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Aprender o jugar

Carlos Magro

Empecemos con algunas preguntas. ¿Son compatibles el juego y el aprendizaje? ¿Es posible generar aprendizajes profundos y permanentes desde el juego, el aprendizaje basado en juegos y la gamificación? ¿Es posible aprender jugando? O se trata de un oxímoron educativo, de una “contradictio in terminis” como dirían los clásicos. Una pregunta entre absurda e incómoda que nos obliga a mirar para otro lado.

¿Es el aprendizaje un plato que se debe comer frío? ¿Es aprender ante todo una cuestión de repetir, reproducir y replicar? ¿Y educar transmitir e inculcar un saber objetivo? ¿Es aprender una cuestión solo de adquirir conocimientos abstractos y formales? ¿Debemos evitar que nuestros alumnos comentan errores y si los hacen hay que erradicarlos lo antes posible? (Juan Ignacio Pozo. Aprender en tiempos revueltos. 2016)

¿Estimulamos a nuestros alumnos a discutir lo que les interesa? ¿A que evalúen sus propias soluciones? ¿A que colaboren entre ellos? ¿Les escuchamos con atención? ¿Les enseñamos lo importante que es cometer errores? ¿Les estimulamos a someter a prueba y a cuestionar lo que ellos mismos y otras personas dan por sentado? ¿Les enseñamos que el juego es valioso? ¿Potenciamos sus capacidades de juego mental: la fantasía, la imaginación y la producción de imágenes? (Guy Claxton. Vivir y aprender. Psicología del desarrollo y del cambio en la vida cotidiana. Capítulo 9: Enseñar. 1987).

¿Ayudamos a nuestros alumnos a que sean aprendices autónomos, a aprender a aprender? ¿Estamos preparando a nuestros alumnos a prueba de futuro? (Cristóbal Cobo. La innovación pendiente. 2016).

¿Qué tenemos hoy?

Un modelo de enseñanza muy rígido, excesivamente aislado del entorno, basado casi siempre en la transmisión de unos contenidos establecidos y con un curriculum inabarcable y demasiado definido.

Un sistema que no responde bien a las necesidades de la sociedad de hoy. Un sistema que piensa que enseñar es suministrar materias primas por un extremo y recoger productos finales por el otro. Un sistema que separa: la razón y la emoción; el cuerpo y la mente; la teoría y la práctica. Que hace “caso omiso de las necesidades de tiempo y de juego, creando, en consecuencia, seres que sólo pueden aprender de modo rutinario“. (Guy Claxton)

Un modelo que provoca, en muchos casos, desmotivación. A pesar de saber, como sostiene Ian Gilbert, que el problema reside en la mayoría de las ocasiones en nuestro empeño por que los alumnos hagan cosas que nosotros, como adultos, deseamos y cuando nosotros las deseamos.

Y que nos lleva a tener que abordar el problema habitual, crónico dice Juan Ignacio Pozo, de la motivación, o más bien de “la falta de motivación para aprender en contextos formales una vez vaciado de toda emoción, una vez eviscerado el aprendizaje, se necesita promover el esfuerzo de aprender y para ello se asocian los resultados del aprendizaje con ciertas consecuencias con contenido emocional para el aprendiz, que son sin embargo ajenas al propio acto de aprender“. (Juan Ignacio Pozo. Aprender en tiempos revueltos. p. 204).

Y a una necesidad cada vez más urgente de cambio educativo. “Debemos cambiar la forma de educar”, decía el tecnólogo educativo Alan Kay ya en 1972. “Ir más allá de la educación tradicional basada en la transmisión de datos y hechos para animar a los niños a observar el comportamiento del mundo real por ellos mismos.” Debemos asumir que enseñar es una actividad subversiva (Neil Postman & Charles Weingartner, 1969). Y que la enseñanza, por sí sola, no produce aprendizaje. Que “no se aprende nada que no esté relacionado, aunque sea de modo muy lejano, con la satisfacción de una necesidad o un deseo o con la evitación de una amenaza…El aprendizaje es la búsqueda de una respuesta para una pregunta que nos interesa.” (Guy Claxton).

