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Argentina. Educación analógica en la era digital: ¿riesgo o beneficio?

Argentina/ 26 marzo 2016/ Autora: Laura Reina/ Fuente: La Nación

Los sistemas pedagógicos Waldorf y Montessori proponen la desconexión, mientras que la tendencia general es incluir cada vez más tecnología en las aulas.

Cando Ema empezó el jardín, en sala de 2, además de juguetes, bloques, pinceles y pinturas, tenía a disposición un iPad en el aula. Ninguno de los padres dijo nada. ¿Por qué cuestionar algo que la mayoría tenía y era usado por sus hijos? Además, el iPad era visto como sinónimo de avanzada en una época donde muchas escuelas están incorporando, en mayor o menor grado, la tecnología. Pero a Elisa Higgimbotton, la mamá de Ema, algo le hacía ruido. En su casa tenían horarios reducidos para uso de la tecnología, la televisión estaba casi todo el día apagada y con su marido fomentaban el juego al aire libre y la creatividad a través de la pintura y la lectura. «Aunque nos llamó la atención que hubiera un iPad, no lo cuestionamos porque era un recurso más entre los otros materiales didácticos -dice Elisa-. Pero en sala de 4 Ema empezó a decir que se aburría en el jardín y que no quería ir más. Ahí empezamos la búsqueda de otros colegios y se nos hizo el clic», cuenta Elisa, feliz de haber encontrado la escuela ideal para Ema basada en la pedagogía Montessori, donde cada uno de los materiales didácticos (en su mayoría realizados en madera) tiene un fin en sí mismo. Y donde la tecnología brilla por su ausencia.

Pienso que como padres podemos preguntarnos a modo de reflexión ¿qué sistema escolar es mejor para mi hijo, aquel que incorpore la tecnología o que la deje a un lado?, si estamos en presencia de unos nativos tecnológicos, ¿nuestra generación aprenden a usar primero el teclado y luego a escribir?, o vemos la tecnología como un complemento y deseamos apostar por otros métodos que generen diversas formas de aprendizaje, ante este panorama el método Montessori siempre tiene una actividad que motiva más que una pantalla: dibuja, teje, salta charcos, está en la huerta.

En tiempos donde las escuelas debaten cómo hacer un mejor uso de la tecnología -según una encuesta de Unicef acerca del uso de las TIC en la educación básica el 47% de los docentes en la Argentina trabaja con computadoras en el aula- y en momentos donde los educadores debaten si el celular es un recurso de aprendizaje válido (en este caso sólo uno de cada diez lo utiliza con fines pedagógicos) hay escuelas y padres que se preguntan por el aporte real que estas tecnologías pueden ofrecer a los niños de nivel inicial y primaria. Entre quienes eligen una educación analógica en plena era digital aparecen, ni más ni menos, los gurús de Silicon Valley. Sí, los «padres» de la tecnología moderna envían a sus hijos a escuelas de pedagogías alternativas como Waldorf o Montessori para alejar a sus herederos de las pantallas, con la esperanza de fomentar en ellos la creatividad, la curiosidad y el pensamiento lateral, verdaderamente una paradoja que crea contradicciones en materia de métodos de enseñanza.

MONTESSORI 2

Marcos Garcilazo, de 12 años, pinta un libro que hizo él en la escuela Waldorf; una de sus hermanas, atrás, usa el celular. Foto: Juan Ulrich

Una reciente nota publicada por el diario El País señala que los últimos resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (más conocido como PISA por sus siglas en inglés) vienen demostrando que las escuelas que han invertido mucho en computadoras y demás dispositivos tecnológicos no han logrado mejoras significativas en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias respecto de las que han invertido menos dinero.

Según el artículo mencionado, la Waldorf School de Península, en California, es una de las escuelas que concentran en sus aulas más hijos de la tecnología. «Sus centros enseñan a los alumnos las nuevas formas de pensar que muchos empresarios demandan», explica Beverly Amico, líder de la Asociación de Escuelas Waldorf de los Estados Unidos. Entusiasmado con el hecho incuestionable de que muchos de sus alumnos son hijos de los gurús de Silicon Valley, agrega: «Los estudiantes criados con tecnología acusan a menudo poca predisposición para pensar de forma distinta y resolver problemas. Habilidades como tomar decisiones, la creatividad o la concentración son mucho más importantes que saber manejar un iPad o rellenar una hoja de Excel, sin contar que la tecnología que utilizamos ahora resultará primitiva y obsoleta en el mundo del mañana.»

Desde las escuelas de pedagogía alternativas aseguran que la preferencia de la educación analógica frente a una digital no es dogmática, sino metodológica. Fernando Nandin, director de Tigre Montessori School, sostiene que la pregunta clave que se hacen como educadores y que hay que hacerse como padres es si estos dispositivos tecnológicos de entretenimiento y comunicación ayudan o no al niño en su desarrollo. «La respuesta en la mayoría de los casos es no. El problema no es el aparato, sino los contenidos. Hay dibujos animados que son violentos, que los alejan de la realidad y que no les aportan nada. Pero aun los que son meramente educativos, como, digamos, un documental sobre el fondo del mar, tampoco aportan porque en la educación Montessori no concebimos el aprendizaje sin movimiento. Que estén una hora quietos, mirando y escuchando, sin ningún tipo de experiencia ni utilizando el resto de los sentidos no es un aprendizaje -sostiene Nandin-. El niño necesita moverse para aprender y todo lo que se lo impide es dañino. Es como tenerlo atado, no físicamente sino psicológicamente. En la escuela no tenemos ni una pantalla. Los estímulos son elementos concretos como libros, banderas y tarjetas para experimentar. Y priorizamos la experiencia directa, no mediada por la tecnología.»

Elena Herbon, fundadora de la escuela Waldorf Clara de Asís de Benavídez, sostiene que ni ellos ni los alumnos viven en la edad de piedra. «No negamos la tecnología, no vivimos aislados ni en una burbuja. Pero partimos de la base de que aprendemos haciendo. Primero hay que aprender a usar el propio instrumento, que es el cuerpo -dice-. Pretendemos que la tecnología se incorpore en el momento adecuado, cuando el yo está formado para usarla, que es a partir de los 14 años, es decir, el primer año de nuestro secundario. En ese momento el chico puede recurrir a ella, entre tantas otras, sin que interfiera en sus habilidades naturales. Antes de esa edad está desaconsejada. Sin un yo formado, caer en la virtualidad o la abstracción de la tecnología no es conveniente.»

Decidir entre las bondades de cada uno no es importante lo medular es valorar en ambos el aprendizaje la interacción y el proceso de formación del educando, no obstante proponer un híbrido no sería contraproducente, resalto en esta parte algunos beneficios que particularmente me atraen como madre y educadora. El método atiende a la auto disciplina interna los niños son motivados a colaborar y ayudarse mutuamente, el material es autodidacta y retroalimenta, el material es multisensorial, el niño trabaja donde se sienta confortable, promueve el desarrollo social y cognoscitivo La educación de los pequeños es fundamentalmente para la doctora Montessori “desarrollar las energías” de dentro a fuera, inicialmente biológicas, claro está, en su primera etapa, ofreciendo un ambiente adecuado Otro principio básico es el ambiente, que debe estar adaptado a los niños. “Ello es una obra de servicio social, porque aquél no puede desenvolver una verdadera vida en el ambiente complicado de nuestra sociedad y menos aún en el de los refugios y prisiones que llamamos escuelas… En lugar de esto debemos prepararle un ambiente donde la vigilancia del adulto y sus enseñanzas se reduzcan al mínimo posible; cuanto más se reduzca la acción del adulto, tanto más perfecto será el ambiente. Este es un problema fundamental de la educación

Lejos de los fanatismos y de los extremos, Rita Martini, psicopedagoga con posgrado en neuropsicología infantil del aprendizaje, sostiene que un niño debe saber desenvolverse con las herramientas digitales y las analógicas. «No es una o la otra. Es una y la otra, y lograr que haya un equilibrio. La tablet es fantástica, pero está probado que cuando a un chico le ofrece un juego tradicional, lo acepta feliz. Los niños que aprenden a través del juego en relación con otro aprenden a leer el vocabulario corporal, a manejar la frustración porque no pueden abandonar un juego a la mitad, como pasa cuando pierden en la tablet.

Por su parte, Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación de la Universidad de París, autora del libro Los chicos y las pantallas y especialista en cultura juvenil, sostiene que el desafío de las escuelas y las familias no es restringir al máximo el uso de la tecnología sino buscarle la manera de aprovecharla para fortalecer el capital educativo y cultural de los chicos. No es verdad que la tablet es un aprendizaje pasivo: el chico entra a sitios y se hace preguntas, accede a lugares que despiertan su curiosidad. Obviamente hay que consensuar tiempos y usos dentro de la escuela y la familia», sostiene Morduchowicz.

