Page 8 of 2458
1 6 7 8 9 10 2.458

Impactos del neoliberalismo en la Educación Superior post pandemia

Por: Fernando J. Gómez*

La pandemia de Covid-19 aceleró la virtualización de la Educación Superior en Argentina, exponiendo de manera más cruda las tensiones preexistentes en el sistema universitario. Sin embargo, puede verse que este cambio forzado hacia lo digital no es un fenómeno aislado, sino que es parte de una reestructuración más amplia, donde la universidad pública enfrenta una precarización creciente: recortes presupuestarios, salarios docentes insuficientes y la fragmentación del trabajo académico.

En este nuevo contexto, en el que una parte importante de los vínculos físicos se han desplazado hacia plataformas digitales, surgen interrogantes sobre el futuro del trabajo docente y la naturaleza de los programas educativos que emergen en este espacio. Este texto propone explorar cómo la virtualización ha modificado las relaciones en el ámbito académico, ahondando en las implicaciones de un sistema educativo que, cada vez más, se encuentra influenciado por un ideal eficientista y neoliberal. Este proceso no sólo ha transformado las condiciones estructurales del trabajo docente, sino que ha impactado profundamente en las relaciones interpersonales que forman parte del tejido académico.

Docencia universitaria: del aula al aislamiento digital

La multiplicidad de vínculos que se crean en la vida universitaria, tradicionalmente cultivados en los espacios de encuentro entre clases y durante las pausas, ha sido desarticulada por la virtualización. Estos espacios de interacción no son un mero excedente, sino parte esencial de la experiencia universitaria, donde se construyen redes de apoyo y solidaridad. La deshumanización del vínculo docente-estudiante en las plataformas digitales no sólo refleja un cambio tecnológico, sino que es el resultado de un proceso de alineación con las lógicas neoliberales que valoran la productividad sobre la reflexión crítica. En este contexto, los docentes enfrentan no sólo el aislamiento emocional, sino una fragmentación creciente de sus condiciones laborales.

El individuo, confinado en el entorno digital, no sólo pierde el contacto humano directo, sino que la relación con el otro se transforma en una competencia, un reflejo de la lógica mercantil. Sin la presencia del cuerpo que sostiene la mirada y su reflejo subjetivo, el semejante, sin el espacio común donde se comparte una historia, queda un vacío preocupante. En ese sentido resulta auspiciosa la multitudinaria asamblea de semanas atrás en la Plaza San Martín, y otros espacios de encuentro que también tuvieron lugar en esos días.

La productividad exigida en este entorno, disfrazada de una interpelación global por la pandemia, se inscribe, en realidad, en el mandato interno de la autoexigencia neoliberal. Esta transformación está afectando gravemente a los miles de docentes universitarios en Argentina, quienes enfrentan un panorama de mayor precarización laboral, aislamiento emocional y condiciones de trabajo fragmentadas.

En la actualidad, las universidades públicas se enfrentan a un dilema crucial: defender su rol como formadoras de pensamiento crítico o ceder ante la mercantilización de la educación. Las recientes movilizaciones docentes en todo el país reflejan esta lucha por condiciones laborales dignas, salarios justos y el rechazo a políticas de desfinanciamiento.

La incertidumbre es una construcción estratégica

La incertidumbre que envuelve la virtualización y el cambio en las dinámicas de enseñanza no parece ser casual; es, en algunos casos, una construcción estratégica para introducir un modelo educativo despojado de sus raíces críticas y transformadoras. Recientemente, hemos sido testigos de ataques mediáticos y fake news que buscan deslegitimar a la Universidad Nacional de Rosario, alimentando un discurso de desprestigio que socava su función pública. Estos incidentes son parte de un esfuerzo más amplio para minar la confianza en la educación pública, promoviendo una narrativa que la presenta como obsoleta o ineficiente. En este sentido, la desconexión física es también una desconexión simbólica del sentido profundo de la educación como un espacio de encuentro.

Cuando no existe el espacio físico en el que se encuentran los cuerpos, al no existir los lugares comunes en los que se goza de la presencia del otro, todo el juego de la corporeidad desaparece; ¿se pierde la posibilidad de empatizar con el otro, que entonces se transmuta en una línea finita y distante de ceros y unos que no precisan de la escucha o de la compañía?

Universidad crítica

En los sistemas educativos, y especialmente en el contexto universitario, la historia nos muestra que las estructuras formativas no son estáticas, sino que están en constante autoalteración. La enseñanza de la crítica, entendida no sólo como análisis de lo que es, sino también como apertura hacia lo que puede ser, sigue estando presente, aunque a veces parece desdibujarse en un mundo que cambia rápidamente. La velocidad con la que se suceden los cambios en la sociedad, comparables a la propagación del Covid-19, nos desafía a repensar los modos en que la Universidad responde a las demandas del presente.

En este contexto, ¿cómo podemos asegurar que la transformación tecnológica no sacrifique las relaciones humanas que son fundamentales para el aprendizaje? ¿Hasta qué punto las medidas que promueven la virtualización acelerada de la enseñanza reflejan una auténtica mejora educativa y no una estrategia para reducir costos? ¿De qué forma se puede lograr un equilibrio entre las exigencias tecnológicas y la defensa de los derechos laborales de los docentes, especialmente en un escenario de crecientes desigualdades? Y, ¿cómo podemos seguir fomentando el pensamiento crítico en un entorno que tiende a fragmentar y a debilitar los vínculos sociales que lo sostienen? La mercantilización de la Educación Superior, como parte de una estrategia neoliberal más amplia, se presenta bajo un discurso de modernización que, en realidad, busca despojar a las universidades de su papel transformador. Como en otras épocas de crisis, se busca reducir la educación a una herramienta técnica al servicio de intereses privados, erosionando el pensamiento crítico y la construcción colectiva del conocimiento. Discurso de modernización y mercantilización: Carpe diem.

Desde Lacan, el psicoanálisis desconfía del Discurso Universitario, al cual interpela. Al menos en Argentina esta interpelación es mutua. No se puede plantear un absoluto respecto de los claustros de la Universidad pública. Aquí podría ser que el árbol tape el bosque, pero debe arriesgarse lo siguiente: sobre los estudiantes como consumidores, su propio imaginario lo relaciona con la Universidad como lo haría con una estructura más del mercado. Habrá siempre una serie de dispositivos que le permitirán constituirse como un profesional, por ejemplo, de la salud. Se observa como la principal sujeción del individuo a los poderes instituidos, la imposibilidad de cuestionarlos.

Se ha dicho que el neoliberalismo logra mercantilizar terrenos que estaban excluidos de lógicas economicistas, el genoma, los bienes comunes, los bienes intangibles de la humanidad; sus memorias. Y actúa de tal modo que encuentra fuerzas locales mediante las cuales coloniza lo real. Transformando lentamente sentidos actúa también con especial énfasis en los momentos de crisis (que también sabe y suele producir). ¿Será que más pronto de lo que pensábamos el poder sólo se podrá medir en el número de subordinados que obedezcan a los grises burócratas sin alma encargados de aceitar los engranajes de un purgatorio en eterna decadencia?. El orden meritocrático.

Revolución: la propiedad del conocimiento

El conocimiento, pilar fundamental de la educación, atraviesa una profunda crisis en el contexto actual de virtualización acelerada. Los cambios impulsados en gran parte por la pandemia han llevado a un modelo educativo que, influenciado por las lógicas del mercado global, amenaza con desplazar el rol crítico de los docentes como facilitadores del pensamiento reflexivo y del debate. Este giro hacia una educación cada vez más instrumentalizada, marcada por la reducción del conocimiento a contenido digitalizado, pone en peligro la naturaleza misma de la educación como herramienta de emancipación y transformación social. La pregunta central que surge en este escenario es: ¿de quién es el conocimiento que circula y se transmite en este nuevo paradigma? Más allá de ser un espacio para la construcción colectiva, el conocimiento corre el riesgo de ser privatizado y controlado por intereses corporativos y tecnológicos, donde los estudiantes y docentes quedan relegados a funciones pasivas.

Esta tendencia deshumaniza el proceso educativo, transformando el conocimiento en un recurso comercializable, moldeado por dinámicas de eficiencia y productividad. En un contexto de creciente tensión social y política, en el que las disputas por el control de los recursos –incluido el saber– se intensifican, repensar nuestra relación con la educación se vuelve urgente. No podemos permitir que el conocimiento sea apropiado como una mercancía más, susceptible de caer en manos de quienes buscan controlar su distribución.

Debe preservarse como un bien común, accesible y generador de cambios profundos, capaz de contribuir a la construcción de sociedades más equitativas y conscientes.

*Psicoanalista, psicólogo, Doctor en Psicología; Docente en Facultad de Psicología UNR

Impactos del neoliberalismo en la Educación Superior post pandemia

Comparte este contenido:

Elementos introductorios para un abordaje de los video juegos desde las pedagogías críticas

Por: Luis Bonilla-Molina

Por más poderes que tenga Deep-Blue

-su capacidad de anticiparse a 14 jugadas,

vislumbrando un multiverso de posibilidades-,

nunca podrá experimentar el juego

como nosotros

(Edward Ross, 2020)

Resumen

Los video juegos no son solo entretenimiento, sino una propuesta de estructura cognitiva y para el aprendizaje. Por lo tanto, el tema de los video juegos debería ser de especial atención de las pedagogías críticas. Como hemos insistido en otros trabajos, el precario análisis en los temas de la agenda virtual-digital en educación se debe a la brecha epistémica y los problemas para comprender los espacios estriados del capitalismo, conformado por las revoluciones industriales.

En este trabajo procuramos “puntear” algunas ideas para dar cuenta de nuestra perspectiva sobre el particular. Los video juegos no pueden seguir siendo vistos de manera aislada, sino como una nueva fase de la comunicación y en la construcción de hegemonía capitalista. Los video juegos logran hacer converger lógicas comunicacionales de la radio, tocadiscos, televisión, telefonía, internet, entre otras, en nuevas dinámicas que impactan la forma como se aprende y las expectativas de enseñanza.

