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Reimaginar la educación para ayudar a los estudiantes a prosperar

Por: Paulette Delgado

 

Se necesita una comunidad para asegurar que los estudiantes tengan un futuro exitoso.

En el último año y medio, gracias al COVID-19, pareciera que todo ha cambiado, especialmente la educación. Más allá de pasar de aulas físicas a clases en línea, la pandemia desafió a la comunidad educativa a imaginar la enseñanza y el aprendizaje de una manera distinta. Obligó a repensar qué es lo que realmente importa cuando se trata de educar a una generación de estudiantes que ha tenido que soportar la contingencia.

El rol de las universidades

Las universidades no pueden seguir descuidando su papel de preparar a los estudiantes para la fuerza laboral. Los alumnos siguen estudiando después del bachillerato para conseguir un trabajo, ganar más dinero, sin embargo, existe una desconexión entre lo que ellos quieren y lo que buscan los empleadores. Las universidades son las guardianas del talento para la fuerza laboral y deben priorizar la preparación profesional. Para los líderes de la industria, la educación superior es la fuente de habilidades profesionales.

Desde el inicio de la pandemia, los trabajos que necesitan un título profesional se desplomaron en un 45 %, lo que demuestra que cada vez son más los empleadores que valoran más las habilidades y la experiencia que completar una carrera universitaria. Es por esto que las instituciones necesitan una comprensión de qué tan bien preparan a sus estudiantes para el mundo laboral y ajustar sus programas curriculares y cocurriculares; deben estar en constante cambio de especializaciones y programas, principalmente las habilidades deseadas por los empleadores.

Actualmente la brecha de habilidades se puede resumir en dos categorías: digitales y blandas. El 66 % de los trabajos creados en la última década requieren habilidades digitales altas o moderadas. Durante la pandemia, cuando muchas empresas pasaron al teletrabajo, se demostró que la fluidez digital no se limita al sector tecnológico y empresarial, es necesario en todas las áreas. Incluso los estudiantes reconocen su necesidad de aprender habilidades digitales. En una encuesta realizada por Internships.com y General Assembly en el 2014, el 52 % de los estudiantes dijeron que estas habilidades deben ser una parte indispensable de su educación. Por otro lado, están las habilidades blandas como la comunicación escrita y oral, el trabajo en equipo, la toma de decisiones, la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la aplicación del conocimiento en un ambiente real, entre otras. Sin embargo, sólo el 14 % de los empleadores creen que los recién graduados tienen estas habilidades.

Para abordar los desafíos del futuro laboral de sus alumnos, enfocarse sólo en las habilidades no es suficiente. Las universidades deben observar el panorama institucional general, las tendencias laborales y la saturación del mercado. Deben incluir una revisión centrada en la admisión de carrera, asuntos estudiantiles, plan de estudios y calendario académico. Además de conocer de manera precisa las necesidades de los empleadores y no sólo la demanda laboral existente sino la futura. En conjunto, esta información proporcionará a las universidades una visión más clara de las ofertas curriculares y cocurriculares.

Una vez que una institución tiene una imagen funcional de las demandas laborales y de los programas, así como las habilidades que los empleadores esperan de los estudiantes que ingresan a la fuerza laboral, la próxima tarea será determinar cuándo y cómo entregar ese aprendizaje a secciones transversales más amplias de estudiantes. También es importante considerar que cada vez más trabajos requieren una capacitación constante, especialmente debido a los desarrollos tecnológicos. Por ello, las universidades deben considerar crear programas de microcredenciales que se alinean directamente con las necesidades de la industria, como bootcamps o cursos individuales. Esto abre la puerta a un mercado interminable de asociaciones corporativas que pueden crear cursos o bloques modulares según sus necesidades.

No obstante, para preparar a la fuerza laboral del futuro, es necesario no sólo enfocarse en los estudiantes universitarios, sino también en los más jóvenes. Según un estudio de la organización McKinsey, la pandemia dejó a los alumnos con un promedio de cinco meses de retraso en matemáticas y cuatro meses de retraso en lectura al final del año escolar. Las consecuencias del COVID-19 amenazan con limitar las oportunidades de estas generaciones. La posibilidad de asistir a la universidad es uno de los aspectos que resultó más afectado, lo que impacta en la posibilidad de encontrar un trabajo satisfactorio y digno. El análisis de McKinsey sugiere que los estudiantes americanos pueden ganar entre $49,000 y $61,000 dólares menos a lo largo de su vida debido al impacto de la pandemia en su educación.

El caso de Texas: ayudando a los jóvenes a prosperar

Uno de cada diez jóvenes menores de 18 años en Estados Unidos viven en Texas, ¿cómo se prepara este estado para ofrecer educación de calidad para el 2036? Para contestar esta pregunta, el Instituto George W. Bush junto con “The 74”, una plataforma de publicación digital educativa, se dio a la tarea de mapear los puntajes de lectura de tercer grado, las tasas de graduación de la preparatoria, el nivel de educación superior y los salarios promedio de ciudades como Houston, Dallas y Austin. Los investigadores centraron su atención en examinar qué tan bien se están preparando los estudiantes de Texas para la fuerza laboral mientras el país se recupera de la pandemia.

Su investigación se centró en la coalición de organizaciones y líderes comunitarios centrados en la educación, que describen como “ecosistema”, las acciones de la junta escolar y el uso de la legislación y políticas públicas, es decir, “gobernanza” y por último, el uso de políticas sólidas, “la innovación”. Para ellos, estos tres elementos son complementarios y deberán trabajar juntos al servicio de los jóvenes porque una gobernanza escolar sólida y ecosistemas educativos eficaces son fundamentales para ayudar a los estudiantes a prosperar.

Los datos demuestran que muchos alumnos están atrasados en los niveles de lectura en tercer grado y de matemáticas en octavo grado, y aún así, lograron graduarse de la preparatoria. Para los autores del estudio esto plantea la pregunta: “¿estaban realmente preparados para la oportunidad y su próximo paso, o los preparamos para fallar al pasarlos al sistema?”  Estos datos se vuelven aún más relevantes por su conexión entre el nivel de educación y los ingresos anuales. Un mayor nivel educativo se traduce en una mayor capacidad de generar ingresos, ayudando a evaluar si los texanos tendrán una vida significativa. Entre más grandes sean sus salarios, más grande es su capacidad de tomar decisiones, mayor acceso a oportunidades y capacidad de adaptación durante crisis económicas.

