Analía Moschini, la profe que desafía estigmas del sistema cumpliendo «tareas diferentes»

La historia de Analía Moschini dispara el debate sobre el rol que se les asigna a las docentes que cumplen «tareas diferentes».

Por Marcela Isaías / La Capital.com.ar / Sábado 28 de Mayo de 2016

La mañana es muy fría, pero a ninguno de los nenes y nenas de la Escuela Antonio Berni parece preocuparles mucho. Un grupo llega hasta la puerta de la sala de informática acompañados por su maestra de grado. A medida que ingresan se van sentando de a dos para compartir las netbooks ya listas para aprender. Una serie de juegos de ingenio esperan el click inicial. El aula de informática está muy bien equipada y cuidada, igual que la escuela Berni. Pero se vuelve más linda con el tarea colaborativa, ganada por el compañerismo que se vive en esa breve clase, que de alguna manera responde al lema colgado en el ingreso del establecimiento y que dice: «Nuestro horizonte: alegría, mucho aprendizaje y más humanidad».

Analía hace sugerencias, responde las inquietudes de los chicos y los deja trabajar en un terreno que ellos conocen mejor que nadie. En ese escenario se hace un rato para contar su historia, cómo y por qué está a cargo de ese espacio. Un grave accidente de tránsito la obligó con el tiempo a pasar por seis operaciones en una de sus piernas (la última fue hace cuatro años), lo que sigue es una prótesis en la articulación. Se recibió en 1999 y al año siguiente ya daba clases en el Instituto Superior Olga Cossettini, era la responsable de la cátedra de residencias, es decir formadora de formadores. Siguió perfeccionándose con una licenciatura y en diferentes postítulos. También comenzó a enseñar en la Escuela Secundaria Nº 514 Madres de la Plaza de Mayo, y en los 7 grados de la primaria de Funes. «A veces una está mal y no te das cuenta. Es como que en la docencia te acostumbrás a vivir mal. El ultimo año que trabajé dando clases, como la mayoría de los salones de la secundaria están en una planta alta, esperaba que fuese el horario de salida para bajar y poder ir al baño o moverme, por el dolor que sentía. A la mañana estaba más o menos bien pero al llegar al mediodía no daba más. Y sobre todo porque mi estilo no es quedarme sentada detrás de un escritorio, más en aquellos contextos donde hay que poner el cuerpo todo el tiempo», cuenta de un padecimiento que se empeñó en no reconocer a tiempo.

«No podía siquiera preparar una comida entera, la hacía por parte», describe sobre cómo era su vida cotidiana para explicar por qué los dolores y operaciones la obligaban a tomar licencias de manera intermitente. Hasta que en una de las visitas de Salud Laboral, la derivan a una Junta Médica: «Fui a la Junta que me termina derivando a tareas diferentes de manera preventiva. Las resonancias muestran el deterioro pero cuando me ves, me ves caminando. No se puede evaluar cuándo aparece el dolor. Después de cierto tiempo de pie empiezo renguear, y yo ya lo tengo tan bien incorporado que a lo mejor me ves parada y no te das cuenta que lo estoy en una sola pierna».

Cambios

En 2014 le certifican la «tarea diferente definitiva», eso significó dejar sus clases en el nivel superior y en el secundario, y cumplir sus horas de trabajo en la primaria de Funes. Confiesa que cuando le anunciaron la decisión llegó a dudar de quién era: «Viví siempre en una escuela. Mi mamá era maestra en la Vigil. Yo hice la guardería en Vigil y nunca me fui de una escuela». El enamoramiento con la educación con el tiempo se convirtió en su oficio y razón profesional.

