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[Audio] Los orígenes del patriarcado: del desvanecimiento de las diosas al exterminio de las brujas

Por Barrio Canino

Esta semana buceamos en la antropología humana para hablar del origen y la historia del patriarcado, de la familia, y por qué no, también de la invención de la propiedad privada y del Estado. Nos acompaña en el estudio Cruz Invertida, colaborador de la revista Contrahistoria.

Más allá del gusto por lo gótico y lo oscuro, y de aquellas referencias que nos evocan nuestra niñez cuando veíamos a la Bruja Avería en la Bola de Cristal y nos estremecía gritando aquello de ¡Viva el mal, viva el capital!, la cuestión de la brujería es clave a la hora de comprender la reorganización social de las sociedades sedentarias, el surgimiento y desarrollo del patriarcado y el sometimiento de la mujer a lo largo de la historia.

En los tiempos más ancestrales de la humanidad predominaba una la visión animista que concebía el cuerpo como un receptáculo a través del cual ejercer la magia, sobre todo con finalidad curandera. Los rituales animistas, oficiados por curanderos, tienden a la sanación del paciente, por medio de ritos tendentes a la extracción del espíritu pernicioso que posee al enfermo. Estos ritos han estado presentes durante el 95% de la historia de la humanidad, siendo los que más han perdurado. Los ritos animistas y chamánicos están presentes en grupos de cazadores recolectores en los que se ejerce un liderazgo natural. En estos grupos hay figuras indistintamente masculinas o femeninas que practican la magia propiciatoria para favorecer la caza y las cosechas, en un papel que no se dedica a tiempo completo, alejado de la casta sacerdotal que se impone posteriormente en sociedades más sedentarias.

Estos grupos practican la exogamia, los hombres se reproducen con hembras de otros clanes, y la filiación es solo por línea materna, por la imposibilidad de establecer la paternidad con certeza. Es lo que conocemos como ginecocracia o heterismo.

El establecimiento de las sociedades humanas de forma sedentaria no solo acaba con la Edad de la Madres, sino que provoca el establecimiento de familias, y nace el concepto de propiedad privada. En este sentido se desarrolla la idea de patrimonio, que son todos aquello bienes que detenta el hombre, incluída la mujer y los hijos. La figura del pater familias domina los grupos. Y siembra el camino para que el trabajo por cuenta ajena, y posteriormente las religiones panteístas certifiquen el subyugamiento final del género femenino. La figura femenina, hasta ahora ensalzada como madre Gea, dadora de vida, es demonizada, relegada a aspectos negativos y rodeada de símbolos serpentiformes. Es tratada como ser imperfecto, inferior al hombre, y reprimida por los siglos bajo este naciente patriarcado.

No acaba aquí la cosa. Son acusadas de brujería, perseguidas y reprimidas hasta la muerte todas aquellas mujeres independientes apegadas a tradiciones paganas, sanadoras, curanderas, instructoras, que conservaban las tradiciones y las cosmogonías de los ritos ancestrales, que se practicaban antes de que el tema curativo cayese en manos de los médicos y después de la casta eclesial. Las mujeres que cultivaban conocimiento botánico, sobre astrología y naturaleza, sobre sexualidad femenina, tratando embarazos, asistiendo partos y practicando abortos, eran perseguidas por su modo de vida, y por la clase a la que pertenecían. No por fornicar con el diablo ni por elaborar amargos ungüentos con las entrañas de niños y otros seres vivos.

Las tradiciones, el imaginario popular, y más recientemente las novelas y el cine, han perpetuado la imagen de la vieja con caldero que nos viene a la mente cuando hablamos de bruja. Y de la perpetuación del patriarcado ya mejor no hablamos.

Soy concubina del diablo
instructora del mal
sierva de Satanás
como tantas otras antes
soy antiheteropatriarcal
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12 maneras de dibujar el feminismo

Por: Eudald Espluga

Divertidos, crueles e hirientes: algunos de los cómics, novelas gráficas y libros ilustrados más feministas que se han publicado recientemente y que debes leer.

La soledad de Wonder Woman en el cartel que de la 36ª edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona desató la polémica. Era el único personaje femenino que podía verse en medio de un escuadrón de superhéroes, detectives, caballeros y seres extraordinarios, todos ellos masculinos. Era una anécdota, sí, pero significativa: las mujeres del cómic —las dibujantes, las protagonistas— eran nuevamente invisibilizadas.

Especialmente porque no era la primera polémica que rodeaba el Salón del Cómic por este motivo. En 2017, la dibujante Conxita Herrero denunció en su discurso la escasa presencia de mujeres entre los nominados a los premios del Salón y parece que los organizadores tomaron buena nota: este año, por fin, la lista es pariataria.

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En general, se trata de un sector hipermasculinizado, mucho más que otros géneros literarios. Sin ir más lejos, hace menos de un mes que desde la revista Avocadon’t —dedicada a reflejar la presencia de mujeres en el mundo del cómic— denunciaban los ataques machistas que su grupo de lectura estaba recibiendo.

Aprovechamos que hoy empieza la 36ª edición del Salón para reivindicar algunos de los cómics, novelas gráficas y libros ilustrados feministas más interesantes que se han publicado recientemente.

1. Le féminisme, de Anne-Charlotte Husson

Si hace poco reseñábamos la publicación de la versión ilustrada de Feminismo para principiantes, de Nuria Varela, que trasladaba a las viñetas su historia radicalmente concentrada de la lucha por la igualdad de las mujeres, es imprescindible citar el precedente de Anne-Charlotte Husson y su Le féminisme, un cómic publicado en 2016 que perseguía también una función pedagógica: a partir de citas de pensadoras feministas —desde Olympe de Gouges hasta Virginie Despentes—, explora los conceptos e ideas clave del movimiento. Mucho más underground, el libro de Husson utiliza el lenguaje del cómic para trasladar las problemáticas teóricas a contextos cotidianos. El resultado es un diccionario feminista dramatizado, tan divertido como exacto.