En este artículo intentamos ubicar el campo de los video juegos en un momento histórico concreto del capitalismo, en el cual el sistema-mundo de dominación se plantea por primera vez la posibilidad, no solo de privatizar, sino de disolver la educación presencial. En consecuencia, defender la escuela-universidad presencial demanda una reactualización de paradigmas que nos permita integrar presencialidad-mundo digital como un binomio educativo contemporáneo ante el cual, desde la docencia, hay que construir alternativas conceptuales, teóricas, operativas y pragmáticas. Los video juegos son parte de estas dinámicas que impactan directa e indirectamente a los sistemas escolares.

Abstract

Video games are not just entertainment, but a proposal for a cognitive structure and for learning. Therefore, the subject of video games should be of special attention to critical pedagogies. As we have insisted in other works, the precarious analysis of the issues of the virtual-digital agenda in education is due to the epistemic gap and the problems in understanding the striated spaces of capitalism, shaped by the industrial revolutions.

In this work we try to «point» some ideas to account for our perspective on the subject. Video games can no longer be seen in isolation, but rather as a new phase of communication and the construction of capitalist hegemony. Video games manage to converge communicational logics of radio, record players, television, telephony, internet, among others, in new dynamics that impact the way learning is done and teaching expectations.

In this article we try to locate the field of video games in a specific historical moment of capitalism, in which the world-system of domination considers for the first time the possibility, not only of privatizing, but of dissolving face-to-face education. Consequently, defending the face-to-face school-university demands a re-updating of paradigms that allows us to integrate the face-to-face-digital world as a contemporary educational binomial before which, from teaching, it is necessary to build conceptual, theoretical, operational and pragmatic alternatives. Video games are part of these dynamics that directly and indirectly impact school systems.

Palabras claves: Pedagogías críticas – video juegos – transformación digital – escuela pública presencial – brecha epistémica

  1. Introducción

Los sistemas escolares y la formación docente (inicial y continua) han tenido serias dificultades para otorgarle la valoración que corresponde a los video juegos en la construcción y comprensión de las nuevas formas de sociabilidad, aprendizaje, conocimiento, moral, economía, política, reproducción cultural, perspectiva científica y la propia ética de la especie humana.

Si miramos la producción teórica de figuras consideradas representativas de las pedagogías críticas y educaciones populares, encontramos una precaria o nula producción al respecto. Esto no se debe a problemas generacionales, sino a una especie de somnífero cognitivo que nos impide contar con mayor plasticidad epistémica en un marco de aceleración exponencial de las innovaciones científico-tecnológicas que impactan a todas las dinámicas sociales. La crítica al capitalismo sin el abordaje de los pliegues y giros que imponen las revoluciones industriales impide comprender el rizoma lúdico de los video juegos en un contexto de reestructuraciones integrales del modo de pensar, actuar, crear y apropiarnos del capitalismo en el siglo XXI.

En la perspectiva de Deleuze y Guattari (1988), pareciera que una parte muy importante de los análisis críticos en materia educativa están atrapados en el espacio liso de las reformas educativas, la maquinaria de privatización-mercantilización y las lógicas narrativas de las autoridades educativas nacionales. Análisis que tienen dificultad para entender los espacios estriados que hoy se convierten en determinantes: la brecha epistémica, el atasco de los sistemas escolares en los paradigmas de las dos primeras revoluciones industriales y el riesgo de disolución de las instituciones educativas presenciales. Parafraseando a UNESCO (Faure,1973) esto reflejaría los problemas de los sistemas escolares para preceder el desarrollo económico y proveer el conocimiento y los profesionales que requiere el modo de producción capitalista en la actual coyuntura.

En este pequeño artículo, intentaremos contribuir al impulso de debates que permitan formular análisis desde un lugar de enunciación radicalmente distinto al que ha sostenido en las últimas décadas la teoría crítica en educación. Es parte del esfuerzo por posicionarnos críticamente frente a la llamada transformación digital de la educación, convencidos que es posible re-enamorar a los y las trabajadoras de la educación para producir el salto pedagógico requerido, sin caer en la colonización de un modo único de pensar lo virtual-digital.  Lo que planteamos está orientado por la teleología del cambio radical emancipador de las condiciones y procesos de enseñanza-aprendizaje en los cuales hoy los hijos e hijas de la clase trabajadora, campesinado y proletariado urbano participan.

  • Máquina y conocimiento en el capitalismo

En los Grundrisse (1857-1858, pp. 226-227) Marx señalaba que cuando el capital haya alcanzado un nivel superior en el cuál la máquina sea el sentido común y, logrado capturar la esencia de todas las ciencias, la invención se convertirá en una rama de la economía y la ciencia aplicada que incitará a la novedad. Es en ese momento cuando la máquina adquiere el estatus de poder que aliena la conciencia de la clase trabajadora. Dialécticamente, el desarrollo de la ciencia-tecnología implicará una reducción de la necesidad de trabajo material, como lo plantea la cuarta revolución industrial con sus fábricas 4.0 y, ello en términos marxistas potenciaría un proyecto emancipador. Lo que ocurre es que la burguesía no se quitará ni cederá el poder, y si la correlación de fuerzas no hace posible un cambio radical, el capitalismo como lo estamos viendo ahora, construirá nuevas formas de dominación y de explotación a través del trabajo y la producción inmaterial.

En ese camino la integración inter-subjetiva de la máquina con el ser humano, se reelabora con lo virtual-digital y tiende a objetivarse de manera inusitada, en la medida que se sostiene la actual aceleración de la innovación. No se trata de una máquina allí y el trabajador acá, sino de la vida humana ahora convertida en procesos de máquinas individuales y sociales que tienden a la fusión y la construcción de un nuevo cuerpo social-tecnológico.

Es como si la profesión docente por el impulso esquizoide de las políticas neoliberales en educación se hubiese convertido en un Cuerpo sin órganos (CsO). El órgano formación docente (inicial y permanente) vaciado de su capacidad de formar para el presente y futuro inmediato se ha convertido en un requisito inútil que conduce a silenciosas y consecutivas derrotas en el aula. Los sindicatos y gremios docentes operan como un órgano de sobrevivencia debilitado en su capacidad de convertirse en intelectual colectivo. El órgano literatura pedagógica a pesar de contar con numerosos ISBN del año actual y artículos en Scopus, sus líneas nos narran un presente con claves del pasado. Se trata de un CsO que comienza a ver la jubilación como una liberación, como una utopía de emancipación de la esquizofrenia de la práctica escolar repetitiva e incesante.

Esto hace más que reelaborar la propia dominación presente en la historia y psiquis del individuo no como toma de conciencia transformadora sino como fatalidad que opera contra la posibilidad y la voluntad de cambio, como diría Herbert Marcuse. El CsO de Deleuze y Guattari, mirado desde el corpus teórico de Marcuse analizando a Freud, se convierte en un misil dirigido a una de las bases de la sociedad y la cultura moderna: el concepto de individuo autónomo. El principio de autoridad y represión no es disuelto por las máquinas viejas y nuevas, sino reproducido y ampliado, restringiendo las posibilidades de construcción del sujeto crítico, solo que ahora ese proceso es presentado con imágenes, de manera lúdica, como intento de sujeción del CsO a la máquina de juegos.

En consecuencia, la relación del ser humano con la máquina de video juegos no puede ser vista solo como un tema lúdico, ni como un asunto de diversión infantil y juvenil, sino como resultado de un nivel superior de dominación capitalista en el cual las innovaciones y las ciencias han convertido al ser humano en factor económico, para lo cual la ideología del trabajo alienado y el ocio generador de plusvalía, vacían al cuerpo social de voluntad, disolviendo sus órganos. Constituir al sujeto critico significa plantear la posibilidad de sujetar la máquina a sus designios y no al revés como ocurre en el presente como resultado de la hegemonía de la ideología capitalista. El sujeto crítico es el único que puede analizar, comprender y modificar la lógica de repetición incesante de la máquina de dominación.

Esto implica la creación de formas variables de construcción de conocimiento, que expresen la contradicción dominación-resistencia en distintas intensidades y tonalidades, que para Beradi no son otra cosa que “la subjetividad de las millones de mentes conectadas alrededor del mundo, y la subjetividad de los cuerpos que buscan afecto, contacto sensual y amistad” (2019, p.211).

No hay máquina neutra, pero toda tecnología puede repensarse desde una epistemología de ecología política. No se trata de un eclecticismo grosero sino de explorar siempre como colocamos la ciencia al servicio de la vida. Por supuesto que hay cosas que podemos hacer y otras que no; por ejemplo, pensar que lo virtual-digital va a desaparecer si hacemos campaña contra ella, es cuando menos ingenuo, pero sí podemos reducir su impacto dañino y reconfigurarla a favor de la emancipación humana.

Alegría, esperanza, ilusión, disfrute de jugar, solidaridad, ética por encima de las probabilidades de ganar, constituyen rasgos de la humanidad que subsisten al CsO y que pretenden ser apropiados con máquinas de felicidad, entre ellas los video juegos, pero también a través de las redes sociales y la fantasía de la necesidad perpetua de conectividad. El problema es que a diferencia de otras tecnologías que tienen su correlato en tecnologías propias e inventiva alternativa, el terreno de los video juegos está prácticamente hegemonizado por la lógica del capital, incluso muchas propuestas que corren en los bordes lo hacen desde la epistemología de la máquina digital-virtual capitalista. Por ello, no se trata de patentar una máquina alternativa sino de deconstruir su episteme y re-construirla con una epistemología próxima a las narrativas liberadoras.

Una reflexión crítica potente sobre los video juegos debe fundamentarse en un apropiado manejo de la lógica del sistema-mundo capitalista como una máquina que de manera incesante produce mercancías (materiales e inmateriales) y que se replica en todo el sistema de máquinas. Sin las premisas de comprensión-resistencia y de análisis desde los espacios estriados de las revoluciones industriales y su impacto en lo educativo, corremos el riesgo de solo rasgar la superficie. Adentrémonos pues en aguas profundas con pupila de artesanos.

