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Realidad alterada: educación y UAM

Por: Hugo Aboites

No se trata de las resistencias y desajustes que inevitablemente genera un proceso profundo de transformación, lo que ahora comenzamos a vivir como protestas y conflictos en la educación básica y superior es la reaparición de problemáticas del pasado, irresueltas y agravadas. En educación, el cambio apenas rasguñó la recia corteza neoliberal y corporativa de la SEP y de las escuelas y universidades. En contraste, baste ver lo que hoy ocurre en el terreno de la salud pública. Ahí hay una propuesta radical, se ha establecido el derecho para todos, pleno y gratuito; innovadora, además, puesto que se aleja de la concepción decimonónica que confunde salud con curación, y se pronuncia por la promoción de la salud; el paso de los grandes sistemas hospitalarios a los esfuerzos locales de salud-promoción a cargo de equipos (promotor de salud, enfermero, médico) a escala de comunidad o barrio, que consolidan el paso de la salud individual a la colectiva. Una propuesta completa que incluye una nueva definición del trabajo –promoción local– y un planteamiento laboral que incluye una basificación generalizada y, con eso, –comunidad-empleo–, hace posible la creación de un enorme soporte social que, si incluye rasgos fuertes de democracia, puede enraizarse profundamente y garantizar su permanencia. Y, finalmente, todo esto no como salida a un conflicto puntual, sino por la pura fuerza de la convicción de cambio labrada por años de acumulación de taras institucionales, el reconocimiento del abuso laboral al personal de salud y el fracaso e inoperancia del viejo esquema de atención.

En educación, en cambio, el actual gobierno se mantiene y nos mantiene a todos, en otra dimensión, una realidad alterada. Para empezar, hoy no se reconoce el derecho pleno a la educación y la gratuidad. Y en la propuesta de Ley General de Educación Superior (LGES,Oct. 2019) se dice que quiere volver legal esa situación, al sostener que el “Estado garantizará el derecho de toda persona… a tener la posibilidad de recibir educación”. De esta manera la educación 4T queda por debajo del planteamiento del neoliberal gobierno de Salinas que en 1993 incluyó en la Constitución que todo individuo tiene derecho a recibir educación, y esa frase todavía constitucional no se retoma como base en la propuesta de ley. Peor aún, se establece que serán las instituciones (es decir las autoridades colegiadas o individuales) las que determinen “los requisitos de admisión…” Lo que significa poner el derecho a la educación en manos de instancias que una y otra vez han aplicado restricciones a la matrícula, exámenes del Ceneval, cuotas y condiciones restrictivas para la permanencia. Y significa hacer a un lado la normatividad que ya existe y se aplica para el acceso a las instituciones de los niveles superiores.

Por todo lo anterior, una educación llena de contradicciones y conflictos, sin utopías, con escasos procesos organizativos propios y democráticos, y, peor aún, conducida por actores que claramente no están pensando en cambiar radicalmente de visión y de esquema, sino en mantener lo más posible –así sea generando conflictos entre maestros– las realidades de proyectos del pasado. Es lo que explica la pobreza de miras de los cambios constitucionales y legales, y lo concreto y básico de sus luchas. En todos los niveles. Como la lucha de los estudiantes en 1999-2000 por la gratuidad, un congreso universitario, la permanencia, el rechazo al Ceneval, y de unos años para acá la lucha de las mujeres. Y la lucha de maestros y maestras (CNTE) a partir de 2012 contra una reforma profundamente autoritaria y agresiva, y también, la demanda airada de las y los trabajadores de la UAM que el año pasado mantuvieron una larga huelga y que ayer decidían si iniciar otra por la misma causa: la redistribución del presupuesto universitario para acabar con una enorme diferenciación salarial (una distancia de 20 veces entre el ingreso más bajo y el más alto, cuando antes de la era neoliberal era de seis).

Estos son los efectos de cambios constitucionales y legales que desde 1980 han creado procedimientos que garantizan la menor participación posible de estudiantes y trabajadores organizados y que fortalecen a las autoridades. Se propician distorsiones, corrupción y fuertes conflictos al interior de las instituciones. Habría que apostarle a un proyecto educativo de gran calado para la educación en conjunto –básica y superior–, que incluya, además del derecho pleno a la educación y la gratuidad inmediata, estabilidad laboral, salarios dignos para todos y la creación de espacios de participación democrática amplia de estudiantes y trabajadores universitarios organizados. De otra manera, la educación, una vez más, quedará rezagada y convertida en inoperante por el clima de autoritarismo y la reiterada necesidad de resistir.

