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Los vecinos tocan la puerta del Perú

Los vecinos tocan la puerta del Perú 

Nicolás Lynch*

Los resultados de las últimas dos semanas con el triunfo del MAS en Bolivia y la aprobación en plebiscito de una Convención Constituyente que cambie la carta de Pinochet en Chile, son un muy serio llamado atención para el orden neoliberal aún vigente en el Perú.

Lo que se está jugando en ambos países es la permanencia del capitalismo salvaje como eje del funcionamiento económico social y político. Es más, en ambos casos, nos encontramos frente a situaciones que han pretendido perpetuarse por la fuerza. En Bolivia por la vía del golpe de Estado, en Chile por medio de la represión indiscriminada.

Y en ambos casos se ha impuesto una vía electoral, resultando triunfante fuerzas que reafirman o piden un cambio contrario a la lógica neoliberal.

El poder mediático se ha esmerado por presentar las cosas al revés de lo que son. En Bolivia acusando a Evo Morales de ser un dictador repudiado por la mayoría de los bolivianos, en Chile diciendo que las protestas eran obra de unos cuantos desadaptados.

No cabía en la cabeza de las oligarquías neoliberales que en Bolivia podía haber un liderazgo producto de los pueblos originarios y en Chile, la joya de la corono neoliberal, pudiera haber descontentos, por la honda desigualdad, producida por el modelo vigente. Pues ambas cosas han sucedido y por su persistencia pareciera que han venido para quedarse.

Lo sucedido refuta además los análisis de aquellos que presagiaban el fin del giro a la izquierda en América Latina y la “vuelta a la normalidad” de la democracia, si cabe el término, neoliberal. A pesar de Trump y de la falta de resolución de la crisis democrática en Venezuela, no ha habido vuelta a la normalidad ni subordinación absoluta al imperio. La utopía del grupo de Lima de regresar a una “pax americana” se ha quedado en buenos deseos.

La interrogante ahora es el efecto que estos sucesos pueden tener en el Perú. A diferencia de años anteriores cuando en la región dominaba el progresismo y en el Perú una férrea hegemonía de los grandes propietarios, el efecto parecía ser nulo. Luego vino la contraofensiva derechista, de menor calado si la comparamos con el giro a la izquierda de principios del siglo XXI, pero que prometía una erradicación de la izquierda.

Hoy, tenemos una vuelta de esta última y de los movimientos sociales que obtienen victorias en las urnas, casi en nuestras narices, cuando el Perú atraviesa una crisis del régimen neoliberal sin solución a la vista. El problema es que no hay todavía un bloque importante de fuerzas, salvo la que levanta la candidatura de Verónica Mendoza, que plantee un indispensable cambio de paradigma y haga de éste un parteaguas electoral. La tónica sigue siendo no hacerle ni cosquillas a la Confiep.

El asunto adquiere ribetes de escándalo cuando nos referimos al tema constitucional, donde la comparación con Chile no es odiosa. El Perú, strictu sensu no tiene constitución. La que lleva el nombre de tal, la carta de 1993, fue producto de un golpe de estado y aprobada en un referéndum fraudulento, como distinguidos juristas señalaron en la época.

Está, por lo tanto, viciada de origen. No se ha podido cambiar por el veto permanente de la Confiep, que le cerró el paso inclusive a la tímida reforma que promovió Henry Pease el 2003. Una muy pequeña minoría no puede seguir dictando lo que se supone es la norma jurídica suprema del Perú. Ha llegado la hora, sobre todo en este tema, de dar un viraje que nos lleva a una constitución democrática para todos los peruanos.

En este escenario nacional y continental ya no caben los pequeños ajustes. Como en Bolivia y Chile, lo que está en juego es un asunto mayor: la persistencia o el final del neoliberalismo en América Latina por la vía democrática. Solo que este camino ya no es el de una democracia de minorías como nos dicen liberales y neoliberales, sino que tiene que ser un camino hacia una democracia de mayorías, que tiene como un componente central al pueblo movilizado.

A diferencia de los politólogos conservadores, que adornan las vitrinas de su devenir postrero cortejando minorías, “demasiada democracia” es mejor que las democracias de élites a las que han pretendido acostumbrarnos.

* Sociólogo y político peruano. Columnista de OtraMirada.pe

Fuente de la Información:

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¿Qué mundo le dejamos a los jóvenes? ¿Qué jóvenes le dejamos al mundo?

Por: Miguel Ángel Pérez

Los y las jóvenes es el bono poblacional más valioso que tenemos para el desarrollo de nuestro país, ellos y ellas tienen un gran potencial ligado al hecho de ser joven, vitalidad, dinamismo, productividad potencial, inventiva, creatividad y un largo etcétera. Sí, pero también los y las jóvenes de ahora han mostrado un gran sentido de irresponsabilidad y poca sensibilidad en el contexto de la pandemia que estamos viviendo todos y todas.

