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México: La convocatoria de la Junta de Gobierno

La convocatoria de la Junta de Gobierno

Miguel Casillas

A principios de julio de este año, irá saliendo publicada la convocatoria de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana para elegir rector para el periodo 2021-2024. Por Ley, la Junta tiene las atribuciones para definir las características del proceso. Normalmente hay un periodo de registro, luego otro de presentaciones ante la comunidad y luego hay una deliberación interna para designar la futura rectoría de la UV. Los criterios de participación definidos por la Ley Orgánica son muy amplios, diseñados el siglo pasado.

Artículo 37. Para ser Rector se requiere:
I. Ser mexicano por nacimiento;
II. Ser mayor de treinta y menor de sesenta y cinco años de edad, al momento
de su designación;
III. Tener cuando menos cinco años de servicio docente, de investigación o de difusión de la cultura y extensión de los servicios, preferentemente en la Universidad Veracruzana;
IV. Haberse distinguido en su especialidad; y
V. Poseer título de licenciatura y preferentemente haber realizado estudios de posgrado, y publicado obra en el área de su especialidad.

En medio de la pandemia y de las políticas sanitarias para su contención, el proceso para renovar la rectoría de la UV estará atravesado además por el periodo vacacional de tres semanas en julio, limitando gravemente las posibilidades de participación de la comunidad.

Más allá de todas las posiciones críticas que sostenemos sobre la insuficiencia y las limitaciones de las juntas de gobierno en las universidades, es necesario asumir que en medio del proceso sucesorio es imposible cambiar las reglas del juego institucional y por tanto debemos ajustarnos a ellas. Sí se pueden cambiar las reglas, pero para ello debemos transformar la Ley Orgánica y mientras eso no suceda la sucesión rectoral en la UV se decidirá en un entorno de normas y procedimientos establecidos por la Junta en su convocatoria. En efecto, la Junta tiene la facultad de diseñar el proceso en cada ocasión.

Después del desastre que fueron los últimos dos procesos en donde privaron los intereses políticos sobre los académicos y donde la Junta fue cómplice de un atropello tras otro, a partir de la autocrítica es posible reconsiderar algunas cuestiones. Por ejemplo, es inadmisible que la Junta vuelva otra vez la espalda a los universitarios y sus notables integrantes supongan que son más sabios que la comunidad de estudiantes, trabajadores y profesores de la Universidad: los integrantes de la Junta se deben a la comunidad y fueron nombrados por el Consejo Universitario bajo un acto de confianza en donde se les encarga una tarea específica, para que la asuman con autonomía de las presiones sociales, económicas o políticas privilegiando el bien de la institución y de su comunidad. En el mismo sentido, es inadmisible que prime la manipulación, o el interés de uno o varios de sus integrantes para el beneficio privado o de grupo, por sobre el sentido colegiado de la decisión. Es inadmisible también que hasta ahora haya predominado la opacidad y la secrecía en los procesos, cuando deberían de ventilarse de modo transparente ante la comunidad. En el contexto actual no sería equívoco que la Junta tratara de recuperar la legitimidad perdida entre la comunidad, por ejemplo, todas las sesiones de la Junta deberían de ser transmitidas en vivo por TV UV y por las redes sociales de la Universidad, sus decisiones y acuerdos deberían ser difundidos ampliamente, y no debería ser descabellado que alguna vez recurriera a la consulta a la comunidad que dice representar.

Además de los criterios establecidos por la Ley Orgánica, la Junta debe establecer exigencias de participación que garanticen que la persona que sea designada para la Rectoría tenga un profundo conocimiento de la Universidad, de sus problemas y retos, de su comunidad y de sus aspiraciones por una educación de excelencia. La Junta debe decidir entre los mejores aspirantes y no puede convertirse en un órgano político que favorezca a un grupo de interés.

El primer criterio es el predominio de los criterios académicos y la valoración meritocrática de los referentes académicos principales: la antigüedad y el reconocimiento en la docencia; la experiencia y la valoración en la producción del conocimiento; la originalidad y la trascendencia en la creación artística. Para esto hay indicadores precisos como la pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores o al Sistema Nacional de Creadores, los premios y reconocimientos académicos, la pertenencia a asociaciones científicas, la experiencia dirigiendo tesis de todos los niveles, la participación en proyectos culturales y científicos. Es indispensable que el próximo rector sea un líder académico.

