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Flavia Terigi: “Tenemos un serio problema con la calidad de la educación”

Revista Saberes

Las iniciativas para asegurar las trayectorias escolares de los más pequeños; la inclusión entendida como garantía de aprendizajes y no como mera presencia en la escuela; la dificultad para atender la diversidad no sólo de los que aprenden despacio sino también de los que lo hacen velozmente y la necesidad de reflexionar y generar conocimiento pedagógico por parte de los docentes, algunos de los tópicos abordados en la entrevista a Flavia Terigi.

“Si lográramos darle más visibilidad al comportamiento individual de cada uno y discutir más, con mayores acuerdos de trabajo, sería más complicado que algún maestro se refugie en la privacidad de su aula –que no es tal–, para no ocuparse de lo que tiene que ocuparse, que es que los chicos aprendan”. La frase resume de manera contundente la postura de la especialista en políticas educativas, magíster en Ciencias Sociales con orientación en Educación de FLACSO y profesora de posgrado de las universidades nacionales de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos, para quien es necesario “recuperar mecanismos de evaluación que estén más cerca de la práctica de los educadores”.

Haciendo hincapié en el rol formativo que deben ocupar los directivos escolares, Flavia Terigi apela a la responsabilidad que tienen los docentes en lograr que los alumnos se apropien de los conocimientos: “Los chicos pasan cuatro, a veces ocho, horas diarias en el colegio, 180 días al año, durante 12 ó 13 años de su vida. La escuela tiene una tarea y no se puede excusar en la familia para no realizarla”.

La unidad pedagógica ha sido presentada como una medida que busca asegurar los procesos de alfabetización inicial de todos los niños, y sin embargo ha tenido resistencias ¿cuál es su opinión?

Argentina es un país que tiene históricamente un 10% de repitencia en 1° grado. Si un sistema está diseñado de manera tal que uno de cada diez niños no logra aprender lo que está previsto en el ciclo lectivo, algo está mal en esa previsión. La unidad pedagógica es una medida oportuna, que responde a un problema de diseño histórico del sistema escolar. Ahora, revisar los criterios de evaluación que suele haber al final de 1° grado; dar más tiempo para que los chicos incorporen la cultura de la escuela y se apropien de dos instrumentos simbólicos como la escritura y la numeración, claves para el resto de la escolaridad, y la posibilidad de que un mismo maestro acompañe a sus alumnos en los dos años escolares y se haga responsable del proceso completo del aprendizaje –y de ser necesario produzca reagrupamientos con quienes necesitan un trabajo más específico en esas áreas–, requiere no sólo una norma que lo habilite. Demanda generación del tipo de conocimiento que necesitan los docentes para poder trabajar en esa lógica. Requiere construcción de saber, de investigación, producción de materiales, capacitación, cuya respuesta le corresponde a la política educativa.

¿Por qué cree que ha habido resistencias?

En educación, siempre cuando se trata de generar alguna medida que destrabe las trayectorias escolares de los chicos, muchos actores –no solamente los padres, sino el público en general– consideran que se trata de una medida espuria para maquillar los números. Yo diría que es al revés. Después de 130 años de repitencia –que es la respuesta a las dificultades que experimentan los alumnos para alfabetizarse en el corto plazo–, no hemos logrado revertir la situación, que los niños aprendan mejor. Al contrario. Suele ser la antesala de repitencias posteriores que no pocas veces terminan con el abandono de la escuela: chicos que tienen 11 ó 12 años y están todavía en 4° grado. Todos sabemos que las personas somos diversas y aprendemos a ritmos diferentes. De lo que se trata es que la organización pedagógica de la primaria responda mejor a esa diversidad. No creo que sea la única respuesta, pero sí que en nombre de una supuesta exigencia hemos hecho repetir a los niños durante 130 años sin que luego tengan una escolaridad adecuada. Es momento de pensar si una parte del diseño del sistema vinculada a la repitencia no puede ser modificada en pos de la educación, de que los chicos aprendan y no simplemente que se queden haciendo lo mismo, en el mismo grado escolar.

Inclusión de calidad

Interrogada acerca de si cree que con las distintas medidas de política educativa que se están tomando, se está logrando una mayor inclusión educativa, Terigi es cauta y no generaliza: “Depende mucho de las condiciones en las que el docente lleva a cabo su trabajo, del saber pedagógico con el que cuenta, su capacidad para interpretar las respuestas y producciones de los chicos”.

Se suelen presentar como posiciones antagónicas la inclusión y la calidad educativas, ¿qué piensa al respecto?

A veces los maestros piensan –y se enojan con razón– que cuando les plantean que tienen que incluir, les están diciendo que tienen que hacer que los chicos estén en la escuela a cualquier costo. En el primario hemos logrado la casi universalización y sin embargo no estamos conformes con los logros de aprendizaje. Nosotros tenemos un serio problema con la calidad de la educación, que no se soluciona únicamente por la vía de que los niños estén en la escuela. Deben estar dentro, pero aprendiendo. Las instituciones escolares apuntan a una especie de alumno medio, que es muy distinto al de la realidad. A veces recogemos el desafío de la diversidad sólo con aquellos que tienen dificultades, pero no con los que aprenden más rápidamente que lo que se les puede proponer: ahí tampoco hay recursos acumulados para promover aprendizajes en tiempo y forma. Eso está vinculado con que la primaria está diseñada grado por grado. Yo entiendo que a quien le fue bien se pregunte por qué cambiar, la respuesta es porque hay muchos chicos a los que ese planteo no les funciona, se quedan fuera de la escuela o están dentro y no aprenden.

¿Cuánto tiene que ver en eso la formación y capacitación docente?