Si bien las juventudes no están en la franja de riesgo y de vulnerabilidad por el coronavirus, si lo están en riesgo al convertirse en agentes de contagio y al poner en riesgo al resto de las personas con las que se relacionan y ese es uno de los principales problemas. El mayor peso específico de contagio en los últimos meses (según datos oficiales) está focalizado en jóvenes de los 14 a los 25 años, esto debido a un estilo de vida, en donde la población en general y las juventudes en particular han visto con ojos de escepticismo las medidas que se toman, como medidas de prevención y de contención ante el riesgo inminente.

La activación del botón de alerta por parte de las autoridades del gobierno local, tiene varias aristas y una de ellas y de los polos o de los destinatarios son los jóvenes y el estilo de vida con el que continúan; ahí destaca la negligencia y la flexibilidad con la que han tomado las cosas. Si bien en esta medida, dictada desde la cúpula de gobierno, como en muchas otras, no participamos los ciudadanos, si nos toca a nosotros y nosotras asumir las consecuencias.

Me parece y esto lo digo a modo de hipótesis que en nuestro país no existe una cultura de prevención ante los desastres como sucede en otros países, como el que vivimos por esta pandemia desde marzo pasado. En ello los y las jóvenes se tornan en una pieza clave debido a que, no han querido modificar su estilo de vida, relajados y festivos, a partir solo de pensar en sí mismos, y siendo incapaces en muchos de los casos de colocarse, aunque sea por un momento breve en los demás.

Efectivamente el coronavirus pone en riesgo y en máximo peligro a la gente de mayor edad, a las personas que padecen alguna enfermedad crónica como diabetes, problemas arteriales y de hipertensión, problemas cardiovasculares, etc., sin embrago el punto central no es lo que proviene del discurso del modelo médico, o lo que nos dice el sector salud; el punto central tiene que ver con el factor social, en las costumbres, y las tradiciones, junto con la forma de cómo hemos asumido como un grupo social amplio (como sociedad en su conjunto) el riesgo por coronavirus.

A las juventudes las hemos definido por su identidad festiva, bohemia, relajada, reactiva e impulsiva; estos son algunos de los rasgos de la vitalidad que los caracteriza, pero ahora habría que pensar en otras vías u otros caminos para asumirse joven y de celebrar al lado de los pares. El sentido de responsabilidad, el significado del cuidado y del auto-cuidado deberá provenir de algún lugar y deberá llegar al corazón y a los sentimientos de los y las jóvenes de nuestro entorno. Ignorarlo por cualquier motivo, no entenderlo y no acatarlo es no solo ser incapaces de detenerse a pensar no solamente en uno mismo, sino detenerse a pensar en las personas que están cerca, en los padres, en los abuelos, en las personas mayores o en cualquier persona que se encuentre en riesgo.

Ser joven hoy debería de ser sinónimo de ser una persona sensible y responsable, atenta y cuidadosa del entorno, dinámica en favor de las personas que más lo necesitan. Pero, nuestra realidad cruda y triste demuestra que no es así, ser joven hoy en muchos casos dice y grita que la realidad continua con una tendencia desfavorable paradójicamente.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-mundo-le-dejamos-a-los-jovenes-que-jovenes-le-dejamos-al-mundo/

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Evaluar, valorar

 David Calderón

Uno de los grandes riesgos en la pandemia es no ver, pero no porque el Covid afecte orgánicamente el sentido de la vista. Se nos están perdiendo de vista elementos cruciales de la educación, de su sentido mismo; no queremos ver que las adaptaciones de la educación a distancia pueden significar verdaderas transformaciones, y no sólo cambio de medios. Si una clase frontal, expositiva y no activa, es poco recomendable para lograr aprendizajes significativos, una clase televisada se vuelve una práctica aún menos adecuada; arriesgamos a que la fórmula se desgaste velozmente, y que se hunda en rutina, desánimo y finalmente alejamiento.

En las conversaciones de maestras y maestros, a lo largo y ancho de todo el país hay una gran tensión: ya viene el momento fijado por el calendario oficial para plasmar la evaluación del primer trimestre del ciclo escolar; 13 de noviembre es la fecha fatal.

¿Cómo evaluar en las condiciones extraordinarias que la pandemia implica? Es claro que no como se hace con los ciclos típicos. Ya desde ahora hay conflicto y dolor: la inadecuada exigencia en algunas escuelas, en zonas escolares enteras, incluso como instrucción transmitida de las secretarías de Educación estatal, ha sido un apego antipedagógico a la ‘evidencia’. Que las familias manden fotos en las cuales se vea que los niños están viendo la televisión. Y que le ponga hora. Y que el profesor las reúna. Y que el director junte todo y lo mande a la supervisión, y que… ¿de verdad creen que hay una oficina en la Secretaría de Educación Pública en la que alguien pasa viendo fotos de todo el país? Por supuesto que no. Es la pedagogía del control. Bueno, no se le puede llamar a eso pedagogía. Son las prácticas del control y la vigilancia.

