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La soledad del niño superdotado

Por: Olga Carmona

El menor con altas capacidades se da cuenta de su diferencia, antes que nadie. Y ya ahí, empezará un sentimiento de aislamiento que le acompañará durante el resto de su vida.

Soledad que comienza tan pronto como la conciencia de individualidad. El niño o niña superdotado se da cuenta de su diferencia, sin poder explicarla, antes que nadie. Y ya ahí, empezará un sentimiento de soledad que le acompañará, a veces con intensidad insoportable y otras más mitigado, durante el resto de su vida.

El niño pequeño conoce las letras, los números, en muchos casos sabe leer, sumar…le interesan las palabras, los cuentos, los libros, le inquieta el funcionamiento de las cosas, la muerte y la angustia de lo irreversible. Lo intenta compartir con sus compañeros de guardería o del colegio y estos le miran con extrañeza, le evitan, no le comprenden. El niño interioriza que algo pasa, que algo en él no va bien, pues no es como los demás. Si tiene que elegir entre adaptarse a jugar a lo que el resto propone, y que le aburre desorbitadamente, o aislarse y refugiarse en sus pensamientos, la mayoría de las veces, elegirá aislarse.

Las niñas, sin embargo, priorizarán ser parte del grupo, ser aceptadas socialmente, y aprenderán desde muy temprano a negarse a sí mismas, escondiendo su diferencia para mimetizarse con el grupo en un intento de construir y sostener una autoestima basada en el reconocimiento externo. Con el tiempo, esta sobreadaptación pasará su factura y un día, a fuerza de disfrazarse y fingir, ya no sabrán ni quienes son. Y en la intimidad de su vida, siguen sintiéndose profundamente solas.

La etapa escolar avanza y la soledad no disminuye. Aquellos que tienen madera de líder encontrarán una forma de mitigarla y aquellos otros, muchos, que en cambio son introvertidos, rígidos, normativos y con claros intereses fuera de su grupo de edad, se convertirán en los raros, en los niños frikis que no juegan al fútbol, ni a Fortnite, y a los que nadie invita a los cumpleaños. Es fácil reconocer la inmensa soledad que soportan, basta con mirar el patio del colegio en horas de recreo: son los solos, los que caminan sin rumbo completamente ajenos al entorno imbuidos en sus razonamientos, los que están sentados en un rincón jugando con hormigas sin matarlas, porque su nivel de empatía va más allá de todo lo imaginable, no se lo permite.

En palabras del Profesor Jim Delisle* de la Universidad Ohio: “ Lo que debería ser visto como muestras de asombro, emoción, imaginación y perspicacia, a menudo se malinterpreta como rareza, excentricidad, falta de lógica y realidades ilusorias. Tomamos las cualidades que hacen que un superdotado vea el mundo desde una posición diferente de la mayoría y tratamos de homogenizarlas en puntos de vista existenciales más comunes, más aceptables”.

Y así, la mayoría de las veces con más pena que gloria, atravesarán el desierto sin oasis de la Educación Primaria. Solos en el aula, solos fuera de ella. Solos. Los más afortunados habrán sido detectados y se les habrá explicado con mucho amor, que nada malo les pasa. Y el resto, los invisibles, los que en nada destacan tendrán que lidiar con saberse distintos sin explicación alguna y con una autoestima rota antes de poder construirla.

Y llegamos a la adolescencia. El adolescente superdotado tendrá que enfrentar todos y cada uno de los desafíos propios de esta etapa sumados a los inherentes a su condición. Es ahora más que nunca cuando la brecha entre él o ella y su grupo de edad se vuelven insoportable. El adolescente necesita construirse en el adulto que será a través de la identificación con sus iguales, sus padres ya no serán el referente más relevante y por ello, quedan en tierra de nadie. ¿Cómo hacer esa transición sin ningún espejo con el que poder reflejarse? Algunos harán infructuosos y vacuos intentos por pertenecer, imitarán un lenguaje zafio y retador, intentarán salir de fiesta y divertirse de la misma forma que el resto, incluso negarán su condición o la maldecirán. Otros optarán por esconderse en la soledad de su habitación, volcándose aún más en sus inquietudes y necesidades, resintiendo al mundo por ser cómplice de su incomprensión. Las niñas sin embargo, es en este momento cuando sus esfuerzos por no diferenciarse del grupo habrán fracasado estrepitosamente. La adolescente no solo no tiene dónde mirarse , sino que además, ni siquiera sabe quién es. La estrategia de la sobreadaptación tiene la patas muy cortas y una amplia factura.

Con heridas de guerra y una gran dosis de resiliencia llegamos al adulto superdotado, ese gran desconocido. Afortunadamente y en los últimos años comienza a generalizarse cierta sensibilidad hacia el niño o niña superdotado o con Alta Capacidad o llámale x si ninguna de las denominaciones te gusta, porque esto es lo de menos. La cuestión es que están en el dos por ciento de la población, al oeste de la campana de Gaüs y ello les confiere una mirada distinta, una manera de procesar la realidad lejos de la media, una sensibilidad inmensa y profunda producto de una configuración y funcionamiento cerebral también distinto. El superdotado no solo difiere en su potencial cognitivo, bien lo saben los padres de niños y niñas que lo son. Como lo sabe el adulto, detectado o no. Es muy frecuente, en nuestra práctica clínica, que los padres empiecen a entenderse a sí mismos, a identificar su propia sobredotación a través de la detección de alguno de sus hijos. Y ahí comienza un proceso vital de descubrimiento que en muchos casos atravesará fases parecidas a las de un duelo. El adulto superdotado siente mucha rabia por no haberlo sabido a tiempo, por haber arrastrado durante años la autopercepción de rareza, incluso ha valorado la posibilidad de estar loco. Aparecen las respuestas abriéndose paso a empujones en su historia de vida y algunos interrogantes también. Se trata de un auténtico parto vital, puesto que se impone comenzar a vivir con la constatación de saber porqué somos como somos, o como fuimos y qué hacer con ello a partir de ahora. Muchos, por no decir todos, ya se sabían diferentes, no desde un lugar de superioridad, sino contrariamente a lo que se suele pensar, más bien de inferioridad, porque lo excepcional, se asocia a lo patológico y porque las minorías nunca han estado bien vistas.

