Panamá/23 de Enero de 2017/La Estrella de Panamá
En los últimos 12 años creció la migración juvenil generada por el desempleo en las áreas rurale.
La principal causa de la desigualdad en Panamá es el sistema educativo, así lo señaló el consultor en inserción laboral, René Quevedo, como reacción a la noticia publicada por este medio, de que el país se encuentra en el ránking de las 10 naciones con desigualdad en el mundo, según el último reporte del Banco Mundial.
Según Quevedo, en los últimos años en Panamá no han coexistido simultáneamente las altas tasas de crecimiento económico, con la generación de empleo y la alienación social.
De acuerdo con experto, los jóvenes panameños han sido el segmento de la población más afectado por la desigualdad, y son los grandes marginados del boom económico.
A pesar de la multimillonaria inversión en educación y formación laboral, señala Quevedo, el porcentaje de empleo juvenil disminuyó 5 puntos en un lapso de 12 años. La falta de pertinencia de un sistema educativo que no está generando las competencias que el sector productivo requiere, está sirviendo de plataforma para una creciente alienación laboral de jóvenes panameños y la perpetuación de la pobreza, factores que inciden en que Panamá sea hoy el décimo país más desigual del mundo.
Según Quevedo, las brechas que produce el sistema educativo panameño fueron advertidas en el Informe de la Alta Comisión de Empleo en noviembre 2014. Entre 2006 y 2015, señala el investigador, el Estado panameño asignó $9,601 millones al Ministerio de Educación y $657 millones al INADEH, es decir, una inversión estatal en educación y formación vocacional de $10,258 millones para este periodo.
A pesar de ello, advierte Quevedo, la participación de jóvenes en el crecimiento del empleo disminuyó abruptamente. Entre marzo 2005 y marzo 2009, 1 de cada 3 nuevos empleos generados por la economía benefició a un joven de 15 a 29 años, pero entre marzo 2009 y marzo 2016, la cifra descendió a apenas 1 de cada 20, agrega.
El experto continúa advirtiendo que adicionalmente, la mitad de los jóvenes que comienza sus estudios secundarios no los culminan. En 2015, esta cifra representó 13,682 desertores.
El analista dio a conocer también que, un informe del Banco Mundial, arroja que el 95% de los graduandos humildes incursiona en el mercado laboral. En contraste, el 64% de aquellos jóvenes de estratos socioeconómicos medio y alto ingresa a la universidad antes de cumplir 25 años, lo que demuestra que la educación universitaria en nuestro país ha sido un privilegio para pocos, no un derecho para muchos, añade.
La incursión prematura de jóvenes a un mercado laboral para el cual no están preparados, los condena a una vida de precariedad, informalidad y temporalidad laboral, así como a empleos manuales de baja calidad y remuneración, limitando su movilidad social, y esto explica porque 1 de cada 4 panameños sea pobre, arroja la evaluación de Quevedo.
Según cifras que maneja el experto, el 82% de los empleos generados durante los últimos 12 años fue urbano, y apenas el 3.2% del total benefició a jóvenes rurales, lo cual ocasionó una importante migración juvenil hacia las ciudades, particularmente Panamá.
De acuerdo a Quevedo, el boom de los proyectos de construcción motivó a muchos jóvenes con escasa educación a abandonar el campo. Según sus cifras, mientras trabajador agrícola devenga un promedio de $272.90 mensuales, en la construcción puede obtener $681.09.
Esto —dijo— genera una migración que contribuye al aumento del hacinamiento y la demanda de servicios públicos en entornos urbanos, y efectos nocivos, como los embarazos precoces y la delincuencia, al estar acompañada de una dramática reducción espacios laborales para jóvenes, que componen la gran mayoría de quienes migran en búsqueda de mejores oportunidades.
Este fenómeno ha servido, añade el investigador, de catalizador del precarismo y la invasión de tierras en cinturones de miseria, alrededor de las ciudades, generando, hoy día, 425 asentamientos informales, donde viven aproximadamente 600 mil personas o el 15% de la población del país.
Quevedo también advierte que las deficiencias del sistema educativo y formativo para atender las demandas del sector productivo, han creado las condiciones para una creciente incursión de extranjeros en el mercado laboral panameño. Este fenómeno recalca, fue advertido por la firma Nathan Associates en 2012 a la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá, sobre el impacto económico del proyecto de ampliación, al concluir que entre el 28 y 45% de los nuevos empleos a ser generados por la economía panameña entre 2013 y 2025, requerirán la importación de recursos humanos.
Advertía igualmente, sostiene Quevedo, de ‘un importante efecto secundario de la mano de obra importada, es que algunos trabajadores domésticos sean despedidos, o no puedan encontrar trabajo, debido a que sus salarios esperados son más altos que el de los trabajadores extranjeros’
Ambas tendencias ya vienen sucediendo, acentuando la sistemática alienación de jóvenes humildes del ámbito laboral y agravando el sentimiento anti inmigrante, cada vez más palpable en la población, concluye Quevedo.
La mala distribución de la riqueza se incrementó en Panamá, revela un reciente informe elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), impreso con fecha de diciembre 2016.
Según el reporte oficial, titulado ‘distribución de ingresos de los hogares’, en 2015, el 10% de las familias más rica de Panamá tenían 37.3 veces más ingresos que el 10% de las familias más pobre del país.
Los niveles de desigualdad económica que arroja el informe del MEF en 2015, son superiores a los del 2014, cuando las cifras de este ministerio revelaron que el 10% de la población más rica tenía 33.9 veces más que el 10% de la población más pobre.
En su informe, el MEF reconoce que se produjo una mayor concentración de los ingresos en las familias con mayor riqueza en 2015, respecto a 2014, y concluye en su evaluación socioeconómica que, sin los subsidios que otorga el gobierno a la población más pobre, el rostro de la mala riqueza en Panamá sería peor.
‘Al igual que en años anteriores, sin las transferencias estatales la desigualdad de los ingresos entre los hogares hubiese sido superior’, concluye el MEF en su último informe sobre la distribución de la riqueza en Panamá.
Según los cálculos oficiales, sin los subsidios, el coeficiente de concentración de la riqueza se hubiera ubicado en 0.03 puntos en 2015, por encima de 0.49 que finalmente resultó. Esto, concluye, hubiese significado que el 10% de las familias con mayores riquezas hubieran percibido 55.7 veces más ingresos que el 10% de las familias más pobres, en vez de 37.3 veces, como finalmente resultó en los cálculos.
De acuerdo a la evaluación realizada, en las áreas rurales, las transferencias continúan teniendo mayor impacto. Sin estas, el índice de Gini, un indicador que mide la desigualdad de los ingresos en un país, sería 0.53 y no 0.47 (0.06 puntos de diferencia), cono finalmente resultó en las estimaciones del MEF.
Fuente: http://laestrella.com.pa/economia/principal-causa-desigualdad-sistema-educativo/23981579