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Los pilares de la educación

Por: José María Gutiérrez

Cantabria define el modelo de futuro de la enseñanza a través de un acuerdo social histórico.

Un modelo inclusivo, en el que se potencie la innovación, la calidad, la participación, la equidad y el diálogo como ejes fundamentales y en el que «todos los alumnos tengan éxito en función de sus capacidades». Así quiere Cantabria que sea la Educación del futuro, cuyos pilares ha cimentado con la firma de un pacto histórico que recoge 120 medidas, algunas ya en marcha, para avanzar en una dirección «segura, sin detenciones, cambios de rumbo o retrocesos».

El ‘Acuerdo por la Educación en Cantabria’ ha sido aprobado por unanimidad por todos los sectores implicados, que han dejado al margen «intereses personales» en beneficio de un bien común, según destaca el consejero del área, Ramón Ruiz.

Así, familias, profesorado y sindicatos de la enseñanza pública y concertada, municipios, organizaciones empresariales, la Universidad de Cantabria y la Administración educativa han trabajado durante el último año y medio en el seno del Consejo Escolar para dar forma y contenido a un pacto social y territorial que ahora se traslada al Parlamento regional para su ampliación a pacto político.

El objetivo, que perdure en el tiempo más allá de vaivenes políticos y con independencia de quien tenga la responsabilidad de gobierno. La Educación cántabra tiene un plan.

Los pilares de la educación

102 medidas, 6 ámbitos de actuación

1. Frenar el abandono escolar temprano: Debe ser una obligación de la Administración educativa y de cada centro poner todos los recursos posibles en el objetivo de terminar con el abandono escolar temprano.

2. Innovación: La Consejería deberá promover proyectos de innovación, investigación y evaluación a través de convocatorias para los centros, contando con la colaboración de la UC.

3. Mejora organizativa: La Administración educativa promoverá proyectos enfocados a la mejora organizativa de los centros, en relación con tiempos y horarios, organización del alumnado, metodologías activas de trabajo…

4. Evitar la repetición de curso: Puesto que la repetición de curso suele resultar ineficaz y costosa, y contribuye a la desigualdad y al abandono escolar, tiene que dejar de ser una medida que se contemple como solución, siendo, en su caso, una medida excepcional.

5. Financiación pública: Se deberá dedicar una financiación mínima del 5% del PIB en ocho años, con la intención de alcanzar, en otros ocho, el 7%.

Una necesaria innovación y avanzar hacia la gratuidad

El acuerdo define los cambios que son necesarios para adaptar el sistema educativo a la «complejidad» de las demandas del siglo XXI. Para ello, considera que deben impulsarse procesos de mejora permanente en el desarrollo curricular y organizativo de los centros, en la práctica docente, en el desarrollo de proyectos cooperativos y comunitarios, en la mejora de la convivencia diaria de toda la comunidad educativa y en la atención personalizada al alumnado y a los grupos, con el objetivo final de que todos y cada uno de los estudiantes dispongan de la mejor formación posible, sin excluir a nadie, y alcancen el éxito educativo, en función de sus capacidades. Para ello, recomienda al Gobierno de Cantabria dedicar, al menos, el 5% del PIB a financiar la educación y que la Administración colabore con los ayuntamientos para conseguir que los centros puedan ofrecer de manera gratuita a todo el alumnado de la educación obligatoria, a través de un banco de recursos educativos universal, los materiales necesarios para llevar a cabo adecuadamente su formación.

II – Los centros

1. Calidad: Los centros deberán disponer de los recursos humanos, materiales, tecnológicos y económicos suficientes para poder desempeñar con calidad la tarea de formación.

2. Menos alumnos por clase: El número máximo de alumnos por aula debe ser de 18 en las aulas de 2 años; de 25 en Educación Infantil de 3 a 6 años, Primaria y ESO; de 30 en Bachillerato; de 15 en Formación ProfesionalBásica; y de 25 en FP de Grado Medio y Superior.

Los pilares de la educación

3. Potenciación de la Educación Infantil: Poner en marcha las medidas necesarias para atender con calidad al alumnado de entre 0 y 6 años, sin disociar el carácter educativo y asistencial de esta etapa.

4. Inclusión y equidad: La educación debe tener como prioridad la atención a la diversidad y la compensación de las desigualdades, de forma que todos los alumnos puedan desarrollar sus capacidades en el grado más alto posible.

5. Participación: Se recomiendan diferentes medidas para aumentar la participación del alumnado en la vida de los centros: cuidar de manera especial que esté representado en los Consejos Escolares, no sólo en Secundaria, sino también en quinto y sexto de Primaria;que se potencie el papel de los delegados; realizar asambleas en cada aula; e incluso que participen en el proceso de elección del director.