Houston

Hace 15 años, la ciudad de Houston, Texas, tenía un gobierno efectivo y una comunidad de apoyo que producía innovaciones impresionantes y mejores resultados. Hoy en día, según los investigadores, el progreso de los estudiantes se ha detenido. En parte, el problema proviene del Distrito Escolar Independiente (ISD por sus siglas en inglés) de Houston; este es el sistema de escuelas públicas más grande de Texas. Durante los últimos cinco años ha tenido un superintendente que duró dos años en su cargo y dos superintendentes interinos en tan solo tres años. Aunado a esto, la Agencia de Educación de Texas tomó el control del HISD en 2019, provocando una pelea por control por los últimos dos años. Esta lucha interna ha dejado el progreso de los estudiantes y sus resultados en segundo plano.

Afortunadamente, en junio de este año el HISD nombró a Millard House, un educador con experiencia de más de 26 años, como el superintendente. House promete utilizar la investigación a la hora de crear mejores prácticas, especialmente en las escuelas de bajo rendimiento. Esto funcionó antes en la ciudad ya que, a principios de los noventas y durante las siguientes dos décadas, los líderes empresariales, las organizaciones sin fines de lucro y los filántropos se unieron para juntar información y evaluar datos para impulsar estrategias innovadoras en la educación, como el sistema de pago por mérito para los educadores.

Contar con un buen ecosistema ayuda a analizar qué es lo importante para los alumnos. Unir fuerzas con organizaciones puede realmente beneficiar la educación. Está Good Reason Houston, por ejemplo, una organización que lanzó un plan para cambiar la calidad del aprendizaje. Esta organización sugiere replicar o extender escuelas exitosas, crear sistemas para identificar y recompensar a los maestros efectivos dándoles incentivos para que enseñen en las escuelas con más dificultades de la ciudad. Aunado a eso, utilizar planes de estudio que hayan demostrado su eficacia, dar a los alumnos apoyos e intervenciones individuales en caso de que lo necesiten e involucrar a las familias en todas las tomas de decisiones de las escuelas.

Dallas

En el 2011, el ecosistema de Dallas recorrió ciudades de todo el país para conocer distintos sistemas escolares urbanos para saber qué dirección tomar ya que, en el periodo 2010-2011, 33 de sus 230 escuelas fueron calificadas como «académicamente inaceptables». Este viaje resultó en la contratación de un nuevo superintendente en el 2012, Mike Miles, y en el lanzamiento de “The Commit Partnership”, una organización sin fines de lucro que reúne a otras organizaciones para impulsar el éxito educativo y la movilidad económica del condado. Este proyecto fue impulsado por el empresario y filántropo Todd Williams. The Commit Partership se enfoca en recopilar, informar y analizar datos para ayudar a los fideicomisarios escolares a tomar decisiones basadas en investigación. En ese periodo, el alcalde de Dallas era Mike Rawlings, hijo de maestros, lo que reforzó el movimiento de repensar la educación. “No podríamos crecer con escuelas marginales. La educación es lo único para superar las brechas entre los que tienen y los que no tienen en Dallas”, señaló Rawlings en un reporte de Anne Wicks y William McKenzie.

Se empezaron a producir cambios importantes en la educación centrándose en los estudiantes, por ejemplo, Dallas ISD comenzó a diferenciar la enseñanza eficaz. Pasó de un sistema de evaluación en el que el 95 % de los maestros obtuvieron calificaciones altas, a uno de evaluación múltiple para identificar a los educadores más efectivos y con mejor desempeño. Estos recibieron incentivos para enseñar en el programa “Acelerando la Excelencia en el Campus”, creado por Mike Miles, para atender a las escuelas con menor rendimiento.

Aún con todos estos esfuerzos, el progreso académico de los alumnos ha sido desigual. Los puntajes de matemáticas de octavo grado del 2019 estuvieron por debajo del nivel de otros distritos urbanos pero los resultados de lectura de los de tercer grado mejoraron en un 9 % entre el 2012 y el 2019. La creación de un nuevo ecosistema que se basa en los resultados de los estudiantes tomando en cuenta las diferencias entre las minorías, ha ayudado a Dallas a mantener este impulso para garantizar mejores resultados a pesar de la pandemia. Pero, tomando a Houston como ejemplo, este tipo de enfoques puede evaporarse rápidamente si se debilita el ecosistema de apoyo.

Austin

A diferencia de las otras dos ciudades, Austin no ha tenido una gobernanza sólida o una cultura centrada en los resultados. Aún así, entre 1999 y el 2009, bajo la superintendencia de Pat Forgione, el condado tuvo iniciativas como jardín de niños gratuito, pequeñas comunidades de aprendizaje y más opciones de bachillerato. Durante este periodo, el distrito obtuvo dos veces el primer y segundo lugar entre los distritos urbanos en los exámenes de Evaluación Nacional del Progreso Educativo. Una intensa campaña de participación pública impulsó el crecimiento de la matriculación de estudiantes en un 8.5 %. Por otro lado, aumentaron las inscripciones de las escuelas autónomas, lo que resultó en una variedad de opciones entre escuelas. Esto ha disminuido la inscripción a escuelas dentro del Distrito Escolar Independiente de Austin, y la junta escolar se centra en cerrar las escuelas de las comunidades a medida que las inscripciones bajan, en lugar de buscar mejorar la calidad para atraer a más familias del distrito. Además, la junta no promulgó un calendario extendido para abordar las pérdidas de aprendizaje derivadas de la pandemia.

Gracias a los resultados las evaluaciones de preparación académica del estado de Texas, (STAAR por sus siglas en inglés), exámen proporcionado por la Agencia de Educación de Texas, existen datos sobre la brecha antes de la pandemia y cómo esta ha afectado a los estudiantes los últimos 18 meses. El COVID-19 afectó de manera desproporcional a los estudiantes de color de la región.