Otro referente ineludible es el compromiso con la UV y su comunidad que derivan de su conocimiento, de su involucramiento en su desarrollo reciente, en su contribución efectiva al fortalecimiento de sus funciones, de su dimensión organizacional, de su gobernanza y de su vinculación. Es indispensable que el próximo rector conozca a la Universidad en sus regiones y en sus áreas, que valore la diversidad y se comprometa con la descentralización y el fortalecimiento de la UV en sus regiones.

Es necesario que la Junta garantice un proceso mediante el cual sea designado un rector que conozca a la comunidad y se identifique con sus causas y necesidades, que sea empático con los trabajadores y estudiantes, que comprenda, valore y se comprometa a resolver sus problemas.

La Junta tiene que privilegiar la honestidad y la austeridad y cerrar el paso a quienes lo que pretenden es utilizar a la UV como un patrimonio privado o de grupo, al servicio de unos cuantos y para su beneficio personal.

La Universidad requiere de un nuevo liderazgo capaz de conducir a la Universidad por el rumbo de la excelencia y un nuevo paradigma orientado al fortalecimiento de su proyecto académico.

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/la-convocatoria-de-la-junta-de-gobierno/

 

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Guatemala: Los eternos marginados

Los eternos marginados

Carolina Vásquez Araya

Niñas, niños y adolescentes encajan el cambio sin derecho a opinar ni a elegir.

Si hay un segmento de la sociedad carente de autoridad sobre su vida es el de niñas, niños y adolescentes, las grandes mayorías en prácticamente todos los países de nuestra América. Somos sociedades jóvenes y en crecimiento; sin embargo, la visión imperante entre quienes recae la responsabilidad de propiciar un desarrollo basado en la justicia, equidad y el mejor aprovechamiento de todos los recursos, suele ir en contraposición con aquello que dicta la razón y cuya esencia plasmó el filósofo estadounidense Jhon Dewey: “La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma.”

La historia de nuestros pueblos nos ha enseñado que somos sobrevivientes de sistemas adversos, hostiles e incapaces de comprender el enorme potencial implícito en el cambio generacional. Vemos a la niñez y la juventud como una carga impuesta y no una oportunidad maravillosa para generar transformaciones de gran escala, lo cual debería conducir a una consolidación de valores con la misión de fortalecer el tejido social. Y todo ello, con la educación como leit motiv de cualquier sistema de gobierno. De modo automático, asumimos la autoridad del adulto como si esta fuera una forma válida de actuar sobre quienes dependen de nosotros en la línea familiar o social, y lo hacemos sin cuestionar la validez de una autoridad muchas veces impuesta de manera legal, aunque su aplicación resulte, en muchos casos, ilegítima.

Al observar los efectos de la situación excepcional en la cual estamos inmersos desde hace ya año y medio, es posible constatar la situación riesgosa en la cual viven niñas, niños y adolescentes al enfrentarse a una pérdida de sus vínculos sociales y, simultáneamente, a un encierro obligado con adultos poco preparados para ofrecer un ambiente seguro, enriquecedor y libre de violencia. El ser adulto a cargo de personas jóvenes cuya custodia nos ha sido confiada por ley, no significa de ningún modo que tengamos el derecho para imponer nuestra voluntad de manera arbitraria ni para descargar en ellas nuestras frustraciones, sino más bien nos da una oportunidad para reforzar lazos de conocimiento mutuo, respeto y colaboración.

Sin embargo, la violencia emocional generada por el forzoso cambio de hábitos y las limitaciones provocadas por las restricciones a la movilidad, al trabajo y al estudio, cobran sus mayores víctimas entre las nuevas generaciones, por estar estas sometidas a una situación sobre la cual no poseen voz ni voto. La impunidad imperante en casos de violencia doméstica es un elemento adicional, aunque poderoso, al trastorno psicológico ocasionado por la pérdida de lazos sociales, la falta de actividad lúdica y la tensión natural provocada por un fenómeno de alcance global sobre el cual no tenemos control.

