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Opinión: lenguaje inclusivo y lenguaje de accesibilidad

Por: Sofía García-Bullé

Ambos lenguajes responden a necesidades distintas de integración y justicia social.

A muchos de nosotros, en más de una ocasión, nos ha tocado hablar sobre el tema del lenguaje inclusivo en espacios públicos como lo son las redes sociales y muy seguido nos encontramos con una línea de argumentación muy concurrida. Frecuentemente la gente defiende la idea de que el lenguaje inclusivo se refiere a recursos como el braille o el lenguaje de señas.

Si bien la intención de visibilizar a un grupo demográfico como lo son las personas con discapacidad es más que válida, es notoria también la disonancia cognitiva según la cual ambas conversaciones (equidad de género y derechos de las personas con discapacidad) no pueden existir en el mismo espacio. Sumado a esto, este argumento muestra la confusión más grande que complica tratar ambos temas. No hay una distinción clara entre el lenguaje inclusivo y el lenguaje de accesibilidad.

¿Qué es el lenguaje de accesibilidad?

El lenguaje de accesibilidad, también conocido como accesibilidad de comunicación, se refiere a las denominaciones, recursos y sistemas lingüísticos para habilitar la participación de las personas con discapacidad en el día a día. Engloba diferentes temas, como el de cómo referirnos a las personas con alguna discapacidad con corrección y humanidad, métodos de comunicación específicos como la lengua de señas o el braille, el lenguaje de signos táctiles, el código morse, entre otros.

Si bien la inclusión de las personas con capacidades diferentes a la experiencia educativa y a otras actividades que son un derecho básico es uno de los fines de la accesibilidad, no sería del todo correcto llamarle lenguaje inclusivo. Su primer objetivo es habilitar a sus usuarios, darles una forma de ser funcionales bajo un contexto de capacidades diferentes, no de una identidad diferente.

¿Qué es el lenguaje inclusivo?

El lenguaje inclusivo en cuanto al género, lenguaje incluyente o lenguaje no sexista se refiere a la creación y uso de términos que visibilicen a los grupos demográficos con identidad de género y orientación sexual diferente. La propuesta para el uso de este tipo de lenguaje parte de la idea de que la lengua y la expresión forja la realidad de quienes la usan y conscientemente destituye, minimiza, desvaloriza e invisibiliza identidades femeninas, no heteronormadas y diversas.

El propósito del lenguaje inclusivo es llamar la atención hacia conversaciones necesarias sobre cuestiones normalizadas e internalizadas como el androcentrismo y el heterocentrismo. A diferencia del lenguaje accesible, la idea no es habilitar, es validar y normalizar grupos sociales históricamente disminuidos.

¿Por qué necesitamos dejar de contraponerlos?

A grandes rasgos, el lenguaje de accesibilidad sirve para que una persona pueda participar en determinada experiencia independientemente de sus circunstancias en cuanto a capacidades, mientras que el lenguaje inclusivo es para que dicha persona pueda sentirse parte de esa experiencia.

La manera en que gestionamos ambas conversaciones, como si fueran temas opuestos y sin ninguna posibilidad de intersección o sinergia entre estos, es por demás perjudicial. Se deja completamente de lado la posibilidad de que pudieran existir personas que necesitan de ambos lenguajes, personas con capacidades que además no pertenecen a la comunidad heteronormada, por ejemplo.

Para dar atención oportuna, foro y recursos tanto a personas que necesitan recursos de accesibilidad como los que se benefician del uso del lenguaje inclusivo, es necesario abordar las dos conversaciones sin contraponerlas ni pensar que una forzosamente tendría que eliminar a la otra. Hay más que suficiente espacio para los lenguajes y recursos que ayuden a todos lo grupos demográficos que lo necesiten.

¿Has diferenciado en clase entre lenguaje de accesibilidad y lenguaje inclusivo? ¿Qué aprendizajes han surgido del diálogo con alumnos y compañeros? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec

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El papel de las habilidades socioemocionales en el regreso a clases presenciales

Por: Irvin Rodolfo Tapia Bernabé

 

La incorporación de las habilidades socioemocionales a la práctica educativa de las maestras y maestros ha sido un tema de atención prioritaria para las autoridades en nuestro país…

Recientemente, la Secretaría de Educación Pública difundió la Estrategia Nacional para el Regreso Seguro a Clases Presenciales tanto en las escuelas de educación básica, como en las de la educación media superior. En ambos documentos, la atención socioemocional y la psicoemocional juegan un papel muy importante para asegurar los aprendizajes en la nueva normalidad educativa en México.

La incorporación de las habilidades socioemocionales a la práctica educativa de las maestras y maestros ha sido un tema de atención prioritaria para las autoridades en nuestro país, principalmente, debido a los efectos favorables, que aseguran los especialistas, generan el desarrollo de este tipo de habilidades en las trayectorias académicas y de vida de las niñas, niños y adolescentes.

