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Navidad en la Franja de Gaza

Navidad en la Franja de Gaza

Frei Betto

En esta Navidad Jesús nace en Gaza. No en un pesebre, sino entre los escombros de lo que queda de las viviendas de sus habitantes.

No nace rodeado de animales, sino de bombas detonadas, balas de fusiles Tavor Tar disparadas contra la población civil (950 disparos por minuto), granadas y gases letales. Y de los vuelos asesinos de los cazas F-35.

Jesús nace e ignora que sus padres, que pretendían refugiarse en Egipto, fueron alcanzados por una lluvia mortal de bombas bunker buster lanzadas por las tropas israelíes.

Ahora no es el rey Herodes el que pasa por el filo de la espada a cientos de niños. Es el gobierno sionista de Netanyahu, en su ansia de venganza y de extermino de quienes considera “animales humanos”, según declarara el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.

Jesús y sus padres no encontraron albergue en Belén. Tuvieron que alojarse en un pesebre. Igual que ellos, las familias palestinas fueran sumariamente expulsadas de sus hogares para dejarles espacio a los colonos sionistas, que no reconocen el derecho de la nación palestina a crear un Estado legítimo. Desplazados, esos millares de familias se vieron confinados en los estrechos límites de Gaza y Cisjordania, controlados por tropas israelíes como si fueran subhumanas, sobreviviendo en condiciones de un campo de concentración a cielo abierto.

Jesús nace hoy sin que los magos vengan a hacerle presentes de oro, incienso y mirra. Lo que le han regalado ahora son 12 mil toneladas de bombas desde el 7 de octubre (33 toneladas de explosivos por kilómetro cuadrado), lo que equivale a una bomba atómica.

No hay coro de ángeles ni cánticos de gloria a Dios, sino el sonido estridente de las sirenas de alarma y el silbido aterrorizador de los proyectiles disparados por los cañones mortíferos de los tanques Merkava.

Jesús nació bajo el sello de la discriminación por ser palestino, por ser un hijo bastardo de una pareja nazarena (tanto es así que José quiso abandonar a María cuando supo que estaba embarazada), por ser un sin techo, porque su familia ocupó la tierra de una finca en Belén, porque lo consideraron blasfemo y usurpador del título de Hijo de Dios.

Una vez más Jesús es rechazado en su propia tierra. Si a sus coterráneos les impiden crear su Estado, cualquier acción de autodefensa que emprendan será calificada de “terrorista”. Un calificativo que los grandes medios de comunicación nunca emplearon cuando Menachem Begin, el 22 de julio de 1946, voló por los aires el Hotel King David en Jerusalén y mató a 91 personas. Ni cuando más de 200 mil personas, todas inocentes, fueron cruelmente asesinadas en el mayor atentado terrorista de todos los tiempos: las bombas atómicas lanzadas por el gobierno de los Estados Unidos sobre las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki. Sí, Hamas transgredió las normas de la “guerra justa” al secuestrar a más de 200 personas, la mayoría civiles. Pero, ¿quién protesta ante las “detenciones administrativas” realizadas por el gobierno de Israel, que mantiene en prisión a cerca de 5 mil personas sin acusaciones formales?

Jesús nace en Gaza y ahora ya no pueden matarlo, porque resucitará en cada niño, en cada joven, en cada ciudadano palestino consciente de que la tierra de las viñas y los olivos guarda en su suelo las cenizas de sus más antiguos ancestros.

 

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/opinion/2023/12/24/navidad-en-la-franja-de-gaza/

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Palestina: Belén cancela celebración de la Navidad en solidaridad con Gaza

Belén cancela celebración de la Navidad en solidaridad con Gaza

Mientras la guerra trastorna las festividades tradicionales, los cristianos palestinos ven una oportunidad para retomar la historia de la Natividad y compartir el Evangelio.

Reverendo Isaac: “Es imposible celebrar la Navidad cuando en nuestra tierra se está produciendo un genocidio”

La ciudad sagrada de Belén en Cisjordania, lugar donde la tradición católica, ubica el nacimiento de Jesús, canceló las celebraciones de Navidad debido al genocidio que comete Israel en Gaza, anunciaron autoridades locales.

Los dirigentes locales tomaron el mes pasado la decisión de reducir las festividades en solidaridad con la población de Palestina, mientras las fuerzas de ocupación israelíes continuaban sus intensos bombardeos contra la Franja de Gaza.

Los líderes de las iglesias de Belén y de toda Tierra Santa han decidido silenciar las celebraciones navideñas de este año debido a la guerra en curso en Gaza ante el bombardeo constante de las fuerzas de ocupación israelíes.

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El alcalde Hanna Hanania explicó que decidieron cancelar las celebraciones navideñas este año por considerarlas inapropiadas en un momento en que Israel continúa con sus ataques contra la Franja de Gaza.

Hanania explicó: “El nacimiento de Jesús es un mensaje de esperanza para todos los niños del mundo, y no podemos celebrarlo cuando miles de niños están siendo asesinados en la Franja de Gaza”.

Además, el alcalde comentó que los cristianos que viven en Belén se ven profundamente afectados por la escalada de la situación, especialmente en Navidad, y que son parte integrante de la comunidad palestina:

“Somos parte integrante de la comunidad palestina y sufrimos los mismos problemas que nuestros hermanos y hermanas musulmanes de la Franja de Gaza. Musulmanes y cristianos hemos vivido codo con codo durante muchas décadas bajo la agresión de la ocupación, y juntos hacemos frente a nuestra vida cotidiana”.

Hanania señaló que la situación de los cristianos en la Franja de Gaza es igual a la de la población civil musulmana y que también están siendo bombardeados y asesinados. “Están siendo brutalmente bombardeados y asesinados. Por ejemplo, innumerables cristianos y musulmanes murieron en el ataque israelí contra la iglesia de San Porfirio”.

En la Iglesia Evangélica Emmanuel de Belén, en lugar de luces navideñas, el pastor Nihad Salman sacó una pancarta del armario de la iglesia. La pancarta muestra la imagen de una mujer que huye de los edificios bombardeados, con palabras impresas en árabe: «Levantémonos y adoremos a Dios».

Normalmente, Belén, ciudad palestina de unos 30 000 habitantes ubicada en Cisjordania y actualmente ocupada por Israel, se llena de más de tres millones de visitantes procedentes de todo el mundo para celebrar el nacimiento del Mesías, según el Nuevo Testamento.

Bandas de música, cantantes de villancicos, bailarines y fuegos artificiales normalmente llenarían la ciudad de alegría y festividades.

Miles de personas abarrotarían la Iglesia de la Natividad, luces doradas centellearían por la calle de la Estrella y un árbol de Navidad gigante con una estrella color rubí iluminaría la plaza del Pesebre.

En cambio, esta vez las calles están oscuras y silenciosas.

