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¿Por qué el modelo educativo japonés es uno de los mejores del mundo?

Japón / 13 de enero de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Noticias Venezuela

El sistema educativo japonés es reconocido a nivel mundial por su eficiencia y sus estrechas relaciones con las características culturales y sociales del país asiático, que mezcla el trabajo en equipo y la meritocracia.

Además de alcanzar muy buenos resultados en pruebas internacionales, los expertos destacan la disciplina y la formación de alta calidad que logran sus estudiantes. De hecho, recientemente el ministro de Educación de Japón anunció que su sistema se exportará a otros países de Asia, Oriente Medio y África, según Aula Planeta.

El currículo se establece a nivel nacional, la legislación educativa es muy estable y duradera; además de que la educación obligatoria es mayoritariamente pública y gratuita.

Hay asignaturas y también formación en valores, los alumnos cuentan con materias como economía doméstica, en la que aprenden a cocinar o a coser, artes tradicionales japonesas, como la caligrafía (shodo) o la poesía (haiku), y cursos de educación moral.

El esfuerzo es esencial y la competitividad es alta, la sociedad japonesa considera que el éxito no depende de las habilidades o la inteligencia, sino que se consigue con esfuerzo.

La habilidad para resolver problemas es primordial y en el colegio no solo se estudia, aparte de asistir a las clases, los alumnos tienen que colaborar en diversas tareas como limpiar el centro o servir las comidas, que se toman en la propia clase. Para ello los estudiantes se dividen en grupos y trabajan juntos.

Tanto los alumnos de la escuela primaria como los de secundaria inferior y superior tienen que hacer tareas a diario. El número de horas de clase es similar al de otros países, pero se invierten muchas horas en actividades extraescolares, clases de refuerzo y horas de estudio.

Además, las vacaciones son más cortas: del 20 de julio al 31 de agosto en verano, diez días entre diciembre y enero y otros diez entre marzo y abril.

Los maestros son muy respetados y están muy preparados.

Uno de los principios que rige el programa es que “educar es trabajo de todos”. El trabajo en equipo se premia en el aula, pero los padres tienen la responsabilidad y el deber social de apoyar la educación de sus hijos en casa y recurrir a ayuda profesional cuando sea necesario.

Fuente de la Noticia:

¿Por qué el modelo educativo japonés es uno de los mejores del mundo?

Fuente de la Imagen:

https://eligeeducar.cl/12-datos-curiosos-del-exitoso-sistema-educativo-japones

ove/mahv

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Expertos en educación advierten: «La ‘ley Celaá’ renuncia a la meritocracia»

Por: Olga SanMartín.

 

La propuesta de Isabel Celaá de dar el título de Bachillerato con un suspenso ha causado perplejidad entre los profesores. No es sólo por la medida en sí, que las juntas de evaluación docente ya aplican de forma discrecional, sino por el demoledor mensaje en contra de la cultura del esfuerzo que envía toda una ministra de Educación cuando incluye este cambio entre las prioridades de su ley y lo justifica como «un favor» para la «autoestima» del estudiante.

El profesor Gregorio Luri advierte del peligro de «las medidas que se toman con buenas intenciones y que confunden la ayuda con la lástima», ese paternalismo pedagógico que al final perjudica más al alumno que menos tiene. Recupera las palabras pronunciadas en 1931 por el histórico socialista Fernando de los Ríos durante su discurso en las Cortes Constituyentes de la República: «Hay un problema ético para cada profesor, que consiste en no coadyuvar a la dramática falacia de que es víctima el escolar cuando se le da un título de capacidad sin tenerla. Este problema ético no depende de una disposición ministerial; depende del grado de madurez y sensibilidad de los centros».

«No es aceptable que la ministra desconfíe de los suspensos porque rebajan la autoestima del alumno», se enfada también el filósofo José Antonio Marina, que recuerda que Seligman Damon ya dejaron claro que «intentar mejorar la imagen de un estudiante, en lugar de mejorar su desempeño, es poner en marcha una sobreprotección dañina».

Expertos educativos avisan de que se avecinan nuevos viejos tiempos en la escuela, una vuelta a la Logse-LOE que trae otra vez la comprensividad y «renuncia a la meritocracia», en palabras de Nicolás Fernández, presidente del sindicato ANPE.

Porque hay más cambios que se suman al del título de Bachillerato con un suspenso. La ley Celaá quiere recuperar la antigua Selectividad, desvinculándola del título y ubicándola después de conseguirlo, a diferencia de lo que ocurre ahora. También eliminará los estándares de aprendizaje evaluables fijados por el Estado, suprimirá las evaluaciones externas censales al final de cada etapa, prohibirá los ránkings que permiten hacer comparaciones entre centros y entre autonomías y convertirá la repetición de curso en una medida «excepcional». Además, los alumnos de la ESO tendrán el mismo título que los de la FP Básica. En otras palabras, con la nueva ley se reducen filtros y controles para conocer qué es lo que saben los alumnos a lo largo de las distintas fases de su aprendizaje. Casi habrá que fiarlo todo a la Selectividad, que aprueba el 90% de los estudiantes.