Sin embargo, hoy en día siguen existiendo profesionales de la educación que desconocen su metodología de enseñanza o bien, que no consideran que la enseñanza de estas habilidades deba formar parte de sus competencias profesionales como educador. Algunas de estas razones tienen que ver con la confusión existente entre el desarrollo de las habilidades socioemocionales y la atención psicoemocional en el aula.

Primeramente, es importante distinguir cada una de estas áreas en su justa dimensión y analizar el alcance profesional que tendrá cada docente en su participación en cada una de ellas, en esta nueva realidad que vivirán las escuelas de México, ante el regreso a clases.

Durante la pandemia, los estudiantes se encontraron sometidos a diversas dificultades en su hogar, tales como lo son: la pérdida de un familiar o situaciones económicas difíciles ocasionadas por la pérdida del empleo del padre o la madre. El daño ocasionado a los estudiantes, por este tipo de condiciones, innegablemente amerita la intervención de un experto en salud mental, quien pueda encauzar nuevamente su atención al proceso educativo por venir, tarea que un docente, difícilmente tendrá las herramientas para dar una adecuada atención a este tipo de alumnos.

Por otra parte, las escuelas cuentan con un número importante de estudiantes que no se conocen físicamente o bien que su interacción social, se vio interrumpida debido al confinamiento. En las escuelas con mejores condiciones pudo adecuarse el proceso de enseñanza y aprendizaje a un ambiente virtual, sin embargo, no todas las escuelas, ni todos los estudiantes tuvieron dicha oportunidad.

En este sentido, generar la integración de los estudiantes en comunidad y desarrollar el sentido de pertenencia hacia sus escuelas; sin duda, será uno de los mayores retos para las profesoras y profesores en el nuevo regreso a clases presenciales. A este respecto, es importante cuestionarse, cuál es la mejor manera de desarrollar las habilidades socioemocionales en el aula, sin ser propiamente un experto en el ámbito de la psicología.

Podemos decir que todas y todos, durante nuestra trayectoria educativa, alguna vez tuvimos una maestra o maestro que marcó nuestras vidas, ya sea positiva o negativamente; la razón, seguramente se debió a la manera en cómo interactuaron con nosotros y como nos hicieron sentir en clases y fuera de ellas.

Las investigaciones en el campo de las habilidades socioemocionales, nos hacen mención que, en la escuela, los estudiantes observan, identifican, aprenden, experimentan y replican comportamientos, normas sociales, actitudes y habilidades socioemocionales. Es por ello, que las maestras y maestros se convierten en un referente para los estudiantes e influyen y modelan sus habilidades socioemocionales, ya sea de manera intencional o no. En este sentido, podemos advertir que un docente socioemocionalmente mayormente desarrollado manejará de mejor manera sus emociones, establecerá códigos de conducta y generará interacciones más positivas y alentadoras con sus estudiantes.

De manera paradójica, los profesores también podemos generar una influencia negativa en el desarrollo socioemocional sin necesariamente pretenderlo. Esto se debe a que como lo sabemos, aquellos quienes nos dedicamos a la docencia, la práctica está saturada de una infinidad de actividades estresantes que escapan solamente de la enseñanza.

Este estrés y cansancio termina por afectar de manera negativa el ambiente del salón de clases, la calidad de la interacción con los alumnos y el involucramiento con el aprendizaje de los estudiantes, producida por una actitud pasiva. Este comportamiento de los docentes conlleva a propiciar una reducción en las expectativas que tienen los alumnos de su profesor o profesora, afectando de manera negativa su proceso de aprendizaje.

Finalmente, a diferencia de las competencias para brindar atención psicoemocional, el desarrollo de las habilidades socioemocional en los estudiantes puede ser llevadas al cabo desde el comportamiento de los docentes, siendo así un modelo de aprendizaje para ellos, tal como lo estableció Alberto Bandura a través del Aprendizaje Vicario.

Fuente: https://profelandia.com

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La fragmentación de la actual coyuntura educativa

Por:  Miguel Ángel Pérez Reynoso

Las maestras y los maestros siguen siendo las y los responsables del sostenimiento del sistema, siguen esperando las acciones puntuales que dignifiquen su trabajo…

La coyuntura educativa del presente está integrada por varias piezas: por una reforma educativa que se niega a dar claridad y sentido hacia delante de sus intenciones reales, la reforma a los estatutos junto con la definición de las nuevas reglas para elegir a las dirigencias nacional y seccionales del SNTE, el reconocimiento al trabajo y la labor profesional de las maestras y los maestros de pasar de la calidad a la excelencia y el cumplimiento de las metas anunciadas al inicio del actual sexenio.

