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Neuroeducación: Calidad de la educación y el PIB

Por: Carlisle González Tapia

Uno de los mitos que constituyen la creencia generalizada en la gente que desconoce todo el proceso que implica el desarrollo educativo consiste en relacionar la riqueza con la calidad educativa: si un país es rico tiene buena educación, tiene calidad educativa. Es un mito, una creencia falsa, porque no existe, necesariamente, una relación biunívoca entre ambos factores. Es cierto que en cualquier país la educación cuesta y la calidad de la educación cuesta un poco más, pero no es cierto que la alta inversión económica y financiera en educación, automáticamente, garantiza una buena educación, una educación de calidad. El mejor referente, por ahora, está representado por las evaluaciones de PISA. Los países que sistemáticamente han estado ocupando los primeros lugares no son los más ricos, sino los que han asumido con mayor seriedad, planificación y organización el proceso educativo.

Si revisamos el % del PIB de los países que sistemáticamente han estado ocupando los primeros lugares en las Evaluaciones de PISA, nos encontramos con la siguiente relación: Finlandia 6.8%, Hong Kong 4.4%, Singapur 3.3%, Japón 3.8%, Corea del Sur 5.0%, Canadá 5.0%, Suiza 5.4%, Australia 5.1%, Liechtenstein 2.1%, Bélgica 6.4%, Países Bajos 5.9% y Noruega 7.3%.

Si bien Finlandia, que no es un país rico, ha ocupado los primeros lugares y dedica un alto 6.8% de su PIB a Educación, otros países como Singapur con 3.3% y Japón con 3.8%, es decir, con la mitad o menos, han exhibido el mismo privilegio. No incluimos aquí el caso de Lichtenstein, que solo dedica 2.1% de su PIB a Educación, porque se trata de un país en condiciones muy especiales. Sin embargo, califica porque tiene una sana administración educativa.

El Estado, responsable de servir y garantizar educación de calidad, se nutre de los tributos que forzosamente pagan los ciudadanos de cada nación para que se les brinden, entre otros, los servicios de Educación, Salud y Alimentación que cada individuo por sí solo no puede agenciarse. Pero los gobiernos, que representan al Estado, son en última instancia los responsables directos de cumplir con estas obligaciones porque son quienes administran las finanzas públicas, los dineros que genera el Estado a través de los impuestos. Si esto no se hace con seriedad y respeto a la sociedad, para nada sirven los gobiernos
La calidad de la educación cuesta dinero, pero no todo se reduce a ello. También cuesta esfuerzo, seriedad, entereza, entrega, pasión, y estos componentes no se compran con oro ni plata. Se crean, con ejemplos, en la consciencia de los pueblos

Los estándares internacionales establecen un % del PIB (por ejemplo, en la OCDE es de 6.3) de cada país como base para la consecución de una educación de calidad, aunque ello implica también la cantidad educativa. En el interregno que ha abarcado la “crisis mundial de la educación”, crisis fundamentalmente de la calidad de la educación, ni los países más ricos (desarrollados) ni los que dedican mayor % de su PIB a Educación son quienes muestran, necesariamente, mayor calidad educativa. Tres variables: Calidad de la Inversión, % del PIB Nominal vs % del PIB Real y Relación Proporcional de los diferentes PIB. Para los países “presidencialistas”, es decir, donde los Presidentes son colocados por encima de las Instituciones, es muy importante establecer la oposición que se expresa en la segunda variable. En estos casos, pesa mucho lo que decida el Presidente: el Congreso vota la Ley donde se Consigna el % del PIB y el Presidente decide qué se asigna y de eso que asigna, qué se ejecuta. Una cosa es lo que figura en las estadísticas y otra es lo que realmente llega a la educación. No hay forma de lograr calidad educativa donde hay corrupción, corrupción política, económica y financiera dirigida por los gobiernos que administran el Estado.

La calidad de la inversión viene aparejada con la calidad de la formación de los docentes. Pero también implica eliminar los gastos superfluos; el personal administrativo no debe superar el promedio de 8 a 11 por cada 1,000 alumnos; prioridad y calidad de las adquisiciones por su alta y justa pertinencia; actualización científica permanente del personal docente.

Fuente: http://hoy.com.do/neuroeducacion-calidad-de-la-educacion-y-el-pib/

 

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“Hay que acabar con el formato de clases de 50 minutos” Entrevista al Dr. en Medicina Francisco Mora

Europa/España/25 Febrero 2017/Autora: Ana Torres Menárguez/Fuente: El país

La neuroeducación, la disciplina que estudia cómo aprende el cerebro, está dinamitando las metodologías tradicionales de enseñanza. Su principal aportación es que el cerebro necesita emocionarse para aprender y desde hace unos años no hay idea innovadora que se dé por válida que no contenga ese principio. Sin embargo, uno de los máximos referentes en España dentro de este campo, el doctor en Medicina Francisco Mora, pide cautela y advierte de que en la neuroeducación todavía hay más preguntas que respuestas.

Mora, autor del libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama, que ya cuenta con once ediciones desde 2013, es también doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford y se empezó a interesar por el tema en 2010, cuando acudió al primer Congreso Mundial de Neuroeducación celebrado en Perú.

