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Mensaje de un padre a la directiva de la escuela

Por: Reinaldo Bolívar

Desde la escuela, por el coronavirus, a diario mandan orientaciones para los padres, madres y estudiantes. Pero ¿Y las orientaciones para los docentes?
Es evidente que la mayoría no está preparada aún para la educación a distancia. No lo están haciendo bien en esta pandemia.

La mayoría considera que es mandar y mandar tareas. Y poner plazos tipo ultimatum.  Olvidan que son  varias materias. La directiva debe orientarles sobre el número máximo de tareas semanales. Y coordinar los días de entrega. No puede ser el mismo día.

Los docentes, de bachillerato, en especial de tercer año en adelante tienen que enviar las asignaciones directamente a los estudiantes, con copia a los representantes. Eso los ayuda en su formación y crecimiento personal, les da confianza. Ellas y ellos son sujetos de derecho.

No deben hacerse grupos tipo whatsapp o redes sin cerciorarse que todos y todas estén incluidos. En este momento hay exclusión en varios grupos. Deben usar los mismos instrumentos en internet, en especial los educativos (no instagram, ni tic toc, por ejemplo). Eso debe reglamentarlo la dirección. Hay varias herramientas gratuitas y de fácil uso.

Deben darse las notas a tiempo. En este 2do lapso, hay notas que no se saben de donde salieron. Algunas parecen castigo, y no consideraron este período inédito de crisis y adaptación.

En suma, debe garantizarse que todos los docentes manejen mínimamente la educación a distancia, que haya una real coordinación y algo muy  importante que haya al menos una clase semanal por Skype o Zoom para que los muchachos y muchachas sociabilicen. Respetar los feriados (así se esté en cuarentena no puede perderse el contacto con la temporalidad real, Semana Santa es feriada (mandaron tareas en esos días),  Sábado y Domingo siguen siendo fines de semana y el 19 de abril seguirá siendo feriado, por ejemplo.

Este primer mes de cuarentena, en cuanto a lo señalado arriba, deja mucho que desear, hay que mejorar. Fue confuso, atropellado. Una ráfaga constante de tareas Sin coordinación entre docentes.

Que el docente siempre le haga saber a los y las estudiantes que esto es temporal y que en su momento se volverá a la escuela, al liceo, a las aulas, patios, a la amistad presencial.

Es la hora de la humildad y la sabiduría en pro de nuestros hijos e hijas.

Artículo enviado por el autor a OVE

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Colombia: Cinco casos exitosos de educación virtual en medio de la pandemia

América del sur/Colombia/16 Abril 2020/semana.com

La digitalización de la educación dejó de ser una opción y se convirtió en una necesidad para las instituciones. ¿Cómo continuar las clases con la cuarentena por coronavirus?

Desde el pasado 16 de marzo en el país millones de estudiantes tanto de colegios como de universidades están estudiando desde casa debido a la determinación del Gobierno de suspender las clases presenciales para evitar la propagación del coronavirus.

Este panorama, inédito para el sistema educativo, acarreó grandes retos y transformó las dinámicas de las aulas. La digitalización en los entornos escolares dejó de ser una opción y se convirtió en una necesidad para las instituciones de educación en todos los niveles. 

De igual forma, los docentes y directivos han tenido que adaptar sus currículos académicos a la virtualidad, cumpliendo con altos estándares de calidad, tarea para nada fácil.

Por eso, Semana Educación destaca cinco experiencias de colegios y universidades en este proceso a través de plataformas de trabajo colaborativo.

Aprendizaje autodidacta – Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito

La digitalización de los procesos de educación empezó con la creación del Centro de Experiencias Tecnológicas en 2018. A través de él, se formó al equipo técnico en cinco herramientas: Teams, Planner, Stream, Yammer y Skype. Ellos enseñaron a profesores y estudiantes designados para difundir el conocimiento tecnológico en el resto de la escuela. Este antecedente sirvió como base para poner en ejecución el plan de acción en esta coyuntura.

El equipo técnico empezó en una formación autodidacta del manejo de Microsoft Team, y luego creó sesiones de capacitación al equipo docente y administrativo. Estas sesiones fueron realizadas de forma presencial y virtual para los profesores de cátedra y para los estudiantes que quisieran conectarse. De esta forma, se prepararon con dos semanas de anticipación para un eventual confinamiento.

Incluso las clases de laboratorios -fundamentales para las carreras de ingeniería-, se organizaron para avanzar en los temas teóricos durante la digitalización de las clases. Las sesiones de orientación a los estudiantes también se están realizando en modo virtual. Durante este proceso, los estudiantes se convirtieron en los maestros de los docentes, apoyándolos en el correcto y eficiente manejo de las herramientas, poniendo sus habilidades tecnológicas para el apoyo de la comunidad educativa.

El Politécnico, líder en educación virtual

Parte de las acciones propuestas por el Ministerio de Educación para atender la emergencia que vive el país en el sector de la educación superior, es el ‘Plan Padrino IES‘ en el cual varias instituciones cumplen un papel principal, como es el caso del Politécnico Grancolombiano, institución líder en educación virtual en el país, ya que de un total de 53.223 estudiantes matriculados, solo 9.604 son presenciales y 43.619 son virtuales.

La Institución de Educación Superior Politécnico Costa Atlántica, la Institución Universitaria ITSA, la Fundación de Estudios Superiores Comfanorte – FESC, y la Fundación Academia de Dibujo Profesional (FADP) recibirán el apoyo del Poli, el cual es en dos frentes principales.

El primero es pedagógico, el cual consiste en capacitar a los docentes en modelos y procesos pedagógicos asistidos por tecnologías de la información. El segundo es la parte técnica, donde se dan a conocer a las universidades las herramientas tecnológicas que les permitirán dictar las clases a través de las diferentes plataformas existentes para este fin.

Teams como la clave de un aula digital – Colegio Alemán de Cali

En la actualidad, el colegio enfrenta el aislamiento social preventivo a través de una estrategia que utiliza la tecnología para el aprendizaje y que además privilegia el bienestar de sus estudiantes: la institución sigue directrices para limitar el número de tareas que se le pueden asignar a los estudiantes, las cuales van desde media hora diaria para los más pequeños, hasta un poco más de dos horas para los más grandes. A través de Microsoft Teams, los coordinadores de cada área de conocimiento monitorean la carga académica de los estudiantes, y también la efectividad de este sistema.

En la actualidad, la institución puso en marcha este modelo para estudiantes de grado 5 a 11; así como para los padres de familia de los niños más pequeños. El sistema ha creado grupos para cada curso, y canales por cada profesor. Estos últimos tendrán la posibilidad de asignar trabajos colaborativos o individuales, dejar tareas, realizar evaluaciones, subir contenido y material pedagógico, y realizar clases por video llamada o pre-grabadas en vídeo.

De esta forma, el colegio ha logrado digitalizar a 421 estudiantes, a través de la utilización de 428 canales. La comunidad ha integrado tanto la herramienta en sus actividades educativas que en solo una semana se generan más de 5.000 mensajes en el chat y se realizan más de 260 llamadas con la plataforma. De esta forma, los estudiantes y padres de familia tienen asegurada la continuidad de su proceso educativo durante la cuarentena.

De un modelo b-learning (Blenden learning) al aprendizaje sincronizado – Colegio Andino de Bogotá 

La institución lleva 5 años en la digitalización de las clases. Durante este tiempo, inspirados en modelos de educación alemana, los cuadernos y libros de los estudiantes de 9 a 12 fueron reemplazados por computadores; que son adquiridos por los padres de familia de los estudiantes y financiados en un plazo de dos años.

Así pues, la preparación para los estudiantes y profesores de 9° a 12° de bachillerato estaba asegurada para atender cualquier eventualidad remotamente. No obstante, el reto estuvo en la digitalización de los estudiantes y profesores de intermedia (5° a 8°) y primaria (1° a 4°), la cual tuvo que asegurarse a través de programas de formación express para los docentes y la construcción de tutoriales para montar sus entornos educativos.

El uso de herramientas como OneNote, a través de los dispositivos de escritura a mano en grados 9° a 12°, han permitido que los profesores puedan monitorear, de forma más cercana, los apuntes de sus estudiantes. De esta forma, es posible corregir gramática, ortografía, despeje correcto de ecuaciones; entre otros conocimientos esenciales para la educación escolar. La institución contaba con entornos de aprendizaje bi-learning (b-learning), donde las clases presenciales eran reforzadas con materiales en línea, alojados en herramientas de Office 365.

Universidad Icesi y Aws Academy

Lina Quintero es directora del programa de pregrado de ingeniería telemática en la Universidad ICESI de Cali. Tras haber realizado el proceso de acreditación en el programa de Amazon Web Services, AWS Academy, ha podido entregarle durante más de un año conocimientos sobre computación en la nube a más de 80 estudiantes que han pasado por su aula. Por eso, al momento de la llegada del covid-19 al país, la migración de sus clases a la virtualidad fue más fácilque el de otros docentes.  