  • La cajita lúdica que transforma la pantalla

La primera cajita comunicacional fue la radio. Cuando Ricardo Marconi realizó el 14 de mayo de 1897 la primera transmisión de radio, seguramente no pensó como ello reconfiguraría la sociabilidad humana. El capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales encontró en la radio un mecanismo complementario a las instituciones escolares para construir hegemonía de consumo, democracia representativa y ciencia como motor de la vida empresarial y con ello de la empleabilidad.

La radio novela constituyó una herramienta para la homogenización de la cultura. “Los tres Villalobos” (1943), tuvo un rol fundacional respecto a lo que sería la saga de producciones dramáticas difundidas por radio, entre las cuales resultan emblemáticas Tamakún, Capitán Espada, KalimánEl Derecho de Nacer, entre otras. En Venezuela fue especialmente popular “Martín Valiente: el ahijado de la muerte” (1962), mientras que la música y los noticieros se constituían en la centralidad de las actividades radiales. Era increíble como las transmisiones de “la vuelta a Venezuela” o la “vuelta al Táchira”, clásicos de ciclismo venezolano, eran narrados de una manera magistral a tal punto que la imaginación podía visualizar los pinchazos, los sprint, las escapadas, las metas volantes y los premios de montaña. La radio también servía para estimular la industria de las apuestas hípicas y las loterías, quien no recuerda las hazañas del gran “Cañonero”, caballo que en sus patas y con la astucia del jinete, mostraban la tenacidad venezolana. El melodrama novelesco y el “hit parade” acompañaron el proceso de masificación de la segunda y tercera cajitas lúdicas: el tocadiscos y la televisión.

En 1854 Alexander Graham crearía el teléfono y con él, una nueva caja comunicacional en casa. Esta servía para acortar distancia y hablar con otras personas ubicadas a kilómetros. La telefonía fue evolucionando hasta llegar al equipo inalámbrico analógico y luego la telefonía celular. El Teléfono marcó el inicio del obituario de los telegramas, cartas y postales, algo que ocurría definitivamente siglo y medio después. El celular inteligente constituye un complemento y otro mecanismo para el tránsito a la centralidad de lo virtual-digital en la cuarta revolución industrial.

Si bien se considera que el tocadiscos fue inventado en 1877 por Thomas Edison, evolucionando del fonógrafo al gramófono, es en realidad en 1925 cuando la llegada de la tercera caja, el tocadiscos eléctrico, lo populariza. Los formatos de acetato de 33 revoluciones por minuto (RPM), se complementaron con los de 45 RPM y 78 RPM, garantizando mayor fidelidad. Conseguir la aguja adecuada para navegar en los surcos del disco se convirtió en un desafío cotidiano. El cassette (cajita en francés) con sus grabaciones e cinta magnética y el Compact Disc (CD) hicieron que los tocadiscos tuvieron complementos para estos formatos. La llegada del Discman, un equipo portátil de reproducción de CD significó una revolución que dio paso a una serie de innovaciones que nos trajeron hasta el pendrive musical, la música en la nube y el modelo de reproducción en múltiples aparatos a través de plataformas como Spotify y Apple Music, entre otras plataformas.

La cajita de televisión ya no fue solo sonido, sino que contenía imagen. Del blanco y negro de la transmisión de la llegada del Apolo 11 a la luna, se pasó al color, las telenovelas, los “enlatados” de series policiales y comiquitas.  Los noticieros fueron pasando de grabaciones y ediciones en estudio a transmisiones en micro ondas y luego satelitales. Los Reality Show fueron convirtiéndose en las citas preferidas de la audiencia mientras el deporte fue tomando una inusitada centralidad en las solicitudes de transmisión. La televisión en vivo fue rompiendo con la monotonía de lo editado y haciéndola más auténtica. La Televisión se fue tornando en una ventana privilegiada para el cine comercial, el que reproduce más fielmente al sistema. Así llegamos a los canales de películas y series, tipo Netflix, HBOMax, Apple TV, entre otros

Mientras la radio, tocadiscos, teléfono y luego la televisión construían hegemonía comunicacional y eran las cajitas más anheladas en los hogares, fue surgiendo la industria del video juego, como parte de la transición entre la tercera y cuarta revolución industrial. Muchas de las inventivas en el largo camino de los video juegos fueron usadas en la mejora de la radio y la televisión, mientras la quinta cajita comenzaba a invadir los hogares. En cada etapa de estos “artefactos cajita” la publicidad y el comercio tuvieron que reestructurase y adaptarse a las nuevas mediaciones.

El problema es que hemos centrado una parte importante de los análisis y críticas a los efectos de la radio, televisión, celular, video juegos, pero hemos hecho menores estudios sobre las epistemologías narrativas-operacionales de estas máquinas y sobre otras posibilidades epistémicas de desarrollo en estas tecnologías.

Como señala Edward Ross en Gamish (2020) los video juegos, la quinta cajita en casa, partieron de un rasgo que atraviesa toda la historia humana: la lúdica, tanto individual como social. Alan Turing, el descifrador de los códigos nazi, sería un personaje muy importante en la vinculación de la cultura lúdica con el emerger de los ordenadores en la transición a la tercera revolución industrial. Finalizada la segunda guerra mundial Turing comienza a interrogarse sobre las posibilidades que los computadores pudieran responder preguntas, principio que sería determinante en el curso del naciente campo de la inteligencia artificial y los video juegos. En 1950, en la exposición nacional canadiense se presentaría un juego informático de “triki” o tres en raya, al que le seguiría NIMROD un juego de NIM. Turing junto a David Champernowne crearían en 1952 Turochamp un programa capaz de jugar ajedrez nivel principiante. En 1955 Arthur Samuel desarrollaría un programa de “Damas” que permitía aprender de sus errores. Habían nacido los video juegos. Los avances en circuitos interconectados permitirían crear en 1971 Computer Space y Galaxy Game, los primeros aparatos independientes de video juegos. Ralph Baer presentaría a comienzos de los setenta del siglo XX Odyssey, la que sería la primera consola casera de video juegos que podía usar la televisión como pantalla, con doce propuestas, en ella se podía jugar pin pong, shooting gallery y otros entretenimientos. La creación de Pac-Man revolucionaría las consolas comerciales que disponían de traga monedas para que quien pudiera pagar las usara por un tiempo determinado. La recién creada Nintendo se animaría en la década de los ochenta a incursionar con fuerza en las consolas recreativas, familiares y la novedosa cajita portátil de video juegos. Seguramente muchos jugamos en Nintendo 32 y Nintendo 64, consolas que se fusionaron con el televisor casero, usando una convergencia de dinámicas de las cajitas que le precedieron: imagen, sonido, historia, capacidad de juego simultáneo de varias personas. La llegada del internet re-impulsó la industria del video juego hasta llegar entre 2005-2012 a las plataformas Xbox360, PlayStation 3, Wii, Zeebo, entre 2012-2020 a Wii U, PlayStation 4, One, Ouya y,  a partir de 2020 predominan Xbox Series X y Series S, PlayStation 5, Nintendo Switch, Atari VCS 2020, Steam Deck. Estas últimas posibilitan jugar en línea con usuarios de distintos países o territorios, independientemente de su origen social, género o color de piel. Ahora se puede jugar, conversar por chat o video llamada con los(as) otros(as) jugadores.

Los video juegos de última generación vienen con «moda historia» que permite que el jugador construya sentido narrativo de la experiencia, y pueda entrar al modo libre resolviendo los problemas que se le presentan. La realidad inmersiva en los video juegos es la tendencia en el siglo XXI, una experiencia que si no es usada adecuadamente se corre el riesgo de producir un quiebre en el sano equilibrio entre objetividad y subjetividad. La realidad inmersiva es la columna vertebral del Metaverso, un tema sobre el cual ya escribimos otro artículo.

Según Sillas-gaming un portal especializado en estadísticas de video juegos, la edad promedio de los(as) jugadores(as) es de 34 años de edad, la mayoría de ellos cuenta con una casa propia e hijos, pero además el 70% de los y las jugadoras(es) son mayores de 18 años, datos que rompen el estereotipo que los video juegos son para niños, niñas y adolescentes y para vagos.

Existen más de 2.500 millones de video juegos en el mundo lo cual muestra que es una industria floreciente que espera obtener en 2022 la suma de 180.1 mil millones de dólares de ganancias. Un dato curioso es que el 60% de los estadounidenses usan videojuegos diariamente, de los cuales el 45% son mujeres. El número de usuarios de videojuegos en el mundo alcanza los 2.5 billones de personas.

Los diez videojuegos más populares en 2022 son: Minecraft (Lanzado en el año 2009), Grand Theft Auto V (GTA V – Lanzado en el año 2013), The Sims 4 (Lanzado en el año 2014), Fortnite (Lanzado en el año 2017), Among Us (Lanzado en el año 2018), Animal Crossing-New Horizons (Lanzado en el año 2020), Call of Duty-Warzone (Lanzado en el año 2020), Madden NFL 22 (Lanzado en el año 2021), Call of Duty-Vanguard (Lanzado en el año 2021), NBA 2K22 (Lanzado en 2021). Llama la atención que el número 1 es un juego que entra en el rango de ventas como educativo.

Un dato curioso es el que revela el estudio de este portal, al señalar que el 70% de los padres de hijos e hijas jugadoras consideran que los videojuegos influyen positivamente en la vida de sus hijos e hijas. Este dato es especialmente relevante a la hora de indagar la valoración que tiene la sociedad de la escuela-universidad a partir de la pandemia, expresado en la presencia de dinámicas digitales-virtuales en general y de video juegos en particular, dentro de las instituciones educativas.  No se trata de un tema de esnobismo pedagógico, sino que esta desvinculación está comenzando a ser usada con fuerza por la industria tecnológica y el complejo industrial cultural para construir el imaginario social que la escuela está obsoleta, como preludio a la ofensiva contra los planteles presenciales.