La atención a la diversidad de alumnado, prioridad

Las medidas aplicables a los centros ocupan la parte más extensa del acuerdo. Se destaca que la atención a la diversidad del alumnado debe ser un bastión fundamental de la Educación, para lo cual se precisan «recursos humanos y materiales suficientes» para que no haya aulas con ratios de alumnos por profesor muy altas y con problemáticas muy complejas, además de potenciar dentro de los centros la interculturalidad. Este curso la Consejería ha iniciado la reducción de alumnos por aula y los límites acordados para esta legislatura ya se cumplen en las aulas de 2 años y en Educación Infantil y espera alcanzarlos «por completo» en Primaria el próximo ejercicio. En la ESO admite que se está «algo más lejos» del objetivo.

Otra clave se refiere a la necesidad de que el sistema educativo procure una alimentación saludable a los alumnos en los casos en los que las familias «no sean capaces de llevarla a cabo», para que los niños no sufran «un deterioro cognitivo» por causa de ello. Entre otras medidas, el pacto reclama que las becas o ayudas lleguen a «todas» las familias que realmente lo precisan en función de su situación socioeconómica y que los comedores escolares permanezcan abiertos durante los periodos lectivos y no lectivos «el mayor número de días posible», asegurando la «calidad» y «variedad» de la comida.

III – El profesorado

1. Mejores condiciones: Se deben llevar a cabo procesos para mejorar las condiciones laborales, formativas y de desarrollo profesional del profesorado.

2. Estabilidad: Se impulsarán medidas que favorezcan la estabilidad de las plantillas y la Administración se comprometerá a reducir progresivamente la tasa de interinidad.

3. Formación permanente: Se apoyará una adecuada formación permanente del profesorado que posibilite la atención ajustada a un alumnado cada vez más diverso.

4. Ayuda a los desfavorecidos: La Administración fomentará la formación del profesorado para ayudar al alumnado más desfavorecido sociocultural y educativamente o con necesidades de algún tipo.

5. Tecnología e idiomas: Se llevará a cabo una adecuada formación del profesorado en el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y de los idiomas.

Una formación adaptada a las necesidades actuales

El acuerdo destaca que la calidad del sistema educativo tiene que ver «de manera especial» con la de sus docentes. Por eso, prioriza que la Administración se esfuerce en «atraer, formar, desarrollar e incentivar a los mejores profesionales docentes» y en introducir las medidas necesarias para «adaptar» la educación a las características y necesidades de la sociedad actual. Entre ellas, y aún «siendo conscientes de que este asunto es competencia del Estado», los firmantes del pacto establecen que el conjunto de la comunidad educativa, a través del Consejo Escolar, «deberá estudiar y proponer a la Administración un modelo de acceso a la función docente que recoja aquellos planteamientos que sean coherentes con el tipo de educación que se persigue en este acuerdo».

IV – El currículo y los procesos de enseñanza-aprendizaje

1. Un método activo: El aprendizaje debe plantearse como un proceso activo de indagación, investigación, intervención y aplicación del conocimiento por parte del alumnado y no de mera reproducción.

2. Trabajo en equipo: La enseñanza debe ofrecer al estudiante un mayor espacio de decisión, fomentar el trabajo en equipo, la asunción de responsabilidades y los proyectos creativos.

3. Evaluaciones: La evaluación del alumnado debe ser continua, formativa y diagnóstica.

4. Deberes: La cantidad de tareas no se transforma automáticamente en calidad del aprendizaje. Debe ser un asunto «colectivo y coordinado» dentro del centro y fomentar un aprendizaje relevante, no repetitivo.

5. Digitalización: Facilitar el desarrollo de competencias digitales en el currículo, sumar herramientas digitales a los bancos de recursos de los centros e intensificar la formación docente.

Una educación en valores y capacidades, no contenidos

Se considera que la finalidad de la escuela hoy en día debe ir más allá de la enseñanza y aprendizaje de contenidos disciplinares, para situarse en la formación de las dimensiones sustanciales de la personalidad de los alumnos; es decir, de las cualidades, capacidades o competencias, que incluyen, de manera integral, conocimientos, habilidades, emociones, actitudes y valores. Igualmente, establece que el currículum debe facilitar una formación tanto científica y tecnológica como humanística y artística, sin que deba existir confrontación alguna entre ellas, ya que todas constituyen «la base educativa necesaria para que el alumnado pueda explicar y explicarse el mundo que le rodea».

V – Las familias

1. Participación en el Consejo Escolar: Se debe potenciar la presencia de las familias en el Consejo Escolar, que se admite como «baja».

2. Asociacionismo: Se impulsarán medidas en los centros para facilitar el asociacionismo de las familias, con el fin de potenciar la implicación parental efectiva en los procesos educativos.

3. Tutorías periódicas: Será necesario establecer tutorías de manera periódica (al menos tres por curso) y plantear contenidos relevantes que actuarán en beneficio de la mejora de la comunicación entre los profesores-tutores y las familias.

