Page 39 of 454
1 37 38 39 40 41 454

Entrevista: Educación y empleo sostenibles, las mejores ayudas para los países del norte de África

Por: ABC.es

Andrea Brentan, presidente de EFE-Europa, habla sobre la labor que la fundación que dirige desarrolla en Oriente Medio y la región norteafricana para formar y dar trabajo a los jóvenes en sus lugares de origen.

Hoy tengo el placer de entrevistar al italiano Andrea Brentan, presidente de la Fundación Educación para el Empleo (EFE-Europa), antiguo Ceo de Endesa, cofundador de startups y fondos. La entrevista es muy interesante por la labor de ayuda que EFE-Europa desarrolla en el norte de África a favor de los jóvenes para su formación y empleo directamente en sus países de origen.

Andrea, ¿porqué has aceptado la Presidencia de la Fundación Educación para el Empleo (EFE-Europa)? ¿Qué es EFE-Europa y cuándo nace?

EFE-Europa es una fundación sin ánimo de lucro, con sede en España, fundada en 2006. Desde su creación, EFE-Europa ha formado a más de 115.000 jóvenes desempleados y desamparados en la región de Oriente Medio y el norte de África, de los cuales más de la mitad son mujeres, colocándolos en puestos de trabajo con porcentajes de retención muy altos. Por ello, cuando terminó el mandato de mi predecesor, Aldo Olcese, quien tanto hizo en sus nueve años como presidente, y habiendo visto yo mismo cómo opera EFE-Europa en mis años como consejero, no dudé en aceptar la presidencia; no hay mejor manera de contrarrestar los muy altos niveles de desempleo en aquella región y sus graves consecuencias sociales que formar a los jóvenes en las capacidades consideradas prioritarias por las empresas y colocarlos en puestos de trabajo. Estos problemas se han agravado sobremanera a raíz de la pandemia, haciendo la labor de la Fundación más necesaria que nunca.

¿Cómo está organizada la Fundación? ¿En qué países opera y con cuántas personas dedicadas?

EFE-Europa es el brazo europeo de la red internacional Education For Employment (Red EFE), que opera principalmente en Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Yemen, a través de entidades locales afifiadas y personal local especializado en cada uno de los países donde implementamos nuestros proyectos. Asimismo, como parte de iniciativas multipaís, también colaboramos con organizaciones en España y en Portugal para atajar el desempleo juvenil en estos países. En total, tenemos unas 150 personas dedicadas y contamos con una red de más de 2.500 formadores certificados que imparten nuestros cursos según la demanda del mercado laboral. La cercanía geográfica y cultural de EFE-Europa nos permite trabajar muy eficazmente de la mano de esas entidades locales en la consecución de fondos en Europa por parte de instituciones, empresas y particulares, en las consultas con las empresas sobre sus prioridades de formación y empleo, en el diseño y la realización de los cursos de formación y en la colocación de los jóvenes en puestos de trabajo de manera sostenible. Estamos trabajando para que los fondos recaudados no disminuyan a raíz de la pandemia y nos permitan incluso aumentar el número de personas dedicadas a fin de incrementar nuestra contribución a la disminución de los niveles de desempleo, que se han disparado precisamente a raíz de la pandemia.

¿Cuál es el objetivo concreto y cuántos jóvenes se educan para el empleo al año?

El objetivo concreto es colocar a jóvenes desempleados y desamparados en puestos de trabajo, con altos niveles de retención. Nuestro éxito radica en nuestra orientación a la demanda del mercado: realizamos consultas con la empresa privada para identificar sus necesidades concretas de contratación y, sobre todo, las competencias que buscan en los candidatos que entrevistan. Ello nos permite diseñar y ejecutar programas de formación a medida en varias especializaciones técnicas, competencias digitales, idiomas, de actitud y relación, garantizando así la colocación y, muy importante, la retención laboral. Hacemos un exhaustivo seguimiento de nuestros programas y seguimos prestando apoyo a nuestros jóvenes beneficiarios y a las empresas para asegurar la sostenibilidad de los resultados. Entre 2017 y 2019, formamos a alrededor de 60.000 jóvenes. Para 2020, a pesar de la pandemia, alcanzaremos a 11.000 jóvenes más, gracias a la agilidad que nos ha permitido pasar a un alto porcentaje de formación a distancia a través de los medios digitales. El objetivo es seguir aumentando constantemente nuestro número de beneficiarios de cara a los próximos años.

¿Qué papel juega la Fundación en el panorama actual? Segurament,e la labor de EFE-Europa será aún más necesaria con la pandemia, que está empeorando la situación de desempleo en los países africanos?

Los jóvenes y las mujeres están siendo los más afectados por los efectos socioeconómicos de la Covid-19. Antes de la pandemia, el desempleo juvenil en la región de Oriente Medio y el Norte de África ya rozaba el 27% (la mayor tasa a nivel mundial), llegando al 43% en el caso de las jóvenes. A raíz de la crisis, se estima que, aproximadamente, uno de cada cinco jóvenes ha perdido su empleo, con empeoramientos aún más marcados en el caso de las mujeres. En este entorno, está claro que el papel de EFE, precisamente dirigido a contrarrestar directamente el desempleo, asume una importancia socioeconómica aún mayor. Tras un comprensible giro inicial y la priorización de los proyectos sanitarios por parte de la comunidad donante, es lógico que los financiadores aumenten sus contribuciones a nuestras iniciativas, lo que se traducirá en una mejora efectiva de los problemas sociales que conlleva el desempleo.

¿Cuán importante es ayudar a los jóvenes a prosperar en sus países de origen? Por otro lado, pienso que para ayudar a los países en su desarrollo cultural y económico no hay mejor vía que la educación y la formación de los jóvenes.

Los efectos devastadores de la migración incontrolada a niveles muy superiores a la capacidad de absorción de los países europeos sobre los migrantes económicos y el tejido social de estos países, así como las tensiones sociales que provoca el desempleo en los países de origen, están bajo la mirada de cada uno de nosotros. Por tanto, ofrecer a los jóvenes una oportunidad concreta de empleo sostenible en sus países, además de satisfacer una primordial y legítima aspiración y necesidad, es una de las, por no decir, «la» manera de atajar esos efectos.

¿Cuál es el perfil de las empresas que financian la labor de EFE-Europa?

Hay más de un perfil. Uno de los más importantes es el de empresas que han puesto la responsabilidad social, la sostenibilidad o los criterios ASG en sus prioridades concretas y que reconocen como objetivo social prioritario, tanto para Europa como para los países del otro lado del Mediterráneo, contrarrestar el desempleo. Además, ello genera una evolución favorable directa del contexto donde operan estas empresas cuando tengan operaciones en los países donde actuamos. Además de las empresas, también contamos con financiadores institucionales que tienen como objetivo prioritario mejorar el empleo a través de la formación. Y empezamos también a trabajar con particulares que quieren contribuir a la solución de problemas sociales relevantes.

¿Cuáles son las empresas que actualmente están apoyando y financiando a la Fundación?

Las principales entidades que financian a EFE-Europa incluyen grandes empresas multinacionales como Accenture y Citi, que desde hace tiempo tienen la responsabilidad social como un objetivo prioritario y concreto, y han depositado su confianza en nosotros, mediante su continuo y repetido apoyo financiero a lo largo de muchos años. Otras grandes empresas financiadoras son Mastercard, Vitol, Trafigura, Chanel, Cartier, entre otras, que igualmente tienen un fuerte compromiso social y apoyan nuestra labor de proporcionar oportunidades concretas a jóvenes mujeres y hombres en condiciones desfavorecidas. Además de las empresas, también contamos con el apoyo financiero de instituciones de varia naturaleza como la Fundación Bill y Melinda Gates, la Organización Mundial del Trabajo, la Comisión Europea, gobiernos, sobre todo el británico, el francés y el estadounidense, o diversas agencias de la ONU.

¿La financiación es suficiente o con más financiación se podría hacer más y para más países?

Frente a la magnitud del desempleo juvenil en aquella región, mucho más se puede hacer con la mejora continua de nuestra eficiencia y de nuestra eficacia, objetivo constante de nuestras operaciones y, aún más, con un aumento de nuestra financiación. En general, nuestra prioridad es aumentar nuestras actividades, sobre todo, en los países donde ya operamos, por las claras ventajas en términos de nuestro conocimiento y experiencia y de la optimización económica. Dicho esto, mantenemos una observación constante de las dinámicas en otros países, como base de ampliaciones geográficas de nuestra actividad: un ejemplo es nuestra relativamente reciente expansión de operaciones en Argelia.

¿Cuál es el retorno para las empresas financiadoras?

El retorno para nuestras empresas financiadoras se sitúa a varios niveles. El retorno más general es el de satisfacer sus objetivos de responsabilidad social y ASG, cada vez más desafiantes, invirtiendo en la mejora de la empleabilidad y el empleo en regiones críticas geopolíticamente a través de un operador, como nosotros, que demuestra a lo largo de los años la eficacia y la eficiencia de sus actividades, sus procesos, sus sistemas, y, sobre todo, la calidad profesional y moral, la pasión, la dedicación y la empatía de su gente. Este retorno se hace más directo cuando se trata de empresas que operan en «nuestras» regiones y aún más cuando participan en nuestras encuestas sobre sus prioridades de empleo: en estos casos, a nivel local de los países de operación, la empresa privada es empleador y obtiene un retorno muy tangible al obtener acceso a jóvenes cualificados y con las competencias necesarias.

¿Por último, cuál es la aspiración de EFE Europa para los próximos años?

La aspiración para el futuro es, en primer lugar, superar el impacto de la pandemia, consiguiendo los objetivos de los proyectos en curso y manteniendo un alto nivel de financiación. Más allá de esto, queremos seguir una senda de crecimiento. Crecimiento, personal y profesional, de nuestra gente. Crecimiento de nuestra manera de operar, nuestra eficiencia económica, nuestros procesos y sistemas y nuestros logros. Crecimiento de nuestra financiación y, por ende, del número de jóvenes formados y colocados en puestos de trabajo dignos; para conseguirlo, además de mantener la fidelidad de nuestros financiadores históricos, queremos trabajar mucho más con las empresas y las distintas instituciones para que se reconozca cada vez más que abordar eficazmente el desempleo en Oriente Medio y el Norte de África conlleva directamente una mejora del contexto social no solo en aquellos países, sino también en Europa y que, en esto, EFE es un operador líder en el que se puede poner toda la confianza.

https://www.abc.es/economia/abci-educacion-y-empleo-sostenibles-mejores-ayudas-para-paises-norte-africa-202012011816_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F

Comparte este contenido:

Entrevista a Andreas Malm «Nuestra lucha es la de una fuerza contra otra, no la del conocimiento contra la ignorancia»

Entrevista 

Andreas Malm (Mölndal, Suecia, 1977) se ha convertido en uno de los pensadores con más visibilidad dentro del ecosocialismo, también en el estado español, con dos libros aparecidos en apenas unas semanas y otros más que están por venir.

Desde que publicara Capital fósil, recientemente traducido al castellano, su preeminencia no ha dejado de crecer, en parte debido a la claridad y el vigor de su manera de escribir, pero sobre todo gracias a la contundencia (incluso la brutalidad) de sus análisis y propuestas. La editorial Errata Naturae ha publicado hace poco uno de los últimos libros del autor sueco, El murciélago y el capital. Coronavirus, cambio climático y guerra social, en el que, inspirándose en cómo los bolcheviques lidiaron con una situación catastrófica de varias dimensiones (social, política, económica, bélica, energética…) durante el fin de la primera guerra mundial, la revolución de octubre y la guerra civil rusa, propone retomar la noción de comunismo de guerra y poner en marcha un leninismo ecológico que nos permita salir de la actual crisis ecosocial global, la cual se está manifestando también en múltiples niveles: pandemia, emergencia climática y desigualdades sociales rampantes a escala planetaria. Para ello, Malm pone sobre la mesa la necesidad de apropiarnos de todos los recursos materiales y sociales a nuestro alcance, utilizarlos para recuperar el ímpetu comunista de salvación y redirigir esta crisis contra sus causas y, especialmente, contra sus causantes. Hemos tenido la oportunidad de entrevistar al autor en torno a estas propuestas, sus complicaciones y sus posibilidades.

