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Florencia Salvarezza: «Las neurociencias están de moda, es hermoso que sea así»

07 Agosto 2016/Fuente:lacapital /Autor: Marcela Isaías

La directora del INE, Florencia Salvarezza, aseguró que este año «explotó» la demanda por este conocimiento

Florencia Salvarezza es la directora del Instituto de Neurociencias y Educación de la Fundación Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva). Estuvo en Rosario la semana pasada para dictar una conferencia sobre «Mitos y verdades de las neurociencias en el aula y la educación del siglo XXI». «Las neurociencias están de moda, es hermoso que sea así. Este año explotó el interés, no damos abasto. Eso es bárbaro», se entusiasma sobre su especialización de trabajo que gana terreno en el sistema educativo argentino, de la mano del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación y el famoso neurólogo Facundo Manes.

La conferencia de Salvarezza estuvo organizada por Editorial Pearson y la Asociación Rosarina de Cultura Inglesa, en su 75º aniversario; contó con la adhesión de la Universidad Católica Argentina (UCA), la Asociación de Profesores de inglés de Rosario (Aprir) y el profesorado del inglés del Instituto Superior Olga Cossettini. Por casi dos horas y media de disertación, opinó de las Prueba Pisa que motoriza la Ocde y que ubican a la Argentina en serios problemas en lectura y cálculo, de los neuromitos, de los trastornos de aprendizaje que afectan a un buen porcentaje de la población escolar, en particular la dislexia. Al tiempo que criticó con énfasis al constructivismo cuestionó que el proceso de alfabetización en la escuela primaria se extienda a los tres primeros grados: «Hay que enseñar la correspondencia entre letra y sonido. Si lo hago bien en seis meses aprenden a leer».

Y también puntualizó sobre lo que en su visión son las claves de la educación del siglo XXI: centrarse en el cálculo y la lectura (tal una recomendación realizada por un experto del Banco Mundial que había considerado que «no había país que hubiese invertido más en educación y avanzado menos»); la innovación educativa, enseñar con perspectiva global, contar con aulas digitales (aquí sentenció que «la escuela que no tenga wi fi se murió»); una formación docente con conocimientos en neurociencias. También el manejo de los idiomas, preferentemente el inglés. Una escuela donde se resalten los conceptos de liderazgo, el trabajo en equipo y se enseñen las emociones; «todo con perserverancia, dedicación, esfuerzo y trabajo». En esta educación del siglo XXI que define Salvarezza figuran los deportes y los equipos de debates. Y también la «formación de emprendedores que puedan armarse su mundo laboral, que estén preparados para un mundo donde no todos van a tener trabajo». «La educación del siglo XXI es la que forma emprendedores», insistió.

Laboratorio

En mayo pasado el ministro de Educación y Deportes de la Nación, Esteban Bullrich, y el presidente de la Fundación Ineco, Facundo Manes, firmaron un convenio para la creación del primer Laboratorio de Neurociencias y Educación, «con el objetivo de potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje a partir del conocimiento acerca de cómo funciona el cerebro, cómo aprendemos y cómo enseñamos», según expresa un comunicado de prensa de ese momento.

Antes de la conferencia, la directora del INE, Florencia Salvarezza, conversó con LaCapital sobre los alcances de este acuerdo.

—¿Cuáles son los términos de ese convenio?

EM_DASHNo tiene un término de alcances. En realidad lo que nosotros firmamos es un acuerdo entre Fundación Ineco y el Ministerio para trabajar juntos en educación. Es decir, para aportar el conocimiento de todo lo que es el INE (Instituto de Neurociencias y Educación) al Ministerio de Educación. El alcance es todo lo que podamos hacer: proyectos de investigación, de asesoría ministerial, de formación docente, de revisión de currículas, todo lo que vaya surgiendo. Por suerte no es nada limitado, es sumamente amplio. Es un acuerdo macro dentro del cual tenemos como otros distintos acuerdos que vamos haciendo. Hay un proyecto para trabajar todo lo que es primaria, cómo ingresan los chicos; otro con los programas de alfabetización; otro con el desarrollo del cálculo en primer grado; otro para preparar material para los docentes de neurociencias aplicados a la educación, concreto, claro, conciso que tenga validez científica para evitar los mitos sobre el tema. Y más proyectos que se irán haciendo a medida que se puedan implementar. La ventaja de este convenio es que permite todo lo que el Ministerio y nosotros creamos que podamos hacer juntos.

EM_DASH¿El ministro Esteban Bullrich les dio alguna directiva puntual donde poner el acento?

EM_DASH Sí, mejorar la educación.

—Cuando se habla de «mejorar la educación» y neurociencias, también se suele poner el foco de trabajo en el cerebro. ¿Qué significa eso?

EM_DASHHacemos todo con el cerebro. Se pone el foco en el cerebro porque es lo que realmente sabemos que funciona, en vez de lo que pensamos. En el sistema educativo, en las universidades y en los lugares de formación docente hay mucha más idea de cómo aprender, de cómo enseñar, que de ciencia. Una cosa es lo que creo y otra lo que es. Por ejemplo, respecto de los horarios de clases Creo que a las 7.30 o a las 8 de la mañana el chico está más despierto para aprender. Y no es así, depende de la edad. Entonces una cosa es una creencia y otra un conocimiento. La ciencia avanza y la ciencia cambia. Eso es cierto, pero una cosa es opinión y otra es ciencia. Un poco la idea es usar los conocimientos, las investigaciones, lo que sabemos que funciona y lo que sabemos que no funciona para tener un camino educativo distinto. La realidad es que nuestro camino educativo de los últimos 20 años deja mucho que desear. Invertimos mucha plata y avanzamos muy poco.

EM_DASH¿Cómo entran lo colectivo, lo social en las neurociencias?