Una mayor participación de las familias en los centros

El ‘Acuerdo por la Educación’ asume el reto de «potenciar, mejorar y dar mayor visibilidad» a las familias y a sus representantes en los centros escolares, por lo que establece cauces e instrumentos para hacer que dicha implicación parental sea una realidad efectiva, bien a través del Consejo Escolar, el asociacionismo, las tutorías, el voluntariado y la participación en eventos escolares. Asimismo, y al margen del modelo de comunicación presencial, se considera importante potenciar otros medios de comunicación basados en las TIC.

VI – Personal de Administración y Servicios (PAS)

1. Derechos: Las condiciones de trabajo deben garantizar sus derechos laborales en función de la normativa o convenio que les sea de aplicación.

2. Evitar la externalización: Deberá evitarse la externalización de puestos de trabajo, como forma de abaratar los costes de personal.

3. Contra el acoso escolar: El PAS conocerá el protocolo de actuación ante casos de acoso y ciberacoso; y, en el supuesto de conocer un posible caso, deberá ponerlo en conocimiento de la dirección del centro.

El PAS, una parte más del proyecto educativo

Los que forman el PAS –los encargados de la limpieza, secretaría, conserjes, comedor, educadores de servicios complementarios, fisioterapeutas o acompañantes de transporte escolar, entre otros– deberán, como miembros de la comunidad educativa, compartir el proyecto educativo del centro. Son, con frecuencia, el primer contacto de las familias con el centro, la primera imagen, por lo que se considera que su colaboración con el equipo directivo y profesorado resulta de «gran importancia» para la consecución de los objetivos establecidos para la buena marcha del centro.

Fuente del Artículo:

http://www.eldiariomontanes.es/cantabria/201705/28/pilares-educacion-20170527202131.html

 

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Educación positiva, clave para que los niños sean buenas personas

Por: Simón Granja

El modelo pedagógico busca formar en virtudes y habilidades emocionales y sociales.

Es normal que los padres les exijan a sus hijos que sean muy buenos en el colegio y cumplan con notas excelentes. Pero ¿qué tanto se les exige para que sean buenas personas?

Niños saludables y felices, honestos, resilientes, compasivos, generosos, solidarios y optimistas. Condiciones ideales que debería cumplir todo niño (y todo ser humano).

Sin embargo, la búsqueda de la excelencia académica –sumada a que muchos padres y profesores no saben cómo guiarlos en esas otras áreas de la vida, más ligadas a la psicología, la ética y las humanidades– hace que dicha tarea esté aún por resolver en muchos casos.

La educación positiva o de carácter es una propuesta pedagógica que busca orientar la formación de niños y jóvenes no solo en las áreas tradicionales, como el lenguaje, las ciencias y las matemáticas, sino en competencias que desarrollan mejores personas, que contribuyen al desarrollo de sus comunidades. Según esta pedagogía, el carácter de las personas es algo que se desarrolla y no algo con lo que se nace.

Warren Symonds, director de la Escuela Preparatoria Mount Barker, en Australia, preocupado por el desarrollo de sus estudiantes y consciente de los desafíos que enfrentan los jóvenes y de las estadísticas que sugieren que un cuarto de ellos sufren síntomas de enfermedad mental, empezó a usar la psicología positiva para generar resiliencia y hacer frente al estrés de la vida.

Los resultados han sido evidentes en los cuatro años que lleva implementando esta pedagogía. Según Australian Learning, los datos de la herramienta de medición del bienestar adoptada en Mount Barker muestran una mejora del 7 por ciento en el bienestar de los estudiantes.

Symonds encontró que algunas investigaciones demuestran que mejorar el bienestar de los estudiantes incrementa el rendimiento académico y reduce las ausencias escolares; disminuye el estrés y la ansiedad y aumenta la autoeficacia, la autoestima y el optimismo. Por ejemplo, en 2009, Sin y Lyubomirksy realizaron un meta-análisis de 51 intervenciones de psicología positiva (IBP) y encontraron que los IBP aumentan significativamente el bienestar.

Así lo expone Tom Harrison, director de educación del Centro Jubilee del Carácter y las Virtudes, de la Universidad de Birmingham, institución pionera en el mundo en investigación y aplicación de la ética en colegios, universidades y empresas en el Reino Unido y otros países.

Según Harrison, la tendencia mundial en la educación es que las escuelas y las universidades formen a los estudiantes para que respondan pruebas y evaluaciones. Pero –dice el experto– la formación académica debe desarrollar y potenciar ciertas virtudes. Por ejemplo, las morales, como el servicio a la comunidad; intelectuales, como la curiosidad y la creatividad; y virtudes de rendimiento, como la diligencia y la perseverancia.

El desarrollo de estas virtudes o habilidades sirve para que las personas puedan tener éxito, pero también bienestar, según el experto; y agrega que la ciencia de la psicología positiva ha demostrado que pueden ser enseñadas y aprendidas con métodos científicos medibles. “Las fortalezas del carácter no se centran en traer beneficios para el individuo, como por ejemplo que sean líderes, sino que también debe tener un impacto en la sociedad para el bien común”, explicó Harrison.

