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Alliance Niyigena: “Hay que revalorizar la investigación, porque sin ella no hay innovación ni se puede ser competitivo”

Para la investigadora noruega, la transición energética ha de hacerse de una manera global, sostenible y a varias velocidades, con una mayor inversión pública y privada

Alliance Niyigena tiene 25 años y una personalidad contagiosa que constituye toda una declaración de intenciones que comienza con su propio nombre (Alianza, en español). De nacionalidad noruega y origen ruandés, de donde salió junto a sus padres con solo año y medio para huir del genocidio, Alliance es ingeniera de profesión e investigadora, desde octubre de 2020, en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM CSIC), especializado en la investigación y desarrollo de dispositivos de micro y nanoelectrónica. Además, forma parte de HYPED, un colectivo de estudiantes de la Universidad de Edimburgo dedicado a desarrollar el Hyperloop, un innovador método de transporte mediante trenes en tubos al vacío, y ha vivido también en Francia (donde cursó Secundaria), Escocia (donde se graduó), EE UU, Bélgica y China (Pekín).

El interés de Alliance se centra en la búsqueda de soluciones energéticas que posibiliten un futuro sostenible para todo el mundo. La visión global, afirma, debe prevalecer sobre los intereses particulares: “Ahora ya no puedes hablar solo de España, por ejemplo, sino de Europa. Pero lo que pasa en China también toca a España, y lo que sucede en África también impactará algo en España. Si todos tienen desde un principio este punto de vista, llegaremos a resolver problemas mucho más rápidamente”. La ingeniera visitó Madrid el pasado mes de mayo, invitada por la Fundación Telefónica, para participar en la presentación de la revista Telos, de la que fue su portada, y atendió a EL PAÍS en la sede de la Fundación en la calle Gran Vía.

Pregunta. El cambio climático ha potenciado el proceso de transición energética hacia fuentes de energía renovable. Sin embargo, no todos los países abrazan esta necesidad con el mismo grado de interés…

Respuesta. Nos tenemos que preguntar si estamos haciendo una transición energética para nosotros o para todos. Los países del primer mundo debemos darnos cuenta de que la culpa también es nuestra, puesto que llevamos más de 100 años emitiendo CO2. Europa, Estados Unidos o China han emitido demasiados gases y ahora todo el mundo está sufriendo las consecuencias climáticas. Por eso, tenemos la responsabilidad de desarrollar tecnología como la fotovoltaica y de bajar el precio. Es necesario invertir más dinero, tanto público como privado, para que la investigación permita desarrollar tecnologías sostenibles a precios asequibles y que los países emergentes puedan adquirirla. ¿Qué valor tiene a nivel global si son tecnologías que solo podemos usar en España, Francia, Estados Unidos…?

 

Si tuviéramos aquí a una persona de la India nos diría: “Vosotros habéis hecho crecer vuestra economía sobre este modelo; ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo?” Y es verdad; al final no es justo. Por eso necesitamos aceptar que esta transición energética no va a ser igual en todo el mundo, y que es más importante centrarnos en la optimización de lo que tenemos. No puedes exigir a países como Indonesia, India, Bangladesh, Brasil o México, que todavía usan mucho carbón, que compren energía eólica, que les resulta muy cara. Es más justo pedirles que inviertan dinero en optimizar la tecnología que tienen ahora, y así, juntos, haremos trabajos diferentes, pero en la misma dirección.

P. ¿Qué alternativas hay al modelo energético actual?

R. No podemos dar ningún paso atrás, porque sabemos que la manera actual de producir electricidad es contaminante; que tiene un impacto muy negativo en la salud de las personas y sobre el medio ambiente. Para empezar, es necesario convencer al sector privado de que inviertan dinero en los países emergentes y pobres, para desarrollar infraestructuras. De momento no hay tanto interés, porque hay mucho riesgo, y por eso hacen falta acuerdos de comercio entre países, para que sea más seguro invertir. Si una región tiene electricidad, se va a desarrollar sola, porque van a poder ir a la escuela y hacer sus deberes por la noche, van a poder montar más negocios y acceder al Internet, y eso es información. Ahora bien, la cuestión está en cómo hacerlo. Creo que depende de los países y de instituciones como el Banco Mundial, para que desarrollen modelos financieros atractivos y a la vez justos.

P. ¿Existe voluntad política para hacer esa necesaria transición energética?

R. Necesitamos entender que muchos de esos países, como Estados Unidos, Brasil o Venezuela, tienen economías basadas en el petróleo, que es su fuente principal de dinero. Todos ellos han afirmado que el problema climático no es grave, pero lo que pasa en verdad es que la transición a las renovables les da miedo. ¿Por qué van a cambiar ahora a algo con tanta incertidumbre y que no está completamente desarrollado? La única manera de luchar contra ellos es con los números. Poder decirles: “Mira, esto es más barato” y que se den cuenta de que, así, su negocio no va a sobrevivir 20 años.

Yo creo que hay una brecha muy grande entre lo que dicen los políticos y lo que está pasando día a día, y por eso se necesita más gente con conocimientos técnicos haciendo esos presupuestos o leyes. Lo que pasa es que vende mejor decir que vamos a llegar ahí en 30 años que en 100 años. Pero necesitamos más tiempo… En 30 años, tendremos más energías renovables y puede que un 50 % más de cargadores en la calle, pero creo que realmente vamos hacia un modelo híbrido en el que habrá menos coches con combustibles fósiles y más coches eléctricos, por ejemplo.

P. ¿De qué manera puede la energía contribuir a un mundo más sostenible?

R. La transición energética implica un cambio de comportamiento. La gente es más consciente de su salud y de los efectos positivos de esa transición, mejorando la calidad del aire y la manera de usar los recursos de la Tierra. Si queremos tener más coches eléctricos, habrá que pensar de dónde vienen los materiales necesarios para las baterías, como el cobalto. Y esa cadena de recursos no es sostenible: cabe la posibilidad de que esta transición energética acabe por mejorar nuestro mundo pero empeore el de los demás, porque necesitemos sus minerales, su agua y sus recursos de electricidad.

La otra posibilidad es que la gente exija medidas para luchar contra el cambio climático no solo en España, sino en otras partes del mundo. Que los ciudadanos presionen a las empresas para que estas cambien sus prácticas y que tengan cadenas de recursos más sostenibles; que haya más inversiones regionales en África y Sudamérica y leyes de comercio de electricidad sostenibles que sean buenas para todas las partes.

