y su posterior crisis. Partimos de la consciencia de que cada generación tiene sus retos y que para la anterior fueron todos aquellos derivados de construir una democracia a partir de un país que llevaba 40 años de dictadura. Para nosotros el reto está siendo enfrentarnos al muro invisibleque se ha creado. Para hacerlo no minusvaloramos el esfuerzo de esa generación anterior: construyeron un estado de bienestar, generaron un espacio de protección social, impulsaron una democracia de estándares europeos… fue un esfuerzo muy grande. Ahora bien, ese mundo ha generado una serie de consecuencias inesperadas. Las consecuencias son ese muro invisible y nuestro reto será solucionarlo.


-¿Por qué la generación parte de los nacidos en 1980?
-1980 es un buen punto de referencia, pero no tiene que ver con ese año; tiene que ver con la entrada de España en el sistema monetario único. Es decir, que partimos de la fecha de nacimiento de aquellos que se incorporaron al mercado laboral y/o universitario justo con esa situación, entre 1998 y 1999. España pasó a estar bajo las directrices del Banco Central Europeo. Como no hubo una armonización de la inflación a lo largo de toda Europa, y como nuestra inflación era más alta que la de Alemania, de repente la tasa de interés nominal provocó el cambio: bajo las directrices del BCE, el dinero rendía mucho más aquí que en Alemania. Eso provocó un flujo de crédito y la llegada de inversores a España y países beneficiados de esa situación, como Portugal o Irlanda. Y ese es el origen de la burbuja crediticia. Ese es el punto en el que los nacidos a principios de los 80 se están incorporando al mercado laboral y viven su llegada, su explosión y sus consecuencias.

«EL PROBLEMA PARA ESPAÑA NUNCA FUE TENER UN RÍO DE CRÉDITO. EL PROBLEMA FUE CÓMO LO UTILIZAMOS»

-¿Entonces el muro no tiene relación con la crisis?
-El muro ya estaba ahí, pero la crisis lo hizo evidente. La burbuja inmobiliaria fue una suspensión de la realidad por la cantidad de líquido disponible. España, hasta ese momento, jamás había tenido una tasa de paro tan baja y, aunque pasábamos por el ritual de la precariedad, había cierta facilidad para alcanzar el ‘me han hecho fijo’. Luego estalla la burbuja crediticia y el muro se hace visible para todos.

-Se cumplen 10 años del colapso. ¿Por qué estalló la burbuja crediticia?
-El problema, en realidad, en términos macroeconómicos, nunca fue tener un río de crédito. El problema es que cuando ese gran flujo llegó a España lo utilizamos como lo utilizamos. Y todavía hay discusiones sobre si está bien crear una moneda única, porque, en un área monetaria única, los modelos de producción son muy distintos. ¿Qué hicimos nosotros ante esa situación? Bueno, pues cuando llegó ese ingente caudal de crédito, cuando tuvimos esa excepcional oportunidad, nos lo gastamos en el sector inmobiliario y eso afectó de manera determinante a la entrada en el mercado laboral de toda una generación; la nuestra.

Expectativa

-¿Afectó a todos los millenials por igual?
-Para nada. Sobre todo afectó a los que tenían un coste de oportunidad mayor para seguir estudiando. Los tenemos en mente: chavales con 16 años que podían dejar de estudiar para ingresar dinero en casa. ¡Y los tenemos estereotipados en negativo! Les acusamos de que no eligieran bien, de que no siguieran estudiando. Lo que nadie tiene en cuenta, pero así lo demuestran los datos, es que la mayoría de chavales que tomaba esa opción lo hacía porque en su núcleo familiar había una necesidad perentoria de dinero.

-Y una parte de esa generación se encaminó sin saberlo hacia la desigualdad.
-Exacto. Fue una selección natural perversa, porque era la generación que en términos individuales y colectivos más necesitaba alcanzar la universidad. Pero no tomaron la decisión de manera aribitraria, sino a partir del sistema. La decisión buena era traer dinero a casa y generar más independencia económica. Para la familia y para ellos. Pero, claro, cuando explotó la burbuja, los que se quedaron fuera de juego fueron los que no deberían haberlo hecho. Los que más nos hubiera hecho falta que rompieran su barrera de generaciones anteriores, porque sus padres no fueron a la universidad, precisamente…

-Es decir, que el muro no es igual de alto para todos. ¿Lo será?
-El muro no es el mismo para todos. Porque una cosa es ser de tercera o segunda generación de personas con estudios superiores y otra muy distinta es ser el primero de la rama familiar que lo va a hacer. Porque no es la misma crisis la de aquellos que, cuando estalla la burbuja, pueden hacer un máster o marcharse a vivir y trabajar fuera, etcétera. Esto ha marcado un precedente determinante que muy difícilmente se resolverá. Y es muy cínico que todavía culpemos a los que se metían a la obra y se compraban un BMW… que les culpemos de haber elegido ‘por su cuenta’.