En tanto no se recobre un cierto estado de normalidad, es imperativo aprovechar la ocasión para prestar atención a este enorme contingente de nuevas y nuevos ciudadanos, cuya vida y futuro dependen, en gran medida, de quienes están a cargo de su bienestar físico y emocional, así como de propiciarles una educación de calidad. El tema no es menor: la niñez y la juventud han sido los eternos marginados en nuestras sociedades y el impacto de esa agresión -naturalizada por un concepto equivocado de la autoridad de los adultos que les rodean- tiene secuelas de largo plazo en la pérdida de oportunidades de desarrollo, pero también en forma de abuso y marginación. No repitamos el cliché de que constituyen “el futuro de la patria” mientras no seamos capaces de honrar esa promesa.

La juventud tiene todo el potencial, pero de nosotros depende abrirles el camino.

Audio:

Fuente de la Información: https://carolinavasquezaraya.com/2021/05/30/los-eternos-marginados/

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Nuevos argumentos por Palestina

Por Claudio Katz

Varios integrantes o descendientes de la comunidad judía hemos suscripto un nuevo llamamiento de solidaridad con el pueblo palestino, Convocamos a multiplicar las protestas contra los asesinatos en Cisjordania, los bombardeos en Gaza y las agresiones a los árabes de Israel.[1]

En ese pronunciamiento resaltamos la incompatibilidad de las raíces, las tradiciones y los valores de la cultura judía con las masacres perpetradas por el ejército israelí. Esos crímenes destruyen el fundamento humanista de un legado milenario proclive a la hermandad de los pueblos.

Quiénes conocimos en la infancia a los sobrevivientes del holocausto no podemos permanecer en silencio. Indigna escuchar cómo se equipara a los opresores con los oprimidos, presentando la confrontación de Medio Oriente como una “guerra entre dos contendientes”.

Los resistentes del gueto de Varsovia no constituían un “bando en conflicto” con la maquinaria del nazismo. Eran heroicos sublevados contra el cerco impuesto por un batallón genocida. También Israel despliega en la actualidad su arrolladora superioridad militar contra víctimas indefensas. Transformó a Gaza en un campo de tiro, convirtió a Cisjordania en un laberinto carcelario y maltrata a los árabes-israelíes como ciudadanos de segunda.

Ese brutal escenario resulta particularmente chocante para los descendientes de judíos en América Latina, que conocimos los tormentos padecidos durante las dictaduras de los años 70. La insultante identificación de los militantes palestinos con “grupos terroristas”, nos recuerda la equiparación de los luchadores populares con la “sedición” que hacían los militares de esa época.

En las últimas tres décadas los gendarmes israelíes estrecharon vínculos con las fuerzas represivas de América Latina. Afianzaron una oscura sociedad en el submundo del espionaje y el tráfico de armas. En las principales operaciones regionales de “contra-insurgencia” siempre aparece algún asesor militar de Israel.

En Colombia adiestran a los paramilitares en el asesinato de dirigentes sociales, en Chile enseñan a disparar a los ojos de los manifestantes, en Centroamérica comandan incursiones de guerra sucia. El mayor exportador per cápita de armas del mundo ha forjado un gran mercado para sus productos, en la región de mayor violencia social del planeta. Comercializan los drones y misiles que utilizan en sus fronteras. Cada operativo en Gaza es coronado con una feria de ventas de ese armamento.

Resulta inadmisible convalidar ese salvajismo o imitar la indiferencia que exhibe gran parte de la sociedad israelí. Al cabo de varias décadas de adoctrinamiento y militarización han naturalizado la deshumanización. Ni siquiera la matanza de niños suscita reacciones compasivas. La ideología sionista, el sistema educativo y el prolongado servicio militar han acostumbrado a una significativa parte de la población de ese país a convivir con la crueldad, la venganza y el castigo colectivo a los palestinos.

Esta validación del terrorismo de estado se acentuó en los últimos 20 años de gobiernos derechistas. Las viejas corrientes laboristas perdieron gravitación frente al fundamentalismo ideológico o religioso y se afianzó el protagonismo de los colonos, que despliegan una violencia cotidiana en Cisjordania. Por fortuna, la nueva oleada juvenil de protestas que denuncia esos atropellos encuentra un eco creciente en todo el mundo.