P. ¿En qué estado está el proyecto del Hyperloop?

R. Desde que entré en el proyecto de Hyperloop hasta ahora, ha cambiado mucho. De ahí han salido muchas empresas que han desarrollado Hyperloop, cada vez con más inversión y haciendo pruebas en Dubai, Estados Unidos o India sobre distancias muy largas. ¿Es posible? Sí. Pero eso no significa que vaya a funcionar en el mundo real, que le guste a la gente y que quiera usarlo. Primero, hay que ver si se tiene la suficiente financiación para seguir, porque es un proyecto bastante grande y exigiría cambiar toda la infraestructura de transporte.

El Hyperloop, además, serviría en un principio solo para mover mercancías. Toma el caso del aeropuerto de Dubai, que gestiona muchas: si tú puedes enviarlas desde Dubai a Kuwait, por ejemplo, superrápido; o si puedes enviar algo de Madrid a Barcelona en 40 minutos, en vez de en dos días, se cambiaría por completo la forma de hacer negocios. Los humanos entrarían en una última fase, pero no lo veo posible antes de 30 o 40 años.

P. El Instituto de Microelectrónica de Barcelona en el que trabajas se centra en el uso de las micro y nanotecnologías para resolver retos sociales. ¿Puedes citar algún ejemplo?

R. Allí hay, desde hace años, un grupo (Speed) que trabaja en un tipo de pila que sería capaz de alimentar pequeños dispositivos eléctricos con energía producida por el propio cuerpo humano, a través de sustancias como el sudor o la sangre. Por su puesto, esto no vale para grandes objetos; no podríamos cargar así la batería de un coche, pero sí tu Fitbit, por ejemplo. Se trata de un campo muy importante, porque al final, si puedes hacer pilas más sostenibles y menos dependientes de recursos combustibles o materiales contaminantes, eso va a ayudar también a los países pobres y emergentes.

P. ¿Qué papel deben jugar los capitales públicos y privados en la investigación?

R. Lo primero que hay que hacer es valorizarla. Llevo unos ocho meses en España y me parece que la investigación no se valora ni a nivel público ni privado (y lo mismo pasa en Francia). No se incentiva ni se atrae el talento a la investigación, y eso es un lastre para la innovación. Sin ella, no se puede ser competitivo. La covid ha servido para que la gente se dé cuenta de que los países que han sacado las patentes de las vacunas son precisamente los que invierten más dinero en investigación y desarrollo. Si España o Europa quieren seguir siendo competitivas, deben invertir en tecnología y en energías renovables. Es fundamental un cambio de comportamiento, y que tanto el sector público como privado sean capaces de tener una visión a largo plazo, porque la investigación necesita de tiempo: no funciona solo a dos o cuatro años vista.

P. La pandemia ha dado un gran impulso a la transformación digital. ¿Cuáles crees que serán los mayores desafíos a afrontar en el futuro?

R. Hoy ya es evidente, y los Gobiernos lo saben, que los ataques cibernéticos son un riesgo importante. Ha habido ataques desde China a la India, desde Rusia a Noruega… Con la pandemia, las tecnologías digitales se han expandido rápidamente, pero el problema es que la tecnología avanza más rápido que las leyes. Por eso, uno de los mayores problemas es la educación. Avanzamos tan rápido que vamos a perder a mucha gente que no va a poder seguir trabajando o siendo competitiva en este mundo digital.

La diferencia Entre Europa y otras potencias como Estados Unidos o China es que no tenemos todas las competencias digitales necesarias; no dedicamos la suficiente inversión en educar a la gente, así que somos muy vulnerables. Puede que los ciudadanos privados no lleguen a percibirlo del todo, pero los Gobiernos sí verán más y más ataques de este tipo, porque al final cualquiera puede llevarlos a cabo, y no puedes afirmar al final si he sido yo, un chico desde un sótano o Rusia.

P. ¿Es necesaria una transformación radical de los sistemas educativos?

R. Yo creo que sí. Todavía queremos que la gente se especialice en una cosa, y yo creo que ese es el error más grande porque, al final, los trabajos del futuro no serán tan especializados, y cuando accedas al mercado laboral no tendrás que hacer una sola cosa sino varias, y necesitarás muchas competencias distintas. También hay que ver dónde están las grandes olas de innovación del mundo. Estados Unidos y China ya sabían, hace 40 años, que este mundo digital sería el futuro, y por eso han dedicado a ello tanto dinero. Las grandes empresas tecnológicas son americanas, chinas… Pero no hay nada saliendo de Europa. Por eso yo creo, y lo digo muy claro, que necesitamos cambiar la educación, porque ya hemos perdido 40 años.

Para muchos, el sistema universitario europeo es excelente, porque creamos gente especializada muy buena, y estoy de acuerdo, aunque creo que se deben ofrecer más opciones. Pero la diferencia tiene que ver no solo con la educación, sino con la mentalidad. Mientras que Europa todavía se apoya mayoritariamente en la memorización, en América se fomenta más el trabajo por proyectos, que empuja a los estudiantes a pensar creativamente, y también tienen una mentalidad más emprendedora. En China también se apoya la creación de startups, especialmente digitales, mientras que en Europa se es mucho más reticente a dar dinero para ninguna iniciativa hasta que tengan casi una certeza de que va a funcionar. Pero, al hacer eso, vas a ser crear cambios de una manera mucho más lenta. Si queremos ser capaces de pensar críticamente y de una forma creativa, hay que enseñar esta

habilidad en las escuelas.

P. La mujer aún está infrarrepresentada en el campo de las STEM. ¿Qué importancia crees que tiene el que las niñas tengan referentes femeninos a seguir?

R. Recuerdo una charla que me dieron en mi primer año de universidad, donde un profesor nos enseñaba cada semana ejemplos de personas destacadas en diferentes campos de la ingeniería, para ayudarnos a elegir una especialidad. Y todas estas personas eran hombres. Después de ocho semanas, le mandé un correo y le dije que yo no me sentía representada, y que no me estaba dando muchas razones para convertirme en ingeniera. Él se disculpó y lo cambió, porque los referentes femeninos están ahí, existen.

