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Coronavirus en Uruguay: 522 casos nuevos en 3.973 análisis

Este sábado fallecieron ocho personas.

El Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) informó este sábado que tras la realización de 3.973 análisis se detectaron 522 casos nuevos de covid-19. Estos resultados indican una positividad de 13,1%, levemente menor a la que se presentó este viernes, que fue de 13,7%.

Además, se señaló que el sábado fallecieron ocho personas: se trata de cinco pacientes de Montevideo de 87, 83, 79, 79 y 67 años, un paciente de Canelones de 47 años, otro de Maldonado de 90 años y uno de Rivera de 63 años. Con estos últimos datos, Uruguay llega a las 201 personas fallecidas a raíz del último coronavirus.

Actualmente hay casos activos en todos los departamentos del país. En la jornada del sábado se detectaron 302 nuevos casos en Montevideo, 45 en Canelones, 41 en Rivera, 39 en San José, 22 en Durazno, 18 en Maldonado, 13 en Tacuarembó, 12 en Rocha, nueve en Cerro Largo, siete en Lavalleja, cinco en Treinta y Tres, cuatro en Artigas, tres en Salto y dos en Colonia.

Actualmente hay 5.482 casos activos, es decir personas que están cursando la enfermedad, y 64 de ellas se encuentran en cuidados intensivos.

Del total de casos positivos confirmados, 1.209 corresponden a personal de la salud. 1.043 de ellos ya se recuperaron, 163 están cursando la enfermedad y tres fallecieron.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/coronavirus/articulo/2021/1/coronavirus-en-uruguay-522-casos-nuevos-en-3973-analisis/

 

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¿Educación Inclusiva? Crisis, pandemia y exclusión

Por: Luis Miguel Alvarado Dorry

“[…] La más grande crisis de la humanidad no es ni política, ni económica, ni ideológica, religiosa; es una crisis de humanidad. No tratamos humanamente a los seres humanos, los maltratamos […]” (Boff, 2020) (minuto 58 con 25 segundos).

Para comenzar, quisiera que reflexionemos acerca de ¿Cómo consideramos a la normalidad en estos tiempos tan anormales? En las expresiones como “cuando regresemos a la normalidad” ¿quiere decir que nos hace anormales? Por otro lado, “la nueva normalidad” tuvo que llevarse a cabo un proceso de transición de anormalidad a esa otra nueva normalidad, por tanto, ¿fuimos anormales y ahora somos nuevos normales?

En este sentido, los lenguajes sobre normalidad-anormalidad no solo son una construcción social sino que, también, “política y económica” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 22). Y son una construcción social, política y económica porque son establecidas desde el mismo sistema hegemónico que impone sus propias “reglas”, “normas” y “lenguajes”, las cuales, todas las sociedades bajo su dominio tienen que alinearse y alienarse.

Las tensiones y contradicciones sobre normalidad-anormalidad se observan en la historia, para ello, me remitiré a uno de los eventos trascendentales que marcaron la historia en Nuestra América, la conquista de nuestros territorios y nuestros cuerpos; de nuestros territorios porque desde 1492 han venido extrayendo recursos de nuestra madre tierra con el fin de mercantilizarla y acumular capital, asimismo, de nuestros cuerpos, nuestros cuerpo sin fragmentación cartesiana (mente-cuerpo) basadas en una explotación con el mismo fin, la acumulación de recursos, precarizando las condiciones de les oprimides-explotades.

Por lo anterior, Eduardo Galeano señala lo siguiente:

“[…] el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos” (Galeano, 2004, pág. 16).

En esa época de conquistas y, desde la mirada eurocéntrica, empezamos a ser vistas como anormales, anormales porque, en nuestras diferencias, no encontraban parecidos a la imagen y semejanza europea, por tanto, esa “anormalidad” debiera ser exterminada, por ello y por otras razones, los españoles mataron a diestra y siniestra a les originaries natives de Nuestra América. Este genocidio fue legitimado y justificado por el discurso de Ginés de Sepúlveda en (Fernández, 1992) sobre “la justicia de la guerra contra las poblaciones indígenas  es causada por […] 2) la inferioridad natural de los indígenas […]” (pág. 323), esa inferioridad era establecida a partir de las diferencias físicas, culturales, sociales, políticas, económicas y religiosas que tenían los pueblos originarios del Abya Yala de las europeas.

Bajo este marco y estereotipos eurocéntricos, se viene estableciendo clasificaciones al respecto, negras y negros, amarillas y amarillos, originaries o indígenas y, lo que dista de estos estereotipos que, más adelante se instauran en los imaginarios colectivos por medio del complejo industrial cultural, se considera anormal e inferior.

Los “casi humanos”, forma despectiva que los españoles estigmatizaban a les originaries, eran asesinades, en tanto animal salvaje, debido a sus condiciones antes mencionadas que, distaban, del estereotipo europeo (hombre blanco ojos claros), estos estereotipos normalizados a posteriory y, como una meta a la que hay que llegar, fueron instaurados en los imaginarios de las sociedades dominadas, en este sentido ¿cómo llegar a ser normales? O bien, ¿Cómo llegar a ser humano?

Acá me quiero detener un poco para reflexionar que, la discapacidad, no dista mucho de las condiciones que tenían (y siguen teniendo) les originaries desde las miradas eurocéntricas y, ahora, norteamericana, es decir, llegar a la meta de la “normalidad”, o bien, ser lo más humano posible, humano en el sentido biológico-físico como mencionan (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) “[…] instaurar la normalidad como modo de reconquista de la humanidad perdida” (pág. 35), no en el sentido de la complejidad de ser humano biológico-social-político-económico-ético-crítico-tecnológico-espiritual-afectual.

De manera que, la discapacidad, se encuentra inmersa en esas tensiones y contradicciones de la normalidad-anormalidad fincada en estereotipos de la lógica de mercado, es decir, de producción y reproducción social, política y económica. En este marco y en esta perspectiva mercantilista estereotipada, la discapacidad es situada en la anormalidad, por tanto, esa anormalidad, debe ser normalizada lo más o totalmente posible.

En el aspecto económico, las personas con discapacidades eran vistas, en principio, como improductivas que, únicamente, generaban gastos a las sociedades y a los estados (aunque todavía estos imaginarios persisten en la actualidad), improductivas, en el sentido de no poder realizar los trabajos de una persona “normal”, por tanto, fueron aisladas de estos menesteres, ante esto Paula Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) se interroga sobre “¿podríamos inferir que la idea de discapacidad esté asociada a la invalidez laboral?” (pág. 83), al parecer así viene sucediendo. Posteriormente, como entes mercantilizades con el ideal de “normalizarles” con base en “[…] la atención socio-sanitaria-educativa y de rehabilitación […]” (pág. 91) en palabras de la misma autora. En este sentido, señalo a los programas televisivos como por ejemplo, TELETÓN, originadas desde empresas privadas que, cerca de apoyar a todas comunidades con discapacidades, anteponen sus intereses financieros para evadir impuestos y así “donar” caritativamente dineros para la construcción de centros de rehabilitaciones, estos programas terminan siendo similares, en palabras de Sonia Marcela Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), a  “los circos […] escenarios de exhibición de las rarezas humanas” (pág. 123) muy populares en el siglo antepasado.

En lo político, al enmarcar la discapacidad desde su génesis y más allá de ella en un contexto de opresión, dominación, control, exclusión, discriminación y explotación, estas subjetividades se han venido resistiendo, formando alianzas y organizándose para luchar contra toda injusticia; estas luchas y resistencias, se han legitimado en los derechos humanos con altos costos de muertes, persecuciones, torturas y demás, sin embargo, falta mucho para que esos derechos se vivencien, para ello, es necesario fracturar nuestros paradigmas desde nuestros propios lenguajes. A lo largo de la historia, estos lenguajes, han sido modificados con respecto a la filosofía de la época y por las subjetividades que se resisten, en este marco, en la evolución o involución, en lo despectivo o loable, de las concepciones de les “impedidos, discapacitados, minusválidos, deficientes, inadaptados, hasta otros de corte más coloquial como tullidos, idiotas, lentos, torpes retrasados” Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 108). Todo palabrerío quedan en lo abstracto pues carecen de praxis, es decir, no se vivencian en la cotidianidad, por un lado, en las empresas transnacionales que ven a las personas con discapacidades como mercancías consumidoras y, por otro, el estado que las ven como cargas, toda esta verborrea (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) argumentan que “[…] más formas políticamente correctas de nombrar que contenidos reales y sustantivos en pro de la población directamente implicada” (pág. 30), y no se vivencian, porque los lenguajes y legitimaciones políticas y jurídicas son realizadas, en su mayoría, desde lo externo y no desde las propias comunidades de personas con discapacidades que son y están con sus especificidades.

En lo sociocultural, por la instauración de estos lenguajes en los imaginarios sociales, sus concepciones y sus prácticas han provocado, en la mayoría de les “normales” emociones y sentimientos hacia las personas con discapacidades, de lástima, compasión, tristeza, miedo, entre otras, transformando las subjetividades de las segundas en “objetos de caridad” Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 93), y, ser un objeto de caridad, según Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), “hasta del nombre desaparece y con él todos sus rasgos de humanidad” (pág. 113), entonces, aparece la estigma, es decir, expresiones como “no te juntes con ese rarito”, “el hiperactivo del salón”, “la distraída esa”, “la de sillas de rueda”, entre otras no menos peyorativas.

