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Las universidades ante la degradación moral

Por: Pedro Flores Crespo

La inhumanidad no es un retorno,
sino una degradación
—José A. Marina en Pequeño tratado de los grandes vicios

En cuarenta años —y salvo por la crisis de mitad de la década de los noventa—, no recuerdo otro momento de la vida pública tan grave como el de ahora. Incluso en su cartón del domingo pasado en el periódico Reforma, Calderón ilustró una amarga realidad que por su ingenio provocaba risa en primera instancia, pero después todo lo contrario.
El caricaturista dibujaba del lado izquierdo especies de animales en extinción y en el derecho a otros seres en expansión. Mientras el jaguar y el ocelote, pueden desaparecer, los gatilleros se pueden reproducir. Así como el lobo mexicano está en extinción, los coyotes que operan en los centros de verificación de la Ciudad de México están al alza y, finalmente, si el conejo teporingo va a desaparecer, tal pérdida puede compensarse con el aumento de las “ratas de dos patas” cargando sacos de dinero y musitando: “no es por joder, es cultural”. Esto último haciendo alusión a dos desafortunados comentarios del presidente Enrique Peña Nieto, quien a casi dos años de que acabe su mandato, registra las tasas de desaprobación más altas y, por cierto, muy bien ganadas.

Hechos para  joder a México
Los factores de cohesión social se nos desvanecen a diario por actos tan deplorables como la prepotencia con que vemos actuar, por ejemplo, a los lores y a las ladies que socialmente hemos construido y solapado. ¿Qué joven no quisiera manejar un Ferrari, Rolls Royce o Audi? ¿O qué jovencita no está tentada a llamar asalariado, naco, gato o loser a quien su esquema mental no tolera? ¿En qué escuela o universidad habrán estudiado estos “talentosos” sujetos?
Por otro lado, mucho preocupa que pese a la presión de las organizaciones de la sociedad civil —y en contadas ocasiones de las instituciones académicas—, el cinismo de la clase política no se atempera, sino al contrario. La última demostración de esto fue el nombramiento de Raúl Cervantes como Procurador General de la República y posible Fiscal General. Cervantes es priista y primo del consejero jurídico de la presidencia, Humberto Castillejos. Es tal el nivel de descomposición que ya en tono de sorna, Jorge G. Castañeda escribió: “¿Para qué tiene uno amigos, correligionarios y empleados si no para nombrarlos en puestos de confianza y que le cuiden a uno las espaldas?” Haber nombrado a Cervantes le asegura a Peña Nieto y a sus amigos, según el ex canciller, mayor impunidad cuando dejen el puesto (Milenio, 31.10.16). Si el presidente no se da cuenta de que sus acciones sí joden a México, es que ya perdió la conciencia.
Pero ante el cinismo del presidente y de algunos de sus colaboradores, tampoco se vislumbra una posición ética clara de parte del opositor. El nombramiento de Raúl Cervantes fue aprobado con el voto de 82 (¿83?) senadores. Bien dice Castañeda, “[c]on una oposición de esa naturaleza, la democracia no puede funcionar”. Se vale negociar puestos, matiza el comentócrata de Milenio, pero no en temas “tan sensibles para la sociedad” como la lucha contra la corrupción y la protección de los derechos humanos. Nada más para que usted se dé una idea de la crisis que tenemos en este terreno, vea estos datos: Desde 2007, inicio del sexenio de Felipe Calderón, han desaparecido 26,000 personas y de 2006 a 2015, 151,233 personas han sido asesinadas. Por si esto fuera poco, 95.5 de los delitos quedaron impunes (Encivica-INE 2017). Con estos datos, ¿puede ser Margarita Zavala de Acción Nacional una opción opositora confiable y convincente? ¿Juzgará a su marido por las atrocidades cometidas durante su mandato? ¡Claro que no! Hay que cuidar y proteger a la familia.
Pero las cosas no son mejores del otro lado del espectro político. Creyendo que él representa la verdadera y única oposición del país, Andrés Manuel López Obrador sigue dando muestras de inmadurez e intolerancia. Ahí está su enojo mostrado públicamente en Twitter ante la propuesta del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de postular a una candidata a la presidencia de la república en 2018 o su juego cotidiano entre hacerse por un lado la víctima y por otro, repartir descalificaciones a diestra y siniestra para luego proclamar que le hacen compló cuando alguien le responde o lo contraataca.
Falta de responsabilidad del opositor, impunidad transexenal, cinismo e inconsciencia del político y también por parte de la sociedad (“¡es México, güey, capta!”) nos hacen perder, por momentos, la esperanza de que nuestro país pueda salir airoso de esta crisis moral en la que está metido. En ello, la pregunta obligada es, ¿y qué función tiene la educación? ¿Qué debemos hacer desde las universidades para combatir la degradación social que vivimos? ¿O será que las instituciones de educación superior son parte también ya del problema?

De recortes, viajes y salarios
En momentos en que se lucha por revertir los recortes presupuestales que el Ejecutivo propuso para las universidades públicas estatales, un grupo de rectores encabezado por Jaime Valls, Secretario General de la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior), viajó a Estados Unidos para tener algunas visitas de intercambio con universidades de Nueva York y Boston. Por la cuenta de Twitter de Valls —y no de la ANUIES— nos enteramos que el propósito era, entre otras cosas, fortalecer la “internacionalización de la educación superior”.
También nos enteramos que la ANUIES cerró, en la Maxwell School of Citizenship and Public Affairs de la Universidad de Syracuse en el estado de Nueva York, un seminario para profesionalizar a los rectores. Sí, el curso se llamó: “Los Retos del Rector frente a la Universidad del Futuro” que según Valls, sirvió para perfeccionar “su visión para lograr un mejor liderazgo en sus respectivas Instituciones”. Este seminario fue organizado por la Universidad Panamericana (UP), el IPADE y ANUIES, pero se realizó en su etapa final fuera de México. Por cierto, ¿habrá presumido la UP su “código” sobre el plagio a los rectores mexicanos y a sus contrapartes estadunidenses?
Ese mismo día, una nota en El Universal de Teresa Moreno causó polémica (24.10.16). El encabezado decía: “Rectores ganan más que gobernadores” y documentaba que 11 rectores de universidades estatales obtenían salarios que oscilaban entre 113 mil y 193 mil pesos. ¿Por qué Moreno seleccionó a ese número de rectores? ¿Son esas universidades públicas las únicas que tienen portal de transparencia? No es claro en su nota y valdría la pena que lo aclarara. La misma Moreno le dio seguimiento a su nota al entrevistar, un día más tarde a Enrique Graue, rector de la UNAM, quien ante la pregunta de cómo se determinó el monto de su salario y si era correcto que ganara más que Miguel Mancera, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, dijo que “[d]esde hace mucho años el salario del rector está en transparencia y se puede consultar”. Sobre el punto de si era correcto, no hubo respuesta de Graue. Moreno fue más a fondo y le preguntó al rector de la UNAM si no sería momento de que los rectores se “solidarizaran” ante los recortes presupuestarios (El Universal, 25.10.16). El “jefe nato” de la Máxima Casa de Estudios respondió que eso se discutirá en las próximas reuniones que tengan en ANUIES – aunque habrá que esperar a que regresen de viaje, agregaría yo.
Para varios colegas, que los rectores y altos funcionarios universitarios se reduzcan el salario, prescindan del chofer, escorts, carga-portafolio o rechacen “compensaciones” y los gastos de representación es algo que no impacta significativamente en las finanzas de las universidades, por lo tanto, lo ven como un acto de pura demagogia. Yo pienso distinto, porque la señal que mandarían sería ética y ahí, no importa si no se disminuye significativamente el gasto; se puede, en cambio, empezar a construir una autoridad con legitimidad, confianza y aprecio social para conducir los cambios necesarios. Ese tipo de autoridad escasea cada vez más en la vida pública de México e insisto: un universitario debe pensar y actuar razonadamente distinto que el político, diputado, dirigente sindical o líder del partido, de lo contrario, queda poco espacio para sostener que la universidad pública mexicana es la consciencia crítica de la nación. Estamos en una aguda crisis y algunas universidades y la ANUIES no dan señales de sensibilidad.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=5147:las-universidades-ante-la-degradacion-moral&Itemid=152