Defiende que la educación puede transformarse para hacer el aprendizaje más efectivo, por ejemplo, reduciendo el tiempo de las clases a menos de 50 minutos para que los alumnos sean capaces de mantener la atención. El profesor de Fisiología Humana de la Universidad Complutense alerta de que en la educación se siguen dando por válidas concepciones erróneas sobre el cerebro, lo que él llama neuromitos. Además, Mora es adscrito al departamento de Fisiología Molecular y Biofísica de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos.

Pregunta: ¿Por qué es importante tener en cuenta los hallazgos de la neuroeducación para transformar la forma de aprender?

Respuesta: A nivel internacional hay mucho hambre por anclar en sólido lo que hasta ahora solo han sido opiniones, y ese interés se da especialmente en los profesores. Lo que hace la neuroeducación es trasladar la información de cómo funciona el cerebro a la mejora de los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, conocer qué estimulos despiertan la atención, que después da paso a la emoción, ya que sin estos dos factores no se produce el aprendizaje. El cerebro humano no ha cambiado en los últimos 15.000 años; podríamos tener a un niño del paleolítico inferior en un colegio y el maestro no darse cuenta. La educación tampoco ha cambiado en los últimos 200 años y ya disponemos de algunas evidencias que hacen urgente esa transformación. Hay que rediseñar la forma de enseñar.

P: ¿Cuáles son las certezas que ya se pueden aplicar?

R: Una de ellas es la edad a la que se debe aprender a leer. Hoy sabemos que los circuitos neuronales que codifican para transformar de grafema a fonema, lo que lees a lo que dices, no terminan de conformar las conexiones sinápticas hasta los seis años. Si los circuitos que te van a permitir aprender a leer no están conformados, se podrá enseñar con látigo, con sacrificio, con sufrimiento, pero no de forma natural. Si se empieza a los seis, en poquísimo tiempo se aprenderá, mientras que si se hace a los cuatro, igual se consigue pero con un enorme sufrimiento. Todo lo que es doloroso tiendes a escupirlo, no lo quieres, mientras que lo que es placentero tratas de repetirlo.

P: ¿Cuál es el principal cambio que debe afrontar el sistema educativo actual?

R: Hoy comenzamos a saber que nadie puede aprender nada si no le motiva. Es necesario despertar la curiosidad, que es el mecanismo cerebral capaz de detectar lo diferente en la monotonía diaria. Se presta atención a aquello que sobresale. Estudios recientes muestran que la adquisición de conocimientos comparte sustratos neuronales con la búsqueda de agua, alimentos o sexo. Lo placentero. Por eso hay que encender una emoción en el alumno, que es la base más importante sobre la que se sustentan los procesos de aprendizaje y memoria. Las emociones sirven para almacenar y recordar de una forma más efectiva.

P: ¿Qué estrategias puede utilizar el docente para despertar esa curiosidad?

R: Tiene que comenzar la clase con algún elemento provocador, una frase o una imagen que resulten chocantes. Romper el esquema y salir de la monotonía. Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga. La atención hay que evocarla con mecanismos que la psicología y la neurociencia empiezan a desentrañar. Métodos asociados a la recompensa, y no al castigo. Desde que somos mamíferos, hace más de 200 millones de años, la emoción es lo que nos mueve. Los elementos desconocidos, que nos extrañan, son los que abren la ventana de la atención, imprescindible para aprender.

P: Usted ha advertido en varias ocasiones de la necesidad de ser cautos ante las evidencias de la neuroeducación. ¿En qué punto se encuentra?

R: La neuroeducación no es como el método Montessori, no existe un decálogo que se pueda aplicar. No es todavía una disciplina académica con un cuerpo reglado de conocimientos. Necesitamos tiempo para seguir investigando porque lo que conocemos hoy en profundidad sobre el cerebro no es aplicable enteramente al día a día en el aula. Muchos científicos dicen que es muy pronto para llevar la neurociencia a las escuelas, primero porque los profesores no entienden de lo que les estás hablando y segundo porque no existe la suficiente literatura científica como para afirmar a qué edades es mejor aprender qué contenidos y cómo. Hay flashes de luz.

Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga

P: ¿Podría contar alguno de los más recientes?

R: Nos estamos dando cuenta, por ejemplo, de que la atención no puede mantenerse durante 50 minutos, por eso hay que romper con el formato actual de las clases. Más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que a 10 clases de 50 minutos. En la práctica, puesto que esos formatos no se van a modificar de forma inminente, los profesores deben romper cada 15 minutos con un elemento disruptor: una anécdota sobre un investigador, una pregunta, un vídeo que plantee un tema distinto… Hace unas semanas la Universidad de Harvard me encargó diseñar un MOOC (curso online masivo y abierto) sobre Neurociencia. Tengo que concentrarlo todo en 10 minutos para que los alumnos absorban el 100% del contenido. Por ahí van a ir los tiros en el futuro.

P: En su libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama alerta sobre el peligro de los llamados neuromitos. ¿Cuáles son los más extendidos?

R: Existe mucha confusión y errores de interpretación de los hechos científicos, lo que llamamos neuromitos. Uno de los más extendidos es el de que solo se utiliza el 10% de las capacidades del cerebro. Todavía se venden programas informáticos basados en él y la gente confía en poder aumentar sus capacidades y su inteligencia por encima de sus propias limitaciones. Nada puede sustituir al lento y duro proceso del trabajo y la disciplina cuando se trata de aumentar las capacidades intelectuales. Además, el cerebro utiliza todos sus recursos cada vez que se enfrenta a la resolución de problemas, a procesos de aprendizaje o de memoria.

Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, en su despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, en su despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. JAIME VILLANUEVA

Otro de los neuromitos es el que habla del cerebro derecho e izquierdo y de que habría que clasificar a los niños en función de cuál tienen más desarrollado. Al analizar las funciones de ambos hemisferios en el laboratorio, se ha visto que el hemisferio derecho es el creador y el izquierdo el analítico -el del lenguaje o las matemáticas-. Se ha extrapolado la idea de que hay niños con predominancia de cerebros derechos o izquierdos y se ha creado la idea equivocada, el mito, de que hay dos cerebros que trabajan de forma independiente, y que si no se hace esa separación a la hora de enseñar a los niños, se les perjudica. No existe dicha dicotomía, la transferencia de información entre ambos hemisferios es constante. Si se presentan talentos más cercanos a las matemáticas o al dibujo, no se refiere a los hemisferios, sino a la producción conjunta de ambos.

P: ¿Está influyendo la neuroeducación en otros aspectos de la enseñanza?

R: Hay un movimiento muy interesante que es el de la neuroarquitectura, que pretende crear colegios con formas innovadoras que generen bienestar mientras se aprende. La Academia de Neurociencias para el Estudio de la Arquitectura en Estados Unidos, ha reunido a arquitectos y neurocientíficos para concebir nuevos modos de construir. Nuevos edificios en los que, aún siendo importante su diseño arquitectónico, se contemple la luz, la temperatura o el ruido, que tanto influyen en el rendimiento mental.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2017/02/17/actualidad/1487331225_284546.html

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En España: Profesoras contra la pedagogía tóxica

Europa/España/Elpais.com

En 2006, el pedagogo británico y gurú de la educación Ken Robinson hizo temblar las bases del sistema educativo con su charla TED Las escuelas matan la creatividad, con más de 43 millones de visitas. Robinson criticaba que los colegios son el primer freno con el que se encuentran los niños y alertaba sobre el desacierto de los programas educativos al primar materias como las matemáticas y arrinconar las más artísticas como la música o el dibujo bajo el pretexto de que no son útiles a la hora de encontrar un empleo. El diagnóstico estaba claro, pero nadie sabía muy bien la fórmula para conseguir que la escuela no mate la creatividad. Las profesoras universitarias María Acaso, de 46 años, y Clara Megías, de 32, parecen haberlo conseguido. Han desarrollado una nueva metodología para darle la vuelta a la forma de dar clase.

“Hay que acabar con la pedagogía tóxica y aplicar nuevas fórmulas para despertar el deseo de los estudiantes por aprender”, explica María Acaso, experta en innovación educativa y profesora de la Universidad Complutense. Su método, al que han llamado Art Thinking, tiene como base los descubrimientos de la neuroeducación, que estudia cómo aprende el cerebro, y cuyo principal hallazgo es que para que se produzca el aprendizaje es necesario encender una emoción, despertar la curiosidad del estudiante. Para ello, su metodología se inspira en los procesos de creación de arte.

La investigación de las docentes, que comenzó en el año 2011 y cuyos resultados se publicarán en el libro Art Thinking. Transformar la educación a través de las artes(Paidós), señala que en la pedagogía tradicional el esfuerzo está asociado al dolor, al malestar, y a la idea de que adquirir conocimiento tiene que ver con la ansiedad, el miedo o la evaluación. Su propuesta es incorporar el arte en la educación para generar placer y de esa forma conseguir que el esfuerzo y la constancia aparezcan de forma automática. Los profesores pueden emplear esta metodología para impartir cualquier asignatura.

En uno de los capítulos de su libro señalan que de las células madre del cerebro nacen a diario entre 4.000 y 5.000 neuronas, a través de un proceso llamado neurogénesis. Las actividades que se realizan desde pequeño crean circuitos neuronales; algunos se mantienen y otros desaparecen. ¿En función de qué? Cuando esas actividades no son significativas para nuestra vida diaria, se diluyen. “En el caso de un examen de un tema que no me interesa y con el que no he logrado establecer una conexión personal, los circuitos construidos me permitirán aprobar, pero no aprender. La información desaparecerá de forma automática nada más acabar la prueba”, explica Acaso. La clave para que el aprendizaje sea significativo, sostiene la docente, es que tanto la información como el proceso de enseñanza sean relevantes para el estudiante y se repitan.

Las investigaciones sobre neuroeducación demuestran que para activar el deseo de pensar es necesario encender previamente una emoción, y para ello es fundamental despertar la curiosidad. “Hay que comenzar la clase con un elemento provocador, puede ser una frase, un dibujo o un pensamiento; algo que resulte chocante”, indica Francisco Mora, profesor de la Facultad de Medicina de la Complutense y autor del libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama.

LOS CUATRO ELEMENTOS DEL ART THINKING

La metodología desarrollada por las profesoras María Acaso y Clara Megías se basa en cuatro elementos clave: un tipo de pensamiento diferente al pensamiento lógico al que han llamado pensamiento divergente; una experiencia estética basada en el placer; una refinición de la pedagogía para empezar a entenderla como una herramienta de producción tanto para profesores como para alumnos y una forma de aprendizaje basada en los proyectos y el trabajo colaborativo.

«El arte puede ser entendido como una metodología desde donde transformar la educación porque incorpora cuatro elementos clave», señala Acaso. Son los siguientes:

Pensamiento divergente: fomenta un tipo de pensamiento crítico y no lineal «absolutamente necesario» para el desarrollo de conocimiento en la actualidad.