En lo tecnológico, solo aquellas personas con discapacidades que tienen una estabilidad económica suficiente, pueden adquirir dispositivos electrónicos, prótesis, sillas de rueda, o cualquier innovación científico-tecnológica que se requiera, mientras que muchas quedan excluidas de estas. Estas innovaciones son muy frecuentes y bajo la lógica de obsolescencia programada para captar la mayor cantidad de capital.

Por lo anterior, el modelo neoliberal lleva una cosificación de la cosificación, es decir, dentro de las cosas “normales” hay unas otras “anormales” en tanto mercancías consumidoras, las cuales, hay que dominarlas y controlarlas, estigmatizarlas, señalarlas, clasificarlas e inferiorizarlas para obtener las más jugosas ganancias posibles.

Pero ¿qué es la discapacidad? En principio, las religiones las vinculaban como un “castigo divino” o “pecado” cometido por generaciones familiares anteriores, o bien, actuales, las familias de estas procuraban no mostrarles o sacarles de casa por vergüenza a que le vieran y les señalaran como pecadoras. Posterior a ello, en los avances de las ciencias y las tecnologías en medicina, las relacionaban como fenómenos de la naturaleza humana, los cuales, tenían que examinarlas para poder curarlas o “normalizarlas”. Desde el sistema capitalista les conceptualizaban (y siguen) como les “improductivos” o poco productivos en comparación con les “normales”.

En la actualidad, según el diccionario de Google lo define como “Falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona” (google.com, 2020). Mientras que la Organización Mundial de la Salud dicta como “Discapacidad en un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación” (OMS, 2020). Por otro lado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en México en su texto titulado “La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo” en el inciso e) del Preámbulo, emanados de la misma ONU dicta lo siguiente:

“la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás […]” (2018, pág. 10).

Contraria a estas concepciones Yarza, Sosa, & Pérez (2019) refieren a una deconstrucción de la conceptualización emanada por los grupos de poder que clasifican y estigmatizan a cada une, en este sentido, mencionan que “entendemos a la discapacidad como una producción social e histórica moderna y colonial, inscrita en los modos de producción y reproducción de una sociedad” añadiendo que, está “enmarcada en un sistema de clasificación de sujetos inventado y reproductor de un orden hegemónico basado en relaciones de asimetría y desigualdad” (pág. 22).

De las significaciones anteriores, observamos que las tres primeras manejan lenguajes desde los modos de producción y reproducción económico-político-social, lenguajes despectivos como “deficiencias”, “normal”, “limitaciones”, “restricciones”, entre otras, los cuales, las pondremos en tensiones con sus contradicciones con el fin de comprender mejor el contexto: deficiencias-perfección, normal-anormal, limitaciones-libertad. Podemos decir entonces que, la discapacidad, es una esclavitud de la imperfección anormal.

La última significación nos da cuenta que, la discapacidad, es gestada y reproducida desde el propio sistema hegemónico clasificatorio, el cual, es inherente su resignificación como acto ético-político para la emancipación de las diversas subjetividades.

De lo anterior, quisiera irme desde su génesis etimológica de la palabra en un tanto superficial, pero desde otros frentes, para ello, me es necesario fragmentar la palabra discapacidad en el prefijo “dis” y “capacidad”, esta fragmentación me permite ver desde otra perspectiva con el fin de desaprenderla para comprenderla y, por tanto, reaprenderla al momento de unirlas y, más aún, vivenciarla en mi cotidianeidad.

En este contexto, el prefijo “dis” significa según un diccionario etimológico en internet encontré en una de sus definiciones lo siguiente: «el prefijo latino dis- significa “divergencia o separación múltiple”» (dechile.net, 2020), por otro lado, “capacidad” significa “[…] es la cualidad de lo que es […]” (Diccionario Actual, 2017). Entonces, al unir los dos significados el prefijo “dis” y la palabra “capacidad”, tenemos “divergente cualidad”.

De la misma manera, me es necesario fragmentar y, por tanto, me acercaré a una aproximada re-significación de cada una de las palabras anteriores, en primer lugar, tenemos la palabra “divergente”, la cual, en uno de sus significados la mencionan como “diferencia” (significados.com, 2017), este se le asocia con el pensamiento divergente que, en el mismo diccionario, nos remite a la creación de “ideas creativas y diferentes”, mientras que “cualidad” la significan como “[…] la esencia de una persona […]” (Google, 2020), por tanto, la dis-capacidad podríamos re-conceptualizarla como una “diferente y creativa esencia”, entonces, en este marco, todes somos seres diferentes y creativas, en tanto con dis-capacidades, bajo esta reconstrucción paradigmática me referiré a las personas con discapacidades.

Esta re-significación debe ser un acto ético-político evitando caer en el romanticismo y en la caridad, por el contrario, posicionarnos, todes, en la rabia y rebeldía misma que provoca la discriminación, exclusión y estigmatización originada desde el sistema asimétrico neoliberal, el cual, establece la “normalidad-anormalidad” en los imaginarios sociales impregnados de una violencia simbólica (Bourdieu & Passeron, 1995, pág. 44). Esta re-significación debe fincarse en el diálogo con les otres, con los que viven esas discriminaciones, exclusiones y estigmatizaciones, es decir, con las personas con discapacidades, convirtiéndose en “observador(a), auto-observador(a) y observado(a)” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 64) en el proceso investigativo.

Dentro de las clases sociales se clasifican antagónicamente bajo las perspectivas Darwinianas imponiendo verdades absolutas y universales entre ricos-pobres, inteligentes-ignorantes, burgueses-proletarias,  blancos-negras, normales-anormales, entre otras, unas superpuestas a las otras, ante esto Yarza, Sosa, & Pérez (2019) aseveran que “no nos cabe duda alguna de las clasificaciones y calificaciones del Norte Global son tales en virtud de una “verdad” hegemónica autoimpuesta y desplegada hacia el Sur Global” (pág. 41). En esta perspectiva clasista y clasificatoria del modelo neoliberal dueño de las élites de las sociedades del conocimiento, encasillan todo lo que esté a su alcance como meras materias primas en un almacén, es decir, lo bueno, lo regular y lo malo, asimismo se clasifican las discapacidades, esta clasificación legitima social, política y económicamente las inferioridades de las personas.

Estas clasificaciones han originado nuevos lenguajes del cómo llamar a los espacios escolares en donde se ha pretendido más que educar, a rehabilitar o “normalizar” a las personas con discapacidades que han, en el supuesto, evolucionado para hacerlas menos despectivas, tenemos a los centros para enfermos mentales, educación especial, escuelas con necesidades educativas especiales, ahora educación inclusiva.

Yo te integro o te incluyo porque tienes alguna discapacidad o porque eres mujer, o porque eres originaria, o porque eres negra y eso satisface mi conciencia (más bien mi ego), es decir, se ve a la inclusión como medio para un fin, el fin sería satisfacer mi conciencia o mi ego, por el contrario, la inclusión debe ser un fin en sí misma y no un medio con características excluyentes y clasificatoria, en otros términos, la inclusión como forma de vida en el conocimiento y reconocimiento de les otres, ante esto Freire (1997) menciona que «La asunción de nosotros mismo no significa la exclusión de los otros. Es la “otredad” del “no yo” o del tú, la que me hace asumir el radicalismo de mi yo» (pág. 42), de manera que, te incluyo porque tú eres yo y, yo eres tú, y juntes construimos un nosotres.

De modo similar, la educación no debe adjetivarse como inclusiva, o sea, educación inclusiva, las dos debieran ser verbos (educar e incluir) y, debieran ser verbos, en tanto acción y existencia, y, a la vez, dialécticas, porque al momento de incluir educo y, al momento de educar, incluyo.

En este marco, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) reflexionan acerca de la construcción de nuevos paradigmas para pensar la educación y las discapacidades desde otras aristas y, con base en el diálogo directo con las comunidades de les seres diferentes y creativas, principalmente, más desde el sur en contrapuesta a la mirada euronorteamericanocentrista, ante esto, aseveran que  se “pongan en supuesto las narrativas anglocéntricas y visibilicen otras génesis, tensiones, trayectorias intelectuales, categorías, entramados, constelaciones conceptuales y luchas ético-políticas” (pág. 36), esto nos dirige a una praxis verdadera y no a una reproducción social excluyente y a una repetición teórica construida desde lo exógeno.

En efecto, para la construcción de esos otros paradigmas es inherente tomar en cuenta, a mi perspectiva, los siguientes aspectos –cabe aclarar que no son un imperativo categórico, ya que pueden ser más u otros- 1. Dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas; 2. Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades; 3. Romper paradigmas establecidos desde y a partir de nuestros propios lenguajes; 4. El diálogo como principal aspecto en las investigaciones y 5.  Sistematización de experiencias para la construcción de saberes emergidos desde el contexto y desde les sujetos.

Por lo anterior, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) mencionan que “Ser sujeto en la investigación, estar en el proceso investigativo y actuar desde su lugar de enunciación implica sentir una constante relación con lo investigado” (pág. 52), por tanto, desde las universidades, organizaciones sociales y, desde les estudiantes en materia, insisto, es un compromiso ético-político la deconstrucción, reconstrucción y resignificación de las investigaciones.