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/news/belen-cisjordania-cancela-celabracion-navidad-20231224-0019.html

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Gaza-Palestina tiene hermanos

Gaza-Palestina tiene hermanos

Ramón Pedregal Casanova

Cada vez que luché por ti, te amé más. / ¿Qué otro suelo hay, de almizcle y ámbar? / ¿Y qué otro horizonte, perfumado? / Cada vez que tu tierra defendí, / la rama de la existencia reverdecía, / y por encima de las cumbres, Palestina, / mis alas se extendían. / … / ¡Palestina! / ¡No hay nada más querido, más dulce ni más puro! / ¡Cada vez que por ti luché, te amé más!

Versos del poema titulado Te amé más, del poeta Palestino Abu Salma.

“Afirmamos la continuación de las operaciones militares contra la entidad sionista hasta que cese su agresión contra nuestros hermanos en la franja de Gaza.

Hacemos un llamado a todos los pueblos libres de la nación árabe e islámica y a los pueblos libres del mundo a adoptar posiciones honorables respecto dela cuestión palestina.”

Nota de las Fuerzas Armadas de Yemen.

Y en medios sionazis leemos: “El primer lote de envíos comerciales cargados con productos alimenticios frescos llega desde Dubái a “Israel”. Los envíos de alimentos frescos fueron transportados a través del nuevo puente terrestre alternativo al Mar Rojo. Los envíos de alimentos frescos se transportaron a través de los puertos de Dubái, Arabia Saudita y Jordania hasta “Israel.” Otra nota de los medios sionazis: “La empresa turca de agua “Sima” suministra agua al “ejército israelí” durante sus combates en Gaza.”

En todo el mundo se suceden las manifestaciones de la clase trabajadora y la población en general como apoyo al Pueblo de Gaza-Palestina, en ellas se denuncia el genocidio sionazi, el holocausto palestino, se reclama el cierre de embajadas y la expulsión de todos los representantes sionazis, que la CPI de la orden internacional de detención de sus dirigentes y se les juzgue por crímenes de guerra y lesa humanidad, y que lleguen alimentos, agua, medicinas, equipos de atención médica, … bloquear a la entidad colonial imperialista, paz y Palestina libre.

Mientras tanto: El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, decidió que el portaaviones Ford estaría presente en el Mediterráneo durante varias semanas más.

Mientras, Netanyahu y su banda han nombrado un Consejo de Guerra para dirigir al ejército sionazi en su masacre de la población de Gaza-Palestina, y se cuentan ya más de 21.000 palestinos asesinados y más de 50.000 heridos. En su genocidio, los sionazis acaban con la vida de algunos colonos retenidos por la Resistencia, aplicándoles su “doctrina Anibal”, que el periódico Haaretz el 3 de agosto de 2014 decía que es una orden de fusilamiento del soldado que pueda ser capturado para que no caiga prisionero”. Y en Cisjordania, en los dos últimos meses, el ejército ocupante a detenido a 4.400 palestinos y ha destruido barrios. No hay límite para la entidad colonial imperialista a la hora de asesinar. Netanyahu – Biden en una mano sostienen el “talmud”, en el que leen que son los elegidos, seres superiores a los que su dios les ordena asesinar hasta a los niños de pecho, porque con el exterminio tendrán bajo su propiedad tierras y riquezas naturales de Gaza – Palestina y del mundo conquistado, y los que queden vivos serán sus esclavos. Así lo expresan los talmudistas.

Pero el mundo no se divide entre asesinados y asesinos, esa es la simplificación de lo más complejo, el nuevo año anuncia el orden internacional que manifiesta una esperanza política a medio y largo plazo, sin que deje la esperanza de un presente de paz y libertad para el Estado de Palestina. En Gaza, en Cisjordania, en Jerusalén las élites estadounidense, europea, inglesa y sionista se han sumergido en la matanza de seres humanos con el único fin de recuperarse como imperios. Su crueldad llega a enterrar vivos a los palestinos que captura, a bombardear los hospitales y los centros de refugio, a poner en la calle a los heridos del Hospital Kamal Adwan y abandonarlos mientras se llevan al personal médico. Han creado dos campos de concentración uno en Sufa y otro en Karem Abu Salem.

Libano se ve atacado y responde con baja intensidad. Los sionazis quieren una guerra regional, y una mundial, por eso hablan desde la Casa Blanca de que puede durar meses, y acuerdan un mayor envío de armas y demás equipos para un enfrentamiento duradero, pero además, quieren crear una coalición internacional de todo tipo contra Yemen por defender al pueblo palestino. Y el pueblo palestino tiene como amigos a las fuerzas de Yemen, las fuerzas populares antiimperialistas que se manifiestan a diario en todas las ciudades del mundo, y unos pocos gobiernos que con la mayor dignidad se han puesto junto a los pueblos que caminan por la libertad dando su apoyo político al pueblo palestino. Los gobiernos antiimperialistas lo han manifestado en encuentros de representantes, en llamados a los organismos internacionales y en condenas al régimen colonial, y han liquidado, algunos hace mucho, todo trato con la empresa criminal que hace ver lo peor que se recuerda en la Historia de la Humanidad: en pleno siglo XXI el genocidio nazi – colonial, la limpieza étnica, el exterminio de los pueblos originarios y la invasión para el robo, como siempre, con el armamento prohibido de fósforo y demás destrucción masiva, tapándose con el seudo mandato “divino”. Habrá juicio para los sionazis, un Nurenberg 2.

La última declaración de las Fuerzas Armadas de Yemen dice lo siguiente: “Continúa la comunicación con las partes internacionales patrocinadas por Omán con respecto a las operaciones en el Mar Rojo. En más de una reunión recalcamos que la posición de Yemen con Gaza no está sujetara a negociación y que no podemos quedarnos de brazos cruzados.”

Al crimen sionazi y las élites del régimen estadounidense, inglés y los europeos le llaman “derecho a defenderse” al asesinato continuado del pueblo palestino desde hace 76 años. La Resistencia al colonialismo imperial cuenta con el reconocimiento de los gobiernos antiimperialistas y el pueblo trabajador en las calles del mundo, Gaza-Palestina tiene hermanos que acompañan la declaración de la Resistencia: habrá paz cuando cese la agresión a Palestina.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a los Detenidos Palestinos. Internacionalista e integrante de la REDH y de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/gaza-palestina-tiene-hermanos/

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Contra la Educación Kosher (o Halal)

Sin educación estamos en un peligro horrible y mortal de tomar en serio a la gente poco educada.G. K. CHESTERTON

Soy profesor, además de padre, y en ambos casos de adolescentes. Convivo, pues, diariamente y casi sin escapatoria posible con una forma de hacer o modo de formar (por tanto casi una “poética”…) de lo que yo llamo, a falta de mejor término, “la dictadura kosher” de la educación progresista.

Es sabido que kosher es la comida que la religión judía considera apta o pura, frente a la prohibida o impura, en estricto paralelismo con la alimentación halal del mundo musulmán. Ser kosher o halal en educación, sea de los hijos de uno o de los alumnos de todos, es decir del Estado (y el Estado debe justamente inculcar aquello que los padres desconocen o confunden), consiste en aplicar a rajatabla los mandamientos de la buena conciencia del adulto de más de treinta años a esos tarambanas “zangoloteens” que tenemos a nuestro cargo.