Muchísimo. Los maestros estamos formados con un modelo que apunta a enseñar las mismas cosas, al mismo tiempo, a todos y que tiene muchas dificultades para generar situaciones que permitan a quienes ya lograron ciertos aprendizajes seguir profundizándolos, mientras uno se puede detener a trabajar con más cuidado con aquellos que están experimentando algún problema. No hemos desarrollado modos de colaboración entre los chicos –que en otros sistemas educativos del mundo se ponen en práctica– y en cambio promovemos actividades y resultados de aprendizaje individuales.

Por otra parte, hay aspectos que los maestros deben saber hacer –por ejemplo para abordar la unidad pedagógica–, que todavía tienen que ser investigados. Entonces además de la formación de los docentes, también debe haber producción de conocimiento pedagógico, acompañando las experiencias de las escuelas, sistematizando aquello que está funcionando; de manera que ese saber producido localmente por los maestros que logran encontrar soluciones a las situaciones de aprendizaje se pueda extender, hacer disponible para el resto de sus colegas.

En educación, los resultados de las políticas que se implementan no se ven inmediatamente ¿cuándo se podrían visibilizar los resultados de medidas como la unidad pedagógica?

–Los resultados en educación dependen de las condiciones. Si las condiciones son puramente normativas –sin intervenir en la formación docente, sin investigar lo que pasa en las escuelas, sin estudiar la evaluación con más detalle–, nos va a pasar como con muchas otras normas: en el ’93 una ley estableció la obligatoriedad del ciclo básico y 20 años después tenemos una parte importante de jóvenes que no están en la secundaria. Si fueran las adecuadas, me atrevería a decir que en una cohorte escolar –dentro de cinco, seis, siete años– podríamos tener un acumulado de conocimiento. En lo inmediato, lo que va a ocurrir –y eso va a alimentar los peores pensamientos– es que va a disminuir la repitencia; pero acá el problema no es bajar esos índices, sino hacerlo con aprendizajes. El primer ciclo de la primaria es el que requiere mayor atención, porque es donde se empiezan a producir desfasajes etarios y donde los niños producen la entrada a estas dos herramientas semióticas que son la numeración y la escritura.

¿Cómo se generan cambios en educación; qué es primero –el huevo o la gallina–: la normativa o las condiciones?

Si lo planteás así es una especie de sin salida argumentativa. Porque para que ciertas condiciones sean posibles, hay que poder hacer experiencias en las escuelas y si la norma no habilita las experiencias en las instituciones, ese conocimiento no se puede construir. Por caso, hace más de 15 años, el 50% de los chicos en muchas provincias de nuestro país termina la escuela secundaria. Llegamos a un punto de condiciones que amerita declarar la obligatoriedad. ¿Qué cambia eso? Que obliga al Estado a brindar más recursos para que los jóvenes se puedan escolarizar, a modificar la formación de los profesores, a producir conocimiento nuevo. Las normas no inventan de cero: se apoyan en experiencias que han venido funcionando y las habilita en otra escala.

De recursos y condiciones

Terigi, quien es “proclive a un equilibrio entre las normas y las condiciones”, opina que actualmente en algunos aspectos estamos bien y en otros no tanto. Entre los primeros, señala que “comparando lo que ocurría hace algunos años atrás, hay una situación general que es más favorable para la crianza y para que los chicos asistan a la escuela”. Además –indica– “tenemos una mayor sensibilidad en el sistema educativo –por muchos años de trabajo, formación–, que está mucho más dispuesto a la inclusión educativa, a la articulación con el nivel inicial , a la evaluación de lo que se ha hecho hasta el momento”.

¿Cuáles son las mayores dificultades, entonces?

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Tenemos un sistema educativo muy grande y una capacidad técnica, todavía, del Estado nacional y de los gobiernos provinciales que es pequeña al lado de todo lo que hay que atender. Lo que muchas provincias están haciendo, como el caso de Córdoba con la implementación de la unidad pedagógica, es algo acertado: comenzar con una escala más pequeña, experimentando con 200 ó 300 instituciones educativas, que si bien es un número grande es acotado en cuanto a la capacidad técnica para estudiar las mejoras, sistematizarlas y convertirlas después en un conocimiento disponible para todos.

En cambio si una jurisdicción decidiera implementarla masivamente porque solamente hace llegar la norma a las escuelas, es bastante probable que se encuentre al poco tiempo con que nada ha cambiado demasiado porque aunque se haya absorbido el discurso, las prácticas siguen relativamente inmodificadas.

¿Y con respecto a los recursos?

Cuando hablamos de recursos no sólo me refiero a los tangibles (como netbook o edificios), sino a sostener un plan de formación para maestros en servicio o a la capacidad técnica del Estado para acompañar las experiencias de las escuelas; o a que lo que se produce en una propuesta ingrese en el campo de la formación. Son recursos humanos, materiales, producción de textos y conocimientos ad hoc. El sistema ha tenido más recursos para pagar el funcionamiento regular del sistema, o inversiones en infraestructura o en computadoras que para investigar, formar a quienes trabajan, consolidar experiencias y generalizarlas. Las inversiones de bienes, aunque bien vistas, tienen un límite: sin el conocimiento pedagógico, por ejemplo, una netbook se puede convertir en un instrumento para hacer dictado. No necesitamos una computadora para lo mismo que puede ser usado un pizarrón, sino para un tipo de relación con el conocimiento y con un tipo de producción colaborativa que no la podríamos haber realizado en las condiciones anteriores al desarrollo tecnológico.

Hemos hablado del sistema, de los docentes, de los alumnos, ¿qué podemos decir de la familia?

Yo celebro las políticas que contribuyen a fortalecerla en el cumplimiento de sus responsabilidades. Pero la institución escolar históricamente ha hecho mucho más responsable a la familia por las situaciones de aprendizaje de los niños que a sí misma. Cuando un niño de 6 años ingresa a una institución educativa, independientemente de las condiciones en las que tenga lugar su crianza, se abre el espacio de la escuela: no se puede utilizar las diferencias que puedan existir con la familia como una coartada para no hacer lo que se tiene que hacer.