INCURSIONES PARA EL REDISEÑO IMPERIAL

Existen numerosos indicios del involucramiento personal de Netanyahu en la reciente escalada de provocaciones contra los palestinos. Los desalojos en Jerusalén, los asaltos a la mezquita de Al Aqsa y la intensificación del cerco en Gaza coincidieron con la proximidad de un juicio por corrupción que puede tumbar al primer ministro. El reelegido derechista intentó sortear esa amenaza política con apuestas militares.[2]

Pero la nueva secuencia de desangres también apuntó a incidir en la política externa norteamericana. Biden ha confirmado la prioridad de la disputa geopolítica con China, sin definir si esa estrategia incluirá la crecente tensión con Irán que promovía Trump o la acotada negociación que auspiciaba Obama.

Netanyahu recalienta las tensiones militares para promover la primera alternativa y frustrar la reanudación de cualquier tratativa con Teherán. El bombardeo de Gaza fue un mensaje concertado con todos los halcones de Washington.

Israel ya no actúa sólo en un territorio minúsculo del Mediterráneo. Cuenta con armamento nuclear y tiene manifiestas ambiciones de control del gas de la costa, los recursos de Siria y el territorio de Cisjordania. Participa activamente en la reconfiguración imperial de la región y aprovechó la destrucción padecida por su principal rival fronterizo para reforzar la anexión del Golán.

También la demolición de Irak y Libia consolidó ese expansionismo. Israel acompaña el proyecto estadounidense de rediseño regional, diseminación de mini-estados fallidos y despliegue de fuerzas para neutralizar a Irán.

Con la virulenta exhibición de su poder militar, Israel ha logrado subordinar a varios estados árabes. Extendió a los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Marruecos, las relaciones diplomáticas que restableció hace varias décadas con Egipto y Jordania. Los funcionarios de Tel Aviv incursionan también en lugares más alejados. Han intervenido en la balcanización de Sudán y estrecharon vínculos con las elites africanas enemistadas con sus rivales del universo árabe-musulmán.

El aprovisionamiento de la tecnología militar encabeza la agenda de todas las actividades internacionales del país. La justificación sionista de ese protagonismo bélico ha perdido sus antiguas mascaradas. Nadie puede alegar en la actualidad que Israel se militariza para defender sus fronteras de enemigos más numerosos. La pequeñez de su territorio contrasta con el gigantismo de su poder destructivo. Utiliza especialmente ese arsenal, para desconocer las resoluciones desfavorables que periódicamente aprueba la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Ese descaro se asienta en el sostén incondicional de Estados Unidos. Sin el respaldo que aporta el Pentágono, los desplantes de Israel serían impracticables. El famoso lobby sionista de Washington afianza una sintonía asentada en la integración de la mini-potencia al entramado interno del imperialismo norteamericano.

Esta amalgama fue inaugurada por la sucesión de guerras que consolidaron en 1950-70 el proyecto sionista El entrelazamiento con Washington derivó posteriormente en el novedoso perfil coimperial que exhibe Israel. En esa transformación el sionismo perdió su exclusividad judaica y ha quedado enlazado a distintas redes del fundamentalismo cristiano neoconservador.

COLONIALISMO, ANEXIÓN Y APARTHEID

La reciente incursión en Gaza repitió el salvajismo habitual. Durante once días el ejército destruyó edificios, instalaciones públicas y hospitales. Asesinó a centenares de adultos y niños y pulverizó el programa de contención del Covid.

Fue la cuarta incursión a un enclave que desde el 2008 acumula miles de víctimas. Las bombas despedazan periódicamente a las familias y los asesinatos selectivos ultiman a los dirigentes de la resistencia. Como los colonos israelíes abandonaron el lugar en el 2005, los ataques se repiten a mansalva y sin ninguna consideración por la población civil.

Con el bloqueo de todas las salidas terrestres y marítimas, Gaza ha quedado transformada en una cárcel a cielo abierto. Soporta una modalidad pausada pero sistemática de limpieza étnica. En Cisjordania impera otro modelo de ocupación. Los colonos usurpan el territorio demoliendo todos los atisbos de vida normal, para remodelar las fronteras a su conveniencia. Capturan las parcelas más valiosas y afianzan la constelación de cantones que ha destruido la articulación interna de la zona.

El acuerdo de Oslo (1993) aceleró ese proceso de apropiación del territorio y del agua. La población palestina fue relegada a localidades recortadas que rememoran el viejo diagrama del bantustán sudafricano.