“Eso no se hace, niño, porque es impuro, no-kosher”. A ellos les suena así, aunque tú, con la mejor intención, utilices locuciones como “porque es maleducado”, “insolidario”, “machista”, “poco nutritivo”, “abusador”, “reaccionario” (esto van a tardar mucho más en captarlo, pero está al trasfondo de la interdicción y da razón de lo demás), o “violento”. Seguro que es cierto, pero los chavales no lo terminan de entender. No lo entienden porque es abstracto, pero sobre todo porque desde su punto de vista es cháchara de adulto. Casi todos los chaval@s manejan igual de bien que nosotros los binomios de educado/maleducado o machista/igualitario, pongamos por caso, lo que pasa es que no lo han experimentado a fondo aún, de manera que poseen la semántica antes que la experiencia, y en esta vida hay que tratar de experimentar mucho e inferir poco, a diferencia de una Inteligencia Artificial.

Yo insisto mucho a mis hijos para que saluden a la señora de la limpieza y al conductor de autobús, y efectivamente se quedan con ello, se quedan con que no son muebles, que son personas que trabajan y casi siempre a disgusto, pero como nunca han estado realmente engranados en la maquinaria cotidiana en un trabajo monótono y servil tampoco llegan hasta el intríngulis de la cuestión, es decir: se debe tratar al chico o chica de la limpieza como una persona no sólo porque evidentemente lo sean, sino ante todo porque en ese momento puede que ella o él no se estén sintiendo demasiado como tales… (Como dos mujeres que hace dos o tres cursos entraban casi en cada clase a limpiar pupitres por lo de la COVID, obligaba yo a que todos saludaran y se despidieran de ellas, y además las metía en lo que estuviéramos hablando, y no creáis, que opinaban lo suyo).

El kosher es real, edificante y necesario, pero no funciona a esas edades, es lo que venía a decir. Ellos lo tienen asimilado, pero no comprendido. Una vez mi hijo pequeño y un amigo se dieron unas patadas, y aluciné escuchando como tanto la madre del segundo como otros dos amigos adultos les regañaban suavemente alegando que en el momento en que te pones agresivo, has perdido la discusión y has quedado como un subhumano. Los pobres le miraban como quien ve a tres marcianos, y es lo que eran. Naturalmente, si te pegan pegas, o en el futuro te pegaran dos, tres, e indefinidas veces, por pusilánime. Pero una lección sí aprendieron o interiorizaron, que no fue otra que resulta que defenderse también es impuro, no-kosher. O sea, mejor hacerlo a escondidas y sólo con los coleguitas si viene al caso. Un desastre de lección, tal como yo lo veo, la lección de tener en adelante y siempre que se pueda dos caras (es inevitable, por otra parte, que a partir de cierta edad nuestros reemplazos comiencen a engañarnos, por eso debe minimizarse al máximo, valga el oxímoron). Y además mentira, porque a la hora de la verdad los adultos hablan fatal unos de otros, fuman porros, comen chuletones y se pegan en un semáforo por un incidente de tráfico, por no hablar de la prostitución, las guerras, etc.

En fin, dejo ya este ejercicio impopular de tratar de torcer un tanto los designios de los que al fin y al cabo son mis compañeros ideológicos. Sólo decir que yo no lo hago y me va bien. Nadie me toma el pelo y todos me cuentan sus cosas, alumnos e hijos, por el momento, quizá porque saben que si juzgo o dejo de juzgar no lo voy a hacer en nombre del kosher o no-kosher, sino de su interés más noble o arrastrado, o porque “yo no lo haría, pero tú verás…”. Veo las guarrerías o bobadas que me ponen en sus móviles, me importa poco que digan tacos con tal de que hablemos y desde luego me la refanfinfla que coman chicle en clase o lleven una gorra puesta, a no ser que lo hagan con intención de desafío o que por otro motivo me enfaden. Si me enfado, porque han ido contra otro o contra mí con franca mala baba, entonces se acabaron los privilegios y se va a hacer justicia a muerte, a lo Juez Dredd –“Yo soy la Ley”… Pero hasta en eso creo que deben entender que no es por un criterio abstracto, válido para mí y mi pandilla de coetáneos cincuentones, sino por motivos estrictamente personales que a ellos también les afectarían. No del estilo “me disgusta mucho que hagas eso”, que es chantaje emocional, sino, frontalmente, “eso no me lo vuelves a hacer o te crujo”, así de fácil (mis momentos peores en clase son cuando les expulso con las peores palabras posibles, las peores, o les digo que si recuerdan que soy el tío que les pone las notas y que a mí me van a pagar igualmente; no suele ocurrir). Más adelante ya entenderán que las normas que ya conocen tienen un fundamento sólido, de modo que por ejemplo comer en un Burger es comer basura, efectivamente, pero ahora no, ahora les dices que eso es no-kosher y sienten que les estás engañando, porque está riquísimo y no les engorda.

En general, siempre es una pésima idea creer que se puede deslindar claramente entre lo puro y lo impuro, y reglamentar pedagogía, política y religión a partir de ello. Las dictaduras en nombre del Bien son tan cruentas o más que las dictaduras en nombre del Mal, por emplear un lenguaje infantil. Pero es que además vivimos una tesitura global que deja pequeña la “gran transformación” a la que se refería Karl Polanyi.

Educar a los niños en hábitos que a sus propios padres y docentes les ha costado décadas adquirir hasta pudiera parecer conservador. Un mundo radicalmente nuevo requiere de una plasticidad que los adolescentes de hoy están aprendiendo a adquirir, al margen de nuestros buenos o malos consejos al respecto. No parece, ciertamente, que el funcionamiento del futuro inmediato vaya a ser cosa de kosher y cantar.

Fuente de la información e imagen:  https://dialektika.org

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Chile: Educación y nueva constitución

La deliberación popular, si es democrática, no es un proceso corto, ni ordenado, ni homogéneo, como lo ha querido imponer la llamada salida institucional. La deliberación popular funciona de formas diversas y, además debe ser permanente, porque debe incluir progresivamente a cada vez más grupos sociales. Esto lo impulsa la movilización, uno de los pocos medios que permiten remecer la conciencia social de la modorra política que provoca tanta democracia delegativa.

 

En el ámbito de la educación, el triunfo de la nueva propuesta pondría a nivel constitucional el voucher (cupón) como forma de financiamiento (garantizando el financiamiento por estudiante en establecimientos estatales y privados, art 23.c, la “igualdad de trato” (el Estado asignará recursos a instituciones estatales y privadas, sin discriminación alguna art 23.f), y la total autonomía a los sostenedores (en ningún caso dicha asignación podrá condicionar la libertad de enseñanza, art 23.f). Estos, entre otros cambios, consumarían el control que ya tienen los privados sobre el sistema de educación pública. La nueva propuesta tampoco nada dice sobre el propósito de la educación pública, más allá del necesario desarrollo libre de las personas, que instaló, como “único norte” para la educación, la constitución del 80, hace más de 43 años. 1

 

Se cierra el proceso. Nada que reclamar. Así es la democracia.