Aprender hoy es participar de manera activa en el propio proceso de aprendizaje. “El aprendizaje no es solo una cuestión transmitir información. No se trata de verter información en la cabeza de nuestros alumnos. Al contrario, aprender es un proceso activo. Construimos nuestro entendimiento del mundo mediante la exploración activa, la experimentación, la discusión y la reflexión. En breve: no adquirimos ideas. Las construimos.” (Mitchel Resnick. Rethinking Learning in the Digital Age). “El aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento” (Julio Carabaña. Las escuelas del futuro. 2012). Aprender hoy es ir más allá de las 3Rs e incorporar las 3 Xs: eXploration, eXpression, eXchange. Es explorar, expresar, intercambiar. Es pensar, hacer, comunicar. Aprender hoy implica revisar formas de hacer, de pensar y de comunicar (Neus Sanmartí. Trabajo por proyecto. ¿filosofía o metodología?. Cuadernos de pedagogía nº472. Noviembre 2016)

Aprendemos haciéndonos preguntas y buscando respuestas. Aprendemos equivocándonos. Aprendemos si el contenido se nos presenta de una manera organizada en relación con nuestras experiencias y aprendizajes previos. Si responde a nuestros intereses, necesidades o problemas. Aprendemos si estamos suficientemente motivados. O como decía Maria Montessori: “Para que los estudiantes se involucren más en el aprendizaje, su curiosidad e intereses deben ser abordados.”

No hay aprendizaje sin emoción. Todo aprendizaje es emocionante en sí mismo. ¡Necesitamos, por tanto, recuperar la emoción!

¿Qué es el juego?

Cultura, criterio, diversión, reto, igualdad, experimentación, comprensión, sociabilidad, conocimiento, libertad…

El juego es un mecanismo natural que despierta la curiosidad. Es placentero y nos permite adquirir capacidades imprescindibles para desenvolvernos mejor en el mundo que nos rodea. El juego, por su propia definición, no tiene ninguna otra finalidad que la alegría y el propio placer de jugar. “El impulso lúdico inicia el interés por lo desconocido, despierta la alegría de aprender, motiva al cerebro para comprender e imaginar.” (Raimundo Dinello. Lúdica y sociedad que re-creamos). “El juego es un invento poderoso de la naturaleza… El instrumento del juego, combinación de curiosidad y placer, es el arma más poderosa del aprendizaje” (Francisco Mora. Neuroeducación. 2013). Somos juego, somos hombres en tanto que jugamos, como diría más de uno al hilo de la conocida afirmación del poeta Schiller: “El hombre juega sólo cuando es hombre…Sólo cuando juega es plenamente hombre.”  (Friedrich Schiller. Cartas sobre la educación estética del hombre. p. 110)

¿Qué sucede cuando jugamos?

El juego es una actividad generadora de placer que no se realiza con una finalidad exterior a ella, sino por sí misma.

El juego activa el llamado sistema de recompensa cerebral asociado a la dopamina que despierta nuestra motivación intrínseca y que, en definitiva, nos permite aprender. El aumento de la dopamina ayuda al aprendizaje porque ante la satisfacción de una respuesta correcta, se refuerza la memorización de la información de la respuesta correcta o del modo en cómo se ha solucionado un problema. El juego aumenta la motivación, la memoria y la atención.

Cuando se producen emociones positivas se activa el hipocampo y ello posibilita que los participantes puedan memorizar más, lo que sugiere la necesidad de generar en el aula climas emocionales positivos y seguros en los que se asume con naturalidad el error, se proporcionen retos adecuados, se fomente la participación y el aprendizaje activo. La ciencia nos dice que más que dejar de lado o suprimir las emociones, lo más eficaz para el aprendizaje es incorporarlas para construir el conocimiento cognitivo.

¿Qué han dicho los pedagogos y los psicólogos sobre el juego?

Para Piaget es la forma de pensar del niño. “Jugar es una forma de que los niños participen activamente en el mundo que les rodea a través de la práctica simbólica.” (Jean Piaget. The language and thought of the child. 1959).

Para Jerome Bruner es la primera aproximación a la comunicación en la infancia. Para Vigotsky las actividades lúdicas deben cumplir dos fines, el aprendizaje, y, como no podía ser de otra manera, el reforzamiento de las relaciones entre los alumnos y su entorno.

¿Cómo podemos poner el juego al servicio del aprendizaje?

El juego promueve el aprendizaje en acción, los procesos cognitivos superiores, el desarrollo de habilidades y capacidades, la movilización de recursos internos y el trabajo en equipo. Si trabajamos con juegos cooperativos y no competitivos permite que los alumnos desarrollen la empatía y la tolerancia, facilita la socialización y fomenta el apoyo mutuo y las relaciones en términos de igualdad.

Siempre hemos aprendido jugando. El juego y el aprendizaje siempre han estado unidos. Los que no siempre han ido de la mano son el juego y la educación y menos aún el juego y la escuela. No es lo mismo la educación que la escolarización, como no es lo mismo el aprendizaje que la educación, nos ha recordado Mariano Fernández Enguita en la Educación en la encrucijada.