Inmaculada Egido, catedrática de Educación Comparada de la Universidad Complutense de Madrid, cree que «este modelo no fomenta el esfuerzo ni el mérito en los alumnos», a diferencia de lo que ocurre en países de nuestro entorno donde, por ejemplo, se exige una prueba final de Bachillerato sin la cual no se puede conseguir el título. En Francia tienen el BAC, en Alemania el Abitur y en Italia la Maturità. Son exámenes muy duros. «Las reválidas en la etapa equivalente a la ESO no son frecuentes y es verdad que se puede titular con suspensos, pero hay un control externo de los niveles de conocimiento de los alumnos que es superior al que existe en el sistema educativo español».

Florencio Luengo, coordinador general del Proyecto Atlántida y promotor de la Red por el Diálogo Educativo, defiende que el modelo español no está tan mal planteado como parece, aunque sí que echa en falta más «exigencia» en las notas de corte de acceso a las carreras, para que «los alumnos no se duerman en los niveles inferiores». «No se trata tanto de que aprobar Bachillerato con un suspenso suponga bajar o subir el listón, sino qué tipo de conocimientos son hoy relevantes y qué significa aprobar competencialmente o por contenidos, incluido qué se entiende por el concepto de compensación», expresa. Eso sí, se muestra partidario de «revisar y probablemente no mantener» medidas como conceder el título de Bachillerato con un suspenso «porque están generando conflicto y lo prioritario es que haya un acuerdo educativo».

Antonio Cabrales, catedrático de Economía en la University College London, apunta que «la legislación tiene sus límites como instrumento y a veces la sociedad se autoorganiza para superarlos». Recuerda que los ránkings de colegios y universidades que elabora la iniciativa privada ya sirven «como espuela» a los estudiantes para competir y mejorar, de la misma forma que los buenos alumnos se ponen las pilas para poder entrar en las universidades más prestigiosas.

Fuente del artículo: https://www.elmundo.es/espana/2018/11/18/5bf07fc3468aeb0b6e8b45ea.html

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Las claves del éxito de Singapur: ¿Cómo pasó de ser un país subdesarrollado al más próspero de Asia?

Singapur / 11 de noviembre de 2018 / Autor: José Henríquez / Fuente: El Salvador

Los singapurenses reformaron sus instituciones para convertirse en un país desarrollado, contando únicamente con el talento humano.

Hace 50 años Singapur era un país subdesarrollado, contaba con altísimos niveles de analfabetismo, su ingreso per cápita era apenas superior a los $500 y sobresalía por los pantanos que rodean a esa nación, asentada en 63 islas.

Pero, en la década de 1960 el Gobierno se enfrentó a un dilema: debía hacer algo para salir adelante ahora que eran independientes; así las cosas se evaluó que al ser una nación sin recursos naturales únicamente podía valerse de su recurso humano y apostó por la educación como el pilar que le llevaría al desarrollo.

Fue Lee Kuan Yew, quien gobernó ese país hasta 1990, quien se decantó por un sistema educativo universal y de alta calidad. Lee diseñó un programa de reformas para sacar a los singapurenses de la pobreza y la corrupción, convirtiéndolo en el Estado industrializado que es ahora (su PIB per cápita en 2017 fue de $57,714 versus los $3,889 de El Salvador).

El más próspero de Asia
Gracias al rumbo que Lee le imprimió a ese país con sus reformas, hoy Singapur es el país más próspero de Asia y el más caro del mundo; y posee uno de los sistemas de educación y de salud más competitivos del planeta.

Singapur decidió en 1965 que el sistema educativo se basaría en la meritocracia, en donde las mejores mentes se dedicarían a la enseñanza. Ahora los alumnos no solo memorizan sino que tienen que aprender habilidades para la vida.

Al terminar la educación primaria los alumnos realizan un examen que define el tipo de educación secundaria que cursarán, dependiendo de sus capacidades; posteriormente, al concluir la secundaria enfrentan otra evaluación oficial que les deriva a estudios universitarios o técnicos-vocacionales.

En este momento los estudiantes con mejores calificaciones acceden a las mejores escuelas, universidades y centros de formación profesional. Además, se le da gran importancia al sistema de evaluación de los maestros; quizá algo difícil de aplicar en El Salvador -debido al poder de los sindicatos-. Allí los alumnos califican a sus maestros pero también sus colegas se presentan de vez en cuando a clases para asegurar que haya una enseñanza de primera línea.

Otro pilar del éxito singapurense es que desde la educación primaria el aprendizaje del idioma inglés es obligatorio, y en la educación secundaria las principales materias se imparten en inglés, similar a como funcionan las escuelas bilingües.

Tal es el éxito de la educación en esa nación asiática que sus estudiantes de 15 años han ocupado el primer puesto en el ‘ranking’ mundial de matemáticas y ciencias en las últimas pruebas PISA.

El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA es un estudio llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a nivel mundial que se realiza cada tres años; lamentablemente, en El Salvador hace años el Gobierno decidió retirarse de dicha competencia dizque porque siempre salíamos mal.