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Ética de la Paz y de los Derechos Humanos

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Los Medios de Comunicación deben ser garantes de la Paz y de los Derechos Humanos.

Nada debería ser más importante en la agenda de la comunicación emancipadora, que el conjunto de las luchas sociales que se despliega por el mundo a estas horas. Eso incluye la lucha por los significados y la lucha por enraizar las praxis más avanzadas como nuevas fuentes culturales y transformadoras. En un mundo donde reina la industria de la guerra, las industrias el espectáculo y el crimen organizado… la Paz y los Derechos Humanos no pueden ser paraísos de anfibologías, ambigüedades ni dobles raseros. “Por el engaño nos han dominado más que por la fuerza” decía Bolívar.

No queremos la Paz de los sepulcros ni los Derechos Humanos bajo las bayonetas. No queremos parafernalias filantrópicas ni hipocresía de propagandas “pacifistas”. No queremos recitales de plañideras. No queremos una Paz hueca, amorfa ni acomodaticia. Paz no significa inacción. No queremos treguas camaleónicas disfrazadas de Paz ni queremos Derechos Humanos individualistas, de pose, de moda o a espaldas de la realidad que margina, excluye, persigue, explota y humilla a la clase trabajadora en todo el mundo. No queremos Paz ni Derechos Humanos secuestrados por la palabrería de burócratas o de sus cómplices serviles al neoliberalismo.

En un mundo en el que el capitalismo financia sin control “películas de guerra”, series televisivas empapadas con sangre y crueldad, noticieros ideologizados por la lógica del miedo y el terrorismo de mercado.. en un mundo plagado con pantallas donde desfilan -sin control- asesinatos y humillaciones contra los seres humanos… la Paz no tiene lugar verdadero si no se lo gana como producto de las luchas sociales que emergen de los pueblos y van hacia los pueblos. No queremos “medios de comunicación” tributarios del estereotipo ideológico que tienen como proyecto de masas imponernos, sin salidas, la idea de una realidad ensangrentada por siempre. No se olvida Hiroshima o Nagasaki, no se olvida Vietnam, no se olvida el “Plan Cóndor”, no se olvida el Apartheid, no se olvidan “Las Torres Gemelas”, no se olvidan las crisis humanitarias producto de hambrunas, plagas y genocidios. No se olvida, no debe olvidarse.

Tiene razón Ana Jaramillo en insistir siempre sobre la necesidad de trabajar en el significado, en el contenido de los conceptos de Paz y Derechos Humanos. Tiene razón porque en su nombre se han cometido las peores canalladas y porque en nombre de la Humanidad y de la Paz, proliferan horrores antihumanos y apocalípticos. Han ensayado silogismos de todo tipo los “tratadistas” sobre la Paz y los Derechos Humanos pero los resultados, lo concreto, la praxis… están muy lejos de haber resuelto el problema. Visto lo visto, el primer paso hacia la Paz debería ser desarmar todo lo que ataca a los pueblos con todo tipo de armas, es decir, las armas convencionales, las no convencionales… y las armas de guerra ideológica: universidades mercantilizadas, monopolios mass media, iglesias alienantes y antivalores oligarcas.

Debería madurar, globalmente, una corriente Ética para la comunicación emancipadora, capaz de convertir en agenda prioritaria lucha de los pueblos por la Paz y por los Derechos Humanos. Definir y construir la Paz sin entelequias y sin cursilerías. No toda lucha anti-guerra es sinónimo de Paz. Si la Paz implica desarmar a los pueblos (sin tocar los arsenales de la oligarquía) o negarles su derecho a “la crítica de las armas”; estamos condenándonos a repetir errores terribles. Lo que necesitamos es una lucha verdadera contra la industria de la guerra. La Paz por la Paz misma es un callejón sin salidas en el que los pueblos avanzan hacia un encierro ideológico con consecuencias objetivas monstruosas.

Deberíamos consolidar una movilización comunicacional -teórico-práctica- contra el negocio de la guerra (sea del tipo que sea) entender su naturaleza, sus características, sus ofensivas objetivas y subjetivas. Las guerras son el comercio por otros medios. Deberíamos consolidar una corriente crítica y científica para frenar el agobio, con todo género de violencias, que se despliegan en contra de los seres humanos. Es fundamental la acción comunicacional desplegada con un programa ético de nuevo género por esa Paz que sólo tiene sentido si aporta tiempo, espacio y condiciones concretas para protegernos de los juegos de palabras y los espejismos. Nada debe distraernos una agenda ética hacia la Paz verdadera sin el gran circo del sentimentalismo pacifista que la burguesía despliega en sus escenarios mediáticos. Deberíamos luchar contra lo que silencia a los pueblos y anestesia su capacidad crítica.

Nos urge una corriente comunicacional ética y científica para conquistar la Paz que la humanidad anhela y ese anhelo de Paz debe ser realizado por los pueblos y no por sus enemigos. Corriente ética para integrarnos a toda iniciativa de Paz, ir a todo movimiento de masas a favor de la Paz para defender y apoyar el camino con acciones revolucionarias. Porque el problema no es la Paz, el problema sigue siendo la industria de la guerra desplegada para seguir adueñándose de los recursos naturales, la mano de obra y la conciencia de los pueblos. El colmo es que el burocratismo, aliado con la burguesía, trata de engañar a los pueblos trabajadores haciendo pasar como “programa de social pacifismo” sus “acuerdos” de negocios. La defensa de la paz en abstracto es siempre una manera de engañar a la clase trabajadora.

No se trata sólo de ideas. Un programa por la Paz debe ser dictado por el curso de la historia y de la lucha de clases; debe reflejar y expresar las necesidades históricas de la Humanidad. Debe proporcionar respuestas vivas y concretas. La Paz no es oponerse, únicamente, a la guerra, no se limita a luchar contra los ataques burgueses y todas las locuras depredadoras de sus ofensivas mercantiles. Reconocer la disputa por el significado concreto de la Paz y de los Derechos Humanos nos obliga a impulsar a una Revolución Semántica también en esos campos. Hasta no triunfar no estaremos en Paz.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216379

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Ética, profesionalidad y vida cotidiana

Por: Graziella Pogolotti

Hay palabras grandotas que asustan. Tienen un contenido filosófico con lo que adquieren prestigio, se cargan de resonancias solemnes y parecen remitirse a un universo distante y abstracto. Sin embargo, nada más lejano de nuestro pequeño planeta que las constelaciones. Durante si­glos, la estrella polar y la cruz del sur trazaron el camino a los navegantes que, con instrumentos rudimentarios, buscaron las últimas fronteras de la tierra.