Ahora bien, ¿cómo se ve la discapacidad en la actual coyuntura? Ese es el problema, no se ve, no les vemos, para Fanón (1963) los condenados de la tierra eran les pobres campesinos africanos, las personas con discapacidades son ubicadas por las sociedades y, por el mismo sistema hegemónico, como las condenadas de las condenades de las condenadas de la tierra, o bien, les invisibilizades de les invisibilizades de les invisibilizades.

Estas crisis y exclusiones ya existían antes de la pandemia, ésta, vino a desnudarlas y a exponenciarlas; en este contexto de sobrevivencia, ser pobre es riesgoso para sobrevivir, más  aún, ser pobre y ser desempleada, peor si se es pobre, desempleada y migrante, se agrava más si se es pobre, desempleada, migrante y mujer, y se sobrevive en una constante inseguridad social, política, económica y de salud, si se es es pobre, desempleada, migrante, mujer y etiquetada con alguna discapacidad, en este sentido, existen constantes “violaciones a mujeres con discapacidad que se quedan en el silencio…” Rojas Campos en  (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 106), debido a la lógica de violencia originada por el sistema hegemónico que cosifica a las personas y las deshumaniza, las deshumaniza en tanto “animal: sin alma, sin pensamientos y sin razón” (pág. 117).

Esta deshumanización, o bien, “crisis de humanidad” en palabras de Leonardo Boff, es originada, a mi perspectiva, por diversos aspectos, en primer lugar por la “lobotomía” en donde, el mismo Boff, la conceptualiza como “una persona que perdió la capacidad de sentir, no siente el dolor del otro” (Boff, 2020). En segundo, por la racionalidad instrumental formada, es decir, vivir con base a “medios y fines” (Horkheimer, 1973, pág. 09), uso a las personas (medios) con base a mis intereses personales (fines) y, cuando estas ya no me sirven, las desecho como meros objetos. En este marco, la mayoría de las empresas han usado a las comunidades con discapacidades para crear ONG’s y así, captar el mayor capital posible en las donaciones para luego, evadir impuestos; los gobiernos, para captar y destinar recursos para estas comunidades que, cerca de apoyarles, distan por la corrupción establecida en el desvío de estos recursos, o bien, en las reducciones presupuestales. En tercer lugar, ver como enemigos a les otres, en donde cada persona “vive obcecado con la búsqueda del interés propio y en constante competencia y comparación con otros” (Torres, 2017, pág. 71), entre otros aspectos no menos importantes. De manera que, la deshumanización, se va gestando a través de la formación y desarrollo de subjetividades neoliberales educadas de manera formal, no formal e informal, bajo los intereses del mismo modelo neoliberal asimétrico.

Hemos venido develando e insistiendo a lo largo del confinamiento pandémico que, gran parte de les estudiantes, de todos los niveles, han quedado fuera de las estrategias y modalidades que han tomado los gobiernos en américa latina y en el mundo para llevar a cabo el proceso educativo. En este contexto, de los 137 millones de estudiantes en América Latina, según el informe de la UNICEF (2020) denominada “educación en pausa” publicada el pasado 09 de noviembre, que fueron desterritorializados de sus escuelas y territorializados en sus hogares, creemos que solo la mitad, es decir, 68.5 millones de elles cuentan con las posibilidades de una educación a distancia (llámese virtualizada, televisada, radiodifundida), aunque esta, se haya convertido en una neoeducación bancaria.

De lo anterior, el otro 68.5 millones de estudiantes quedaron excluides, y quedaron excluides por ser y estar precarizadas por un sistema desigual e injusto y, en donde las sociedades, hemos sido cómplices, y hemos sido cómplices por la formación de la “lobotomía” antes mencionada construida desde las cosmovisiones y bajo los intereses del modelo neoliberal. Dentro de estas sociedades vulneradas y precarizadas, “incluidos las niñas, los indígenas, niños y niñas con discapacidad, refugiados y migrantes que viven en zonas rurales” (UNICEF, 2020, pág. 9), encontramos hogares (en la mayoría de los casos, porque muches no cuentan ni con un hogar) sin electricidad, sin acceso a internet o señal telefónica, sin dineros para pagar los servicios de datos, desempleadas y, con hambre. Hogares que prefieren salir ante la peligrosidad del contagio, y prefieren salir porque aseveran que es mejor morir por causas del COVID-19, que morir o ver morir a les suyos lentamente de hambre.

Las del primer grupo, tienen la fortuna de poder solventar los gastos que requiere la educación a distancia, sea la modalidad que sea, ya que tienen dineros para pagar esos servicios, los cuales, se toma como indicios de una nueva modalidad de privatización de los sistemas educativos, privatización porque tanto familias y docentes tienen que pagarlos de su propio salario (mientras que este se mantiene inmóvil), es decir, los gobiernos se desentiende de estos gastos, pero si exigen autoritariamente que se rindan cuentas de lo que se hace y que vean, tanto familias como docentes, como le hacen para ello, esta rendición de cuentas, las acomodan en los discursos en donde dictan que “todo marcha bien”, que “el aprendizaje a distancia va marchando bien”, aunque esta solo sea una captación de grandes cantidades de información que distan de ser aprendizajes.

El segundo grupo, ha quedado completamente excluide de estas modalidades y, cerca de que los gobiernos garanticen una educación gratuita y para todes, solo se preocupan en convertirles en estadísticas (aunque muches hasta ni a eso llegan) para sus intereses deshumanizados. Estos grupos vulnerados y precarizados quedan expuestos con mayor facilidad a la violencia intrafamiliar (física y psicológica), de género, abusos sexuales, entre otros no menos importantes, y se han acrecentado durante el confinamiento. Lo anterior, según el informe de la UNICEF (2020) es debido a ”mayores niveles de estrés entre los padres y cuidadores” (pág. 11).

En el mismo informe, la UNICEF, tiene mayor preocupación en que les estudianttes de secundaria “caerán por debajo del nivel mínimo de competencia en lectura” (UNICEF, 2020, pág. 9) . En este sentido, se le pide leer a les niñes, en tanto repetir palabras, oraciones y frases en el menor tiempo posible, no se preocupa para que estes lean su realidad y las condiciones de injusticias en las que viven muchas sociedades, más las personas con discapacidad.

Por otro lado y, estas circunstancias, las personas con discapacidades siguen presentado mayores dificultades, las cuales, han venido en aumento; y han venido en aumento porque la mayoría no hemos hablado de ellas, por decirlo de otro modo, las hemos invisibilizados. Hemos hablado de los grupos de personas excluidas en condiciones de pobrezas, sin conectividad, sin paquetes de datos, sin dispositivos, de una neoprivatización de los sistemas educativos, de una explotación de les cuerpos por el teletrabajo o por la teleeducación con respecto al exceso de tareas que les dejan a les estudiantes, del extractivismo de la madre tierra, entre otras, las cuales, sabemos que son muy importantes develarlas, sin embargo, en lo personal, no les había pensado, por ello, creo inherente que, las pedagogías críticas y educaciones populares, no solo las visibilicen sino que también tengan el compromiso ético-político-revolucionario para la construcción de propuestas educativas no segregadas o paralelas a estas, sino que pensadas desde las propias diversidades.

La educación a distancia sea esta virtualizada, televisada, radiodifundida, no fueron creadas para las personas con discapacidad, por ejemplo, en México, en la estrategia “Aprende en Casa I”, bajo el manejo virtual de la plataforma de Google Meet, solo eran dirigidas a personas con conectividad a internet, con dispositivos inteligentes y sin discapacidades, excluyendo totalmente a las personas con discapacidad.

En la estrategia “Aprende en casa II” en este ciclo escolar que transcurre, esta se basa en la transmisión de contenidos educativos a  través de la televisión, por decirlo de otro modo, televisada, las autoridades educativas (Secretaría de Educación Pública) volvieron a excluir a las personas con discapacidades, sin embargo, por presiones sindicales, al menos pudieron integrar a una persona que interpreta en lenguaje de señas pero ¿qué sucede con las demás? Vuelven a quedar excluidas, pero dichas autoridades se jactan de ser inclusivos.

En otras latitudes que, aproximadamente queda entre en medio de Costa Rica y México, en Honduras, Cristian Murillo del Centro de Atención Progreseño a la Discapacidad aseveró fuertemente contra el gobierno de Juan Orlando Hernández diciendo que “las personas con discapacidad no son prioridad en esta crisis humanitaria, y nunca han sido para el gobierno de Juan Orlando Hernández” añadiendo “porque miserablemente solo se destinan menos de 0.25 centavos de dólar al año para cada persona con discapacidad” (kaosenlared.net, 2020).

La pandemia vino entonces a ser visible lo invisibilizado y a acrecentar lo que ya existía, lo que ya estaba, y lo que estaba eran esos olvidos, esas invisibilizaciones, exclusiones, discriminaciones, injusticias, violencias y demás. En este sentido, muchas familias sacrificaron las atenciones y educaciones de sus hijes por quedarse sin trabajo y, por tanto, sin ingresos, lo poco que ganan o se tiene les ha servido para malalimentarse no por culpa del COVID-19, sino por culpa de un sistema de explotación que genera grandes asimetrías.