Imaginemos lo que no se lograría en orientación, ánimo y consuelo si esos miles de megabites y esos millones de pesos en voz y datos se usaran para conectar a niñas y niños con sus pares, en actividades coordinadas por sus docentes.

¿De verdad pensamos que entregar tres o cuatro hojas por día, por asignatura, para tareas que deben devolverse a la semana, ameritan los cinco o siete pesos por hoja –“es que traen dibujitos, con colores, y gasto mi tóner”, dice el dependiente del cibercafé o ciberpapelería– debe sumarse y acumularse y de ahí sacar la base de una calificación justa, ponderada y que retroalimente el esfuerzo personal y el aprendizaje logrado?

¿Exámenes? Menos. ¿Cómo una profesora podría evaluar lo que otro maestro –el de la tele– expuso? Puede hacer los tests, pero nada más alejado, insolidario y en el fondo inútil que ver si contestan lo que yo defino del programa que mi alumno vio solo y sin mi participación. ¿Queremos que sean verdugos de lo ajeno, nuestras maestras y maestros? No; no se vale.

La propuesta debe ser otra. Ver la realidad y actuar en consecuencia. ¿Qué proponer? Primero: reconocer que en esta situación extraordinaria de nuestro presente no debe regir el arreglo del pasado; reconocer que es un buen momento para sacudirse el yugo de una tradición ‘notaria’: notas que son números, que etiquetan y hacen ‘niños de seis’ que son menos que ‘niños de diez’. Y para evitar eso, definir –desde la autoridad de la SEP y con respaldo en lineamientos, acuerdo secretarial o algún otro instrumento normativo– que este trimestre tendrá una evaluación valorativa, formativa, pero no calificaciones.

Segundo: pedir autoevaluación. Les estamos pidiendo, a niñas y niños, que desarrollen con los más precarios elementos capacidades de autocuidado, automotivación y autoeficacia. Seamos entonces congruentes y asumamos que pueden ir desarrollando la madurez requerida para una autoevaluación honesta: no entendí, o la verdad que no me esforcé, o investigué por mi cuenta mucho más. Tercero: ir a verdaderas anotaciones cualitativas: el alumno realizó varias actividades, pero requiere de mi dedicación más cercana y de la unidad de apoyo; el alumno logró aprendizajes previstos; el alumno logró algunos aprendizajes significativos; no he tenido contacto desde el inicio del ciclo escolar; su situación familiar, de recursos o de salud le impide seguir la mayoría de las actividades. Pidamos a la SEP que tome valor y dé muestra de sensatez. Eso sí sería regresar al recto sentido de evaluar: valorar lo que niñas y niños hacen.

Fuente: https://profelandia.com/evaluar-valorar/

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La Federación Plataforma Trans insta a los medios pluralidad informativa con respecto a la Ley Trans

Por: Tercera Información

“Los medios de comunicación tienen una responsabilidad social a la hora de no difundir prejuicios, bulos y estereotipos negativos sobre colectivos vulnerables, como es el caso de las personas trans, así como de que la información sea plural” declara Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans.

Tras el anuncio de apertura de consulta pública para la ley trans, se ha desatado una reacción por parte de sectores anti derechos trans, que se esta viendo amplificada ya que los medios están dando voz unilateralmente a las posiciones contrarias a la ley trans, anulando con ello el debate y sin dar voz al sujeto político, es decir a las personas trans, sus familias y a la Federación Plataforma Trans, impulsora de la demanda de ley trans, desde 2015 y que ya fue registrada en la pasada legislatura por Unidas Podemos.

Todo esto tiene un efecto que sin querer, puede influir en la sociedad solo desde una perspectiva contra los derechos trans. No solicitamos que las voces de disenso no sean escuchadas, pero no han de ser las únicas.

La mejora en la calidad de vida de mas de 100.000 personas trans, dependen de esta ley, que ya es efectiva en más de 25 países de la ONU y en más de 8 comunidades del estado español.

“Los medios de comunicación tienen una responsabilidad social a la hora de no difundir prejuicios, bulos y estereotipos negativos sobre colectivos vulnerables, como es el caso de las personas trans, así como de que la información sea plural” declara Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans.

“Las personas trans hemos sido apartadas a los márgenes sociales, expulsadas de la participación activa en la vida social, política y cultural, es hora de que entre todas cambiemos esta anacrónica situación, para esta tarea la inclusión en la información y la ayuda de los medios, es imprescindible” concluye Cambrollé.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/10/11/2020/la-federacion-plataforma-trans-insta-a-los-medios-pluralidad-informativa-con-respecto-a-la-ley-trans/

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IV Conferencia CLACSO Venezuela 2020. Mesa: Elementos emergentes de la agenda educativa alternativa (CII-OVE). Ponencia 4: «El pensamiento crítico Instrumentalizado»

Mesa: «Elementos emergentes de la agenda educativa alternativa» (CII-OVE).

