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La eterna guerra en Siria de la que no se salvan ni escuelas ni hospitales

Redacción: El Espectador

Bombardeos aéreos y ataques casi a diario durante los últimos tres meses en la región de Idlib, en Siria, han cobrado la vida a 700 civiles y han causado más de 400.000 desplazados.

El régimen sirio, con la ayuda de Rusia, lleva tres meses bombardeando la región de Idlib, en manos de los yihadistas, sin dejar al margen ni escuelas ni hospitales, siguiendo una estrategia de «guerra de desgaste», según los expertos.

Dominada por los yihadistas de Hayat Tahrir Al Sham (HTS), la exrama siria de Al Qaeda, la provincia de Idlib, en el noroeste del país, tiene presencia también de otras facciones extremistas, además de algunos grupos rebeldes, debilitados.

El objetivo de los bombardeos aéreos y de los ataques casi diarios es «presionar a las facciones y a su base popular», explica Nawar Oliver, investigador del centro Omran, con sede en Estambul. «En esta región viven todos los sirios de la oposición y las familias de los combatientes», agregó.

La mitad de los tres millones de habitantes de Idlib y de su región son desplazados que huyeron de los combates hacia otras provincias, o que rechazaron quedarse en las localidades rebeldes conquistadas por el régimen.

La estrategia de «desgaste emprendida [por el régimen] es aterradora, se apunta contra civiles, establecimientos sanitarios y otras infraestructuras», subraya Oliver.

 

Los ataques suceden a diario en la provincia Siria de Idlib y atentan en gran parte contra la población civil. Foto: AFP

El último reducto rebelde en Siria

Desde finales de abril, los bombardeos en Idlib y en zonas aledañas controladas por yihadistas o por rebeldes en las provincias de Alepo, Hama y Latakia, mataron a más de 750 civiles, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).

La escalada de violencia se produjo pese al acuerdo cerrado en septiembre de 2018 entre Rusia y Turquía, que apoya a algunos rebeldes, para establecer una «zona desmilitarizada» que separe las áreas yihadistas o de insurgentes de los territorios gubernamentales colindantes. No obstante, algunas disposiciones no se están respetando.

El acuerdo «comportó un aplazamiento o una suspensión temporal de cualquier ofensiva terrestre del régimen», considera Oliver. Pero la campaña aérea podría preparar el terreno para «una operación terrestre».

Los bombardeos se concentran en el sur de Idlib y en el norte de Hama, donde unos mortíferos enfrentamientos oponen a combatientes prorrégimen contra yihadistas y rebeldes.

Rusia y el régimen de Bashar Al Asad «presentan Idlib como la última batalla, el último reducto terrorista», destaca Oliver.

Apoyándose en sus aliados, Rusia e Irán, el gobierno sirio reconquistó más del 60% del territorio. Pero, además de Idlib, quedan extensas regiones del este y del noreste en manos de las fuerzas kurdas, apoyadas por Washington.

Damasco abrió negociaciones sobre el destino de esas regiones, pero sin lograr avances.

«Rusia […] presiona para que el conjunto del territorio sirio esté bajo el control del poder de Asad», indica Samuel Ramani, investigador en la Universidad de Oxford, experto en la cuestión siria.

Un niño sirio llora desde una ambulancia tras un bombardeo aéreo en la provincia siria de Idlib. Foto: AFP

Refugiados y desplazados hacia Turquía

Pero, a pesar de la violencia de los combates, los combatientes leales a Al Asad no realizaron avances estratégicos sobre el terreno.

Para los expertos, esto se explica sobre todo por el apoyo militar que aporta Turquía a los rebeldes, y por la presencia de fuerzas turcas en los puestos de observación de ese sector.

«Rusia desea que Turquía renuncie a asistir militarmente» a los rebeldes, pues este apoyo «entorpece los avances» del régimen, afirma Ramani.

Turquía, que acoge a alrededor de 3,5 millones de refugiados sirios, teme que una ofensiva de envergadura en Idlib provoque un flujo masivo de desplazados hacia su frontera.

Es un riesgo real: muchos desplazados se han instalado en zonas próximas a la frontera.