Ahora bien, antes de finalizar quisiera regresarles la palabra a dos voces que, por cuestiones personales, no quisieron estar presentes, pero que nos mandaron algunas vivencias desde sus especificidades. En una entrevista informal a modo de charla:

Julio Cesar (20 años), diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) nos comenta lo siguiente: “a menudo me sentía discriminado y excluido en la escuela por ser diferente a los demás, los que más me discriminaban y excluían eran mis compañeros dentro y fuera del salón de clases, algunos profesores entendían lo que tenia, pero si llegó a ver en una ocasión que fuese un maestro que lo hiciera, ante esto me sentía triste porque no querían platicar conmigo o no me integraban en sus pláticas, para estar concentrado y menos hiperactivo en clases, me recetaron los médicos tomar una pastilla llamada Ritalin, si no la tomaba, era seguro que me ponía a hacer un alboroto en el salón de clases y me distraía de la tarea; cuando dejé de tomar esa pastilla, al mismo tiempo, dejé de sentirme dependiente, ya que era una rutina que tenía que llevar obligadamente. Mi vida ha sido un poco complicada, pues aún me distraigo mucho y me cuesta recatar información en el salón de clases”.

Jonathan de Jesús Gamboa Flores (27 años). El neurólogo lo diagnosticó con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) nos comenta que “me sentí muchas veces excluido y discriminado en la escuela porque, en los distintos niveles, siempre había algún compañero estudiante o un docente que no me aceptaba. Me sentía muy mal porque, a la hora de formar equipos, no me tomaban en cuenta; ahora ya hemos sido tomados en cuenta en diferentes actividades escolares, deportivas y laborales. En este tiempo de confinamiento nos cuidamos quedándonos en casa, pero me he sentido un poco desesperado por no poder salir a dar una vuelta a la casa de mi abuelita. Y sobre las clases virtuales que recibo, no pongo mucha atención por eso me gusta más la presencial. Mi vida ha sido muy complicada porque dependo de mis papás y familiares, mi parálisis me atrofia tres extremidades de mi cuerpo (mis dos piernas y mi brazo izquierdo).

Bajo estas perspectivas y vivencias podemos observar por un lado que, la medicación de los trastornos creados y clasificados por la ciencia hegemónica, sirven a determinadas empresas farmacéuticas transnacionales que se enriquecen con base a las ventas de fármacos que son clasificados por su toxicidad y adicción similares a la cocaína, anfetaminas y morfinas como el Ritalin, el cual, ha servido para adormecer las subjetividades rebeldes de nuestra niñez y juventud, dejando grandes secuelas en su salud.

Por otro, se crea y “normaliza” en los imaginarios sociales una violencia por parte de familiares tras el telón de la “sobreprotección” que inutiliza a muches niñes y jóvenes, los cuales, estas toman decisiones por elles sin consulta alguna con el fin de protegerles de cualquier discriminación, exclusión y violencia, sin embargo, a esta “sobreprotección” podríamos afirmar que también es considerada como tal por no permitirles ser con sus especificidades.

Reflexiones finales

  • Es inherente que, desde nuestra propia praxis, resignifiquemos los lenguajes no para romantizarlos, o bien, por compasión o misericordia, sino con base a un autentico compromiso ético-político con el fin de darles existencia a les inexistentes.
  • Las discapacidades al ser ubicadas dentro del grupo oprimido, es necesaria una formación permanente que devele toda clase de dominación y que den cuenta de su propia emancipación.
  • Es necesario el conocimiento y reconocimiento de mi subjetividad diversa y creativa en tanto ciudadanía, con el hito de legitimar nuestros derechos como seres humanos.
  • Es importante romper nuestros propios paradigmas para la reconstrucción de otros y, así, dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas.
  • Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades.
  • Empoderar a las personas con discapacidades a partir del compromiso ético-político para investigar sus condiciones y, así, construir saberes a partir de la dialéctica endógena-exógena, sujeto-objeto.
  • Denunciar y proponer alternativas que atiendan a las diversidades.
  • Las personas con discapacidades deben tomar sus vidas bajo sus propias manos y luchar en favor de la construcción de políticas públicas y de sus propios procesos educativos (dejar por un lado el adultocentrísmo y, por el otro, el infantilismo).
  • Regresémosles sus voces y que elles luchen por ello, que elles nos digan cuan excluídes, discriminades, estigmatizades han sido a lo largo de su vida, y más en la actual coyuntura pandémica, como acto ético-político debemos escucharles.
  • Avivar ese espíritu rebelde en vez de adormecerles con fármacos que benefician las finanzas de las empresas transnacionales con base en alternativas educativas que formen subjetividades críticas, luchen por mejores condiciones y construyan un mundo más justo, humano y humanizante.
  • Desde las pedagogías críticas y educaciones populares, en palabras de Freire “con una legítima rabia” comprometernos con las personas con discapacidades para visibilizar lo invisibilizado, construir espacios donde den cuenta de lo que, por mucho tiempo, se han callado. Asimismo construir propuestas surgidas desde los contextos y desde les sujetos.

Referencias

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Fuente: El autor escribe para OVE

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

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Educación: Adiós al 2020

 Juan Carlos Miranda Arroyo

Este año que concluye, hoy, se llevará el recuerdo de los días difíciles de la Epidemia-Pandemia del Coronavirus que generó la enfermedad Covid-19. El periodo en que la cuarentena se volvió cincuentena. Los días, las semanas y los meses, poco más de nueve, se han vuelto interminables. Los ritmos de la vida social se han alterado a grado tal que se han multiplicado las pérdidas de empleo, los cierres de empresas, de todos los tamaños y trayectorias. Año en que la vida se ha sacudido como producto de una crisis sanitaria prolongada.

Pero quizá lo que más llama la atención de este 2020 que se extingue, es la manera en que nuestras instituciones nacionales y locales fueron rebasadas por dicha crisis. La Pandemia de este 2020, nos dejó aprendizajes, pero también un sentimiento de tristeza por los más de 122 mil muertes que ha traído consigo, hasta el momento. La versión optimista de nuestra realidad tendería a decir que también se han registrado más de 990 mil personas recuperadas, después de cursar la nefasta enfermedad. Unas con el apoyo de las instituciones de salud. Otras con el apoyo solidario y cercano de las familias. Como quiera que sea, más de 122 mil personas fallecidas son muchas y cada una de ellas ha dejado una huella significativa para cada una de las familias que han sufrido su pérdida.

2020 ha sido el año en que las escuelas se detuvieron, en su formato presencial, y cuando han intentado continuar la marcha mediante un formato extraordinario, improvisado, a distancia (con y sin apoyo de las nuevas tecnologías de la información), en México y en el mundo, a causa de la Pandemia.

La relación escuela-familia se ha tensado hasta su máximo nivel o su máxima expresión, ello se ha dado en la medida en que el propio sistema educativo no contaba con dispositivos de emergencia para hacer frente a la crisis, ni tenía los protocolos pertinentes, que le dieran la flexibilidad (o la plasticidad, dirían los tecnicistas), que le permitiera adaptarse rápida y organizadamente a las condiciones impuestas por la crisis sanitaria.

Sin duda, la Pandemia puso al descubierto nuestras limitaciones institucionales. Sobre la marcha, el conjunto de instituciones, programas y proyectos que soportan al sistema educativo, por ejemplo, se tuvo que redefinir a través de un primer eje de conexión y operación: “Aprende en Casa I”, para concluir el último tercio del ciclo escolar 2019-2020. Luego vino el programa “Aprende en Casa II” para iniciar y dar continuidad al actual ciclo escolar 2020-2021. Ambos programas fueron montados sobre medios tecnológicos improvisados y a través de alianzas que terminaron por fortalecer a las corporaciones, nacionales y trasnacionales, de las comunicaciones y la información, pero que no fueron poderosamente atractivas ni efectivas para las y los estudiantes.

Las limitaciones institucionales, constituyen un hecho reconocido por las autoridades responsables de los sistemas de salud y de educación, tanto en el plano del gobierno federal como de los gobiernos de los estados. Sin embargo, aún no se hace un ejercicio profundo, amplio e integrado de autocrítica sobre los efectos de las estrategias puestas en marcha. ¿La sociedad debía ir atada a una cuerda, unida a los programas que sobre la marcha delimitaban las autoridades?

Al no contar con estrategias de participación y de respeto a las reglas mínimas de organización frente a la pandemia, por parte de las autoridades educativas, a la postre el resultado ha sido desastroso. Mientras los gobiernos hacen sus llamados a misa, en términos de procurar el confinamiento para controlar la transmisión de la enfermedad, la población desata las cuerdas que les habían sido impuestas sin su consulta ni su consentimiento. ¿La sociedad optó por romper filas? ¿La sociedad es desobediente y sus actos se deben leer sin ninguna responsabilidad de las autoridades civiles?

La estrategia oficial nuevamente tendió a circular “de arriba hacia abajo”, en forma vertical, sin matices de intermediación. La SEP de EMB, por ejemplo, perdió la oportunidad de convertir a los Consejos Técnicos Escolares (CTE) en Consejos de Emergencia y Atención Escolar, orientados a dar apoyos básicos (de salud, socioemocionales o para tender redes de distribución de materiales didácticos), así como para estrechar los vínculos entre la Escuela y la Familia.

