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Entrevista con Angela Davis: Raza, género y clase son elementos entrelazados

Entrevista con Angela Davis, histórica activista e investigadora sobre feminismo, racismo y sistema penitenciario

“Raza, género y clase son elementos entrelazados”

Por: Maria Colera Intxausti

Angela Davis, filósofa, profesora de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, histórica dirigente del Partido Comunista de EE.UU., ex miembro de las Panteras Negras e investigadora especializada en feminismo, marxismo, abolicionismo del sistema penitenciario, teoría crítica y estudios afroamericanos.

En el ensayo ‘¿Están las prisiones obsoletas?’ (Democracia de la abolición. Prisiones, racismo y violencia. Editorial Trotta 2016), hablas del encarcelamiento masivo de los pobres y de los migrantes ilegales. El capitalismo considera a estas personas como seres prescindibles pero los utiliza como mano de obra esclavizada barata al mismo tiempo que los convierte en consumidores cautivos del excedente de producción, excedente que se sitúa en el origen mismo de una crisis económica que, la vez, genera pobreza y migración, en un bucle perfecto.

¿Observas algún paralelismo entre estas políticas de encarcelamiento y el proceso desarrollado durante la transición del feudalismo al capitalismo, en el que millones de personas fueron expulsadas de las tierras que hasta entonces habían sido su medio de reproducción y fueron forzadas a la esclavitud del salario?

Ciertamente, existen paralelismos entre ambas épocas, pero lo que quizá es más importante es constatar que también hay diferencias considerables entre los dos períodos. En la transición del capitalismo al feudalismo, tal como Marx la describió, los cercamientos y otros procesos de desposesión privaron a la gente de las tierras que constituían su fuente de subsistencia y, de manera simultánea, generaron una clase de personas a quienes no les quedó nada más que su fuerza de trabajo. Así, pues, se convirtieron en la mano de obra necesaria para que el capitalismo naciente pudiera incrementar su riqueza. Aquellas personas fueron liberadas de los constreñimientos del feudalismo, pero se vieron forzadas a cambiar una forma de opresión por otra.

Si bien es cierto que suele resultar inútil hacer un ranking de las diferentes formas de opresión, se puede afirmar que, a pesar de que el capitalismo depende total y absolutamente de la explotación, el hecho de dejar atrás la esclavitud y el feudalismo supuso cierto grado de progreso. Algunos trabajadores al menos encontraron su camino hacia el empleo, por degradante que fuera y siga siendo el trabajo.

Por otra parte, el complejo penitenciario industrial global es ciertamente rentable, pero su rentabilidad reside en las tecnologías destinadas a relegar ingentes cantidades de personas a unas vidas marginales, improductivas y cargadas de violencia. El encarcelamiento masivo de personas negras, de color e inmigrantes en EE UU, Australia y partes de Europa, junto con la persistencia de un racismo y una xenofobia estructurales, son prueba del fracaso absoluto del capitalismo global a la hora de responder a las necesidades de personas reales en todo el mundo.

Se podría argumentar, igualmente, que ello también es la prueba más convincente de la necesidad de concebir un sistema socioeconómico más allá del capitalismo. Así, pues, el movimiento abolicionista contemporáneo, en su llamamiento a desmantelar el complejo penitenciario industrial, se presenta como un movimiento anticapitalista que exige igualdad racial, puestos de trabajo con salarios vivibles, vivienda asequible, sanidad y educación gratuitas y justicia medioambiental para todos los seres vivos.

Abogas por la justicia restaurativa, en lugar de la punitiva. ¿Cómo se restauran la desigualdad y la injusticia causadas por el proceso de acumulación primitiva que conforman la base del capitalismo? En otras palabras, ¿qué forma tendría una justicia restauradora destinada a reparar el ‘pecado original’ de explotación y acumulación que se encuentra en el origen de las desigualdades de redistribución de nuestras sociedades?

Efectivamente, a menudo he utilizado el término ‘justicia restauradora’, junto con otros, como ‘justicia reparadora’ y ‘justicia transformadora’, como alternativas a la justicia punitiva o retributiva. De hecho, prefiero el término ‘justicia transformadora’, ya que no presupone la existencia de un estado ideal que sea necesario restaurar.

Respondiendo a tu pregunta, me gustaría destacar la importancia de la memoria histórica, especialmente en cuanto a la necesidad que hay hoy en día de un análisis explícitamente anticapitalista. «La llamada acumulación originaria» es uno de los capítulos más importantes de El capital, precisamente porque desenmascara la expropiación, injusticia y violencia que marcaron el inicio del capitalismo y que, aunque pudiera parecer que ya no es así, siguen en el centro del proceso capitalista. A finales del siglo XX, el complejo penitenciario industrial comienza a mostrar el grado en que las sociedades capitalistas continúan basándose en ideologías racistas y coloniales a la hora de fabricar tecnologías de violencia, reflejo, a su vez, de la violencia histórica ligada a la esclavitud y a la colonización.

Has hablado de nuestra problemática reacción automatizada con que a menudo respondemos al crimen y al delito, recurriendo a las instituciones jurídico-policiales, en vez de diseñar soluciones desde dentro de la comunidad. En el caso concreto de la violencia sexual, abogas por la autodefensa, lo cual nos lleva al tema de las mujeres y la violencia. En ‘¿Están las prisiones obsoletas?’ haces referencia a la «necesidad de cuestionar las premisas imperantes según las cuales la única relación posible entre las mujeres y la violencia implica que las mujeres sean víctimas». ¿Qué opinas del uso disuasorio y disciplinandor de la violencia feminista como mecanismo dirigido a defendernos a nosotras mismas? ¿Qué es la autodefensa feminista para ti?

Siempre he tenido un cuidado especial en la manera en que utilizo el término ‘violencia’. Como estudiosa de la teoría crítica, siempre me recuerdo a mí misma que las herramientas conceptuales que decido utilizar podrían estar haciendo un trabajo que, en realidad, contraviene lo que pretendo expresar. Así, pues, trato de no equiparar ‘autodefensa’ y ‘violencia contra el agresor’. Y mi apuesta por la formación en autodefensa se inserta en un contexto más amplio, basado en un análisis que vincula la violencia misógina con los sistemas de dominación de raza, género y clase, dentro de una estrategia que pretende purgar nuestras sociedades de toda forma de explotación y violencia.

En ‘Mujeres, raza y clase’ (Akal, 2004) desmontas el mito del violador negro y explicas que «fue una invención claramente política», propaganda construida con el fin de consolidar y justificar los linchamientos, como método de ‘contrainsurgencia’ destinado a evitar que los negros alcanzaran sus derechos. El pasado fin de año asistimos al despliegue de este mismo mito en Colonia, en este caso en los cuerpos de hombres «de apariencia árabe o norteafricana», en un nuevo ejemplo de ‘purple washing’ o utilización de una supuesta defensa de las mujeres para criminalizar a los solicitantes de asilo y a los residentes ilegales, de una manera que parece estar lanzando el mensaje de que «a nuestras mujeres sólo las podemos violar nosotros». ¿Cómo interpretas esta utilización de los derechos de las mujeres (velo, violador negro, opresión de las mujeres afganas …) para otras cruzadas?

En su libro ‘Arrested Justice: Black Women, Violence, and America’s Prison Nation’ [La justicia bajo arresto: mujeres negras, violencia y la nación prisión de América], Beth Richie expone los peligros de confiar en tecnologías de criminalización como supuestas soluciones a los problemas de la violencia de género. Su argumento es que el movimiento antiviolencia predominante en EE UU dio un giro peligrosamente equivocado cuando comenzó a apoyar la represión policial y el encarcelamiento como principales estrategias destinadas a proteger a las «mujeres» de la violencia masculina. Era fácilmente previsible que quienes más estarían el punto de mira de estas iniciativas destinadas a garantizar la seguridad de las «mujeres» serían los hombres de comunidades ya sometidas a una hipervigilancia de la policía y que ya contribuían de manera desproporcionada al incremento de la población penitenciaria.