De todas maneras, creo que no se trata solo de motivar a las niñas en las disciplinas STEM; también hay que hacerlo con las minorías o con niños inmigrantes, que pueden pasarlo mal porque no ven ninguna representación de su color o su religión en la ciencia, para que sepan que pueden llegar a ser todo lo que se propongan. Cuando comparto lo que hago, y aunque aún soy muy joven, algunas familias vienen y me animan a seguir, porque sirvo de ejemplo para sus hijos, que dicen: “Quiero ser como Alliance; quiero pedir la beca que le dieron a ella”, o “quiero estudiar en otros países”, o “también me gustaría ser ingeniera”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2021/06/10/actualidad/1623333960_863861.html

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El gasto mundial en ciencia sube pero es desigual, según la UNESCO

El gasto mundial en ciencia ha aumentado considerablemente, con un dinamismo sin precedentes en los países en desarrollo, sobre todo en África, pero Estados Unidos y China siguen teniendo demasiado peso, según la UNESCO.

Entre 2014 y 2018 la inversión en investigación científica creció un 19% y el número de científicos, un 13,7%.

Esta tendencia al alza se vio estimulada por la crisis del covid-19, recalca la UNESCO este viernes en su informe sobre la ciencia que publica cada cinco años y sigue la evolución de las políticas públicas científicas desde hace casi treinta años en más de 190 países.

«Hace 20 años aún había que convencer a los países del valor de invertir en ciencia y tecnología. Hoy, casi todos han integrado la noción de que es un medio de hacer avanzar la economía», afirmó a la AFP Susan Schneegans, coordinadora del informe.

Pero esta inversión es «muy desigual»: Estados Unidos y China representan casi dos tercios (63%) de la progresión global del gasto. Y cuatro de cada cinco países van a la zaga, puesto que dedican menos del 1% de su PIB a la investigación.

La inteligencia artificial y la robótica son muy dinámicas, sobre todo en países de «ingresos medios inferiores», que contribuyeron con más del 25% a las 150.000 publicaciones sobre el tema en 2019 (12,8% en 2015).

Algunos países «son muy ingeniosos, logran innovar sin muchos medios en tecnologías digitales», afirma Susan Schneegans.

Durante la pandemia, el 13% de las nuevas tecnologías concebidas para hacer frente al virus se produjeron en África, pese a que el continente representa solo el 14% de la población mundial: asistentes virtuales, herramientas de autodiagnóstico, aplicación de rastreo…

En 2020, «hemos registrado más de 700 polos de innovación en África, frente a unos 300 en 2015. El problema es que siguen dependiendo mucho de la financiación externa», añade la funcionaria de la UNESCO.

Hay otro problema: la energía verde atrae menos. La investigación sobre captura y almacenamiento de carbono solo generó 2.500 artículos en 2019. El tema retrocede incluso en Canadá, Francia, Alemania y el líder actual, Estados Unidos.

En cuanto a la energía fotovoltaica, eólica o los biocombustibles, entre 2012 y 2016, los presupuestos progresaron poco a nivel mundial, estima la UNESCO, que elogia no obstante la «homogeneización de las prioridades de desarrollo en todos los países». En los Estados en desarrollo, algunas investigaciones sobre energías verdes incluso se han disparado.

La UNESCO aboga por una mayor inversión y pide «más coherencia». La ciencia «debe ser menos desigual, más cooperativa y más abierta», concluye su directora general, Audrey Azoulay.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/el-gasto-mundial-en-ciencia-sube-pero-es-desigual–seg%C3%BAn-la-unesco/46696476

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La cultura influye más que la genética en la evolución humana

Según investigadores estadounidenses, la cultura ayuda a los humanos a adaptarse a su entorno y a superar los desafíos mejor y más rápido que la genética: el conocimiento se transfiere de forma más flexible y dinámica que los genes. Vivimos un cambio evolutivo, en el cual gradualmente la herencia cultural va ganando espacio sobre la herencia genética.

Científicos de la Universidad de Maine, en Estados Unidos, afirman en un nuevo estudio que la cultura impulsa la evolución humana más que la genética. El conocimiento y las prácticas culturales posibilitan avances más eficientes y rápidos en la adaptación al entorno: la herencia cultural pasa de generación en generación con mayor flexibilidad que la herencia genética.

De acuerdo a una nota de prensa, la humanidad vive un proceso de transición evolutiva: poco a poco, factores como el conocimiento, las habilidades adquiridas o las prácticas culturales van teniendo una mayor influencia que los genes como motores de la evolución humana. El estudio fue publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B.

Los especialistas también concluyeron que la transferencia de conocimiento es más rápida y flexible que la herencia genética, porque no se circunscribe únicamente a la información de los genes transmitida de padres a hijos: también incluye a la información del entorno, las aportaciones de otras personas, los productos culturales y las experiencias vividas.

Más culturales y menos genéticos

Para los expertos, que realizaron una extensa y exhaustiva revisión de investigaciones y teorías referidas a la evolución humana, el ser humano es único gracias a ese desarrollo «mixto» que combina la evolución cultural y genética. Sin embargo, creen que existe un cambio paulatino: de manera gradual, somos cada vez más «culturales» y menos «genéticos».

Aunque existen diferentes razones para esta transición, los investigadores sostienen que un punto clave son las ventajas que posee la cultura  sobre los genes como medio de transferencia de información: no es necesario esperar a que pase una generación para aprovechar los cambios evolutivos, porque los mismos pueden capitalizarse de inmediato en forma de nuevos conocimientos, habilidades, experiencias o prácticas.

Tampoco existe una estructura rígida de transmisión como en la herencia genética. Mientras los genes transfieren información de forma «vertical» y solamente de padres a hijos, o en forma indirecta también de generaciones previas, la cultura y el conocimiento admiten la incorporación de novedades y avances por parte de personas sin lazos sanguíneos, especialistas y educadores o directamente experiencias que enriquecen al ser humano. Es una evolución «horizontal» y dinámica.

La evolución intangible

Aunque la cultura ha moldeado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, generalmente ha sido menospreciada como factor evolutivo frente a la herencia genética. Quizás se deba a que la evolución genética es más fácil de apreciar, identificar y medir: las similitudes físicas entre padres e hijos o el incremento en el tamaño del cerebro son evidentes. Por el contrario, el enriquecimiento simbólico que producen las prácticas culturales conforma un patrimonio «intangible» que no es tan sencillo cuantificar.