El 2020 nos enseñó también que las autoridades educativas, federales y estatales, fueron incapaces de impulsar una cruzada nacional por la educación en situación de crisis sanitaria. Le apostaron más a la pasividad, pues pusieron a las niñas y los niños, así como a los y las jóvenes, frente a un aparato de televisión, como prioridad; o a sesionar de manera virtual a través de las plataformas electrónicas. ¿Acaso no era factible y más significativo, entregar miles o millones de libros a las familias y a sus integrantes? ¿No fue posible establecer un programa nacional de fomento a la lectura en los hogares, en vez de condicionarlos a usar diariamente un control remoto? ¿Dónde quedó la creatividad de las y los docentes durante el duro confinamiento? ¿Por qué no fueron consultad@s las maestras y los maestros para echar a andar un programa más amigable y de carácter cultural-educativo para apoyar de manera más sustantiva a nuestras jóvenes generaciones?

En fin, el año 2020 se convirtió, así, en el año en que las instituciones educativas nacionales perdieron la oportunidad, lamentablemente, de generar cambios significativos, “desde abajo”, es decir, desde las comunidades educativas, para innovar y para crear opciones pedagógicas propias, singulares, por zonas escolares, por escuelas, por materias o por asignaturas. No, nada de eso. Por el contrario, el lineamiento burocrático y “desde arriba” consistió en colocar a las y los estudiantes a jugar papeles pasivos, y al magisterio a esperar indicaciones centrales y, en el peor de los casos, a reportar las incidencias sobre las actividades a distancia (importan más las formas que los contenidos), y a dar mantenimiento acrítico a los sistemas de controles escolares. Lo administrativo por encima de lo académico. Ese fue el sello de la casa de la Nueva Fundación Escuela Azteca Mexicana.

Adiós al 2020 que nos trajo la mal llamada “nueva normalidad”, como si de lo que se tratara fuera salir de una “normalidad” para entrar a otra, igualmente estandarizada e impersonal. “Nueva normalidad” fue una expresión desafortunada que no pudo evadir la “nueva realidad”.

En un contexto de desnudos institucionales; con una carencia manifiesta y elocuente de creatividad por parte de las autoridades, así como por excesos en las prácticas burocráticas (centralismo y trayectorias verticales en el actuar) durante el ejercicio de las políticas públicas educativas durante la pandemia, le decimos adiós al 2020. Espero que los cambios anunciados, en la cima de la burocracia educativa, para el 2021 venidero, sean propicios para pensar y hacer las cosas de manera diferente.

jcmqro3@yahoo.com

Fuente: https://profelandia.com/educacion-adios-al-2020/

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Kenya: Government urged to minimise congestion in schools

Africa/Kenya/06-01-2021/Author and Source: www.kbc.co.ke

The Ministry of Education has been urged to devise ways of minimising congestion in schools in order to ensure social distancing among learners is achieved.

The National Assembly Administration and Security Committee chairman, Paul Koinange, said when schools re-open Monday, social distancing will pose a major challenge, noting that if not thoroughly addressed, the spread of Covid-19 could increase uncontrollably.

The chairman said the ministry should consider adopting the idea of having morning and afternoon classes in respective streams, noting that despite the fact that most schools have put in place the required ministry of health guidelines, social distancing would be hard to achieve.

Source and Image: https://www.kbc.co.ke/government-urged-to-minimise-congestion-in-schools/

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OVE entrevista a Cándido Chan Pech: “Una escuela sin uniformes, más divertida y más alegre”

Entrevista realizada por Luis Miguel Alvarado Dorry en exclusiva para Otras Voces en Educación.

Conocimos a Cándido Chan Pech hace un par de años en una de las clases del doctorado en Pedagogía Crítica y Educación Popular del en el Instituto McLaren de Pedagogía Crítica sede Tapachula, Chiapas, México. Una persona seria, algo reservado, pero con un espíritu crítico que contagia a cualquiera. Un pedagogo en toda la extensión de la palabra, con un gran ímpetu de enseñar y, a la vez, de aprender de les demás.

Nuestro amigo Cándido es Licenciado en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene una Maestría en Educación y Diversidad Cultural por la Universidad Pedagógica Nacional; una Maestría en Pedagogía Crítica y Proyectos Educativos por el Instituto de Pedagogía Crítica Peter McLaren y Doctorado en Pedagogía Crítica y Educación Popular por el Instituto de Pedagogía Critica Peter McLaren.

Es profesor de tiempo completo en la Escuela de Humanidades C-IV de la Universidad Autónoma de Chiapas, profesor de medio tiempo en la Unidad 072 Tapachula de la Universidad Pedagógica Nacional y profesor de Licenciatura y posgrado de más de 20 años en programas de formación pedagógica.

Además, es Miembro del Colegiado de Investigación “Gobernanza y desarrollo social sostenible” adscrito al Centro de Investigación con Visión Mesoamérica, de la Universidad Autónoma de Chiapas. Responsable técnico de los proyectos de investigación de “Gobernanza y políticas migratorias” y “cotidianidad universitaria”. Ha publicado artículos científicos y de divulgación en revistas indexadas y arbitradas, es autor de varios capítulos en diversas publicaciones y fue primer director de la Escuela de Humanidades C-IV. Universidad Autónoma de Chiapas.

 

Amigo Cándido Chan, ¿cómo llegó a la educación crítica y contestataria y, a la lucha gremial y social? Cuéntenos un poco su historia de vida.

Agradezco el espacio para hablar sobre las posturas personales sobre la educación desde la mirada de la pedagogía crítica. Soy pedagogo egresado de la UNAM a principios de los noventas, una etapa interesante porque fue de efervescencia política, donde las y los estudiantes universitarios hicieron fuertes planteamientos al gobierno sobre cómo se estaban dando las políticas sobre educación. En esos años, la universidad vivía una época de deslegitimación por las elites políticas y empresariales del país, además que se habían apoderado grupos políticos supuestamente de izquierda que convirtieron en rehén de los espacios universitarios. Me tocó vivir como estudiante, el derrumbe del muro de Berlín, el desmantelamiento de la URSSS, así como el poderío que ensayó Estados Unidos en Kuwait y en Irak, me asombró de lo contradictorio que es este mundo. En esos años, se realizaron debates y planteamientos sobre las posibilidades de avanzar como universidad y eso fue una de las habilidades que aprendí, a saber, debatir. También en esos años, principios de los noventas, se vivieron los debates políticos sobre la modernización educativa, que más adelante se aterrizaron en el llamado Acuerdo Nacional para la modernización Educativa. A mi juicio, en términos pedagógicos fue un gran avance por la incorporación de la pedagogía constructivista como referente inmediato de la práctica docente.

Mi formación fue muy rica, tuve a maestros y maestras como Diaz Barriga, Ibarrola, Margarita Pansza, Guevara Niebla, entre otros. Me ayudaron a entender que la pedagogía no eran recetarios, ni el llenado de formatos, y que la instrumentalización didáctica era una habilidad creativa. Leí abrasivamente a Altusser, a Bourdieu y a Gramsci, lecturas que cambiaron mi existencia y me permitieron comprender de manera diferente la escuela. En las aulas universitarias me apropie de la didáctica crítica que en los años 80´s se fueron planteando en las universidades latinoamericanos.

Me tocaron maestros y maestras de formación del DIE CINVESTAV, cuyas investigaciones fueron etnografías del aula, leí a Elsie Rockwell y Justa Espeleta, Eduardo Weiss y Eduardo Remedí y me apropié de las ideas de Agnes Heller, George Luckas y Edmundo Husserl y los mencionó porque fueron los que me dieron referentes de mirar la pedagogía, que aún hoy después de casi treinta años me cuesta desprenderme, especialmente en el análisis etnográfico de la cotidianidad. Años después cuando leí a Peter Mclaren, me di cuenta de que su libro “la vida en las aulas” es totalmente etnográfico y me sentí identificado con él, porque devela la cotidianidad invisible, visualiza la dominación y violencia del poder hegemónico en las acciones triviales del salón de clases y espacios escolares.

Por azares del destino llegue a Tapachula, y me incorpore a la Unidad 072 de la UPN y posteriormente a la Escuela de Humanidades de la UNACH. En la UPN, fui maestro de la licenciatura en educación y prácticamente fui alumno porque aprendí de las lecturas del plan 94, las epistemologías de la transformación basadas en la Investigación acción, en la intervención educativa, en la resignificación de la práctica docente, leí ansiosamente a Carr y Kemmis, T.S. Elliot, Gimeno Sacristán quienes me dieron un “doctorado” no como título, sino por la trascendencia en la formación de mi persona. Pero una de las lecturas más determinantes fue la de Paulo Freire, especialmente cuando empecé a darme cuenta de mis vacíos teóricos y aunque estudie una maestría, sentía una ausencia conceptual para comprender la realidad de mi realidad cada vez más compleja.