2. Miss Hokusai, Hinako Sugiura

Redescubrir el trabajo de dos mujeres que habían quedado en las sombras es lo que ha conseguido la editorial Ponent Mon al recuperar este cómic, casi veintidós años después de su publicación. Porque tras la famosa ola de Hokusai se escondían dos mujeres:Katsushika Oei, hija del artista y autora de muchas de las obras que después serían inmortales, y Hinako Sigura, dibujante, escritora e investigadora nipona que en los años 90, con la recuperación de la figura de Oei, llevó el feminismo al manga histórico.

3. El probelma de las mujeres, Jacky Fleming

Las grandes mujeres del pasado son como los fantasmas: muchos creen que existen, algunos incluso los han visto, pero nunca aparecen en las historias oficiales. Por eso Jacky Fleming escribió este cómic divertido y cruel, que no sólo pone en viñetas la historia de un olvido, sino que además nos demuestra la intencionalidad innegable de esta marginación. Recopila, pues, la historia de las mentiras, inventos y argumentos desconcertantes que los filósofos, científicos y políticos de todos los tiempos han utilizado para justificar su dominio. El mensaje de Fleming es simple: el «problema de las mujeres» no es de las mujeres, sino de una sociedad patriarcal que las menosprecia y excluye invariablemente.

4. Pink, de Kyoko Okazaki

Aunque no aborda formalmente la cuestión del feminismo, el manga de Kyoko Okazakies una exploración fascinante al debate sobre el trabajo sexual. Sin prejuicios ni idealismos, sitúa a sus personajes en la perfecta encrucijada entre deseo, trabajo, amor y mercado. Publicado originalmente en 1989, Okazaki concibió el manga como un ataque al Japón urbano, que ponía en jaque la normatividad moral de la sociedad nipona, y desafiaba todo tipos de tabús. Para la mangaka, el deseo —sexual, consumista, romántico— es voraz e inestable como un cocodrilo, y será precisamente este animal el que protagonizará la historia.

5. ¿Qué pacha, mama?, de Lola Vendetta

Raquel Riba Rossy vuelve a las librerías con su Lola Vendetta. Viene dispuesta a diseccionar la construcción de la identidad femenina bajo un eje muy concreto: el de la relación madre-hija. En un mundo en el que a los niños «se les regalan tanques de guerra» y a las niñas «muñecas con pies con forma de zapato de tacón», ¿Qué pacha, mama? explora con crueldad y humor hiriente la construcción del yo a la luz de nuestras dependencias y afectos. «No todxs tenemos un útero, pero todxs hemos vivido en uno» es el significativo lema que encabeza esta nueva publicación.

6. Francine se desarregla, de Francine Oomen

Si la última Lola Vendetta regresa al mundo de la infancia, Francine Oomen apunta en dirección contraria. Francine se desarregla es «una memoria gráfica, sin complejos, sobre un tema tabú: la menopausia». Sofocos, aumento de peso, mareos, desorientación, dolores musculares, manchas en la piel: esto son sólo algunos de los cambios físicos y emocionales que puede conllevar la menopausia, y son los que Oomen investiga en este cómic divertido y terrible, que empieza con una sentencia lapidaria: «tenía 52 años y no me hacía ninguna gracia ser yo misma».

7. El fruto prohibido, de Liv Strömquist

Basta con hojear las primeras páginas del cómic de Liv Strömquist para que en la garganta se te haga una bola de emociones. Quieres reírte a carcajadas de las burradas que con un enorme rigor la dibujante ha ido recopilando para reconstruir una historia cultural de la vulva. O mejor dicho: de cómo el patriarcado se ha dedicado a controlar, gestionar, disciplinar y ocultar los genitales femeninos. Strömquist lo expone con una crueldad terrible, revelando los entresijos de un sadismo cultural que, como un espejo, nos devuelve una historia poco halagadora de las instituciones médicas.

8. Enjambre, Susanna Martín (ed).

Para las mujeres del mundo del cómic, publicar es resistir. Por esto la historietista y activista Marika Vila define a las artistas antologadas en este volumen como «un enjambre de obreras», de trabajadoras activas y luchadoras. En él se recojen 17 capítulos de algunas autoras claves del panorama editorial español e internacional: Lydia Sánchez, Pupi Herrera, Lola Lorente, Ana Galvañ, Elisa McCausland o Ana García. Desde el costumbrismo hasta el género fantástico, estas autoras atacan los principales prejuicios que tradicionalmente rodean la identidad de la mujer. Como explica Ana Miralles en Graffica, «este libro es zumbido, es grito, es canto, es denuncia, es advertencia. Las autoras han querido reunirse esta vez para demostrar que no tienen nada en común, que están hartas de esa obsesión de entomólogo que tiene la sociedad, el sistema, la corriente de pensamiento imperante, llámenlo como quieran, en separar, clasificar y adjudicar a cada género su casillero estanco».