«Moscú puede aceptar una influencia creciente de Turquía en Idlib a corto plazo. Pero Damasco exige que Turquía se vaya inmediatamente de Siria», apunta Nicholas Heras, del Center for a New American Security.

Sin embargo, «estabilizar Idlib para que los refugiados puedan empezar a volver allí, se traduce en una influencia turca todavía mayor», explica.

En esas condiciones, retomar Idlib, sostiene Ramani, «será una lenta guerra de desgaste para Al Asad».

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/la-eterna-guerra-en-siria-de-la-que-no-se-salvan-ni-escuelas-ni-hospitales-articulo-873227

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Deshumanización y guerras en el mundo

Por: Víctor Arrogante

Los conflictos armados producen desigualdad y millones de personas desplazadas y refugiadas. La concienciación de lo que ocurre en el mundo empieza con la información, pero es tanta y tan poco rigurosa que no se termina de entender la dimensión de la tragedia, salvo por las cifras escandalosas. Escuchamos hablar en los medios de la guerra de Siria y Afganistán, Irak, Yemen, República Democrática del Congo, Libia o Somalia, pero existen más guerra en el mundo, sobre las que va disminuyendo la información, hasta su desaparición total.

En la actualidad, se están dando los niveles más altos de desplazamiento registrados. Según datos de ACNUR; 70,8 millones de personas, se han visto obligados a abandonar su hogar. Entre ellos 25.9 millones de refugiados de los que más de la mitad son menores de 18 años. También hay millones de apátridas a quienes se les niega la nacionalidad y el acceso a derechos básicos como la educación, la atención médica, el empleo y la libertad de circulación. En el mundo, casi una persona es desplazada por la fuerza cada dos segundos, como resultado de un conflicto o persecución.

La guerra en Siria es una de las más largas y cruentas de la región. Por el tamaño y la población del país, ha generado una de las crisis de refugiados más graves desde la Segunda Guerra Mundial. Todo empezó en el año 2011, cuando miles de personas pidieron en las calles la dimisión del presidente Asad y que se realizaran diversas reformas políticas. Los opositores tomaron fuerza y se creó el Ejército Sirio Libre. Con el paso del tiempo entraron en escena los partidarios del yihadismo y el Estado Islámico. En el año 2014 se formó una coalición internacional liderada por Estados Unidos que comenzó a bombardear al Estado Islámico. El país se dividió en zonas, unas controladas por el régimen de Asad y otras por los rebeldes.

Tras ocho años de guerra, la ONU está tratando de crear un comité para redactar una nueva constitución, el primer gran paso para lograr la paz definitiva. En 2019, ocho años después del inicio de los combates, 6,1 millones de personas están desplazadas de sus hogares y 5,6 millones son refugiados en otros países de la región. La cifra de refugiados sirios aumenta cada día, en la mayor crisis de refugiados en el ámbito mundial de los últimos 25 años. Aunque países como Turquía, Líbano y Jordania han abierto sus puertas a las personas que huyen de los bombardeos en Siria, la ayuda humanitaria escasea tras tantos años de conflicto.

Azotado por la guerra y la violencia política desde los años 70 del siglo XX, Afganistán ha sido uno de los grandes focos de inestabilidad y desplazamientos forzados en Asia Central. Tras la salida de las tropas soviéticas en 1989, comenzó una nueva etapa de violencia interna que culminó con la intervención de la OTAN en 2001. En octubre de 2017 se cumplieron 16 años desde que Estados Unidos bombardeara por primera vez Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre. En este tiempo se han sucedido tres presidentes: George W. Bush, que declaró la guerra; Barack Obama, que la dio por terminada sin éxito en el año 2014; y Donald Trump, que ha visto cómo se han intensificado las acciones terroristas en los últimos meses. Para presionar en las negociaciones de paz, los Talibanes impiden a las ONG hacer su trabajo, cerrando clínicas y centros de ayuda.