Aunque a primera vista podría parecer que el cambio climático y la crisis del COVID-19 presentan profundas similitudes debido a sus implicaciones globales y de urgencia, en tu libro subrayas las muchas diferencias que hay entre ellos. Pese a que no existían muchas pruebas científicas acerca del COVID-19 ni análisis políticos sobre las posibles soluciones, muchos gobiernos aplicaron medidas rápidas y drásticas sin demasiado debate político. En el caso del cambio climático, tras décadas de investigación disponemos de una cantidad abrumadora de pruebas sobre sus causas y sobre qué hacer, pero en este momento las medidas que es necesario aplicar parecen políticamente irrealizables. ¿Qué crees que puede aprender el movimiento climático de esta aparente paradoja y de la relativa importancia que tiene la «verdad científica» si no está vinculada a la importancia del poder?

Esta es una muy buena pregunta, porque señala una lección que al movimiento climático se le debería quedar grabada a fuego después de este año: el progreso no deriva del conocimiento, deriva del poder y del equilibrio de fuerzas. Parece haber una relación inversa entre las acciones más relevantes y la cantidad de conocimiento que las acompaña; como sugerís, la sobreabundancia de pruebas científicas sobre el calentamiento global viene acompañada por una actitud de pasividad, mientras que las acciones más dramáticas para combatir el COVID-19 (se llegó al punto de dejar en suspenso economías enteras) emergen de una base con una comprensión muy rudimentaria acerca de la pandemia. Por lo tanto, el movimiento por el clima ya no puede simplemente seguir pidiendo a los políticos que presten atención y «escuchen a los científicos», un enunciado repetido por gente como Greta Thunberg. Si bien esa postura tiene, por supuesto, muy buenas intenciones, está pasando por alto lo que es la clave del asunto: los políticos se alinean con las posturas científicas solo si los intereses de la clase dominante, responsable de la destrucción que ahora mismo está en marcha, son sobrepasados y derrotados o si estos no aparecen siquiera cuestionados. La pregunta que el movimiento debería hacerse es más bien esta: «¿Cómo construimos el músculo social necesario para obligar a los estados a hacer lo que hace falta?». No tanto «¿por qué no escucháis a la ciencia?» sino «¿cómo forzamos a los gobiernos, tan plegados hasta ahora al capital fósil que han ignorado la montaña inmensa de pruebas científicas, para que empiecen a actuar?». En otras palabras, ¿cómo rompemos los lazos que los unen al capital fósil y los ponemos a funcionar como aparatos que apliquen una transición ecológica? Lo que yo creo, por supuesto, es que esta transición no puede tener lugar sin que los estados se encarguen de ella, pero nunca va a suceder si son los estados los que tienen que tomar la iniciativa: el principal motor serán las fuerzas situadas fuera del estado, fuerzas populares, dentro del movimiento climático y aliado con él, que hagan que los gobiernos se comporten de manera distinta a como lo han venido haciendo hasta ahora. No estoy diciendo que el movimiento (incluida Thunberg y sus cuadros) no hayan intentado lograr precisamente esto; probablemente la generación de 2018-2019 se ha acercado más que ninguna otra dentro de la historia del movimiento a encarnar este papel. Pero tenemos que pensar en nuestra lucha como la de una fuerza contra otra más que como la del conocimiento contra la ignorancia. Porque la política no viene determinada por la presencia de la verdad científica; desde luego, esta es una lección que sacar de la comparación entre la crisis del coronavirus y la crisis climática.

Afirmas que la deforestación y la destrucción de ecosistemas están entre los principales desencadenantes de la zoonosis, las pandemias y el cambio climático. ¿Qué podrían hacer los países del norte global para frenar esta destrucción y comenzar a restaurar ecosistemas situados más allá de sus fronteras? ¿Está sucediendo esto de algún modo que nos pueda resultar visible?

Lo primero sería tomar el control público de las cadenas de suministro que llegan a zonas tropicales de tala masiva de árboles. Los estados del norte global deberían dejar de aplicar su capacidad de orden, mando y mapeo sobre la ciudadanía (y, añadiría, sobre la gente migrante) y empezar a hacerlo sobre las compañías que sacan sus mercancías de pastizales y plantaciones y minas y cultivos situados donde hasta hace poco se alzaban bosques. Que esto se puede hacer es evidente, no hay ningún obstáculo técnico. Pero no estamos viendo nada que se le parezca; de hecho, a estas alturas de 2020 solo hemos visto lo contrario: una deforestación acelerada de las áreas tropicales más sensibles del planeta. Las carreteras penetran tanto en las selvas tropicales del Amazonas, del centro de África y del Sudeste Asiático que la integridad de estos ecosistemas se halla en peligro inminente. La devastación del interior del Amazonas llegó este verano a un punto de intensidad nuevo, cuando hubo empresarios que se adentraron en la región para incendiar bosques enteros, al tiempo que el gobierno de Indonesia decidía abrir sus selvas a la inversión extranjera, sin límite alguno a la tala. Y todo eso en mitad de una pandemia, cuando cabría pensar que los estados se lo iban a pensar dos veces antes de dar alas a una mayor destrucción forestal. Porque lo cierto es que la ciencia es tremendamente clara acerca del hecho de que la deforestación es el principal desencadenante de la zoonosis. Cuando las carreteras se abren paso a través de los bosques, los patógenos que habitan en ellos entran en contacto con los seres humanos; cuando se talan bosques enteros, los portadores (como los murciélagos, que portan los coronavirus) se ven obligados a irse a otro lugar. Es aquí donde el contraste entre el coronavirus y el cambio climático se esfuma: es precisamente allí donde se ven involucradas las principales entidades de acumulación de capital donde los estados no han estado preparados para llevar a cabo ningún movimiento contra las causas de la pandemia. En su lugar, lo que hemos visto este año ha sido cómo se echa más gasolina al fuego de la fiebre global: más deforestación, lo que ha causado el surgimiento de nuevas enfermedades infecciosas, junto a una mayor quema de combustibles fósiles. Todos los pasos se están dando en la dirección equivocada.

En «El murciélago y el capital» hay una idea que aparece con frecuencia y que nos resulta interesante: no solo la deforestación y la destrucción de ecosistemas están entre los principales desencadenantes tanto de las pandemias como del cambio climático, sino que también es muy importante en este sentido la mercantilización y subsunción de la vida animal a los circuitos del capital. Llegas incluso a proponer, de manera bastante provocativa, que deberíamos alcanzar un «veganismo global obligatorio». En este sentido, ¿crees que el antiespecismo, que ahora mismo en la práctica parece estar políticamente separado de la lucha ecologista, podría tener un papel relevante en la lucha contra el cambio climático y viceversa?

Eso creo, sí. El «veganismo global obligatorio» es, por supuesto, una provocación. No tengo ninguna intención de prohibir el consumo de carne al pueblo sami o a comunidades del Amazonas con las que no se ha establecido ningún contacto. Pero sí que creo que la generalización del veganismo sería un fin deseable dentro de la transición que necesariamente tiene que hacer en su dieta el norte global rico; eso para empezar. Nuestras metrópolis no pueden seguir cebándose gracias a las preciadas tierras que hay por todo el planeta. Lo que hace falta es utilizar la tierra para otros fines que no son ni la producción de carne ni la de lácteos; especialmente se deben dedicar a la resilvestración y la reforestación, que permitirán absorber CO2 y estabilizar el clima. Estamos alcanzando un punto en el que el interés de la humanidad por su propia supervivencia (y debemos suponer que existe tal interés, al menos más allá de las clases dominantes, de la extrema derecha y demás gente que parece poseída por una arrebatadora pulsión de muerte) se está alineando de manera objetiva con la de otras especies. Lo que quiero decir es lo siguiente: la crisis de biodiversidad ahora mismo se ha vuelto también peligrosa para los seres humanos. El COVID-19 es la primera manifestación épica de esta respuesta. Lo que ha sucedido hace poco en la granja de visones en Dinamarca nos ha puesto ante los ojos de nuevo el mismo asunto: al tener enjaulados a quince millones de criaturas, la industria danesa de visones (que es la más grande del mundo, pues produce abrigos de piel y productos de pestañas falsas para un segmento de consumidores espantosamente rico) generó las condiciones perfectas para que el Sars-Cov-2 saltase de nuevo a organismos animales, mutase y volviese otra vez a los seres humanos de una forma potencialmente desastrosa. Por tanto, el estado danés ahora está liquidando esa industria. Esto es algo que, por supuesto, los y las activistas por los derechos de los animales han estado exigiendo desde hace una eternidad por compasión hacia los visones, que necesitan deambular y nadar y andar escarbando; para estas criaturas, la vida en una jaula es de un terror abyecto. Y ahora finalmente se ha convertido en una fuente de terror también para los seres humanos. En el mismo espíritu, el cambio de la comida de origen animal a la de origen vegetal en nuestra dieta debería estar motivado por un interés humano por nosotros mismos. Por decirlo de algún modo, el antiespecismo se convierte así en un abandono con base antropocéntrica del reino animal.

En tu libro hay una parte en la que hablas de algo que para mucha gente de izquierdas no es fácil de asumir: la necesidad de hacer cesiones, un asunto que incluso los bolcheviques tuvieron que afrontar y que se vuelve aún más inevitable cuando apenas disponemos de fuerza política y queremos empezar a crecer, que es lo que sucede actualmente. ¿Cómo podríamos combinar esta necesidad con la de empezar a ver cambios drásticos de manera inmediata? ¿Cómo puede el movimiento climático empezar a levantarse a partir de esta idea de un diálogo entre reforma y revolución, y no solo a partir de la oposición negativa entre reforma revolución?

A mí, que vengo del movimiento trotskista, la conceptualización que más me atrae de la relación entre reforma y revolución sigue siendo la idea de «reivindicaciones transitorias»: se elevan reivindicaciones que articulan intereses materiales inmediatos de los grupos subalternos, pero ello, precisamente por esta razón, entra en conflicto con el statu quo y acaba apuntando aún más allá. Las reivindicaciones más básicas por una transición climática tienen esta forma. La abolición total de aquello que normalmente denominamos «industria de combustibles fósiles» (las compañías que extraen sus beneficios directamente de la producción de petróleo, gas y carbón) es una reivindicación de mínimos para lograr la estabilización del clima. Toda aquella persona que tenga cierta idea sobre la crisis climática sabe también que esas empresas no pueden seguir existiendo en cuanto tales. Deben ser apartadas de la economía de manera inmediata y para siempre. Sin embargo, eso abriría un agujero enorme en el tejido del capitalismo tal cual existe actualmente y no sabemos qué puede surgir al otro lado; perfectamente podría ser alguna versión de una sociedad poscapitalista. No obstante, es importante no poner el carro delante de los bueyes. No se arranca diciendo «acabemos con el capitalismo», esa no es la lógica de las reivindicaciones transitorias. Uno empieza exigiendo lo que es necesario ahora y luego sigue la dinámica social de esa demanda allí donde le lleve. Por poner un caso un poco más concreto, pensemos en un país del que rara vez se habla en este contexto: Francia. La empresa privada más grande del país es Total, una de las compañías de petróleo y gas más grandes del mundo. Como cualquier otra empresa del sector, ahora mismo está planeando una expansión de su producción para la década actual, la misma en la que las emisiones se deben reducir a la mitad a nivel mundial si queremos conservar alguna posibilidad de tener un calentamiento global que esté por debajo de 1,5 ºC. Evidentemente, Total tiene que dejar de existir. La manera más obvia de lograr que eso suceda sería nacionalizar la compañía y poner fin a toda su producción de petróleo y gas (y yo añadiría que habría que convertirla en una entidad dedicada a absorber CO2 de la atmósfera en lugar de a emitirlo). Es también evidente que el estado francés no está pensando hacer esto ni nada que se le parezca. Al contrario, el presidente Macron respalda los planes que tiene Total de irse al Ártico a hacer perforaciones en busca de más petróleo, y lo hace en el mismo momento en el que hay científicos informándonos de que el calentamiento en el Ártico se está dando a tal velocidad que los depósitos de hidrato de metano ubicados en el fondo del mar se están activando, filtrando así a la atmósfera este gas de efecto invernadero ultrapotente, uno de los mecanismos de retroalimentación más temidos y peligrosos del sistema climático. Pero imaginemos que el estado francés, sometido a algún tipo de presión de masas, de hecho socializase Total y se la quedase. ¿Sería eso compatible con el capitalismo tal cual lo conocemos en Francia o apuntaría, de manera más o menos inevitable, a un lugar situado más allá del statu quo? Esa es la lógica de las reivindicaciones transitorias en la crisis climática: trascienden la oposición binaria entre reforma y revolución. Y, en este momento de emergencia, lo cierto es que no podemos permitirnos quedarnos atascados en ningún tipo de insistencia purista en ninguna de las dos. Sencillamente hay que hacer lo hay que hacer.