Todos estos videojuegos procuran contribuir a un nuevo estado de la ciencia al servicio de la economía en la cuarta revolución industrial, implican nuevas de construcción de cuerpos sin órganos, una nueva erótica del ser humano con la máquina casi de fusión sexual continua, pero no por ello debemos de pensar lo alternativo en este terreno.

  • Áreas problematizadoras

Una parte importante de las críticas que se hacen a los video juegos no tiene base objetiva y responden más a las resistencias a incorporar en la cotidianidad personal y pedagógica dinámicas digitales-virtuales, fundamentalmente porque fuimos formados como docentes de un mundo analógico. Pero veamos cuales son reales.

Primero, la desterritorialización de los usuarios, quienes pasan más horas en los video juegos que en la realidad, lo cual es innegable. Esto es parte de un alejamiento con la realidad que les resulta opresiva, negadora de su derecho a ser, mientras la inmaterialidad del juego les permite estar en lugares donde las reglas se pueden transgredir, donde los problemas se resuelven “pasando de nivel”, donde las consecuencias y culpa se “resetean”. En consecuencia, esto lo que está demostrando son problemas en la vida material que los hace “anclarse” en la fantasía de la virtualidad. Cuando este problema no ocurre, se puede construir un sano equilibrio de mundo real respecto a los ratos de ocio digital. Entonces revisemos que pasa en el entorno familiar y escolar del niño, niña y joven para que éste se subsuma de manera irracional en los video juegos.

Segundo, el quiebre de referentes éticos: ciertamente en muchos video juegos la exageración opera como una ruptura de límites morales, de horizonte ético. Golpear con furia inusitada, matar y ser muerto una y otra vez, apostar de manera irresponsable, estar en antros de prostitución donde el machismo, homofobia y mercantilización de la vida se convierten en cotidiano, son solo expresiones de estas rupturas. Pero esto ocurre en el cine, la televisión, radio, prensa, entre otros, la diferencia es que aquí el papel pasivo cede al activo, se deja de ser observador de lo éticamente oscuro para ser co-constructor de formas distópicas de vida. El jugador lo que hace es recrear fenómenos que están presentes y muchas veces legitimados en la realidad. Entonces, el problema no son los video juegos, sino que ellos nos “restriegan en el rostro” que, en el mundo real cada vez más, es alguien cercano quien traspasa la línea –ética-moral- mientras las instancias de administración de justicia (policía, jueces, jurados) y referencia social (religiosos, banqueros, políticos) hace tiempo que han saltado esos límites. Los videojuegos no cuestionan estos quiebres morales, sino que democratizan la posibilidad de hacerlo multiplicando exponencialmente la doble moral conservadora en la sociedad. Esto implica la necesidad de construir un marco bioético básico para el desarrollo de video juegos, un debate muy incipiente aún.

Tercero, disuelven la separación entre lo público y lo privado, no solo porque los audios, chats y videos invaden el espacio íntimo con múltiples miradas, sino fundamentalmente porque “el/la jugador(a)” se muestra sin tapujos, tal cual como es, y, en consecuencia, la disputa de los límites ético-morales en lo virtual invade el mundo real. Esto ocurre porque el video juego lo que hace es re-imaginar la tensión público-privado, con una plasticidad de límites más allá del consenso social sobre lo equivocado tolerable.

Cuarto, existe un riesgo de desvaloración de la vida: algunos video juegos de guerra, enfrentamiento o violentos, se fundamentan en la eliminación física del adversario, pero sin pena moral, porque al reiniciar el juego el “eliminado” vuelve a aparecer. Esta noción de la muerte como una circunstancia reparable puede ser peligroso cuando se rompe el equilibrio entre la objetividad y subjetividad como resultado de un uso abusivo de los mismos. Pero ello no es exclusivo de los video juegos, sino de la vida real. Siempre los niños y jóvenes jugaron a la guerra y ello ciertamente actuaba como legitimación de las opresiones por vía de la fuerza. En mi caso, considero que los videojuegos violentos deberían tener una edad mínima de uso y una cantidad máxima de horas de acceso, mediante despliegue interno de sistemas de control con análisis de metadatos e inteligencia artificial.

Quinto, la competencia y problemas para la ética solidaria: mucha de la lógica de los video juegos está fundamentada en la competencia, en la narrativa de la novela Stephen King de los ochenta “La Larga Marcha”. Esto es un problema no solo de los video juegos sino de toda la sociedad capitalista que actúa como una máquina de competencia. Suelo decirles a los colegas que argumentan esto que deberíamos trabajar mucho más los conceptos escolares analógicos de suma cum laude, eximido, cuadro de honor, alumno destacado que en la presencialidad rompen con la cultura solidaria y que tienen un complemento en los videojuegos. Pero también existen videojuegos que no promueven la competencia, aunque aún son los menos. Por ello, no se trata de un debate solo sobre los video juegos sino sobre la perspectiva pedagógica de las instituciones educativas y de la posibilidad de uso de los video juegos en las dinámicas de enseñanza-aprendizaje.

  • Video juegos y caminos posibles: Ni tan calvo ni con dos pelucas

Intentaremos analizar desde el punto de vista pedagógico (currículo, didáctica, evaluación, planeación y gestión) los video juegos, así como su correlación con finalidades del sistema escolar.

La estructura “curricular” de los video juegos se centra en ir de lo simple a lo complejo, incrementando la dificultad en la medida que se supera un nivel. La resolución de los problemas, cada vez más complejos, demanda mayor manejo de herramientas y habilidades en la medida que se avanza, pero también la correlación de los aprendizajes. En un primer momento los aprendizajes y el desarrollo de habilidades se van haciendo por áreas, pero luego las distintas áreas tienden a fusionar sus fronteras.

Desde el punto de vista didáctico el aprendizaje suele ser repetitivo y memorístico. Hasta que no se domina el mínimo posible de una habilidad no se pasa de nivel, y en el siguiente nivel se debe aprender lo que le faltó en el anterior. Incluso, para transitar las opciones o caminos, previstas en cada nivel de estos, ello demanda una apropiación del conocimiento y desarrollo de habilidades para poder progresar. Las nuevas generaciones de video juegos pueden generar variantes que se correspondan con el perfil del participante, privilegiando aquellos donde la respuesta es débil, lo cual resulta una contextualización del mismo.

A nivel evaluativo, los videos juego centran las valoraciones en el logro de aprendizajes esperados, donde existe un límite de errores aceptables para pasar al siguiente nivel (aprobar) o tener que repetir el nivel (reprobar). Es un tipo de evaluación sumativa y punitiva a la usanza del sistema escolar.

A nivel de la planificación, se estructura por unidades de aprendizaje (niveles), con criterios evaluativos y una meta a alcanzar (perfil de egreso) cuando se logre llegar a la meta. La planificación es externa, hecha por el programador, aunque permita algunos grados de participación en la elección de vestuario, herramientas, escenarios, pero manteniendo el “sistema” la autoridad del hilo conductor.

En cuanto a la gestión del juego, el programador (docente-sistema) define los grados de libertad máximos y mínimos y el jugador (estudiante) es el encargado de ejecutar el ritmo de su aprendizaje.

Esta estructura es la más conocida, sin embargo, la nueva generación de video juegos con autonomía de uso de inteligencia artificial puedo hacer que se genere algunas modificaciones adjetivas en el desarrollo de los mismos. Nos interesa es el ejercicio de ver la ruta de los video juegos en su similitud con la cultura escolar, fundamentado en los paradigmas de las dos primeras revoluciones industriales y que comienzan a mutar de los enfoques exigidos en la tercera revolución  industrial a los propios del tránsito a la cuarta revolución industrial.

  • Video juego y pedagogías

¿Es posible pensar en videos juegos alternativos?  Claro que sí.  Pero en la mayoría de casos, cuando se conversa al respecto, los y las docentes suelen señalar que esto exige contar con capacidades informáticas y de programación. Desde nuestro punto de vista, en efecto se requiere conocimiento en la materia, pero más que manejo operativo lo que se necesita es tener claridad sobre la lógica funcional, operacional y epistemológica de los video juegos. Si entendemos esa lógica podemos iniciar los debates sobre qué tipo de juegos requiere el hecho educativo, su “secuencia pedagógica” y aproximarnos a una construcción alternativa, es decir desde las pedagogías críticas.

No estamos comenzando de cero, ya existen video juegos educativos como MinecraftEduHakitzu: Code of the WarriorsProyecto KokoriDragon BoxCap OdysseySimCity EduSimple MachinesNaraba World, Immune Atack y Discover Babylon.  Todos ellos han sido elaborados por empresas comprometidas con la lógica del mercado. Lo que se requiere es comenzar a valorarlos con mirada educativa, evaluando sus beneficios y tomando nota respecto a los aspectos que se deberían mejorar, eliminar o complementar.

No podemos tampoco pecar de ingenuos, una vez cubiertas estas primeras fases, se requiere la conformación de equipos técnico-pedagógicos, con capacidades informáticas y de programación, pero con la mirada pedagógica como elemento que lo precede. La política pedagógica al mando del mundo de los video juegos.

  • Conclusión

Los videojuegos son una realidad. Están presentes en nuestras sociedades, aunque su consumo sea más de la clase media profesional y la burguesía. Aunque la clase obrera y sus hijos(as) usan menos estas cajitas de reproducción cultural, el abordaje de los mismos por parte de la escuela, con una mirada de pedagogías críticas resulta fundamental en la actual disputa entre escuela presencial versus virtualización de lo educativo.

No se trata de convertir la escuela en un salón de videojuegos, sino de re-pensar estas producciones virtuales-digitales desde una perspectiva pedagógica. En consecuencia, la invitación es a imaginar y construir viabilidad a proyectos de videojuegos que sirvan de apoyo en los procesos de enseñanza-aprendizaje en matemáticas, física, biología, historia, ciudadanía, en general, para el hecho educativo.