Resulta, sin embargo, que el uso generalizado de la categoría ‘mujer’ escondía una racialización clandestina operativa dentro de esta categoría, según la cual ‘mujeres’ en realidad significaba ‘mujeres blancas’ o, aún más concretamente, ‘mujeres blancas acomodadas’.

El caso de Colonia y el discurso sobre el violador árabe, que pretende consolidar aún más las representaciones colonialistas de los hombres árabes como agresores sexuales, nos recuerdan la importancia de las teorías y prácticas feministas que cuestionan la instrumentalización racista de los ‘derechos de las mujeres’ y enfatizan la interseccionalidad de las luchas por la justicia social.

En las últimas décadas, hemos experimentado lo que Nancy Fraser define como «desacoplamiento de las llamadas ‘políticas identitarias’ de las políticas de clase», en lo que se ha convertido en una lucha por el reconocimiento, en lugar de por la redistribución, con un desplazamiento del sujeto colectivo hacia uno individual(ista). Tú, en cambio, siempre has defendido las ‘comunidades de lucha’, al considerar que «las comunidades son siempre proyectos políticos». ¿Qué opinas sobre las políticas identitarias y cuáles son, en tu opinión, las luchas y los proyectos políticos que deberían situarse en el centro, en la actual era de hegemonía neoliberal?

Lo que encuentro más problemático de las políticas identitarias es la manera en que las identidades muy a menudo se naturalizan y no son consideradas como un producto de la lucha política, de modo que no se sitúan en relación con las luchas de clase y antirracistas.

Recientemente, el movimiento trans, por ejemplo, se ha convertido en un importante territorio donde luchar por la justicia. Con todo, hay una diferencia fundamental entre las representaciones dominantes de las cuestiones trans, que habitualmente hacen hincapié en la identidad individual, y los movimientos trans interseccionales, que consideran que tanto la raza como la clase son elementos fundamentales en las luchas de las personas trans. En vez de centrarse en el derecho de la persona a ‘ser’ él mismo, ella misma, o ell@ mism@, estos movimientos trans afrontan la violencia estructural (en manos de la policía, la prisión, el sistema sanitario, el sistema de la vivienda, el ámbito laboral, etc.) que las mujeres trans de color tienen más probabilidades de experimentar que ningún otro grupo de la sociedad. En otras palabras, luchan por unas transformaciones radicales de nuestras sociedades en contraposición a la asimilación en un estado de cosas determinado e inamovible.

Continuando con el tema de la identidad, por lo que dices sobre la interseccionalidad, entiendo que apuestas por una confluencia de luchas (Ferguson, Palestina), más que por una conjunción de identidades diferentes, diversas y múltiples, en un momento en que gran parte de las defensoras de las políticas interseccionales afirman y naturalizan las identidades, en vez de cuestionarlas, ignorando a menudo el contexto material e histórico que rodea estas identidades. ¿Cómo entiendes la interseccionalidad y en qué términos resulta productiva hoy en día?

El concepto de interseccionalidad, tal como yo la entiendo, tiene una genealogía muy interesante, que se remonta al menos al período de finales de los años 1960 y principios de los 1970. Como ahora no puedo entrar en gran detalle, me limitaré a mencionar alguno de los elementos fundamentales que me gustaría destacar: la creación de la organización Alianza de Mujeres Negras, como respuesta a la voluntad de plantear un debate sobre cuestiones de género dentro del Comité de Coordinación Estudiantil No Violento (SNCC), principal organización juvenil del Movimiento por la Libertad del Sur.

La Alianza planteaba que no era posible entender el racismo en toda su complejidad sin incorporar un análisis del sexismo y, para sustentar esta tesis, en 1970 Fran Beale escribió un artículo que tuvo gran difusión, titulado «Double Jeopardy: To Be Black and Female» [Riesgo doble: ser negra y mujer]. Poco después de la publicación del artículo, de resultas del hecho de tener conocimiento de luchas como las de las mujeres puertorriqueñas contra la esterilización forzosa, la Alianza de Mujeres Negras se convirtió en Alianza de Mujeres del Tercer Mundo y publicó un periódico titulado Triple Jeopardy, en referencia al racismo, el sexismo y el imperialismo. Aquello implicaba una militancia sobre el terreno que abordaba de manera simultánea el racismo, la misoginia y la guerra imperialista.

Es con el espíritu de aquellos esfuerzos intelectuales orgánicos de comprender las categorías de raza, género y clase como elementos conectados, entrelazados y entrecruzados que entiendo actualmente los conceptos feministas de interseccionalidad.

En un ciclo de conferencias recientemente celebrado en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, con el título «La frontera como centro. Zonas de ser y de no ser [migra y colonialidad]», la representante del partido Indigènes de la République Houria Bouteldja afirmó lo siguiente: «No sé quién es blanco, pero la policía francesa lo sabe perfectamente. Nunca se equivoca a la hora de decidir a quién discriminar y a quien apalear». Igualmente, la feminista vasca Itziar Ziga, en una entrevista en Argia, decía que «Soy una mujer porque es así como he sido violentada física, afectiva, económica y simbólicamente… Proclamo que soy mujer, pero no por lo que tengo entre las piernas». En estos dos casos, el sujeto se define políticamente para/desde el locus de opresión y, por tanto, de lucha. En este sentido, ¿qué es para ti ser mujer y qué ser negra?

Ambas categorías se han ensanchado y expandido más allá de cualquier límite que hubiera podido imaginar en anteriores fases de mi vida. De modo que, si pretendiera aferrarme a modos de ser históricos, continuaría sintiéndome obligada a basarme en definiciones políticas del género y la raza en ambos casos, tal y como planteas en tu pregunta, tanto desde el punto de vista de las estructuras de dominación y sus ideologías asociadas como desde el punto de vista de los movimientos colectivos que buscan desmantelar estas estructuras y hacer frente a estas ideologías.

Al mismo tiempo, siempre he insistido en la prioridad de la práctica radical por encima de la identidad pura y simple. Importa más qué haces para facilitar la transformación radical que cómo te imaginas que eres. Y, claro, como ya he indicado, las categorías de género y raza, al igual que la sexualidad y la clase, sólo son significativas dentro de unas interrelaciones más complejas.

En relación con el panorama político estadounidense, has destacado «el reto de complicar el discurso», en vista de que «la simplificación de la retórica política facilita la adopción de posturas extremistas». En los últimos años, en Europa, hemos sido testigos de la aparición de la autodenominada ‘nueva política’, que se opone a ‘los de arriba’, con miras a provocar una ‘revolución democrática’ por la vía de la ‘revolución de las sonrisas’. ¿Qué significa para ti la democracia en esta era del populismo despolitizador y de los significantes vacíos?

Está claro que los que nos situamos a la izquierda en Estados Unidos, y no sólo a la izquierda, sino también en algunos círculos conservadores, asistimos totalmente estupefactos a la creciente influencia de Donald Trump, el cual se está aprovechando la atracción que importantes sectores de las comunidades de clase trabajadora blanca sienten por este tipo de retórica política simplista, extremista y de tendencia fascista. Esto también ocurre con la peligrosa atracción hacia personajes y partidos de extrema derecha que está habiendo en Austria, Francia, Polonia y otros lugares de Europa, crisis masiva de los refugiados —la cual pone de manifiesto el impacto que la historia de esclavitud y colonialismo de Europa sigue teniendo—, ha hecho prosperar el populismo de extrema derecha, alrededor del racismo antinegros y antiinmigrantes, y ha reactivado la islamofobia, con espectáculos que traen a la memoria racismos del pasado.