EM_DASHTiene el mismo peso lo individual que lo social. La comunidad intelectual científica, sobre todo la intelectual argentina, tiene como un sesgo bastante marcado contra lo biológico, piensa que si uno habla de biología está hablando de lo genético y dejando de lado lo social. Y una de las cosas que dicen las neurociencias es que somos animales sociales; así que la cognición, el trabajo grupal y las emociones son fundamentales. Lo social no queda de lado en absoluto, pero hay que separar las cosas. Un ejemplo es la alfabetización, que es enseñar a leer y a escribir. El proceso de incorporar a una cultura y a una sociedad es otra cosa. Cuando mezclamos las dos dejamos de hacer las dos cosas. Y nos estacamos en eso. Hay que poder separar los dominios, los problemas, hacer sin abandonar lo otro, ir incluyendo todo en el proceso.

—¿Cómo llegará este Laboratorio a las provincias, concretamente a Santa Fe?

EM_DASHNo sé todavía. Suponemos que llegará a través del Ministerio (nacional). Esto más allá de que podamos hacer trabajos de capacitación, de formación, que sé que están planteados para realizar en distintas zonas del país. Por lo que he conversado, la idea es que el sistema educativo sea más homogéneo. Somos un país, una sociedad, necesitamos formar a nuestros niños en un modo lo más homogéneo posible, en el buen sentido, no que todos sean soldaditos que marchen igual sino ciudadanos que puedan hacer todo en la vida.

—¿El Ministerio de Educación y Deportes de la Nación le paga a la Fundación Ineco por este laboratorio?

EM_DASHNo.

—¿Es un trabajo ad honórem?

EM_DASHNo. No es ni un trabajo ad honórem ni pago. Tenemos un acuerdo de cooperación. Después los distintos trabajos se presupuestarán de acuerdo a lo que tengan que presupuestarse.

—¿Por ejemplo, las capacitaciones docentes?

EM_DASHTodavía no se hizo nada. Hasta ahora lo que hemos tenido es un montón de reuniones de trabajo. Hicimos el evento en Tecnópolis («Mente, cerebro y educación») y hemos presentado un montón de proyectos que ellos nos han pedido. Cuando se canalice alguno de estos proyectos se presupuestarán las horas de trabajo. Pero el Ministerio no nos está pagando en este momento.

—¿Pero de acuerdo a lo que se haga sí?

EM_DASHSí, seguramente. Esto está en manos de la dirección ejecutiva de Fundación Ineco.

Fuente de la entrevista:http://www.lacapital.com.ar/las-neurociencias-estan-moda-es-hermoso-que-sea-asi-n1203215

Fuente de la imagen:  http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/017/694/0017694388.jpg

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Salud, dinero y cerebro: por qué vale la pena estudiar

Por. Fabricio Ballarini

La formación impacta en la calidad de vida de las personas y de los pueblos. La importancia de acortar las brechas de acceso.

¿Vale la pena estudiar una carrera en la universidad? Disparaba una nota hace un par de días bajo una chorrera de estadísticas que vinculan el grado de estudio y la chances de obtener trabajo. El artículo plantea algo que probablemente sea real, puede que la universidad no esté formando personas para los trabajos que se necesitan hoy o se necesitarán en el futuro. Ocurre que los cambios en los planes de estudio de las carreras universitarias son mucho más lentos que los cambios en la tecnología que afecta a la sociedad y al tipo de capacidades que debería tener un ciudadano que entra al mundo laboral. Será por eso que, en un intento por alcanzar las necesidades sociales, se crean nuevas universidades con nuevas carreras, pero esto, evidentemente no es suficiente. O sea, hay que tener una discusión sobre lo que se enseña en la universidad, de eso no tenemos dudas, pero de ahí a preguntarse si vale la pena estudiar una carrera universitaria (o desaconsejarlo, como una madre estadounidense a sus hijos en una carta que se viralizó) hay un trecho, probablemente tan largo como la muralla china o una manada de 400 elefantes tomados de sus colitas. El problema está en suponer que la educación solamente sirve para conseguir un trabajo. Quizás nos traten de jipis anticapitalistas, pero creemos que la educación va mucho más allá de lo laboral. Pero ¿hay evidencias para sostener esto? Bueno, veamos.

«Querido lector, tu formación educativa influye directamente en el tamaño del cerebro de tu hijo»

Si bien a simple vista la respuesta a si vale la pena estudiar parecería muy obvia, es saludable, en principio, entender que existen correlaciones que vinculan conceptos muy simples y específicos. Conceptos e ideas que si bien parecen lógicas y demasiado obvias, a veces pasan desapercibidas para una parte grande la humanidad. Es por ese motivo que es importante comprender y enseñar el por qué es importante estudiar.

Para comenzar este entramado educativo arrancaremos por uno de los conceptos más estudiados estadísticamente que dice “cuantos más años de estudios tenemos, mejor dicho, cuantos más años de educación tienen los individuos de los países, más ricos son esos países”. O lo que es igual pero más terrible, cuando menor es el acceso a la educación más pobres son los países. Seguramente muchos podrán argumentar que es una simple correlación y probablemente van a tener razón.

Pero qué pasa si a esta mera correlación le sumamos otra que dice que el grado de riqueza varía con la salud de los pueblos. Es lógico y también está muy estudiado, pero está bueno parar un segundo y deducir quemás educación es más riqueza y más riqueza es mejor salud, en ese u en otro orden, así que como mínimo estaría siendo muy copado el hecho de ponerse guardapolvo y aprender.

Mirá también: 10 aportes de la neurociencia para aprender a pensar

Ahora bien, con esta información quizás podamos reformular la pregunta inicial y preguntarnos: ¿está bueno estudiar para vivir mejor? Si vivir mejor es tener más esperanza de vida, salud y dinero. Parecería que sí.