Autor: Luis Miguel Alvarado Dorry. Investigador y editor del Centro Internacional de Investigaciones “Otras Voces en Educación” (CII-OVE).

Título: «El pensamiento crítico Instrumentalizado»

Resumen: Las pedagogías críticas se han venido gestando desde las relaciones opresores-oprimides con los propósitos, en primer lugar, de develar las distintas formas de poder, dominación y control que se dan en las relaciones humanas; en segundo, construir políticamente una contra hegemonía desde los espacios escolares y de formación con el fin de eliminar todo tipo de injusticias, en tercer lugar, construir otro mundo más justo, más humano y humanizante. Sin embargo, en muchos espacios se han instrumentalizado, es decir, se han disminuido su carga política liberadora a la operacionalidad de un método centrada en la cognición, desarrollando con ello, un pensamiento crítico instrumentalizado. Este pensamiento crítico instrumentalizado es usado frecuentemente por muches en discursos bajo intereses particulares con el fin de ir posicionándose social, académica y políticamente con base a la titulometría y meritocracia desde las perspectivas neoliberales, en este sentido Giroux nos dice que “Al instrumentalizar la pedagogía crítica, se ignoran sus amplias posibilidades políticas de comprender cómo la pedagogía funciona en el ámbito más amplio de la esfera pública con sus numerosos espacios y dispositivos culturales”. En esta última iremos desarrollando desde nuestra propia experiencia y subjetividad.

Hola, les saludo a todes con mucha alegría, mi nombre es Luis Miguel Alvarado Dorry, soy miembro investigador y editor del Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación.

El título de mi ponencia se denomina:

El pensamiento crítico instrumentalizado

Ante todo, inicio mi participación con la siguiente frase que expresé en el I-Congreso Mundial de Educación: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo el pasado mes de septiembre que dice: “[…]Pedagogías […] críticas no son varitas mágicas que usemos para transformar a les otres, por el contrario, esta transformación conlleva un proceso vivencial permanente de desconstrucción dialéctica, dialógica y dolorosa, en y desde nosotres mismes” (Dorry, 2020).

Las pequeñas historias desvelan grandes narrativas.

A continuación, les presentaré una breve experiencia que vivenciamos en el proceso de mis estudios doctorales.

Al ingresar a estudiar el doctorado en pedagogía crítica y educación popular, lo hice con la mayor soberbia posible divulgándolo por todos los medios (redes sociales), posterior a ello, me tomaba fotos con mis docentes de talla internacional con el fin de que, las personas amigas en las redes sociales, me vieran con qué personalidades me codeaba.

Lo anterior, sucedió por lo menos el primer año y medio de estudio hasta que conocí a dos profesores con mucha humildad, los cuales, nos pedían que no les llamáramos doctor, sino por su nombre, en esos momentos todavía no comprendía el por qué, hasta que le pregunté a uno de ellos y me contestó que, al decirle su nombre, anteponemos y construimos ciudadanía, mientras que si mencionamos el prefijo Dr. Estamos construyendo titulometría y eso pone obstáculos en el diálogo entre personas.

En el verano del segundo año conocí a uno de mis grandes maestros que, dejando de lado el aspecto intelectual abstracto de las pedagogías críticas y con base en las experiencias de la vida cotidiana, trabajamos entonces, las formas de opresión en la relación con los animales. En este marco, empezó a preguntar sobre el lugar donde tenemos a nuestros animales, la forma de darles la comida, puso de ejemplo de cómo nos relacionamos con el perro o el gato que tenemos en casa, si lo teníamos, claro, y si esta relación expresaba una relación de opresión o no.

Ante esto, empecé a pensar sobre que, a mis perritas les doy todas las noches de comer, las tengo viviendo en el patio, a veces las regaño porque me brincan encima, o bien, porque están ladrando mucho, las acaricio tras la puerta de malla, no pasa nada pensé, es normal. Sin embargo, cuando menciona otro ejemplo sobre si teníamos un estanque pequeño, por ego personal, con unas tortuguitas que dan vuelta en ese reducido lugar y que se dan de topes con la pared de cristal; mi maestro mencionó que allí se expresa una lógica de opresión, de pronto no resistí más y me solté a llorar.

El profesor me preguntó por qué lloraba, le respondí que con su comentario me había hecho recordar que, todos los días, mi niño de tres años me decía y preguntaba sobre eso, pero no lo había entendido, pensé que era necedad. Todos los días mi niño me preguntaba del por qué tenía a la tortuga encerrada, si la tortuga no era feliz allí, también me preguntaba, papá ¿por qué tenemos a las perritas encerradas en el patio si son parte de la familia? En esa ruptura paradigmática que tuve, sentí vergüenza, ya que eso mismo le estaba enseñando a mi hijo, por ello, cualquier proceso de desconstrucción es doloroso, pero muy necesario.