Es por lo anterior, que se puede afirmar que la actual reforma educativa se caracteriza por la fragmentación en sus propuestas y la falta de claridad en lo que concierne a los asuntos ligados con los fines de la política pública en educación.

En lo relacionado al magisterio nacional aquí se mueven tres piezas de un mismo rompecabezas:

1. Por un lado la ley de la carrera de las maestras y los maestros, si bien incluye asuntos de equidad y de justicia de género, ya cuando se haba de los esquemas de promoción vertical y horizontal se convierte en un verdadero galimatías muy parecido al viejo esquema de promoción que se llamó carrera magisterial el cual fue producto del Acuerdo Nacional de 1992. Tanto en la formación inicial como en la formación permanente y en la definición de las condiciones para iniciar y seguir en la carrera académica en educación básica (preescolar, primaria, secundaria, especial e indígena), los esquemas de incorporación al sistema y de promisión se han tornado sobradamente burocratizados, La carrera docente sigue siendo una carrera de obstáculos.

2. En la parte de la organización gremial y sindical de las y los trabajadores de la educación, ella se ha traducido en una serie de ambigüedades, a partir de la promesa original de que en el SNTE se instalaría por fin la democracia sindical “quien tenga la mayoría, tendrá la dirección del sindicato” decía con energía el presidente al inicio del sexenio y hoy a tres años de distancia las cosas siguen igual o peor. Parece que la democracia tiene que negociarse con los distintos grupos de poder y la negociación implica ponerse de acuerdo para aclarar acerca de las reglas no para elegir a los mejores o a las mayorías sino más bien para legitimar las formas veladas que le den continuidad al charrísimo sindical.

3. Y en el tercer punto, el que se refiere a la profesionalización ese es aún más delicado. No podemos presumir que hoy en día tenemos mejores maestras y maestros, por el contrario existe una especie de refuncionalización de los vicios en la carrera docente.

Todo lo anterior ha sido aderezado por un contexto de pandemia, que afectó todo, precarizó las condiciones de trabajo y vulnerabilizó (aún más) a los sujetos educativos.

La coyuntura educativa es fragmentada porque no tiene claridad de la direccionalidad de hacia dónde queremos arribar y también porque los pronunciamientos en torno a ella, son solo retórica y las acciones verdaderas se negocian y operan por debajo de la mesa.

Las maestras y los maestros siguen siendo las y los responsables del sostenimiento del sistema, siguen esperando las acciones puntuales que dignifiquen su trabajo y los mecanismos de cambio y transformación que garanticen que su organización sindical sea democrática. Requerimos dar un gran salto en esta coyuntura y hacer aparecer las verdaderas propuestas democráticas aquellas que vienen desde abajo del sistema, y que se tejen de manera plural y cooperativa por todas las personas de hacer la educación no solo de hablar de ella.

Fuente: https://profelandia.com/la-fragmentacion-de-la-actual-coyuntura-educativa/

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Una mirada filosófica de la ciencia

Por: Leonardo Díaz

 

La investigación científica conlleva unas implicaciones éticas cuyo examen es una de las tareas más importantes del quehacer filosófico.

En mi artículo de la semana pasada titulado “Las tensiones de Darwin” (Acento, 27-5-2021), comento la postura del antropólogo de la Universidad de Princeton, Agustín Fuentes, sobre la importancia de contextualizar social e históricamente las teorías científicas.

En el referido caso, se trata de proporcionar una mirada humanística para el estudio de las ciencias, lo que debería incluir también una lectura filosófica de la misma.

En un artículo testimonial, el biólogo Rasha Shraim (“How Philosohy is making me a better scientist”, Nature, 23 de abril, 2021) escribe sobre las virtudes que el entrenamiento filosófico le ha proporcionado a su comprensión de la práctica científica.

Shraim no solo alude al hecho de que el estudio sistemático de la filosofía constituye un estimulo para la creatividad y la actitud crítica en la investigación, sino también, a que la actividad filosófica nos proporciona un metaanálisis sobre los enfoques y presupuestos mismos desde los cuales se realizan la ciencia, muchas veces imperceptibles para el científico sin educación filosófica.

Dicha tarea no es un mero ejercicio académico. La colonización científico tecnológica cada más extendida y estructural del “Mundo de la Vida” nos impone la necesidad de una reflexión dialógica que supere las estrecheces de las miradas cientificista e instrumentalista sobre los procesos cognoscitivos.