Entonces ¿tener dinero me acerca de alguna u otra forma una mejor calidad de vida? No necesariamente, pero existen evidencias científicas que confirman que poseer un mínimo de dinero nos proporciona la suficiente liberación de carga mental que es necesaria para tomar buenas decisiones. Cobrar un sueldo no solo puede aliviar tu situación financiera, sino también liberar un gasto de «energía mental» que puede ser empleada en resolver otros problemas que tienen que ver con inhibir impulsos que nos llevan a tomar malas decisiones una y otra vez. En otras palabras, cuando el bolsillo te urge y cada día tenés que apretar el cinturón un poco más, la demanda cognitiva por la supervivencia es tan elevada que le quita la posibilidad redistribuir parte de esa «energía o nafta» en resolver otras demandas cognitivas.

Si a esta altura del texto seguís dudando sobre la importancia de la educación te puedo contar que desde hace unos años la humanidad tiene la posibilidad de espiar cómo funciona el cerebro, gracias a un aparato llamado resonador magnético funcional. Este avance tecnológico además de generar miles de datos para mejorar el diagnóstico de enfermedades, nos permite empezar a comprender qué partes de nuestro cerebro son activadas ante determinados estímulos, situaciones o decisiones.

Esta tecnología, por ejemplo, les permite a los científicos medir la superficie de la corteza (o sea la parte externa de nuestro cerebro). Estructura que funcionaría como una posible área del cerebro a ser candidata como indicador sensible sobre las capacidades cognitivas. Es decir que más desarrollo cognitivo correlacionaría con el crecimiento de esta región periférica y fundamental de nuestro cerebro.

Mirá también: Así influye la música en la salud del cerebro

Fue así que a partir del uso de esta tecnología hace muy poco muchos neurocientíficos se preguntaron ¿qué tal si analizamos el nivel educativo de los padres y lo comparamos con el tamaño de las regiones relacionadas con el lenguaje, la lectura y las funciones ejecutivas (razonar, tomar de decisiones) de sus hijos? Quizás de esa forma podremos comprender por qué vale la pena estudiar.

La respuesta fue realmente bastante abrumadora. Cuando los padres no fueron a la universidad (tuvieron 12 años de educación formal) los científicos hallaron que sus hijos tenían la corteza cerebral más pequeña (aproximadamente 3 %) que los hijos de padres que sí habían ido. Así es querido lector, tu formación educativa influye directamente en el tamaño del cerebro de tu hijo.

Pero no termina ahí. Para sumar culpa al desarrollo cerebral de tus hijos, los investigadores hicieron la misma evaluación pero separando a los padres según los ingresos. De nuevo, encontraron una correlación entre el tamaño de la corteza y los recursos económicos. Esta vez, con diferencias cercanas al 6% cuando comparamos las cortezas de los hijos de familias pobres con las de las familias de clase media. Cuanto más pobre sos, más jíbaros son tus hijos. Terrible.

Pero entonces, ¿necesito ser rico para tener más capacidades cognitivas? Definitivamente no. Porque no se observan diferencias entre los cerebros de personas de recursos medios y altos. A partir de la clase media, tener más dinero no mejora tu cognición.

Entender que tener el cerebro más pequeño a causa de la marginalidad está vinculado directamente a déficits cognitivos es comprender una parte importante de la condena social. En simples palabras, justificar científicamente que las deficiencias económicas y sobre todo educativas producen un deterioro intelectual, por el que seguramente se perpetúe infinitamente la pobreza. Tomar malas decisiones, no tener la capacidad para comprender, no poder razonar correctamente o tener problemas de aprendizaje se asocia con los niveles terribles de desigualdad. Acotar esa brecha es brindar la posibilidad de poder crecer.

Por vos, por tu salud, por tu cerebro, por tus hijos, por un mundo mejor definitivamente VALE LA PENA ESTUDIAR.

Fuente: http://www.clarin.com/buena-vida/psico/Salud-dinero-cerebro-pena-estudiar_0_1624037607.html

Imagen:http://images.clarin.com/buena-vida/psico/menor-acceso-educacion-pobres-paises_CLAIMA20160801_0034_28.jpg

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«La neurociencia aporta herramientas puntuales y pragmáticas para enseñar»

España/ Julio de 2016/El Litoral

Entrevista con: Hugo Valderrama

Que el docente conozca y entienda cómo aprende el cerebro, cómo procesa la información, cómo controla las emociones o cómo se modifica frente a determinados estímulos, fue la propuesta del neurólogo local Hugo Valderrama (h) en sus charlas sobre “Neuro-herramientas para el docente” que dictó recientemente en Casa España, invitado por la Regional IV de Educación, ante una audiencia de supervisores, equipos directivos y educadores.

 Valderrama, master en Neurociencias y doctorado en Ciencias de la Salud, sostuvo que “la neuroeducación se está transformando en una necesidad”. Mencionó que Finlandia y el binomio China-África están dedicándose a hacer investigación con una base en neurociencia, pedagogía y psicología. “En esos países, la neurología está llegando a ser un requisito indispensable para la innovación pedagógica y la transformación de los sistemas educativos”, defendió.

 —Usted sostiene que los docentes deberían conocer muy bien el funcionamiento del cerebro ¿Por qué lo afirma?

 —El cerebro se transforma día a día, en esta charla, en estos minutos, no paramos de conectar neuronas, y esto no es abstracto, es bien concreto. Se conectan en forma directa de 5 mil a 15 mil neuronas promedio con un estímulo básico en el día. Tenemos 100 mil millones de neuronas y es impresionante la velocidad de conexión de un solo estímulo. Considero que si entendemos la base del funcionamiento del cerebro, nos será más fácil educar.

 —¿Cuáles son las principales “neuro-herramientas” para el docente?