En este marco ¿es necesario evaluar a los docentes?

Los docentes son evaluados todos los años: hay un director que debe asentar en el libro de actuaciones la manera en que estos han cumplido su trabajo. Lo que sucede en muchos casos es que no se aprovecha la herramienta, se iguala a todos como si fueran todos fantásticos, pensando que señalarle al maestro un punto de su desempeño que tiene que fortalecer es hacer una crítica y que eso entre colegas no se debe hacer. Hay una función formativa en el directivo de una escuela que tiene a su cargo profesores y quienes seguramente tienen cosas que saben hacer bien y otras no tanto. No somos todos iguales. No todos asumen la tarea con idénticos niveles de responsabilidad, hay pisos mínimos que el director tiene que exigir. No creo que haya que generar grandes novedades en cuanto a la evaluación, sino hacer reales los mecanismos que ya tenemos. Yo apuntaría a esa función y a un proceso de autoevaluación que dé mayor visibilidad a la tarea de cada uno: hoy el maestro se puede encerrar en su aula y nadie se puede meter.

Fuente: https://revistasaberes.com.ar/2013/09/tenemos-un-serio-problema-con-la-calidad-de-la-educacion/

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Entrevista a Alejandra Birgin: «Sobre la técnica, la pedagogía y la ética»

Por Revista Saberes

—¿Cómo define a un docente sólido?

—Un docente sólido entiendo que es aquel que tiene las herramientas culturales, pedagógicas, didácticas, sociales, para tomar decisiones en el aula. Ninguna situación es idéntica a otra: las  investigaciones han mostrado que es falso que si yo aplico un método estandarizado de la A a la Z, todos van a aprender.

—Si hay alguna condición que debería tener una buena formación, ¿cuál sería?

—Esa pregunta alude a una intensa controversia y al concepto de que construir políticas públicas para este tema exige debates informados y acuerdos sociales, culturales, pedagógicos y políticos. No es un tema técnico, solamente. Nosotros entendemos que la formación docente tiene que tener componentes técnicos, pedagógicos y éticos. La pedagogía y la ética tienen que ver con las preguntas por los sentidos de lo que hago: para qué enseño; por qué enseño literatura latinoamericana y no literatura de autoayuda; por qué planteo la historia desde esta perspectiva, si incluyo, o no, también otras versiones. Hay que tomar esas decisiones.

¿Y qué les hace falta a los educadores para poder tomarlas?

—El docente debe cargar en su mochila con amplios saberes disciplinares, saberes técnicos y también con reflexiones pedagógicas y éticas ligadas a qué sujetos y a qué sociedad deseo contribuir a formar con los niños y las niñas que están en el aula. A los saberes los pongo en juego en función de esas variables: no son los mismos en un contexto rural que en un contexto urbano, no son los mismos este año que el pasado.

—¿Hubo una época de oro en la formación docente?

—Una mirada nostálgica de que todo tiempo pasado fue mejor, es un problema. Primero, porque es falsa. Segundo, porque “el acuerdo absoluto” no existió: también la formación que tuvimos fue un acuerdo contingente, epocal. Cuando el normalismo gana es porque otros sectores pierden (por ejemplo, la inclusión de otras culturas, otros modos de pensar la democracia escolar, etc.). En una entrevista a Stephen Ball —un inglés que hace sociología de la educación— en la que le interrogan por el nivel superior en el mundo, él va recorriendo cómo está la educación superior, cómo se privatiza, cómo avanza el mercado, va relatando la situación en América Latina y la entrevistadora le pregunta: “¿Y en la Argentina?”, y él dice: “La Argentina es un país que tiene rasgos muy particulares en la valoración de la educación pública”. Es lo que está en pugna en este momento. En ese debate, una insistencia permanente del Gobierno nacional actual es el desprecio por lo que propone la escuela pública y por lo que saben los docentes, por lo que hacen cotidianamente.

—En el campo de la formación específica no se preparan matemáticos ni historiadores sino profesores que van a dar Matemáticas y profesores que van a dar Historia. ¿Cree que el campo de la formación específica, que está conformado por especialistas —doctores y licenciados— se pierde de vista la perspectiva pedagógica?

—Es así más o menos. Si hablamos de la formación de profesores en la Argentina, casi el 30 por ciento hoy se forma en las universidades, según el último censo. En general, lo que muestran las investigaciones es que los egresados de las universidades se sienten más sólidos en sus disciplinas que en la perspectiva didáctica-pedagógica. Los que egresan de los institutos plantean lo contrario: que han recibido una formación más sólida en la didáctica y en la pedagogía y menos en la disciplina. Ahora bien, las universidades creadas en los últimos 20 años tienen propuestas que no encajan en ninguno de estos dos modelos.

—¿Cuánto de la práctica requieren los profesorados?

-Como docentes, el hacer es nuestro trabajo cotidiano. La pregunta es cómo se forma para el hacer. Hay una formación del hacer que es haciendo; pero también es tener una buena caja de herramientas, diría Foucault. Y una buena caja de herramientas es contar con buenas teorías a mano.

—¿Faltan horas de práctica?

—Los lineamientos curriculares nacionales establecen que las prácticas atraviesan toda la formación, deben comenzar en primer año. En Córdoba, tienen esta tarea muy afinada y una muy buena concepción de las prácticas y un modo interesante y complejo de aproximarse a ellas. Es una propuesta original, muy sólida.

—¿En los institutos de formación subsiste la idea de que la escuela secundaria no es para todos?