El experto, que estuvo recientemente en un evento en Bogotá, invitado por el Instituto Florecer –dedicado a la difusión de la psicología positiva en Colombia–, expresó que este modelo pedagógico en el país es necesario ante el inicio del posconflicto.

Buenos profesionales

Esta tendencia pedagógica está creciendo. A Colombia llegó con el Instituto Florecer; y a otras partes del mundo, con el trabajo que hacen desde la Universidad de Birmingham. Su éxito se debe también a que llega a satisfacer ciertas necesidades de las empresas.

Países avanzados del mundo en materia de educación –como Singapur, el Reino Unido, Corea y Australia– han hecho cambios estructurales en las políticas públicas para integrar el bienestar y la felicidad como un programa institucional que promueve la aplicación y el desarrollo de este tipo de habilidades.

Laszlo Bock, antiguo responsable de Recursos Humanos de Google, afirma, en su libro ‘Las reglas del trabajo’, que el éxito del buscador está en las personas con las que trabajan. Y explica que, más allá de mirar el cartón de graduación, se fijan en capacidades como liderazgo, trabajo en equipo, creatividad, lealtad, honestidad.

Según Andrea Ortega Bechara, creadora y presidenta de la Fundación Instituto de Ciencias de la Felicidad Florecer –también lo es de la Asociación Colombiana de Psicología Positiva–, “raramente se enseñan en las universidades capacidades como la resiliencia, el trabajo en equipo o la comunicación asertiva”.

Estas capacidades –sigue la experta– hacen de los trabajadores personas flexibles y capaces de tomar decisiones acertadas en contextos difíciles, que pueden transformar los retos y problemas en oportunidades para mayor desarrollo y crecimiento. “Las empresas que perduran en el tiempo son las que fortalecen estas competencias. Se requiere un liderazgo muy claro”, expresó Ortega.

Las virtudes de rendimiento, como la diligencia y el liderazgo, están algo más claras; se conocen como las competencias blandas. Sin embargo, las virtudes no lo están tanto. Para Tom Harrison, la forma en que se plantea la ética surge a partir de la virtud de Aristóteles, pero fundamentalmente de cómo se responde en el diario vivir.

Supongamos que en un jardín infantil hay una pelea, y el profesor pregunta qué pasó. Ahí existe la opción de que el niño sea honesto y cuente que su amigo le pegó al otro, o que se base en la lealtad con sus compañeros y no confiese lo que pasó.

“En la solución de ese tipo de dilemas se encuentra la sabiduría cotidiana, que es la que nos permite encontrar una respuesta basada en el instinto y en cómo lo han formado a uno”, insiste Harrison.

Es ahí cuando entra la formación en la casa y en las escuelas. Aunque Harrison y Ortega coinciden en que el rol de la familia es clave. “Nosotros florecemos como individuos cuando nos encontramos rodeados de una cultura que nos lo permite hacer”.

¿Cómo aplicarla?

Ortega presenta estas recomendaciones para que los padres apliquen la educación positiva en la formación de sus hijos:

Creer en sí mismo. Los niños ven el mundo desde el lente de sus padres. Si el padre es pesimista, el hijo seguirá esa tendencia. El propio florecimiento y bienestar de los padres guían a su hijo.

Potencializar las fortalezas. Vivimos en una sociedad en la que es escaso el refuerzo positivo. Por ejemplo, cuando a un niño le está yendo mal en una sola materia, pero en las demás le está yendo bien. Entonces, los padres generalmente buscan refuerzos para lo que va mal. Y lo ideal es identificar qué está haciendo bien y maximizarlo y fortalecerlo. Estamos enfocados en lo malo y no en lo bueno.

Concordancia con la escuela.
Los valores familiares deben estar acordes con los de la escuela. Por ejemplo, en un partido de fútbol del colegio, el entrenador les dice a los niños que jueguen limpio, pero desde las gradas uno de los padres le dice a su hijo que empuje a los otros. Si esa dicotomía se presenta, la trasmisión de valores no será consistente.

Fuente: http://www.eltiempo.com/vida/educacion/educacion-en-valores-para-que-los-ninos-sean-buenas-personas-92976

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Hagamos un trato por el buen trato : campaña educativa que promueve una cultura de paz

08 mayo 2017/Fuente:clacso.edu.ar

Hagamos un Trato por el Buen Trato es una campaña educativa que promueve una cultura de paz en la escuela, la familia y toda la comunidad educativa, desde un enfo­que de derechos fundamentados en la dignidad de la persona y la justicia social. Hagamos un Trato por el Buen Trato propicia las relaciones armoniosas, el respeto, la inclusión, la solidaridad, la igualdad, la equidad. Es una propuesta que trasciende los muros de la escuela convocando a estudiantes, maes­tros y maestras, madres y padres, equipos directivos, equi­pos administrativos y todo el personal involucrado en la tarea educativa.

