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Nuevas trampas transgénicas y la emergencia de la ciencia digna

Por: Silvia Ribeiro

Lo mejor de los transgénicos es que en todo el mundo han despertado una enorme reacción en su contra. Aunque las transnacionales que los manejan gastan cientos de millones de dólares en propaganda, corrupción de científicos y gobiernos, para tratar de convencernos de que son inocuos y hasta mejores que las semillas híbridas, no lo logran.

La mayoría de la gente, en cualquier parte del mundo, prefiere no comer transgénicos. Muchos no pueden evitarlo, porque no saben qué alimentos los contienen: las empresas han hecho todo lo posible para que ni siquiera se etiqueten. Pero aún así, la actitud de rechazo continúa, aunque los transgénicos sean impuestos en campo o alimentos, no existe resignación.

Esto podría parecer nimio, pero es una enorme ganancia para nuestro campo, porque no solamente significa prevenir y protegerse de los impactos de los transgénicos, además es un estupendo ejemplo de resistencia a la colonización de la mente. Cuando no aceptamos una situación, aunque sea impuesta por la legalidad o la fuerza, siempre seguiremos buscando la manera de salir de ella. Es una gran diferencia con la llamada “Revolución Verde”, que logró asentar en la mayoría de la gente el mito de que semillas híbridas, agrotóxicos y maquinarias eran señal de progreso y le darían de comer a la humanidad, lo cual nunca sucedió, pero desataron una ola de contaminación, acaparamiento de tierras y desplazamiento de parcelas campesinas.

Junto al rechazo a los transgénicos, crece también una crítica más profunda al sistema alimentario agroindustrial, a las corporaciones que se apropian de nuestros cuerpos y territorios, que nos llenan de tóxicos agua, tierra y alimentos, incluso a la propia tecno-ciencia que les dio origen, no sólo porque haya sido Monsanto que creó el primer transgénico. Hay un cuestionamiento cada vez más extendido a esa tecno-ciencia reduccionista que elimina la complejidad, los factores sociales, culturales, ambientales o cualquier otro que impida convertir su investigación en productos para la ganancia.

Por todos estos factores de críticas crecientes, la industria biotecnológica hace ahora grandes esfuerzos para deslindar a los nuevos transgénicos de la resistencia social. Para empezar tratan de cambiarles el nombre, alegando que por usar otras formas de biotecnología que pueden no insertar nuevo material genético, no son “trans”-génicos.

El término que han elegido para referirse a estas nuevas biotecnologías es “edición genómica”, una forma que quieren que parezca inocua, como cambiar una letra o una palabra en un texto, que pretenden no afectaría gran cosa. Aquí engloban tecnologías, como nucleasas con dedos de zinc (ZFN), nucleasas sintéticas (TALEN), micro ARN, ARN de interferencia o metilación dependiente de ARN y CRISPR, entre otras. No voy a detallar las particularidades de estas técnicas, pero al igual que con los transgénicos, se trata de ingeniería, no de métodos naturales, es manipulación deliberada de la composición genética de seres vivos, sea cortando o desactivando funciones de los genes o agregando otros.

Estas nuevas biotecnologías han ido surgiendo por la búsqueda de nuevas herramientas más eficaces para la manipulación genómica, en su vasta mayoría motivada por el afán de lucro de empresas. De cierta forma son un reconocimiento implícito de lo que siempre hemos dicho sobre la ingeniería genética aplicada a los transgénicos: que es una técnica burda, que no tiene control de las consecuencias que provocan en las interacciones entre los genes, en los organismos o los ecosistemas.

Pero al ser manipulación de genomas, todas esas nuevas biotecnologías conllevan también impactos y consecuencias imprevistos, ya que el conocimiento sobre las funciones de los genes y sus interacciones siguen teniendo grandes vacíos.

La mayoría de estas nuevas tecnologías están basadas en biología sintética, es decir, ya no usan genes de seres vivos, sino genes sintetizados en laboratorio que pueden o no replicar los que existen, por lo que agregan toda una nueva serie de impactos posibles y desconocidos.

De todas ellas, hay dos tecnologías de alto impacto que es importante conocer: CRISPR-Cas9 y una aplicación particular de ésta, que son los llamados “conductores genéticos”.

CRISPR, por sus siglas en inglés, significa “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas e interespaciadas regularmente” y es una construcción sintética que imita una forma de defensa natural de las bacterias. Cas9 es un sistema de doble “corte” de la cadena deADN para silenciar o agregar otros genes.

Esta tecnología apenas se hizo funcional en 2012, pero tiene dos aspectos que hicieron que se diseminara muy rápidamente: es barata y es más exacta que las técnicas que se usan con los transgénicos. En éstas era imposible determinar en qué lugar del cromosoma se insertaba un constructo genético. CRISPR-Cas9 permite reconocer un gen específico y cortarlo, deshabilitando ese gen, o insertar otros.

Aunque parezca más exacta, la tecnología no es tan precisa como la quieren presentar. Como explica el Dr. Jonathan Latham, de Independent Science News, creer que precisión equivale a control es un gran error, particularmente en sistemas vivos como el ADN: “Supongamos que yo, que no hablo chino, quisiera eliminar de forma precisa un carácter de un texto escrito en chino, o una línea, o una página. Tendría un cien por ciento de precisión, pero ningún control sobre los cambios en el significado. La precisión, por tanto, sólo es útil en la medida en que va acompañada de comprensión, y ningún biólogo puede afirmar que en este momento entendamos el ADN – ¿si no por qué lo seguimos estudiando?” (J. Latham, El mito de la precisión de CRISPR).

No existen en ningún país regulaciones de bioseguridad adecuadas a estas nuevas biotecnologías ni se conocen qué impactos pueden tener sobre salud o medioambiente. La industria biotecnológica, desde sus mayores corporaciones, está ahora intentando convencer a la Unión Europea y Estados Unidos que cualquier planta u organismo que se manipule con estas nuevas tecnologías, solamente están “editados genómicamente” y por tanto no necesitan pasar por las regulaciones de bioseguridad. Ya lo consiguieron en el caso de un champiñón manipulado con CRISPR para no volverse marrón al cortarlo, que se vende desde este año en Estados Unidos sin que el público tenga idea de ello. En Europa la presión de la industria para no pasar por regulación o que no se considere transgénico es aún mayor porque hay 17 países que prohíben transgénicos.

