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Los actores no estatales están influyendo en la profesión docente: ¿cuáles son las implicaciones?

«Cuando las escuelas vuelvan a abrir, voy a abrazar a la maestra de mi hijo y agradecerle … «, me dijo un amigo por teléfono solo tres días después de un bloqueo impuesto por Covid-19. Ahora, varias semanas después de la crisis de Covid-19, no es exagerado que nuestro mundo haya cambiado de manera fundamental, incluida quizás la forma en que vemos el trabajo de los maestros. ¿Los maestros son fácilmente reemplazados por la tecnología? ¿Alguien puede ser maestro? Me imagino que al menos unos pocos de nosotros pueden haber cambiado sus perspectivas sobre estos debates.

Los debates y las discusiones sobre los docentes y la enseñanza reúnen consideraciones de economía y educación como pocos otros temas educativos. Los maestros son fundamentales para la provisión de educación, son los trabajadores de primera línea, a quienes se les confía directamente la responsabilidad de crecer y nutrir las mentes jóvenes. La compensación docente, por otro lado, es central para los presupuestos educativos; En la mayoría de los sistemas educativos, la nómina de docentes es el gasto anual más grande.

El enfoque en los actores no estatales en el próximo Informe de Monitoreo de la Educación Global 2021 nos invita a participar en los debates sobre los docentes y la enseñanza a la luz de la creciente oferta de educación basada en el mercado. Utilizando el caso indio, muestro cómo los actores no estatales están moldeando la vida profesional de los docentes de tres maneras.

Los actores no estatales brindan capacitación docente

El sector privado desempeña un papel destacado en la formación del profesorado en varios países de ingresos bajos y medios. Al trabajar junto al gobierno, los institutos privados pueden contribuir a aliviar la escasez de maestros capacitados. Si bien el impacto más amplio de la formación de docentes no estatales en la profesión está poco estudiado, puede estar muy por debajo de las expectativas, como lo demuestran experiencias como la que emerge de la India.

El sector de formación docente ha sido difícil de regular en la India. Después de los esfuerzos recientes para revisar el proceso de acreditación de los institutos de capacitación docente, el Consejo Nacional para la Educación Docente(NCTE) ahora indica que hay 17.244 institutos de formación docente ‘reconocidos’ en toda la India, que ofrecen 17 tipos diferentes de cursos aprobados. Unos pocos clics en el sitio web de NCTE producen una lista estatal de institutos ‘reconocidos’, que puede ser un recurso valioso para un aspirante a maestro para confirmar que se está inscribiendo y pagando grandes sumas de honorarios a un programa de capacitación legítimo. Sin embargo, con una letanía de nombres genéricos como ‘Instituto de Educación y Gestión’ y ‘C – Impact Institute’ e institutos con nombres y direcciones similares, con una variación menor en la ortografía (por ejemplo, ‘Springdale Institute’ y ‘Springdala Institute’) , navegar por estas listas puede ser abrumador.

Mientras trabajaba un poco tratando de comprender mejor cómo identificar efectivamente los institutos ‘reconocidos’, me topé con una pequeña industria artesanal de ‘expertos’ en YouTube . Ofrecen asesoramiento en hindi y lenguas indias regionales a futuros maestros sobre cómo seleccionar un instituto de formación docente, evitando al mismo tiempo ser víctimas de institutos y títulos fraudulentos y costosos.

Unos años después de la revisión de NCTE, estos comentarios de YouTube no son la única indicación, sin embargo, de que no todo está bien con el sector privado de capacitación docente en India. El Capítulo 5 del borrador de la Nueva Política Educativa de 2019 , el Capítulo 5 señala que ‘… la educación del profesorado es muy deficiente y, de hecho, está en crisis en el momento actual. Hay aproximadamente 17,000 instituciones de educación docente en el país, de las cuales más del 92% son de propiedad privada. Diversos estudios en profundidad … han demostrado que una gran proporción de estos colegios de enseñanza ni siquiera intentan proporcionar una buena educación; en cambio, muchos funcionan como tiendas comerciales donde ni siquiera se cumplen los requisitos mínimos curriculares o de cursos, y donde los títulos están esencialmente disponibles por precio«. El documento de política continúa afirmando que una gran mayoría de estas universidades son «independientes» y, por lo tanto, «… generalmente no tienen la capacidad de proporcionar educación docente que incluya … una sólida formación pedagógica y práctica».

Los actores no estatales son empleadores importantes de maestros

A medida que la provisión de educación no estatal a nivel de educación primaria y secundaria ha crecido rápidamente, los actores privados se han convertido en importantes empleadores docentes, configurando la compensación docente y las condiciones de trabajo. Solo en la India, entre 3 y 4 millones de docentes trabajan en el sector privado. El consenso general es que los maestros del gobierno reciben salarios más altos que los maestros de las escuelas privadas. Pero más allá de las comparaciones salariales, tenemos una comprensión limitada de las condiciones de trabajo de los docentes en el sector no estatal.

Según la investigación en la que estoy trabajando actualmente con Jutaro Sakamoto en la Universidad Estatal de Michigan, observamos que en la India, los maestros de escuelas privadas no solo tienen menos probabilidades de ganar menos, sino también tener menos contratos laborales formales o recibir beneficios como vacaciones pagadas y pensiones . Las implicaciones de estas condiciones de trabajo relativamente precarias y menos deseables de los docentes del sector privado no están bien estudiadas. Si bien no es del todo aplicable, la investigación sobre maestros contratados por el gobierno (maestros contratados en condiciones algo similares a los maestros de escuelas privadas con salarios más bajos y menos garantías contractuales o beneficios) ofrece alguna indicación de que un mercado laboral de maestros tan bifurcado puede tener consecuencias negativas para la moral de los maestros y desgaste.

A través de las «soluciones» de Ed-Tech, los actores no estatales están dando forma al trabajo diario de los maestros

La crisis de Covid-19 ha puesto de manifiesto varias inequidades inherentes en la búsqueda de soluciones educativas basadas en tecnología. A pesar de estas preocupaciones, a través de innovaciones tecnológicas educativas disruptivas y mágicas que prometen acelerar el progreso educativo, los actores no estatales han estado ocupados defendiendo soluciones educativas basadas en tecnología a escala. Estas intervenciones sustituyen, aumentan, modifican y redefinen los procesos educativos y, por extensión, el trabajo diario de los docentes. Según una extensa revisión reciente de casi 3.000 innovaciones, Las ONG y el sector privado se encuentran entre los principales proveedores de innovaciones de EdTech, y el sector privado y las fundaciones se encuentran entre los principales financiadores de estas innovaciones.

De hecho, la tecnología educativa tiene el potencial de mejorar el aprendizaje, pero también es una oportunidad de mercado lucrativa. Un reciente informe de la industria del sector educativo afiliado al Departamento de Comercio de la India señala: «El país se ha convertido en el segundo mercado más grande para el aprendizaje electrónico después de los Estados Unidos. Se espera que el sector alcance los US $ 1,96 mil millones para 2021 con alrededor de 9,5 millones de usuarios ». La Dra. Francine Menashy en su reciente blog llamó la atención sobre las preocupaciones generales derivadas de la participación empresarial en la educación durante la crisis.. Varias de estas observaciones son relevantes más allá de la crisis también. Es importante destacar que, en el contexto de los docentes, estas consideraciones llaman nuestra atención sobre las formas en que debemos comprender mejor el potencial de las intervenciones de tecnología educativa, muchas apoyadas y promovidas por actores no estatales, para redefinir el trabajo diario de la enseñanza.

