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Ideales, luchas, tragedias: documentales de líderes sociales que removieron las conciencias

Redacción: Eréndira Quetzalli Quintero Orellana/SinEmbargo

Al verse amenazados, muchos de los líderes reconocidos a nivel mundial han tenido que decidir entre ser fieles a sus convicciones o retirarse por su seguridad.

A través de 4 documentales de Netflix podremos empaparnos de la vida de aquellos que han luchado por lograr un cambio radical en la sociedad.

Mandatarios, personas de la comunidad LGBTI, jóvenes estudiantes con sed de justicia, que a pesar de su liderazgo se han visto amenazados por la influencia que llegan a tener en la sociedad, han tenido que decidir entre ser fieles a sus convicciones o retirarse por su seguridad.

A través de cuatro documentales disponibles en el catalogo de Netflix, podremos conocer la vida de algunos líderes que han logrado un cambio radical en la sociedad, que han sido premiados por sus acciones y son reconocidos a nivel mundial.

EL ME NOMBRÓ MALALA

https://youtu.be/B39fyaAxJM0

El documental de 2015, disponible en Netflix, cuenta la historia de Malala, una adolescente pakistaní que recibió un disparo por promover la educación en las niñas.

A la edad de 13 años, bajo el pseudónimo Gul Makai, Malala escribía en un blog para la BBC donde denunciaba las atrocidades sufridas bajo el régimen del Tehrik-i-Taliban (TTP), que ocupó militarmente el valle del río Swat matando a muchos de sus habitantes, destruyendo las escuelas y prohibiendo la educación de las niñas entre los años 2003 y 2009.

El 9 de octubre del 2012 fue víctima de un atentado en Mingora cuando dos miembros del TTP subieron al autobús escolar en el que se encontraba Malala y le dispararon con un fusil, alcanzándola en el cráneo y en el cuello. El entonces portavoz del grupo terrorista, Ehsanullah Ehsan, afirmó que volverían a intentar matarla.

Malala ha impulsado campañas y giras mundiales para defender el derecho a la educación de los niños, sobre todo en zonas de conflicto, un activismo que le valió el premio Nobel de la Paz en 2014, a la edad de 17 años.

En abril de 2017, la ONU la designó como mensajera de la paz, destacando el “compromiso inquebrantable” de la joven por los derechos de las mujeres, las niñas y todo el mundo “incluso en situaciones de peligro”.

LA MUERTE Y VIDA DE MASRSHA P. JOHNSON

Un trabajo audiovisual que nos adentra a la misteriosa muerte de la activista afroamericana por el movimiento de liberación LGBTI, Marsha P. Johnson.

El documental de Netflix que se estrenó en octubre de 2017, narra la historia de una trabajadora sexual, modelo de Andy Warhol y una de las activistas trans más importantes que ayudó a dirigir la rebelión de Stonewall en 1969, donde la comunidad LGBT luchó contra un sistema estadounidense que perseguía a los homosexuales.

El 6 de julio de 1992, con tan sólo 46 años, Marsha fue asesinada. Su cuerpo fue hallado flotando en el río Hudson, la policía dictaminó su deceso como “suicidio” a pesar de las afirmaciones de sus amigos de que ella no era suicida.

Después de 25 años, la defensora trans de las víctimas del crimen Victoria Cruz del Proyecto Antiviolencia de la Ciudad de Nueva York reabrió la investigación.

El filme narrado por Cruz, también cuenta la historia de Sylvia Rivera, amiga íntima de Johnson, quien se enfrentó a los activistas gay de la época que no apoyaban a las mujeres trans en un discurso que pronunció en el Gay Liberation Rally de 1973.

EL CHE

El Che, una investigación de Paco Ignacio Taibo II. Foto: Netflix

Un documental donde el escritor Paco Ignacio Taibo II emprende un viaje para seguir los pasos de Ernesto “Che” Guevara.

El médico “Che” Guevara participó en la oposición contra el ex Presidente argentino, Juan Domingo Perón. Viajó por Perú, Ecuador, Venezuela y Guatemala, donde pudo observar la miseria entre las masas de Hispanoamérica.

Junto con Fidel Castro, a cuyo movimiento se unió en 1956, fue uno de los principales promotores del triunfo de la revolución cubana en 1959.

Convencido de la necesidad de extender la lucha armada en el Tercer Mundo, el “Che” impulsó la instalación de focos guerrilleros en varios países de América Latina.

Entre 1965 y 1967, combatió en el Congo y en Bolivia, en este último fue capturado y ejecutado de manera clandestina.

A través de los años, su figura ha causado controversia en la opinión pública.