*UAM-Xochimilco

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/02/01/opinion/016a1pol

Imagen: StockSnap en Pixabay

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Contribuciones de la CNTE a la educación

Por: Hugo Aboites

uando en 1946 el presidente Ávila Camacho decide eliminar el proyecto de educación del cardenismo y borrar de la Constitución la palabra socialista (toda la educación que imparta el Estado será socialista decía el artículo 3), ya en 1943 había establecido un dispositivo de control de los maestros: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Además, había reducido a la mitad los ingresos reales de las y los profesores, y sólo cuarenta años más tarde recuperarían su nivel original. En contraste, el gasto educativo anual en esos años (1945-1982) dio un salto extraordinario y pasó de 500 a 25 mil millones (pesos de 1970). Y también, en el mismo periodo, el número de maestros creció de 15 mil a más de 600 mil (Aboites, H. El salario del educador en México: 1925-1982 Revista Coyoacán Núm. 16, 1984). Los maestros pasaron así de ser protagonistas y aliados en un proyecto nacional de educación, sustentado en una miríada de normales rurales, a ser una masa empobrecida y subordinada al servicio del Estado y obligada a responder a un nuevo proyecto de armonía social que ocultaba la desigualdad y sometimiento de la mayoría de la población.

En otras palabras, el gobierno de Ávila Camacho rompe con el proyecto originalmente impulsado por el cardenismo, pero para poder hacerlo, primero rompe con los maestros. A partir de entonces, acosados por el cacicazgo sindical y los bajos salarios, marchan y protestan, pero son desdeñados, como en 1954 cuando, sin traje ni corbata, llenan el patio de la SEP y son descritos por el aristócrata secretario como un grupo de enchamarrados de uñas enlutadas. Díaz Ordaz decide ir más lejos y cierra cerca de la mitad de las normales rurales del país, y en el 68 y en los setentas, maestras y maestros no dejaron de ser sometidos a la represión contra estudiantes y sectores populares y al abuso del caciquismo sindical. El movimiento magisterial aprendió así a luchar y fortalecerse y, al resistirse y rebelarse, hizo tres grandes contribuciones a la educación del país. La primera, al fundarse la CNTE en 1979, demostrar que ya entonces era perfectamente posible deslindarse del SNTE y del charrismo y caciquismo sindical. La segunda, luego y ahora, demostrar que es posible la construcción de espacios de autonomía en la educación (proyectos alternativos en Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán y otros). Y, la tercera, que a pesar de las más difíciles condiciones, es posible traducir tanto la independencia sindical como la autonomía en el motor de una de las más poderosas movilizaciones en educación del pasado siglo y en el florecimiento de proyectos educativos que apuntan a enraizar profundamente a la educación en la diversidad regional, enfrentando las necesidades y manifestaciones diversas de desigualdad y sometimiento del país. Con esto ha hecho una enorme contribución para el futuro de la educación en México: ha dejado claro que si se quiere hacer prosperar a la educación mexicana se requiere de la independencia organizativa de sus maestros, de una real autonomía educativa a escala regional y de una profunda disposición a luchar por mantener y ampliar esos espacios. Sólo así podrá construirse una educación desde la visión de los que sufren desde hace décadas por un país que la corrupción, la colonización interna y la visión neoliberal no han dejado que surja con toda su potencialidad.

Dotado de estos antecedentes, la CNTE se enfrenta hoy a la oportunidad de aprovechar lo que las y los maestros contribuyeron a crear: un sexenio de mitigación de la vieja intención de eliminar al magisterio y su proyecto democrático social independiente y autónomo. Si bien el nuevo gobierno ha reconocido la independencia de la CNTE y negociado algunos temas periféricos, todavía no ha reconocido su autonomía educativa y mantiene una visión que está rezagada respecto de los avances que en consciencia y en demandas se volvieron ya inaceptables desde el sexenio pasado. A pesar de seis años de muertes y represión por la calidad y la excelencia, por las evaluaciones centralistas y clasificadoras a maestros y escuelas, todo esto sigue como referente constitucional y legal, y amenazan con convertirse en el asidero de un futuro retroceso a manos de nuevos y ambiguos gobiernos. Son visiones del pasado esencialmente inadecuadas para construir la educación libertaria y regional que necesitan los mexicanos. Y lo mismo la propuesta de una nueva escuela mexicana.

