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00:00:00 – España: La mitad de los catedráticos y el 15 por ciento de los profesores universitarios se jubilarán en los próximos siete años
06:00:00 – Lineamientos curriculares para la aplicación del eje transversal educación y perspectiva de género en séptimo, octavo y noveno grado de educación básica general (PDF)
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España – Argentina / 5 de mayo de 2019 / Autor: Redacción / Fuente: Clarín
Horas antes de subirse al avión que lo trae a Buenos Aires, el escritor dialogó con Clarín. Dice que hay muchos docentes como su personaje.
Dice que era un estudiante mediocre, pero inventó al profesor más amado de la televisión. Héctor Lozano no es tan conocido como el actor Francesc Orella Pinell, que le puso el cuerpo al docente de Filosofía Merlí Bergeron, pero esa superposición entre el personaje y el creador no parece incomodarlo. Mientras se preparaba para subir al avión para venir a Buenos Aires a participar de la Feria del Libro, este guionista y escritor repasó los secretos de una serie que, promete, tendrá continuación este año.
Carlos Cuevas y Héctor Lozano, actor y guionista de la serie «Merlí», con el libro de Lozano que se presenta en Buenos Aires. / Instagram
En la Feria, ya se sabe, será una de las visitas más esperada. Estará el martes 30 a las 20.30 con el actor Carlos Cuevas, que interpreta a Pol Rubio en la serie. Ambos presentarán Cuando fuimos los peripatéticos. El fenómeno Merlí, la novela que recupera la historia del profesor y sus estudiantes con algunos agregados que calmarán la ansiedad de un público que ya escuchó hablar de una continuación. Al respecto, Lozano anticipa: “Estamos a punto de rodar Merlí-Sapere Aude, el spin off, con Pol Rubio como protagonista estudiando en la facultad de Filosofía”. Y promete: “Nuevos alumnos, nuevos profesores. ¡Por fin una serie universitaria!”, se alegra.
De manera que, mientras llega el encuentro con el público argentino el martes que viene en la sala Jorge Luis Borges que, por ubicación y espacio, permite que la gente pueda seguir lo que sucede desde afuera y en pantallas gigantes, Lozano anticipa detalles en diálogo con Clarín.
–Merlí apareció en las historias que le contó un amigo que es profesor de literatura. ¿Qué hay de su propia experiencia como estudiante? ¿Qué tal le iba en el instituto y qué profesores cree que le dejaron una marca?
–Yo, como estudiante, siempre sacaba notas discretas: un 5, un 6… De hecho, repetí dos cursos. Pero me lo pasé genial en clase. Me encantaba ir a la escuela y odiaba los viernes porque se acababa aquello. Todavía me pasa: mi día preferido son los lunes porque es cuando empiezan a pasar cosas. Y sobre los profesores, hubo los que me dejaron marca: los recuerdo con cariño. Y hay muchos «Merlí» por todo el mundo, carismáticos y que saben conectar con el alumno.
Pol, de la serie Merlí, estará en la 45ª Feria del Libro de Buenos Aires.
–Todos pueden identificarse con algún personaje de Merlí: ¿Es que son iguales todos los institutos del mundo?
–¡Claro! Tienen mucho en común y además la adolescencia esta llena de tópicos. Yo lo que hice es mostrarlos y profundizar en ellos, conocerles de cerca, no quedarme con la primera imagen del personaje, y jugar mucho con la identificación. Quise escribir la serie que me hubiera gustado ver a los 16 años. Nací demasiado pronto, ojalá hubiera tenido un Merlí televisivo cuando era un teenager.
–El amor parece ser la asignatura en la que todos tienen problemas. ¿Por qué es tan difícil relacionarse en estos tiempos?
–Parece que en estos tiempos todo está orientado a recluirnos en casa: comprar por Internet, ver películas en TV y no en el cine, y conocer a tu pareja por la red también, sin salir de casa. En este sentido, estoy contento de haber nacido en los 70, porque fui joven sin móvil y eso es una gran experiencia de vida.
«Ojalá hubiera tenido un Merlí televisivo cuando era un teenager», dice el autor de Merlí.
–Homosexualidad, maternidad adolescente, inmigración, falta de atención de los adultos… la serie muestra que la juventud que se añora desde la edad adulta no era tan maravillosa. ¿Por qué le parece que se idealiza ese momento de la vida que –en verdad– es de los más difíciles?