Tomamos distancia de quienes consideran los videojuegos solo como lúdica ajena a las posibilidades escolares. La gamificación pedagógica permite pensar una integración de estos a los procesos del aula presencial como parte de la defensa de la escuela pública presencial en el presente.

Lista de referencias

Arnau, Didac (2013) los 10 mejores videojuegos educativos. Ediciones Tiching. España.

Bonilla-Molina, L (2022) ¿Qué es la brecha epistémica en educación? Ediciones OVE. Caracas. Venezuela. Disponible en el siguiente enlace https://luisbonillamolina.com/2021/11/28/que-es-la-brecha-epistemica-en-educacion/

Berardi, F (2019). Futurabilidad: la era de la impotencia y el horizonte de posibilidad. Editorial Caja Negra. Argentina.

Deleuze & Guattari (1988) Mil mesetas; capitalismo y esquizofrenia. Editorial Pre-Textos. España

Faure, E y otros (1973) Aprender a ser: la educación del futuro. Alianza Editorial. Madrid. España. (publicado originalmente en 1972 por UNESCO como informe final)

Marcuse, H. (1983)  Eros y Civilización. Editorial Sarpe. Madrid. España
Marx, Karl (1857-1858). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. Vol.2. Ediciones Siglo XXI. México

Ross, E (2020) Gamish: una historia gráfica de los video juegos. Reservoir Books. España

Sillas-Gaming.com (2022) 24 datos de la industria de los video juegos. Disponible en https://sillas-gaming.com/industria-videojuegos-estadisticass/


[1] Doctor en Ciencias Pedagógicas. Investigador del Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación (CII-OVE). Premio Internacional de Justicia Social otorgado por la Universidad de Chapman (EEUU). Directivo de CLACSO. Integrante de CLADE, Kairos, ALAS. Profesor invitado de universidades en Latinoamérica.

 

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.com/2022/09/14/elementos-introductorios-para-un-abordaje-de-los-video-juegos-desde-las-pedagogias-criticas/

Comparte este contenido:

México: La inaceptable tolerancia

La inaceptable tolerancia

Manuel Gil Antón

 

A México lo atenazan hartos problemas. Desigualdad que cala, millones en pobreza, con hambre. Impunidad al parecer sin límites: en sus aguas navegan los gobiernos de todas las tallas y alcances; los partidos sin la relación eficiente y necesaria con la sociedad y sus integrantes. Llegan, puntuales, al puerto seguro de la transparente opacidad y la rendición de cuentas que no cuenta. La delincuencia organizada o caótica, muchos empresarios y no pocos sindicatos caminan por fuera de la ley en anchas avenidas. Se aprende a repetir y surge la fragilidad para aprender: suele lograrlo el que ya tiene pasaporte al saber en su casa, o le da visa una casualidad, aunque millones, atrapados en una escuela que atora el talento, sean parte de la matrícula y luzcan en los informes presidenciales. Y tantos entuertos más.

Todos son graves, pero ninguno alcanza la magnitud ni las consecuencias del que, creo, es más peligroso: la enorme tolerancia social con el estado de cosas que nos aqueja, hasta el punto que parece natural, parte de lo que así es y no cambia. Ni cambiará: es lo normal. De ese terreno de la conciencia donde se ha sembrado hace tantos años, y da frutos, la peor de las semillas: el “Sin Remedio”.

¿Dónde hemos estado, o estamos, frente al hambre de millones? Dijo el INEGI que sólo 1.2% de las familias del país no es de clase media ni pobre. Si ve usted a una persona en apuros cada mes por sacar adelante a los suyos, no se deje sorprender: es un clasemediero al que no le han avisado de su ascenso social, o un impostor que socava el progreso de la patria. Ingrato. Usted siga donando en el cajero. Gracias.

¿Dónde estuvimos, por qué no llenamos el Zócalo cuando medio centenar de pequeños que murieron en el incendio de la guardería ABC? Si semejante golpazo no nos ha movido, ¿qué nos sacará de la indiferencia? Resulta que Peña Nieto no rebasó los topes de campaña, que a Televisa le perdonaron 90% de los impuestos que no había pagado como era su obligación, que no sabemos si Cordero, u otro senador, les depositó a sus similares algo así como 240 salarios mínimos mensuales de un solo golpe, o sea: 7 mil 167 salarios mínimos diarios. Si un obrero gana dos al mes, necesitaría ahorrar todo su ingreso por más de ocho años, sin gastar un peso, para juntar ese dinero. Eran “gastos de campañas”: un delito. Como cualquier partido hace lo mismo, no hay problema. Cínicos. Poco importa que hayan reculado. El asunto es que en cualquier sitio decente la presión social los habría hecho renunciar de inmediato, como al truhán de Moreira, al gobernador que abusó de infantes o al regidor que, borracho, pide que se cuadre un policía… ¿Por qué no nos indigna y salimos a la calle por lo menos a gritar que son delincuentes a las claras?

Miserable, sin duda, Góngora Pimentel: ex ministro “progresista” de la Suprema Corte regatea parte de la pensión de sus hijos: por su condición de salud no requieren divertirse. Rufián que abusa para encarcelar a la madre de esos niños. ¿Por qué no está detenido por uso y abuso de impresentables influencias? ¿Dónde estamos, ciudadanos? ¿Hasta cuándo?

¿Necesitamos más relatos e imágenes de los migrantes a los que maltratan en La Bestia, ese tren de la esperanza por llegar al otro lado, y que significa diario vejación, robo, fracturas de huesos y sueños? Bien por las señoras que les preparan arroz y lo avientan al paso del ferrocarril, ¿y nosotros? ¿Y la autoridad? Ausentes.

Está en curso la reforma educativa. Cuando dice que la educación será de calidad, ha de incluir como rasgo central el cultivo de la capacidad de indignación, de expresar rabia por la rapacería de los políticos, la desvergüenza de empresarios rejegos a pagar lo que deben, lo crudo de decenas de miles de aulas destrozadas. Que forme en la crítica, en la intolerancia más radical frente a la desigualdad, la impunidad, la nítida impudicia de quienes cuentan con poder legal e ilegal para extorsionarnos. Que premie exigir más que donar: no avancemos más como país “propinero”. Construir ciudadanos que cumplan su deber es el rumbo, porque como van las cosas, al tolerar tanto, un día amaneceremos presos: nuestra indolencia parirá las rejas y el candado.

 

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/la-inaceptable-tolerancia-4/

Comparte este contenido:

UNICEF: Emergencia en el Líbano

Emergencia en el Líbano

La escalada del conflicto está agravando años de crisis para los niños y las familias.

Incluso antes de la reciente escalada del conflicto, muchas familias del Líbano se encontraban al borde de la ruina debido a múltiples e implacables crisis, incluido un colapso económico devastador que ha disparado los índices de pobreza. La actual escalada está teniendo un efecto catastrófico sobre los niños y las comunidades vulnerables.

 

¿Qué está pasando en el Líbano?

Cientos de niños han muerto o resultado heridos, cientos de miles han sido desplazados y muchos otros corren peligro debido a las hostilidades en curso. Miles de niños y familias viven ahora en las calles o en refugios; muchos han huido de sus hogares sin suministros ni pertenencias esenciales. Las condiciones humanitarias empeoran cada hora.

A medida que el conflicto se agrava, el costo psicológico para la población, en particular entre los niños y los jóvenes, va en aumento. Casi todos los niños del Líbano se han visto afectados de alguna manera. Muchos han sido víctimas de bombardeos, han perdido a sus seres queridos, sus hogares y el acceso a la educación. Ahora se enfrentan a un futuro incierto.

Los bombardeos continuos están alterando y dañando cada vez más los servicios esenciales de los que dependen las familias, al tiempo que los niños en el Líbano corren un riesgo cada vez mayor de sufrir problemas de salud y protección, incluidas enfermedades transmitidas por el agua como el cólera, la hepatitis y la diarrea.

El conflicto se suma a la situación ya frágil de decenas de miles de familias en el Líbano. El país se ha visto afectado por una serie de crisis implacables en los últimos años, incluida la enorme explosión del puerto de Beirut, el impacto de la pandemia de COVID-19 y el quinto año de un colapso económico devastador. 

 

Fuente de la Información: https://www.unicef.org/emergencies/lebanon-emergency

 

Comparte este contenido:

Mundo Educativo: La ecologización de las competencias y el empleo, pilar de la estrategia para una educación superior más ecológica

La ecologización de las competencias y el empleo, pilar de la estrategia para una educación superior más ecológica

Como parte de la Conferencia Internacional y Festival POP para la Acción Climática Liderada por Jóvenes 2024, UNESCO IESALC organizó una serie de talleres destinados a aprovechar el poder de la educación superior y abogar por la acción climática liderada por jóvenes y estudiantes.

Como parte de la Conferencia Internacional y Festival POP para la Acción Climática Liderada por Jóvenes 2024, celebrada bajo el lema Fraternidad Humana y Compasión por la Paz Universal, las Personas y el Planeta en Oaxaca, México, UNESCO IESALC organizó una serie de talleres para jóvenes, estudiantes de educación superior, organizaciones de la sociedad civil y ONG. Estos talleres tenían como objetivo aprovechar el poder de la educación superior, abogar por la acción climática dirigida por jóvenes y estudiantes a nivel local y mundial, fomentar la colaboración intersectorial y promover la unidad a través de acciones concretas.

Uno de los talleres se centró en el pilar de competencias y empleos ecológicos de la estrategia para una educación superior más ecológica. El objetivo era concienciar sobre los retos mundiales y locales, facilitar el consenso entre los participantes e implicarlos en ejercicios dinámicos de resolución de problemas para crear conjuntamente soluciones innovadoras adaptadas a sus comunidades. Los participantes identificaron los retos locales relacionados con la educación superior y el cambio climático y trabajaron en colaboración para proponer soluciones.