Los árabes-israelíes que permanecieron en el territorio inicial de estado sionista padecen una tercera variante del apartheid. Conforman una minoría marginada que actualmente reúne al 20% de la población israelí, en un casillero de ciudadanos formales sin derechos reales. Están desarmados frente a una mayoría entrenada en uno de los servicios militares más prolongados y permanentes del mundo.

Israel mantiene un sistema de propiedad estatal de la tierra laborable para asegurar la primacía de los judíos. El régimen legal también garantiza a los recién llegados, todos los derechos negados a la población originaria. Un judío proveniente de cualquier parte del mundo tiene más prerrogativas que los antiguos moradores del lugar. Con ese sistema institucional se ha erigido, en los hechos, otra variante de las teocracias imperantes en Medio Oriente.

El estado de Israel fragmenta a la población palestina en tres tipos de encarcelamientos. Los colonos regentean la prisión de Cisjordania, los soldados custodian los barrotes de Gaza y el sistema político enclaustra a los viejos residentes árabes. Con expulsiones y apartheid se ha desgarrado a toda la sociedad palestina.

Esa cirugía fue intensificada durante el mandato de Trump. El magnate incentivó la ocupación definitiva de Cisjordania y bendijo los nuevos muros y corredores que manejan los colonos. El reconocimiento internacional de Jerusalén como la capital de Israel constituiría el broche final de esa apropiación.

Basta observar los sucesivos mapas de Israel (1948, 1973, 2001, 2021) para constatar la impresionante expansión de sus territorios. El sionismo programó metódicamente ese proyecto colonialista. En sus inicios justificaba la creación de un “hogar nacional judío”, alegando derechos milenarios estipulados en las escrituras de la Biblia.

Posteriormente presentó el mismo objetivo como una reparación internacional a los sufrimientos padecidos con el holocausto. Pero omitió que esa compensación no debía basarse en el sufrimiento de otro pueblo. Con sucesivas implantaciones de pobladores foráneos terminó reproduciendo en Medio Oriente la tragedia vivida en Europa. Palestina no era una “tierra vacía” a la espera de un aluvión de inmigrantes. Albergaba una masa de habitantes organizados en comunidades multiétnicas, que fueron sometidas al suplicio de la Nakba (catástrofe).

Los administradores del decadente imperio inglés iniciaron ese desastre, mediante la típica remodelación del mapa que en todos los continentes consumaban sin consultar a los involucrados. La mayoría de los habitantes de Palestina se oponía a partición forzada de 1948 y a la consiguiente expulsión de la población originaria. Las familias que huyeron, fueron engañadas o perdieron sus pertenencias a punta de pistola quedaron automáticamente transformadas en refugiados, desprovistos del elemental derecho de retorno a sus hogares.

Desde ese momento Israel afronta el dilema sin solución de su proyecto colonialista. Debe lidiar con una masa de pobladores que no puede absorber, expulsar ni exterminar. Al concluir la guerra de 1967 los palestinos no repitieron la escapatoria de 1948. Frente al dramático y conocido destino de los refugiados, decidieron permanecer en sus hogares y comenzar la resistencia.

En los últimos sesenta años Israel ha respondido a esa defensa con violencia, masacres y muros, pero no ha podido capear los efectos de la demografía. La presencia de siete millones de palestinos entre siete millones de israelíes, torna inviable el aterrador ideal del sionismo. El genocidio perpetrado con los indios en Estados Unidos (y su posterior agolpamiento en alejadas reservas fronterizas), no puede repetirse en un diminuto territorio de Medio Oriente. El colonialismo del siglo XXI confronta con múltiples obstáculos.

FRACASOS Y RESISTENCIA

Netanyahu perpetró su nueva matanza en Gaza pero no doblegó a los resistentes. Destruyó edificios y asesinó niños sin contener la lluvia de cohetes. Tampoco desmanteló los túneles construidos por Hamas para almacenar esos misiles. Para demoler esa estructura necesitaba una nueva invasión que prefirió soslayar. Optó por aceptar la tregua, frente a la tenebrosa perspectiva de quedar empantanado en otra incursión territorial. Recordó que el último intento de ocupar Gaza desembocó en el retiro forzoso de los colonos y los soldados.