 —Son varias pero podemos simplificar algunas de ellas. Por ejemplo, si yo despierto en los alumnos la curiosidad sobre qué voy a decir a continuación, ese simple hecho recluta neuronas de la memoria en forma directa. Uno memoriza mejor si lo previo le despierta curiosidad. Entonces, si tenía dos neuronas preparadas para memorizar sin curiosidad, eso se potencia nueve veces al despertar el interés por conocer algo.

 —En términos prácticos ¿hay herramientas mejores que otras para que un docente despierte la curiosidad en los alumnos?

 —De partida, tenemos que conocer qué fuente vamos a transformar; es decir, hay que entender el interés del chico para ver qué le despierta curiosidad y cómo unimos ese interés a la currícula. Si les digo a mis alumnos: hoy les voy a enseñar qué es un ángulo agudo, obtuso y recto, y los pongo a dibujar en el pizarrón, los chicos verán un conocimiento nuevo, pero quizá no les despierte curiosidad. Ahora, si les digo: vamos a ver cómo hace Messi para gambetear y meter un gol, y les explico que siempre hace la misma jugada (traza ángulos agudos, después obtusos y mete un recto en el ángulo), seguro voy a despertar la curiosidad en muchos chicos. Y si hago una pregunta y ellos se equivocan, mejor todavía. Siempre aconsejo hacer “pisar el palito” a los alumnos porque, si se equivocan de entrada, memorizarán mejor ese conocimiento.

 —También se habla del beneficio del efecto “sorpresa” antes de dar un contenido nuevo. ¿Está en la misma línea de lo que usted plantea con la curiosidad?

 —Es la única forma: si no se transmite el conocimiento a través de las emociones a un chico o adolescente, quiere decir que está faltando conocer cómo funciona el cerebro. Un chico de primaria y un adolescente de secundaria, es pura emoción porque el cerebro frontal que la regula, todavía no está desarrollado. La neurociencia dirá que el adolescente tiene demasiadas neuronas que se disparan para cualquier lado e interfieren en el control de las emociones y en sus tomas de decisiones, porque tienen muchos caminos y no saben cuál elegir. Propongo que aprovechemos eso para enseñar. Porque cuando el cerebro va madurando, el gráfico muestra cómo se van cortando esos caminos y opciones, y éste empieza a controlar las emociones; es lo que se llama “poda sináptica”. Cuando uno madura ya no se guía por las emociones para aprender algo nuevo.

 Trabajo en equipo

 —Hay una parte de la “biblioteca” docente muy crítica sobre el desembarco de las neurociencias en la educación y defiende la pedagogía como método de enseñanza ¿Qué responde a esa resistencia?

 —En lo personal, me encanta hablar con pedagogos y psicólogos. Creo que es justamente en ese intercambio que se forma la ciencia. Necesitamos diferentes puntos de vista para tratar de ser pragmáticos y, más allá de la teoría, ver cómo aplicamos mejoras en el aula. Una ciencia potencia a la otra, no se contraponen, se ayudan, porque el objetivo es el mismo. Si se utiliza un resonador para comprobar determinadas cuestiones del cerebro que quizá la pedagogía ya sabía por otras vías, y resulta que -por ahí- ese científico descubre algo, se lo cuenta al pedagogo y se genera un intercambio, se estará ante la mejor forma de trabajo en cualquier ciencia: en grupo.

 Trabajar en equipo es la base porque así se potencia el resultado. Una idea lleva a la otra y necesitás -sí o sí- de ideas contrapuestas para lograr una nueva. ¿Qué pasa si todos opinamos lo mismo y resulta que estamos todos equivocados? Hay que tener ideas contrapuestas, para generar alternativas y opciones. Por eso, creo que el problema no está solamente en quién se opone a la neurociencia en educación, si no en el hecho de oponerse a cualquier tipo de modificación o cambio. Sí entiendo que por ahí los docentes se sientan desprotegidos, que entiendan los conceptos de la neurociencia pero no sepan cómo implementarlos. Por eso, se requiere de un apoyo estatal, un programa armado, de seguimiento y ayuda. Los docentes tienen grupos de WhatsApp donde van intercambiando saberes. Eso es básico: tenemos que estar conectados entre todos y elaborar los conceptos en grupo.

 Multitarea y atención

 —¿Que dice la neurociencia sobre el “multitasking”? Es un tema discutido a partir de que los chicos de hoy hacen varias tareas a la vez: ven televisión, mientras están en la computadora haciendo los deberes y de paso chatean con el celular.

 —Hay un error conceptual entre los que creen que la “multitarea” es algo bueno. No lo es. La atención va rotando, de un punto A a uno B, lo que quiere decir que en un momento no presté más atención al A. Lo que pasa es que lo hace tan rápido que la sensación es que estás prestando atención a todo junto. Como toda función mental, la atención se entrena y se estimula para donde uno quiere. Si uno al chico le pone muchas tareas al mismo tiempo, la atención selectiva no para de rotar y esa función se va entrenando. Significa que cada vez le será más fácil tener rotación, y cada vez más difícil centrar la atención es un solo objeto. Estaremos transformando el cerebro del chico hacia una función híper-estimulada en la rotación atencional. Y la cuestión de los múltiples estímulos, no es una capacidad necesaria, a excepción de que sirva para algún trabajo.

 – Para un chico entrenado en la multitarea después ir a sentarse a un banco de escuela, estático y escuchando, le resulta aburrido y no sostiene la atención…

 – Es simple, cuando una tarea requiere mayor nivel cognitivo porque es compleja, no podés atender a otras cosas sin fallar. La atención es el punto inicial para cualquier otra función cognitiva. No se puede memorizar si no prestaste atención; no hay un paso para saltearla. Entonces: “mutitasking” hay en todos lados, viene sola con las actividades diarias de los adolescentes; ahora hay que estimular lo selectivo, cómo hacemos para que en casa y en el aula el chico vaya a un solo punto.