 

Es impresionante este retroceso, después de todo el debate público que se dio desde que las/os estudiantes secundarias/os salieron a la calle el 2006. Tras el largo silencio de los 80 y 90, se naturalizó que la educación era sólo una herramienta para la inclusión, o competencia individual, es decir, servir al desarrollo de la persona primordialmente, sin otro sentido. La Revolución Pingüina vino a remecer la conciencia colectiva al respecto.

 

Desde el 2006 abundaron conversatorios, seminarios y hasta congresos, sobre cómo la educación pública debía ser también una herramienta para la construcción de la sociedad en que queremos vivir. Aumentaron los programas de radio y TV, columnas en diarios y medios de internet que informaban sobre los sentidos que debía tener la educación para todas y todos. A partir del 2011 (cuando mucha más personas salieron a las calles), proliferaron propuestas sobre “la educación que queremos”, de profesores, estudiantes, familias, y de distintas organizaciones, corporaciones, organizaciones de la sociedad civil, ONG, incluso las, hoy famosas , “fundaciones” tuvieron que salir al debate.

 

Durante la revuelta popular del 2019/ 2020 todas estas propuestas nutrieron la intensa discusión que se dio en organizaciones sociales, asambleas territoriales, cabildos, escuelas, incluso al interior de las familias, todo esto en el “peak” de la movilización social. Es decir, durante 14 años, una importante parte de la sociedad chilena, remecida por la movilización social, se planteaba que la educación pública debía no solo ser democrática e inclusiva, también no sexista, inter/endocultural, orientada a cuidar el medio ambiente, entre otros propósitos colectivos, que, desde un nuevo sentido común, ponían en cuestión la naturaleza neoliberal del sistema educativo. Incluso, en algunos espacios, lo público se resignificó también como comunitario, y comenzaba a emerger como un sentido situado histórica y culturalmente para la educación pública en Chile. La pandemia y las formas y plazos de la democracia neoliberal detuvieron este proceso.

 

La deliberación popular, si es democrática, no es un proceso corto, ni ordenado, ni homogéneo, como lo ha querido imponer la llamada salida institucional. La deliberación popular funciona de formas diversas y, además debe ser permanente, porque debe incluir progresivamente a cada vez más grupos sociales. Esto lo impulsa la movilización, uno de los pocos medios que permiten remecer la conciencia social de la modorra política que provoca tanta democracia delegativa.

 

La próxima elección, muestra el absurdo al que nos lleva la democracia neoliberal. Habría que ir a votar para seguir con la constitución más neoliberal de la región, porque podría haber una peor, y no hay más discusión.

 

Ante este absurdo, quizás lo único que hoy tenga sentido sería retomar el “otro proceso”, el que esta elección, más allá del resultado, quiere cerrar.

 

1 Otras constituciones, recientemente promulgadas en la región sí dicen algo sobre los propósitos colectivos que puede tener la educación. Por ejemplo, la constitución Boliviana (2009), habla de la formación de “una conciencia social crítica en la vida y para la vida”, o de la “promoción del entendimiento y enriquecimiento intercultural dentro del Estado”, entre otros aspectos. La Ecuatoriana (2008), destaca el “respeto a los derechos humanos”, “el medio ambiente” y la “democracia”, y agrega que “la educación responderá al interés público y no estará al servicio de intereses individuales y corporativos”.

 

Juan González López es integrante de Centro Alerta/OPECH-Foro por el Derecho a la Educación Pública

Fuente: https://rebelion.org/educacion-y-nueva-constitucion/

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Noam Chomsky y la causa palestina

Por: Tercera Información

El legendario filósofo Noam Chosmky cumplió el 11 de diciembre 95 años. A lo largo de su vida ha analizado y escrito varios libros sobre la historia de «Israel» y Palestina. Revisitarlos hoy es fundamental para encontrar una forma de pacificar el conflicto en la región.

Noam Chomsky, uno de los intelectuales más importantes del mundo que no necesita presentación, es famoso por sus precisos análisis de cuestiones geopolíticas y de la política exterior de Estados Unidos. Sus contribuciones a la erudición política y su crítica incisiva le han convertido en una de las principales autoridades en política mundial, aportando argumentos e ideas críticas para debates complejos como el actual conflicto entre «Israel» y Palestina y el papel de Estados Unidos. La perspectiva y la investigación únicas de Chomsky han dejado una huella indeleble en el estudio de la política y la diplomacia.

El conflicto entre «Israel» y Palestina, un asunto de larga data, ha recibido una gran atención por parte de académicos, políticos y activistas de todo el mundo. Dentro de este debate, las aportaciones de Chomsky revisten especial importancia. A lo largo de su vida, este distinguido lingüista y comentarista político examinó ampliamente este conflicto a través de sus obras escritas.

En sus primeras obras, como Guerra o paz en  Oriente Medio (1975) y El triángulo fatal: Estados Unidos, Israel y Palestina (1983), Chomsky criticó duramente la política de «Israel». Destacó que la creación de «Israel» en 1948 provocó la expulsión de cientos de miles de palestinos, un acontecimiento conocido como la Nakba, que en su opinión no se había abordado ni remediado lo suficiente.

La opinión de Chomsky sobre la Nakba (el desplazamiento palestino que se produjo durante y después de la invasión israelí de 1948 y la creación del Estado de «Israel») es de profunda preocupación y condena. Chomsky reconoce la Nakba como un acontecimiento central y definitorio del conflicto entre «Israel» y Palestina y la considera una injusticia histórica. He aquí los principales ejes de la perspectiva de Chomsky sobre la Nakba.

Injusticia histórica

Chomsky sostiene que la creación de «Israel» en 1948 provocó la expulsión y el desplazamiento forzoso de cientos de miles de palestinos de sus hogares y que este acontecimiento tuvo consecuencias duraderas y devastadoras para el pueblo palestino. Para él, reconocer la Nakba es esencial para comprender las causas profundas del conflicto entre «Israel» y Palestina.

Entiende que las cuestiones sin resolver derivadas de la Nakba, como el derecho al retorno de los refugiados palestinos, siguen siendo fundamentales para la dinámica del conflicto y apoya la reivindicación palestina del derecho al retorno, un aspecto clave para abordar las injusticias históricas de la Nakba. Reconocer y abordar el derecho al retorno es fundamental para cualquier resolución justa y duradera del conflicto.

Pertinencia permanente

Chomsky afirma que la Nakba no es solo un acontecimiento histórico, sino un problema actual. Subraya que el legado de la Nakba sigue marcando las vidas y aspiraciones de los refugiados palestinos y sus descendientes hasta el día de hoy y argumenta que reconocer la Nakba y sus secuelas es una responsabilidad moral y política.

Para el filósofo, reconocer el sufrimiento del pueblo palestino y comprometerse a hacer frente a las injusticias históricas derivadas de los acontecimientos de 1948 es esencial para encontrar una solución justa y duradera al conflicto entre «Israel» y Palestina. Su punto de vista destaca la importancia de reconocer las injusticias históricas y abordar sus consecuencias como parte de un debate más amplio sobre la paz y la reconciliación en la región.