Para leer, decargue aqui: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Republica_Dominicana/ccp/20170217050051/pdf_1034.pdf

Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?novedad=si&c=rp-001&d=12390

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El mejor sistema de seguridad escolar: el respeto

Por: Rosalía Nalleli Pérez Estradas

El mejor sistema de seguridad para evitar ataques escolares es el respeto agregado para cada relación. Nadie tiene derecho de agredir a otra persona por sentirse ofendido, minimizado o atemorizado, pero tampoco nadie tiene derecho a abusar del poder para generar ese sentimiento. A últimas fechas, las agresiones a docentes parecen ser la noticia de todos los días y, para que exista este tipo de noticias, siempre hay dos involucrados, el agresor y el agredido. Ambos son estigmatizados y colocados en un rol diferente, sin reconocer que ambos están siendo víctimas de las emociones, de la poca regulación que tienen y de la sociedad que critica o condena.  Por otro lado, se ha sugerido que se agreguen sistemas de seguridad en las instituciones, tales como alarmas, cámaras y la operación mochila la cual,  pareciera que se ha convertido en una de las mejores estrategias para evitar la agresión escolar. Sin embargo, me parece que la pregunta forzosa ante esta situación es ¿de qué manera hacemos operación mochila en sentimientos, cerebro y emociones de cada individuo que entra a nuestra oficina  o salón de clase, para poder saber el terremoto que el alumno o el docente llevan a la escuela y evitarles que agredan cuando se sienten expuestos?. Carnegie decía que para recoger miel, no se debería de dar puntapiés a la colmena y además sugería que, para ganar amigos uno debe de interesarse desinteresada, pero verdaderamente en el interlocutor. Por su parte, Goleman habla de esto como la empatía de  sentir las emociones de otros, entender su perspectiva y tomar un interés activo en sus preocupaciones. Por otro lado, ninguna situación debería de ser motivo de riña si tuviésemos la plena conciencia de lo que Shakespeare decía: nada es bueno o malo, es el pensamiento lo que hace que las cosas sean buenas o sean malas, por lo que no se debe de olvidar que las cosas y las situaciones tienen un valor que nosotros mismos les atribuimos, de acuerdo a nuestras vivencias o a nuestras expectativas, pero  ningún objeto inanimado tiene valor, si nosotros no se lo damos. Lo mismo pasa con las palabras: su significado o su carga emotiva aparecen de acuerdo al contexto, pero también son significativas, de acuerdo a lo que ellas nos recuerdan. Ninguna situación vivida o ninguna palabra escuchada nos hieren o nos lastiman, a menos que hayamos dependido de ella para poder sufrir o reír.

El desafortunado ataque, recientemente cometido contra el doctor- investigador y académico, de una importante y creciente universidad en el Estado, nos invita a reflexionar qué es lo que nos falta por hacer, en nuestra búsqueda incesante por sobresalir en este mundo desesperado, por tener cada vez más pero ser cada vez menos. Ambos involucrados resultarán afectados y les tomará tiempo poder recuperar la confianza en su seguridad, para continuar trabajando. Por un lado, se encuentra la agresión y el dolor físico que perdurarán durante un buen tiempo, por otro lado está la agresión moral que recibe quien es expulsado de su institución por haber violentado las normas y reglamentos que rigen una convivencia de respeto, más la agresión social que tendrá por parte de quienes le rodeen y por las leyes. Ninguno de los dos merecía estar en ese momento, si hablamos de respeto. Sin embargo, quizás la vida los puso en este camino, a ellos y a todos los que los rodean, para que todos hagan un alto en su desenfrenado trabajo y carrera de la competencia, para aprender a identificarse con sus pares y reconocer  que algo ya estaba marchando equivocadamente y que los llevó a esa situación.

La enseñanza es sacrificadora, pero el aprendizaje será la mejor recompensa. Ojalá el tiempo les ayude a recuperar sus heridas y puedan algún día sentarse a platicar, con madurez,  sin que exista agresión y si un diálogo conciliador. Si se buscaran culpables, todo mundo lo sería: la sociedad, las empresas, la familia, el poder, la educación, el dinero, la exigencia política y  su débil autocontrol. Si se buscan excusas, ambos fueron víctimas de las circunstancias. Simplemente la vida les ha mandado una señal en semáforo en rojo, para que se detengan y en poco tiempo después retomen su camino. Lo mejor de esto es que no hay vidas qué lamentar, pues ambos pueden aprender a perdonar y a seguir adelante;  y a todos los que hemos sabido de esta situación nos deja el aprendizaje de buscar volvernos enormes respetando a los pequeños y a los desprotegidos. ¿Habrá criticas? Indudablemente: gente ansiosa de criticar todo lo que sea posible, aquellos que seguramente no conocen lo que Confusio decía: no te quejes de la nieve en el techo del vecino, cuando también cubre el lumbral de tu casa. O lo que se lee en la biblia: quien esté libre de culpas, que arroje la primera piedra.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-mejor-sistema-de-seguridad-escolar-el-respeto/

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La escuela, ese lugar de construcción de afectos

Por: Marcela Isaías

¿Qué se aprende en las aulas? Tres jóvenes que ya egresaron de la secundaria comparten sus testimonios.