Tradicionalemente el aprendizaje y la educación se encontraban distribuidos entre las actividades cotidianas con la familia, los amigos, en el pueblo. “El surgimiento de la escuela supuso una ruptura radical al especificar en alto grado en qué espacio aprender (centro, aula, pupitre), en qué tiempo (edad, calendario, horario, graduación y secuenciación), qué contenido (ordenación, planes, programas, libros de texto, lecciones), de qué manera (pedagogías, actividades, tareas), a cargo de quién (maestros, profesores, mentores…) y con qué resultados (exámenes, calificaciones, diplomas).” (Mariano Fernández Eguita. La Educación en la encrucijada. p. 111).

El proceso de institucionalización del aprendizaje excluyó lugares, seleccionó momentos, eliminó contenidos y privilegió una maneras de aprender en detrimento de otras, consideradas como no apropiadas. Es en ese proceso de escolarización del aprendizaje que dimos la espalda al juego. El juego salió de las aulas. Pero con el juego sacamos también cosas como la manipulación o la curiosidad. Al quitar el juego, como dice Juan Ignacio Pozo, vaciamos al aprendizaje en contextos formales de toda emoción. La pregunta que tenemos que hacernos, entonces, es ¿cómo podemos poner el juego al servicio del aprendizaje en contextos formales?. ¿Cómo podemos volver a introducir el juego en la escuela? (más allá de la educación infantil donde sí es una parte central del proceso de aprendizaje). ¿Cómo podemos poner el juego al servicio de la enseñanza?.

Fuente del articulo: https://carlosmagro.wordpress.com/2016/12/29/aprender-o-jugar/

Fuente de la imagen:https://carlosmagro.files.wordpress.com/2016/12/captura-de-pantalla-2016-12-29-15-45-00.png?w=610&h=45

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Los mundos que convergen en la educación

Teresa Ortuño

Calidad en la Educación es un término que se entiende de diferentes maneras. Para empezar, tenemos tres definiciones legales en respectivos ordenamientos jurídicos en México.

Son muchos los actores que intervienen en el proceso educativo. Deben colaborar en sus distintas trincheras y no verse como adversarios sólo por el hecho de considerar el propio papel como el único relevante.

Me explico:

Los legisladores deben escuchar y conocer para establecer un marco jurídico que contemple y vaya ajustando la realidad a los requerimientos de todos. Las autoridades deben, en el marco de la Ley, operar para que escuelas, docentes y padres de familia, cuenten con la infraestructura, contenidos, materiales, capacitación, condiciones laborales, mecanismos de participación y todo lo que requiere el día a día de la educación. A los padres de familia corresponde saberse parte y cumplir como parte del proceso educativo, participar con sus hijos, escuela y comunidad.

Los docentes no sólo transmiten conocimientos.  El auténtico maestro se da a sí mismo, ama a sus alumnos, atiende la conflictividad que surge no sólo entre ellos, sino en las vidas de cada uno.  En muchas ocasiones, el docente es la única persona en quien puede confiar la criatura, ante sus dramas y sufrimientos personales. A los docentes corresponde vivir diariamente su misión, vocación y profesión.

Lo que no se vale, es negar la importancia de todos los actores en el proceso educativo. Una cultura de la colaboración nos llevaría más fácilmente al objetivo de alcanzar calidad y equidad en la educación.

Los países que han alcanzado niveles superiores en los indicadores, son aquellos en donde la colaboración es la regla. En cualquier parte del mundo donde hay pobres resultados, los actores del proceso se ven como adversarios: “Tú que vas a saber de esto, si estás en un escritorio”; “A ti te toca obedecer, que para eso soy la autoridad”; “Hijo, no hagas caso a las tonterías que dice tu maestro”; “Ese investigador/comunicador no sabe, que se venga a la trinchera si quiere hablar del tema”, son muestra de algunas actitudes que garantizan el fracaso escolar.

La comunicación y el intercambio de experiencias entre todos los que intervienen en el proceso educativo, cambia el panorama. La auténtica empatía es la que favorece la mejora.

En la era de la tecnología, no debería complicarse la posibilidad de esta comunicación de ida y vuelta entre autoridades, docentes, padres/madres de familia, investigadores y organizaciones.

La diversidad de puntos de vista debe verse como una riqueza, no como ocasión para el enfrentamiento.

Claro que esto requiere de un factor clave: ciudadanía. Este concepto supone estar informados, tener espíritu crítico y disposición a escuchar otros puntos de vista con respeto, sin descalificar, así como estar dispuesto a modificar el punto de vista propio, en la búsqueda del bien superior.

En Educación avanzaremos en la medida en que estemos dispuestos a escuchar, aprender, respetar, ceder, conceder y todo aquello que implica la vida en comunidad.