El trabajo de las escuelas es preparar a sus estudiantes para oportunidades futuras. Para lograrlo, se necesita un trabajo en conjunto entre el gobierno, organizaciones, universidades, estudiantes y familias, Como demostró Texas, tener un buen ecosistema es clave para generar un cambio sustancial. Se necesita recopilar información para reconocer lo que los estudiantes necesitan para mejorar sus resultados, o en caso de las universidades, lo que buscan los empleadores y lo que los alumnos ofrecen. Para que los estudiantes realmente prosperen, se necesita reimaginar la educación desde el jardín de niños. Si desde el tercer grado los estudiantes presentan dificultades para leer y más adelante tienen un mal desempeño en matemáticas, el ecosistema debe evaluar qué es lo que realmente necesitan y cómo mejorar. Lo mismo sucede con las universidades, si los datos demuestran que se necesitan ciertas habilidades para garantizar el éxito de los futuros egresados ¿por qué no cambiar para poder ofrecérselos?

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Venezuela: Educación a distancia entorpece hábitos de estudio y dificulta el aprendizaje

Por: Gretta M Gil Anzola/cronica.uno

La profesora universitaria Sandra Leal advirtió que, debido a la pandemia, los alumnos están perdiendo hábitos de estudio, punto que también comparte la psicóloga Blanca Siso, debido a la alteración de las rutinas y estímulos que dificultan la concentración de los estudiantes.

Caracas. Cuando el gobierno de Nicolás Maduro informó sobre los primeros casos de la COVID-19 en Venezuela, una de las medidas de prevención fue establecer las actividades académicas bajo la modalidad virtual. Desde entonces, docentes y psicólogos evidencian fallas en este sistema educativo.

Las rutinas y los hábitos de los estudiantes venezolanos han sido alteradas debido a la pandemia. La psicóloga clínica, Blanca Siso, le aclaró a Crónica.Uno que la atención y la memoria de los niños y adolescentes se ven afectadas porque no están bajo supervisión directa de los docentes en las aulas.

Esto se debe a que los estudiantes se encuentran en un ambiente cómodo —su hogar—  en el que adecuaron un lugar para poner la laptop y, mientras están asistiendo a la clase virtual, están haciendo otras actividades, ya sea escuchar música, ver televisión, dibujar, chatear a través del celular u otra acción que impide la concentración durante la jornada escolar.

Lo que va a interferir con la memoria y la atención es la cantidad de estímulos que están recibiendo los alumnos. No tienen supervisión, porque los padres están en sus labores y comúnmente confían en que los muchachos van a estar prestando atención a la clase, explicó la especialista.

Con respecto al proceso de aprender a leer y escribir, la psicóloga recordó que el método de aprendizaje de la lectura es fonético, por lo tanto, se puede llevar a cabo tanto en las clases presenciales como virtuales. Sin embargo, ejercitar el modelaje de la escritura se dificulta,porque es una actividad motora.

Ese contacto motor lo va modelando la maestra con los niños. A pesar de que puede explicarles de forma virtual, hay estudiantes que requieren de la supervisión de los docentes para corregir la postura de la mano, donde deben posicionar los dedos y el agarre del lápiz para escribir. Si este acompañamiento no ocurre en esa etapa, puede ocurrir un leve retardo, relevó.

Agregó que este proceso se le puede dificultar a los niños que son zurdos, porque cuando ven las clases remotas mediante la pantalla, genera un efecto espejo y se les dificulta imitar al profesor.

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Foto: Luis Morillo
Detectando fallas

De acuerdo con un informe de FundaRedes, el 55 % de los docentes se han dedicado a trabajar en otros áreas para obtener estabilidad económica, como dar clases particulares. Entre esos maestros se encuentra Sandra Leal, profesora de matemáticas egresada de la Universidad Experimental Pedagógica Libertador (UPEL).

En 2019 se jubiló de la UPEL, luego de ejercer 27 años la docencia en pregrado y posgrado. Desde 2009, es profesora del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Simón Bolívar (USB) y, en 2016, comenzó a dar clases de posgrado en la Universidad Monteávila.

A la par, Leal ha impartido clases particulares de matemáticas con el fin de reforzar el contenido académico de sus estudiantes de primaria, bachillerato y universitarios. Durante los primeros meses de la pandemia dio consultas vía telefónica y, a partir de septiembre de 2020 a víspera del período escolar 2020-2021, retomó esta actividad.

Mis clases son presenciales porque quiero contrastar con el contenido virtual, dado que mi área de trabajo es la matemática, comprendo lo difícil que es estudiar una materia abstracta, explicó. Leal agregó que sus estudiantes como los representantes, entendieron que no era suficiente escuchar las clases, sino que era importante llevar la explicación a la práctica.

Durante el año escolar 2020-2021, la docente tuvo catorce estudiantes, once eran de bachillerato, dos de primaria y un alumno universitario. Durante ese período, pudo identificar fallas en esos niveles académicos.

Se ha hecho evidente la inexperiencia de los docentes con respecto al manejo de la tecnología, a excepción de ciertos profesores universitarios, pero ninguno estaba preparado para dar clases a distancia. Un grave error ha sido trasladar todo el contenido a las aulas virtuales sin pasar por un proceso de planificación, dijo.

Leal resaltó la importancia de crear un pensum dinámico, que permita adecuarse a las modalidades presenciales y virtuales. Mencionó que hay docentes que suben material excesivo y, en ocasiones, el contenido es pobre.

Por ejemplo, ponen tres videos de YouTube para explicar  un determinado tema, cada uno dura 45 minutos y contiene errores. Es mejor subir material audiovisual de corta duración y complementario para que el estudiante comprenda, indicó.

Por otra parte, dijo que hay otras fallas que no son atribuibles al docente, como los problemas de conectividad y falta de dispositivos electrónicos. Esta pandemia nos agarró con equipos obsoletos, la gran mayoría tenemos equipos de tienen ocho a doce años, por eso hay dificultad para dar clases en Google Meet y Zoom.