 El otro tema es sobreestimular una capacidad porque veo que mi hijo es capaz para algo; entonces lo exploto en esa área: puede ser un deporte, matemática, lo que sea. Tenemos que darle la oportunidad si queremos que triunfe como Djokovic en tenis, pero también debemos tener en cuenta que si a un chico solamente lo entreno para una cosa, y el resto de las funciones cognitivas las dejo de estimular, lo pondré en un pasillo cada vez más estrecho. Entonces: sí hay que aprovechar las capacidades pero también hay que dejar tiempo suficiente para estimular otras áreas.

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/id_um/133481-la-neurociencia-aporta-herramientas-puntuales-y-pragmaticas-para-ensenar-el-dr-hugo-valderrama-dicto-charlas-a-docentes

 Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=neurociencia&biw=1024&bih=529&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwiD0avxg4vOAhWF1R4KHXmHD2kQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=Kmm-rWHUmTptKM%3A

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Hernán Aldana: «Falta poner más pasión en el aula, el sistema está agotando a los maestros»

En el seminario organizado por el programa PIIE y la UAHC abordó la problemática del bienestar emocional en las salas de clases, sostiene que «integrar las emociones produce más interés y atención. El cerebro es una máquina que busca sobrevivir”.

Al hablar de educación, el rendimiento académico ya no es el único factor que prima; un buen estado emocional y entorno sano son aspectos importantes que también influyen en el desarrollo escolar. Precisamente, con el objetivo de analizar las diversas experiencias y puntos de vistas sobre este tema, expertos/as en educación, profesores/as, educadores/as y estudiantes de pedagogía se dieron cita en el seminario “Bienestar emocional y clima de aula: un desafío que nos convoca”, organizado por el Programa Interdisciplinario de Investigación en Educación(PIIE),  y la U. Academia de Humanismo Cristiano.

Isis Alvarado, especialista en medicina biológica, plantea que tanto el bienestar físico -ligado a una buena alimentación- como el emocional, son cruciales para un buen desarrollo en el espacio escolar.

“El tema es cómo vamos resolviendo las emociones. Éstas no son buenas ni malas, pero hay que saber expresarlas, ya que así uno puede ir viendo qué pasa con lo que sentimos. Lo más perjudicial es negarlas, ya que las emociones producen un sentimiento en nuestro organismo y será eso lo que nos llevará a que sean buenas o malas experiencias, y eso finalmente repercutirá en una alta o baja autoestima”.

Para Alvarado, lo anterior es crucial para lo que pasa en el aula. “El tutor o profesor debe lograr que ese sentimiento sea lo más positivo posible, ya que esto influirá en el autoestima del niño”.

En ese sentido, comenta que “el sistema educacional actual es bastante rígido y no permite hacer una evaluación o diferenciación entre los niños. Hay que buscar diferentes mecanismos. No todos los niños son iguales: hay unos que tienen enseñanza o aprendizaje más visual y otros más auditivos, como pasa con menores con déficit atencional: lo único que necesitan es que los toquen”, plantea, evidenciando además el sobrediagnóstico de este trastorno.

Pero el tema emocional no solo involucra al niño o niña, un/a docente no estará capacitado/a para enseñar si no está emocionalmente equilibrado/a. Según los expertos que trabajan el tema y que han aplicado nuevas estrategias al aula, “incorporar las emociones climatiza la sala de clases”.

El biólogo y Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Belgrano de Buenos Aires, Hernán Aldana, plantea que “integrar las emociones en el aula produce más interés y atención. El cerebro es una máquina que busca sobrevivir”.

Aldana, quién aborda el tema desde la neurociencia o “neuroeducación”, sostiene que “no podemos estudiarlo todo, el saber ocupa lugar en el cerebro y no hay espacio para todo. Solo se aprende si se aplica. Cuando el alumno encuentra motivación, la atención es mayor. Por ejemplo, aprender idioma después de los 7 años ocupa mucho espacio cerebral. A medida que crece el hipocampo se achican otros espacios, es por eso que lo que queda, lo que impacta e importa, son las emociones, porque sirven para sobrevivir”.

El biólogo propone hacer los contenidos interesantes, utilizando el cuerpo; hacer actividades llamativas antes de la presentación de un contenido considerado difícil, y luego repetir lo enseñado. De esta manera, la atención y por ende el  aprendizaje serán más efectivos. “En el aprendizaje es imposible pasar un ramo sin repetir la materia. Al otro día se pierde el 80% de lo que se enseñó en el aula. La atención es relativa: si la clase varía, la atención es total; no así si la información es repetitiva”.

aldana

«Solo se aprende si se aplica. Cuando el alumno encuentra motivación, la atención es mayor», sostiene el académico trasandino.

Indica que aplicar lo anterior dependerá de la capacidad que tenga el profesor. En ese sentido, plantea que “lo que está faltando es poner más pasión en el aula. El sistema está agotando a los maestros; el sistema les está quitando la pasión”.

Además, considera que la creatividad, afectada por estos días por estímulos de la modernidad, es fundamental para la concentración y producción. “Para ser creativos necesitamos que la mente se concentre en una sola cosa, por eso el celular es el peor mal de estos tiempos, es lo peor para la producción y la concentración. El celular hace estragos en la creatividad, cada vez que éste suena se activa el estrés y agota el cuerpo. Nos está haciendo mucho daño a la creatividad, y es ésta la que nos hace felices en el amor, en el aula y en lo que sea, por eso es importante concentrarnos en una sola cosa”, sostiene.

Precisamente, el proyecto “Estrategias para el mejoramiento del clima emocional en el aula”, impulsado por el PIIE junto a la Facultad de Pedagogía de la U. Academia de Humanismo Cristiano, pretende dar respuesta al creciente deterioro en el clima emocional en las escuelas, situación que afecta a la comunidad educativa en su conjunto. La iniciativa desarrolla, mediante un sistema de apoyo metodológico, mecanismos para mejorar el bienestar psico-social en el primer ciclo de la enseñanza básica, aplicado en doce establecimientos de la Región Metropolitana.

