Page 22 of 2435
1 20 21 22 23 24 2.435

Precarización laboral: un triunfo empresarial

Por: Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

Si bien Adam Smith (1723-1790) es considerado como el fundador de la economía liberal clásica, los liberales, neoliberales y libertarios contemporáneos nunca han sido consecuentes con la teoría del valor-trabajo de Smith, sino que la rechazan. Es decir, desechan precisamente el lado científico del fundador, para dedicarse a las simples consideraciones del mercado y los precios. Y lo extienden a lo que han bautizado como “mercado laboral” o “mercado del trabajo”, con lo cual borran toda consideración sobre los derechos laborales, que solo aparecen como estorbos u obstáculos al mercado libre y a los empresarios.

Pero Smith vivió la época de inicios del capitalismo, mientras que los liberales contemporáneos, entre los que hay que contar a los más alabados, como Friedrich von Hayek (1889-1992), Milton Friedman (1912-2006), Ludwig von Mises (1881-1973), Murray Rothbard (1926-1995) y otros tantos entre la Escuela Austríaca y el Anarcocapitalismo, han vivido la época que va del imperialismo a la crisis civilizatoria del presente. Smith apenas pudo observar el problema social creado por el capitalismo, aunque tuvo la perspicacia de comprender que del trabajo de los obreros provienen las ganancias de los capitalistas, una realidad que consideró algo propio a las “leyes naturales” del sistema. Por eso, fueron los críticos del liberalismo clásico, que experimentaron directamente las enormes consecuencias sociales de la miseria obrera y la opulencia de las burguesías, quienes desarrollaron teorías anticapitalistas al compás del avance del siglo XIX. Prácticamente en la segunda mitad de ese siglo, Karl Marx (1818-1883) desnudó las leyes del capitalismo y descubrió, superando a Smith, que la burguesía se apropia de la plusvalía, es decir del valor creado por los proletarios, por sobre el valor de su fuerza de trabajo.

Durante el siglo XIX fueron crecientes las reivindicaciones obreras; y sus acciones, siempre reprimidas incluso en forma sangrienta, inevitablemente condujeron a que los Estados comenzaran a proclamar derechos laborales, para evitar no solo la agudización de lo que Marx llamó lucha de clases, sino por el temor de una revolución social que condujera al socialismo. Todos esos procesos han sido ampliamente estudiados por una gigantesca cantidad de obras y artículos, que han afirmado el desarrollo de las ciencias sociales.

Pero, sin duda, América Latina siguió procesos diferentes. El coloniaje europeo fue el que marcó las bases estructurales del subdesarrollo, la dependencia y la extrema polarización social que heredaron los Estados nacionales, una vez concluidas las guerras de independencia anticolonial en la región. Durante el siglo XIX fueron aisladas y pocas las conquistas sociales, como la abolición de la esclavitud, del tributo de indios o de las formas más oprobiosas del trabajo servil. De modo que es con el siglo XX y el despegue del capitalismo en América Latina, aunque en forma diferenciada entre países, cuando el desarrollo de las clases obreras y el auge de las luchas indígenas y campesinas provocaron el surgimiento de la legislación laboral. A consecuencia de la Revolución Mexicana, se expidió en este país la Constitución de 1917, que fue la primera en reconocer el principio pro-operario, jornadas máximas, salario mínimo, descansos, protección de menores y mujeres, sindicalización, indemnizaciones por despido y otros derechos de los trabajadores, así como de los campesinos sobre las tierras. Esa Constitución inspiró el desarrollo de la legislación social en otros países latinoamericanos. Desde luego, las conquistas llegaron con el ascenso de masas, de las clases trabajadoras y la acción de intelectuales y políticos sensibles a las demandas sociales.

Ese ascenso fue parcialmente detenido por la Guerra Fría, que en América Latina tomó raíces a partir de la Revolución Cubana (1959). Los derechos laborales fueron afectados y los empresarios acusaban de “comunista” a cualquier reivindicación laboral, especialmente si era sindical. Las terribles dictaduras militares de los 60 y 70 ante todo arremetieron contra demandas laborales y persiguieron a dirigentes. El inicio de las democracias estables al comenzar la década de 1980 permitió retomar la defensa de los derechos laborales. Fue por poco tiempo. Enseguida, los acuerdos con el FMI, la penetración de la ideología neoliberal y la globalización transnacional que resultó del derrumbe del socialismo de tipo soviético, crearon las condiciones favorables para que las elites empresariales definieran un conjunto de consignas orientadas a flexibilizar y precarizar las relaciones laborales, lo cual significó el golpe histórico a los derechos conquistados desde inicios del siglo XX.

En definitiva, los derechos laborales se desarrollaron ante la necesidad de proteger a los trabajadores de las arbitrariedades de los capitalistas, que en la época de Smith sobreexplotaban a obreros que trabajaban sobre las 12 horas diarias, recibían salarios miserables, no tenían descansos y peor seguridad. Su condición humana era morir trabajando para los capitalistas. Y similar historia es la que siguió América Latina, de lo cual existen estudios e investigaciones en todos los campos de sus ciencias sociales.

Liberales, neoliberales y libertarios contemporáneos no solo desconocen esa historia. Imaginan que el mercado libre podría operar como suponen que ocurría en la época de Smith. Y desde las dos últimas décadas finales del siglo XX han promovido la flexibilización de las relaciones laborales, que implica la anulación de los derechos históricamente ya avanzados. En América Latina, todos los países con gobiernos condicionados por los intereses empresariales han alimentado ese proceso. El resultado es que han provocado la agudización de la lucha de clases, no han solucionado el problema del empleo, han aprovechado de la precarización, del desempleo, el subempleo y la informalidad para presionar contra los marcos legales que han protegido a los trabajadores formales. En la región no hay disposición empresarial para crear, por lo menos, economías sociales de bienestar.

Es en ese marco que se inscribe la consulta popular y referéndum convocados por el presidente Daniel Noboa en Ecuador y que se realizará el 21 de abril (2024). Bajo un clima de inseguridad generalizada, desarticulación del Estado y penetración de mafias, que son herencias dejadas desde 2017 por los gobiernos de Lenín Moreno y del banquero Guillermo Lasso, se preguntará a la población si quiere que se modifique la Constitución para poder imponer el trabajo por horas y los contratos a plazo fijo, actualmente prohibidos por esta Carta. Es una nueva estrategia de legitimación de políticas flexibilizadoras contra los trabajadores, que aprovecha precisamente la incapacidad de atender al empleo y que, de tener éxito, la experiencia del país seguramente será replicada en otros países de la región. Pero tampoco está lejos la experiencia que ha comenzado a vivir Argentina, donde toma vuelo el sui géneris libertarianismo, que igualmente se propone arrasar con derechos laborales. En Ecuador opera en forma gradual y en Argentina mediante el shock. Da igual: de la mano de gobiernos empresariales y de empresarios presidentes, el libertarianismo ofrece un futuro de mayor inestabilidad, explotación e inseguridad. Solo pueden detenerlo los mismos trabajadores.

Blog Historia y Presente
www.historiaypresente.com

Comparte este contenido:

El regreso de la crítica irreverente para electrocutar saberes. COLECTIVO CORTOCIRCUITOS 2.0

Hace siete años, la columna Cortocircuitos vio la luz pública. Luego de un paréntesis necesario que se prolongó por más tiempo del que pensábamos, ¡estamos de regreso!