Entre los principales retos planteados figuraron, por un lado, la deforestación impulsada por las actividades industriales, la contribución de la industria del gas a la degradación del medio ambiente (que afecta especialmente a los recursos hídricos) y la deficiente gestión de los residuos, sobre todo en la industria textil. Estos problemas pusieron de manifiesto la necesidad de mejorar los sistemas de gestión de residuos y los procesos de tratamiento químico.

Además, también se citaron como problemas importantes la gestión inadecuada de los residuos agroquímicos y la insuficiencia de infraestructuras para el uso adecuado del agua y el riego. Por otro lado, las autoridades carecen a menudo de las competencias necesarias para aplicar políticas sostenibles, y existe un déficit de compromiso político tanto en los niveles medios como en los de educación superior.

Los participantes señalaron la falta de personal cualificado en los puestos de toma de decisiones como un problema importante, ya que muchos dirigentes carecen de los conocimientos necesarios para aplicar soluciones sostenibles. Además, destacaron retos como la supervisión inadecuada, la financiación insuficiente y el escaso intercambio de información en los proyectos medioambientales. Por último, una preocupación recurrente fue el uso excesivo de los recursos naturales, en particular el agua, la energía y los plásticos, con una gestión ineficiente del agua en la agricultura que agrava el despilfarro de recursos.

Para hacer frente a estos retos, los participantes propusieron un amplio número de soluciones. En primer lugar, coincidieron en la necesidad de programas de formación específicos centrados en cuestiones medioambientales, haciendo hincapié en la importancia de formar equipos especializados para abordar el cambio climático y sus repercusiones, al tiempo que se da prioridad a las personas con formación académica en campos medioambientales.

En segundo lugar, coincidieron en que el éxito dependerá de un sólido trabajo en equipo, de la colaboración y de las primeras iniciativas de formación, como la implantación de sistemas de saneamiento del agua en las escuelas para instalar prácticas sostenibles. En tercer lugar, se sugirió llevar a cabo una formación específica entre las comunidades tradicionales para conocer mejor los ecosistemas de cada territorio y, así, mejorar su protección.

En cuarto lugar, se abordó la adopción de sistemas de riego eficientes y tecnologías de recogida de agua de lluvia. Para que estas intervenciones sean viables, es esencial contar con una base sólida en gestión del agua y técnicas de irrigación, junto con inversiones gubernamentales en infraestructuras críticas como presas y pozos de agua. Por último, un grupo sugirió llevar los proyectos de pesca a las comunidades rurales y utilizar sus recursos y conocimientos tradicionales para mejorar las prácticas en este campo.

UNESCO IESALC está profundamente comprometido con la ecologización de la educación superior, trabajando junto a los jóvenes y los estudiantes para apoyar su liderazgo en la acción por el clima. Este compromiso incluye fomentar un entorno en el que los estudiantes y los jóvenes profesionales estén capacitados para desarrollar las competencias necesarias para los empleos verdes, que son vitales para la transición hacia una economía sostenible.

La formación basada en la comunidad y la educación medioambiental también deben integrarse en la educación básica para crear una conciencia medioambiental a largo plazo. Al dar prioridad a las competencias y los empleos verdes, UNESCO IESALC subraya la importancia de preparar a las generaciones futuras para la mano de obra verde, garantizando que puedan abordar eficazmente los retos medioambientales e impulsar el desarrollo sostenible.

Fuente: iesalc.unesco.org

Fuente de la Información: https://www.redem.org/la-ecologizacion-de-las-competencias-y-el-empleo-pilar-de-la-estrategia-para-una-educacion-superior-mas-ecologica/

 

Comparte este contenido:

Analizando el flagelo del analfabetismo funcional


“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”

Alvin Toffler

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar en torno a un fenómeno que, aunque es menos visible que el analfabetismo absoluto, tiene profundas consecuencias para los individuos y la sociedad. El analfabetismo funcional podría definirse por la capacidad de saber leer y escribir, sin poder comprender o interpretar adecuadamente lo que se lee y se escribe. Pues bien, en un mundo donde la información y el conocimiento están, supuestamente, al alcance de la mano de cualquiera, esta incapacidad para procesar y reflexionar sobre los textos podría convertir el juicio de los ciudadanos en algo endeble, susceptible de manipulación. En ese sentido, José Saramago, reconocido escritor, Premio Nobel de Literatura, abordó este problema en la sociedad moderna, destacando cómo el simple hecho de saber leer no significa tener una comprensión profunda. Para Saramago, esta falta de comprensión se convierte en un obstáculo para el desarrollo de la democracia puesto que afecta directamente a una ciudadanía, cada vez más inactiva e inconsciente del panorama político en el que está inmersa. En sus propias palabras, aludió a la existencia de “analfabetos que saben leer”, un término que resuena hoy más que nunca en un contexto mundial donde la manipulación informativa y la desinformación intencional están a la orden del día moldeando conciencias cada vez más abúlicas. Pues bien amigos, lo que hoy queremos intentar junto a ustedes es explorar el problema precitado, no sólo desde una perspectiva analítica y educativa, sino también como un obstáculo para el desarrollo de una sociedad políticamente consciente y capaz de ejercer una democracia real.

Para que podamos comprender la magnitud del analfabetismo funcional, es esencial que revisemos algunas estadísticas recientes: a nivel global, el problema afecta a millones de personas, y aunque los números varían por país y región, los datos son alarmantes. De acuerdo con la UNESCO, cerca de 773 millones de adultos en el mundo, todavía carecen de habilidades básicas de lectura y escritura, y mucho más son considerados analfabetos funcionales, es decir, pueden seguir la lectura en textos simples, pero no comprenden plenamente el sentido de los mismos. En Hispanoamérica, los datos también son preocupantes: según el informe de la “Encuesta Nacional de Lectura y Escritura”, elaborado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), un alto porcentaje de los estudiantes de Nivel Secundario no es capaz de comprender textos de nivel de dificultad “medio”. De igual manera, el estudio PISA (Programme for International Student Assessment) del año 2018 reveló que más del 50% de los estudiantes de 15 años de edad en los países hispanoamericanos evaluados tienen dificultades significativas para comprender textos complejos, un indicador de analfabetismo funcional a nivel estudiantil que con frecuencia se traslada a la vida adulta. Además, algunos datos del Banco Mundial sugieren que este tipo de analfabetismo repercute en múltiples aspectos del desarrollo social y económico, puesto que las personas que no comprenden completamente lo que leen tienden a tener menos acceso a oportunidades de empleo, como también un menos compromiso cívico y social, y una mayor vulnerabilidad a la manipulación mediática. Estas cifras y conclusiones subrayan que el analfabetismo funcional no es solamente un problema individual, sino un desafío colectivo que afecta la capacidad de los ciudadanos para participar activa y coherentemente en la sociedad y en la toma de decisiones.

A la luz de lo precedentemente expresado, es preciso que analicemos las consecuencias sociales y políticas del analfabetismo funcional porque tiene un profundo impacto en la vida social y en la política de cualquier comunidad. Como bien señalaba José Saramago, cuando las personas no pueden comprender el contenido de lo que están leyendo, se vuelven susceptibles a la manipulación y al engaño. Esto es especialmente preocupante en el ámbito político, ya que un pueblo que no comprende cabalmente lo que lee carece de la capacidad de tomar decisiones informadas, de evaluar críticamente a sus líderes y de comprender las complejidades de los asuntos públicos que los afectan.

“Nosotros hemos creado una especie de analfabetismo de vuelta. Hoy tenemos personas que saben leer pero no entienden lo que leen. Ese es un analfabetismo peligroso, porque tienen la ilusión de saber, cuando en realidad no saben nada.” Saramago, J. (2007). Entrevista con Jesús Quintero en “El Loco de la Colina”. RTVE.

En este sentido, el filósofo y pedagogo brasilero Paulo Freire en su obra “Pedagogía del oprimido”, analizó cómo la falta de educación crítica y reflexiva perpetúa sistemas de opresión vigentes, es decir, que si una persona que no ha desarrollado la capacidad de interpretar y cuestionar los textos que lee está en desventaja para comprender la realidad política y social en la que vive. La educación, según él, debe ser un acto de libertad, y sólo mediante una alfabetización crítica es posible que los ciudadanos se empoderen para transformar su entorno y ejercer sus derechos cívicos. En otras palabras, queridos lectores, lo ideal sería que los cambios, las transformaciones e incluso las revoluciones las lleven a cabo personas que no sean idiotas.

“La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra. En ese sentido, el analfabetismo funcional se convierte en una herramienta de opresión; las personas que no pueden interpretar lo que leen son fácilmente manipulables.”

Freire, P. (1970). “Pedagogía del oprimido”. Siglo XXI Editores.

Por su parte, Hannah Arendt reflexionó sobre la importancia de una ciudadanía informada y educada en el marco de su análisis del totalitarismo. Para ella, la ignorancia y la incapacidad de comprensión hacen que los individuos sean más vulnerables a los regímenes totalitarios y opresivos. Un pueblo que no entiende los fundamentos de sus propios derechos y obligaciones es menos probable que los defienda activamente o que reclame ante alguna irregularidad. Así, el analfabetismo funcional representa un obstáculo para la democracia, ya que limita la capacidad de las personas para poder tomar decisiones correctas, participar activamente en el debate público sin agredir y cuestionar a las autoridades cuando éstas no estén cumpliendo con sus obligaciones correspondientes.

La verdadera impotencia radica en la ignorancia, en la imposibilidad de pensar críticamente. En sociedades sin educación cívica, las personas no ven ni entienden los signos de su opresión.”