El conflicto en Irak entre grupos armados y fuerzas gubernamentales, en los últimos años ha generado que en 2018 hubiera 1,8 millones de desplazados internos en el país, de los que el 53% son niños. A finales de 2017, la ofensiva gubernamental para recuperar el control de la ciudad de Mosul llevó al conflicto a su punto álgido. Aunque el país no se encuentra totalmente pacificado y muchos desplazados siguen sin poder regresar a sus casas, Irak fue el país con mayor número de retornados en 2018, con 945.000. Antes, el 20 de marzo de 2003, se produjo la llamada guerra de Irak, segunda guerra del Golfo, o conocida como Operación Libertad Duradera. El Estado Islámico ya no tiene el control efectivo de territorios, pero se mantiene fuerte en zonas desérticas o montañosas, desde donde lanza ataques estratégicos contra líderes tribales y políticos, tratando de aumentar la tensión entre las comunidades árabes y kurdas.

Se da la circunstancia de que una parte importante de la sociedad española se manifestó en contra del apoyo a la intervención en Irak, mostrado por el entonces presidente del gobierno José María Aznar. Este hecho y los atentados del 11-M, entre otros, motivaron un cambio de gobierno en el que el PSOE obtuvo mayoría tras las elecciones generales el 14 de marzo de 2004. Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno, fue ordenar la retirada de España de Irak, restando apoyo internacional a la ocupación. La coalición comandada por Bush, no encontró ninguna de las armas de destrucción masiva que fue el engaño para invadir Irak. (Ver Guerra de Irak, participación de España y armas de destrucción masiva).

Yemen, con más de cuatro años de guerra, se ha convertido en el escenario de una de las peores crisis humanitarias del planeta. El alto el fuego en Hodeidah en 2018 disminuyó significativamente la cifra de muertes de civiles, pero no así en otras zonas del país. La extensión del conflicto, el colapso de la economía, la inseguridad alimentaria y el derrumbamiento de los servicios públicos básicos, han generado que el 80% de la población necesite ayuda humanitaria para sobrevivir. La ONU alerta de que la hambruna en Yemen, podría ser la peor de los últimos 100 años en el mundo. El 53% de la población no tiene nada que comer y más de un millón y medio de niños sufren desnutrición aguda. La guerra se ha cebado con los más débiles, en uno de los países más pobres del mundo.

Yemen sufrió un golpe de Estado en 2014, y la guerra se ha convertido en un conflicto que enfrenta a las diferentes entidades que quieren formar el gobierno. En este caso también ha intervenido el Estado Islámico y Al-Qaeda. El problema se agravó cuando una coalición de estados árabes dirigida por Arabia Saudí comenzó a bombardear el país en el año 2015. Tras cinco años de guerra, servicios básicos como la Sanidad o la Educación prácticamente ya no existen. Además, según la ONU, hay más de tres millones de desplazados y el 80% de la población necesita ayuda. Los más pequeños, como siempre, se llevan la peor parte. Unicef ha calificado el país como «un infierno en la tierra» para los niños, donde miles de ellos se están convirtiendo en niños soldado.

Si hay una guerra que no termina nunca es la de la República Democrática del Congo. Comenzó en el año 1996 y todavía perdura, produciendo personas refugiadas, hambre y muerte. La tensión aumentó gravemente a raíz de la negativa del presidente Kabila a dejar el poder después de haber sucedido a su padre en el año 2001. La guerra ha arrasado los campos de cultivo, han aumentado los precios y miles de personas se han visto obligadas a dejar sus casas. En julio de 2019, la OMS ha calificado como emergencia internacional un nuevo brote de ébola. Esto se une a un brote de sarampión con más de 115.000 afectados. Guerra interminable, epidemias, campamentos de refugiados superpoblados e insalubres, donde la situación es desesperada.

Otro conflicto vivo es el de Libia, que se encuentra a un paso de la guerra civil y amenaza a toda la región, sin signos de una paz en un futuro cercano. El panorama muestra una probable fragmentación del país. Durante 2019 ha ido fortaleciéndose el Ejército Nacional de Libia, una facción bajo el mando de Khalifa Haftar, opositor al gobierno reconocido internacionalmente, que cada vez cuenta con menos territorio bajo su control. El ENL ha ampliado su presencia e influencia en el sur de Libia desde mediados de enero. Ha firmado la paz con grupos armados tuareg y se ha enfrentado con otros, para mantener el control de campos petrolíferos.