La intención de fondo no ha cambiado: ejercer una crítica rigurosa y a la vez irreverente, nunca complaciente, mucho menos cómplice del poder. Lo nuestro no es ni será callar, ocultar o tergiversar las ideas, haciendo malabares discursivos para terminar justificando el razonamiento que dicta lo que se debe de hacer. Seguimos empeñados en desmontar saberes, prácticas, conceptos, teorías y discursos que obscurecen el pensamiento e impiden comprender lo que acontece en estos tiempos sombríos y complejos.

Ni antes ni ahora hemos sido críticos light, de esos que nunca cuestionan el régimen que los sostiene y por lo mismo, a nadie incomodan; de ahí a ser asesores o líderes que se erigen en voceros de los que luchan poniendo el cuerpo, solo hay un paso.

Los críticos feroces de la reforma educativa 2013, hoy guardan silencio ante el gobierno de la 4T que prometió cancelarla. Los otrora beligerantes activistas, dirigentes y representantes del magisterio democrático y la magisteria revoltosa, los mismos que lucharon contra una reforma que pulverizó lazos gremiales y desmanteló derechos conseguidos a fuerza de movilizaciones y protestas, hoy son funcionarios al más alto nivel, se transformaron en explicadores y declarantes de lo que hay que pensar y decir, consejeros del mismo poder que se apropió de las iniciativas pedagógicas y de los programas alternativos que no sin dificultades, esfuerzo sostenido, creatividad y mucha organización, construyeron las resistencias magisteriales.

En los años recientes, hemos atestiguado lo impensable, un gobierno progresista logró lo que ningún otro: desmovilizar, fragmentar y aislar las resistencias magisteriales. Para nosotros, la lección más importante que podemos extraer de este hecho es que la crítica debe cambiar. Y eso pasa por cuestionar nuestros propios principios, valores, formas de pensar y sentir. Se lee sencillo y se escribe rápido, pero en realidad es doloroso reconocer que de las críticas y estrategias de lucha de siempre no surge nada nuevo, mucho menos de la sordera o negativa a aceptar los errores políticos cometidos.

Por todo ello, en esta nueva etapa ratificamos nuestra apuesta por una crítica reveladora, ajena a la complacencia, ejercida desde otros valores y otra concepción sobre la política. Estamos de regreso, pero no olvidamos ni hacemos a un lado nuestro código ético-político:

“La crítica no es un dictado alterno, no les dice a los poderosos lo que debe hacerse o lo que debían haber hecho. La crítica es un “desafío a lo existente”. Es un instrumento de quienes luchan y no toleran lo existente.

El crítico no es el que habla por los demás, descubre verdades ocultas y pregona la verdad subyacente de las cosas. Llamamos críticos a quienes desafían el orden existente y cuestionan las formas de sujeción y los regímenes de poder.

La función intelectual no consiste en re-presentar a quienes luchan, mucho menos ser la conciencia crítica de la ´época, sino denunciar todas las formas de poder donde trabaja, donde es su instrumento y su personaje: en el saber, en la verdad, en el conocimiento.

La práctica intelectual, no le dice a los demás qué hacer, cuándo o cómo. No sustituye a quienes luchan ni programa su acción política. La práctica intelectual escudriña lo existente y reta los saberes del poder” (https://insurgenciamagisterial.com/investigadores-de-la-upn-ajusco-inician-la-publicacion-de-su-columna-cortocircuitos/ )

¡Estamos de regreso! Y eso nos entusiasma y desafía, más aún en estos tiempos revueltos en los que  la realidad cambia constantemente, tornándose cada vez más compleja. Por ejemplo, después de la pandemia han emergido o se han ocultado nuevos problemas, o quizá sean los mismos añejos de siempre, pero con rostros nuevos. Otro ejemplo es el de la violencia escolar; la de hoy no es la misma que la de hace tres décadas. Analizarlos y discutirlos desde las mismas perspectivas, con los mismos conceptos de siempre, difícilmente nos permitirá construir modos distintos de enfrentarlos.

Existen otras problemáticas prácticamente ignoradas en el análisis educativo, como la superexplotación de que son objeto los y las docentes de todas las instituciones y niveles educativos del país, a pesar de que cotidianamente aparecen aquí y allá señales de su existencia, en forma de memes, bromas o quejas sobre sus estragos en la salud física, mental y afectiva del magisterio. Las señales también están presentes en las acciones colectivas, como las recientes marchas y la suspensión de labores para exigir mejores salarios a fines del 2023.

En esta nueva etapa a la que hemos llamado Cortocircuitos 2.0, nos interesa continuar con el análisis político de coyuntura, pero también enfocarnos en determinados temas. Enunciamos los que para nostrxs resultan fundamentales.

  • Partidos políticos y proceso electoral
  • Procesos de reforma y políticas educativas
  • Continuidad neoliberal en la educación
  • Súper explotación del trabajo docente: intensificación, extensión, precariedad
  • El sistema de opresión en la educación y la escuela
  • Violencia política, institucional y escolar
  • Luchas y resistencias magisteriales, en defensa de la educación pública y lo común (micropolítica; resistencias cotidianas; pedagogía del cuidado, ecofeminismos)

Algunos de estos temas los hemos abordado de forma recurrente, otros de manera intermitente en los video programas y artículos producidos a lo largo de estos siete años de vida, al igual que el análisis de asuntos coyunturales.

Contrarios al trabajo solitario del intelectual, reafirmamos nuestra concepción del ejercicio de la crítica como una práctica de los distintos para producir algo en común sin renunciar, mucho menos ocultar las diferencias.

Atendiendo a ello, sirvan estas líneas para anunciar el regreso de los Cortocircuitos, ahora como un colectivo más amplio, pero igualmente heterogéneo. Además de la banda de lxs 3, Roberto, Lucía y Marcelino, se incorporan como nuevos integrantes, Jessica Arciniega, Marlene Escobar y Norberto Soto.

He aquí una breve semblanza de sus inquietudes e intereses analíticos

Jessica Arciniega estáinteresada en mostrar las acciones, relaciones y efectos que se dan en un espacio político como lo es el escolar, cuando ciertas figuras docentes consideradas disruptivas, interpelan y abren posibilidades para estirar y desbordar los límites de la heteronormatividad que caracteriza a las instituciones educativas, en los discursos que tienen lugar ahí, las prácticas que se viven, la forma como circula el poder y las jerarquías que se establecen.

Por ejemplo, reconocer la presencia de docentes gays, lesbianas y trans en la educación es (en apariencia) coherente con los principios de inclusión, derechos humanos y no discriminación de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), sin embargo, la escuela está permeada por prácticas y tipos de relaciones donde prevalece la discriminación. De ahí la importancia de abonar a la crítica de la realidad escolar.

Marlene Escobar buscadesmontar la idea de que los docentes solo trabajan en la escuela y una vez fuera de ella son libres de ocuparse en lo que más y mejor les convenga. De igual manera, le interesa analizar la noción de vocación como una cadena de fuerza con la que se somete a los docentes para aceptar condiciones adversas de trabajo y junto con ello, asumir responsabilidades que rayan en el sacrificio. El discurso de la vocación ha sido utilizado políticamente en diferentes momentos históricos para señalar a los docentes como los responsables de todos los problemas, o bien, como los salvadores únicos de lo que ocurre en la educación. Por lo mismo, se les conmina a acatar regulaciones cambiantes, no quejarse y hacer lo que las autoridades educativas les exigen.

Abrir espacios donde el debate sea el instrumento para construir otros caminos posibles, pasa por conocer y analizar por qué los docentes hacen lo que hacen y no otras cosas, sus experiencias y modos de resistencia ante los cánones hegemónicos,

Norberto Soto analiza la forma en que el gobierno de la 4T busca presentarse como heredera de las gestas populares del pasado ─en el caso de la nueva revista educativa de la SEP, Asalto al Cielo- en su intento por expandir su hegemonía entre el magisterio de cara a las próximas elecciones, y en el contexto de la simulación que llevó a cabo respecto a la “derogación” de la reforma educativa peñanietista, conservando y profundizando los planes neoliberales para la educación a pesar de que se modificaron algunos aspectos punitivo-evaluativos.