Mediante Aws Academy, plan de estudios 100% gratuito y listo para enseñar, que es ofrecido a las instituciones de educación superior, los docentes pueden certificarse y mantenerse a la vanguardia de la innovación. Esto lleva a que los estudiantes tengan acceso a un mayor conocimiento en la nube y obtengan mayores habilidades para ser contratados en una de las industrias de mayor crecimiento. Así lo han experimentado algunos estudiantes de Lina, que han logrado conseguir trabajo en reconocidas compañías como Carvajal y PSL, reconociendo que estos conocimientos los hicieron ser mejores profesionales, sobresaliendo en su mercado laboral.

El programa cuenta con cinco cursos; fundamentos en la nube, desarrollo en la nube, arquitectura en la nube, operaciones en la nube y análisis de datos. A través de estos programas de AWS se busca ofrecer a los educadores y estudiantes un contenido integral de alta calidad.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/cinco-casos-exitosos-de-educacion-virtual-en-medio-de-la-pandemia/663599

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Un mapa, profesores mensajeros y bonos para que ningún escolar se quede sin comida

Noticia/16 Abril 2020/elpais.com

192 países en todo el mundo han cerrado sus escuelas por la Covid-19, dejando a más del 91% del alumnado sin clase, pero también sin comedor diario. Las agencias internacionales buscan la manera de entregar este alimento esencial a las familias más necesitadas

Hay una escena que ha dejado de repetirse casi de manera simultanea en todo el mundo. En fila india, de uno en uno, un grupo de estudiantes esperaba con su plato y cubiertos para entrar al comedor de la escuela. Era la hora del almuerzo. Esta imagen, a distintos husos horarios, ya no es cotidiana: al menos 192 países en todo el mundo han cerrado sus centros educativos por la Covid-19. Solo las escuelas de Nicaragua, Bielorrusia, Tayikistán y Uzbekistán permanecen abiertas a 13 de abril, según datos oficiales de la Unesco.

Con todas las aulas y comedores cerrados, ¿cómo van a acceder a esta comida diaria los niños más necesitados en los países en desarrollo? El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA), junto con la agencia de la ONU para la Infancia (Unicef), y la ayuda de ONG internacionales y locales, tratan de encontrar métodos alternativos y evitar, así, la desnutrición infantil a pesar del cierre escolar.

«Podemos pasar al aprendizaje en línea, pero no a comer en línea». Esta frase demoledora es de Carmen Burbano, directora de Alimentación Escolar del Programa Mundial de Alimentos (PMA), agencia de las Naciones Unidas que desde finales de marzo decidió lanzar un mapa que muestra en tiempo real cómo la pandemia de la Covid-19 está interrumpiendo los almuerzos escolares de los niños y las niñas en todo el mundo. A medida que la crisis del coronavirus se extendía, el número de países que cerraban sus colegios aumentaba y el mapa se teñía de un mismo color.

Más de 368 millones de menores en edad escolar en todo el mundo han dejado de recibir estos productos, según los últimos datos del documento interactivo. El PMA ayuda a 70 países de esta lista a implementar los programas de alimentación en las aulas, normalmente en regiones que son de bajo ingresos y que se sustentan de la cooperación internacional. «Apoyamos a los niños más vulnerables de los países más pobres», señala Burbano.

Más de 368 millones de niños en edad escolar en todo el mundo han dejado de recibir las comidas escolares

Una red de profesores es clave en la entrega a domicilio

¿Cómo se sigue recibiendo la comida escolar, pero ahora en casa? Cada país en desarrollo en el que el PMA está implantado y al que ofrece esta ayuda, unos 12 millones de niños en todo el mundo, tiene una casuística. En Libia, país africano que de momento cuenta con 25 casos de coronavirus, el método a seguir para repartir las raciones será a través de los profesores y los padres de familia, en un acuerdo entre el Gobierno y el organismo. «Se utilizarán los puntos comunitarios ya establecidos para que sea allí donde profesores y padres, que ya se conocen, intercambien la comida», explica Burbano.

WFP Español@WFP_es

“Esta entrega me permitió ver a mis 48 alumnos y su alegría al recibir las raciones de alimentos pues en muchos hogares ni el fogón estaba encendido».
Maestra Dorla Haylock, directora en la región de la Moskitia en 🇭🇳.

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Sin embargo, en otros, como República Democrática del Congo, se distribuirá en la misma escuela y, en este caso, en raciones para dos meses. «Para que así solo tengan que ir y volver una vez cada 30 días», contextualiza la experta. «Como muchos de los profesores han marchado a sus lugares de origen, se repartirá la comida a través de otros, auxiliares y voluntarios», explica Burbano, que añade que se irá llamando a las familias, barrio por barrio, para evitar aglomeraciones, prohibidas en el país desde que se decretase el confinamiento y las reuniones de más de 50 personas.

Otras de las soluciones que plantean las agencias mundiales de cooperación para hacer llegar las comidas escolares es a través de vales con dinero, siempre y cuando las características de cada país lo permitan. «Si cuenta con una red de mercados y tiendas amplia, la forma más eficaz para hacer llegar esta ayuda es a través de tickets con dinero para que la familia pueda hacer uso de ellos y compre los alimentos necesarios. Si no existe, el problema es doble», explica Víctor Aguayo, director del programa de Nutrición de Unicef.

Bonos sociales en América Latina

A diferencia de África, que carece de programas específicos de ayuda y protección social en cada país, América Latina sí cuenta a nivel regional de una manera mucho más extendida, a pesar de las desigualdades, con programas gubernamentales que ayudan a las familias más pobres. «La única institución pública que se encuentra en todos lados en América Latina es la escuela, por eso es el mejor mecanismo para hacer llegar los programas sociales», sentencia Horacio Álvarez, especialista senior de Educación del BID en Panamá.

Cada país, explica, ha establecido su propio método de reparto de comida. Por ejemplo, en Chile las familias más vulnerables pueden ir al colegio a por un menú semanal para sus hijos. «La escuela no es solo el lugar donde irse a educar. También es donde los chicos en riesgo de exclusión social encuentran un espacio protector y es allí donde se alimentan. Cerrada, ¿dónde comen?».

En Argentina y Costa Rica, asegura Burbano, las familias que ya recibían esta comida diaria recibirán un cupón con el dinero el equivalente al almuerzo de sus hijos. «Para aquellas que ya han entrado en esta crisis sanitaria en una situación precaria y tienen trabajos dentro de la economía informal, sin sustento constante o sin trabajo, estas comidas escolares son fundamentales», explica.

Un estudio realizado por el PMA y el Banco Mundial aseguraba que la alimentación escolar transfiere indirectamente el 10% del ingreso mensual de un hogar pobre en países de medios y bajos ingresos. «Precisamente para no agravar la crisis económica en estas familias, entre otras cosas, es por lo que se está estudiando ya cuándo va a ser posible la vuelta a las aulas, que esperamos sea cuanto antes», asegura Burbano.

La nutrición se puede resentir

Uno de los impactos del cierre de centros escolares que más preocupa a todos los expertos, además de la educación, es un agujero en el valor nutricional que aportan estas comidas a los alumnos. «Muchas veces es el único lugar donde comen la fruta y verdura que no tienen en casa», explica Burbano. «Cada almuerzo o merienda supone el 30% del valor nutricional que debe tener un niño», añade. Desde casi el comienzo de la crisis del coronavirus, Unicef ha insistido en cómo los más pequeños se han convertido en «las víctimas invisibles» de la pandemia y el gran impacto que, a medio y largo plazo, puede suponer el cierre de los centros educativos para su salud mental y física.

«La escuela es una fuente de equidad, a todos los niños se les trata igual. No hay distinción de clase social ni de género. Pero en muchas sociedades, incluso en el ámbito del hogar, no siempre es ese el caso: a veces son los últimos en comer y más en situaciones de crisis como esta», asegura Aguayo. No hay últimos en esa fila india que se forma en cada escuela, cada día, a la hora de comer. Y así volverá a ser cuando acabe la pandemia.

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REPARTO DE COMIDA EN LOS ‘SLUMS’ DE VARANASI

Reparto de comida de la ongd Semilla para el Cambio en el 'slum' de Varanasi.
Reparto de comida de la ongd Semilla para el Cambio en el ‘slum’ de Varanasi. S. C.

B. H.

La ongd española Semilla para el Cambio, que trabaja en Varanasi (India), cuenta con dos comedores escolares en los que, cada día, proporcionaban desayuno y comida a los 269 niños que forman parte de su proyecto de Educación. Niños procedentes de comunidades empobrecidas, que viven en los denominados slums, para quienes las dos comidas diarias de estos comedores suponían el principal alimento que recibían al día.

Por esto, Semilla para el Cambio empezó esta pasada semana a distribuir packs de alimentación entre más de 200 familias de los slums, así como de otros barrios desfavorecidos de esta ciudad. «Hemos pasado de ofrecer alimentos al doble de niños de los que hasta ahora atendíamos en nuestros comedores», explica María Bodelón, directora de Semilla.