Pero ¿es posible mantener este equilibrio optando por una escuela de pedagogía alternativa? Para Amparo Gutiérrez, mamá de Joaquina, de siete años, la respuesta es no. Alucinada por la propuesta, llevó a su hija a una escuela Montessori, donde hizo el jardín de infantes y primer grado. Pero de a poco se fue sintiendo incómoda y terminó abandonando la propuesta pedagógica que tanto la había deslumbrado. «Me enganché por el lado del juego, de crear seres autónomos y responsables, que circulen libremente en el espacio físico, no sólo del aula sino del colegio -cuenta Amparo-. Pero la realidad es que en casa se usa la tecnología y a Joaquina le permito ver televisión.»

Pablo, Tobías y Sofía son hermanos. Los más grandes van a una escuela Waldorf. La chiquita, todavía no. La mamá, Paula, reconoce que los primero que preguntan al llegar a un lugar es la clave del Wi-Fi. «Yo tomo lo que me parece positivo de la pedagogía y lo otro lo manejo. Todos tienen su tablet y se manejan con la tecnología de forma autónoma. En el colegio no está bien visto, pero yo les digo que es imposible abstraerlos de la realidad. La verdad es que hay cosas que en la escuela no se enseñan y que me parece importante que ellos las incorporen por afuera.»

Fuente de la Noticia y Fotografías:

http://www.lanacion.com.ar/1883361-educacion-analogica-en-la-era-digital-riesgo-o-beneficio

Referencias

http://bibliorepo.umce.cl/revista_educacion/2006/326/27_30.pdf

Socializado por:

Dulmar Pérez. Candidata al Doctorado Pedagogía, Magister en Docencia Universitaria, Especialista en Docencia para la Educación Inicial. Ha publicado artículos internacionales y nacionales PEII-A Investigadora adscrita al CIM. Coordinadora CNIE en Barinas.

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Este 29, la Federación Docente de Argentina, CTA adhiere a la Jornada Nacional

Concentración 10,30hs en Casa de la Provincia de Chaco

Fuente FND/ Marzo 29 de 2016/

La Federación Nacional Docente, FND, adhiere a la Jornada Nacional de la CTA Autónoma junto a los gremios estatales mañana martes 29 con la modalidad dispuesta en cada provincia. En solidaridad con los conflictos docentes de Sitech Federación en Chaco, del SUTEF en Tierra del Fuego que protagonizan un duro conflicto junto a otros gremios, del MTL y la UTEM en Misiones, más los docentes de Santiago del Estero, Santa Cruz, Formosa, Mendoza y Jujuy en conflicto, la FND concentra a las 10,30hs frente a la Casa de la Provincia del Chaco en CABA (en Avda. Callao Nº 322). Allí se entregará un Documento Público junto a dirigentes de la CTA Autónoma y ATE para reclamar solución a los conflictos.

La FND entiende que no hubo “cambios” con los nuevos gobiernos nacional y provinciales: los montos en negro, las políticas de ajuste al sector docente, la represión directa o indirecta a través de descuentos salvajes o la intimidación a los que adhieren a las medidas o a las organizaciones que resisten esta política, determinó que suceda lo que sucede año tras año: conflictos docentes que se extienden en 8 provincias, con gobernadores que se niegan al diálogo y un gobierno nacional que mira para otro lado.

La Federación reafirma la necesidad de que la Nación invierta en educación, aumentando fuertemente las partidas presupuestarias para mejorar las condiciones de enseñanza-aprendizaje y modificar la matriz salarial docente. Al apropiarse del 75% de los recursos coparticipables y dado lo escaso que destina a educación y salario, esto determina la responsabilidad del gobierno de Macri y su ministro Bullrich, como corresponsables y garantes del sostenimiento del sistema educativo del país.

La FND requiere: 1) Que los gobiernos provinciales habiliten el diálogo efectivo como único camino para la superación del conflicto, determinando los aumentos salariales y presupuestarios que se demandan para alcanzar el normal dictado de clases. 2) Que el gobierno nacional se involucre (tal fue su promesa) con los fondos necesarios e inclusive concrete la posibilidad de financiar y blanquear parte de los salarios básicos docentes, como tanto ha anunciado. 3) Que cesen las políticas represivas para el sector y los trabajadores en su conjunto.

De no haber solución, la FND convoca a acompañar la marcha de la docencia santiagueña el jueves 31. Y llama a los docentes del país en las escuelas y en sus entidades de base a debatir la necesidad de convocar a un paro nacional el próximo lunes 4 de abril. por justicia para Fuentealba, solución a los conflictos provinciales, el fin de la criminalización de la protesta, de los despidos y del ajuste al pueblo.

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Juan Eduardo Nápoles Valdés explica por qué aprender matemática suele ser difícil y traumático

26 de marzo de 2016 Agencia CyTA – Instituto Leloir/UNNE. Por Juan Monzón Gramajo.

Juan Eduardo Nápoles Valdés, doctor en Matemática y docente titular de la cátedra Cálculo I en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste, Argentina, explica por qué el aprendizaje de las matemáticas suele ser tan complicado para muchos alumnos.

Las matemáticas deben ser una de las áreas del conocimiento menos populares en el común de la gente. En el banco de una plaza, en el café o en el tiempo libre, es más usual ver a las personas tratando de desentrañar un tratado de filosofía, interesarse por un relato histórico o dar una mirada a las últimas noticias; que despuntar el vicio en la resolución de un problema de aritmética o de trigonometría.

Esta separación voluntaria que se da con la Matemática, tiene un solo origen: el conflictivo y traumático proceso de enseñanza al que varias generaciones se vieron sometidas. Se la mira con respeto, pero de costado.

Desde hace varios años, referentes de esta ciencia-algunos más populares que otros- intentan a través de la divulgación acercar la matemática con resultados más que sorprendentes. Juan Eduardo Nápoles Valdés, cubano, doctor en Matemática, forma parte de este grupo de divulgadores.

Residente en el país desde fines de la década del 90, en la actualidad se desempeña como docente titular de la cátedra Cálculo I y adjunto de la cátedra Cálculo II en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE. Con formación de grado y posgrado en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba, Nápoles Valdés colabora semanalmente con artículos en el Diario La República de la ciudad de Corrientes, entre otros espacios.

De esta manera temas como “El juego del 15”; “El secreto de los mensajes encriptados” o “Acertijos Ariméticos”, se transforman en instrumentos para someter a prueba el razonamiento del lector.

En entrevista concedida a la Revista CyT de la UNNE analiza los errores más frecuentes cometidos en el proceso de enseñanza de la matemática.

-¿Cómo se tiene que enseñar la matemática para hacerla más amena y evitar que se vuelva la menos popular de las asignaturas?

En primer lugar, el problema de la enseñanza y el aprendizaje de la matemática que tenemos en la Argentina también lo tienen otros países. En segundo lugar, no hay recetas universales. En toda América Latina cometimos un grave error y fue hacer lugar al movimiento que introdujo la “Matemática Moderna”. Se sustituyó “nuestra matemática” por otra importada de Europa.

 -¿Cómo era nuestra matemática?

Era producto de la herencia que teníamos en cada uno de nuestros países, en los cuales había Escuelas de Formación de Maestros Normales, con una tradición de más de 80 años como tiene la Argentina. Esa matemática hacía hincapié en procesos destinados a la formación básica del chico, que después podría llegar a ser o no un matemático. Personas que recibieron esa formación, recuerdan estar perfectamente preparados en aspectos básicos de la matemática, pero también de otras asignaturas.

Esto fue eclipsado de a poco por el Movimiento de la Matemática Moderna. Su primer atisbo fue en un seminario muy famoso que se realizó en 1957 en Francia que se denominó “Seminario de Royaumont” donde, teniendo en cuenta el estudio de la situación de Francia, se decidió cambiar la enseñanza de la matemática en Europa occidental. Por supuesto, luego eso se extendió a toda Europa y nos llegó a nosotros por reflujo.

 -¿En qué consistía esa nueva propuesta?

Se partió de un diagnóstico: la formación de los chicos desde el jardín maternal hasta la formación de maestros de matemática era muy estática, muy formal. La única exigencia-según el diagnóstico- estaba en la resolución de cálculos y de ejercicios, sin contar con un pensamiento abstracto. Consecuentemente, la matemática moderna se enfiló al desarrollo del pensamiento abstracto, utilizando en particular una formulación teórico-conjuntista en la cual todas las cuestiones estaban reducidas a conjuntos, pertenencias, relaciones, etc. Con este modelo empezó la debacle.

-¿Qué grandes perjuicios ocasionó la Matemática Moderna?

En primer lugar y como es sabido, ese movimiento no resolvió el problema de enseñanza de la matemática. Los chicos no desarrollaron el pensamiento abstracto, y perdieron lo que mejor desarrollaron en la otra etapa: operatoria aritmética, tecnicismo algebraico, etc.