Placer: es el sentimiento que va unido a la emoción positiva, por lo que que hay que recuperarlo en educación. Sin el placer, no hay motivación y sin motivación no hay aprendizaje.

La educación como producción cultural: «defendemos la realidad de que un profesor y sus alumnos producen conocimiento al mismo nivel que otros profesionales, como los filósofos o escritores».

Trabajo colaborativo: «olvidemos las asignaturas estancas: hay que trabajar por proyectos y en comunidad, tal como hacen muchos de los artistas contemporáneos».

“Desde que somos mamíferos hace más de 200 millones de años, la emoción es lo que nos mueve. Aquello que nos extraña, que no nos resulta monótono. Ahí se abre la ventana de la atención, imprescindible para aprender”, explica Mora.

Eso es lo que hizo María Acaso con sus alumnos de Bellas Artes en la Complutense. Un día apareció en clase con una sandía y frente al asombro de los estudiantes, la cortó y creó un cuadrado. Su intención era generar extrañamiento entre los estudiantes. “El ser humano está diseñado para prestar atención a lo que no es habitual. Una situación nueva que no sabes cómo resolver te atrae. Atención, emoción y aprendizaje. Ese es el orden según la neuroeducación”, remarca Acaso. En el aula se creó un clima muy diferente al habitual, en el que el silencio propio de la clase magistral, en la que el profesor habla y el estudiante escucha, dio paso a un debate sobre el significado de esa sandía. Una vez captada la atención de los alumnos, las dinámicas de aprendizaje cambian.

Acaso les explicó que esa sandía con forma cuadrada era una pieza del artista cubano Wilfredo Prieto llamada Políticamente correcto, y su intención era precisamente cuestionar los estándares de la educación, plantear por qué el mobiliario, los programas académicos y la forma de enseñar no han evolucionado. “Llevar una sandía a clase es un acto de subversión, hace que el aula explote”, explica.

La sandía con forma de cuadrado que Acaso usa con sus alumnos.
La sandía con forma de cuadrado que Acaso usa con sus alumnos.
En 2009, Acaso publicó el libro La educación artística no son manualidades, en el que criticaba que las disciplinas relacionadas con las artes han sido consideradas como un conocimiento de segunda categoría, prescindible, frente a los “conocimientos altos” como las matemáticas o las ciencias. En su opinión, el nuevo escenario laboral, en el que el número de robots no deja de aumentar, requerirá perfiles muy creativos, una cualidad que las máquinas no dominarán. “Precisamente al Art Thinking no le interesa demostrar hechos, no es una metodología cerrada basada en certezas, sino encender la curiosidad para activar procesos de investigación”.

En su libro, las dos profesoras desarrollan los cuatro puntos clave de esa nueva metodología: pensamiento divergente, incorporación del placer, alumnos y profesores como productores de contenidos y trabajo colaborativo y por proyectos. El próximo mes de julio organizan en Madrid un curso junto al colectivo Pedagogías Invisibles para 100 profesores de todos los niveles educativos en el que enseñarán cómo poner en práctica el Art Thinking.

«En la escuela se aprende a través de la memorización, sin pensar. La gente llega a la edad adulta y no sabe pensar por sí misma, se han dedicado a reproducir lo que dicen otros. Es cierto que necesitamos información en nuestra memoria, pero hay que cambiar el proceso por el que nos llega», explica Clara Megías, profesora de la Facultad de Educación en la Universidad de Alcalá. Investigar y analizar por uno mismo. Cuestionar lo que se da como cierto. Eso es lo que hace el arte.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2017/02/07/actualidad/1486485679_572946.html

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Entrevista a Manfred Spitzer: «El cerebro es perezoso y prefiere lo interactivo al papel, pero perderá capacidad de aprendizaje»

05 Febrero 2017/Fuente: abc/Autor: Pilar Quijada

Manfred Spitzer, catedrático de Psiquiatría, cree con las nuevas tecnologías perderemos memoria, capacidad de reflexión y habilidades de comunicación cara a cara

Hay mucha neurocharlatanería respecto a la educación», sostiene

Manfred Spitzer es catedrático de Psiquiatría, especialista en Neurociencia y director de la Clínica Psiquiátrica de Ulm, en Sttutgart. Aunque utiliza smarphone y ordenador, tiene sus recelos respecto al uso generalizado de las nuevas tecnologías, en especial entre los más pequeños, que ya casi nacen digitales. Pocas ventajas y mucho riesgos, asegura…

Sus hijos han crecido en un hogar donde la tele, que también fue una nueva tecnología en su tiempo, estaba relegada y se potenciaba la lectura… Autor de «Demencia digital», Spitzer cree que los consumidores de las nuevas tecnologías no serán capaces de retener nada en la memoria, consumirán la mayor parte de su energía intercambiándose breves notas sociales, entretenidos y distraídos, fuera de una ocupación verdaderamente profunda con personas y conocimientos. No poseerán la capacidad de reflexión básica, ni tampoco la habilidad de la comunicaión real, cara a cara. Manfred Spitzer visitó Madrid para pronunciar una conferencia en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones (SETSI), organizada por la Obra Social “la Caixa” y la Fundación Aprender a Mirar, en la que se preguntaba si la tecnología transforma el cerebro humano.

-¿Por qué se pregunta si las tecnologías modifican el cerebro? ¿No lo modifica cada cosa que hacemos a diario?