No será posible hacer frente al populismo de extrema derecha y generar un diálogo sobre futuros democráticos –enfoques sustantivos y transformadores que desplacen el foco político de la representación neoliberal del individuo hacia las necesidades y aspiraciones de las comunidades–, si no somos capaces de construir movimientos potentes contra el racismo y la xenofobia en el mundo.

Preguntada por tu posición ante las elecciones presidenciales de EE.UU., recientemente has destacado la necesidad de un partido nuevo. ¿Por qué motivo? ¿Qué tipo de partido tienes en mente? Como ex candidata a la vicepresidencia por el Partido Comunista de EE UU, ¿qué similitudes y qué diferencias con el PC debería tener este partido nuevo? En cuanto a su programa, ¿consideras que sigue vigente el Programa de 10 puntos del Partido de las Panteras Negras? ¿Y cuál sería la base electoral de este nuevo partido?

La política electoral norteamericana lleva muchos años siendo rehén del sistema bipartidista. Tanto el Partido Demócrata como el Republicano están absolutamente encadenados al capitalismo. Necesitamos una estructura política alternativa que no capitule ante las estructuras empresariales, sino que represente, en primer lugar, las necesidades de los trabajadores, de la gente pobre y de las personas de color. Esto es evidente desde hace muchos ciclos electorales, y cuando hace muchos años participé de manera directa en la política electoral, como candidata a la vicepresidencia por el Partido Comunista, fue precisamente para visibilizar esta necesidad de declarar la independencia respecto al sistema bipartidista.

Dada la respuesta que ha obtenido Bernie Sanders, ha quedado claro que hay un número considerable de personas que quieren una alternativa al capitalismo. Cada vez más gente está reflexionando seriamente sobre la necesidad de un partido que represente la clase trabajadora, los movimientos antirracistas, las cuestiones feministas y LGBTQ, las reivindicaciones contra la guerra y la justicia medioambiental.

En cuanto al Partido de las Panteras Negras, está claro que el Programa de 10 puntos está profundamente arraigado en las condiciones históricas de mediados del siglo pasado, pero, al mismo tiempo, todos y cada uno de sus puntos tienen un profundo vínculo con luchas radicales contemporáneas.

Continuando con las Panteras Negras, fueron pioneras en su política de womanism, que puso la lucha por los derechos de las mujeres al mismo nivel que la lucha de clases y racial, apoyó el derecho al aborto, organizó cuidados de niñas y niños durante sus reuniones, fomentó el modelo tradicional africano de familia extensa en contraposición a la familia nuclear burguesa, el diario del partido estuvo dirigido por mujeres, y hasta un 70% de su militancia era femenina. ¿Cómo se logró todo ello, más allá de que los hombres estaban siendo asesinados o encarcelados? ¿Qué lecciones pueden sacar los movimientos de liberación, y especialmente las feministas de estos movimientos, de la experiencia del Partido de las Panteras Negras?

En realidad, no debería sorprendernos excesivamente saber que la mayoría de militantes de las Panteras Negras eran mujeres, de la misma manera que no deberíamos sorprendernos por el papel fundamental que las mujeres jugaron dentro del Movimiento por la Libertad del Sur. Lo que sí resulta sorprendente es que medio siglo más tarde sigamos cautivos de visiones históricamente obsoletas sobre el liderazgo carismático masculino.

Históricamente, los paradigmas asociados al liderazgo de las mujeres –desde Ella Baker hasta Ericka Huggins– han tendido a enfatizar el liderazgo colectivo por encima del individualista. Los jóvenes de los actuales movimientos radicales están priorizando el liderazgo de las mujeres, el liderazgo queer y el liderazgo de las colectividades.

Como fuiste alumna de Marcuse, me gustaría hacerte una pregunta que él ya planteó en su Un ensayo sobre la liberación: «¿Cómo puede [el individuo] satisfacer sus necesidades sin [ …] reproducir, a través de sus aspiraciones y satisfacciones, su dependencia de un aparato explotador que, al satisfacer sus necesidades, perpetúa su servidumbre?». En otras palabras, ¿cómo podemos liberarnos de la mercantilización de nuestros sentimientos?

A estas alturas, no estoy segura de si es posible eludir completamente las consecuencias del deseo mercantilizado, ya que es esa la naturaleza del deseo contemporáneo; el capitalismo ha invadido hasta tal punto nuestras vidas interiores que nos resulta extremadamente difícil separar capitalismo y deseo. Sin embargo, creo que sigo la tradición filosófica de Marcuse cuando afirmo que deberíamos tratar de desarrollar una conciencia crítica sobre las maneras en que, en parte, estamos implicados en la propia reproducción del capitalismo, a través de la mercantilización de nuestros sentimientos. Es a través de este tipo de reflexiones negativas que podemos empezar a vislumbrar posibilidades de liberación.

Durante tu visita al País Vasco estuvimos hablando sobre la importancia del arte y la literatura como esferas donde expandir los límites de lo inteligible, desmontar los paradigmas del sentido común hegemónico, confrontar la camisa de fuerza de la verosimilitud, derribar el monopolio de la realidad y traducir, dar forma y ensayar nuestras nociones políticas. ¿Cómo se concreta todo esto?

Especialmente ahora que la posibilidad de liberación parece ser descartada por las mismas luchas políticas que pretenden mostrarnos vías hacia futuros mejores, podemos aprovechar lo que Marcuse llama ‘dimensión estética’ y Robin Kelley, ‘sueños de libertad’ o ‘imaginación radical’. Lo que el reino del capitalismo ha sofocado completamente es nuestra capacidad colectiva de imaginar una vida que no esté repleta de mercancías. Es por esta razón que necesitamos el arte, la literatura, la música y otras prácticas culturales, para educar nuestra imaginación de manera que consiga liberarse de las restricciones impuestas por la privatización.

Durante aquella visita, te organizaron un concierto de homenaje en Bilbao, donde hiciste mención de una canción preciosa de Nina Simone titulada ‘I Wish I Knew How It Would Feel to Be Free’ [Ojalá supiera qué se siente al ser libre ], y que dice así: «I wish I could break all the chains holdin’ me, I wish I could say all the things that I should say, say ‘em loud, say ‘em clear for the whole ‘round world to hear» [Ojalá pudiera romper todas las cadenas que me retienen, ojalá pudiera decir todo lo que debería decir, decirlo todo bien alto, decirlo para todo el mundo lo oiga] .¿Qué significa ser libre para ti, y cuáles son las cadenas que tenemos que romper?

Recordé esa canción de Nina Simone no tanto porque quisiera dar a entender que medio siglo o más después yo tenga una respuesta definitiva a la cuestión subyacente a su anhelo de saber qué es sentirse libre, sino más bien porque seguimos rigiéndonos por este deseo de poner nombre y experimentar la libertad. En los EE.UU., este objetivo nos resulta mucho más complicado hoy en día que a mediados del siglo XX. De hecho, parece que, cuanto más nos acercamos a lo que originariamente habíamos imaginado como ‘libertad’, más nos damos cuenta de que se trata de algo mucho más complicado, de algo con un alcance mucho mayor…

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216558&titular=%93raza-g%E9nero-y-clase-son-elementos-entrelazados%94-

Fuente de la imagen: http://www.universidad.edu.uy/prensa/renderItem/itemId/34640

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La masculinidad patriarcal y la violencia de género

Coral Herrera Gómez

El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre. Los feminicidios son consencuencia de la cultura patriarcal en la que vivimos, aquí unas claves para entender cómo educamos a los hombres en la cultura del machismo y la violencia, cómo podemos hacer para desaprender lo aprendido, y cómo adquirir herramientas para acabar con la desigualdad, y construir un mundo más pacífico e igualitario.