La democracia no se reduce a votar. Aunque las elecciones sirven para poner en la mesa las agendas de los temas que a todos interesa. Haya ganado o no quien recibió mi sufragio, es deber de todos participar para que los objetivos se alcancen.

La Educación requiere del ejercicio de ciudadanía responsable. Sin ello, estamos a expensas de los demagogos que hay en todas partes.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/los-mundos-que-convergen-en-la-educacion/

Fuente de la imagen:http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2013/10/profesores-ense%C3%B1ando-300×223.jpg

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¿Cumplir el derecho a la educación?

Manuel Navarro Weckmann

El Sistema Educativo Nacional opera de manera insuficiente y desigual, que en ninguna modalidad escolar los centros cuentan en su totalidad con las condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje y que las mayores carencias se encuentran en las escuelas ubicadas en los contextos más desfavorables, en las cuales se atiende a la población con mayor grado de vulnerabilidad … Silvia Schmelkes del Valle, Presidenta del INEE 

De acuerdo con el Maestro Pablo Latapí, no se puede ejercer ninguno de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos o culturales sin un mínimo de educación, por lo que recibir educación se constituye en un derecho consagrado en nuestra Carta Magna, la cual se encuentra apenas a 17  días de cumplir sus primeros cien años de vida.

Con las reformas a la legislación educativa del año 2013 se le agregó, bajo un estridente mensaje de logro del gobierno federal, el término calidad, el cual, el Secretario de Educación investido a profeta, estableció que dicho término por arte de magia y sin mayores inversiones realmente trascendentales en el ramo, habrían de transformar la educación con el sólo acto de evaluar al magisterio y sin tocar ni los planes y programas y por supuesto sin tocar el tema de llevar a cabo una evaluación a las autoridades educativas.

Para ser más específico, en el Artículo 3º, señala que la e ha de ser de calidad, entendiendo por ello ͞que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos, lo cual, a menos de dos años de que culmine la actual administración federal, resulta complicado el poder observar que las acciones desarrolladas desde la errónea política educativa, puedan detonar en acciones que logren mejorar la ya de por si  deteriorada calidad de la educación en nuestro país.

Como una muestra más de ello, en días pasados se presentó por parte del Instituto Nacional para la Evaluación de Educación (INEE) el documento que muestra los resultados de “La evaluación de condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje” (ECEA), la cual fue diseñada con el propó sito de conocer la medida en que las escuelas de la educación obligatoria en nuestro país cuentan con condiciones básicas para su operación y funcionamiento.

La primera aplicación de ECEA inició en el nivel de educación primaria tomando en consideración la evaluación de siete ámbitos que son: Infraestructura para el bienestar y aprendizaje de los estudiantes, mobiliario y equipo básico, materiales de apoyo educativo, personal que labora en las escuelas, gestión del aprendizaje, organización escolar y la convivencia escolar para el desarrollo personal y social.

El que podamos ver que en pleno siglo XXI más del 44 por ciento de todas las escuelas primarias del país no sean escuelas de organización completa o multigrado, en las cuales son aquellas en las  cuales un profesor enseña a más de un grado educativo al mismo tiempo, es decir, uno, dos o más cursos en un mismo salón de clase, es un síntoma de la gravedad de la situación que priva en
nuestro país, en donde las recientes decisiones de política educativa no han marcado aun diferencia alguna y se afirma, desde el propio INEE, que en nuestro país, ningún centro escolar  cuenta con todas las condiciones básicas para la enseñanza.

El sistema educativo nacional se asienta sobre la realidad que viven día a día una mitad de la población que sufre al no poder satisfacer sus necesidades más apremiantes generando con ello  condiciones graves de inequidad que, con los recientes incrementos propiciados desde la decisión  de incrementar los precios y los impuestos a los combustibles, se agrava aún más.

Puede haber miles de evaluaciones más, sin embargo, mientras no se tome en consideración el contexto y el apoyo –no sólo con palabras– a la labor que a diario realiza el magisterio nacional,  pocas podrán ser las consecuencias positivas para la niñez mexicana y con ello a cumplir su  derecho a la educación.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/cumplir-el-derecho-a-la-educacion/

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Premios y reconocimientos en educación

Cesar García García

Los premios o reconocimientos sirven para reconocer al autor y su obra, por su carisma, ingenio y talento. También los premios y reconocimientos en educación deberían ser indisociables entre el autor y su obra, así como para reconocer su contribución importante a la humanidad.

Pero los reconocimientos  en educación son pocos y más bien se hacen a la figura pública y no a la obra educativa y pedagógica que el autor deja como legado. El premio Nobel, el Premio Nacional de las Artes, incluso la medalla Belisario Domínguez son sólo algunos ejemplos del nulo o poco reconocimiento a la educación.