Habla y recorre con la mirada el patio, las aulas, la escuela. Cuando llegó a la primaria le ofrecieron hacer un trabajo administrativo, pero no aceptó y propuso buscar otra alternativa. «Me resistía y me sigo resistiendo, por cómo está vista la tarea diferente. Además mi ser es de docente y si aceptaba una tarea de secretaria, una parte de mí quedaba estancada». La directora de entonces Zulema Parma escuchó su justo pedido y la orientó a apropiarse de un proyecto para la primaria. La decisión profesional y solidaria de la directora fue clave en esta historia. Una actitud que continuó la actual directora, Susana Pasquinelli. Analía se interiorizó del trabajo con las Tics, asesorándose con otra maestra que estaba en una situación similar y se puso al hombro la sala de informática de la primaria. Una sala digital muy completa, pero que hasta su llegada estaba casi inutilizada.

Reconoce que la formación de grado recibida en el nivel superior es tan completa que le allanó el camino en las distintas disciplinas que se aprenden en la primaria. Hoy aplica esos conocimientos en armar trabajos con el uso de las computadoras para los distintos grados. Es una iniciativa donde también participan las maestras de grado. Los logros están a la vista: aprendizajes integrados a través de las nuevas tecnologías, en los que además se capacitan los docentes. La frutilla del postre de este proyecto es el blog «Ventana escolar», donde se exponen las distintas producciones.

Ingeniería solidaria

Hoy Analía administra sus tiempos de trabajo y de movimiento para no estar nuevamente afectada. Pero sobre todo se vale de toda una ingeniería solidaria propia de la educación pública: desde avisarle por mensajito de texto a las maestras que están en los salones más alejados para que asistan a la clase de informática hasta permanecer sentada y sean los chicos quienes les acerquen sus máquinas. «Yo los incluyo a los chicos y ellos me incluyen a mí», dice satisfecha.

El reglamento 3029 es el que rige para estos casos. Nada dice que la tarea diferente es cumplir un trabajo administrativo. También es una realidad que no todos los docentes que pasan a cumplir estas funciones pueden estar frente a un aula, en especial los casos de psiquiatría o problemas en la voz. «Entiendo que me cuiden pero mi problema está en la pierna, no en la cabeza», desafía sobre sus capacidades intactas para enseñar. Y de alguna manera trae a la mesa de discusiones los estigmas que recaen en los docentes a cargo de tareas diferentes transitorias o definitivas: pasan a ser las secretarias de una escuela, y de paso cubrir los cargos administrativos que el Estado no provee, o se las deja de lado en los proyectos institucionales considerando que no tienen nada que aportar. «Sos un disponible del sistema», dice Analía y reclama que se revea por qué casos como el suyo no pueden hacer la carrera docente, esto es ascender a un cargo directivo. Ironiza la situación con este ejemplo: «Michetti puede ser vicepresidenta pero yo no puedo ser directora de una escuela». Más allá de lo construido en la escuela, entiende que de no mediar un cambio de normativas que reconozca su trabajo de educadora siempre estará en un «no lugar», muy solitario y a riesgos de los cambios.

A Analía los chicos de la Antonio Berni la conocen como «la profe de computación»; al principio los del jardín le decían «la seño de las películas», eso fue hasta que se amplió el trabajo con la informática en la escuela. «Son maravillosos», expresa mientras los piensa en voz alta. Asegura que en este tiempo se formó tanto en cómo enseñar con las nuevas tecnologías que ya no extraña sus clases de inglés. Eso sí, a lo que no está dispuesta a renunciar es a su amor y compromiso con la enseñanza.

Nuevos roles en el magisterio

«En unas jornadas del Ministerio de Educación de Escuela Abierta se habló mucho de los nuevos roles dentro de la escuela. Pienso que el que cumplo es uno de esos nuevos roles. Ahora hay que reconocerlo», dice Analía. También recuerda que su experiencia la expuso en el Congreso de Educación organizado por Amsafé provincial el año pasado, donde desarrolló el proyecto de trabajo con las Tics desde el lugar de la tarea diferente. Y muestra su satisfacción de que el Ministerio haya seleccionado ocho trabajos del blog «Ventana Escolar» (ventanaescolar1388.blogspot.com.ar), para compartirlos en una nueva plataforma educativa

Tomado de: http://www.lacapital.com.ar/analia-moschini-la-profe-que-desafia-estigmas-del-sistema-cumpliendo-tareas-diferentes-n795408

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