Agregó que los colegios han entendido esta problemática, y dentro de sus recursos, han podido renovar la conectividad del internet y los equipos de los planteles para que los docentes puedan dar clases. Sin embargo, está consciente de que esa no es la realidad para la mayoría y la solución para muchas instituciones ha sido imprimir guías para suplantar las clases.

Foto: Luis Morillo
El diagnóstico de los estudiantes

La profesora Leal advirtió que, debido a la pandemia, los alumnos están perdiendo hábitos de estudio, punto que también comparte la psicóloga Blanca Siso, debido a la alteración de las rutinas y estímulos que dificultan la concentración de los estudiantes.

Durante la educación primaria, los niños aprenden a leer, escribir y consolidar sus primeras habilidades matemáticas como sumar, restar, multiplicar y dividir. La ausencia de las clases presenciales ha ocasionado que no haya refuerzo de esa información.

Hay niños de tercer grado que no se saben los números, como mucho llegan al 100, no manejan el sistema decimal, cuentan con los dedos. Al no tenerlos en las escuelas, las maestras no pueden identificar estas fallas como comprobar si tienen hábitos de estudio consolidados”, expresó.

También alertó que los alumnos de quinto y sexto grado no saben tomar apuntes de clases.

Cuando he tenido que revisar los cuadernos de los niños para buscar cuál contenido les dieron, me he percatado de que muy pocos hacen seguimiento. Es una falla enorme, porque cuando salgan de primaria les costará adaptarse al bachillerato, donde deben llevar al día de 10 a 12 materias, resaltó.

Con respecto al bachillerato, Sandra Leal apuntó que muchos profesores asumen que sus estudiantes poseen hábitos de estudios consolidados, que pueden concentrarse durante las clases y lamentablemente, eso no es así.

En el aula presencial, el profesor de bachillerato se da cuenta cuando un estudiante está atendiendo, cuando está interesado o desinteresado en el tema, cuando lo comprende e inclusive cuando quiere sabotear la clase. En cambio, con las clases virtuales y en donde todos apagan la cámara, es difícil identificarlo, expresó.

Considera que la mayor falla que tiene la educación media es la falta de hábitos para estudiar, ya sea la toma de apuntes, estudiar en grupos y planificar horas dedicadas al estudio.

Para la profesora de matemáticas, los estudiantes que más afectados por la pandemia han sido los de primaria, porque se encuentran en el período de formar hábitos de lectura, escritura y dominar los números, lo cual se hace de la mano con las maestras.

La gente se preocupa por los de bachillerato, por la cantidad de materias. Cada nivel tiene su complejidad, pero los niños se han visto más afectados porque necesitan atención presencial para afianzar las áreas de conocimiento, manifestó Leal.

https://cronica.uno/educacion-distancia-entorpece-habitos-estudio-dificulta-aprendizaje/

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Telesalud: ¿una respuesta ante la crisis de salud mental?

Por: Paulette Delgado

Ante el aumento de problemas de salud mental por la pandemia y el acceso limitado a servicios de apoyo, cada vez más expertos y pacientes acuden a la tecnología para reemplazar las sesiones presenciales.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia exhibe la creciente necesidad de apoyo en materia de salud mental y, lamentablemente, muchos países están fracasando en ofrecer los servicios que las personas necesitan.

Cada tres años, la OMS publica el Atlas de salud mental, un documento con información de sus miembros sobre “las políticas, la legislación, la financiación, los recursos humanos, la disponibilidad y la utilización de los servicios y los sistemas de recopilación de datos en materia de salud mental”.  La versión más reciente se publicó este año en vísperas del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebró el pasado 10 de Octubre.

El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, expresó que “Es sumamente preocupante que, a pesar de la evidente y creciente necesidad de servicios de salud mental, la cual se ha agudizado aún más durante la pandemia del COVID-19, las buenas intenciones no se vean acompañadas de inversiones. Debemos atender esta llamada de atención y actuar al respecto acelerando drásticamente el aumento de la inversión en salud mental, porque no hay salud sin salud mental”.

A través del Atlas de Salud Mental 2020, la OMS descubrió que ninguna de las metas estuvo cerca de alcanzarse. Sólo el 51 % de los miembros informaron que sus políticas o planes sobre salud mental estaban en armonía con los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos (la meta era del 80 %). Igualmente, el 52 % de los países cumplieron con la meta de programas de promoción y prevención de la salud mental (la meta era la misma, 80 %). La OMS también informó que las estimaciones mundiales sobre las personas que reciben atención por problemas de salud mental se mantienen por debajo del 50 %. Lo más preocupante es que, la media mundial de personas con psicosis que reciben apoyo es sólo del 29 %.

Con la llegada del COVID-19, el acceso a recibir ayuda en temas de salud mental se vio muy afectado ya que muchos psiquiatras, psicólogos y médicos en general optaron por no tener sesiones presenciales por miedo a contagiarse. Para poder seguir atendiendo a quien lo necesita, muchos profesionales optaron por empezar a consultar por medio del teléfono o videoconferencia, es decir, se adaptaron a la tendencia conocida como telesalud.

¿Qué es la telesalud?

La telesalud, también conocida como telemedicina, es cuando se usa la tecnología, como computadoras y dispositivos móviles, para acceder a los servicios de atención médica de forma remota. A veces cuando es sobre salud mental también se le conoce como telepsiquiatría o telepsicología. Debido al COVID-19, ha aumentado la necesidad de ofrecer servicios virtuales por lo que esta manera de diagnosticar se ha vuelto una opción bastante atractiva. En Estados Unidos, por ejemplo, su uso  aumentó increíblemente. En el 2019, sólo 11 % de los americanos utilizaban esta opción, para el 2020 esta cifra era del 46 % y los doctores están viendo entre 50 a 175 más pacientes a través de telesalud que antes.

Un estudio de la Universidad de California, San Francisco (UCSF) reportó que los médicos de San Francisco Health Network (SFHN) apoyan abrumadoramente el uso de estos servicios, nueve de cada diez doctores contestaron que se sentían cómodos de brindar atención por teléfono o video. Anjana Sharma, profesora asistente de Medicina Familiar y Comunitaria en UCSF, expresó que “esa transición fue dolorosa para muchas personas: encontrar una nueva forma de brindar atención médica».