El premio Nobel es un legado de Alfred Nobel a raíz de que el mayor de sus inventos le generaron algunos dilemas éticos ocasionados por el accidente vinculado al uso químico de explosivos -en el cual murió el hermano más joven-, y un obituario donde por un error y confusión con otro hermano que había fallecido, apareció en un periódico francés la frase: “ha muerto el mercader de la muerte”. (Bio, Alfred Nobel. Biography, abril del 2016).

Alfred Nobel profundamente afectado por ambos sucesos, como parte de su voluntad y testamento, dedicó una parte importante de su fortuna a generar el premio que llevaría su nombre para reconocer las mejores contribuciones a la humanidad en química, física,  literatura, medicina,  paz, y posteriormente economía. Actualmente es difícil imaginar un premio Nobel para educación, aún y cuando todos los líderes del mundo reconozcan a la educación como factor de paz, desarrollo, progreso, competitividad, etc.

A nivel mundial también se han generado otras distinciones por las contribuciones del autor y su obra a las esferas de la ciencia, el arte y la cultura. La medalla Fields por las aportaciones sobresalientes al mundo de las matemáticas. El premio Pullitzer para periodismo. Los premios Oscar para el cine. El premio Cervantes en literatura (que por cierto acaba de ganar el mexicano Fernando del Paso) y un largo etcétera.

¿Qué hay en el caso de México? A nivel gubernamental, la SEP, otorga un reconocimiento (simbólico y económico) a los docentes por su trayectoria de 10, 15, 20, 35 y 50 años de servicio. Pero aquí se reconoce el trabajo y la actividad, no la obra.

En el caso del Premio Nacional de Ciencias y Artes, se hace para todas las áreas: tecnología y diseño, bellas artes, lingüística, literatura, ciencias físico matemáticas y naturales, historia, ciencias y filosofía, artes y tradiciones populares. Pero no a educación. Quizá la única excepción fue  la entrega del premio Nacional de Ciencias y Artes a Pablo Latapí Sarre en 1996, fundador de la investigación educativa en México.

Respecto a  la medalla Belisario Domínguez, con un poco más de justicia se le dio este reconocimiento a personajes  como Jaime Torres Bodet, Javier Barros, Miguel León Portilla, entre otros. Pero incluso esta medalla se ve opacada en el presente cuando el Senado de la República reconoce más a  empresarios y filántropos, que a personas que contribuyen con su obra a la educación.

Finalmente, también las propias instituciones educativas, sindicatos (el SNTE, por ejemplo) y las asociaciones civiles (como  la ANUIES, el COMIE o Mexicanos Primero) han intentado reconocer la labor educativa, al autor y su obra, al crear reconocimientos y premios por investigación o docencia. Pero estos reconocimientos son parroquiales que nos invitan a pensar en un reconocimiento mayor.

Por ello, cabe considerar reconocimientos que podrían emular a personajes históricos de la educación de la talla de Comenio, Peztalozzi, Rousseau, Freire, Piaget, por mencionar algunos. A nivel nacional también se pueden plantear reconocimientos en educación y en honor a José Vasconcelos, por contribuciones a la alfabetización; o a Justo Sierra, por el impulso a la universidad.

Lo anterior, es sólo por mencionar la lista de algunos que no sólo fueron funcionarios en educación o empresarios filántropos  sino que contribuyeron con su obra a la educación, y de ahí a la ciencia, la cultura, el arte y el desarrollo de un país.

Poscriptum.

-El 22 de abril se festeja el día de las educadoras en honor al pedagogo alemán Federico Froebel, la conmemoración la promueve el SNTE.

-En México el 15 de mayo se festeja el día del maestro. La fecha coincide con la historia de Juan Bautista La Salle y en México con la fecha histórica de la toma de Querétaro que data de 1918.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/premios-y-reconocimientos-en-educacion/

Fuente de la imagen:http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2014/11/Pablo-Latapí.jpg

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La hora y el turno de la ecología mental

Leonardo Boff

El 2 de febrero de 2007, al oír en Paris los resultados del estudio sobre el calentamiento global dados a conocer por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), el entonces presidente Jacques Chirac dijo: «Como nunca antes, tenemos que tomar la palabra revolución al pie de la letra. Si no lo hacemos, ponemos en peligro el futuro de la Tierra y de la Humanidad». Antes de él, otras voces, como la de Gorbachev y la de Claude Lévy Strauss poco antes de morir, advertían: «o cambiamos de valores civilizatorios o la Tierra podrá continuar sin nosotros».