Ética es una de esas palabras que gravita sobre nosotros con fuerte peso específico. Todo ejercicio profesional está presidido por un código de ética, documento que según la tradición establecida, leemos y juramos en reiteradas ocasiones a lo largo de nuestras vidas. Pasado el momento del ritual, el texto se incorpora a una carpeta junto a documentos de primerísima im­portancia que amarillean en el olvido.

Por eso, de cuando en cuando, hay que bajar de su pedestal las palabras grandotas, ponerles un par de sandalias y echarlas a andar junto a nosotros. Entonces, vivitas y coleando, las reconocemos y sentimos el tironcillo de orejas cuando nos desviamos de principios esenciales. Todos hemos tenido la experiencia de observar al cirujano saliendo extenuado del salón de operaciones después de horas de duro batallar por salvar la vida de una persona desconocida. Lejos del quirófano, si se pro­duce un accidente callejero, puede aparecer alguien que, sin identificarse previamente, se precipita en auxilio de las víctimas. Inseparables, su ética y su práctica profesional le exigen comprometerse con la tarea y postergar, en función de la demanda emergente, cualquier interés personal.

El compromiso profesional de un médico responde al principio de preservación de la existencia de los seres humanos. Otras prácticas garantizan la higiene de una sociedad y la calidad del oxígeno que se respira en ella. El maestro no se limita a transmitir conocimiento. Tiene a su cargo la salud del espíritu. Sus principios éticos derivan, ante todo, de una conducta, vale decir, de una ejemplaridad arraigada a la defensa de la equidad en el modo de valorar y corregir el comportamiento de los estudiantes. Su toga, representación simbólica de su autoridad en el espacio sagrado del aula, se fundamenta en la búsqueda y preservación de la verdad. En su caso, la ética obliga a sembrar valores ciudadanos indispensables para el obrero, el científico y el dirigente del futuro.

El crecimiento demográfico y la progresiva concentración urbana han acentuado la naturaleza gregaria de la especie humana. En Los pasos perdidos, Carpentier relata la historia de un músico que abandona la gran ciudad para viajar hasta el fondo de la selva. Allí, en el sencillo habitar de una humanidad que comienza a ingresar en la historia, encuentra una forma de felicidad y recupera su facultad de crear. Hombre de la modernidad, padece la falta de papel. Vuelve a la ciudad en procura de medios que le resultan imprescindibles. El avión lo espera. Al despegar rumbo a la ciudad proveedora de los bienes necesarios, está cerrando, sin saberlo todavía, las posibilidades de regreso al paraíso momentáneamente recobrado.

La vida moderna nos hace depender de una red infinita de personas invisibles sin nombres ni rostros identificables. Al despertar cada mañana, debemos recibir agua y luz, tenemos acceso a información procedente de lugares distantes. El pan del desayuno está hecho de trigo cultivado en algún país lejano. Atravesó mares para llegar al puerto desde donde será enviado a un molino para hacer harina transportada hacia la panadería, horneada entonces por alguien que permanece en la trastienda. Al igual que las necesidades, los oficios y las profesiones se multiplican. Cada contribución tecnológica genera nuevas demandas técnicas. Una cadena de tareas ocultas existe tras el funcionamiento de los celulares y las computadoras cada vez más interrelacionados a nuestra cotidianidad. Este universo de complejísimas relaciones de interdependencia requiere ordenamiento jurídico y desarrollo de conciencia ciudadana. De no haber reglas de juego reconocidas y aceptadas por todos, el caos, verdadera guerra entre individualidades desorbitadas, interferirían con el buen vivir de cada cual. Para establecer los principios del vivir colectivo, las sociedades constituyen un cuerpo jurídico al servicio de los intereses hegemónicos. Así pudo adquirir legitimidad la conversión del ser humano en mercancía mediante la compraventa de esclavos. En su proceso de construcción, nuestra sociedad ha estructurado leyes que conciliaron la defensa de principios esenciales y la respuesta concreta a situaciones emergentes. La aplicación de la ley expresa, en el transcurso de la vida cotidiana, los conceptos que preservan la nación así como los derechos y deberes del ciudadano.

Los encargados de impartir justicia y de garantizar el orden son servidores públicos. Tan delicada función impone una alta exigencia ética. La imagen de la justicia suele caracterizarse por una banda que cubre los ojos y una mano que sostiene la balanza. Abogados, jueces y mantenedores del orden están comprometidos con una ética tan rigurosa como la que preside la actitud profesional médica. La sa­lud del cuerpo y la protección de la vida humana son inseparables de la salud de la sociedad. Con una venda en los ojos, la justicia debe colocarse por encima de compromisos mezquinos, de falsas nociones de amistad y resquicios abiertos al soborno, a la corrupción, males que gangrenan los pilares de un proyecto social fundado en la equidad, en la protección de los sectores más vulnerables, en el reconocimiento al mérito y en la igualdad de oportunidades con vistas al desarrollo personal y colectivo.

El clarín mañanero tiene que despertar los códigos de ética que amarillean en carpetas bien guardadas, sacudir el polvo que recubre la letra muerta y traducir los principios abstractos en la práctica cotidiana de un quehacer de todos, orientados a barrer de las calles lo feo y lo sucio, plantas parasitarias que amenazan con contaminarnos.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-10-23/etica-profesionalidad-y-vida-cotidiana-23-10-2016-22-10-26

Imagen de archivo

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Comentarios al Acta del XXII Congreso Nacional de Historia Sobre política científica y ética

Entrevista a: Felipe de J. Pérez Cruz

En el debate sobre la situación de la historia en el país, su investigación y enseñanza acredito que existe un conjunto de problemáticas que debemos atender y resolver. En los últimos años hemos debatido sobre el contenido, organización y trascendencia de los congresos nacionales de Historia, tradición de eventos fundada por Emilio Roig de Leuchsenring desde 1942, que felizmente rescató la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHC). Soy de los que considera que estos Congresos deben de repensarse desde la propia tradición democrática y científica forjada por Roig de Leuchsenring, y en tal propósito trabajé con los asociados de la capital en la organización de los congresos de esa provincia en los últimos once años. A la vez he hecho llegar a la dirección de la UNHIC mis criterios y sugerencias en relación a cómo deben realizarse los congresos.

Recién conocí de la publicación del Acta del XXII Congreso Nacional de Historia, realizado en abril pasado, en la hermosa ciudad de Holguín, y con preocupación observo en lo que se lee en el documento y en varias resoluciones, que los posicionamientos inadecuados y las decisiones desacertadas, lejos de resolverse, se acentúan. Entre un número significativo de objeciones, me referiré a las que en mi opinión resultan más significativas en el orden de la política científica y de la ética que nos merecemos.