Ana María Cerda, una de las directoras del proyecto y docente de la U. Academia, explica que tanto directivos/as, docentes y estudiantes concuerdan en que aplicar estas estrategias conlleva a un mejor clima escolar. “Se evidencia más y mejor concentración en alumnos, menos estrés en los docentes, mejor comunicación y cambios en las relaciones interpersonales al interior de la sala de clases”, entre las principales conclusiones.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/vida-en-linea/2016/07/15/hernan-aldana-falta-poner-mas-pasion-en-el-aula-el-sistema-esta-agotando-a-los-maestros/

Imagen: http://www.elmostrador.cl/media/2016/07/sala-clases_816x544.jpg

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Argentina: Estudian la forma de mitigar el impacto de la pobreza en el cerebro

Argentina/19 de julio de 2016/Fuente: la nación

Para los especialistas, se necesita un enfoque multidisciplinario.

2015, el 33% de los chicos de los países más pobres no alcanzó el peso correspondiente a su altura, el 16% de las personas no tuvo acceso a agua potable y el 37% no contó con sistemas de saneamiento. Todas estas carencias pueden vulnerar no sólo la salud física, sino también el desarrollo mental de la población.

Aunque tradicionalmente se suele poner el foco en los primeros 1000 días de vida de un chico para medir el impacto de las privaciones, los especialistas coinciden en que las consecuencias de la pobreza pueden vulnerar el desarrollo del cerebro de una persona hasta los 20 años.

En la Argentina, se calcula que entre el 40 y el 60% de los chicos son pobres, según cómo se haga la medición. «La huella de la pobreza condiciona las capacidades de las personas desde la concepción», advierte Sebastián Lipina, director de la Unidad de Neurobiología Aplicada (Cemic-Conicet) y autor de Pobre cerebro (Siglo XXI, 2016).

Sin embargo, aclara, es posible intervenir para mitigar o revertir las consecuencias en el cerebro. «Hay que desarrollar estrategias a medida», afirma.

Algo de esto es lo que intentarán Facundo Manes, rector de la Fundación Favaloro, y Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), que acaban de ser convocados por la gobernadora María Eugenia Vidal y trabajarán ad honorem.

«La provincia cuenta con el 40% de los recursos humanos de la Argentina. Es fundamental desarrollar políticas de Estado para proteger los cerebros de nuestra población», afirma Manes, entre cuyos planes figura combinar saberes del área de la nutrición, las neurociencias, la educación y la salud para articular acciones y proyectos.

El estudio científico de la pobreza data de principios del siglo XX, pero el 70% de las publicaciones neurocientíficas sobre este tema corresponde a los últimos 16 años. «Es un problema complejo que no tiene soluciones simples -dice Lipina-. La neurociencia ofrece parte de las respuestas, pero no todas. Hay que trabajar con maestros, epidemiólogos, asistentes sociales y con las propias familias, que en nuestro país vienen reuniendo una amplia experiencia.»

Según el investigador, que estudia este tema desde hace más de dos décadas, no hay soluciones «listas para usar». «Hay que desarrollar estrategias «a medida» -destaca-. Si uno quiere una «bala de plata» tiene que generar equidad, y sobre eso, meritocracia. Pero la meritocracia sin equidad, que es lo que ocurre en toda la región, es inmoral.»

Palabras, caricias, imágenes

Para Mariano Sigman, está claro que diferentes entornos sociales resultan en cerebros completamente distintos. «Una caricia, una palabra, una imagen, las experiencias de la vida dejan una traza en el cerebro -explica-. Esta marca modifica los anhelos, deseos, sueños, la manera de responder a algo. Es decir: lo social cambia el cerebro, y esto a su vez define lo que somos. La pobreza influye en las condiciones sanitarias, el acceso a la cultura… y muchas veces se produce un «efecto inflacionario» similar (sólo como metáfora) a la atrofia muscular: el que hace menos deporte a su vez queda en condiciones aún peores para encararlo en el futuro.»

Distintos estudios en animales y en seres humanos sugieren que las modificaciones que introduce la pobreza en el cerebro son múltiples. En el nivel molecular, está asociada con cambios epigenéticos (en la expresión de los genes).

«Desde hace 15 años se sabe que por su influencia se modifican los volúmenes de distintas áreas cerebrales asociadas con la autorregulación cognitiva y emocional, y con el aprendizaje -detalla Lipina-. También se generan cambios funcionales (como mayor probabilidad de dificultades para entender cuál es el sonido del habla al empezar a leer) y conductuales (en las funciones ejecutivas de la atención, el control inhibitorio y la memoria de trabajo). Cuanta más privación acumulada y más susceptibilidad del chico a las privaciones, mayor es la dificultad para revertir estos cambios.»

Una de las áreas que mayor atención recibe es la falta de ciertos nutrientes en etapas específicas del desarrollo. Carmuega destaca que entre las experiencias científicas de más larga evaluación figura una en Guatemala, donde una intervención nutricional temprana realizada en cuatro poblaciones demostró, 40 años más tarde, un incremento del salario de más del 25% . Sin embargo -subraya-, «aunque una adecuada nutrición posibilita el buen funcionamiento cerebral, no lo garantiza. La buena nutrición temprana brinda las condiciones necesarias para contribuir a que una persona supere el desafío de la pobreza, pero es necesario trabajar en la estimulación. La anemia por deficiencia de hierro es muy frecuente en la Argentina y se demostró que compromete alrededor de un 10% de la capacidad intelectual. Según la encuesta nacional de nutrición, uno de cada tres niños menores de dos años padece anemia. ¿Mejorarla asegura por sí solamente un más pleno desarrollo infantil? Probablemente, no, si no está integrada con un conjunto de intervenciones que presenten múltiples estímulos y nuevos aprendizajes.»