Es tanta la importancia que se le da a la educación en Singapur que ser maestros asegura un elevado estatus y sus salarios mensuales muchas veces superan al de los médicos o abogados, además de bonos por desempeño y otros beneficios. Y para llegar a ser maestro solo se escoge a los mejores alumnos, es decir aquellos estudiantes con resultados académicos excelentes y altas calificaciones.

Pero, no contento con lo realizado, y a pesar de su éxito, el Ministerio de Educación decidió implementar una nueva metodología que busca transformar el modelo y la forma en la que se ha venido educando, y anunció a finales de septiembre que se contempla la suspensión de los exámenes para los estudiantes de primaria y secundaria; para instruirles más en otras habilidades. La iniciativa denominada “Learn for Life” trata de que los estudiantes se enfrenten a un mundo más complicado de modo que nunca dejen de aprender. Saben que se encuentran en el top de la educación pero no se duermen en sus laureles y van por más.

Los pilares del éxito de la educación en Singapur

1. La educación constituye un pilar clave en el desarrollo del país.

2. El sistema educativo se basa en la meritocracia y la competitividad.

3. Se busca que los estudiantes aprendan, no memoricen.

4. Se apuesta por un aprendizaje flexible .

5. Escuelas son descentralizadas.

6. Los exámenes oficiales definen la educación de cada alumno.

7. Los maestros son muy valorados y tienen una preparación sobresaliente.

8. Existe un sistema de evaluación de los docentes y un buen paquete de incentivos.

9. Obligatoria enseñanza bilingüe,

10. La formación técnica es muy importante.

¿Qué pasa en Latinoamérica?
Los expertos cuestionan que por qué que si los Gobiernos saben que existen modelos exitosos como el de Singapur, Finlandia y Corea del Sur, por mencionar algunos, y que ya no deben reinventar la rueda, ¿por qué nuestras naciones no pueden imitar los mejores sistema educativos del mundo?, ¿por qué se oponen los maestros, los institutos públicos, los funcionarios y la gente “pensante” a una metodología que traería desarrollo a nuestras naciones?, ¿qué gana la gente que se enfrasca en retrasar el desarrollo nacional a costa de todo un pueblo?

No hay duda, advierten, que el problema se debe a la mala calidad de las instituciones escolares, a la pésima administración y a la carencias de políticas públicas que “tengan la voluntad” de desarrollar un esquema educativo de primer nivel.

Fuente de la Noticia:

https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/535686/singapur-entendio-desde-1965-que-la-educacion-era-la-via-al-desarrollo/

ove/mahv/293884

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Modelos de evaluación docente: Entre el clientelismo, el credencialismo y la meritocracia

Por: Pluma invitada

El Congreso de la Unión discutirá dos modelos para valorar el trabajo de los docentes en la educación obligatoria, si es que no se presentan otras en este compás de espera,  teniendo frente a sí la siguiente disyuntiva: a).- Una reforma a la reforma vigente y b).- Una nueva reforma. Ambas tienen en común la ausencia de propuestas o alternativas innovadoras. No hay nada oculto bajo el sol, no hay ninguna novedad, algo distintivo con relación a la actualmente vigente. Quien no conoce la historia está condenado a repetirlo rezan el refrán popular. Permítanme ofrecerles algunas razones para sustentar mi suposición.

Hoy en día, en al LXIV Legislatura se han presentado dos iniciativas sobre la reforma educativa. Una de ellas, expuesta por los integrantes del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) con la intención de reformar la fracción III del artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) eliminando el proceso de permanencia en el servicio sin modificar más nada (https://goo.gl/wusK8i). Y, la otra pretende abrogar las disposiciones de la Ley General de Educación (LGE), la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD) y la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (LINEE), todas ellas publicadas en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el once de septiembre del dos mil trece, suscrita por el diputado Reginaldo Sandoval Flores e integrantes del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo (PT) (https://goo.gl/gU8B8z).

La primera iniciativa, en consecuencia, pretende dejar sin efectos los resultados de la evaluación del desempeño llevada a cabo del 2015 a la fecha. Esta idea es coincidente con la promesa del próximo Secretario de Educación Pública (SEP) sobre la reinstalación de los maestros cesados (https://goo.gl/bVJyxC). Y, la segunda iniciativa, decreta suspender las evaluaciones educativas hasta que se cuente con la nueva legislación reglamentaria, que tendrá que ser expedida a más tardar en un plazo de seis meses contados a partir de su fecha de publicación.

Es decir, se han presentado dos propuestas concretas:

1.- Modificar el Servicio Profesional Docente desvinculando la evaluación del desempeño como criterio de permanencia en la plaza y manteniendo los concursos de ingreso y promoción así como para fines de reconocimiento. Se pronuncian por una reforma a la reforma educativa.

2.- Eliminar por completo, que no quede ni una coma como lo señaló un legislador, la reforma educativa promulgada por la aún administración actual. Se manifiestan por una nueva reforma educativa.