9. Desastre, de Mamen Moreu

Una de las autoras antologadas en Enjambre es Mamen Moreu, viñetista nacida en Huesca, que acaba de publicar Desastresu segunda novela gráfica. Aunque a primera vista este cómic está dedicado a la crisis perpetua de esa edad inocreta que es «la madurez», está construido desde una perspectiva crítica que pone la experiencia femenina en primer plano. La broma costumbrista toma un cariz político, especialmente cuando Moreu apunta a los ejércitos de expectativas sociales contra los que tiene que luchar la protagonista. En Desastre, la industria del coaching y los libros de autoayuda aparecen recurrentemente como encarnación de un superego cultural que recuerda a las mujeres que tienen que ponerse a dieta, sonreír, estar motivadas, querer hacer deporte, gustar, ser independientes en el amor y un largo etcétera de etcéteras.

10. Belleza, de Kreascoët y Hubert

Belleza es un cuento de hadas perverso que narra la historia de Hedionda, una joven que se ve constantemente ultrajada y humillada por culpa de su físico. Los niños la llaman «fea» por la calle y le lanzan peces podridos al grito de «ahí va un posible novio». El problema es que las cosas no mejorarán cuando sus deseos se vean por fin cumplidos. Porque sí, un ser divino transformará su rostro y la ajustará a los ideales normativos de belleza. Su cuerpo será ahora deslumbrante. Pero la crueldad de su entorno será mucho peor: sin tiempo para llegar a casa después de la maravillosa mutación, un hombre intentará violarla. Y después otro. Y otro. Y otro.

11. Queer: una historia gráfica, Meg-John Barker y Julia Scheele

El objetivo de este libro es incierto y polémico: definir lo indefinible. O, todavía peor, definir aquello que muchas personas se resisten a que sea definido: la teoría queer. Por ello, hacer una historia gráfica de esta aventura intelectual y política es doblemente peligroso, puesto que no sólo debe sortear los escollos propios de cualquier adaptación, sino que debe respetar la resistencia de esta teoría al lenguaje, a la representación, al concepto. La historia de lo queer es la historia del cuestionamiento del sexo, el género y la identidad. Pero es mucho más: el relato de cómo estas teorías han impregnado nuestra sociedad y poco a poco se han convertido en narrativas empoderadoras para comunidades que tradicionalmente habían sido marginadas y degradadas. Queer: una historia gráfica es, al final, un intento por hacer llegar más lejos esta tensión conceptual y ayudar a que lo queer deje de ser una rareza intelectual.

12. Nuevas luchas para nuevas superheroínas

La transformación del mundo del cómic no se reduce a la aparición de libros militantes, historias gráficas y reediciones de clásicos olvidados. Las industrias tradicionales como Marvel, DC o Stranger poco a poco van reinvendándose: no sólo incluyen a más superheroínas, sino que rompen con la estética masculinizante que recorría el género. Los cuerpos normativos dejan paso a otros modelos, y incorporan otras experiencias como el embarazo o la menstruación. Lejos de la retórica de la invulnerabilidad, con Spider Woman, Faith o Niobe descubrimos unos personajes para quien la fragilidad íntima de lo humano no está reñido con la fuerza y la violencia.

Fuente: https://www.playgroundmag.net/lit/10-comics-feministas_28980992.html

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Darío Sztajnszrajber: “Un docente es alguien que inspira a que el otro se transforme”

Entrevista a Darío Sztajnszrajber

Por: Redacción Página 12

“A mí me gusta pensar a la filosofía más que nada desde su faceta deconstructiva, vendría a ser un arte que tiene como objetivo la pregunta perturbadora, provocativa que busca desestructurar el sentido común. Sirve para cuestionar el sentido común vigente y para eso echa mano a toda una serie de cuestionamientos que en general en las sociedades son vistos en su carácter de inútil”, dice el filósofo y más conocido por los argentinos ante la tan simple y compleja consulta de para qué sirve la filosofía.

El multifacético pensador contemporáneo del apellido difícil señala también que la filosofía viene a poner en cuestión también la idea de que todo en el mundo que vivimos tenga que servir para algo y rescata el rol transformador de la educación. “El criterio de la utilidad se ha vuelto un valor hegemónico, un valor que nadie visualiza como tal, que se da por supuesto. Y la filosofía busca sacar a luz qué hay detrás de ese supuesto”. Desde Universidad lo interrogamos por el significado del nombre de su espectáculo (que se presenta en Resistencia, Chaco el 13/04 y en Posadas, Misiones el 14/04) y si de alguna manera interpela al lugar que ocupa la educación.

¿Qué implica salir de la caverna hoy? ¿Cuál es el rol de la educación y la Universidad?

Salir de la caverna hoy para mí tiene que ver con una relectura de la alegoría platónica, en no pensar en que uno alcanza una realidad verdadera sino que hoy salir de la caverna sería despojarte de aquella cotidianeidad que das por supuesta y entonces entrar en una caverna mayor, una caverna mayor que al principio se te presenta con toda su diferencia con respecto a la anterior y te brinda respuestas nuevas, pero que lentamente también vas entendiendo que se trata de otro dispositivo, por eso creo que una pedagogía emancipatoria hoy en el mundo de la educación tendría que tener que ver más con inspirar a los estudiantes a estar saliendo permanentemente de cavernas, salir de la caverna es un ejercicio permanente, una revolución permanente.

Ahí cobra gran importancia el docente y su relación de poder con el alumno…

La docencia es una figura de la amistad. Me gusta esa idea de amistad nietzscheana donde Nietzsche invoca a acercarnos al extraño y no al prójimo, al próximo, o sea al propio. Entonces entiendo que están cambiando mucho los tiempos a nivel material, tecnológico y que el aula tradicional ha muerto y no se sostiene hoy un vínculo docente – alumno como en el siglo pasado. Sobre todo porque cualquier estudiante nuestro de enseñanza media ya sabe más que un profesor porque tiene mayor capacidad de acceso a la información que circula, con lo cual obliga a repensar cuál es la función docente. Creo que cada vez menos tiene que ver con los contenidos y cada vez más con provocar un acontecimiento educativo que es otra cosa, que es inspirar a que los estudiantes busquen su propia transformación. Yo lo resumiría así: un docente es alguien que inspira a que el otro se transforme. Un docente y un estudiante mantienen una relación de poder y esa relación de poder por suerte genera la mutua transformación y de alguna manera de lo que se trata es de que esa diferencia se sostenga porque si no, el poder se vuelve abusivo y entonces el docente termina disolviendo la otredad del alumno para conformarlo de acuerdo a su propia expectativa.