En el estudio de la UCSF, los doctores confesaron que estaban preocupados por no saber si podían diagnosticar con precisión a los pacientes de forma remota, casi el 60 % cuestionó la seguridad de diagnosticar por teléfono y el 35 % sobre identificar problemas de salud por teléfono. Además, alrededor del 44 % informó que no es práctico el uso del teléfono ya que implica muchas barreras cognitivas, auditivas y del habla. Aún así, el 90 % señaló que seguirá usando la tecnología cuando acabe la pandemia.

Una de las ventajas que ofrece la telesalud mental es que no es necesario trasladarse a ningún lado, lo cual es conveniente especialmente para aquellas personas que tienen un horario complicado o no tienen facilidad de trasladarse fácilmente. Además proporciona un horario más flexible. Otro aspecto positivo es que permite que la ayuda tenga un alcance más amplio. Debido a que la tecnología es una herramienta con la que muchos ya cuentan, hace más accesible la atención para los que no podían tener acceso a servicios de salud mental, incluidas personas en zonas remotas o en situación de emergencia.

Sin embargo, al tratarse de tecnología, los niveles de calidad pueden variar. Por ejemplo, si se tiene una mala conexión a internet, la videoconferencia puede trabarse, verse u oírse mal, afectando cómo se ofrecen y reciben estos servicios. Además, la calidad del video también depende del dispositivo, no es lo mismo tener una sesión en una computadora que en un celular. También, la reunión está a la merced de la plataforma en donde se llevará a cabo la videoconferencia; si esta tiene algún problema puede que se tenga que cancelar.

Otro tema importante es el de la privacidad. Por un lado, las cámaras están en las casas de los usuarios lo que puede hacerlos sentir expuestos. Además, si la persona vive con otros, puede que no cuenten con un espacio privado para tener la cita sin que lo escuchen, provocando que no hable libremente. Aunado a eso, puede que el paciente tenga problemas para configurar el acceso al video, instalar la plataforma para la sesión como Skype o Zoom, o incluso cómo acceder a la sesión debido a barreras del idioma o porque no tienen suficientes conocimientos y habilidades en el uso de la tecnología.

Cada vez son más los países que tienen la mira en la telesalud como una herramienta para enmendar la falta de atención presencial. Según la OMS, el 70 % de sus miembros han adoptado la telemedicina o la teleterapia, sin embargo, esta cifra depende de los ingresos de cada país. Para aquellos países de altos ingresos, el 80 % reportó que veían el uso de la tecnología para mitigar los retos de ofrecer servicios de salud mental. Sin embargo, menos del 50 % de los países de bajos recursos reportaron usar la telesalud.

Con menos del 50 % de la población siendo atendida por problemas de salud mental, todos los países deberían de aprovechar la facilidad de consultar en línea para brindar ayuda a quien lo necesite, no sólo los países de altos ingresos. Así lo señaló Casey Tallent, directora de iniciativas de salud colegiada y teleconductual en Pathlight Mood & Anxiety Center, “la telesalud nos ha permitido continuar brindando atención a miles de pacientes, que de otra manera no habrían podido recibir la atención de salud mental que necesitaban”, Y es algo que hay que aprovechar.

¿Has utilizado alguna vez la telesalud? ¿Qué opinas de esta manera de acceder a servicios médicos? ¿Crees que sea una buena respuesta ante la crisis de salud mental? Déjanos tus comentarios abajo.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Magisterio. Regreso presencial.No nos resignamos, exigimos un regreso seguro a las escuelas

Por: Sulem Estrada

A pesar de la imposición del regreso presencial a las aulas en condiciones inseguras, docentes y madres y padres de familia no nos resignamos a una “nueva normalidad” signada por los contagios y la muerte.

Con amenazas e intimidación impusieron a 25 millones de niños, niñas y adolescentes y a más de medio millón de maestros y maestras un regreso inseguro a las aulas.

Los contagios al interior de las escuelas comenzaron rápidamente mientras que la política del gobierno y las autoridades educativas es ocultarlos y minimizar la situación. López Gatell insistió en que “La mortalidad en adolescentes y niños ya era muy baja en la segunda ola y continúa siendo muy baja en la tercera ola.” sin tomar en cuenta el incremento de contagios que se ha presentado desde el mes de julio hasta ahora.

Escuelas sin insumos -o con insumos insuficientes pagados del bolsillo de maestros y madres de familia-, aulas cada día más llenas producto de forzar el regreso evitando que se atienda a los alumnos y alumnas a distancia, 7 y hasta 9 horas seguidas de clase en aulas sin la ventilación adecuada son el día a día de las y los docentes y nuestros alumnos.

Es por ello que, mientras pretenden arrodillarnos con jornadas cada vez más largas, salarios que no alcanzan y presupuestos insuficientes para satisfacer las necesidades de las escuelas, docentes, padres y madres de familia de distintos estados de la república como Veracruz, Yucatán, Morelos, Guanajuato, Estado de México, CDMX, y muchos otros, decidimos mantenernos organizados en el Movimiento por un Regreso Seguro a Clases.

Hemos mantenido reuniones quincenales con decenas de maestros de distintos estados. Cada reunión continúa sumándose nuevos compañeros y compañeras que frente a la imposición deciden no rendirse ni adaptarse, sino luchar por mejores condiciones.

Realizamos un foro con trabajadoras y trabajadores del sector salud, pues pensamos que debemos enfrentar la situación unidos y no hay quienes tengan mayor conocimiento sobre qué medidas son las que se deben adoptar para un regreso a clases seguro que quienes han puesto el cuerpo en la primera línea para enfrentar la pandemia. Por lo que también nos sumamos a sus justas demandas de aumento al presupuesto al sector salud y rechazamos los despidos, al mismo tiempo que exigimos que se contrate todo el personal de salud necesario -con plenos derechos laborales- para que todos los trabajadores y sus familias puedan tener acceso a servicios médicos de calidad y atención hospitalaria cuando lo requieran.