Invitado por otros compañeros entramos al doctorado en el Instituto Mclaren, y fue allí donde algunas lagunas se vaciaron y se llenaron con nuevos saberes. Especialmente en la revisión del pensamiento latinoamericano, con las teorías de la descolonización, pero sobre todo en la revisión de los planeamientos de las pedagogías del sur y la pedagogía popular. Confieso que tuve que desaprender y que despedagogizar mis prácticas y al mismo tiempo reconocer que era un instrumento orgánico del pensamiento hegemónico, y que lo que había estudiado eran epistemes instrumentistas. Todas las maestras y los maestros del Instituto son buenos, pero fueron dos los que marcaron mi formación, el Dr. Quiroz y Marco Raúl; el primero fue mi asesor de tesis y una vida ejemplar de sencillez intelectual y una claridad de pensamiento y de vida; el segundo me asombró con las reflexiones de la educación popular y me impacto su preocupación por las epistemes comunitarias y su insistencia en la recuperación para sobrevivir a estas crisis que se avecina. La lectura del texto “la crisis civilizatoria” han definido mis preocupaciones que me he ubicado en el quehacer de fortalecer los procesos de educación comunitaria, a través de la intervención en espacios comunitarios de vulnerabilidad, de riesgo y en desventaja.

 

¿Cuáles considera que son los elementos más significativos de la crisis educativa en Chiapas, en México y en toda América Latina?

Creo que se requiere de un análisis, histórico-político de la educación desde la implementación del Acuerno Nacional de Modernización de 1992, hasta nuestros días con la llamada Nueva Escuela Mexicana. Y le llamaría histórico porque habría que establecer algunas fechas significativas, como la descentralización administrativa de la federación que terminó teniendo dos instancias de administración, que no se ha terminado de fusionar por los intereses y las características de cada gremio. Y política, porque francamente fue una estrategia del Estado para disminuir el poder del sindicato y etiquetar los presupuestos para cada estado y nivel sin tener la presión de un sindicato nacional. Las intenciones de agilizar la administración de los sistemas se agravaron aún más porque la atención se burocratizó, creando así cotos de poder burocrático estatales y regionales.

En lo pedagógico, muchas maestras y maestros no entendieron la incorporación del constructivismo y combinaron viejas prácticas con nuevos discursos, apoyados en los famosos talleres de actualización y se pervirtió el verdadero sentido de la carrera magisterial por una visión meritocrática por habilidades nada pedagógicas. Las crisis se han sentido al implementarse los nuevos planeamientos pedagógicos de la educación por competencias en los primeros diez años de este siglo, que involucraba una nueva lógica de entender la educación, el aprendizaje y por ende la enseñanza. Las maestras y los maestros endiosaron a Perronoud, a Zabalza, y a Tobón, y este último pego más duro porque garantizaba el éxito si seguían al pie de la letra sus formatos, tanto así que se desato una exigencia del formato de planeación, que los directivos exigían como muestra de la habilidad de planear. Muchas maestras y maestros no entendieron las competencias, aunque se declaraban partidarios acérrimos.

En los últimos tres años de la primera década, casi una tercera parte de maestras y maestros aprovecharon el cambio de la ley de pensión del ISSSTE para jubilarse, así se incorporaron cientos de jóvenes egresados de diversas universidades públicas y privadas, con una diversidad de perfiles afines y no, las cuales bajo mecanismos improvisados se incorporaron a las filas de maestras y maestros. Estos nuevos cuadros dieron mayor brío a las luchas magisteriales, posicionándose como las nuevas huestes de este movimiento social.

Otra crisis, es la implementación de las reformas educativas de los últimos años diez años, con el diseño de planes y programas que pretendieron alinear los niveles educativos a través de la obligatoriedad como un derecho a la educación lo que con el cambio del Artículo 3º. Constitucional. El absurdo de este razonamiento se fundamentó que considera que entre más se estira el nivel obligatorio de la escolaridad hacia abajo y hacia arriba garantizaba mayor calidad. En estos años se redefinió la calidad basada en estándares y en indicadores establecidos por la elite neoliberal y obviamente por los organismos financieros. La crisis más grave ha sido la agresión del estado al implementar unilateralmente la evaluación punitiva como mecanismo para recuperar la administración del sistema educativo. Dejando en claro que la preocupación era la cuestión laboral y no la educación, y mediante discursos argumentó que el problema de la educación era un problema laboral, soslayando el problema presupuestal y por ende pedagógico. Modificando arbitrariamente la Constitución Política, la Ley Federal de la Educación y la Ley Federal del Trabajo. A mitad de esta década, las luchas se polarizaron al grado de una tensión nacional entre las huestes magisteriales y los ideólogos del poder. La aprobación de la Reforma a un nivel de cámaras tanto federales como estatales, abrió una pugna que más bien fue una guerra por el poder por el control político del sistema educativo.

En Chiapas la lucha fue intensa y aguerrida y la convocatoria del sindicato fue tan fuerte que obligó al gobierno estatal a mantener constantemente negociaciones para mantener el equilibrio político. Aunque la lucha era sostener las condiciones laborales y no dejarlas al arbitrio de una evaluación punitiva, un sector importante propuso una forma diferente de entender la educación. En Michoacán, Oaxaca y Chiapas, plantearon un proyecto que pretendía incluir los planteamientos de la pedagogía crítica y revolucionaria. Aquí en Chiapas se le llamó Proyecto de Educación Alternativa y ha tenido poco eco por la escasa formación en pedagogía crítica.

En lo más encarnizada de la lucha, se dio el cambio de poderes y el cambio de partido en el poder. Y aunque parecía que los planteamientos sindicalistas habían triunfado, se enfrentaron a una lucha de argumentos, filosóficos, políticos y pedagógicos, que no supieron responder. Las leyes que derogaron la reforma se reconstruyeron en un lenguaje excesivamente incluyente que al mismo tiempo los excluyo, de igual manera se dieron en las leyes llamadas secundarias que regularon la operatividad de los mecanismos de dirigir el sistema educativo, que solo aplazó el debate a sectores más específicos y particulares del propio sistema.

Actualmente se encuentra en construcción el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana, que pretende ser una propuesta construida en el dialogo y la colectividad por todos los sectores educativos. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, la resistencia a participar ha sido una demostración del desgaste de las crisis anteriores y la falta de formación pedagógica para construir una buena propuesta.

 

Cuéntenos sobre ¿cómo ha sido su experiencia como docente de pedagogía en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) y en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN-Tapachula)?

A partir de la formación en el Mclaren, he encaminado mis esfuerzos pedagógicos a despertar conciencias en los microespacios. Actualmente estoy trabajando en una línea de investigación adscrita al Centro de Investigación con visión Mesoamérica, que pretende incidir en la gobernanza y las políticas de desarrollo sostenible, desde la pedagogía critica se pretende concientizar y sensibilizar a las comunidades sobre el empoderamiento comunitario para transformar realidades de pobreza a partir de concientización sobre educación para la salud, la ecopedagogía y la prevención de crisis humanitaria, esta última pretende “hacer entender” cuál es el causante de la pobreza a partir de la migración, la contaminación y los flagelos la drogadicción y muchos. Las complejas realidades de nuestras comunidades periféricas, que ni son rurales ni urbanas, y la intención de “hacer entender” va asociado a “empoderamiento comunitario” por lo que las metodologías de intervención son contextuales, culturales y económicas. La experiencia apenas empieza en una comunidad cerca del Puerto Chiapas, a través de un modelo desde la interculturalidad para empoderar a la comunidad.

Por otro lado, continúo trabajando sobre aspectos de la cotidianidad universitaria. En estos meses voy a publicar el libro “El arte de engañar al maestro, descotidianización y teatralización de la vida universitaria” y trata precisamente de hacer visible a través de una autoetnografía, las cotidianidades que las y los estudiantes viven para habitar la universidad, con el fin de lograr un título, condicionado por una presión social de familias, maestras y maestros, y sociedad. En tal objetivo despliegan artilugios y rituales de engaño, simulación y disfraz, que han convertido las aulas en escenarios de teatralización de las practicas simuladoras.

 

Querido amigo Chan, ¿la relación entre los gobiernos y los gremios en el estado de Chiapas y en el país es fluida? ¿Por qué?

En Chiapas la lucha gremial, ha tomado un matiz sui generis, en los últimos cinco años, el movimiento magisterial se convirtió en un movimiento social cuya fuerza se basó precisamente en la movilización masiva y su capacidad de paralizar las actividades productivas especialmente de las ciudades más importantes y en la toma de centros neurálgicos de comunicación. Las masas de maestras y maestros agrupados en dos sindicados, el “estatal” y el “federal”, en organizaciones al interior agrupadas en corrientes políticas con adhesiones a liderazgos regionales, con grupos de campesinos, de trabajadores y especialmente organizaciones estudiantiles de normalistas, se convirtieron en la principal fuerza de resistencia ante las políticas neoliberales de los gobiernos de los últimos años.

El movimiento aprovechó coyunturalmente dos acontecimientos para enarbolar la bandera de lucha social: primero, la implantación de una reforma educativa que vulnerabilizaba los derechos laborales de los trabajadores, considerando como elemento para ingresar y permanecer la evaluación como forma punitiva de control laboral, y en segundo; las políticas neoliberales que tenía como objetivo implícito privatizar los bienes de estructura y naturales del estado, y por ende la educación. Pero el gran problema fue la corrupción descarada y ofensiva con que se aplicaron. Los periodos que se iniciaron desde 2006 han sido los peores en términos de corrupción y robo descarado de los bienes del estado. Todo trámite implicaba soborno y acto de cohecho, además que la venta masiva de recursos naturales al capital privado extranjero. Ello ha provocado un descontento social que el movimiento magisterial logra canalizar y agrupar en torno a la representación gremial. El movimiento se atrincheró en la resistencia ante las políticas y se movilizó a sus bases como fuerzas gremiales y populares para demostrar al Estado, el poder de paralizar e incomunicar parcialmente el estado de Chiapas. Fueron años de lucha encarnizada y de movilizaciones de grandes contingentes obstruyendo la vida socioeconómica.