Arendt, H. (1951). “Los orígenes del totalitarismo”

También, la filósofa Martha Nussbaum ha destacado la importancia que tiene la educación para el desarrollo de una ciudadanía empática y responsable. En su libro “Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades”, Nussbaum sostiene que una educación orientada exclusivamente a la adquisición de habilidades técnicas, sin promover el pensamiento crítico y la comprensión de textos complejos, genera individuos que pueden ser altamente especializados, pero carentes de una verdadera conciencia cívica. Asimismo, argumenta que se debe permitir a las personas desarrollar la empatía y el razonamiento crítico, herramientas fundamentales para la vida en democracia y para evitar el aislamiento intelectual y emocional.

“Una democracia que no fomenta en sus ciudadanos la capacidad de pensar críticamente y de comprender lo que leen, está destinada a fracasar. La educación en humanidades es, por tanto, una condición necesaria para una ciudadanía informada.”

Nussbaum, M. C. (2010). “Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades”

Hasta aquí, creo que ha quedado claro cuál es el problema. Ahora bien, es necesario que nos preguntemos ¿cómo fue que llegamos hasta aquí? Hasta donde yo sé, los analfabetos funcionales no nacieron con esa “incapacidad”, sino que fue fruto de una decadencia política, cultural, educativa y moral que progresivamente fue licuando, poco a poco, nuestra capacidad de pensar. El crecimiento del analfabetismo funcional en las últimas décadas puede atribuirse a diversos factores y, aunque existen múltiples hipótesis, algunas de las causas más destacadas incluyen, en primer lugar, las desigualdades en el acceso a una educación de calidad, puesto que en muchos países, especialmente en comunidades de bajos recursos, el sistema educativo enfrenta problemas como la falta de financiamiento, infraestructura deficiente y escasez de docentes capacitados: todo esto, da lugar a una enseñanza que se centra en aprender mecánicamente a leer y escribir, sin fomentar ningún desarrollo de habilidades críticas y de comprensión profunda.

En segundo lugar, los enfoques educativos decadentes y totalmente desactualizados que revelan métodos de enseñanza centrados en la memorización de datos, dejando de lado la interpretación de los mismos. A esto se refería Freire cuando hablaba de la “educación bancaria”, en la cual los estudiantes son tratados como recipientes vacíos y pasivos: este modelo no permite que los chicos interactúen con el contenido, lo que lleva a una comprensión banal y superficial, dificultando su capacidad para analizar textos complejos o desarrollar opiniones informadas y bien argumentadas.

En tercer lugar, tenemos que volver a destacar la influencia de los medios de comunicación y la cultura digital, en los que el consumo masivo de información fragmentada de dudosa procedencia proyectada con rapidez ha modificado radicalmente la manera en que las personas interactuamos con el conocimiento mismo. Los seres humanos ahora tienden a leer titulares y a consumir información ya masticada y simplificada, lo cual contribuye a la superficialidad en la comprensión y a la reducción de la capacidad de análisis: este cambio de hábitos lectivos y cognitivos afecta la profundidad de la lectura y contribuye al crecimiento del analfabetismo funcional porque busca la inmediatez de la imagen antes que la comprensión cabal de cualquier problema digno de solución.

En cuarto lugar, tenemos que mencionar al nefasto desinterés y la falta de estímulos en pos de aprender desde la infancia. Cuando los niños no tienen acceso a libros o a espacios de discusión que fomenten la interpretación y el análisis, es más probable que crezcan con escasas habilidades de comprensión: es tan triste saber que la gran mayoría de los hogares cuentan con más dispositivos móviles que libros. En línea con ello, los sistemas educativos en los que se descuida la literatura y las humanidades, tal como señaló Nussbaum, limitan el desarrollo integral y crítico de los estudiantes, convirtiendo a la educación en un simple medio de transmisión de habilidades básicas, pero no de construcción de ciudadanos pensantes.

En quinto y último lugar, también tenemos que considerar el impacto de la globalización y la cultura del consumismo, que ha promovido una mentalidad utilitaria de la educación, priorizando las habilidades técnicas por sobre las humanísticas: este enfoque nos ha llevado a la minimización de materias como filosofía y literatura en espacios curriculares, promoviendo una formación orientada a la productividad técnica en lugar de la comprensión. Esta tendencia, además de limitar severamente la capacidad crítica, ha reforzado el analfabetismo funcional al reducir la enseñanza a lo estrictamente pragmático, excluyendo temas que podrían inspirar una comprensión más profunda y compleja de la sociedad.

Las causas precedentemente enunciadas, no sólo contribuyen al analfabetismo funcional, sino que también dejan en evidencia una crisis de valores y objetivos que los sistemas educativos actuales han decidido abandonar sin tapujos. En lugar de formar ciudadanos comprometidos y pensantes, muchos de estos sistemas producen individuos con habilidades precarias de lectura, pero sin la capacidad de cuestionar ni de participar enérgicamente en la sociedad en la que viven. Este contexto patético nos lleva a cuestionar qué tipo de educación es la que queremos para las futuras generaciones, y a intentar pensar sobre las reformas necesarias para revertir esta preocupante tendencia que no ha hecho otra cosa que generar zombies con titulaciones.

Dicho esto, queda claro que combatir el analfabetismo funcional es, en última instancia, una tarea de empoderamiento y emancipación, ya que al proporcionar herramientas que permitan a los individuos interpretar el mundo que los rodea, no solo mejoramos sus oportunidades personales, sino que fortalecemos el tejido social y fomentamos una cultura democrática más sólida y consciente. Lejos de hacernos los indignados para la foto, es hora de reconocer el papel fundamental de una educación que enseñe a pensar de verdad, no a repetir como loritos contenidos que en breve se olvidan, puesto que eso exige el desarrollo de una ciudadanía libre, empática y capaz de hacerse cargo de la realidad que construye a diario y que merece ser radicalmente transformada para abandonar el actual paradigma de la reproducción sistemática de esclavos funcionales.

Fuente de la información:  https://insurgenciamagisterial.com

Comparte este contenido:

Opinión | Tener fe en tus estudiantes es esencial para su porvenir

Por: Andrés García Barrios

 

La condición emocional actual de los estudiantes va en declive. «Todos sabemos, o por lo menos imaginamos, que no la están pasando bien».

 

Comparto con ustedes, queridos lectores, algunas ideas que me vinieron a la mente esta semana, después de leer un artículo sobre estadísticas de infelicidad entre los jóvenes de hoy. Según las cifras, los chavos de otros tiempos no sufríamos tanto como los de ahora. Históricamente, la curva de la felicidad solía mantenerse alta en las primeras etapas de vida (niñez y adolescencia), después declinaba en la edad adulta y volvía a elevarse en la tercera edad. En la época actual, el descenso hacia el dolor comienza antes.

En realidad, esta información no es nueva: últimamente muchas personas hemos estado oyendo datos similares. Pero, la verdad, no necesitamos mucha información de fuera para tomar conciencia de la condición emocional actual de las juventudes. Todos sabemos, o por lo menos imaginamos, que no la están pasando bien.

A mí, por ejemplo, me bastó leer un par de párrafos de ese artículo para que mis pensamientos y  sentimientos me condujeran atrás en el tiempo, hasta la historia del Renacimiento, haciéndome recordar el  descubrimiento de Nicolás Copérnico (ese de que el planeta Tierra no es el centro del universo), y después el de Charles Darwin (la Teoría de la Evolución) y el de Sigmund Freud (la existencia del subconsciente), para acabar asociando todo eso con lo poco que he leído de y acerca de Jacques Derrida, el filósofo argelino/francés de la deconstrucción.

Ya verá el lector si todo esto tiene relación con el sufrimiento de la juventud actual.

Ciertamente, todos podemos imaginar lo que la gente del siglo XV sintió cuando Copérnico descubrió que la Tierra se movía y no ocupaba un eterno punto fijo en el centro del Cosmos. Yo, por lo menos, creo que Ia humanidad entera se habrá sentido despojada de uno de sus pilares de identidad, el que la ubicaba en el centro de la Creación como criatura consentida de Dios.

Una crisis tan grande como la de ahora habrá sacudido a las mentes capaces de tomar conciencia del tremendo cambio. Por fortuna, no todo estaba perdido: el nuevo modelo cósmico surgía acompañado de una poderosa conciencia de nuestra individualidad, esa que nos permite disentir de lo que piensa la mayoría e incluso descubrir por nosotros mismos nuevas verdades. La imagen de Galileo Galilei enfrentándose a la Inquisición, es la imagen del individuo que se opone al mainstream con el poder de su conciencia. «Pienso, y eso me basta para saber que existo», decía René Descartes casi al mismo tiempo.

Así pues, aunque los nuevos descubrimientos hicieran cada vez más difícil creer en nuestra hegemonía cósmica, por lo menos ahí seguían el cielo estrellado, el planeta entero y la frondosa naturaleza rendidos a nuestros pies, revelando sus sagrados misterios ante nuestro don de observar, dudar, razonar y experimentar.  Sí, todavía éramos excepcionales en el orden de lo creado:  ¡héroes del mundo, de nuestro mundo!

Por eso todo volvió a venirse abajo cuando siglos después, en el XIX, Carlos Darwin descubrió que en realidad es muy poco lo que nos distingue de las plantas y los animales y que somos solo una especie más en la cadena evolutiva, solo un eslabón más de la naturaleza que creíamos nuestra súbdita. i¿O sea que tenemos como antepasados a los changos y las zarigüeyas, e incluso a las guayabas y los nopales (por mencionar sólo algunos de los más cercanos)?! La noticia hizo que los seres humanos volviéramos a dudar seriamente de nuestra posición privilegiada y central en el mundo.

De nuevo, fue la ciencia la que llegó en nuestro auxilio. Era ya una ciencia bastante debilitada para resolver los dilemas humanos más profundos (como ese de nuestra posición en el cosmos), así que si quería proteger a un ser humano ya bastante puesto en duda, tenía que exacerbar su imagen y presentarse como conocimiento infalible. ¡La ciencia podría resolverlo todo! Fue la época del positivismo, que llenó de entusiasmo a la gente, ansiosa por encontrar un nuevo centro para su vida. Pero la debilidad de la ciencia era la debilidad humana en general, y ésta acabó por hacerse patente, sumiéndonos en un caos de ideologías, publicidad y guerras, y poniéndonos a merced del totalitarismo y de sus superioridades falsas (superioridad de raza, superioridad económica, superioridad de clase, superioridad intelectual…).