Las estrategias

Todo indica que el problema no se puede afrontar desde un solo ángulo, sino que es necesaria una concertación interdisciplinaria.

«Lo que probadamente funciona son las intervenciones «multimodulares» -afirma Lipina-. Hay que entender qué necesitamos, para quién y en qué momento. Dos niños pobres que se crían en el mismo barrio no experimentan de la misma forma las penurias, porque su sensibilidad puede ser diferente, así como la red social y de cuidado que los contiene o los rechaza.»

Para Lipina es primordial atender cuatro pilares esenciales: el sueño, la alimentación, la actividad física y la reducción del estrés.

«Es posible plantear intervenciones con los padres para entender cómo la comunicación ruidosa o el caos en el hogar interfieren sobre la educación, el desarrollo cognitivo y autorregulatorio de los chicos y de los propios adultos», destaca.

En lo educativo, investigaciones sobre el impacto que tiene la asistencia al jardín de infantes en niños pequeños, especialmente de los sectores de menos recursos, muestran resultados contundentes.

«Estudios como los de Richard Melhuish, en Gran Bretaña, y los del economista argentino Samuel Berlinksi muestran que cuantos más años de asistencia al jardín de infantes completen, mejores son los desempeños escolares de los chicos en el nivel primario e incluso más allá -dice Melina Furman, profesora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés e investigadora del Conicet-. Los estudios también indican que el acceso al nivel inicial incide además en otras dimensiones de la vida de los chicos, como el futuro ingreso profesional.»

Pero lo importante, agrega, no es sólo que los chicos vayan al jardín de infantes o que vayan más años. También se sabe que es fundamental lo que sucede en ese ámbito escolar. «Las investigaciones muestran que cuanto más ricas son las prácticas pedagógicas de las maestras, mayores son los efectos positivos sobre los aprendizajes de los niños, y que esos efectos perduran durante muchos años -explica Furman-. Lejos de ser guarderías, los jardines de infantes tienen que ser espacios de aprendizaje. Por eso, la extensión del nivel inicial tiene que ir acompañada por un apoyo muy fuerte a los equipos de directores y docentes de los jardines a los que van los chicos de menores recursos.»

«Hoy existen decenas de experiencias exitosas que nos muestran un camino para invertir en el capital mental de nuestra sociedad -asegura Carmuega-. No se circunscriben a la infancia temprana. La etapa escolar, la adolescencia son momentos de un valioso aprendizaje en el que es posible realizar intervenciones sociales para que cada persona pueda expresar toda su potencialidad.»

«Vamos a trabajar en equipo junto con otros científicos para identificar rápidamente oportunidades en la provincia y ayudar con la planificación de políticas especialmente entre los más vulnerables», promete Manes.

Un desafío insoslayable

10%

De la capacidad intelectual

Es lo que se cree que compromete la anemia por deficiencia de hierro, una de las carencias nutricionales más frecuentes

US$ 1,25

Ingresos diarios

Son los que obtuvo, durante la última década, alrededor de la mitad de la población mundial

443

Millones de días escolares perdidos

Se produjeron por la falta de acceso al agua potable y a los sistemas de saneamiento

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1919511-pobreza-estudian-la-forma-de-mitigar-el-impacto-en-el-cerebro

Imagen: http://bucket1.glanacion.com/anexos/fotos/29/pobreza-2237629w640.jpg

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Cajina: “Sólo entendiendo cómo funciona el cerebro se puede transferir conocimiento”

Evento/12 de julio de 2016/Fuente: teleprensa

Es la base de la Neurociencia aplicada a la Educación con la que se quiere modificar el sistema educativo actual. El Curso de Verano ‘Neuroeducación y neurodidáctica para la innovación en el aula: lo que un docente debe saber’ ha arrancado este lunes, 11 de julio.

ALMERÍA.- Nuestro sistema educativo está cegado en potenciar el ‘objeto’ del aprendizaje: más libros, más deberes, más tablets, más pizarras electrónicas. “Sin embargo, lo que hemos de entender es que el verbo ‘enseñar’, en realidad, no tiene ningún sentido: solamente el que quiere aprender es el que, de hecho, lo hace”. Así se expresa, Gregory Cajina, uno de los ponentes del Curso de Verano ‘Neuroeducación y neurodidáctica para la innovación en el aula: lo que un docente debe saber’, que ha arrancado este lunes, 11 de julio en el Hotel AC Marriot de Almería. Defiende la aplicación de la neurociencia en el aula como algo necesario para “innovar en un sistema educativo como el nuestro que hace décadas lo está necesitando con premura”.

Gregory Cajina es un emprendedor, asesor, educador y uno de los coaches de referencia en España. Es miembro del comité internacional de expertos de la Asociación Española de Coaching Educativo, miembro fundador del Instituto Europeo de Resiliencia y coach, formador y mentor de más de 450 jóvenes emprendedores para el Ministerio de Educación en Alemania. Para él la aplicación de la neurociencia en el aula es fundamental, ya que “por muy bueno el que sea el profesor, por muy cara la tecnología a su disposición, si no entendemos cómo funciona el cerebro del chaval, jamás se producirá una transferencia de conocimiento y, peor aún, ninguna generación de conocimiento nuevo, que es la base de la I+D+i del futuro. Por eso, hemos de dedicar más recursos al ‘sujeto’ del aprendizaje (la persona y su cerebro), pues el ‘objeto’ ya hace tiempo que está holgadamente cubierto, quizás incluso demasiado: no podemos continuar tratando a nuestro cerebro como si fuera solamente un disco duro de ordenador que almacene y regurgite datos sin más. Google ya hace eso mucho mejor que nosotros”.