¿Por qué matan los hombres a las mujeres?
Los hombres matan a las mujeres en todo el mundo porque han sido educados, y están siendo educados, para que resuelvan sus conflictos mediante la violencia, por eso la mayoría de ellos la usan a lo largo de toda su vida para obtener lo que desean, o para arreglar sus problemas.

Los hombres matan a las mujeres porque creen que son dueños de sus compañeras, sus hijas e hijos, su casa, su coche y su perro. Se sienten muy superiores a ellos, y como propietarios, hacen lo que les da la gana con ellos.

Los hombres matan a las mujeres porque han sido educados desde niños para ser los reyes absolutos de la familia, y los dictadores en su hogar. Los niños aprenden que los hombres de verdad son siempre respetados, obedecidos y adorados, y que solo por ser varones gozan del amor incondicional y perpetuo de los suyos, especialmente si dependen de sus recursos económicos.

Los hombres matan a las mujeres porque en la televisión aparecemos representadas como objetos de posesión que pueden ser comprados y vendidos, que pueden ser violados y abusados, que suelen sentir placer obedeciendo y sometiéndose, y que están ahí para satisfacer los deseos de cualquier varón que tenga algo de dinero. Y como cualquier objeto, si no servimos o no obedecemos, pueden destrozarnos con impunidad, porque la prensa lo llamará «crímen pasional» y explicara «sus motivos» (como si hubiese motivos para justificar el asesinato de una persona).

Los hombres matan a las mujeres porque la gran mayoría no sabe gestionar sus emociones y viven presos de su sufrimiento, sus miedos, su dolor, sus traumas, sus inseguridades, sus malos recuerdos, sus carencias afectivas y sus problemas más íntimos. Cuanto más miedo y dolor acumulan, más dramáticos se ponen. Cuanto más inseguros se sienten, más violentos son.

Los hombres matan a las mujeres porque son machistas: creen que en el mundo unas personas valen más que otras, y nada más nacer se les coloca en la cúspide de la jerarquía socioeconómica y se les regala una serie de privilegios: mejores salarios, los puestos políticos y empresariales más altos, la propiedad de todas las tierras del planeta son de ellos (más de un 80%). Ellos gobiernan en mayor medida que las mujeres, ellos son los dueños de los bancos, las empresas, y los medios de comunicación…. ellos tienen los bienes y los recursos, lo que les da poder sobre los demás, y especialmente, sobre las mujeres. Nosotras somos, para los machistas fundamentalistas, como los animales: un objeto que se vende, se compra, se alquila, se intercambia por ganado, se disfruta, se explota, se mutila y se maltrata.

Los hombres matan a las mujeres porque nuestra cultura amorosa es patriarcal y está basada en el egoísmo, en el sufrimiento, en la desigualdad, en las relaciones verticales, en las luchas de poder. El capitalismo romántico nos hace egoístas, el romanticismo patriarcal perpetúa los mitos románticos y ensalza el dolor como vía para alcanzar el amor. El romanticismo patriarcal está basado en la doble moral sexual, en el placer del sufrimiento, en la dependencia emocional femenina, en la violencia de género, en el odio como forma de relación, en el esquema de dominación y sumisión, o la estructura del amo y el esclavo. Los hombres se han creído que las mujeres somos buenas o malas, y siguen teniéndole miedo a nuestra libertad y autonomía, a nuestra sexualidad y erotismo, porque no saben cómo relacionarse con nosotras de tú a tú. Han sido educados para sentirse adorados, respetados y necesitados, no para construir relaciones igualitarias.

Los hombres matan a las mujeres porque no soportan las derrotas. No saben gestionar una ruptura sentimental porque no les han enseñado que la gente puede seguir su camino libremente, que nadie nos pertenece, que todos somos libres para unirnos y separarnos. Los niños que son educados patriarcalmente en la competición más despiadada no tienen herramientas para relacionarse en condiciones de igualdad, necesitan sentirse ganadores, y por eso una ruptura sentimental se vive como un fracaso. No tienen herramientas para superar el duelo, no pueden hablarlo con nadie para no sentirse débiles o perdedores, no tienen a quién acudir cuando se sienten desesperados porque les importa más dar una imagen de ser alguien fuerte y poderoso. No pueden desahogarse, no saben pedir ayuda, y en la tele no dejan de enviarles el mensaje de que el uso de la violencia es legítima y normal cuando uno tiene que defenderse o defender sus propiedades.

Los hombres matan porque los héroes masculinos matan y están llenos de gloria. El dios de nuestra época es un dios guerrero, un macho mitificado por su fuerza y su violencia. En la publicidad, en los cómics, en las películas, en los videojuegos se rinde culto a todas horas a los guerreros asesinos, ya sean androides o caballeros medievales. Todos nuestros héroes consiguen sus objetivos a través de la violencia, por eso las películas se desarrollan entre balazos, bombazos, flechazos, navajazos, puñetazos, machetazos, y escenas de tortura y dolor. La mayor parte de las películas que emiten en cines y televisión tienen machos alfa, armas y sangre, gritos y violencia. En todos ellos el héroe exhibe su fuerza, su valentía, y su capacidad para aniquilar a quien se le ponga en el camino… los efectos especiales y la música de la ficción espectacular aumentan su poder de seducción sobre los espectadores y las espectadoras, que admiran la sensualidad de la violencia patriarcal y la poesía del sacrificio varonil.

Los hombres matan a las mujeres porque sienten que se han sacrificado mucho para ser lo que son, y que eso les da poder sobre las vidas ajenas. A los niños les enseñamos que si quieren ser héroes y tener poder y fama, si quieren ser los número uno, si quieren ser los mejores en todo, tienen que sacrificarse para conseguirlo. El premio es muy seductor: si eres un macho patriarcal vencedor, tendrás la admiración y el respeto de los demás machos, y muchas mujeres suspirando por ti y por tu belleza, por tu valentía, por tu poder y tus recursos. El sacrificio, sin embargo, es tremendo: tendrán que mutilarse emocionalmente, aprender a no llorar en público, aprender a esconder su vulnerabilidad, a no expresar emociones y parecer fríos como un témpano de hielo. Podrán dar rienda suelta a su ira o a su frustración, pero no a emociones como la ternura, el cariño, la tristeza, el miedo, o el amor.  Esas son cosas de mujeres, esas personas imperfectas, débiles y cobardes a las que nadie quiere parecerse.

Los hombres matan a las mujeres porque otros hombres matan mujeres también, y porque en la guerra de los sexos, ellas son las enemigas. El sacrificio patriarcal implica abandonar el mundo de las mujeres para poder llegar a ser un «hombre de verdad», dejar el nido materno y unirse solo a los iguales, es decir, a los varones que demuestren serlo. Para no descender en la jerarquía social, los hombres tienen que hacer muestra constante de su masculinidad, so pena de ser comparados con las mujeres, los niños o los homosexuales. Para no perder el honor ni ser objeto de burla en el entorno masculino, los hombres jóvenes tienen que demostrar permanentemente su virilidad: el objetivo es ser y parecer lo contrario de una mujer. Desde muy jóvenes, se les enseña a proteger su libertad, y a defenderse del enorme poder sexual de las mujeres. Los hombre machistas creen que al enamorarse pierden su poder, por eso necesitan sentir que controlan sus sentimientos, que no se dejarán manipular por el enemigo y que pueden acabar con él si no logran dominarlo. Si el enemigo no se somete, se le mata, como en todas las películas y en todos los cuentos patriarcales, como en todas las guerras entre pueblos.