JOSHUA: ADOLESCENTE CONTRA LA SUPERPOTENCIA

El documental de Netflix, dirigido por Joe Piscatella, cuenta la historia de lucha de Joshua Wong, un activista de Hong Kong en pro de la democracia de su país en el 2012.

Wong, con tan sólo 14 años, activista fundador del movimiento “Escolarismo”, se posicionó como una de las figuras claves de las Protestas de Hong Kong de 2014 y apareció en la portada de la revista Time, donde fue nombrado “la voz de una generación”.

Durante la movilización, mantuvo un debate con el Jefe de Gobierno de Hong Kong, Yeung Chuc Yin, a quien se negó darle la mano como muestra de que no había doblegado sus convicciones.

El 27 de septiembre de 2014, Joshua fue arrestado junto a otras 77 personas durante la protesta contra la reforma electoral conocida como “Revolución de los Paraguas”.

En 2016, fundó un partido político junto a otros líderes del movimiento estudiantil llamado “Demosistō”, donde reflejaría su ideología en acciones concretas.

Fuente: http://www.sinembargo.mx/11-07-2018/3432421

 

 

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Prólogo de «Pensamiento de Nuestra América. Autorreflexiones y Propuestas»

Autor: Atilio Borón

El Pasado 9 de junio cumplió 85 años Roberto Fernández Retamar, una de las más extraordinarias figuras de las letras y el pensamiento político y social de Nuestra América. Para conmemorar su natalicio comparto el «Prólogo» que escribiera en ocasión de la publicación de su esclarecedor Pensamiento de Nuestra América. Autorreflexiones y Propuestas , a comienzos del 2006.

PRÓLOGO

Uno.

Pocas veces se tiene la satisfacción de concretar la publicación de un texto como el que el lector se apresta a leer. Son muchas las razones que explican este regocijo: en primer lugar, porque Fernández Retamar es uno de los más exquisitos cultores de nuestra lengua y siempre resulta placentero para una institución como CLACSO, cuya misión es divulgar los resultados de las investigaciones y elaboraciones teóricas de los científicos sociales de América Latina, enriquecer su propuesta editorial con los escritos de quienes sin provenir de las ciencias sociales aportan nuevas perspectivas de interpretación de nuestra realidad social y, además, lo hacen con una estética deslumbrante que rara vez se encuentra en los tradicionalmente áridos escritos de los académicos. (1)
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En segundo lugar, porque Fernández Retamar, poeta, ensayista y minucioso explorador de todos los recovecos de nuestra cultura, ilustra con su vida y su obra la permanente vigencia de una categoría social que los intereses dominantes y las modas intelectuales de nuestro tiempo trataron infructuosamente de borrar de la faz de la tierra: la del intelectual crítico. Ocurre que vivimos en una época en la cual las armas de la crítica son más importantes que nunca, enfrascados como estamos en una batalla de ideas encaminada a construir un nuevo sentido común y una nueva escala de valores que reemplacen la mercantilización total de la vida social que promueve el capitalismo y su corolario inevitable: la destrucción irreparable del medio ambiente y la biodiversidad, el etnocidio y el epistemicidio implícitos en el exterminio de las culturas tradicionales y la silenciosa aniquilación de los pobres y los humillados, sacrificados sin pausa y sin mengua en el altar del mercado.

Tercero y último –en una lista de “buenas razones” que podría extenderse mucho más– porque este libro, nacido del curso que su autor ofreciera a través del Campus Virtual de CLACSO, demuestra sobradamente la riqueza del pensamiento social latinoamericano. Como es bien sabido, tres siglos de sometimiento colonial unidos a casi dos siglos de neocolonialismo han dejado una huella que, sin calificarla de imborrable, es sin duda alguna muy honda, y que será muy difícil eliminar. Como consecuencia de lo anterior, las teorizaciones elaboradas en esta parte del mundo han sido consuetudinariamente valoradas como de inferior calidad a las otras, producidas “allá”, en la patria de los colonizadores.