Dentro del mismo marco de reforma revolución, en el libro sugieres que incluso los revolucionarios más radicales del siglo veinte tuvieron que mantener cierta continuidad con el antiguo régimen debido a las circunstancias extremas que estaban afrontando. Las nuestras no solo son extremas, sino que además nos dan muy poco tiempo para reaccionar. ¿Crees que deberíamos hacernos a la idea de que los cambios políticos más importantes de la próxima década para superar lo peor del cambio climático se darán dentro del antiguo régimen capitalista? ¿O esta es la receta perfecta para el desastre y el derrotismo?

Retomo la respuesta a la pregunta anterior: no podemos aceptar el capitalismo como un marco del que no podemos escapar y en el que tenemos que permanecer mientras resolvemos el problema del clima. No obstante, tampoco podemos decir que solo acabando primero con el capitalismo vamos a poder abordar el asunto del clima. Eso es una bobada. La lógica de la reivindicaciones transitorias, a riesgo de repetirme, es la de insistir en las políticas que resulten más evidentes (pensemos en la petición de paz en Rusia en 1917) y después, dado que estas políticas solo pueden ser llevadas a cabo a través de la confrontación con las clases dominantes, o al menos con fracciones de la clase dominante, prepararnos para ir más allá de su gobierno, si es eso lo que hace falta. La transición climática es un viaje que no empieza (que no puede empezar) con el fin del capitalismo, como tampoco pudo la revolución rusa. Puede terminar en ello, pero eso aún no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que ninguna de nuestras exigencias (emisiones cero, la liquidación de la industria de combustibles fósiles, revertir la deforestación, etcétera) va a darse sin lucha. Y esa lucha debemos darla hasta el final. Todo depende de ello.

En otras entrevistas has señalado que esta cuarentena a nivel global ha supuesto todo un golpe para la lucha contra el cambio climático, la cual parecía estar en auge antes de marzo. Además, como decíamos antes, la pandemia ha demostrado que es más que necesario un movimiento social potente para dotar de ambición y sentido a las intervenciones estatales. Esto nos podría recordar otro de los preceptos leninistas: debemos estar preparados para aprovechar el momento. ¿Cómo podría prepararse el movimiento climático antes de una posible vuelta a la normalidad, cómo debería proceder cuando eso suceda (si es que sucede)? ¿Crees que la actual situación podría ser redirigida contra el capital fósil? En resumidas cuentas, ¿qué aspecto podría tener hoy ese «momento a aprovechar»?

Una cosa que defiendo en How to Blow Up a Pipeline: Learning to Fight in a World on Fire, que aparecerá en la editorial británica Verso en enero y algo más tarde en castellano [Cómo dinamitar un oleoducto. Nuevas luchas en un mundo en llamas será publicado también por Errata Naturae], es que el movimiento por el clima tiene que aprovechar los momentos de desastres climáticos, es decir, debemos aprender a actuar cuando nos golpeen sucesos meteorológicos extremos. Hasta el momento, el movimiento ha seguido un calendario ajeno al clima (huelgas los viernes, eventos contra las cumbres de la COP) y rara vez ha ajustado sus acciones a desastres reales, pero la próxima vez que Australia sufra unos incendios infernales, el movimiento debería lanzar una serie de acciones militantes contra la industria del carbón del país, y el próximo verano que Europa padezca un calor y unas sequías insoportables, deberíamos atacar las infraestructuras y tecnologías de combustibles fósiles para dejarle claro a la gente que, a menos que desarmemos esta maquinaria, vamos a arder hasta la muerte. El leninismo ecológico en funcionamiento sería eso: transformar una crisis de los síntomas en una crisis contra las causas. Los momentos de condiciones meteorológicas extremas y el sufrimiento que los acompaña deben ser politizados como los episodios bélicos que en realidad son. Son también los momentos en los que existe el potencial de ganar un apoyo masivo para la resistencia contra los combustibles fósiles; el verano de 2018 en Europa y lo que vino después (Fridays for Future y Extinction Rebellion) así lo indican. Tenemos que aprender a golpear cuando la cosa se está poniendo caliente, de manera bastante literal. Es entonces cuando las acciones militantes de masas se deben escalar, llegando a tomar las infraestructuras y tecnologías de combustibles fósiles, también dentro de las ciudades, para asfixiarlas hasta tal punto que los estados se vean obligados a negociar su desmantelamiento permanente. Pero está claro que hay algo de camino que recorrer hasta llegar ahí.

Como dices en el libro, el comunismo ha sido un movimiento fuertemente vinculado a las ideas de emergencia y salvación, desde el Manifiesto comunista hasta el periodo de 1914-1945 y hasta, queremos creer, la actual crisis climática. ¿Crees que si abordamos el cambio climático y la destrucción de ecosistemas desde una perspectiva realmente de emergencia, esta sería inherentemente comunista, al menos en espíritu (si es que existe tal cosa)?

Debemos atrevernos a enfrentarnos a la propiedad privada. Esto es inevitable, es el alfa y el omega. Que eso requiera un comunismo en toda regla es harina de otro costal; yo creo que en ningún caso lo hace de manera axiomática. Uno puede concebir de manera lógica la abolición de las industrias de combustibles fósiles sin la abolición del capitalismo como modo de producción. Pero, de nuevo, la abolición de las primeras perfectamente puede llevar a una ruptura con el capitalismo. A fin de cuentas, las reivindicaciones transitorias básicas y de mínimos apuntan algo que se parece bastante al comunismo de guerra.

En todo caso, sí afirmas que las experiencias comunistas históricas fueron una especie de operación de rescate a partir de fallos catastróficos anteriores, esto es, fueron empresas inherentemente trágicas. Dices que deberíamos estar dispuestos a aceptar esta situación y a tener por delante una vida de lucha sin cuartel. Todo indicaría que esto es así y, pese a todo, vivimos en sociedades en las que cualquier cambio significativo viene después de haber convencido a un porcentaje importante de la población. Un comunismo del desastre, en estas condiciones, podría parecer un suicidio político perfecto a la hora de hacer campaña por él. ¿Qué opinas al respecto?

En las pancartas yo no escribiría «¡Comunismo del desastre ya!», sino que plasmaría reivindicaciones como las que hemos mencionado, que puedan granjearse un apoyo extenso, como lo hacen, claro está, la reivindicaciones por un Green New Deal, por una transición justa y otros proyectos similares. Lo que pasa con el comunismo en el siglo veintiuno (si pensamos en el comunismo como una sociedad sin clases en la que todo el mundo tiene sus necesidades básicas cubiertas) es que probablemente tendría que construirse en una situación de escasez más que de abundancia. No tenemos más que pensar en el aumento del nivel del mar. Si crece dos metros, la mayor parte de Bangladés y todo el sur de Irak van a estar inundados, y puede que ya sea demasiado tarde para evitar este crecimiento, dada la velocidad y la irreversibilidad potencial del derretimiento del hielo en Groenlandia y en la Antártida occidental. Así pues, de aquí a un siglo, el comunismo en países como Bangladés o en el sur de Irak tendría una forma más parecida a la del comunismo de guerra o del desastre que a propuestas como el «comunismo de lujo totalmente automatizado», que parten de una «capacidad de suministro extremo» de cualquier bien que podamos desear. Bien pudiera ser que hubiera una escasez extrema de los bienes más básicos, incluso de un suelo sobre el que poner los pies. ¿Cómo cubriríamos entonces las necesidades de todo el mundo? ¿Podemos hacerlo sin dejar atrás las terribles desigualdades que existen en una sociedad de clases? Son preguntas que debemos hacernos de manera seria. Tendríamos que formular nuestras reivindicaciones más inmediatas pensando en evitar hacer más daño a la Tierra, pero sabiendo que hay un daño que ya se le ha hecho.

Dicho todo esto, cierras tu libro vinculando las ideas de supervivencia y utopía. La de utopía es una noción que nos resulta muy cercana, pensada no solo como la necesidad de dibujar un futuro imaginario mejor, sino también, y de manera muy concreta, un presente diferente. ¿En tu idea de «comunismo de guerra» hay espacio para el pensamiento utópico?

Desde luego. Como señalo en el libro (si bien no me extiendo en ello, ya lo han hecho otras personas) una transición que deje atrás los combustibles fósiles es compatible con mejoras radicales en las vidas de la gente. Puede venir acompañada de mejores trabajos, trabajos más seguros y, lo que no es menor, menos trabajo: jornadas laborales más cortas, más tiempo libre. De hecho en el comunismo de guerra original existía también una pulsión utópica: la emergencia de la guerra civil rusa ofreció la ocasión de experimentar con una vida sin dinero ni propiedad privada. Evidentemente, no salió demasiado bien. Pero la supervivencia y la utopía no son conceptos opuestos por definición. La primera podría hallarse en la segunda y necesitarla.

Fuente: https://contraeldiluvio.es/nuestra-lucha-es-la-de-una-fuerza-contra-otra-no-la-del-conocimiento-contra-la-ignorancia-entrevista-con-andreas-malm/

Comparte este contenido:

Entrevista a Franck Gaudichaud: América Latina. Algunas lecciones críticas sobre los gobiernos progresistas

Entrevistas/noviembre 2020/rebelion.org

Tras el hundimiento de la URSS no tardó en anunciarse el fin de la Historia. Cuando nada parecía poder contener el empuje neoliberal mundial, surgió en 1994 el levantamiento zapatista en México. Cinco años más tarde, Chávez tomó el poder en Venezuela: fue el comienzo de un largo proceso de ruptura, por medio de las urnas, en el continente latino-americano — Lula en Brasil, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Mujica en Uruguay…

Una parte de la izquierda radical occidental volvió a mirar entonces, no sin esperanzas, hacia el otro lado del Atlántico Sur. Dos décadas después, ¿cuál es el balance?: Éxitos y límites, contradicciones y especificidades. Los tres autores del libro Los gobiernos progresistas latinoamericanos del siglo XXI. Ensayos de interpretación histórica invitan a una lectura crítica, resueltamente arraigado en la izquierda. Conversamos con uno de ellos, Franck Gaudichaud, profesor de Historia contemporánea de las Américas latinas en la universidad de Toulouse (Francia) y presidente de la Asociación Francia América Latina.

¿Qué tipo de anteojos hay que ponerse para comprender correctamente la América latina de las últimas décadas?

Hay que evitar abordar de manera uniforme el subcontinente: estamos ante una grandísima diversidad de experiencias históricas, culturales, lingüísticas… Eso es una evidencia. Un análisis global puede ocultar estas especificidades dentro de un conjunto de más de 600 millones de habitantes y 20 países. En este ensayo hemos intentado navegar entre ambos, ofrecer una visión bastante generalista y apoyarnos en algunos ejemplos específicos más detallados. Hemos puesto el foco en los movimientos populares, sus movilizaciones y los conflictos de clases en la región. Desde este punto de vista sociopolítico crítico, se pueden señalar tres períodos. El primero comenzó a finales de los años 1990 con la emergencia plebeya de un cuestionamiento de la agenda de Washington, del neoliberalismo, de las oligarquías existentes: un importante momento destituyente con grandes explosiones sociales. El segundo, de 2002–2003 a 2011, fue el ascenso de los llamados gobiernos progresistas. Con la elección de Chávez, de Lula, se abrió un ciclo político, y no sólo desde el punto de vista electoral, desembocando en aspectos institucionales, nuevos partidos, profundas reformas sociales y constitucionales —aunque procedentes de movilizaciones anteriores. Por decirlo en pocas palabras, fue la edad de oro de los progresismos.

El tercer período, el (mal) denominado fin de ciclo, se abrió en 2012-2013 y todavía no está acabado, es la fase regresiva, caracterizada por tensiones cada vez más fuertes entre los progresismos y las clases populares, así como con una parte de la izquierda intelectual y crítica. Fue también el momento de la crisis económica y de los golpes de Estado parlamentarios (Honduras desde 2009, Paraguay, Brasil) o militares (Venezuela, Bolivia), con apoyo más o menos directo de Estados Unidos. En esta coyuntura en tensión, derechas y extremas derechas avanzan cada vez más. Aparecen todos los límites de un modelo progresista neodesarrollista y/o neoextractivista, basado en alianzas de clases inestables —el politólogo Jeffery Webber habla de capitalismo de Estado. Bolsonaro en Brasil sería el punto último de esta regresión “arriba a la derecha”.