No pretendo que sea este un alegato pesimista, sino un abrazo empático al lado más doloroso de la diferencia, un reconocimiento a las madres y padres que en el día a día no solo hacen el inimaginable esfuerzo de educar a un niño de estas características, sino que además o sobre todo sufren su soledad como propia y también sobreviven como pueden a la incomprensión constante cuando no directamente la negación o la sospecha de soberbia y superioridad. Yo los conozco, yo los veo llorar y no rendirse. Yo fui una de esas niñas y ahora, madre de dos.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/09/mamas_papas/1568015045_053133.html

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Profesores y policías en escuelas de México

Por: Juan Carlos Yáñez

Siempre la escuela aparece como faro salvador, aunque luego los programas ad hoc no se acompañen de recursos y terminen siendo pretextos para legitimar esfuerzos.

El fenómeno de la violencia producto de la lucha entre Gobierno y narcotráfico azota México desde hace dos sexenios. Ni la derecha que emprendió la batalla, ni el histórico Partido Revolucionario Institucional fueron capaces de contender con resultados satisfactorios; hoy, la mixtura ideológica que preside el país empieza el nuevo gobierno con cuentas que, de conservarse como tendencias, auguran otro sexenio teñido de sangre.

Las muertes de la prolongada batalla suman más que las causadas por las dictaduras que dominaron el Cono Sur en las décadas de 1970 y 1980. El homicidio de periodistas durante 2019 ya empató con los del año previo. Todo eso, más perspectivas económicas inciertas, podrían agudizar el entorno social y político, y penetran los territorios de la escuela con fuerzas inusitadas.

Frente a un contexto adverso, violento y crispado, un diputado del Congreso de los Diputados en mi Estado, Colima, propuso que la prevención del delito sea obligatoria en las escuelas. La justificación es encomiable; las intenciones, no las dudo. Según las notas periodísticas, se realizaría con “campañas de educación por lo menos una vez al año escolar en cada escuela conforme a los lineamientos expedidos por la autoridad educativa federal”.

Las campañas, se explica, tendrían contenidos preventivos sobre delito y delincuencia desde sexto grado de primaria hasta terminar el bachillerato, cuando los estudiantes están tocando las puertas de la ciudadanía. Busca que los niños tengan información y conciencia para abstenerse de comportamientos que lesionen sus personas y entornos sociales.

La iniciativa del diputado es producto de la búsqueda de alternativas que rozan tangencialmente las causas y eluden el núcleo. La escuela ha sido el chivo expiatorio más perfecto por endeble. Se piensa que las escuelas tienen que resolverlo todo, solas, empezando por sus propios cometidos pedagógicos: lectura, escritura, matemáticas, historia, ciencias, formación ciudadana… Y cuando se dice escuela, se personifica: maestros. Más tareas a los maestros, equivale a más funciones o responsabilidades, más motivos para fustigarlos cuando los problemas sociales que se pretenden atender no se solucionen.

El ciclo de responsabilización en México es groseramente repetitivo: frente al aumento de embarazos adolescentes, se ordenó que la escuela hiciera campañas y educara en planificación familiar; frente a la explosión de casos de VIH, que la escuela lo contenga; cuando la obesidad infantil apabulla, que la escuela elimine la comida chatarra e instruya; ante la destrucción de los recursos naturales o el problema de escasez del agua, por supuesto, la escuela… y ahora, ante la violencia, claro, la escuela. La escuela. La escuela. Siempre la escuela aparece como faro salvador, aunque luego los programas ad hoc no se acompañen de recursos y terminen siendo pretextos para legitimar esfuerzos.

Ante el incremento de las funciones achacadas, la escuela sigue, en general, con un maestro que tiene apoyos insuficientes, con directores que deben gestionar voluntades y tareas, tanto como carencias y dificultades. Con la mitad de las escuelas de educación de enseñanza básica trabajando en grupos multigrado.

La discusión es antigua; los planes y programas de estudio se han vuelto cada vez más pesados, con más materias, más ocurrencias, con abundancia de información que resulta un entramado complejo para que se articule mágicamente en la cabeza de los estudiantes, avasallados por ráfagas de contenidos.

En la tercera semana de agosto volvieron a las aulas más de 30 millones de alumnos, y más de un millón de maestros de enseñanza básica, e inician ciclo escolar con un discurso nuevo denominado: la Nueva Escuela Mexicana. Regresan luego de una capacitación que les dispone nuevas funciones y actitudes, en la incertidumbre de enseñar con dos planes de estudios distintos y que pronto habrán de cambiar, con otras reglas de juego y la gran preocupación, en muchos casos, por la situación laboral y económica que les depara la nueva ley para la carrera docente.