Este libro es un formidable antídoto para combatir tan arraigado prejuicio, pues al pasar revista a los grandes florecimientos del pensamiento latinoamericano se toma conciencia de la formidable estatura alcanzada por la obra de algunos de nuestros intelectuales. Pese al carácter fragmentario y disperso de la obra de Simón Bolívar –inevitable si se tiene en cuenta que la misma no es producto de las cavilaciones de un reposado profesor de filosofía, sino el febril precipitado de un proyecto de emancipación continental del cual su autor era simultáneamente su jefe militar y político– la calidad y perspicacia de sus reflexiones sobre la vida política no son menores que las que caracterizan la obra de una serie de autores “canónicos” que no están ausentes en ningún curso de teoría política del siglo XIX. Nos referimos por ejemplo a figuras tales como James Mill, Jeremy Bentham o T. H. Green, en Gran Bretaña, o Benjamin Constant en Francia, de las cuales muy difícilmente podría decirse que hayan elaborado una visión del complejo mundo de la política más iluminadora que la que se desprende de los escritos del Libertador. Y lo mismo cabría decir de Domingo Faustino Sarmiento, quien con justa razón ha sido considerado como el Tocqueville latinoamericano; o de Joaquim Nabuco en Brasil, Francisco Bilbao en Chile, Simón Rodríguez en Venezuela, y tantos otros con los cuales Fernández Retamar conversa en este libro. Para no hablar de José Martí, quien comienza a referirse al imperialismo antes que Hobson y, por supuesto, antes que el propio Lenin; o de Mariátegui, verdadero re-creador del marxismo latinoamericano –en “América el socialismo deberá ser creación heroica, no calco y copia”, dijo el ilustre marxista peruano– en una época en que algunas de las mentes más lúcidas de Europa, con la notable excepción de Antonio Gramsci, lo habían convertido en un catecismo despojado de la savia vital que le habían infundido sus creadores. Autores latinoamericanos que, de haber nacido en Europa o Estados Unidos, seguramente serían estudiados asiduamente en las grandes universidades de hoy día, pero a quienes las contingencias que rodearon su nacimiento condenaron a un lamentable abandono, aún entre nosotros. Esta obra constituye un oportuno rescate ante ese olvido.

Dos

El camino que nuestro autor nos invita a recorrer –desde los albores de nuestras luchas por la independencia percibidos por vez primera en la rebelión de los esclavos de Haití en 1804, hasta la actualidad– está jalonado por los grandes acontecimientos que marcaron la historia de América Latina y el Caribe. Acontecimientos y, por supuesto, las transformaciones estructurales que caracterizaron al desarrollo del capitalismo en esta parte del globo y que tuvieron su correspondencia –siempre mediatizadas y jamás de manera mecánica o lineal– en el plano de las ideas. Estas condiciones de base alimentaron una seria y medular reflexión sobre lo que podríamos llamar “la condición latinoamericana” y las alternativas de superación del orden neocolonial instaurado luego de las guerras de la independencia. Como no podía ser de otra manera, las teorías y propuestas resultantes se caracterizan por una riquísima diversidad. Si en general los diagnósticos sobre el atraso y la postración de nuestros países presentan muchos rasgos en común en los más distintos autores, el espacio para el debate aún así es muy importante. Las divergencias son mayores a la hora de perfilar los contornos de la estrategia que podría desembarazarnos de las lacras de nuestro pasado: desde una “europeización” forzada de nuestras poblaciones, promoviendo sin ambages el genocidio de los pueblos originarios (en donde Sarmiento es el caso más nítido pero de ninguna manera excepcional en la región), hasta una propuesta proto-socialista y claramente antiimperialista como la que brota de la pluma de Martí y, ya en el siglo XX, de una pléyade de autores examinados en este volumen.

Riqueza de perspectivas que no sólo se concretiza en el ámbito de lo que con cierta amplitud de espíritu podríamos calificar como “pensamiento crítico”. Porque, como bien observa Fernández Retamar, el pensamiento de derecha también tuvo importantísimos exponentes en la historia de nuestros países. Pocos dudarían en nombrar a Francisco de Miranda como uno de los precursores de la independencia sudamericana. Pero, como bien señala nuestro autor, las contradicciones de clase y de nación se entrecruzaban en la obra del genial venezolano de una manera harto complicada. Ante la posibilidad de conquistar la independencia mediante la supresión de la opresión clasista, Miranda no dudaba en sacrificar la primera con tal de conservar la segunda. Esta opción se justificaba por la supuesta “inferioridad” de las clases y capas populares y el papel “naturalmente” dirigente que le tenía reservado a la elite criolla. Miranda era un ardiente independentista, pero inficionado por un pensamiento social profundamente conservador. Y, en este punto, no estaba solo: el mexicano Fray Servando Teresa de Mier compartía esas ideas, como a su vez lo hacían los líderes de las Trece Colonias inglesas un poco más al norte, independentistas pero también rabiosamente esclavistas. En tiempos más cercanos, el pensamiento social latinoamericano ha demostrado la vitalidad de esta tradición: pensemos simplemente en Mario Vargas Llosa y, sobre todo, por la profundidad de su obra, en Octavio Paz. Articulados a los grandes centros del poder económico y financiero mundial y sus imponentes aparatos propagandísticos, ambos se convirtieron –como mucho antes Vasconcelos en México– en los más locuaces portavoces de la derecha en momentos en que nuestros países eran asolados por los experimentos neoliberales. Su popularidad se vio convenientemente cultivada en la medida en que ambos fueron rodeados del halo de virtuosismo y excelencia que la derecha reserva a los renegados, es decir, a antiguos izquierdistas arrepentidos de sus pecados de juventud y que, ya en sus años maduros, multiplican sus esfuerzos para corregir sus errores y ayudar a encaminar al mundo y las jóvenes generaciones en la dirección “correcta”. (2)