En este sentido, no quiero decir con esto que llegó el profesor con su varita mágica llamada pedagogía o teoría crítica y me transformó, sino que este proceso doloroso me sirvió para comprender que las relaciones de opresión y dominación las detentamos cada día de nuestra vida, las normalizamos y las enseñamos a nuetres hijes, en este contexto, el proceso de desconstrucción, a mi perspectiva, debiera ser permanente y constante.

De la narrativa anterior, quisiera profundizar sobre la formación del pensamiento crítico instrumentalizado que muchas escuelas universitarias y de posgrados forman desde las enseñanzas del análisis, reflexión, conocimientos y discursos de teorías y textos críticos y, que muchas personas las usamos bajo ciertos intereses individualizados, dicho de otra manera, a través de medios-fines, invisibilizando la parte política-social-colectiva.

En este marco, María Cristina Martínez Pineda y Emilio Guachetá Gutiérrez (2020) en su libro “Educar para la emancipación. Hacia una praxis crítica desde el sur”, realizan una crítica a la formación del pensamiento crítico desde los criterios “psicologistas y cognitivista” (pág. 34), los cuales, reducen la criticidad del pensamiento en meros “análisis de ideas y saberes enseñables” (pág. 35). Es decir, les formades en esta perspectiva muches somos buenes discursadoras desde el análisis de textos teóricos, sin embargo, carecemos de otredad y, carecemos de otredad porque anteponen nuestros intereses personales sobre los colectivos, carecemos de otredad por falta de un proceso de desconstrucción real, permanente y constante, carecemos de otredad por falta de una autocrítica de nuestra propia subjetividad, una subjetividad con características neoliberales construida de manera formal, no formal e informal. Esta carencia, hace que diste de la praxis trasformadora de la mayoría de les sujetes.

Al formar un pensamiento crítico instrumentalizado en nuestras subjetividades desde la cognición Martínez Pineda y Guachetá Gutiérrez (2020) mencionan que, la mayoría de les sujetes “no necesariamente desarrollan una preocupación real y vinculante con las condiciones negativas de la realidad social que generan explotación, exclusión, desigualdad y opresión”  (pág. 35) añadiendo que “ni provoca subjetivaciones que luchen por la emancipación de estas condiciones […]” (pág. 35), sin embargo, discursamos desde la intelectualidad, describimos y realizamos investigaciones y categorizaciones epistemológicas con mucha fluidez.

Sin duda, estos discursos se encuentran muy vinculados a los años que se le ha dedicado a la academia, a las investigaciones y, por lo tanto, a los títulos detentados en esos tiempos; estos títulos bajo la perspectiva del pensamiento crítico instrumentalizado provocan, en la mayoría de nosotres, una soberbia intelectual construyendo muros que distancian y fragmentan toda relación humana.

De manera que, esta soberbia intelectual, a su vez, genera en nosotres un sentido de superioridad sobre les otres y, cuando esta superioridad es amenazada, también nuestros intereses personales individualizados se encuentran amenazados, por tanto, el pensamiento crítico instrumentalizado busca todas las formas que se encuentre a su alcance para eliminar esa amenaza, lo peligroso es que, esa amenaza, es otra u otras personas.

De lo anterior, Juro Torres Santomé en su libro Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocolonialistas, describe en uno de los rasgos sobre la subjetividad neoliberal lo siguiente: “vive obcecado con la búsqueda del interés propio y en constante competencia y comparación con otros” (Torres, 2017, pág. 71), es decir, ve a les otres como enemigues, por tanto, hay que eliminarlos a como dé lugar con el fin de conseguir, mantener y reclamar, en palabras del mismo autor “derechos y privilegios” (Torres, 2017, pág. 71 ) detentados en el transcurso de la vida académica-social. En este sentido, el pensamiento crítico instrumentalizado no dista de las subjetividades neoliberales, neocoloniales y conservadoras.

Del mismo modo, esta competencia, comparación y enemistad con les otres provoca, a su vez, lógicas de opresión que son gestadas al interior de las subjetividades con pensamiento crítico, el cual, se instrumentaliza, y se instrumentaliza porque el pensamiento crítico es usado como un medio para conseguir fines/intereses particulares e individualizados, en este marco “adopta una perspectiva utilitarista” (Martínez & Guachetá, 2020, pág. 44) que, por lo general, violentan de distintas formas a las que consideran amenazas.

Esta violencia es generada por la “incapacidad de ponerse en la piel del otro” (Torres, 2017, pág. 108) y por la vulnerabilidad en la que sentimos que nuestros privilegios son amenazados, por ello, buscamos formas de brillar apagando las demás luces, en especial, aquellas que son más intensas que las nuestras, en estos actos coercitivos es donde nuestros discursos pierden coherencia y, todo el palabrerío crítico, queda como las legislaciones educativas, según Torres Santomé (2017) “[…] palabras vacías, ambiguas, pero sin valor y poder real para incidir y transformar las realidades de injusticias […]” (pág. 54), es decir, quedan en lo abstracto y no le damos contexto en nuestra vida cotidiana.