Una aplicación particularmente preocupante de CRISPR-Cas9 es la construcción de conductores genéticos (gene drives en inglés). Esto es una forma de hacer transgénicos para manipular especies silvestres, y asegurar que los genes modificados pasen siempre a la generación siguiente. Con los cultivos transgénicos existe ya el problema de la contaminación, pero éstos deben ser plantados cada año y además, las plantas no transgénicas, al no reconocer los genes extraños, tienden a eliminarlos en algunas generaciones.

Esta nueva construcción genética –organismos con conductores genéticos– asegura que el gen permanezca en todas las generaciones subsiguientes. Si es por ejemplo un gen para hacer que sólo nazcan machos (desde plantas y mosquitos a cualquier mamífero) se podría extinguir toda una especie. Aunque lo presentan como opción para eliminar “especies dañinas”, es un arma muy peligrosa en manos de quiénes fácilmente pueden definir todo lo que molesta a sus negocios agrícolas u otros, como dañino o plaga. (Ver artículo de Jim Thomas, ETC)

Son tecnologías, cuyo espectro de acción es tan amplio y las consecuencias tan devastadoras, que es necesario trabajar por su prohibición.

En ese sentido, la extendida crítica social hacia los transgénicos es una base de apoyo, necesitamos ahora desarmar las nuevas armas de lenguaje con que nos quieren confundir las empresas y los científicos que trabajan para ellas.

La reciente declaración de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL) sobre nuevas tecnologías, apunta a ello. “Cuestionamos la seguridad de esta tecnología, que juega con la manipulación genética a pesar del gran desconocimiento que existe sobre su funcionamiento, y sobre los efectos que su aplicación podrían desencadenar a nivel celular, del organismo de la salud humana y del ambiente. No pedimos para estas nuevas tecnologías la aplicación de normas de bioseguridad ni el desarrollo de estrictas evaluaciones de riesgo, sino la suspensión de toda la experimentación en este campo.

Cuestionamos el exagerado rol que se da a “la ciencia” y al sistema científico tecnológico en el proceso de toma de decisiones relacionado con la adopción de estas nuevas tecnologías, pues sabemos que la investigación científica encarna las mismas relaciones de poder que se dan en la sociedad, y que las principales líneas de investigación son decididas por quienes las auspician y financian.”

  • Articulo tomado de: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Transgenicos/Nuevas-trampas-transgenicas-y-la-emergencia-de-la-ciencia-digna
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El problema de la basura en las calles latinoamericanas

Por Carlos Ruperto Fermín

Cuando se trata de reducir los índices de contaminación ambiental y fomentar la práctica de la Cultura del Reciclaje, los latinoamericanos sufrimos de un continuo bloqueo mental, que nos impide asumir la responsabilidad de proteger los recursos naturales del Medio Ambiente, y generar respuestas positivas de cambio a favor del saturado planeta Tierra.

La sistemática indiferencia ecológica en América Latina, permite que los latinoamericanos produzcan de 0,7 a 1,3 kilogramos de basura a diario, por lo que cada 24 horas se originan más de 500 mil toneladas de desechos sólidos, que termina promediando casi 200 millones de toneladas de residuos anualmente. De esa trágica cifra, se recicla menos del 15% de los materiales orgánicos e inorgánicos que se descargan en los vertederos de basura a cielo abierto, los cuales acumulan, queman y contaminan toda la desidia ambiental, ocasionada por la ignorancia de los más de 600 millones de latinoamericanos que atiborran las calles de nuestra capitalista geografía.

Desayunamos, almorzamos y cenamos, pero ¿Dónde termina el cartón de huevos, la botella de Coca-Cola y la lata de atún?

Compramos, vendemos y regalamos, pero ¿Dónde termina la colilla del cigarro, el blister de los juguetes y el vidrio de los licores?

Leemos, viajamos y rezamos, pero ¿Dónde termina el papel periódico, las hojillas de afeitar y los test de embarazo?

Lloramos, reímos y soñamos, pero ¿Dónde termina el envase del cloro, el envoltorio de las galletas y las cáscaras de las frutas?

Trabajamos, dormimos y despertamos, pero ¿Dónde termina el pañal desechable, los discos compactos rayados y la mugre de las uñas?

Nacemos, crecemos y morimos, pero ¿Dónde termina el pote de champú, el tetra pak de la leche, las jeringas del hospital y las bujías oxidadas?

La respuesta es muy sencilla. Gran parte de la basura latinoamericana termina aglutinada en una genérica bolsa de plástico negra, blanca o transparente, que se deposita en el genérico contenedor de basura frente a nuestro domicilio, esperando que las agujas del reloj marquen la impuntual llegada del genérico camión compactador, que trasladará con gritos industriales todos los desechos sólidos hasta el genérico vertedero a cielo abierto, para que de generación en generación se repita la misma errática historia de abuso ambiental.

¿Por qué somos tan sinvergüenzas? Vivimos destruyendo el entorno biofísico que albergamos, y nos quedamos calladitos ante el gran ecocidio que perpetramos en la oficina, en el hogar, en las plazas, en los parques, en las playas y en las aceras de nuestros países. Desde Toluca de Lerdo en México, pasando por Maracaibo en Venezuela, y llegando hasta Tucumán en Argentina, observamos que la irracionalidad ecológica de la población latinoamericana, demuestra la falta de Conservacionismo entre los ciudadanos, y la negativa de los gobiernos de turno en aplicar la normativa legal que prioriza la práctica obligatoria del reciclaje.

Surgen las interrogantes ¿A qué normativas legales nos estamos refiriendo? ¿Será a las fantasmagóricas leyes sobre la Gestión Integral de los Desechos Sólidos, o a las ordenanzas municipales que nunca se transfieren a la colectividad?