—La educación secundaria es un derecho y una obligación establecida por la Ley de Educación Nacional de 2006. Como dice Philippe Meirieu, un principio básico de la pedagogía es la convicción de la educabilidad del otro y la responsabilidad que me cabe para que eso sea factible no es individual, sino de las políticas y de las instituciones. La construcción de la obligatoriedad de la escuela primaria llevó décadas. La educación media tiene una matriz e historia elitista; entonces la formación de profesores también tenía esa marca. No es un giro mecánico decir que la escuela secundaria es para pocos, a decir que la escuela secundaria es para todos.

—¿Hablamos de un cambio de paradigma?

—Es un cambio histórico, un debate acá, en Francia, en México, en España. Estamos transitando ese cambio. Ahora, ese cambio requiere un debate político pedagógico, con los profesores de profesorados, con las profesoras de las escuelas, con los futuros docentes. Es una discusión político-pedagógica. El principio de educabilidad, la cuestión de los derechos, qué sociedad y qué sujetos queremos, está atrás de eso. Me parece que esa es una discusión que empezó a darse en las instituciones formadoras.

—Que eso ya es mucho.

—Si lo mirás en términos históricos, por supuesto que es mucho.

(*) Alejandra Birgin es responsable de la asignatura Panoramas de las políticas de formación docente en la carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (Universidad de Buenos Aires). Directora de la maestría en Políticas Públicas en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. Dirige equipos de investigación sobre formación docente.

Fuente: https://revistasaberes.com.ar/2019/05/sobre-la-tecnica-la-pedagogia-y-la-etica/

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España: Derogación de la LOMCE y recuperación de la inversión en el horizonte del Ministerio de Educación

Europa/España/13 Enero 2020/eldiariodelaeducacion.com

Los sindicatos reclaman que esta sea la legislatura del profesorado y que ha de retomarse la negociación sobre sus condiciones de trabajo y su carrera profesional (desde la formación inicial hasta la jubilación). Ni la LOMCE ni la LOMLOE en su momento hablan del personal docente.

Todavía no se conocen los detalles del nuevo Ministerio de Educación, quiénes serán los segundos de Isabel Celaá en el camino lleno de dificultades que se abre en este nuevo (inédito) gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Esta información podrá aclarar cuáles podrían ser algunos de los primeros pasos que tendrá que dar este equipo en los próximos semanas y meses.

La derogación de la LOMCE está en el horizonte de toda la comunidad educativa. A parte de que fuera un compromiso del Congreso de los Diputados, de toda la oposición al PP al completo (aunque hoy la aritmética parlamentaria sea casi irreconocible), es también uno de los puntos del acuerdo programático entre la formaciones que han dado pie al nuevo Ejecutivo.

Para derogar la LOMCE con una nueva ley de Educación es necesario el voto positivo de 176 parlamentarios, es decir, de la mayoría absoluta. Esto es así porque derechos como el de la educación han de concitar los máximos apoyos.

A pesar de las dificultades en las negociaciones con los diferentes grupos parlamentarios, al menos desde los sindicatos, entienden que está entre lo primero que debe acometerse. Podría hacerse utilizando el texto que ya presentara el anterior equipo ministerial el año pasado o comenzar con uno nuevo. Parece que la decisión de que continúe Isabel Celaá al frente de la cartera facilitaría la primera opción. Para Maribel Loranca, secretaria de enseñanza de la FeSP-UGT los mejor sería «que se derogue cuanto antes los más lesivo» de la ley actual, «que entre en las Cortes lo más pronto posible».

Para Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO también es un objetivo deseable y posible a pesar de las dificultades parlamentarias. Entre otras cosas porque en su momento ERC apoyó el acuerdo en el Congreso de los Diputados para derogar la LOMCE. No debería ser demasiado complicado conseguir su apoyo ahora.

La recuperación de la financiación es otro de los puntos programáticos del nuevo Ejecutivo, aunque aplaza hasta 2025 alcanzar el 5% sobre el PIB. Para ambos sindicatos debería contemplarse la posibilidad de que este objetivo se alcanzase a lo largo de la legislatura, y no en cinco años.

Depende en buena medida de esta recuperación de la inversión que puedan llevarse a cabo importantes mejoras en el sistema, desde la recuperación de profesorado para la atención a la diversidad, volver a tener desdobles suficientes cuando sean necesarios, disminuir las ratios por aula (algunas CCAA ya lo han hecho, pero otras continúan con los máximos previstos por la Ley de mejora de las condiciones de trabajo del profesorado). Habrá que esperar a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para conocer el alcance del compromiso del Gobierno de Pedro Sánchez con la educación. Para Francisco García «si los recortes obligaban a todas las CCAA a cumplir», la reversión también debería haberse hecho en su momento obligatoria para todo el sistema

Para los sindicatos, además, esta debería ser la legislatura del profesorado. Tanto en la LOMCE como en la LOMLOE no se aprecian medidas de cada a la mejora de la situación del colectivo. Es el momento, creen, de que se apueste por la negociación para retomar la redacción del Estatuto del Profesorado, paralizado desde 2007. Hablar de cuestiones relacionadas con la carrera docente, la formación inicial y continua, el desarrollo profesional. «Hemos sido comprensivos (en la anterior legislatura), pero no se ha avanzado nada en esto» resume Loranca.

«Haremos llegar una batería de enmiendas para mejorar la LOMLOE», asegura García, en relación a la situación del profesorado. Además, asegura, en cuanto la ministra Celaá haya tomado posesión del cargo, pedirán que se abra la negociación colectiva y la de diálogo social.