Igualmente impactante ha sido la resistencia de los palestinos de Cisjordania. Libraron con éxito una sucesión de pequeñas batallas contra el invasor. En Jerusalén frenaron la introducción de nuevos controles, impidieron el desalojo de familias de un barrio codiciado por los expansionistas y detuvieron las provocaciones sobre la mezquita de Al Aqsa.[3]

Pero la mayor sorpresa provino del interior de Israel. Por primera vez en mucho tiempo los árabes de ese territorio se sumaron públicamente a las protestas callejeras. Los actos y la huelga general en las denominadas ciudades mixtas retrataron la pujanza combativa de una nueva generación.

Esa intervención reavivó la unidad de los palestinos fragmentados en tres segmentos por el sistema colonial. El paro en Israel, las manifestaciones en Cisjordania y la resistencia de Gaza han permitido recuperar la potencialidad militante de toda una nación oprimida.

La violenta respuesta israelí reactivó, a su vez, la centralidad de la causa palestina en el mundo árabe. Encuestas recientes han confirmado el abrumador apoyo a esa lucha y el rechazo a la complicidad de los gobernantes con el enemigo sionista.[4]

La lucha de los palestinos ha recobrado impulso. No lograron recuperar sus tierras, ni construir un estado, pero consolidaron la legitimidad de su demanda. Israel no consigue ignorarlos, ni borrarlos del escenario internacional. Debe disimular las viejas proclamas del sionismo, que convocaban “al arreglo del problema palestino entre los propios árabes”, utilizando “el gran espacio que existe para ellos en otros lugares de Medio Oriente”.

El rebrote actual del conflicto pone también en aprietos a los recientes “acuerdos de Abraham” que Israel suscribió con varios emiratos. Los reyezuelos justificaron esa traición con la ridícula promesa de inducir a Netanyahu a moderar su anexionismo.

Los sionistas afrontan un complejo escenario que agrieta al establishment israelí. Aumentan las críticas al último operativo y reaparece el recuerdo de las derrotas bélicas y los reveses geopolíticos. Israel conoció el amargo sabor del repliegue en la guerra de 1973 y en la salida del sur del Líbano en 1982. Las nuevas resistencias palestinas han comenzado a quebrantar el triunfalismo de los últimos tiempos.

¿DOS ESTADOS O UN ESTADO?

Israel instrumenta su expansión con un gran despliegue de hipocresía. Finge el carácter provisional de ocupaciones que paulatinamente transforma en expropiaciones definitivas. Convierte de esa forma las mejores zonas de Cisjordania en sólidos asentamientos protegidos con retenes militares.

Cuando deben emitir algún comentario sobre esas confiscaciones, sus voceros recurren a pretextos inverosímiles. Aprovechan la complicidad de la “comunidad internacional”, que encubre todas las fechorías de los sionistas con algún comunicado de ocasión. La diplomacia europea se ha especializado en ese tipo de pronunciamientos verbales carentes de efectos prácticos.

La continuada ampliación territorial de Israel ha demolido el ensueño de los dos estados, que promocionaban los suscriptores del acuerdo de Oslo. Este convenio nunca contempló la constitución real de un estado palestino. Omitía el retorno de los refugiados y encubría la multiplicación de los asentamientos judíos. Enmascaró ese avance de la colonización hasta que la derecha capturó el gobierno israelí y enterró el inservible disfraz de las anexiones.

Esa expansión del colonialismo fue también pavimentada por la capitulación de la OLP, que ensombreció su heroica historia de resistencia aprobando un acuerdo que ha imposibilitado la creación del estado palestino. Ese aval afectó la credibilidad de la autoridad nacional palestina.

Esa dirección ejerce actualmente funciones administrativas en Cisjordania en convivencia con los ocupantes. Su dependencia financiera de las corruptas dictaduras y monarquías de Medio Oriente no es ajena a la actitud sumisa que adoptó en las últimas décadas. La ausencia de elecciones impide verificar qué grado de respaldo efectivo mantiene entre la población, frente a la gran influencia conquistada por los sectores (como Hamas), que rechazaron el sometimiento al expansionismo israelí.

La solución de los dos estados ha quedado totalmente sepultada en los términos actuales. Sólo una gran derrota de Israel obligaría al ocupante a negociar las dos cláusulas requeridas para resucitar esa salida: el retiro a las fronteras de 1967 y alguna reconsideración del retorno de los refugiados.