Con el decreto de confinamiento, estos niños han dejado de tener acceso a los comedores escolares y, por tanto, a una alimentación suficiente y adecuada. Sus familias viven de jornales diarios, que ahora han dejado de percibir con las restricciones a la movilidad, derivadas de la alerta sanitaria por la Covid-19.

No obstante, María Bodelón comenta que los packs alimentarios que están distribuyendo cubren necesidades muy básicas, pero carecen de determinados alimentos para el correcto desarrollo físico y cognitivo de los más pequeños: «Repartimos packs de alimentos no perecederos, que contienen seis kilos de arroz, dos de harina, patatas y lentejas, 200 gramos de soja, medio litro de aceite, galletas y jabones. Las familias, probablemente, puedan comprar verduras, pero no se pueden permitir comprar alimentos como leche, frutas, huevos o carne».

«Una alimentación tan desequilibrada podrá afectar al crecimiento físico y cognitivo de los más pequeños si esto se alarga mucho y hacerlos más débiles y más propensos a ponerse enfermos», explica Bodelón. Unicef estima que en India el 35% de los niños sufren retraso del crecimiento, lo cual provoca daños mentales y físicos irreparables.

Si bien la primera respuesta de India al coronavirus fue bastante controvertida, la región más densamente poblada del mundo decretó el confinamiento el pasado 21 de marzo y tiene, hasta el 13 de abril, más de 9.300 casos positivos y 324 muertos.

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La pandemia coloca a indígenas latinoamericanos ante nuevos desafíos

América/ 15/04/2020/Autor: Mario Osava/Fuente: http://www.ipsnoticias.net/

El nuevo coronavirus llegó al extremo noroeste de Brasil, en la Amazonia profunda, sonando la alarma de su arribo a comunidades donde viven numerosos indígenas, en un temor común en los países latinoamericanos.

Por una cruel ironía el portador del coronavirus fue un médico de la Secretaría Especial de Salud Indígena, responsable en Brasil de la asistencia a los pueblos originarios en sus territorios.

“Él vino del Sur, atendió gente en Atalaia do Norte, donde contagió a un pariente marubo (pueblo indígena), luego estuvo en Santo Antonio do Içá y dejó cuatro con el virus, entre los cuales una indígena kokama. Hoy se informó que en São Paulo de Olivença, donde vivo, hay otros dos enfermos”, relató a IPS el líder indígena Francisco Guedes, desde su localidad.

Entre los siete comprobados con el nuevo coronavirus por lo menos dos son indígenas, “parientes” como los  identifica Guedes, presidente de la Federación de las Organizaciones, de los Caciques y las Comunidades Indígenas de la Tribu Ticuna del Alto Solimões, en el estado de Amazonas, en el norte del país.

“Estamos preocupados”, porque no se ve posibilidad de tratamiento para los enfermos graves, señaló Guedes, profesor de enseñanza básica en la lengua ticuna, el pueblo indígena más numeroso de Brasil, con 70 000 miembros estimados, en un país con una población de 211 millones de habitantes.

“Acá el hospital no tiene equipos siquiera para asistencia común, mucho menos para cuidados intensivos. Y Manaus, donde hay recursos, queda a tres días y medio en barco”, el único medio de transporte, acotó.

Además Manaus, la capital de Amazonas, con 2,2 millones de habitantes, tiene su red de hospitales ya en colapso, admitió el alcalde Arthur Virgilio Neto. Es una de las siete capitales cuyo índice de contagiados por el SARS-CoV-2 más preocupa al Ministerio de Salud.

Manaus es la capital del estado con mayor índice de contagios hasta ahora, y allí ha muerto uno de los dos indígenas registrados como fallecidos hasta ahora por la covid-19, ambos en la Amazonia brasileña.

En México, en la occidental península de Yucatán, donde los indígenas constituyen por lo menos la mitad de  sus 2,2 millones de habitantes, ellos enfrentan otras dificultades.

“Aún hay pocos casos (de la covid-19), por suerte, y la mayor parte en la capital Mérida, pero como no hay ningún plan del gobierno ante la pandemia, un contagio masivo provocaría muchas muertes”, teme Pedro Uc Be, miembro de la Comisión de Seguimiento de la Asamblea Maya en Yucatán.

“Lo que se necesita ahora es comida y trabajo, no tanto para los indígenas que viven en sus pueblos, que tienen la ventaja de una dinámica propia, con producción de alimentos. El problema son los que emigraron principalmente a Mérida y ahora regresan a sus pueblos sin trabajo, ni ingresos, ni comida”, destacó a IPS desde Buctzotz, un municipio de Yucatán.

El gobierno del estado de Yucatán, uno de los tres en que se divide el territorio peninsular, ofreció un bono de 2500 pesos (cerca de 102 dólares) a cada desempleado, pero en la mitad del primer día hubo más de 25 000 solicitudes y se canceló el programa.

Una reunión de la Asamblea Maya, en la península de Yucatán, en México, que lucha por la defensa de su territorio. Ahora sus líderes buscan defender a sus miembros de la propagación del coronavirus. Foto: Cortesía de AM

Una reunión de la Asamblea Maya, en la península de Yucatán, en México, que lucha por la defensa de su territorio. Ahora sus líderes buscan defender a sus miembros de la propagación del coronavirus. Foto: Cortesía de AM.

“No tenemos seguridad, pero se cree que el coronavirus llegó a los pueblos indígenas por los regresados de la capital”, observó Uc Be, campesino, profesor de literatura y escritor en lengua maya.

En México, con 130 millones de habitantes, la epidemia está creciendo y hasta ahora se trata de contenerla por un confinamiento voluntario de las personas. “La mayoría se queda en casa”, pero el éxito sigue pendiente de políticas “adecuadas y a tiempo”, sostuvo.

El gobierno local amenazó con hacer obligatorio el aislamiento social, pero no lo hizo ante críticas de las organizaciones de derechos humanos, dijo el profesor, tras explicar que la Asamblea Maya lucha en la defensa del territorio indígena contra intentos de despojo por grandes empresas, proyectos energéticos y siembras de soja transgénica.

En Ecuador, la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) también se quejó de la falta de medidas y de coordinación de los esfuerzos centrales, provinciales y locales, pero se dispuso a poner en marcha “un plan de solidaridad en apoyo a sectores del campo y la ciudad”, con aporte de productos de primera necesidad.

“Pondremos nuestro granito de arena”, declaró el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, en una rueda de prensa digital desde Quito el martes 7.

No hubo registro de la covid-19 en las comunidades indígenas de la Amazonia Ecuatoriana, pero si en la costa, con “compañeros fallecidos”, resumió.

“No tenemos estadísticas, datos exactos” con nombres y origen de los indígenas afectados, reclamó. La prioridad debe de ser la protección de los productores campesinos, para que puedan vender sus productos, para que tengan sus ingresos y contribuyan a la seguridad alimentaria, arguyó Vargas.

La crisis de la pandemia en Ecuador repercutió internacionalmente por los muertos sin sepultura, abandonados en las calles de Guayaquil, la mayor ciudad del país andino, con 17 millones de habitantes.

Vargas divulgó también las resoluciones del Consejo Político de Conaie, reunido el lunes 6.

“Rechazar la decisión del gobierno nacional de pagar la deuda externa y no destinar esos recursos al Sistema de Salud Pública para combatir el covid-19 en el cual hasta el momento hay la escalofriante cifra de 1600 miembros del personal de salud contagiados por falta de equipos de bioseguridad”, es el tercero de los 13 puntos de la declaración.

Una escuela del pueblo juruna, en la orilla del río Xingú, en la Amazonia brasileña. Los pueblos indígenas de la ecorregión del norte del país tratan ahora de informarse y reclamar medidas para evitar los daños y la mortalidad que provoca la pandemia del nuevo coronavirus, a que son muy vulnerables por razones sociales y culturales, como el modo de vida, lejanía de los hospitales y la invasión de sus tierras. Foto: Mario Osava/IPS

Una escuela del pueblo juruna, en la orilla del río Xingú, en la Amazonia brasileña. Los pueblos indígenas de la ecorregión del norte del país tratan ahora de informarse y reclamar medidas para evitar los daños y la mortalidad que provoca la pandemia del nuevo coronavirus, a que son muy vulnerables por razones sociales y culturales, como el modo de vida, lejanía de los hospitales y la invasión de sus tierras. Foto: Mario Osava/IPS

La Conaie condena la política neoliberal, beneficios a las empresas extractivas y centrales hidroeléctricas, los despidos masivos y los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, para reclamar una elevación de 60 a 400 dólares el bono de emergencia concedido a los trabajadores informales privados de sus ingresos.

Además propone la creación de un fondo para la compra de alimentos producidos por el sector indígena y campesino, para asegurar el abastecimiento de las ciudades.

Los indígenas latinoamericanos tratan de superar el olvido a que fueron relegados en esta crisis sanitaria y también humanitaria, un efecto natural de la multiplicación de los enfermos y muertos en algunas de las grandes ciudades.

“Los pueblos indígenas no están preparados para la pandemia del coronavirus debido a la limitada oferta de servicios de salud (instalaciones y personal sanitario) en sus comunidades”, declaró el epidemiólogo Omar Trujillo, quien se ocupa de la población originaria dentro del Ministerio de Salud de Perú, otro país con alto número de comunidades nativas.