¿Qué aportó el XXII Congreso?

Un primer hecho que se nota en el Acta es la ausencia de definiciones de aporte. Conozco la calidad de las investigaciones que nutrieron las presentaciones de la delegación habanera al XXII Congreso, y estoy al tanto de los resultados y temas que se trataron en las ponencias de no pocos de los colegas de otras asociaciones provinciales. Hay en el país un crecer significativo en calidad, en definición de resultados de impacto, y sin dudas esta realidad debió caracterizar el hacer en las comisiones de discusión. Sin embargo, lo primero que resulta significativo en el Acta, es la ausencia de una evaluación cualitativa de los resultados historiográficos generales del Congreso. ¿En qué fue importante el XXII Congreso para las ciencias históricas, la historiografía, la arqueología, los estudios de patrimonio, la enseñanza de la Historia? ¿Qué trabajos de los presentados, qué autores y temas marcaron diferencias, nuevos aportes? ¿En qué se avanzó o no, respecto al XXI Congreso? Desafortunadamente el Acta no nos ofrece respuestas concluyentes a estas y otras interrogantes fundamentales.

Sé que el exacto balance autocrítico casi siempre es inalcanzable, porque nadie tiene la última palabra, la verdad y la claridad absoluta. No la tiene una persona, ni un colectivo, ni un Congreso. Siempre quedaran aspectos no suficientemente dilucidados, matices por precisar, se harán valoraciones felices o infelices, pero hay que comprometerse con unos u otros criterios, con unos u otros argumentos, sean estos aportados por uno o por varios autores. La defensa de la cultura e historia del país, necesitan de tales tomas de partido. Un Congreso de Historia debe orientar a los cientistas, a los maestros, a los demás intelectuales y artistas, a los trabajadores, al pueblo. Así lo pensó e hizo Emilio Roig de Leuchsenring.

No basta como se lee en el Acta “encargar al Ejecutivo Nacional de la UNHIC que ponga a disposición del Ministerio de Educación las ponencias presentadas en el Congreso referidas a la personalidad histórica del Comandante en Jefe Fidel Castro y las posibilidades de su utilización en la enseñanza de la Historia de Cuba. El Congreso –si de la tradición fijada por Emilio Roig de Leuchsenring se trata- se reúne para conocer y precisar los aportes, los nuevos conocimientos, no para entregar un grupo de ponencias. En todo caso habría que entregar al MINED, los documentos de consolidación de resultados de investigación, las monografías y artículos que demuestran que lo dicho en las ponencias, constituyen resultados de ciencia, vistos, aprobado y certificado por los órganos académicos correspondientes.

Los Congresos como nos enseñó Roig de Leuchsenring, no pueden pensarse como un desfile de ponencias, cuyo más inmediata consecuencia será la de engordar currículos. El programa científico de los congresos, se consume además en presentaciones adicionales de invitados. Podemos organizar giras de los Premio Nacionales y de otros especialistas, cursos pre y post congreso, y muchas otras actividades de promoción, pero el espacio del Congreso, el tiempo de los delegados debe ser respetado para analizar y discutir sus trabajos, sus puntos de vista, este es el propósito convocado.

La organización de la presentación de los delegados, debe introducir fórmulas más modernas y prepositivas. Todo en atención a que los temas que se acordaron para la agenda del Congreso, sean acotados y significados con los aportes personales y colectivos. Hay que educar y exigir calidad, develar que parece pero no es, dónde está la joya –aunque esté en bruto-, y rechazar el refrito casi siempre vendido en finas y cuidadas formas gramaticales. No puede terminar un Congreso, sin producir resoluciones que planteen lo nuevo, lo avanzado, y también lo polémico. Hoy muy poco de esto se hace. El Acta y los documentos a los que he tenido acceso lo confirman.

Hoy que salvar el Congreso de los discursos “emulativos”. Cuidarnos de los falsos protagonismos. Dar a conocer cuáles son los historiadores y las historiadoras, los colectivos y las instituciones, que marcan la dinámica del debate y la construcción de conocimientos desde los propios resultados presentados y validados.

Nuestro país trabaja por la máxima equidad y en buena y significativa proporción lo ha logrado. Pero aún los acumulados históricos pesan. En la Habana y en tres de las capitales de provincia, se concentran junto con las comunidades culturales y universitarias de mayor tradición en la investigación histórica, los centros académicos más importantes del país, realidades que crean condiciones más ventajosas en esos territorios para la labor de los asociados a la UNHIC. Las diferencias en tradición y aseguramientos, se reflejan en el Congreso Nacional de Historia, donde los colectivos de las referidas provincias prácticamente totalizan el 85% de las ponencias presentadas en los últimos congresos nacionales. No se aprecia en el Acta, que el XXII Congreso haya puesto su atención en buscar fórmulas activas, que permitan una participación realmente nacional, en la perspectiva de lograr que los congresos impacten en todo el territorio y contribuyan a generar nuevos incentivos para el pensamiento, la investigación y el activismo histórico, en aquellas regiones de menor desarrollo relativo. El Acta refleja que lejos de pensar en la masificación de la cultura y la ciencia histórica, desde el propio acto de su debate y construcción dentro del Congreso, asistimos a un fortalecimiento de las tendencias academicistas.

Los objetivos de trabajo del Partido: La más significativa ausencia

Hubiera sido de interés que el XXII Congreso valorara la labor académica desarrollada por la UNHIC, alrededor de los Objetivos de Trabajo del Partido, aprobados en la Primera Conferencia Nacional del Partido, en enero del 2012.

Sin dudas la labor de la academia cubana, no puede ser reducida a las prioridades partidistas por muy estratégicas que estas sean. Más allá de lo importante y urgente para el Partido, siempre habrá un amplio universo de intereses y necesidades a atender. Sin embargo, lo importante y lo urgente en criterio del PCC, reclamaba la atención del XXII Congreso y más: Haber llegado a la reunión científica de Holguín, con un conjunto de resultados de ciencia y propuestas.

Con certeza se ha precisado cómo desde los centros de la propaganda imperialista y anticubana, está en marcha un millonario y bien organizado programa de desmontaje de la historia nacional, pero no interiorizamos suficientemente que el problema fundamental está en que carecemos de una estrategia de construcción de nuestra propia historia. En esta ausencia, la atención tácita a la demanda partidista no es solo un hecho de “procedimiento”, funciona sobre todo como eje orientador para la acción y la labor cienciológica. A falta de otros objetivos que debieran formularse en relación con la Historia, la función directriz la cumple en particular el Objetivo No. 641, aprobado en la citada Primera Conferencia Nacional del Partido.

Trabajar sin eje orientador, nos da por resultado el listado de asuntos inconexos que refleja el Acta del XXII Congreso.

¿Fortalecer la unidad?

El Objetivo No. 64 solicita “fortalecer la unidad”, el Acta nos informa que la prioridad fijada en el XXII Congreso estuvo en “profundizar en las indagaciones sobre el federalismo en diversas regiones y localidades y sus personalidades representativas, asumiendo fundamentos teóricos que permitan conclusiones más acabadas y establecer los puntos comunes existentes”.