¿Qué recubre exactamente la expresión «experiencias progresistas» en el contexto latinoamericano de final del siglo XX y comienzo del XXI?

Conseguir caracterizar esta expresión es un verdadero problema, no sólo académico, sino político. En sus comienzos todos los gobiernos de experiencias progresistas reivindican un post-neoliberalismo. Como decía Rafael Correa, “la región no vive una época de cambios sino un cambio de época”. Serían, por un parte, gobiernos de tipo nacional-popular, una gran tradición latinoamericana 1/: Chávez (Venezuela), Morales (Bolivia), Correa (Ecuador) son el signo de una vuelta a esta forma nacional-popular radical, acompañada de la reivindicación antiimperialista. Pero los progresismos recubren también experiencias más social-liberales o de centro izquierda, entre las que se puede incluir al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula o el Frente Amplio de Uruguay; el kirchenismo en Argentina está más próximo a los primeros por su historia y a los segundos por su orientación económica. Estos nuevos gobiernos tienen como rasgo común haber surgido sobre la base de movimientos sociales de los años 1990–2000 (para los más radicales), o al menos se reclaman de la experiencia sindical, de la resistencia a las dictaduras y de parte de las reivindicaciones de los movimientos populares (para los regímenes de centro-izquierda). Muy a menudo, en el centro del mecanismo progresista se encuentra también una figura carismática, hiper-presidencial, lo que a largo plazo plantea un verdadero problema político y democrático. Por otra parte, suele haber un enfoque neodesarrollista, de regreso del Estado social (más o menos marcado según las configuraciones), y una utilización de la renta extractiva (petrolera, minera o agroindustrial por ejemplo) para redistribuirla a través de programas sociales, haciendo descender la pobreza y las desigualdades. Su pretensión era romper con el neoliberalismo y el consenso de Washington, invertir en educación, alfabetización, infraestructuras, etc., pero sin romper con el capitalismo. Los progresismos, en este sentido, no son parte de la filiación de las izquierdas revolucionarias y anticapitalistas latinoamericanas de los años 1960 y 70.

Tenéis una mirada crítica sobre estos progresismos. Pasado el entusiasmo de los primeros tiempos, una buena parte de la izquierda radical parece mirar para otro lado a la hora de hacer balance: ¿por qué?

Está muy claro: no hay ganas de profundizar la visión crítica y de hacer balance de estos 20 años en los gobiernos. En los años 2000, en Francia y en Europa, en la izquierda social y política, hubo entusiasmo por América latina. La apertura de este gran ciclo, que a veces se ha llamado el giro a la izquierda, elevó los corazones y coloreó las mejillas, y no sólo en América latina. Comenzó en realidad en 1994 con el levantamiento zapatista en Chiapas. A diferencia del TINA 2/ de Thatcher y Reagan, parecían haber alternativas, e incluso de tipo gubernamental a partir de 1999 (con Chávez); a partir del 2005 se volvía a hablar de “socialismo” (del “siglo XXI” o “comunitario”) y se instaló el concepto clave del “buen vivir”. Toda una parte de la izquierda de miras institucionales se abalanzó ahí dentro. Algunos dirigentes (como J.L. Mélenchon) vieron la posibilidad de trasladar a Francia algunas ideas y repertorios de acción de lo que pasaba allí. Ante la dinámica popular, también las izquierdas radicales siguieron al movimiento, aunque con más distancia crítica y autonomía. En una parte de las organizaciones se siente ahora una especie de mala conciencia, como si no hubiera que remover el cuchillo en la herida, como si hubiera que evitar debatir colectivamente sobre lo que no ha funcionado. Sin embargo, es necesario hacerlo. No para dar lecciones a los pueblos latinoamericanos, ¡en absoluto!, sino porque son las discusiones que precisamente se están llevando hoy en el ámbito del pensamiento crítico latinoamericano y de los espacios políticos de izquierda 3/.

Desviar la mirada equivaldría a decir: “Cuando hacéis lo que nos gusta, somos solidarios, pero cuando comienza a ir mal nos interesamos por otras cosas”. Esto es un verdadero problema. Hoy en día estaría bien hacer una lectura y balances críticos, incluso dentro de La France insoumise, por ejemplo: sería hasta indispensable. Se nos suele reprochar haber acompañado nosotros mismos durante demasiado tiempo estos procesos. Personalmente, asumo y continúo pensando que los primeros tiempos de la experiencia chavista, o incluso la experiencia boliviana, se caracterizaron por un impulso popular masivo para salir del neoliberalismo, una voluntad democrática de reconstruir la soberanía (nacional y popular) frente a los imperialismos, de enfrentarse a los dominantes internos y externos, y que era legítimo apoyar “abajo, a la izquierda” 4/. Esto no impide ver, tras 20 años de experiencias, los obstáculos, los límites, las involuciones y los puntos muertos estratégicos, y todo lo que por dentro ha sido un freno a la autoorganización y a la democratización real.

Entre estos límites, escribís que “el gran capital en general ha sabido beneficiarse de la edad de oro progresista“: ¿de qué manera?

Mostramos que este período ha estado sobredeterminado por el elevado precio de las materias primas: sus curvas de precios están muy ligadas al ascenso de los progresismos. El capital extranjero e internacional ha ganado cuotas de mercado: se habla de sojatización de Argentina con Kirchner, de la consolidación del imperio de Monsanto en Brasil con Lula y Rousseff, de la extensión de las concesiones petroleras en la franja del Orinoco con Maduro 5/, etc. Se ha reproducido la inserción periférica (desigual y combinada) de estos países en la economía mundial en el seno de la división internacional del trabajo, con una dependencia neocolonial ligada al precio de las materias primas. La idea de los gobiernos era que, ante la inmensidad de la urgencia social, había que utilizar todos los recursos para poder financiar nuevas políticas públicas y transferencias condicionadas de dinero, siguiendo los principios del mercado y en general con un carácter asistencialista 6/. Pero en ausencia de transformación estructural o de punción directa sobre las rentas altas, la mejora real y muy rápida (aunque por desgracia a veces sólo temporal) de la suerte de los más pobres ha ido en paralelo con un extractivismo descontrolado, la apertura a los capitales extranjeros y, paradójicamente, la consolidación de algunas fracciones de las clases dominantes. Estos gobiernos no han practicado ninguna política fiscal un poco audaz (cuando los impuestos sobre la renta y el patrimonio son ridículamente bajos en América latina); ¡incluso la izquierda social-demócrata tiene, por lo habitual, un proyecto de impuesto progresista sobre el capital! Correa ha sido el único en haber intentado algo, pero retrocedió ante la movilización de la patronal y de las clases medias. De forma más global, no ha habido transformación de las relaciones sociales de producción: los salarios mínimos han aumentado mucho en varios países pero los derechos de los trabajadores se han extendido poco y, sobre todo, las relaciones salariales no han sido modificadas. A falta de transformaciones estructurales, en cuanto llega la crisis se hunden estos equilibrios entre clases que han instalado los progresismos; sólo los dominantes sacan provecho del juego.

Petróleo, minerales, madera, biocarburantes: muchos de estos países tienen un modelo económico basado en el extractivismo, la explotación de tierras. Has citado la gran dependencia económica de la exportación y de los precios mundiales, pero se plantean también preocupaciones ecológicas y ha supuesto conflictos con pueblos indígenas…

Tienes razón: el megaextractivismo 7/ está en la base de la cristalización de tensiones entre los progresistas, los movimientos socio-ambientales y algunas comunidades indígenas. Cuando todavía había grandes capacidades económicas (Bolivia llegó a ser alabada por el Banco Mundial por sus resultados), este modelo “neoextractivista progresista” 8/ multiplicó las zonas de sacrificios, los conflictos ecosociales y el rechazo de comunidades que defendían sus territorios. La extensión de la frontera extractiva, agro-industrial, petrolera, se tragó millones de kilómetros cuadrados durante esos años.

¿Dónde, por ejemplo?

Te voy a dar dos ejemplos. En Bolivia, durante el conflicto Tipnis, una parte del movimiento indígena se opuso a la construcción de una gran carretera que debía atravesar la Amazonía boliviana desde Brasil; Evo Morales se encontró con la oposición de una parte de su base indígena 9/. En Ecuador, el proyecto Yasuní era de alguna manera la gran vitrina internacional ecologista de Correa 10/. Se echó para atrás y hoy día una parte del parque Yasuni, una de las zonas más biodiversificada del mundo, está explotada con extracción petrolífera. Las relaciones entre Correa y la Confederación de nacionalidades indígenas de Ecuador (CONAIE) fueron virulentas: a través de los medios de comunicación les trató de “ecologistas infantiles”, incluso de terroristas ecologistas, y los movimientos indígenas le respondieron diciendo que era autoritario y un destructor de la Madre Tierra… El vicepresidente García Linera acusó también a los ecologistas y las ONG del Norte de querer transformar a las y los bolivianos en “guardaparques” de los países del Sur. Su postura era: “¿Queréis continuar siendo pobres sin explotar nuestras riquezas?”

Por su puesto, hay que entender esta argumentación, porque son –y de lejos- los países del Norte los principales responsables de la crisis ecológica mundial. Pero para el poder boliviano era también una forma hábil de reducir al silencio a los movimientos y colectivos de su país que reclamaban una reflexión sobre otro modelo de desarrollo. El extractivismo está hoy en el centro de los grandes enfrentamientos sociales y ambientales en toda América latina. En el último capítulo de nuestro libro, el historiador y sociólogo Massimo Modonesi se pregunta: ¿cuáles son las alternativas? Uno de los dramas del período progresista es no haber respondido a esta cuestión. Pero aunque las diversas componentes de las izquierdas sociales y políticas anticapitalistas, autonomistas, libertarias, antiextractivistas, indígenas, feministas, descoloniales, etc., han podido lograr construir aquí y allí experiencias locales muy ricas, fundamentales para el futuro, no siempre han demostrado que podían desembocar en una escala más amplia, en parte a causa de los palos que han puesto en sus ruedas los gobiernos progresistas. Aunque no sólo: a veces, su carácter ultra-minoritario, dogmático o alejado de otros sectores de las clases populares, sigue siendo un freno para pensar en proyectos democráticos ecosociales radicales, del buen vivir (tanto como alternativa a los progresismos en crisis, como a las derechas a la ofensiva o a la crisis ecológica global).

Aunque algunos avances económicos y sociales han permitido un alza del nivel de vida de las clases populares, algunos señalan que eso no siempre ha beneficiado electoralmente a los dirigentes progresistas. La periodista Maëlle Mariette se ha preguntado: “¿La izquierda boliviana ha engendrado sus enterradores?” ¿Era evitable esta dinámica que empuja a las clases populares a separarse de los políticos que les han favorecido?

Desde 2010 hay una discusión dentro del pensamiento crítico latino-americano entre quienes se alineaban tras los gobiernos progresistas y quienes señalaban las contradicciones internas de estos procesos. García Linera, que tiene un papel de intelectual orgánico 11/ de los progresismos (es un brillante sociólogo y ha sido vicepresidente de Bolivia durante 13 años), desarrollaba el siguiente argumentario: Bolivia está en una fase revolucionaria, hecha de avances y retrocesos. Este sinuoso proceso, “por olas”, ha permitido a clases populares, mestizas e indígenas, emerger, convertirse en “clases medias”, tener acceso a un nuevo modo de consumo, insertarse en el nuevo modelo económico y político plurinacional, y una parte de ellas se vuelve “contra nosotros”. El escrito de Maëlle Mariette reproduce una parte de esta argumentación —a tener en cuenta. Pero, hay que preguntarse, y ésta es la crítica que se les puede hacer, qué tipo de “inserción” han propuesto los progresistas a las clases populares. Porque esta “emergencia” ha sido, en gran parte, a través del consumo y de los programas de asistencia siguiendo los mecanismos del mercado.