¿Cuándo nos dimos cuenta en América Latina de esto?, veinte años después que Europa abandonó este modelo de enseñanza. En los años ´70 en América del Norte y Europa, se toma la resolución de problemas como la salvación. Nosotros recién nos dimos cuenta en la segunda mitad de la década del 90. Hoy cuando volvemos a aplicar este modelo de resolución de problemas, ya se está hablando de otro sistema de actividades que plantea estimular el razonamiento con actividades que supongan un reto intelectual al chico.

-Retomando la pregunta inicial y en función a lo que comentó ¿Cómo se debe enseñar matemática?

Hay que enseñarla teniendo en cuenta el lugar donde lo hago. Es decir, en Itatí no se debe enseñar matemática igual que en Belgrano (Capital Federal). Son dos contextos distintos. Hay una corriente que surge en el Brasil de la mano de un profesor muy reconocido, Ubiratan D`Ambrosio que se denomina la “Etnomatemática”. Tenemos que enseñar matemática en el contexto cultural en el que estamos. No podemos olvidar eso. A partir de allí todo lo que podamos realizar hay que hacerlo, eso incluye esfuerzo. Mucho esfuerzo, no solo del maestro, también de la familia y fundamentalmente del chico.

La matemática moderna probablemente funcionó bien en Europa y América del Norte, pero no acá. Tenemos otra idiosincrasia que soporta nuestra educación. No podemos imponer una corriente de educación importada cuando la base cultural es totalmente diferente.

Dar una clase de matemática, también supone un poco de arte. En un contexto como el argentino es imprescindible saber de fútbol. No digo a la altura de Bilardo y Menotti pero hay que saber. Este deporte tan popular debe ser una herramienta para la enseñanza de la matemática.

– ¿Porqué es importante saber matemática?

Hay un libro “Cartas a una joven matemática” del matemático inglés Ian Stewart. En la primer carta, y basándose de un ejemplo muy bueno, explica porqué es importante la matemática. El dice: pon una marca roja a todo lo que veas a tu alrededor que esté relacionado con la matemática, te darás cuenta que prácticamente todo estará marcado de rojo. Desde el celular, el microondas y hasta lo que ingerimos. ¿Por qué? La soja es transgénica, y en ingeniería genética se usa mucha matemática. Es importante saber que la matemática está presente en todos lados, pero como un actor de reparto, no necesariamente es protagonista.

-¿Qué es más importante en ese proceso de aprendizaje de la matemática, la capacidad del chico de razonar o los conceptos?

Hay que partir de un hecho, la matemática no es la única asignatura que enseña a razonar a un chico. Pensamos que solo deben razonar o pensar problemas en matemáticas. No es así. Todas las materias tienen que tributar al desarrollo del razonamiento. Se puede enseñar a pensar correctamente en cualquier materia.

-¿Qué opina del trabajo de Adrián Paenza y de muchos otros que están abocados a la tarea de divulgación para desmitificar un poco a la matemática como una ciencia dura y complicada?

La matemática no es ni más dura y ni más exacta que las otras ciencias. Todo el mundo cree que 1+ 1 es igual a 2 y que a x b=b x a. En matemática no siempre se cumplen con estas reglas: dependen qué cosas sean a y b, como también los “1” de la suma. Hay un libro “La pérdida de la certidumbre” de Morris Klain, y una de las cosas que dice es que todas las ciencias tienen un rango determinado de exactitud y de dureza. Lamentablemente por ciertos motivos, las Ciencias Sociales siempre han sido consideradas blandas, inexactas o sus resultados están condicionados a factores. Es un pensamiento extendido en todos los países de Latinoamérica y en algunos de Europa como en Francia.

-Cuando un joven llega a la universidad y viene arrastrando todas las complicaciones en el proceso de aprendizaje de la matemática. ¿Está a tiempo de aprender a estudiar la materia?

Cuando un joven llega a la universidad y su problema es de déficit de contenido, eso se puede arreglar fácilmente. El problema grave es cuando a la falta de contenido, se le suma, que no tiene hábitos de estudio, porque los retos intelectuales a los que estuvo sometido durante la enseñanza media fueron bajos.

-¿Cómo se estudia matemática?

Una de las diferencias con las demás ciencias es la manera de estudiar. En literatura usted puede estudiar prácticamente en cualquier lugar, porque requiere menos esfuerzo seguir el hilo conductor de una prosa. En matemática y otras ciencias, cuando se está frente a un proceso deductivo y lo interrumpe, al retornar casi nunca retoma desde el mismo lugar. Se tiene que volver necesariamente al principio, porque el camino de varios pasos, a veces requiere que se tenga en claro lo que ocurrió en determinado punto para llegar al paso siguiente. Esto es fundamental. Requiere completar determinadas etapas, para luego interrumpir si es necesario.

A veces en matemática es más útil una hora de estudio, que tres como en otros tipos de asignaturas, utilizados para consultar más bibliografías, más horas de lectura. Comprender la demostración de un teorema es lo básico para determinado aspecto. Esa comprensión requiere 1 hora o más.

Es muy importante el hábito de la lectura para el aprendizaje de las matemáticas. Si no sabes leer cómo puedes aprender e interpretar matemática, la lecto-comprensión es básica, cómo puedes interpretar un teorema, si no sabes lo que lees, Lo mismo con una definición.

-¿Qué desafíos tiene el mundo de las matemáticas para los próximos años?

El desafío fundamental en la enseñanza, desde lo académico, es plantearse cómo enseñar matemáticas en el siglo XXI. Debemos incorporar la tecnología a la educación, cómo usar la computadora, Internet como fuente de información, hasta los celulares. La divulgación científica es fundamental, me hablabas de Paenza, no es el único, Pablo Amster también es un muy buen divulgador de la matemática. Creo que la divulgación científica en el mundo entero es una actividad escasa pero muy útil. Por eso se ve que en una feria del libro, cuando sale un texto de divulgación se agota en minutos. Demuestra que la gente está ávida de este tipo de lectura. Ver la ciencia con objetividad y sin perder la cientificidad, cómo se lo explicamos a los demás, es un reto fundamental. Si un padre no comprende determinados aspectos, quizás no pueda ayudar al hijo en la escuela.

Desde el punto de vista del matemático profesional, existen muchos retos, desde la lista de problemas dada por Hilbert en 1900, hasta los 7 problemas del milenio del Instituto Clay, ofrecen como recompensa un millón por la solución de cada uno de ellos. A éstos hay que agregarles los propios de cada especialidad y otros que trascienden varias áreas, por ejemplo, existe un problema, el llamado “Problema del Cartero Chino” que tiene más de 3 mil años de antigüedad, que ha derivado en otros muchos más complejos e insolubles como el “Problema del Viajante”.

Fuente de la noticia: http://oei.es/divulgacioncientifica/?Juan-Eduardo-Napoles-Valdes-explica-por-que-aprender-matematica-suele-ser

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Argentina: El 31 por Santiago y el 4 de abril, paro nacional de CTERA

El 29, con estatales y la CTA ¡Que SUTEBA convoque en unidad!

Alternativa docente/ 29 de Marzo de 2016/ Docentes y estatales fuimos parte de las multitudinarias movilizaciones del 24 de marzo en el país. Rechazamos la impunidad de ayer y de hoy e, igual que el 24 de febrero, le dijimos no a Macri, su ajuste, protocolo, pago de la deuda y a los buitres. Se expresó además el repudio a Obama, jefe del imperialismo que apoyó el golpe 40 años atrás, a los ingleses en Malvinas y ahora a los buitres, las corporaciones y megamineras que saquean y contaminan.

En estos días se convocan 3 medidas de alcance nacional: La Jornada de Lucha del martes 29 de la CTA Autónoma y los gremios estatales que van a otro paro de 48hs con movilización, a las 11hs hacia la Casa de la Provincia en Capital con ATE, Cicop, Judiciales, organizaciones sociales y políticas como el MST. Para confluir luego, a las 12hs, con la CTA Autónoma y la Multisectorial en Avda. de Mayo y 9 de Julio para marchar al Congreso.

El jueves 31, la CEA y Cisadems llaman marchar a la casa de Santiago del Estero en Capital. Lamentablemente la CEA se niega a llamar paro y no difunde la marcha. Esta es una de las entidades docentes que pactó con Macri y Bullrich un aumento insuficiente, dejando solas a las luchas provinciales como la de Santiago. Lo mismo hizo la Celeste de CTERA que, luego de exigírselo, decidió llamar a Paro Nacional el 4 de abril. Lo anuncian en Mendoza, donde el gobierno de la UCR-Cambiemos quiere meter por decreto el ajuste y un «ítem aula» que es un presentismo encubierto. Y cuando sigue el conflicto docente en Tierra del Fuego, Chaco, Misiones, Santiago del Estero, Santa Cruz, Mendoza y Jujuy.

En la provincia no cobramos aún el insuficiente aumento salarial; muchas escuelas tienen problemas, los auxiliares luchan a brazo partido contra el vergonzoso aumento del 15% que quiere imponer Vidal a los estatales con la traición de UPCN o Fegeppba, la represión y las patotas como en el hospital San Martín. Hay también reclamos por infraestructura, el IOMA, la ART, los comedores o la falta de cargos. ¡Motivos sobran para luchar en unidad con los estatales el 29! Como hicimos el 24 y el 29 de febrero, luego el 9 y el 16 de marzo.