En este sentido, una comunidad democrática requiere que sus comunidades epistémicas (científicos, filósofos, intelectuales) sostengan una discusión viva junto a una ciudadanía educada y crítica para que las aplicaciones del conocimiento científico-tecnológico puedan contribuir al proyecto de una vida buena.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/una-mirada-filosofica-de-la-ciencia-8950542.html

 

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La era del móvil: responsabilidad compartida entre generaciones

Por: Laura Casamitjana García, Santiago Giraldo

Los padres que aprenden de los hijos porque la tecnología (casi) siempre ha sido un asunto de jóvenes. Pero ser un nativo digital capaz de administrar pantallas y likes con solvencia implica también la adquisición de competencias de comprensión crítica en el uso tecnológico

Cuando pensamos en la tecnología se nos suele pasar por la cabeza la imagen de Steve Jobs en alguna de sus presentaciones del iPhone luciendo su típico jersey negro de cuello de cisne. También nos acordamos de Mark Zuckerberg vestido con su clásica camiseta blanca y sus miles de millones de dólares guardados en la cuenta bancaria. Aunque nos parezcan de otra galaxia hay cosas que nos unen de lleno con ellos —además de la ropa barata—.

La tecnología siempre había sido vista como algo de “cerebritos”, esas personas encerradas en talleres oscuros creando cosas que solo ellos entendían. Pero la aparición del internet abierto y de las redes sociales cambió las reglas del juego. La tecnología ahora es concebida como aquello que absorbe a los jóvenes durante horas, por no hablar de los niños que nacen con una tablet debajo del brazo. Hay escepticismo y hay recelo. Los más adultos muchas veces no conciben el motivo por el cual sus hijos pueden estar en Instagram con el móvil, mirando HBO con el ordenador y, mientras tanto, tener la televisión de fondo. Pero también los ya adultos cuentan con el móvil como un órgano más de sus brazos, dedos, ojos y vidas.

La Generación Z —o Centenials, esas personas nacidas entre 1994 y 2010— son los “tecnologizados” por excelencia. Son los que, si dentro de unos años se produjera un remake de la película Cómo conocí a vuestra madre, responderían al unísono: “por Tinder”. Muchos aspectos de nuestras vidas cotidianas se mueven en las redes sociales y el hecho de haber nacido con la tecnología como niñera, pues muchas veces nuestros padres prefieren ver Netflix a jugar con nosotros en el parque, nos ha hecho ser nativos digitales por naturaleza. Hemos aprendido a manejarla y, sobre todo, somos más hábiles que muchos de los adultos —incluidos varios de nuestros profesores— en crear trucos digitales, establecer atajos para saltarse las restricciones escolares de la red o para conectarnos a la red wifi del vecino.

El caso es que la tecnología es nueva para todos. Pero mientras los mayores han tenido que cambiar sus hábitos de consumo, de relaciones, de aprendizaje, de lectura, nosotros, los jóvenes, hemos tenido siempre los mismos hábitos. Todos digitales. Por eso nos suena a chino cuando los profesores nos hablan del telégrafo, la televisión de dos cadenas nacionales, la máquina de escribir o las pantallas de ordenadores en monocromo verdes o naranjas. No sentimos nostalgia por el cambio. Les pasa lo mismo a ellos cuando nos preguntan cómo funciona Snapchat, por qué nos gustan tanto los youtubers, qué es eso de Telegram o por qué llegan tantas cajas a casa con el logo de un señor de nombre Amazon.

El cambio ha sido brusco para todos. Sobre todo, porque aprendemos al mismo tiempo sobre el uso de la tecnología. Por primera vez en la historia nuestros padres no saben más que nosotros en alguna materia de la vida cotidiana. Adquirimos experiencia en el uso de las redes al mismo tiempo que ellos. Pero somos, por naturaleza, más hábiles con las pantallas.

Los errores con la tecnología y con las redes los cometemos todos. Los niños, los jóvenes, los adultos y los adultos mayores. De hecho, como indicó un estudio de empantallados.com y la consultora Gad3 a comienzos de 2019, un tercio de los padres en España se considera un mal ejemplo para sus hijos en el uso de los teléfonos móviles.

La mayoría de los padres usan mal la tecnología

“¿Has visto el stories de Xavi? Tu hijo está aprendiendo a pintarse las uñas, es monísimo”. “Mira qué gracioso el vídeo de Marta, sale su hija bailando Despacito”. “¿Sabes que Jorge y Albert le han abierto un canal de YouTube al niño? Se ve que promociona juguetes y hasta le regalan cosas”.

¿Cómo verán estos menores su imagen de pequeños en redes cuando sean adultos?

Puede que, como una anécdota divertida, o puede que como una vulneración de su derecho a la intimidad personal y a la propia imagen. Hagan memoria, los adultos. ¿Recuerdan cuando su madre sacaba los álbumes de fotografías para mostrarle sus fotos de pequeños a sus amigos del instituto? No molaba, ¿verdad?

La tendencia por parte de muchos padres a subir imágenes y contenidos sobre sus hijos en las redes ha abierto un debate muy importante: ¿tienes derecho a publicar imágenes de quiénes aún no son conscientes de lo que esto conlleva? Según un estudio de la Universidad de Michigan, el 27% de los padres publica fotos inapropiadas de sus hijos. El porcentaje sube hasta el 56% en cuanto a compartir información embarazosa sobre los niños y niñas. Muchos niños y niñas ya han declarado que no les gusta que sus padres suban fotos suyas a las redes sociales.