En resumen

Volviendo a las preguntas con las que comenzamos, la crisis de Covid-19 ha reenfocado nuestra atención en los trabajadores de primera línea, incluidos los maestros, cuyas habilidades y trabajo ya no podemos dar por sentado. Reenfocar nuestra atención en los docentes requiere que prestemos más atención a las formas en que los actores no estatales, con una variedad de motivos y habilidades, están influyendo en la preparación de los docentes, las condiciones de trabajo y el trabajo diario de los docentes. La presencia no estatal innovadora, concienzuda y sensible al contexto en estos espacios puede complementar los esfuerzos del gobierno. Pero es poco probable que este resultado se logre sin que el gobierno cumpla su función de proveedor y regulador.en el sector educativo. Nuestro estado actual de conocimiento también limita nuestra comprensión del impacto total de los actores no estatales en la vida de los docentes y sus posibles sinergias o conflictos con el sistema público. El enfoque del Informe 2021 GEM en los actores no estatales es un paso positivo que proporcionará a la comunidad mundial una oportunidad renovada para explorar estas preguntas poco estudiadas.

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2020/06/04/non-state-actors-are-influencing-the-teaching-profession-what-are-the-implications/

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El magisterio venezolano y su lucha por las reivindicaciones de los profesionales de la docencia (II)

Por: Pluma Invitada

Las siete federaciones que firmaron la primera contratación colectiva de los trabajadores de la educación a nivel nacional (1984) fueron la Federación Venezolana de Maestros, El Colegio de Profesores de Venezuela, El Colegio de Licenciados en Educación, la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación, la Federación de Trabajadores del Magisterio, la Federación de Trabajadores de la Enseñanza y la Federación de Educadores de Venezuela.

La proliferación de asociaciones sindicales que agrupan a los docentes, tanto a nivel nacional como regional, surgieron probablemente porque se incrementó la cantidad de egresados de los institutos pedagógicos, del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, de las escuelas de Licenciados en Educación de las universidades (públicas y privadas), y particularmente de las divergencias políticas de los agremiados a muchas de las organizaciones sindicales originales, como por ejemplo, la Federación Venezolana de Maestros

La conformación de sindicatos estadales y municipales pertenecientes a la Federación Venezolana de Maestros, unidos a la proliferación de sindicatos regionales y de seccionales de los sindicatos nacionales, abrió la posibilidad de que estas asociaciones gremiales locales firmaran convenciones colectivas con los gobernadores de los estados, a través de las direcciones de educación estadales, logrando en muchas ocasiones mejoras sustantivas  para los docentes de los estados, por encima de los logros alcanzados en las contrataciones colectivas nacionales.

El Magisterio Venezolano ha acumulado, desde la firma de la primera contratación colectiva a nivel nacional, infinidad de logros en beneficio de los agremiados a las distintas agrupaciones, distribuidos estos beneficios en siete contrataciones colectivas firmadas con el gobierno nacional y varias contrataciones locales, consideración hecha hasta la firma de la VII Contratación Colectiva en octubre 2013

En general, a la firma de la VII Contratación Colectiva entre el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE) y las distintas agrupaciones sindicales, a saber: Federación Venezolana de Maestros (FVM), Federación Nacional de Profesionales de la docencia, Colegio de Profesores de Venezuela (FENAPRODO-CPV), Federación de Sindicatos de Licenciados en Educación de Venezuela (FESLEV-CLEV),  Federación de Trabajadores Sindicalizados de la Educación (FETRASINED), Federación de Educadores de Venezuela (FEV), Federación Nacional de Colegios y Sindicatos de Trabajadores Profesionales de la Educación de Venezuela (FENATEV), Federación de Trabajadores de la Enseñanza y Afines de Venezuela (FETRAENSEÑANZA), Federación Unitaria del Magisterio de Venezuela (FETRAMAGISTERIO) y el Sindicato Nacional de la Fuerza Unitaria Magisterial (SINAFUM). Es de destacar que esta última organización, SINAFUM, representa al partido de gobierno nacional actual en Venezuela; se logró consensuar, mediante acta firmada el 02 de octubre 2013 lo contemplado en la Cláusula N°38: Resguardar la Permanencia de Beneficios de las y los Trabajadores de la Educación.

A partir de la firma de la mencionada Acta, las partes acuerdan reconocer, como patrimonio y amparo de las y los trabajadores docentes de la educación, los tratados, pactos y convenciones relativos a los derechos humanos y específicamente a los derechos a la educación y al trabajo suscritos y ratificados por la República Bolivariana de Venezuela. También aquellos acuerdos sindicales, gremiales, académicos, educativos, económicos, profesionales, sociales y culturales suscritos a favor del Magisterio Venezolano en su larga historia por más y mejores reivindicaciones, por lo tanto se tendrá como vigente las actas, convenimientos y los anteriores contratos colectivos sobre condiciones de trabajo.

Igual tratamiento de protección y patrimonio legal para esta convención tendrá los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) suscritos o ratificados por la República Bolivariana de Venezuela.(1)

El salario del docente venezolano se ha venido deteriorando de forma sostenida y acelerada desde la década de los 90, según estudios del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDAS), (c.p Ramírez, 2006), el valor en bolívares de la canasta básica familiar para septiembre de 2005, aumentó en 253,8% con respecto a su valor en 1998. En otras palabras, si en 1998 se requerían 448.704 bolívares para acceder a los bienes y servicios más representativos para el consumo familiar, para el 2005 se requiere un monto por el orden de 1.587.613 Bs, tres veces y medio más. Para este mismo año (2005), el salario mínimo asciende a Bs. 405.000,00, de tal manera que una familia con ingresos de dos salarios mínimos (Bs. 810.000,00) solo podría adquirir 51% de la canasta básica familiar. Como se evidencia, la capacidad adquisitiva de la familia venezolana se ha visto mermada de manera alarmante en los últimos siete años.

Esta situación también envuelve a los maestros, quienes han comprobado que su capacidad adquisitiva disminuye considerablemente por la inflación. Tomando como referencia los salarios devengados por un maestro recién graduado desde 1997, se observa que si bien en términos nominales estos se han incrementado en 330%, en términos reales su capacidad adquisitiva se ha mermado en 71% con respecto a los niveles acumulados de inflación expresados por las cifras del Índice de Precios al Consumidor (IPC) aportadas por el Banco Central de Venezuela a través de su página web. El Cuadro 1 es elocuente, muestra la evolución de los sueldos base, nominales y reales de los maestros titulados desde 1997 hasta septiembre 2004.(2)

Cuadro 1: Serie histórica de los sueldos base (nominales y reales) de los maestros graduados, periodo: 1997 a septiembre 2005 (a los precios de 1997 según el Banco Central de Venezuela)

Los datos que refleja el cuadro anterior son una muestra de lo que ha venido sucediendo con el ingreso (salario) de los docentes, situación esta que se agrava por la inestabilidad e incertidumbre en todos los órdenes de la vida que agobian a la población venezolana.

Es conveniente aclarar que la dedicación a la labor docente que se considera como base para el cálculo del salario de los docentes en Venezuela, están tipificados en el artículo 27 del Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente (REPD, 2000) como: Docente integral diurno con 5 jornadas semanales de 5 horas diarias de 60 minutos (esta carga horaria corresponde al Docente de Aula de Preescolar y Primaria) y Tiempo Completo, con 36 horas académicas de 45 minutos, semanales (esta carga horaria corresponde al profesor del nivel de Educación Media General y Media Técnica, que cumple funciones administrativas y le corresponden horas de clase semanales). (3)

Las tablas salariales que resultaron de la firma de la VII Convención Colectiva firmada entre el MPPE y las federaciones signatarias dieron como resultado que un Docente de Aula, de Preescolar o Primaria, con una carga horaria de trabajo equivalente a 25 horas/reloj semanales y un año de servicio, para la primera categoría, es decir, Docente I, tuviera un ingreso mensual de 4.588,85 Bs. Para un Docente VI (máxima categoría, según el Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente, 2000), con la misma carga horaria de trabajo y 25 años de servicio, el ingreso mensual ascendía a 7028,66 Bs.