Por responsabilidad de la Celeste, el FGDB y Udocba no hay conflicto organizado. Las Seccionales combativas de SUTEBA debemos llamar a pelear en unidad el 29. Y exigir a la Celeste de SUTEBA que llame a luchar con los estatales ese día. Y el 31 debemos acompañar la marcha para que triunfe la gran huelga de la docencia santiagueña.

El lunes 4, ¡sumarnos todos al paro de CTERA! Pese a que llega tarde, debemos exigir que sea activo y parte de un plan de lucha; con un pliego de reclamos que diga que plata hay. Con lo que Macri quiere pagar a los buitres, se pueden dar los $ 12.000 de inicial al 1,1 millón de docentes del país. Y sobra para emplear a medio millón de trabajadores por un año. O elevar el presupuesto educativo al 10% del PBI. Es necesario un paro y movilización nacional de las CTA y las CGT para lograrlo. ¡Vamos por ello, unificando a docentes y estatales!

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Inscripciones feministas. Notas críticas sobre la reproducción del conocimiento

Natalia Fischetti. Doctora en Filosofía. Investigadora Asistente en INCIHUSACCT-CONICET Mendoza, Argentina. E-mail: natalia.santarelli@hotmail.com

Mariana Alvarado. Doctora en Filosofía, Investigadora Adjunta CONICET, INCIHUSA-CONICET (CCT-Mendoza). Integrante del IDEGEM (Instituto de Estudios de Género y Mujeres) Universidad Nacional de Cuy. E-mail: elotro4to@gmail.com

CONICET –Mendoza

INCIHUSA–Grupo de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas

Resumen:

El escrito propone abrir la pregunta por un feminismo de cuño latinoamericano que interrogue al modelo de ciencia que atravesamos y que nos atraviesan; por la producción y la reproducción del conocimiento en la ciencia y en la educación desde la perspectiva de un feminismo crítico; por las posibilidades de que una perspectiva desde las voces de las mujeres vacíe y desborde los campos del saber, de producción y reproducción del conocimiento. Quizás sea este un comienzo posible: el de señalar las faltas, las ausencias, los silencios, las exclusiones de las perspectivas femeninas en las academias de nuestra región.

Palabras claves: Feminismo latinoamericano, producción y reproducción del conocimiento, feminismo crítico, perspectivas femeninas en la academia.

SPIVAK, 1998, 181

Nos cuesta hablar, conectar nuestro lenguaje público con el lenguaje privado. Nos cuesta decir lo que pensamos y hacemos conscientes de este trasfondo pulsional, de conflictos y vergüenzas inconscientes.

Rivera, 2010, 20.

La mujer escritora debe interpretar el lenguaje para, a partir de allí, crear su propia retórica, capaz de explorar las zonas del discurso intimista. Este es el desafío en el que se embarca la literatura feminista latinoamericana.

De autobiografías y cuartos propios

Me considero una privilegiada: me dedico profesionalmente a leer y escribir. No he dejado de estar en el sistema educativo formal: un profesorado en filosofía, una maestría en metodología de la investigación científica, un doctorado en filosofía, proyectos de investigación, aulas secundarias, universitarias y de posgrado, congresos, cursos. Sin embargo, hasta este año, luego de 20 años de educación superior, no había leído textos de mi disciplina desde una perspectiva feminista.

Me tomó tiempo de construir mi carrera universitaria que sigue presentando a la filosofía de manera deshistorizada, como si el pensamiento Filosófico para ser propiamente filosófico tuviera que asumir un carácter neutro, universal, desapasionado, ciego a intereses sociales, circunscrito a un universo específico, el del hombre blanco, europeo, inteligente, heterosexual. Hicieron falta muchos años de lecturas, sobre todo en grupos de investigación críticos al modelo de la universidad, para adquirir una posición que reivindicara, en principio, perspectivas latinoamericanas con una impronta histórico-política. Una filosofía crítica, histórica y política de las ciencias y de la educación. Leo ahora a mujeres que reescriben la historia de la filosofía y de las ciencias desde una mirada femenina, crítica del patriarcado anudado al capitalismo, y siento que mi carrera recién comienza. Siento que estoy en pañales con todas las discusiones y debates feministas acerca de mis temas de interés, de los temas epistemológicos sobre los que vengo leyendo, pensando y escribiendo algo desde hace al menos diez años.

Les consulto a algunas de mis colegas mujeres sobre la perspectiva de género en sus carreras, de las carreras probablemente más políticas y politizadas de mi provincia: trabajo social, comunicación social… y no, tampoco han estudiado en su trayecto universitario o posteriormente de modo sistemático a mujeres que escriban sobre las problemáticas de las mujeres aquí y allá.

Leo, en esta clave, un artículo de Alejandra Ciriza (2010) que me remite a un texto que conozco de nombre pero que no he leído: Una habitación propia de Virginia Woolf. Lo busco y comienzo a disfrutarlo. Ella dice que:

La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia. (Woolf, 1984, 77).

Sentí vergüenza de que a casi un siglo de distancia de su brillante discurso, yo, que soy una mujer privilegiada, que tengo un cuarto propio, una oficina, un sueldo que recibo para dedicarme a esto que estoy haciendo ahora, me sintiera, sin embargo, tan identificada con lo que allí leía. Me siento representada por su denuncia desde dos perspectivas complementarias: desde una mirada retrospectiva acerca de mi propia formación y desde una mirada que anuda mi trabajo con mi vida cotidiana, mi trabajo intelectual con mi trabajo en el hogar. Mi doble jornada que no tiene una clara línea divisoria sino que gira como un molinete de dos colores, esos hechos de papel para alegría de los niños, o de las niñas, o de mis niñxs.

Decidí dejar la lectura de la Woolf para mi casa y constaté que tardé casi tres días en terminar un texto de 80 páginas. Decenas de tareas cotidianas me impedían apenas encender la computadora y cuando al fin encontraba el momento, que esperaba ansiosamente porque el texto me parece maravilloso, interrupciones varias me hicieron entre cortar la lectura. Una mujer-jefa de hogar, como dicen los sociólogos-recibe demandas permanentemente, tiene más obligaciones de las que puede contar. Sentí vergüenza: cómo escribir, si apenas puedo leer. La oficina, en cambio, parece ser un lugar más propicio. Sin embargo, las demandas burocráticas, administrativas y de gestión hacen difícil también la tarea de sólo leer y escribir. Dediqué buena parte de mi tesis doctoral (2013) a mostrar, de la mano de la teoría crítica de cuño marcuseano, cómo la investigación en ciencias y en humanidades está atravesada por la misma lógica productiva, de eficiencia, de competitividad, que cualquier otra área del mercado. Por lo que sólo pensar, dar tiempo a las ideas para que logren tener un carácter personal y crítico, parece tener que escapar a la vorágine de cursos, congresos, evaluaciones y publicaciones.

Pero aquí estoy, avergonzada de mis pocas líneas, con todos mis privilegios de mujer blanca, de clase acomodada, trabajadora intelectual, con dificultades para leer y escribir, intentando balbucear algo que me dé ánimos a mí y a otras para seguir por este camino. Estoy escribiendo, deliberada y explícitamente, desde mi experiencia vital, desde mi historia personal, desde mi voz, porque al menos ya he comprendido que ésta es la mejor manera que tengo de decir algo que me comprometa como mujer de un modo más general, que aporte alguna frase genuina, que pueda conmover aunque sea un poco tantas ideas grabadas a fuego por un modelo capitalista, patriarcal y excluyente. Esto implica quizá dejar de sentir vergüenza y dejar a un lado las imposturas académicas impuestas por estándares masculinos que reproducimos las mujeres para formar parte como “iguales” de un mundo agónico (¿hace falta aquí decir que siguen predominando la violencia, la exclusión, la guerra y el hambre?).

Se me ocurre ahora que escribo desde la falta, esa falta que el psicoanálisis ha revelado como profundamente femenina y maravillosamente creativa y bella. No tengo ya que demostrar todo lo que tengo sé, sólo quisiera ejercer con mis palabras esa tarea del pensamiento filosófico crítico que se ocupa de preguntar, de problematizar, de cuestionar el status quo, de rasgarlos velos con las uñas para mostrar que hay otras miradas, otras historias que pueden inspirarnos a parir algo nuevo. Romper con los dientes tantas hojas escritas por los conservadores y reaccionarios para intentar escuchar el silencio, lo no dicho, lo no preguntado, lo ahogado. Mirar de nuevo con una perspectiva personal para demostrarnos que podemos vivir de modo diferente a como nos enseñaron y nos contaron, ser quizá un poco fieles al pedido de Woolf: Por tanto, os pediré que escribáis toda clase de libros, que no titubéis ante ningún tema, por trivial o vasto que parezca. Espero que encontréis, a tuertas o a derechas, bastante dinero para viajar y holgar, para contemplar el futuro o el pasado del mundo, soñarle yendo libros y rezagaros en las esquinas, y hundir hondo la caña del pensamiento en la corriente. Porque de ninguna manera os quiero limitar a la novela. Me complaceríais mucho y hay miles como yo si escribierais libros de viajes y aventuras, de investigación y alta erudición, libros históricos y biografías, libros de crítica, filosofía y ciencias (Woolf, 1984,78).