Sin embargo, la relación con el estado ha sido una especie de “amasiato”, toda vez que las negociaciones se dieron acompañadas de prebendas, privilegios de cúpulas y compadrazgos. Todos sabemos, que las plazas se vendieron, que las cadenas de cambios fueron favorecidas y que la participación en las movilizaciones fue la moneda de cambio para obtener beneficios. Los líderes sindicales se convirtieron en funcionarios del Estado en materia de educación y aunque parecía que eso cambiaría el rumbo de la educación, se convirtió en un escalafón de ascenso que reproducen y sostienen las políticas oficiales. La pertenencia e identidad al gremio fue producto de vejaciones y en acciones coercitivas lo que se ha convertido en una pertenencia obligada y no de concientización ideológica.

El gobierno del estado convirtió al movimiento magisterial como el termómetro de la inconformidad y tempero social de las políticas de privatización y por ello la conveniencia de su existencia. Se consintió en la participación del sindicato a las decisiones administrativas del sistema, con cierto poder de gestión de plazas, asignaciones y movilidad. Esto permitió al gobierno, controlar la indignación social y continuar con la devastadora desmantelación de los recursos naturales y económicos.

El cambio de régimen partidista y la abrogación de la reforma en sus leyes primeras, dejó al sindicato sin sus motivaciones principales de lucha. Aunque se tiene presencia en las cámaras estatales y federales no fue suficiente para aterrizar los planteamientos precisos en las leyes secundarias de las nuevas disposiciones normativas. En estos años, las manifestaciones continúan para conservar los logros obtenidos, especialmente las prestaciones extrasalariales, se ha convertido en un gremio defensor administrativo y no por reformas laborales. Pretendió iniciar una lucha para recuperar los espacios compartidos por las instancias de administración, pero poco a poco ha ido perdiendo su incidencia.

Una muestra de las repercusiones ha sido el bajo nivel adquisitivo del salario que posee la maestra y el maestro, cuyos niveles de vida, están creando una clase social más baja que la clase media.

La participación de las y los maestros durante estos años de lucha ha ido en detrimento de la formación pedagógica, y por ende la transformación se convirtió en un lema de movilización que de intención didáctica. Se ha planteado la creación de una educación alternativa, que ha dado ciertos atisbos de crítica, pero la mayoría la intuyen como una forma diferente de aterrizar el currículum prescrito y no el de crear una nueva escuela.

 

Como pedagogo crítico y formador de formadores, ¿considera que la formación inicial y continua de les docentes corresponde a las necesidades del país y los desafíos pedagógicos del siglo XXI? ¿Por qué? ¿Cuáles serían sus propuestas?

Para pensar una formación de acuerdo con nuestras realidades, en primer lugar, se tiene migrar en tanto que ello signifique abandonar la concepción de mundo y del sentido actual de ser docente. Se tiene que abandonar la formación basada en la instrumentalización de un currículum preescrito basado en estándares de calidad. Se debe abandonar la enajenación por la institución llamada escuela y sus dimensiones burocráticas que reducen el quehacer docente a un mero llenado de formatos, con contenidos inertes; se debe abandonar el oficio docente como operador de las liturgias y rituales escolares, que se recrean de manera cotidiana como se fuese el sentido de la educación. Se tiene que abandonar las practicas que tienen como objetivo evaluar, certificar y calificar.

En segundo, la formación debe cambiar la percepción de mundo y de sí mismo hacia la mística del sentido humano de educar, y no en el sentido institucional de certificar.  La formación de la maestra y maestro tiene que seguir una ruta diferente, que se ha reducido únicamente a asistir a una normal, obtener un título y una plaza como una cuestión meritocrática basada en la filosofía del esfuerzo que solo refuerza el pensamiento hegemónico y la desigualdad. La formación debe considerar lo que decía Freire, ser en lugar de tener, por el querer tener más que demerita al ser en su esencia.

En tercero, la formación tiene que recuperar la primacía del acto de educar, considerando que la escuela ha dejado de educar y se ha entretenido en certificar, por lo debería repensarse en espacios diferentes a la escuela tradicional, como lo planteaba Ivan Illich una escuela sin burocracia, o bien como lo plantea Habermas una escuela basada en la razón comunicativa, o una escuela decolonizada, donde el conocimiento sea la recuperación epistémica de la vida en comunidad y de nuestros contextos.

Considero que la movilización magisterial, como movimiento social contemporáneo, debe poseer un armazón ideológico estructural al estilo de los grandes planteamientos políticos, no quiere decir que no tengan una teoría acerca del mundo. Vale tomar los ejemplos de movimientos para darse cuenta fácilmente de la dificultad de este planteamiento. Los ecologistas, por ejemplo, desde hace ya largas décadas vienen construyendo una teoría política-ideológica (incluso científica) alternativa que sustente su estrategia de cambio social; lo mismo ocurre con el movimiento feminista, con los movimientos por los derechos humanos y con los de los pacifistas. Estos movimientos poseen una teoría, o principios ideológicos o interpretaciones del mundo, lo cual debe plantearse en una dualidad formativa político-pedagógico que supere lo ideológico-político. Por otro lado, los movimientos sociales se deben trasladar a otras dimensiones, que no solo implique las movilizaciones en masa, sobre todo en tiempos de pandemia, considerando que esto va para largo.

 

Cándido, ¿qué ha significado el confinamiento por el Coronavirus COVID-19 en lo educativo? ¿Considera que las medidas educativas tomadas en el contexto de la pandemia afectan al derecho a la educación? ¿Por qué?

Creo que esta pandemia, y el confinamiento ha desnudado al sistema educativo y la está despojando de su sacralidad intocable, hemos descubierto que la escuela hacia todo menos educar. Los rituales y liturgias cotidianas, así como los escenarios tradicionales de los supuestos espacios de aprendizaje, son solo esas formas de disfrazar el no-aprendizaje y la ausencia de educación. En defensa alguien puede decir que las y los estudiantes si aprendían y, este argumento, refuerza la tesis de que la educación se da incluso a pesar de la escuela. Esta pandemia, despojó a la educación de la trivialidad escolar y está poniendo en evidencia, lo que todos sabemos, que para educar no es necesario cuatro paredes, ni pasar lista, ni llevar uniforme, ni hacer los aburridos honores a la bandera.

El confinamiento está obligando a las familias a participar en el aprendizaje, a aprender a convivir en casa y a retomar el sentido ético del hogar como primer espacio de formación. Además de replantear a las y los maestros su papel como educadores y a colaborar con las familias porque finalmente son quienes acompañan con mayor cercanía. Exige una retroalimentación entre familias, estudiantes y, maestras y maestros, para resarcir el divorció entre ellos.

Considerando que la educación es un derecho consagrado en nuestra carta magna, además que es parte de nuestros ideales de sociedad, debemos ir pensando como cumplir con esa encomienda social, sin tener que estar supeditados al espacio escolar, sin la burocracia del sistema educativo y sin el sentido certificador del currículum prescripto. Las medidas tomadas son simplemente eso medidas, que es lo mínimo que se tiene que hacer para atender la emergencia. Sin embargo, tal medida, solo fue un paliativo y una reacción a una exigencia natural de la crisis sanitaria.

 

Desde las pedagogías críticas y educaciones populares, ¿Cuál es la radiografía de las sociedades en el confinamiento obligatorio y la ponderación de las virtualidades en la vida cotidiana?

La gran paradoja de este confinamiento es la migración digital, en el sentido de que estamos migrando aceleradamente a una virtualidad con múltiples posibilidades, pero paradójicamente sin el cuerpo. El confinamiento está corporizando el miedo, la ansiedad y el aislamiento está convirtiendo en nuevas formas de vivir con el cuerpo amordazado, pero con la mente y el pensamiento libre. La virtualidad inexplorada por las masas confinadas puede ser un mundo de dominación ideológica, que el pensamiento hegemónico disfraza con múltiples metáforas que van desde el lenguaje bélico hasta la sublimación del ansia de placer. No hay que olvidar que las tecnologías y las grandes plataformas no son nada gratis y que aparentemente en dicha generosidad otorgan acceso abierto, sin embargo, el capital que están acumulando son los datos de los usuarios que se venden a las grandes compañías de ventas. Hemos sabido, como las redes sociales acumulan datos de nuestra vida íntima cuyos algoritmos están convirtiéndolas en inteligencias artificiales que paulatinamente están controlando nuestras actitudes y pensamientos.

Además, aunque algunas aplicaciones son gratis, es una forma de engancharnos para comprar licencias y vendernos productos que paulatinamente están privatizando el acceso a la educación. Las tecnologías están diseñadas por las grandes empresas capitalistas y existe una falsa generosidad en su bondadosa disposición de uso. Un ejemplo es la dependencia de los streaming, que de manera continua está ofreciendo productos enajenantes de la vida, solo baste ver a los jóvenes, niños y adultos dependiendo de los like de Facebook, o de las series de Netflix, o la continuidad de los videos en youtube nunca hay un cese, el sentido entretener y continuar con la atención, está generando dependencia y esclavitud de la vida.