Quiero precisar: desde luego, era urgente y necesario multiplicar —¡al fin!— las políticas públicas para combatir la pobreza después de décadas de ajuste estructural del FMI. Pero muchas veces estas políticas han quedado encerradas en lógicas cercanas a las propuestas del Banco Mundial en el combate contra la pobreza. Y en términos de participación política, de capacidad de actuar sobre el gobierno y de sus orientaciones, se ha instalado una forma de transformismo, de desmovilización y de cooptación “por arriba”, como subraya Massimo Modonesi partiendo de categorías de Gramsci. Ha habido incorporación de las organizaciones populares y de sus dirigentes al aparato de Estado, como una forma de pasivización de estas organizaciones y de las grandes centrales sindicales, en lugar de favorecer la autoorganización. Esto ha ocurrido con el PT y la Central única de trabajadores (CUT) en Brasil. En Bolivia y en Argentina, algunos líderes sociales de peso pasaron a los gabinetes ministeriales. Una parte de las organizaciones populares quería efectivamente ver a sus líderes influyendo sobre esas instituciones, pero el precio ha sido el desarme de la autonomía popular. En cuanto aparecían formas de auto-organización críticas un poco visibles, eran acusadas de hacer el trabajo del enemigo, incluso de estar al servicio del imperialismo …

¿Ha habido pues una domesticación de algunas clases al darles más acceso al sector mercantil, sin por ello integrarlas en un proceso democrático, en sentido amplio, incluyendo el ámbito productivo y laboral?

Las cuestiones del trabajo y de los asalariados son centrales en un proceso de transformación social: es decir de la relación capital-trabajo 12/. No es desde luego un pequeño asunto que pueda resolverse con una varita mágica, ni siquiera controlando el ejecutivo; sobre todo cuando los medios de comunicación, los actores económicos y una parte del aparato de Estado son hostiles. Pero en todo caso me parece un núcleo central. Todas las experiencias de control obrero o de cogestión han sido aniquiladas por la burocracia, por ejemplo, en Venezuela. Había un gran movimiento cooperativista en ese país, con decenas de miles de cooperativas, pero se ha utilizado sobre todo de manera clientelista. Lo mismo con los consejos comunales, uno de los aspectos más vivos del proceso bolivariano, sepultados bajo la crisis y la corrupción masiva. Los intentos han sido ahogados e, incluso reprimidos. En Argentina había un movimiento de ocupación de empresas 13/, pero Kirchner y Fernández no lo apoyaron: todo lo contrario. Sin la capacidad de intervenir en los medios de producción, de hacer entrar la democracia en el ámbito económico, falta todo un aspecto central de la transformación social.

En octubre de 2019, la Organización de Estados americanos (OEA) consideró que la elección de Evo Morales en Bolivia se basaba en un fraude, y se vio echado del poder. Más tarde se supo que no hubo verosímilmente ningún fraude: la elección era reglamentaria, por lo que Morales fue víctima de un golpe de Estado. ¿Lo confirmas?

Estuve convencido de ello desde el comienzo: no había ninguna duda de que era un golpe de Estado. Recordemos que la historia boliviana ha estado marcada por golpes de Estado cívico-militares a todo lo largo del siglo XX. La intervención y comunicados de las fuerzas armadas y de la policía fue determinante en la caída de Morales. Hubo una confusión, alimentada por la OEA, con un informe completamente manipulador e inexacto sobre el escrutinio. Ahora se sabe que no hubo fraude masivo, y que Evo Morales fue elegido al límite, prueba de una popularidad en caída, pero elegido democráticamente. Bolivia era hasta entonces la experiencia nacional-popular radical más estabilizada, consolidada en el plano económico. Con Evo, Bolivia más que triplicó la riqueza nacional, ¡algo histórico! Disponía de una gran legitimidad personal, lo mismo que el Movimiento al socialismo 14/ (MAS); mantuvo fuertes lazos con organizaciones populares, indígenas y campesinas. A pesar de ello, hubo una desafección cada vez mayor de los apoyos de la base popular del MAS (y no sólo las famosas clases medias). Cuando llegó el golpe de Estado, no hubo gran movilización del pueblo en apoyo a Morales: la movilización popular que hubo entonces más bien denunció lo que los medios de comunicación presentaban como fraude, y fue inmediatamente canalizada por los sectores de la derecha más dura, evangélica, racista, en torno al Comité cívico de Santa Cruz, aunque también el de Potosí.

Esta falta de movilización demuestra que el apoyo popular a Morales se había erosionado, ya no había entusiasmo después de 14 años en el poder…

Es cierto que con Evo Morales ha habido una mejora concreta y material de las condiciones de vida de las grandes masas indígenas y mestizas, las cifras están ahí. Consiguió incluso construir una imagen internacional, sobre todo entre la izquierda europea, donde él casi aparecía como la encarnación de la Pachamama, de la “revolución comunitaria e indígena”, casi se convirtió en el buen revolucionario visto por los europeos. Pero hay que mirar lo que pasa en el país, comprender las tensiones sociales, entender las críticas ante el caudillismo, el clientelismo y la voluntad de mantenerse costase lo que costase como candidato presidencial (incluso después de la derrota del referendo del 2016). Cuando esta izquierda boliviana llega al poder, la propia gestión del Estado capitalista-oligárquico boliviano, aunque parcialmente reformado por una audaz Asamblea constituyente, tiene tal coste que esa izquierda se transforma, se institucionaliza, se burocratiza; pierde esa capacidad crítica y de arraigo en las luchas. Es una gran lección que vuelve a poner de actualidad la discusión que hubo a comienzos de los años 2000 en torno a la experiencia zapatista: transformar el mundo sin tomar el poder de Estado. La llegada de los gobiernos progresistas desplazó esta cuestión, porque se propusieron transformar la sociedad tomando la dirección del ejecutivo y desde una posición estatocentrada. El debate entre autonomismo/zapatismo, estrategias anticapitalistas e izquierda institucional/estatista, se ha relanzado hoy día. Sobre esta cuestión, pensamos que hay que reintroducir la posibilidad de mantener autonomías críticas, populares, pero sin perder de vista la cuestión del Estado y su transformación de raíz (aunque abandonemos al Estado, él no nos abandona, decía Daniel Bensaïd). Ojalá que el MAS de Luis Arce y David Choquehuanca que acaba de ganar con una victoria electoral popular aplastante las elecciones presidenciales haya sacado lecciones críticas de sus 14 años de gobierno…

Hablemos de Venezuela: para esquematizar, predominan dos interpretaciones a la hora de explicar la crisis que perdura. Por un lado, las franjas liberales y reaccionarias consideran que se trata del abrumador fracaso de los años Chávez, y de su heredero Nicolás Maduro, por tanto del socialismo; por otro, los apoyos de Maduro afirman que el poder es víctima de un complot de la patronal y de la derecha, apoyados por potencia extranjeras (Washington en cabeza) que se dedican a desestabilizar el país. ¿Es posible otra lectura?

Es justamente el objeto de este ensayo: ¿se puede discutir de manera crítica, en la izquierda, de lo que ocurre en América latina sin ser calificado inmediatamente como pro-imperialista por una parte de la izquierda bienpensante? No debatimos aquí con la derecha, sino con los sectores de la izquierda que rechazan un análisis (auto)crítico. Lo que tenemos delante, es más urgente y dramático: incluso los defensores más dogmáticos de Maduro tienen cada vez más difícil defender una visión unilateral, campista /15. Hay, en efecto, una agresión imperial contra Venezuela que es, una vez más, totalmente repudiable y de hecho completamente ilegal: la propia ONU la denuncia. El bloqueo criminal por parte de Estados Unidos, las acciones desestabilizadoras de la CIA, Guaidó autoproclamado presidente con la bendición imperial…, todo eso es detestable y tiene efectos devastadores. Un think tank progresista estadounidense ha calculado que el bloqueo (que afecta también a los medicamentos) habría causado varias decenas de miles de muertos en el sistema sanitario venezolano… No estamos diciendo que no ocurra nada de eso. Pero resumir esta crisis solo a esos factores externos sería burlarse del pueblo venezolano y de sus sufrimientos; ante todo porque está haciendo su propia historia y porque la experiencia bolivariana también ha sido completamente destruida desde el interior.

¿En qué piensas en particular?

Todas las expresiones críticas que existían desde hace tiempo dentro del chavismo popular, con interesantes formas en los barrios, los consejos comunales, algunas comunas rurales, etc., han sido sistemáticamente orilladas, incluso reprimidas. El PSUV en el poder sigue siendo un partido inmenso, con varios millones de miembros —tener carnet suele ser necesario para encontrar trabajo—, pero nunca ha sido un espacio de elaboración democrática. Todo lo contrario. Con Chávez, hubo corrientes socialistas, marxistas, anticapitalistas, que intentaron existir dentro del proceso bolivariano, junto al pueblo chavista. Pero la manera cívico-militar de gobernar, las tendencias cesaristas y verticales, la colosal corrupción, el autoritarismo ahogaron estas voces y primaron sobre la participación a todos los niveles y las experiencias democráticas por abajo. Nuestro análisis no opone de manera binaria un heroico momento chavista a un pragmatismo madurista. No, pensamos que ha habido altibajos, al ritmo de la lucha de clases y de los enfrentamientos con Washington y la oposición, y un fenómeno de descomposición de 15 años respecto a lo que fue el impulso inicial post-neoliberal y popular. El madurismo es la conclusión de esta degeneración bonapartista. En el último período, asistimos a la explosión de la violencia de Estado, a una militarización de los barrios populares y a una criminalización de las disidencias, incluso las de izquierda o sindicales. Ha habido también prácticas institucionales autoritarias en cascada: si hoy día, en cualquier país europeo, un presidente anulase el poder del parlamento (en manos de la oposición) y autonombrase una Asamblea constituyente fantoche sin respetar siquiera la Constitución (chavista) en lugar del poder legislativo, toda la izquierda aullaría (con razón). Pero eso es lo que ocurre en Venezuela, y una parte de ésta se calla…

Es verdad que el poder tiene que enfrentarse a un sector de la oposición putschista, desestabilizador, alimentado por la CIA, y éste es un dato importante de la relación de fuerzas. Pero desde el punto de vista de la emancipación, y de este famoso socialismo del siglo XXI, hay que denunciar a la nueva casta en el poder, la boliburguesía que ha captado miles de millones de dólares, y ese impulso autoritario. Lo mismo con el tema de la petrodependencia: ¡en la franja del Orinoco el poder ha desarrollado zonas económicas especiales que legalizan —a escala de un territorio tan grande como Bélgica— la desregulación del derecho laboral, de la protección de la biodiversidad y de los derechos de los pueblos! Se trata de una extensión de la extracción petrolera que afecta a comunidades indígenas históricas y a zonas protegidas de la biosfera, en base a una alianza entre los militares bolivarianos y China, Rusia, o incluso compañías como Total…

La lista es larga…

Se podrían multiplicar los ejemplos. Lo más dramático hoy en día es la crisis humanitaria en curso, en contexto de pandemia, con unos cinco millones de personas que han salido de Venezuela (la mayor migración de América latina en un plazo tan corto); el hundimiento del PIB, que se ha reducido a la mitad desde 2013; el salario mínimo minado por la hiperinflación y que es equivalente a tres dólares: con eso se puede vivir menos de cinco días en Venezuela… Este gran país petrolero debe importar bruto. Hay que continuar la solidaridad con el pueblo venezolano, eso es cierto y urgente: una solidaridad internacional que continúa denunciando alto y claro el bloqueo de Estados Unidos y la posición de la Unión Europea. Estas grandes potencias que denuncian hipócritamente los atentados a los derechos humanos en Venezuela, pero hacen como si nada cuando se trata de la multiplicación de las masacres en Colombia o de la atroz situación en Haití, sin contar con lo que pasa en su propio país. Sin eludir el hecho de que el régimen de Maduro forma parte del problema más que de la solución. En todo caso, al pueblo venezolano corresponde decidir, sin injerencias exteriores, soberanamente.

¿Hay pistas sobre cómo dar una salida democrática y socialista a este caos?