A la financiación del sistema, la derogación de la LOMCE y la apuesta por el profesorado, habría que sumar otros asuntos como el fracaso y el abandono escolar temprano, la revisión de los currículos educativos o la evaluación del sistema a los asuntos que hay que mejorar en los próximos años.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/13/derogacion-de-la-lomce-y-recuperacion-de-la-inversion-en-el-horizonte-del-ministerio-de-educacion/

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Libro(PDF): «Política educativa, sindicalismo y trabajo docente, hacia la resignificación de los debates políticos y académicos en torno a las prácticas pedagógicas y sindicales para una educación popular y socialmente emancipadora»

Reseña: CLACSO

Cuando pensamos en llevar a cabo las Jornadas Nacionales sobre Política Educativa, Sindicalismo y Trabajo Docente, lo hicimos con el convencimiento de que es necesario en los tiempos que corren profundizar y nutrir el diálogo entre los campos académico y sindical, partiendo de la premisa de que la militancia basada en un compromiso social, ético y político necesita conjugarse con las prácticas científicas que aportan rigurosidad para encarar el estudio sistemático de los temas que nos atraviesan como trabajadores de la educación.

Asimismo, estábamos y estamos convencidos de que el pensamiento crítico y la reflexión basada en el intercambio fraterno tienen un componente ineludible y éste no es otro que el debate. Es por eso que en esta publicación han sido compilados trabajos de autores cuya procedencia es heterogénea no sólo en lo referido a sus recorridos académicos, sino también en lo que respecta a sus experiencias y referencias político-sindicales. Sabemos bien que no debe asustarnos la posibilidad de compartir posiciones y lecturas donde se aprecien diferencias de criterios, siempre que ello tenga como marco la honestidad intelectual con relación a lo que se discute y, en especial, el innegociable objetivo de hacerlo con miras a contribuir a la construcción de una educación pública socialmente emancipadora y de procesos de trabajo docente con autonomía, libertad y plena conciencia sobre las necesidades de nuestro pueblo.

Autores (as):  Tálamo, Federico – Compilador/a o Editor/a; Rozados, Mariano – Compilador/a o

Editor/a.

Editorial/Editor: AGMER Editora, CLACSO.

Año de publicación: 2019.

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-27433-4-5

Descarga: Política educativa, sindicalismo y trabajo docente : hacia la resignificación de los debates políticos y académicos en torno a las prácticas pedagógicas y sindicales para una educación popular y socialmente emancipadora

Fuente e Imagen: http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?novedad=si&c=ar-106&d=14759

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La Formación Docente como problema

(Educación 2020-2050: un debate urgente Parte II)

 

Elementos del problema

Si algo expresa la actual crisis educativa es el terrible desenfoque epocal de la formación docente (inicial y continua). Esta situación se oculta detrás de un discurso que culpa a los docentes de aula de los problemas y atascos educativos, exonerando de ello a quienes forman a los educadores.  Claro está, todo ello es funcional al modelo de desmontaje de la educación pública que impulsa el neoliberalismo.

 

La inmensa mayoría de las reformas educativas en el mundo comienzan en la educación inicial, básica o en la secundaria. Esto es contradictorio con la imagen de poder del saber que tiene la educación universitaria o superior, que suele estar vinculada a las escuelas y centros de formación docente. Es decir, se pretenden cambiar los efectos y no la impronta de origen. Veamos algunos cuellos de botella al respecto:

 

  1. Subsiste una odiosa separación entre trabajo manual e intelectual en la formación. Los maestros hacen la práctica pedagógica y los formadores de formadores, la piensan, la teorizan. Muchos(as) de quienes trabajan en la formación docente hace ya años, década, que trabajaron en un aula real de educación inicial, primaria o bachillerato, otros nunca lo han hecho y, en muchos casos esa realidad se procura ocultar con turismo investigativo en las aulas. Con ello no pretende negar ni ocultar la presencia de compañeros y compañeras en las universidades, muy contados(as) por cierto, que combinan praxis en las aulas de los primeros niveles educativos con reflexión teórica, que se hibrida con esa praxis y encuentro dialógico;
  2. Esta realidad ha generado en muchos preescolares, escuelas y liceos, espacios de debate y reflexión sobre el saber pedagógico existentes en las aulas. Los colectivos pedagógicos constituyen una forma de resistencia y de construcción de alternativas para la ruptura entre trabajo intelectual y trabajo material. Pero allí surge otro problema, la presencia de los “pastores pedagógicos”, unos compañeros que sin ser docentes de aula ni formadores de formadores asumen no solo la animación cultural del movimiento pedagógico, sino que se convierten en especies de “gurus” caídos del cielo. Una cosa distinta y positiva, es cuando los colectivos pedagógicos se apoyan entre sí, comparten experiencias, pero creo que llegó el momento de revisar el papel de los coaching educativos;
  3. En algunos casos, al abordar e intentar corregir estas situaciones se entra en un terreno fangoso, el neo empirismo. Un discurso que pone de relieve que lo importante es la praxis y que desecha la tradición y el saber pedagógico construido en las aulas entre estudiantes, docentes y familias. Esta dinámica, aún con discursos muy radicales es una puerta abierta para generar el cambio de paradigma que requiere el capital para imponer su cultura evaluativa. El neo empirismo conduce a la pérdida de sentido y horizonte del hecho educativo. El caos de una escuela que se desdibuja en su endogamia practicista suele terminar en un giro hacia el eclecticismo y utilitarismo que fundamenta la epistemología de las iniciativas centradas en indicadores y evaluaciones estandarizadas como PISA;
  4. La integración de los maestros pueblo en los centros de formación docente, desde una perspectiva dialógica, puede contribuir a mover el foco, tensionando prácticas y saberes docentes. Pero es falso que el maestro pueblo puede sustituir al docente, al profesional de la docencia, visto este como un científico social. En ese sentido, debemos tener cuidado en no avalar el discurso de destrucción de la profesión docente que impulsa el neoliberalismo educativo con la intención de convertir los espacios educativos en lugares para trasmitir simplemente conocimiento operacional.
  5. La neo colonización cultural del hecho pedagógico tiene un capítulo especial en la literatura que se usa para orientar la formación teórica de los y las futuros docentes. Se suele tener como experticia la producción editorial foránea, desvalorando las producciones generadas por los y las docentes locales. Por supuesto que, en este momento, producto de esta desvaloración son escasas las producciones en formato de libros elaborados desde los colectivos pedagógicos, pero ello puede cambiar con una política correcta. No se trata de promover el localismo cognitivo, sino de generar dinámicas de reflexión pedagógica de carácter comparativo que permita, valorando lo propio y teniendo como lugar de enunciación la praxis del lugar, ir al encuentro de otras experiencias, de otros saberes pedagógicos. Esta hibridación pedagógica suele resultar potente, pero no es lo que caracteriza a la formación docente hoy;
  6. El desconocimiento del cambio de imaginario y narrativas del sujeto central del hecho educativo, los niños, niñas y jóvenes. La “experticia” sobre la cual se fundamentó la formación docente esta caduca, se corresponde a los paradigmas de la primera y segunda revolución industrial. Tenemos formadores de formadores que siguen viendo el mundo con los lentes de las dos primeras grandes transformaciones tecnológicas de los últimos doscientos años, pero que no entienden el impacto en la cotidianidad, el empleo, los modelos de aprendizaje que traen la tercera y augura la cuarta revolución industrial. Los maestros y maestras, los profes que trabajan con niñas, niños y adolescentes aprenden más rápido los nuevos paradigmas por la cercanía con los más chicos, que lo que lo hacen los formadores de los formadores, quienes oscilan entre recetas morales y un snobismo sin límites por la innovación tecnológica;