Esta última, refiere que ambas cámaras, tendrán que generar un amplio diálogo y debate nacional en el que se participen docentes, padres de familia, sociedad civil organizada, especialistas, investigadores y todos los sectores involucrados a fin de “expedir una reforma educativa basada en un modelo humanista e integral que obedezca a la realidad de nuestro país y no a cuestiones políticas punitivas o estrictamente laborales”. Ésta también concuerda con la otra idea de Esteban Moctezuma Barragán (EBM) quien propone un Acuerdo Nacional para una Educación con Equidad y Calidad (ANEEC) para la construcción de políticas públicas mediante una consulta ciudadana, abierta, amplia, libre e informada. Para este fin, se ha venido realizando una consulta digital con registro abierto de ponencias y contribuciones a través de una plataforma por internet; una Consulta Estatal Participativa consistente en  la realización de 32 Foros Estatales y; un Diálogo Social, visitando hogares de todo el país por brigadistas voluntarios, según refieren los organizadores quienes esperan concluir a finales de octubre (https://goo.gl/Wzwq5t).

EMB ha proyectado algunas primeras ideas. Mencionó que comenzará una nueva revalorización del magisterio nacional en favor de la enseñanza hacia los niños y jóvenes; “y si nos centramos en el aprendizaje (…) pues obviamente es una persona que va a estar más valorada”. Señaló “regresar a una especie de carrera magisterial en donde se consideraban varios factores en un docente para poder escalar; tenemos que darle garantía a los maestros de que tengan una carrera profesional como maestros, que la carrera magisterial les dé una ruta donde puedan transitar” (https://goo.gl/CjwSKQ).

Cabe recordar, que el Programa Nacional de Carrera Magisterial (PNCM) surge del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) y sobrevivió al Compromiso Social por la Calidad de la Educación (2000) y a la Alianza por la Calidad Educativa (2008) y el Pacto por México (2012) lo mató. Se concibió como un sistema de promoción de participación individual y voluntaria. De acuerdo con los resultados, se clasificaba a los participantes en uno de cinco niveles de acuerdo con su preparación (A,B,C,D,E), actualización, experiencia y permanencia en la función. Se contemplaban tres vertientes: docentes frente a grupo, maestros en funciones directivas y de supervisión así como profesores en actividades pedagógicas. Los factores de evaluación para su incorporación, promoción o refrendo eran: Aprovechamiento Escolar de los alumnos o para promover su aprendizaje (50%, 40%, 30% según la vertiente), Formación Continua (20%), Actividades Cocurriculares (20%), Preparación Profesional (5%), Antigüedad (5%), Gestión Escolar (5%) o Apoyo Educativo (20%). (https://goo.gl/EaEub1).

Anterior al PNCM, se aplicaban un conjunto de normas a fin de efectuar las promociones de ascenso de los trabajadores de base y autorizar las permutas conocido como Escalafón de los Trabajadores al Servicio de la Secretaría de Educación Pública. Se ponderaba, según el reglamento: Conocimientos 45%; Aptitud 25%; Antigüedad 20%; Disciplina y Puntualidad 10% (https://goo.gl/U5oeXR). Paralelamente, la organización sindical operaba otro “Escalafón” que variaba según las necesidades de las regiones geográficas y se utilizaba para asignar plazas de manera mancomunada con la autoridad educativa y gestionar apoyos y prestaciones para los trabajadores como licencias, préstamos de diversa índole, determinados servicios de salud, entre otros. En algunos casos, se consideraba la participación sindical como un criterio, en ocasiones el de mayor peso, a cambio de la asistencia a marchas, mítines, reuniones, entre otros. Desde aquí se argumentó la justificación de erradicar el apoyo discrecional, la venta y herencia de plazas en la actual reforma educativa.

El Servicio Profesional Docente se ofreció como premio al mérito. Carrera Magisterial, en los hechos, se condujo por el credencialismo burocrático y el Escalafón, tanto el oficial como el sindical aunque más paradigmático el segundo, por el clientelismo.

La discusión actual sobre como evaluar el trabajo académico de los profesores de educación básica y media superior, por el momento, transcurre sobre las siguientes alternativas: a).- modificar ligeramente la evaluación según el modelo del Servicio Profesional Docente, que ni es servicio, ni valora la profesión docente y su ejercicio; b).- resucitar el Programa Nacional de Carrera Magisterial, mejorado, el modelo retrógrado anterior; c).- y el cuestionado clientelismo político. Los tres, pudieran ser incluyentes. Es decir, puede ocurrir algo peor, la tentación de mezclarlos. Sería desilusionante para el maestro en lo individual y decepcionante para el magisterio en lo colectivo. ¿No habrá algo mejor? Tiempo al tiempo. Nada me daría mayor gusto que estar equivocado.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/modelos-de-evaluacion-docente-entre-el-clientelismo-el-credencialismo-y-la-meritocracia/

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Debate, Educación y Discurso de la Meritocracia

México / 15 de junio de 2018 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

Este 12 de junio, durante el tercer debate entre candidatos a la presidencia de la República, en Mérida, veremos cómo algunos de ellos, especialmente Ricardo Anaya y Pepe Meade, emplearán el discurso de la «Meritocracia» en la Educación, como argumento para contrastarse ante las propuestas en esa materia, del puntero en la contienda, según los estudios de preferencias electorales, Andrés Manuel López Obrador. ¿Cuál es el fundamento, el contenido y el sentido de ese discurso?