Pensar en la manera en que la superexplotación del trabajo docente se manifiesta en la educación superior, en el marco de los cacicazgos universitarios que controlan a las universidades públicas estatales del país, es su principal línea de trabajo.

Vale la pena mencionar su colaboración en el reciente cuaderno de batalla número 5 “La super explotación del trabajo docente”, escrito junto con ellxs.

Nuevamente. ahora desde este colectivo llamado Cortocircuitos 2.0, continuaremos intentando electrocutar aquéllos saberes empeñados en decirnos cómo debemos pensar y qué debemos hacer ante una realidad que no admite rutas únicas.

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

Comparte este contenido:

Rizoma de la educación propia

En este primer ciclo escolar de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), acontece un interesante proceso: el agenciamiento de los planteamientos abstractos plasmados en su proyecto general, así como en los planes y programas de estudio, donde maestros negocian, gestionan los lineamientos de la política pública nacional, estando en sus contextos escolares específicos, a partir de experiencias pedagógicas y didácticas concretas. De esa simbiosis, puede resultar la coevolución del cuerpo vivo de una reforma educativa o bien, el fenecimiento material e intelectual de sus preceptos teóricos.

La complejidad de este micrositio de la realidad escolar y comunitaria es poco asequible a la investigación tradicional, digamos a la mirada del otro, externo a las vivencias cotidianas de las comunidades de aprendizaje; también, porque los informes de las autoridades oficiales suelen hacer generalizaciones en apologías de la macropolítica. Ahí, en las ausencias que padecen lo abstracto y lo macro, radica la importancia de que los maestros hablen, escriban, narren, registren, sistematicen, teoricen e investiguen en primera persona, para dar cuenta de los procesos socioeducativos en el territorio.

La relación dialógica que se da en este círculo de teoría-práctica-teoría, en primera persona del singular “maestro”, y del plural “comunidad”, es fundamental para elaborar propuestas de incidencia que se puedan recuperar en otras cartografías del aprendizaje; incluso, para construir las bases de una educación propia, que no se hace en soledad, sino, se teje en compartencia; es decir, con los otros que nos identificamos en una colectividad en constante transformación, ya sea con la NEM o las educaciones alternativas.

Las narrativas contadas por los docentes o la sistematización de experiencias elaboradas por el nosotros de un proyecto en comunidad, son el germen de una educación propia que se asemeja más a un rizoma y no al tallo vertical de una estructura orgánica; en esta última se espera la asimilación de las directrices conducidas de arriba abajo, por medio de las instituciones oficiales. En cambio, la educación nuestra adopta la morfología y el comportamiento de un rizoma: se enraíza con más vehemencia en las condiciones tropicales del terruño, crece horizontalmente en ramificaciones interconectadas, cuyos nutrientes son esas experiencias compartidas en redes de colectivos de maestros que dan vida a la movilización pedagógica.

Sin negar la evidente fortaleza de las estructuras sindicales democráticas, tal es el caso de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, en el sostenimiento de movimientos pedagógicos disidentes en México; estas redes de colectividades son las que han hecho prevalecer los proyectos contrahegemónicos. Por décadas se han desarrollado con independencia de los cambios de dirigencias y liderazgos, su organicidad no depende de la continuidad o el ascenso de las corrientes políticas internas, más bien, de su capacidad autónoma para ponderar la educación popular como una vertiente de la democratización social.

Es deseable que las autoridades, estructuras directivas y técnico pedagógicas de la Secretaría de Educación Pública procesen la necesidad de explicar, difundir o acompañar la política pública y la NEM; pero es mejor todavía abrir los canales para que se exprese el protagonismo de los maestros de a pie, generar los espacios de encuentro de sus vivencias curriculares, áulicas y comunitarias, no sólo en salas y auditorios, fundamentalmente en el sitio de las escuelas reconocidas por sus avances; incluso podrían ser georreferenciadas las propuestas más destacadas en mapas interactivos digitales.

Los antecedentes demuestran que cuando hay cambios de gobierno, aun si representan la continuidad de una misma alianza partidista, el proceso de reforma educativa se ve afectado por las reingenierías administrativas y de la política pública; lo hace de manera más drástica si se dan alternancias de partido y rupturas entre las élites gobernantes. En nuestro país, cada sexenio imprime su propio sello educativo y ninguno termina de asentarse por completo.

En cualquier caso, la organización rizomática de un proyecto educativo democrático es la senda más segura hacia la trascendencia de los cambios gubernamentales y del régimen. Nos lo han demostrado las alternativas populares de la izquierda magisterial. Sobrevivieron al periodo más aciago del neoliberalismo, se fortalecieron al margen de los condicionamientos constitucionales que no dejaron fisura para la autonomía profesional, pero tuvieron que ejercerla contra hostigamientos administrativos y laborales del aparato de control burocrático del Estado. La morfología de la NEM no termina por definirse todavía, entre sus posibilidades está abrirse hacia un movimiento pedagógico rizomático o cerrarse como una reforma enteramente dependiente de las estructuras estatales y sus cambios gubernamentales ¿Qué papel jugarán los maestros en estas definiciones?

*Doctor en pedagogía crítica

Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/02/29/opinion/rizoma-de-la-educacion-propia-1242

Comparte este contenido:

Enseñanzas y perspectivas

Antonio Antón

La izquierda alternativa, diferenciada del PSOE y de la izquierda nacionalista, está en un proceso transitorio de rearticulación política y organizativa.

 

La coalición Sumar y Podemos, además del Partido Socialista, se han llevado un batacazo en las elecciones gallegas. Junto con la experiencia de sus tensas relaciones en los últimos meses y los retos inmediatos de las elecciones europeas exigen una reflexión colectiva. Se trata de valorar su papel y su futuro, en el marco del objetivo compartido de reforzar el bloque progresista, democrático y plurinacional frente a la ofensiva de las derechas.

 

En un libro reciente, Izquierda transformadora, he analizado el proceso de formación de ese espacio sociopolítico y electoral y sus características, así como sus límites y sus retos estratégicos; en un artículo anterior, Sumar y Podemos en la encrucijada, he expuesto y comparado, con datos del CIS, su representatividad electoral para establecer una base objetiva sobre su doble relación de cooperación y competencia. Se trata ahora de sacar las enseñanzas de estas dificultades y tentativas articuladoras últimas para desbrozar el camino de su refundación, en el que están inmersos, definir las perspectivas sociopolíticas y promover el necesario empuje reformador para garantizar el avance social y democrático.

 

Declive y refuerzo de las fuerzas del cambio de progreso

 

En el declive de Unidas Podemos, y de las fuerzas del cambio de progreso en general, intervienen tres tipos de factores: la estrategia de los poderes fácticos -política, institucional y judicial- de acoso y aislamiento a Podemos; la renovación y el giro hacia la izquierda por parte del Partido Socialista, en el llamado ‘sanchismo’ (2018/2019), tras casi una década de crisis interna y de su orientación estratégica socioliberal, y la fragmentación de la izquierda transformadora.

 

Ese debilitamiento se quiso afrontar con la renovación del liderazgo de Yolanda Díaz, en el ámbito institucional de UP, acompañado por Jone Belarra como Secretaria General de Podemos, como motor del conglomerado. Pero ese diseño colaborativo y de cierta renovación dentro de la lógica de continuidad de Unidas Podemos y su ampliación, se frustró.