Hoy, la CNTE todavía puede hacer otra importante contribución: señalar a propios y extraños que esa mezcolanza de bonitas intenciones y fórmulas del pasado no sacará a flote a la educación mexicana. Y mostrar que sólo una conducción de maestros, estudiantes y comunidades será capaz de revitalizarla.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2019/12/21/opinion/015a2pol

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México: Democratizar el país, la educación y el SNTE

Por: Lev M. Velázquez Barriga*

En 40 años la CNTE se fue consolidando como movimiento magisterial, pedagógico y popular, cuyo proyecto de emancipación se definió en tres grandes horizontes: democratizar el país, la educación y al SNTE. Un balance crítico tiene que poner en el centro los alcances de los fines estratégicos del movimiento a la luz de la realidad actual.

Aunque el primero de julio de 2018 se abrió una puerta para re-vertir el desastre provocado por cuatro décadas de neoliberalismo, lo que se dibuja después de un año es un gobierno de contradicciones internas en el que se funden las vi-siones progresistas con las posiciones de los sectores de la derecha que pugnan por la profundización del neoliberalismo. Las políticas decombate a la corrupción y de austeridad sirven de legitimación a la narrativa de la transformación, pero no trastocan las bases de la desigualdad ni tampoco redistribuyen la riqueza; contrariamente, han agudizado los recortes al sector público, en tanto que priorizan el pago exorbitante de la deuda pública y el financiamiento de los megaproyectos.

En este escenario, la CNTE tiene que recuperar el proyecto antineoliberal que se ha ido construyendo a lo largo de cuatro décadas con las diversas resistencias sociales, para hacer realidad la emergencia de un gobierno plurinacional desde la ciudadanía democrática, los autogobiernos indígenas, así como de las diferentes formas de poder comunal y popular. Para lograrlo, es necesario construir con las otras y los otros actores en lucha, un frente común que dispute la conducción nacional de los movimientos sociales de trabajadores y campesinos; pero también de los que no se estructuran en los esquemas tradicionales de la organización: rebeldías eclesiales, de personas afectadas por la violencia, ambientalistas, indígenas, juveniles, feministas y de las tecnologías digitales, que son el resultado de las opresiones de un mismo capitalismo criminal, armamentista, ecocida, colonial, racista, patriarcal e informático.

En el tema de la reforma educativa, la CNTE ha tenido importantes avances una vez que logró desvincular la evaluación de la permanencia y que se está concretando la basificación masiva de trabajadores de la educación que no tenían estabilidad laboral y de egresados de las escuelas formadoras de docentes que no habían sido contratados desde hace cinco años; sin embargo, no estamos ante la normalidad establecida en el nuevo marco normativo, se trata de un proceso coyuntural para resarcir los daños que fueron causados por la legislación anterior.

Paralelamente, el Estado avanza en varios ejes de la política neoliberal: la instalación del régimen de excepción laboral y de un sistema de carrera meritocrático para la fragmentación del contrato colectivo y la sustitución del derecho social al aumento del salario; el ahorcamiento presupuestal de las escuelas normales y de la formación continua; la entrega de la educación especial a la iniciativa privada, mientras que en el sector estatal se establece la estandarización o la misma educación para todos a la que llaman inclusiva; el impulso a la administración escolar descentralizada que sitúa a las escuelas en el arranque de la competencia por ganar alumnos para tener más ingresos y de otra forma de autonomía de gestión que implica a las familias en el cofinanciamiento; un nuevo pacto de gobernanza que incluye el protagonismo de otros sectores de la ciudadanía corporativa no tan visibles en el gobierno anterior, de modo que la Nueva Escuela Mexicana se va definiendo en el marco de la excelencia con visión empresarial y recogiendo iniciativas como las orquestas infantiles de Fundación Azteca, la formación financiera de la banca y la estrategia de inclusión del Teletón. Una alternativa realmente libertaria sólo podrá construirse con las clases populares, las resistencias antineoliberales y los procesos en marcha de poder popular y comunal; es decir, desde abajo hacia arriba.