Es obvio que la política ambiental vigente en Latinoamérica, coexiste con el mal olor, con las ratas, con los cerdos, con las moscas, con los gusanos, y con el metano que habita debajo de las capas de basura en La Ciénaga, en El Rodeo, en La Bonanza, en Yotoco, en Villa Hayes, en Norte III, en La Esmeralda, en La Chorrera, en El Milagro, en Cerro Patacón, en San José, en La Cañada, en Zona 3, en Las Iguanas, en Santiago Poniente, en Doña Juana, en Atiquizaya, en Huajara, en Yopal, en Calle 100, en Los Pinos y en el resto de los laberintos de aniquilación ambiental, mejor conocidos como rellenos sanitarios, vertederos o botaderos de basura.

Recordemos que los mencionados laberintos del ecocidio, no fueron, no son y nunca serán la respuesta ambientalmente inteligente para alcanzar el desarrollo sostenible y sustentable de los pueblos. La cal, el aserrín y la arena, no pudieron ocultar las prolongadas grietas del extinto Jardim Gramacho, que vivió más de 30 años soportando la extrema negligencia carioca, y pronosticó la imparable crisis ecológica del actual siglo XXI.

Por desgracia, los rellenos sanitarios no representan un mecanismo técnico eficaz para disponer de la basura urbana. La verdad, es que son improvisadas áreas naturales demarcadas con estratégicos vocablos politizados, donde las empresas contratistas jamás terminan recolectando, clasificando y llevando la basura hasta los centros autorizados de reciclaje, que aprovecharían los materiales desechados en aras de su reutilización como materia prima, para la fabricación de nuevos productos de bajo impacto ambiental.

Por el contrario, en América Latina se acostumbra a quemar la basura en horas de la madrugada, desprendiendo un huracán de cenizas tóxicas que maltrata la calidad del aire, y provoca enfermedades respiratorias a las personas que las inhalan, pues esas sustancias nocivas para la salud, malogran los pulmones de los Seres Humanos y carcomen la caja torácica del alérgico Medio Ambiente.

Imagina que se queme una bombilla rota en un vertedero de basura, cuyo mercurio se mezcla con el poliestireno expandido de una vieja manualidad escolar, la cual se filtra con la espuma alcoholizada que quedó atrapada en las botellitas de las cervezas, y acabó sulfatándose con las pilas alcalinas usadas por la cámara digital.

Si admitimos que la irresponsable quema de basura a cielo abierto, se efectúa los 365 días del año en diferentes localidades de nuestros países, podemos entender el colosal círculo vicioso en el que nos hallamos inmersos. Además, estamos dañando la capa vegetal de los ecosistemas, propiciando la entrada furtiva de familias que viven en estado de indigencia, colapsando las alcantarillas en épocas de lluvia, y acrecentando la plaga de roedores, aves carroñeras e insectos que llegan hasta los centros urbanizados en los que vivimos, originando una crisis epidemiológica que afecta a todos los estratos sociales.

Seamos sinceros, la solución del escollo socio-ambiental presentado, va más allá de modernizar, eliminar o maquillar la basura acumulada en los rellenos sanitarios. Lo que en realidad enfrentan los latinoamericanos, es una asfixiante tendencia consumista encabezada por el todopoderoso dios dinero, a quien no le interesa el fatal destino de su capitalismo salvaje y de sus esclavos, para transformarlos en piltrafas humanas disfrazadas de hombres y mujeres con agudo pensamiento crítico.

El chiste es trabajar, comprar, ganar, codiciar, envidiar, robar, matar y volver a contarle el chiste al vecino. Por eso, la adicción a la oferta y demanda de cualquier mercancía subastada, se sincroniza con la clásica debilidad cognitiva del proletariado, que siempre se niega a ejercitar la maléfica Cultura del Reciclaje, la traicionera Eficiencia Energética y el pecaminoso Ahorro del Agua Potable. Así, el gran ecocidio se vuelve tan rápido y furioso, que no llegamos a comprender las consecuencias de reír a carcajadas, por la amarga cotufa de nuestro espectacular egoísmo consumado.

No importa si son niños, adultos o ancianos. Los latinoamericanos no tenemos la suficiente madurez intelectual, para reconocer la importancia del Medio Ambiente y ayudar con el cuido de la hermosa Gaia. Hay mucha terquedad en la sien del pueblo, que sigue bloqueado ante la posibilidad de reflexionar por las constantes injusticias ambientales cometidas en sus territorios.

Así como tenemos la voluntad de pasar horas conectados a las redes sociales en Internet, también podríamos reciclar los envoltorios de las golosinas después de comerlas. Así como tenemos la voluntad de ir al cine y ver los atractivos estrenos hollywoodenses, también podríamos reciclar los componentes electrónicos del televisor obsoleto. Así como tenemos la voluntad de casarnos en la Iglesia, procrear muchísimos hijos y divorciarnos luego de nueve meses, también podríamos reciclar la montaña de basura que compartimos en la inolvidable luna de miel.

Odiamos el reciclaje, porque desde la infancia nos dijeron que la basura no se toca, pero sin darnos cuenta, nos convertimos en basura al no tocar el arte del reciclaje. La gente piensa que la basura desaparece como por arte de magia frente a sus ojos, y consideran que no existen razones para sentir un mínimo de remordimiento. Vemos que la mayoría de las personas, siempre lanzan con furia los desperdicios en el contenedor de la basura. Lo hacen con rabia, con mucho enojo y de forma brusca. Nadie quiere sacar la basura a la calle, porque genera fastidio, pena y vergüenza.

Pero, fuimos nosotros quienes compramos todos esos productos que atosigaron al carrito del supermercado, y los pagamos con la tarjeta de crédito, de débito o en efectivo. Fuimos nosotros quienes cocinamos, comimos y usamos esos alimentos adquiridos en las tiendas por departamento. Fuimos nosotros quienes devoramos el empaque de McDonalds con las hamburguesas, los refrescos y las papas fritas.