¿Ya está agotado el estudio sobre la construcción histórica de unidad revolucionaria? Sin dudas hay abordajes muy enjundiosos sobre la Guerra de los Diez Años, pero tal cualidad escasea en la guerra del 1895, mientras, permanece semi-develado el difícil periodo entre guerras, solo atendido con cierta holgura en las figuras centrales de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez. Los avatares de la unidad en la república solo cuenta con el énfasis, no pocas veces de la mano del anticomunismo, sobre el dogmatismo sectario de dirigentes del primer Partido Comunista, como si no hubieran existido múltiples apasionamientos, tan sectarios como dogmáticos en otras organizaciones y figuras históricas. Tal pareciera -según cierta historia “oficial” de la Revolución que aflora con bastante frecuencia-, que Fidel Castro fue siempre considerado un iluminado, atendido y seguido por todos, y que la rebelión trascurrió por unanimidades entre los líderes y combatientes de las distintas organizaciones. El Fidel de las dificultades, frente a incomprensiones, disensos y traiciones, el hombre que reencarnó a José Martí en la tarea gigante de forjar la unidad ideológica y política de todos los patriotas, permanece aún en la sombra por la falta de estudio e introducción de lo hasta ahora develado. La tarea titánica de forjar el Partido único de la Revolución, la conducción del tránsito desde el pluripartidismo revolucionario al nuevo Partido Comunista, sus avatares y retos, no se conocen por las nuevas hornadas de militantes. Ni siquiera por estos días de jubiloso aniversario por sus noventa primaveras, hemos sido capaces de abordar en profundidad esta arista fundamental de nuestro fundador.

La historia real y compleja de la unidad entre los revolucionarios, es un capítulo principal, pero no agota la historia de la unidad nacional: Este temática tienen mucho que decirnos sobre el presente, su valor para la prospectiva es incalculable. Me pregunto cómo pudo faltar esta prioridad en el inventario que hace el Acta del Congreso, más cuando sabemos que el tema estuvo presente o fue referenciado en varias de las ponencias presentadas. Las inconsecuencias que apreciamos nos obligan a preguntarnos también, si el énfasis del Acta por el tema del federalismo y sus figuras, se concibe como parte de las problemáticas de la unidad nacional en tanto objeto de estudio, o en su diferencia responde a intereses particulares, locales o sectoriales.

¿El internacionalismo y los estudios internacionales?

No solo el tema del federalismo aparece colgado, sin asideros en una lógica programática de política científica. Tal situación salta en todo el documento, y gravita sobre otros asuntos tratados con notable superficialidad. En orden de trascendencia no puedo dejar de mencionar el tema del internacionalismo.

El Objetivo No. 64 propone “promover la comprensión” sobre “la tradición patriótica, cultural, solidaria e internacionalista de nuestro pueblo”. El Acta nos informa que la prioridad fijada en el XXII Congreso, estuvo en “ampliar las investigaciones sobre el papel desarrollado por los internacionalistas cubanos contra el nazi fascismo durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente su incursión dentro de los ejércitos aliados. ¿Nos preguntamos –y solo referimos el siglo XX-, si ya está agotado el estudio de la participación en la Revolución Mexicana o en defensa de la República Española? ¿Cuándo vamos a dar atención al estudio del internacionalismo en la época de la Revolución: 380 mil cubanos y cubanas pelearon en África, antes y durante las grandes epopeyas de Angola y Etiopía, y cientos, más anónimos aún, lo hicieron en Viet-Nam, en Argentina, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Granada, y en muchos otros escenarios del movimiento antimperialista y de liberación nacional? La gesta boliviana de la guerrilla del Che, que puede parecer “estudiada”, reclama de la mirada desde la historiografía cubana. Ante estos retos, según el Acta que citamos, la UNHIC se propone solo prioriza el estudio de la participación cubana en los ejércitos aliados durante la II Guerra Mundial.

Centrar la mirada en “los ejércitos aliados”, habla de una pluralidad que debe ser precisada. Hay estudios sobre la participación de jóvenes comunistas cubanos en el Ejército Rojo, pero ¿está la presencia cubana agotada con lo ya publicado? ¿Nos referimos en concreto a potenciar el estudio de la participación cubana dentro del Ejército estadounidense?: Sin dudas esta última es una deuda de estudio, y se la debemos a nuestros pueblos –al cubano y al estadounidense-, a su amistad y colaboración.

Asumir la deuda que refiero es tan importante para los dos pueblos, como conocer –no olvida y sacar lecciones- de la colaboración militar y de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos, con la dictadura de Fulgencio Batista, y si en el plano militar internacional se trata, se precisa develar el enfrenamiento de nuestros internacionalistas con los boinas verdes, los marines, la CIA, el terrorismo de Estado, los bandidos de la contra y la metralla “made in USA”, que asesinó en Viet Nam, Bolivia, Nicaragua, Guinea Bissau Angola y Granada a nuestros compatriotas, a cubanos en misión militar, y a maestros, constructores, tecnólogos, diplomáticos y otros trabajadores civiles. Es asumir que el crimen de Barbados contra un avión civil cubano, fue el resultado de la histeria y venganza de Henry Kissinger, por la participación cubana en la derrota del plan de la CIA con Sudáfrica, para impedir en 1975 la independencia de Angola y la victoria del marxista Agostinho Neto y de la guerrilla antimperialista que comandaba.

Si de la URSS se trata, tendríamos que escribir la hermosa historia de la colaboración militar soviética en Cuba, y con Cuba en otras partes del mundo. Relación que junto a la hermandad combativa de los pueblos, fijo no pocos puntos de confrontación política con la dirección soviética. Desencuentros antes y después de la Crisis de Octubre de 1962.

Estos temas de colaboración tienen un parte aguas, que la UNHIC no puede obviar al establecer sus intereses: Sin dudas pueden encontrarse en los Estados Unidos y Rusia, serios proyectos académicos, que estarían interesados en apoyar los estudios sobre la colaboración cubana en la lucha contra el fascismo durante la II Guerra Mundial. Este es un tema que se mueve en el universo historiográfico de ambos países. En su diferencia, salvo excepciones, para estudiar la labor internacionalista cubana y su enfrentamiento con los asesores y oficiales de la CIA y el Pentágono, en el terreno internacional, o la gesta internacionalista soviética vinculada a Cuba; no abundan las contrapartes. Los apoyos financieros tienen que gestionarse fundamentalmente en y dentro del Estado cubano, y este es un campo sobre el que la UNHIC debiera pronunciarse, donde hay que explicar persuadir y convencer a camaradas que no son historiadores y si deciden los esquemas de recursos.

Colocar el Objetivo No. 64 en el punto de mira del XII Congreso, hubiera contribuido además a percatarse de la ausencia de prioridad que se mantiene en los Congresos Nacionales de Historia y en la UNHIC, sobre la Historia de América y Universal, pues incluso las referencias que se hacen en el Acta a los temas internacionales, se dirigen una y otra vez al escenario cubano, y no a la búsqueda de las interacciones particulares y universales de la historia nacional con la historia regional y mundial. Loable propósito este, que esta formulado con precisión en el objetivo partidista.