La disputa del sindicalismo oficial y de una parte del magisterio disidente por presentarse como medio de transmisión de la Cuarta Transformación, cogobierno o aliados de las tribus del partido en el poder, roza los límites del neocorporativismo que obliga a la CNTE a reivindicar su autonomía frente al Estado, pero también a reafirmar la naturaleza de su existencia como movimiento social, en cuyo caso democratizar al SNTE no se define a partir del sufragio personal, la transparencia y el respeto a las reglas de elección de su dirigencia, como proclaman las expresiones patronales y neocorporativas que ven al aparato sindical como un fin en sí mismo y a las normas establecidas en la reciente reforma de la Ley Federal del Trabajo como el único medio para la participación sindical.

La democratización del SNTE se hará en la medida en que asuma su papel histórico en la organización de los trabajadores para contribuir al proceso democratizador del país y de la educación, en tanto se convierte en el instrumento de los agremiados y de las familias para hacer contrapeso a las medidas del capital que precarizan la profesión docente, privatizan la escuela pública y cosifican a los alumnos en fuerza de trabajo; sin embargo, justamente ese ha sido el papel histórico que ha desempeñado la CNTE, porque su proyecto emancipador es rebeldía, pedagogía, lucha, propuesta y emancipación en movimiento que no podrá ser diluido en las reglas de la democracia liberal acordadas en el marco del T-MEC ni tampoco en el funcionalismo del aparato sindical.

Twitter: @levmx666

*Doctor en pedagogía crítica.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2019/12/15/opinion/014a2pol

Imagen: https://twitter.com/cnte_7?lang=es

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A pesar de todo

Por: Carlos Ornellas.

Para Max Weber la credibilidad es la fuente principal de la legitimidad de un gobierno o de su gobernante. La encuesta reciente de El Universal (15/11/2019) otorga a AMLO una calificación 10 puntos menor a la de agosto.

No obstante, a pesar de tomas de casetas, bloqueos de vías férreas y demás actividades de estudiantes de normales rurales y de maestros de la CNTE, “para los ciudadanos, los temas relacionados con la educación son los que mejor manejo tienen por parte del gobierno” (61 puntos), de acuerdo con esa encuesta.
Sin embargo, la ciudadanía también evaluó muy bien la reforma educativa del gobierno de Peña Nieto. Aun antes, desde que se popularizaron las encuestas en este país (gracias a Este País) sabemos que los maestros y las escuelas obtienen altas calificaciones.

He discutido con colegas —incluso hemos publicado nuestros coloquios— tratando de explicar esta pervivencia de buena opinión, con todo y que la prensa y los medios inundan el ambiente con malas noticias.
No hay consenso, no hay ciencia “normal” que ofrezca un método de interpretación puntual. Cuando mucho, aun después de hacer otras averiguaciones, llegamos a conjeturas.

Hay muchas presunciones acerca de por qué la escuela y los maestros son queridos por la sociedad mexicana. Las resumo en tres:
la del sentido común, la del carisma del mandatario y la histórica. Ninguna es satisfactoria por completo, pero en conjunto arrojan luz.

La primera contiene cierta dosis de perjuicio social. Quienes la sostienen piensan que la escuela pública es un desastre, que no vale la pena apoyarla y se dejan ir por tendencias “privatizadoras”.
Si la gente califica bien a las escuelas y a los maestros, dicen, es por ignorancia, porque no indagan la verdad
y los padres de familia creen los mensajes que los maestros mandan con sus alumnos de que todo está bien en la escuela.

Esta conjetura tiene cierto peso, pero no definitivo.
En charlas con padres de familia y en ciertos trabajos etnográficos, se documenta que los padres aprecian la educación que reciben sus vástagos, reconocen que hay males, “pero no en la escuela de mi hijo”.

La segunda explicación parece atractiva para algunos colegas. El presidente Andrés Manuel López Obrador disfruta de gran popularidad, es un gobernante carismático y, como efecto de su política social y su reconocimiento a los maestros, traslada ese carisma a la escuela. Por ello los ciudadanos la aprueban.

Puede ser, pero, ¿cómo explicar el consentimiento de las reformas anteriores y la buena imagen de los maestros?
En todos los sondeos que se levantaron en el sexenio anterior los encuestados valoraron alto la labor del gobierno en la educación y, aun en la etapa del Partido Acción Nacional (ver Este País (169 4/ 2005), el sistema escolar disfrutaba de alto valor, aunque la opinión pública no justipreciaba a los mandatarios.
Ergo, la popularidad del presidente López Obrador no se traslada de manera mecánica a la escuela.