Esta vez el virus no es el arma biológica con que invasores coloniales exterminaron pueblos indígenas en las Américas. El SARS-CoV-2 golpea a todos, sin distinguir etnias o colores.

Nadie estuvo expuesto antes a ese nuevo coronavirus para desarrollar anticuerpos y evitar formas graves de la covid-19, explicó a IPS el epidemiólogo Eduardo Costa, asesor de cooperación internacional de la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSP).

Indígenas, blancos o negros están teóricamente en las mismas condiciones inmunológicas ante esa pandemia que amenaza millones de vidas humanas y los sistemas sanitarios, económicos y sociales en todo el mundo.

Pero hay otros indicadores sanitarios y sociales que recomiendan incluir los indígenas en América Latina y el mundo entre los grupos más vulnerables, sostuvo Ana Lucia Pontes, médica investigadora de la ENSP, quien coordina el Grupo de Trabajo de Salud Indígena en la Asociación Brasileña de Salud Colectiva.

Las condiciones varían entre los pueblos originarios, territorios y modos de vida, hay muchos grupos que acumulan comorbilidades por efectos de enfermedades sufridas, como malaria, dengue, gripes, sarampión, diabetes entre los adultos, anemia relacionada a problemas alimentarios, explicó.

Además de las distancias de las aldeas a los hospitales y frecuente escasez de agua potable, se presentan dificultades de comunicación y por ende de información sobre riesgos y cuidados impuestos por el coronavirus, acotó.

Aunque vivan apartadas, numerosas comunidades indígenas en Brasil y el resto de América Latina dependen de compras de alimentos afuera y esa relación frecuente con los mercados urbanos representa un riesgo de contagio peligroso, concluyó Pontes.

Ya el 13 de marzo, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) llamó a los gobiernos de los ocho países de la ecorregión a adoptar medidas urgentes, ante la especial vulnerabilidad de los pobladores originarios.

“Son 506 pueblos indígenas que estarían en inminente riesgo, además de 76 pueblos indígenas en aislamiento, cuyo sistema inmunológico es muy débil y cualquier gripe los puede llevar a la desaparición. Una pandemia de esta magnitud para las comunidades nativas significaría una catástrofe de grandes proporciones”, planteó entonces uno de sus coordinadores, el colombiano Robinson López.

El brasileño Guedes, por su parte, comentó una realidad que se repite entre comunidades indígenas de la región.

Los ticunas, dijo, aún disponen de mucho pescado y producción agrícola para sostenerse con cierta autonomía alimentaria. Pero muchos “parientes” ya no cuentan con esa posibilidad, con tierras escasas y cercadas o invadidas por la minería y la ganadería y el pescado escaso en ríos bloqueados por embalses hidroeléctricos, se lamentó.

El SARS-CoV-2 hizo recordar que los cinco millones estimados de indígenas que vivían en Brasil cuando llegaron los portugueses, en 1500, se redujeron a 897 000 en el censo de 2010, después de haber bajado a cerca de 250 000 en los años 80. Otros virus fueron factores de muchos casos de exterminio.

ED: EG

Fuente e imagen:  http://www.ipsnoticias.net/2020/04/la-pandemia-coloca-indigenas-latinoamericanos-ante-nuevos-desafios/

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Pandemia Online

Por: Magdalena Chouhy

Recetas caseras para inmunizar la razón y defender el cuerpo.

Hace dos años cuando se acercaba el nacimiento de mi hijo, la articulación capital-patriarcado-ciencia médica se me hizo, como nunca, cercana a mi cuerpo. La posibilidad de que mi parto fuera respetado en su fisiología y espiritualidad se tornó una búsqueda vivificante de conocimientos, personas e instituciones para que nos acompañaran y asistieran. El alto índice de cesáreas en nuestro país, Uruguay, (de las cuáles solo una parte es estrictamente necesaria) indicaban que algo estaba muy desviado, y hacían del parto venidero un hecho profundamente político, además de trascendente.

Una cesárea no solo es un acto médico redituable económicamente. La intervención excesiva en el parto es una forma de extracción del poder que en ese momento mueve el cuerpo de la mujer que pare. Una forma de violencia en sí, que muchas veces se ha acompañado de otro tipo de violencia más “directa”. Así que ganancia económica, apropiación simbólica y material del cuerpo y sus fuerzas y violencia hacia la mujer, muchas veces se unen en la sala de parto.La ciencia médica y su gran avance está ahí disponible para asistirnos cuando es necesario. Las cesáreas y otras intervenciones permiten la vida allí donde esta podría complicarse para la mamá y/o bebé. Una cesárea es más que bienvenida cuando es necesaria y al fin y al cabo lo que importa es el nacimiento.

Otras veces en torno a la salud de nuestro hijo investigamos acerca de algunas soluciones usuales de la medicina occidental, estudiando lo más posible de diversas fuentes, tanto fuera como dentro de la propia investigación médico-científica. No se trata de una desconfianza radical, (aunque la cada vez mayor inclinación farmacológica de la medicina podría justificarla). Sino, sobre todo, de qué posibilidades le damos al cuerpo y a la inmunidad natural, de saber cuándo es necesario intervenir y cuál sería la mejor forma de hacerlo de acuerdo con los conocimientos disponibles.

Para tomar el timón se precisan conocimientos, y nos hemos acostumbrado a que es el médico el que sabe y cuando ponemos este saber en duda nos mandan, con ironía, a estudiar medicina. Bienvenida la tarea del timonel, pero el barco es nuestro cuerpo.

Sabiendo que vulnerabilidades o privilegios se articulan y potencian, es decir, niveles de instrucción, de ingresos y salud van de la mano, la actitud que estoy planteando se dificulta cuando salimos de un estrecho universo privilegiado y letrado.

Pero ¿a qué viene todo esto, no íbamos a hablar de la pandemia?

Con especial contundencia el contexto me llama a preguntarme por qué un otro decide sobre mi cuerpo, sobre el cuerpo de todes. Decir que se trata de un gran poder es oscuro y dificulta el análisis. Nos rige una biopolítica compleja, donde una verdad sanitaria suspende en apariencia a la política, una articulación difusa de poderes cuya narrativa central parte de la ciencia médica. Que incluye a los grandes medios y redes sociales, no solamente como vectores de esa narrativa sino como productores de su sentido.

Sin estas redes no sería posible este escenario inusual. Esto no había ocurrido con anteriores pandemias, aunque los medios han jugado siempre un papel constitutivo, y no meramente informativo, de eventos catastróficos como las guerras. No solo en la imaginación de Orson Wells la prensa es un actor clave, el ciudadano Kane no es del todo ficción. Según algunos análisis Trump y Bolsonaro no serían hoy presidentes sin las actuales redes sociales y las fake news.

Decir que esto no es como una guerra, que es un hecho biológico, no social ni político, es como decir que los llamados desastres naturales son independientes del modelo económico-productivo. El ambientalismo crítico explica por qué estos son, en realidad o en buena medida, desastres sociales, que el capitalismo es el desastre. También se sabe que en nuestra era de desequilibrio ecológico virus y epidemias serán cada vez más frecuentes.


Biología es política

Pensamos dicotómicamente la vida, el mundo: naturaleza o sociedad, filosofía o biología. En el mundo global occidental moderno/colonial capitalista esta cosmovisión dualista es la base de nuestra epistemología y sentido común. Cabe mencionar que otras sociedades conciben y viven mundos diferentes, relacionales, otros cuerpos, otras concepciones de salud-enfermedad y otras medicinas.

Desde una sociología de las ciencias, en la ciencia occidental moderno/colonial la materialidad dada de antemano se presenta como realidad irreductible. Un núcleo duro donde generalmente nuestro pensamiento, nuestro cuestionamiento social (y político) encuentra un límite. Aquí el hecho biológico es esa invisible bolita con pelos, ese implacable microorganismo que enfrentamos como humanidad, el virus. Él ha inaugurado un tiempo apocalíptico, en su nombre la política puede suspenderse, porque la vida está en juego.

En esta epistemología “lo real” (la materia) compete a las ciencias naturales, bioinformáticas mientras que lo simbólico, cultural, político (“lo subjetivo”) ocupa a las ciencias sociales, humanidades, pensamiento crítico, etc. Dejar “lo real” a portavoces autorizados puede dar lugar a que otros decidan sobre nuestro cuerpo en nombre de verdades que no podemos cuestionar porque salen de laboratorios, espacios asépticos donde se supone que el dato queda a resguardo de las intencionalidades humanas. Pero hace tiempo se ha entendido que la objetividad científica absoluta no es más que otra ilusión, un sueño positivista.

De todas maneras, la actual pandemia y su manejo excede a los problemas de las verdades provisorias, perfectibles pero nobles, de la ciencia. Si al menos fuera siempre una ciencia ética y humana. Pero la articulación en distintos niveles entre ella y capital, entre investigación e intereses corporativos (farmacéuticos, por ejemplo), bélicos (tantas veces motores de los progresos técnico-científicos), y geopolíticos, ya nos debería tener acostumbrades a dudar. A dudar fuerte.