Funcionarios públicos (altos y medios), tecnócratas, líderes empresariales y de opinión, del sector privado, así como políticos «modernos» convencidos de las bondades del modelo neoliberal (cuyos valores imprescindibles son el «libre mercado», la globalización de las economías y un «Estado de bienestar disminuido o limitado», entre otros), consideran que la «Meritocracia«, como sistema de selección y formación de élites, es una condición indiscutible en la ruta por alcanzar una educación de «calidad».

El empleo, que hacen estos personajes, de un discurso con ese enfoque particular de la Meritocracia en la Educación, en México y el mundo, puede encontrarse en los textos de los pontífices de la Evaluación Educativa. Eduardo Backhoff, ex consejero del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), por ejemplo, al tratar de contraargumentar las propuestas del candidato Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sobre cómo resolver los problemas de la cobertura en educación superior, afirma lo siguiente: «…siempre habrá estudiantes que deseen estudiar en una institución, carrera o modalidad educativa (presencial o a distancia) y que por el cupo limitado de la institución no puedan acceder. En este caso, el único mecanismo que se me ocurre que AMLO puede estar pensando es el que utiliza la Universidad de la Ciudad de México (UCM): el sorteo de ingreso. Con este mecanismo se selecciona al azar a los estudiantes que ingresan a la institución… Sin embargo, este mecanismo presenta muchos inconvenientes. El primero de ellos es que rompe con la racionalidad del mérito y del esfuerzo. Ya no serán los estudiantes más destacados que ingresen a las mejores universidades, sino que todas las IES tendrán estudiantes igualmente formados (buenos, regulares y malos).» (ver SDP Noticias, 9 de junio, 2018)

El discurso de estos tecnócratas de «altos niveles académicos» (algunos, además, miembros del Sistema Nacional de Investigadores), como el ex consejero presidente del INEE, que ocupan puestos en las instituciones públicas con elevados ingresos económicos como «aristócratas de la intelectualidad» (diría Antonio Gramsci: como «intelectuales orgánicos»), sostiene que los estudiantes de Secundaria «deben» ser evaluados para ingresar a la Educación Media Superior, y que éstos a su vez, para ingresar a la Educación Superior, «deben» ser también sujetos (objetos) de la evaluación de ingreso o selección. No podría ser de otra manera, según ellos, porque se podría romper con la sagrada racionalidad meritocrática. Para ellos el «pase automático» en la UNAM, es una desviación insana. Como si el sistema de clasificación no fuera, en sí mismo, un sistema de reproducción de las prácticas de exclusión y de reciclaje de las desigualdades sociales.

Las historias reales de estudiantes que se han abierto camino, como individuos, por medio del sistema de méritos, han sido utilizadas por ciertas narrativas y en este tipo de discursos, para resaltar trayectorias de esfuerzo, trabajo, disciplina y «éxito». A través de esas biografías extraordinarias, se enfatizan los valores y las actitudes de dedicación y perseverancia para abrirse paso como personas, pese a las adversidades sociales, y alcanzar así un «lugar» en la sociedad.

Visto desde una mirada histórica superficial y desde un discurso simplista de la ruta Meritocrática, algunos personajes de nuestra historia nacional, serían ejemplos a seguir en la lógica de ese sistema. Sin embargo, hay que considerar que la noción de la «Meritocracia» es también una concepción ideológica, que busca legitimar un tipo específico de valores del ser humano para una sociedad de desigualdades. En ese sentido, la racionalidad del mérito es una construcción cultural e ideológica, que se basa en la creencia de que es posible generar, de manera libre, las élites profesionales o dirigentes como si se tratara de concretar, en lo social, los mecanismos de la «selección natural» darwiniana. Ideología que, al no considerar sus orígenes ni su estructura filosófica, como noción axiológica, corre el riesgo de dejar de lado las ideas de equidad, inclusión y democratización de la educación.

Tal como lo afirmó recientemente Adriana Puiggrós: «Marcar y establecer jerarquías o méritos entre los alumnos basándose en los logros de aprendizaje, en lugar de atender los obstáculos que se interponen para algunos, está al servicio de intereses que llamaré de la manera más directa: clasistas… Antediluviana es la pedagogía de la voluntad. Pero calza como anillo al dedo con el protocolo pedagógico destinado a formar al meritócrata. Definamos al meritócrata del Siglo XXI: es el que logra alcanzar metas que se imponen desde la sociedad del conocimiento corporativo, potenciadas por los prejuicios clasistas de los dueños del poder. Para ser meritócrata hay que ganarles a todos, meritócrata sólo hay uno, el que gana la carrera y se compra el Chevrolet. Pero no se trata de una rifa, sino de una carrera cruel que deja en el camino a miles y miles de niños y jóvenes, cuyo mérito destruye consignándolos como desertores en diversos escalones del sistema escolar, convertido en maquinaria de clasificación social. Sobre la correlación entre nivel de escolaridad y clase social hay una abundante literatura europea, norteamericana y latinoamericana. La relación entre ambos factores no es automática, pero la intención de usar las diferencias en el proceso educativo como instrumento que afirme a los alumnos en el sector de clase del cual provienen, ha cobrado fuerza en la era neoliberal. Hay cierto placer, cuando no saña, en ilusionarse con ser meritócrata. Hay que tener voluntad y esforzarse para no equivocar un renglón en los comportamientos y contenidos impuestos. Nada de imaginación. Es especialmente importante otorgar consenso a la evaluación. Esta sustituye la enseñanza pues en la pedagogía meritocrática lo que vale es medir bien, no saber. Sustituye el enseñar por la tasación de los conocimientos. Esa es la línea que rige la política educativa del gobierno.» (1)