En el mismo sentido, el estudio remarca la trascendencia del aprendizaje social y compartido. Según los expertos, se observa a lo largo de la historia de la humanidad que los grupos organizados logran avances más significativos que los individuos aislados. La vida cooperativa y el aprendizaje entre pares permiten una evolución sostenida en el tiempo, logrando una adaptación más rica a los desafíos que ofrece un entorno siempre cambiante.

Los científicos estadounidenses creen que existen «marcas» de evolución cultural que no tienen correlato a nivel genético y que están modificando el desarrollo humano, como por ejemplo las identidades culturales o regionales, el sentido de pertenencia a grupos sociales cada vez más diversificados o, incluso, los impactos de las nuevas tecnologías en los hábitos y las costumbres.

En consecuencia, sostienen que avanzamos hacia patrones de evolución cultural con apoyo genético: nos convertimos poco a poco en seres más dominados por la transmisión cultural que por la genética.

Referencia

Long-term gene–culture coevolution and the human evolutionary transition. Waring Timothy M. and Wood Zachary T. Proceedings of the Royal Society B (2021).DOI:https://doi.org/10.1098/rspb.2021.0538

Foto: Chris Lawton en Unsplash.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/la-cultura-influye-mas-que-la-genetica-en-la-evolucion-humana.html

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«Lo esencial son las competencias»: una historia de la reforma curricular

El nuevo currículo está siendo sometido, al menos en redes sociales, a cierto escarnio público incluso antes de nacer. La posibilidad de que las competencias clave recomendadas por el Consejo de Europa en 2018 entren como elefante en cacharrería en las aulas y que, con ello, el currículo actual se vea recortado y limitada la posibilidad de que la mayor parte de la población tenga acceso a la mayor cantidad de contenidos y cultura posibles, ha generado importantes críticas y tensiones hacia el Ministerio de Educación, encarnado en su máxima responsable, Isabel Celaá.

En cualquier caso, un par de cosas están claras. Las competencias clave van a regir toda la estructura y, efectivamente, habrá un recorte en los contenidos de los temarios de las asignaturas. Pero (siempre hay algún pero) diferentes protagonistas de esta historia tienen claro que ese recorte responde a la realidad de las aulas, año tras año. Una de las quejas más habituales, y no precisamente nueva, es que no hay manera de llegar a todo el temario que marca la normativa. De modo que, curso tras curso, quedan cosas fuera según avanza el año. Lo que se pretende ahora, más allá del recorte, es reorganizar, reorientar qué deben aprender chicas y chicos para seguir adelante. Y en esta reorganización habrá cosas que queden fuera, igual que habrá cosas nuevas que entren.

De igual manera, y en relación a las competencias, al menos así lo entienden quienes están realizando el trabajo, lo que se pretende es dar carta de naturaleza a prácticas que ya llevan años realizándose en cientos o miles de centros por todo el Estado de una manera más o menos transparente.

¿Quién está detrás del nuevo currículo?

De las 90 personas que están implicadas en mayor o menor grado, la mayoría son docentes: 16 están en comisión de servicios, dejaron el aula entre enero y marzo de este año para convertirse en lo que se da en llamar asesores curriculares. Otras 54 son personal en activo en sus centros. Dedican sus mañanas a dar clase, a enseñar a niñas, niños y adolescentes, y sus tardes las pasan en reuniones para dar forma a los aprendizajes que la Lomloe quiere poner en marcha.

Dolores López, directora General de Evaluación y Cooperación Territorial, asegura que el profesorado ha de tener claro que “la reforma del currículo no la están haciendo ‘expertos’ que no han estado tiempo en el aula”. Es verdad que inicialmente hubo un grupo de ellos que ayudó a dibujar el marco pero, hoy día, principalmente, es el profesorado quien lo está tejiendo. Para ella, una de las claves importantes es que quienes están definiendo las competencias específicas o los criterios de evaluación que llevará aparejado el cambio curricular sean personas “que saben cómo reflejar esto en las programaciones, en el día a día” de los centros.

En marzo estaba en el aula. No olvido lo que se puede hacer en el aula y lo que no

La estructura de trabajo se basa en un grupo coordinador en el que hay seis personas del Ministerio, de la Dirección General de Evaluación y Cooperación Territorial, con Dolores López Sanz, la directora, al frente, y también personal de la Secretaría de Estado de Educación.

En el escalón siguiente están las y los directores de competencias. También lo forman personas del Ministerio. Cada una de ellas dirige uno de los grupos competenciales, ocho en total, uno por cada competencia designada por el Consejo de Europa y su recomendación de 2018: competencia en comunicación lingüística; plurilingüe; matemática y competencia en ciencia y tecnología; digital; personal, social y de aprender a aprender; ciudadana; emprendedora, y en conciencia y expresión culturales.

Por debajo, las y los asesores curriculares, dos por competencia, cada cual perteneciente a una etapa: de infantil y primaria o de secundaria. Finalmente, el grueso está formado por 54 personas en activo en el aula, también de diferentes materias y áreas, así como de etapas educativas.

La elección de estas 70 personas, claro, ha sido más bien discrecional. Por ejemplo, hay quienes han participado en el cambio curricular en Andalucía para acercarlo a las competencias; también quien ha trabajado en diferentes reformas en este sentido en Canarias. En cualquier caso, quien más quien menos, con experiencia en proyectos y aprendizaje por competencias.

Ana Trillo, asesora curricular y docente de artísticas en comisión de servicios, resume su participación en el proyecto asegurando que «desde dentro se pueden mejorar las cosas». Ha sido directora durante ocho años y jefa de estudios otros siete. Cuando la llamaron para colaborar, más allá del «vértigo», pensó en la posibilidad de mejorar las cosas y «aportar algo más cercano al aula». «En marzo estaba en el aula. No olvido lo que se puede hacer en el aula y lo que no», zanja.

En un primer momento, los equipos se configuraron en torno a las competencias clave, para estudiar cómo adaptarlas a nuestro sistema educativo. Cada grupo de trabajo reunido por competencias va fue desarrollando su propia labor pero, para rizar el rizo, además, compartieron entre sí el material que iban generando para que el resto realizara aportaciones y elaborar conjuntamente el primer documento del nuevo currículo: el perfil de salida de la educación obligatoria. Se trata de una sistematización de aquello que se espera que todo alumno y alumna sepa y sea capaz de hacer cuando termine la educación obligatoria.