No solo de política académica se trata

El inventario problémico sobrepasa los temas de política de ciencia. El análisis del Acta del XXII Congreso Nacional de Historia, nos confirma que en la perspectiva de sus organizadores, además de obviarse la promoción y evaluación de los objetivos de trabajo partidistas, ni siquiera se consideró importante para el propio desarrollo del trabajo en el XXII Congreso, la cercanía en tiempo y escenario con el VII Congreso del PCC.

Me cuentan que el VII Congreso del PCC si fue comentario y debate continuo entre los delegados al XXII Congreso Nacional de Historia, imposible que no lo fuera no solo por la inmediatez de la realización del cónclave partidista, sobre todo por la activa y comprometida militancia comunista -con carnet y sin el-, que se aprecia dentro de los miembros de la UNHIC. Ya en las circunstancias, ni el clima de debate nacional que se producía, ni las inquietudes que se intercambiaban en los pasillos del propio XXII Congreso, movieron la reflexión de los directivos hacia una agenda donde tuvieran cabida los objetivos y temas históricos, que la vanguardia revolucionaria cubana acababa de discutir. La agenda del XXII Congreso se mantuvo incólume, tal como había sido “aprobada” meses antes.

La disonancia en la orientación política, se acompañó en el XXII Congreso con otras debilidades. Emilio Roig de Leuchsenring en los Congresos Nacionales de Historia fijaba el nuevo conocimiento y los temas de política en resoluciones, que luego recibían la divulgación apropiada y adquirían un carácter orientador. La UNHIC no había asumido esta importante tradición, hasta que la misma fue retomada por la asociación de la capital en su Congreso Provincial del 2014, que se pronunció por aprobar un grupo de resoluciones sobre varios temas de trascendencia historiográfica, cultural, educacional y política. Pero lejos de apoyo y debate sereno, las resoluciones presentadas por la asociación de La Habana en el XXI Congreso Nacional de Historia -celebrado en Camagüey en el 2014-, concitaron una sostenida resistencia por parte de los directivos de la UNHIC Nacional. La discusión de varias de estas resoluciones fue postergada para el XXII Congreso Nacional, para dar inició un escabroso proceso de consultas. En el Acta queda “resuelto el problema”. A propósito se lee que “a partir de la organización del XXI CNH, el Comité Ejecutivo Nacional aprobó…la no admisión de Resoluciones en paralelo por parte de las filiales en tanto los acuerdos o resoluciones tomados en los CNH deben ser resultados del debate de las ponencias aprobadas por Comisión Nacional de Admisión”. Cerrar, negar, impedir: la tendencia  a la intransigencia burocrática y al dogma prevalecen en este pensar-hacer de los directivos de la UNHIC Nacional. Ni hacen en la certera tradición de Roig de Leuchsenring, ni permiten que otros compañeros en las bases lo hagan.

Trampas y trucos

Según el Acta “se discutieron” las Resoluciones presentadas por la asociación habanera sobre la resistencia indígena y el título honorífico de Mariana Grajales Cuello como Madre de la Patria, pero no se explica por qué para tales reuniones, no se coordinó la presencia de los autores principales de las propuestas que se iban a “debatir”. En contraste, cada vez que desde los espacios habaneros invitamos para estos dos temas, el debate fue eludido por los directivos y los comisionados nacionales. Todos estaremos de acuerdo en que con diálogo de sordos, exclusiones y procedimientos tramposos, no llegamos a ninguna parte ni en ciencia ni en Revolución: De hecho retrocedemos a la moralidad nauseabunda del mundo burgués.

“Las perchas” como procedimiento de la politiquería burguesa, introducen en un debate congresional de un tema principal, otro que nunca antes se trató, para obligar y/o pasar desapercibida su aprobación dentro del conjunto. Cuando el 28 de febrero de 1901, el senador Orville H. Platt propuso enmendar la Ley de Gastos del Ejército de los Estados Unidos, incluyendo en ésta una cláusula sobre las relaciones con Cuba, nacía la inmoral Enmienda Platt. Hasta hace muy poco con tales procedimientos, la extrema derecha del país del Norte y la mafia terrorista cubano americana, han logrado aprobar las más criminales leyes anticubanas, Y por asombroso que pueda parecer, tan inmoral proceder se permitió en el XXII Congreso. Así se informa en documento de dictamen adjunto al Acta, que en el “proceso” de discusión de la Resolución sobre la resistencia indígena, en una reunión convocada por la dirección nacional de la UNHIC, se apreció coincidencia en torno a varios puntos”, y uno en particular afirma el “peligro ante las manipulaciones que supuestos “grupos de aborígenes cubanos” han promovido como fórmula de legitimación de intereses espurios”.

Ya nos referimos a que los autores de las Resoluciones, no participamos en las citadas reuniones, pero dado el caris de la declaración que se hizo en el dictamen presentado al XXII, resulta imprescindible precisar que tal afirmación no nos pertenece. Debemos declarar lo inadmisible de que este tipo de planteamientos se introduzcan en la UNHIC, y se intenten acreditar, en el debate que personal y colectivamente abrimos. No puede prestarse la UNHIC Nacional para hacer ataques groseros y veladas acusaciones. Menos implicar en tales procederes a las instituciones y colectivos científicos que se listan como participantes en la reunión donde se acredita que el malsano criterio fue tomado como acuerdo. Si hay elementos sobre los puntos de acusación que se enarbolan, quien o quienes los sostengan deben exponerlos de manera clara y pertinente, interpelando directamente a las personas y/o a los grupos que se consideren de intereses espurios, asumiendo no está demás precisarlo, junto con el debate académico, la responsabilidad política y legal de sus denuncias. Eso es lo ético, lo revolucionario.

Hay cómo hacer

Felicito el esfuerzo y la labor que desde Guantánamo condujo el responsable de coordinar el taller, que evaluó la Resolución sobre las invasiones británicas de 1741 y 1762. No hay casualidad en la aparente paradoja: Desde la profundidad del oriente cubano, se coordinó el citado taller realizado en la Habana. Se actuó con eficiencia organizativa, transparencia y camaradería profesional. A diferencia, compañeros que viven y trabajan en la propia capital, fueron incapaces de articular similar tarea para tratar el tema aborigen.

Pienso que la UNHIC, asociación con más de 5 mil profesionales revolucionarios, está en plenitud para hallar soluciones a estos problemas. Hay trabajo, resultados y vergüenza suficiente, para exigir las rectificaciones a los compañeros y compañeras que en el Secretariado Nacional de la Unión encabezan el mal hacer, a los que a sabiendas dejan correr el error, y sobre todo a los confundidos –no pocas veces obnubilados por el culto a las jefaturas- consensan y aprueban. Tenemos por demás Estatutos y un Código de Ética, para dirimir los asuntos de nuestra competencia.

Con tanto que hacer para el bien de la memoria patria, en tiempos que se incrementa la guerra de pensamiento que se nos hace, no podemos permitirnos perder un minuto en querellas de pésima política, traspiés y engañifas. Hay que cortar rápido y por lo sano.