Para un Docente I, Profesor de Educación Media, con 36 horas de clase semanales, el salario correspondía a 49 ascendía a 9648,18 Bs12,80 Bs y para un Docente VI, con 36 horas de clase semanales, el ingreso mensual era 7.510,53 Bs. (4)

Cabe destacar que estos ingresos mensuales de los docentes tienen incorporados beneficios provenientes de primas contempladas en la contratación colectiva, tales como: Antigüedad por años de servicio, Transporte y Aspectos Propios del Docente.

En los datos que se muestran a continuación se puede evidenciar que durante el periodo de vigencia de la VII Contratación Colectiva de los Trabajadores y Trabajadoras de la Educación, el salario mínimo fue incrementándose, debido, quizás, a los factores de incertidumbre e inestabilidad presentes en la sociedad venezolana. (5)

Se puede evidenciar que para septiembre 2013, el salario mínimo tenía un monto de 2.702,73 Bs y para noviembre 2015, ascendía a 9648,18 Bs.  Claramente se aprecia que para fecha de culminación de la vigencia de la Contratación Colectiva, el salario de los docentes en Venezuela estaba por debajo del salario mínino, situación que impedía el acceso, principalmente, a la adquisición de los diferentes rubros de la canasta básica y qué decir de prendas de vestido y calzados.

Año 2013 Salario Mínimo
1 septiembre 2013 Bs. 2.702,73
1 noviembre 2013 Bs. 2.973,00
Año 2015
1 febrero 2015 Bs. 5.622,48
1 noviembre 2015  Bs. 9.648,18

Ante la situación de deterioro del ingreso de los docentes venezolanos, las asociaciones sindicales ejercieron presión y reclamos desde mayo 2015, situación que derivó en que desde el Ejecutivo Nacional de decretara un incremento salarial de 30 % para los docentes venezolanos, el cual en opinión de Nelson González (presidente de Fetramagisterio): “Ese es un 30 % que no compensa el deterioro de nuestro salario durante dos años. Porque hay que estar claros que este año hay una devaluación cercana de 200%. Aunque no conocemos las cifras del Banco Central, por algo debe ser que no se conocen, nada bueno se esconderá debajo de esa opacidad del propio Banco Central”. (6)

González indicó que la convención que se discutió hace dos años se vence ahora el 20 de octubre y que el nuevo contrato debió ser discutido en julio o agosto de 2015, pero que el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Educación “le han dado largas”. En esta próxima discusión se incluirá al personal obrero y administrativos del sector.

Bibliografía

1.Ministerio del Poder Popular para la Educación. (02 octubre, 2013). VII Convención Colectiva de Trabajo de los Trabajadores y Trabajadoras de la Educación: 2013-2015. C:\Users\UIA\Documents\VII Convención Colectiva de los Trabajadores de la Educación de Venezuela.html

2.Ramírez, Tulio. (2006). Ser maestro en Venezuela. Revista de Pedagogía27(78), 113-138. Recuperado en 28 de abril de 2020, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-97922006000100005&lng=es&tlng=es.

  1. Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente en Venezuela. (2000).  DecretoN°    1.011 de fecha 4 de octubre de 2000.  Gaceta Oficial N° 5.496 Extraordinario de fecha 31 de octubre de 2000. Disponible: https://docs.venezuela.justia.com/federales/reglamentos/reglamento-del-ejercicio-de-la-profesion-docente.pdf

  1.   Federación Venezolana de Maestros (2013). Alcance económico de la discusión de    la VII Convención Colectiva del Trabajo. Tabulador salarial 2013 y 2014. file:///C:/Users/UIA/AppData/Local/Microsoft/Windows/INetCache/IE/UAAC6YM5/tabla-salaria-2014-33-36x.pdf

  1. Histórico Salario Mínimo en Venezuela. Cronología de los Aumentos de Sueldos en Venezuela. Evolución e Incrementos Salariales. Tabla de Salarios. Aumentos Salariales desde el 2008 hasta el 2019.  (abril 15, 2020). C:\Users\UIA\Desktop\Histórico Salario Mínimo Venezuela _ actualidad-24.com.html
  2. González, N. (octubre 29, 2015). Fetramagisterio: Con aumentos, el sueldo máximo de un docente es Bs 16.200. https://elestimulo.com/fetramagisterio-aumento-salario-sueldo-maximo-docente-16200/

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-magisterio-venezolano-y-su-lucha-por-las-reivindicaciones-de-los-profesionales-de-la-docencia-ii/

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Libro: Formar para transformar cambio social y profesiones educativas (PDF)

Edita: Editorial GEU

ISBN: 978-84-17748-80-7

Depósito Legal: GR-1363-2019

Diseño de portada: Luis Arance Ortega

Maquetación: Lola Castillo de Toro

Imprime: Lozano Impresores S.L.

Distribuye: Editorial GEU

Reseña:

El Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación lleva celebrándose, de manera inin- terrumpida, desde hace treinta y ocho años y es el lugar de encuentro habitual de quienes, desde las distintas universidades españolas, nos dedicamos a la docencia e investigación en Teoría de la Educación y, en su caso en Pedagogía Social. En esta ocasión, la organización corre a cargo de profesores del departamento de Teoría e Historia de la Educación y MIDE de la Universidad de Málaga, con una temática que lleva por título “Formar para transformar: cambio social y profe- siones educativas”.

La relevancia del evento viene determinada por el hecho incontrovertible de que para el pre- sente y para el futuro, cualquiera que quiera comprender la evolución de la Teoría de la Educación en España, como disciplina científica, o de los planteamientos acerca del estudio de la educación como objeto de estudio teórico y de la intervención pedagógica como acción razonada, deberá tener en cuenta la contribución a estos campos que se ha venido realizando ininterrumpidamente, desde 1982 hasta la fecha, en los Seminarios Interuniversitarios de Teoría de la Educación. De ello ha quedado constancia en publicaciones de libros, en la creación de la revista Teoría de la Educación cuyo nacimiento tuvo lugar en nuestra Facultad de la mano de su primer director, el profesor José Manuel Esteve; en la creación de la que se denominó Teoría de la Educación: Educación y Cultura en la Sociedad de la Información (TESI) y que a partir del Vol. 15, 4 (2014) se denomina Education in the Knowledge society (EKS). O los catorce Congresos que vienen ce- lebrándose cada tres años, o la creación de la Red de investigadores e investigadoras de posgrado (RED-IPTE) que, de forma paralela al propio SITE y como parte de él, se reúne cada año. De todo ello hay constancia en la página web http://www.redsite.es/ de la que se ha ocupado desde sus orígenes el profesor Gonzalo Jover de la Universidad Complutense.

Descargar en: libroFormar-para-transformar_compressed

Fuente: http://www.ignaciocalderon.uma.es/wp-content/uploads/2019/11/Formar-para-transformar_compressed.pdf

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Escenarios para una nueva profesión

Urgía crear escuelas, pero urgía más crear maestros; urgía dotar a la Escuela de medios para que cumpliera la función social que le está encomendada; pero urgía más capacitar al Maestro para convertirlo en sacerdote de esta función; urgía elevar la jerarquía de la Escuela, pero urgía igualmente dar al Maestro de la nueva sociedad democrática la jerarquía que merece y merecerá haciéndole merecedor de ella.

Gaceta de Madrid. Nº273. 30 de septiembre de 1931

No nací marcado para ser un profesor así. Me fui haciendo de esta manera en el cuerpo de las tramas, en la reflexión sobre la acción, en la observación atenta de otras prácticas o de la práctica de otros sujetos, en la lectura persistente y crítica de textos teóricos, sin importar si estaba o no de acuerdo con ellos.

Paulo Freire, 1993 

Práctica reflexiva, profesionalización, trabajo en equipo y por proyectos, autonomía y responsabilidad ampliadas, tratamiento de la diversidad, énfasis en los dispositivos y las situaciones de aprendizaje, sensibilidad con el conocimiento y la ley, conforman un escenario para un nuevo oficio.

Philippe Perrenoud, 2008.