El objetivo es que puedan crearse puentes entre las diferentes áreas y materias para, después, facilitar el trabajo conectado por ámbitos y proyectos que se respira a lo largo de todo el proyecto. «El trabajo en grupo es más lento, sostiene Trillo, pero más enriquecedor. Lo que no veo yo, lo ve otro».

¿Cómo será el nuevo currículo?

Una vez definido este perfil de salida, se ha trabajado sobre las siguientes etapas: las competencias específicas de cada área o materia. Como explican todas las fuentes consultadas, las competencias clave integran los conocimientos, actitudes y destrezas que debe alcanzar cada estudiante. Las específicas vienen a ser una traducción de todo esto a cada una de las materias y áreas en las que se divide el currículo actual.

Ana Muñoz es docente de Lengua y Literatura en Tenerife y una de los 54 colaboradores que siguen trabajando en el aula. Explica que estas competencias específicas “son un eslabón entre la tradición educativa de un área y la modernidad que exige la situación, una adaptación a la realidad”. Se trata de acercar los aprendizajes a la realidad, “sin perder de vista la tradición, sin romper”.

Además de estas, estarán los criterios de evaluación. Manuel Clavijo, maestro de primaria especialista en Matemáticas y otro de los colaboradores, explica que cada una tendrá unos 10 o 12 criterios por cada competencia específica. Nada que ver con los estándares de aprendizaje de la Lomce. Además, asegura, cada autonomía, después, podrá optar por usar 8 de esos 10 o 12, o aumentarlos con algunos más. Pero nunca serán cientos de ellos.

“Los criterios son menos áridos” asegura Ana Trillo, docente de secundaria y asesora curricular de la competencia en conciencia y expresión culturales, más “competenciales”, y en ellos tendrán que tenerse en cuenta los conocimientos, las destrezas y las actitudes del alumnado. Con la idea de que sean mínimos, para que “los complete cada administración”. Y ejemplifica: “Sería preguntar ‘¿Conoces los colores para aplicarlos? Más que ¿conoces la teoría del color?’”.

Junto a estos criterios, los saberes básicos. Tal vez uno de los puntos calientes de la reforma al materializarse en ellos esa poda de contenidos. Ana Trillo asegura que no deben confundirse con los saberes deseables. Estos serán más pero no estarán en el decreto de mínimos.

En este momento de revisión del currículo está la dura pelea de decidir qué es básico, imprescindible, para poder desligarlo de lo deseable.

Para Manuel Clavijo “ha sido difícil” la decisión de qué entraba y qué no en este punto. Se trata del momento en el que se materializa el contenido puro y duro que habrá en las áreas y las materias. A pesar de la dificultad, asegura que era algo “imprescindible” que “responde a un debate que se ha venido dando en los centros educativos, en los claustros: ¿Qué queremos que este niño sepa? ¿Qué le pediremos como mínimo?”.

En este sentido, el propio Clavijo comenta que, aunque podían haber encajado el currículo de otras leyes en las recomendaciones del Consejo de Europa sobre competencias, el proceso ha sido al revés. Se ha comenzado por estas para “plantear a dónde queremos que llegue el alumnado al final de la ESO. Con ese cimiento (el del perfil de salida), ya podemos meternos en las áreas”.

Guadalupe Jover, profesora de Lengua y Literatura en secundaria durante años y, ahora, asesora curricular en el proyecto, reflexiona reflexiona sobre el temor de algunos a que el intento de deslindar saberes básicos y saberes deseables pueda perjudicar a quienes más se benefician de la escolarización obligatoria, esto es, al alumnado más vulnerable: “Bien al contrario, se trata de no obviar los aprendizajes que están en la base de todo: saber leer y escribir textos complejos, por ejemplo, tomar la palabra en público o desarrollar el hábito lector. Porque a veces han sido estos, los saberes básicos, los que se han sacrificado en favor de aprendizajes a menudo irrelevantes o que quedan fuera del alcance de quienes no tienen consolidados esos cimientos sin los que es imposible construir nada. Afianzado esto, todos podrán llegar mucho más lejos”.

Dolores López explica el proceso de elección y desbroce del contenido en relación al orden que han seguido los trabajos. Primero se determinan las competencias específicas que afectan a las materias o áreas (qué debe saber y poder hacer el alumnado) para, después, determinar qué saberes son los necesarios para que consiga estos objetivos.

El último gran paso del nuevo currículo y que se recogerá en el decreto de Enseñanzas Mínimas, serán las situaciones de aprendizaje, es decir, ejemplificaciones de actuaciones que puede realizar cada docente para poner en juego los diferentes saberes básicos.

La competencia es más compleja que el conocimiento, aunque no hay competencia sin conocimiento. Esto hay que explicarlo bien

Seguirá habiendo clases “magistrales”, de impartición de contenido, y a ellas, es la idea, se sumarán otras actividades claramente competenciales. «Son el contexto en el que las competencias se activan», resume Octavio Moreno, director de la competencia plurilingüe.

“Mi carga curricular, explica Clavijo, no puede ser dar un 80% del tiempo gramática”, por ejemplo; existe la posibilidad de enseñar una parte para después trabajar los conceptos, por ejemplo, creando textos que el alumnado pueda analizar posteriormente: ver si los verbos están en el tiempo correcto, si lo escrito tiene coherencia o si se han utilizado correctamente los adjetivos”. Para este maestro, “el currículo se hace más complejo: hay conocimiento y situaciones para ponerlo en juego. La competencia, asegura, es más compleja que el conocimiento, aunque no hay competencia sin conocimiento. Esto hay que explicarlo bien”, sentencia.

¿Conocimientos vs. competencias?

“Muchos docentes se sentirán identificados”, cree Trillo, con lo que podrán leer en los decretos de mínimos. Para ella, se trata de “usar el conocimiento en el día a día”, que “lo que se aprenda tenga un uso práctico”, afirma. Eso sí: “Contenidos, remarca, hay que aprender siempre, pero con sentido, con aspecto práctico y que el alumno vea ese punto de sentido lógico” en lo que hace.

Trillo cree que lo que están haciendo “no es un cambio revolucionario”, hay mucha gente trabajando con la lente de las competencias, aunque no lo sepa. Asegura que está orgullosa de participar en el proyecto del cambio y siente la “responsabilidad con los compañeros” para que el resultado del trabajo sea “lo más cercano al aula posible”.