«CUANDO UNA CARRERA LABORAL NACE COMO LA DE NUESTROS JÓVENES, PRECARIA, TEMPORAL, ATRAVESADA POR LA CRISIS, LOS PRIMEROS 10 AÑOS DE COTIZACIÓN SON LA NADA MISMA»

-El Libro blanco del futuro de la juventud en Europa dice que la generación más joven, la que etiquetamos como millenials, puede ser la primera en la Historia que viva peor que sus padres. ¿Será así?
-Para una parte de nuestra generación, sí. La más desigualada vivirá peor. Pero, bueno, España nunca ha resuelto su problema de desigualdad y poder. Nuestras tasas de riesgo de pobreza no son las que deberían ser y tampoco lo fueron en época de bonanza. Nuestra red de seguridad no funciona bien y hay una parte de esa generación que, ante el desempleo, tiene riesgos muy profundos. Además, carece de una red de apoyo familiar y el nivel educativo es inferior, por lo que su esperanza de encontrar empleo es más baja. Por contra, sus padres vivieron en una situación de crecimiento económico y sostenido, en una sociedad del bienestar en la que confiar. La nueva generación de profesionales ya goza de esa perspectiva. Vive otra realidad.

-¿Qué cuestiones pesan en contra de esa generación?
-En España una parte importante de la cotización social depende de las cotizaciones a lo largo de tu vida. Cuando una carrera laboral nace como la de nuestros jóvenes, precaria, temporal, atravesada por la crisis, tus primeros 10 años de cotización son la nada misma. Eso va a pesar en tu vida, desde el desempleo a la jubilación. Por eso sabemos que hay gente que se va a quedar a un lado del muro y la crisis solo ha reforzado esa posibilidad.

Comunicación

-A nivel cultural, a partir de los medios de masas actuales, ¿no tienes la sensación de que vivimos la vida de nuestros padres?
-Hay una idea que comentamos entre amigos muy a menudo, que ponemos la tele y vemos La 1 de Televisión Española y flipamos. Pensamos, ¿pero qué es esto? ¿Quién ve esto? Pues parece que bastante gente, la verdad. Si no no se explican la mayoría de encuestas demoscópicas. Y digo La 1 como puedo decir Antena 3 o Telecinco Sé que la ponemos y pensamos, ¿dónde vive esta gente? ¿Qué es esto? Es cierto que hay una segmentación comunicativa generacional. Esto ha provocado que nosotros nos mantengamos en otros espacios comunicativos. Quizá, laSexta, de algún modo y hasta cierto punto, haya sabido recoger algo de esto. Pero hay una segmentación en la comunicación y se da la mano con la segmentación ideológica.

-¿Hemos sabido crear nuestros propios espacios comunicativos y de debate?
-Creo que hemos creado ciertos productos culturales y espacios de debate. Sí, creo que sí. Tenemos nuestros propios referentes y nuestro propio nombre, millenials. ¿Qué más queremos? [ríe]. Pero es cierto que la crisis ha coincidido con una crisis de identidad de las industrias culturales y de la producción mediática. La única fórmula para resolver esta situación pasa por tener una conciencia generacional. Si se tiene, es un arma poderosa para saber aprovecharla. Si no activamos esa conciencia generacional, será difícil encontrar productos culturales potentes que reconozcamos como propios.

-¿Hay más conciencia generacional en ese sentido en otros países?
-Creo que sí. Pero también hay algo más importante: en un país como Estados Unidos hay una mayor conciencia de reemplazo en el ámbito público y en el cultural. Aquí, no.

Fotos: KIKE TABERNER

Fotos: KIKE TABERNER

-También hay otro tipo de engranaje en la relación maestro-aprendiz. ¿En España, esa relación se pervirtió con la crisis? ¿Cuáles son las consecuencias?
-El aprendizaje, la transmisión de capital humano, nunca se ha llegado a producir de la manera más deseable en España. El ejemplo lo tenemos en esos anuncios virales: ‘buscamos chaval en prácticas, con cinco años de experiencia en lenguajes HTML, administración de servidores…’. Lo que usted busca no es un trabajador en prácticas; lo que usted quiere es un trabajador barato y, si puede ser, gratuito. Esto ya sucedía antes de la crisis y es fruto de dos cuestiones: la primera, la enorme diferencia en términos de protección social entre maestros y aprendices. Viven en dimensiones paralelas. Los aprendices son fuerza de trabajo barata y rotativa a partir de las políticas públicas. Se les concibe así y su barrera de entrada a la otra dimensión es enorme. La segunda cuestión es que nuestro mercado laboral genera un paro bestialmente alto. La famosa frase ‘tengo una cola de gente esperando para hacer lo que tú haces’ solo tiene un problema: que es cierta. Es lo que Marx llamaba ejercito de reserva. Pero en España no es propia de este momento de crisis, sino de todos los momentos. Incluso cuando ha habido bonanza, nunca el aprendiz se ha visto con la fuerza mínima para reclamar sus derechos: tiempo de aprendizaje, progreso dentro de la empresa y, a futuro, más salario. Ni se plantea esas opciones. Es un modo de proceder que afecta también a las condiciones de trabajo. Cuando esas dos cuestiones se combinan, se produce una dinámica que es en la que vivimos: a quien entra en el mercado laboral ya le parece más que suficiente con tener un puesto de trabajo. Por otro lado, el maestro no tiene intención de facilitar ninguna competición. Es una dinámica perversa y para revertirla haría falta cambiar mucho más que la legislación laboral…