Tomamos aire luego de la reflexión para meternos en su parte histriónica. Sus libros, la televisión, el teatro, en definitiva: la masividad, algo impensado para un filósofo.

Estás por sacar un nuevo libro que se llama “Filosofía en 11 frases”: ¿por qué 11? Si tuvieses que elegir alguna frase para describir la coyuntura (aunque no esté entre las del libro) ¿cuál sería?

Sí, salgo con un libro en mayo que se llama Filosofía en 11 frases, lo presentamos en la Feria del Libro el domingo 13 de mayo. Son las 11 frases que a mí más me han interesado a lo largo de la historia de la filosofía y con la contundencia y el cliché que tienen esas frases trato de generar una deconstrucción de las mismas e ir trabajándolas, asociándolas con otros conceptos filosóficos pero también atravesado el texto con ficción, que va haciendo de las frases una especie de postas para la historia de un personaje que anda pululando por la Argentina de hoy, en el marco de una fuerte crecida de violencia política.

Si tuviera que elegir una, elegiría la última de las 11 frases que analizo que es “Donde hay poder, hay resistencia” de Michel Foucault y me parece fundamental que hoy repensemos esa frase y leamos el texto de Foucault histórico “Historia de la sexualidad, volumen 1” para entender por fuera de cómo se presentan los medios de comunicación sobre todo la cuestión del poder en la Argentina de hoy, nuevas lecturas que nos ayuden a mover un poco las piezas que parecen tan firmes y entender por dónde pasa hoy el poder, qué es hoy resistir al poder, si sigue teniendo sentido la palabra resistencia, si no es la resistencia una necesidad del poder, etc.

¿Cuándo te diste cuenta que te habías vuelto un personaje masivo?

Para nosotros, hacer Mentira la verdad que fue el programa que hicimos a partir del 2011 en Canal Encuentro fue un placer y nos dio mucha satisfacción porque veíamos que podíamos ir pergeñando nuevas formas de hacer filosofía poniendo allí mucho de lo que veníamos experimentando en el aula, era un desafío que cuando empezamos a terminar de editar los programas los veíamos muy logrados. No sabíamos cómo iba a pegar y la verdad que excedió todas nuestras expectativas porque siempre pensamos que iban a ser programas que iban a circular en las aulas, en los colegios y sobrepasó ese primer objetivo. Después de Mentira la verdad los distintos proyectos donde nos fuimos metiendo de divulgación de la filosofía empezaron a tener otra llegada.

Sobre el aborto y el feminismo

¿Cuál es tu postura frente al aborto?

Estoy a favor de la despenalización del aborto. El cuerpo de la mujer es una de las principales víctimas del poder patriarcal y la prohibición del aborto se inscribe en gran parte de estas políticas que se asocian a toda una serie de consecuencias sociales de las cuales, sobre todo, la más importante obviamente es la fuerte diferencia social que aqueja a las mujeres que no tienen la capacidad de acceso que sí tienen otras.

¿Qué es el feminismo?

El feminismo postula dos cuestiones que para mí son claves: no solo cambia nuestra idea de lo sexual, de la identidad y del género sino que además cambia nuestra idea de hacer política porque me parece que los movimientos feministas están de algún modo siendo una muy interesante respuesta a la crisis de la política tradicional. Lo que propone el feminismo es repolitizarlo todo, entender que detrás de los lugares donde menos se supone que circula el poder es donde más se hace política.

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Investigación y docencia: armas de construcción masiva

Por: elsaltodiario.com/ 11-04-2018

No era la primera vez que Trinidad Núñez se veía en una situación similar. Un Juan Espadas investido como alcalde de Sevilla pocos meses antes le entrega el galardón —y el ramo de flores— que la designa como Mujer 2015, debido a la propuesta de diferentes colectivos feministas “por sus trabajos en favor de la igualdad real entre hombres y mujeres”. Solo dos años antes obtenía el Premio Meridiana “a las iniciativas que promueven la igualdad entre jóvenes”, el mismo año en que se la reconocía con el ‘Carmen de Burgos’ a la divulgación feminista por un artículo: “El cine, un interventor social ante la violencia machista”.

El recorrido de esta doctora en Psicología Social, profesora titular en la Universidad de Sevilla, es el de una luchadora infatigable con su intelecto como arma de construcción masiva. En ese camino ha publicado 19 libros, ha participado en la edición de otros 17 y cuenta con capítulos en decenas de publicaciones colectivas, además de numerosos artículos en revistas especializadas y aportaciones en congresos, más las clases impartidas en diferentes facultades.

Comenzó sus estudios de Psicología en 1979. Eran momentos “de rupturas, de aperturas de puertas mentales, ideológicas, de aire fresco…”. Fue también el momento en el que la Unesco definió a los medios de comunicación como “el sistema nervioso de la sociedad”. Ambas áreas han sido su objeto de estudio, investigación y experimentación desde entonces. Y lo han sido abriendo caminos, ya que en el contexto de la España de comienzos de la década de 1980, el papel de los medios de comunicación en la configuración de los imaginarios y las conductas sociales era un terreno del que se había explorado poco.