La crítica de Chomsky a la ocupación israelí de los territorios palestinos es un tema recurrente en sus libros. El triángulo fatal aborda ampliamente esta cuestión. El detallado análisis de Chomsky revela su preocupación por el hecho de que la construcción de asentamientos israelíes en estas zonas ocupadas complique aún más la posibilidad de una solución de dos Estados, solución que considera necesaria para una paz duradera. Las opiniones del intelectual sobre la ocupación de los territorios palestinos y la construcción de asentamientos israelíes forman parte integrante de su análisis del conflicto.

Siempre ha expresado su profunda preocupación por estas cuestiones, que desempeñan un papel crucial en su valoración crítica. Su trabajo nos muestra que la ocupación israelí de los territorios palestinos, incluidos Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, es una violación directa del derecho internacional. En varias ocasiones ha citado resoluciones de las Naciones Unidas y principios jurídicos —incluida la Cuarta Convención de Ginebra— que declaran ilegales estas ocupaciones y la ocupación continuada de «Israel».

Chomsky cree que la ocupación israelí es el principal obstáculo para lograr una solución pacífica al conflicto, ya que perpetúa las tensiones, obstaculiza el desarrollo económico y erosiona gradualmente la confianza necesaria para unas negociaciones significativas entre israelíes y palestinos. El filósofo ha criticado duramente la política israelí de construcción de asentamientos en los territorios ocupados. Los considera no solo una violación del derecho internacional, sino también una estrategia deliberada para crear «hechos sobre el terreno» que dificulten cada vez más el establecimiento de un Estado palestino viable. Los asentamientos, afirma, fragmentan los territorios palestinos y hacen menos probable una solución de dos Estados.

Su historial de conferencias, clases, entrevistas y producción teórica hace hincapié en el impacto de la ocupación y los asentamientos en los derechos y la vida cotidiana de los palestinos. Sostiene que los palestinos que viven en estas zonas se enfrentan a graves restricciones de desplazamiento, acceso limitado a la tierra y los recursos y frecuentes enfrentamientos con el Ejército israelí. Estas condiciones han llevado a una situación en la que muchos palestinos sufren una falta de libertades básicas y de dignidad.

Además, Chomsky señaló que la expansión de los asentamientos contribuye a los cambios demográficos en los territorios ocupados, incluido un número cada vez mayor de colonos israelíes. En su opinión, este es un factor que complica la perspectiva de una solución de dos Estados, ya que los asentamientos están profundamente arraigados e interconectados con la sociedad israelí.

Chomsky pide la intervención internacional para resolver la cuestión de la ocupación y los asentamientos. Cree que la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, debería utilizar su influencia para presionar a «Israel» para que detenga la construcción de asentamientos y entable negociaciones con los palestinos. Las opiniones del autor sobre la ocupación y los asentamientos son una parte central de su crítica más amplia a las políticas israelíes y al papel de Estados Unidos en su apoyo. Defiende una solución justa y duradera al conflicto que reconozca los derechos y aspiraciones de israelíes y palestinos y respete el derecho internacional.

Violaciones de los derechos humanos

En varios libros, entre ellos Gaza en crisis: reflexiones de la guerra de «Israel» contra los palestinos (2010) y Conversaciones sobre Palestina (2015, en coautoría con Ilan Pappé), Chomsky llama la atención sobre las violaciones de los derechos humanos que sufren los palestinos que viven bajo la ocupación israelí. Las palabras de Chomsky siempre han alertado sobre una serie de violaciones de los derechos humanos e injusticias que sufre la población palestina que vive bajo la ocupación israelí y también han puesto de relieve cómo los palestinos de los territorios ocupados se enfrentan a importantes restricciones a su libertad de movimiento.

Los militares israelíes han establecido puestos de control, barreras y controles de carretera que dificultan a los palestinos ir a trabajar, a la escuela o incluso acceder a los servicios básicos. Chomsky nos demuestra que estas restricciones afectan gravemente a la vida cotidiana de los palestinos y ha criticado la construcción de la barrera de separación, a menudo llamada «barrera israelí de Cisjordania» o «Muro del apartheid». Considera que esta barrera, que «Israel» erigió para separar Cisjordania de «Israel», es un símbolo de injusticia que perturba a las comunidades palestinas, las aísla de su tierra y agrava las dificultades a las que se enfrentan en su vida cotidiana.

Chomsky también expresó su preocupación por el trato que reciben los prisioneros palestinos bajo custodia israelí. Refuerza los informes que existen desde hace tiempo según los cuales muchos palestinos, incluidos niños, son detenidos y sometidos a tratos vejatorios, como detención prolongada sin juicio, confinamiento en solitario y presuntos casos de tortura, lo que supone una nueva violación de las normas internacionales de derechos humanos.

Chomsky criticó lo que califica de castigo colectivo contra las comunidades palestinas. Esto incluye medidas como la demolición de casas y acciones punitivas contra comunidades enteras en respuesta a las acciones de individuos, y argumenta que estas prácticas violan el principio de responsabilidad individual y causan sufrimiento a personas inocentes. El célebre intelectual se ha pronunciado abiertamente sobre el bloqueo de la Franja de Gaza, en vigor desde 2007, lo considera una forma de castigo colectivo contra la población de Gaza y ha llamado la atención sobre las graves consecuencias humanitarias del bloqueo, como las restricciones a la circulación de personas y mercancías.

También ha criticado a «Israel» por fomentar el desplazamiento de sus ciudadanos a los territorios ocupados, lo que contribuye a la desposesión de los palestinos. La perspectiva de Chomsky sobre las violaciones de los derechos humanos y las injusticias en el conflicto palestino-israelí es una parte central de su crítica más amplia a las políticas israelíes y al papel de Estados Unidos en el apoyo a estas políticas en Oriente Medio. Pide que la comunidad internacional preste más atención a estas cuestiones y subraya la necesidad de respetar el derecho internacional y las normas de derechos humanos para hacer frente a los continuos desafíos de la región.

El papel de Estados Unidos

El análisis en profundidad de Chomsky gira generalmente en torno a la implicación de Estados Unidos. El apoyo militar y económico estadounidense a «Israel» refuerza y sostiene la ocupación. En El triángulo fatal se aborda este tema en profundidad, afirmando que Estados Unidos, en tanto superpotencia mundial, tiene la responsabilidad moral y política de fomentar una solución justa y duradera al conflicto.

Chomsky, conocido crítico de la política exterior estadounidense, ha argumentado que Estados Unidos presta un apoyo sustancial a «Israel» por varias razones interconectadas. Para nosotros está claro que Estados Unidos ve a «Israel» como un aliado estratégico en Oriente Medio: su importancia geopolítica de la región —incluidas sus reservas de petróleo y su papel político mundial— lleva al país a considerar a «Israel» un socio valioso para proteger sus intereses. Chomsky argumenta en este artículo que Estados Unidos ve a «Israel» como un socio estable y fiable en una región caracterizada a menudo por la inestabilidad política.

Al apoyar a «Israel», Estados Unidos pretende mantener una sensación de orden y estabilidad, que sirve a sus intereses y a los de sus aliados regionales, destacando el influyente papel de los grupos de presión pro-«Israel» en Estados Unidos, especialmente organizaciones como el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC). Estos grupos tienen una gran influencia financiera y política, y animan a los políticos estadounidenses a apoyar a «Israel».