Este es el punto ocultado en los foros mundiales, especialmente en el de Copenhague. Si se reconociera abiertamente implicaría la autocondena del tipo de producción y de consumo con su cultura mundialmente vigente. No basta que el IPCC diga que, en gran parte, el calentamiento ahora irreversible esta producido por los seres humanos. Esta es una generalización que esconde a los verdaderos culpables: los hombres y mujeres que formularon, implantaron y globalizaron el modo de producción de bienes materiales y los estilos de consumo que implican depredación de la naturaleza, clamorosa falta de solidaridad de las generaciones actuales con las futuras.

De poco sirve gastar tiempo y palabras en encontrar soluciones técnicas y políticas para disminuir los niveles de gases de efecto invernadero si seguimos manteniendo este tipo de civilización. Es como si una voz dijese: «pare de fumar, si no va a morir» y otra voz dijese lo contrario: «siga fumando pues ayuda a la producción que ayuda a crear empleos que ayudan a garantizar los salarios que ayudan al consumo que ayuda a aumentar el PIB». Y así alegremente, como en los tiempos del viejo Noé, vamos al encuentro de un diluvio pre-anunciado.

No somos tan obtusos como para decir que no necesitamos la política y la técnica. Las necesitamos mucho, pero es ilusorio pensar que la solución está en ellas. Hay que incluirlas en otro paradigma de civilización que no reproduzca las perversidades actuales. Por eso, no basta una ecología ambiental que ve el problema en el ambiente y en la Tierra. Tierra y ambiente no son el problema. Nosotros somos el problema, el verdadero Satán de la Tierra cuando deberíamos ser su ángel de la guarda. Entonces es importante hacer, como decía Chirac, una revolución. ¿Pero cómo hacer una revolución sin revolucionarios?

Necesitan ser suscitados. ¡Y qué falta nos hace un Paulo Freire ecológico! Él decía sabiamente algo que se aplica a nuestro caso: «No es la educación la que va a cambiar el mundo. La educación va a cambiar a las personas que van a cambiar el mundo» Necesitamos estas personas revolucionarias, si no preparémonos para lo peor, porque el sistema imperante está totalmente alienado, se ha vuelto estúpido, arrogante y ciego frente a sus propios defectos. Es la tiniebla y no la luz del túnel donde nos encontramos.

En este contexto invocamos una de las cuatro tendencias de la ecología (ambiental, social, mental, integral): la ecología mental. Trabaja con lo que pasa por nuestra mente y nuestro corazón. ¿Cuál es la visión del mundo que tenemos? ¿Qué valores orientan nuestra vida? ¿Cultivamos una dimensión espiritual? ¿Cómo debemos relacionarnos con los otros y con la naturaleza? ¿Qué hacemos para conservar la vitalidad y la integridad de nuestra Casa Común, la Madre Tierra?

Unas pocas líneas no dan para trazar el diseño principal de la ecología mental, cosa que hemos hecho en varias obras y vídeos. El primer paso es asumir el legado de los astronautas que vieron la Tierra desde fuera de ella y se dieron cuenta de que Tierra y Humanidad forman una entidad única e inseparable, que es parcela de un todo cósmico. El segundo es saber que somos Tierra que siente, piensa y ama, por esohomo (hombre y mujer) viene de humus (tierra fecunda). El tercero, que nuestra misión en el conjunto de los seres es la de ser los guardianes y los responsables del destino feliz o trágico de esta Tierra, hecha nuestra Casa Común. El cuarto es que junto con el capital natural que garantiza nuestro bienestar material, debe venir el capital espiritual, que asegura aquellos valores sin los cuales no vivimos humanamente, como la buena voluntad, la cooperación, la compasión, la tolerancia, la justa medida, la contención del deseo, el cuidado esencial y el amor.

Estos son algunos de los ejes que sustentan un nuevo ensayo civilizatorio, amigo de la vida, de la naturaleza y de la Tierra. O aprendemos estas cosas por convencimiento o lo haremos por padecimiento. Este es el camino que la historia nos enseña.

Fuente del articulo: http://leonardoboff.com/site-esp/lboff.htm

Fuente de la imagen: http://2.bp.blogspot.com/_j5xB-XkXbWU/S0uVTuMS77I/AAAAAAAAAnM/yNxLfTyE-4M/s320/ecologia+mental.j

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Las mujeres y el deporte: el machismo que no cesa

Sonia Sierra

Convertirse en deportista de élite y llegar a competir en unos Juegos Olímpicos -y no digamos ya conseguir una medalla- significa una vida de trabajo, constancia y sacrificio: horas y horas de entrenamiento, una alimentación concreta y unos hábitos y horarios al servicio de una disciplina.