Somalia, considerado como ejemplo paradigmático de estado fallido, lleva en guerra interna desde los años 90 del siglo pasado. La mayor parte del país está fuera de control del Gobierno, que en los últimos años ha logrado recuperar su influencia en el sur del país tras una ofensiva apoyada por la Unión Africana. A la violencia armada hay que sumar los estragos del cambio climático. Más de 2 millones de personas se han convertido en desplazados a causa de la sequía, las inundaciones y el propio conflicto. Esto ha provocado que la población desplazada se duplique hasta los 2,6 millones.

En la medida que EEUU deja de liderar el orden internacional, más países tratan de reforzar su influencia, mediante la intromisión en conflictos de otros Estados. Desde el inicio del siglo XXI las guerras se han multiplicado principalmente en África y Oriente Medio, conflictos que provocan un mayor número de desplazamientos forzados y víctimas en pleno 2019; conflictos interminables que tienen consecuencias muy graves sobre los países y especialmente sobre, la población civil, que es siempre la principal damnificada y las mujeres son las principales víctimas de los conflictos armados.

Más de 24.000 niños fueron asesinados, heridos, mutilados, reclutados a la fuerza y secuestrados, o sufrieron abusos sexuales y otras violaciones de sus derechos humanos durante el año 2018, según el último Informe Anual del Secretario General sobre Niños y Conflictos Armados. De esa cifra, más de la mitad corresponde a quienes perdieron la vida o quienes resultaron con graves heridas, como la pérdida de algún miembro de su cuerpo, principalmente por incidentes de fuego cruzado, restos de explosivos de guerra, minas terrestres y otras acciones de combate perpetradas tanto por grupos no estatales, como actores estatales y fuerzas multinacionales.

La paz es el estado ideal de armonía, libertad, seguridad en un mundo democrático. Podemos construir un mundo en el que impere la paz, la justicia y la solidaridad, trabajando de manera colectiva, enriqueciéndonos con las diferencias culturales y aprendiendo cada día. Somos responsables de crear un mundo mejor.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259296

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Carta de una madre siria a su hija. El documental “Para Sama” muestra la guerra de un modo inusualmente íntimo

Redacción: Sarah Aziza

La mayor parte del público occidental concibe la región de “Oriente Medio” como una gran franja de caos constante e inescrutable. En función de esa idea, los diversos conflictos, insurgencias y revoluciones civiles se asientan en un único paisaje de horror, representado por imágenes ubicuas de oleadas de humo y destrucción incolora. L a violencia es, al parecer, endémica en la región, tan natural e inevitable como el desierto infinito y hostil.

Esta falta de historicidad -y la posterior negación de responsabilidad- puede atribuirse en parte a los medios de comunicación occidentales que favorecen los titulares sensacionalistas y reduccionistas por encima de los matices. En función de ello, a muchos residentes de la región, incluidos los que viven en zonas de conflicto, se les niega cualquier apariencia de cobertura mediática libre y precisa, al mismo tiempo que los principales medios locales se dedican a traficar con la propaganda gubernamental. En ambos escenarios, las voces de los ciudadanos “comunes” están deplorable y peligrosamente ausentes.

Este doble déficit es lo que los cineastas Waad al-Katib y Edward Watts intentaron remediar en su nuevo documental “Para Sama”, que se estrena este fin de semana en algunas ciudades, y que se emitirá más adelante en Frontline PBS. El póster de la película juega con el estereotipo: una mujer aparece de pie contra un fondo de edificios destrozados y escombros. Su rostro estoico y el entorno sombrío evocan asociaciones rutinarias de tragedia, pero la imagen contiene un detalle inesperado: una niña pequeña, de rostro vivaz y ojos muy abiertos, mira desde el portabebés atado al pecho de su madre. Ella es la homónima Sama, la primogénita de al-Katib, cuyo nacimiento y primeros años enmarcan una película que es una carta de amor maternal y la historia de una revolución. “Sama, he hecho esta película para ti”, dice al-Katib en una voz en off. “Necesito que entiendas por qué estábamos luchando”.