Clases

«LOS DATOS NOS DICEN QUE NUESTROS JÓVENES ES MUCHO MÁS PROBABLE QUE NO VOTEN A QUE LO HAGAN POR UNA PERCEPCIÓN DE CLASE»

-La llegada de la democracia, de la educación universal y de la conversión a la ciudadanía europea anuló la idea de una lucha de clases en España. Ni se habla ni se piensa en ella. ¿Qué relación tiene con nuestro escenario político actual?
-Es un tema complejo porque, en democracia, es cierto  que la lucha de clases no ha estado nunca en el debate. También es verdad que la victoria del PSOE en el 82 tiene un componente de clase alto. Probablemente más implícito que explícito y más propio de sus líderes que de los patrones de voto. Por desgracia, todos los datos que tenemos de aquella época ni son buenos ni exhaustivos como para que podamos fijar la idea, pero da la sensación de que no hay tanta relación entre el voto de clase como en la Suecia de la posguerra con el partido socialdemocráta, por ejemplo. En España se dio la consolidación de un bipartidismo imperfecto o casi bipartidismo y eso hizo más difícil entender la competición electoral como una competición de clase. No hay solo dos clases en nuestras sociedades modernas, por eso las elecciones no nos ofrecían una visión de las clases a través del voto. El PSOE tampoco ha sido el mismo ejemplo de la socialdemocracia en la Europa de posguerra, porque no solo estaba la tradicional alianza entre clases obreras y medias; participaban entre sus militantes y votantes factores generacionales, territoriales… ¿Y cómo se ha trasladado eso a nuestra generación? Hay dos teorías enfrentadas: la del sociólogo Pau Marí-Klose y la del politólogo Pepe Fernández Albertos. Fernández Albertos dice que, a efectos prácticos, el voto a Podemos es un voto de clase en tanto en cuanto es el voto de los perdedores de la crisis. Por eso, interpreta que es un voto de clase. Pero el voto a Podemos ha cambiado mucho… tanto que no sé si Fernández Albertos mantendrá esta teoría. Cuando miramos el nivel educativo del votante de podemos, se difumina mucho. Cuando miramos el voto del antiguo cinturón rojo de Barcelona y ahora cinturón naranja, el nuevo voto a Ciudadanos, ese voto de supuesta clase se difumina muchísimo.

-En El muro invisible apuntáis a que, de manera creciente, joven es sinónimo de ‘no votante’. ¿Cómo se encaja eso en una hipotética lucha de clases?
-Es que los perdedores de la crisis de nuestra generación, en un sentido de probabilidad, es mucho más probable que no voten a que lo hagan por una percepción de clase. Es algo que no sabemos si se mantendrá, pero si combinas la idea de joven, con pocos recursos económicos, la probabilidad de que forme parte de la política con su voto es más baja. Cuesta más que se informe porque dedica muchas horas a otras cosas, minusvalora su voto porque cree que no tiene trascendencia y es víctima de dinámicas perversas que evitan que se active políticamente.

-¿Cuál puede ser la percepción de clase social para los millenials?
-No tenemos clara esa noción de pertenecer a una clase determinada, pero me explico: si estamos activados políticamente, tendemos a creer que somos de clase obrera. Es una dinámica muy divertida que se evidencia en Twitter y que supone una lucha de ideas en Podemos y Ciudadanos, que parecen pelearse por ser tener unos orígenes más obreros que el rival. Yo creo que si tienes Twitter, una carrera y un máster, empieza a pensar que a lo mejor no eres estrictamente clase obrera. En términos generacionales, no tenemos una noción clara sobre ello.