El porqué de esta elección académica no lo recuerda de forma tan clara, aunque sí recuerda que a su abuela, nacida en 1896, “le pareció una idea excelente eso de estudiar el comportamiento humano en relación a su entorno”. Con ella compartía la lectura de libros sobre esta materia y tuvo mucho que ver en sus futuros derroteros profesionales. Sus vivencias personales desde la infancia también la marcaron para que más adelante se dedicase a la enseñanza, con el ejemplo de una madre que “se ganaba la vida dando clases en unos años muy difíciles, a finales de los años 50 del siglo XX”.

En cuanto a sus derroteros por el audiovisual, también tiene algo de vivencia personal: “Los informativos estaban presentes en mi vida cotidiana, al igual que los cómics”. Dos profesores de Tecnología Educativa, José Manuel López-Arenas y Julio Cabero, le mostraron la senda hacia “las ventajas del vídeo o del cine como recursos didácticos”. Durante un tiempo se dedicó a grabar con cámaras de vídeo semiprofesionales e, incluso, a “reparar cintas de películas”.

EL “MACHISMO SUTIL”

Ya en estos inicios de su camino docente, Trinidad Núñez comprobó ciertas desventajas respecto a sus homólogos masculinos. Lo califica de “machismo sutil”, manifestado en “ninguneos” o “falta de credibilidad como investigadora”. Al tener que hacer compatibles su vida profesional y la maternidad, recuerda que tenía que “maquillar” sus ausencias laborales cuando llevaba a su hija al pediatra y que sus compañeros varones podían excusar sus retrasos de una hora por llevar a sus hijos al colegio. “En ese momento pensé que en ningún caso yo hubiera podido argumentar esa razón para llegar tarde porque, automáticamente, sería tachada de mala profesional”, asevera.

Con ese tramo ya avanzado, llegó su preocupación investigadora sobre los estudios de género, “de la mano” de la profesora Felicidad Loscertales. Una alianza que se ha concretado en varias publicaciones en común, y que ha servido para evidenciar y denunciar la construcción de roles que se realiza en los medios, la hegemonía patriarcal y eurocéntrica que presentan y los mecanismos de manipulación a través de los cuales se produce.

Cuando se le pregunta si va a hacer huelga el 8 de marzo, hace suyas las palabras de su compañera, amiga y profesional apreciada, Pilar Aguilar: “¿Por qué todas hemos de hacer huelga sea cual sea nuestra situación personal? Las mujeres somos diversas. Vivimos situaciones variadas. Algunas sufren brutales opresiones y/o situaciones de explotación salvaje… Algunas luchan por horizontes utópicos, por cambiar el mundo. Otras son más conformistas. El feminismo no niega ni anula esas realidades tan diversas, pero afirma que todas las mujeres, sea cual sea su situación cultural, económica y social sufren un plus de desigualdad, de acoso, de abuso, de chantaje, de ninguneo, de sometimiento, de peligrosidad. Y por eso todas debemos movilizarnos el 8 de marzo”. Ese día, en la calle la encontraremos.

*Fuente: https://www.elsaltodiario.com/feminismos/investigacion-y-docencia-armas-de-construccion-masiva
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El feminismo no es el reverso del androcentrismo

Por: Xavier Besalú

El feminismo es un movimiento de liberación de las personas, tanto si son hombres como si son mujeres, para que puedan desarrollarse y vivir con plenitud, libertad, felicidad y fraternidad.

Algunas voces desinformadas o malintencionadas sitúan el androcentrismo y el feminismo en un mismo plano, en cada uno de los extremos de un eje imaginario, ambos con características equivalentes, que podríamos resumir en la supremacía de uno de los sexos y la subordinación del otro. La conclusión que se insinúa es evidente: en el centro de este eje estaría la virtud; tanto el androcentrismo como el feminismo serían ideologías extremas, que violentarían a las personas del otro sexo y, por tanto, desechables ambas.

Y no: el feminismo es el movimiento de una minoría (en términos de poder, no en términos cuantitativos) por tener los mismos derechos que la mayoría (en este caso los hombres), por remover los obstáculos de todo tipo, significativamente los culturales y los sociales, que impiden el uso y el disfrute de los derechos que corresponden a todos y cada uno de los individuos, independientemente de su sexo. El feminismo es un movimiento de liberación de las personas, tanto si son hombres como si son mujeres, para que puedan desarrollarse y vivir con plenitud, libertad, felicidad y fraternidad.

El androcentrismo, en cambio, es la hegemonía, el dominio, el supremacismo del hombre, de los hombres, sobre las mujeres, lo que implica la subordinación, el sometimiento, la marginación y la violencia contra las mujeres, individualmente y como grupo. Una ideología que se presenta a sí misma como inexistente por natural y ancestral, de tan normalizada como ha llegado a ser en la mayoría de las sociedades. Una ideología que establece como arquetipo de ser humano el ser y actuar del sexo masculino, la culminación de la creación, referente y medida para toda la humanidad. Una ideología vehiculada y consolidada gracias también a las religiones monoteístas, todas las cuales, sin rubor alguno en sus textos fundacionales y sin excesivo propósito de enmienda en sus prácticas rituales y cotidianas, naturalizan y sacralizan esa desigualdad.