–Pero es que la adolescencia es una época de la vida que no acaba nunca. Somos adolescentes hasta que morimos. Incluso empeora con el tiempo. Lo que añoramos es ese tiempo en el que no teníamos grandes responsabilidades, éramos o nos sentíamos más libres, sin ataduras, jugando, enamorándonos y dejándonos cuidar por la familia. Y, sobre todo, añoramos sentirnos eternos a esa edad en la que la muerte queda tan, tan, tan lejos.
–¿Participó usted del casting para elegir a los actores que interpretaron a los estudiantes de la clase?
–Si, desde el principio y todavía ahora con el spin off. Soy productor ejecutivo de la serie, es una serie muy personal, era importante mi implicación. Estoy muy contento con el casting.
Lozano participó desde el principio como productor ejecutivo de la serie, en el casting que seleccionó a los autores.
–Ha dicho usted que el personaje de Bruno tiene algunos componentes biográficos. ¿Hay otros personajes que tengan a conocidos o amigos o ex compañeros como inspiración?
–Toda la serie está llena de inspiraciones personales, ya sea de gente a quien conozco, o cosas que leí una vez, o películas, series, es imposible escribir sin referentes. Pero todos los personajes tienen algo de mí, porque me meto de lleno en ellos cuando escribo. Acabo hablando solo en casa, recitando los diálogos… ¿mis vecinos pensarán que estoy loco?
–Pol Rubio posa de muy duro pero tiene una vida familiar de grandes ausencias y debilidades. ¿Necesitaba disculparlo?
–No hay nadie sencillo. Creo que Pol tiene muchas capas, es uno de los personajes más tierno y sensible que he escrito, contradictorio, interesante, y estoy enamorado de él, porque me da la sensación de que existe realmente. Carlos Cuevas le ha dado vida con mucha verdad, como los grandes actores. Y además, le veremos crecer y madurar en el spin off de Merlí, titulado Sapere Aude.
«Me encantó mirar hacia atrás con nostalgia y recrearme en esas tramas que tanto llegaron a la gente, y ademas inventar nuevas historias, profundizar más en ellas», dice Lozano.
–La narrativa de la televisión necesita de sus estereotipos: ¿Qué personaje le parece que fue el más sorprendente o el que escapaba a lo esperado?
–Merlí, obviamente, iba sorprendiendo a cada capítulo y caló hondo en los espectadores.
–¿Influyó la interpretación de los actores en el momento de re-escribir de nuevo la historia en Cuando fuimos los peripatéticos. La novela de Merlí?
–Siempre que escribes conociendo a los actores que interpretan al personaje, inevitablemente piensas en el cuerpo de esos intérpretes. Eso es bueno porque ya le pones cara al personaje y, escribiendo la novela, obviamente pensé en ellos y eso facilitaba las cosas. La escritura del libro fue posterior a la serie, pero muy cerca del final. Me encantó mirar hacia atrás con nostalgia y recrearme en esas tramas que tanto llegaron a la gente, y ademas inventar nuevas historias, profundizar más en ellas.
–¿En algún momento le cuestionaron que la serie fuera hablada en catalán?
–Nunca. Era una serie para la televisión catalana, solo podía ser en catalán.
–¿Cómo se compuso el lenguaje que hablan los adolescentes para que fuera verosímil y, al mismo tiempo, comprensible para todo público?
–Escuchando a los actores aprendí muchas palabras que yo, veinte años antes, no decía. Era importante para darle esa verdad que tiene la serie. El público catalán joven habla igual que ellos. Eso acerca la serie al espectador y la abrazan, dicen: esta es mi serie porque hablan como yo.
Merlí-Sapere Aude se está grabando ahora y tendrá como protagonista a Pol.
–¿Qué sigue a Merlí en su carrera?
–Ahora estamos a punto de rodar Merlí-Sapere Aude. Tambien tengo proyectos para 4 ó 5 series, y he acabado el guión de una película, de momento sin productor ¿Alguno interesado en financiarla? Es una historia universal, como Merlí.
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 5 de mayo de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
00:00:00 – Carlinhos Brown: «América Latina necesita un movimiento de educación»
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América Latina / 28 de abril de 2019 / Autor: Mundaca / Fuente: Fuga de Tinta
“La Educación en Movimiento” (2018) es una película documental de Malena Noguer y Martín Ferrari Argentina. Aborda el camino de los movimientos sociales y sus procesos de lucha y educación por todo el continente.
“Mujeres campesinas producen y se forman en medio del avance del agronegocio sobre sus tierras. Docentes y estudiantes indígenas reivindican su historia y recuperan su lengua. Jóvenes y adult@s buscan terminar sus estudios pero también organizarse para defender sus derechos. Educadores construyen escuelas junto con su comunidad. Resistencias de l@s de abajo por defender lo propio, lo común, y por construir otras vidas, otra educación y otro mundo posible”¹.