La enseñanza está lejos de ser una tarea sencilla. Enseñar hoy es un trabajo complejo que, para su buen desempeño, requiere de los más altos estándares en la práctica profesional, señalaban hace ya más de 20 años Hargreaves y Goodson (1996). No habrá sociedad del conocimiento, sin docentes de alta capacitación (Hargreaves, 2003). Afrontar los retos educativos actuales (en términos de equidad y diversidad) requiere un elevado grado de implicación y un alto compromiso por parte de los docentes que debe ir dirigido siempre, no olvidemos, a asegurar el derecho a aprender de todos los alumnos (Darling-Hammond, 2001).

Ramón cc by-nc-sa https://flic.kr/p/Cny5F

La enseñanza es una actividad incierta, contextualizada y construida en respuesta a las particularidades de la vida diaria en las escuelas (Marcelo, 2001) y los estudiantes.

Es más compleja que complicada y mucho más contingente que planificada.

Es una tarea laboriosa, paciente y difícil. Mucho más de lo que la gente cree y muchísimo más de lo que piensan los políticos,” dice Francisco Imbernón en Ser docente en una sociedad compleja (Imbernón, 2017, p. 21).

La docencia es también una profesión paradójica (Hargreaves y Lo, 2000). A pesar de que los docentes son imprescindibles, asistimos a un doble discurso sobre ellos (Montero y Gewerc, 2018). Parece que cuanto más necesarios e importantes son más les criticamos. Ha sido y sigue siendo habitual su demonización a través de la crítica constante del sistema educativo.

A día de hoy, sigue siendo válido, desgraciadamente, aquello que, a finales de los años 90, señalaba Fernández Enguita (1999, p. 19): “los profesionales de la enseñanza no pueden evitar la sensación de que la escuela se halla sometida a un fuego cruzado, degradado su prestigio y criticada por todos”. No les falta razón, continuaba, “pues parece que no existe nada más cómodo para una sociedad que culpar de sus males a la escuela -exculpando así, de paso, a otras instituciones como las empresas y el Estado- y tratar de encontrar soluciones mágicas a través de su permanente reforma” (Enguita, M. 1999, p. 19).

Charlie Sedanayasa cc by https://flic.kr/p/4GnGne

Charlie Sedanayasa cc by https://flic.kr/p/4GnGne

A pesar de que los docentes son la pieza fundamental de los sistemas educativos y que ejercen la influencia más determinante en el aprendizaje de los alumnos (Montero, 2006), apenas contamos con ellos a la hora de definir temas centrales para la educación. Ni siquiera cuando los temas afectan directamente a su carrera profesional. Cuanto más importante es su papel y más se espera de ellos, menos apoyo, respeto y margen para la creatividad, la flexibilidad y la innovación parece que se les concede (Hargreaves y Lo, 2000).

Repasando las reformas educativas de los últimos decenios observamos, no sin cierta sorpresa, que no se ha planteado en ningún momento una revisión profunda de la profesión docente, a pesar del consenso que parece existir, en palabras de António Nóvoa, sobre las cosas que se deberían hacer: “la articulación entre la formación inicialla inducción y la formación en servicio con una perspectiva de aprendizaje a lo largo de toda la vida; una mayor atención a los primeros años de ejercicio profesional y a la inserción de profesores jóvenes en los centros educativos; la valoración del profesor reflexivo y de una formación de profesores basada en la investigación; la importancia de las culturas colaborativas, del trabajo en equipo, del acompañamiento, de la supervisión y de la evaluación de los profesores” (Nóvoa, 2009, p. 51).

Y, cuando se han hecho cambios como sucedió con la creación de las facultades de educación o la reconversión de la deficiente y escasa formación pedagógica del profesorado de educación secundaria, éstos se han hecho sin contar realmente con ellos y, en ningún caso, han producido los resultados esperados y necesarios. Parece que, a pesar de que existe un discurso coherente (y en gran parte compartido) sobre lo que hay que hacer, no somos capaces de hacer eso que decimos que hay que hacer (Nóvoa, 2009).

En torno a los docentes existe un doble discurso de revalorización y desvalorización (Montero y Gewerc, 2018) que se traduce, a su vez, en políticas y medidas contradictorias: conviven, “por un lado, una tendencia a la uniformización de la enseñanza y a cierta aversión por la profesionalización de los docentes; y por el otro, una tendencia hacia una mayor calidad y profesionalidad del ejercicio docente” (Hargreaves y Lo, 2000, p. 191). Sentimos “la necesidad de revalorizar una profesión que tiene en sus manos el futuro de las generaciones venideras” (Montero y Gewerc, 2018, p. 5), pero, en general y especialmente en las últimas décadas, hemos optado por políticas de control, enfrentamiento y desconfianza que provocan desprofesionalización, “reduciendo los márgenes de libertad en la toma de decisiones profesionales y regulando su quehacer cotidiano de forma exhaustiva.” (Montero y Gewerc, 2018, p. 5). Nos encontramos, de hecho, ante lo que Hoye denominó un dilema endémico entre una visión burocrática de la docencia y otra visión profesionalizante (Hoyle, 2008). Nos encontramos ante la vieja tensión identificada por el sociólogo Emile Durkheim a principios de siglo XX para las profesiones, entre autonomía y control estatal.

Dani Alvarez cc by-nc-sa https://flic.kr/p/eV4YGn

Son múltiples los datos que apuntan hacia la necesidad de un cambio educativo profundo que sea capaz de responder a los desafíos educativos actuales. Un cambio que, a diferencia de los propuestos en otros momentos, debe girar fundamentalmente entorno a la necesidad de una nueva cultura del aprendizaje y de la enseñanza en nuestras escuelas. Lo que, inevitablemente, coloca a los docentes en el primer plano del debate educativo (Nóvoa, 2009).

Hargreaves y Fullan (2014) hablan de cinco falacias del cambio educativo: velocidad excesiva; estandarización; sustitución de personas incompetentes por competentes; dependencia de unas medidas del rendimiento muy limitada; y competitividad escolar. Frente a estas medidas que se han demostrado inoperantes, proponen apostar por el desarrollo de la capacidad profesional; la responsabilidad colectiva, el trabajo en equipo y la colaboración; el compromiso moral y la inspiración; el criterio profesional; el apoyo entre escuelas; y las políticas sistémicas, coherentes y cohesivas.

Por su parte, en 2015, Javier Murillo y Gabriela Krichesky recogieron las principales lecciones aprendidas tras cinco décadas del movimiento de mejora escolar, identificando seis factores a tener en cuenta para la puesta en marcha de procesos de transformación escolar: “la colaboración docente y el trabajo en redes; la implicación de la comunidad; el liderazgo sistémico; la centralidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje; el debate entre la responsabilidad y la rendición de cuentas; y las nuevas relaciones entre la administración pública y las escuelas” (Murillo y Krichesky, 2015, p. 69).

Parece que, por fin, tras varias décadas de reformas educativas sin efecto, hemos entendido que los procesos de cambio deben articularse desde una lógica compleja y participativaalejándose de los acercamientos tecnocráticos y burocráticos que han dominado estas reformas educativas (Monarca y Rappoport, 2013, p. 55). Parece que, por fin, hemos entendido que para cambiar la educación es necesario hacerlo con los docentes, no contra o a pesar de ellos y que, “por más que se actualicen las propuestas curriculares, por más que se implementen programas de mejora de equidad y de calidad y se descentralicen las modalidades de gestión, éste no tendrá lugar si no se reconoce en los docentes el factor central de cambio” (Vaillant, 2005, p. 45). Parece que, tras años de reformas, hemos asumido que el cambio y la mejora escolar están más asociados “a procesos de búsqueda, indagación, confianza, formación, asesoramiento, colaboración, que a procesos de vigilancia” (Monarca y Rappoport, 2013, p. 73). Parece que, por fin, somos conscientes de que es necesario reconocer y dar un mayor protagonismo a los docentes en la reivindicación de su futuro y en la redefinición de sus funciones.