Uno de los frutos de los estudios feministas ha sido el diferenciar el sexo del género. Mientras los órganos sexuales nos son dados al nacer, el género, el modo de ser y comportarse de los hombres y de las mujeres, es una construcción social y cultural que puede variar con el tiempo, la geografía y las circunstancias; y, de hecho, tanto hoy como en el pasado, estos modelos de masculinidad y de feminidad no son exactamente idénticos en los distintos pueblos y culturas y, por supuesto, no tienen carácter ni esencial, ni perenne. Los géneros deben ser leídos como las normas sociales y culturales diferenciales –no hace falta que estén por escrito, aunque algunas de ellas sí están o han estado en las leyes– que prescriben identidades, hábitos, comportamientos, actitudes, formas de pensar y de sentir… distintas según se haya nacido hombre o mujer. La teoría del género, que no niega ni la función, ni los efectos de tener unos órganos sexuales y no otros, analiza y desoculta esas prescripciones inventadas, aparentemente naturales, y denuncia su uso interesado para entronizar lo masculino e interiorizar lo femenino. En definitiva, lo que propugna es la desaparición de esas normas sociales y culturales para abrir el camino a la libertad, a la felicidad de todos los seres humanos, especialmente de las minorías.

En este sentido, es especialmente grave y doloroso observar como desde instancias conservadoras e instituciones religiosas con acceso privilegiado a los medios de comunicación se ha emprendido una verdadera cruzada contra lo que denominan ideología de género, presentada como antinatural, como si pretendiera feminizar a los hombres y masculinizar a las mujeres.

Porque no existen, mientras no se demuestre lo contrario, unos valores propios de los hombres y unos valores propios de las mujeres. Lo que sí existe son unos valores atribuidos al género masculino distintos de los valores que se atribuyen al sexo femenino: unos y otros constituirían el núcleo duro de esos modelos de masculinidad y de feminidad a los que deberíamos amoldarnos todos.

Para los hombres serían la racionalidad, el poder, la agresividad, la fuerza, el riesgo, la lucha, la competitividad, las ciencias, la represión de las emociones, una sexualidad esencialmente genital… Y para las mujeres justo lo contrario: la intuición, la subordinación, la ternura, el cuidado, la fragilidad, la prudencia, las letras, la compasión, la cooperación, la expresividad emocional, el sentimentalismo, una sexualidad afectiva…

Y otra vez, no. Resulta que no hay una única manera de ser hombre o de ser mujer, que no depende solo de su orientación afectivo-sexual –que también, sino de su grado de instrucción, de su clase social, de su ideología, de su identidad cultural, etc. Pero hoy día, ser hombre, según el patrón androcéntrico, es fundamentalmente no ser ni parecer mujer; es decir, el hombre-hombre no debe ser ni femenino, ni homosexual, porque tanto una cosa como otra contravienen la esencia de la masculinidad. Y ser mujer, pues justo lo contrario, aunque la homosexualidad femenina, en primera instancia, no parece generar un rechazo tan rotundo bajo la capa de algunos de los valores atribuidos a las mujeres…

Por eso es imprescindible y urgente combatir, hasta hacerlas desaparecer, las prescripciones de género para que todas y cada una de las personas, independientemente de su sexo, puedan comportarse exactamente como les plazca, sin imposiciones artificiales, que tienen la virtud de generar mucho sufrimiento, muchos miedos y mucha violencia. Lo deseable sería que las diferencias entre los hombres, entendidos como un todo, y las mujeres, disminuyeran drásticamente, mientras que las diferencias en el interior del grupo de los hombres y en el interior del grupo de las mujeres, es decir las diferencias individuales, se incrementaran exponencialmente. Eso es lo que propiciaría la libertad y la apertura que propugna el feminismo.

Finalmente, la coeducación, en el ámbito educativo, deberíamos entenderla sobre todo como un cambio cultural de largo alcance, como una mirada en la que desaparezcan las prescripciones de género, que fomente y ampare la libertad de todas las personas, profesores y alumnos, que respete y reconozca sin ambages como es debido la diversidad, también la afectivo-sexual, que luche contra todas las formas de discriminación (por razón de sexo, de creencias, de orientación sexual, de origen, de lugar de residencia…). Un cambio que se haga efectivo tanto en las aulas como en los espacios desregulados o en los patios; un cambio que se refleje en el lenguaje y en las formas de relación y de resolución de los conflictos; un cambio que sea visible en los recursos y materiales didácticos que usemos. Un cambio, en fin, que impregne todo el currículo, todas las áreas, todos los contenidos (tanto los de carácter conceptual, como las habilidades y los valores) todas las actividades escolares, porque en todas ellas anida y acecha el androcentrismo.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/03/el-feminismo-no-es-el-reverso-del-androcentrismo/

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Mujeres y educación: cuatro nombres con voluntad de transformación pedagógica

España / 21-03-2018 / Autor: Roger Valldosera / Fuente: Aika

La comunidad educativa se encuentra en un momento de cambio y revolución que parece novedoso, pero que no lo es si contemplamos los procesos de renovación pedagógica que nos han guiado hasta nuestros días y que nos deben servir, a la vez, como linterna para continuar avanzando. Una parte de este bagaje tiene nombre femenino, y se trata de mujeres que en ciertos momentos tuvieron que transformar discursos androcéntricos y peyorativos en construcciones de ideales y reformas sociales.

Revisamos cuatro perfiles relevantes para disponer de perspectiva histórica en cuanto a transformaciones educativas:

Rosa Sensat (1873-1961)

Esta maestra, de carácter vitalista y reivindicativo, nos abre las puertas de una renovación pedagógica y feminista en un período de transición complicado y arisco.

Sensat, de formación y vocación docente, se dedicó al inconformismo educativo dentro de lo permitido, mirando exclusiva e únicamente por y para el bien de los niños y niñas, de los cuales podemos extraer algunos de los pilares en los que se sustentan sus ideas y reformas: el vitalismo, la higiene y una nueva mirada pedagógica.