Sin embargo, cuando las protagonistas de una noticia deportiva son las mujeres, todo esto parece quedar en segundo (o tercer) lugar. Pongo un ejemplo: en la entradilla de una noticia dedicada a Lydia Valentín, medalla de bronce en la categoría de 75 kg, explicaban que la campeona olímpica siempre se maquilla. Mientras la mayoría de los mortales no somos capaces de cargar las bolsas de la compra ni dos manzanas sin pararnos a tomar aliento, Lydia Valentín levanta 141 kilos; y todo lo que se le ocurre destacar al medio es… ¡que se maquilla!

Por supuesto, si solo fuera esto, se quedaría en una anécdota, pero desgraciadamente no es así. La Universidad de Cambridge hizo un estudio que en el que concluyó que 160 millones de palabras prueban el trato machista y denigrante a las mujeres en los Juegos Olímpicos.

Pese a que el 45% de los participantes en Río son mujeres, los hombres reciben tres veces más espacio o tiempo en la información deportiva. Y, cuando se habla de ellas, se suele aludir a su aspecto, su edad o su situación civil. De hecho, las palabras que más se utilizan, según ese estudio, para referirse a las mujeres, son «edad», «embarazada», «soltera», «casada» y «mayor». Un léxico muy diferente al utilizado para los hombres: «Rápido», «fuerte», «grande» y «fantástico».

Las palabras que más se utilizan, según ese estudio, para referirse a las mujeres, son «edad», «embarazada», «soltera», «casada» y «mayor».

Según los cronistas deportivos, las mujeres «compiten», «luchan» o «participan», mientras que los hombres «ganan» y «dominan» en «batallas». Eso, sin contar cómo se las infantiliza llamándolas «chicas», mientras que a los hombres rara vez se les llama «chicos».

Sería interesante que se hiciera un estudio similar en el resto de países, y lo más probable es que los resultados fueran similares. Estas olimpiadas nos han regalado titulares sin distinción: hemos visto que, según la prensa, «el trío de las gorditas roza el milagro olímpico» (Italia), que «la mujer de un jugador de los Chicago Bears gana una medalla de bronce» y que «Hosszu logra el récord mundial gracias a su marido» (ambos de Estados Unidos), o que, en lugar de deportistas, tenemos «buenorras internacionales en los Juegos de Río» (España).

Uno de los deportes que más juego da en el tema que ahora nos ocupa es el del vóley-playa. Posiblemente, una de las imágenes más icónicas de estas olimpiadas ha sido en la que se ve a una jugadora egipcia con un traje de cuerpo entero y un velo (su compañera no llevaba velo y no ha merecido tanta atención) frente a una alemana enfundada en un minúsculo bikini.

Cabe recordar que, hasta 2012, las jugadoras de vóley-playa tenían la obligación de jugar en bikini, absurda norma que finalmente ha desaparecido tras un alud de críticas por su sexismo. Si en unos países el cuerpo de la mujer es considerado pecaminoso y debe ser tapado, en otros se considera un objeto de deseo y, como tal, debe ser lucido. El caso es controlar el cuerpo de la mujer. Y si a alguien le quedan dudas sobre el uso del cuerpo femenino como objeto en el vóley-playa, este reportaje sobre cómo serían el resto de deportes si se fotografiaran igual puede disipar sus dudas.

Si en unos países el cuerpo de la mujer es considerado pecaminoso y debe ser tapado, en otros se considera un objeto de deseo y, como tal, debe ser lucido. El caso es controlar el cuerpo femenino.

 En estos Juegos Olímpicos son las deportistas españolas las que más alegrías nos están dando, y esperemos que eso sirva para dar más visibilidad al deporte femenino y para acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres en los deportes. En tenis, por ejemplo, Federer gana 67 millones, muy lejos de la tenista mejor pagada, Sharapova, con 29,7. En baloncesto, más de 50 jugadores de la NBA cobran en un año más que todas las jugadoras de la WNBA juntas. Del futbol mejor ni hablamos, porque los más de 70 millones que ganaron Cristiano Ronaldo y Leo Messi son inimaginables para cualquier mujer futbolista (y para la mayoría de hombres, también hay que decirlo).

El tema de la brecha salarial es un problema en todos los ámbitos, y está en relación directa con la dificultad de las mujeres para llegar a los puestos más altos de la escala salarial y del poder. Ciudadanos ha presentado una propuesta de resolución en el Parlamento de Cataluña para intentar acabar con esa lacra social. De hecho, nuestro partido lidera en dicho Parlamento autonómico la lucha por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, al ser el grupo que más iniciativas ha presentado en este ámbito.

