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Mensaje de un padre a la directiva de la escuela

Por: Reinaldo Bolívar

Desde la escuela, por el coronavirus, a diario mandan orientaciones para los padres, madres y estudiantes. Pero ¿Y las orientaciones para los docentes?
Es evidente que la mayoría no está preparada aún para la educación a distancia. No lo están haciendo bien en esta pandemia.

La mayoría considera que es mandar y mandar tareas. Y poner plazos tipo ultimatum.  Olvidan que son  varias materias. La directiva debe orientarles sobre el número máximo de tareas semanales. Y coordinar los días de entrega. No puede ser el mismo día.

Los docentes, de bachillerato, en especial de tercer año en adelante tienen que enviar las asignaciones directamente a los estudiantes, con copia a los representantes. Eso los ayuda en su formación y crecimiento personal, les da confianza. Ellas y ellos son sujetos de derecho.

No deben hacerse grupos tipo whatsapp o redes sin cerciorarse que todos y todas estén incluidos. En este momento hay exclusión en varios grupos. Deben usar los mismos instrumentos en internet, en especial los educativos (no instagram, ni tic toc, por ejemplo). Eso debe reglamentarlo la dirección. Hay varias herramientas gratuitas y de fácil uso.

Deben darse las notas a tiempo. En este 2do lapso, hay notas que no se saben de donde salieron. Algunas parecen castigo, y no consideraron este período inédito de crisis y adaptación.

En suma, debe garantizarse que todos los docentes manejen mínimamente la educación a distancia, que haya una real coordinación y algo muy  importante que haya al menos una clase semanal por Skype o Zoom para que los muchachos y muchachas sociabilicen. Respetar los feriados (así se esté en cuarentena no puede perderse el contacto con la temporalidad real, Semana Santa es feriada (mandaron tareas en esos días),  Sábado y Domingo siguen siendo fines de semana y el 19 de abril seguirá siendo feriado, por ejemplo.

Este primer mes de cuarentena, en cuanto a lo señalado arriba, deja mucho que desear, hay que mejorar. Fue confuso, atropellado. Una ráfaga constante de tareas Sin coordinación entre docentes.

Que el docente siempre le haga saber a los y las estudiantes que esto es temporal y que en su momento se volverá a la escuela, al liceo, a las aulas, patios, a la amistad presencial.

Es la hora de la humildad y la sabiduría en pro de nuestros hijos e hijas.

Artículo enviado por el autor a OVE

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Manual básico sobre el uso de las redes sociales en los procesos de enseñanza-aprendizaje. (PDF)

Por: OVE

Con este primer manual de “El Mundo Digital en el Aula”  queremos colocar al alcance de las y los docentes un primer esfuerzo para que todes podamos usar en la actividad pedagógica cotidiana las herramientas comunicacionales de la tercera revolución industrial. Agenda que adquiere especial relevancia en la actual coyuntura de suspensión de clases presenciales.

Esta entrega está pensada para informar “partiendo de 0”, ya que es el primero de una serie de manuales que colocaremos en circulación durante los próximos días y semanas. Estamos conscientes de la brecha en infraestructura tecnológica existente en nuestra nación, tanto en hardware, software, conectividad y en contenidos pedagógicos virtuales.

Seguiremos exigiendo la construcción de la arquitectura informática y digital que nos permita ser autónomos. Pero mientras eso ocurre tenemos que usar lo que está al alcance para evitar que nuestros estudiantes estén alejados de las dinámicas educativas.

Finalmente agradecemos a los compañeres Luz Palomino y Luis Bonilla-Molina, así como al equipo del portal de los y las maestras(os) “Otras Voces en Educación”, del Centro Internacional de Pensamiento Crítico Eduardo del Río (Ríus) y del Observatorio Internacional de Reformas educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) por su colaboración en la preparación de este primer manual.

Descarga aquí: Redes sociales como herramientas para aprender y enseñar (2)

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Paraguay: Educación virtual es inviable a nivel nacional, sostienen

La Nación /13-04-2020

Mientras se desata la crisis por la llegada del coronavirus a Paraguay, desde el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) impulsan una improvisada educación virtual, cuyo enfoque está en el aprendizaje desde casa, con ayuda de un tutor. Esta idea puede ser plasmada en un contexto con recursos óptimos, pero bajemos a la realidad social paraguaya, donde muchos estudiantes ni siquiera tienen acceso a un teléfono móvil.

Desde que cerraron las instituciones educativas, padres y maestros viven la peor de las zozobras porque no está claro lo que quiere implementar el MEC. La plataforma busca ayudar a 1.200.000 estudiantes de instituciones públicas, pero ¿se tuvo en cuenta la conexión a internet, el nivel del servicio y la realidad que viven los niños y niñas del país, sobre todo del interior?

Para Luis Fernando Ramírez, director del Centro para el Desarrollo de la Inteligencia (CDI), no existe norte en la educación paraguaya. “Primero tenemos que entender la educación paraguaya completa, que tiene la educación pública y privada. Para la educación digital se requieren de tres factores: tecnología, maestros y alumnos. Lo tecnológico es lo más simple y lo más fácil. Lo más difícil es el maestro y el alumno, y eso no se consigue en 15 días. Difícil creer que porque se tiene una plataforma, por muy completa que sea se va a dar la educación digital, eso no va a ocurrir”, dijo a La Nación.