Tres 

Un prólogo a una obra tan rica como esta podría extenderse casi indefinidamente. Permítasenos pues evitar caer en tamaño error señalando, ya para concluir, un rasgo a nuestro entender importantísimo del pensamiento latinoamericano: su universalidad. En este y en otros ensayos, Fernández Retamar ha insistido en una idea seminal: nuestra condición de periferia del imperio nos obliga a ser universales. El “exotismo indoamericano” es uno de los peligros que, tal como acertadamente lo señala Michael Löwy, acecha al pensamiento crítico de nuestra región. Sin embargo, justo es señalar que en tal pecado han caído con harta más frecuencia europeos y norteamericanos que nuestros intelectuales críticos. Nuestra condición colonial y periférica no nos permite esos lujos. Así como Marx corregía la visión mesocrática de Hegel al concebir al proletariado como la clase universal por excelencia, nos parece que Fernández Retamar aporta elementos suficientes para entender las razones por las cuales el pensamiento emancipador de nuestro tiempo tiene su hogar en lo que Martí apropiadamente denominaba “nuestra América” y no en las metrópolis imperiales. La sutil, extensa y a la vez férrea tiranía del imperialismo no nos deja otra alternativa que pensar en términos universales, trascendiendo los “exotismos” y los particularismos. No se puede pensar seriamente a América Latina si no es desde el anti-imperialismo y el anti-capitalismo, anverso y reverso de un mismo y único tipo histórico de sociedad que ha colocado a nuestro planeta al borde de un holocausto. Cualquier pensamiento que omita abordar estos temas, en consecuencia, debe callar sobre todos los demás: hablar de democracia, derechos humanos o libertad, sin antes expedirnos sobre el permanente ataque que sobre estos valores perpetran el capitalismo y el imperialismo, descalifica como poco serio y superficial cualquier discurso, por bien intencionado que sea.

De lo anterior, de esta vocación inexorablemente universalista que caracteriza al pensamiento emancipador de América Latina, se desprenden numerosos problemas que mal podríamos tratar de examinar aquí. No obstante, hay uno que quisiéramos por lo menos dejar planteado: ¿por qué ha sido precisamente nuestra región, y no otras también sometidas a la dominación imperialista como África y Asia, la que ha sobresalido en este proceso de elaboración de un pensamiento emancipatorio, radical y antiimperialista? Descartadas las hipótesis lineales que erróneamente adjudican a la pobreza y la miseria virtudes revolucionarias, concientizadoras o contestatarias, tanto en el plano político como en el intelectual, ¿por qué ha sido América Latina el escenario en el cual se han venido plasmando estas ideas? ¿Por qué ha sido precisamente en estas tierras donde se revive la teoría del imperialismo, donde se elabora la teoría de la dependencia, donde surge la teología de la liberación, donde aparece la pedagogía del oprimido, donde resurge la teoría del estado; donde, por fin, el marxismo renace con más fuerza en momentos en que gran parte de los intelectuales progresistas de las metrópolis imperiales aceptaban resignadamente participar en sus funerales?

Creo que hay varias claves que deberían ser exploradas en un trabajo de más largo aliento. Por una parte, nuestra proximidad –geográfica, política, económica y social– con la Roma americana, para citar una vez más a Martí, es un elemento decisivo catalizador del pensamiento crítico. Si bien no hemos vivido en sus entrañas, como el Apóstol de la independencia cubana, conocemos muy bien al monstruo, lo tenemos muy cerca, y eso no puede sino favorecer una visión integral del capitalismo y del imperialismo, de su insanable naturaleza predatoria y su absoluta incapacidad para construir un mundo en donde imperen la justicia, los derechos humanos, la libertad y la democracia. En segundo lugar, porque Cuba está en América Latina, y sus luchas, su coherencia a lo largo de casi medio siglo, su inclaudicable vocación de construir el socialismo a pesar de los bloqueos, atentados y sabotajes de todo tipo pergeñados por el imperialismo, constituyen un ejemplo extraordinariamente pedagógico y una permanente fuente de inspiración para los interesados en la “autorreflexión” que nos propone Fernández Retamar. En tercer lugar, por la vitalidad de los movimientos sociales de la región que han venido oponiendo creciente resistencia a los proyectos del imperialismo. No fue por casualidad que Perry Anderson escribió que América Latina está a la vanguardia de la lucha mundial contra el neoliberalismo y el imperialismo. Las consecuencias intelectuales de semejante protagonismo no pueden por lo tanto sorprendernos.(3) Finalmente, una cuarta clave tanto o más polémica que las anteriores tiene que ver con lo siguiente: América Latina se ha convertido en la heredera privilegiada de las mejores tradiciones del pensamiento emancipador y libertario europeo, mismas que fueron relegadas al museo de antigüedades por gran parte de la intelectualidad del Viejo Continente. Por supuesto que esto no nos torna inmunes al riesgo simétrico al del “exotismo indoamericano” señalado por Löwy: el de un decadente “eurocentrismo”, que obstaculice irreparablemente la comprensión de nuestras propias realidades al percibirlas como torpes “desviaciones” de la historia ideal hegelianamente desplegada en tierras europeas.