Los Juegos Olímpicos de Río nos recuerdan, una vez más, el machismo imperante, y nos interpela como sociedad para que sigamos reivindicando el lugar de la mujer en el mundo, en igualdad de condiciones que los hombres. En la anterior y brevísima legislatura, C’s presentó diferentes iniciativas en ese sentido, como el Pacto Nacional por la Conciliación, la protección de la baja por maternidad de las autónomas y un estudio sobre la tasa rosa, entre otras. Tenemos que seguir batallando para conseguir la medalla de oro en igualdad, y no pararemos hasta conseguirlo.

Fuente del articulo: http://www.huffingtonpost.es/sonia-sierra/las-mujeres-y-el-deporte-_b_11562150.html

Fuente de la imagen: http://i.huffpost.com/gen/4610062/images/n-DEPORTISTAS-large570.jp

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La reforma ausente

Manuel Gil Antón

Se dijo que el paquete de reformas estructurales cambiaría el rumbo de México. Lo movería. La madre de todas, se ha reiterado, es la educativa. Su tropiezo de fondo fue confundir a la evaluación con el afán de control: la primera está orientada a mejorar los procesos de aprendizaje, y el segundo a asegurar la sumisión del magisterio al gobierno, con base en el sometimiento que contradice, por ello, lo que proclama: la docencia como profesión.

¿A poco se puede argumentar que un profesional no tiene voz en cuanto a su trabajo? Durante tres años se les ignoró del todo. ¿Es propio de esa condición organizar la consulta del Nuevo Modelo Educativo con cuestionarios a modo? No: cuando se pide su palabra y se indica cómo y de qué han de hablar, surge la farsa. A los agudos problemas de concepción y puesta en práctica de esta reforma, subyace una falla, una grieta, que hace inviable la necesaria transformación de la experiencia escolar en el país.

El piso en el que se intentó cimentar es inadecuado para la edicación sólida de un proyecto: se cavó, para darle basamento, en un terreno repleto de fango. El lodazal es una mezcla de corrupción, impunidad y arrogancia. No hay horizonte de renovación educativa si quien lo propone carece de solvencia ética. Es el caso: al conjunto de reformas de gran calado, lo cuartea la indecencia del gobierno que las impulsó y sus aliados.

Es necesario contar con altas dosis de cinismo para escribir, desde la SEP: “La decisión de liberalizar el precio de la gasolina fue acertada y responsable. El subsidio distraía recursos que sirven más en educación”. Con independencia de la discusión sobre el costo de los combustibles, el argumento es falso: la fuga de los recursos destinados a las escuelas no se relaciona con ese subsidio, sino con una añeja costumbre de malgasto a través de desviar los fondos para actividades políticas de corto plazo, distribuir prebendas a gobernantes y líderes sindicales, y delinquir a secas, apropiándose de los dineros.

México no es el país que más gasta en educación en términos del monto por estudiante, ni de la proporción del PIB asignada a esta función, pero sí es líder en el porcentaje del gasto público destinado a ella. ¿Quién se traga la rueda de molino que asocia la carencia de recursos para la educación con el subsidio a la gasolina, cuando la provisión para el sistema fue siempre enorme, y decitaria en la relación de pesos invertidos y buen uso de los fondos? La fuente de carencias en la inversión educativa se produjo durante décadas, y hoy ocurre, por el peor subsidio que podemos imaginar: la corrupción.

Este “impuesto”, con cargo al erario, no sólo es regresivo, pues daña más a los que menos tienen, sino que es corrosivo: destroza la legitimidad del régimen. ¿Cuánto del dinero robado por los Duarte, por ejemplo, estaba destinado a la educación? ¿Qué proporción del hurto fue distribuido a otros encumbrados actores políticos, hoy impolutos defensores de las reformas? ¿Cuántas campañas políticas se sostuvieron con recursos que deberían ser pizarrones, libros o agua corriente en las escuelas?

Por eso, la decisión responsable de un gobierno serio, sería no subsidiar más la corrupción con impunidad. Ese costo descomunal en monto y significado. Tributo a la indecencia que desmorona todo su discurso. En el terreno de la educación, la reforma ausente, esto es, la construcción social que recompense la orientación de las acciones con arreglo a valores que no toleren la impunidad, cristalizada en instituciones apreciadas, es fatal. ¿Qué es, en lo sustancial, un proyecto educativo?

La propuesta de un horizonte ético, laico, de referencia común. Nadie da lo que no tiene. Y no tienen nada: ni un poco de vergüenza. Sólo “pactos”. La moral sigue siendo, para ellos, un árbol que da moras.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-ausente/

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