Política

-Una lectura sobre la distorsión sobre el sentido de clase o su instrumentalización puede tener que ver con el arrebatador auge de Marine Le Pen entre la clase obrera francesa o con la mixtura de voto para Ciudadanos en las últimas elecciones catalanas. ¿Qué lectura has extraído de ello?
-Ciudadanos, en términos duros estructurales de voto, puedes entenderlo como un partido de clase media alta, de clase acomodada. Si vamos al tópico, hasta la fecha, es algo así como el votante de cierto éxito profesional abogado, etcétera. Sin embargo, ahora mismo el cinturón rojo de Barcelona se ha convertido en un cinturón naranja. Tenemos mensajes muy cruzados sobre la intención de voto y los resultados son demasiado recientes para el análisis. Lo que ya es evidente es que el conflicto catalán ha supuesto una ventana de oportunidad para Ciudadanos y que Ciudadanos tenía que elegir si envolverse en una bandera o ser fiel al origen liberal de su partido. Ha escogido envolverse en una bandera, que es la española. Esa decisión tiene un precio: la incapacidad para generar coaliciones de centro izquierda. Moverse hacia una idea centralista del Estado es moverse hacia la derecha. Menos redistribución de la riqueza, más conservadurismo.

-Aunque los datos sean recientes, lo que es evidente es que muchos jóvenes que se han activado políticamente en Cataluña por el 22-D lo han hecho con Ciudadanos.
-Es importante esto. Es una hipótesis razonable, que está por confirmar en otros comicios, pero un votante que sería naturalmente del Partido Popular en un momento bipartidista de la democracia, un votante que se activa ahora a los 20, 25 o 30 años, decide que su partido es Ciudadanos. Es una hipótesis ya de lo más razonable. Y no descartemos que cuando sus votantes se interesen por políticas sociales puedan ser parecidas a las del PP.

-Otra idea que también se cruza en el libro es la idea de que los jóvenes, voten a quien voten, lo hacen mal.
-¡Siempre mal! [ríe]. Los votantes obreros siempre votan mal también. Ahora con Ciudadanos hemos vuelto a tener esta forma de señalar. Yo creo que sí saben a quién votan. El cambio llegará o no cuando esos votantes tomen conciencia del partido y, llegados sus momentos de decisión, les digan, estamos con vosotros, pero también queremos redistribución de la riqueza. O no, no queremos.

Fotos: KIKE TABERNER

Fotos: KIKE TABERNER

-La Comunitat Valenciana ha sido un paradigma del ‘votar mal’ a ojos de otros.
-Somos el ejemplo para España de ‘votar mal’, pero lo cocinamos en casa también, ¿eh? Aquí pensamos, ¿pero qué hace toda esta gente mayor votando al PP con todo lo que nos ha pasado? Yo me pregunto, ¿pero cómo os preguntáis que qué hacen? Defienden sus intereses. El PP es la definición clásica y por antonomasia del mayor conservadurismo posible: no toquemos las cosas y no habrá consecuencias. Que no cambien las tornas y protejamos a nuestro target.

-Hay analistas que piensan que la aplicación del Artículo 155 y las consecuencias en voto para el PP en Cataluña son la muestra empírica de que al partido le va mejor sin tomar decisiones.
-A nivel personal, no estoy nada de acuerdo con eso. El 155 no ha tenido relación con la caída de voto al PP. O muy muy poca. El voto viable para los que pensaban de una forma mayoritaria en ese sentido era a Inés Arrimadas. Ahora bien, vamos a ver si se traslada esta realidad al voto dual, como sucedía con la gente que votaba a Convergencia i Unió o PSC según si eran elecciones autonómicas o generales. Vamos a ver si ese voto se traslada al PP en las próximas Generales.

-¿Hay emprendedores políticos entre los millenials?
-Por supuesto. Están Pablo Iglesias (39), Albert Rivera (38), Inés Arrimadas (36), Rita Maestre (29). Digo esos, pero hay muchos. Y hablamos de emprendedores políticos que han conseguido un margen de voto estable y consolidado enorme. El bipartidismo tenía el 85% del voto en las elecciones de 2008, aproximadamente; en las últimas generales, estaba algo por encima del 50%. Lo que han logrado no es nada sencillo y creo que en términos de reflejar lo que nuestra generación piensa o quiere lo han hecho muy bien.

-¿Crees que representan bien el interés de esa generación a este lado del muro?
-Creo que sí, que saben recoger el mensaje de su electorado. Para valorar la dimensión política de un partido yo creo que hay dos cualidades esenciales y es interesante porque funcionan en tensión. La primera es la capacidad para reflejar los intereses de tu votante y la segunda es la de ejecutar esas ideas cuando estás al mando. Los nuevos partidos ya han demostrado que son muy buenos en la primera. Como decía, han captado bien las aspiraciones y demandas de sus votantes y creo que el Salvados que unió a Rivera e Iglesias fue su máxima expresión. En términos de captar mensajes, casi memes a partir de los que construir su discurso, en ese sentido, creo que ambos aprovecharon la ventana de oportunidad. Ahora bien, en la segunda parte, creo que no están nada bien. Estamos viendo cómo se está perdiendo capacidad de actuación en favor de mantener a los núcleos duros de sus formaciones. Es difícil mantenerlos contentos y llegar a acuerdos y ese es el lado en el que tienen mucho terreno por avanzar.