Estados Unidos tiene una larga historia de apoyo a «Israel», que se remonta a su creación en 1948. Las conexiones culturales, religiosas e históricas contribuyen a conformar este apoyo. Chomsky destaca los beneficios económicos que supone para Estados Unidos su relación con «Israel», ya que Estados Unidos es uno de sus principales proveedores de ayuda y equipamiento militar, lo que a su vez refuerza económicamente la industria militar estadounidense.

El autor sugirió que el recuerdo del Holocausto, junto con un sentimiento de culpa, influyeron en el apoyo de Estados Unidos a «Israel». Algunos ven la creación del Estado israelí tras la Segunda Guerra Mundial como una forma de rectificar los errores del pasado. Aunque Estados Unidos no es oficialmente un Estado religioso, Chomsky sostiene que los factores religiosos influyen en el apoyo a «Israel». Para muchos estadounidenses, «Israel» tiene un significado religioso similar al de Tierra Santa para el cristianismo, lo que puede moldear la opinión pública y las decisiones políticas. Algo similar ocurrió durante el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro en Brasil.

Los políticos estadounidenses a veces utilizan el apoyo a «Israel» para atraer a bloques específicos de votantes, especialmente judíos estadounidenses, que pueden sentir una fuerte conexión con Israel basada en lazos culturales e históricos. Estos factores, en opinión de Chomsky, contribuyen al multifacético apoyo a «Israel» en Estados Unidos. Esta perspectiva, de más está decirlo, ofrece un punto de vista alternativo al discurso dominante: la opinión pública sobre el tema es diversa y existen varias interpretaciones de los factores que influyen en la relación entre ambos países.

Noam Chomsky sobre Hamas

Noam Chomsky ha criticado en ocasiones las políticas estadounidenses hacia Hamas y ha abogado por un enfoque más matizado hacia el grupo político. Ha defendido que Hamas, como partido político electo en los territorios palestinos, no debe considerarse una organización terrorista. Sostiene que comprender los factores políticos y sociales que contribuyeron a la aparición de Hamas es esencial para abordar el conflicto palestino-israelí.

Aunque no respalda ni apoya al grupo, Chomsky ha abogado por el compromiso diplomático y las negociaciones como forma de abordar las causas profundas del conflicto. Su perspectiva hace hincapié en la importancia de considerar el contexto político y social más amplio a la hora de debatir sobre Hamas y subraya la importancia de comprometerse con el contexto político y social en el que opera Hamas.

Perspectivas sobre la paz

El escepticismo de Chomsky sobre las perspectivas de paz en el conflicto palestino-israelí es otro tema destacado en sus obras y conferencias. Sostiene que las condiciones para una solución de dos Estados se han deteriorado constantemente debido a la expansión de los asentamientos israelíes, los cambios en la dinámica política y la violencia constante.

En Gaza en crisis plantea que es necesaria la presión internacional sobre «Israel» para que cambie su política y cree que la solución de los dos Estados, con «Israel» y Palestina conviviendo en paz y seguridad, es el camino más viable para una resolución duradera. Sin embargo, expresa su profunda preocupación por la disminución de las probabilidades de una solución de este tipo debido a la continua expansión de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados y sostiene que los asentamientos están dificultando cada vez más el establecimiento de un Estado palestino viable.

El pensador afirma que las condiciones para la paz se han deteriorado constantemente con el paso del tiempo. Atribuye este deterioro al conflicto en curso, a las políticas israelíes de asentamientos, a la cambiante dinámica política y a la violencia. Estos factores, afirma, han dificultado la celebración de negociaciones significativas. Chomsky ha apoyado el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), cuyo objetivo es presionar económica y políticamente a Israel para que resuelva las causas profundas del conflicto.

Aunque Chomsky aboga principalmente por una solución de dos Estados, reconoce a quienes han propuesto una solución de un Estado (en el que israelíes y palestinos compartan un único Estado democrático). Aunque no es su planteamiento preferido, lo considera una opción si la solución de los dos Estados resulta inalcanzable. Sin embargo, también ha expresado su preocupación por los posibles retos y complejidades de una solución de un solo Estado.

La perspectiva de Chomsky, en definitiva, hace hincapié en la necesidad de reevaluar el conflicto actual y renovar el compromiso de encontrar una solución justa y duradera. Destaca el papel de la presión internacional y de un cambio en el statu quo para crear condiciones que conduzcan a negociaciones significativas y a un camino hacia la paz. Sus reflexiones sobre el conflicto palestino-israelí, minuciosamente detalladas en sus obras, conferencias y entrevistas, ofrecen una visión profunda del contexto histórico, los problemas contemporáneos y las posibilidades futuras de este conflicto.

Se esté o no de acuerdo con sus fundamentos teóricos, los libros de Chomsky invitan a sus lectores a explorar esta cuestión desde un punto de vista analítico, crítico, histórico e inteligente. Sus contribuciones nos desafían a replantearnos la forma de ver el mundo y a buscar activamente una solución justa y duradera para Palestina.

Fuente: Jacobin

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/opinion/13/12/2023/noam-chomsky-y-la-causa-palestina/

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Opinión | Guerra, paz y un Santa Claus anti consumista

Por: Andrés García Barrios

Desde que hace más de tres décadas empecé a hacer teatro de divulgación científica, mis ensayos literarios se inclinaron sobre todo al tema educativo. Esto se acentuó desde que escribo para el Observatorio del IFE, donde casi siempre combino lo pedagógico con algún otro asunto, como ciencia, arte, lingüística, filosofía, etcétera. Ahora, este diciembre, el tema será la Navidad e inevitablemente la religión que le da origen.

Hablar de religión (o quizás prefiramos el término espiritualidad) obliga a todo el que publique en un medio laico, a ser discreto y a tener presente la mala reputación de esos términos. Estoy convencido de que, en muchísimos casos, esa mala reputación se debe a la también mala, muy mala educación que hemos recibido en materia de eso que llamamos lo espiritual. El dicho Más vale prevenir que lamentar se aplica perfectamente en este caso, dada la pésima experiencia que en general tuvimos desde la infancia con todo lo que suene a iglesiaclerodogma, religión, pecado, culpa y cosas por el estilo; después, cuando fuimos más grandes (y estábamos ávidos de conocimiento confiable), con el horror que sentíamos al encontrar esos términos en textos que dañaban o al menos ofendían nuestro criterio (y que aún lo dañan y ofenden).

¿Podré yo hacer en este texto algo distinto? He intentado ─siempre que puedo─ demostrar que en general no estamos bien enterados acerca de qué es realmente eso de la espiritualidad. A los cientificistas he intentado hacerles ver que lo teológico e incluso lo místico están presentes en grandes pensadores del siglo XX, incluso en aquellos de corte analítico que han cimentado la teoría actual de la ciencia; a los racionalistas, les he insistido que nombres como el de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino ─padres privilegiados del catolicismo─ se repiten una y otra vez en la filosofía contemporánea. Y en última instancia, he querido convencer a mis lectores de que, si de verdad queremos renunciar a lo religioso, vale la pena tener claridad ─al menos claridad personal─ de qué es de lo que nos estamos alejando.