Con estas premisas es que me atrevo a escribir en diálogo explícito con otra mujer y en diálogo implícito con otras mujeres remotas en el espacio y el tiempo.

Nos preguntamos por un feminismo de cuño latinoamericano que interrogue al modelo de ciencia que atravesamos y que nos atraviesa. Nos preguntamos por la producción y la reproducción del conocimiento en la ciencia y en la educación desde la perspectiva de un feminismo crítico que hemos escuchado poco, casi nada, en una academia que parece reproducirse una y otra vez con caracteres estrictamente andrógenos, propios del capitalismo y el colonialismo. Nos preguntamos por un feminismo del que no encontramos libros en circulación ni en librerías ni en bibliotecas. Nos preguntamos por las posibilidades de que una perspectiva desde las voces de las mujeres vacíe y desborde los campos del saber, de producción y de reproducción del conocimiento. Quizá sea este un comienzo posible: el de señalar las faltas, las ausencias, los silencios, las exclusiones de las perspectivas femeninas en las academias de nuestra región (Cfr. Fischetti, 2013).

En el marco de una epistemología crítica de largo alcance y profundidad en términos teóricos pero de escasa presencia en las prácticas de la investigación científica en los espacios de la academia, en muchos casos, regidos por los cánones de la ciencia moderna atada al capitalismo, se vuelve imprescindible ya enunciar la perspectiva feminista en su aporte a la crítica epistemológica de raigambre latinoamericana. Dado que los saberes instituidos e instituyentes han sido producto de una empresa androcéntrica, la construcción cultural de la ciencia y la construcción social de los géneros han hecho de la ciencia una empresa masculina que dificulta la participación de mujeres y demás culinidades subalternas en la comunidad epistémica. Si bien es posible dimensionar en la ciencia un doble aspecto señalado por Maffía: como proceso y como producto, es indispensable visibilizar que también es productividad (de sujetxs). Las transformaciones que se procuran tanto para el proceso como para el producto condicionan que la ciencia sea más o menos sesgada y en esa producción se construye “la” sujeto de la ciencia como objeto y como  sujeto que se tiene a sí misma como valiosa. Instalamos entonces la pregunta sobre las estrategias metodológicas que permitan una perspectiva feminista sobre la ciencia no sólo respecto de las mujeres como productoras de conocimiento sino además de los sesgos que el género imprime en el producto para sí visibilizara «la sujeto».

Una perspectiva feminista de la ciencia (y de la tecnología) busca evidenciar la ideología sexista que la ha constituido históricamente, con el objetivo explícito de producir transformaciones en la praxis científica y política. Se impone entonces la pregunta en la tensión entre la imposición de la ciencia de una adaptación de las mujeres a sus normas y la demanda de las mujeres de una transformación profunda de la ciencia en todas sus instancias. Esto supondría una ampliación de la racionalidad concebida en términos modernos a partir del trabajo explícito con la subjetividad, la sensibilidad, las pasiones, la singularidad, el cuerpo y la narratividad. Esta introducción de nuevos modos de conocer en el proceso de producción de saberes científicos modificaría un modelo de ciencia y tecnología que ha sido muy cuestionado desde hace más de medio siglo, a la vez que prácticamente intocado. Una ciencia nueva rompería con las dicotomías modernas, incluso con la de lo masculino y lo femenino, hacia una apertura a la multiplicidad.

Señala Diana Maffia, que: La historia (y la filosofía) de mujeres en ciencia es una disciplina relativamente reciente, pero podemos ya distinguir diversos abordajes conceptuales: el primero procura echar luz sobre aquellas mujeres cuyas contribuciones científicas han sido negadas por las corrientes dominantes de historia de la ciencia. El segundo complementa el anterior, analizando la historia de la participación de las mujeres en las instituciones de la ciencia, especialmente enfocando el limitado acceso de las mujeres a los medios de producción científica y el status dentro de las profesiones. El tercero se interesa por el modo en que las ciencias (sobre todo médicas y biológicas) han definido la naturaleza de las mujeres. El cuarto analiza la naturaleza masculina de la ciencia misma, y procura develar las distorsiones en las mismas normas y métodos de la ciencia que han producido la ausencia histórica de mujeres de cualquier rol significativo en la construcción de la ciencia moderna. (Maffia, 2007, 2).

En  la ciencia, como en la educación, el modelo moderno androcéntrico y patriarcal ha naturalizado un sujeto cognitivo signado por el individualismo, la competencia, la eficiencia y la productividad. Un sujeto  cognitivo, que se presenta ideológicamente como «objetivo», ha obturado históricamente la posibilidad de que otros modos de conocer, otros estilos alternativos, otras capacidades humanas tengan valorización epistémica.

Ante un modo de desarrollo de la epistemología afincado en el presupuesto de cierta superioridad de Occidente, de sus lógicas y modus operandi, Boaventura de Sousa Santos propone una epistemología del Sur, término que mantiene la palabra epistemología pero que busca revertir su significado en forma contra-hegemónica.

Entiendo por epistemología del Sur el reclamo de nuevos procesos de producción y de valoración de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las discriminaciones causadas por el capitalismo y por el colonialismo. (De sousa, 2011, 35).

El Sur en tanto concepto que engloba el sufrimiento humano causado por, y las luchas contra, el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo, en cualquier lugar geográfico del mundo en el que se encuentren, incluso en el Norte. Para De Sousa Santos, los saberes del pensamiento crítico de una tal epistemología requieren, a diferencia de las construcciones teóricas críticas eurocéntricas, ir acompañando por detrás a los movimientos de transformación social, pensando lo impensado, dejándose sorprender. Sin embargo, de cara a los desarrollos del pensamiento crítico latinoamericano, Breny Mendoza, cuestiona:

Mi reflexión sobre estos nuevos conocimientos inspirados geopolíticamente en América Latina está guiada por tres preguntas: ¿Cuán lejos llega el nuevo «conocimiento otro» latinoamericano en su inclusión del pensamiento feminista y la cuestión del género? ¿Cómo se puede articular el feminismo y el género en esta nueva epistemología del sur (como le llama De Souza Santos a las nuevas teorías), de manera que el sufrimiento y los sueños de las mujeres se tomen en cuenta y sus conocimientos no queden soterrados como de costumbre? ¿Qué lugar ocupan las feministas latinoamericanas en el surgimiento y constitución de la epistemología del sur y cuál puede ser su aporte? (Mendoza, 2010, 20). Sus respuestas demuestran la ausencia de las referencias a escritos feministas en la región al mismo tiempo que una falta de articulación de las ideas feministas latinoamericanas. Una tarea doble que se abre para quienes nos ocupamos de las ciencias y de las humanidades en Latinoamérica. Con ello (Bartra, 2002) también plantea que nos encontramos, en América latina, en una etapa preliminar en los estudios teóricos feministas. Ella plantea los principales nudos del entramado de feminismo e investigación social partiendo de la experiencia mexicana, donde, si bien hace más de 30 años que este tipo de investigaciones dieron comienzo, y la tendencia es a una mayor institucionalización del movimiento feminista en la región, aún se encuentran en los márgenes de la academia. Algo que parece replicarse en la Argentina. La denominación «estudios de género» ha suplantado, quizá higiénicamente, sugiere la autora, a los «estudios de la mujer» y más aún a los «estudios feministas». También para Teresita de Barbieri (Bartra, 2002) los debates del feminismo han sido más laterales en los espacios académicos latinoamericanos. Si bien Conelly advierte acerca de los debates y controversias en las corrientes feministas acerca de las problemáticas científicas, De Barbieri postula que las propuestas feministas son en general críticas de la forma de producción del conocimiento dominante. Entre las feministas académicas existen ciertos acuerdos tales como: terminar con la «ceguera de género» en la investigación social, producir conocimientos que den cuenta de las condiciones de vida específicas de las mujeres y producir teoría para acabar con la desigualdad, es decir, con referencia para la acción política.