Es un riesgo que debemos afrontar. Pero el otro, aún más grave, es el de arrojar totalmente por la borda la tradición intelectual europea, incluyendo al marxismo además del psicoanálisis y las revoluciones teóricas de proyección universal protagonizadas por Darwin y Einstein. Para desarrollar una fecunda síntesis teórica capaz de promover y facilitar los procesos emancipatorios, el pensamiento crítico latinoamericano deberá navegar por un estrecho erizado de toda clase de acechanzas pero también pletórico de grandes promesas. Por su utilidad para transitar por este azaroso recorrido, este libro de Fernández Retamar constituye un valiosísimo e indispensable mapa de navegación.

Buenos Aires, 21 de diciembre de 2005

1 En este sentido recomendamos muy enfáticamente al lector consultar la obra de Roberto Fernández Retamar, Todo Caliban (Buenos Aires: CLACSO, 2004), en donde el autor realiza una fascinante exploración de la cultura latinoamericana y las raíces profundas del colonialismo que aún hoy nos agobia. Claro está que cuando se lleva a cabo un proyecto de este tipo no sólo se iluminan los confines más recónditos de nuestra cultura, sino también los rasgos definitorios de nuestra sociabilidad. 

2 Tema este que ha sido objeto de un magnífico ensayo, otra vez producido por un hombre procedente de la literatura: el dramaturgo español Alfonso Sastre. Ver su obraLa Batalla de los Intelectuales (Buenos Aires: CLACSO, 2005). 

3 Ver Perry Anderson 2004 “El papel de las ideas en la construcción de alternativas”, en Boron, Atilio A. (comp.) Nueva Hegemonía Mundial. Alternativas de cambio y movimientos sociales (Buenos Aires: CLACSO) pp. 44-46. 

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199853

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México: América Latina avanza en políticas públicas de matrimonio gay

América del Norte/México/25.06.18/Fuente: www.uniradioinforma.com.

El matrimonio gay en América Latina ha avanzado de manera impresionante en los últimos 15 años y hoy cerca del 80 por ciento de sus habitantes tiene la posibilidad de acceder a este derecho, aseguró el investigador mexicano Jordi Diez.

El investigador y politólogo mexicano se encuentra en Colombia presentando su obra «La política del matrimonio gay en América Latina. Argentina, Chile y México y sus desafíos», del sello Fondo de Cultura Económica (FCE).

Díez tomó como punto de partida la disparidad de resultados que obtuvieron los movimientos homosexuales por la lucha de la aceptación legal del «matrimonio gay» en Argentina, Chile y México, y logra presentar un argumento basado en el resultado de las entrevistas y muestreos que realizó en dichos países.

En esta obra se plantean las propuestas de los movimientos sociales, tales como la lucha por la legalización del matrimonio homosexual, se ven legitimados e incluso apoyados por las instancias legales cuando tienen suficiente fuerza y apoyo.

El autor de la obra es catedrático en ciencias políticas en la Universidad de Guelph, Canadá y profesor titular-invitado en El Instituto de Estudios Políticos de París, El Colegio de México, la Universidad Diego Portales (Chile), la Universidad de California-San Diego y la Universidad de Costa Rica.

Díez en entrevista con Notimex sostuvo que es “muy importante que el 80 por ciento de la población de Latinoamérica hoy en día viven en países donde ya es un derecho el matrimonio gay, como lo son Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay y México, que concentran ese porcentaje en la región”.

En la región “hay un avance impresionante en los últimos 15 años y específicamente en tres casos particulares: Argentina, Chile y México”, sostuvo el investigador mexicano, quien explica en su obra los principales factores que se juntan para el avance en políticas públicas sobre este derecho de matrimonio igualitario.