Caren pensaba que su vida siempre sería igual a la de su mamá: quedar embarazada siendo una adolescente y que su esposo le pegue. Las clases de educación sexual integral le mostraron otro horizonte. Yamila conoció por primera vez el mar con sus compañeros de quinto año. Y dice que se sintió alguien cuando sus profesores la acompañaron en el velorio de dos sobrinos asesinados. Anabela habla del orgullo que sintió su mamá cuando se graduó: es la primera generación en su familia en terminar el secundario. En otro año escolar, tres testimonios que resaltan el valor de la escuela como espacio de pertenencia y construcción de afectos.

Caren Luna tiene 22 años, está casada y es la mamá de Paloma, una beba bellísima de seis meses. Prepara sándwiches triples, un poco «para hacer otra cosa», otro como un ingreso al hogar. Terminó la educación obligatoria en 2012. Yamila Carballo tiene 19 años, se graduó el año pasado y pronto comenzará a cursar el profesorado de educación primaria. Anabela Romero, de 20 años, vive en pareja, trabaja y proyecta para el próximo año comenzar la carrera de enfermería. Todas hicieron su secundario en la Escuela Secundaria Nº 551 Sonia Beatriz González, de barrio Tablada.

Ninguna ahorra palabras, definiciones, imágenes a la charla que transcurre en una mañana que trata de decidirse entre el sol y la lluvia. Los ejemplos que citan van dando forma a una escuela contenedora, que integra, que no hace distinciones y que «funciona como una familia, con la diferencia que aquí hay que estudiar» . Tal como lo describen con sus relatos, el trabajo docente es clave: orienta, acompaña, escucha, muestra que hay otras formas de convivir y pensar el futuro.

La escuela es también un lugar de igualdad de oportunidades, más cuando tiene como proyecto que los aprendizajes no pasen por la rutina de un salón de clases. Las salidas, los paseos y los viajes definen otras formas de conocer y disfrutar. Una a una repasan los viajes a Santa Fe, a Buenos Aires, a Victoria, o por la misma ciudad de Rosario, siempre con un fin educativo. La excusa legítima para abrirse a otros espacios. «Los viajes te incentivan mucho. Yo viajé en avión con una profesora al Parlamento Juvenil que se hizo en Buenos Aires en 2012», rescata Caren cuando le tocó representar a su escuela y contar que se llama «Sonia Beatriz González» en homenaje a una militante desaparecida en la dictadura cívico militar. Un paseo que había financiado el Ministerio de Educación de la Nación.

Yamila pudo conocer por primera vez el mar a los 18 años, cuando viajó a Mar del Plata con sus compañeros de 5º año. No oculta la alegría que le provoca acordarse de ese momento: «Es hermoso, me lo imaginaba así como en las películas. El agua estaba fría pero nos metimos igual!» Reconoce que «el profesor Gabriel (San Sebastián) hizo de todo para que pudiéramos conocer el mar»: consiguió los pasajes gratis a través de un programa de radio, y el gremio de La Bancaria les brindó solidariamente el alojamiento.

Espacio de pertenencia

El valor de la escuela que rescatan estos testimonios no tiene que ver con los aprendizajes propios de lengua, matemática o ciencias o a la preparación para asegurar un lugar en el mundo del trabajo. «Se trata de la escuela como institucionalidad, como continente personal y afectivo. Un espacio de pertenencia, de constitución de subjetividad, de identidad y de construcción de afectos», opina el doctor en psicología Roberto Follari, al ser consultado por LaCapital.

Además de las historias colectivas, cada una tiene algo propio que las marcó en su paso por la escuela, y que de alguna manera les cambió la vida. Un patrimonio que quieren compartir.

Decidida, mientras acuna a Paloma en sus brazos, Caren pone el acento en la importancia de la educación sexual integral, en especial para derrumbar las violencias naturalizadas. «Al ver cómo fue mi familia y la vida dura que llevé, yo pensaba que a los 15 ó 16 años iba a quedar embarazada. Mi mamá me tuvo a los 14 años. Pensé que iba a repetir una historia con la droga, la delincuencia y la violencia, porque mi papá le pegaba mucho a mi mamá. Siempre salíamos corriendo con mis hermanos para la casa de mis tíos. Para mí eso era una vida natural. Siempre le recriminé a mi mamá por qué no lo dejaba a mi papá, mientras muchos decían que no debía dejarlo por qué no teníamos a dónde ir a parar con mis hermanos, que por lo menos «teníamos un techo». Mi papá le pegaba a mi mamá hasta cuando estaba embarazada, era drogadicto. Yo pensaba que mi vida iba a terminar así. Y sin embargo en la escuela me abrieron la mente, aprendí que no tenía por qué correr el mismo riesgo que mi mamá; nos enseñaron a usar la pastilla anticonceptiva, el preservativo a los varones, a valorarnos como mujer; que el dolor del golpe también pueden ser las palabras. Que un hombre te tiene que tratar con respeto y que podés decidir con quién formar tu familia. Todas esas cosas que en las familias no se hablan muchas veces por miedo a la violencia».