Conelly plantea un panorama de los principales debates entorno a la investigación feminista y a sus aportes a las ciencias sociales. Señala en primer lugar el desarrollo de investigaciones críticas en todas las áreas de las ciencias y las humanidades en contra del sexismo propio e histórico de cada disciplina. Cada una de nosotras puede hacer una revisión de su formación profesional desde el silenciamiento, ocultamiento e invisibilización de la perspectiva de las mujeres en su disciplina. Incluso podríamos hacer un rastreo de todas las posturas misóginas canonizadas en la academia, o del sesgo masculino que toma a los hombres como la norma. Esta denuncia conlleva la pregunta acerca de si la ausencia de las mujeres en la ciencia es inherente a la misma lógica del conocimiento científico y su lenguaje, en su afán demostrarse como neutral. Es por ello que se cuestiona  a la institución científica y académica por la dominación masculina de la organización, la selección de problemas y la división del trabajo desde un estereotipo de lo masculino que pretende dejar fuera de la ciencia a la intuición, la sensibilidad y la creatividad. Para las feministas, en línea con toda epistemología crítica, el contexto de producción del conocimiento (histórico, social, cultural y político) cobra relevancia central para los desarrollos científicos. Del mismo modo que adhieren a que la ciencia tiene connotaciones políticas en su búsqueda del cambio social, aún cuando la academia sigue descalificando las investigaciones que no se presentan como objetivas y neutrales.

Conelly señala los distintos debates que son hoy centrales a la producción del conocimiento en las ciencias sociales críticas porque: Si bien los estudios de género y de la mujer tienen una historia relativamente breve, se insertan, y reflejan, los debates actuales que se están dando en las ciencias y las humanidades entorno a la objetividad, los criterios de verificación y la disciplinariedad. Estos estudios han hecho un aporte muy importante a la epistemología al convertir a las mujeres en sujetos y objetos de conocimiento. Y en este proceso se han constituido como una de las fuerzas más cuestionadoras de los postulados teóricos y prácticas metodológicas de la comunidad científica. Han contribuido, en particular, a la discusión entorno a la reflexividad, la subjetividad y la otredad. (Bartra, 2012:53-54).

También para Sandra Harding, referente en estas reflexiones, las investigaciones feministas han planteado retos a las ciencias sociales. Es por ello que más allá de la pregunta por un método de investigación propiamente feminista,  cobra relevancia la pregunta por las transformaciones que algunas de estas investigaciones puedan haber producido en las ciencias sociales (y también en las naturales). Si bien las técnicas, los métodos, la metodología y la epistemología están vinculados, para Harding las investigaciones feministas socavan los cimientos de las ciencias a nivel epistemológico, al colocar a las mujeres como agentes, sujetos del conocimiento. Aunque esto no significa la mera agregación de mujeres a la ciencia, o la mera recuperación de mujeres a través de los estudios de y sobre mujeres científicas, mujeres públicas o políticas o mujeres víctimas de la dominación masculina, o mujeres subalternas, sugerimos nosotras. Las investigaciones feministas son, para Harding, revolucionarias para la ciencia si adoptan el enfoque histórico, un enfoque que supone una transformación de las ciencias sociales a nivel epistemológico y no meramente de técnicas de investigación social.

La especificidad de las investigaciones feministas implica para esta autora:

  1. Nuevos enfoques empíricos y teóricos: plantear los problemas científicos desde la perspectiva de las experiencias sociales de las mujeres. Si consideramos que los problemas de investigación son siempre problemas para alguien y que las ciencias sociales han planteado tradicionalmente problemas desde la mirada masculina, veremos cómo la reformulación de los problemas lleva a una modificación de la empresa científica. «…los desafíos del feminismo revelan que las preguntas que se formulan–y, sobretodo, las que nunca se formulan-determinan a tal punto la pertinencia y precisión de nuestra imagen global de los hechos como cualquiera de las respuestas que podamos encontrar.» (Bartra, 2012: 21) Esto contrasta con la filosofía tradicional de la ciencia que pondera el contexto de justificación, donde se prueban las hipótesis, por sobre el de descubrimiento, allí donde se formulan las preguntas. Los problemas de las mujeres tienen las voces de las mujeres y, nótese el plural, esas voces varían según la clase, la raza y la cultura y, mucho más si atendemos a la intersección entre raza, clase y género que va más allá de las categorías dicotómicas de la modernidad centrales para el capitalismo colonial moderno. Al mismo tiempo las preguntas, los problemas pueden y suelen entrar en contradicción en la misma persona. Es por ello que las investigaciones feministas trabajan con identidades fragmentadas, frente a las nociones tradicionales del sujeto occidental. Finalmente, aunque no menos importante, para Harding, las preguntas surgen de necesidades y las investigaciones feministas responden a las experiencias de las mujeres en la lucha política, tanto en el ámbito público como en el espacio privado.
  2. Nuevos propósitos para la ciencia social: estar a favor de las mujeres. Los objetivos de las investigaciones feministas buscan respuestas a las inquietudes de las mujeres en lugar de responder a las demandas de instituciones públicas o privadas.
  3. Nuevo objeto de investigación: situar a la investigadora en el mismo plano crítico que el objeto explícito de estudio. Esto supone la explicitación de «el género, la raza, la clase y los rasgos culturales del investigador y, si es posible, la manera cómo ella o él sospechan que todo eso haya influido en el proyecto de investigación…» (Bartra, 2012, 25) Esto se opone a todo objetivismo y neutralidad del sujeto que investiga y se orienta hacia una reflexividad de la investigación

Los elementos señalados por Harding dan cuenta de una metodología de investigación feminista escindida de una epistemología que modifica los grandes fundamentos de la investigación social tradicional. Por otro lado, frente a la postura que indica que sólo las mujeres pueden hacer estudios sobre mujeres se advierte que ésta conlleva una «visión ahistórica y esencialista de la categoría mujer» (Bartra, 2012, 47) Incluso entre mujeres se cuestiona la naturalización de las visiones de autoridad de las mujeres blancas del norte. Frente a la pregunta acerca de si los hombres pueden realizar investigaciones feministas, Harding, por su parte, es contundente: «Es evidente que ni la habilidad ni la disposición para contribuir con el pensamiento feminista son rasgos asociados al sexo» (Bartra, 2012: 29) y agrega, «Queda claro sin embargo que, trátese de mujeres u hombres, quienes no luchen activamente contra la explotación de las mujeres en la vida cotidiana, difícilmente producirán investigaciones sociales acerca de ningún tema que no esté distorsionado por el sexismo y el androcentrismo.» (Bartra, 2012: 32)

Sin contradecir del todo el argumento de Mendoza señalado más arriba, queremos sugerir que quizás las mujeres no necesitemos que senos legitime desde la voz de los hombres en la academia; ese «quizás» guarda la sospecha respecto de la necesidad de algunas mujeres de legitimación o reconocimiento del varón e incluso advierte sobre otras formas de autorización frente a voces, métodos, y objetos que den acogida a criterios no androcéntricos. En términos de Riettiy Maffía (2005,542) se trataría de una «autoridad perceptiva». En cualquier caso, vale la denuncia del silenciamiento tan presente como histórico en tiempos coloniales. Por otro lado, aunque claro está, no se presenta de modo visible en los círculos canónicos y tradicionales de producción y reproducción de los saberes, existe mucha investigación acerca de las ideas feministas en Latinoamérica, basta referirnos como ejemplos a la producción de la mexicana Francesca Gargallo (2006), la argentina María Luisa Femenías (2002, 2005), la panameña Urania Atenea Ungo Montenegro (2000, 2002), la peruana Sara Beatriz Guardia (2005). Porque, aun dentro de la academia, los saberes de y sobre las mujeres circulan, en su producción y reproducción, de otros modos, al margen en muchos casos, de las lógicas tradicionales que venimos denunciando. El reconocimiento de la presencia de estas mujeres en la historia acoge la posibilidad de integrar las a una historiografía que ha silenciado su creativa participación en la construcción colectiva y en la legitimación de herramientas propias y particulares para la producción del conocimiento, esto es, de la habilitación como sujetas capaces de intervenir en la producción, aplicación y circulación del conocimiento y, por tanto, en autonombrarse en pequeñas narrativas que resisten la sistematización de los grandes relatos y que escapan a la institucionalización de la ciencia. Inscribir ciertos discursos de mujeres en el mundo reglado que organiza la producción científica patriarcal (hombre blanco, heterosexual, inteligente, soltero, sin hijos y con alta posición en su campo científico) confiere la posibilidad de disputar un espacio de saber respecto de la problemática de género situada.

Si la ciencia, como la educación, son ámbitos de producción y de reproducción del conocimiento, tejemos posibilidades nuevas de subjetivación en las que se inscriban los decires y quehaceres desde una mirada femenina, capaz de escuchar el silencio.

TERAPÉUTICA PEDAGÓGICA PARA UNA CIENCIA SESGADA

Hace algunos años pude pensar posibilidades para una pedagogía del silencio y el goce (Alvarado, 2008, 91-97). De las tres dimensiones que allí presenté – escuela – laberinto; el currículum – rizoma; lógica de la invención – quiero remitir a la tercera. Decía entonces:

Así es como podría pensarse un contexto epistemológico y metodológico, el de descubrimiento, desde la categoría de rizoma como posibilidades de una escuela otra, de un laberinto – escuela. Las condiciones en las que se instalan los discursos y las prácticas educativas pueden ser entendidas  como un contexto de descubrimiento en el que se  producen saberes comunitariamente. Más que la repetición de lo mismo y la necesidad de justificarla «verdad» que se posee o la corrección de las hipótesis dadas de antemano, estalla la emergencia del hallazgo y la producción de un conocimiento que no se tiene, de modo que este tipo de prácticas requiere de un nuevo posicionamiento respecto de lo que sea enseñar y aprender. Ya que aquí no se enseña lo que se sabe sino lo que no se sabe. En esta línea es posible no quitar ojo a las condiciones que posibilitan el acontecer de lo nuevo como ejército de metáforas animadas por una lógica de la invención y creadas en comunidades de descubrimiento situadas histórica, axiológica y políticamente (Alvarado, 2008, 94).