Francesco Tonucci, el extraordinario educador italiano, afirma: “La escuela no puede perder alumnos, si los pierde, los regala a la criminalidad”. Esa es la tarea central de la escuela: que los niños, todos, vayan a la escuela, aprendan con buenos maestros y terminen su ciclo escolar para continuar otras etapas formativas. Lo demás, son chichones producto de garrotazos desesperados, o pretexto para protagonismos anodinos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/09/profesores-y-policias-en-escuelas-de-mexico/

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Dos mil mujeres salen de la sombra para explicar su mundo

Reseñas/05 Septiembre 2019/El País 

El documental ‘Woman’ reúne en el festival de Venecia testimonios recogidos por todo orbe para promover la igualdad

Corría de un continente a otro, pero le perseguía una constante. Anastasia Mikova cruzaba el planeta, visitaba escenarios y gentes de lo más distintos y volvía a asistir a la misma escena, como aquella vez en un rincón remoto de Bangladés. “Las mujeres nos miraban con suspicacia, nos preguntaban qué hacíamos allí. Los hombres, en cambio, estaban deseando ponerse delante de la cámara”, relata. Aquello, en realidad, le confirmaba que el proyecto iba por el camino correcto. Porque la periodista y cineasta ucrania buscaba precisamente lo contrario.

Junto con el codirector, Yann Arthus-Bertrand, y su equipo visitaron 50 países y colocaron su micrófono ante unas 2.000 mujeres. Les preguntaron por sus sueños, sus miedos, su pasado y su futuro. Por la guerra y el acoso sexual, por su gran amor y su mayor herida, por la menstruación y la maternidad. Les pidieron que, por una vez, salieran de las sombras y se situaran bajo los focos, normalmente reservados a sus padres, maridos, hermanos y amigos. “Muchas nunca habían visto una cámara. Cuando se sentaban y se les daba la oportunidad, veíamos que su necesidad de hablar y ser escuchadas era enorme”, agrega Mikova. El resultado es el documental Woman, que debuta en el festival de Venecia, ante de poner rumbo a las salas. La fecha prevista para su estreno es otro mensaje: el 8-M.

Hace cuatro años, Arthus Bertrand y Mikova ya habían lanzado una iniciativa parecida. “Human es el padre de Woman”, se ríe ahora la directora. Aquel filme daba voz a cientos de personas para mostrar que los seres humanos pueden vivir en una chabola o una mansión, en Australia o en Guatemala, pero su sonrisa y sus lágrimas se parecen y se contagian. “Dudé de que pudiéramos hacer algo más poderoso y personal”, reconoce Mikova. A posteriori considera, sin embargo, que lo han logrado.

Un fotograma de 'Woman'.ampliar foto
Un fotograma de ‘Woman’. WOMAN

La fórmula es la misma: un fondo negro, un rostro y lo que quiera contar. Pero las protagonistas solo son ellas. “Y el efecto espejo es aún mayor”, defiende la directora. Se refiere al impacto que Woman suscita en el espectador: una entrevistada recuerda eufórica cuando aprendió a escribir su nombre; una anciana reivindica que ya no está “para mordiscos” en la cama; y dos mujeres rememoran la mutilación más íntima y dolorosa de su vida. El público escucha, reflexiona y compara con sus propias experiencias. Woman quiere conmover y entristecer, helar la sangre y provocar carcajadas. “No es un filme solo para mujeres. Es importante que los hombres lo vean. Nuestras películas van de vivir todos juntos y de cómo nos entendemos mejor”, lo resume Mikova.

Para ello, pasaron horas y horas en compañía de sus entrevistadas. Tenían un cuestionario de partida, con ciertas cuestiones que repetían. Pero no había “ninguna fórmula milagrosa”, asegura la cineasta. A veces, nada salía de una charla eterna. Otras, se desataba lo que Mikova define como “tormenta”: “Si encontraba la puerta apropiada, salía todo. Mucho más de lo que se pueda imaginar. Seguía haciendo preguntas, pero a partir de ahí esa mujer ya estaba hablando consigo misma”. Hasta el punto de compartir con un grupo de desconocidos confesiones jamás pronunciadas en voz alta: en Woman hay víctimas del ISIS vendidas por “cinco dólares o un paquete de cigarros”, una india atacada con ácido por su pareja y una rusa que pidió ayuda a su madre tras los desencuentros con su marido. “¿Tan difícil es abrir las piernas?”, le espetó su progenitora. Todo ello lo cuentan las voces y los ojos de sus protagonistas, las que lo vivieron en su piel.

Aunque los codirectores se esmeraron en que la película mantuviera un equilibrio. Que hubiera mozambiqueñas, venezolanas, francesas o vietnamitas; mujeres que se coronaron en Wall Street y otras que batallan por comer cada día; adolescentes y ancianas, felices y melancólicas, ordinarias y excéntricas. Básicamente, el mundo. Mikova se empeñó también en que las temáticas oscilaran entre lo más impactante y lo cotidiano. Woman debía hablar de la ablación o del cáncer de pecho, pero también del deseo de ser guapa. La cineasta, por ejemplo, convenció al director de que la regla debía tener su espacio en el corte final. Al fin y al cabo, sus protagonistas la sufren cada mes. Mikova detectó otro denominador común a todas: “La resiliencia”.