Agregó que las mismas autoridades del MEC no comprenden la complejidad de este modelo educativo. “Hay gente que confunde que porque usa medios tecnológicos, está haciendo una capacitación digital. Eso no tiene nada que ver. La educación digital es autodidacta, una educación donde el usuario recibe una serie de insumos y va trabajando desde otra perspectiva, la del descubrimiento”, detalló.

Refirió que los colegios privados “de alto nivel” no son más de 10 en el país y existen 1.000 colegios privados y otros 6.990 colegios que tienen otro ritmo, otra realidad. “Colegios de Ñemby, Luque, Lambaré, Limpio, que son privados, pero son los más afectados porque la gente trabajadora consigue todos los meses pagar esa cuotita. Pero hace un mes no trabaja. No son ofertas hechas desde el punto de vista de la realidad educativa del Paraguay”, aseveró.

A su criterio, el modelo de educación virtual es viable en territorios reducidos e inviable a nivel nacional. “Te parece que un niño de San Juan Nepomuceno de 8 años, en YouTube, va a hacer la educación a distancia, te parece que va a tener wifi en su casa”, sostuvo y afirmó que se necesita una previa capacitación para la implementación del modelo virtual.

“Las salidas son gestionar modelos regionales, que cada departamento establezca una estrategia acorde a la realidad. Eso se construye con la gente y hay que poner en marcha otro tipo de trabajo”, evaluó.

Futuro de la educación

Ramírez resaltó la necesidad de un liderazgo pedagógico, que permita tener en cuenta la realidad de cada institución. “No podemos seguir pensando en un Paraguay único que termina en Calle Última. El Paraguay es diverso así como la realidad de las escuelas”, manifestó.

Señaló que esto solo va a generar caos social y económico, y advirtió que varios colegios y escuelas privadas cerrarán debido a que las familias ya no tendrán los recursos para continuar pagando las cuotas.

“Es una realidad que las familias no van a pagar el colegio, porque se quedaron sin trabajo, porque son vendedores, de pequeñas y medianas empresas. Y es una realidad que los colegios no van a poder recaudar. Por lo tanto, es una realidad que las escuelas van a cerrar y los maestros se van a quedar en la calle. Eso ya está ocurriendo. Esta semana, varios colegios se van a cerrar. Acá a dos meses vamos a tener una crisis social, económica y de salud”, puntualizó.

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Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

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Francesco Tonucci: “No perdamos este tiempo precioso dando deberes”

Por: Ana Pantaleon y Gianluca Battista

Francesco Tonucci (Fano, 1940) es un experto en niños. Desde su casa de Roma, donde lleva cinco semanas encerrado, este psicopedagogo italiano contesta por videoconferencia algunas de las cuestiones que más afectan a los menores durante este periodo de encierro para combatir el coronavirus. Tonucci reconoce que son muchos los padres que piden consejos. Propone ideas como que tengan su propio diario secreto de confinamiento o un lugar, por pequeño que sea, para esconderse dentro de casa. El psicopedagogo se muestra crítico con la escuela y cómo está afrontando este encierro.

Pregunta. ¿Qué es lo peor del confinamiento para los niños?

Respuesta. Debería ser el no poder salir, pero es mentira porque lamentablemente tampoco antes salían. Los niños desean salir y solo pueden hacerlo de la mano de un adulto. Con lo cual es importante que los niños vuelvan a salir, dentro y fuera del coronavirus. Quedarse en casa es una condición nueva, no ser autónomo no lo es. Espero que los niños puedan mostrarnos con la fuerza de este encierro cuánto necesitan más autonomía y libertad. Es muy interesante cómo están reaccionando ellos. Durante los primeros días de confinamiento, envié un vídeo a nuestras ciudades de la red internacional de la ciudad de los niños animando a convocar los consejos para pedir su opinión y dar consejos a los alcaldes; me parecía un poco paradójico que todo el mundo pedía a los psicólogos consejos para los padres y a los pedagogos para los maestros y nadie pensaba en ellos. Los niños sienten mucho la falta de la escuela, es decir, no de los profesores y los pupitres sino la falta de los compañeros. La escuela era el lugar donde los niños podían encontrarse con otros niños. La otra experiencia en la que pude comprobar que la escuela era muy deseada para los niños fue cuando están en el hospital.

P. Entonces, considera que los políticos no tienen en cuenta a los menores para tomar sus decisiones.

R. Como siempre. Los niños prácticamente no existen, no aparecen en sus preocupaciones. La única preocupación ha sido que la escuela pueda seguir de forma virtual. En Italia, por ejemplo, la gran preocupación es demostrar que pueden seguir igual que antes a pesar de las nuevas condiciones, es decir, lo hacemos casi sin que den cuenta, sentados como estaban en la escuela frente a una pantalla haciendo clases y con deberes. Muchos no se han dado cuenta de que la escuela no funcionaba antes y en esta situación se nota lo poco que funcionaba. Los niños están hartos de los deberes y para las familias es una ayuda porque es lo que ocupa a los niños. Los deberes siempre son demasiados, no tanto por la cantidad sino por la calidad. Son inútiles por los objetivos que los docentes imaginan.