La referencia al contexto educativo es clave si lo que buscamos no sólo se conforma con enunciar la perspectiva feminista en su aporte a la crítica epistemológica de raigambre latinoamericana sino transformar el paradigma científico patriarcal. En este sentido, aquel trabajo que remite a lógicas de la invención propone «educar» – o en los términos que allí lo decíamos (des) aprender – en comunidades de descubrimiento capaces de gestares situados, de saberes comunitarios, de conocimientos en contexto. Descolonizar la educación de la matriz escolar implicaría una radical resignificación de lo que sea enseñar – aprender y de lo «que» se puede evaluar en términos de eficiencia, tiempos, contenidos e individualidades – ¿cánones similares con los que evalúan las agencias y los consejos? Todo lo cual emerge como un ataque directo a los mecanismos implícitos que contribuyen a mantener  y legitimar la exclusión de las mujeres en el acceso, permanencia y contexto de formación, elección de carreras y promoción académicas. A lo que contribuirían modos alternativos de legitimar y autorizar – lo que se dice, lo que se cree, lo que se sabe y lo que se vive y padece – capaces de renunciar al papel, la función, los modelos, los imaginarios y los valores asignados al sexo femenino ante opciones no tradicionales, no convencionales, no naturalizadas, no sesgadas.

No basta con garantizar el acceso de las mujeres a la educación (en todos los niveles) puesto que la enseñanza sigue perpetuando los estereotipos sexuales, exaltando los modelos masculinos y silenciando los femeninos. No sólo el problema radica en que aún se sostiene que la racionalidad, la dominación, independencia, el poder, la frialdad y la objetividad se vinculan a lo masculino y la irracionalidad, pasividad, amorosidad, dependencia, emotividad, subjetividad a lo femenino, sino en que se naturalizan tales construcciones y se jerarquizan infra valorando el himen a un obstáculo epistemológico (Cfr. DÍAZ, 2005) y subsumiendo lo que podría tratarse de una «contribución femenina» a los cánones andrógenos de hacer ciencia. El problema es triple: se cristaliza una construcción social, se jerarquiza axiológicamente y se anula la alteridad de lo femenino para subsumirla en lo masculino. Así, la educación y, luego, la ciencia, le quitan el cuerpo a la producción invisibilizando al a sujeto que lo produce. Señala Evelyn F. Keller (1985) que esta mitología popular – que en los primeros años de socialización la escuela se encarga de impartir – reproduce la división del trabajo intelectual / emocional en el que la ciencia queda reservada exclusivamente a los varones y de la que las mujeres son literalmente excluidas.

El currículo oficial que nombra lo «por saber» en las instituciones educativas y que ofrece los descriptores desde donde se crean los programas por materias, contienen sesgos sexistas que se traducen en el currículo oculto con diferencias de trato y de expectativas que las y los maestros proyectan en sus alumnas / os. El currículo, el programa, la maestra, el ejercicio docente suele presentar contenidos desde un contexto abstracto sin conexión con la vida ni con las necesidades o deseos de las personas y, cuando aparece el sujeto de enunciación, tiene el rostro de un hombre. Así predominan libros de textos con contenidos, imágenes e ilustraciones masculinos y masculinizantes, temas conectados a intereses y experiencias de niños (a los que se asocian la mecánica, electricidad, construcción, la física y tareas vinculadas a la producción) con una escasa presencia y casi inexistencia de intereses de niñas (vinculados a medio ambiente, medicina, arte, estética, diseño y tareas relacionadas con el cuidado y la reproducción) y, en los casos en los que aparecen intereses como comunes (nutrición, salud, animales, ocio) el hombre es la norma o el patrón.

La imagen de la ciencia sesgada que la educación reproduce es contada por modelos ejemplares que inhiben la referencia a producciones colectivas, situadas, en contexto y visibiliza el mérito del genio, del inventor, enfatizando la ausencia de mujeres científicas reforzando la dicotomía mujeres-ciencia.

La pedagogía del silencio y del goce, a la que nos referíamos inicialmente – a la que Ariadna, Ulises y el laberinto hicieron de metáforas que cancelan la repetibilidad del acto educativo en los términos escolares y a conocidos – promete:

Espacios móviles y mudables en una arquitectura laberíntica que da lugar a configuraciones de existencia que renuncien a determinar hábitos y usos de la función del habitad y se dispongan a dar comarca a la  reapropiación de lo territorializado. Una arquitectura laberíntica capaz de dejar vivir en la diferencia hacia dimensiones otras en las que la multiplicidad se territorializa pero toda vez que el territorio se torna opresor, codificador, confinador o fenicida puede generar su propia línea de fuga sin restringir la vida a la función. Una arquitectura de ideas capaz de vérselas con la diferencia (Alvarado,  2008:96)

Es justamente en el sistema educativo donde se gesta la ceguera que respalda la creencia convencional de que lo verdaderamente científico es lo que pueden controlar los métodos y que se produce en el contexto de justificación. Sin embargo, entendemos que es en el contexto de educación donde puede hacerse lugar a otros modos de producir conocimiento a los que la sujeto de enunciación les ponga el cuerpo gestando esa dimensión en la que se descubre, se identifican los problemas, se formulan las hipótesis y se definen las nociones, conceptos y categorías – esa dimensión excluida de lo «propiamente científico». Enfatizar la pasión, los afectos, la intuición, las analogías y las metáforas es afirmar un modo femenino de producir que amplía la racionalidad andrógena, neutral, objetiva. Visibilizar la / el sujeto de enunciación en el contexto de educación es una transformación pedagógica para la ciencia sesgada que se restringe a aquellos procesos controlables, medibles, validables, contrastables que dejan intactos los valores, los deseos y los intereses que impregnan la producción de un conocimiento finito, situado, en contexto.

UN CUARTO PROPIO-COMÚN

«¿Sería que realmente la amaba (a la tranquilidad) o era que la noción de independencia, de mujer sola contrabajo y cuarto propio, eran opciones incompletas, rebeliones a medias, formas sin contenido?» (Belli, 2006, 90).

El cuarto propio no alcanza Virginia Woolf, dice Gioconda Bellien La mujer habitada, porque la lucha por la liberación de las mujeres es una lucha colectiva que supone una transformación radical de las sociedades injustas, signadas por el anudamiento del capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, el imperialismo, el militarismo y los regímenes autoritarios.

Es por ello que hacemos referencia a un pensar con otras, que sería un desde dónde, el locus de la enunciación comunitario, pero también un pensar para qué, hacia un compromiso político de transformación social y reversión de las injusticias. La propuesta quizá suponga la búsqueda de una inscripción en la tensión entre lo privado y lo público, lo personal y lo político, en tanto un tercer espacio que despolarice y que abra las posibilidades de emergencia de nuevas praxis.

Asumirá la ciencia y la educación como «cuentos» (Roig, 1995) en los que entran en tensión la producción y la reproducción de los saberes instituidos e instituyentes, cobija la posibilidad de establecer nuevos vínculos capaces de recrear cuartos propios-comunes activos, conflictivos, problemáticos, críticos, de traducción, de resistencia, de subversión del status quo en el marco de los cuales se correrá el riesgo de modificarlos propios pre – supuestos y las relaciones de saber – poder.

Hemos querido afectarnos a los modos en los que nuestras propias narrativas se inscriben en los cuentos de y sobre la ciencia y la educación. En esas narrativas en las que resuenan muchas voces es posible inscribir otros relatos que involucren las propias historias y los propios cuerpos en tramas comunes y colectivas.

La matriz escolar en la educación y la ciencia es sostenida por escenarios, sujetos y prácticas discursivas, para poder gestar lo que experienciamos como conocimiento. Pensar desde y para las mujeres, cómo y con otras y otros desde una perspectiva feminista permitiría nuevos espacios transformadores y desvergonzados para (re)escribir cuentos puesto que la visibilización del lugar de enunciación de los discursos requiere mirar los modelos de sujeto implícito se invisibilizados sobre los que se hace «neutra y objetivamente» ciencia desapegada de los sujetos que la producen y se ejerce una educación de explicadores explicados (Cfr. Ranciere, 2003) para (de) colonizar nuestra propia interpretación de los cuentos sobre ciencia y educación.

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Fotografía tomada del facebook de la artista Yvis Carolina S. Obregón.

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Nunca más, Nunca más

Publicado originalmente en el Blog Contrapuntos de El Pais

Hace 40 años comenzaba una de las más brutales dictaduras de la historia latinoamericana.