¿Cuál es el sentido actual de la educación popular en Latinoamérica?: Los y las protagonistas nos permiten abrir el debate a través de sus voces. Un documental para reflexionar y poner en práctica.
Luego de un año de difusión en 10 países, los realizadores liberan en youtube el material esperando que sirva como “herramienta de debate para nuestros pueblos”, tal como señalan en sus redes sociales.
Producción: Malena Noguer, Martín Ferrari Guión y Dirección: Malena Noguer, Martin Ferrari; Realización Integral: Gabi Jaime, Malena Noguer, Martin Ferrari; Dirección de Fotografía: Malena Noguer; Dirección de Sonido: Martín Ferrari; Montaje: Gabi Jaime, Malena Noguer, Martín Ferrari; Animación: MaXi Bearzi; Color: Ignacio Izurieta; Post-producción de sonido: Diego Acosta y Pablo Sosa; Dirección de producción UNTREF: Paula Asprella, Silvana Cascardo; Música: Mateo Arce, Julián Polito; En co-producción con UNTREF Media.
Chile / 28 de abril de 2019 / Autor: Uchile.tv / Fuente: Youtube
Publicado el 19 de abril de 2019
Marcela Gaete Vergara, profesora de Filosofía, Magíster en Epistemiología, Doctora en Educación, académica del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile, conversa Felipe Pozo sobre su nueva publicación (coord.), «Pedagogia en Contextos de Encierro en América Latina. Experiencias, posibilidades y resistencias» (RIL Editores, 2018).
«Pedagogia en Contextos de Encierro en América Latina: Experiencias, Posibilidades y Resistencias» estudia las circunstancias en que son educados los pobres excluidos y recluidos de América Latina, se analiza el escenario en que se enmarca la pedagogía con sujetos privados de libertad en la región y aborda posibilidades pedagógicas desarrolladas con jóvenes en conflicto con la ley o internos en centros de menores como medida de «protección». También ahonda en la temática de la formación de docentes y profesionales para trabajar con niños, niñas, jóvenes y adultos en contextos de encierro, presentando experiencias de Chile y Argentina.
En la primera parte, llamada Políticas de encierro. Pedagogía en resistencia, escriben Francisco Sacfó (Argentina), Claudia Bandeira (brasil) y Alberto Amiot (OEA; en la segunda parte, Exclusiones y reclusiones. Pedagogía con jóvenes en centros de menores y privación de libertad, escriben Estela Quintar (México), Paula Baleato (Uruguay), Linda Itatí Nosa (Argentina), Marcela Gaete (Chile), Marisol Ramírez (Chile) y Margaretta Selander (Chile; finalmente, la tercera parte Formar-nos para formar. Desafíos educativos en espacios de clausura, los artículos son de Florencia Breglia (Argentina), Cecilia Rojas (Chile) y Viviana Soto (Chile).
Argentina / 28 de abril de 2019 / Autora: Marcela Isaías / Fuente: Autoeducación Digital
Distintas voces coinciden en que la clave está en la educación sexual integral
Y un día partió, en busca de algo mejor/ Ella sabía que volver sería mucho peor/ Nació en el dolor, se fue detrás de una canción/ Ella cantaba para engañar a su propio dolor..,” dice la letra de Ella #NiUnaMenos de La Berisso. La canción es sugerida por los estudiantes para reflexionar sobre la violencia de género. Esa violencia que causa abusos y femicidios como el de Micaela García. ¿Qué puede hacer la escuela para prevenirla? Distintas voces acuerdan que la clave está en la aplicación plena de la educación sexual integral (ESI).
“Que la educación sexual deje de ser un espacio que se sólo da en los últimos años, en biología y empiece a ser una materia más; que se dicte desde los primeros años y cuente con profesores capacitados para enseñarla”, resume su pedido Julia Alabern, alumna de la Nigelia Soria, integrante del centro de estudiantes de esta escuela.
Sostiene que “para hacerle frente a la violencia de género desde las escuelas, es fundamental la implementación de la ley de educación sexual integral”. Tiene un pedido puntual para las autoridades escolares, con razones bien fundamentadas: que les brinden espacio a los centros de estudiantes, ya que por lo general son los chicos y las chicas quienes toman la iniciativa “de hablar de estos temas tan tabúes”. “Los centros de estudiantes nos permiten organizar cine debate, charlas y diversas actividades de temas tan transversales como lo son la violencia machista y la educación sexual en general”.