Los hombres que matan a las mujeres primero se hacen terroristas: siembran el terror en la casa durante años, e instauran una especie de guerra en la que él es el único soldado que va armado. Ellos imponen las normas y las hacen respetar, exigen obediencia y sumisión, tomam decisiones e imponen castigos, exigen que una o varias mujeres satisfagan sus necesidades básicas (sexo, comida, higiene, cuidados y mimos, crianza de sus descendientes). Los hombres machistas quieren ser respetados, admirados y obedecidos, y necesitan saberse necesarios e imprescindibles, por eso exigen amor eterno e incondicional, por eso quieren ser los dueños absolutos, por eso creen siempre merecer el perdón cuando se portan mal.

Los hombres matan a las mujeres porque tienen impunidad, y porque a la opinión pública no le parece tan grave que un hombre asesine a «su» mujer, por eso lo ponen en la sección de «sucesos», aunque no sean acontecimientos extraordinarios porque mueren mujeres todas las semanas. Para perder esta impunidad, es necesario que los hombres condenen la violencia de género y que los gobiernos dejen de mirar a otro lado como si fuese un asunto menor.

Los hombres matan a las mujeres porque no piden ayuda ni se lo trabajan para dejar de ser violentos y dominadores. Tampoco los gobiernos parecen preocupados por la cantidad de adolescentes que dominan y maltratan a sus parejas, ni por los niños que son asesinados en cada feminicidio, ni por los niños que reproducen el comportamiento violento de sus padres con sus parejas cuando crecen. Ni las instituciones ni la sociedad apuestan por enseñar la cultura del buen trato y la igualdad a los varones, y los medios nos bombardean a diario con imágenes violentas. Sólo cuando los hombres hacen mucho daño y causan mucho dolor, se les proporciona terapia o cárcel, o las dos cosas.

Los hombres educados en la tradición patriarcal no aprenden a amar de igual a igual, por eso es preciso empezar a trabajar ya en instituciones educativas, penitenciarias, sociales, etc. para poder ofrecer a los varones recursos que les permitan adquirir herramientas para resolver conflictos sin violencia, para gestionar sus emociones, y para eliminar el machismo de sus vidas. Necesitan atención psicológica y formación: muchos están desorientados con los cambios políticos, económicos y sociales, y creo que la solución no es la cárcel, sino la educación, la concienciación, la prevención y la rehabilitación.

Existen cada día más colectivos de hombres feministas, igualitarios y antipatriarcales, que están en las redes publicando en sus blogs, haciendo talleres de masculinidades, debatiendo y compartiendo material, y creciendo cada día más. Su trabajo con chavales jóvenes, varones adultos y mayores es impresionante, y creo que merecen mayor visibilidad. Puedes conocer más sobre ellos aquí.

Propuestas para acabar con el terrorismo machista y la violencia de género
Creo que es esencial poner el foco sobre la responsabilidad que tienen los varones en la violencia en todo el mundo, exigirles que aprendan a relacionarse de otras maneras, y a comunicarse para resolver los conflictos sin violencia. Ya no pueden posponer por más tiempo el trabajo personal para despatriarcalizarse y obtener sus propias herramientas para enfrentarse a la vida sin miedo y sin violencia. 

Los varones no pueden seguir pasivos mientras nos matan. No pueden seguir neutrales, como si la cosa no fuera con ellos. Tienen que ponerse las pilas, espabilar, y sumarse al cambio que se avecina: la igualdad y el feminismo llegaron para quedarse, y el avance es imparable. Cada vez son más los grupos de hombres igualitarios y antipatriarcales que han empezado a trabajarselo individual y colectivamente, pero aún son una minoría muy pequeña (a la que yo admiro mucho).

A la velocidad con la que nosotras estamos cambiando, los hombres tienen que renovarse, cuestionarse, mirarse individual y colectivamente, trabajarselo para dejar a un lado la tradición de los privilegios machistas. Atrás quedó el sueño húmedo de poseer una criada-esposa que les atienda indefinida y abnegadamente. 

Los chicos tienen que desmontar todo el patriarcado, como estamos haciendo nosotras desde hace décadas. Aprender a hacer autocrítica amorosa, aprender a expresar sus emociones con asertividad, a comunicarse horizontalmente y tratar a las mujeres de tú a tú, a renunciar a sentirse superiores o inferiores a los demás, deshacerse de la necesidad de ganar, conocerse mejor y trabajar para ser mejores personas… las tareas que tienen los hombres por delante son muchas y muy variadas, pero cuanto antes empecemos a destronar al macho alfa, antes acabaremos con las violaciones, los abusos, las agresiones y los asesinatos de los hombres machistas.

Creo que sólo podremos acabar con esta matanza de mujeres y niños si logramos acabar con la desigualdad y el machismo, y con la exaltación poética de la violencia en las películas y relatos de ficción. Necesitamos revolucionar todas nuestras estructuras, acabar con la cultura que sublima la violencia y el poder masculino, y crear otra cultura más igualitaria y pacífica que promueva el bien común, el buen trato, la diversidad y el amor.

Otras propuestas para acabar con la violencia de género: 
– Educar a niños y niñas en los valores del feminismo, la igualdad, la diversidad y la solidaridad.

– Aprender desde la infancia a trabajar en la gestión de las emociones. Alejar a los niños de las armas, enseñarles a divertirse sin competir, enseñarles a compartir y a no discriminar.

– Desmitificar y despatriarcalizar el amor romántico para acabar con las relaciones de dependencia basadas en el eje dominación/sumisión.

-Acabar con las luchas de poder en nuestras relaciones humanas, con el egoísmo y la explotación de unos sobre otras. Aprender a compartir, a trabajar en equipo, y a relacionarnos horizontalmente, en igualdad.

– Concienciar y formar a medios de comunicación y periodistas para que eviten fomentar la violencia contra las mujeres mediante los mitos y los estereotipos machistas que incluyen en sus noticias.

– Exigir a los gobiernos que aumenten la protección de las víctimas, y aplicar políticas de igualdad que permitan a las mujeres alcanzar la autonomía económica y la garantía sobre el ejercicio de sus libertades y derechos más básicos.

– Que medios de comunicación e industrias culturales dejen de mitificar la violencia como algo sublime y grandioso. 

– Acabar con la impunidad de los maltratadores y asesinos de mujeres.

– Exigir al gobierno políticas educativas de prevención, y asistencia y apoyo a los hombres que quieran salir de la rueda de violencia en la que están mediante terapia y formación. Dotar a los hombres con problemas de violencia y machismo, de mecanismos y recursos para trabajarse individual y colectivamente

– Sensibilizar a las personas creativas que escriben novelas, guiones de películas, obras de teatro, canciones, videojuegos, etc, para que no sigan venerando la figura endiosada del macho que mata y se atrevan a destronar a los héroes que matan, a inventar otras tramas, otros finales, y otros protagonistas, otras masculinidades y otras feminidades que no sean patriarcales.

– Poner de moda a los hombres feministas que luchan contra la violencia de género, unirnos todxs en la erradicación de esta lacra social.

Fuente del articulo:  http://haikita.blogspot.com/2015/08/la-masculinidad-patriarcal-y-la.html

Fuente de la imagen: http://2.bp.blogspot.com/-0-xqPohqmqs/T5SnU0ywe1I/AAAAAAAADTA/04BpR3shlM8/s400/violencia320.png

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Argentina: El Consejo Superior aprobó un protocolo contra la violencia de género en la universidad

Argentina/Septiembre de 2016/Diario La Provincia

La aprobación de este protocolo significa un avance importante para el estudiantado y ahora esperan que se aplique totalmente para erradicar la violencia de género.