Qué poderes, qué conspiraciones

El miedo cunde a ritmo de bite. En una cascada de hechos sin precedentes se va suspendiendo todo ámbito de la vida social a la voz de cuarentena. Cuidarse es encerrarse, no tocarse, no reunirse. Salir de casa a recrearse es un acto peligroso desde el punto de vista sanitario, es un antisocial descuido de la comunidad.  Quedarse en casa es defender la sociedad. No solo el contacto sino la propia respiración puede dispersar al patógeno.
En el mito local de origen este llegó de Italia en un avión, y se esparció luego en un casamiento nefasto. Una mujer de clase alta contaminada no cumplió con el tabú (que entonces estaba en el futuro) poniendo en peligro al vulgo.

En las redes en lugar de las usuales convocatorias a actos y marchas en las calles, denuncias, notas variadas, empiezan a abundar los tips y contenidos artísticos y culturales. La cuarentena es un hecho, hay que pasarla, en todo caso, lo mejor posible. El teletrabajo acerca un futuro que parecía lejano. Pero solo para algunos trabajos, en tanto la mano de obra analógica y algunos trabajos se muestran esenciales.

Miles de infiernos arden puertas adentro de las casas, los lugares que, no nos cansamos de decir, son los menos seguros para muchísimas mujeres y niñes. Los hogares donde la violencia no es la norma, enfrentados al encierro en espacios reducidos, como en un experimento de ingeniería social o una investigación conductista de otro siglo.

Todo esto, nadie lo niega, se debe a un virus que no enferma en todos los casos y que solo en un 4 o 5 % de estos se complica, sobre todo en ancianos y ancianas o personas con enfermedades previas. Un 1% de los contagiados muere, pero son múltiples los problemas de medición y estadística, porque presumen que el número de portadores asintomáticos pueden ser igual o mayor a los que presentan síntomas y entonces la tasa de muertes podría ser mucho menor. Los diagnósticos se hacen mayormente a pacientes con síntomas severos, lo que pone en duda las tasas de mortalidad difundidas.

Asimismo, ya mueren por otros coronavirus conocidos asociados a resfriados comunes de 30 a 100 personas por día . Italia se destaca por su tasa de morbilidad por enfermedades respiratorias, tres veces mayor que cualquier otro país europeo. En España murieron 6.300 personas de gripe en 2019 y 15.000 en 2018, frente a las 5.628 muertes por coronavirus que figuran en la prensa hoy  y en EEUU unas 40.000 personas mueren de gripe por año. Estos y otros datos, que también circulan, no parecen ser suficientes para desafinar el coro. Además, nuestras fuerzas ya están yendo a las emergencias sociales agudas y emergentes, demasiado reales.

Quedarse en casa, privilegio de algunes, infierno de muchxs

Lenta o rápidamente comenzamos a dar cuenta de que disfrutar la cuarentena es un privilegio de pocxs. Innumerables situaciones de desamparo se provocan o agudizan. Muchos pequeños comercios y emprendimientos, se sabe, no aguantarán. La crisis económica y social será aguda, ya lo es. Al cabo de 13 días del anuncio de emergencia sanitaria en Uruguay hay 65.000 solicitudes al seguro de paro . Los casos de coronavirus son al día de hoy 310.

Desde una perspectiva feminista de la salud comienza una crisis de cuidados . La crisis no afecta por igual, somos desiguales, tras las catástrofes los pobres se tornan más pobres, entre estos mayormente las mujeres  y entre estas las mujeres negras.

Se exige a los gobiernos que desembolsen, que la crisis no la paguen los pueblos. Renta básica universal. El horizonte de posibilidades de reorganización social, política, económica, se amplía. Auguran un jaque al capitalismo, el surgimiento de economías socialistas y formas sociales comunitarias. Otros, al contrario, una mayor concentración del capital. Tal vez ambos coexistan en el mundo que está a punto de nacer. En Uruguay se agudizan los reclamos al gobierno, explotan las ollas populares, expresiones y llamados de solidaridad van desplazando a los memes de la cuarentena en las redes. Respiramos, aunque con barbijo.

Te lo estoy pidiendo bien

Desde las ciencias sociales y activismos, nos ocupamos de los efectos sociales, las consecuencias económicas, los impactos de esta crisis, las desigualdades previas que se agravan. Pero dejamos el problema inicial, núcleo (virus, epidemia, pandemia) y la solución (cierre de fronteras, reclusión, aislamiento) a los que saben del tema. Nos conformamos con narrativas terminantes y monolíticas, fuentes no contrastadas. Delegamos así algunos asuntos que, parece, podrían ser claves biopolíticas del poder en el siglo XXI, hasta donde sea que este llegue.

Se oyen pocas reflexiones sobre la peligrosidad de la epidemia y la pertinencia de la cuarentena, a excepción de alguna voz que se extingue sin contestar si esta pandemia es un verdadero peligro o un fiasco. Pocas bocas no repiten los nuevos mantras del cuidado y de quedarse en casa, de la distancia física, el aislamiento. Las biodisidencias desde el día uno ocurren, invisibles a nuestros ojos desorbitados de miedo.

Desde una radical y pesimista visión del mundo, la frase “Quedate en casa” esconde al lobo feroz bajo la piel de la abuela. Pero lo más racional sería descartar las dicotomías y verdades absolutas, no abrazar una actitud negativa a priori de lo que pasa, así como tampoco aceptarlo sin examinarlo, siendo que todo (todo) está en juego.

El problema de la racionalidad sanitaria y humana del aislamiento se soslaya, pese a que ha sido impuesto sin sopesar sus inmensas consecuencias, ni dar tiempo a que una ciencia ciudadana pudiera ejercer un atisbo de participación en las decisiones. Claro, dicen que el virus avanza muy rápido y la tasa de contagio no da tiempo. Allá en China dio resultados, ya no tienen casos.

En un capítulo de los Simpson, un personaje muy poderoso convoca a una reunión a un selecto grupo para conspirar: les propone lanzar una epidemia. Un participante presenta un virus que se inoculará a los gatos para introducirlo en las casas y sembrar el pánico, con consecuencias letales para los felinos. No estoy denunciando una conspiración que no puedo probar. Me pregunto cómo una pandemia genera, como en Springfield, un tsunami de pánico, aunque su mortandad sea en verdad baja. (Vamos a quemar todo antes que el miedo nos vuelva paranoicos, dice Homero).

De todas maneras, ¿y qué si la noche nos encuentra, con una cerveza, imaginando conspiraciones? En medio de una suspensión repentina del movimiento y del sentido ¿nos podemos exigir acaso una racionalidad compulsiva y sin descanso?


¿Por qué cuarentena?

El fundamento último es la atenuación de una curva de contagios para evitar saturar el sistema sanitario. Pero: ¿por qué colapsaría el sistema? ¿Cuánto aumentan la demanda los casos severos y cuánto las consultas por síntomas que, en otro escenario, la gente atravesaría sin hacerlo? Alternativas como un responsable y buen manejo de información por parte de las autoridades y los medios, sumado a una campaña fuerte de prevención y protección de las poblaciones de riesgo no son difíciles de imaginar. Un buen sistema de atención y filtrado de casos desde el inicio. Además, si es un problema logístico ¿por qué la solución no lo es?

Se dice que no importa si es un virus nuevo, viejo, creado, sino sus consecuencias sanitarias y sociales. Pero una pregunta razonable que hacen virólogos que cuestionan la narrativa oficial es si no es su medición lo único nuevo. Por otro lado, la definición de pandemia de la OMS se flexibilizó en 2009: ya no es necesaria una mortandad significativa sino la propagación mundial de una nueva enfermedad .

Hace demasiado poco tiempo adheríamos a la campaña “El miedo no es la forma”, en contra de la reforma represiva de Larrañaga, “Vivir sin miedo”. Ahora exigimos al gobierno que decrete la cuarentena en lugar de solo exhortar a la distancia social. Eso permitiría, como en España, un mayor accionar policial, un control jurídico de los incumplimientos. Seguramente traería represión y agudizaría expresiones xenófobas y fascismos, denuncias entre vecinos, como se ha visto en otros países.

Una periodista uruguaya en España cuenta por la radio que los casos aumentan y se recrudece el control y las multas. Prohibieron ahora salir a pasear el perro porque la gente lo usa como excusa para hacer deporte. ¿Excusa para hacer deporte? Ok.

¿Cuál es el argumento sanitario final? Un gif animado que ha circulado explica con una bella simpleza la mecánica del contagio, en ramas que se multiplican exponencialmente. O que no, si te guardas en tu casa. Pero para algunos expertos epidemiólogos esto no funciona así, el contagio depende de una coincidencia del agente externo (el virus) con factores genéticos y ambientales, con tasas de probabilidad muy inferiores .