Lorenzo Guadenzi cc by-nc-sa https://flic.kr/p/pBdsvD

Es bien conocida, por reiterada, la frase del informe elaborado por Michael Barber y Mona Mourshed para Mckinsey en 2007 (Barber y Mourshed, 2007) que afirma que la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes. Afirmación que, teniendo una parte de verdad, es en sí misma errónea y perjudicial, tal y como ha indicado muy acertadamente Fernández Enguita (2017) calificandola como el error Mckinsey. Errónea porque, como bien sostiene el propio Fernández Enguita, una organización es siempre algo distinto de los elementos que la forman. El todo es distinto que la suma de las partes. Y perjudicial porque al centrar exclusivamente la atención en los profesores de manera individual ignora la enorme importancia que tienen las organizaciones, los recursos y las culturas escolares para la mejora escolar. Un techo, el de la calidad individual de los docentes, que es en todo caso frágil y fácilmente fracturable, y que está sujeto a una presión y a unas demandas que lejos de disminuir crecerán en los próximos años.

La primera consecuencia es que, aun asumiendo la importancia de los docentes en la mejora escolar, no basta con actuar sobre las personas a nivel individual, debemos también actuar sobre las escuelas y las culturas escolares. El nuevo profesionalismo docente debe estar marcado, sin duda, por el trabajo y el aprendizaje en equipo (Hargreaves y Shirley, 2012).

El equipo es la forma más efectiva de difundir las mejores prácticas y la innovación (Mariano Fernández Enguita, 2018).

Es también el entorno más adecuado en el que aprender, en el que recibir constantemente retroalimentación cualificada y en el que obtener reconocimiento, a la vez que un antídoto contra el aislamiento del aula tradicional.

Para que los cambios sean útiles han de afectar tanto a los procesos de enseñanza y aprendizaje como a la organización escolar. Lo que pasa por actuar sobre la cultura escolar y la cultura profesional. Entendiendo por cultura escolar el conjunto de “valores, normas, expectativas…; a esos elementos que hacen que una escuela sea innovadora, aprenda, trabaje en equipo” (Murillo y Krichesky, 2015, p. 79) y por cultura profesional los “conocimientos, creencias, valores, normas, rutinas y actitudes del profesorado sobre la enseñanza, sobre enseñanza y tecnologías, sobre el alumnado, las relaciones entre profesores, las visiones de su actividad profesional, sus percepciones sobre el cambio” (Montero y Genera, 2018, p. 15).

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El cambio educativo sólo será significativo si activa los procesos de acción-reflexión-acción de los protagonistas de forma participativa, cooperativa, negociada y deliberativa (Miranda Martín, 2002). Tal y como sostenían Darling-Hammond y Mclaughlin (2004), los profesores aprenden haciendo, leyendo y reflexionando a través de la colaboración con otros, observando muy de cerca el trabajo de los estudiantes, y compartiendo lo que observan. Algo que, por cierto, ya habían señalado John Dewey al hablar de la reflective action y Donald Schön al proponer la necesidad del profesional reflexivo.

Uno de los aspectos más determinantes para la mejora de la práctica docente y que menos atención ha recibido en el contexto iberoamericano es el momento de incorporación de los nuevos docentes a la profesión.

Dado el carácter complejo y de alta dependencia del contexto de la enseñanza, hay cosas que solo se aprenden en la práctica.

En ese sentido, hace años que la investigación educativa insiste en la importancia y dificultad que suponen los primeros años de práctica docente (Avalos, 2016). No son pocos los autores que defienden de manera clara que el periodo inicial de inserción profesional es una etapa bien diferenciada, tanto de la formación inicial como de la formación continua, y que requiere una atención específica con programas y políticas adecuados. Programas que en la literatura educativa se denominan de inducción profesional. Y cuyo doble carácter de formación individual y colaborativa los convierte en buen ámbito para explorar políticas educativas que vayan más allá de una visión de la docencia y de la enseñanza como un problema de capacitación individual, para considerarlo como un problema de alta complejidad que requiere de actuaciones sistémicas, contextualizadas, situadas y contingentes.

Atender al periodo de inserción profesional es un excelente ejercicio para explorar la relación existente entre la mejora escolar, a través de la capacitación docente, y la mejora escolar a través de la atención a los contextos organizacionales y las culturas escolares donde se desarrolla la práctica docente.

El periodo de inserción profesional constituye un buen ámbito para mostrar que no es que no sea importante la capacitación individual de los docentes, sino que ésta no es suficiente. No es suficiente si todo ello no está orientado a desarrollar la capacidad de trabajar y aprender con otros. No es suficiente si lo individual no sirve para potenciar lo colectivo. No debemos olvidar que los docentes se vuelven competentes a través de una mezcla continua de procesos individuales y colectivos (Avalos, 2016).

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La transición desde la formación inicial a la carrera profesional puede ser en muchos casos traumática y provoca en la mayoría de los docentes lo que desde hace décadas se conoce como un shock de realidad (Veenman, 1984). Un shock que lleva a los docentes a recurrir a sus propios recursos, siguiendo aquello que Dan Lortie, en un libro ya clásico titulado Schoolteacher (1975), denominó el aprendizaje por observación, es decir, recurriendo a aquello que aprendieron, muchas veces de manera no intencionada, sobre la práctica docente tras miles de horas pasadas previamente ellos mismos como estudiantes observando a sus maestros. Una observación pasiva que llega a crear expectativas y creencias difíciles de remover posteriormente. Algo que fue brillantemente demostrado por Sandra Weber y Claudia Mitchell (1996) en una investigación sobre la imagen que tanto alumnos de primaria como profesores en formación tenían de lo que era un profesor.

Las investigadoras solicitaron a ambos grupos (alumnos y docentes en formación) que hicieran un dibujo representando su imagen de un profesor y luego lo explicaran. El hallazgo más sorprendente del análisis, señalaron, fue la presencia generalizada de imágenes de transmisión tradicionales de enseñanza, tanto entre los alumnos de primaria como incluso entre los profesores en formación. Lo que les llevó a concluir, al igual que a Lortie, que los estereotipos que prevalecen en la cultura y la experiencia desempeñan un papel determinante en la identidad de los docentes. De ahí la importancia de trabajar esas preconcepciones no solo durante la formación inicial, sino, sobre todo, en los primeros años de práctica docente, construyendo la identidad docente desde la observación de los otros en contextos reales.

Los primeros años de docencia constituyen un periodo fundamental en el desarrollo profesionalLos profesores nuevos tienen que enseñar y tienen que aprender a enseñar (Feiman-Nemser, 2001).

Veenman identificó los principales desafíos de los nuevos docentes en distintos países encontrando bastantes similitudes entre ellos: “motivar a los alumnos a aprender, gestionar la clase, lidiar con las diferencias individuales entre los estudiantes, evaluar el trabajo de estos y gestionar la comunicación con los padres de familia”. (OCDE, 2009, p. 131). Y, por si fuera poco, como señaló Carlos Marcelo (1999), los nuevos docentes deben hacer todo esto cargados con las mismas responsabilidades que los docentes con más experiencia.

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Los primeros años son un periodo clave también porque es cuando los nuevos profesores aprenden e interiorizan las normas, los valores y las conductas que caracterizan a la cultura escolar (MECD, 2015). Es una etapa “determinante para conseguir un desarrollo profesional coherente y evolutivo” (Marcelo, 2007, p. 29), y son también años importantes para asegurar un profesorado motivado, implicado y comprometido con su profesión. Para Marcelo, “si queremos asegurar el derecho de nuestros alumnos a aprender y si queremos que nuestras escuelas sigan siendo espacios donde se construye el conocimiento de las nuevas generaciones, es preciso prestar mucha mayor atención a la forma como los nuevos profesores se insertan en la cultura escolar” (Marcelo, 2009, p. 20).

Aprender a enseñar es un proceso complejo que lleva años dominar.