Estas palabras huecas producidas por el discurso a través del pensamiento crítico instrumentalizado carecen de vivencias y dinamismo, es decir, de praxis, estas palabras son simplemente “categorías inertes” (Freire, 2005, pág. 26), estas distan de lo que hago, porque solo las digo y no las vivencio, y no las vivencio porque mis intereses son distintos a mis palabras; esta práctica es peligrosa porque nos lleva a un autoritarismo en la que muchas veces normalizamos cínicamente para controlar, oprimir y dominar,  evitando así el “sufrimiento” (Freire, 2010, pág. 113) de una autocrítica.

Esto se debe, según Martínez & Guachetá (2020), a la centralidad del pensamiento crítico únicamente a la cognición polarizando así “el carácter social y político” (pág. 42), en esta polarización aseveran que “pierden todas su fuerza […] como ejercicio de denuncia y emancipación del sujeto y de las condiciones sociales” (pág. 47), por lo tanto, es inherente que el pensamiento crítico se centre no solo en la cognición, sino que también en lo político, social, cultural, tecnológico y económico con el fin de analizar y reflexionar a partir de fenómenos y textos críticos y no críticos, desvelar las distintas formas de poder, dominación y opresión que detentamos en las relaciones humanas y, con otres seres vivos en la cotidianidad, posterior a ello proponernos formas de actuar, de vivir y de ser en consecuencia de lo que discursamos, para ser lo más o totalmente coherentes posibles.

Por todo anterior, Isabel Rauber citada por Lidia Fagale en (Rauber & Fagale, 2018, pág. v) asevera que “No habrá posibilidad alguna de superar la trampa cultural del modo de vida generado por el capital si no se rompe de raíz con la lógica de su funcionamiento”. En este marco, para empezar en el proceso de rompimiento de raíz del pensamiento crítico instrumentalizado y por ende de las subjetividades neoliberales, neocolonialistas y conservadoras que detentamos la mayoría, mencionaré algunas consideraciones finales al respecto:

  • Tengo que mencionar que soy un sujeto formado desde las perspectivas neoliberales, neocoloniales y conservadoras, por tanto, debo de realizar una autocrítica permanente y constante con el hito de identificar y nombrar cada una de estas características que ejerzo en mi vida cotidiana, pues, sino las menciono, no existen o las polarizo. Un acto similar de cómo la pandemia desnudó al sistema neoliberal, asimismo desnudarnos a nosotres mismes, aunque esto sea doloroso.
  • Ya que las identifico y las nombro, las investigo a profundidad no solo para tomar distancia a estas o para criticarlas, sino que también para empezar a actuar o a vivenciar de manera contraria, para que estas no sean palabras huecas, sino una verdadera praxis liberadora.
  • Que nuestros estudios academicistas los vivenciemos y nos ayuden a transformarnos a nosotres, para posterior apoyar con la mayor humildad posible a otres en hacerlo. Estos estudios sean para adquirir un compromiso con la sociedad en aras de la trasformación de sus condiciones y no una rivalidad.
  • Construir vínculos o alianzas con otres con el fin no de competir, sino de compartir, experiencias, conocimientos, responsabilidades, entre otras, con el mayor “respeto por el otro y no desprecio o humillación […]”(Torres, 2017, pág. 48) y en donde, el diálogo, sea parte fundamental de las relaciones con estas.

Referencias

Dorry, L. M. (27 de Septiembre de 2020). otrasvoceseneducacion.org. Recuperado el 29 de Octubre de 2020, de http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/361091

Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Freire, P. (2010). Cartas a quien pretende enseñar. Buenos Aires: Siglo XXI.

Martínez, P. C., & Guachetá, G. E. (2020). Educar para la emancipación. Hacia una praxis crítica desde el sur. Bogotá. Buenos Aires: UPN. CLACSO.

Rauber, I., & Fagale, L. (2018). Descolonizar la subjetividad. Hacia una nueva razón utópica indo-afro-latinoamericana. La Habana: Instituto de filosofía.

Torres, J. (2017). Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocolonialistas. Madrid: Morata.

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org/crisis-por-y-post-pandemia-las-transformaciones-en-nuestras-sociedades-y-las-desigualdades-preexistentes/

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La democracia despierta en el continente

Por: Dinorah García Romero

Esto ha de aplicarse en la República Dominicana. Ojalá podamos celebrar en la vida cotidiana gestos concretos de resurgimiento de una democracia viva en cada espacio, en cada decisión.

La democracia es un sistema político y social que tiene muchos valores y posibilidades para propiciar el desarrollo ciudadano y de las naciones. Como cualquier sistema, tiene limitaciones propias que no pueden sorprender. Ningún sistema, sea social, político o económico, es perfecto.