El fenómeno se conoce como el sharenting. La tendencia a compartir la vida de los hijos en las redes sociales. La práctica está tan extendida que, según el libro American Girls: Social Media and the Secret Life of Teenagers, publicado por Nancy Jo Sales en 2016, más del 90 por ciento de los niños en los Estados Unidos tienen una identidad en las redes sociales a los dos años.

Algunos de los hijos expuestos a la mediatización extrema en las redes han hasta demandado a su padres, como lo recogió el portal de Euronews. Es que, a pesar de que los padres ejercen el derecho de patria potestad sobre sus hijos y declaran que comparten sus fotos porque se sienten muy orgullosos de ellos, los niños pueden ver vulnerados sus derechos a la privacidad. Compartir su imagen y su intimidad no ayuda en nada a su protección.

Un ejemplo concreto del conflicto entre padres que publican las fotos y los niños que no les gusta esta práctica fue protagonizado por la actriz norteamericana Gwyneth Paltrow. La estrella de Avengers compartió una foto en su perfil de Instagram en la que aparece acompañada de su hija Apple en una pista de esquí. Apple no tardó en reaccionar a la publicación de su madre:

«Mom we have discussed this. You may not post anything without my consent.» (Mamá, hemos discutido esto antes. No puedes publicar nada sin mi consentimiento), comentó la niña en la red social.

El comentario y la fotografía recibieron miles de reacciones más en los que se debatía entre las dos posiciones. La discusión, a pesar de la violación de la privacidad de los niños y niñas, sigue abierta.

https://www.instagram.com/p/BvZwEmIhTF_/?utm_source=ig_web_copy_link

Según el estudio realizado por los pediatras Bahareh Ebadifar Keith y Stacey Steinberg publicado en la revista JAMA Pediatrics, los padres no son conscientes de las posibles consecuencias para la salud de sus hijos de las huellas digitales que construyen de los menores. Los autores mencionan que los peligros de las prácticas relacionadas con el sharenting pasan por “el robo de identidad, el intercambio de información pirateada en sitios de depredadores sexuales, la comercialización de información psicosocial que debe seguir siendo privada y la mercantilización de información íntima o vergonzosa para los niños que otros pueden usar indebidamente”. Además, el artículo menciona que aproximadamente el 50% de las imágenes compartidas en sitios de contenido pedófilo son adquiridas a través de los perfiles abiertos de las redes sociales.

El ejemplo es el único camino

Empecemos con el mal ejemplo. Según el II Estudio “Hábitos de seguridad vial de padres e hijos en el coche” realizado por Midas, la empresa demoscópica Ipsos y la Asociación Nacional para la Seguridad Infantil en 2018, el 40 por ciento de los padres utiliza su teléfono móvil mientras conduce en el coche con sus hijos.

Diversos estudios indican que los adultos también usan el móvil en casa durante mucho tiempo e incluso en la mesa, mientras comen con sus hijos. En una investigación realizada por el portal The Conversation, en la que se comparó el tiempo invertido en casa entre los miembros de las familias en el Reino Unido en el año 2000 y en el 2015, se llegó a la conclusión de que los niños pasan más tiempo en casa en 2015 que en el 2000. Sin embargo, el tiempo “extra” en casa no son horas que se pasen con la familia. Es tiempo que los niños pasan solos con las pantallas.

El informe señala también que el uso del móvil en casa interrumpe todas las actividades familiares. El tiempo de dedicación al móvil no varía cuando la familia está junta y se convierte en un elemento distractor de la atención a las actividades familiares. Este comportamiento incluso se intensifica entre los jóvenes de 14 a 16 años. Según el estudio, ellos utilizan el móvil de forma más frecuente y altamente concentrados cuando están más cerca de sus padres.

La investigación realizada llama la atención sobre el impacto del uso del móvil en el espacio destinado a las interacciones familiares. La evidencia sobre la afectación negativa de uso del móvil para la comunicación cara a cara fue demostrada, por ejemplo, en el estudio “Can you connect with me now? How the presence of mobile communication technology influences face-to-face conversation quality”, elaborado por los profesores de la Universidad de Essex Andrew K. Przybylski y Netta Weinstein.

En el estudio, publicado por la revista Journal of Social and Personal Relationships en julio de 2012, se demuestra a través de dos experimentos que la sola presencia del aparato telefónico en una comunicación interpersonal interfiere y determina la calidad de la relación y de la conversación. “En los dos experimentos encontramos evidencia de que pueden tener efectos negativos en la cercanía, la conexión y la calidad de la conversación. Estos resultados demuestran que la presencia de teléfonos móviles puede interferir en las relaciones humanas, un efecto que es más claro cuando las personas están discutiendo temas personalmente significativos”.