Centrarse en estos primeros años nos permite además, como decíamos y han señalado Denise Mewborn y Andrew Tyminski (2006), entender la importancia que tienen sobre los profesores las imágenes y creencias previas sobre la enseñanza y el aprendizaje y, por tanto, nos da pistas sobre la necesidad de capacitar a los docentes durante su formación inicial y continua para analizar críticamente esas creencias, a menudo profundamente arraigadas, ayudándoles a desarrollar nuevas visiones de lo que es posible y deseable en la enseñanza que inspiren y guíen su práctica profesional. Como sostuvieron Johnston y Ryan, “los profesores en su primer año de docencia son extranjeros en un mundo extraño, un mundo que les es conocido y desconocido a la vez. Aunque hayan dedicado miles de horas en las escuelas viendo a profesores e implicados en los procesos escolares, los profesores principiantes no están familiarizados con la situación específica en la que empiezan a enseñar” (Johnston y Ryan, 1983, p. 2).

Karry K. Wong, en un artículo seminal sobre los programas de inducción profesional, los definió como “una formación integral y exhaustiva, más un proceso de asesoramiento y apoyo a nivel de todo el sistema que dura entre 2 o 3 años, para integrarse posteriormente y de manera natural en los programas de desarrollo profesional de los nuevos profesores” (Wong, 2004, p. 42 ).

No hay dos programas de inducción iguales. Hay, de hecho, una gran variedad en cuanto a sus características, contenidos y duración. Pero sí hay elementos comunes: en muchos comienzan con una iniciación de 4 o 5 días antes de que comience la escuela; se ofrece una capacitación sistemática durante un período que varía de 1 a 3 años; se facilitan la formación de comunidades de aprendizaje en las que los nuevos maestros puedan establecer contactos y encontrar apoyo; hay un apoyo administrativo fuerte; poseen un elemento fuerte de mentoría; y ofrecen oportunidades para que los participantes visiten las aulas de otros compañeros (Wong, 2004). Comparando programas de inducción en Suiza, Japón, Francia, Shanghai y Nueva Zelanda, Wong encontró varias coincidencias: eran programas muy estructurados, completos, rigurosos y monitoreados, donde los distintos roles estaban claramente definidos; en todos se entendía que la inducción era una primera fase en un proceso de aprendizaje profesional continuo y a lo largo de la vida; y, en todos, la colaboración era vista como una fortaleza y se trabajaba para fomentar el intercambio entre los docentes no solo de experiencias, prácticas concretas y herramientas, sino también un lenguaje común.

Un aspecto crítico es que el período de inserción no debe solo integrar al nuevo profesorado en la cultura escolar vigente, sino que también debe contribuir a desarrollar en los nuevos docentes una mirada crítica y reflexiva hacia la profesión.

De nada nos serviría poner en marcha programas de inducción profesional si éstos refuerzan modelos de enseñanza, prácticas docentes y culturas escolares poco adecuadas para los desafíos educativos actuales.  Y en eso, el lugar donde se desarrollen estos programas de inducción es determinante.

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Una de las conclusiones de la investigación sobre inducción profesional es la importancia que tiene en el éxito de estos programas la cultura escolar (Gaikhorst et al., 2014) por lo que no se pueden diseñar de manera superficial, ni en cualquier lugar. Los programas de inducción deben ofrecer oportunidades de conexión entre docentes y estar estructurados dentro de comunidades de aprendizaje donde los docentes nuevos y los veteranos puedan interactuar (Wong, 2004). Los mejores programas de inducción, mantenía Wong, deben apoyar redes que creen comunidades de aprendizaje; tratar a todos los participantes como colaboradores valiosos; crear comunidades de aprendizaje donde tanto los nuevos maestros como los maestros veteranos adquieran conocimientos; y demostrar que la enseñanza de calidad no es solo una responsabilidad individual, sino también o, sobre todo, una responsabilidad colectiva.

Los cambios en los modelos de formación y desarrollo profesional docente deben ir acompañados de cambios organizacionales y cambios en las culturas escolares.

La colaboración y el apoyo mutuo, las redes profesionales, el aprendizaje permanente, el uso de evidencias, la implicación de las familias y la colaboración de las administraciones educativas son fundamentales frente al desafío de mejorar un sistema educativo en su conjunto (Hargreaves y Shirley, 2009). “La enseñanza se ha convertido en un trabajo imprescindiblemente colectivo” (Imbernón, F. 2001, p. 11). Los aprendizajes de los estudiantes son el resultado siempre de la intervención de un grupo de docentes (Ávalos, 2009). Sin embargo, señala Bolívar (2018, p.51), “para los profesores, es un trabajo aislado, en el espacio privativo del aula, con escasas posibilidades de aprender de sus pares”. Además, los docentes aprenden de sus prácticas pedagógicas: aprenden a aprender, a buscar, a seleccionar, a experimentar, a innovar, en fin, a enseñar (Calvo, 2014).

No hay duda, de que la mejora de la educación pasa por una profunda reforma de la profesión docente pero tampoco que, para cambiar la educación, no solo es necesario cambiar al profesorado, sino potenciar al mismo tiempo el cambio en los contextos donde el profesorado desarrolla su cometido y los procesos que condicionan sus prácticas: “las escuelas, la normativa, el apoyo comunitario, los procesos de decisión, la comunicación” (Imbernón, 2006, p. 42).

Si queremos nuevas prácticas docentes y nuevos patrones de relación entre los docentes, debemos actuar en los contextos organizativos en los que trabajan (Bolívar, Domingo, Escudero, Rodrigo, 2007).

Si queremos que los cambios tengan un impacto real en los resultados de los alumnos a través de una incidencia real en la vida de los centros y que estos cambios sean sostenibles deben generarse desde dentro para desarrollar su propia cultura innovadora, incidiendo en la estructura organizativa y profesional e implicando al profesorado en un análisis reflexivo de lo que hace.

La mejora de un centro educativo (y de los resultados de sus alumnos) depende, en gran medida, de su capacidad para desarrollar internamente el cambio.

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La buena noticia es que “todas las escuelas tienen la capacidad interna de mejora” (Harris, 2002, p. 11).

La transformación, la innovación y el cambio dependen menos de leyes y reformas que de proyectos de institución y de prácticas profesionales. La innovación y el cambio exigen hacer esfuerzos explícitos para fomentar y desarrollar en las escuelas entornos de confianza. Cada actor implicado debe tener confianza en su propia capacidad, en la de sus colegas y en la de la escuela globalmente para promover la innovación y el cambio (Harris, 2002). El trabajo colectivo en entornos de confianza facilita la reflexión en las propias prácticas, lo que permite a los docentes tomar riesgos, resolver problemas y atender los dilemas en su práctica (Darling-Hammond, Hyler y Gardner, 2017).

Necesitamos trabajar por una cultura de la colaboración, la cooperación, la confianza, la complicidad, el apoyo mutuo y la tolerancia profesional.

Sin embargo, tanto las actuales estructuras escolares (los tiempos y la organización curricular) como la cultura escolar predominante y la identidad docente dificultan que los profesores piensen en términos de problemas compartidos o de objetivos organizativos más amplios. “En el interior de las escuelas, los profesores tienden a pensar en términos de mi aula, mi materia o mis alumnos” (Darling-Hammond y Mclaughlin, 2004, p. 10).

Cambiar esta situación exige actuar con políticas diversas, capaces de actuar sobre todas las dimensiones implicadas en la mejora escolar, y exige especialmente trabajar a favor de un profesionalismo ampliado, construido en la interacción y colaboración con otros colegas.