Es este marco el que distingue “Para Sama” de tantos documentales de guerra. La mayor parte de la película se centra en la vida confinada y desgarradora de la joven familia al-Katib durante el asedio de las fuerzas del gobierno sirio sobre el este de Alepo en 2016. Está limitada a un elenco reducido de personajes: un equipo de médicos y activistas que dirigen un hospital provisional, y un o de los hogares del vecindario, introduciendo así al público en la realidad tensa y enclaustrada de la rutina diaria y entumecida de la guerra.

Este enfoque íntimo fue la forma en la que al-Katib perturbó y amplió la cobertura convencional sobre su pueblo. “Nunca me sentí representada en las noticias respecto a Siria”, dijo al-Katib en una entrevista con The Intercept. “No hay percepciones humanas en esos informes. Hablan de una ‘guerra’ y la gente piensa en ejércitos, líneas de frente, tanques, pero no es así. No se trata de dos bandos luchando entre sí en pie de igualdad. Se trata de personas que luchan por una vida mejor, por la libertad, y de ejércitos que quieren destruirlas”.

El alcance narrativo de la película, basada en los personajes, en forma alguna excluye las dimensiones políticas del conflicto de Siria. al-Katib se involucró desde el principio en los levantamientos civiles contra el presidente sirio Bashar Asad, y llegó al periodismo a través de su participación y activismo en las calles. Las primeras escenas de la película la muestran con 18 años, una joven activista que participa en la oleada inicial de esperanza eufórica que desbordó a la Universidad de Alepo, donde estudiaba, cuando comenzó la revolución. Pronto empieza a filmar de forma amateur las protestas y manifestaciones, primero en su teléfono, luego con cámaras prestadas y, finalmente, con la suya propia.

La historia pasa de las entusiastas protestas del campus a los eventos cada vez más sombríos y violentos de la represión del régimen. Cuando el contingente rebelde es derrotado en el este de Alepo, al-Katib decide seguirlos, junto con un pequeño grupo de jóvenes luchadores por la libertad y de médicos voluntarios. En medio de una campaña progresiva de bombardeos por parte del régimen y de las fuerzas rusas, el grupo levanta un pequeño hospital improvisado que atiende a los heridos en condiciones cada vez más precarias.

La película muestra secuencias muy duras de ver. Tomas de morteros que caen y escenas de gran confusión en el hospital, donde los médicos trepan por suelos manchados de sangre, luchando por salvar a las víctimas destrozadas que llegan y les desbordan minutos después de cada explosión. Al-Katib lo graba todo en el marco de su cámara de mano, negándose a retroceder ante imágenes mucho más horribles de lo que la mayoría de las audiencias occidentales están acostumbradas a ver.

La decisión de los cineastas de incluir estas escenas más impactantes conllevaba un alejamiento deliberado de la distancia esterilizada que veían en la mayor parte del periodismo occidental dominante. Al-Katib y Watts tienen poca paciencia para los debates sobre la “idoneidad” de mostrar los aspectos más horripilantes de la guerra. “No creo que haya que proteger a la gente”, dijo al-Katib. “¡Estas cosas están sucediendo! Ofrecer a la gente la opción de ignorarlo es un error. Los niños están muriendo, los hospitales están siendo bombardeados, y estos horrores continúan en lugares como Idlib”.

Originalmente, al-Katib se propuso capturar estas escenas en un esfuerzo por crear un cuerpo de evidencias que esperaba que algún día ayudara a acusar al régimen. “Realmente, sentí que no saldríamos vivos de Alepo”, dijo, “así que pensé, lo menos que puedo hacer es dejar un registro para que un día, cuando Asad sea llevado ante la justicia, haya pruebas de todos sus crímenes”. El archivo resultante totalizó más de 500 horas de metraje, que comprenden anotaciones personales, tipo diario, desde el dormitorio improvisado de al-Katib, y la campaña del régimen contra civiles y hospitales, hasta tomas de operaciones de rescate posteriores al bombardeo emprendidas por debajo de un cielo que aún retumba.