«Leyendo los documentos me doy cuenta de que llevo mucho tiempo trabajando por competencias»; cree que otros compañeros también lo hacen, lo sepan o no. Y piensa especialmente en los de artísticas, de plástica. Moreno está de acuerdo: “Este gran jaleo se relaciona con lo que lleva haciéndose años” en muchos centros. “El enfoque competencial es ya una realidad en la mayoría”, dice. La diferencia con lo anterior está en “contextualizar los aprendizajes”. Y ejemplifica en un examen de verbos en el que se hace rellenar al alumno los huecos en blanco, frente a la posibilidad de que redacte un texto o exponga un tema en clase.

López Sanz dice que con el cambio y el trabajo que están realizando ahora “queremos que el profesorado se sienta cómodo, que el currículo sea lo más claro posible, sin distorsiones grandes”. Es el leit motiv de la reforma y de la estructura que se ha planteado con la participación de 70 docentes.

“Lo más importante es que (el currículo) responda a la necesidad de los docentes y a su experiencia. El currículo es fruto de ambas”, así lo ve Octavio Moreno, director del grupo de la competencia Plurilingüe. El hecho de contar con profesorado que sigue en activo o que lo estaba hace pocas semanas supone que la reforma se haga con “el conocimiento desde el aula, de personas que saben qué no ha funcionado”.

“Conocimientos, explica López Sanz, ha de haber, pero no sirve saber algo si no se sabe aplicar ese saber”. «Se trata de un saber práctico, más allá de la teoría», dice Moreno. «El debate, cree, se encalla entre la teoría y la práctica. Hay que romper esta dicotomía e integrar ambas» con el objetivo de realizar «aprendizajes significativos que tengan un sentido, un para qué». Eso sí, Moreno huye del concepto utilitarista directo de lo que se aprende. «No es un uso directo, sino que permite realizar otras tareas o crecer» como personas, en una ciudadanía global.

Para Manuel Clavijo, lo que están haciendo con el currículo responde a “la angustia de los docentes radica en que no llego al tema 10”, pero ahora, “cuando estableces varias situaciones (de aprendizaje) que (los alumnos) deberían resolver puedes llegar a todo el contenido”. Este maestro tiene claro que con este enfoque, la autonomía del profesorado “es total”.

La voluntad es reorientar saberes básicos sin que los profesores sientan que les han quitado la tierra bajo los pies, no hay motivos para la alarma

Hay quien pide que la crítica se haga una vez que se conozca el contenido de los decretos. Guadalupe Jover ha sido durante décadas profesora de Lengua y Literatura en secundaria. Desde el mes de febrero es asesora curricular en la competencia en comunicación lingüística. Explica el trabajo que realizan diciendo que, efectivamente, habrá contenidos que saldrán del currículo, mientras que habrá otros que entren (entre los que citan diferentes fuentes cuestiones relacionadas, por ejemplo, con los ODS y la Agenda 2030). Aunque Jover insiste en la idea de que, más allá de recortar, habrá “una reorganización de contenidos”, “reorientando su desarrollo”.

A todo el grupo le preocupa que no se entienda bien la reforma y se esfuerza en ser muy claro con todas las explicaciones. Sobre todo lanzando la idea de que no será una revolución total. “La voluntad, dice Jover, es reorientar saberes básicos sin que los profesores sientan que les han quitado la tierra bajo los pies”. “No hay motivos para la alarma”, zanja.

Octavio Moreno comenta que el currículo que están elaborando, en cuanto al contenido, ha de responder, además de a las necesidades académicas, «a los grandes retos que tenemos: consumo responsable, medio ambiente, salud propia y ajena; formación de ciudadanía; resolución pacífica de conflictos; valoración de la diversidad…». «La educación no es solo una fábrica de profesionales; la educación supone el desarrollo integral de la personalidad en un contexto actual».

Formación, ratios, tiempos

“La formación del profesorado es fundamental”, comenta Ana Trillo. Aunque apunta a otros elementos como la organización de los centros. «Tendrá que cambiar», asegura, aunque no será un proceso revolucionario o especialmente rápido. Algo parecido piensa Guadalupe Jover, quien cree que primero habrá que ver cómo los departamentos dentro de los institutos intentan dar esos pasos para, después, probar suerte con el resto de compañeros. Sera un proceso más o menos largo, lo tiene claro.

Dolores López, ahora directora general, ha pasado por todos los estadios. Ha dado clase durante años, ha sido inspectora, ha estado en cargos de dirección y ha sido viceconsejera de Educación en Castilla-La Mancha. Comenta que la formación del profesorado es buena parte de la clave. De hecho, comenta, parte del presupuesto para la recuperación se irá en la edición de materiales para acercar la reforma al profesorado.

El profesor nuevo tiene que llegar con todo el conocimiento sobre el currículo competencial a los centros. Hace falta una buena formación

López también señala el Real Decreto de especialidades, además de la formación docente. Apunta la posibilidad de que en el futuro las oposiciones o los concursos de traslados se puedan realizar por ámbitos, en vez de por materias, como puede ocurrir con los docentes de diversificación o PEMAR.

“Para que la reforma tenga éxito es fundamental que lleguemos al profesorado y que se lo crea”, asegura. La formación docente, por supuesto, es uno de los puntos para lograr ambos objetivos.

«El éxito no es la ley o un currículo, aunque sea necesario. Hace falta una cierta condición para que se pueda aplicar con garantías de éxito. Es claro. El profesor no trabaja de esta manera no porque no quiera, sino porque no sabe cómo hacerlo. No solo debe tenerse en cuenta la formación permanente, también inicial. El profesor nuevo tiene que llegar con todo el conocimiento sobre el currículo competencial a los centros. Hace falta una buena formación», asegura Manuel Clavijo.

Para él, además, sobre la mesa se pone la necesidad de “buscar espacios” para la planificación de las diferentes situaciones o proyectos. Este trabajo necesita “mucha dedicación”. “Necesitamos tiempo para programar y, si queremos autonomía, es con este tiempo”.

“Sobre ratios soy más díscolo, dice, hay clases que puedo dar con más ratio o con menos. Lo importante es que las situaciones estén bien diseñadas y programadas. Para esto hace falta tiempo”. Una idea que refuerza Ana Trillo. Destaca las horas extra que se realizan para programar (siempre fuera del horario lectivo). «Un proyecto de centro, interdisciplinar (en su centro son muy habituales), lleva tiempo». En centros en los que puede haber 1.000 estudiantes y 100 docentes «hacen falta tiempos y ratios adecuadas» para poder organizar el trabajo por proyectos, o ámbitos o competencias. «Es obvio», asegura Trillo.