La tercera inferencia tiene raigambre.
Si no es que desde antes, tras la Constitución de 1917, la educación es un valor de la nación. El abolengo del artículo 3º no se debe sólo al discurso revolucionario (jacobino en sus inicios), sino también al cumplimiento de promesas, a la creación de escuelas y a campañas célebres, como la de las misiones culturales o la de los libros de texto gratuitos.

La institución escolar, no tanto un gobierno determinado, cobró cada vez más cuantía ante vastos segmentos populares; incluso hicieron eco de la retórica nacionalista y a cambio de la “lucha de clases”, aceptaron las ofertas del régimen de la Revolución mexicana, entre ellas la de más —y mejor— educación.

La legitimidad de la escuela mexicana no se debe al trabajo de un gobierno ni al carisma de un Presidente, se debe a que la gente, en especial la de las clases populares, cree en ella. Buena parte de sus expectativas de mejoría se centran en la educación, pienso.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/a-pesar-de-todo/

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Rumbo al VIII Congreso Seccional de Bases, Sección XVIII-CNTE

América del Norte/ México/ 11.11.2019/ Fuente: CNTE.

Hemos iniciado un diálogo plural que recupera las inquietudes de  compañeros y compañeras de la Sección XVIII con el propósito de aportar propuestas, contenido y horizonte a la ruta rumbo al VIII Congreso Seccional de Bases; sintetizamos algunas de las propuestas que hasta este momento hemos recogido en el camino hacia la unidad.
1) Entender el VIII CSB, no como el espacio para la pelea interna por la dirección del CES ni por ocupar la secretaría general, sino como el proceso de diálogo, debate de las ideas, construcción de alianzas y toma de decisiones para construir el plan estratégico de la Sección XVIII que nos permitirá enfrentar los retos del próximo periodo y contraponer el proyecto del magisterio democrático con los enemigos de clase aglutinados fuera de nuestra organización en varios frentes: en las cámaras empresariales, la cúpula del SNTE, en un sector del gobierno y del parlamento empeñado en continuar con las políticas neoliberales, así como en el grupo de Silvanistas que operan diversos espacios de la vida política en Michoacán.
2) El VIII CSB es también una ruta pedagógica y de formación para dimensionar los alcances del Programa Democrático de Educación y Cultura para el Estado de Michoacán (PDECEM) y para definir cuáles serían los pasos siguientes para fortalecerlo, mejorarlo y concretarlo.
3) Pasar de la descalificación a las propuestas ¿Para qué queremos el VIII CSB? ¿Cómo construimos la unidad? ¿Cuáles son los retos del movimiento en el contexto actual? ¿Cuáles son las tareas de la Sección XVIII en el próximo período? ¿Qué tipo de CES y de dirección política necesitamos para ejecutar esas tareas?
4) Buscar la unidad y no la división del movimiento, con base en tres elementos básicos: nos reconocemos como militantes de la CNTE, así como del Proyecto Político Sindical, reivindicamos nuestra autonomía del gobierno y de los partidos políticos.
5) Reconocer nuestras coincidencias por encima de las diferencias.
6) Romper con la dinámica de las candidaturas y enfocarnos en la construcción, así como en el respeto de las reglas, los procesos, los diálogos y los principios democráticos en el nombramiento del nuevo CES.
7) Fortalecer y no debilitar nuestras instancias de dirección y de gobierno sindical.
8) Consolidar la Comisión Organizadora y de Honor y Justicia Ampliada, como instancias imparciales, cuyos miembros deberán ser ajenos a cualquier interés grupal y personal por ocupar un lugar en el siguiente CES.
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México: El SNTE, democratización desde abajo

América del Norte/México/10-11-2019/Autor(a): Lev M. Velázquez Barriga/Fuente: www.jornada.com.mx

Por: Lev M. Velázquez Barriga

Con la renegociación del tratado de libre comercio T-MEC se pactó una reforma laboral para que los sindicatos mexicanos se rigieran bajo los principios de la democracia liberal. Después de los cambios a la Ley Federal del Trabajo, publicados el primero de mayo de 2019, se armonizarían durante los próximos 240 días los estatutos de las organizaciones sindicales, de ahí que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) enviara al Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje el nuevo reglamento para que las elecciones de las direcciones seccionales en las que se divide el organismo en cada entidad federativa fueran como lo establece la ley: por medio del voto personal, libre, directo y secreto. A partir de enero de 2020, ningún comité seccional a elegir que no cumpla con el nuevo marco normativo tendría interlocución legal con la Federación o con los gobiernos locales.