Durante la jornada del jueves 1 de septiembre, el Consejo Superior de la Universidad Nacional de San Juan aprobó el protocolo de «Actuación en la UNSJ ante situaciones de Discriminación, Violencias a la Identidad de Género y contra las Mujeres». Hace más de un año, la agrupación estudiantil universitaria La Mella y la colectiva feminista Mala Junta presentaron el proyecto en el Consejo Superior y desde ese momento se trabajó para mejorarlo, difundirlo y aprobarlo.
La aprobación de este protocolo significa un avance importante para el estudiantado y ahora esperan que se aplique totalmente para erradicar la violencia de género en todo el ámbito universitario. «Los casos de acoso y discriminación han estado siempre presentes en la universidad y gracias al trabajo en conjunto de estudiantes, docentes, personal auxiliar, egresados y autoridades,  podemos contar con una herramienta real que se hará cargo de algo que siempre existió para mejorar la universidad”, comentó Gabriela Trad Malmod, estudiante de Sociología, impulsora del proyecto e integrante de Mala Junta.
De esta manera, se crea una oficina a cargo de una persona específica, concursada y especialista en el tema, donde cada estudiante puede hacer su denuncia para se puedan tomar las medidas correspondientes en la universidad y en la justicia. Según la abogada Soledad Lloveras, quien fue una de las redactoras del protocolo presentado por La Mella, «este es un protocolo de avanzada y va a funcionar como un instrumento de disuasión para aquellos que tuvieron  en mente alguna vez cometer alguna discriminación o acoso, ya que a partir de ahora existirán sanciones impuestas por la Universidad”.
Cabe destacar que ahora la UNSJ se suma a las pocas universidades del país que cuentan con este tipo de reglamentación, entre las que se encuentran la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de La Plata.
Fuente: http://www.diariolaprovinciasj.com/sociedad/2016/9/2/consejo-superior-aprobo-protocolo-contra-violencia-genero-universidad-56390.html
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Entrevista Argentina Casanova:“El papel que desempeñan los medios no es pasivo ni inocente”

04 Septiembre 2016/Fuente: Rebelión/Autora:Fernanda Sánchez Jaramillo
Argentina Casanova, comunicadora profesional, activista mexicana contra la violencia de género.En esta entrevista que aborda el papel y uso del lenguaje de los medios de comunicación sobre la violencia de género.
Fernanda Sanchez Jaramillo (FSJ): ¿Qué papel cumplen los medios de comunicación en la multiplicación de la violencia contra la mujer? 

-Andreina Casanova (AC)
: Junto a quien comete el feminicidio o la tortura, un medio que le da cobertura – la mayoría de las veces- con un discurso cuyo efecto es sembrar terror en otras mujeres alecciona y multiplica su efecto a través de las redes sociales. Por sí mismo, el “terrorismo sexista” de los medios debe ser visibilizado para ser desmontado. El papel que desempeñan los medios de comunicación no es pasivo ni inocente.-FSJ: ¿Qué elementos se requieren para informar con rigor sobre violencia contra la mujer? 

-AC: Identificar los elementos que criminalizan a las víctimas de la violencia feminicida y evitar hacer uso de estos; además, comprender y asumir que existe responsabilidad social de los medios de comunicación como reproductores de la violencia, pero también entender su rol en la prevención, evitando la reproducción de modelos, estereotipos y figuras sexistas o discriminatorias que naturalizan la violencia contra niñas y mujeres. -FSJ: ¿Qué se debe evitar al reportar sobre violencia contra la mujer? 

-AC: Exhibir los cuerpos desnudos, sus rostros, ofrecer datos personales que faciliten su identificación y de familiares, ya que esto contribuye a la violencia comunitaria. Evitar aportar elementos que contribuyan a la criminalización en la sociedad y, por el contrario, ocultar o minimizar aquellos que permiten comprender los contextos de violencia e identificar las intersecciones de la discriminación. Los medios “ocultan”, por ejemplo, los datos cuando son menores de edad, su situación de discapacidad y violencias previas para evitar que haya una “idenficación o empatía” con la víctima y, en cambio, generan morbo y enjucian con frases como estas: “era puta”, “era bailarina”, era “mala madre”, “era drogadicta”, todo lo que apunta a justificar la violencia y al agresor.

-FSJ: ¿Es “epidémica” la violencia contra la mujer en México? 

-AC: Recientemente la ONU consideró la violencia contra la mujer como una “pandemia mundial”, que afecta a algunos países, entre ellos México. Esto se relaciona con las anquilosadas estructuras de género que contribuyen a la violencia; además de ser, en sí mismas, formas de violencia contra las mujeres pues restringen el pleno desarrollo y la libertad de elegir sobre las vidas y los cuerpos de las mujeres. La ONU estima que 70% de las mujeres sufren violencia en su vida. 

-FSJ: ¿Los medios revictimizan a la mujer, a su familia y a las supervivientes de violencia?

-AC: Sí, por supuesto. En el ensayo Los derechos humanos de las mujeres y la criminalización de las identidades femeninas en las coberturas periodísticasi expongo este proceso de victimización. Cuando las mujeres son víctimas de un hecho de violencia que vulnera su dignidad, lo que tenemos son páginas de periódicos, notas en radio o en televisión en las que entrevistan a familiares o a las mismas víctimas, se replica información en la que sus datos personales son expuestos con la consecuente sobre-victimización y riesgo de discriminación en sus espacio de trabajo y convivencia social. Incluso en casos de víctimas de violencia sexual la información se convierte en un factor detonador de violencia comunitaria y/o escolar. 

-FSJ: En México varios medios de comunicación parecen haberse especializado en la necrofilia, relatan el número de muertes y de muertas, pero… ¿Analizan la violencia machista contra las mujeres? 

-AC: Creo que se ha abordado una cobertura necrofílica, pero no con perspectiva de género. Por eso proponemos una metodología más allá del “uso del lenguaje incluyente” o que evite la criminalización. Proponemos una pauta de análisis que identifique, y elimine, los elementos de la criminalización y la discriminación y la cobertura periodística que contribuyen al terrorismo sexista. El terrorismo sexista de los medios se manifiesta en cinco formas: por un lado, está lo que Rita Segato ha llamado “pedagogía de la crueldad”; una segunda forma es la criminalización de las identidades femeninas; la tercera, la reproducción de los discursos patriarcales de control, especialmente sobre el cuerpo de las mujeres; la cuarta es la propaganda-proclama de los hechos violentos contra el cuerpo de las mujeres y, la quinta, violenta y alecciona. Así las he clasificado para el análisis para “desmontar” estas formas de redacción, edición, estilo y diseño periodístico. 

-FSJ: ¿Qué impacto tiene en una niña o en una adolescente la información que recibe a través de los medios? 

-AC: La propaganda-proclama de la violencia ocurre cuando la cobertura hace apología de los hechos violentos, que se cometen contra el cuerpo de las mujeres, naturalizándolos, e incluso utilizando palabras que las despojan de su identidad y su condición de persona para referirse a ellas como cosas sin vida y sin valor. Un ejemplo son los títulos de noticias como: “Encuentran enmaletada”. Los medios pueden ser reforzadores de estereotipos/roles y las coberturas-enfoque-lenguaje, son distintas formas de una violencia, estableciendo causas-efectos ligadas a conductas femeninas, es decir, plantean lógicas de castigo frente a ciertos actos de las mujeres. Por eso encontramos portadas ilustradas con hechos que relacionan una mujer desnuda tipo playboy y, simultáneamente, la fotografía de una víctima de violación o feminicidio desnuda. El impacto de esos enfoques es el terror en el cual vivimos las mujeres en México en donde hemos aprendido que transgredir tiene consecuencias que se pagan con la vida. 

-FSJ: ¿Pueden los medios contribuir a disminuir la violencia contra la mujer?