Ana Muñoz también lanza la idea de que habrá que ver qué hacen las grandes editoriales de libros de texto con la reforma. No es ingenua y sabe que buena parte del profesorado se apoyará en este tipo de materiales para sus clases. Como hasta ahora.

Colaboración con las comunidades autónomas

Dolores López Sanz, explica que el proceso de colaboración con las comunidades autónomas es muy fluido y nace directamente de la Conferencia Sectorial de Educación.

Según la Lomloe, al Ministerio de Educación y FP le corresponden las enseñanzas mínimas, y estas en un porcentaje de un 50% o un 60% según sea para comunidades con lengua propia o no. Para evitar divergencias entre el currículo mínimo y el que desarrollen las autonomías, además de las 90 personas de Educación, hay un trabajo fluido con las comunidades, con su participación en grupos de trabajo de áreas o materias (cada CCAA lo hace en dos o tres). Todos los representantes de las administraciones participan de la discusión, aportan sus puntos de vista y trabajan en la construcción de la propuesta curricular. La maquinaria, dicen las diferentes fuentes, está muy bien engrasada y todas hacen aportaciones que enriquecen el proceso.

La finalidad es redactar un ejemplo de currículo al 100%. En él estarían el del Ministerio y el de las autonomías. Servirá, eventualmente, de referente a estas cuando les toque elaborar sus propuestas para todas las áreas y materias. Que haya una homogeneidad en su forma, en su contenido y en sus finalidades. “Se ha querido que el currículo fuera consensuado con las comunidades autónomas”, asegura Dolores López.

“No hay ninguna comunidad autónoma que en los grupos de trabajo, sean en los políticos o en los técnicos, plantee discrepancias; al menos no al modelo, sí de carácter técnico”. Aunque, explica López Sanz, hay diferencias entre territorios. Cataluña y País Vasco tienen una mayor tradición de trabajo por competencias, de manera que hacen mayores aportaciones en los grupos pero, asegura, “la línea general de trabajo es buena”.

Todo este esfuerzo se justifica, en cierta medida aunque no solo, en los plazos que se han de cumplir para que pueda implementarse en el curso 22-23. El hecho es que no queda mucho tiempo para hacer el trámite. Se espera que entre julio y agosto de este año esté listo el decreto de enseñanzas mínimas. Desde ese momento, las comunidades autónomas tendrán que ponerse las pilas para redactar sus propios decretos de cada área y materia desde infantil hasta secundaria. Tendrán seis meses para hacerlo.

El trabajo en paralelo que se está llevando ahora, por tanto, supone que las administraciones van a la par en el desarrollo conceptual del cambio curricular y, además, tienen trabajo ya realizado, se ha interiorizado, de alguna manera, qué se pretende con esta transformación, de forma que lo tendrán más sencillo para acometer su parte en la redacción de los textos.

Hoy por hoy, explica Ana Trillo, se realizan «reuniones diarias, a veces dos o tres para poner en común lo trabajado. Cuanto más participación, mejor saldrán las propuestas». «El trabajo con la administración, dice, es enriquecedor». Así lo ven también otras personas del proyecto, como Guadalupe Jover o Manuel Clavijo. Bien es cierto que estas reuniones de trabajo se realizan con personal técnico de las administraciones, de manera que lo que ocurra a nivel político puede ser diferente.

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CLACSO: Ganadores Concurso Latinoamericano Ensayo sobre Acceso Abierto

El 28 de mayo se hará de manera virtual la premiación de los Ganadores del Concurso Latinoamericano de Ensayo sobre Acceso Abierto 2020 “Abrir con Propósito: emprender acciones para construir equidad e inclusión estructurales”, lanzado conjuntamente por CLACSO con AmeliCA, Redalyc y UNESCO.

El evento de premiación, el viernes 28 de mayo, contará con la presencia como panelistas de Marielza Oliveira, Co-Directora de Acceso a la Información de UNESCO; Karina Batthyány, Secretaria Ejecutiva de CLACSO; Eduardo Aguado, fundador de Redalyc y AmeliCA; y Lorena Pilloni, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Asimismo, participarán jóvenes estudiantes, investigadoras e investigadores ganadores del concurso.


El evento requiere inscripción previa a través del siguiente enlace:
https://us02web.zoom.us/webinar/register/WN_io5_ZcVUQ8mw_nodHIhkrA


Ver resultados del concurso

Fuente: https://www.clacso.org/ganadores-concurso-latinoamericano-ensayo-sobre-acceso-abierto/

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La ceguera

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

Construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

En su obra República, Platón (428 a. de C. – 347 a. de C.), escrita hacia el año 380 a. de C, para explicar la realidad del conocimiento, crea el conocido Mito de la Caverna, con el cual ilustra, desde su perspectiva, acerca del origen del conocimiento, así como, lo relativo a la representación de las cosas y sobre la naturaleza de la propia realidad.

En su estilo narrativo y anecdótico, Platón, tomando como protagonista a Sócrates, su maestro, y su hermano Glaucón, asume el diálogo, más que como una narración, como un método de investigación discursivo, y de esa manera hablan de cómo afecta el conocimiento y la propia educación filosófica, a la sociedad y a los individuos. Sócrates le pide a Glaucón que imagine un grupo de prisioneros encadenados detrás de un muro desde su infancia. Un fuego ilumina, al otro lado del muro; los prisioneros solo pueden ver las sombras que se proyectan en el fondo de la caverna, de todo aquello que pasa entre ellos y el fuego. Le dice a Glaucón que los prisioneros terminarán creyendo que aquello que observan, las sombras en el fondo de la caverna, es el mundo real, sin percatarse de que son solo apariencias. Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y asciende hacia la salida, dice Sócrates, en un principio el resplandor le ciega y lo impulsa a volver a la oscuridad; solo cuando logra, por su persistencia, acostumbrarse a la luz del fuego y empieza a ver lo que realmente pasa por la entrada de la caverna, inicia su primer paso en la adquisición del conocimiento. Se pudiera argumentar, cuando solo vemos lo que nuestros propios ojos ven, es muy difícil llegar al conocimiento de las cosas tal cual. O dicho de otra manera, a veces “solo vemos, lo que queremos ver, en presencia o ausencia del objeto visto”.