El primer factor es la “fuerza, la voluntad y la capacidad de activistas de forjar redes extensas para ponerle presión a los gobiernos para aprobar estas medidas y esas redes toma mucho tiempo en forjarse. En los dos casos donde se ha dado el matrimonio igualitario, Argentina y México, la formación de estas redes data al menos de unos 40 años”.

El segundo factor importante -anotó Díez- es la configuración y andamiaje institucional, porque “mucho depende del acceso que tengan estos grupos para impulsar este tipo de políticas y es muy importante el acceso que tienen los grupos opositores”.

En ciencias políticas hablamos “de poderes de veto. Cuando los grupos de poderes conservadores pueden vetar políticas no se avanza mucho en políticas públicas en materia de matrimonio igualitario”, añadió.

Es el caso de Chile -explicó- “que desde 1990 a 2010 y después en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, se gobernó con una coalición de grupos de centro, de izquierda y un partido cristiano religioso demócrata que ha vetado estos temas”.

Argentina tiene “un sistema federado con un código civil a nivel nacional pero los conservadores no tienen poder de veto. En Argentina tienen mucho más acceso los activistas y no pueden bloquear estas políticas los grupos conservadores”.

México por su parte “es el único país de América Latina en donde “el código civil se regula a nivel subnacional, a nivel de los estados y esta característica facilito que este tipo de derecho haya entrado por la ciudad de México, que desde 1997 gobiernan partidos de izquierda”.

El tercer factor importante es el papel dinámico de los activistas que “logran de manera muy estratégica desplegar argumentos que pueden convencer a las elites que estas políticas públicas vale la pena y logran introducir sus argumentos en el debate nacional”.

En México y Argentina, lo que hicieron fue argumentar la relación del matrimonio igualitario “con los derechos humanos, derechos sexuales y la calidad de democracia. En estos dos países los derechos humanos se han perfeccionado en democracia y ha sido parte de los debates nacionales”.

Para Díez el nivel de aceptación de la ciudadanía de América Latina frente a este derecho de matrimonio igualitario, depende del desarrollo mismo de cada país en educación e industrialización entre otros factores.

“Tenemos a Uruguay arriba seguido por Argentina, Colombia, Brasil, México y Chile, y después empieza a bajar más, Costa Rica, países andinos y al final los países centroamericanos”, añadió el politólogo y estudioso del tema del matrimonio igualitario.

En 1997- acotó- el 59 por ciento de la población de América Latina estaba en contra de aceptar el derecho del matrimonio gay y desde hace tres años el índice bajo al 23 por ciento en términos generales, lo que demuestra un avance importante en la región.

Fuente de la noticia: http://www.uniradioinforma.com/noticias/internacional/528990/america-latina-avanza-en-politicas-publicas-de-matrimonio-gay.html

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La solidaridad bajo la forma del neoliberalismo: ONGs, ayuda al desarrollo y ejércitos humanitarios

Esta semana entrevistamos a Alfredo Olmeda autor del ensayo «Del apoyo mutuo a la solidaridad neoliberal. ONG, movimientos sociales y ayuda en la sociedad contemporánea«, publicado por la editorial La Neurosis o las Barricadas.

Hace ya mucho tiempo que la palabra solidaridad perdió su significado original, que evocaba el concepto de apoyo mutuo más tradicional en la lucha obrera, la fraternidad entre iguales, el carácter colectivo, la aspiración de transformación del entorno y huía de cualquier acción de carácter asistencialista. Por contra, con la implantación del neoliberalismo capitalista como ideología predominante la palabra solidaridad adquiere un nuevo significado, que lo vincula a acciones individuales y voluntarias, sin responsabilidad con la comunidad, sin análisis político transformador y con un marcado carácter asistencialista. Esa es la forma de la solidaridad en los tiempos del neoliberalismo.

La solidaridad neoliberal actual es sin rostros, sin seres humanos. Es una solidaridad que pretende ayudar a una humanidad abstracta. Puedes apadrinar a un niño en un suburbio de Bombay, pero no sabes cómo vive el niño que tienes puerta con puerta, o el que se sienta al lado de tu hijo en el cole. Puedes aportar unos eurillos a la reproducción del pingüino de la Antártida, pero asistes impasible ante el desahucio de tus vecinos.

Hemos vivido una lucha entre solidaridad obrera y solidaridad neoliberal. Con un desmantelamiento progresivo de la primera y una implantación firme y con muchos aliados de la segunda. El terrero está abonado por el desprestigio de sindicatos, partidos políticos, organizaciones revolucionarias y el fin de las ideologías lo que propicia que las ONG se conviertan en el nuevo cauce de participación en la sociedad y canalicen esa solidaridad profesionalizada bajo la ideología neoliberal.