Un estudiante que egresa de una Telesecundaria, ubicada en una zona rural, sin condiciones económicas favorables y sin servicios sociales ni culturales a su alcance; que no cuenta con oportunidades de desarrollo intelectuales y económicas, y que vive en un entorno con escasa conectividad con las nuevas tecnologías de la información, será con toda seguridad un estudiante expulsado del sistema meritocrático. ¿Qué hacer, entonces, con ese fenómeno social vigente, de la expulsión masiva de los jóvenes (400 mil cada año) del sistema educativo mexicano? ¿Continuar con la aplicación de las reglas y contenidos de la Meritocracia o hacer un cambio profundo, en el que consideren los criterios de equidad y apertura de oportunidades?

«El logro individual (basado en esfuerzo y mérito) versus adscripción o herencia es una imagen poderosa, una representación de las posibilidades del capitalismo moderno, una fuente de legitimación; una importante promesa de movilidad social, de las recompensas al individuo que estudia y se empeña. Al mismo tiempo es una representación que minimiza el papel de las desigualdades socioculturales preexistentes, en las posibilidades reales de movilidad social y en el funcionamiento de la presunta meritocracia (Young: 1958). También implica la “individualización” del éxito y del fracaso escolar y laboral, y la legitimación de la desigualdad (desigualdad “merecida” o deserved inequality) como el resultado objetivo de diferencias en mérito y en logros educativos.» (2)

El discurso de la meritocracia es eje lingüístico y racional de las élites políticas; de los círculos poderosos y cerrados del saber institucionalizado; de los privilegiados miembros del «establishment»; de los sectores dirigentes empresariales que deciden qué y cómo se habrán de seleccionar o reproducir los aspirantes a ocupar las posiciones de poder en los ámbitos económico, político, científico y cultural. El discurso meritocrático es el que esgrimen los «pontífices del saber» para reafirmar su propia autorrepresentación como líderes y como parte esencial de su imaginario social: alcanzar la «cima de la meritocracia». Sin embargo, ignoran, de manera contradictoria o intencional, que la racionalidad meritocrática es, sobre todo, un mecanismo excluyente, de reproducción de las inequidades y las desigualdades sociales.

 

(1) Adriana Puiggrós. Meritocracia o democracia en la Educación. Sociología de la Educación. Mayo, 2016. http://socioldelaeduc.blogspot.com/2016/05/meritocracia-o-democracia-en-la.html

 

(2) Gómez, V. M.; L. González y R. Forero.  Formación de élites y educación superior: meritocracia y reclutamiento en el Departamento Nacional de Planeación. Universidad Nacional de Colombia, Rev. Colombiana de Sociología. Nº 28, 2007.

 

jcmqro3@yahoo.com

 

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/06/11/debate-educacion-y-discurso-de-la-meritocracia

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Pablo Pineau: “El ‘sí, se puede’ va en desmedro del pensamiento crítico”

El director de la licenciatura en Ciencias de la Educación de la UBA analiza el papel de la escuela para construir una sociedad más justa en un contexto en el que se ensalzan desde el poder los discursos que premian el éxito y castigan el fracaso.
 La meritocracia es un mito que presupone una sociedad de iguales, en la que el esfuerzo es recompensado con el éxito y la holgazanería con el fracaso. Cuando el destino solo depende de las acciones individuales, el “sí, se puede” se transforma en un canto a la esperanza. Bajo esta premisa, solo resta comprometerse y darle para adelante, porque en la lotería del merecimiento, a la suerte hay que saberla acompañar con sacrificio. Sin embargo, detrás del cristal, lo que se oculta es un conflicto estructural: como el sistema capitalista solo produce desigualdades, no todos los humanos cuentan con idénticas posibilidades y medios para el progreso. De la misma manera que los ricos necesitan de los pobres, los buenos alumnos necesitan de los malos para diferenciarse, destacar y ensanchar la brecha.

No obstante, ir a la escuela no equivale –simplemente– a rendir exámenes y pasar de curso año tras año, pues lo que ocurre en el aula está mediado por trayectorias individuales, orígenes sociales diversos, límites económicos y vaivenes políticos. Además, como si la complejidad de las escuelas no fuera suficiente, desde otros ámbitos representativos como el fútbol, las excepciones se confunden con la norma y sirven de escudo para justificar el funcionamiento general. Así, “colgados del éxito de Tevez, hay miles de pibes que alguna vez se ilusionaron con ser estrellas del deporte y terminaron asesinados en las villas”, apunta Pablo Pineau, doctor en Educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, director de la Carrera de Ciencias de la Educación en la misma institución y profesor en la Escuela Normal Superior Mariano Acosta.