 

La estrategia de división y aislamiento de Podemos ha tenido un relativo éxito, sobre todo por la descalificación mediática y el acoso de los poderes fácticos, pero también por la promoción comparativa de Yolanda Díaz y Sumar. Constituían una alternativa más moderada, dialogadora o transversal, pero con mayor respaldo público, a tenor de los estudios demoscópicos, así como con el trasvase de una parte del anterior electorado y los grupos políticos vinculados con Unidas Podemos, más exigente, crítico y de izquierdas.

 

Por otra parte, hay un interés socialista por rebajar la presión por su izquierda y garantizar una mayor normalización política, especialmente dirigido hacia Podemos, que constituía un desafío por su política confrontativa con los poderosos. Así, han conseguido dejarlo en una posición subalterna, aunque todavía con influencia sociopolítica y, en algún caso, determinante, aunque pendiente de comprobar su legitimidad pública en las elecciones europeas, el alcance de su estrategia de reafirmación y su capacidad de supervivencia como actor relevante.

 

Ante el no reconocimiento de su representatividad en el seno del grupo parlamentario de Sumar, tal como reclamaban, y la consecuencia de su inoperatividad política, era bastante inevitable su salida del grupo para intentar tener mayor iniciativa política y pública. La división ha sido dura y su futuro es difícil. Falta saber, tal como vaticinan algunos augurios, si se produce una derrota global en las elecciones europeas y, a más largo plazo, si logra una supervivencia suficiente para encarar su remontada.

 

Aquí habría que distinguir entre pronóstico y plan. El diagnóstico y la profecía del hundimiento político y electoral de Podemos está en el debate público. Es una hipótesis que, en muchos casos, se basa en ciertos hechos pero, sobre todo, en el deseo normativo de distintos actores. Y ello se convierte en plan para conseguir su irrelevancia global. Aparte de denotar poco respeto por el pluralismo político, la cuestión a valorar de ese plan es en qué medida es factible y realista y si perjudica (o no) al conjunto de las izquierdas, aunque revierta en una ventaja relativa para Sumar (con sus aliados), que ocuparía todo ese espacio, probablemente minorizado.

 

Por otra parte, hay que dejar abierta la posibilidad de ver si se modifican las condiciones unitarias para las próximas elecciones generales (y municipales y autonómicas) o, en caso contrario, si es capaz Podemos de persistir con un mínimo de representatividad electoral.

 

Por tanto, dentro del posible debilitamiento de ambos o, bien, en el mejor de los casos, de su respectivo fortalecimiento orgánico, más o menos asimétrico, en el que están empeñadas ambas dirigencias, las dificultades mayores son para Podemos, para mantenerse como un actor para tener en cuenta en el escenario público e institucional y condicionar el proceso social y político. Es el emplazamiento inmediato que tienen ambos para las elecciones europeas, especialmente la formación morada, más aislada mediáticamente. Veamos estas perspectivas.

 

La división y el difícil camino unitario

 

Desde la lejana oposición a un Ejecutivo continuista entre PSOE y Ciudadanos, que supuso el inicio de la gran fractura interna entre los llamados errejonismo y pablismo, Podemos, partidario de un cambio sustantivo de progreso, es percibido como una amenaza para la consolidación de la normalización política y el continuismo de la gestión gubernamental socialista. Tiene una actitud reformadora más valiente y exigente, especialmente en el ámbito socioeconómico y democrático, así como en el internacional. Supone un freno a las medidas gubernamentales derivadas de una reorientación centrista o el retroceso de derechos, cuestión que genera fricción, como en los últimos casos sobre la reforma punitivista de la Ley de ‘solo sí es sí’, los recortes en el subsidio de desempleo o el estancamiento de la ley de vivienda, así como en la exigencia de una solidaridad más contundente con el pueblo palestino y el rechazo al genocidio del Gobierno israelí…

 

No obstante, las propuestas reformadoras de la mayoría dirigente de Podemos, nada radicales o utópicas, podrían encajar en una negociación plural y consensuada de la mayoría parlamentaria progresista y, en particular, con Sumar. Además, puede ser un puente en la alianza plurinacional y la reforma territorial y del Estado. O sea, Podemos tiene un proyecto transformador diferenciado en algunos aspectos y es más ambicioso; pero comparte objetivos comunes con el conjunto de las fuerzas del bloque progresista o democrático y plurinacional. Por tanto, es compatible con una estrategia global de garantizar la estabilidad del Gobierno, sin ser seguidista o estar subordinado a todas y cada una de las medidas gubernamentales aprobadas, cuestión que cabe en un acuerdo desde la pluralidad.

 

En todo caso, el problema principal del conjunto de esa izquierda alternativa es el de la capacidad transformadora real, no solo discursiva o de habilidad negociadora, basada en una relación de fuerzas sociopolíticas que condicione al poder establecido y las instituciones parlamentarias y ejecutivas para el avance sustantivo en condiciones y derechos para las mayorías sociales. Es el auténtico sentido de la política ‘útil’ que reclaman ambos, Sumar y Podemos. Luego viene la pugna por el relato de cuánto se ha avanzado y para quién y, sobre todo, quién y cómo se ha conseguido, y se ve beneficiado por el incremento de su legitimidad pública y su acceso a mayor poder institucional.

 

Existe una disputa sobre el alcance y sentido de las reformas impulsadas y los objetivos de la estrategia reformadora, así como sobre la recomposición del espacio progresista y el peso socio-electoral e institucional de sus distintas corrientes para condicionar la dinámica política: socialista, Sumar, nacionalismo de izquierda y Podemos. Y si nos atenemos a la izquierda transformadora confederal, entre sus dos alas: la moderada, amable o transversal, y la más resistente, exigente o de izquierdas. Y este reequilibrio y la convivencia a través de un pacto mínimo, al menos para las próximas elecciones generales, y dadas las constricciones de la normativa y los componentes competitivos y de legitimación democrática en los procesos electorales, debiera atenerse a los procedimientos democráticos básicos de respeto a la pluralidad y basarse en los objetivos compartidos y la negociación y regulación de los disensos.

 

Partimos hoy desde la realidad de la primacía socialista, la distinta representatividad e influencia del resto de actores, así como las diferentes ventajas y desventajas derivadas del contexto. Pero, hay que arbitrar un mecanismo objetivo y democrático de articulación orgánica del conjunto del espacio alternativo, dentro de una cultura integradora y de respeto a la pluralidad.

 

Un espacio alternativo diferenciado de la socialdemocracia

 

La consolidación del bipartidismo es difícil, al menos en la izquierda, con la completa hegemonía del Partido Socialista, a través de la mayor absorción, minoración y subordinación de Sumar y la (casi) marginación de Podemos, que haría innecesario incluso un gobierno de coalición y se abriría su acariciado objetivo por gobernar en solitario o con mayor autonomía respecto de su izquierda; igualmente, respecto del nacionalismo de izquierda (ERC, EH-Bildu y BNG), aunque es más difícil su neutralización por el peso de la plurinacionalidad de la sociedad española.

 

No obstante, el conflicto social y democrático (incluido el ecológico, el feminista y el territorial) persiste y hay espacio sociopolítico para una izquierda social y política transformadora o, si se quiere, una fuerza democratizadora del Estado y reformadora de lo socioeconómico y laboral -un nuevo y renovado laborismo-. En ese sentido, la existencia y relevancia de Podemos, frena tres dinámicas problemáticas: La moderación de Sumar con su subordinación a la estrategia socialista; la propia tendencia centrista o socioliberal del PSOE, y la desarticulación de un frente plurinacional relevante, incorporado a la llamada dirección de Estado, vista con recelo en la izquierda moderada y sin convicciones federalistas. Pero ese digno y valiente papel, con el desafío al poder establecido y las inercias adaptativas, es el fundamento que explica su freno por los poderes fácticos.