P. Si se hace todo mal, ¿qué propone?

P. Hice un pequeño vídeo ofreciendo consejos de sentido común. Tenemos una oportunidad. Los niños en la escuela se aburren y así es difícil que aprendan. Además, existe un conflicto entre escuela y familia, es un conflicto moderno, la familia siempre está lista para denunciar el colegio. Ahora la situación es nueva: la escuela se hace en familia, en casa. Propongo que la casa se considere como un laboratorio donde descubrir cosas y los padres sean colaboradores de los maestros. Por ejemplo, cómo funciona una lavadora, tender la ropa, planchar, aprender a coser…

P. Pero en este laboratorio, ¿los padres están trabajando también?

R. Pido cosas que hay que hacer en casa igualmente. La cocina, por ejemplo, es un taller de ciencia. Los niños deben aprender a cocinar. El maestro puede proponer que los alumnos cocinen un plato con su salsa y escriban la receta. Así estamos haciendo física, química, literatura y se puedo montar un libro virtual de recetas. Otra experiencia que me parece importante es que los niños hagan vídeos de su experiencia en casa. La otra experiencia, por supuesto, es la lectura. Cómo la escuela no consigue que los niños amen la lectura es un gran peso. La escuela debería preocuparse más, dar a sus alumnos el gusto de leer.

P. Eso supone enfrentarse a las pantallas, a los videojuegos.

R. Estamos pensando en una escuela que tiene que hacer propuestas a los niños encerrados en casa. Proponer a los niños que lean un libro debe ser un regalo, no un deber. Hay otra forma que es la lectura colectiva, de familia. Crear un teatro que tiene su horario y su lugar en la casa, y un miembro de la familia lee un libro como si fuera una telenovela. Media hora todos los días. Son propuestas que parecen poco escolares, pero todas tienen que ver con las disciplinas escolares. Estudiando las plantas de las casas se puede hacer una experiencia de geometría. Todo esto lo digo para que se entienda que se puede aprovechar la riqueza que tenemos ahora, la casa y la disponibilidad de los padres. Usted dice que los padres no tienen tiempo: no es verdad. A pesar de todo el tiempo que están ocupados, no saben qué hacer en el tiempo libre. Normalmente el tiempo que pasan con ellos es para acompañarlos a actividades y no para vivir con ellos. Otra propuesta es que jueguen, eso es lo más importante. Que inventen juegos. Llamar a los abuelos para que aconsejen juegos, ellos fueron niños cuando los juegos había que inventarlos.

P. Nunca habremos pasado con ellos tanto tiempo como ahora.

R. Por eso mismo. No perdamos este tiempo precioso dando deberes. Aprovechemos para pensar si otra escuela es posible.

P. ¿Qué tiene que hacer un niño el primer día que salga de este confinamiento?

R. Gritar, lanzar piedras, correr, y abrazarse con alguien; aunque eso último será complicado.

Fuente e Imagen: https://elpais.com/sociedad/2020-04-11/francesco-tonucci-no-perdamos-este-tiempo-precioso-dando-deberes.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_CM#Echobox=1586624575

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Venezuela: Táchira, vecinos no permitirán que ocupen escuelas para los refugiados

América del Sur/Venezuela/12-04-2020/Autor: Carlos Ramiro Chacín/Fuente: www.caraotadigital.net

 Carlos Ramiro Chacín

Vecinos del estado Táchira están renuentes a recibir en sus sectores a los refugiados venezolanos provenientes de Colombia.

Según reseñó el medio de comunicación La Nación, este viernes los habitantes del Junco Páramo y Arjona, municipio Cárdenas, tomaron el liceo Simón Candiales y la escuela Bolivariana del Junco Páramo. Posteriormente, soldaron cabillas en las entradas de las instituciones para evitar el ingreso de los migrantes criollos.

Por otra parte, más de 60 personas en el cruce de Arjona con Sabaneta esperaban los autobuses que venían de San Antonio del Táchira. Estos vehículos transportaban a algunos de los miles de venezolanos que han cruzado por el Puente Internacional Simón Bolívar, tras sufrir desalojos en Colombia.

La gente hizo un paréntesis a la cuarentena social para salir de sus casas y evitar la llegada de los venezolanos provenientes de otros países. La población quitó las alcantarillas desde la parte alta de La Cuesta del Trapiche hasta el barrio El Hoyo.

La gobernadora Laidy Gómez afirmó que esperan que retornen más de 10 mil criollos, después que la pandemia de coronavirus paralizara sus empleos. Así pues, precisó que la entidad no tenía capacidad de recibir tal cantidad de personas, por lo que instó a las autordades de otros estados a recibir también refugiados.

Fuente e Imagen: https://www.caraotadigital.net/nacionales/tachira-vecinos-no-permitiran-que-ocupen-escuelas-para-los-refugiados

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Y cuando vuelvan a clase ¿qué?

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