Caren es la mayor de cuatro hermanos varones. Es la primera en terminar la secundaria. Su papá falleció cuando estaba en tercer año, y sus hermanos en la primaria. Dice que la escuela fue un sostén en esos momentos tan duros. Cuando se graduó su mamá le pagó un curso, trabajó de moza hasta el año pasado que tuvo a su hijita. «Gracias a Dios mi esposo tiene un buen trabajo. A mí me gustaría que Paloma termine sí o sí también la secundaria y después que elija si quiere ir a la Universidad o no. En todo momento, siempre la voy a apoyar».

Entre la alegría y el dolor

Yamila cuenta orgullosa que ella le enseñó a leer y a escribir a su mamá. «Aprendió conmigo», subraya y se lamenta no haberla podido convencer todavía para que asista a una escuela para adultos. El dato familiar que comparte en la charla es ilustrativo de por qué para ella fue tan determinante concluir el secundario.

Ahora quiere ir por más: se anotó para cursar el profesorado de educación primaria: «Quiero ser maestra para que otros chicos no vivan lo que viví yo. Para que vayan a la escuela a conocer sus derechos y a aprender». Las emociones más intensas de alegría y de dolor conviven en la vida de Yamila, casi sin respiro. «A mitad de noviembre del año pasado perdí a dos sobrinos. Los mataron (en el mismo día, con pocas horas de diferencia). No sabía qué hacer, avisé a la escuela, y los profesores y la directora estuvieron ahí, en el velorio. La verdad es que no lo esperaba porque la escuela es un lugar donde voy a estudiar, a aprender. Y ellos se tomaron parte de su tiempo para ir al velorio de mis parientes que ni conocían. Me sentí acompañada, querida, que por fin a alguien le importaba algo de mí. Me sentí alguien. Todo pasó cuando volví de viaje de estudio. Estás feliz y a los días se te cae el mundo. Pero la escuela siempre estuvo conmigo». El relato de la joven es demoledor, llega sin pausas entre lágrimas de impotencia y una infinita tristeza.

Valores y derechos

En 2015, Anabela también fue la primera en su familia en lograr el título secundario. «Mi mamá lloró un montón, nunca la había visto así», trae a la charla la imagen del acto de graduación. El año pasado comenzó a estudiar el profesorado de educación primaria pero la falta de recursos económicos la dejó afuera de carrera: «No me alcanzó la plata para poder estudiar, tenía que tener todos los días plata para fotocopias, los libros, la tarjeta de colectivo. Encima no hay becas, nada y no pude seguir».

En el mientras tanto, hizo un curso de ayudante de pastelero, para poder afrontar el mundo laboral. Ahora se organiza para seguir la carrera de enfermería el año que viene.

Elige las palabras valores y derechos para hablar de la escuela. Unos y otros aprendidos juntos. En ese momento, Caren la interrumpe para recordar que cuando trabajaba de moza peleó para que le dieran los 15 minutos que les corresponden para comer algo y permanecer sentada, más en jornadas de trabajo que se extendían por doce horas.

Anabela también se refiere, entre otros, a esos derechos en el trabajo, y sobre todo se detiene en el derecho a una buena educación: «No se trata de que los profesores te digan «Ya aprobaste», que lo hagan porque sí. Ellos te tienen que enseñar, y no aprobar por aprobar».

Para la joven la contención, la participación, las oportunidades, el apoyo son dimensiones esenciales para transitar por el secundario. También ofrecer lo que otras instituciones no dan: «Siempre se dice que la educación primero viene de la casa, pero hay veces que en la casa no está esa educación que uno tendría que saber, entonces es la escuela la que te compensa y te motiva a seguir».

A esta altura de la charla, Paloma pasea de brazo en brazo, pero elige siempre los de su mamá para dormirse un ratito y espiar de qué se trata tanta conversación. El día se decidió por el sol y mucho calor. Casualmente en pocos horas más comenzará la Marcha y Paro Mundial de Mujeres que pelean por sus derechos. Las historias de Yamila, Anabela y Caren seguro están presentes.

Fuente:http://www.lacapital.com.ar/la-escuela-ese-lugar-construccion-afectos-n1354578.html

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Reseña de Película: El Coro.

América del Norte/Estados Unidos/28.02.2017

Stet es un chico rebelde y solitario, con bastantes problemas. Se quedó huérfano tras la muerte de su madre y, desde su Texas natal, fue trasladado a un internado musical gracias a la ayuda de un mecenas anónimo. Pero en este colegio siempre se sintió fuera de lugar.