–¿Qué es la meritocracia? ¿Cuándo surge el término?

–Es un concepto cuya emergencia histórica puede ubicarse hacia fines del siglo XIX y principios del XX. Se utiliza en un contexto signado por transformaciones que plantean el pasaje desde una educación que brinda respuestas específicas para cada grupo social, hacia una que comienza a ser concebida como motor del ascenso para todos sin distinción. Se relaciona con aquello que Eric Hobsbawm denomina como “carrera abierta al talento”, en tiempos en que los miembros de la sociedad burguesa creen que es posible morir en mejores condiciones a las que nacieron. Un término que también puede vincularse al de meritocracia es el de justicia.

–¿En qué sentido?

–Por aquella época se inician las reflexiones sobre cuándo, efectivamente, una sociedad es justa y qué espacio debería ocupar la educación en este contexto. Mientras que en una sociedad feudal lo justo se asociaba a que cada individuo permaneciera en el lugar que le correspondía, con la modernidad burguesa la justicia se relaciona al hecho de que cada persona logre ascender en la escala social. En este marco, la idea de meritocracia parte de suponer que cada persona nació en un sitio bajo determinadas condiciones de existencia que, con el tiempo, debe revertir y superar. El objetivo de nuestras escuelas es formar ciudadanos iguales, sin embargo, en pleno siglo XIX ya comenzará a vislumbrarse cierta bifurcación entre los representantes y los representados. La escuela secundaria formará al primer grupo, mientras que los del segundo solo accederán a la formación primaria. Se creía que solo aquellos miembros de las clases populares que merecían culminar sus estudios en el colegio secundario triunfarían.

–El problema es que el esfuerzo y el merecimiento determinan el éxito pero también el fracaso.

–Exacto. Tiene que ver también con la lógica del talento, con aquello innato, que aparentemente se porta desde la cuna. En el siglo XX comienza a pensarse que la escuela secundaria es justa, no solo cuando permite que aquellos que lo merecen logren sus objetivos sino cuando democratiza las posibilidades de acceso y participación de todos. El título, de este modo, resigna su capital económico y ya no vale tanto. Si a fines del XIX, alguien considerado bien educado era aquel que había completado tres niveles educativos (primario, secundario y terciario/universitario), en la actualidad, la educación esperable de un individuo son cinco ya que se suman el nivel inicial y el posgrado.

–Lo que oculta la lógica del mérito es que las sociedades son desiguales. La excepción del niño que enfrentó todas las adversidades y hoy es médico se confunde con la norma.

–Sí, claro. Para su funcionamiento, la meritocracia presupone un mito que prevé puntos de partidas iguales cuando lo que caracteriza a nuestras poblaciones son las desigualdades; de aquí la relevancia del talento y del esfuerzo individual ya que “todos podemos esforzarnos y lograr lo que queremos”.  El “sí, se puede” es un discurso que va en consonancia con esto y en desmedro del pensamiento crítico, que nos invita a reflexionar que los logros conseguidos fueron posibles porque existieron condiciones sociales que así lo posibilitaron más allá de las virtudes individuales. Sin ir más lejos, ¿por qué no hay un Maradona o un Messi en 1910? Básicamente, porque la sociedad no valorizaba tanto al deporte y no generaba los dispositivos de selección que hoy operan. Pensar las dinámicas sociales en términos de mérito nos conduce a olvidar los contextos y las políticas que empujaron para que determinados fenómenos se expresaran así y no de otra manera.

–De modo que para estar bien educado hay que tener dinero. 

–Primero habría que definir qué es estar bien educado para nuestra sociedad.

–Adelante. 

–Es poder vender los créditos individuales al mercado laboral; conseguir un buen trabajo que implique cierto nivel económico, tener una obra social. También, estar bien educado tiene que ver con acceder a ciertos derechos que habilitan nuevos grados de comprensión del mundo, estudios de posgrados, cursos de capacitación. Bajo estas premisas, por supuesto, es posible pensar que las familias con dinero tienen mejores posibilidades de atravesar experiencias educativas de calidad. No obstante, la escuela debería ser un espacio democrático, un lugar donde los estudiantes aprendan a ejercer sus derechos. A los alumnos que provienen de sectores populares les cuesta más la escuela porque existe una distancia cultural enorme. Solo contamos los casos de los que triunfan, pero nos faltan más relatos de malos alumnos, de los que tienen conflictos y abandonan todo. Lo mismo ocurre en el fútbol: colgados del caso Tevez, hay miles de pibes que alguna vez se ilusionaron con ser estrellas del deporte y terminaron asesinados en las villas.

–¿Un ejemplo de conflicto escolar invisibilizado?

–Sucede en algunas instituciones, por caso, que los estudiantes paraguayos hablan mal el español porque en sus casas se conversa en guaraní, se dificultan sus aprendizajes y son estigmatizados; pero si esto le ocurre a un alumno que proviene de Europa la diferencia se tolera de otro modo. En la médula de la sociedad burguesa se halla una contradicción: si bien proclama la igualdad educativa (a través del reaseguro del cumplimiento de derechos universales), desarrolla prácticas diferenciadoras. Entonces, mientras plantea que todos los individuos tienen la oportunidad de progresar, asigna muy bien el lugar que a cada quien le corresponde en el entramado social. Aquí se visibiliza el mito de la meritocracia y el discurso adulto “a mí me costó un montón terminar el secundario, ¿por qué a los pibes les tiene que costar menos ahora?”, opera para reafirmarlo.