Algunas de las imágenes más impresionantes se producen en los momentos más tranquilos de la película. En uno, al-Katib está abrazando a su recién nacida cuando la idílica escena se ve interrumpida por el sonido de los bombardeos cercanos. Ella dice: “Hoy hay muchos ataques aéreos, ¿verdad? ¡Pero no nos han alcanzado, ay!”. En otra escena, una toma de Sama con sus mejillas rosadas contrasta con el cuerpo gris azulado de un niño muerto de aproximadamente la misma edad.

“No soy solo una mujer”, dijo al-Katib sobre estas escenas íntimas, “pero esta fue una de las principales formas en que experimenté el conflicto: como mujer, como madre. Veo a ese bebé, muerto, y por supuesto que estoy pensando: podría ser Sama. Podría ser la madre de un bebé muerto. Podría morirme en cualquier momento. Tenía que mostrar ese momento, ese sentimiento”.

 

Waad, Hamza y Sama al-Katib miran los grafitis que pintaron en un edificio bombardeado, protestando por el exilio forzado de la población civil en el este de Alepo en diciembre de 2016. (Foto: Cortesía de PBS Distribution)

La yuxtaposición de ternura y horror a lo largo de la película muestra todo lo que está en juego en el conflicto sirio en sus dimensiones ineludiblemente personales. Esto era algo esencial para al-Katib y Watts, quienes reconocen el cansancio que sienten muchos en Occidente ante el problema sirio. Watts espera que la película logre que el “conflicto” se comprenda en términos más tangibles y humanos. “La gente tiene una actitud muy confusa con respecto a Siria y Oriente Medio en general, la sensación de que las guerras son una especie de desastres naturales que se extienden sin contexto ni razón”, dijo Watts. “Queremos cambiar eso”.

Otro de los “personajes” principales se alza más allá del marco de la película de al-Katib: la comunidad internacional, personificada en las ONG y los relatores que están en contacto con el equipo del hospital más allá de las fronteras sitiadas de Alepo. El esposo de Al-Katib, Hamza al-Katib, es el punto de contacto para muchas de estas conversaciones, realizando entrevistas con los medios de comunicación y consultas con los negociadores a través de su teléfono celular. También en estas interacciones surge la cuestión de la eficacia. “Pasé horas y horas hablando con ellos (periodistas, la Organización Mundial de la Salud, la ONU), pero no sé si eso cambió la situación”, dijo Hamza en una entrevista con The Intercept. “No parecía que los informes de los medios tuvieran algún impacto en los responsables políticos. Y las ONG creían tener una idea muy clara de la forma ‘correcta’ de ‘resolver’ un conflicto: escuchaban muy poco nuestros deseos”.

Durante todo el conflicto, el personal del hospital y los activistas presentaron una petición esencial, que no fue atendida, dijo Hamza: “Por favor, si quieren ayudar, saquen a Asad del poder. Después de eso, los sirios se encargarán de Siria”. En cambio, dijo, la comunidad internacional “se puso a negociar con el régimen. Y, mientras tanto, ese régimen iba matándonos”.

La mayor decepción de todas, dicen los al-Katib, fue la evacuación forzada de su ciudad en 2016, equivalente a la derrota. “Ese dolor fue peor que cualquier cosa que experimentamos durante toda la guerra”, dijo Waad al-Katib. “Dejar nuestro hogar, después de luchar durante tanto tiempo, nos rompió el corazón. Los negociadores de la ONU dijeron que estaban ‘salvando a Alepo’ y, sin embargo, estaban actuando a favor del régimen”.

Los al-Katib viven ahora como refugiados en el Reino Unido. Dicen que la cálida acogida de su película [en el Festival de Cannes] les ha dado un renovado sentido de empoderamiento e incluso de esperanza. “Lo que no esperábamos era que tantas personas nos fueran a preguntar después de ver la película, ‘¿Qué podemos hacer?’”, dice Waad con un tono entusiasta en la voz. En respuesta, los al-Katib planean lanzar campañas de concientización y defensa sobre el bombardeo de hospitales por el régimen de Asad, y abordar la difícil situación de los refugiados sirios.