Así, el uso del teléfono móvil que llama nuestra atención —así sea por escasos segundos— disminuye la calidad de las relaciones familiares basadas en las conversaciones cara a cara. El ejemplo de los padres resulta fundamental para incrementar la calidad del tiempo en el que se desarrollan la convivencia en la familia.

¿Usar las redes en casa y en clase?

La educación mediática es importante para que jóvenes —y adultos— dispongan de recursos para utilizar las redes con responsabilidad y criterio. Tras el escándalo del tráfico de datos entre Facebook y Cambridge Analytica, parece que la empresa quiere reconducir  —o aparentar que lo hace— la situación y ganar la confianza perdida. Además de crear algoritmos diferentes para combatir las Fake News, la red social por excelencia ha impulsado una biblioteca digital en la que proporcionan diversos contenidos para que los profesores puedan impartir materia sobre educación mediática en sus clases.

El proyecto, enfocado a proporcionar materiales a los educadores que tienen alumnos de entre 11 a 18 años, está disponible en inglés, aunque Facebook pretende impulsarlo en 45 idiomas más. La iniciativa ha sido diseñada por Youth and Media, de la Berkman Klein Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard. Hay 18 lecciones diferentes en las que se habla sobre temas como seguridad en Internet, privacidad o respeto y límites. Una de las lecciones es “Redes sociales y formas de compartir contenido”, diseñada para alumnos de los trece a los dieciocho años: es interactiva y entre otros temas trata cómo compartir información de una manera responsable en las redes sociales.

Muchos jóvenes vivimos cómo en los Institutos, cuando teníamos el cambio de clase, teníamos que mirar el móvil dentro del baño porque, si pasaba algún profesor, el aparato era confiscado. Lo mismo pasaba en la hora del patio —aunque hacían bastante más vista gorda—. Era el momento del auge de Facebook: el colegio, en lugar de buscar una estrategia para educarnos en el nuevo mundo que se nos abría, optó una actitud de bloqueo total. Existían y existen aún muchos temores en la relación educación y tecnología que se deben tratar en el aula. Pero entonces el móvil estaba totalmente prohibido. Todas las redes sociales eran inaccesibles en los ordenadores del colegio y, si te pillaban con el móvil y encima estabas en redes, la bronca era triple. Ahora la actitud es distinta: las instituciones educativas empiezan a adoptar una postura de apertura e integración de las nuevas tecnologías dentro de las actividades escolares. Aunque, en cualquier caso, el acceso a los dispositivos y a internet en el espacio educativo no es un sinónimo per se de innovación y progreso.

El marco de pensamiento crítico que existía en la era de nuestros abuelos con los medios de comunicación quizás se haya perdido entre el reguetón de los jóvenes y la adicción al sharenting de nuestros padres. Esta es una de las virtudes de la alfabetización mediática, así suene como una lejana utopía. El acceso a la tecnología y ser un nativo digital capaz de administrar pantallas y likes con solvencia, implica también la adquisición de competencias de comprensión crítica en el uso tecnológico. Sólo con esas habilidades interiorizadas los mensajes que publiquemos en un entorno como el de las redes sociales —incluidas las fotos de nuestros hijos— tendrán una intencionalidad comunicativa más responsable.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com

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Disparen contra el lenguaje

Por: Sandra Russo

En 1954, George Orwell escribió el artículo al que no paro de volver, porque más allá de su descripción de lo que él veía como la decadencia del idioma inglés, contenía un concepto madre, una idea fuerza para comprender un poco más tanto su época como ésta (ya entonces él como varios otros previeron la tendencia a la vigilancia permanente a través de dispositivos que serían consumidos como puentes a “la libertad”: así imaginó su Gran Hermano). Esa idea fuerza es simple, y es la siguiente: toda decadencia cultural tiene una base económica, y lo primero sobre lo que se lanza el poder cuando está en plan de conquista es sobre el lenguaje.

Cierta actualización de la mirada de Orwell nos mostraría hoy cómo no una lengua, sino un conjunto de lenguas al mismo tiempo, son permanentemente fumigadas por el veneno degenerador del poder neoliberal en su caída, ya carcomido por la ideología del sinsentido, que enmascara el fetichismo del dinero. Para lograr una verdadera colonización masiva, el poder del dinero y sus operadores han descubierto que, ya con los medios concentrados como sus adelantados, el objetivo hoy no es la desinformación, porque ése es objetivo cumplido, sino la incomunicación.

¿Pero cómo lograr semejante operación simbólica, para lograr sus verdaderos fines, que son materiales? Enloqueciendo el lenguaje a nivel global, e intentando en ese mismo movimiento varias cosas: el borramiento entre lo real y lo ficcional, el potenciamiento de la negación al dolor y la fobia al otro, la exacerbación narcisista, porque una comunicación rota deja a cada uno solo. Y con todo esto: esfumando la razón de ser de la política.