Pese a ello nos preguntamos: ¿Por qué después del festín consumista ya nadie quiere responsabilizarse de la basura producida? ¿Será que pasamos de ángeles a demonios en un santiamén? ¿Será que somos los grandes cómplices de la barbarie ecológica que ampara al siglo XXI?

Creemos que el planeta Tierra es un majestuoso orgasmo cósmico, y que la vida es el mejor sueño en la historia del Universo. Tenemos la suerte de vivir en un refugio seguro para la existencia humana, ya que reúne las condiciones idóneas para custodiar el transcurrir de nuestra efímera vida. Por eso los Seres Humanos estamos en deuda con la Pachamama, y debemos conllevar un modus vivendi que priorice el bienestar de los recursos naturales, y permita una favorable interacción con su sagrada biodiversidad.

Meditemos sobre el desastre ecológico que exterioriza el atiborrado planeta Tierra, aceptando los prejuicios sociales que existen alrededor de la recolección de la basura, el doble discurso de los gobernantes que se cargan de demagogia para conseguir más votos del pueblo, y la apatía de la ciudadanía que se transforma en los mejores títeres del aberrado show circense.

El reciclaje requiere de un trabajo mancomunado entre los organismos públicos, la empresa privada y las ONGs, para cumplir con la sinergia ambiental de la regla de las 3rs (reducir, reutilizar y reciclar). Aquí NO funciona el individualismo, la hipocresía y el burocratismo. Sin embargo, en los países latinoamericanos el ámbito político se encarga de condicionar toda la peste que menosprecia, soborna y destruye el interés conservacionista de ayudar sin pedir nada a cambio.

Estamos resintiendo el déficit de programas ambientales que realmente valoricen la recuperación y la reutilización de la basura doméstica e industrial, porque los regímenes gubernamentales dependen de la Cultura del Consumo, del Derroche y del Descarte, para maximizar el grado de felicidad, confort y placer de sus engreídos habitantes. Aunque nos duela reconocerlo, si nuestros compatriotas latinoamericanos no son amenazados con el pago de unidades tributarias, con muchísimas horas de servicio comunitario, con la privación de libertad o con cualquier otra artimaña legal, pues nunca van a formar parte de la consecuente cadena del reciclaje.

Para colmo de males, los supermercados, abastos y demás comercios que ofertan productos de consumo masivo, rechazan la aplicación de mecanismos de devolución, acopio, almacenamiento y transporte, que garanticen la reutilización del plástico, vidrio, cartón, papel o metales obtenidos con las ventas al mayor y detal. Tan solo se vislumbra un frenesí de consumismo, que juega con el poder adquisitivo de los clientes, y no asume la culpa del libertinaje ambiental reinante.

Si bien muchos productos de primera necesidad, exhiben un símbolo ecológico que invita a depositarlos en un contenedor de basura, o a reciclarlos en una planta de tratamiento de residuos. El gran inconveniente, es que esa información gráfica se halla escondida en el empaque, envase o botella. Con alevosía, las transnacionales colocan la imagen de manera muy pequeña, casi imperceptible e ilegible para la vista del tradicional consumidor analfabeto. Se sabe que nadie va a leer ni a practicar el reciclaje. Los propietarios de los supermercados también se lavan las manos, asumiendo que toda la lista de deberes y derechos está explícita en la etiqueta de los artículos, por lo que no se sienten aludidos ante el semejante despotismo socio-ambiental causado.

Gran parte de las toneladas de la basura latinoamericana NO es biodegradable. La obsolescencia programada de la Madre Naturaleza, puede tardar de 5 a 1000 años en degradar todo el plástico que se mezcla con tintas artificiales, aluminios, resinas sintéticas, escombros de la calle y pulpa de celulosa. Por eso, mientras esperamos el lanzamiento del nuevo Iphone, del nuevo Galaxy, de la nueva Macbook, del nuevo Android y del nuevo Xperia, podríamos visitar alguna región de los ancestrales pueblos originarios, para pedirles perdón de rodillas a cada uno de nuestros hermanos indígenas, quienes son los más perjudicados por la sobreexplotación de los recursos naturales y por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), que va deforestando, contaminando y arrasando con la nobleza de los más inocentes.

La culpa no es de los chilenos, de los mexicanos o de los brasileños. Tampoco de los venezolanos, de los argentinos o de los ecuatorianos. Ni mucho menos de los colombianos, de los peruanos o de los bolivianos. Todos pero absolutamente TODOS los latinoamericanos, somos culpables del gran ecocidio protagonizado en el siglo XXI. Estamos ciegos, sordos y mudos, porque no recibimos clases de Educación Ambiental en nuestro proceso de aprendizaje escolar. Los profesores nos llenaban el cerebro con palabras en Inglés, con cálculos de Álgebra y con frases de Filosofía, pero nunca nos enseñaron a clasificar los residuos del desayuno, a reutilizar la tiza del pizarrón y a reciclar los hematomas del recreo.

La tendencia negativa en América Latina se agudizará en los próximos 15 años, a causa de la aglomeración del incontrolable e-waste, por la expansión de la chatarra de automóviles y neumáticos en terrenos baldíos, por el desaprovechamiento de la minería urbana para frenar la alta tasa de desempleo, por el hipnótico bombardeo publicitario que se transmite en los canales de TV, por la no masificación de centros de reciclaje que sean fácilmente localizables en las calles, por la no comercialización de productos fabricados 100% con materiales reciclados, y por la falta de diversificación de la matriz energética, que castigará con fuerza al horizonte ecológico latinoamericano, incrementando los niveles de polución por las emisiones de gases de Efecto Invernadero.

Como vimos a lo largo y ancho del informe, el reciclaje es una auténtica letra muerta para los gobiernos, las comunidades y sus lugareños. Los hogares latinoamericanos no separan la basura doméstica desde la fuente, ya sea por desconocimiento, conformismo o porque saben que el camión compactador del aseo urbano, se encargará de mezclar todos los residuos y estropeará la tarea del reciclaje.