El sistema democrático ha estado rezagado y amenazado en América Latina y el Caribe en la última década. Este rezago se evidencia en los múltiples problemas que presenta el sistema democrático en la mayoría de los países de la región. Estas dificultades no la dejan avanzar; la precarizan de tal manera que se vive una democracia recortada; por ello los ataques a la prensa que intenta ser libre y presentarle al pueblo la noticia veraz; la muerte de líderes comunitarios que luchan por la calidad de vida, la integridad de las instituciones y los derechos de sus comunidades como acontece en Colombia y en México; la represión abierta y la violación de  los derechos en Nicaragua; y la emigraciones en masa de pobladores de Centro América, buscando una salida a sus problemas.

A lo anterior se añade la corrupción institucionalizada de Venezuela, República Dominicana, Haití, México y Brasil, que se distancia de los rasgos propios de la democracia, la debilitan y la convierten en un esqueleto que provoca desconfianza y repulsa, por su ineficacia para garantizar un ejercicio ciudadano y un desarrollo integrales. Es una vivencia que viola de manera constante los principios y los valores que constituyen este sistema.

Este ha vivido bajo la amenaza del fascismo; de los altos y bajos del populismo de Bolsonaro y de Donald Trump, dos gobernantes que se han atrincherado en las redes sociales para socavar los cimientos de la democracia, de la paz local y mundial.

Basta con revisar el comportamiento de Bolsonaro con la Amazonía; y de Trump con los inmigrantes, con los musulmanes y afrodescendientes. Las evidencias de un tratamiento antidemocrático y distante de lo humano son palpables y están registradas. Esta manera de liderar constituye una amenaza para la democracia en el ámbito global. Pero la democracia despierta; y esto se expresa en el desplazamiento de uno de los liderazgos más nocivos para la democratización y la dignidad de la Región.

El triunfo de Joe Biden y de Kamala Harris despeja el ambiente de tensión y de inseguridad democrática que se estaba elevando en la zona. Hemos de reconocer que Estados Unidos es un país con amplio poder en el mundo y su incidencia es notable en diversos órdenes de la vida de América Latina y del Caribe; así como en otros contextos de la esfera mundial.

Valoramos significativamente que la democracia de señales de revitalización y desempeñe el rol que le compete en el continente. Esto ha de aplicarse en la República Dominicana. Ojalá podamos celebrar en la vida cotidiana gestos concretos de resurgimiento de una democracia viva en cada espacio, en cada decisión.

Parecen pequeños detalles, pero forman parte de una red que obstaculiza una democracia sana por el impacto en la vida de los ciudadanos y en la institucionalidad. Es necesario que la democracia despierte totalmente y que su credibilidad e incidencia se extienda en la experiencia personal, institucional y social de América Latina y el Caribe.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-democracia-despierta-en-el-continente-8881027.html

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Ni escriben al revés ni son niños «tontos» o vagos. Diez falsos mitos sobre la dislexia

Por: ABC

Este trastorno afecta a entre el 5 y el 10 % de la población.

Ni confundir izquierda y derecha es un síntoma determinante de dislexia, ni los niños disléxicos tienen un cociente intelectual más bajo. Alrededor de este trastorno que afecta a entre el 5 y el 10 % de la población existen muchos mitos que confunden a la sociedad.

La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje cuyo origen es neurobiológico, explica Llorenç Andreu, director del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC. Se caracteriza por una serie de dificultades en el reconocimiento preciso y fluido de palabras y por problemas de ortografía y decodificación. Según la definición que hace de este trastorno la Asociación Internacional de la Dislexia, «estas dificultades provienen de un déficit en el componente fonológico del lenguaje que es inesperado en relación con otras habilidades cognitivas que se desarrollan con normalidad. Las consecuencias o los efectos secundarios se reflejan en problemas de comprensión y experiencia pobre con el lenguaje impreso que impiden el desarrollo de vocabulario».

«Esta dificultad a la hora de leer y escribir se traduce en problemas de aprendizaje», añade Beatriz Gavilán, neuropsicóloga y profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, «y esto, además, puede afectar a la autoestima del niño, que percibe cómo el resto de sus compañeros aprenden más rápido y con menos esfuerzo, lo que puede hacerle pensar que es «tonto»». Por eso es importante diagnosticar la dislexia «cuanto antes», advierte Gavilán. Y para ello es fundamental que padres y profesionales sepan reconocer los síntomas y no los confundan. Estos son los mitos alrededor de la dislexia:

1- Es una enfermedad que se cura con el tratamiento adecuado

La dislexia no es una enfermedad: es un trastorno del aprendizaje que no se cura, sino que se mejora. Con una intervención adecuada y centrada en el trabajo de la fonología y la conversión de grafemas a fonemas se puede compensar y se pueden minimizar sus efectos, explica Andreu, que también es codirector del grupo de investigación en Cognición y Lenguaje (GRECIL) de la UOC. «Es importante hacer un diagnóstico temprano, porque el cerebro de los niños es plástico y cuanto antes se trabaje sobre estas conexiones neuronales que dificultan el aprendizaje lector, mejores serán los resultados y menos riesgo habrá de fracaso escolar», explica Gavilán.