Necesitamos transformar la tradicional cultura escolar individualista por una cultura de la colaboración y la responsabilidad compartida. La reclusión en el aula individual no lleva muy lejos la innovación si, al tiempo, no se incrementan los modos de trabajar y aprender juntos. Debemos tener presente, como estamos diciendo, que las creencias de los docentes suelen estar determinadas por las estructuras en las que trabajan. En términos de Hargreaves y Goodson debemos trabajar a favor de un compromiso “de trabajo con los colegas; a favor de culturas colaborativas de apoyo y ayuda mutua, utilizando la experiencia compartida para resolver los problemas de la práctica profesional; a favor de un compromiso con una cultura del cuidado hacia los estudiantes y no solo por una cultura del servicio. Lo que, a su vez, nos debe llevar a reconocer e incorporar las dimensiones emocionales y cognitivas de la enseñanza; un compromiso personal con el aprendizaje continuo desde la propia experiencia y los estándares de práctica propios.” (Hargreaves y Goodson, 1996, p. vii)

Hoy la complejidad de la enseñanza exige una cultura profesional que, desde la autonomía y el juicio crítico, adopte una disposición colaborativa en el pensamiento y la práctica (Revenga en Imbernón, 2017, p. 94). No se trata, como advierten Bolívar, Escudero, Teresa y Rodrigo (2007, p. 27), de que todos piensen y sientan del mismo modo, “ni de que lo colectivo diluya a lo individual y más personal”.

Eliminar el individualismo no es lo mismo que eliminar la individualidad. La individualidad genera desacuerdo creativo y riesgo que son recursos fundamentales para el aprendizaje grupal dinámico y de progreso (Hargreaves y Fullan, 2014).

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Abordar los retos actuales de la educación escolar pasa por hacer una apuesta decidida por mejorar la colaboración entre docentes. Es cierto, como sostienen desde el Foro de Sevilla, que “es necesario volver a poner de relieve el modelo de profesional docente ligado a un trabajo autónomo, reflexivo y comprometido, lejos de la figura de un aplicador de estándares y normas, sujeto a perfiles profesionales que no corresponden con el trabajo educativo” (Imbernón, Gimeno Sacristán, Rodríguez Martínez y Sured, 2017), pero sobre todo debemos trabajar por transformar la tradicional cultura individualista que aún impera en la mayoría de nuestros centros educativos por una cultura de la colegialidad y el apoyo mutuo. La colegialidad que necesitamos no es lo opuesto a la individualidad.

Necesitamos una colegialidad construida desde lo mejor de nuestras individuales.

Ante los retos educativos de nuestro tiempo, es cada vez más importante romper el tradicional aislamiento del profesor en su aula, así como la separación entre la escuela y su entorno. Es necesario trabajar desde la formación inicial, los periodos de inducción profesional y el desarrollo profesional continuo por una cultura de la colaboración docente, el liderazgo distribuido, el trabajo en redes y la implicación de toda la comunidad.

Todo lo anterior nos lleva a la necesidad de repensar la profesión docente. Nos lleva, en cierta manera a reprofesionalizar la docencia. Reprofesionalizar la docencia es, en primer lugar, oponerse a aquellos que pretenden simplificar la complejidad de la enseñanza. Pero también a todos los que consideran que ser docente es sobre todo una cuestión técnica, basada esencialmente en las capacidades individuales y que aceptan sin crítica la afirmación del informe Mckinsey, insisten en individualizar los retos (buscar los mejores expedientes, priorizando la formación de las capacidades individuales…) e ignoran la importancia de los contextos de trabajo y las culturas escolares.

Reprofesionalizar la docencia es aumentar el capital profesional de los docentes y de las escuelas, entendido éste como la combinación de capital humano, social y decisorio (Hargreaves y Fullan, 2014). El capital humano hace referencia al talento individual. Hace referencia directa a la afirmación del informe Mckinsey y, en general, a todas las políticas educativas y posturas que sostienen que la mejora de la educación pasa por seleccionar a los mejores, a los más dotados, a los más formados para ejercer. Como sostienen Hargreaves y Fullan (2014) la variable clave que determina el éxito no es el capital humano sino el grado de capital social, es decir, la cantidad y calidad de las interacciones y relaciones sociales entre las personas.

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Reprofesionalizar la docencia pasa por reconstruir las escuelas como comunidades profesionales de aprendizaje (Bolívar y Bolívar-Ruano, 2016), por romper la cultura individualista y por promover la colegialidad y el trabajo en colaboración como requisitos básicos para la mejora y el cambio educativo. Pasa por ser conscientes de que los grupos, los equipos y las comunidades son muchos más poderosos que los individuos cuando se trata de desarrollar capital humano. Pasa por crear una comunidad de docentes que discuta y desarrolle sus intenciones en conjunto, con tiempo, para desarrollar una misión común en sus escuelas (Fullan y Hargreaves, 1996). Pasa por hacer de las escuelas no sólo un lugar de aprendizaje para los alumnos, sino también un lugar de aprendizaje y desarrollo profesional para quienes en ella trabajan (Bolívar, Domingo, Escudero, Rodrigo, 2007). Pasa por pensar “el centro como tarea colectiva, convirtiéndolo en el lugar donde se analiza, discute y decide, conjuntamente, sobre lo que pasa y lo que se quiere lograr” (Bolívar, 2000).

La única manera de atender al reto de la diversidad es con diversidad.

Una educación de calidad y adaptativa, no puede surgir de la simple suma de las decisiones de los docentes y otros profesionales, sino que requiere un proyecto educativo compartido, lo que nos lleva al nivel y el ámbito del centro y a su proyecto. (Fernández Enguita, 2018). Tradicionalmente la escuela ha dado respuestas colectivas (iguales para todos) basadas en el trabajo individual de los docentes. Ahora debe dar respuestas individualizadas desde el trabajo colectivo de equipos docentes. Si aprender juntos es aprender más, podríamos decir que enseñar con otros es enseñar mejor.

Parafraseando el Decreto de 29 de septiembre de 1931 por el que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes planteó el Plan Profesional de formación del profesorado, podemos decir que tan urgente es hoy formar a los maestros que hagan crecer y sostengan esta nueva cultura profesional basada en la práctica reflexiva, la colaboración, la cooperación, el trabajo en equipo, la tolerancia profesional, la autonomía y la responsabilidad, como lo es crear las escuelas que impulsen la cultura escolar necesaria para que ese “nuevo profesional” pueda trabajar y desarrollarse profesionalmente.

Urge, como decía el decreto, trabajar por convertir los centros educativos en espacios de aprendizaje docente, transformándolos en lugares que ofrezcan oportunidades “al profesorado para ejercer de otro modo la profesión, reflexionando críticamente sobre su práctica e intercambiando experiencias para hacer un mejor trabajo con el alumnado, asumiendo la responsabilidad colectiva para el aprendizaje de los estudiantes; en fin, aprender continuamente unos de otros a mejorar sus prácticas docentes y crecer profesionalmente.” (Bolívar, 2018, p. 46). Urge trabajar por generar nuevos escenarios de profesionalidad. Urge, finalmente, reprofesionalizar la docencia desde una asunción sincera de las nuevas responsabilidades derivadas de los cambios en los fines de la educación y desde un compromiso sincero con los estudiantes.

La enseñanza no es un asunto técnico. Todo lo contrario. Es algo profundamente ligado a la acción y a la práctica. Es una práctica racional, reflexiva e intencional pero también subjetiva y altamente incierta. Requiere improvisación, conjetura, experimentación y valoración (Marcelo, 2001), cualidades muy alejadas de una concepción puramente técnica de la misma.

La complejidad de la enseñanza requiere, por parte de los profesionales, de una continua reflexión sobre, desde y en la práctica (Schön, 1983).

No hay manuales, ni cursillos para ser un buen docente. Llegar a serlo es un proceso largo, altamente contextual, lleno de incertidumbre y conocimientos tácitos. Los cambios deben estar guiados por visiones morales y sociopolíticas sobre los propósitos a los que debe servir el profesionalismo docente en el contexto de comunidades construidas sobre el cuidado mutuo y de democracias socialmente vigorosas. El tema es todo menos sencillo.

Andrea La Rosa cc by-nc-sa https://flic.kr/p/rnwXii

Este texto se publicó como artículo en el Monográfico Profesión y profesionalidad docente (2019), coordinado por Jesús Manso y José Moya, impulsado por la Red por el Diálogo Educativo (REDE) y publicado por Anele.