Entonces Stet decide a formar parte del coro del colegio, un grupo coral que viaja por todo el mundo y mantiene el prestigio de la escuela. Es ahí cuando el chico tiene serias contrariedades con el profesor encargado del coro, y aunque el maestro descubre en Stet un lado artístico que quiere ayudarle a fomentar, el niño no está interesado en cantar y se niega a colaborar con él.

La película está dirigida por el canadiense François Girard (Seda, El violín rojo, Sinfonía en soledad: Un retrato de Glenn Gould) y la protagonizan Dustin Hoffman (El cuarteto, Ahora los padres son ellos), Josh Lucas (Space warriors, J. Edgar) y Kathy Bates (Midnight in Paris, Historias de San Valentín), entre otros.

Fuente: https://youtu.be/2lh0LPcN0Io

Imagen:  http://cdn.20m.es/img/2015/10/07/345/2065111.jpg

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La soledad del maestro.

Por: Antonio Abril.

La de maestro, es, sin duda una de las profesiones más hermosas y peor pagadas que existen, a pesar de tener que trabajar con las mujeres y hombres que conformarán el mañana. Históricamente ha sido respetada, considerada; un referente para la gran mayoría de nosotros. Del aquel maestro o maestra, recibimos las primeras lecciones de vida; de su sabiduría, los primeros conocimientos de nuestra realidad; de su bondad los primeros mensajes de tolerancia; de su ejemplaridad, nos llegaron valores como el respeto, la solidaridad, la responsabilidad o el esfuerzo frente a las dificultades. De aquella silueta que se proyectaba, casi a diario, ante nosotros, con el fondo negro de una pizarra, surgían nuestros sueños e ilusiones de futuro, un deseo de libertad a pesar del ambiente gris, opaco en el que vivíamos.

Hoy, la vieja y respetada profesión de maestro, pasa por uno de sus peores momentos, como mínimo de ingratitud. Escrutados los docentes con desconfianza por su entorno, se encuentran en el centro de la diana, a los que se les disparan frustraciones y fracasos sociales y administrativos. Cada día se les exige más y mejores respuestas al sistema, sin ni siquiera enterarnos de la terrible soledad con la que conviven. Soledad frente a un alumnado, cuando cada mañana se enfrentan a la difícil tarea de educar, la de formar a personas, a niños y niñas que llegan de casa con una actitud imprevisible o negativa hacia él o hacia ella. Soledad que perciben los maestros de los padres que lejos de unirse a él, se alían con el hijo de forma crítica y hostil, cuando no salvaje. Y así, como afirmaba el jesuita José María R. Olaizola en una ponencia sobre la vocación de educar bajo el título de Samaritanos, Maestros y Testigos, el educador ha de afrontar, en silencio y sin grandes titulares, la batalla diaria con alumnos cada vez más diferentes; afrontar una necesidad de innovación que requeriría un tiempo que, a veces no se tiene; pelea con la burocratización asociada a reformas educativas con más directrices que horizonte; y ha de lidiar con el propio cansancio que en ocasiones sobreviene.

La sociedad actual, rota, no valora el trabajo del maestro, desconoce su función, la gran responsabilidad que tiene de educar hombres y mujeres competentes, ignora que ese educador recibió una formación de ayer para unos jóvenes de hoy que desarrollarán su vida en el mañana, lo que le implica, como se decía en ese encuentro, una gran generosidad por su parte para ‘desaprender para aprender’ y, sobre la marcha, adquirir nuevas herramientas y adaptarse a los nuevos tiempos y a unos cambios de vértigo. Y eso sólo se hace con vocación porque los profesionales de la enseñanza, a pesar de las incertidumbres que puede deparar el futuro, trabajan, de una forma impagable, como siempre, para un mundo mejor. Ellos son los que programan, enseñan, organizan el trabajo, evalúan, prevén ayudas individuales para quienes lo necesiten, mantienen la disciplina, están en contacto con los padres o apoyan al alumnado en sus momentos delicados, son, incluso, sus confidentes o el consuelo que se les niega.

Pues bien, esta sociedad nuestra, de chiste fácil, no es inteligente cuando maltrata a sus maestros y maestras con tópicos y frases despectivas («tienes más vacaciones que un maestro de escuela» o «trabajas menos que un maestro de escuela») o cuando se irrumpe en un centro con gritos e insultos hacia quienes tienen que generar valores en los más jóvenes, porque lo único que se consigue es inculcarles miedo, desengaño, estrés, depresiones y les apartan de su difícil, pero imprescindible, función de educar a nuestros jóvenes a la par que los padres, actores éstos imprescindibles para que sus hijos sean parte de una nueva sociedad que, como mínimo, será diferente.

Decía Mario Benedetti: «Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas».

Así es la labor del maestro o de la maestra, del profesor o de la profesora, sometidos a un proceso de cambio continuo que no da tiempo a asimilar.

Fuente: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/25/soledad-maestro/808751.html

Imagen: http://cdne.diariocorreo.pe/thumbs/uploads/img/2016/10/23/arequipa-la-soledad-de-un-m_6EgfR1Y-JPG_976x0.jpg

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