-En realidad el uso de las tecnologías es una forma de evitar el trabajo mental. No es que su uso cambie el cerebro, sino que cada vez que externalizamos tareas cerebrales mediante el uso de las nuevas tecnologías estamos dejando de aprender. Aunque usarlas es inevitable, yo mismo como científico las utilizo para trabajar. Pero una cosa es utilizarlas para ser más efectivos y otra muy distinta que sustituyan al trabajo cerebral.

-Cada nueva tecnología ha despertado recelos pero después han supuesto ventajas. Por ejemplo, cuando apareció la brújula dejamos de hacer ciertos cálculos de navegación, pero descubrimos América…

-Utilizando tecnologías digitales puedes llegar hasta Marte, puedes avanzar tecnológicamente muchísimo, pero la cuestión es que las nuevas tecnologías no sirven para que los niños aprendan. Es al contrario. Hay evidencia basada en la observación en algunos colegios que indican que no hay correlación entre las nuevas tecnologías y el aumento del aprendizaje. De hecho, por muy grande que se hace la base de datos, sigue sin haber evidencia de que aporten algo al aprendizaje. Y como decía antes, externalizar trabajo cerebral es dejar de aprender. Y de malgastar dinero…

-Hasta los seis años el cerebro se desarrolla más rápido, ¿cómo les afecta a los más pequeños el uso de las nuevas tecnologías?

-Se dice que hay una etapa crítica en la que el cerebro se desarrolla más rápido, pero eso no es verdad. Lo que sí ocurre es que son más capaces de aprender. No tiene que ver con el número de sinapsis, porque está determinado desde el nacimiento. Siempre que estas externalizando actividad cerebral no aprendes, pasa lo mismo cuando utilizas un coche para desplazarte, no desarrollas tus músculos. Eso significa que no deberíamos utilizar las tecnologías hasta los 18-20 años. Y sobre todo, que no es sólo una cuestión de aprendizaje, tiene efectos secundarios muy evidentes. Hablamos de que lleva asociados comportamientos antisociales, violencia, ansiedad, depresión, sabemos que eso ocurre. Una vez que conoces los efectos secundarios hay que ponderar si merece la pena esos desórdenes para el poco beneficio que se obtiene. En los niños no son justificables en ningún caso.

Volviendo al cerebro, ¿cómo lo transforman las nuevas tecnologías?

No es una cuestión de lo que el cerebro hace, sino de lo que no hace. Por ejemplo, nosotros podríamos estar ahora mismo manteniendo esta conversación en Facebook y no habría ningún problema, porque ya hemos aprendido en qué consiste la interacción entre personas. Sin embargo, los datos indican que las chicas pasan muchas más horas en Facebook que con las amigas, y cuando eres muy joven cabe la posibilidad de que no aprendas a relacionarte socialmente y que tu cerebro deje de tener empatía y comprensión con el otro. Hay, de hecho, estudios que indican que el incremento en el uso de esta red social es proporcional a la disminución de la empatía en los jóvenes.

-Eso recuerda otros estudios que indican que leer novelas sí aumenta la empatía.

Sí, leer libros aumenta la empatía, pero tienes que leer el texto correcto, no vale cualquiera.

-¿Hay diferencia entre leer en papel y leer en el ordenador?

-Sí, leer en papel es más efectivo que leer en pantalla. El 85% de los estudiantes de Silicon Valley siguen prefiriendo leer sobre papel, porque en la pantalla retienen peor la información. No es una cuestión de soporte digital o papel, sino que cuanto más digitalizas el contenido, con hiperlinks, vídeos o fotos, el cerebro tiende a preferir los clics para ver vídeos y fotos a leer. El cerebro es perezoso y prefiere lo interactivo al papel. La gente empieza a cliquear más que a leer. Leer es bueno, cliquear no. Leer supone esfuerzo, cliquear no.

-Pero los niños ahora aprenden a leer y escribir en el ordenador…

Eso no es bueno. En Estados Unidos y otros países se está empezando a sustituir la caligrafía por el tecleado. Si quieres aprender tienes que hacerlo con lápiz y papel.

-Va un poco contracorriente…

-Todo el mundo habla de las ventajas de las nuevas tecnologías, pero yo me centro en los perjuicios. Y en el hecho de que a pesar de todo se introduzcan en la educación. Nunca van a ser mayores los beneficios que los perjuicios que implican para el aprendizaje.

-Es experto en neurodidáctica…

No es cierto. Estudio el cerebro, la neurobiología es mi campo de estudio. Soy director de la Clínica Psiquiátrica de Ulm, en Sttutgart (Alemania), veo pacientes. Hay mucha neurocharlatanería que tiene que ver con la educación. No hay ninguna profesión específica que tenga que ver con la neurociencia del aprendizaje, no hay una neuroeducación. Tal vez lo único que tenemos que hacer es formar mejor a los profesores y mejorar la forma en que enseñan. Lo que hay escrito sobre neuroeducación no tiene mucha base científica.

-¿Cree que algunas estructuras de nuestro cerebro cambiarán por las nuevas tecnologías?

-El desarrollo social depende del lóbulo frontal, y este incrementa en densidad y en conectividad cuantos más amigos tienes. Es lo que se conoce como cerebro social. Esto podría cambiar con el uso de redes sociales. Pero hay que tener cuidado con no exagerar porque son cambios pequeños.