Poco tiempo después de Darwin, un médico vienés que habitaba en los márgenes de la ciencia (es decir el de la psicología y las ciencias humanas), había comenzado  a propagar ideas horribles. Según él, esa conciencia a la que los seres humanos le  atribuían la capacidad de conocerlo y razonarlo todo, y que por lo tanto nos salvaría de la barbarie, ese agudo e infalible Yo pensante que cada uno de nosotros afirmaba ser, no era más que la ínfima parte visible de una inmensa estructura psíquica –la que en realidad nos gobernaba– y que se nos mantenía oculta e inconsciente.

¡Las cosas parecían no tener fin en esta horrible pesadilla de la pérdida de nuestro centro y de nosotros mismos! Es cierto que como parte de sus descubrimientos, Sigmund Freud (así se llamaba ese vienés) había logrado poner su granito de arena en la solución al mostrar el poder revelador y reconstructor de la palabra hablada cuando era escuchada de forma cuidadosa. Hablando con los demás y escuchándose a sí mismo, el ser humano podía sostener al Yo sobre ese abismo que se abría bajo sus plantas. Esta reivindicación de la palabra le dio al psicoanálisis un lugar fundamental en la historia del autoconocimiento y la comunicación (y con ello, por cierto, en la de la educación). Sin embargo, como buen científico, Freud se había detenido justo al borde del misterio, y rápidamente había vuelto a rearmar al ser humano –aunque fuera de forma fragmentaria– para no caer ahí.

¡No obstante, si de verdad queríamos ir al fondo de las cosas, teníamos que privar al alma humana de todos sus sostenes artificiales y dar a luz un modo de pensar más radical!

En una conferencia  de 1966,  Jacques Derrida, un joven filosofo argelino-francés expuso unas ideas que lograron esa sacudida: habló de una «descentración» radical del mundo. Según él, todo lo que los seres humanos tenemos por estructuras de la realidad y el pensamiento carecen de cualquier cosa que podamos llamar «un centro». Nada de lo que existe tiene un punto de apoyo digamos «objetivo», universal, común a todos, ni hay en el mundo una base sobre la cual podamos afirmar la verdad de las cosas ni inferir otras verdades. Todo se mueve como en un parque de juegos mecánicos que carecieran de soportes.

Lo peor –o lo mejor– es que nuestro lenguaje también forma parte de este extraño movimiento. En efecto, siempre habíamos creído que nuestras palabras integraban un sistema ordenado, con sentido, pero ahora Derrida mostraba que no era así. Si uno lo pensaba mejor, ni aún en el lenguaje existía un centro, un eje en el que se pudieran sostener, no digamos ya verdades definitivas sino ni siquiera provisionales; no existía en todo el léxico una palabra o una definición cuyo sentido permitiera orientar con éxito a las demás palabras. Y así, mientras su contemporáneo, el gran psicoanalista Jacques Lacan planteaba que el lenguaje tenía la posibilidad de extraer a la luz el subconsciente y con ello daba una esperanza a la reconstrucción del Yo y el mundo (al menos de un mundo personal), Derrida optaba por «descentrar» la realidad entera y ver lo que había debajo, a sabiendas de que si se sumergía ahí podía toparse con “una monstruosidad».

No sé cuantas cosas horribles habrá encontrado en sus procesos de deconstrucción de todo centro, pero sí sé, por un diálogo en el que él participó en 1977, que una de las cosas maravillosas que encontró fue eso que llamamos “los otros», las demás personas. Al parecer, ante la disolución de la integridad psíquica del ser humano, lo que surgió como opción no fue una nueva cualidad en el interior del individuo –como venía ocurriendo en toda la modernidad desde Copérnico– sino una primera apertura hacia el exterior, un encuentro de mi empobrecido Yo en las demás personas. Como decía el poeta mexicano Octavio Paz por aquellos años:

Para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia.

Sin embargo, no había en este nuevo pensamiento nada de sencillo y romántico. Derrida tenía una forma especialmente estremecedora de ver las cosas. Según él, las demás personas aparecen como parte de nuestro mundo, sí, pero no como nuestros «semejantes», no con una presencia en la cual podamos vernos reflejados. Los otros son tan radicalmente diferentes a mi (justamente tan «otros») que si los busco por los medios convencionales (esos que creen que  hay orden y sentido en el mundo) nunca lograré hallarlos. Y así como Octavio Paz encontraba que aunque  esté yo parcialmente ausente de mí mismo, puedo «buscarme entre los otros», Derrida dejaba ver que después de mucho andar al tanteo en busca de alguien, podía yo al fin darme cuenta de que los otros están en mi solo como una «ausencia», como una especie de fantasma o de huella. No podía referirme nunca a su clara «presencia”: siempre había en nosotros una distancia infinita.

Esto hacía que la relación con los demás sólo pudiera darse como un acto de fe, un acto que traspusiera esa distancia de un salto, un acto de fe “más allá del saber», es decir, sin condiciones, sin conceptos, sin interponer entre nosotros ni siquiera el lenguaje, o sea, sin siquiera pedirle al otro su nombre o ponerle uno.

La filosofía de Derrida en torno a este encuentro incondicional con los otros, no es solo una teoría sino una profunda asimilación de la conciencia que se viene desarrollando desde hace años y que hoy es el principal motor de nuestros jóvenes. Disolviendo el límite entre persona conocida y desconocida, su concepto de la amistad, por ejemplo, anticipa la idea de amigos/seguidores que se tiene hoy en las redes sociales: seres con los que nos unen la diferencia y la distancia. Se trata de una relación que no está basada  en la proximidad y la presencia (es decir, no necesita ser presencial), de una relación que no tiene nada que ver con el intercambio (palabra traída del ámbito comercial, donde impera el “yo te doy, tú me devuelves”, es decir, la deuda) y si mucho que ver con la mística y, como digo, la fe.

Hace poco, en un seminario sobre Filosofía en la Escuela al que asistí, un joven influencer, cuyos tik toks son vistos por millones de personas, nos recordaba que detrás de toda la información que hallamos en la internet, se encuentra, en última instancia, un ser humano, una persona. Por más extendida que esté la inteligencia artificial y los algoritmos, nada en nuestro mundo se genera sin la intervención de alguien. Alguien con quien, en última instancia, nos liga esa incondicionalidad de la que hablaba Derrida.

Creo que las juventudes reclaman nuestra fe. No es cierto que elijan las relaciones impersonales de las redes por sobre las presenciales con la familia y la gente real. Los «adultos» (padres, madres y docentes) nos hemos quedado anquilosados en la imagen de unos jóvenes presos en sus pantallas, absortos en una nada sin personas, como autómatas que han salido de sí para renunciar a su inteligencia y ser manipulados. Ellos, en cambio, igual que aquel joven influencer, nos recuerdan que siempre están en contacto con otros, ahora quizás mas que nunca, aunque de una manera que las viejas generaciones nos resistimos a entender. Sin embargo, esa forma de contacto es la única realmente adecuada a la nueva era: el otro al que los jóvenes están descubriendo no es el otro presencial, el prójimo, el semejante que se sienta a la mesa y con el que pueden hacer planes. No es con quien conversan por telefono o por Zoom. No es ni siquiera el otro del diván al que el psicoanalista escucha. El otro al que han encontrado es el que brilla por su ausencia, el que está oculto detrás de los dispositivos electrónicos, esos que a nosotros nos parecen inhumanos y que sin embargo contienen la huella derridiana de alguien (siempre pienso en los tiempos en que se inventaron los libros impresos; era una época en la que lo que parecía sano era la transmisión oral, con lecturas en voz alta alrededor de la mesa o en la iglesia, y declamaciones de poemas e historias en la plaza pública: así pues, ¿qué habrá pensado la gente acerca de esos locos que se ponían a hacer una lectura silenciosa, como un diálogo con la nada, con nadie, en vez de elegir la compañía de otros?).

Tal vez debamos dejar de hablar de “enajenación» para empezar a concebir una fe en el otro ausente. Lo que está en juego en este momento es nuestra confianza en nuestras hijas, hijos, alumnas, alumnos y alumnes (la cual, por cierto, no es sino la confianza que todos reclamamos para nosotros mismos). Para decirlo de una vez, Ios jóvenes sienten dolor porque inaugurar un nuevo periodo histórico no es fácil; sin embargo, ese dolor se les está convirtiendo en sufrimiento porque los únicos que podemos ser sus cómplices estamos optando por retroceder y mirar al pasado, retirándoles nuestro apoyo. No soy un robot, parece ser el lema de esta juventud, en reclamo de respeto para su conciencia.

Tal vez un mundo con tantos retos como el nuestro, puede generarnos la superstición de que echarse para atrás hará que todo vuelva a ser como antes. Pero hay que tomar en cuenta que nuestros hijos no están en posición de retraerse. Este mundo es el destino que les toca, aunque nosotros temblemos con la posibilidad de presenciar, como decía Derrida, el nacimiento de una monstruosidad.

No podemos dejarlos ir sin darles nuestra fe. Sería como si la sociedad hubiera desarrollado un laboratorio de exploración durante más de sesenta años para favorecer la reconstrucción humana, y nosotros, en el ultimo momento, echáramos todo por la borda.

Pero la verdad es que, aunque sigamos reprochándoles su modo de vida, ellas, ellos, elles, despegarán hacia la era que se alumbra. Y se irán con o sin nosotros.

Para todos es el momento de la fe y los adultos debemos elegir entre quedarnos en el pasado o dar el salto.

Fuente de la información  e imagen:  https://observatorio.tec.mx

Comparte este contenido:
Page 8 of 2458
1 6 7 8 9 10 2.458