El gobierno uruguayo, de derecha, no quiere la cuarentena estricta probablemente por motivos nada humanitarios. La insólita actitud del ultraderechista Bolsonaro de no actuar ante el virus, desconcierta. Su invocación desacredita toda puesta en duda de la cuarentena y apaga cualquier chispa de librepensamiento. Si él no la quiere, debe ser buena.

Son tiempos raros y se pone difícil pensar en los marcos de sentido habituales. Los gobiernos nacionales no parecen tener mayor incidencia y solo matices los diferencian en la aplicación de una receta simple, totalitaria y planetaria, cuyos efectos adversos no han sido siquiera mencionados en el prospecto, pero ya duelen. Izquierda y derecha coinciden en el acatamiento a la cuarentena sagrada y el detenimiento de todo.

Lxs médicxs, seguramente de buena fe, actúan confiando en la necesidad de la receta preventiva y la necesidad de una guerra salvadora contra el peligroso patógeno, una guerra santa. A muchos de estos, decir qué hacer en tono paternal se les da bien. También con miedo expreso a que el sistema sanitario colapse, tienen que manejarse con las herramientas con las que cuentan. Y recordemos que no les fue consultado a lxs doctorxs del sur desde el principio, ni se han arrimado, siquiera, a la cocina.

Bueno pero, después de todo ¿por qué cuarentena?

La curva de contagios, 800 muertes por día en Italia, hospitales colapsados y gente muriendo por falta de respiradores en España. Suena muy mal y me interpela. Pero no puedo dejarlo allí, como antes no podía quedarme con el relato manipulador sobre la inseguridad de los canales de TV o algunos medios de prensa.

Por otro lado ¿se ha demostrado la efectividad de la medida de cuarentena? Aunque en cuarentena estricta, en Italia no descienden los casos y las muertes. Dicen que si la cuarentena no funciona es porque aún hay gente que no acata, por lo que solo resta ajustar más, ser más rigurosos. Lo que no veo es el rigor científico, la duda, la evaluación.

Otro estándar de una buena ciencia sería la de contrastar datos epidemiológicos, es decir comparar distintas epidemias como hicimos someramente más arriba. También ver otras opiniones científicas. Que las hay.

Dejemos claro: no estoy llamando a incumplir, ni siquiera a rechazar la cuarentena ni cualquier otra medida sanitaria pública con relación a la actual pandemia. Sí a no perder en los escenarios más desconcertantes, la capacidad de dudar y reflexionar. Inquiramos las verdades médicas absolutas, pidamos segundas, terceras y cuartas opiniones, animémonos a entrar en esos laboratorios. Quizás despejaremos mejor los factores, muchas veces nada científicos o sanitarios, que intervienen en la definición de los problemas y las propuestas de solución.

Como muchos santos se están desvistiendo para vestir a otro, busquemos saber quién es ese santo y cuáles son sus milagros.

Fuente e imagen: http://zur.org.uy/content/pandemia-online

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La ofensiva sensible: una lectura somática de la coyuntura

Por: Amador Fernández Savater

Sobre La ofensiva sensible, Diego Sztulwark (Caja Negra, 2019)

Según su maestro Ignacio Lewkowicz, Diego Sztulwark practica un “modo piojoso” de leer y escribir. ¿En qué consiste? Es una manera de decir lo que uno quiere decir a través de las palabras y el pensamiento de otro. Un contrabando de las intuiciones más propias bajo capa de citas académicas o eruditas convenientemente deformadas. Es el “método” con el que ha sido escrito La ofensiva sensible. El resultado es muy rico, porque regala al lector una gran cantidad de referencias potentes -la “plebe” de Lefort/Maquiavelo, la “forma de vida” de Pierre Hadot, los “saberes del cuerpo” de León Rozitchner, etc.- y a la vez hace pasar sin estridencias un pensamiento original que las retuerce productivamente en el sentido deseado.

Aún así, por alguna razón que no desvela, Diego considera que este “método” es “seguramente insatisfactorio” para dar cuenta “de la exigencia que todo acontecimiento singular impone”. A la espera de una nueva tentativa creadora en el orden del pensamiento y la escritura, vamos a reseñar este libro de un modo “piojoso” también, pero al revés. Si Diego hace pasar sus intuiciones a través de las ideas de otros, nosotros haremos pasar las ideas de Diego a través de algunas palabras e imágenes propias. Un ejercicio de parafraseo. Pero el objetivo es siempre el mismo: mantener las ideas en movimiento, traducirlas y reapropiárnoslas sin fetichismo ni veneración, algo que hemos aprendido en muy buena medida del autor.

Batalla somática
Agarramos un hilo posible de lectura piojosa entre otros: la cuestión del cuerpo. El neoliberalismo según Diego Sztulwark no es una cuestión solamente política, económica o ideológica, no tiene que ver exclusivamente con políticas de austeridad, planes de ajuste o fe en el libre mercado, sino también, a la vez, al lado y a través de todo ello, con la producción y reproducción cotidiana de un tipo de cuerpo.

En el corazón de la pelea por conservar o transformar el estado de cosas hay por tanto una dimensión somática fundamental, pero a la que se presta muy poca atención. Hay un límite muy severo en las políticas que no tocan los cuerpos, en las políticas que le dicen a los cuerpos: “no te muevas, no te preocupes, quédate quieto, yo me encargo de dar la pelea por ti”. ¿De qué límite se trata?

Podemos tener a la vez un gobierno anti-neoliberal o pos-neoliberal y una sociedad profundamente neoliberal, cuyos cuerpos y las relaciones que mantienen entre sí y con el mundo están organizados por dispositivos que reproducen un modo de existencia basado en calcular y extraer beneficio de cada encuentro, de cada vínculo, de cada situación, de cada gesto.

El neoliberalismo -noción que el autor considera “insatisfactoria” y sólo útil provisionalmente- no sólo “desciende” del mando político, sino que también “asciende” desde la sociedad al poder a través de los modos de vida. La victoria electoral y el gobierno de Macri -y de otros gobiernos similares- puede entenderse de ese modo como un concentrado, un reflejo, un holograma del triunfo de los modos de vida neoliberales, del cuerpo neoliberal.

El cuerpo flexible
A partir de la lectura del libro propongo tres imágenes para contribuir a dar visibilidad e importancia a esa dimensión somática de la transformación social: el cuerpo flexible, el cuerpo agrietado y el cuerpo vagabundo. Son cuerpos en disputa entre las fuerzas en presencia en la coyuntura actual. En medio estarían los agujeros.

El cuerpo flexible es el cuerpo neoliberal, el cuerpo que estamos presionados a darnos a nosotros mismos en tanto que empresarios de sí, gestores de un capital humano que debemos valorizar constantemente, yoes-marca. Es un cuerpo ideal e idealizado de omnipotencia (“sí se puede”), independencia (“yo puedo solo”) y disponibilidad total (“siempre puedo”). Según Diego Sztulwark, esa flexibilidad es en realidad pura docilidad a los dispositivos neoliberales de valorización del mercado. Nada que ver con una plasticidad interesante, una porosidad deseable, una apertura al lado salvaje y desconocido de la vida.

Tres apuntes sobre ese cuerpo neoliberal. En primer lugar, se reproduce a través de todo tipo de dispositivos que funcionan más allá o más acá de la esfera estatal: viajando en Uber, comunicando en Facebook, comprando en el súper, ligando en Tinder, etc. En segundo lugar, se consume más que inventarse. El neoliberalismo propone “modos de vida” ya hechos, listos para “bajarse”, si uno tiene para pagarlos, claro. Cada problema existencial tiene su solución, su receta, su app. Hay una diferencia fundamental entre “modo de vida” (que se consume) y “forma de vida” (que se crea). En tercer lugar, el neoliberalismo es un poder de homologación, de estandarización, de abstracción, nunca de singularización. La única singularización admitida es la “libre elección” de tal o cual perfil en Facebook o en Tinder, de tal o cual producto en el supermercado. Es un error fatal entregarle la palabra “singularidad” al neoliberalismo, que sólo conoce el esfuerzo por distinguirse de las mercancías idénticas.

Por último, el cuerpo flexible neoliberal -que somos cada uno de nosotros- es tan frágil como el cristal. A diferencia de muchos libros de pensamiento crítico, Diego no se regodea en describirnos cómo el neoliberalismo nos tiene atrapados y más atrapados aún cuanto más creemos rechazarlo. No cae en la fascinación del “crimen perfecto” que impregna hoy en día tantas denuncias sofisticadas. Este es un libro estratégico, escrito desde el punto de vista de las resistencias. Porque la crítica no pasa tanto por lo que se dice, como por desde donde se mira.

Los agujeros
Describir el neoliberalismo desde el punto de vista de las resistencias pasa por verlo enteramente agujereado. El tejido biopolítico neoliberal -que se presenta como total, pleno, acabado- está en realidad agujereado por todas partes. Tenemos el cuerpo, como dicen los compañeros de Córdoba, hecho un colador.

Una crisis de sentido es un agujero.

Una catástrofe social o ambiental es un agujero.

Una revuelta es un agujero.

Tal vez la afirmación más fuerte de este libro sea la siguiente: sólo es posible ver, pensar y transformar algo a partir de los agujeros. Los “síntomas”, en el lenguaje del autor.