-Habla de patologías asociadas al uso de nuevas tecnologías, ¿podría especificar un poco más?

-Aunque no es definitiva la relación, sabemos que cuanto más usas el Smartphone, más posibilidades hay de tener déficit de atención. Igual con Facebook, más posibilidades de depresión. Y estos efectos son comprobables y no se están estudiando.

Fuente de la entrevista: http://www.abc.es/ciencia/abci-cerebro-perezoso-y-prefiere-interactivo-papel-pero-perdera-capacidad-aprendizaje-201701232011_noticia.html

Fuente de la imagen: http://www.abc.es/media/ciencia/2017/01/24/Mandfred-kjOB–620×349@abc.jpg

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Mirando a la Neurociencia desde la educación

María Antonia de la Parte-Pérez*

     Al referirnos a la Neurociencia estamos abarcando el conjunto de ciencias cuyo objeto de estudio es el sistema nervioso central (SNC) y muy especialmente la actividad cerebral (AC) referida al pensamiento, los sentimientos, la conducta y el aprendizaje humanos. El objetivo final de la neurociencia es la localización anatómica de las funciones cerebrales y las múltiples interrelaciones que se crean, evidenciadas por el entramado de las conexiones neuronales denominado por Sebastian Seung conectoma. Visto así, el ser humano grosso modo, está formado a imagen y semejanza de su genoma y su conectoma.

     Desde la década de los 90 del siglo pasado, se han incrementado los estudios sobre la función del SNC para conocer cómo funciona el cerebro humano. Aunque el estudio de la localización de las funciones cerebrales arranca en tiempos de Herófilo y Galeno, unos tres siglos antes de Cristo y marcha en paralelo con el aumento del conocimiento de la anatomía y fisiología del SNC, el avance del conocimiento de la AC ha sido facilitado por los avances tecnológicos que permiten observar los cambios que se producen en el cerebro durante las actividades estudiadas, por medio de las técnicas imagenológicas disponibles: tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética nuclear (RMN), resonancia magnética nuclear funcional (RMNf), tomografía de emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), combinación de RMNf-PET y la tomografía computarizada con emisión de fotones únicos (SPECT, por sus siglas en inglés). Las neuroimágenes permiten cartografiar el cerebro y de este modo se ha podido diferenciar la forma en que procesan los datos los hemisferios cerebrales, y cómo hace el cerebro para incorporar información nueva. El cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio derecho, relacionado con la intuición, la creatividad y las imágenes, entre otros muchos datos conocidos del funcionamiento del SNC del humano normal y del enfermo.

       Como resultado del avance del conocimiento obtenido a través de la Neurociencia, para apropiarse del mismo surgen disciplinas como la Neuroeducación y la Neurodidáctica, las cuales nos van a permitir explicar las bases neurológicas de las diferentes teorías del aprendizaje. Las actividades cognitivas son esencialmente hechos que tienen asiento en el sistema nervioso y los avances de la neurofisiología aportan el conocimiento para la comprensión de los procesos cognitivos que permiten también explicar el conocimiento adquirido mediante las diferentes fuentes de aprendizaje: formal, no formal e informal.

       La ciencia está demostrando lo que los educadores sospechábamos desde hace tiempo: la memorización y la repetición no son buenas prácticas para todas las formas de aprendizaje; aprendemos también haciendo, experimentando y emocionándonos. Se sabe también que al aprender en grupo, los conocimientos se afincan más intensamente en la memoria y que el ejercicio físico es otro elemento facilitador del aprendizaje. La comprensión del funcionamiento del cerebro, nos permite apreciar la importancia de la curiosidad y la emoción para la adquisición del conocimiento. Es así como la neurociencia ha descubierto a la emoción como el ingrediente mágico del aprendizaje, fundamental para el proceso de enseñanza-aprendizaje, de modo que se crea un binomio indisoluble entre la emoción y la cognición, explicable por la morfofisiología cerebral (Mora, 2013;Sáez, 2014).

     La neurociencia nos muestra que el binomio emoción-cognición es indisoluble, con base en la anatomía y fisiología cerebral, producto del proceso evolutivo humano. Toda información sensorial – recibida a través de nuestros sentidos – antes de llegar a la corteza cerebral para ser procesada por las áreas de asociación – áreas de procesamiento del conocimiento – es filtrada por la zona emocional del cerebro denominada sistema límbico en donde se otorga a esa sensación la impronta emocional y de ahí, revestida de la emoción correspondiente, está lista para el procesamiento cognitivo por el que se crea el pensamiento. Mediante este mecanismo se puede explicar la importancia de la emoción en todo proceso racional de aprendizaje y la memorización (Mora, 2013).

       El surgimiento de las neurociencias ha logrado que la Neurología y la Pedagogía se reúnan en una construcción multidisciplinar para el crecimiento de la Neuroeducación y de la Neurodidáctica. La neuroeducación es un nuevo enfoque de la enseñanza basada en la evidencia de la actividad cerebral. Esta nueva disciplina nos invita a reflexionar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje de manera multifactorial de modo de acoplar las metodologías pedagógicas alineadas con la neurodidáctica de modo de lograr un proceso de enseñanza-aprendizaje cada vez más personalizado y dirigido al cumplimiento, seguimiento y evaluación de las políticas educativas requeridas para lograr la calidad de la educación proyectada.