Una de las protagonistas de 'Woman', en un fotograma del filme.ampliar foto
Una de las protagonistas de ‘Woman’, en un fotograma del filme. WOMAN

Ella misma, con Arthus, debió adaptarse a las exigencias comerciales. De las cuatro horas originales, lograron reducir el metraje a los 105 minutos y 100 testimonios que llegarán a los cines. De entre todos, Mikova recuerda especialmente el que abre Woman: “Norma llegó a la grabación tan bella, tan segura de sí misma. Entendí que tenía algo único, pero no lo que yo creía”. Contó que, de niña, sufrió los abusos de su abuelo, hasta que encontró una vía de escape hacia Japón. Resultó, sin embargo, el atajo hacia otro infierno: acabó esclavizada en la prostitución. Pero siguió adelante, se compró su libertad y huyó a Canadá. Allí, encontró una pareja y tuvo un hijo. Aunque la vida apenas le concedió descanso: descubrió que, por una enfermedad, su niño estaba destinado a quedarse ciego. Norma se derrumbó, y se refugió en el alcohol. Hasta que un día agarró la botella, volvió a soltarla sin probar ni un trago y salió a correr.

Hoy tiene el récord Guinness por el triatlón más largo. Y ofrece conferencias en las que repasa la historia que relata en Woman: “Me aterrorizaba compartirlo, pero quería romper el silencio porque es lo que hace posible la violencia. Dicen que las víctimas no tienen voz: si la tenemos, pero no queréis escucharnos”. El mensaje resonará ahora en las salas de medio mundo. Al fin, hablan ellas.

Yann Arthus-Bertrand y Anastasia Mikova.ampliar foto
Yann Arthus-Bertrand y Anastasia Mikova. PETER LINDBERGH

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/08/26/actualidad/1566804963_412969.html

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La pedagogía de la ignorancia en México

Por: José Carlos Buenaventura

El mundo está en una grave crisis mundial del aprendizaje como lo señala la ONU.[2] Esto se ve claramente en México cuando en las aulas de clase de educación media superior de las zonas periféricas, y hasta en las principales ciudades, más de la mitad de los jóvenes no sabe leer, escribir o hacer operaciones básicas. Esto sucede incluso en la educación superior cuando en los primeros semestres se les pide resolver simples operaciones matemáticas relativas a las tablas de multiplicar así como un ejercicio de comprensión lectora. Un ejemplo de ello es cuando en un grupo de 40 estudiantes, sólo 6 saben las tablas de multiplicar, lo que representa un 15 por ciento. Alguien podría decir que eso no importa, ya que estamos en la sociedad de la información y del conocimiento y que tenemos instrumentos como las calculadoras, celulares o computadoras, para obtener el resultado buscado.

El problema implica que el estudiante, al no aprender esto, no desarrolla parte del pensamiento abstracto y formal (nivel cognitivo fundamental), además de que será mucho más difícil adquirir la llave para entrar al mundo de la ciencia. Los conocimientos básicos que se deberían de garantizar en la educación básica no se están transmitiendo a un alto porcentaje de los estudiantes en las escuelas. No se sabe con exactitud cuántos estudiantes están en esta situación en México, una situación que llamaré de ignorancia o también de un analfabetismo funcional, a pesar de que se haya cursado preescolar, primaria, secundaria y bachillerato. Es nuestra responsabilidad intelectual y política preguntar: ¿cómo hemos llegado a esto? La pálida paradoja contemporánea puede enunciarse así: cuanto más se impulsó el discurso de la calidad educativa (hoy “excelencia”), el máximo logro de aprendizajes, así como el discurso del aprendizaje basado en el estudiante, cuanto menos se ha aprendido realmente en las escuelas.

Los datos que aparecen con mayor exactitud son aquellos que nos señala el INEGI: hay 4, 744, 057 analfabetas en México, así como los datos de estudiantes excluidos de educación superior por no alcanzar los puntajes esperando para tener acceso a la educación superior en instituciones públicas de prestigio como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en donde, año con año, quedan fuera más del 90% de los estudiantes que desean entrar a estudiar alguna de las carreras ofertadas ahí. Por un lado, encontramos que no crece la matrícula de estas instituciones, ya que no se le otorga presupuesto público que haga posible esto, por lo cual se argumenta la necesidad de llevar a cabo procesos de selección a través de exámenes. Por otro lado, podemos formular una hipótesis: un alto porcentaje de estos jóvenes no alcanza la meta ya que sus conocimientos y habilidades conseguidos en niveles anteriores no son adecuados ante el nivel de exigencia de los retos universitarios. Este no-saber, esta ignorancia estructural, nos conduce negativamente a una pedagogía de la ignorancia, esto es, a un proceso continuo de exclusión epistémica que no es exclusivamente responsabilidad individual (de quien “no estudió lo suficiente”), sino que es una responsabilidad fundamentalmente estatal, además de social y colectiva.

Con “pedagogía de la ignorancia” nos referimos, entonces, a un conjunto de mecanismos, prácticas e instituciones que han funcionado básicamente dentro de los marcos del neoliberalismo, doctrina que niega por principio la capacidad política y social de transformación de la realidad, reconociendo en el silencio ideológico que el conocimiento es poder, aunque en el artículo 3° constitucional esté prohibido educar en la ignorancia, es decir, en la incapacidad de lograr acceder a una vida pública realizada plenamente. La pedagogía de la ignorancia transmite reproductiva y mecánicamente el no-saber resolver problemas de diversas índoles en la realidad social de los ciudadanos, esto es, acrecienta la incapacidad de lograr el acceso a niveles más altos de estudio que por último han de contribuir (según ha quedado estipulado en nuestra Carta Magna) no sólo a la prosperidad personal sino sobre todo a la prosperidad colectiva, nacional. Esto no quiere decir que alguien sea un ignorante total, sino que los conocimientos e información que se transmiten no permiten resolver nacionalmente problemas sociales, culturales, económicos, tecnológicos, académicos, religiosos entre tantos otros de cuya resolución adecuada depende realmente nuestra auténtica independencia.