 

Maestros(as) a la hoguera

A los y las maestras(os) se les exige que hagan algo diferente a la “experticia” con la cual fueron formados, mientras que las instituciones de formadores de formadores hacen los posible por adaptar las interpretaciones de las transformaciones en curso a su visión del cambio, para que éstas les impacten lo menos posible en su modo de hacer lo propio.

Los centros de formación docente suelen construir narrativas sobre la crisis educativa en las cuales el ambiente queda impregnado con la certeza inducida que el saber pedagógico está en la universidad o centro de formación docente, y que los docentes o son unos desobedientes o unos testarudos que no entienden lo que se les enseña, lo cual es simplemente estúpido.

Quienes pueden saber mejor las expresiones de la crisis educativa son los y las docentes, fundamentalmente aquellos(as) que han roto con el adultocentrismo pedagógico. Entonces, ¿por qué no se construyen las reformas educativas dialogando con los y las docentes?  Por una razón política desde el poder. Aún, los sistemas educativos, especialmente en sus niveles inicial, primaria y bachillerato constituyen la red institucional más extendida en los territorios de todo el aparato gubernamental. Si esta red institucional comienza a operar con “cabeza propia”, no solo dejaría de cumplir con su rol reproductor de la cultura dominante, sino que se constituiría en un lugar de enunciación de los cambios radicales.  Por eso, mejor no dejar que los y las maestras opinen, reflexionen y tomen conciencia de su poder real.

En consecuencia, mientras los Estados con las iniciativas propias y las recetas de los organismos multilaterales y bancas de desarrollo, tratan de hallar la lámpara de Diógenes para resolver los “problemas educativos”, socialmente se destruye la profesión y el prestigio docente.  En el mundo, la desinversión en materia salarial de los docentes, la precarización del trabajo de los y las educadores constituye parte de la tarea de evitar que el magisterio se convierta en un sujeto político de transformación radical.

 

¿Qué es primero el huevo o la gallina?

Entonces, ¿las reformas educativas por donde deben comenzar?  En esta serie de artículos y en otros he insistido en señalar que una reforma educativa que procure avanzar de manera estructural en un cambio y no solo con gestos gatopardianos, debe iniciarse en las universidades, centros de formación docentes, en las escuelas pedagógicas, valorando y repensando lo que se hace ahí.  Estas instituciones son el molino qué lleva agua al rio, por ello, por mucho que se limpien las acequias si no se trabaja en las nacientes el cauce se enturbia.

Por ejemplo, el modelo de enseñanza y aprendizaje que se le pide poner en marcha en la escuela y el liceo para cambiar la educación, no se suele colocar en práctica en los centros de formación de educadores, convirtiendo cualquier bien intencionada reforma educativa en un ejercicio de sisifo.

De muy limitado alcance resultan las hermosas construcciones de colectivos pedagógicos desde la escuela, si la máquina que forma semestre a semestre, año tras año a los futuros docentes sigue egresando maestros(as) y profesoras(es) con lo viejo y caduco. Al final, los centros de formación docente y las universidades dirán que el problema del sistema educativo está en sus “raíces” la educación inicial, la primaria, el liceo, como si ellos no educaran a esos docentes. La expresión cínica de “haga lo que yo digo y no lo que yo hago”, pareciera conducir este ciclo vicioso de entropía.

Es urgente construir un nuevo lugar de enunciación para estas transformaciones. Localizarlo en un primer momento en las universidades, pero eso si en otro modelo de universidad docente, escuela pedagógica y centro de formación docente.

. No se trata de colocar en primer orden el practicismo, sino de construir de manera colectiva y participativa una nueva relación dialéctica entre praxis, reflexión, acción reflexiva, práctica transformadora, sistematización del saber pedagógico, pensamiento crítico, construcción de pedagogías críticas, apropiación consciente y radical del conocimiento, enfoque comunicacional de lo aprendido y capacidad de construir lo nuevo; es lo que llamamos el enfoque T (transformador). Se trata de relacionar de manera dialéctica la escuela y los centros de formación docente. Esto tiene dimensiones operacionales concretas, con sus dimensiones jurídicas, institucionales y de carrera que les corresponde operacionalizar y construir viabilidad a los operadores políticos.