Para que las señaladas y otras insuficiencias no ocurran, con el propósito de acompañar a las asociaciones no gubernamentales en el desarrollo de sus objetos sociales, la Ley de Asociaciones de la República, concibe la fórmula de la responsabilidad institucional, que como órganos de relación, deben tener los institutos estatales. En el caso de la UNHIC, se impone que el Ministerio de Cultura colabore más con la dirección de la Unión, en el propósito de solucionar las causas disparadoras de las situaciones a que hecho referencia. Recomiendo que para ello, la actual dirección ministerial comience por evaluar si los funcionarios que deben cooperarnos están en condiciones de hacerlo.

El Acta del XXII Congreso Nacional de Historia también nos compele a debatir en el orden propiamente académico, pero este sería asunto para otros comentarios. Primero, lo primero: La política y la ética, y sobre todo la ética de la política.

Nota:

1 El Objetivo No. 64, orienta: Perfeccionar la enseñanza y divulgación de la Historia de Cuba y de la localidad en el interés de fortalecer la unidad nacional y promover la comprensión sobre el origen y desarrollo de la nación, la consolidación de un pensamiento propio y la tradición patriótica, cultural, solidaria e internacionalista de nuestro pueblo. Profundizar, además, en la Historia de América y Universal para una mayor comprensión de los procesos que rigen el desarrollo de la humanidad.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217888

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¿Es posible vivir bien?: Un libro de Pablo Solón

Por Pablo Solón

Resultado de imagen para es posible vivir bien pablo solonEstamos viviendo una crisis sistémica que sólo puede ser resuelta con alternativas sistémicas. Lo que la humanidad enfrenta no es sólo una crisis ambiental, económica, social o institucional. Esta es una crisis de la humanidad y del sistema de la Tierra. Es una crisis sistémica provocada por un conjunto de factores entre los cuales destaca la búsqueda incesante de ganancias del sistema capitalista a expensas del planeta y la humanidad. Este sistema está llevando a la extinción de especies, a pérdidas importantes de la biodiversidad, a la degradación del ser humano y a sobrepasar los límites absolutos de la naturaleza. Esta no es una crisis cíclica, más del capitalismo, en la que después de sufrir una depresión se recupera con cifras récord de crecimiento para continuar su expansión. Esta es una crisis mucho más profunda que se ha extendido a todos los aspectos de la vida en la Tierra y que ahora tiene dinámica propia sin posibilidades de revertirse en el marco del sistema capitalista.

No hay una sola alternativa. Hay muchas alternativas.  Algunas vienen de los pueblos originarios como el “Vivir Bien”. Otras, como el “Decrecimiento”, se construyen en las sociedades industrializadas que han sobrepasado los límites del planeta. La “Desglobalización” es una reacción al proceso de globalización de las transnacionales. El “Eco-socialismo” es un intento de repensar las alternativas desde una perspectiva no antropocéntrica. La “Soberanía alimentaria” es una
propuesta que desarrolla las alternativas concretas que nacen desde los pequeños agricultores, los campesinos y los pueblos indígenas. El “Eco-feminismo” aporta la dimensión de las mujeres esencial para superar el patriarcado que se enlaza con el antropocentrismo. Los “derechos de la Madre Tierra” buscan construir nuevas formas de relacionamiento con la naturaleza. La propuesta de “los comunes” enfatiza la autogestión de las comunidades humanas. La “economía solidaria”, la “economía para la vida”, la “economía de transición”…todas aportan desde diferentes perspectivas. Todas tienen fortalezas, limitaciones, contradicciones y puntos en común. Todas son propuestas en construcción. Son piezas de un rompecabezas que tiene múltiples respuestas y que se altera con el agravamiento de la crisis sistémica. Nuestro propósito es entender estas alternativas en su devenir, identificar sus potencialidades y buscar la complementariedad entre estas distintas visiones para hacer frente a la crisis sistémica.

En esta publicación nos centraremos en una de estas propuestas: el Vivir Bien (Bolivia), Buen Vivir (Ecuador), el sumaq qamaña (aymará) o el sumak kawsay (quechua). Nuestro objetivo es analizar el proceso de construcción del concepto del Vivir Bien, destacar algunos de sus elementos esenciales para la construcción de Alternativas Sistémicas, evaluar lo que ha sido su implementación en Bolivia y Ecuador, -con mayor énfasis en el primer país por el involucramiento y conocimiento del autor- e intentar dar una respuesta a una pregunta que muchos se hacen después de una década de gobiernos progresistas en los Andes ¿Es posible el Vivir Bien más allá de la comunidad indígena?
¿Después de una década de gobiernos que abrazaron esta visión indígena, nos hemos acercado a su comprensión
e implementación? Y si nos hemos perdido en el camino ¿cómo retomar la senda del Vivir Bien?

Para descargar el libro: http://www.rebelion.org/docs/213302.pdf

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Nuevos roles en la educación…Todo un reto!!

07 de septiembre de 2016 / Por: Jenyree Alvarez / Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/

La educación transformadora e innovadora tiene como misión el ser humano. Así como, la construcción del conocimiento como forma para reconocer nuestra realidad sociocultural y así  resolver problemas desde el quehacer educativo.

Esta misión permite relacionar el ser– competencias antropológicas- con el saber- competencias académicas- y con el saber hacer- competencias ocupacionales, y desarrollar la capacidad de sentir –competencias afectivas, pensar- competencias cognitivas-, y actuar- competencias éticas y morales – de quien aprende.

De allí que, para crear espacios transformativos deben generarse nuevas alternativas educativas y pedagógicas, que replanteen el cambio de roles en los agentes educativos:

?El educando-líder emprendedor como sujeto y agente activo de su propio desarrollo, constructor de su propio proyecto de vida y de sus propios aprendizajes; autónomo, significativo y colaborador; artífice de la construcción de su propia cultura y de su propio futuro y devenir.

El educador-mediador como promotor del bienestar y el desarrollo humano; como facilitador de los aprendizajes y del desarrollo bio-psico-social, afectivo y cognitivo de los educandos; como orientador en la construcción de los conocimientos disciplinares, los contenidos del aprendizaje y el desarrollo del pensamiento científico desde uno estándares de calidad; como formador de líderes transformadores y de mentes emprendedoras, eficientes, eficaces, efectivas y con excelente desempeño en los campos del saber y en la práctica cotidiana; como ingenioso, creador, innovador e inventor, con pensamiento divergente, de estrategias pedagógicas, didácticas, curriculares y evaluativas coherentes y pertinentes.

?Los nuevos saberes relacionados con los nuevos aprendizajes antropológicos, afectivos, éticos, morales, axiológicos, espirituales y ciudadanos –aprender a ser, sentir, pensar, actuar, vivir y convivir– y, los nuevos aprendizajes académicos, científicos, laborales, ocupacionales, cognitivos, investigativos, tecnológicos, de liderazgo y emprendimiento –aprender a saber, saber hacer, pensar, aprender, liderar y emprender.

?Las condiciones del entorno expresadas en los contextos histórico, familiar, social, económico, político, cultural, ambiental, ético, científico y tecnológico en los que se da la acción educativa y las concepciones y prácticas pedagógicas que permiten poner a operar los nuevos roles.