       La neuroeducación como nuevo paradigma del proceso de enseñanza-aprendizaje, deber ser transversal en todos los niveles de la educación. Está demostrado que en el proceso de aprendizaje, primero es la motivación, le sigue la atención y por último, está la memorización.

       El desarrollo de las neurociencias en las últimas décadas, aportan a las Ciencias de la Educación conocimiento que requiere ser incluido en los currículos de la formación inicial docente. Son temas centrales: las bases neurofisiológicas del aprendizaje, así como del crecimiento, maduración y desarrollo del SNC humano que sustentan dichos procesos.

       La formación inicial docente en el futuro cercano – ya – si bien no necesita incluir en sus programas docentes asignaturas como neuroanatomia, neurohistología, neurofisiología, neuropsicologia y psicofisiología de las emociones, como se administran para los estudiantes de las Ciencias de la Salud, deberá cubrir los básicos que permitan al egresado de nuestros pedagógicos y escuelas de educación adquirir los elementos fundamentales que les permita comprender los procesos neurobiológicos relacionados con el aprendizaje o mejor expresado el enseñaje vocablo que alude al proceso de enseñanza-aprendizaje, para fundamentar la nueva disciplina de la neuroeducación, a saber: la neurodidáctica, con el objetivo de que la enseñanza del siglo XXI logre potenciar y perfeccionar las habilidades propias de cada sujeto.

       Los contenidos de las bases biológicas del comportamiento humano, construidos desde el campo transdisciplinar de las neurociencias, formulan en la formación docente una nueva mirada del hecho educativo e instalan un modo distinto de abordar las construcciones pedagógico-didácticas, en los diversos ámbitos y modalidades de la educación. Por todo lo explicado nos hallamos frente a la Neurodidáctica para proponer metodologías apropiadas como son el aprendizaje basado en proyectos (ABP), el aula invertida (flipped classroom), la teoría de las inteligencias múltiples, el aprendizaje colaborativo, entre otras, con el uso de las TIC’s preferiblemente.

       El educador que abraza la neurodidáctica, debe tener como meta la motivación de sus estudiantes por el efecto que este estado de ánimo tiene sobre la atención y la comprensión, hechos que no será posible alcanzar sin el clima docente favorable que mantenga la felicidad del binomio alumno-maestro para lograr los resultados programados. ¡Ah! Recordando siempre que enseñas, enseñar a dudar de lo que enseñas.

Referencias

Mora, F. (2013). Neuroeducación. Sólo se puede aprender lo que se ama. Madrid. Alianza Editorial. Pp.224

Sáez, C. (2014). Neuroeducación, o cómo educar con cerebro. Disponible en: https://cristinasaez.wordpress.com/2014/10/06/neuroeducacion-o-como-educar-con-cerebro/

Seung, S. (2012). El Conectoma. Disponible en: https://www.bbvaopenmind.com/sebastian-seung-presenta-los-resultados-de-su-estudio-sobre-el-conectoma

 

*María Antonia de la Parte-Pérez

Doctorante del Doctorado Latinoamericano en Educación: Políticas públicas y Formación docente (UPEL) Primera cohorte (2013).

contacto: mariantonia.delaparte@gmail.com

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/en/skull-and-crossbones-skull-brain-1739995/

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Ejercicio físico para aumentar la memoria

Por. Maribi Pereira

Un estudio llevado a cabo por Van Dongen, Kersten, Wagner, Morris y Fernández (2016) evaluó los efectos de una sola sesión de ejercicio físico en la consolidación de la memoria y la memoria a largo plazo luego de haber estudiado. En la investigación participaron 72 sujetos que aprendieron 90 asociaciones entre imágenes y localizaciones durante 40 minutos antes de ser asignados aleatoriamente a uno de tres grupos: uno hizo ejercicio de inmediato; el segundo, cuatro horas más tarde, y el tercero no realizó deporte alguno (Revista de Neurología, 2016).

El ejercicio físico consistió en 35 minutos de entrenamiento a intervalos en bicicleta a una intensidad de hasta el 80% de la frecuencia cardíaca máxima. Luego de 48 horas, los participantes del estudio regresaron para demostrar lo que recordaban mientras se sometían a una resonancia magnética cerebral (Revista de Neurología, 2016).

Los investigadores encontraron que quienes hacían ejercicio cuatro horas después de su sesión de aprendizaje conservaban mejor la información dos días más tarde que aquellos que hacían ejercicio inmediatamente o que aquellos que permanecían sedentarios. Además, las imágenes cerebrales mostraron que el ejercicio después de un período de tiempo se asociaba con representaciones más precisas en el hipocampo, un área relevante para el aprendizaje y la memoria (Revista de Neurología, 2016).

En otra investigación publicada en el Proceedings of the National Academy of Sciences (2012) se comprobó que el ejercicio físico aeróbico practicado de forma regular aumenta la memoria y la capacidad de aprendizaje debido a que permite la liberación de hormonas que mejoran la memoria.

Las hormonas llamadas “factores de crecimiento” son liberadas al realizar ejercicio y se han vinculado directamente a la salud cerebral. El hipocampo, una región del cerebro crucial para el aprendizaje y la memoria, se cree que se beneficia directamente de este tipo de hormonas.

Por su parte, el Dr. Bruce Spiegelman de la Escuela de Medicina de Harvard (2013) informó que una molécula y su subproducto, aumentaba sus niveles en el cerebro a través del ejercicio de resistencia. Spiegelman y su equipo encontraron que al elevar los niveles del subproducto en la circulación activaba los genes implicados en la cognición.