 

Invertir la pirámide, iniciar el giro de 180 grados

Una universidad docente, escuela pedagógica, un centro de formación docente de nuevo tipo debe construir una lógica de rotación de sus formadores “arriba”-“abajo”, en la escuela, en la universidad, por intervalos largos.

Es decir, un formador de formadores que gane concurso o se incorpore a un centro de cuarto nivel destinado a formar educadores, debería provenir del aula de los primeros niveles, con experiencias significativas en ella y con trabajo permanente en colectivos pedagógicos que trabajen el enfoque transformador (ET).

Que maravilloso sería contemplar que cada cinco años esos formadores de formadores, cumplan ciclos de tres años en las aulas de preescolares, escuelas y liceos, poniendo en práctica su experticia abierta, aprendiendo haciendo, trabajando de manera permanente (no como refuerzo) sino directamente con grupos de estudiantes.

Si construimos una nueva lógica de la carrera docente, que integre el “arriba” y el “abajo”, es decir, que establezca qué a los diez años de trabajo docente en el aula (preescolar, primaria, secundaria), el maestro, la maestra, el profesor puede optar a entrar en el ciclo de rotación de los centros de formación de formadores (universidad, centros, escuelas pedagógicas), esto puede contribuir a relanzar el cambio estructural en la materia.

Pero ello implica repensar e integrar el sistema educativo, romper la odiosa diferenciación entre niveles. Significa volver a entender a los centros de formación docente como el albergue de científicos educativos ansiosos de ir al campo de experimentación y no como eruditos, a quienes se les agradece bajar de vez en cuando del olimpo.

Por otra parte, la formación de formadores tiene que combinar las experiencias colectivas y personales, esa interacción dialógica hace mucho más intersubjetiva la renovación de la praxis pedagógica. Una universidad, un centro de formación docente de nuevo tipo trabaja con lógica de colectivos pedagógicos. Pero no como colectivos para implementar ordenes, sino para pensar y recrear lo educativo.

 

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¿Cuáles son las expectativas para la educación durante el 2020?

¿Cuáles son las expectativas para la educación durante el 2020?

Sergio Martínez Dunstan

A los gentiles lectores les deseo su plena realización durante este año (http://bit.ly/2sJtKtA). ¿Y los que siguen? ¡también! ¿Cuáles son las expectativas para la educación básica mexicana? El 2020 se vislumbra desafiante para el actual gobierno. La visión se proyectó mediante diez compromisos por la educación y el magisterio (http://bit.ly/2HPfB28 y http://bit.ly/3189i1s). La reforma educativa resultó la divisa principal. Se apostó en buena medida, el capital político. Una vez obtenido el triunfo en las urnas, el Presidente Electo, instruyó al Secretario de Educación Pública convocar a la Consulta Nacional por una Educación de Calidad con Equidad (http://bit.ly/2HU2g8Fhttp://bit.ly/32nUVH2). Con ello, se legitimó socialmente el discurso, o la narrativa, a fin de justificar la modificación a los artículos tercero, treinta y uno así como el setenta y tres de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (http://bit.ly/32eOki4). Distinto a lo esperado, se aprobaron las enmiendas a la Carta Magna para establecer la reforma laboral y educativa el primero y quince de mayo del dos mil diecinueve, respectivamente (se pretendía darlas a conocer en la toma de posesión). Y, posteriormente, el treinta de septiembre, se admitió la correspondiente legislación secundaria: Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado Reglamentaria del Apartado B) del Artículo 123, Ley General de Educación, Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestra y los Maestros, Ley Reglamentaria en materia de mejora continua de la educación. Dejándose para este año que recién comienza la Ley General de Educación Superior y la Ley General de Investigación, Tecnología e Innovación. En diciembre, ya para finalizar el año, se publicaron otros documentos normativos de menor jerarquía, en concordancia con los referidos en lineas anteriores, pero de igual relevancia.

  1. Calendario anual de los procesos de selección para la admisión, la promoción y el reconocimiento del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, 2020 (http://bit.ly/38G25da).
  2. Disposiciones generales del proceso de selección para la admisión del personal con funciones docente y técnico docente en educación básica y educación media superior (http://bit.ly/2PoOr6q).
  3. Disposiciones específicas del proceso de selección para la admisión en educación básica (http://bit.ly/2PP9rlM).
  4. Lineamientos generales del proceso de selección para la promoción a funciones de dirección y de supervisión en educación básica Promoción Vertical (http://bit.ly/2srxNdm).
  5. Disposiciones específicas del procesos de selección para la admisión en educación media superior (http://bit.ly/35pDQhh).
  6. Disposiciones generales del proceso de selección para la promoción a cargos con funciones de dirección y de supervisión en educación media superior Promoción vertical (http://bit.ly/34mN7oQ).
  7. Disposiciones específicas del proceso de selección para la promoción a cargos con funciones de dirección y de supervisión en educación media superior Promoción Vertical (http://bit.ly/35syrp
  8. Marco para la excelencia en la enseñanza y la gestión escolar en la educación básica. Perfiles profesionales, criterios e indicadores para docentes y técnicos Docentes y personal con funciones de dirección y de supervisión (http://bit.ly/2YS9xgt).
  9. Marco para la excelencia en la enseñanza y la gestión escolar en la educación media superior. Perfiles profesionales, criterios e indicadores para docentes y técnicos docentes y personal con funciones de dirección y de supervisión (http://bit.ly/34ptw7q).

Aún faltan por expedirse otros ordenamientos:

  • Disposiciones para las funciones de tutoría, asesoría técnica y asesoría técnica pedagógica así como los respectivos Perfiles Profesionales, Criterios e Indicadores, genéricos y específicos.
  • Lineamientos para el otorgamiento de la Beca Comisión.
  • Disposiciones y criterios para la asignación de horas adicionales.
  • Reglas de operación, bases de participación, mecanismos y procedimientos, según sea el caso, del Programa de Promoción Horizontal.
  • Los calendarios específicos.
  • Las convocatorias para la admisión, promoción y reconocimiento

Lo anterior tanto para educación básica y media superior y para este nivel, de manera exclusiva, la promoción a cambios de categoría.