Marcos Bomprezzi está en el último año de la escuela obligatoria y participa de la Federación de Estudiantes Secundarios (FES). Sugiere escuchar (con video incluido) el tema de La Berisso para pensar en la dimensión del #NiUnaMenos. También pone el acento en que se respete la ley de ESI. “Para hacerle frente a la violencia contra las mujeres —dice—, en la escuela deberíamos tener formación en género, sobre qué es esta violencia de género y se debería respetar en todas las instituciones educativas la ley de ESI, ley que no es respetada por muchos directivos. También escuchar más a los centros de estudiantes que reclaman que se aplique correctamente esta ley, y muchas veces no se nos escucha”.
La voz del Estado
La voz del Estado llega de la ministra de Educación provincial, Claudia Balagué, que resalta las leyes como la ESI (26.150) y sus lineamientos curriculares, junto con diversos materiales específicos, que acercan “herramientas y perspectivas para trabajar en el ámbito educativo la prevención, detección y erradicación de la violencia contra las mujeres”. Además de las leyes nacional Nº 26.485 (de protección integral a las mujeres) y provincial Nº 13.348 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales.
El Programa de ESI —destaca— es el instrumento que permite “problematizar estereotipos de género, abordar las relaciones afectivas entre adolescentes y visibilizar situaciones que vulneren derechos como el abuso sexual” y que posibilita “trabajar para la construcción de relaciones democráticas e igualitarias para la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres”.
Balagué afirma que Educación provincial desarrolla diversas líneas de acción en las cuales “se aborda la desnaturalización de la violencia contra las mujeres, como también estrategias ante situaciones concretas”. Menciona la capacitación docente, talleres con estudiantes secundarios, producción de afiches y folletos, trabajo articulado entre los equipos ESI y Socioeducativos ante situaciones de violencia de género; además de una jornada de prevención de violencia de género en las cinco mil escuelas provinciales.
Formación docente
Los gremios docentes también se centran en el valor de la aplicación plena de la ESI para hacerle frente a la violencia de género. Ponen el acento en la formación de los docentes, no como una capacitación más sino como un recorrido propio para cada educador y educadora.
“Desde la escuela se puede hacer mucho. Hay cuestiones que no están en debates, como el cuerpo de leyes que protegen derechos”, analiza María de los Angeles Menna, maestra de grado y dirigente de Amsafé Provincial. Cita las leyes de ESI, las de defensa de los derechos de la mujer y de protección de la infancia y adolescencia (26.061) que “ayudan a identificar los tipos de violencias en el aula y los modos en que se expresan”.
Menna, quien también es antropóloga e integra los Equipos Socioeducativos, subraya el carácter obligatorio y horizontal de esta enseñanza. Además de la necesidad de que la formación en ESI llegue a todo el magisterio para que educar en la materia no sea un trabajo ajeno ni una bajada de línea. Al respecto tiene una mirada crítica sobre el acceso al valioso material de ESI producido por Nación (cuadernos por niveles, láminas y cartillas), que enviaba a las escuelas pero que no llegaba porque era cajoneado por la Provincia. También sobre la política provincial de capacitación: “En un tema tan tabú como es el de la sexualidad, esta decisión de seleccionar uno o dos docentes para que participen de la ESI y que sean multiplicadores es casi como dar por tierra con el proyecto. Hay que ser protagonista de este proceso para poder revisar muchas prácticas que están encarnadas en nosotras”. Y recuerda que “muchas veces las propias maestras son víctimas de la violencia de género y no lo pueden asumir”.
La secretaria de Cultura y Derechos Humanos del Sadop Rosario, Silvana Cadahia, también destaca el valor de la ESI, pero con didácticas apropiadas para garantizar su implementación: “A veces se corre el riesgo que al tomarla como un contenido transversal nadie se haga cargo de esta enseñanza”.
Ante la violencia de género, dice que la escuela tiene la doble tarea de fomentar a largo plazo un análisis más estructural de por qué ocurren estas problemáticas y a la vez trabajar sobre lo urgente, como son los femicidios, como pasó con la vida de Micaela García, la estudiante violada y asesinada el primero de abril pasado en Gualeguay.
Se trata —profundiza— de enmarcar el femicidio dentro de un contexto de violencia sistemática, que tiene una intencionalidad sobre los sectores históricamente más vulnerables que son los niños y niñas, los jóvenes y las mujeres.
“La escuela tiene que trabajar —se explaya— con la comprensión de los sistemas de violencia que genera este sistema desigual e injusto. Pero también ir tratando de formar subjetividades que dejen de estar en riesgo, fortalecidas unas con otras, desde la información, desde el empoderamiento colectivo. Para esto se necesitan políticas de Estado urgentes”.