–¿Cómo se combate la idea de meritocracia?

–A partir de la creación de espacios públicos y de movimientos sociales que sean capaces de repensar, por ejemplo, por qué la educación volvió a ser colonizada por relatos economicistas. Ya no se piensa en términos políticos (inclusión, derechos, bienestar común), sino que interesa más medir la calidad, las evaluaciones y la eficacia. Debemos acepar la desigualdad y concebir que puntos de partida diferentes implican estrategias educativas diferentes. Sin embargo, bajo esta premisa no podemos dejar de pensar en qué somos iguales y qué tenemos en común, porque de lo contrario se atomiza la posibilidad de construir proyectos colectivos.

–Ahora bien, con tantos problemas: ¿dónde queda el sentido transformador de la escuela? ¿La transformación social continúa siendo una utopía?

–Pienso que aquel que se dedica a la educación tiene la obligación de ser optimista. El día que ese optimismo ya no funcione, sería mejor correrse a un lado y vender cerveza artesanal. Es fundamental estar convencido de que podemos crear un mundo más justo que el que en principio conocimos. Es cierto, muchas veces opera un optimismo ingenuo, tozudo, vasco, pero ello no equivale a dejar de estar convencidos de lo fundamental que es la educación. Por algo, instituciones como el Banco Mundial y el FMI se ocupan tanto de monitorear qué se enseña en nuestras escuelas. Como decía Michel de Certau: “el poder habla cuando teme”.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/102855-el-si-se-puede-va-en-desmedro-del-pensamiento-critico

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Critican opiniones de Idel Vexler sobre la reforma educativa.

El nuevo ministro de Educación dice que apoyó la política de sus antecesores y que continuará fortaleciendo la meritocracia.

Por: Giovanna Castañeda Palomino.

La designación de Idel Vexler como ministro de Educación ha sido una de las que más polémica ha generado sobre el nuevo Gabinete presidido por Mercedes Aráoz. Incluso cuando su nombramiento solo era un trascendido, empezaron los cuestionamientos a la decisión del presidente Pedro Pablo Kuczynski.

Vexler fue viceministro de Gestión Pedagógica por siete años (2004-2011), durante los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García.
En julio pasado, el jefe del Estado y la entonces ministra de Educación, Marilú Martens, entregaron a Vexler las Palmas Magisteriales en grado de Amauta, la máxima distinción que se otorga a un educador en el país.

Sin embargo, sus opiniones en entrevistas o artículos emitidas antes de asumir el cargo, no han sido bien recibidas por algunos sectores que critican su designación.

Por ejemplo, hace algunos meses, Idel Vexler pidió al Minedu retirar la palabra “identidad de género” del Currículo Escolar Nacional porque podía causar “confusiones”.

Sobre esta designación, el ex congresista Daniel Mora –promotor de la Ley Universitaria– dijo que le sorprendió porque Vexler “nunca ha estado de acuerdo” con las reformas en el sector.

“Ha sido un ácido crítico tanto de la reforma magisterial, como de la Ley Universitaria. Si [el presidente] quiere una continuidad en la política educativa, no me explico cómo puede poner a una persona que es totalmente opuesta”, precisó.

El investigador Hugo Ñopo, experto en temas educativos, consideró que “hay que darle el beneficio de la duda” a Vexler. “Más allá de los reparos, hay que seguir sumando”, agregó.

En Twitter, Ñopo afirmó también que Vexler se ha mostrado a través de los años “en contra del mérito docente y de la Sunedu”.

En un artículo publicado en este Diario en noviembre pasado, Vexler calificó de “supuesta reforma educativa” a las políticas que lideró el ex ministro Jaime Saavedra.

“Es indispensable fortalecer la universidad pública […] generando, entre otros, cambios a la actual Ley Universitaria. De ninguna manera para volver a la ANR, pero tampoco para mantener la actual sujeción de la Sunedu al Ministerio de Educación”, escribió.

Tras su juramentación, y al ser consultado en Canal N por las críticas referentes a que representa la contrarreforma de Saavedra, Vexler remarcó que ha reconocido los cambios “importantes” del ex ministro y ha apoyado a Martens cuando ocurrió la huelga de maestros.

“Continuaremos fortaleciendo la meritocracia, que valora al maestro y mejora calidad de educación. Como maestro estoy al servicio de mi país”, escribió Vexler en Twitter y recordó que en el 2004, con PPK como primer ministro, se inició un proceso de reforma que está “en constante mejora”.

Fuente: http://elcomercio.pe/politica/critican-opiniones-idel-vexler-reforma-educativa-noticia-458900

Imagen: https://img.elcomercio.pe/files/article_content_ec_fotos/uploads/2017/09/17/59bf3efa046c0.jpeg

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