-¿En qué estado de forma se encuentran PP y PSOE con respecto a esas cualidades?
-El PP no ha perdido forma en lo que se refiere a la primera cualidad: tiene un núcleo fuerte y sabe comunicarse perfectamente con su electorado. A una parte de los jóvenes puede parecernos que no, como comentábamos antes por el tema de TVE… pero es que vivimos en mundos comunicativos muy distintos. El PSOE, en este sentido, creo que no está en tan buena forma. Eso sí, ambos se encuentran mejor de la segunda cualidad que los nuevos partidos.

Mercado laboral

-En El muro invisible también cruzáis la idea de la sobrecualificación y de falta de sincronización entre el tejido productivo y los nuevos trabajadores. ¿Dejarán los millenials de maquillar su curriculum para poder acceder al mercado laboral?
-Salvo burbuja crediticia y un reajuste del mercado laboral a largo plazo, me temo que eso continuará así. El desajuste entre la cualificación y el empleo obtenido es un problema grave. Una buena parte de las actitudes individuales y el discurso público van por ajustar esto desde el lado de la oferta. Se dice que hay demasiados universitarios, que es algo como decir que estamos demasiado educados, no vaya a ser que… pero esto se comprende mal desde el otro lado del muro. Además, es una falacia. En términos comparativos, España tiene el mismo porcentaje de población universitaria que los países de la OCDE. El problema está en que tenemos el doble de población con cualificaciones básicas con respecto a la OCDE y, sobre todo, que en lo que sería la cualificación técnica media, tenemos la mitad. Pero no es una cuestión de oferta: el problema está en el lado de la demanda. Los trabajos que se ofertan no están disponibles. Nuestro tejido productivo no está a la altura del cambio educativo que se ha producido en las últimas décadas.

«EL DESAJUSTE ENTRE LA CUALIFICACIÓN DE LOS JÓVENES Y EL EMPLEO OBTENIDO ES UN PROBLEMA GRAVE»

-¿Qué le pasa al tejido productivo español?
-Muchas cosas…, pero una de ellas es que tiene demasiadas empresas pequeñas. Ya sabemos que el capital humano no viaja bien en empresas pequeñas, no crece bien ni se desarrolla bien. Necesitamos empresas más grandes donde la sofisticación y la economía de escala sean potenciales.

-¿Cuándo se resolverá el problema de la demanda en el mercado laboral español?
-No lo sabemos, porque la cantidad de cambios que hacen falta para que el escenario se modifique es descomunal. Solo he citado la idea de las empresas micro que acaban dedicándose a sobrevivir y buena parte del país se dedica a sobrevivir. Y esta entramado de microempresas sucede por muchas razones: la falta de crédito, la estructura fiscal que favorece que las empresas se mantengan pequeñas, la historia del tejido productivo que es fuerte y quien hereda una empresa se ve avocado a mantenerla tal y como la recibe. Bien, pues la cuestión de las microempresas solo es una de las problemáticas a resolver para mejorar la demanda.

-¿Cómo se refleja esa idea de que el tejido productivo no esté a la altura de los jóvenes trabajadores?
-Por ejemplo, el problema no es tanto tener muchos empleos en el sector de la hostelería. El problema es que sea hostelería de baja calidad. Eso importa mucho más que el sector al que te dedicas. Y con la arquitectura, por pensar en otro caso, pasa igual. Puedes dedicarte a ser un referente en el mundo en un tipo de arquitectura y trabajar en distintos países o vivir de la explotación inmobiliaria, quemando estudios y personas y cerrando cuando quiebras. Nosotros estamos en la demanda de puestos de trabajo para la hostelería de baja calidad y para los estudios de arquitectura de pelotazo todavía, y es solo por poner algunos ejemplos.