Esta pedagogía de la ignorancia ha funcionado a través de diversos mecanismos de control hacia los docentes y en general sobre la educación pública, lo que ha conducido a un desastre de la educación pública nacional, aunque no se mantengan constantes estos acuerdos, sino que son intermitentes, el problema es que crean en la cotidianidad prácticas en los docentes y en los diferentes actores educativos. Un ejemplo de esos acuerdos fue el 648 de la Secretaría de Educación Pública (SEP) donde los estudiantes de primero y segundo no podrían ser reprobados, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 2012. Nuevamente, para el 29 de marzo 2019 se publica el acuerdo 11/03/19, por el secretario de Educación Esteban Moctezuma, donde vuelve a tomar la misma idea de la no reprobación a los estudiantes de primero y segundo grado de primaria: sólo con asistir pasan. En tercero, cuarto y quinto grado deben tener un promedio mínimo de 6 y haber aprobado sólo 6 de las asignaturas cursadas y en sexto grado se dice que deben tener un promedio mínimo de 6 en todas las asignaturas, sólo que por la carga de trabajo los docentes no han reprobado a muchos estudiantes a lo largo de los años, ni lo harán en un futuro probablemente. Algo muy importante es que ha perdido valor la enseñanza del español y las matemáticas, que como lenguajes permiten conocer el mundo, ya que los estudiantes pueden reprobar estas asignaturas y acreditar otras. Además, que los padres de familia presionan para que sean acreditado su hijo o hija, así tengan que presionar al maestro, al director, ir a las supervisiones o a las direcciones operativas, ellos comprenden que el derecho de su hijo es pasar, más no el conocimiento. Volviendo a la retórica de la reprobación como el chivo expiatorio y responsable de que los estudiantes no aprendieran. Sin embargo, no se profundizaba en las causas de los malos resultados como eran y siguen siendo problemas de aprendizaje a nivel individual, la pobreza, el desempleo de los padres, la alimentación, la discriminación, la violencia estructural que se vive en los diferentes estados de la República o simplemente porque los maestros no pueden dar una atención individualizada y especializada cuando los grupos son mayores de 40 estudiantes, lo que nos lleva  a plantear que se necesitan más profesores y más escuelas que puedan dar más tiempo y atención a los estudiantes, ya que, hoy por hoy, en 60 minutos un maestro puede darle un minuto y medio de atención a cada estudiante; en seis horas 9 minutos; no sobran sino faltan muchos docentes en un país necesitado de una educación digna.

Los problemas educativos, no son sólo problemas educativos o didácticos, sino problemas sociales en determinados espacios y temporalidades. La salida fácil ha sido no reprobar. Mientras tanto, a los largo de los años nos endulzaban el oído con el discurso políticamente correcto de que cada día iban más personas a la primaria, a la secundaria y hasta al bachillerato, no importa si aprenden, sino que estén allí para ser guardados y controlados por docentes que no pueden cumplir con sus misión histórica que ha sido la enseñanza. Por otro lado, surgió un discurso conservador de los derechos humanos, donde el maestro perdió su figura social de autoridad (de una autoridad sapiencial y moral) y sólo se ha limitado como mero “cuidador” o en el mejor de los casos como “facilitador”, siempre y cuando no estresen ni incomoden a los estudiantes, ya que si esto pasa se violarían sus derechos fundamentales (aunque la contradicción es que tanto padres de familias como estudiantes no conocen estos derechos ni han sido formados en este horizonte).

Una última característica a mencionar es que la pedagogía de la ignorancia es una pedagogía que no toma en cuenta los conocimientos originarios de esta nación. Se relega, se niega o se destruye la enseñanza de las lenguas y culturas originarias de México, diciendo que su desaparición es un proceso natural y evolutivo y que sólo se pueden rescatarlas haciendo registros escritos de sus conocimientos para guardarlos en archivos, bibliotecas y museos o quizás sólo enalteciendo a una de ellas como el náhuatl (cuando en México existen más de 364 variantes lingüísticas en 68 agrupaciones lingüísticas y 11 familias lingüísticas de acuerdo al INALI). Recordemos que de acuerdo al INALI todas las lenguas originarias están en riesgo de desaparición. Se presume un cierto indigenismo, siempre y cuando no estén los indígenas de carne hueso. Esto es sumamente grave, ya que. como señala Noam Chomsky, uno de los sectores sociales nos está enseñando cómo controlar y confrontar el cambio climático, problema que pone en riesgo la vida humana, son precisamente los pueblos originarios de acuerdo con sus conocimientos ancestrales. Sin embargo, mientras siga imperando en la educación mexicana una pedagogía de la ignorancia no se nos permitirá por último la dignidad de nuestra historia, ya que siempre estamos preocupados en resolver los problemas que vienen del Centro económico internacional, que están representado por las naciones extrajeras y por los grandes empresarios nacionales e internacionales. Quizás, precisamente por eso, por estar nuestra mirada siempre orientada al exterior, es que nuestras políticas educativas han sido creadas para seguir manteniendo una dependencia (amarga y estéril para nosotros; dulce y fecunda para otros) que iniciara violentamente, acallando voces y alternativas, hace más de 500 años.