Su nombre es casi sinónimo de “Escola del Bosc”, escuela creada el 8 de mayo de 1914 y con identidad libre y reformadora. Esta escuela, segregada por géneros, pretende empezar a articular la conocida “Escuela Nueva”, y entre estos y estas impulsoras nos encontramos con nuestra protagonista. Sensat intentó que los discentes fueran el centro del aprendizaje, haciéndolos protagonistas de su propia educación y haciéndolos partícipes de ella. Además, implemento la idea de la naturaleza como agente educador y de la diversidad de entornos de aprendizaje de los que se podrían beneficiar las niñas y niños. Un espacio donde, como manifestó ella, se aprendiera a vivir.

Además de educar en valores como la sensibilidad y la empatía, Rosa también fue una gran impulsora y activista del feminismo catalán, construyendo una educación que les proporcionara a las niñas una educación completa, alejándose de construcciones de género obsoletas y combinándolas con nuevas ideas de identidad. Sensat se caracterizó por divulgar un feminismo moderado, mezclando valores arcaicos y modernos y realizando una revolución sin desafiar demasiado el orden establecido.

Reforma pedagógica, aprendizaje significativo, igualdad y otros conceptos e ideas son una pequeña pincelada de la obra pedagógica, feminista y vitalista que nos podemos llevar de esta educadora.

Francesca Bonnemaison (1872-1949)

Esta pedagoga, nacida y criada en Barcelona, la podemos localizar y enmarcar dentro del movimiento feminista, conservador de raíz, pero revolucionario de espíritu, el mismo que compartía con Rosa Sensat.

Bonnemaison encontró la oportunidad y su punto de partida en el 1909, donde pudo inaugurar la primera biblioteca pública de mujeres en toda Europa. Esta biblioteca, centrada en un primer momento para mujeres obreras, ofrecía un espacio cultural y diverso donde las mujeres podían recibir una formación integral basada en el desarrollo del conocimiento científico, artístico y manual, así como de su bienestar material y moral.

Francesca, con la finalidad de llegar al mayor número de mujeres y divulgar estas ideas, creó también una escuela para mujeres donde se intentaba formar a la mujer dentro del paraguas del feminismo conservador.

De esta ilustre mujer podemos perpetuar sus ideales, propuestas y acciones reivindicativas y libertarias, así como su inconformismo y las herramientas de cambio que nos transmite. Por muy difícil que parezca, solo hace falta mirar al pasado y ver las huellas que han dejado figuras como ella.

Maria Montessori (1870-1952)

Esta renacentista italiana del S.XIX-XX se podría caracterizar por la gran valoración y capacidad que les otorga a las niñas y niños en sus etapas más tempranas.

Al ver que la educación inicial era fundamental en su posterior desarrollo, Montessori quiso basarse en estos aprendizajes a tan temprana edad y demostrar su vital importancia.

Según ella, los niños y niñas tienen una enorme capacidad de aprender y el rol de los  educadores, y en general de la sociedad, es el de educarlos en materia de libertad, para que ellos y ellas mismas puedan hacer frente a todos los problemas que la vida les pueda plantear, dándoles respuesta.

No solo es cuestión de entender su gran potencial, sino que también es preciso trabajar cuidando y preparando un ambiente favorable al aprendizaje, siempre teniendo en cuenta los períodos sensibles de las niñas y niños, períodos donde pueden adquirir habilidades con mucha facilidad. Montessori considera clave ser conocedor de estos fenómenos para poder anticiparse y beneficiarse.

A parte de esta puesta en escena, María transformó estas teorías en materiales didácticos que dan respuesta al conocido método Montessori. Estos materiales, confeccionados por ella misma, ayudan a trabajar competencias a través del trabajo colaborativo, la comunicación, habilidades sociales y muchas otras que resultan esenciales dentro del imaginario educativo de Montessori.

No es de extrañar que estos materiales intenten ser un soporte para el niño y niña, haciéndole protagonista de su propio aprendizaje y brindándole las herramientas necesarias para que explore, cree, se equivoque y rectifique y en definitiva, aprenda.

Montessori fue una gran impulsora de la educación libre y la cual nos da un ejemplo de que la educación es permanente, empezando así des de etapas muy tempranas y en donde cada uno es el arquitecto de su propia persona.

Helen Parkhurst (1887-1953)

Esta pedagoga neoyorquina inicia su incursión en la educación y la reforma pedagógica en una escuela rural, donde al impartir clases con discentes tan heterogéneos y diversos, se da cuenta de que el aprendizaje no se puede estandarizar, por lo que cada alumno tiene su ritmo y su manera de aprender. Basada por estos principios, Helen decide viajar por Europa, donde realizará su formación en Pedagogía y conocerá a Maria Montessori, a quien tomará como referente para desarrollar y configurar su Plan Dalton, el diamante en bruto de la obra de esta autora.

Este plan, surgido a partir de la preocupación sobre la homogeneidad del aprendizaje, tiene como pilar la erradicación de las asignaturas, convirtiendo así las clases en un “laboratorio” o, dicho de otra forma, lo conocido como “educación por proyectos”.

Esta metodología de aprendizaje pretende garantizar un aprendizaje individualizado y significativo, donde el alumnado aprenda a su ritmo y no dependa de nada ni de nadie para ir construyendo su propio conocimiento. Las materias quedan diluidas y aparecen bloques temáticos para ser desarrollados por las alumnas y alumnos, pero no responden a un nombre teórico, sino que son espacios donde la persona se desarrolla.