Ya basta de infructuosos planes pilotos, de corruptos acuerdos bilaterales y de trilladas charlas dictadas el 17 de mayo, que jamás obligan a practicar el Conservacionismo. El libre albedrío del híper-consumismo, nos ahoga con tanta basura de los pies a la cabeza. Ojalá que podamos encontrar la llave y desbloquear el reciclaje en Latinoamérica, para que ya no sea un tema tabú, una piedra en los zapatos, o una mancha de sangre que germina en lo más profundo del bosque.

*Articulo tomado de: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Basura-Residuos/El-problema-de-la-basura-en-las-calles-latinoamericanas

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7 apps educativas que te ayudarán a trabajar las competencias en el aula

Por: Educaweb

Se ha terminado el curso y llega el momento de hacer balance. ¿Te planteas introducir las apps en el aula el próximo curso? Antes de lanzarte a esta aventura te recomendamos que definas tus objetivos, organices el tiempo del que dispondrás, tengas en cuenta la disponibilidad de recursos y las limitaciones en cuanto al uso y sobre todo, conozcas en profundidad las apps que vas a utilizar.

En el monográfico de Educaweb sobre aplicaciones educativas encontrarás interesantes experiencias de éxito llevadas a cabo en las aulas, pero para facilitarte el trabajo hemos seleccionado 7 apps propuestas por docentes para trabajar competencias:

  • Creatividad

Para desarrollar la creatividad, Ferran Gandol, profesor del colegio Canigó (Sant Just Desvern) recomienda My Dooddle Game. Es una aplicación que permite a los alumnos crear un videojuego sin tener que preocuparse de la programación (…). Estimula la creatividad y la creación de una historia en un entorno de gamificación, a través de la cual se tienen que resolver problemas y planificar estrategias.

  • Competencia matemática

Ferran Gandol recomienda Foldify, pues considera que es una aplicación que permite la personalización de cuerpos geométricos y facilita la comprensión de determinados conceptos matemáticos a partir de la manipulación digital. La aplicación posibilita la impresión en papel de las creaciones de los alumnos siendo un valor muy interesante ya que el alumnado deberá manipular el papel para construir su proyecto previamente diseñado.

  • Competencia lingüística

Carlos de Miguel, destaca Calligraphy practice como una herramienta sorprendente que nos sumerge en el mundo de la caligrafía de forma directa usando tan solo dos dedos, en la aplicación contamos con varios ejemplos de estilos tradicionales, donde podemos comparar nuestro trazo para mejorar, e incluso exportar nuestros trabajos a PDF vectorial.

Para Ferran Gandol, la app Ideas para escribir es un muy buen recurso para dinamizar actividades de expresión escrita y para motivar al alumnado con menos predisposición. La app presenta generadores de primeras líneas, personajes, títulos, palabras aleatorias. Además, consta de un completo taller literario de ejercicios de distintas categorías y dificultades.

  • Competencia científica

Sandra Gay Boelle, referente de Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC) del Centre de Recursos Pedagògics Maresme ll (Pineda de Mar- Barcelona), utiliza diferentes apps educativas para trabajar el aparato locomotor y circulatorio en el ciclo superior de primaria. Utilizamos las app Anatomy y Essential Skeleton para ver en 3D todo el funcionamiento de los distintos aparatos que forman el cuerpo humano.

  • Competencia digital

Montse Paradeda, Directora de Innovación de Escola GEM ha realizado diferentes actividades con una aplicación que permite crear imágenes interactivas y agregarles vínculos. Thinglink es una app pensada para crear imágenes interactivas. Es una herramienta muy versátil que permite a nuestros alumnos desarrollar el contenido de una imagen hasta el máximo, fomentando la capacidad visual y creativa, la autonomía en su aprendizaje y la competencia digital.

  • Atención y concentración

Silvia Pradas Montilla, directora del Máster Educación y TIC de la Universidad Internacional de la Rioja, considera que la aplicación «Kids brain buddy» permite mejorar la atención gracias al apoyo visual y auditivo que ofrece porque prolongará la concentración durante más tiempo. La importancia de la atención en el proceso del aprendizaje es indiscutible pero como cualquier otra habilidad hay que desarrollarla a lo largo de la vida.

Fuente:http://www.educaweb.com/noticia/2016/07/08/7-apps-educativas-te-ayudaran-trabajar-competencias-aula-9475/

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El paraíso de los robots: por qué Japón es la capital del imperio de las máquinas

Por: Marta Sofía Ruiz

Fuertemente implantados en su sociedad y con visos de que su importancia siga creciendo, los robots son una parte fundamental del país nipón, que confía en ellos para solucionar los problemas de falta de mano de obra y personal de servicios.

Influido por su desarrollo histórico y por factores sociales y culturales, Japón se ha convertido en una suerte de imperio de los robots gracias, en gran parte, al apoyo institucional y a la potencia de su industria automovilística. Como si de una pócima mágica se tratara, distintos ingredientes han hecho del país nipón un refugio de autómatas llamados a solventar los problemas poblacionales y a convertirse en parte imprescindible de la sociedad.

La afición de esta isla por la robótica, cuya expresión más visible pasa por creaciones como  el famoso robot Asimo o por los humanoides que cada vez se parecen más a sus diseñadores, no es algo nuevo, sino que lleva años fraguándose, desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Tras grandes avances en el periodo previo al conflicto y después del amplio desarrollo militar que se produjo durante la contienda, el Gobierno quiso reorientar todos esos esfuerzos e impulsó la industria de la maquinaria, redirigiéndola hacia el ámbito civil.

“El Gobierno comenzó a promover la industria de forma muy activa en la década de los 50, ofreciendo préstamos con intereses muy bajos y exenciones fiscales”, relata a  HojaDeRouter.Com  Tetsuji Okazaki, profesor de historia económica de Japón en la Universidad de Tokio.

Con los años, y especialmente a partir de la década de los 70, el sector automovilístico se convirtió en estandarte de la industria de la maquinaria y en uno de los principales impulsores de la robótica. “Los fabricantes de automóviles han contribuido al crecimiento de los robots industriales con el objetivo de poder mejorar su propia productividad ”, explica Yuji Hosoda, secretario general de la Sociedad de Robótica de Japón.