[1] Coordinador del Seminario de Perspectivas Críticas en Educación de México y Latinoamérica, que se realiza en la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. Agradezco las sugerencias y correcciones de David Elías Hernández y Jorge Alberto Reyes, integrantes del seminario.

[2]https://www.jornada.com.mx/2019/08/18/sociedad/029n1soc?fbclid=IwAR1tzihy5U4Z_rlLIhnxuFPMLBC2jQl-ywuwt88CmreCIFeAV_3Am7onGSo

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-pedagogia-de-la-ignorancia-en-mexico/

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Los días previos al arranque del ciclo escolar. ¿Cómo se preparan los docentes para regresar al trabajo escolar?

Por: Miguel Ángel Pérez

El ciclo escolar 2019 – 2020 está por arrancar, las escuelas se preparan, los docentes han asistido a una serie de cursos con la intención de conocer los contenidos y las orientaciones de lo que será el nuevo modelo o la nueva propuesta de trabajo llamada a nivel nacional “Nueva escuela mexicana”.

Estamos a unos cuantos días de que todo inicie, en la cercanía del ciclo escolar 2019 – 2020, (en este último año concluye la segunda década del tercer milenio), los maestros y maestras han regresado a las escuelas, el descanso ha sido corto pero sustancioso, que se compensa con el entusiasmo de volver a clases, de volver a ver y saludar a los colegas de la escuela, de esperar con ansia a que regrese el bullicio infantil.

He asistido a varias escuelas en estos días con la intención de observar lo que ahí sucede incluso a algunas escuelas Normales. Los rostros de las personas no son de entusiasmo tampoco de certeza, veo más incertidumbre interrogantes de preguntas no aclaradas. Vivimos tiempos de turbulencia, así son los tipos de las reformas educativas, los rostros de los y las docentes también así lo dicen.

Quisiera poder entrar en la mente de los docentes, en este inicio de ciclo escolar, ¿Qué preguntas se hacen. Qué textos consultan. Qué tipos de lecturas están haciendo para prepararse de la mejor manera y enfrentar el regreso al trabajo de un ciclo escolar que se vislumbra demandante y agotador?

Ante este contexto me pregunto ¿Cuáles son los textos de cabecera que se debieran consultar en estos días? ¿En dónde ha quedado la lectura de los clásicos: Freyre, Vygotsky, Freinet, Piaget, Macarenko, etc.? ¿Cómo se planea el ciclo escolar y qué hay de con las equidades e inclusiones de todo llegará a buen puerto?

En estos días de abundante lluvia en algunas escuelas también son de reflexión, no de las cosas que ya pasaron (que ya de por si es mucho) sino de las cosas que están por venir. La práctica de los maestros y las maestras está entre dos tiempos, entre el que ya pasó y el que viene, pero paradójicamente ambos tiempos se articulan en el presente.

La práctica docente es hacer cosas en un contexto determinado, con palabras y silencios, con lápiz y papel, con gis y pizarrón, con tijeras y borradores, es hacer cosas con una intencionalidad educativa lo más clara posible ¿en dónde estamos parados hoy en día  hacia donde nos dirijamos? ¿Qué cuentas habremos de dar en el primera semana de julio del año 2020 cuando este ciclo escolar concluya?

Todo es así fugaz, efímero, lo único que queda (si es que queda algo) son recuerdos distantes y uno que otro texto escrito, que algún docente por curiosidad o por ocio se puso a hacer, en donde plasma qué está pasando hoy en día y qué sentido le da a sus vivencias educativas. En tiempos de crisis, de turbulencia es decir de un nuevo intento de reforma educativa.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-dias-previos-al-arranque-del-ciclo-escolar-como-se-preparan-los-docentes-para-regresar-al-trabajo-escolar/

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Filipinas: Ellas luchan bajo el imperio de Duterte, el presidente que bromea con violaciones

Asia/Filipinas/15 Agosto 2019/El país

Cinco activistas relatan cómo es ser feminista en Filipinas y cómo es su trabajo desde que llegó al poder un hombre que se ha caracterizado por frivolizar con la violencia sobre las mujeres

“Si hay muchas mujeres bonitas, habrá muchas violaciones», “Hay que disparar a las guerrilleras a la vagina, sin ella son inútiles”, «Era un poco gay pero las mujeres hermosas me curaron». Todo esto son intervenciones del presidente filipino Rodrigo Duterte. Y sigue. En un acto en favor de la igualdad de género expresó: “Limitáis mi libertad de expresión y criticáis todo lo que digo”, “Putas”, “Mujeres locas”. Lo que es peor es que su audiencia normalmente ha acogido estas palabras con risas e incluso con sonoras carcajadas. El mandatario también ha contado cómo abusó de una empleada del hogar como una anécdota de juventud y son habituales sus shows de invitar a asistentes a sus discursos a que suban al escenario para besarlas.