A pesar de esta aparente firmeza mía, confieso que mientras escribo esto me tiño de cierto rubor y cierta vergüenza; quizás sea porque yo mismo fui criado en el centro de una coalición entre lo religioso y lo científico, en la cual el criterio de la ciencia acabó prevaleciendo; y sin embargo una y otra vez vuelvo a mis orígenes y me asalta la añoranza por ese algo desconocido y trascendente.

A mediados del siglo pasado la filósofa española María Zambrano lamentaba que su Dios era apenas tolerado. Hoy es mucho más frecuente ver a personas de muy diversos medios, incluidos los académicos, mostrando abiertamente su interés por la espiritualidad. Esto no significa que siempre se trate de una espiritualidad consistente y seria. Ciertamente, nuestro mundo posmoderno ha caído en el extremo de intentar que todas las afirmaciones individuales sean aceptadas. Yo no creo que deba ser así; pero tampoco creo que los criterios científicos y racionales puedan definir el valor de toda “verdad”. Mucho mejor me parecería ir en busca de una educación que nos ayude a acercar nuestro pensamiento a eso que sabemos que nunca podremos saber, y por lo tanto, a una resignación ante nuestra ignorancia (resignación que puede ser entendida también como resignificación del conocimiento humano en términos un poco más humildes).

Los siguientes textos son una reflexión acerca de temas que, por estar en época navideña, pueden ser un poco mejor tolerados por aquellos que aún se escandalizan ante la posibilidad de vincular la educación con cualquier cosa que suene a espíritu. El primer texto es un acercamiento a la Navidad desde una perspectiva nada idílica pero sí próxima a los jóvenes estudiantes, que están despertando a este mundo tan maravilloso como de barbarie; es también una forma de mostrarles a ellos un tipo intuitivo de interpretación del arte. El segundo texto ─más explícitamente pedagógico─ es una crítica a los rituales canónicos y una reflexión digamos “navideña” sobre cómo una verdadera educación espiritual podría estar presente desde la infancia en nuestras vidas.

Pasión Navideña

El 26 de abril de 1937, en el marco de la Guerra Civil Española, varias escuadras de aviones alemanes e italianos sobrevolaron un pequeño pueblo del País Vasco, llamado Guernica, y bombardearon y ametrallaron a sus habitantes. Fue una cruel matanza. Las causas han sido analizadas por varios estudiosos y casi todos ellos concluyen que se trataba de un ensayo para entrenar a las tropas nazis, que años más tarde ─en la gran guerra que ya se preparaba─ lo repetirían en otros lugares del mundo. La estrategia fue impulsada por el general ─y después dictador español─ Francisco Franco, quien quiso imputarle la masacre a sus enemigos republicanos, pero no tuvo éxito.

Apenas enterado de aquel terrible suceso, el pintor español Pablo Picasso decidió plasmar el tema en el cuadro que el gobierno republicano le había encargado hacía poco. El Guernica ─así se llamó la obra─ representó a España en la Exposición Internacional de París y suscitó todo tipo de comentarios aprobatorios y desaprobatorios, para con los años constituirse en uno de los grandes iconos de la pintura universal.

Confieso que en mi juventud, mi idea del cuadro coincidía con la de los críticos alemanes presentes en París, que decían que aquello no era más que “garabatos que cualquier infante puede pintar”. Pero yo era un ignorante, igual que esos críticos. Recuerdo que una de las cosas que no entendía era cómo la destrucción de un pueblo entero podía representarse con la imagen de unas cuantas personas en una estrecha habitación. A pesar de su tamaño (casi ocho metros de largo por tres y medio de alto), la obra no tenía la espectacularidad que según yo merecía el tema, más acorde con un paisaje interminable de casas incendiadas y personas huyendo, como ocurre en esos cuadros de guerra que yo había visto en autores clásicos.

El cuadro acabó expuesto muchos años después en el Museo Reina Sofía de Madrid, a donde tuve la fortuna de ir a verlo. Aunque en materia de arte yo ya había avanzado un poco, el cuadro no logró conmoverme. Lamentando mi impasibilidad, compré ahí mismo un folleto sobre la obra y me fui a una cafetería a leerlo. Aquel texto si me provocó una verdadera epifanía: la palabra Nacimiento, que saltó sobre mi desde aquellas páginas, en alusión a esos pequeños retablos artesanales que representan el natalicio de Jesús, me reveló de golpe todo el sentido del Guernica. ¡¿Cómo había podido pasar tanto tiempo sin que yo oyera esa explicación del cuadro, conocida por todos los expertos?! Fui a la portada del folleto… ¡y ahí estaba todo!, la Navidad transfigurada en un drama infernal, con su estrechísimo establo, su Virgen María y el niño Jesús muerto en sus brazos, San José también asesinado en el piso,  la estrella de Belén en lo alto, degradada hasta convertirse en un foco eléctrico; la paloma, apenas delineada, símbolo de un Espíritu Santo caído y moribundo; la mula y el buey, invertidos en un toro enfurecido y un caballo herido por una lanza en el costado, como anticipación de Jesucristo en la cruz; y finalmente, esas tres figuras femeninas que irrumpían en la escena, desesperadas y sufrientes, y que bien podían representar ─en esta subversión del Portal de Belén─ a los Reyes magos.

Era todo.

No quedaba duda, el Guernica era la representación de la muerte de Jesús apenas nacido. Volví las páginas apresurado para seguir leyendo detalles de aquella explicación, pero donde yo había encontrado ésta ahora no había nada: ni portal, ni Navidad, ni Jesús muerto. Yo había leído mal: la palabra nacimiento en realidad no hacía referencia a los nacimientos tradicionales sino a algo así como el nacimiento de una nueva época inaugurada por el famoso cuadro. Yo me lo había inventado todo.

Rápidamente traté de averiguar en otras fuentes si aquella versión mía existía ya, pero tampoco encontré nada. Ningún crítico aludía a esta interpretación que inesperadamente yo había hallado, y sólo años después pude encontrar el texto de un conocedor que coincidía conmigo. Ahora, hace muy poco, he descubierto algunos ensayos que también lo hacen. Las versiones difieren en algunos matices, por ejemplo en el significado de las tres presencias femeninas o en el del ave, pero refieren a la misma mitología que aquella mañana me convenció rotundamente.

Tal vez Picasso no tenía esa versión en mente, o no la tenía de forma consciente; o tal vez sí la tenía pero nunca la reveló para no ofender a millones de creyentes. Entiendo que tampoco quiso hablar nunca del “significado” de su obra. Sin embargo, si fue consciente de ella, habrá sabido también que, no por no hacerla explícita, el Guernica dejaría de ser un rayo fulminante ante los ojos de quienes habían traicionado a la República Española para supuestamente defender al catolicismo.

Sea cual sea la versión que tengamos del Guernica, la muerte de aquellos hombres, mujeres e infantes del pueblito vasco se emparenta con la de tantas otras poblaciones civiles, y hoy se extiende inevitablemente hacia la tragedia de las incursiones en Israel y la mucho más atroz de los bombardeos sobre Gaza. Por eso sugiero que, al menos en esta temporada, miremos por un momento el cuadro de Picasso con ojos navideños para mantener presentes esas tragedias que nos envuelven; también, que volteemos con una sonrisa triste hacia esa casi invisible flor en la mano del San José muerto, último reducto ─roto pero aún presente─ de la esperanza.

