Hugo Aboites
Es interesante ver que la respuesta a las afirmaciones sobre el riesgo electoral que puede generar la reforma educativa provino del Congreso y no desde la dependencia involucrada, la SEP. La pesada armadura que rodea al núcleo donde se toman las decisiones sobre la medida impide que haya una respuesta que tenga algún matiz de flexibilidad frente a lo que se acepta es un peligro. Por eso, la postura flexible tuvo que venir de otro lado. Al preguntarle al presidente de la Comisión de Educación de la cámara alta, senador Romero Hicks, si en ese contexto de riesgo podría haber marcha atrás a la reforma, su respuesta fue: “En la democracia nunca hay punto final… y sí, estamos abiertos a revisar cualquier legislación cuando haya alternativas.” (La Jornada 22/3/16, pág. 15). No es mucho, pero tampoco es nada. Y, lo más importante, es una grieta en la muralla que desde hace meses se empeña en mantener la SEP al negarse a cualquier negociación. Tampoco es una defección, pero sí es en serio, y los legisladores comienzan a dialogar respecto de propuestas con qué contenido y cómo sería una nueva ley o leyes para la reforma; se abre un horizonte muy distinto al actual.
Y hay antecedentes. Durante las largas jornadas de discusión y protestas en 2013, los legisladores fueron los interlocutores más dispuestos a escuchar la argumentación de los maestros, y algunos –del PRD– hasta se pronunciaron en contra de la reforma, pero también el panista Javier Corral llegó a decir que las leyes podrían cambiarse, y ahora el senador Romero Hicks en la misma entrevista va más lejos y agrega que siempre hemos estado abiertos para recibir propuestas de él (López Obrador) y de la CNTE, si quieren formular una alternativa. Son palabras, finalmente, pero son importantes. Si no por otra cosa, porque significan un cambio del discurso y un distanciamiento de la postura cerrada del Ejecutivo federal. Se puede interpretar que algunos en el PAN ya entendieron que, en vista de las crecientes dificultades y callejones sin salida de la reforma, no les conviene verse uniformados e incondicionales en la rigidez gubernamental priísta, y que en ese tema es mejor presentar una postura flexible y hasta condescendiente. Pero esto representa para el PRI y para la propia reforma otro riesgo: que paulatinamente otros personajes lleguen a la misma conclusión y comiencen a asumir posturas más redituables electora y políticamente hablando.
De hecho, aunque la postura pueda ser sólo discurso y apariencia, con sólo no verse como fanáticos enemigos de los maestros del país, ya eso les es útil a los partidos, pero mucho más a los profesores mismos, sean o no de la CNTE. Porque se crea un ambiente de posturas flexibles respecto de la reforma que indudablemente presiona a los sectores más radicales y duros dentro del gobierno y el empresariado.
En un conflicto, la capacidad de los actores para adaptarse a contextos muy dinámicos y cambiantes es vital. Y esa capacidad, ciertamente, no florece en medio de posturas rígidas o discursos dogmáticos, como los que hasta ahora rodean y sostienen la reforma. Las iniciativas, los movimientos rápidos e inesperados, ya no se generan desde quien posee toda la fuerza, sino desde quienes tienen muy poco poder, poco que perder, y además muy poca armadura que cargar.
La SEP no puede, por ejemplo, hacer mucho respecto de procesos como el que ocurrió este pasado fin de semana en un lugar de la costa inglesa del Canal de la Mancha. Allí se realizó el multitudinario congreso de uno de los sindicatos magisteriales más grandes e importantes de Inglaterra, el Nacional de Maestros (NUT, por sus siglas en inglés). Ante un lleno total de delegados, y a instancia expresa de su dirigencia, se presentó el caso de los docentes mexicanos frente a la reforma educativa. En la alocución, los primeros aplausos surgieron cuando se mencionó que decenas de miles de profesoras y profesores en protesta simplemente decidieron no presentar el examen, y al final –y aun sin estar presentes– las y los maestros mexicanos recibieron la ovación solidaria de más de mil delegados, maestras y maestros ingleses, que de pie rindieron un homenaje por largos minutos a su resistencia. Luego, el pleno, sin objeción alguna, aprobó enviar una comunicación al gobierno mexicano solicitando que se retiren todos los cargos a los docentes que hoy son prisioneros políticos en Oaxaca, que suspenda la reforma y que ésta se discuta con los maestros, padres de familias y expertos. No es sólo simpatía, sino también identificación, pues los docentes ingleses tienen a una ministra con una reforma, dice ella, que es una máquina que no tiene reversa, y promete convertir en una especie de escuela chárter (bajo conducción privada) cada centro educativo del país. Así, poco a poco, porque tocan fibras semejantes y sensibles o porque se han vuelto un riesgo, dentro y fuera de México se va conformando una marea de tonos distintos respecto de los maestros y de una reforma que ya llegó a su punto más alto, y ahora sólo le queda adaptarse, o comenzar a caer.
A la memoria de mi querido amigo Luis Felipe Bojalil.
Publicado en La Jornada de México