En la sede de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres en Asia Pacífico, en Manila, se reúnen cinco mujeres a la cabeza de entidades que luchan por la igualdad de género en Filipinas. Un país en el que «ser feminista quiere decir muchas cosas y no todas buenas», explica una de ellas. La anfitriona es Jean Enríquez, una de las impulsoras de las marchas del 8 de marzo en el país asiático. Las otras son Nice Coronación (Sentro, organización socialista), Judy Pasimio (Lilak, en defensa de las mujeres indígenas), Alenah Romero (CMA, entidad que protege a las migrantes) y Amparo Miciano (Coalición de Mujeres Rurales). El trabajo de estas activistas cuenta con más baches si cabe desde que Duterte llegó al poder. “Incluso antes ya recibimos amenazas de muerte por protestar contra él. Desde que es presidente ha puesto trabas en la inspección de nuestras organizaciones que hacen peligrar nuestros fondos internacionales”, relata Enríquez.

Filipinas se posicionó durante mucho tiempo como un referente en cuanto a la igualdad en Asia. Se convirtió en uno de los primeros países de la región en promulgar leyes contra el tráfico de mujeres y endureció las penas contra el acoso. Por otro lado, se trata de una nación ultraconservadora. El 85% se define como católico y no están permitidos ni el divorcio ni el aborto, históricas reivindicaciones feministas. Aun con todo, según el último informe anual sobre brecha de género realizado por el Foro Económico Mundial, Filipinas es el octavo país del mundo con mayor igualdad entre sexos.

“El problema es que muchos ven a Duterte como alguien que no pretende aparentar nada y muestra su cara real. Aunque sea la cara de un misógino. Pero lo cierto es que sus declaraciones se están convirtiendo en órdenes y en última instancia en leyes”, señala Pasimio. Lo cierto es que los niveles de popularidad del presidente se sitúan más altos que nunca (70% según las últimas encuestas están satisfechos con su gestión). El amor y el odio que despierta se basan principalmente en la guerra contra los narcotraficantes que libra desde su llegada al poder y que deja cada día en las calles miles de asesinatos sin juicio previo ni investigación posterior. La autoridad filipina reconoce 6.600 muertes en operaciones policiales hasta finales de 2018, pero clasifica una 23.000 más como “casos bajo investigación” y organizaciones como Amnistía internacional denuncia que son muchas más. Esta política ha propiciado que la organización de Enríquez haya ampliado su campo de acción y desde 2016 atiende a los centenares de viudas que deja esta política de asesinatos a discreción.

El país asiático es uno de los únicos cinco en todo el mundo que goza de paridad en los puestos de poder del Estado. “Tiene trampa, la mayor parte de ellas descienden de dinastías históricas de poder”, recalca Pasimio. La exprimera dama Imelda Marcos ha ocupado cargos públicos hasta principios de julio, al borde de los 90 años, y Duterte ya está intentando colocar a su hija en la carrera por la sucesión. Un estudio de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres concluyó en un análisis de las elecciones de 2013 que el 74% de los miembros de la Cámara de Representantes provenían de dinastías.

Donde sí hablan estas mujeres es en la calle. “Desde 2016 las marchas del 8 de marzo están siendo las más articuladas contra lo que consideramos un régimen fascista”, detalla Enriquez. La estudiante Shibby Lapeña se convirtió en una especie de heroína nacional hace tres años tras hacerse viral y convertirse en la cara visible del movimiento #YouthResist, contra Duterte. “Mucha gente joven critica los comentarios sexistas de Duterte, por esa parte estamos contentas porque vemos un clamor, pero por otro lado todavía hace falta mucha educación porque los niveles de violencia son muy altos”, puntualiza Coronacion. Según datos recogidos por la ONU, el 17% de las filipinas mayores de 15 años ha sufrido violencia de género. “El problema es que normaliza los abusos y la violencia contra las mujeres. Es muy difícil luchar por nuestros derechos cuando hay alguien ahí arriba hablando de cómo abusar de nosotras”, indica Romero. Los hombres se suman tímidamente a esta batalla. “Duterte está despertando la conciencia de muchos hombres que se levantan y dicen: ‘A mí no me representas’. Él se jacta de que habla como la gente de la calle, pero muchos no se sienten identificados”, añade Pasimio.

El #MeToo llegó a esta parte del mundo y resonó en las manifestaciones del día de la mujer. “Fue un movimiento inspirador y sentimos la solidaridad internacional”, subraya Enríquez. “Reconocemos la fuerza del hashtag, pero tratamos de mostrar que hay diferentes formas de violencia en diferentes contextos. Este Gobierno por ejemplo está invadiendo las tierras de los indígenas y eso está enfadando a muchas mujeres de estas comunidades que se están levantando contra el sexismo”, remarca Pasimio.

A mediados de julio, Duterte aprobó una ley que penaliza precisamente casi todo lo que hace él habitualmente. La norma castiga con multas, servicios comunitarios y hasta penas de prisión diversos actos de acoso, que van desde los piropos callejeros, hasta «gestos corporales ofensivos». ¿Una manera de entonar el mea culpa o una nueva medida populista?

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/04/planeta_futuro/1562254562_357787.html

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Ponerse en los zapatos de un profesor de colegio público ¿Se le mide?

Por: Semana Educación

Enseña por Colombia tiene abierta la convocatoria hasta el 19 de agosto para profesionales de cualquier parte del país que quieran ser docentes por dos años en poblaciones vulnerables.

La única oportunidad que Gisell García Cruz tenía para ingresar a la universidad era una beca para estudiar administración, contaduría o economía. Pese a que no sentía afinidad por ninguna de las tres carreras, eligió Economía. Era la opción en donde mejor podía hacer énfasis en política social, lo que realmente deseaba.