 

Por tanto, el debilitamiento de Podemos sería perjudicial para mantener un espacio sociopolítico y electoral relevante autónomo del Partido Socialista, con un empuje transformador; además, su refuerzo también debiera representar una dinámica unitaria con los distintos grupos de Sumar, con los que comparten muchos objetivos de progreso frente a las dinámicas reaccionarias. Todavía hay vasos comunicantes entre las bases sociales de las dos sensibilidades y con la socialista. Así, se debería tender, especialmente por abajo, al establecimiento de puentes unitarios y consensuar una competencia ordenada y democrática que defina los equilibrios representativos en cada coyuntura, y se puedan sumar realmente todos los esfuerzos transformadores con su representatividad real.

 

En definitiva, al igual que en los grandes movimientos populares progresistas o amplios frentes sociales y políticos, es posible combinar diversidad y colaboración, frente al bloque de los poderosos. En consecuencia, es conveniente resaltar los intereses y objetivos comunes, así como consensuar los procedimientos democráticos para articular las estructuras orgánicas y de representación y la regulación de los desacuerdos y la pluralidad existentes. Ello permitirá reforzar la credibilidad de una representación política alternativa con una rearticulación político-organizativa positiva, en beneficio de las fuerzas progresistas y el avance social y democrático de la sociedad.

 

Arraigo social y reactivación cívica, claves para la remontada alternativa

 

Hay un problema estructural en la conformación de la izquierda transformadora: su vinculación con el tejido asociativo y popular, con los movimientos sociales y sus activistas, incluido el sindicalismo, el feminismo y el ecologismo, muchos con doble militancia en organizaciones sociales y políticas, así como con las demandas surgida de abajo, de la propia sociedad civil.

 

En esta década, se ha construido una representación política al calor de un amplio y heterogéneo movimiento popular, por la activación cívica y la protesta social progresista simbolizadas por el movimiento 15-M. Pero, aparte del descenso relativo de la movilización social -salvo la cuarta ola feminista y ciertas movilizaciones parciales, como la de la sanidad pública o los pensionistas-, se ha producido un giro estratégico, discursivo y organizativo por la preferencia de la acción comunicativa, como constructora de campo electoral, y la acción institucional como gestión reformadora que legitima y reproduce a esa representación partidaria.

 

No obstante, esos dos ejes, discursivo e institucional, son insuficientes para evitar su declive representativo. Y, junto con otras causas, como el acoso político y mediático y la capacidad renovadora del propio Partido Socialista, se ha ido viendo el factor decisivo de otro rasgo fundamental de su articulación: el déficit de su arraigo social, denominado mediáticamente como inserción en el territorio. Se trata de esa vinculación real y directa con la gente, especialmente la más activa y sensibilizada, con su problemática y sus aspiraciones para articular las políticas públicas. El impacto ha sido evidente en los últimos comicios autonómicos gallegos, al igual que en los anteriores del 28 de mayo, sin que en unas elecciones generales como las del 23-J tenga el mismo peso al complementarse con la credibilidad gestora y transformadora del conjunto del país.

 

En ese sentido, la prioridad reformadora de la izquierda alternativa, dentro del bloque progresista, democrático y plurinacional, no es solo sobre las cosas cotidianas de las condiciones de vida, trabajo, protección pública o sostenibilidad medioambiental de las mayorías sociales, sino también la necesidad para abordar y ser creíble respecto de las políticas globales, las estrategias y los relatos que están vinculadas con ellas. Y, normalmente, están en pugna con los de las derechas reaccionarias, incluso con el socioliberalismo continuista.

 

Forman parte de la legitimación y articulación de las representaciones políticas, su papel mediador con las demandas populares y, por tanto, por la pugna -legítima- por el poder institucional. Se trata de ligar esas aspiraciones ciudadanas inmediatas con la problemática de fondo sociolaboral, económica y democrática, con un objetivo más profundo de la justicia social y la democracia, con la defensa del Estado de bienestar y de derecho y los servicios públicos, con la redistribución pública, la justicia fiscal y la protección social, por una dinámica igualitaria y emancipadora, característica de la izquierda democrática.

 

Por tanto, la solución viene por el refuerzo de ese arraigo social y la voluntad y la credibilidad transformadora de la representación política de la izquierda alternativa, acompañada de la activación cívica y la pugna ideológica y cultural desde los valores progresistas y los derechos humanos, sociales y democráticos.

 

Algunos rasgos de la actual movilización social progresista

 

El movimiento de solidaridad con el pueblo palestino, ante el colonialismo y el genocidio del Gobierno israelí tiene una gran importancia política, simbólica y ética, y hay que reforzarlo. Ha habido masivas muestras de apoyo en las ciudades más importantes de Europa, incluido en España. No obstante, el grueso del poder establecido europeo y los principales gobiernos, junto con sus aparatos mediáticos, están muy dependientes de la estrategia estadounidense que ampara al Gobierno israelí y es una dificultad añadida para parar su agresión, aun con la oposición de muchos países del Sur global. La cultura pacifista y de solidaridad internacional es una característica fundamental ante la agudización de los conflictos geopolíticos y las dinámicas neocoloniales.

 

Dejando aparte las dinámicas nacionalistas periféricas, el movimiento específico progresista más masivo e impactante en España, en los últimos años, ha sido el movimiento feminista, con significativos cambios normativos y de mentalidades, en particular frente a la violencia machista y por la prioridad del consentimiento y la voluntariedad en las relaciones sexuales. Y ha sido evidente la reacción derechista y conservadora en su contra. Aun así, y a pesar de su relativa división interna, el grueso de esa movilización y concienciación feminista representa una buena orientación igualitaria-emancipadora y un modelo de participación feminista, incluido varones solidarios, en defensa de la igualdad de género y la emancipación de las mujeres y colectivos LGTBI. Además, ha tenido un gran impacto positivo en la sociedad, por ejemplo en el reciente caso del beso no consentido a Jenni Hermoso, campeona mundial, por parte del presidente de la Federación de futbol, Luis Rubiales, forzado a dimitir por la repulsa cívica.

 

Sin embargo, aquí habría que diferenciar, al menos dos niveles distintos sobre la dimensión, capacidad expresiva, profundidad y duración de procesos movilizadores o de una activación cívica prolongada que conforman cambios cualitativos en la experiencia popular y la actitud sociopolítica, cultural y representativa en el campo político-electoral. Y, además del movimiento antifranquista -base social de la izquierda- y, en parte, el movimiento pacifista y el sindical en los años ochenta -base electoral de Izquierda Unida-, y referido a la configuración de la izquierda transformadora en esta etapa histórica, su formación se inició con un amplio y heterogéneo movimiento popular progresista, simbolizado por el llamado movimiento 15-M que se mantuvo durante un lustro (2010/2014).

 

Su particularidad, aparte de su masividad y legitimidad social, fue que contribuyó a la oposición y la crítica de las políticas regresivas y prepotentes de austeridad, aplicadas por el bipartidismo gobernante y amparadas por las instituciones europeas, con lo que se conformó un campo sociopolítico diferenciado de la socialdemocracia y más exigente respecto de la justicia social y la democratización política.