2- Si el niño escribe palabras en espejo, confunde las letras o no sabe cuál es la derecha y cuál la izquierda, es disléxico

Ninguna de las tres cosas es cierta. «La dislexia es fundamentalmente una dificultad que afecta a la automatización de la lectura y que tiene como consecuencia una velocidad de lectura muy lenta. Los niños con este trastorno tienen una especial dificultad para establecer la relación entre las grafías y los fonemas», informa Andreu. Por ello, este proceso no se automatiza y siempre es muy lento. En estadios iniciales se confunden algunas letras, pero posteriormente estos errores desaparecen.

3- Si le cuesta aprender a leer y escribir, significa que es disléxico

No siempre es así, dice Beatriz Gavilán. «Hay que hacer una valoración para cerciorarse de si es realmente dislexia y no una discapacidad intelectual, por ejemplo». Según la neuropsicóloga, actualmente muchos profesores tienen la formación necesaria para detectar cuándo un niño puede ser disléxico, «por lo que es recomendable que los padres estén atentos, pero que confíen en el criterio del colegio. En el caso de que exista sospecha y el centro no haya informado, no está de más acudir a un especialista».

4- La dislexia no se manifiesta hasta los siete años

No se puede diagnosticar hasta los siete años, ya que normalmente la adquisición de la lectura se empieza hacia los seis años y se da otro curso de margen, explica Gavilán. Sin embargo, se puede empezar a sospechar ya desde la etapa de infantil. «Aquellos niños que a finales de primero de educación primaria tienen muchas dificultades para automatizar la lectura deben comenzar a tener un trabajo más intensivo y, si no se produce una mejora notable durante el segundo curso, tienen mucha probabilidad de ser diagnosticados como disléxicos», añade Andreu.

5- De padre disléxico, hijo disléxico

No es exactamente así, pero este mito sí tiene un trasfondo de realidad, ya que la dislexia «tiene un gran componente genético», admite Gavilán. «De hecho, entre un 40 y un 80 % de los casos de niños con dislexia tienen antecedentes familiares con problemas de lectura», añade el director del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje.

6- Un mal hábito de lectura puede provocar la dislexia

La dislexia no se genera por una falta de hábito lector. «Ahora bien, un niño que nace sin ninguna predisposición para tener problemas lectores, si no recibe una instrucción lectora adecuada y no lee regularmente, tendrá un nivel bajo de lectura, pero no dislexia. En el momento que trabaje intensamente la lectura, mejorará rápidamente», dice Andreu.

7- Esforzándose, el niño puede aprender de forma normal

Los niños con dislexia no son vagos, sino que tienen muchas dificultades para leer e, incluso con mucho esfuerzo, pueden alcanzar un nivel lector bajo, explica Andreu. Las frases tipo «es un poquito vago» o «¿ves como si te esfuerzas lo consigues?» son especialmente «peligrosas», según Gavilán, porque transmiten al niño que, de alguna forma, es culpa suya. Además, por mucho que se esfuercen, «van a necesitar ayuda externa».

8- Los disléxicos tienen un cociente intelectual algo más bajo

Ni son más listos ni menos listos que la media. De hecho, «este no es un criterio para poder ser diagnosticado como disléxico. Si un niño tiene un cociente intelectual bajo, tendrá problemas de lectura como consecuencia de su baja capacidad cognitiva. Los disléxicos tienen problemas de lectura a pesar de tener un cociente intelectual dentro de la normalidad», explica el profesor de la UOC.

9- Los niños bilingües no pueden tener dislexia

No, la dislexia afecta del mismo modo a los niños bilingües que a los monolingües.

10- Hay que asumirlo: los niños disléxicos sacarán siempre peores notas

Ser disléxico no implica sacar siempre malas notas, «pero, en un porcentaje muy elevado, tienen problemas académicos», dice el investigador de la UOC. «Pensemos que, durante los primeros años de la escolarización, los niños aprenden a leer y posteriormente aprenden leyendo. Si una herramienta tan importante para el aprendizaje está afectada, el aprendizaje también lo estará».

En este sentido, Gavilán añade que para el buen desarrollo educativo de los niños disléxicos es importante que el colegio emprenda las adaptaciones necesarias que ayuden a los alumnos con dislexia. Las comunidades autónomas establecen unos protocolos que abarcan desde exámenes adaptados, audiolibros, letras más grandes, más tiempo para leer y escribir…

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-mundial-dislexia-escriben-reves-ninos-tontos-o-vagos-diez-falsos-mitos-sobre-dislexia-202011080305_noticia.html

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