La Zoomatizacion del aula, es una clara evidencia, de que no sabemos utilizar los medios tecnológicos y que el tedio presente en las aulas se traslada a las casas con prácticas emuladoras del aula. Sinceramente nadie aprende así, lo que aprendieron es como simular frente a una pantalla y como llenar una serie de ejercicios sin ayuda de la y el maestro. Solo baste preguntar a cualquier niño si desea continuar con las clases virtuales; nadie ni las y los maestros, ya estresados quieren continuar así. Por más cursos y cursos que se ofrezcan, se vendan o se obliguen, las y los maestros no logran asumir la posibilidad de creatividad a través de los medios.

Tampoco hay que soslayar la escandalosa desigualdad de nuestros escenarios en el uso de la tecnología, puesto que el acceso es inequitativo y profundiza la disparidad del uso al derecho a la educación. Aparte del analfabetismo tecnológico, está el acceso, puesto que hay contextos donde aparte que no se tienen internet, no tienen un teléfono inteligente para acceder, menos una tableta o una computadora portátil.

La educación escolar debe mirar a la educación popular, educar mediante la escuela a la comunidad. Lo que muchos teóricos y pedagogos han propuesto, educar desde la escuela y para la comunidad. Por qué no iniciar el ejercicio y empezar por un ensayo, me parece un momento propicio para iniciar.

 

Estimado Cándido, finalmente, desde las pedagogías críticas y, a partir de sus experiencias docentes y sociales ¿cuáles serían algunas de las propuestas que considere importantes para iniciar un proceso de transformación radical del sistema educativo?

Creo que el momento es ideal para ir pensando en “otra escuela”, urge diseñar una escuela diferente, con otro formato, que se libere de la dependencia burocrática, administrativa y verticalidad, que abandone la calificación y la certificación. No podemos continuar con esta escuela en la que nadie cree, ni las propias maestras y maestros que mandan a sus hijas y/o hijos a las escuelas privadas, o que estudian maestrías y doctorados en escuelas patito para obtener solamente un título.

Debemos recuperar la autonomía del profesor que está supeditada a llenar formatos y a cumplimiento del deseo de los de “arriba”. Una escuela sin uniformes, (en el sentido de reconocer la heterogeneidad y la diversidad), más divertida y más alegre. Francesco Tonucci, nos da muchas pautas por donde iniciar la imaginación de “otra escuela”, habría que intentarlas, aunque muramos en el intento.

Tampoco podemos prescindir de la escuela, aunque los niños aprendan muy poco, ha sido un lugar de encuentro, un espacio de socialización, un lugar de humanización. Las niñas y niños extrañan la escuela, porque extrañan a sus amigas y/o amigos, porque extrañan la “paternidad” del maestro la “maternidad” de la maestra, y las formas de convivencia humana. Esta esencia es la que deberíamos recuperar en la “otra escuela” como posibilidad creadora de nuevos contextos de aprendizaje.

Por otro lado, propondría recuperar el sentido de “acompañamiento” como los actos de enseñanza. Tenemos que unirnos, maestras y maestros, familias, escuela y tecnología para acompañar a las y los estudiantes en su aprendizaje. Ese acompañamiento debería ser de ahora en adelante nuestra idea de educación, tenemos que formar a las familias y capacitar a las y los docentes en el uso de la tecnología para posibilitar el acompañamiento. La enseñanza directa tiene que ser soterrada y emplazarla por el acompañamiento humano. Recordemos los principios básicos del constructivismo: el aprendizaje se da cuando es acompañado, motivado e interesado por el conocimiento.

Muchas Gracias

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Colombia: Así será el calendario de admisiones de la Universidad Nacional para 2021

América del Sur/Colombia/06-01-2021/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

La institución anunció que entre los cambios está la fecha de publicación de resultados del proceso de admisiones para el primer semestre de 2021, que serán el 23 de enero.

La Universidad Nacional anunció algunos ajustes en su calendario académico, el principal es la fecha de admisión que se modificó debido a la fecha de entrega del ICFES. La institución, por medio de un comunicado, explicó que los resultados del proceso de admisión para el primer semestre de 2021 se publicarían el 23 de enero.

La institución, además, explicó que por la situación sanitaria actual debido a la contingencia por el coronavirus, no se realizaría el tradicional examen de admisión para la selección de los estudiantes nuevos, sino los resultados de las pruebas Saber 11 son los que determinen si una persona alcanzó o no un cupo.

Para el segundo semestre, la Dirección Nacional de Admisiones, aseguró que el proceso de admisiones se realizará, de nuevo, a partir de los resultados de la prueba Saber 11. Esta decisión, añadió la entidad, se debe a la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus.

El proceso de inscripción será así: el estudiante diligenciar el número del Registro SNP (Servicio Nacional de Pruebas) y el número y tipo de documento con el que presentó la prueba Saber 11.

El examen debe haber sido presentada a partir de 2014-II. La universidad calculará el puntaje de admisión con el cual participará el aspirante a partir de los puntajes de las pruebas de Matemáticas, Lectura Crítica, Sociales y Ciudadanas y Ciencias Naturales de la prueba Saber 11.

La eterna tarea pendiente de la desigualdad

La entidad añadió que aún se mantendrán vigentes los cupos otorgados en casos especiales, como los asignados para las comunidades indígenas, afrocolombianas, palenqueras y raizales.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/asi-sera-el-calendario-de-admisiones-de-la-universidad-nacional-para-2021/

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Balance de 2020 y retos de 2021

Por: Dinorah García Romero

Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS.

El año 2020 ya está en el tramo final. Este período se ha dejado sentir con fuerza en los diferentes sectores y actores de la sociedad, tanto en el mundo como en el ámbito local. En general, ha sido una etapa compleja y aleccionadora. Su complejidad viene dada, especialmente, por la presencia de la pandemia COVID-19. Esta enfermedad ha generado, y continuará provocando, cambios sociales personales, locales y mundiales; institucionales y culturales. Ha sido un tiempo en el que, sin quererlo, hemos tenido que empezar a pensar y a actuar violentando tradiciones y prácticas habituales que nos llenaban de gozo, de satisfacción. En el 2020, muchas tareas sufrieron cambios drásticos: se han reducido las fiestas de familias extensas; los encuentros y fiestas sociales; el diálogo con expresiones libres de mascarillas; los abrazos y la proximidad física. El virus del año ha restringido la diversión nocturna; y la libre circulación vespertina y nocturna. De igual modo, ha urgido a dialogar en tono bajo, para evitar la expansión del contagio y la letalidad.

El año que finaliza no ha sido un tiempo fallido. Ha posibilitado el avance en muchos aspectos. A nivel mundial, se celebra la celeridad con la que se han obtenido vacunas para enfrentar el impacto del coronavirus. A nivel local, hemos de celebrar el inicio de una fase en la que parece que el Poder Judicial se respetará a sí mismo y actuará conforme a los dictados de la Constitución de la República y los principios de los derechos humanos. En este 2020, a nivel local, hemos de destacar el fortalecimiento de la conciencia y corresponsabilidad ciudadana, cuyo indicador más relevante se vincula con la vigilancia permanente del curso de acción de la corrupción y de la impunidad en la República Dominicana. Es un seguimiento inteligente y crítico, para controlar a los depredadores del Estado Dominicano. Ha sido el año de la educación preuniversitaria virtual y de la educación superior híbrida, despertando capacidades dormidas; movilizando la creatividad de los docentes y de los estudiantes. Este año ha propiciado oportunidades para repensar la práctica; sustantivar lo esencial; priorizar la vida y acentuar el cuidado personal y colectivo. El 2020 ha sido una época de reaprendizaje continuo y de búsqueda del sentido trascendente de la realidad pandémica.

Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS. Si continúa el cumplimiento discrecional por parte de los ciudadanos de las medidas sanitarias, la República Dominicana afrontará problemas graves, con repercusión para los que respetan la normativa y para los que las violan de forma sistemática. Asimismo, el año entrante nos presenta el reto de una educación virtual más consistente, fundamentada e incluyente. Este reto demanda, al mismo tiempo, atención especializada a la salud, al trabajo; y a la persona de los estudiantes y de los maestros, quienes han de renovar sus aprendizajes, para no reproducir de forma instrumental y rutinaria acciones y procesos básicos en el acto de enseñar.

El nuevo año también nos reta, personal y colectivamente, para que aprendamos a priorizar lo esencial. Nos reta, para que posibilitemos un bienestar común, a alejarnos del afán de parecer, negando la posibilidad de ser y de compartir los valores que poseemos. El país requiere un compromiso sostenido de cada ciudadano, para que entre todos potenciemos el desarrollo educativo, social, económico y cultural. En esta tarea nadie tiene vacaciones; es una responsabilidad ineludible desde el ámbito en el que nos desenvolvemos. Para actuar en esta dirección, es necesario una toma de conciencia colectiva de la necesidad del esfuerzo compartido, si queremos que la nación avance y, al mismo tiempo, favorezca la humanización de la sociedad y de sus instituciones. Acojamos el año 2021 como una ocasión nueva para aportar lo mejor de nosotros mismos, al tiempo que valoramos las potencialidades de las personas con las que damos pasos para buscar y construir el bien personal y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/balance-de-2020-y-retos-de-2021-8896375.html

Imagen: Free-Photos en Pixabay

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