Fotos: KIKE TABERNER

Fotos: KIKE TABERNER

-Por cierto, ¿cuál es el papel de los sindicatos ante el muro invisible?
-Los sindicatos tienen un dilema ante el muro. Lo expresó muy bien Javier Polavieja en un artículo de hace unos años. Los sindicatos tienen una base de clientela fiel que es la de los trabajadores públicos. Normalmente hombres, mucho sector público más ámbito industrial que servicios, en determinados sectores sí y en otros no. Y esa es la base que está llena de gente al otro lado del muro invisible. La gente de la generación anterior a la nuestra. Al otro lado del muro hay gente cabreada, que es un público potencial interesante. Pero para ir a hablar de cosas o de una realidad que a nosotros quizá nos enfada, quizá mejor, piensan, me quedo en el punto de decir que la temporalidad está mal. Nuestra respuesta natural es, vale, ¿y qué más? Que hay mucha temporalidad es una evidencia y que hay que resolverla también. Si uno mira el menú de opciones posibles para evitar conflictos laborales que afectan a trabajadores estables o a precarios diría que hay tres salidas: igualar por bajo, igualar por arriba o igualar en medio tratando de dar protección a todos los trabajadores. Más protecciones por despido, la idea de las rentas mínimas básicas, seguros por desempleo más generosos y nada distinto a redistribución. Pero eso es algo que van a pagar empresas y trabajadores fijos. Es decir, el target de los sindicatos. Los sindicatos no van a igualar por abajo porque ni deben ni pueden hacerlo. Su misión es defender los derechos de los trabajadores, así que lo de igualar por bajo se descarta. ¿Qué intentan? Igualar por arriba, pero eso tiene unos costes. Se crea un mercado laboral más estático y, en el mejor de los casos, el muro se traslada al siguiente nivel: los desempleados. La circulación es mucho menor y la incorporación imposible porque no se puede sostener a tantos trabajadores dentro del sistema. Pero bueno, aunque nunca lo dirán en público, los desempleados no son el target de los sindicatos.

-Y, entonces, ¿cuál es el modelo?
-El modelo es un modelo de estado de bienestar. Es más complejo. Es un modelo sueco en el que la protección laboral puede llegar a los que están al otro lado del muro, pero para eso hay que subir impuestos y es una reforma muy difícil por el riesgo de caerse mientras se trata de igualar. Pero la solución es esa: un modelo escandinavo de transferencias generosas entre trabajadores. Hay que igualar condiciones para todos a la vez y eso sí que es un problema. En España, algo así de ambicioso lo podrían pactar PSOE, Podemos y Ciudadanos, pero ya vemos la capacidad de negociación que tienen. El PP podría incorporarse o no, pero tampoco parece que sea lo que más le puede atraer a sus votantes. Ante el muro, los sindicatos están paralizados ante este dilema mientras mantienen la opción de igualar derechos por arriba. Es como quedarse quietos, pero mientras no pierden a su clientela que está cautiva de esta idea.

Pensiones

Fotos: KIKE TABERNER

Fotos: KIKE TABERNER

-Hay una parte de la población más mayor que cree que esta desigualdad con los jóvenes actuales siempre ha existido y que ‘se cura con la edad’. Es decir, que cuando se jubilen, se sucederán los cambios y el reemplazo.
-Claro, claro… el problema es que las jubilaciones futuras dependen de la calidad de nuestras carreras laborales. Una de las razones por las cuales no tenemos hijos o los tenemos tarde no es porque no los podamos tener: es porque nuestras trayectorias laborales o vitales no permiten que los tengamos antes. Y si no tenemos hijos, las pensiones no sé quién las va a pagar. Pues pueden pensar en esta idea de los hijos y ver que las generaciones no están siendo exactamente iguales, por empezar por algún sitio.

«NO HAY DEBATE SOBRE LAS PENSIONES PORQUE LA GENERACIÓN QUE ESTÁ EN EL PODER NO VA A SUFRIR LAS CONSECUENCIAS»

-La gran contradicción: las pensiones siguen subiendo (este año un 0,25%) y, a la vez, desde el Gobierno y los poderes económicos se da por supuesto que nuestra generación no tendrá pensiones. ¿Cuándo sucederá ese debate?
-El tema de las pensiones, para mí, es como el tema del cambio climático: como no hay ningún evento catastrófico, tipo El día de mañana o algo así, como no se congelan los cielos y no llega una ola gigante que nos arrase, como nadie alza la voz y le dice a alguien tú eres el primero que va a morir, pues no hay debate. Aunque, ojo, ya ha muerto mucha gente por causas del cambio climático. Como no hay un gran evento, no hay debate.

-Pero alguien le tendrá que poner el cascabel al gato.
-Se lo están poniendo poco a poco. El debate debería existir porque, sobre todo, es muy distinto quién le ponga el cascabel al gato. Los economistas transmiten ese mensaje, que tiene tela. No da igual. No va a ser una reforma de pensiones igual con un grupo polítoco al frente u otro. Hay fórmulas para las pensiones muy distintas según quién esté en el poder. Lo que sabemos es que va a haber una redistribución intergeneracional y eso significa que, a medio plazo, vamos a tener una expectativa de cobrar menos.

-¿Cómo se da el primer paso?
-Podemos pasar de la dinámica del no debate, de las pensiones no se tocan, a vamos a tocarlas de manera que salgan perdiendo los que no pueden perder más. También, aceptando que va a haber una redistribución intergeneracional. Pero como no habrá un desastre natural catastrófico, vamos poco a poco, de momento. Una de las razones más poderosas de por qué no hay un debate profundo para la reforma del sistema de pensiones es porque la generación que está en el poder no va a sufrir las consecuencias.