Éste es el gran problema que describen muchas y muchos militantes in situ: la situación está en un impasse catastrófico que parece no tener fondo, porque hoy día la alternativa realmente existente es la derecha neoliberal y/o pro-imperial. Su llegada al poder por las urnas, y más aún por la fuerza, significaría hundirse aún más en el atolladero. La única vía posible es volver hacia formas de organizaciones populares, reconstruir un tejido social y político que permita pensar una alternativa a ese binomio mortal. Pero la izquierda alternativa está en una posición ultra minoritaria y de extrema fragilidad. Por ejemplo, el grupo Marea Socialista 16/ (salido ahora del chavismo crítico y popular en el que durante mucho tiempo estuvo metido) se levanta contra el autoritarismo y el militarismo chavistas, pero sin capacidad real de pesar en el paisaje político. Mientras, el estado de deterioro de la economía hace que la gente sólo tenga tiempo para pensar en eso: cuando se habla con amigos de ahí abajo, nos dicen: “Tengo que comer, encontrar qué comer durante la semana”. Es totalmente imposible crear una alternativa democrática estable en este contexto. Hay que esperar una reactivación económica (pero con la pandemia, difícil…), que se dé el proceso de negociación pacífica y concertado entre las fuerzas en presencia y que en este espacio puedan emerger poco a poco fuerzas populares y autónomas. Todo ello más allá del plazo electoral legislativo del 6 de diciembre de 2020, que ya se anuncia polarizado entre una parte de la oposición guaidista, otra vez más dispuesta a la violencia con apoyo de Trump, y el madurismo, favorito en los sondeos, pretendiendo rehacerse una legitimidad, aunque sin reconocer sus responsabilidades en la crisis.

A pesar del fin de ciclo caracterizado por el reflujo de poderes de derecha reaccionaria y conservadora, el movimiento feminista en Chile ha dado muestras de su vigor. ¿La renovación de los movimientos sociales latino-americanos pasará por este tipo de movilización?

Soy muy prudente sobre la idea de fin de ciclo. Me parece demasiado mecánico como argumento. Prefiero decir que desde 2012 hemos entrado en una zona de fuertes turbulencias, con una fase regresiva-conservadora inestable, más o menos avanzada, en que las derechas y extremas derechas recuperan la situación —aunque parcialmente (si se piensa en México o en Argentina, donde el centro izquierda peronista está en el poder 17/, y ahora en Bolivia con la gran victoria del MAS). En el marco de la crisis capitalista mundial, las burguesías locales han querido poner fin a las coaliciones de clases de la era progresista para volver al neoliberalismo duro, austeritario, incluso a regímenes fascistoides como en Brasil. En esta zona de turbulencias, la buena noticia es que los movimientos populares antagónicos continúan sus resistencias, y hasta las reactivan con la aparición de nuevos y numerosos actores sociales. ¿Y quién está a la ofensiva hoy día? El movimiento feminista en primer lugar, uno de los actores centrales de la lucha de clases en Chile, en Argentina, en México. ¿Quién ha sido capaz de sacar a la calle a dos millones de personas en el último período en América latina? ¡El movimiento feminista chileno, argentino, no la izquierda revolucionaria! Quienes tienen una visión estrictamente obrerista del cambio social no pueden comprender América latina. La izquierda trotskista argentina, que es una de las más activas en la izquierda revolucionaria del Cono Sur, puede sacar a 100 000 personas a la calle, pero no a un millón.

Recordemos también la multiplicación de revueltas colectivas frente a la austeridad, el autoritarismo, el neoliberalismo, en el segundo semestre de 2019: Haití, Chile, Colombia, Guatemala, Brasil. Siguen los debates en cuanto al tipo de proyección política: partido o no, autonomismo vs organización, qué frentes unitarios, etc. Por no hablar del impacto de la pandemia de Covid en todos los ámbitos sociales, cuando el subcontinente es una de las zonas más afectadas del mundo, con casi 300.000 muertos. La Comisión económica para América latina y Caribes (CEPAL) calcula que el PIB de la región va a caer un 8 o 9 % de media en 2020 y que más de 45 millones de personas volverán a ser pobres, alcanzando la pobreza a 220 millones de personas. Esto sin contar la explosión de despidos y el trabajo informal (ya omnipresente). Es terrible. En paralelo, el Estado de excepción, la militarización del espacio público, los asesinatos de líderes sociales ganan terreno en toda la región (comenzando por Colombia). Pese a todo, las feministas, las comunidades indígenas, la juventud precarizada, los sindicatos y trabajadores combativos, los intelectuales y estudiantes críticos, el campesinado de Vía Campesina, etc., reactivan luchas múltiples y la posibilidad misma de pensar las alternativas al modelo capitalista extractivista y dependiente, al neoliberalismo, al militarismo, al patriarcado y a la catástrofe climática. Los movimientos de Sin-tierra, de Sin-techo, de afro-descendientes, de LGBQTI+, están también activos, a pesar de las dificultades, el narcotráfico y la violencia cotidiana. Lo que permite continuar esperando, incluso frente a Bolsonaro, Piñera, Añez y su mundo. La reciente victoria en Bolivia o el los inmensos avances del pueblo chileno para derrocar la Constitución de Pinochet y el neoliberalismo neoliberal abren nuevas esperanzas y caminos, aunque sean llenos de limitaciones y dificultades, en un momento en que necesitamos más que nunca no perder la brújula de la emancipación humana frente a un mundo caótico, incierto y violento. El «fin de la Historia» no es para mañana, sobre todo en América latina…

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/america-latina-algunas-lecciones-criticas-sobre-los-gobiernos-progresistas/

Comparte este contenido:

Entrevista a Reyna Somarriba: «Lo que hacemos es presentar nuevas perspectivas de vida, crear motivación»

Entrevistas/Noviembre 2020/Autora: Sandra Vicente/eldiariodelaeducacion

  • Reyna Somarriba es directora y profesora de música en la iniciativa Música en los barrios, un proyecto que lleva 27 años trabajando en los alrededores de Managua, la capital de Nicaragua, llevando la música a barrios complicados, a las niñas y los niños con más dificultades sociales y económicas. Esta pandemia ha supuesto un importante impacto para el proyecto por la imposibilidad de verse y, además, por una brecha digital que ha supuesto que muchos niños no hayan podido continuar con el programa.

La música ha formado parte muy intensa de la vida de Reyna Somarriba desde muy pequeña. Tanto que esta nicaraguense ha terminado convirtiéndose en la directora de Música en los barrios. Una escuela de música que ofrece formación gratuita a niños y niñas de barrios desfavorecidos.

Hablábamos de las dificultades de esta situación y de tener que comunicarnos con pantallas. Y en vuestro caso, de formar a través de pantallas. La música es una de las disciplinas que más puede verse afectada por esta situación. ¿Cómo estáis llevando?

Aquí en Nicaragua estamos pausados desde marzo, desde que apareció el primer caso. Música en los barrios forma parte de la Fundación Casa de los Tres Mundos. Y Casa de los ters mundos está situado en unlugar muy turístico, a donde llega mucha gente de afuera. Para los profesores y para todos ha sido una responsabilidad muy grande.
Desde el primer momento pensamos que la prioridad es la salud también y a pesar que el gobierno no ha tomado medidas estrictas en cuanto a cuarentena hasta meses muy después, la verdad es que la afectación directa entre las familias, la mía inclusive, y mis amigos, ha sido muy grande. Y sobrellevarlo sin tecnología; los profesores han tenido que aprender. Muchos de ellos, que ya son un poco más mayores, aprender a utilizar la tecno. Los problemas de red de los niños. Muchas veces no están por temporadas porque no pueden conectarse, no pueden descargar un video porque hay que meterle plata al celular para poder descargar; a veces los videos no son de buena calidad porque el dispositivo que tienen no es muy nuevo. Pero ha sido una batalla, un año muy difícil para todos. Intentando ver qué pasará el 20-21. el próximo año.

Estamos convencidos de que la música es alimento del alma. Y eso nos ayuda a darle un momento de alegría a estos niños

Reyna, vamos a poner en contexto a la gente que nos ve. Música en los barrios actúa con niños y niñas de pocos recursos, en barrios desfavorecidos. Primero, hablar de a qué infancias llegáis y por qué es importante la música.

Cuando me preguntas qué importante es la música me recuerdas a las palabras de nuestra fundadora. Ella decía que donde se desarrollan programas de esta clase, hay menos deserción escolar, menos abuso de alcohol y menos embarazos no deseados de adolescentes. Pero, la principal razón de existencia del programa es la fuerte demanda por parte de los niños. Esas palabras siempre me llegan mucho porque es cierto; es importante, nosotros luchamos con una educación musical a personas que necesitan pan, comer, que necesitan trabajar y que son de los problemas más fuertes que tratamos. Pero estamos convencidos de que la música es alimento del alma. Y eso nos ayuda a darle un momento de alegría a estos niños. Y la pandemia lo que ha hecho ha sido quitarnos ese momento de alegría, de encontrarnos, de unirnos. Para mí eso ha sido lo más importante: crear mejores seres humanos. Que es lo que queremos realmente.

No solo creáis música sino todo lo que la acompaña: la comunidad, los valores asociados a la música. Tenéis una formación en viento durante un año y si véis que el joven se interesa, seguís ¿no?

Sí, somos una escuela que le llamamos escuela ambulante porque los profesores se mueven al lugar. Tenemos un programa de flauta dulce donde los niños empiezan. No hay audición y entran todos los que quieran. Vamos a lugares de difícil acceso, inclusive, rurales, o zonas de la capital que son más rurales. Tenemos de eso en ciertos lugares.
Lo que hacemos es que, si hay niños, enseñamos. Estar involucrados en la música nos ayuda mucho en nuestras capacidades motrices, inclusive. Cantamos, jugamos con ellos, tocamos. Aprenden la disciplina inmersa. Es algo que como latinoamericanos, muchas veces, nos destacamos como impuntuales, por ejemplo. Y eso eso es una cosa con la que luchamos, por ejemplo, porque les enseñamos que esas son cualidades que nos ayudan a cambiar nuestra vida. De que los niños tengan una nueva perspectiva de vida, y realmente, son de las cosas que están adentro.
Algo importante que trabajamos es colaborar, trabajar en conjunto. Y lo vemos en nuestros trabajos posteriores. Si trabajamos en un banco, tenemos que trabajar en equipo, colaborar, ser puntuales. Todas estas cosas son detalles importantes que pueden desarrollar desde chiquitos con la música.

El proyecto cumple este año 27 años. Son varias generaciones de niños y niñas que han pasado por ahí y me imagino que habéis visto un retorno interesante. Alguno hasta se habrá vuelto profesor del proyecto… ¿Cómo ha sido ese retorno?

Es lindo ver el proceso. He tenido la oportunidad de ver ese proceso porque empecé de niña dentro, como profe. Ahora tenemos a los hijos de quienes una vez fueron niñs y es interesante porque el vín + Añadir nueva etapa culo siempre está. Somos una escuela que formamos y ayudamos a que ellos, si quieren ser músicos los guiamos todo lo que podemos, en nuestras posibilidades. Aunque nuestra prioridad es que sean mejores seres humanos. El querer regresar, que matriculen a sus hijos con nosotros, es importante. Hemos creado un sistema multiplicador donde el 90 % de profesores de flauta dulce nacieron en su propio barrio y esta idea de profesoritos que en su tiempo se creó, era que los mismos muchachos enseñaran en sus propios barrios. Lo que ellos aprendieran, que lo multiplicaran. Y eso para mí es súper lindo ver cómo se enamoran, se apropian de la idea y son los más involucrados que tenemos.

Esta parte de los multiplicadores, de que los muchachos vienen… otra cosa importante es que creamos niños sanos, muchachos sanos, con pensamiento crítico, con deseo de superación. Hay muchachos que han salido de las universidades. Y recuerdo que su barrio era terrible.

Te cuento una historia muy graciosa. Cuando yo empecé a dar clases iba al barrio y pensaba, en mi inocencia, “llueve todos los días acá”. No era lluvia, eran las aguas hervidas. Como no tenían servicio sanitario completo, las aguas hervidas las tiraban a la calle. Y de esos lugares, cómo han crecido, han logrado becas hacia fuera… ese pensamiento de crecimiento, de no quedarnos en que no tenemos recursos y no podemos hacer nada. Eso para mí es lindo verlo. Ver cómo nos siguen actualmente. Para mí es una de las cosas maravillosas de estar acá y creo que lo que me tiene aún adentro del programa.

Siento que lo que hacemos es presentar nuevas perspectivas de vida, nuevas ideas y a luchar por lo que uno quiere

La música y la educación no formal en general cumplen ese rol de enganchar a niño y niñas de una manera distinta a como lo haría el colegio, con sus materias y demás. No sé cómo es la educación en esos barrios que comentas, o, como comentabas antes, la deserción es alta…

La educación pública siento, en lo personal, que ha decaído bastante. La educación musical no está inmersa en el mundo académico. Hay una clase que se ha involucrado últimamente, en los últimos años, un plan en el que se da arte, danza, música… pero enseñan en esa clase, pero no es un profesional, alguien con esas habilidades. Eso se pierde mucho, porque el arte es súper necesario, necesitamos desarrollarnos. Es difícil mantener esa continuidad escolar por muchas razones. Siento que lo que hacemos es presentar nuevas perspectivas de vida, nuevas ideas y a luchar por lo que uno quiere, para no aferrarnos a que no tenemos o no podemos, sino crearles nuevos pensamientos, motivación, principalmente.