En su ponencia ‘Neurociencia y Educación: del pensamiento extraordinario al super-logro y su aplicación en el aula’, ha explicado que el cerebro pesa aproximadamente un 2% de la masa corporal, y emplea alrededor del 20% de nuestras calorías diarias estando en reposo, “eso nos haría a todos los alumnos (niños y adultos) perezosos y, en consecuencia, supondría un tremendo reto para los profesores y educadores de mantenernos interesados”. Otro de los datos destacados de la ponencia es que “cerca del 95% de nuestros procesos mentales son automatizados, también por una cuestión de ahorro energético. Esto confirmaría que, en efecto, sin una atención consciente a lo que se pretende enseñar, todo aprendizaje es inviable pues, de lo contrario, nuestro subconsciente nos ‘condenaría’ a repetir siempre los hábitos y aprendizajes pasados aun cuando ya hubieran quedado obsoletos y no nos sirvieran”.

Durante su intervención, ha ido contando en una primera parte, algunas bases de la neurociencia y su aplicación a la educación: cómo funcionan los mecanismos de aprendizaje, la motivación de los estudiantes, y principales impedimentos que pueden menoscabar ese aprendizaje. En la segunda parte, ha mostrado un ejemplo concreto de su aplicación en adolescentes llevado a cabo en Alemania con cerca de quinientos estudiantes.

Hasta el próximo miércoles continuará desarrollándose este curso de verano que “puede ser sumamente interesante para padres, educadores, profesores y cualquier persona que quiera saber más del funcionamiento de su cerebro y del de los pequeños de los que es responsable. Nuestro cerebro es el artilugio más complejo que conocemos y, desafortunadamente, invertimos habitualmente más tiempo conociendo y actualizando el software y prestaciones de nuestros teléfonos móviles que los de nuestra mente”.

Gregory Cajina es autor de cuatro libros. Sus obras ‘Rompe con tu zona de confort’ y ‘Tu mente es extraordinaria’ han alcanzado simultáneamente la lista de bestsellers en cuatro países. Primer coach en España, y top 50 en el mundo, en pasar en 2003 el examen de evaluación de la IAC. Ha realizado coaching a más de mil personas: corporativos, de la administración, del ámbito educativo y privado; y diseñado e impartido programas de liderazgo para nueve universidades y escuelas de negocio.

Fuente:http://www.teleprensa.com/almeria/cajina-solo-entendiendo-como-funciona-el-cerebro-se-puede-transferir-conocimiento.html

Imagen:https://autoconocimientointegral.files.wordpress.com/2015/06/neuroeducacion.jpg?w=720&h=330&crop=1

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Los misterios del cerebro, la pobreza y los aprendizajes

Javier Luque

Tradicionalmente, los economistas como yo, hemos pensado que la pobreza explica el bajo desempeño en la escuela porque las familias pobres no tienen la capacidad para acumular capital humano debido a limitaciones de efectivo en el corto plazo. Un lector desinformado podría pensar: ¿qué rayos significa eso? En términos sencillos, esto significa que los niños pobres suelen tener  menos recursos para pagar la escuela, comprar libros de texto o ropa, pagar los costos de transporte y tener una nutrición y salud adecuadas. A menudo, también tienen que trabajar para contribuir con la economía del hogar y ayudar a mantener a sus hermanos.

Por estas razones, los niños más pobres tienden a abandonar la escuela con mayor frecuencia o, en el mejor de los casos, sacrifican su juventud en vez de dedicarse al aprendizaje. Esto contribuye a la creación de lo que se conoce como el ciclo de pobreza, puesto que cuando estos niños crecen y tienen sus propios hijos, estos últimos repiten la historia de sus padres y así sucesivamente. El vídeo protagonizado por Agustín y Daniel presentado en el post de abajo ilustra exactamente este fenómeno.

Sin embargo, aparte de la teoría de la deficiente acumulación de capital humano por parte de los pobres, los economistas siguen teniendo dificultades para explicar por qué los niños pobres tienen bajo desempeño en la escuela. ¿Habrá algo más? ¿Qué ocurriría si asumiéramos un enfoque distinto?

Por ejemplo, los educadores, inspirados por su experiencia en el aula, han notado que los niños pobres presentan mal comportamiento, impaciencia e impulsividad, entre otros. También muestran un rango más limitado de respuestas de comportamiento, reacciones emocionales inapropiadas, y menos empatía hacia los infortunios de los demás, los cuales también afectan su aprendizaje. Entonces… ¿es posible que haya algo dentro de los cerebros de los niños pobres que hace que su experiencia escolar sea diferente? Y, más importante aún, ¿se puede cambiar?

Los hallazgos más recientes de la neurociencia presentan ideas nuevas y refrescantes. Libros como: Enseñar con la pobreza en mente: ¿Qué le hace la pobreza a los cerebros de los niños, qué pueden hacer las escuelas al respecto?por Eric Jensen, y Cómo pueden triunfar los niños: la valentía, la curiosidad y el poder oculto del carácter por  Paul Tough, resumen los hallazgos de la neurociencia, combinándolos con la evidencia de otras disciplinas.

En ese sentido, sobre la base de una variedad de esfuerzos de recopilación de datos (realizados en las últimas décadas), de experimentos controlados (con seres humanos y no humanos) y de nuevas tecnologías que permiten la exploración de las profundidades del cerebro, la neurociencia proporciona nueva y sólida evidencia de que los niños de hogares pobres desarrollan cerebros que luego terminan “conectados” de manera diferente. Esto explica, al menos en parte, sus problemas de acumulación de capital humano, los cuales también se extienden a sus interacciones sociales. Por ello, los hallazgos de la neurociencia han abierto una nueva dimensión en la comprensión de los pobres y sus desafíos al momento de aprender.

Fuente del articulo: http://blogs.iadb.org/educacion/2013/08/14/los-misterios-del-cerebro-la-pobreza-y-los-aprendizajes/

Fuente de la imagen: http://blogs.iadb.org/educacion/files/iStock_000014905976Small.jpg

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