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Fuente: https://carlosmagro.wordpress.com/2019/05/18/escenarios-para-una-nueva-profesion/

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Venezuela: Sector educativo convoca a paro nacional de educadores para el 23 y 24 de octubre

América del Sur/ Venezuela/ 22.10.2019/ Fuente: venezuelaaldia.com.

Los maestros y profesores siguen con el plan, de irse a paro nacional, con el objetivo de lograr un salario digno para ellos, ya que la situación en Venezuela esta cada día al borde. Los mismo no les alcanza el dinero para poderse comprar una bolsa de pan.

Redacción Venezuela al Día 

Por ello se convocó a paro nacional de 48 horas para el próximo 22 y 23 de octubre a fin de defender la segunda convención colectiva y de la profesión docente.

«Trabajando para que el paro nacional se cumpla al 100%, con la incorporación del sector universitario. Será la educación en todo el territorio nacional la que estará paralizada el martes y miércoles», comentó Raquel Figueroa, coordinadora nacional de la Unidad Democrática del Sector Educativo.

A través de esta jornada de protesta el sector educativo exigirá el respeto a la segunda convención colectiva, al trabajo pedagógico, y exigirá ante la Inspectoría del Trabajo que obligue al Ministerio de Educación a reunirse con el sindicato de educación, como lo establece el artículo 440 de la Ley del Orgánica del Trabajo.

«Tenemos que discutir todas las cláusulas salariales y sociales que hoy siguen violadas por estas políticas y este paquete económico impuesto por (Nicolás) Maduro, que secuestró por la vía de la tabla de Onapre nuestra tabla de aumento salarial», señaló.

Fuente de la noticia: https://venezuelaaldia.com/2019/10/21/sector-educativo-convoca-a-paro-nacional-de-educadores-para-el-23-y-24-de-octubre/

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Save the Teaching Profession: A Clarion Call / By Peter Anti Partey (IFEST, Ghana) (03)

Save the Teaching Profession: A Clarion Call

By Peter Anti Partey (IFEST, Ghana)

Every year, the world celebrates the teaching profession on the 5th of October. Since its inception in 1994,each year’s celebration comes with a theme that seems to bring to the fore the emerging issuesin the profession forglobal discussion. For instance, in 2018, the theme was “the right to education means the right to a qualified teacher”. This theme was to remind the global community that the achievement of the right to education and education for all hinges on the availability and provision of trained and qualified teachers.

This year, the global community has been called to reexamine the future of the teaching profession in the light of increasing levels of attrition and the perceived unattractiveness to the younger generation. The theme, “Young teachers: the future of the profession” is a clarion call on the younger generation to choose teaching as their profession and contribute their quota in delivering quality education to the populace.

The aptness of this theme cannot be overemphasized, especially in Ghana. Research has shown that most young people in Ghana would not select teaching as their first career and even when they find themselves in the teaching field, it is mostly seen as transitory employment since they will gladly jump onto a “better” profession when the opportunity presents itself. In my interaction with teacher-trainees over the years, I have observed a complete change in their mood when there is a mention of their status as being trained as teachers. Some will burst into prolong laughter while others show a demeanor depicting a completedisapproval.

 

The fact is, through our actions and inactions, we have made the teaching profession unappealing to the younger generation. The historical antecedents of the teaching profession in Ghana reveals a profession that has lost its place of honour in the society. The veneration and esteem that accompanied the profession in the past seems to have been gnarled through society’s overall outlook. This seems to validate the cynicismof the public towards a probable restoration of the dignity of the profession.

The call by the global community to the younger generation to pursue teaching as a career and placing the young teacher in an enviable position as holding the keys to the future of the profession can only materialize in countries like Ghana when there is a deliberate attempt to attract and retain the younger generation. This is a decision that must be taken immediately by the relevant stakeholders to safeguard the future of the profession.

 

Issues relating to the profession should treated with all the urgency needed. In most instances, authorities are lackadaisical when concerns of teachers are brought to their attention. This contributes to the waning positive image of the profession. To attract and maintain young teachers, matters relating to them should be dealt withearnestly. Remuneration and other incentive packages for the teacher should reflect the crucial nature of the profession. Young teachers should be able to plan their lives properly with their decent salary while being assured of a decent pension upon retirement. Other incentive packages such as loans with lower interest rates, housing schemes, vehicle schemes should be a necessary component of the teaching profession and should be available to all but not a few.

 

One of the challenging issues for the young teacher is promotion. In many instances, movement up the professional ladder after all requirements have been met becomes a big hurdle to surmount. This with its associated bureaucracy continuous to be a traumatic issue for the young teacher. There is little or no opportunity for professional development and it becomes worse when that young teacher finds himself/herself in rural Ghana. The inadequacy of teaching and learning resources and the seemingly lack of support from parents and the community in the quest to deliver education to the child contributeto the attrition rate of young teachers. Efforts should be made to address these challenges to secure the future of the teaching profession in Ghana.

 

Whereas much needs to be done by the relevant authorities to restore the image of the profession, one cannot ignore the general attitude of the teacher. Teachers have to desist from actions that bring the image of the profession to disrepute. There should be total adherence to the code of conduct of the profession and efforts must be made to support and uphold the teacher licensing scheme that have been implemented by the National Teaching Council. It is important to control the entry procedure into the profession and this can be achieved by upholding high standards in the admission of students into our university colleges of education as well as the various faculties of education in the country. The reform agenda by the Ministry of Education for teacher education in Ghana should be supported by the teacher unions and other relevant stakeholders to guarantee that, the best will be admitted into the profession.

 

Teaching is both an art and a science. This implies that one needs to combine the natural flair of content delivery with pedagogy to be able to succeed in any instructional session. It therefore requires people with the highest intellect and impeccable moral standards to deliver qualityeducation to the student. This places the teacher on a higher pedestal in the league of professions. As the world marks another Teachers’ Day, the clarion call is to end:

  • the practice of admitting the academically weak students into the colleges of education;
  • the frustrations the newly trained teacher goes through to get posted to a school and received their first salary;
  • the easy entry and exit into the teaching profession
  • the difficulty associated with moving up the professional ladder;
  • the seemingly lack of regard to the views and contributions of teachers in relation to issues in their professional field;
  • the apparently lack of attention and motivation to the rural young teacher

These and the other numerous challenges have rendered the teaching profession unattractive to the younger generation. The future of this country and the desire to move the economy from where it is to a knowledge and technological economy rest on the shoulders of the young teacher. Let’s entice and maintain them in the profession. This is my clarion call to all stakeholders in the education sector.

The writer is an education economist, researcher and curriculum expert and currently the Acting Executive Director of the Institute of Education Studies (IFEST), an education think tank in Ghana.

Autor: Peter Anti Partey

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Vídeo: Re-educar: el lugar del profesor por Diana Arocha

Por: TEDx Talks.

La profesión docente en México está profundamente devaluada. Diana nos platica cómo afecta esto en los salones de clases y qué podemos hacer para devolverle a los maestros y maestras el prestigio y la admiración que merecen. Diana Arocha (Saltillo, 1990) es una joven profesionista convencida de que la única manera para pasar del México que tenemos al México que queremos es mediante una verdadera educación de calidad.

Graduada de Ingeniería Química y de Sistemas del ITESM Campus Monterrey y con experiencia en el sector petrolero, Diana decidió cambiar su casco por la docencia al unirse al programa Enseña por México. Actualmente, es maestra de bachillerato en Universidad Carolina, en donde imparte clases de ciencias exactas a más de 150 alumnos. Diana aboga por una educación que prepare a las niñas, niños y jóvenes mexicanos para enfrentar los retos que trae consigo el Siglo XXI, sin perder de vista la dimensión humana.

Día con día, busca que esto ocurra no solamente en sus aulas, sino también en el país. This talk was given at a TEDx event using the TED conference format but independently organized by a local community. Learn more at http://ted.com/tedx

Fuente del documento: https://www.youtube.com/watch?v=1SaOe6S_opA&t=480s

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