 

La articulación partidaria con arraigo social

 

Como segundo paso y de forma complementaria es cuando surgió Podemos y el relanzamiento del conjunto de las fuerzas del cambio de progreso. Es decir, la representación política como izquierda alternativa es deudora de un amplio proceso participativo democrático y popular que sentó las bases de un espacio sociopolítico y electoral a la izquierda de la socialdemocracia y que luego se tradujo en fuerza institucional, con la consolidación de su potencial transformador.

 

Como se ha dicho, se ha ido produciendo un cierto declive gradual de ese espacio, aunque una parte votante desplazada hacia el PSOE (o la izquierda nacionalista) se puede considerar todavía una base social transformadora y reversible o dual en su expresión electoral. La opinión realista es que, por una parte, todavía permanece algo de ese impulso transformador desde abajo, con esa experiencia sociopolítica y una cultura política más social y democrática, que explica la permanencia -debilitada- de un espacio sociopolítico y electoral más crítico y exigente que el Partido Socialista y diferenciado del nacionalismo. Por otra parte, además de evitar las insuficiencias y limitaciones de la dirigencia de los grupos alternativos, en particular de Sumar y Podemos, es necesaria la revitalización y la cooperación de ese espacio.

 

No obstante, esa aproximación unitaria va a venir (si viene a corto o medio plazo), fundamentalmente, en la medida que haya una reactivación cívica de distintos movimientos sociales y su mayor o menor convergencia e impacto sociopolítico y cultural; por otro lado, según la capacidad socialdemócrata para neutralizarlo o reorientarlo. Ello permitiría condicionar a las estructuras partidarias alternativas con un proceso democrático de cambio de progreso, más unitario, constructivo, plural y reformador, en el marco de su actual recomposición.

 

O sea, la solución, de venir, vendrá de abajo y, en parte, de fuera de las élites partidistas actuales, y su liderazgo se renovará y fortalecerá en la medida que se impulse, regule y coordine esta combinación de la activación cívica, el arraigo social y la acción democrática y plural de todo el conglomerado alternativo con su gestión institucional. Y ello supondría, en tensión con la dinámica de debilitamiento y división de esta izquierda transformadora, con sus pugnas corporativas y sus implicaciones para la gobernabilidad de progreso, una renovación y recomposición de las estructuras partidarias, en un nuevo proceso de refundación, camino de un amplio frente cívico, unitario, democrático y popular.

 

Antonio Antón. Sociólogo y politólogo.

 

Fuente: https://rebelion.org/ensenanzas-y-perspectivas/

Comparte este contenido:

Opinión | Hermanos y condiscípulos: piezas clave en la educación global

Por: Andrés García Barrios

En esta nueva entrega de la serie “Testimonio de un autodidacta”, Andrés García Barrios da a conocer cuatro principios básicos para redirigir el mundo.

Testimonio de un autodidacta

De las muchas formas de autodidactismo que existen, mi visión se limita por el momento a una sola: la que yo mismo he practicado siempre. Es una visión radical que, de plantearse en términos teóricos, partiría más o menos de la siguiente afirmación:  La ausencia de vínculos sólidos con una madre amorosa, desde el nacimiento, deja a quien la sufre en una especie de intemperie, en la cual aprender a sobrevivir a toda costa de forma autónoma desplaza en buena medida al aprendizaje social estructurado (incluyendo en éste a la educación que se da en casa).

Aclaremos un par de términos: llamo amor materno al tipo de afecto que establece con el bebé una relación de “mío”, “mi bebé”, por lo que también puede provenir del padre, así que habría que llamarle mejor amor materno/paterno. Por otra parte, con “sobrevivir a toda costa” me refiero a ese tipo de situación que nos narra la fábula del ratón que cae en la cubeta de leche y, sin resignarse a hundirse, patalea hasta que convierte la leche en espesa crema y apoyado en ésta logra saltar fuera.

Queda claro que el ratón ─o sea, el lector de la fábula─ ha aprendido algo en esta experiencia: a saber, que no resignarse trae buenos resultados. Sin embargo, si continúa su vida por el camino autodidacta, pronto tendrá también que aprender en carne propia que patalear fue una solución dentro de una cubeta de leche, pero que no lo es en otras circunstancias. Entrará entonces en un proceso de prueba y error, engaño y desengaño, que le llevará mucho tiempo recorrer, pues para colmo se trata de un camino lleno de falsos éxitos que a la larga resultan muy desafortunados (estoy pensando en la niñita que, al no conseguir que le cumplan un capricho, patea lo que cree que es un muro, y como en realidad se trata de una mampara, hace tambalear ésta: convencida entonces de su enorme fuerza y de que puede tirar el edificio entero, amenaza con hacerlo si no se le consiente: le llevará años darse cuenta de que no es tan fuerte).

Seguramente ese largo recorrido se acortaría si el pequeño ratón fuera a la escuela y un maestro roedor le explicara el valor de no resignarse y algunas formas de hacerlo con éxito, de tal manera que al enfrentar un peligro el animalito pudiera poner en práctica lo aprendido sin necesidad de constatarlo antes por sí mismo.

Desafortunadamente, un autodidactismo tan radical como el que describo no es opcional: quien se ve sometido a él, tendrá que recorrerlo, mientras que quien tenga la fortuna de recibir amor materno/paterno “de leche y miel” (como dice Erich Fromm, quien distingue el amor maternal que solo alimenta ─leche─ por el que también brinda dulzura ─miel─) seguramente se librará de muchas lecciones basadas en el sufrimiento, y eso por el simple hecho de que ese amor nos equipa de confianza en nosotros mismos y en lo que podemos aprender, así como en los demás y en lo que pueden enseñarnos.

La fábula, y en general las fábulas ─género didáctico por excelencia─ nos muestran que la vida nos impone retos, para enfrentarlos necesitamos aprender algo; si aumentan los retos, aumenta la necesidad de aprendizaje. Por eso, en nuestra hiperdesafiante sociedad contemporánea, se ofrecen miles de cursos, tutoriales, conferencias, seminarios, diplomados, carreras… A la vez, millones de personas insisten en la necesidad de educar con amor y criar hijos y estudiantes que confíen en sí mismos y en los demás, lo cual es un requisito sine qua non para que la sociedad se convierta en un lugar floreciente, lleno de retos y de personas preparadas y contentas para hacerles frente.

El problema es que en los hechos, los retos aumentan enormemente mientras que el amor se reduce, con la fatal consecuencia de que la sociedad se marchita (cosa que empieza a dejar de ser una metáfora y se ha vuelto real, dadas las grandes crisis del agua, que obviamente no son sólo un reto natural sino también un desafío a la inteligencia emocional para afrontarlas).

En algunos aspectos, el mundo ha alcanzado condiciones de supervivencia en la que los retos inéditos imponen la necesidad de improvisar y asumir un radical proceso autodidacta. Es en este momento (que también podemos llamar “bomberazo mundial”) cuando las personas que por alguna circunstancia se la han pasado sobreviviendo, tienen mucho que aportar. Un ejemplo son nuestros jóvenes, quienes a toda prisa ─como el ratón del cuento─ han puesto manos a la obra, recurriendo a un autoaprendizaje de ritmo alocado con la esperanza de sacar al mundo adelante. No se les puede reprochar que lo hagan con los recursos que tienen a su alcance. Creo, de hecho, que todos debemos unirnos a su cruzada y aportar todo lo sepamos sobre cómo sobrevivir a la propia ignorancia, cosa en la que muchos somos expertos, aún sin saberlo: quizás no sea tan difícil hacerlo y sólo baste con una introspección sincera y con dar a los demás nuestro testimonio personal (tal como nos invita a hacerlo el pedagogo y psicoanalista Massimo Recalcati).