Asimismo, realizamos un foro con maestras abogadas del movimiento y abogados solidarios para develar por qué consideramos ilegal el regreso a la presencialidad en las condiciones que nos impusieron, que contó con el apoyo de cientos de compañeros que se sumaron a través de las redes sociales.

Sigamos organizados por la salud y la vida

Las y los maestros agrupados en el movimiento luchamos por vacunas para toda la población, así como por lograr que a las y los docentes nos apliquen el reforzamiento de la vacuna Cansino.

Frente a los contagios exigimos pruebas de diagnóstico gratuitas, de calidad y periódicas para toda la comunidad escolar, así como protocolos claros que garanticen la seguridad y la salud de la comunidad.

También exigimos que el gobierno y las autoridades educativas doten a las escuelas de insumos y condiciones sanitarias óptimas, verificadas por comisiones de salud, integradas por maestros, trabajadores, estudiantes, madres y padres de familia, independientes de las autoridades; así como la contratación de personal médico y para atención psicológica en cada escuela.

Para evitar el hacinamiento en las aulas luchamos por la reapertura de turnos vespertinos y construcción de más escuelas.

Sabemos que todo esto no se conseguirá sin un aumento sustancial al presupuesto educativo mediante el no pago de la deuda pública, impuestos progresivos a las grandes empresas y reorientación del presupuesto destinado a la Guardia Nacional, la cual debe ser disuelta.

Es necesario que la CNTE, así como los sindicatos del sector educativo que se reclaman democráticos como el STUNAM, el SITUAM y todos los agrupados en la CNSUESIC, rompan ya la tregua que mantienen con el gobierno y llamen a los trabajadores a discutir un plan de lucha unificado para que, de conjunto, podamos enfrentar los ataques contra la educación pública.

Asimismo, es indispensable la unidad de todo el sector educativo, así como de todos los sectores de trabajadores que vivimos las consecuencias de la imposición de la “nueva normalidad” y la cada día más creciente precarización, por lo que los llamamos a sumarse al Movimiento para poder enfrentar el ataque.

Los invitamos a la conferencia de prensa que realizaremos este jueves a las 4 pm donde daremos a conocer como hemos vivido las y los docentes este regreso a clases presenciales y nuestro posicionamiento como Movimiento por un Regreso Seguro a Clases a través de nuestras redes sociales.

Fuente de la inforación e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx

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El 75 % de hogares con niños en Ecuador sufrieron mentalmente con la pandemia

https://www.swissinfo.ch

El 75 % de los hogares con niños, niñas y adolescentes dijeron que estos presentaron afectaciones emocionales durante la pandemia, según los resultados de un informe difundido este martes por Unicef en Ecuador.

Asimismo, 4 de cada 10 estudiantes se sintieron más angustiados o tensionados con la educación virtual y en 2020 el suicidio ocupó la segunda causa de muerte en niños, niñas y adolescentes entre los 10 y 19 años en el país, agregó un comunicado de prensa de Unicef.

Como trasfondo, los menores sienten miedo, vergüenza o rechazo a expresar sus emociones, lo que ha llevado a que cada vez más sufran trastornos de salud mental.

Y es que en el mundo 1 de cada 7 adolescentes vive con alguna afectación mental diagnosticada, mientras que en América Latina y el Caribe, son más de 16 millones (15 %) los menores entre 10 y 19 años que viven con una alteración en su salud mental.

En su informe Estado Mundial de la Infancia 2021, «En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia», difundido la semana pasada, el Fondo de la ONU para la Infancia reveló que cada día 10 adolescentes en la región pierden la vida por causa del suicidio.

Este 26 de septiembre, Suiza vota sobre el matrimonio para las parejas del mismo sexo y en torno a la fiscalidad de personas con grandes patrimonios.

Por este motivo Unicef ha lanzado un «chatbot», que opera a través de una plataforma de participación adolescente y juvenil conocida como U-Report y que es una herramienta tecnológica que funciona a través de Facebook y WhatsApp e interactúa con los usuarios de forma anónima conforme a las respuestas que va recibiendo.

Los usuarios pueden interactuar de forma segura en la plataforma y responder encuestas, dar sus opiniones y también recibir información.

En Ecuador ya son más de 25.000 los que hacen uso de esta herramienta tecnológica, denominados «U-Reporters» registrados, mientras que a nivel global, ascienden a más de 16 millones. EFE

https://www.swissinfo.ch/spa/ecuador-infancia_el-75—de-hogares-con-niños-en-ecuador-sufrieron-mentalmente-con-la-pandemia/47022216

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La educación tras la pandemia, ¿20 años borrados de un plumazo?

Por: Otto Granados/elespanol

Ha transcurrido año y medio desde que fue declarada la pandemia de covid-19. Aún no sabemos, con evidencia rigurosa, documentada y concluyente, cuáles serán sus efectos reales sobre el futuro de la educación.

Entre otras razones, porque los gobiernos y formuladores de políticas en todo el mundo y, en especial, en regiones como América Latina y el Caribe (ALC), han tenido que invertir energía y recursos en la provisión temporal de servicios educativos mediante cualquier tipo de modalidades tecnológicas.

Y también en la discusión e instrumentación de acciones para volver a la presencialidad escolar. El balance, pues, está por hacerse.

Veinte años de avances podrían verse borrados de un plumazo. iStock

Por lo pronto, lo que sí podemos observar es que, en casi cualquier aspecto, las consecuencias educativas serán trágicas para todos, en particular, para la población pobre.

Por ejemplo, para el caso de ALC, reportes de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugieren que la desigualdad del ingreso, medida con el índice de Gini, podría aumentar entre 3 y 5 puntos porcentuales por la pandemia.

Esto se debe en parte al cierre de las escuelas y las pérdidas de aprendizaje. De ser así, dice uno de esos informes, veinte años de avances podrían verse borrados de un plumazo.

Por tanto, la revisión de los progresos en las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 parece haber entrado en un impasse, congestionado por la emergencia sanitaria, del que es urgente salir para retomar –y con mayor intensidad– la agenda de fondo.

Una agenda enfocada en lograr una educación inclusiva y equitativa de calidad, promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos y ayudar a las personas a escapar del ciclo de la pobreza.