¿Cómo llegan esos niños que están desmotivados o que no los verías con una flauta dulce?

Principalmente, la forma en que nos llegan es el boca a boca. Alguien vio a alguien o conoció o “yo escuché tocando la flauta a mi vecino o a mi amiguito”. O un papá recomienda a otros. Así. Es un convencimiento porque muchas veces los niños sí quieren estudiar pero no tienen el apoyo de los padres. Nosotros luchamos, muchas veces, con personas que no les interesan, con padres que no apoyan, luchamos con niños que tienen que trabajar y también que cuidar al resto de sus hermanos. Hay una necesidad que no es música, interna, en las casas, ¿verdad? Y lo que hacemos es que se enamoran por ver, por escucharnos, o porque tenemos líderes en la comunidad y que son responsables de barrios y se encargan de comunicar o difundir en sus propios locales. Nosotros vivimos en otros lugares o barrios y no conocemos a la gente y estos líderes que nos colaboran de gratis, son para mí los principales agentes de difusión: son los que conocen a la comunidad, los que conocen a sus vecinos. Así nos damos a conocer, o en algún concierto que a veces logramos hacer. Así nos conocen y se convencen. Muchas veces hay personas que están, salen, vuelven… pero la idea es que el momento que tengan sea algo que recuerden toda su vida.

Me imagino que el vínculo también es algo importante, sobre todo en eso que comentas que habéis notado, esa reducción de consumo y abuso de drogas o embarazos adolescentes o de abandono escolar. Eso es música pero también es el vínculo y casi la terapia que hacen con niños y niñas.

Siempre hemos pensado que somos psicólogos. No estudiamos psicología, pero necesitamos a veces serlo, entender. A veces nos han llegado estudiantes que están en la escuela… Como te comentaba al inicio, nosotros estamos en los barrios, pero si alguien luego quiere continuar, viene a la escuela central. Allí, me recuerdo que había un niño que solamente lloraba. Uno se siente impotente. Está el grupo, él llorando… pero verlos crecer y que su carácter cambia y es otra persona. Eso es súper lindo. Es difícil describir la sensación que uno, como profe, tiene. Pero tenemos que ser psicológocos con ellos, acercarnos, ser profes amigos y eso es súper difícil mantener esa relación con ellos y a veces, sentir impotencia de no poder ayudarles a veces en sus problemas.

Y esto será incluso más difícil en una época como esta en la que no se pueden ver, no se pueden tocar. LA música es una de las disciplinas que más sufre de la no presencialidad. Se corre el riesgo, imagino, de perder a niñas y niños por el camino. ¿Cómo lo están afrontando todo esto?

Eso ha sido lo más difícil. Casualmente el sábado pasado, tuvimos una reunión con los profesores de flauta que somos los que viajamos a los barrios. Nosotros realmente no hemos tenido contacto con ellos directo. Los que están en los barrios es más difícil el acceso al internet a que tengan un dispositivo. Lo que hemos creado, en nuestra página de Facebook y de YouTube, hemos realizado tutoriales. Hemos ido grabando, haciendo todas unas clases virtuales para ver si alguno tiene la posibilidad de entrar y verlo. Pero eso es lo que más nos ha dolido, que no hemos podido llegar a los muchachos y estamos pensando de qué manera, de forma responsable, podemos empezar a hacer este trabajo ya el otro año; a ver cómo se mueve todo esto. Pero realmente, es difícil porque la atención directa a estos niños ha sido casi del 10 % realmente.

Me siento impotente de ver cómo llegamos de una forma responsable

Se ha hablado mucho de brecha digital pero en estos casos, no es solo la música, también la atención a la educación formal, los recursos de la administración. Niños y barrios que se encuentran, quizás, un poco abandonados.

Sí. vamos a empezar casualmente desde cero. No sé quiénes van a empezar, no sabemos quiénes están afectados, sabemos de familiares, no conocemos de fallecidos de nuestros estudiantes. Estamos, creemos, sanos todos. Pero nuestras familias se han visto bastante afectadas. Y siento que a ellos les debemos algo. Me siento impotente de ver cómo llegamos de una forma responsable. En eso estamos ahorita. Pero los más afectados han sido ellos porque los que vienen a estudiar otro instrumento, de alguna manera, ahí están, entre que sí, que no, a veces una temporada… tengo muchos estudiantes que están en pausa y no los vamos a sacar de la escuela; no tienen la posibilidad de conectarse. Entonces, hemos ido allí viendo plataformas, de qué manera, mandamos un video para cuando puedan descargarlo, hasta se van a un parque a descargar o enviar un video. Esa ha sido la lucha interna.

Y lo que más nos pesa de esta pandemia porque encontrarnos, hacer conciertos, esa emoción de tener el público, de estudiar para presentarnos. Todo eso ha sido difícil. Y más los chiquitos y los papás o los abuelitos que son los que vienen y los traen. Y no saben cómo entrar o no les funciona el link, o abrir el correo. Es super abrumador saber todos los problemas que hay en cuanto a la tecnología y ver cómo nos adaptamos, porque tenemos que continuar.

Tendréis y tenéis un montón de propuestas sobre cómo mejorar pero para eso, lamentablemente, como para todo hacen falta recursos y voluntad. La voluntad por vuestra parte no falta. La última pregunta, imagino que recibís con esperanza el futuro en el que os podáis encontrar, e imagino que con ganas. No sé si tenéis algo especial para el reencuentro.

Esperamos hacer el reencuentro el próximo año. Pero es difícil. No me lo imagino porque cuando llegamos a un barrio los niños te gritan profe y te abrazan. Los abrazas. Somos de abrazar, de contacto, entonces creo que va a ser una transición difícil, pero el hecho de empezar a llegar a ellos, aunque sea con distancia, nos va a motivar a todos, salir de donde estamos, de que los niños puedan hacer su música, que puedan hacer música en su casa y de vernos. Estamos con mucha expectativa para el otro año empezar de una manera diferente, reinventada, a ver de qué manera podemos hacerlo. Y empezando desde cero. Casualmente estamos pensando abrir a personas interesadas que quieran abrir en sus barrios o a ver qué hay; no sabemos lo que nos espera. Es un mundo desconocido.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/11/24/reyna-somarriba-lo-que-hacemos-es-presentar-nuevas-perspectivas-de-vida-crear-motivacion/

Comparte este contenido:

Entrevista a Roberto Baradel: «Educar es combatir»

Por: Nahuel March Rios

«Queremos volver a la presencialidad pero con niveles bajos o nulos de circulación del virus»

Para Roberto Baradel, el Gobierno porteño “hace declaraciones en clave de marketing político”. El secretario general del SUTEBA cree que en lo inmediato la presencialidad va a “convivir con la virtualidad” y asegura que “la CTA tiene la voluntad política de propiciar la unidad del movimiento obrero”.

Roberto Baradel es secretario general del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA) y suele estar en el centro de las críticas mediáticas por sus fuertes posicionamientos en defensa de la educación pública. En un año signado por la pandemia de COVID-19, les docentes lograron mantener sus fuentes de trabajo, garantizar clases de manera remota y sostener sus ingresos tras garantizar un 32,8% de recomposición salarial en la Provincia de Buenos Aires. Al mismo tiempo, desde su rol en la CTA Buenos Aires, Baradel se muestra claro de cara al futuro de las centrales sindicales: “le hemos manifestado a la CGT la necesidad de unificar al movimiento obrero”.

El debate sobre la vuelta a clases presenciales sigue siendo álgido, a pesar de que el ciclo lectivo ya está llegando a su fin. Hace exactamente un mes, el plenario nacional de CTERA rechazó el regreso a dicha modalidad y planteó que la vuelta a la presencialidad “dependerá de las condiciones sanitarias y epidemiológicas adecuadas”, lo que implica “nula o baja circulación del virus” y que se “garanticen las condiciones de infraestructura, distanciamiento, provisión de materiales de bioseguridad y todo lo previsto en el protocolo elaborado por el Consejo Asesor del Ministerio de Educación de Nación”.

¿Qué evaluación hacés del proceso paritario de este año?

En promedio, los docentes firmamos en la anual una paritaria de casi 33%, con algunos cargos que llegan hasta un 36%. Nosotros tenemos primero una paritaria semestral y esta última etapa es la que contempló un 15%, pero la evaluación que hacemos es que en la anual se llegó a un 32,8% como porcentaje general.

La postura del plenario nacional de CTERA sobre la vuelta a clases presenciales fue muy clara, pero aun así en varios lugares del país y sobre todo en CABA se armaron procedimientos para la vuelta presencial ¿Cuándo creen que van a estar dadas las condiciones sanitarias para la presencialidad?

Hay una gran irresponsabilidad por parte de algunos sectores. El Gobierno de la Ciudad, por ejemplo, hace declaraciones en clave de marketing político. Porque si uno después se fija, ahora están diciendo que no son clases presenciales, sino encuentros socio-educativos. Es lamentable la postura que ha tomado la Ciudad y algunas otras jurisdicciones. Lo de nosotros es claro: queremos volver a la presencialidad pero con niveles bajos o nulos de circulación del virus. De hecho, en la Provincia de Buenos Aires se viene haciendo en algunos distritos y en el resto del país también en algunas provincias. Yo creo que el panorama va a cambiar ahora cuando baje el pico de contagios y la perspectiva de una vacuna va a mejorar la situación. No solamente con respecto al tema de las clases sino en general, en la actividad económica y en todos los estamentos: educativo, social y sanitario.

¿La modalidad a distancia es algo que vino para quedarse o se irá tras la pandemia? En ese caso, ¿están pensando en cómo garantizar los derechos de docentes y alumnos?

Primero, hay que rescatar que no se puede reemplazar la presencialidad, es decir el vínculo del docente con el estudiante es fundamental. Ese vínculo no lo puede reemplazar la virtualidad. Ahora creo que la virtualidad sirvió -y mucho- en un marco extraordinario como es la pandemia. Yo creo que la virtualidad va a convivir con la presencialidad, que por supuesto va a volver cuando se puedan normalizar las cosas, en términos de bajar los contagios, con la vacuna y demás. Nosotros ya firmamos un acuerdo paritario nacional y uno en la Provincia de Buenos Aires, donde se establece la regulación del trabajo docente en la casa. Y estamos reclamando que el Estado se haga cargo de volver a implementar el plan Conectar Igualdad y que les lleguen computadoras a todos los chicos y también a los docentes.

Con respecto a lo sucedido en Guernica hace algunas semanas, ¿creés que el problema de la tierra y de la vivienda debe incluirse en esa agenda a discutir entre los sectores sociales?

Es clave. El problema de la tierra, de la vivienda y del hábitat es fundamental que se pueda abordar. La distribución de la tierra a aquellos que hoy no tienen la posibilidad, la urbanización de los barrios, la producción de pequeños y medianos productores, de agricultores familiares, es un tema que se tiene que debatir como prioritario. Y deben incluirse en esa mesa también las paritarias, los aumentos de salarios, para que eso vuelva al mercado interno en adquisición de bienes y servicios, mejorando la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras, pero además aumentando la demanda. Entonces, en ese caso el comerciante vende más y requiere más al productor, el productor genera trabajo y tiene que producir más, tiene que contratar a nuevas trabajadoras y trabajadores, y esto va conformando un círculo virtuoso. El tema de la obra pública también es importante y, por supuesto, priorizar la salud y la educación.

¿Cómo ves las elecciones de la CGT el año que viene? ¿Avanza la intención de unir a las diferentes centrales de trabajadores?

Nosotros planteamos el tema de la unidad y de hecho estamos articulando con las diferentes centrales en determinados ámbitos, intentando ponernos de acuerdo. Las elecciones de la CGT es un tema de la CGT, nosotros estamos en la CTA. Sí le hemos manifestado la necesidad y la intención de unificar al movimiento obrero. Hasta ahora no se han dado las condiciones, pero sí hemos articulado en diferentes iniciativas. La CTA no solamente está dispuesta, sino que tiene el compromiso y la voluntad política de propiciar la unidad de todo el movimiento obrero.

Moderaste una actividad en conmemoración a los 15 años del NO AL ALCA con referentes políticos y ex presidentes de América Latina. ¿Cómo estás viendo este nuevo proceso regional? ¿Creés que se abre una etapa más esperanzadora para nuestro continente?