Yo por mi parte he empezado esta serie de escritos sobre autodidactismo para poner mi experiencia personal al servicio de mis lectores, de tal suerte que si hay en ella algún valor para el autoaprendizaje, puedan aprovecharlo. Por eso hablé ya en artículos pasados de la relación con mi madre enferma, frágil y presente/ausente; con mi padre, cuya ansia de cariño unida a su inseguridad personal lo hizo darme un amor titubeante; y con mi nana, que logró rellenar ambas lagunas con notable eficacia. Toca el turno a mis hermanos, cinco inocentes ratones que antes que yo ya habían caído en la cubeta de leche, y con los cuales aprendí muchas de mis técnicas de supervivencia.

*

La relación con los hermanos es única. Mientras que los padres tienen algo de objeto sagrado, de intocables, lo que nos une con nuestras hermanas y hermanos es por completo distinto. Se trata de una relación entre pares y por lo tanto, para empezar, es el inicio de toda ética: ellos son los primeros sujetos en nuestro entorno, las primeras personas que reconocemos como afines a nosotros, las primeras a las que no podemos tratar como objetos (¡inténtalo y verás!). Con nuestros hermanos aprendemos la inmensa lección de que sólo podemos tomar a los demás como medios para nuestros fines si violentamos el principio social/familiar de la igualdad, es decir si traicionamos también algo dentro de nosotros (esta experiencia se repetirá con los primos ─hermanos de distintos papás, como dice mi amado primo Gerardo─, con los amigos del vecindario y por supuesto con nuestros compañeros de escuela, compensando así a quien no tiene hermanos).

*

Con los hermanos ─y con los amigos y condiscípulos─ uno aprende los tres movimientos clave de la relación entre pares: defenderse, ser solidario y colaborar. En cuanto a defenderse, nuestro cuerpo viene equipado biológicamente para reaccionar ante una agresión. Sin embargo, a este “arco reflejo” se suman formas más sofisticadas a través de las cuales aprendemos a “negociar” con los oponentes nuestras respuestas. Un medio para aprender a hacerlo es el juego, que establece normas para la agresión y la defensa; por eso el juego tiene que ser entre pares, es decir, entre hermanos, amigos, condiscípulos, seres que acaten todos las mismas reglas (el gran gozo de jugar con los padres, con los maestros o con cualquier autoridad es justamente ver cómo éstos se convierten en nuestros pares por un rato).

Por su parte, la solidaridad también tiene un componente instintivo: surge como empatía inmediata, como un súbito ponerse en los zapatos del otro y comprender casi de forma inconsciente que no puede hacer algo él solo. Está presente en muchos animales y en los homo sapiens adquiere también una dimensión cultural de grandes proporciones. Se da entre todo tipo de personas pero un ejemplo que deja claro su alcance es lo que nos ocurre cuando brindamos ayuda a una autoridad (autoridad que para nuestra mente infantil es, por definición, infalible). Auxiliarla en su debilidad, representa para nosotros el movimiento contrario al del juego: es decir, en vez de vivirlo como un descenso de lo sagrado/infalible hacia nosotros se da como un ascenso nuestro hacia ese ámbito, haciéndonos experimentar sensaciones sublimes (¡yo ayudé a mi papá… al jefe… al policía!) y preparándonos para ocupar un día ese puesto.

Pues bien: con los hermanos, esa verticalidad desaparece y tiende a convertirse en lo que he llamado el tercer movimiento de la relación entre pares: la colaboración. Colaborar es crear soluciones juntos. Como movimiento instintivo es el más evolucionado, y en el terreno cultural humano alcanza su sofisticación más alta. Empieza, como digo, como un acto instintivo en que me veo en el otro y lo ayudo a superar un obstáculo; al mismo tiempo, al espejearme en él, testifico y asumo mi propia debilidad y cuento ahora con su ayuda futura. Se forma así un bucle de colaboración (“hoy por ti, mañana por mi”) que permite no sólo apoyarse uno a otro en momentos distintos sino también participar juntos, de forma simultánea, en el desarrollo de dispositivos de bienestar mutuo.

Algunos creemos que el nivel más alto de este fenómeno se da en lo que el filósofo alemán Karl Jaspers llama “comunicación existencial”, y que yo de forma muy libre resumo en la siguiente frase: “Si me ayudas a entender lo que quiero decirte, me será más fácil explicártelo”. La idea, que parece un trabalenguas, es en realidad ─al menos para mi─ una especie de mágico abracadabra para abrirnos a la existencia de los otros. Su verdad no es tan inusual como parece: se cumple todos los días, por ejemplo, cuando en una plática “leemos la mente del otro” y le adelantamos la palabra o la idea que está buscando. Esto ─y todos los movimientos humanos que se le parecen─ son desde mi punto de vista magia pura capaz de despertar los resortes más sutiles de la realidad.

*

¿Qué ocurre cuando la autoridad es titubeante e insuficiente? Como dije arriba, una de las características del amor de los padres es que establecen una plena igualdad entre los hijos: es decir, como objetos sagrados que son, difunden esa sacralidad hacia la relación entre los hermanos, ubicándolos como iguales. Por eso, sin la presencia de una autoridad amorosa, la igualdad sagrada (es decir, la que no se cuestiona) se pierde y las relaciones humanas tienen entonces que fundarse en principios “profanos” ─culturales y personales─ cuya característica principal es justamente ser cuestionables: rige así una moralidad pragmática que se adapta de forma medio improvisada a las distintas situaciones, o por el contrario, que se impone por la violencia y es por completo inflexible. Otra forma de describir lo anterior es la diferencia que hace cierta ciencia psicológica entre familias disfuncionales estables y disfuncionales inestables, donde estas últimas tienen ventaja sobre las primeras, cuya inflexibilidad puede tener afectos atroces.

Mi familia era una extraña combinación de ambas.

Mi padre ─médico rigurosamente científico y de formación militar─ turnaba su rigidez con un carácter humanitario y artístico, mezcla de amor/veneración a la ética, y por otra parte a la literatura, la pintura y la música (él mismo pasaba las tardes tocando en el piano a los grandes clásicos). Además, poseía una intuición espiritual que en lo amoroso era profunda, pero muy titubeante en cuanto a los dogmas de su religión.

Me da la impresión de que, en presencia de un amor materno sólido, estas características que describo habrían hecho de nuestro hogar un sitio estable, ciertamente superpoblado (¡éramos seis hermanos!) pero con una buena combinación de cariño, disciplina, conocimiento y arte, no carente de la testarudez necesaria para enfrentar al mundo. Sin embargo, la frágil presencia de mi madre (descrita en mi primer artículo de esta serie) y el traslado de buena parte de su amor hacia el corazón de mi nana, colocó a la familia entera en un lugar distinto.

Era un hogar movedizo e imponente, rígido y titubeante. Unas de sus reglas eran inflexibles, otras, provisionales. Cuatro o cinco rutas quedaban claras y las demás prescribían pronto. La razón y la lógica creaban por momentos una atmósfera de tranquilidad, prontamente violentada por necesidades psíquicas e incluso materiales más urgentes. Por todas partes, una espiritualidad viva pero atemorizada huía de los dogmas religiosos, y se agazapaba aquí y allá, resurgiendo en forma de espanto en cualquier rincón. La ciencia intentaba poner orden. Se daba al conocimiento y a la disciplina una confianza casi desesperada y se hacía del arte un refugio a tanto dolor. La esperanza pataleaba, entre dudosa y enloquecida… Había violencia y amor.

Y sin embargo, con todo eso, el hogar no apagaba su fuego, gracias justamente a que estaba superpoblado y a que todos, exactamente todos, poníamos de nuestra parte sin resignarnos nunca.