En España las ONGs entre 1987 y 2000 se multiplicaron por 12. Recordamos que España ingresó en la Unión Europea en 1986 (entonces era la Comunidad Económica Europea, nombre que deja más claro se que iba el rollo). La avalancha de subvenciones que se preveía favoreció una expansión brutal del Tercer Sector, que sería el encargado de gestionar esta nueva solidaridad mercantilizada. La pobreza y las desigualdades dejan de convertirse en un problema para convertirse en una fuente de oportunidades. Es la materia prima con la que trabaja este sector.
No solo las ONGs. Las empresas también forman parte de este oscuro entramado, poniendo su mejor cara y dotando de imagen solidaria a sus negocios. Llega un momento que las empresas actúan como ONGs y las ONGs como empresas. No solo eso, el asunto es más bochornoso aún: las fuerzas armadas se convierten en fuerzas de paz e imposición, y las ONGs se convierten en fuerzas de dominación. Parece todo muy loco, pero ahí está Federico Trillo para aclararlo. Nos sirven unas declaraciones que hizo siendo Ministro de Defensa: «las ONG y las fuerzas armadas persiguen los mismos objetivos: la paz, la seguridad y el tratamiento humanitario en situaciones de conflicto«.
El binomio empresas transnacionales y ONGs, con el apoyo si es necesario de las fuerzas armadas, ejecutan los fondos de ayuda al desarrollo, que se acaban convirtiendo en el arma perfecta para articular el neocolonialismo que supone la dominación de los países donantes y la subyugación de los ayudados, en un eterno desarrollo que nunca culmina y que favorece el reparto de la tarta de los negocios en estos países eternamente en vías de desarrollo.
Solo así se entiende que incluso las ONGs participasen en 2003 en Irak en lo que se llamó la Conferencia de Donantes, un ingenioso eufemismo usado para denominar el reparto del jugoso negocio que supondría la reconstrucción de Irak después de la devastación bélica que había sufrido.
En este patético escenario ¿dónde quedan los reductos de la auténtica solidaridad, fraternidad y apoyo mutuo entre iguales? ¿qué fue de la lucha obrera?
Tracklist:

01: Attaque 77 – «Volver a empezar»
02: Fermín Muguruza y Aztlan Underground – «Nazio ibiltaria naiz»
03: Bratmobile – «Bitch theme»
04: Sin Dios – «África»
05: Milmarias – «Maria O.N.G»
06: Blakk Rasta – «Ogoni rebellion (Saro Wiwa)»
07: Angelic Upstarts – «Solidarity»

Descargar Barrio Canino vol. 232
La solidaridad bajo la forma del neoliberalismo: ONGs, ayuda al desarrollo y ejércitos humanitarios

Fuente: http://barriocanino.blogspot.com/2018/03/barrio-canino-vol232-la-solidaridad.html
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Descolonizando el conocimiento y la pedagogia: Vek Lewis (Video)

Australia / 27 de mayo de 2018 / Autor: Gala TV Acapulco / Fuente: Youtube

Publicado el 21 may. 2018
Actualmente, algunos consideran que el pensamiento crítico ya se ha agotado, Sin embargo, Los movimientos sociales en México han emergido desde inicios del siglo XXI y hasta hoy día continúan dispuestos a luchar por los derechos sociales, políticos, económicos y culturales principalmente de la ciudadanía. El Catedrático de la Universidad de Sydney, Australia, Vek Lewis, quien forma parte de una escuela de lenguas y culturas ofreció la Conferencia «Descolonizando el conocimiento y la Pedagogía» en la Universidad Hipócrates del Puerto de Acapulco. Con el objetivo de activar el aprendizaje crítico

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=jOZ0r9EbtBw
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Esperanza a partir de lo que tenemos en América Latina: educación popular y teología de la liberación

Por: Oscar Soto

Y serás tú, por fin, la Patria Grande,

India, negra, criolla, libre, nuestra, un Continente de fraternos Pueblos, del Río Bravo hasta la Patagonia.  

Que Dios, la paz, el mar, el sol, la vida…

Serás un parto de utopías ciertas y el canto de tus bocas hermanadas enseñará la dignidad al Mundo.

Pedro Casaldáliga

Nuestra América, levantada entre las masas mudas de indios, llena de pueblos apresurados por conocerse para pelear juntos, tal las intenciones de José Martí; tiene un manantial de recursos materiales y simbólicos que la describen, entre defectos y virtudes. Sobresalen, sin embargo, dos grandes características que se enredan en el retrato de nuestra particularidad: tributamos la peor de las desigualdades y poseemos el encanto de las mayores esperanzas.