Santa Claus y la culpa

En mi juventud hubo un tiempo en que busqué en la religión el sentido de la vida. Era la religión que me habían inculcado mis padres, pero cuyo catecismo había aprendido sobre todo de mi abuela. Por eso, el día que ─dejándome llevar por un impulso─ entré a la iglesia y comulgué por primera vez en muchos años, fue a ella a quien me acerqué a contárselo. Llena de dicha, exclamó: “Qué alegría, ¿y con quién te confesaste?” El cielo que yo ya sentía cerca volvió a su lejano sitio: había olvidado que, para poder comulgar, uno debía haberse confesado por lo menos una vez en el último año.

─ No lo hice ─le dije.

También su cielo se vino abajo, mucho más abajo que el mío: en un instante su rostro se desencajó y pareció perder un par de kilos. Aquello era un pecado grave.  Afortunadamente, yo ya había pasado suficiente tiempo alejado de la religión como para que aquel susto de mi abuela no solo no me atemorizara sino que, por el contrario, me hiciera alejarme aún más del catolicismo.

No pasaron muchos años antes de que mi hermana mayor, quien también se hallaba en indagaciones espirituales, me pidió que asistiera a visitar a un sacerdote que para ella había sido un gran preceptor. El padre Manuel Jiménez Fernández era uno de los grandes sabios mexicanos de la iglesia católica: teólogo, historiador, consejero del Concilio Vaticano II, participante en las excavaciones del monasterio de los esenios en Qumrán… Fue él quien en la larga hora y media que me dedicó, aclaró, entre otras cosas, mis dudas sobre aquel grave pecado que supuestamente había yo cometido tiempo antes.  “No, nada de pecado ─me dijo─. Hiciste bien en comulgar. Dios no pone obstáculos a quien quiero acercársele.”

Fue también el padre Jiménez quién me explicó que en siglos anteriores la confesión no era un acto de una sola y rápida sesión sino un largo proceso de autoconocimiento que implicaba numerosos encuentros.

Hace apenas unos días volví a toparme con el polémico tema de la confesión mientras revisaba el segundo capítulo de uno de los libros más bellos e inquietantes que he leído en torno a la pedagogía y el psicoanálisis. Se trata de La causa de los niños, escrito en los años ochenta por la gran psicoanalista y pedagoga francesa Francoise Doltó (muchos de mis lectores han oído de ella), quien no por estar ligada a la ciencia dejó nunca de reconocer públicamente su catolicismo y de hacer frente a las críticas que continuamente recibía por ello. En el capítulo del que hablo, titulado Dejad que los niños vengan a mí (conocida frase de Cristo en el evangelio), Doltó profundiza en cuestiones que se pasan por alto cuando uno piensa en los sacramentos de la confesión y la comunión. A mí me sirven ahora para reflexionar sobre la forma en que la mala educación religiosa, el pésimo catecismo que tantos de nosotros recibimos, ha influido para que interpretemos la espiritualidad de forma equivocada.

No quiero plantear aquí preguntas sobre la realidad de lo espiritual en nuestras vidas; primero prefiero señalar, siguiendo a Doltó, algunos de los obstáculos que enfrentamos cuando queremos indagar sobre esa posible realidad. La pedagoga francesa nos explica cómo, a principio del siglo XX, durante el papado de Pío X, se redujo a siete años la edad mínima para recibir la primera comunión, precedida ésta siempre de una primera confesión. “Este decreto de la Iglesia católica ─nos dice Doltó, dolorosamente─ culpabilizó de forma inútil a todas las generaciones de nuestro siglo, en nombre del mismo Jesús a quien supuestamente los niños podrían acercarse.” La explicación que da a esta radical afirmación es la siguiente: a esa edad, ningún infante puede realizar una verdadera revisión de sus actos bajo un enfoque espiritual. Pequeñas y pequeños de siete años solo alcanzan a valorar las consecuencias de su forma de actuar por la reacción de los adultos, es decir, por si les agradan o desagradan a éstos. Un infante así, “es feliz o desdichado según que reciba felicitaciones o castigos por parte de sus educadores”. Es una edad en la que, si se le orilla a “confesarse”, el niño y la niña confundirán “la imaginación con el pensamiento, el deseo inconsciente con la acción, el decir con el hacer y, lo que es peor, a Dios con sus padres y maestros”. El pequeño que se confiesa, “calibra el bien y el mal ante Dios según los caprichos o las neurosis” de los adultos más cercanos, de tal suerte que los sacramentos sólo “inducen en él culpabilidad en vez de confianza en sí mismo y en los demás”, que es su verdadera misión. Con esa “desconfianza de si y de los demás”, con ese “miedo a las experiencias” ─sigue Doltó─, la culpabilidad acaba extendiéndose por todas partes.

Muchos dirán que son casos aislados aquellos en los que los infantes hacen la primera comunión antes de los nueve años o diez. Opino que esto no importa. En realidad, dada la inmadurez que abunda en nuestro mundo, no es raro que los fieles se acerquen al confesionario con esta triste y nada espiritual confusión entre lo divino y lo humano. Muchos sabemos, además, que esa confusión que Doltó refiere a padres y maestros, se extiende también hacia los sacerdotes en general (símbolo de autoridad como pocos) y se recrudece en el confesionario: arrodillados ahí, la mayoría de infantes y adultos creen que deben rendir cuentas de sus actos al hombre vestido de sotana que está frente a ellos, y avergonzados esperan su reprobación y su perdón, cuando el verdadero arrepentimiento no tiene nada que ver con rendir cuentas, ni con ser reprobado o sentirse avergonzado, y mucho menos con ser perdonado por otro ser humano.

Llevando esto al contexto navideño, es justamente la confusión entre los planos divino y humano lo que fomenta que, tras acercar a niñas y niños a un Santa Claus misterioso que los ama (es decir, alguien bastante cercano a Dios), perversamente acabemos  pidiéndoles que se resignen a qué todo eso era solo una mentira de los adultos (¿una más?). A mi parecer, una correcta educación espiritual  permitiría que los infantes creyeran plenamente en ese ser amoroso que piensa en ellos y desea su felicidad, y los iría acompañando durante el desengaño de la parte fantástica (por ejemplo, la de que Santa fabrica o compra los juguetes de la publicidad y recorre en una sola noche todos los hogares del mundo), teniendo siempre el cuidado de no lastimar el vínculo amoroso con un ser trascendente.

Termino este texto recomendando a todos que vean ese maravilloso clásico del cine que se llama Milagro en la calle 34 (yo conozco la versión de 1947, que está en Youtube), para que al menos por unas horas recuperemos al auténtico Santa, emisario de Dios, ser genuinamente espiritual… y por lo tanto un poco loco si se le compara con nuestra navidad humana, demasiado humana.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/opinion-guerra-paz-y-un-santa-claus-anti-consumista/

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