-AC: Sí. Creo que el trabajo de análisis, observación, monitoreo y documentación tiene como fin encontrar esos “hilos conductores” que atraviesan estas coberturas y plantear su deconstrucción a partir de nuevas propuestas y ejercicios. Personalmente creo que no se trata solo de incorporar un lenguaje incluyente o evitar la discriminación, ya que la información visual, el lugar que se otorga a las notas, la forma como se aborda, lo que se enuncia y lo que se omite contribuye a la criminalización y al terrorismo en las coberturas periodísticas. 

-FSJ: Finalmente ¿Qué impacto tienen las guías para periodistas que muchas veces permanecen en los escritorios sin ser utilizadas? 

-AC: He mirado muchas guías y creo que cada una tiene sus propios aportes, pero no bastan. Se requiere el compromiso de los propietarios de los medios, la aprobación y aplicación de leyes que sancionen la apología a la violencia y los discursos de odio; además el compromiso del profesional de la comunicación. En México hemos formado redes y alianzas de comunicadoras feministas, periodistas con perspectiva de género.

Fernanda Sánchez Jaramillo periodista colombiana, maestra en relaciones internacionales.

Fuente de la entrevista: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216011
Fuente de la imagen:http://www.rebelion.org/imagenes/0_98.jpg
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Los niños entrenados

Europa/España/26 de Agosto de 2016/Autora: Lidia Falcon/Fuente: Público.es

Como ya he comentado han sido noticia las nuevas instrucciones que ha impartido el Ministerio del Interior para la “autoprotección” de las mujeres maltratadas.

Unos consejos policiales que se repartirán a las víctimas en función de su riesgo: no apreciado, bajo, medio, alto y extremo. En España hay casi 52.000 mujeres maltratadas que viven en una situación de riesgo, de las que 732 son adolescentes y 139 se encuentran en un nivel alto de peligro para su vida, según las últimas cifras oficiales a fecha 30 de junio.

En lo que va de 2016, aproximadamente un total de 67 mujeres han sido asesinadas y aún los juzgados están examinando 6 o 7 casos más para dilucidar si pueden considerarse violencia de género. Ese eufemismo con que la ley decide si la mujer maltratada o asesinada es merecedora de la protección legal, porque es la esposa o la compañera habitual del asesino. Las demás víctimas no merecen ni siquiera entrar en la estadística.

Las medidas de autoprotección según el riesgo de la víctima

En el primer nivel de riesgo, no apreciado, la Policía recomienda a las víctimas portar siempre un teléfono móvil y una lista con los teléfonos de emergencia. En el nivel de riesgo bajo, se les pedirá además que instalen la aplicación del Ministerio del Interior AlertCops y que realicen cursos de defensa personal.

Mientras, para aquellas mujeres que corran un riesgo medio, se les aconseja: cambiar las cerraduras de las puertas, dejar las llaves puestas por dentro; avisar a los vecinos de más confianza y acordar con ellos señales en caso de que aparezca el agresor (hacer sonar el teléfono dos veces, cerrar la cortina o dejar una luz encendida); cambiar el número de teléfono; utilizar un pseudónimo en redes sociales; informar al colegio de los hijos de la situación y mostrar una foto del agresor en el trabajo, informa Europa Press.

Para casos de riesgo alto, aconsejan a las víctimas que cambien de domicilio, que no utilicen las mismas rutas para ir y volver del trabajo, que planifiquen y practiquen una rutina de escape, que se mantengan alejadas de las habitaciones donde pueda haber objetos peligrosos, y que tengan preparada una bolsa de emergencia con los documentos de identidad, las llaves, libretas bancarias, medicamentos y prendas de vestir.

En el nivel extremo, el protocolo establece que se observarán todas las medidas recogidas en los niveles inferiores además del establecimiento de protección permanente en el entorno de la víctima.

Enseñar a los menores a esconderse y a avisar del peligro

Asimismo, se enumeran algunas medidas personalizadas para los menores que también son víctimas de la violencia machista. Concretamente, se recomienda enseñarles a salir de la habitación cuando se produzca un acto violento; a esconderse en una habitación segura en casa con cerradura y teléfono o en un lugar seguro fuera del domicilio; a llamar a la Policía y dejar descolgado el teléfono; o a hacer señales a los vecinos de confianza.

Además, se especifica que estas guías de actuación deberán ser practicadas hasta que los niños las realicen “con destreza”.

 Me resulta enormemente desconcertante que desde un Ministerio de nuestro país se puedan elaborar semejantes instrucciones y publicarlas. Que, a mayor abundamiento, están siendo alabadas por voceros y comentaristas de varios medios de comunicación.

Estas instrucciones implican la dejación de los deberes de protección de las ciudadanas de nuestro país que tienen que cumplir los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Convirtiendo la prevención y la persecución del delito en un asunto personal de las víctimas, el Ministerio del Interior ha alcanzado su último objetivo: privatizar la seguridad. A partir de ahora será total responsabilidad de la víctima sobrevivir o no a la amenaza de muerte de su pareja.

Pero si es inaceptable que las mujeres tengan que autoprotegerse, resulta absolutamente repugnante que se implique a los menores en su propia supervivencia y la de su madre. Ya se sabe que a los niños se les puede entrenar para cualquier cosa. Los grupos terroristas los entrenan para la guerra y los tratantes de personas tanto para trabajar como para ser esclavos y esclavas sexuales. Pero pensamos que eso sucede en áreas del mundo donde la barbarie domina. En esta muy civilizada Europa, cuna del progreso y el bienestar social, a la que pertenece España, no se había oído hasta ahora que los niños pudieran ser entrenados para considerar el peligro de ser agredidos ellos o su madre, incluso asesinados, por su propio padre en la mayoría de los casos, como una posibilidad habitual.

Imagino la sesión de entrenamiento con la madre gritando algo así como ¡Esconderos, de prisa, ocultaros! Y los niños aterrados chillando mientras corren a encerrarse en una habitación que se habrá destinado de antemano para eso. No sé cuando los pequeños considerarán que es un juego o una película de terror, no imagino que se habitúen al entrenamiento y digan, ¡vaya rollo! ¡Otra vez a correr y esconderse! Tendrán las madres que destinar un rato al día para la clase, y me pregunto, ¿si el maltratador vive con ellos, cuándo podrán realizar los entrenamientos? ¿Mientras el posible asesino está fuera de casa? Y si la madre trabaja fuera del hogar?, ¿a qué hora estará libre para impartir la lección sin encontrarse con el marido? O el Ministerio únicamente contempla los casos en que los cónyuges o parejas están separados, y las madres pueden dedicar su tiempo libre en vez de ir al cine o al parque con sus niños y niñas a entrenarlos para esconderse y defenderse de su propio padre.

Me resulta tan repugnante la posibilidad de que tales instrucciones ministeriales se lleven a la práctica por las mujeres maltratadas, asediadas por el temor a los golpes, al regreso inopinado del verdugo, a la angustia de cómo inculcar a sus hijos e hijas la necesidad de protegerse de aquel que es su padre, cuando lo que debería enseñarles es a amarlo y respetarlo, que no quiero creer que ninguna de las víctimas las siga.

No sé qué ángel, de los que habitualmente le guardan, ha aconsejado al señor Fernández Díaz  para que elabore un tal protocolo de actuación. Yo le pediría que les ruegue a los ángeles y arcángeles que le acompañan que, en vez de invertir su tiempo en buscarle aparcamiento, se dediquen a proteger a las mujeres amenazadas de muerte por sus parejas. A la vista de que las víctimas han de autoprotegerse porque ni las policías varias ni la Guardia Civil están por la labor, será más eficaz la protección angélica que la de las instituciones del Estado español.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/08/23/los-ninos-entrenados/

Fuente de la imagen: http://www.salud180.com/maternidad-e-infancia/educacion-mejora-la-calidad-de-vida-de-ninos

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Perú: #NiUnaMenos así inició marcha contra la violencia a la mujer

América del Sur/Perú/14 de Agosto de 2016/Fuente: El Comercio

Minutos después de las 3:00 p.m. una enorme cantidad de personas comenzó a marchar por las calles de Lima en el marco de la campaña #NiUnaMenos, un movimiento que nació a raíz de las sentencia benévolas dictadas por la justicia contra hombres que atacaron brutalmente a sus parejas.