“Nadie crece soñando con convertirse en refugiado”, dijo Hamza, quien no ha podido ejercer como médico desde que abandonó su país. Waad agregó: “Queremos que la gente entienda que cada refugiado es un individuo con una historia. Hay razones por las que estas personas son refugiados: están huyendo del peligro y solo quieren una vida mejor para ellos y sus familias”. Los al-Katib continúan pidiendo, abierta e inequívocamente, la destitución del régimen de Asad, mientras alimentan las esperanzas de poder volver un día. “Puede que esto no suceda en cinco ni en diez años, pero necesitamos creer que volveremos”, dijo Waad. Hamza se mostró de acuerdo: “Si a Asad se le permite ganar, si el mundo se niega a llevarlo ante la justicia, estamos viviendo en un mundo terrible. No podemos permitirnos creer que es así”.

“Si tuviera algún mensaje, sería este”, agregó: “No den la espalda a Siria”.

Sarah Aziza centra su interés en cuestiones relativas a las relaciones exteriores, derechos humanos y de género. Sus trabajos han aparecido publicados en Harper’s, The Atlantic, Slate y The Nation, entre otros medios.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=258993

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La mirada de una joven refugiada sobre la educación. Muzoon Almellehan, embajadora de Unicef (VIDEO)

Siria / 28 de julio de 2019 / Autor: AprendemosJuntos / Fuente: Youtube

Publicado el 19 jun. 2019

 

 

 

Con 14 años escapó de la guerra en Siria, junto a su familia, rumbo a un campo refugiados en Jordania. A cuestas llevaba solo lo imprescindible para ella: sus libros escolares. Para Muzoon Almellehan, la educación significa esperanza y futuro. Durante los tres años que vivió en campos de refugiados luchó por concienciar a las familias acerca de la importancia de la educación. Ella no cuenta solo su historia, o la de los niños sirios, sino la de millones de niños del mundo que no tienen voz.

Su inspiradora historia, su valentía y su firme defensa de la educación han hecho que muchos se refieran a ella como la ‘Malala siria’. En 2017 se convirtió en la primera Embajadora de buena voluntad de UNICEF con estatus de refugiada. “Cuando negamos a los niños y a las niñas su derecho a la educación, les impedimos que tengan esperanza, que alcancen sus metas y que algún día puedan volver a sus países para reconstruirlos”, afirma.

Fuente de la Conferencia: https://www.youtube.com/watch?v=VXjST-1TOWE

ove/mahv

 

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 28 de julio de 2019: hora tras hora (24×24)

28 de julio de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 28 de julio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

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España: La escuela más grande del mundo

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¡Gracias, Peter Tabichi!

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La Entrevista Educativa – Jaime Lavados -Neurociencia y educación

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Libro: Aprende como Einstein (Lectura online)

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Editorialmente Cuarta Temporada Programa No.3 : «Transgresión y educación siglo XVI-XIX» (Video)

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ove/mahv

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Save the Children alerta de que la cifra de niños muertos en Idlib supera en cuatro semanas el total de 2018

Redacción: Europa Press

Save the Children ha alertado de que el número de niños muertos como consecuencia de la guerra en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, ha superado en las últimas cuatro semanas el total de menores fallecidos en todo 2018.

Basándose en sus datos y los recabados por la organización asociada Hurras Network, Save the Children ha señalado que «al menos 33 niños han sido asesinados desde el pasado 24 de junio, en comparación con los 31 niños asesinados durante todo 2018».

Save the Children ha asegurado que esta semana ha sido «la más mortal desde que se intensificó la violencia a finales de abril», con ocho menores muertos por culpa del conflicto solo en la jornada del lunes. «En total, al menos 400 personas, incluidos 90 niños, han perdido la vida desde finales de abril y hay 440.000 nuevas personas desplazadas», ha advertido.

La organización no gubernamental ha afirmado que esta semana ha sido «la más letal» desde que se intensificaron los combates en el noroeste de Siria, una región en la que actualmente viven unos tres millones de personas. «Los múltiples ataques aéreos y bombardeos han dejado más de 66 muertos y cientos de heridos. Muchos de los cuerpos todavía se están recuperando de los escombros», ha señalado.