Partiendo de estas y otras investigaciones, se ha concluido que el ejercicio mejora el aprendizaje en tres niveles:

1. Optimiza nuestra forma de pensar, al mejorar el estado de alerta, la atención y la motivación.

2. El aprendizaje prepara y estimula las células nerviosas para que se unan la una a la otra, que es la base celular para el aprendizaje de la nueva información.

3. Por último, el ejercicio alienta el desarrollo de nuevas células nerviosas a partir de células madre en el hipocampo, un área del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje.

Por esta razón, es muy recomendable que el ejercicio físico forme parte del sistema educativo actual. Gracias a la investigación y la formación de docentes en neuroeducación, la forma de enseñar y de aprender está en pleno cambio, ofreciendo nuevas herramientas de optimización de las capacidades individuales de cada niño y mejorando el sistema de aprendizaje.

Fuente: http://www.activamurcia.com/single-post/2016/09/29/Ejercicio-f%C3%ADsico-para-aumentar-la-memoria

Imagen: ichef-1.bbci.co.uk/news/ws/624/amz/worldservice/live/assets/images/2015/08/26/150826144145_cerebro_624x351_thinkstock.jpg

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Neuroeducación y la enseñanza primaria

Por: Carlisle González Tapia

La Neuroeducación como nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje atraviesa todos los niveles de la educación. Su rendimiento académico es incuestionable porque su base científica ha sido establecida sobre el cerebro, órgano natural del aprendizaje, en cuyo estudio se ha desplegado todo el poder de descubrimiento y análisis de todas las Neurociencias. Es decir, aquí no puede haber improvisación por cuanto los datos que proceden de descubrimientos experimentados están ahí y los datos son tozudos.

La alfabetización y la enseñanza primaria constituyen la base de toda la educación académica que se recibirá a lo largo de la vida del ser humano. Y en esta etapa, la del aprendizaje infantil, es donde la exigencia del conocimiento de qué es, cómo funciona y cómo aprende el cerebro, se hace mayormente crítica. Es donde se demanda de maestras y maestros, mayor comprensión de la conducta que dimana de estos cerebros conjugados con el medio o ambiente en que se están desarrollando y están adquiriendo conocimientos. La niñez es el período de la formación biointelectual en el cual se están formando y están fijando patrones de conducta, muchos de los cuales se extenderán por toda la vida. De ahí la importancia de proporcionarle las informaciones más precisas para su nivel de desarrollo y los criterios más definidos para consolidar la evolución de su desarrollo emocional, lúdico y cultural.

La crisis mundial de la educación no es un problema simple, por contra, sabemos que es un problema sumamente complejo. Y uno de sus componentes esenciales ha sido el descuido enfermizo, sistemático, tradicional y generalizado de la educación primaria.

Los gobiernos de todas partes, históricamente, han descuidado la educación primaria, no tanto en su cantidad o cobertura como en su calidad. Sabemos que por lo menos en Latinoamérica los profesores que cubren la educación primaria son los que tienen formación académica y cultural más baja y deficiente y constituye, todavía hoy, una vergüenza ser maestra o maestro de primaria. Tanto es así que la maestra de primaria siempre ha querido “ascender” a maestra de secundaria y la de secundaria desea fervientemente “ascender” a la terciaria o universitaria, porque implica devengar un sueldo más elevado y, además, se tiene la idea de que también eleva su “categoría” socio-educativa.

Sin embargo, para garantizar el desarrollo sólido e integral de la persona, de la niña y del niño, la educación primaria es el fundamento, es la base (y de ahí se deriva <educación básica>), de los demás estadios educativos.

La conocida Declaración de Albacete (2007) con relación a la atención educativa de la niñez, refuerza lo dicho:

“La clave de la transformación integral de un país está no tanto en los posgrados universitarios (muy necesarios, por cierto), como en la educación temprana, en el grado de capacitación de sus maestros, en la importancia que un país le dé a la escuela inicial. Se dice acertadamente que si se quiere saber cómo será un país en el futuro, basta con ver cómo son hoy sus escuelas infantiles y, convencidos de ello, ya en algunos de los países del llamado Primer Mundo, los gobiernos invierten porcentualmente más recursos para la educación infantil que para el resto de tramos del sistema educativo”.

Si se quiere que los adultos de las próximas generaciones tengan buena ortografía, riqueza en las expresiones, juicio crítico, un nivel cultural acorde con las exigencias de hoy, todo eso debe enseñarse y enseñarse bien, por docentes bien preparados en estos órdenes, de modo que se aproveche el potencial de asimilación y de variación conductual que todavía en la niñez se conserva. Pero en todo esto, el problema mayor lo constituyen los maestros y las maestras, porque sucede que para enseñar en primaria, la mejor época para el aprendizaje escolar, los sistemas educativos tradicionales no requieren mayores aptitudes que saber “leer” y “escribir”. Hasta que se rompa ese círculo vicioso, no habrá mejoría en la calidad de la educación.

Los modelos educativos de Finlandia, Singapur, Shanghai, Corea, donde se ha aplicado el Programa PISA y han ocupado los primeros puestos, también ocurre que han colocado sus mejores maestros en la educación primaria. Mutatis mutandi estos modelos deben ser observados.

Fuente: http://hoy.com.do/neuroeducacion-y-la-ensenanza-primaria/autor/hoy/

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