Gisell cuenta que desde que estaba en el colegio, sintió empatía por los niños que necesitaban de su ayuda. Ingresó a un grupo juvenil y empezó a darles clases y talleres a los que no tenían acceso. Un día, una niña de nueve años no quiso participar de la actividad que Gisell había dejado. Días después se dio cuenta de que esa niña jamás había usado un lápiz. Le contó que ella debía esperar a que sus hermanos terminaran la escuela para que ella pudiera ingresar.  “Eso me tocó mucho, no podía creer que una niña a los nueve años no estaba en la escuela”.

Sorprendentemente, contrario a lo que pasó con las últimas pruebas Pisa, a los educadores colombianos les fue bastante bien en diversos temas, como el nivel de autoconfianza, la pertinencia de su formación inicial y la relación con sus estudiantes.

84 por ciento de los docentes aprendieron pedagogía en su formación inicial (más que el 79 por ciento promedio en los países de la Ocde), 98 por ciento cree que controla bien la disciplina en el aula (frente a 85 por ciento en promedio de la Ocde) y 96 por ciento de los docentes dicen llevarse bien con sus estudiantes.

Esto es llamativo pues Colombia es de los países donde los docentes reciben mayor porcentaje de estudiantes de condiciones socioeconómicas vulnerables. Alrededor de 76% de los docentes de Colombia reportan que trabajan en escuela con una alta concentración de estudiantes vulnerables, frente a un 20% de promedio en toda la encuesta.

 “En escuelas con estas características existen ciertos desafíos en mantener el orden en el aula y existe mayor probabilidad de que haya comportamientos disruptivos dentro del aula. Eso representa ciertos desafíos para el contexto colombiano”, señaló Pablo Fraser, analista de primera infancia y establecimientos escolares de la Ocde.

Por otro lado, hay temas donde todavía le falta mejorar al país, como la equidad de género. A pesar de que la mayoría de profesores son mujeres, solo 37 por ciento de los rectores son del género femenino. En el resto del mundo el desequilibrio es similar, aunque menos pronunciado.

También el país debe invertir más en formación docente. Aunque 9 de cada 10 dice haber realizado algún tipo de capacitación el año pasado, seguimos por debajo del promedio internacional (94 por ciento) y solo 59 por ciento lo hace mediante cursos y seminarios. “La mayoría de profesores se forma a través de libros. Muy pocos en cursos formales”, agregó Figueroa.

Lo interesante en este sentido es que a la gran mayoría de maestros les interesa mucho aumentar sus conocimientos asistiendo a cursos de formación continua. Si pudieran decidir en qué invertir los recursos públicos del sector educativo, 89 por ciento lo haría en esto. Eso comparado a un 81 por ciento que prioriza aumentar los sueldos.

“Esto, sumado a que 90 por ciento de los profesores ya participan en actividades de formación continua,  quiere decir que hay un profesor interesado en su desarrollo, en saber más y aprender más”, indicó Fraser.

En cuanto al tipo de formación que requieren, los maestros colombianos son muy claros en que necesitan más educación en el uso pedagógico de tecnologías de la información (34 por ciento), en enseñar en escenarios multiculturales (45 por ciento) y en educar estudiantes con necesidades especiales de aprendizaje (55 por ciento).

Este último llama la atención pues, después de Brasil, Colombia es el país donde más reportan esta necesidad. Eso podría tener que ver con el decreto 1421, que desde 2017 obliga a todas las escuelas públicas y privadas a recibir a cualquier menor con una discapacidad y adaptar el currículo y las evaluaciones a sus necesidades particulares.

Esto implica una alta demanda de tiempo para el maestro y una gran necesidad de maestros de apoyo. El 68 por ciento de los directores reportan que la calidad en su escuela  se ve obstaculizada por la escasez de docentes capacitados para enseñar a estudiantes con necesidades educativas especiales (en comparación con 32 por ciento en promedio en los 48 países que presentaron la encuesta).

Sobre esto, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, expresó: “Los maestros en esta encuesta nos piden que los apoyemos más desde el gobierno con formación para integrar al aula a todos los niños. Para esto, en septiembre tendremos el Foro Mundial de Inclusión de la Unesco en Cali y vamos a socializar una política que hemos venido desarrollando sobre formación de docentes inclusivos, instituciones educativas inclusivas y lineamientos curriculares inclusivos”.

Poco tiempo de enseñanza

Otro resultado importante es el tiempo de clase que emplean los profesores efectivamente enseñando. Este ha bajado en los últimos tres años en casi todos los países encuestados. Es decir que los maestros pasan cada vez más tiempo de clase en labores administrativas y controlando la disciplina de los estudiantes y menos educando en su materia.

En Colombia no hay comparativo histórico, por ser la primera medición, pero el porcentaje de tiempo de clase enseñando es bastante bajo: 75 por ciento, frente a un 78 por ciento en el promedio mundial y un 85 por ciento en los sistemas más exitosos, como Singapur, Japón o Estonia.

Una posible explicación es que los docentes están mucho tiempo de la semana en el aula y poco tiempo planeando la clase. “En sistemas donde el horario de trabajo es muy intensivo, es decir, donde la gran parte del horario semanal el profesor se dedica a estar en clase, no va a tener suficiente tiempo para planificar. Significa que va a perder tiempo en su instrucción. La planificación es fundamental para maximizar el tiempo dentro del aula”, explica Fraser.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/encuesta-talis-2018-apenas-la-tercera-parte-de-los-rectores-son-mujeres/623518

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