Muchos nos reímos cuando vimos el video de la conductora de un canal de cable creer que William Shakespeare acababa de morir, o leyendo los tuits de una diputada que confundía la avenida Córdoba con su provincia del mismo nombre. Pero muchos no se habrán reído porque nunca en su vida escucharon hablar de un tal Shakespeare, como la conductora, o porque aunque lean desmentidas explicaciones no comprenden lo que leen. Nuestras sociedades han involucionado culturalmente en una medida difícil de precisar. Cuando el presidente de un país no podía distinguir que el Día de la Independencia no era el Día de la Bandera, o cuando uno de sus funcionarios se jactaba de que “algo chiquito pero lindo” que habían hecho era borrar a los héroes nacionales de los billetes, no estaban solamente siendo cínicos o ignorantes: estaban llevando a cabo una operación cultural regresiva de grandes proporciones. No lo planificaron: es una inercia. El exhibicionismo de la ignorancia es un subproducto de la destrucción del lenguaje.

En los procesos decadentes, hay algo de efecto dominó que no requiere conciencia sino inercia. No es que Macri finja ser una persona con grandes baches culturales: lo que está diciendo un hombre con mucho dinero y poder cuando exhibe su ignorancia es que la cultura no es necesaria ni un bien valorado en el reino del dinero.

En los panfletos que dejaron quienes pusieron la bomba en el local de La Cámpora de Bahía Blanca se leía línea tras línea la descomposición de la lengua, en tanto soporte del pensamiento. No era un texto regido por ninguna lógica, como exigiría un panfleto del viejo fascismo: “por los jueces puestos a dedo y la falta de justicia” o “por los políticos cínicos y corruptos” precedían a la queja por la ley del aborto y por la educación sexual. El mismo sinsentido del cartel de un manifestante del Obelisco: a “Terminemos con la tiranía” le seguía “Basta de anarquía”.

¿Qué discusión se podría dar con gente que se expresa de esa forma? Hablan un nuevo lenguaje, el que han forjado las noticias falsas, el lawfare, los que desde las pantallas hacen acción psicológica o terrorismo sanitario: no es castellano. Es un lenguaje sin sentido que replica palabras pero son a su vez significantes de significados impuestos por el cocoliche del sinsentido.

Hace poco leía que las plantas se comunican entre ellas en tres niveles de lenguaje y dos maneras: a través de moléculas que liberan a la atmósfera y a través de impulsos eléctricos que envían sus raíces. Stefano Mancuso, neurobiólogo vegetal de la Universidad de Florencia, concluía que las plantas nunca dejan en enviar mensajes sobre posibles obstáculos a otras plantas, aunque no sean de su misma especie. Por eso están aquí hace 5 millones de años, y por eso los “sapiens”, que aparecimos hace menos de medio millón de años, estamos preocupados por nuestra propia y posible extinción. Nuestro cerebro, decía Mancuso, no es, desde el punto de vista evolutivo, una ventaja sino un inconveniente.

Nuestros lenguajes están rotos. Hay que repararlos o inventar otros nuevos.

 

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/346162-disparen-contra-el-lenguaje

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Mactumactzá: violencia de Estado, acceso a Internet y Educación

Por: Mariana Azul

La falta de acceso a Internet en México es una realidad para la cuarta parte del país según el reporte anual 2020 de Alliance for Affordable Internet, [1] aproximadamente, el 75% de la población mexicana realiza sus actividades cotidianas sin este servicio que para muchas personas resulta fundamental en sus quehaceres diarios. Las personas interesadas en las telecomunicaciones, esperábamos con ansias los avances de la Red Compartida, proyecto de la empresa mexicana Altán que se comprometió a dar conectividad en zonas rurales, y cuya meta es tener alrededor del 92% de cobertura en territorio nacional, según el periódico el Financiero. [2] Sin embargo, las dificultades operativas y financieras que está enfrentando Altán, son las principales razones por las que este proyecto que busca reducir la brecha digital, se haya atrasado por años, perjudicando principalmente a las comunidades que no tienen acceso a Internet como es el caso de varias localidades en Chiapas, Puebla y Oaxaca.

La Escuela Normal Rural Mactumactzá, se encuentra cerca de Tuxtla Gutierrez, en Chiapas, uno de los Estados más marginados y con desventaja económica de México. Dicha escuela alberga a jóvenes con consciencia social, provenientes de zonas rurales, campesinas y obreras, donde, en muchos casos, ni siquiera hay acceso a electricidad. A partir del mes de Febrero de 2021, estudiantes de esta Normal pidieron dialogar con las autoridades educativas para expresar sus inconformidades respecto a la convocatoria de nuevo ingreso, que, debido a la experiencia del año pasado veían inconsistencias en el proceso de admisión.