Todo ello desde el punto de vista legal. En lo educativo, los Consejos Técnicos resultaron ser un vehículo ideal para ordenar algunas disposiciones oficiales así como difundir ciertos aspectos de carácter pedagógico, verbi gratia el anunciado modelo educativo, y didáctico, como por ejemplo la divulgación de ciertas metodologías de enseñanza y aprendizaje.

De acuerdo con el contexto explicado en los párrafos antecedentes, detecto dos grandes encomiendas o tareas por acometer en cumplimiento a la política en materia educativa de la actual administración.

 

1.- La relativa a la concreción, operación, implementación del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros de acuerdo con el marco jurídico normativo y según el calendario establecido.

2.- Lo referente al modelo educativo de acuerdo con la ruta establecida. Se espera la versión preliminar del currículum para su análisis a las autoridades educativas federales, estatales y escolares, al magisterio, a la Comisión Nacional para la Mejora  Continua de la Educación. De igual manera, debiera contarse con la versión final del plan y los programas de estudio para discutirse con grupos de enfoque y publicarse en el Diario Oficial de la Federación. De igual manera, se emprenderán las acciones preparatorias para la puesta en marcha del currículo: difusión, capacitación a las diversas figuras educativas así como el desarrollo y la selección de los materiales educativos.

Habría que esperar el transcurso de los acontecimientos y el resultado de los mismos. Se contaría con mayores elementos de juicio para valorar la pertinencia de los hechos, los avances de la política. Si se encauza hacia el rumbo pretendido y si la velocidad de los cambios permitiría llegar al horizonte deseado. Si la educación que imparte el estado alcanza la equidad con excelencia. Si la política educativa se alinea a la visión proyectada y si los logros alcanzados son congruentes con los preceptos establecidos. En síntesis, si la formación de los alumnos conduce a estadios superiores de desarrollo de nuestra nación. Nada más ni nada menos.

Autor: Pluma Invitada

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Luz, sombra y oscuridad

Por: Manuel Gil Antón

Estas tres palabras permiten ensayar una síntesis, preliminar, de lo ocurrido en materia educativa durante el primer año del gobierno.

Luz: siempre será mejor rumbo, para transformar los procesos educativos, el que se finca en la formación de profesionales de la educación, que el orientado a evaluarlos sin cesar, mal y de prisa, que nos trajo a peor traer durante los seis años previos.

Enhorabuena que, merced a la participación de distintas corrientes políticas en el ámbito legislativo, y mas allá de sus linderos, se puedo mejorar – mucho – la descuidada iniciativa  que el grupo que coordina el Maestro Moctezuma le presentó al Presidente para que enviara al congreso.

Está muy bien que en el artículo 3º. se incluya, como responsabilidad irrenunciable del Estado, garantizar el derecho tanto a la educación inicial como la superior.

Se acierta al reconocer a las Escuelas Normales, y demás modalidades de formación docente, como instituciones prioritarias dada la importancia que implica que sus egresados serán generadores de ambientes de aprendizaje.

Reconocer en el magisterio al actor central en el proceso de transformación educativa y social, y no como objetos reformables pues son el obstáculo para lograr “la calidad”, es un avance.

No son, estos rasgos, todos los que pueden celebrarse. Como botón de muestra, apuntan a un horizonte distinto, a la dimensión de lo que, para bien, ha sucedido.

Sombra: los rieles que, creo, conducen a la zona opaca, son, por un lado, la improvisación del grupo que coordina la actual SEP. La palmaria falta de conocimiento (no reconocida), y su intensa iniciativa enraizada en esa dosis de ignorancia, han propiciado desorden en la conducción del sistema y un galimatías en la generación de la legislación secundaria. Las ventajas del nuevo orden constitucional se reducen al concretarse en la legislación derivada, y las acciones propuestas por ese grupo variopinto –  desde actores estelares de la reforma de Peña, que sin rubor mutaron a ser promotores de su derogación (Mario Delgado o Guevara Niebla, por ejemplo), a los que se añaden nuevos funcionarios que nunca expresaron crítica alguna a la estrategia derivada del Pacto, ni les interesó hacerlo.

El otro riel consiste en la incoherencia de reconocer aspectos cruciales y, al mismo tiempo, no otorgarles recursos para que se lleven a cabo. La administración federal ha expresado, en el presupuesto, lo contrario a su discurso.

Oscuridad: incluir, por ejemplo, en el texto constitucional una lista de materias, y dar prioridad a la música sin argumentos, es inexplicable; salvo que haya continuidad entre la función orquestal privada y la acción pública. Un despropósito.

La confusión entre dirigencias sindicales con el magisterio, lo volvió a dejar sin voz, como hace siete años: hartas consultas, sí, como antaño, ¿para hacer, con sus socios, lo ya decidido? Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes. Polvo en el viento. ¿Es inevitable? No. Hay que impedirlo, y urge. El balón está, como siempre, como en todos los sexenios, en la cancha de los miles de  maestras y profesores responsables, que sí enfrentaron y demolieron, en los hechos y con argumentos, la reforma previa. Hay una de dos: esperar la salvación providente, o exigir, organizados, que lo estipulado se cumpla y la reforma llegue a las aulas. Esa es la encrucijada.

Posdata: para la generación a la que pertenezco, que peleó contra el fraude electoral en 1988, del cual fue protagonista central Manuel Bartlett, su presencia en el gobierno es un agravio. La “investigación” de su fortuna, más allá de lo legal, es una decisión que contribuye a la peor educación posible: el ejemplo palmario del cinismo altanero.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/luz-sombra-y-oscuridad/

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