La pandemia deja unas consecuencias educativas trágicas para todos, en particular, para la población pobre

La primera pregunta es si la noción conceptual de calidad en el ODS 4sigue vigente en lo que será el universo educativo en la etapa pospandemia. No hay una definición única ni dominante del término porque los sistemas pueden tener propósitos y metas diversos para la educación.

Entonces las distintas pruebas y evaluaciones nacionales e internacionales han facilitado la aproximación, a través de los resultados, al aprendizaje de los alumnos y el desempeño de los docentes.

Como es previsible, cuando algunos de estos instrumentos vuelvan a aplicarse –caso de PISA en 2022–, los resultados serán malos. Y, en algunos países –y dentro de ellos, en los deciles de más bajos ingresos–, catastróficos.

Un informe del pasado marzo elaborado por el Banco Mundial calcula el nivel de rendimiento de los niños, indicando que antes ya estaba en el mínimo, pero que si ahora se hiciera la prueba PISA en lectura, su puntaje bajaría.

Sobre todo en el segmento de los pertenecientes a los dos deciles de ingreso más pobres y con escuelas cerradas por 10 meses, de 362 puntos a 321. Pero por otro lado, el segmento de los niños pertenecientes a lo dos deciles más altos, también descendería –de 456 a 426 puntos–.

Según UNICEF, el gasto educativo ha caído un 65% en los países de ingreso medio-bajo, y un 33% en los de medio-alto

En ALC se carece de una simulación similar, pero no hay razones para pensar que pudiera ser distinta, considerando que 11 de los 20 países más afectados por el cierre de escuelas son de esta región.

En suma, es indispensable un ejercicio más riguroso para dotar de una nueva densidad operativa la noción de calidad del objetivo 4. Es decir, desde el funcionamiento del sistema, el currículo y los programas educativos, hasta las dimensiones de pertinencia, gasto y eficiencia, –al menos–.

En segundo lugar, la premisa anterior exige renovar –con la mayor energía y creatividad posibles–, el planteamiento original del ODS 4: que los gobiernos den prioridad a la educación en las políticas y las prácticas.

Si priorizar quiere decir presupuestar, eso no está ocurriendo: según UNICEF, el gasto educativo ha caído un 65% en los países de ingreso medio-bajo, y un 33% en los de medio-alto.

Aunque con variaciones entre niveles escolares y regiones del mundo, la evidencia prueba que la educación, desde la inicial y temprana hasta la superior, tiene una tasa de retorno positiva que oscila entre el 5% y el 21%, indica el Banco Mundial.

Esto quiere decir que la educación sí paga, y esto deben entenderlo los responsables de las políticas económicas.

La crisis sanitaria ha puesto el listón más alto y necesitamos metas más ambiciosas

En tercer término, es verdad que los gobiernos han tenido que dirigir recursos principalmente al gasto en salud. Pero, si las perspectivas de crecimiento para 2021 y 2022 siguen en terreno positivo, es crítico encontrar espacio para asignar mayores recursos a la educación.

Por un lado, como ha recomendado la OEI, para financiar –entre otras cosas– la reapertura de las escuelas y el reinicio de clases presenciales, medir y evaluar la pérdida de aprendizajes y realizar un diagnóstico educativo y socioemocional, y adoptar las medidas tecnológicas y pedagógicas necesarias para recuperar esas pérdidas.

Y, por otro, para aprovechar esta coyuntura en términos de innovación y conocimiento, que hagan competitiva la educación que se imparte. De otra forma, ni habrá inclusión y equidad ni habrá calidad como persigue el objetivo 4.

¿Se trata de volver a empezar? Sí y no. Ya había algunos avances importantes en cobertura e inclusión, pero la crisis sanitaria ha puesto el listón más alto y necesitamos proponernos metas más ambiciosas.

La visión política y económica tradicional dirá que hay otras urgencias, pero, de creerle a Max Weber, «en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez». Lo dijo en 1919 y había, también, una pandemia en el mundo.

*** Otto Granados es presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Chen Yidan Visiting Global Fellow (2019-20) en la Graduate School of Education de la Universidad de Harvard y exsecretario de Educación de México.

https://www.elespanol.com/enclave-ods/opinion/20211012/educacion-pandemia-anos-borrados-plumazo/617818222_13.html

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Los estudiantes universitarios están exhaustos emocionalmente y necesitan ayuda

Por: Paulette Delgado

A más de un año de la pandemia, los estudiantes universitarios de nuevo ingreso están exhaustos mental y físicamente.

A medida de que los estudiantes universitarios de nuevo ingreso toman sus primeras clases presenciales, muchos están emocionados por iniciar una nueva etapa pero también están sintiendo los estragos de los desafíos creados por la pandemia. Según resultados preliminares de la encuesta anual de participación estudiantil para estudiantes universitarios de nuevo ingreso (BCSSE por sus siglas en inglés) las y los estudiantes están agotados y presentan un aumento en problemas de salud mental. El estudio se aplicó a cerca de 50 mil estudiantes de nuevo ingreso desde mayo hasta septiembre de 2021. De los participantes, más del 50 % contestó que se sienten mental y físicamente exhaustos, un 30 % sufre de depresión, el 27 % se siente más solos, otro 27 % siente incapacidad para concentrarse, y un 20 % se siente desesperado.

A casi un año y medio de pandemia y cambios en la normalidad, era de esperarse que surgieran este tipo de problemas, especialmente porque el acceso a apoyo en temas de salud mental también se vio afectado. Otra encuesta que se enfoca en el impacto del COVID-19 en la salud mental de 18,764 alumnos universitarios estadounidenses. De estos, 41.8 % respondió que han buscado apoyo pero, de este porcentaje, el 60.1% dijo que obtener ayuda es algo o mucho más complicado. Por otro lado, el 69 % de los estudiantes dijeron que la administración de su institución les brindó ayuda pero de dónde más recibieron respaldo fue de sus profesores (78 %).