Muros añadidos

«SI EL 100% DE LOS JÓVENES VOTÁSEMOS, NUESTRA INFLUENCIA SERÍA ENORME, PERO NO LO HACEMOS»

-Si hablamos de mercado laboral y de pensiones, debemos hablar de inmigración. ¿Cuál es el reto generacional sobre la inmigración?
-La inmigración, como cualquier otro fenómeno social, genera ganadores y perdedores [hace una pausa prolongada]. En un sentido objetivo no está claro, pero en un sentido subjetivo, una parte de los perdedores son aquellos que compiten directamente con la clase obrera de servicios y de obra. Mano de obra en actividades rutinarias. Esa es una parte de la base de los partidos antiinmigración, pero otra parte es clase media que se suma al discurso por cuestiones que no tienen que ver con lo económico sino con lo que interpretan como una amenaza a su modo de vida. En términos agregados, está más o menos claro que la inmigración unas veces es buena y otras necesaria. ¿Cómo conjugar esto? Pues como se conjugaban estas cosas antaño cuando la socialdemocracia funcionaba en condiciones: hay que reequilibrar a partir de esa realidad: a veces es buena y otras necesaria. Propuestas hay mil, pero el conflicto para nosotros, que intentamos hacer análisis teóricos, es que este debate no es económico. Si lo fuera, es más o menos fácil. Necesitamos inmigrantes. Si esto genera perdedores, compensamos. ¿Cómo? Con una red de seguridad: renta básica universal o lo que se nos ocurra más adecuado al momento X. Entramos en debates de índole no económica y similares al momento de la incorporación de la mujer al mercado laboral. Cuando alguien siente su modo de vida amenazado, todo salta. Y no hay porcentajes para tomar estas decisiones. No se puede gobernar siendo un poco machista o un poco racista. Desde un punto de vista progresista, algo así es difícil de justificar, y desde el mío es imposible. Con la inmigración nos enfrentamos a la imposibilidad de separar las dos dimensiones del debate y la parte de la psicología social es muy muy difícil de resolver.

-¿Qué receta te viene a la cabeza?
-La solución más rápida que se me ocurre es la más inviable políticamente, pero la historia de la democracia en no poca medida es una historia de amplicación del círculo con poder de decisión. Pasamos de un sufragio censitario muy cerrado a uno mayor a uno masculio y al universal. Los inmigrantes no votan en las elecciones Generales. Pues esa es la llave para tener influencia.

Fotos: KIKE TABERNER

Fotos: KIKE TABERNER

-Los jóvenes que pueden votar, como hablábamos, también la tendrían y no la ejercen.
-¡Es lo mismo! Si el 100% de los jóvenes votásemos, nuestra influencia sería enorme, pero no lo hacemos. Si votasen los inmigrantes no nacionales residentes, si pudieran votar, la dinámica del debate sería muy distinta. Influirían y la tensión entre lo económico y lo social se repartiría de otra manera. Es igual a cuando las mujeres entraron en el debate. La dinámica cambió por completo cuando empezaron a coger puestos de representación.

-Pero todavía estamos en el neolítico de la igualdad. A partir de El muro invisible, ¿cuáles son las lecturas que extraeis del papel de la mujer joven en la sociedad y ante el mercado laboral?
-Pues, para empezar, las mujeres, por mucho que nos queramos engañar, el mercado laboral las tiene señaladas ante la posibilidad de tener un hijo. Se acaba de ampliar el número de meses de baja por paternidad, pero solo ampliado. Seguimos a otro nivel. Más allá de la brecha salarial, que existe, hablamos de una brecha de problemas para iniciar su carrera profesional y la ‘sospecha’ de la maternidad ante cualquier supuesto.

-Por describir un caso tipo…
-Digamos que tenemos el caso de una mujer joven. Le quitamos la parte de clase. Una mujer de 28 o 29 años que ha tenido la gran suerte de cursar una carrera y un máster. Es ingeniera química y consigue un trabajo fijo en una fábrica de colchones diseñando espumas de relleno. Hablamos de sector industrial, un entorno estable, trabajo de lo suyo y, bueno, piensa con su pareja o sola que es el momento de tener un hijo. ¿Qué tiene ante sí? Un mercado laboral lleno de competidores que, ante la misma decisión, tienen otro tipo de baja. Hablamos de los hombres. Entonces, ella, lo habitual sería que lo retrasara un poquito para ganar antigüedad en la empresa, estatus y que cuando decida hacerlo ya no haya tentativa de pensar en que había que contratar a un hombre o que mejor haberlo contratado en su puesto. Vale, pues ahora empecemos a cambiar las variables. Digamos que el trabajo no es fijo; es temporal. ¿Cómo vas a plantearte tener un hijo con una situación de inestabilidad? Ahora quitemos que el trabajo sea de lo suyo. Es un trabajo temporal en algo que no le interesa. Ahora supongamos que son varios trabajos temporales, en cosas que no son de lo suyo, que van y vienen. ¿Cómo se va a plantear tener un hijo? Y ahora pensemos que quiere ser madre soltera o que viene de una clase obrera. Entramos en la ciencia ficción. Bueno, pues esa es una de las realidades más evidentes no resueltas de nuestro sistema.