Un enunciado difícil de acoger porque esos agujeros son nuestras heridas. Sólo podemos ver, pensar o transformar algo a partir de heridas íntimas y colectivas, pero eso supone mantenerlas abiertas y duele.

El cuerpo flexible neoliberal, que aspira a la omnipotencia, la independencia y la disponibilidad, es en el fondo frágil como el cristal. Con seguridad más frágil que otros formas de subjetivación dominantes en el pasado. El yo neoliberal se presenta como un conquistador, pero está siempre al borde de la depresión, a punto de venirse abajo, a un par de crisis de convertirse en un payaso como el Jóker.

¿Qué vamos a hacer con nuestro cuerpo agujereado? Esta pregunta es una encrucijada crucial en el libro. ¿Vamos a darnos desde ahí un cuerpo nuevo o vamos a dejarnos ganar por el miedo, a tratar de recobrar la normalidad, a cerrar como podamos los agujeros?

La época, y cada uno de nosotros, recorre esa cuerda floja.

El cuerpo agrietado
Empecemos por la segunda opción: el cuerpo agrietado(1). El cuerpo agrietado es un cuerpo agujereado pero que se ha quedado sin recursos -fuerzas propias, redes, alianzas- para darse un cuerpo nuevo, para efectuar transformaciones. Puede ser un cuerpo individual o colectivo, un sujeto o una sociedad, no hay diferencia.

Este cuerpo ya no es el cuerpo flexible neoliberal -triunfador, energético, optimista-, pero no inventa tampoco forma de vida. Está paralizado, muerto de miedo.

Es un cuerpo (que se percibe) de cristal, a punto de estallar en mil pedazos al más mínimo contacto. Huye como de la peste de cualquier encuentro que le ponga a prueba, de cualquier encuentro con algo que no entiende ni domina. Sólo quiere repetir las escenas conocidas, donde sabe desenvolverse, donde sus grietas no se ven desde el exterior.

Se defiende de los agujeros al menos de tres maneras:

-recurriendo a todo tipo de prótesis. La prótesis es la manera de aparentar normalidad cuando ya no existe, cuando todo vacila o se derrumba. Es un dispositivo de orden en el desorden, de equilibrio en el desequilibrio, de control en el caos. Diego enumera: “Tinelli, porno, timba, series, evangelismo, fútbol”. Podríamos añadir: terapias, pastillas, mindfulness… En realidad cualquier cosa puede ser una prótesis, también la militancia política, porque no la configura como tal su consistencia objetiva, sino agarrarnos a ella como un estabilizador, un reparador de sentido, una máscara sin juego.

-la retirada o la ausencia, todas las formas de “desaparición de sí” que describe el libro del mismo nombre de David Le Breton, es decir, todos los modos de desaparecer del mundo y desertar de los afectos, todas las formas de anestesia e insensibilización. Es el Jóker cuando después de sufrir varios tropiezos un día cualquiera, llega por fin a casa, saca cuidadosamente todos los productos del congelador y se mete dentro.

-la victimización, la búsqueda de un culpable de lo que me pasa, la idea de que puedo cerrar el agujero de la crisis localizando y neutralizando a un enemigo, a un chivo expiatorio cuyo sacrificio nos devolverá a la normalidad: mujeres demasiado empoderadas, migrantes, jóvenes de las periferias, etc. Hay que pensar por ahí la capacidad inédita de la derecha actual para provocar daño con sus políticas de depredación y a la vez canalizar el malestar -incluso la protesta- contra ese daño.

El cuerpo agrietado gira hoy a derecha por todas partes, pero no se trata de interpelarlo desde la izquierda, de prometer desde la izquierda una protección real que la derecha sólo fingiría dar, como piensa el populismo de izquierda, sino de salir de él, de salir de nuestra condición victimizada y espectadora, siempre a la espera de algo o alguien que -sin tocar nuestro cuerpo, mediante la delegación y la representación- nos salve de los peligros que nos acechan.

El cuerpo vagabundo
La activista brasileña Alana Moraes llama la atención (2) sobre lo siguiente: Bolsonaro ganó las elecciones de 2018 con un campaña dirigida contra los vagabundos. Los vagabundos son en primer lugar los sin techo, sobre los que sectores de la policía quieren tener derecho de disparar impunemente, pero no sólo. Vagabundos son también los indígenas, los negros, las mujeres que se mueven de su lugar, los profesores que enseñan “lo que no deben”… Es decir, cualquiera que no encaje o cuestione la norma de productividad total.

Es vagabundo todo lo que se cuela, todo lo que se escapa, todo lo que se escurre por los agujeros. Todas las formas de vida heterogéneas en algún punto a la norma de productividad total. Todos los otros modos de relacionarse consigo mismo (no como empresario de sí), con los demás (no como obstáculos o competidores) y con el mundo (no como territorio de depredación). Lo vagabundo no evita los agujeros, sino que los atraviesa y pasa, seguramente no a otra dimensión, pero sí a otro plano de percepción.

El vagabundo deserta. El desertor fue la figura subversiva por excelencia de la sociedad disciplinaria: lo que se fugaba del molde principal de todas las disciplinas, el ejército. Lo que se escapaba de la “movilización total” de la sociedad por la guerra. Fueron desertores los judíos, los homosexuales, los gitanos… Pero cuando el capital asume su forma neoliberal, la vida es de nuevo movilizada. Ahora por la guerra económica. Cada aspecto y cada momento de la existencia es susceptible de generar valor, ese es el capitalismo depredador contemporáneo. Lo vagabundo que Bolsonaro quiere eliminar es lo que deserta de la productividad total, de la guerra y el fascismo posmoderno.

Podemos aprender mucho de esos cuerpos vagabundos si nos ponemos a la escucha: es una invitación apremiante de este libro. Aprender y contagiarnos de esas “subjetividades de la crisis” o “subjetividades plebeyas” que saben hacer sin garantías, hacer con poco, habitar la incertidumbre. El fascismo neoliberal -el fascismo como prótesis del cuerpo agrietado- no quiere eliminar los cuerpos vagabundos porque sí, porque sean débiles, como a veces se dice de las mujeres, de los migrantes o de los pobres. Todo lo contrario: los quiere eliminar porque son fuertes en su vulnerabilidad asumida, porque pelean e inventan formas de vida en medio de arenas movedizas.

Jack Kerouac, que vagabundeó mucho él mismo, tiene páginas hermosas sobre los vagabundos norteamericanos: sin idealizarlos, nunca los mira simplemente como figuras desgraciadas de la carencia y falta. Hay un “orgullo” del vagabundo, dice Kerouac, hay un deseo y una pulsión por el vagabundeo. Es el orgullo de una forma de vida soberana, en el sentido de que no recibe su valor de otra parte, sino que crea valor desde sí misma y sobre la marcha, on the road.

Ese es el orgullo que los pone en el punto de vista de los fascismos que emergen hoy. Precisamente quien no se deja sacrificar, quien no quiere sacrificar su vida en el altar de la patria-empresa, se vuelve sacrificable por otros. Es el “parásito”, el “enemigo”, cuya eliminación traerá supuestamente de nuevo la prosperidad y la normalidad.

Vagabundo es una falla en la identificación completa entre vida y capital que pretende el neoliberalismo. Es cualquiera de nosotros cuando elabora una crisis de sentido en términos de una transformación de las formas de vida.

Resensibilizar el cuerpo agrietado
Una esperanza para nuestro cuerpo agrietado: los movimientos.

Es muy pobre entender los movimientos simplemente desde la sociología política, como “movimientos sociales” o incluso como “contrapoderes”. Si el corazón de la disputa política es nuestro cuerpo, ¿qué efectos tienen sobre ellos los movimientos? Efectos de resensibilización nos dice este libro, en la estela de Franco Berardi (Bifo) o de Rita Segato. ¿Qué quiere decir esto?

Un movimiento es lo que nos permite sanar nuestro cuerpo agrietado sin recurrir a prótesis estabilizadoras, sin anestesiarnos o borrarnos del mapa, sin entregarnos a la rabia reactiva que busca culpables de nuestro malestar. Sanar aquí es justamente lo contrario de reparar, de negar y parchear los agujeros. Es ganar en plasticidad. Es saber hacer con el no saber. Es hacer de la crisis una palanca para la transformación íntima y social.

Allí donde hay miedo, resentimiento o rabia reactiva, un movimiento puede injertar en el cuerpo individual y colectivo un gusto, un deseo, una apertura y una disponibilidad al encuentro, al movimiento, al pensamiento, a la creación. Allí donde el otro se nos presenta como aquello que amenaza nuestro cuerpo frágil y agrietado, un movimiento puede traer empatía, solidaridad, confianza en que la única salvación posible pasa justamente por el contacto, por entrar en contacto.

Leo este libro desde Europa que ahora mismo me aparece como un gran cuerpo agrietado. Que rechaza por ejemplo a los migrantes que podrían ser -y de hecho son ya, a muchos niveles- un factor de rejuvenecimiento, de enriquecimiento y de revitalización del cuerpo agrietado.