Si bien es cierto que una demanda histórica, incluso que dio origen a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), ha sido la democratización del sindicato magisterial, el nuevo marco constitucional y estatutario es insuficiente, es necesario que las disidencias magisteriales empujen desde abajo y por sus propias iniciativas procesos efectivos de democracia de bases, para que una coyuntura de esta magnitud no resulte en escenarios indeseables o en letra muerta.

En primer lugar, si no se pone sobre la mesa y en los mismos términos de los comités seccionales la renovación del Comité Ejecutivo Nacional, lo cual implicaría esperar hasta 2024 en que terminaría el periodo de Juan Cepeda, no podemos hablar de un proceso democrático completo, pero sí del riesgo de institucionalizar y neutralizar durante todo el sexenio a las resistencias magisteriales que han sido contrapesos del SNTE, de la reforma educativa empresarial y de las políticas neoliberales.

Los 40 años de lucha de la CNTE no caben en un sindicato, pero el gremio magisterial sí tiene lugar en un movimiento social más amplio, cuyas alianzas, horizontes y dinámicas de lucha son fundamentales para seguir consolidando un polo de actores y organizaciones populares que logren radicalizar hacia la izquierda la dimensión progresista de la Cuarta Transformación (4T) en favor de las clases pobres y de los trabajadores, que detengan la avanzada actual de posicionamientos de la derecha o su regreso recargado al gobierno en 2024, como sucedió en Brasil con el gobierno profascista de Jair Bolsonaro.

En tercer lugar se requiere de la acción informada, consciente y organizada de los docentes democráticos sobre las reglas, los árbitros, las formas, los tiempos y los procesos, para que su participación en la elección de las representaciones sindicales no legitime el reacomodo de las cúpulas del sindicalismo patronal, el posible regreso de grupos que pretenden marear a los maestros sirviendo los viejos cacicazgos en copas nuevas, como las Redes Sociales Progresistas (RSP) y los Maestros por México (MxM), propiedad de la familia de Elba Esther Gordillo Morales.

En cuarto lugar, si no se revierte el proceso de reforma educativa, laboral y administrativa que viene desde el sexenio anterior y que se extendió hasta el gobierno de la 4T, en el que se desdibuja al sindicato de maestros, se normaliza la meritocracia como competencia individual para ascender en la escalera profesional del éxito personal, se disminuye su intervención a la función observadora de la legalidad hecha de manera unilateral por el Estado patrón; frente a todo ello se corre el riesgo de disputar sólo un cascarón vacío. Ante una legislación adversa o incompleta, lo que se requiere para construir un sindicalismo con interlocución para hacer valer las demandas del magisterio, no sólo es respetar la legalidad, buscar la toma de nota o seguir la formalidad de los procesos electivos, aunque sean libres; también se hace necesaria la presencia de una dirección fortalecida con la legitimidad de sus bases, con capacidad para movilizar y mantener viva la organicidad del sindicato.

En quinto lugar, la conquista de la dirección no es la democracia en automático de todos los componentes del gobierno sindical. Los estatutos del SNTE siguen siendo los de un aparato funcional al Estado, su estructura la de una maquinaria burocrática y sus instancias funcionan de modo vertical, cuya lógica es suplantar y no representar a los agremiados. Se tendrá que romper con el votas y te vas de la racionalidad liberal para legitimar la desactivación de la democracia protagónica y colectiva.

Al proceso promovido por la reforma laboral le hará falta el impulso vital y orgánico de la democracia participativa, a través de espacios de representación horizontal, no estáticos sino dinámicos, que se nutran de la presencia contante de las bases en asambleas delegacionales, regionales, plenos y congresos; es decir, una democracia construida de abajo hacia arriba, en donde la dirección sólo es ejecutiva de las decisiones tomadas en colectividad, pero no autónoma ni cupular.

Seguramente la discusión es más profunda y más crítica de lo que aquí escribo, pero es ineludible, sobre todo en este momento en el que están en puerta varios procesos de renovación sindical en los estados.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2019/11/09/opinion/018a2pol

Imagen: Ronny K en Pixabay

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La aprobación de Leyes vs. Ideas pedagógicas

Por: Miguel Ángel Pérez

En estos momentos vivimos un debate inédito en educación, en donde se han soltado todos los fantasmas, todas las fuerzas políticas e ideológicas han dejado salir sus demonios para dar lugar a la generación de proyectos, propuestas, a partir de la visión de su realidad educativa.