La industria automovilística ha impulsado el campo de la robótica

La industria automovilística ha impulsado el campo de la robótica

Kazuhito Yokoi, director del Instituto de Investigación de Sistemas Inteligentes en el Instituto Nacional del Avance de la Ciencia y la Tecnología de Japón, va más allá y afirma que si la industria japonesa de la robótica es tan potente se debe a estas compañías: “En Japón tenemos muchas empresas de automóviles como Toyota, Mitsubishi, Nissan o Suzuki que se han introducido en la industria de los robots”, defiende. “La industria de la robótica es potente porque la de los automóviles es potente”, remarca el experto.

Desde el comienzo de los años 90, muchas otras compañías y ‘startups’ se han lanzado al mercado de la robótica con el objetivo de seguir innovando. “Empresas como Panasonic, Sharp o Sony, que también son muy fuertes, han entrado en el mercado y han aportado grandes avances”, afirma Yokoi.

Además, en muchos casos, la universidad ha jugado un papel fundamental en la configuración del panorama de la robótica, ya que ha nutrido a las empresas de jóvenes investigadores e ingenieros, ha sido el origen de numerosos avances y el embrión de ‘spin offs’ y ‘startups’ que han nacido en el ámbito de la enseñanza y han dado el salto a los negocios. “La industria se sustenta en redes muy fuertes que enlazan al Gobierno, las empresas y las universidades. Por estas redes es por lo que Japón es un buen país para el negocio de la robótica”, explica el experto.

Una necesidad vital

Con una población muy envejecida y unas tasas de natalidad muy bajas, Japón confía en su industria robótica para encontrar la solución al problema de la falta de mano de obra. Sus políticas sobre inmigración, muy restrictivas – solo un 2% de la población es extranjera–, únicamente agravan un problema que el país nipón palia con  315 robots industriales por cada 10.000 empleados, que cargan con una parte del trabajo del territorio. Solo por detrás de Corea del Sur en número de autómatas por trabajador, todos los expertos coinciden en lo mismo: estas entidades mecánicas son la solución a la falta de mano de obra que acecha a la sociedad nipona e irán cobrando cada vez más protagonismo en tareas no solo industriales, sino de cuidado de mayores y atención al cliente.

“Japón se enfrenta a un problema muy serio conforme su población envejece. Cada vez hay menos nacimientos, menos mano de obra y además hay una gran brecha generacional y una mayor necesidad de atender a los mayores. Esa brecha debe llenarse con robots”, explica el profesor Okazaki.

Muchos diseñadores robóticos crecieron influenciados por series como Astroboy

Muchos diseñadores robóticos crecieron influenciados por series como Astroboy

Esta convivencia entre humanos y robots, que parecen destinados a formar parte aún más inherente de la sociedad nipona, solo podría tener una implantación tan amplia y positiva en una sociedad como la japonesa y en el contexto de su religión y su cultura.

“Casi todos los japoneses están familiarizados con Karakuri, que fue un antiguo autómata del periodo Edo [parte de la historia de Japón que se extiende desde el 24 de marzo de 1603 hasta el 3 de mayo de 1868 y que delimita el gobierno del Shogunato Tokugawa]”, explica el secretario general de la Sociedad de Robótica.

“Además, los japoneses no se han visto influenciados por el ‘complejo de Frankenstein’ como los cristianos, porque no han sido monoteístas”, añade. Al hablar de este concepto, el experto emplea la expresión con la que Isaac Asimov describió el miedo de los hombres a que las máquinas se rebelaran contra sus creadores, como el legendario monstruo de la novela de Mary W. Shelley. Sin embargo, este temor, argumento repetido en distintas narraciones occidentales, no está presente en la isla en la que, además, una parte de la población, sintoísta, cree que incluso los objetos inanimados –incluidos aquellos construidos por el hombre– pueden tener una esencia espiritual.

El sueño infantil de la robótica

No se trata solo de que el imperio del Sol Naciente no tenga miedo de los robots, sino que el amor por estos seres mecánicos está fuertemente implantado en su cultura popular. Algunos de los más renombrados inventores de robots, como Tomotaka Takahashi, han mencionado el impacto que los cómics y la serie de Astroboy tuvieron durante su infancia. El profesor Okazaki relata que también fue uno de los millones de niños japoneses que creció contemplando las aventuras de este androide.

Pepper ha sido el primer robot humanoide en trabajar en un banco

Pepper ha sido el primer robot humanoide en trabajar en un banco

“Yo nací en 1958, y en ese momento Astroboy era muy popular y todos estábamos muy entusiasmados con esa animación. La industria de la robótica se ha nutrido de talento humano y creo que esos mismos niños que se entusiasmaron con las series de animación se convirtieron en investigadores e ingenieros en el campo de la robótica, que, por cierto, es una de las carreras más populares en la universidad”, explica el profesor de Historia Económica. “Quizá ese talento está asociado con las influencias culturales recibidas”.

Yuji Hosoda está de acuerdo. Además, en esos gustos y en la ausencia de rechazo hacia las máquinas se cimenta, en su opinión, la gran cantidad de robots humanoides que se desarrollan en el país nipón. “Puede que los robots humanoides tengan la forma de los sueños de muchos investigadores e ingenieros robóticos japoneses”, manifiesta.

Durante los últimos años, el Gobierno, a través del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI por sus siglas en inglés) ha liderado la apuesta por la robótica, y los robots de servicios son el próximo paso. “En este cuarto de siglo, los robots de servicios han sido incubados como el próximo producto de mercado en distintos programas nacionales del METI”, explica Hosoda.

Especialmente en los últimos años, Shinzō Abe, el primer ministro japonés, ha estado apostando por la innovación social a través de los robots. “Este nuevo movimiento recibe el nombre de la Iniciativa de la Revolución Robótica [Robot Revolution Initiative]”, concreta Hosoda.

El hotel en el que solo te atienden androides; el robot Pepper, que trabaja como conserje en uno de los bancos más grandes de Japón, o el desarrollo de  robots mascotas robots que se encarguen de cuidar a los ancianos son solo algunos ejemplos de la apuesta del país por una nueva generación de autómatas.