A izquierda y derecha, todos los discursos políticos interpelan al cuerpo-víctima, al cuerpo sufriente, al cuerpo agrietado que pide protección y seguridad. Con diferentes significados, todos los discursos políticos ofrecen prótesis y señalan a algún chivo expiatorio culpable de nuestros agujeros (los migrantes, la élite política, los dos). La derecha es muy eficaz en este discurso, cierta izquierda babea de envidia y coquetea incluso con el racismo y la xenofobia para parecerse a ella.

Los movimientos abren otros caminos, por fuera de esas alternativas infernales. Afirman y despliegan potencias que no son sólo de protección vertical y de tutela, sino de bifurcación cultural, existencial. No simplemente contener con parches la crisis civilizatoria, sino hacer palanca en ella para girarla hacia una mutación civilizatoria. No sólo volver a la normalidad, sino crear nuevas formas de vida. No sólo tapar los agujeros sino mirar, pensar y crear a partir de ellos. Ensanchar las grietas.

En estos movimientos encontramos alianzas entre cuerpos agrietados -que se desagrietan por el camino, pasando de víctimas a afectados- y cuerpos vagabundos a la búsqueda de otras formas de vida. Es mi percepción de los chalecos amarillos franceses por ejemplo. Pero no esperemos ninguna pureza o coherencia en estos movimientos, porque la materia con la que trabajan es el malestar y la energía que elaboran sale de sus heridas, no de la ideología, la conciencia, un programa o un modelo alternativo de de sociedad. ¿Cuanta impureza podemos sostener?

Son movimientos vagabundos ellos mismos porque no saben adónde van, adónde vamos, a diferencia seguramente de otros tiempos cuando existía, fuese contestado o no, una alternativa social como la ofrecida por la URSS. Politizaciones impuras en los que se trata principalmente de estar, implicado, en contacto, a la escucha, aprendiendo, transformándose. Y a cuya lenta construcción de otro vocabulario, de otras formas de acción y de otras imágenes de cambio quiere contribuir este pequeño gran libro de Diego Sztulwark.

Intervención en la presentación de La ofensiva sensible en la librería La casa del árbol de Buenos Aires el jueves 5 de diciembre junto con Diego Genoud, Lila Feldman y Diego Sztulwark.

(1) Sobre esta figura del cuerpo agrietado, puede leerse algo más en Introducción a la guerra civil de Tiqqun.

(2) Por ejemplo aquí: http://www.ihu.unisinos.br/159-noticias/entrevistas/583308-a-polarizacao-politica-as-paixoes-da-sociedade-e-a-disputa-pelos-rumos-do-neoliberalismo-entrevista-especial-com-alana-moraes

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/una-lectura-somatica-amador-fernandezsavater/

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Educación en tiempos de confinamiento, ¿y no sería mejor dejar a las criaturas un poco en paz?

Por: Rosa Cañadell.

 

Estamos en una situación especial en que todo está parado y trastornado.  El cierre  de escuelas e instituto ha puesto sobre la mesa un debate sobre qué hacer ante esto: ¿Se debe continuar el curso vía internet? ¿Hace falta que el profesorado adapte las actividades previstas para hacer “clases” virtuales? ¿Todo el alumnado tiene condiciones para hacerlo? ¿Las familias tienen que insistir en que sus hijos e hijas hagan todos los deberes que el profesorado les asigna? ¿Todas las familias están en condiciones de hacerlo?

Estas y otras muchas preguntas están surgiendo por parte de las Administraciones, del profesorado y de las familias, con un gran número de informaciones contradictorias y no del todo posibles. Pero, ¿es tan importante perder dos, tres o cuatro meses de “clase” ante una situación de emergencia, y totalmente nueva, como la que nos encontramos?

Es normal la inquietud y las dudas, pero yo creo que hace falta más reflexión pausada y, sobre todo, pensar en las necesidades de los niño y jóvenes, así como del profesorado y de las familias.

Hace falta, además, tener en cuenta las diferentes y desiguales situaciones en que se encuentran las familias y también el profesorado. No es el mismo ser médico, enfermera, personal sanitario, de limpieza, transporte, o cualquier otra profesión que está en activo, que estar en casa haciendo teletrabajo. No es el mismo tener una vivienda confortable y con todos los medios tecnológicos, que vivir en precario sin acceso a internet, o sin espacios apropiados para poder estudiar. No es el mismo tener padres y madres con tiempo y conocimientos para ayudar los niños, que no tenerlo. No es el mismo que en casa haya un padre y una madre a que sea una familia mono-parental. Y así sucesivamente.

Pero, al margen de todo esto, yo creo que hay una cuestión que podría ser generalizable. Y es que, a una situación excepcional se tienen que dar respuestas también excepcionales. Quiero decir, que intentar que la escolarización siga su curso (vía telemática) como si no pasara nada, no es la respuesta más sensata. Estén en la situación que estén, ni los chavales ni las familias tienen como prioridad subsanar la pérdida que puede significar perder una pequeña parte del temario escolar.

La situación de confinamiento mente diferente a la situación de escolarización y la angustia ante la posibilidad de contraer la dolencia, la angustia ante el estado de personas mayores y queridas (abuelos, tíos, etc.) hace que los niños y jóvenes vivan en un estado emocional muy diferente del que pueden tener en un tiempo escolar normal. Y si a esto le añadimos la angustia de muchos padres y madres que han perdido el trabajo y no pueden pagar el alquiler o comprar comida, aún parece más absurdo tener que preocuparse por los contenidos escolares de los más pequeños.

Ante esta situación, y sin que esto quiera decir que no se tiene que hacer nada que tenga que ver con la escolarización, quizás habría que dejar los chavales un poco en paz. Quizás el que hace falta es no agobiarlos  más con la obligación de hacer todos los “deberes” y, en cambio estar muy atentos a sus miedos y angustias. Quizás habría que dejar que hagan cosas nuevas, que inventen, que tomen iniciativas, que busquen nuevas actividades, que jueguen, que recorten, que escriban (un diario, cartas a los amigos, cuentos inventados, pequeñas obras de teatro), que canten y bailen, que construyan instrumentos, que pinten y decoren, que se disfracen, que recuperen juegos de los más mayores, que cocinen y hagan pasteles, que ayudan en las tareas domésticas (barrer, sacar el polvo), que aprendan a coser un botón…0 incluso, que se aburran! Dicen que no hay nada más creativo que el aburrimiento!

Quizás no es lo mejor obligarlos a estar muchas horas ante la pantalla para recibir “las clases”, más bien al contrario, el que haría falta es justamente limitar las horas de ordenador y de móvil, las horas de tele y de videojuegos. Hay tiempo para todo, y hay que aprovecharlo lejos de las pantallas. Es preciso que ordenar un poco la vida y ponar algunas normas, y ayudar a que ellos y ellas se vayan organizando. Hay que darles ideas y pautas, cosas que pueden hacer (que  son muchas) y algunos límites para que no abusen, sobre todo de las pantallas. Quizás en vez de seguir “clases” escolares, es mucho mejor mirar documentales y leer historias que tengan que ver con los contenidos que están haciendo en la escuela. Reportajes de países remotos, personajes que han estudiado, la vida en una etapa concreta de la historia, visitas virtuales a museos, conciertos… y todo aquello que amplíe su bagaje intelectual, cultural y artístico.

También habría que aprovechar para estimular los valores de la solidaridad y la colaboración. Hace falta que los niños y los jóvenes entiendan el que está pasando, sin alarmismos, pero explicando también todo el trabajo que hacen el personal sanitario (salir al balcón a aplaudir), las personas que limpian, las personas voluntarias que ayudan a la gente mayor y, en general, todas aquellas personas que hacen posible que ellos y ellas puedan estar en casa, a cobijo del virus. Hay que explicar la importancia de tener una sanidad pública donde todas las personas, ricas o pobres, pueden ir a curarse. Y como el quedarse en casa es, en sí mismo, un acto de solidaridad con sus amigos y amigas, abuelos y abuelas y con la población en general.

Por parte del profesorado, no se trata de reconvertir el temario que tocaba en forma digital, sino tener contacto personal (virtual, está claro) con el alumnado, que puedan explicar como están y que hacen y darles diferentes opciones y materiales que los ayuden a pasar el tiempo y que sean educativas, en el sentido amplio de la palabra.

Todo esto quizás ahorraría la angustia de las familias y la desazón de los niños y jóvenes, y nos ahorraríamos, también, no aumentar la gran desigualdad escolar que ya existe. Es evidente que compensar las desigualdades que ya existían sin el coronavirus, es del todo imposible, pero lo que sí podríamos hacer es buscar maneras de no aumentarlas. Y esto querría decir: por un lado, no avanzar ninguna materia escolar, ya que ello dejaría atrás los que tienen más dificultades. Y por la otra, dedicar muchos más recursos el próximo curso para atender aquel alumnado que ha sido más perjudicado de este período de confinamiento.

Cuidaos mucho!

Fuente del artículo: Equipo de OVE.

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