La reciente aprobación de las leyes secundarias que norman y regulan el artículo tercero en cuestiones de la carrera de maestras y maestros, la ley General de educación y la ley de mejora continua de la educación, en la Cámara de Diputados primero y en la de Senadores mas adelante, termina por enterrar las anteriores leyes de la reforma de 2013 impulsadas por Enrique Peña Nieto.

Para algunos la reciente aprobación de las leyes referidas, es un avance para otros es un regreso al pasado, lo que sí es posible afirmar, es que el debate escinde el tratamiento de los asuntos legales (la generación de leyes) por un lado y por el otro coloca de manera muy distante la generación de propuestas en el terreno propiamente educativo. ¿A quién le interesa separar ambos asuntos? También es posible reconocer que en el centro de las discusiones, el debate no está hecho para buscar coincidencias y generar al final del mismo un amplio proyecto que sirva como marco general de una mejor educación para los niños, niñas y jóvenes mexicanos.

Los actores y los agentes se mueven desde posiciones que van del centro a la izquierda y de la derecha al centro, tanto el SNTE como la CNTE quiere sacar provecho de esta disputa (y lo están haciendo), por el otro lado Mexicanos primero encabeza con su característico oportunismo las posiciones pro empresariales y de derecha que también insisten en hacer avanzar sus posiciones. Al centro del debate se encuentra el Estado, con personajes de gobierno tibios, timoratos y malos mediadores; el problema también es de método porque se trata de derrotar a unos para sacar a otros como supuestamente vencedores.

En el terreno de las ideas se trataría más bien de buscar consensos o de diseñar un proyecto amplio con beneficio nacional, por encima de los intereses partidistas de grupo, de corriente o de tribu. ¿Eso es posible?

Las cosas están muy tironeadas en este momento, en el Congreso se han polarizado las posiciones, a partir del reconocimiento de una fuera que se sabe mayoría sobre las demás, pero considero que no se trata de eso, tampoco de convencer a toda costa, ¿alguien podría derrotar el dogmatismo de Mexicanos primero en este momento de un debate polarizado? Me parece que no se trata de insistir en lo que no nos ha dado resultado, se trata de abrir el debate pedagógico de colocar en el centro las mejores ideas, los mejores proyectos, los nuevos fundamentos para una realidad que cada vez se hace más compleja y demandante. ¿Esto le interesa a MORENA? Y porque no lo intenta.

Nos encontramos ante un punto cero de la política en Pedagogía, estos debates de lodo en nada se parecen a los debates de los Congreso pedagógicos de finales del siglo XIX e inicios del XX. Me parece que entre los legisladores hace falta más pedagogía y menos pasión por la política y porque en dicho debate los asuntos de fondo aún no se tocan:

¿Cómo se organizarán los contenidos de estudio en planes y programas para formar a los nuevos mexicanos y mexicanos en una sociedad global cada vez más demandante? ¿Con las nuevas leyes se garantiza que los docentes que se forman y se incorporen al servicio estarán a la altura, de lo que la nación necesita en este momento? ¿Las recientes leyes aprobadas tendrán una tradición que realmente muestre evidencias de mejoras sustantivas en el corto plazo o pronto estaremos debatiendo las nuevas versiones que las sustituyan muy pronto?

Yo no estoy de acuerdo como afirma Carlos Ornelas que es un regreso al pasado, el Estado deberá estar a la altura de garantizar la rectoría educativa como un servicio publico y gratuito inalienable, pero no basta eso, hay que tener mejores maestros y maestras con ideas pedagógicas frescas, que garanticen un horizonte formativo para los niños y las niñas a su cargo y que la asistencia a las escuelas públicas sirva en garantizar un conjunto de experiencias formativas, lúdicas y placenteras como esta realidad reclama. Desafortunadamente no se les puede pedir tanto a las leyes, se requieren ideas pedagógicas de vanguardia, frescas innovadores y pertinentes para las exigencias del presente que son muchas. Y en ello los agentes y los sujetos deben renunciar a gran parte de sus intereses voraces para contribuir a sumar al lado de los demás.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-aprobacion-de-leyes-vs-ideas-pedagogicas/

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