Aibo, jugando al igo, es una mascota robótica.

Aibo, jugando al igo, es una mascota robótica.

El secretario general de la Sociedad Robótica de Japón también apunta a que otros robots, como aquellos especializados en dar respuesta práctica ante un desastre, han acelerado su desarrollo desde el accidente nuclear de Fukushima. “Y, por supuesto, los robots industriales también continúan avanzando, en busca de una mayor efectividad y de una producción de mayor calidad”, añade.

Sin embargo, y a pesar de ser el rey de la robótica, Japón tiene grandes competidores en una de las áreas que más desarrollo están teniendo en la última década: la inteligencia artificial. En este campo, empresas europeas y estadounidenses se posicionan como rivales muy fuertes que buscan convertirse en referentes de esta tecnología. De hecho, Kazuhito Yokoi cree que los robots de comunicación que emplean inteligencia artificial están teniendo un desarrollo muy competente fuera del país nipón, muy avanzado en la parte mecánica.

Por su parte, Yuji Hosoda apunta a otro territorio como posible competidor dispuesto a quitarles el título de imperio de las máquinas: “ China está creciendo y convirtiéndose en uno de los mayores usuarios de robots en el mundo”.

Por el momento, y con un futuro que solo contempla la posibilidad de más robots, el país nipón será el refugio de máquinas y creaciones humanoides que, de forma progresiva, se convertirán en parte más y más imprescindible de una sociedad que, además de acogerlos con los brazos abiertos, los necesita para sobrevivir

Fuente: http://www.eldiario.es/hojaderouter/tecnologia/Japon-maquinas-robots-humanoides-automatas-inteligencia_artificial_0_546995435.html

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Comparación educativa.

Diversificación y descentralizacion.

Centro América/Panamá/Fuente:http://www.prensa.com/

Por: Marisa Montesano

Existe un país en el que los estudiantes que terminan la básica tienen dos opciones en la educación media (bachillerato): la académica y la profesional, como nosotros.

Los primeros pueden continuar carreras en universidades, los segundos obtienen la capacidad profesional necesaria para entrar a la vida laboral y ejercer una profesión independiente. Ese nivel profesional se logra en tres años y les permite continuar sus estudios superiores, igual que en Panamá. En esa oferta hay 75 bachilleratos profesionales básicos, similares a la diversidad panameña anterior.

Esa diversificación la constituyen las áreas de desarrollo para el país. Y los estudiantes pueden acceder a ella en institutos o en centros de trabajo mediante un contrato de aprendizaje (concepto manejado en el Inadeh como formación dual).

El año escolar en ese país tiene 190 días lectivos para los estudiantes; nuestro año escolar en 2016 aventajó al de los finlandeses por 10 días (200 días lectivos). Los horarios de clases allá van de 9:00 a.m. a 4:00 p.m. (considerando su clima), similar a la jornada única que se discute actualmente.

Los grupos no superan los 20 alumnos, y si alguno tiene problemas académicos, es transferido a un grupo con 10 estudiantes para ser intervenido, oportuna y adecuadamente.

Su modelo demuestra un adecuado manejo de la descentralización educativa. Ellos descentralizaron la educación en la década de 1990, cuando le dieron más poder a sus municipios y también les concedieron a sus maestros mayores atribuciones.

Hoy, 25 años después, los docentes pueden elegir los libros de texto que quieren usar, deciden el programa de estudio que sigue la escuela en la que laboran, son capaces de diseñar las directrices que seguirán en cuestiones disciplinarias, de evaluación o de la cooperación entre las escuelas y los padres, y el papel de los directores es más como gestores y líderes académicos.

Comparar el sistema educativo panameño con el finlandés nos deja ver que hay cosas que podemos cambiar, porque así se hicieron en el pasado aquí. Alcanzar el estilo finlandés de educación puede ser una utopía o un gran reto. Tenemos similitudes y diferencias que se pueden ajustar a nuestras condiciones. La principal es el proceso de reclutamiento de docentes. Allá no solo se debe tener mística y vocación para la docencia; también es necesario demostrar que se es de los mejores, para tener la posibilidad de ser parte de la comunidad más reconocida profesionalmente en aquel país: la de docentes.

Hoy, al revalorar la profesión de educador se podrá reclutar mejores candidatos que buscarán esa calidad tan anhelada.

Los docentes tienen que ser parte activa del necesario cambio en la educación, y deben proponerse una nueva formación inicial para las venideras generaciones de maestros panameños. Porque el problema educativo que vemos arriba, en la secundaria o en las universidades, empezó abajo, en la primaria.

Fuente:

 http://www.prensa.com/opinion/Comparacion-educativa-Marisa-Montesano_0_4551294925.html

Imagen: http://laestrella.com.pa/media/news/image/125105_800x600_crop_553efb639e3d1.jpg

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¿Propiedad de los padres?

Los hijos no son del gobierno ni del estado, dijo el procurador en su enfrentamiento con la ministra de educación. y tiene razón.

América del Norte/México/Fuente:http://www.elespectador.com/

Por: Rodrigo Uprimny.

Pero agregó que “los hijos son de papá y mamá, son de la familia”. Y ahí se equivoca pues, como bellamente lo ha dicho la Corte Constitucional, los hijos no son propiedad de nadie, ni siquiera de los padres: son “una libertad en formación, que merece una protección constitucional preferente”.

Esta precisión permite enmarcar la actual discusión sobre los manuales de convivencia.

Es indudable que los padres tienen derecho a escoger la educación de sus hijos y que pueden inscribirlos en colegios privados, que gozan de autonomía. Pero el derecho de los padres y la autonomía de los colegios tienen límites pues los derechos de los niños y su autonomía progresiva deben ser respetados. Por eso la Constitución y los pactos de derechos humanos señalan que la educación debe fomentar el pleno y libre desarrollo de los niños y debe respetar sus derechos. Si unos padres o un colegio violentan los derechos de un niño es entonces deber de un Estado democrático intervenir para protegerlo.