Este cambio de roles exige actualizar los fundamentos educativos filosóficos, psicológicos, epistemológicos, sociológicos y pedagógicos tradicionales y, con ello, responder a las tareas del desarrollo humano, la educación por procesos, la construcción del conocimiento, la transformación sociocultural y la innovación educativa y pedagógica.

Fuente artículo: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2007

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La Ciencia y la Ética

Por. Luis Montero Cabrera

La necesidad de conocer lo nuevo es uno de los ingredientes más notables de la conciencia humana. La propia supervivencia de una especie como la nuestra ha basado su progreso en este mundo sobre la base de adaptarlo a sus necesidades. Los que no se interesaban por conocer lo nuevo que les permitiera vivir, o vivían peor o no vivían para reproducirse.

Lo que llamamos ciencia en la contemporaneidad es precisamente la forma sistémica de conocer lo nuevo a nivel tanto individual como social. La ciencia moderna ha ido creando y sigue perfeccionando métodos para que las verdades encontradas sean verificables por todos y por lo tanto sean patrimonio de todos.

Sin embargo, aunque el conocimiento humano no tiene límites intrínsecos pues nadie puede impedir que algo cognoscible se conozca, la utilización de esos conocimientos tiene que tenerlos, sobre todo a nivel social. Las sociedades modernas se basan en leyes que impiden el daño a otros. Las culturas occidentales tienen códigos de ética compartidos: honrarás a tus padres, respetarás tu pareja, no matarás, no robarás, no calumniarás ni mentirás, no codiciarás lo de otros, son parte de los mandamientos bíblicos de Moisés, adoptados de facto por casi toda la humanidad, creyente o no. Significan una base esencial de convivencia civil. Por ello nadie debe usar algo que conoce para dañar a otro o a la sociedad. Y esa pudiera ser una base simple de la ética científica. Pero esta ética tiene peculiaridades. El robo de saberes, la envidia de la sabiduría de otros, datos inciertos reportados como comprobados, al daño a otros basado en competencias, le son problemas más atinentes.

La historia tiene pasajes ilustrativos. Se cuenta que un monje italiano que se hizo llamar Giordano Bruno expuso ideas acerca del cosmos basadas en los postulados de Copérnico y que eso le costó la vida por la intolerancia de sus coetáneos a lo nuevo. Muchos lo consideran como un mártir de la libertad de las ideas científicas y por ello tiene un monumento en la Plaza Nabona de Roma, donde mismo fue quemado vivo en el año 1600 DC.

Un episodio interesante ocurrió en nuestra Patria. Carlos J. Finlay publicó en Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, 18 : 147-169 un artículo aparecido en 1882 titulado “El mosquito hipotéticamente considerado como agente trasmisor de la fiebre amarilla”. Este artículo fue traducido en colaboración con el propio Finlay y apareció en ingles en New Orleans Medical and Surgical Journal, 9 : 601-616, en el propio año. El asunto fue incluso planteado por Finlay en la Conferencia Sanitaria Internacional que tuvo lugar en Washington, DC, en 1881. Sin embargo, en el año 1929 se emite una “Medalla de Oro del Congreso” de los EEUU para un grupo nominal de personas “en especial reconocimiento al alto servicio público rendido y por las afecciones contraídas en el interés de la humanidad y la ciencia como sujetos voluntarios para las experimentaciones durante investigaciones de la fiebre amarilla en Cuba”. En 1956 y 1958 se adicionaron sendos nuevos nombres a esa lista. Pero en la lista sigue sin aparecer el de Finlay, el protagonista principal comprobado de uno de los descubrimientos biológicos de mayor trascendencia del siglo XIX. Por cierto, este hecho tiene muchos aspectos interesantes que bien podrían motivar nuevos comentarios ulteriores, aunque lo tomemos aquí solo para ejemplificar un caso lamentable de afrenta a la ética científica.

Más recientemente en el siglo XX, un oportunista de la ciencia llamado Trofim Lisenko, en la antigua URSS, llegó a ser nombrado en un cargo burocrático tan extraño hoy en día en la ciencia como “director de genética” de la Academia de Ciencias de la URSS. ¡Como si alguien pudiera decidir lo que es bueno y malo en la genética aparte de los conocimientos que puede aportar la ciencia y la investigación de todos! Su influencia en la ciencia soviética fue enorme y la imposición de sus puntos de vista personales hizo que ese inmenso país, lleno de brillantes inteligencias, en general ignorara o calificara como idealistas o antidoctrinarios algunos descubrimientos universales tan importantes como el del ADN en 1953. Sus polémicas acerca del conocimiento científico, desde el poder, llevaron a que un colega tan serio y prestigioso como Nikolai Vavilov fuera arrestado en 1940 y condenado a muerte en 1941. Su pena fue conmutada por la de prisión, pero murió en ella en 1943, en difíciles condiciones. Más tarde la memoria de Vavilov fue rescatada en la propia Unión Soviética y su nombre lo ostenta hoy un importante centro de investigaciones ruso. El irrespeto por la ética y la ignorancia de los propios principios filosóficos que decían promover algunos hicieron que un experimento social formidable, como pudo ser la URSS, se manchara irremediablemente en el campo del saber donde debió ser campeona y ejemplo.

Tomemos el caso de la ciencia más contemporánea. La ingeniería genética ha logrado intervenir con toda conciencia en la información que trasmite una célula reproductiva para la generación de un nuevo ser vivo. Esto le permite potencialmente al ser humano crear individuos, animales o vegetales, cuyos genes no son todos producto de sus progenitores ni de sus propias mutaciones casuales. Es la ilusión de la novela de Frankenstein hecha realidad pero sobre bases absolutamente posibles y conscientes. Se está usando para muchos propósitos en beneficio de la humanidad. Por supuesto que también puede usarse en perjuicio, como casi cualquier conocimiento nuevo y su aplicación. Lo que impide que nos dañemos es la ética científica, nuestras leyes escritas o no que proscriben el uso del saber para afectarnos negativamente de cualquier forma. Lo incorrecto es ignorar o perseguir el saber, y menos por sospechas de que pueda ser perjudicial.

Existen hoy prácticas agrícolas para promover la producción más conveniente que se basan en la biotecnología. Ya hemos comentado como más de un centenar de personas cuyo aval científico es el de haber obtenido un premio Nobel emitieron un documento apoyando cultivos transgénicos no comerciales frente a posiciones contrarias de algunas organizaciones que argumentan la defensa a ultranza del medio ambiente. Se trata de defender el nuevo saber, con ética, frente a posiciones irreflexivas que se edifican sobre ideas conservadoras e intransigentes. Es de toda justicia rechazar el uso del conocimiento para mentir, engañar, y robar al ignorante inocente, en lugar de instruirlo y ayudarlo a que las nuevas tecnologías formen parte de su cultura y también de sus tradiciones. Pero escontra natura de la condición humana rechazar el conocimiento, por nuevo y riesgoso que sea. Lo racional es apropiarse de él lo más profundamente posible para evitar fallos éticos irreparables. La historia así lo enseña.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/09/04/la-ciencia-y-la-etica/#.V80ATlvhDIU

Imagen: www.observatoriobioetica.org/wp-content/uploads/2013/12/Some-lights-and-shadows-in-assisted-reproduction..jpg

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