En esas urgencias propone preguntarse por los estereotipos que se replican en la escuela. “Yo Soy Luna se reproduce en la primaria. Hay que tomar conciencia de que convertimos a los chicos y chicas en consumidores de ciertos modelos y también que los exponemos a una erotización temprana de sus cuerpos”, advierte sobre este programa de televisión y otros similares y define que “la escuela tiene una batalla cultural por delante”.
Mujeres de la historia
La diputada provincial Silvia Augsburger (Igualdad y Participación) distingue el papel del Estado y de la ESI para responder a la violencia de género. “La violencia sexista, los femicidios, las violaciones y los abusos sexuales son las versiones más crueles de la subordinación de las mujeres en nuestra sociedad. A lo que estamos asistiendo en este momento es a un incremento y visibilización de la resistencia de las mujeres a esa subordinación histórica. A partir de esas visibilizaciones, la escuela es la principal herramienta que tiene el Estado para derrumbar ese andamiaje cultural y social que subordina a las mujeres”.
¿Qué hacer? Augsburger opina que lo primero es jerarquizar, priorizar fuertemente la ESI. Recuerda aquí parte de las discusiones que se daban en 2006 cuando era legisladora nacional y se debatía el proyecto de ESI: “Venían muchas personas planteando la no exigencia de la ESI para las escuelas confesionales, diciendo que eran las familias quienes debían decidir la orientación de esa educación para sus hijos. El debate lo ganamos mostrando las cifras de abuso sexual infantil que se da mayoritariamente en los entornos familiares y por tanto no se pude dejar libradas a las mismas esta decisión, sino que debe intervenir fuertemente el Estado para garantizar la vida sin violencias”.
Otra tarea para la escuela es “usar un lenguaje inclusivo, no sexista, genérico porque el lenguaje estructura el pensamiento”. También hay que insistir con la enseñanza de la historia de nuestras heroínas, “en las mujeres de nuestra Independencia y en aquellas más recientes que jugaron papeles protagónicos para promover un mundo más justo, como las Madres de la Plaza, las piqueteras, las Mujeres en lucha que pararon los remates en los años 90 que están absolutamente invisibilizadas”. Y considera decisivo terminar con los estereotipos de género: “Seguimos insistiendo en que las nenas son más ordenadas y los nenes más revoltosos, que tienen más interés en determinadas actividades y menos las mujeres. Hay un montón de herramientas que tenemos en nuestras manos para eliminar la subordinación de la mujer en todos los ámbitos”.
Por qué es un femicidio
¿Femicidio o feminicidio? “En la Argentina son sinónimos femicidio y feminicidio, pero se usa en general femicidio”, explica la periodista Loreley Flores integrante de la organización “Con X, comunicación plural e igualitaria”. La diferenciación entre un término y otro la sostiene la académica, antropóloga e investigadora mexicana Marcela Lagarde —continúa Flores— quien dice que femicidio es la contraparte de homicidio. Es decir, el primero sería un asesinato a una mujer (por ejemplo, en un robo) y el segundo un asesinato a un varón. Mientras que “feminicidio” es un asesinato a una mujer por cuestiones de género, es decir por ser mujer.
“Sin embargo, en la Argentina usamos el término femicidio con la connotación que le da Marcela Lagarde al término feminicidio. Con lo cual debemos hablar del «Femicidio de Micaela», ya no de asesinato porque no alcanza para decir que fue agredida por ser mujer, donde un varón violento quiso disponer de su cuerpo en una clara relación de dominación de su vida”.
Lecturas para ampliar la mirada
Una serie de lecturas amplían y acompañan el trabajo didáctico de la educación sexual integral, y en particular profundizan en la problemática de la violencia de género.
La diputada Silvia Augsburber sugiere dos académicas y autoras “que tienen un lenguaje sencillo, cotidiano y que permiten de manera inmediata ver qué se puede hacer desde la escuela”: Graciela Morgade y Catalina Wainerman.
La dirigente del Sadop Rosario, Silvana Cadahia, propone sumergirse en literatura temática como “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Juárez”, de Rita Segato; “Historia del pecho”, de Marilyn Yalom; “Mujeres que corren con los lobos”, de Clarissa Pinkola Estés; “Pariremos con placer”, de Casilda Rodrigánez Bustos; “La sexualidad atrapada de la señorita maestra”, de Alicia Fernández; “Cuerpo de mujer y experiencia de Dios”, de María Clara Lucchetti Bingemer y “Mujeres que callan”, de Marta Fernández Boccardo.
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