-Mientras tanto, las dudas para nosotros, ante el mismo supuesto, son muy distintas.
-Ante los mismos supuestos, su única duda es: hay dinero suficiente o no para afrontar esto.

-¿Hasta qué punto es preocupante la frustración de nuestras compañeras de generación en torno al mundo en el que viven?
-Es muy preocupante. Las mujeres de nuestra generación han crecido desde una posición política pro igualdad y en este sentido es obvio que hay una diferencia muy bestia con respecto a sus madres y abuelas. No porque no quisieran un mundo igual, sino porque nuestras compañeras de generación tienen las expectativas más altas: igualdad total absoluta y en todo el mundo. Nuestras madres y abuelas no tenían esa expecativa. Claro, nosotros pertenecemos a una generación que, como decía, ya ha crecido en una posición política pro igualdad y sentimos una tremenda frustración entre el mundo que debería ser y el que es. Ellas más, claro, porque son las directamente afectadas. Sabemos cómo debería ser el mundo, vemos cómo ni lo es ni se resuelve y en este proceso entramos en un cabreo… yo estaría mucho peor, mucho más enfadado, si estuviese en su situación. Es decir, que aunque creo que es muy preocupante, sigo admirando que lo encajen más o menos bien.

València y las soluciones

«VALÈNCIA PASÓ EN TRES AÑOS DE ESTAR EN EL MAPA A PREGUNTARSE QUIÉN ERA EN EL MUNDO»

-¿Cómo podemos interpretar el muro invisible en València y la Comunitat?
-Aunque viva fuera, pienso en ello diariamente. Nací y crecí aquí y todo lo aplico como un filtro pensando en València. Hemos sido casi la identidad nacional de buena parte de la crisis. Todos los que hemos vivido fuera nos enfrentado a que nos preguntaran qué había pasado aquí. Cómo nos había pasado. Me refiero a la crisis. Para mí lo más determinante es que pasamos de estar en el mapa a preguntarnos quiénes éramos en el mundo o para qué teníamos que estar en el mapa. Para mí, València define el contexto en el cual el muro invisible se ha hecho evidente para nuestra generación. En pocos casos veo más claro que aquí la reacción positiva. Desde 2014 hasta hoy hay un principio de respuesta que, me lanzo a la piscina, creo que es el más destacado en España. Me refiero a un inicio de reemplazo generacional cultural. No vivo aquí desde hace muchos años, pero cada vez que vengo, veo gente joven posicionada de verdad, veo espacios distintos muy potentes aunque todavía no sean hegemónicos. Por ejemplo, Valencia Plaza me parece uno de esos casos. Me llama la atención y quiero ver cómo se consolida y cómo nos muestra la nueva radiotelevisión valenciana porque está sucediendo un cambio generacional de actores que es más rápido que en otros lugares de España. Intuyo que, quizá, si la caída es más dura, la respuesta sea mucho más agresiva en el mejor sentido.

-Por cierto, ¿qué soluciones hay en marcha para derruir el muro invisible?
-En marcha, ninguna. Hemos hablado de una que es el pequeño pasito que se ha dado en igualar permisos de maternidad y paternidad, pero nada. Por parte de Podemos y de Ciudadanos se debaten cosas interesantes. Por ejemplo, está pendiente el debate del pacto educativo para redistribuir recursos, el debate de las rentas básicas o mínimas. Hay cosas sobre la mesa, como el contrato único, del que puedo decir que la propuesta de Podemos no es la mía. La de la renta básica, tampoco. Para nada. Se perciben esos nuevos debaten, pero no llegan. Para mí, ahora es el momento de que emerja el talento político para que las cosas sucedan de verdad. Es el momento en el que el votante debe exigir a su político que actúe. En el que ha de decir que ya ha cogido la bandera, que ha salido a la calle, que ha votado, pero que ahora toca tener capacidad de cesión para conseguir algunos cambios. La incapacidad de diálogo actual, que es grave, no favorece para nada a la llegada de mejores políticas públicas.

Fuente: http://valenciaplaza.com/compromis-propone-ofertas-asequibles-para-los-jovenes-con-el-fin-de-fomentar-el-acceso-a-la-cultura

Imagen: http://valenciaplaza.com/public/Image/2018/1/20180105002_BN_NoticiaAmpliada.jpg

Comparte este contenido:
Page 210 of 439
1 208 209 210 211 212 439