La Fundación JED realizó una guía sobre cómo abordar la salud mental y el bienestar en el campus. Según la Fundación, además de preocuparse por un regreso presencial sin riesgo de contagios, se necesita abordar temas de bienestar mental y emocional. En este sentido, lo primordial es la planificación estratégica. Para garantizar el éxito, el bienestar y la seguridad de los estudiantes se necesita organización, especialmente para garantizar que todos tengan la mismas oportunidades y no excluir a minorías. Este proceso debe incluir a los profesores, el personal y las familias ya que han pasado por los mismos desafíos que los estudiantes, sugiere la fundación.

Debido a que cada institución es diferente, la Fundación JED recomienda realizar encuestas, tener grupos de enfoque, o cualquier otra medida para recopilar datos para saber qué están pensando no sólo los alumnos, sino el personal educativo y las necesidades de toda la comunidad educativa. Después de tener una buena recolección de datos y se creen estrategias, es importante planear cómo comunicarse con la comunidad de manera clara y relevante. Las y los estudiantes, sus familias y el personal docente son bombardeados con actualizaciones e información que cambia constantemente, así que decirles las cosas de manera puntual y oportuna es muy importante para que no haya confusiones. Hacerlo, según la Fundación JED, mejorará la confianza de la comunidad en los procesos y decisiones de las instituciones.

Otra estrategia valiosa es enfocarse en habilidades para la vida ya que estas ayudan a los alumnos a lidiar con los factores estresantes producidos por la pandemia, a tomar decisiones, fomentar la resiliencia y lograr el éxito académico. Ofrecer programas enfocados en conexiones sociales, la empatía, el procesamiento del dolor, manejo del estrés, la atención plena, entre otros, e incluir recursos para el profesorado y el personal administrativo. El Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), por ejemplo, creó una página de recursos integrales para lidiar con el estrés. Además, es esencial recordar que probablemente muchos estudiantes perdieron a alguien cercano debido al COVID-19, por lo que es recomendable ofrecer grupos de apoyo, programas y demás servicios enfocados en el duelo.

Los sentimientos de soledad se han visto exacerbados por el distanciamiento físico durante el último año y medio, por lo que es clave que se promueva la conexión social y crear una comunidad. La Fundación JED recomienda promover programas de apoyo entre pares, siempre que sea posible, e incentivar el activismo estudiantil ya que puede fomentar conexiones y colaboraciones entre los propios alumnos. Sobre este último punto, las universidades deben trabajar con sus estudiantes para garantizar que cuenten con los apoyos y estructuras adecuadas para que se expresen. Proporcionar una variedad de recursos de apoyo, como foros o grupos estudiantiles, es fundamental para permitir que ellos procesen su activismo.

Por otro lado, las personas que trabajan en las universidades muchas veces son la única conexión que un estudiante tendrá, especialmente si su educación es totalmente en línea, por lo que es fundamental tener programas de capacitación y formación para la facultad. La Fundación JED también recomienda promover recursos para que las familias reconozcan las señales de advertencia en jóvenes con problemas de salud mental para que respondan y refieran a los estudiantes el apoyo que necesitan. Además, aconsejan tener información actualizada en sus sitios web principales, no sólo en centros de bienestar o asesoramiento.

También sugieren incluir el bienestar emocional en los servicios de salud del campus. Por ejemplo, dentro de las herramientas de detección del COVID-19, incluir preguntas sobre cómo se sienten emocionalmente y no sólo si han estado en contacto con alguien que haya salido positiva. Estas preguntas proporcionarán datos útiles sobre los desafíos que enfrentan las y los alumnos y no sólo ayudará a planear la mejor manera de atender sus necesidades, sino también es un recurso para que el alumnado reflexione sobre su salud mental. Como se mencionó anteriormente, el 60 % de los estudiantes encuestados informan que la pandemia aumentó la dificultad para atender su salud mental. Los campus pueden considerar la posibilidad de crear boletines o campañas de salud mental para difundir sus recursos y hacerlos más accesibles. El sitio web del Centro de asesoramiento de la Universidad de Pittsburgh es un buen ejemplo de cómo mostrar todos los servicios disponibles. Por su parte, el Tec de Monterrey creó el programa “Tqueremos” que se enfoca en el bienestar integral de los estudiantes, brindando apoyo emocional, social, financiero, ocupacional, espiritual, intelectual, física y social.

Para que los recursos de atención de salud mental sean más integrales y efectivos, la Fundación JED recomienda incrementar el personal de apoyo, que la diversidad del personal refleje la población estudiantil, flexibilidad en los enfoques de tratamiento y proveedores fuera del campus que ofrecen servicios complementarios o especializados. Por otro lado, la fundación insiste en considerar a los profesores dentro de estos programas ya que de esta manera ellos también pueden procesar sus experiencias y trauma con respecto al impacto de la pandemia al mismo tiempo que apoyan las necesidades de los estudiantes.

Por último, la Fundación JED aconseja tener un protocolo de emergencia claro y accesible para guiar a la comunidad. Proporcionar información de emergencia como números de teléfono para situaciones de crisis, chats o servicios de texto también es de gran ayuda. La información que proporcione la universidad debe ser clara de manera que sea sencillo para la comunidad universitaria encontrar estos recursos y puedan compartirlos con sus compañeros y colegas. Las universidades también deben estar preparadas con información y protocolos sobre qué hacer en caso de que algún alumno muera debido al COVID-19, cuando se presente algún caso de suicidio u otro tipo de accidente o enfermedad. Saber reconocer, responder y referir a los estudiantes que presentan problemas de salud mental y tendencias suicidas puede ayudar a prevenir crisis.

La encuesta anual de participación estudiantil para estudiantes universitarios de nuevo ingreso reporta que los estudiantes se mantienen optimistas, a pesar de estar exhaustos emocionalmente. Ahora que más universidades están retomando las clases presenciales o usan modelos híbridos, es indispensable dar prioridad a la salud mental de la comunidad, planear la mejor manera de apoyar tanto al alumnado, profesorado, así como también a las familias y la comunidad.

¿Has considerado que la pandemia te ha afectado emocionalmente? ¿Te sientes más agotado? ¿Crees que tu universidad tiene buenos recursos sobre salud mental? ¿Los conoces? Deja tus comentarios abajo.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx

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