Desde el mediodía de este sábado, miles de personas llegaron a la concentración del Campo de Marte desde donde partió la movilización encabezada por mujeres víctimas de violencia. Marchas similares se realizan en distintas partes del país en solidaridad con las mujeres que padecen de todo tipo de violencia.

Imágenes aéreas captadas por un dron de El Comercio muestran la enorme cantidad de personas que llegó a la Avenida de la Peruanidad para formar parte de la marcha que continuará por Guzmán Blanco, Wilson, Nicolás de Piérola, Abancay y Miguel Grau para culminar en la avenida Paseo de los Héroes Navales, frente al Palacio de Justicia, sede del Poder Judicial.

En la movilización, transmitida en directo por radio, televisión e Internet, participan Arlette Contreras y Lady Guillén, símbolos de la lucha contra el maltrato a la mujer. Sus casos, en los que los jueces dieron sentencias benignas a los agresores, fueron clave para iniciar un movimiento contra la violencia de género en el país.

Los casos de Alette y Guillén provocaron la reacción de los ciudadanos que se organizaron y convocaron a la marcha #NiUnaMenos, para exigir una adecuada actuación del Poder Judicial frente a las denuncias de mujeres maltratadas.

Fuente: http://elcomercio.pe/sociedad/lima/niunamenos-asi-inicio-marcha-contra-violencia-mujer-noticia-1924048

Fuente de la imagen: http://www.abc.com.py/internacionales/cientos-de-miles-marcharon-contra-la-violencia-hacia-la-mujer-1508424.html

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Canadá y el asunto indígena: pasos hacia un nuevo futuro

Canadá/11 agosto 2016/Fuente: Bez

El Gobierno canadiense anuncia la puesta en marcha de una investigación federal independiente sobre la violencia y desaparición de mujeres indígenas. Esta medida pone de nuevo el foco en un conflicto social que persigue a la historia del país. Medidas como estas dan esperanzas a la población aborigen y ayudan a alcanzar la reconciliación que tanta falta hace en el país norteamericano.

En Canadá a la población indígena se la conoce como first nation (primera nación). Son los herederos de aquellas gentes que habitaron la tierra de las Rocosas, el Yukatán y cabalgaron en las llanuras de Saskatchewan.

Hace una semana, Carolyn Bennet, la ministra para Asuntos Indígenas, anunciaba que se iba a formar una comisión independiente para llevar a cabo una investigación federal en torno a las desapariciones y asesinatos de mujeres indígenas en Canadá. La violencia que han sufrido y continúan sufriendo las mujeres en las comunidades indígenas del país norteamericano ha sido descrita como una crisis de derechos humanos por distintas organizaciones.

Las tasas de violencia contra la mujer en estas comunidades son preocupantemente altas. Según los últimos informes, entre los años 1980 y 2014, 1017 mujeres indígenas han sido asesinadas en el país y cerca de 170 continúan desaparecidas.

Según informes de agencias de investigación, las mujeres indígenas de más de 15 años tienen un 3,5 más de probabilidades de sufrir violencia que sus congéneres. Del mismo modo, nacer mujer indígena en Canadá supone tener cinco veces más probabilidades de morir de forma violenta.

La situación de desprotección que vive la mujer indígena canadiense es el resultado de todo un sistema en el que la población aborigen del territorio se encuentra discriminada y perdida. La impronta que el colonialismo canadiense ha dejado en estas comunidades se puede percibir en el desarraigo y problemas socioeconómicos a los que se enfrentan. No hay más que pasearse por las calles de ciudades de la Columbia Británica para comprobar la brecha que existe entre la población blanca y los indígenas. Los problemas socioculturales a los que las comunidades de indios canadienses tienen que hacer frente en su día a día les han llevado a una situación de marginalización. Se ha extendido un desarraigo entre los individuos, creado una pérdida de identidad que daña a las distintas comunidades de Canadá.

Aculturamiento y ruptura con sus raíces

Esto tiene su origen en la etapa de los años cincuenta/sesenta, en la que se desarrollaron planes de aculturamiento de la población indígena a lo largo y ancho del territorio. Durante estos años se vivió una segregación constante de esta primera nación. Los colonos expusieron a los indios a abusos, diferenciación, y políticas muy agresivas con su cultura.

Destacan las consecuencias que tuvieron los programas educativos por los cuales los menores eran alejados de sus familias, internados en centros de educación para ser posteriormente adoptados de manera forzosa por familias blancas. Con el fin de educar a este grupo en la cultura del progreso, los colonos y sus programas de aculturamiento marcaron el futuro de muchas generaciones.

Aquellos niños, ahora adultos, sufrieron infinidad de abusos -fisicos y psiquicos- en todo este proceso. Estos traumas han pasado de padres a hijos creando un problema generalizado entre toda la población indígena. Durante todo ese proceso, los lazos con su cultura se rompieron. Los indígenas han sido asimilados por el desarrollo del país. En la actualidad un 54% de la población indígena canadiense reside en ciudades. En ellas es infinitamente más complejo para ellos encontrar lazos con el pasado de sus comunidades.

Ante ello, la mayoría de indígenas entra en una situación de pérdida completa o parcial de su identidad. Conscientes de su origen, son incapaces de hallar un vínculo con el pasado nativo del que tanto han oído hablar. Lo que se conoce como segundas generaciones son los hijos de aquellos niños traumatizados que, pese a los calvarios que vivieron, sí llegaron a conocer sus raíces. Por el contrario, esta nueva generación de jóvenes tiene que abrirse camino en un mundo que les recuerda quienes son mientras muchos de sus mayores buscan refugio en drogas y alcohol huyendo de su pasado.

Suicidios y violencia de género

La tasa de suicidio entre la población indígena es notablemente más alta que la del resto de canadienses. Actualmente el suicidio y las autolesiones son la principal causa de muerte entre la población indígena por debajo de 44 años. Entre mujeres, 35 de cada 100.000 mujeres indígenas cometerá suicidio frente a las cincono indígenas. En el lado masculino las cifras se disparan, 126 de cada 100.000 indios cometerán suicidio, y solo 24 de cada 100.000 no-indígenas lo hará.

Dentro de toda esta situación, la investigación federall en torno a las muertes de mujeres indígenas pone algo de luz sobre la situación general de toda la comunidad india de Canadá. La muerte violenta de mujeres y las desapariciones tienen una relación directa con las condiciones de vida en las que estas han crecido. Los entornos familiares y socioculturales de pérdida de identidad en los que muchas mujeres viven ponen en riesgo constante su integridad física y psicológica.

Si bien la investigación no solventará el daño causado a al menos dos generaciones de indios, sí que supone un paso más en el proceso de reconciliación que Ottawa lleva a cabo desde hace unos años. El reconocimiento del problema de la violencia que sufren las mujeres aborígenes es un modo más de reconocer el error que se ha cometido con estas gentes. Día a día, con el fomento de investigaciones gubernamentales de esta índole, las comunidades indígenas se alejan de la última posición a la que fueron relegadas para volver a ser la primera nación que un día fueron.

Fuente: http://www.bez.es/798657331/Canada-asunto-indigena-pasos-hacia-nuevo-futuro.html

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