Cuando Peter Berger y Thomas Luckmann escribieron su libro La construcción social de la realidad[1], nos pusieron a todos los científicos y académicos sociales a reflexionar acerca de éste gran tema. Se dice, incluso, que dicha obra ha sido una de las más importantes e influyentes de la sociología y la psicología social contemporáneas. Dos cuestiones se constituyen en las tesis fundamentales de los autores referidos:

  1. La realidad se construye socialmente.
  2. La sociología del conocimiento debe contribuir al análisis de los procesos que lo hacen posible.

Así pues, el principal rol de la comunicación social se centra en la construcción de “opinión pública” en torno a los acontecimientos de la vida social y política, y por qué no, incluso farandulera. Pero, sobre todo, desde “ciertas perspectivas”.

Con frecuencia escuchamos dos o más comunicadores sociales, políticos, juristas, incluso hasta profesionales de la ingeniería y la salud, discutir acerca de algún tema en específico y pareciera que están hablando de dos cuestiones totalmente distintas, aún se trate incluso de un mismo texto leído entre ambas partes.

Hay quienes argumenta, que “todo es, según el cristal con que se mire”. El problema es, por supuesto, desde que cristal se observa la realidad y en qué medida dicha idea representa la realidad que se trate.

Quizás sea pertinente traer a colación el llamado “efecto Werther”. Cuando se publicó en 1774 la novela de Goethe “Las penas del joven Werther”, una oleada de suicidios en jóvenes de ambos sexos fue la consecuencia de su empatía, ante el infortunado personaje de la novela. Esto nos muestra cuan vulnerables somos cuando se trata de los procesos de masas.

Por su carácter estratégico en lo relativo a la construcción de un proyecto de país, la educación no puede ser vista “solo desde un cristal particular”. Como bien social, la educación debe estar muy por encima de los intereses particulares de ningún grupo, no importa su naturaleza. Pese a los esfuerzos de construcción del Plan Decenal de Educación 1992-2002, que en su etapa previa se constituyó en un movimiento social diagnóstico del sector educativo y que involucró a todos los sectores sociales, posteriormente en sus diversas etapas históricas de ejecución, terminó siendo “según el cristal con que se mire”. Cada grupo, en su momento, pretendió constituirse en el referente más idóneo de los intereses educativos nacionales. Los resultados están ahí, a la vista de todos. Los logros de aprendizajes de nuestros estudiantes, aún hoy, están muy por debajo de las expectativas formuladas en el primer plan decenal de educación.

Por otra parte, la problemática que vivimos hoy es lo suficientemente compleja, como para abordar la cuestión educativa desde una sola perspectiva. En primer lugar, vivimos una crisis profunda por un modelo económico generador estructural de pobreza y desigualdad que se ha venido agotando paulatinamente, que llevó incluso al Secretario General de la ONU Antonio Guterres en el homenaje anual a Nelson Mandela de 2020, a decir lo siguiente: “las 26 personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial”. No hay dudas, vivimos una época de alta producción de riqueza, a costa de todo el daño ecológico con que se agrede a la “madre tierra”, pero que al mismo tiempo, solo ha servido para incrementar la pobreza y la desigualdad social. En segundo lugar, la crisis social y económica cobra matices más complejos por la pandemia por el coronavirus y todas sus consecuencias sociales y económicas, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables. En tercer lugar, somos testigos de un desarrollo sin antecedentes en la historia respecto al conocimiento y su disposición, así como el de las tecnologías de la información. Manuel Castells ha señalado, que las tecnologías de la información y las redes sociales han inaugurado una nueva manera de relacionarnos, y una nueva manera de ejercicio incluso del poder social.

En ese contexto, no es posible mantener el modelo educativo que ha prevalecido en los últimos 30 o 40 años. Dicho modelo, no solo que no es capaz de dar respuesta a las necesidades particulares de los propios sujetos, sino incluso, a las de la sociedad contemporánea en su conjunto.  La escuela, como herramienta de construcción de sentidos, tiene que ser repensada en todos sus órdenes, desde una perspectiva pedagógica crítica, colocando en el centro de la cuestión, al sujeto concreto.

Asumir dicha perspectiva, en las actuales circunstancias, es romper con las visiones que hasta el momento han pautado el quehacer la educación dominicana. No es posible seguir amarrado, a la ya tradicional visiones cortoplacistas y particulares, so pena de seguir en la ceguera ante las nuevas realidades sociales y culturales que nos rodean y que exigen nuevas maneras de pensar y actuar en educación.

Salgamos de nuestras cuevas, entendamos una vez por todas que la educación como la salud, no tienen apellidos ni colores políticos, sí el de un país que reclama a sus líderes políticos y sociales respuestas efectivas a los problemas nacionales, desde la perspectiva de los intereses nacionales colectivos, que siempre estarán por encima de todos los intereses particulares, sean esos de naturaleza personal o corporativos.

El tiempo avanza irremediablemente y aún no se visualiza ninguna acción dirigida a repensar la educación y la escuela, como lo demanda el propio presente, y más aún, el futuro del mundo y de la propia República Dominicana.

Del prólogo escrito por Catalina Andújar Scheker, en el documento de la OEI (Organización de Estados Ibero-americanos), La educación dominicana al 2021: reflexiones, planteamientos y experiencias, recojo la siguiente idea, que muy bien viene al caso:

“Las deudas educativas acumuladas del siglo XX, no sólo en la República Dominicana, sino en toda la región iberoamericana, nos señalan que la educación sigue siendo una cuestión de justicia social. Por tanto, se hace necesario impulsar y fortalecer acciones integrales e intersectoriales. que atiendan las desigualdades y favorezcan oportunidades educativas de calidad.

Por otro lado, están los nuevos retos de la sociedad de hoy, caracterizada por los cambios continuos, la celeridad y la incertidumbre, lo que sin dudas complejiza aún más la situación educativa actual. Este escenario complejo demanda la construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

Avanzar en estos desafíos requiere articular esfuerzos y acciones coherentes; demanda que el país incremente su capacidad de producir conocimiento e innovar”.

Dejemos solo los ojos vendados a la justicia.

[1] Primera edición en castellano, 1968. Amorrortu editores

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-ceguera-8942567.html

Imagen: RepentAndBelieveTheGospel

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