Somos pobres, dominados y excluidos; pero persistentes, luchadores y esforzados. Fuimos colonizados, despojados y desposeídos pero supimos re-inventarnos en movimientos, abrazos, solidaridades y revueltas. Esta es una de las razones por las cuales nuestro continente es un territorio de esperanza: la comprensión del mundo, en nuestro sur, fue y es mucho más grande de lo que nos propone la crueldad del día a día.

¿De qué realidad hablamos?… Hace más de 500 años desde la llegada del colonizador, los pueblos amerindios se transformaron en materia prima para un fenómeno relativamente moderno en la época: la racialización de los cuerpos en tanto jerarquías sociales, físicas y políticas. Esa división tajante entre opresores y oprimidos constituye parte del peor legado de la colonia en nuestras corporalidades y geografías, vigente hasta hoy.

De la religión, la política y la sociedad colonial que nos impusieron, poco podemos rescatar, salvo el recuerdo de que fuimos “bárbaros” y ahora tenemos “civilización”, dicen todavía. Hablar de educación y creencias en un territorio despojado y “evangelizado” aun debería causar escozor entre “los vencedores”. Las espiritualidades ancestrales que se intentaron -y se intentan- despoblar de Nuestra América, son el grito permanente contra el relato del dominador, son la descolonización y la libertad por la que se lucha aquí. No obstante esto, con el tiempo América Latina se ha re-inventado. Aquellos oprimidos y negados también se rearmaron; la educación popular y la teología de la liberación latinoamericanas son un punto pequeño que dan cuenta de ello.

Pedagogía y fe para la Patria Grande.

La acumulación de experiencias de la Educación Popular -desde Paulo Freire en adelante- ha intentado oponer a la cultura capitalista hegemónica, la cultura popular y sus formas de solidaridades ancestrales, como el mejor camino para la educación política de base; como una dinámica nueva que busca vincular las carencias diarias con los proyectos utópicos. A diferencia de la política heredada de los dominadores, presente en muchos partidos tradicionales en la actualidad, la educación popular propone re-educarnos en los 

movimientos sociales de base, acumular poder popular y construir alternativas desde abajo, potentes al punto de mover a los de arriba también.

Sucede que el mismo cristianismo que se impuso a capa y espada, también gestó su orillo contestatario en rechazo a la religión opresora, reivindicando para sí un evangelio anti-imperial y un Jesús hermano y compañero. La Semana Santa por la cual transitamos recordando muerte y resurrección, no es otra cosa que el retorno de los vencidos a la escena de la historia. Las formalidades de creencias o adscripciones de fe pasan a un segundo plano. En un continente empobrecido todo es relativo, salvo el hambre y la exclusión de los últimos de la hilera.

Aunque parezcan ya pasadas de moda en un siglo nuevo, las enseñanzas de la educación popular y la teología de la liberación latinoamericanas, se mantienen por fuerza de los tiempos que nos tocan vivir: ni la fe en un futuro mejor, ni la organización popular pueden quedar fuera de las batallas que damos contra el capitalismo, el colonialismo y la sociedad patriarcal en las que habitamos. Este tiempo de reflexión para quienes creen y quienes no, es el espacio para mediar las estrategias que se opongan a aquello que es más fuerte aun que el sistema económico que padecemos: el modelo cultural e ideológico que reproduce la dominación a la que, por otro lado, nos resistimos.

José Martí diría que no hay proa que taje una nube de ideas, sin embargo hace unos cuarenta años cuando las ideas libertarias ocuparon los espacios políticos, pedagógicos y religiosos, los dominadores fueron obligados a hablar de distribución económica, de justicia social y de reformas agrarias; hoy parece que las fuerzas sociales-populares y las izquierdas latinoamericanas asumieron el lenguaje del mercado, las restricciones económicas y los planes de gobernabilidad “democrática”.

Así, como cada vez que los pueblos buscan su educación política para ser libres, los que oprimen optan por la represión y golpes militares, en este tiempo también enfrentamos a aquellos que ajustan, reprimen y hambrean, con la diferencia escasa de que, todo parece indicar, hemos dejado de lado la mayor enseñanza de esta Semana Santa (en clave libertaria): la salvación no es un acto heroico de un individuo iluminado, es en todo caso un ejercicio colectivo de amor y entrega por el prójimo y el que sufre día a día la pobreza, el hambre y la expulsión de sus tierras sagradas. La esperanza es un acto político que se construye a partir de lo que tenemos.

Fuente: http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/7607/

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