«La situación actual en Idlib es una pesadilla. Las heridas y lesiones que estamos viendo son horribles. Está claro que, una vez más, niños y niñas están siendo asesinados en ataques indiscriminados», ha denunciado la directora de Respuesta Humanitaria de Save the Children en Siria, Sonia Khush.

«El bombardeo es implacable. Parece que los diferentes bandos han dejado de pelearse entre ellos y ahora nos están combatiendo a nosotros, los civiles. Es simplemente una brutalidad sin sentido. Vi a decenas de personas asesinadas en el mercado, despedazadas, incluidos muchos niños y niñas pequeños que jugaban en la calle. Deberían haber estado a salvo», ha explicado a Save the Children Ahmad, un testigo de los ataques.

En cuanto a la situación de las instalaciones sanitarias y las escuelas, Save the Children ha dicho que en las últimas dos semanas al menos cuatro instalaciones médicas se han visto afectadas por «la violencia, además de una estación de agua que atiende a más de 80.000 personas, y varias escuelas». También han sufrido graves daños los asentamientos para civiles desplazados, mercados y panaderías, según la ONU.

La ONG ha recordado que han sido atacadas ocho instalaciones de agua potable que dan servicio a unas 250.000 personas en el sur de Idlib y que la falta de estas infraestructuras unida a las altas temperaturas por el verano dejan a la población más expuesta al riesgo de contraer enfermedades.

«Los niños y niñas del noroeste de Siria han estado atrapados en violentos conflictos durante 80 días sin calma. Se les ha negado su derecho a la educación, la comida, la atención médica y se les ha obligado a dormir debajo de los árboles desde hace meses», ha señalado Khush.

En relación al sistema educativo, ha contado que en toda Siria hay 2,1 millones de niños que van a la escuela y 1,3 millones «corren el riesgo de abandonarla». «En el noroeste, al menos 44 escuelas han sido dañadas o destruidas recientemente, a medida que aumentan los ataques contra las instalaciones educativas y el personal», ha indicado la ONG.

Save the Children ha emplazado a todas las partes en el conflicto a que respeten el derecho internacional humanitario y los Derechos Humanos y «antepongan la protección de los civiles». «Las escuelas, hospitales y otras infraestructuras civiles vitales deben protegerse de los ataques», ha recalcado.

La ONG ha apoyado hasta la fecha a 3,1 millones de personas en Siria, incluidos dos millones de niños, prestando servicios de salud, higiene, alimentación y nutrición, apoyo psicosocial, actividades de protección infantil y restaurando el acceso de los menores a la educación.

Fuente: https://www.europapress.es/internacional/noticia-save-the-children-alerta-cifra-ninos-muertos-idlib-supera-cuatro-semanas-total-2018-20190725160140.html

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Siria adopta plan para rehabilitar escuelas dañadas por el terrorismo

Asia/Siria/04 Julio 2019/Fuente: Prensa Latina

El gobierno sirio aprobó un presupuesto ascendente a ocho millones de dólares para rehabilitar las escuelas afectadas por acciones de los terroristas en diferentes provincias de esta nación árabe, informo hoy la agencia SANA.
Esos fondos fueron aprobados durante la sesión semanal del gabinete sirio, con el propósito de restaurar las escuelas destruidas, parcial o completamente, a consecuencia de las acciones terroristas, indicaron fuentes oficiales citadas por el medio informativo local.

El ministro de Educación sirio, Emad Al-Azeb, había anunciado que más de nueve mil escuelas necesitan obras de rehabilitación, y reveló que un cuarto de millón de estudiantes se reincorporan a sus aulas en el curso 2018-2019.

Antes del inicio de la guerra terrorista en el 2011, Siria tenía uno de los mejores índices de salud y educación en Oriente Medio.

Los ataques sistemáticos de los terroristas afectaron seriamente el sector de la educación que el Gobierno sirio trata de recuperar tras la liberación de la mayor parte del territorio nacional del terrorismo.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=287734&SEO=siria-adopta-plan-para-rehabilitar-escuelas-danadas-por-el-terrorismo
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