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Luis Alberto Díaz Jiménez, estudiante de esta Normal, comenta [3] que parte de estas fallas en el proceso de 2020, fue que hubo aspirantes que desconocían cómo se usa una computadora, herramienta en la que presentaron el examen debido, según las autoridades, al obligado confinamiento causado por la actual pandemia. Además, que la plataforma digital no era funcional ni óptima ya que dificultaba a las y los aspirantes responder dicho examen de manera adecuada, porque constantemente la conexión a la página de Internet era lenta o sencillamente se perdía. Esta discriminación tan obvia afectó los resultados de sus aspirantes, pues claramente las condiciones en que presentó cada quien su examen, no fue neutral.

Lo vivido en aquel examen conllevó a la organización estudiantil para demandar que se evitara repetir la discriminación causada por las fallas operativas. De manera pacífica pidieron a la Secretaría de Educación y al Gobierno de Chiapas dialogar, hicieron pequeños mitines y expidieron cartas exponiendo los motivos de su inconformidad. En cada evento se expresaron los argumentos de por qué solicitaban que el examen de nuevo ingreso fuese de manera presencial y a papel, pues consideran que este método es el más inclusivo para sus aspirantes.

La respuesta del Gobierno fue negativa, rechazó la petición de lxs estudiantes normalistas. La organización estudiantil continuó, esta vez con más rebeldía decidieron protestar en una caseta de cobro que es un espacio público con bastante tránsito. El gobierno no optó por el diálogo, optó por la represión y la violencia, resultando en agresiones de policías a estudiantes: rociándoles gas lacrimógeno, 95 detenciones arbitrarias (74 mujeres y 21 hombres) [4], robo de pertenencias personales, y abusos de la fuerza donde hubo tortura física, sexual —principalmente para las mujeres— y psicológica al recibir amenazas de desaparición forzada.

Los absurdos del Gobierno de México resaltan cuando anuncian que el proceso de Elecciones Federales sí será de manera presencial y con el uso de papel para emitir el voto. Resaltan cuando anuncia que algunos niveles educativos están próximos a regresar a clases presenciales en diferentes Estados del país. También resaltan cuando el Presidente de México, cada que tiene la oportunidad, hace propaganda a que su Gobierno beneficia “primero a los pobres” y que no habrá represión a estudiantes como en los Gobiernos anteriores.

A la tecnología no se le debe adorar ni usar de manera indiscriminada con la premisa de que da solución a cualquier problemática social y educativa, se debe entender que Internet es una herramienta para facilitar la comunicación entre humanos, y no se puede imponer su uso si no cumple este principio básico. La brecha digital es una de las tantas problemáticas sociales de este país que ha sido perpetuada por el organismo regulador de las Telecomunicaciones, Gobierno Federal y Proveedores de Servicios de Internet y telefonía Móvil. Si no hay garantía de acceso a Internet [5] y a Educación [6] para todo individuo mexicano, entonces el acceso a Internet y a Educación siguen siendo parte de los privilegios de clase.

No basta con que los Derechos en materia se presuman en los grandes parlamentos, pero no se garanticen a cada persona mexicana. No basta con que el Gobierno exprese verbalmente benevolencia y diga servir a los sectores más vulnerables, cuando la realidad es que viola los Derechos Humanos y Constitucionales de las comunidades rurales y de las mujeres. No basta con tener los Derechos escritos en papel, se salen a defender, y las Normales Rurales con su voz, piedras y palos, nos están enseñando que seguirán organizándose, luchando y resistiendo a pesar del sistema capitalista -patriarcal que quiere robarles su dignidad.

¡APOYO TOTAL A MACTUMACTZÁ!

[2Gómez, A. «¿Y el internet para todos? Red Compartida en México enfrenta un ‘problema’«, El Financiero, 18 de mayo de 2021

[3Entrevista con Luis Miguel Alvarado Dorry, Radio Cultural Bahía, 2 de junio de 2021. https://www.facebook.com/116886963473182/videos/933172554140232

[4Normalistas de Mactumactzá denuncian agresiones sexuales por policías durante detenciones, Rompeviento, 19 de mayo de 2021. https://www.youtube.com/watch?v=ZbTnLtNvADs

[5Secretaría de Gobernación, «En México, el acceso a internet es un derecho constitucional». https://www.gob.mx/gobmx/articulos/en-mexico-el-acceso-a-internet-es-un-derecho-constitucional

[6Comparativa del derecho a la educación en México http://www.diputados.gob.mx/bibliot/publica/inveyana/polint/cua2/dercom.htm

Fuente: https://www.laizquierdadiario.mx/Mactumactza-violencia-de-Estado-acceso-a-Internet-y-Educacion

Foto: Koman Ilel – Mirada Colectiva

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