Este método fue muy criticado por los teóricos del momento, asociándolo a una anarquía educativa y sin visualizar la variedad de posibilidades y beneficios que ofrece a los discentes y a los docentes, los cuales pasan a ser reyes del conocimiento y la sabiduría a guías y facilitadores de herramientas de aprendizaje.

A pesar de las críticas, nos quedamos con la gran labor educativa e innovadora que nos brinda Helen Parkhurst, sin la que muy probablemente no podríamos haber llegado al punto en el que nos encontramos en esta sociedad educativa y con voluntad de cambio.

Fuente:

Mujeres y educación: cuatro nombres con voluntad de transformación pedagógica

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Reflexiones post #8M: Feminismo, Machismo, Patriotismo y otros desvaríos

Por Adrian Cordellat

En casa vivimos el #8M a flor de piel. Emocionados desde buena mañana con los testimonios de mujeres y hombres que se hacían escuchar en Hoy por hoyLuego emocionados también en la concentración de nuestro barrio, leyendo pancartas emotivas e ingeniosas, sumándonos a los cantos reivindicativos de mujeres, hombres, niñas y niños. Ya por la tarde-noche, a través de la radio (de La Ventana, de Hora 25) y de las imágenes que nos llegaban vía smartphone, orgullosos de todos esos millones de mujeres que tomaron las calles, las hicieron suyas, y durante el jueves convirtieron a España, un país irrelevante en el escenario internacional, en epicentro mundial de una revolución ya imparable.

Sí, imparable. Por más que algunos (incluso algunas), con mucho poder (y otros con no tanto), prefieran seguir como siempre. Boicotear el cambio. Confundir. Me sorprendió en ese sentido escuchar un día antes del #8M a la Ministra de Igualdad de España (¡De Igualdad!) decir que ella lucha por la igualdad real y efectiva de las mujeres, pero que no se siente feminista, que eso es una etiqueta, un estereotipo. Uno puede esperar ese comentario de alguien como Paula Echevarría, pero nunca de una Ministra de Igualdad. Alguien debería haberla hecho dimitir de inmediato si en este país dimitir fuese un verbo conocido en política. Por ignorante. Por dotar al feminismo de una connotación negativa que no tiene. Por confundir desde su poltrona a mucha gente que parece pensar que el feminismo es lo mismo que el machismo solo que a la inversa; que si se impone el feminismo las mujeres matarán a hombres, los acosarán sexualmente, los violarán en masa. Pobres.

El 8 de marzo, para todos aquellos que se encargan de manipular, para todos aquellos que solo buscan confundir a la población, para la señora Ministra, Fundeu, el buscador urgente de dudas en español, publicó un post: feminismo no es lo contrario que machismo. En él aclaraba que según el Diccionario de la RAE feminismo es el ‘principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre’ y el ‘movimiento que lucha por la realización’ de esa igualdad. Machismo, por su parte, se define como ‘actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres’ y ‘forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón’. Usted, señora ministra, con sus estereotipos y etiquetas, es posible que aún no lo sepa, pero es feminista. Con todas las letras.

EL #8M SÍ, ORGULLOSO DE SER ESPAÑOL

He dicho muchas veces en este blog que no entiendo de patrias ni de banderas, que no concibo el patriotismo como tal, que mi única patria son mi familia y mis amigos, que al final son los que dan sentido a todo. Por tanto, nunca he tenido necesidad de sentirme orgulloso de ser español. Ni tampoco, la verdad, me han dado demasiados motivos para ello. Esta postura me ha causado no pocos reproches en las sobremesas políticas familiares. Pueden estar tranquilos. El #8M, sin embargo y posiblemente por primera vez, sí me sentí orgulloso de ser español. Quizás porque me van más los delantales colgados de los balcones que las banderas de una absurda guerra de símbolos que no significan nada. Quizás porque me conmovió y me emocionó hasta puntos que no sabría explicar ver la movilización generada por las mujeres de nuestro país, apoyadas por muchos hombres; ver como España acaparaba la atención de medios de todo el mundo, ¡y no por el fútbol, sino por sus mujeres, convertidas en abanderadas de una lucha que no entiende de fronteras!.

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Gracias a todas por regalarnos este #8M. A las que organizaron, a las que estuvieron en concentraciones y movilizaciones de barrio, a las que asistieron a las manifestaciones, a las que dejaron de trabajar para hacer ver que son imprescindibles, a las que no pudieron porque los cuidados no entienden de huelgas, a las que no les dejaron ejercer su derecho y también a las que no quisieron ejercerlo porque ellas no sienten ni experimentan esa desigualdad. A éstas últimas me gustaría recordarles que las manifestaciones, las huelgas y las movilizaciones no se hacen por ellas, sino por todas las que siguen muy lejos de rozar esa igualdad, por todas las que chocan cada día contra techos de cristal, por todas las que sufren cada día la brecha salarial, por todas las que se enfrentan cada día a situaciones de violencia por el mero hecho de ser mujeres. Hoy por ti, mañana por mi.

Este #8M Mara vivió su primera huelga y asistió a su primera concentración. Probablemente no se enteró de nada. Un día, sin embargo, tarde o temprano, verá en algún libro de historia lo que significó este 8 de marzo de 2018. Y se sentirá orgullosa de haber estado, a su manera, en él. Mucho de lo que pueda conseguir dentro de dos o tres décadas se lo deberá a todas las mujeres que lucharon por sus derechos desde tiempos inmemoriales. También a aquellas que aquel 8 de marzo de 2018, cuando ella solo era una niña de 4 años, hicieron historia y, como dijo una mujer en Hoy por Hoy, dieron por comenzado, con 18 años de retraso, el siglo XXI.

Fuente: https://www.unpapaenpracticas.com/8m-feminismo/#more-4762

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