*

Mi familia ─y con esto termino─ era muy parecida al mundo de hoy.

No creo exagerar al decir que en la época actual ─momento de improvisación y en muchos sentidos autodidacta─ la experiencia de familias como la mía puede sernos útil. Ciertamente, muchos ponderamos el valor de la ciencia, de la educación, del arte y de tantas otras herramientas simples y complejas, tratando de erigirlas como bastones de mando para la gobernabilidad del desastre. Sin embargo, quisiera recordar aquí cuatro principios básicos que por propia experiencia considero ─igual que mucha más gente, académica o no─ anteriores a cualquier intento de redirigir el mundo:

  1. Cuidemos a la naturaleza como a una madre enferma.
  2. Honremos a la tecnología como a una nana que cubre las carencias de la madre de forma amorosa y prudente, sin querer sustituirla.
  3. Ejerzamos la autoridad sin miedo, es decir, no para demostrar poder sino para dar confianza.
  4. Veneremos la igualdad entre los seres humanos.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/opinion-piezas-clave-en-la-educacion-global/

Comparte este contenido:

Siete ideas para llevar la creatividad a las aulas universitarias

Por: Educación 3.0

Emplear la metáfora, el storytelling o huir de la clase magistral son algunas de las estrategias que permiten llevar la creatividad a las aulas de la universidad y mejorar la experiencia de aprendizaje del alumnado. Nos cuenta cómo desarrollarlas la docente universitaria Lola Costa Gálvez.

Hablar de creatividad en la docencia es tratar una cuestión recurrente, pero ¿qué es exactamente? Puede ser parte de la identidad docente, servir de modelo y referente para el alumnado, pero, sobre todo, es útil para llamar la atención de los estudiantes y convertir su experiencia de aprendizaje en algo memorable, significativo e impactante. Según el psicólogo estadounidense Guildford, se expresa de cuatro maneras: mediante la fluidez, la flexibilidad, la originalidad y el análisis. Y es que aunque cualquier persona puede ser creativa no todo el mundo se considera creativo. Su desarrollo, junto con la innovación, ha sido señalado por voces expertas como una de las claves de la universidad del futuro.

A continuación, expongo siete estrategias para que el personal docente universitario emplee la creatividad en sus clases.

Índice de contenidos

Utilizar la metáfora como hilo conductor 

Podemos imaginarnos y hacer imaginar al alumnado que nuestra asignatura es una cocina, un viaje, un club deportivo o un videojuego. Además de hacer la materia más atractiva, conseguimos una planificación docente consistente y comprensible a lo largo del tiempo.

Usar el storytelling

Creatividad Aulas Universitarias

Muchos docentes comienzan su lección con una historia o introducen una en algún momento de la sesión. Hacer un uso consciente de la narrativa potencia el impacto que tienen en el alumnado estas historias; lo ideal es inventar las nuestras o cocrearlas en el aula.

Aleatorizar la participación de manera llamativa

Creatividad Aulas Universitarias

La creatividad nos permite aleatorizar la participación en clase de manera que llame la atención del alumnado. Algunas ideas para fomentarla son emplear ruletas, cartas o papeles ‘secretos’ con los nombres de los estudiantes.

Utilizar técnicas de creatividad para generar ideas

Metodologías docentes como el learning by doing promulgan la práctica deliberada. Podemos usar las técnicas creativas para que el alumnado genere ideas y así eliminar a los ‘enemigos’ de la creatividad, concentrarse en el trabajo y sacar el mejor rendimiento. Algunas de las más populares son: las relaciones forzadas, el SCAMPER (Sustituir, Combinar, Adaptar, Modificar, Propósito, Eliminar y Reorganizar o Revertir) y los seis sombreros para pensar.

Dar un feedback amable

La retroalimentación debe ser edificante ya que es la base de la evaluación formativa. Usar estrategias que nos permitan dar una retroalimentación original puede motivar a los estudiantes, por ejemplo a través de sellos con comentarios recurrentes, códigos de colores o insignias para marcar los niveles de desempeño.

Jugar con los ambientes de aula

Aunque es una tendencia más propia de otras etapas educativas a muchos docentes universitarios les gusta ambientar su aula. En este sentido, es evidente que la creatividad aporta: ya sea para crear aulas temáticas o para dar pequeños toques que introduzcan al alumnado en la actividad o en la lección.

‘Romper’ la clase magistral

Mucho se ha escrito sobre la fatiga que produce escuchar a una persona más de 20 minutos y, sin embargo, la mayoría de clases magistrales supera ese tiempo. Buscar estrategias creativas para ‘romper’ la dinámica es primordial para captar la atención de los estudiantes. Además del uso de metodologías activas como la clase inversa, el seminario participativo o la tecnología pueden ayudarnos a crear recursos gamificados que interpelen al alumnado durante el transcurso de la lección.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/ideas-creatividad-universidad/

Comparte este contenido:

Libertad vs seguridad: ¿Un falso dilema?

A medida que los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales se ven inundadas por noticias, comentarios y opiniones sobre la delincuencia, crece el temor de la ciudadanía y el modelo del presidente de El Salvador, Nayib Bukele comienza a ser añorado como posible solución a los problemas de seguridad que vive Chile. Antes de avanzar en esa línea es necesario preguntarse si la única solución a los problemas de seguridad es la limitación de las libertades y derechos, o si este es un falso dilema.

La percepción de seguridad no sólo depende del número de delitos, sino que mayormente depende de otros factores tales como la cobertura en los medios de comunicación y redes sociales, la violencia de estos y otros factores subjetivos.

Según el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve y corroborado como verdadero por https://factchecking.cl/ de la Universidad Católica, «Las cifras muestran que, si uno toma los delitos de mayor connotación social, efectivamente vienen con una tendencia persistente a la baja. Pero los robos con intimidación, los robos con violencia, y los homicidios hace 10 años que tienen una tendencia persistente al alza. Cada día que pasa, Chile ha sido un país que tiene más delitos violentos».

En la percepción de inseguridad, el Índice Paz Ciudadana 2023 informa que la proporción de personas con temor alto al delito alcanzó 30,5%, la cifra más alta desde que se inició el registro hace 23 años. En la medida que el miedo siga aumentando habrá cada vez más personas que apoyen las limitaciones a las libertades señalando que “quien nada hace, nada teme”.

El gran problema radica, no en la condena al delincuente, sino que, sin la vigencia de un Estado de derecho, no hay contrapeso a las arbitrariedades y abusos que llevan a inocentes a vivir las consecuencias de una política represiva. Además, y quizás lo más grave, como la historia lo demuestra, el poder sin contrapeso es fuente de abuso y corrupción.

La delincuencia y la percepción de inseguridad también tiene una dimensión política. Nos encontramos en un punto de inflexión. Por un lado, nuestra sociedad y nuestro sistema político, está enfrascado en rencillas de poca monta y no ha sido capaz de lograr aprendizajes que vayan por delante de la nueva realidad delincuencial que enfrentamos. Y por el otro, la población ve que los presidentes Bukele en El Salvador y Noboa en Ecuador están logrando resultados en reducir la violencia en sus respectivos países con severas restricciones a las libertades y derechos.

Si la democracia y el Estado de derecho no muestran resultados en el combate a la delincuencia, nos enfrentaremos al dilema político de seguridad vs libertades porque, mientras más miedo tenga la población, más inclinada va a estar para apoyar un líder autoritario que limite sus derechos y libertades como canje por mayor seguridad.

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

Comparte este contenido:
Page 22 of 2435
1 20 21 22 23 24 2.435