Las dictaduras suelen ser indulgentes sólo para definirse a sí mismas, para narrar sus supuestas conquistas estabilizadoras, su perversa y asesina vocación por el orden, su obsesión macabra por el silencio y su sepulcral pulsión para subordinar la vida al imperio del terror. Esta, la dictadura que comenzó el 24 de marzo de 1976, se autoproclamó “Proceso de Reorganización Nacional” y arrasó la Argentina, 40 largos, dolorosos y heroicos años atrás.

Nunca Más

Las dictaduras esconden sus brutalidades, pretenden maquillarlas con eufemismos de redención y sangrientas promesas de libertad. La dictadura argentina dejó miles de muertos, 30 mil desaparecidos, centenas de niños y niñas expropiados por torturadores, por policías, militares y civiles asesinos que hicieron del secuestro de la infancia uno de sus crímenes más repugnantes, una de sus perversiones más inconfesables. La dictadura argentina dejó miles y miles de exiliados, familias destruidas, personas iguales a Ud, a mi y a cualquier otra, sumergidas en el sufrimiento y en el dolor más infinitos, si es que hay un límite o una medida para el sufrimiento y el dolor humanos. La dictadura dejó un país destruido, arrasado por el atraso, por la mentira y el oprobio, herido por la vergüenza y marcado por la ignominia, pero dispuesto a renacer, a revivir y a superarse. Un país capaz de crearse a sí mismo, a inventarse una vez más, como tantas otras, sabiendo que le podían haber robado casi todo, menos su dignidad.

Y la Argentina se reinventó, construyendo su democracia, como todas las que conocemos, incompleta, defectuosa e imperfecta, pero que supo defender en las calles, movilizando a los que siempre habían luchado para conquistarla y a los que aprendieron a defenderla, sabiendo que de ella dependía su futuro de esperanza y libertad.

No siempre es fácil ni quizás sea necesario reconocerle a un país su capacidad para superar la barbarie, para regresar del abismo del horror. Sin embargo, cualquiera que tenga la osadía de entender lo que ocurrió en la Argentina en los últimos 40 años, deberá tener también la capacidad de no perder de vista la complejidad, los intersticios y curvas, las opacidades y claroscuros del proceso de afirmación de una identidad nacional que debió reponerse del brutal genocidio comandado desde su propio Estado.

La Argentina renació y lo hizo gritando “Nunca Más”. Se atrevió a hacer lo que pocos países hicieron con sus genocidas: los juzgó y los condenó. Hizo también después, lo que muchos países hicieron con sus genocidas: los perdonó sin otra justificación que la de proclamar el triunfo de la impunidad. Más tarde, empecinada en rehacerse a sí misma, hizo lo que ningún país probablemente tuvo el coraje de hacer: deshizo la impunidad, se recompuso del nocaut que el silencio le había propinado a la verdad, y con la valentía que esgrimen los que no se conforman con el falso perdón de la historia, volvió a condenarlos. Y lo sigue haciendo, aún hoy, 40 años después, por asesinos, por expropiadores de niños y niñas, por genocidas, por haber usado el Estado como instrumento de terror, por haber violado en todos y cada uno de sus actos, la base que debe sustentar una república democrática: los derechos humanos.

No creo que la Argentina deba ser considerada mejor que cualquier otro país por hacer de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia uno de los pilares de su nueva identidad como nación soberana. Sin embargo, si se multiplicara su ejemplo en el combate a la impunidad, podría ayudar, y mucho, a que América Latina fuera una región más justa.

La Argentina que juzgó y sigue juzgando a los genocidas y dictadores, rememora hoy los 40 años del golpe militar de 1976, en un contexto especial. Pocos seguramente imaginaron que una parte de los homenajes a la lucha contra la dictadura fueran realizados por el gobierno de un partido conservador, el PRO, formado por dirigentes que poco y nada han hecho en la lucha contra la dictadura, que ha expresado su decisión de enfrentar con mano dura las manifestaciones populares y que cuenta con el apoyo de una de las fuerzas políticas democráticas que promovió el histórico juicio a las juntas militares que comandaron la última dictadura militar, el Partido Radical de Raúl Alfonsín. Menos aún, quizás nadie haya imaginado que un día tan emblemático en la lucha por los derechos humanos, sería recordado en la Argentina por la visita del presidente Barack Obama, primer mandatario de un país que, hasta la llegada de Jimmy Carter a la presidencia, apoyó, promovió y dio la cobertura internacional necesaria a todas las dictaduras latinoamericanas. Un país que carga sobre sus espaldas la oprobiosa historia de un continente que vivió bajo la violencia de los golpes de estado y la intervención militar externa buena parte de sus más de 200 años de independencia. ¿Quién hubiera dicho que sería Barack Obama el que, ante el mundo, recordara nuestros muertos, paseando en silencio por el Parque de la Memoria, a orillas de ese río inmenso e inmutable, donde centenas de argentinos y argentinas fueron lanzados desde aviones militares con el apoyo o la complicidad de la Casa Blanca?

El gobierno norteamericano ha prometido desclasificar los documentos que ponen en evidencia las relaciones entre ese país y la dictadura argentina. El Vaticano, también. Surgirán así nuevas y valiosas evidencias acerca de cómo se construyó la arquitectura de un Estado asesino. Pruebas que servirán para hacer justicia y no olvidar. Quizás, cuando estos documentos se conozcan, el gobierno de Estados Unidos y el Vaticano pedirán perdón al pueblo argentino por la violencia cometida y porque no siempre evitaron que se llevaran a cabo las atrocidades que le costaron la vida a miles de ciudadanos inocentes. O quizás no dirán nada, aunque la información desclasificada ayudará a seguir exigiendo el necesario castigo a todos los culpables, dentro y fuera del país. Las violaciones a los derechos humanos no pueden prescribir porque, cuando lo hacen, la impunidad se institucionaliza como un perverso y macabro salvoconducto que protege a los homicidas e inmuniza a las sociedades del horror que deberían generar los delitos cometidos.

Hoy, mientras Barack Obama esté viajando a la ciudad de Bariloche, rodeada de lagos y montañas de una belleza incomparable, centenas de miles de argentinos y argentinas saldrán una vez más a la calle a gritar “Nunca Más”, Irán a la Plaza de Mayo, a las plazas de cada ciudad y de cada pueblo, junto a las Abuelas y a las Madres de la esperanza, a exigir que los golpes y las dictaduras jamás se repitan en la Argentina ni en ningún otro sitio. Marcharán, sabiendo que la justicia no es necesaria sólo para reparar las heridas, sino fundamentalmente para evitar que la barbarie vuelva a repetirse. Caminarán, juntos, tomados de la mano, abrazados, como siempre lo hicieron, soñando con un país mejor, con el país que ellos, sus hijos y sus hijas merecen. Marcharán hacia el futuro, iluminados por la memoria.

Posdata: Rindo aquí homenaje a tres grandes intelectuales a quienes he tenido el honor de suceder en la dirección del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales: Aldo Ferrer, Enrique Oteiza y Francisco Delich. Ellos comandaron CLACSO durante los sucesivos golpes de estado que tuvo América Latina entre 1967 y 1983. Hace ya 50 años, CLACSO fue creada a instancias de la UNESCO como una institución que debía contribuir con la cooperación académica y el desarrollo de las ciencias sociales en el continente. Las dictaduras e intervenciones militares impidieron que se cumpla plenamente esta función, aunque hicieron de CLACSO una organización internacional que, aprovechando su relativa inmunidad, con sus programas y acciones, permitió salvarle la vida a centenas de intelectuales que escapaban de la persecución dictatorial en sus propios países. Fueron años difíciles y peligrosos, en los que Ferrer, Oteiza, Delich y sus equipos de trabajo cumplieron una valiente e imprescindible función. No fueron, claro, los únicos. La historia de nuestras dictaduras es también la historia del heroismo de los que lucharon contra ellas, defendiendo la vida y la libertad. Nuestros países han cambiado mucho. CLACSO, también. Sin embargo, somos herederos y deudores del coraje y de la convicción con que ellos lucharon por permitirnos llegar hasta aquí. Fueron esos los años en que aprendimos que si las ciencias sociales no sirven para luchar por la memoria, la justicia y la verdad, corren el riesgo de transformarse en cómplices de la opresión. Hoy, CLACSO marchará y se movilizará, como siempre, en defensa de la democracia, los derechos humanos y la igualdad.

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Salió Boletín de Marzo de la Universidad Tres de Febrero Argentina

Boletín de Novedades

Núcleo Interdisciplinario de Formación y Estudios de la Educación (NIFEDE)

MARZO 2016

Temas destacados:

  • Premio Paulo Freire de LASA para Norberto Fernández Lamarra.
  • Inscripción al Programa de Posgrados en Políticas y Administración de la Educación.
  • Nueva cohorte de la Diplomatura Superior en Análisis Institucional y Organizaciones Educativas.
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