La Corte Constitucional, al estudiar el caso de Sergio Urrego, constató que muchos adolescentes homosexuales o transexuales sufrían matoneo en sus colegios. Y que en muchos casos las autoridades escolares no sólo no los protegían sino que incluso agravaban la situación pues los sancionaban por no ser heterosexuales. En Colombia hay entonces aún muchos “Sergios Urregos” que sufren, debido, entre otras cosas, a que los manuales de convivencia toleran (o peor aún fomentan) la discriminacion contra los homosexuales y transexuales.

La Corte no fue insensible a ese sufrimiento silencioso y ordenó al Ministerio de Educación que revisara que los manuales de convivencia de los colegios fueran respetuosos con la orientación sexual y la identidad de género de sus estudiantes.

El Ministerio ha intentado cumplir esa orden judicial pero sus estrategias han sido tergiversadas por quienes se oponen a que los manuales de convivencia sean actualizados. Es obvio que esas estrategias del Ministerio pueden y deben ser debatidas, pero es inaceptable presentarlas en forma distorsionada para hacer creer a los padres que el Gobierno pretende adoctrinar a sus hijos y fomentar la homosexualidad. Esto no sólo no es cierto sino que es ridículo, pues la orientación sexual no depende de lo que uno lea o escuche de sus docentes.

El propósito de los esfuerzos de la Corte y del Ministerio es otro y es muy simple: recordar que los niños tienen derechos propios y no son propiedad de nadie, ni siquiera de los padres; y que su autonomía debe ser respetada, en la medida en que se va fortaleciendo con el paso de los años; y que por eso debemos evitar que los adolescentes homosexuales o transexuales sufran en el colegio el acoso y matoneo que llevó al suicidio a un joven excepcional como Sergio Urrego. No dejemos que este noble esfuerzo sea distorsionado por quienes quieren polarizar y usar políticamente este tema.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/propiedad-de-los-padres

Imagen: https://lh3.googleusercontent.com/NK0oWWdqAX8IcAseg3afbR1pXfPOA6NtD0Qk6HcaVBkM_9rWd1cvGWy7ce8PGZaua4B3wg=s128

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Investigar en comunicación.

Los paradigmas de los modelos de abordaje dan una lectura y una práctica adecuada del fenómeno en estudio, lo que supone una construcción del discurso del conocimiento empírico.

América del Sur /Venezuela/Fuente:http://www.elmundo.com.ve/

Por: Cesar Emilio Torres.

Uno de los cuestionamientos sobre la investigación de la comunicación, es la escogencia de la metodología aplicada al estudio de campo, como si la comunicación fuese una parte de otras especialidades o profesiones del saber social y no una en sí misma.
El campo de la comunicación por su complejidad, no se puede seguir estudiando en la perspectiva instrumental o funcionalista. Los análisis requieren de una revisión de los entornos, la cultura y las audiencias como fenómenos individuales que transforman a la sociedad y que ya han quedado expresos en las investigaciones que ampliaron aquel modelo clásico de Harold Lasswell, que inspiraron a las Escuelas de Frankfurt, Inglaterra, Francia y Estados Unidos, y más recientemente los estudios latinoamericanos, a hacer de modo dinámico e inspirador, todos aquellos fenómenos políticos, sociales y culturales que se viven en la comunidad.
Los problemas que determinan el reducido interés y la ausencia de reflexión sobre los mecanismos en materia de medios de comunicación y procesos institucionales respectivamente, se articulan con el cuestionamiento desde las Escuelas de Comunicación Social de Venezuela. Un ejemplo de ello, que explica el razonamiento, es lo que en la década de los 70 del siglo XX, se introdujo en la discusión como la incorporación de la democratización de la comunicación a través de la  innovación de la relación McBride, donde se vinculaba el hecho del crecimiento tecnológico y de la ciencia, frente a las realidades demográficas y económicas vividas en la región, que trajo como consecuencia, la migración de alto número de pobladores a ciudades industrializadas. Este fenómeno desde el punto de vista comunicacional, no puede ser analizado sólo con un enfoque sociológico, por ejemplo. 
Superar metodología: Un aspecto a analizar es la necesidad de sobrepasar las barreras que impiden la democracia en la comunicación, lo que implica el acceso a la información y la participación ciudadana que permite a los individuos integrantes de un pueblo a ser agentes activos del proceso y no objetos de la comunicación. 
La metodología en la investigación sobre la comunicación requiere incorporar al proceso pedagógico de la enseñanza, en el que confluyen la teoría y la práctica del quehacer comunicacional. Aquí entra en juego el modelo empírico, de modo abstracto, porque articula el saber con su implementación y se suma al efecto que genera con una actitud consciente y crítica frente al fenómeno, sujeto de estudio, sin olvidar su entorno, marco cultural y referencias.
Los gráficos que definen el campo de la investigación colocan en el eje los paradigmas y los sintagma adjetivos que describen a su vez los niveles y las fases en los discursos y las prácticas. 
Reflexión abierta :Cuesta por la enseñanza tradicional de la investigación en el campo de la comunicación insertar esta malla. El propósito se logra cuando se intenta por ensayo y error, tratar de incorporar a la investigación este modelo metodológico. 
Una posible línea de investigación sería el análisis de los discursos y la incorporación de las nuevas tecnologías al proceso educativo y comunicacional, sobre todo cuando en el aula del pregrado casi 90% de los estudiantes les cuesta asimilar las enseñanzas si está ausente la tecnología. 
Las redes sociales ocupan hoy escenarios dejados por algunos medios convencionales y se adoptan para evaluar las cuestiones económicas y políticas, cuando es menester la toma de decisiones.
La revisión crítica de la visión clásica del proceso de la comunicación se impone desde la pedagogía del aprendizaje. 
Fuente: http://www.elmundo.com.ve/firmas/cesar-emilio-torres-n-/investigar-en-comunicacion.aspx
Imagen: http://periodismo.usach.cl/sites/periodismo/files/field/noticia_image/investigar_en_comunicacion.jpg
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