Sin ninguna duda. Le dimos en llamar “A 15 años del NO al ALCA, la patria grande resurge” y estamos convencidos que es lo que está sucediendo. Lo que pasó en Bolivia fue impresionante, fueron unas elecciones contundentes del Movimiento al Socialismo. Las movilizaciones en Chile, haber ganado por casi el 80% la necesidad de reforma constitucional a través de una asamblea nacional constituyente. La perspectiva de que gane nuevamente el movimiento popular en Ecuador. Las elecciones ahora de diciembre en Brasil. Que Trump haya perdido en EE.UU. y antes la victoria de AMLO en México y la de Alberto Fernández y Cristina en Argentina, son todos elementos objetivos que permiten pensar que la Patria Grande vuelva a tomar cuerpo y protagonismo.

Fuente e imagen: https://elgritodelsur.com.ar/

Comparte este contenido:

Bolivia: Ministro de Educación: “Hay consenso para retomar clases, alternando grupos de lunes a sábados”

Ministro de Educación: “Hay consenso para retomar clases, alternando grupos de lunes a sábados”

Hace poco más de 10 días asumió la cartera de Educación. El nuevo ministro Adrián Quelca habló con EL DEBER sobre las perspectivas que tiene para encarar la gestión escolar 2021, en momentos en que la pandemia de coronavirus sigue siendo una gran amenaza para la salud de los bolivianos. Confirmó que se apunta a que la gestión académica se inicie bajo la modalidad semipresencial y, para ello, plantea que los estudiantes asistan a las aulas por grupos intercalados, de lunes a sábado.

Maestro de profesión, Quelca asegura que no busca imponer, por lo que espera que las decisiones que tienen que ver con el quehacer educativo sean tomadas en consenso con sus colegas maestros y con otros actores de la educación.

Calificó el presente año escolar como “caótico e improductivo”, dado que no todos los colegios continuaron con la educación virtual tras la clausura administrativa y espera reconducir el rumbo de la educación el próximo año, bajo la modalidad semipresencial.

_¿Qué perspectivas se tiene para la gestión 2021? ¿Cuándo se iniciarán las clases y se retornará el sistema presencial?
Debo decir primero que la inscripción será automática y, por ello, ya hemos iniciado la preinscripción solo para el nivel inicial de las unidades educativas con alta demanda, bajo la modalidad virtual.

Aún no se estableció el calendario escolar para la gestión 2021. Tenemos pendiente un encuentro pedagógico con la participación de todos los actores educativos para establecer los lineamientos de la gestión, pero la propuesta es que el retorno a las clases sea de manera semipresencial. Hay coincidencia de los principales actores de retornar a esa modalidad porque la supuesta educación virtual de esta gestión fue totalmente caótica y muchos estudiantes quedaron rezagados en su proceso de aprendizaje.

_¿Las clases semipresenciales serán todo el año o dependiendo de la situación de la pandemia, se puede volver a virtual?
Va depender mucho de los informes del Ministerio de Salud sobre el avance de la enfermedad del Covid-19. No olvidemos que hemos pasado una situación muy crítica que ha afectado a muchos y que se anunció un rebrote. Para evitar eso, se tiene el uso barbijo y el distanciamiento físico son claves.

Se aplicará la modalidad semipresencial con apoyo de las plataformas virtuales, cartillas, CD, programas de radio y televisión. Ya hay propuestas base para estos materiales, a fin de que una vez socializados, podamos distribuir a los maestros y maestras. la emisión de las condiciones para la gestión 2021 va a ser el resultado del encuentro pedagógico.

Hemos tenido reuniones con el Ministerio de Salud y tenemos que estar preparados para un rebrote del coronavirus. Tenemos que enseñar desde las unidades educativas cómo vamos a enfrentar la enfermedad y la posibilidad de un rebrote.

_La modalidad semipresencial implica que los estudiantes deban asistir ciertos días a las aulas, ¿cómo se hará para evitar contagios y brotes en los colegios?

Los cursos muy numerosos se van a subdividir en grupos para, de esa manera, alternar en la semana. Un grupo asistirá lunes, miércoles y viernes y el otro martes, jueves y sábado. Eso es lo que estamos planteando y se recibió apoyo.

_¿Cómo evalúa esta gestión educativa? Muchas unidades educativas no continuaron las clases virtuales, tras el cierre del año escolar…
El encuentro con directores departamentales nos va a permitir tener una mirada más real de lo que ha pasado en las distintas regiones. Vamos a tomar conocimiento del estado real de la situación para asumir acciones.

Sin embargo, creemos que este año ha sido caótico, improductivo y con muchas falencias. Tenemos que cerrar con medidas administrativas que las vamos a acordar en la reunión técnica y diseñaremos de la mejor forma la gestión para que no vuelva a suceder el caos.

_¿Por qué dice que fue un año improductivo y cuáles son las falencias que ha detectado?
Son varios aspectos. Aún no concluimos con la etapa de diagnóstico, pero quedaron truncados varios programas y proyectos que tenían financiamiento. Estamos recabando la información y lo vamos a difundir

_¿Cómo está avanzando la preinscripción en el país?
Se ha iniciado en la fecha prevista y tenemos programado concluir este procedimiento en los plazos establecidos.

Debo decir que este proceso no es para todos los estudiantes, sino solo para primer ciclo. La mayor dificultad fue que en algunas unidades educativas las filas han sido largas, pero no hubo mayores dificultades.

_¿Qué pasará con las pensiones en los colegios privados, ¿se tiene previsto un techo para el incremento?
No todavía, eso pasa por recibir la información. Este año fue un problema tremendo la relación de los padres de familia con los dueños de unidades privadas, entiendo que en algunas se llegó a acuerdos y en otras no.

Vamos a convocar a las partes para que podamos consensuar acciones que permitan la continuidad de clases en privados. Lo que sí vamos a vigilar es que ningún escolar cuyo padre decidió inscribirlo en una privada sea marginado en su derecho a la educación.

Estimo que este tema (incremento de las pensiones) se definirán después del sexto encuentro pedagógico, en diciembre de este año.

_Entiendo que habrá cambios para el registro de niños al ciclo inicial, ¿de qué se trata?
Hemos restituido una norma que existía, a través de la cual los niños que se incorporan al primer ciclo deben cumplir cuatro años hasta el 30 de julio del 2021. Esa modificación hicimos recuperando un acuerdo anterior que se tenía con los padres de familia.

Solamente se amplió el rango de cumplimiento de los cuatro años de edad porque la última disposición establecía que para recibir a un niño al primer ciclo, este debía tener cuatro años cumplidos hasta el 1 de marzo. Entonces muchos quedaban fuera de toda posibilidad de ser matriculados, por eso ampliamos el rango de edad.

_¿Planteará cambios en la Ley de Educación Avelino Siñani y Elizardo Pérez?
No está pensando proponer cambios a la Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez, sino a través de reglamentación específica viabilizar la aplicación plena de la ley.

_¿Qué aspectos no se está aplicando de la mencionada norma?
Los ámbitos de participación social en educación, es decir, por ejemplo, la conformación del consejo consultivo de la educación que nos permitiría evaluar la aplicación de la ley misma en un corto lapso de tiempo.

Otro tema es sobre las competencias concurrentes de los gobiernos departamentales y municipales para el apoyo al desarrollo de unidades educativas en unidades de educación regular, alternativa y especial. Todos hay que mejorar en su forma de concretarse.

_¿Qué competencias deberían asumir?
Estas instancias de gobierno, en especial las alcaldías, tienen un presupuesto designado a educación para que puedan atender y cubrir los servicios básicos, la infraestructura misma, el mobiliario y en eso sí vamos a ser enfáticos en la exigencia a los municipios para que adecúen las unidades educativas y especialmente los sanitarios para que podamos prevenir el contagio de enfermedades, en particular del Covid-19. Es tuición de los gobiernos municipales estos aspectos, vamos a pedirles que cumplan con la ley.

_Pocas unidades educativas aplican el bachillerato técnico en este momento…
No se logró generalizar el bachillerato técnico en todas las unidades educativas. Hay algunas que sí concretaron, donde se tenía esa experiencia. Es un reto el que estamos asumiendo para concretar el bachillerato técnico, en la totalidad en lo posible.

_Pero,¿hay los suficientes maestros y recursos para aplicar esta modalidad?

Lo que más resaltó es la falta de maestros de educación inicial. Vamos a diseñar una serie de acciones que nos permitan que los egresados de estas especialidades vayan a atender los requerimientos urgentes y tenemos que ver la información de los directores de educación para prever la cobertura de primeros cursos y de técnicos en determinadas especialidades.

En el caso de la formación técnica se va a respetar lo que dice la ley para ejercer como maestro en el sistema educativo, deben ser maestros formados en las escuelas superiores. Los egresados de los tecnológicos y universidades tienen sus propios ámbitos y espacios laborales.

_La Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez manda que los maestros sepan lenguaje de señas para incorporar a los niños con capacidades diferentes al sistema regular ¿Esto se aplica?
Tenemos la visión de la educación inclusiva. Vamos a impulsar que todos nuestros maestros se incorporen en cursos de formación sobre el manejo de los diferentes lenguajes y las lenguas originarias. Vamos a ofertar cursos para que ellos puedan tener esos conocimientos y se pueda ampliar la formación también a los profesores.

_¿Continuará el Programa de Formación de Maestros?
Entendemos que cerca del 90% ya cursó y aprobó el Profocom (Programa de Formación de Maestros) hay un grupo que está en curso aún. Esperamos concluir el proceso formativo. Vamos a darnos un tiempo adicional y cerrar el programa. Los maestros que deseen seguir estudiando lo harán en la universidad pedagógica en cada región.

_¿Cuántos ítems nuevos se crearán el 2021?
Es un tema que aún tenemos que analizar con el Ministerio de Economía y Finanzas. Claro, la demanda es enorme. Ya recibimos solicitudes de asignación de ítems en diferentes municipios. (Antes de tomar una decisión) también vamos a ir informando del soporte económico que hay para ítems de nueva creación.

_¿Las universidades también deben aplicar el sistema semipresencial?
En educación superior advertimos que desarrollaron sus actividades a través de las plataformas y lograron avanzar. No de manera regular, tuvieron dificultades, pero fueron las que más han avanzado en el marco de la planificación que se hizo a principios de gestión. Se van a fortalecer las plataformas virtuales que están a cargo del Ministerio de Educación para que los estudiantes puedan retornar a las clases semipresenciales con apoyo de plataformas y ciertos recursos didácticos que mejoren el aprendizaje.

Fuente de la Información: https://noticiasporelmundo.com/bolivia/ministro-de-educacion-hay-consenso-para-retomar-clases-alternando-grupos-de-lunes-a-sabados-noticias-bolivia

Comparte este contenido:

Entrevista a Natalí Laurini: tejiendo redes para una educación local alternativa en Ecuador

Por: El diario de la educación

  • Cuatro comunidades interconectadas en Ecuador llevan años trabajando para «hacer otros mundos posibles». Gentes que salieron del mundo educativo formal que han ido transformándose para crear otras formas de educación. Quieren crear otra educación, una alternativa, pero dejando a un lado la lucha contra el modelo formal.

Han formado hace algunos años la red Mushuk Away (nuevo tejido, en kichwa) con la que están tejiendo nuevas formas de relación y de acceso al conocimiento, del «aprendizaje vivo», explica Natalí Laurini, doctora en psicoreabilitación y en edu especial por la Universidad Central de Ecuador.

Ella resume el trabajo que hacen así: «El foco lo ponemos en el aprendizaje en la vida, intergeneracional, activo, experiencial no encerrado en cuatro paredes y un pupitre, encerrado en el curriculo convencional, ni exámenes o notas, y todo lo que te ponen en competencia y en presión».

Un grupo de personas que va haciendo comunidad desde la diversidad de las personas e intereses con la intención de que cada persona pueda armonizarse consigo misma y con todo lo que la rodea. Y desde ahí construyen alternativas a la enseñanza, «formas de vida diversas donde se aprende desde que se gesta la vida hasta que se finaliza, de manera natural, consciente».

Os invitamos a escuchar a Natalí Laurini reflexionar sobre estas maneras de funcionamiento, acompañando procesos de aprendizaje, sin «paternalismo ni asistencialismo».

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com

Comparte este contenido:
Page 39 of 454
1 37 38 39 40 41 454