Ningún esbozo del estado palestino es viable desconociendo esas exigencias. El repliegue del territorio conquistado en la guerra de seis días es imprescindible para integrar a Cisjordania con Jordania y la deuda con los refugiados supone negociar distintas alternativas de reparación. En el contexto de la crisis creada por la primera intifada y el empantanamiento militar en el sur del Líbano hubo conversaciones (Taba, Ginebra) que llegaron a evaluar un asomo de esas posibilidades.

Los partidarios de retomar ese camino suelen discrepar en la forma de efectivizarlo, pero coinciden en señalar que aporta la única solución realista en escenario actual.[5] En la misma línea, otros imaginan que Jerusalén podría convertirse en un micro-modelo de esa solución, si la ciudad es unificada y al mismo tiempo dividida en una capital israelí occidental y otra palestina oriental.[6] El objetivo más deseable de un esquema confederativo podría suceder en el futuro a esa primera gran conquista.

Los críticos de esta propuesta destacan la obsolescencia de esa salida. Consideran que el proyecto de los dos estados podría haber funcionado en el pasado, pero quedó enterrado por la frustración de Oslo y la conversión de Cisjordania en un anexo de Israel. Proponen retomar la vieja tesis de la OLP de forjar un sólo estado laico y democrático.[7] Esta mirada ha ganado adeptos en distintas franjas juveniles.[8]

A favor de este curso se presenta el antecedente sudafricano de desmantelamiento del apartheid. Para preservar sus privilegios económicos, la minoría blanca se avino a generalizar el status ciudadano y a compartir el sistema político con las elites negras. Conviene igualmente recordar que la economía sudafricana integraba a los trabajadores negros explotados a sus actividades y la colonización israelí expulsa a los palestinos de sus tierras para apropiarse de sus medios de vida.

Los promotores de un sólo estado también remarcan la mayor afinidad de su planteo con las campañas internacionales de solidaridad con Palestina y boicot a la economía israelí (BDS). Subrayan que con esa estrategia se reconstruyen, además, los puentes entre dos comunidades enfrentadas. En las movilizaciones recientes, israelíes y palestinos compartieron tribunas exhibiendo prometedores signos de esa convergencia.

SIONISMO, JUDAISMO, ANTISEMITISMO

Cualquier expresión de solidaridad con Palestina afronta la inmediata respuesta denigratoria del establishment sionista. Los críticos del estado de Israel son acusados de ignorar los “derechos del pueblo judío”, como si esas prerrogativas debieran materializarse con la opresión de otra colectividad. Un colono que confisca parcelas aplasta derechos ajenos, en lugar de ejercer los propios. Lo mismo vale para un soldado que responde con balas a las piedras lanzadas por los resistentes.

Los sionistas contraatacan identificando cualquier cuestionamiento a Israel con el antisemitismo. Pero olvidan que las víctimas palestinas de sus matanzas comparten la misma raíz semítica de los pobladores judíos. Las acusaciones de antisemitismo emitidas sin ton ni son, apuntan a recrear temores ancestrales divorciados de la realidad contemporánea. Se imagina la persistencia de un gran acoso universal sobre los judíos, que Israel contrarrestaría con exhibiciones de brutalidad militar.

Pero en la actualidad las comunidades judías de mundo no afrontan ningún peligro significativo. Y la eventual reaparición de esa amenaza no quedaría atemperada con el asesinato de niños Gaza. Los sionistas resucitan el miedo al antisemitismo, para erosionar la convivencia (y mixtura) de los judíos con las distintas colectividades de sus países de origen. Recrean diferencias y propician antagonismos para fomentar la emigración a Israel.

Los judíos que rechazan esa política de auto-segregación y hostilidad al entorno son presentados como traidores a la comunidad (“se odian a sí mismos”). La simple búsqueda de coexistencias e integraciones es mal vista por los forjadores de una identidad separada. También exacerban las viejas modalidades del nacionalismo reaccionario, para justificar el despojo colonial en Medio Oriente con alusiones misioneras a la supremacía de un “pueblo elegido”

Todo el armazón conceptual del sionismo se asienta en la errónea identificación del judaísmo, el estado de Israel y el sionismo. Confunden tres conceptos muy distintos.

El judaísmo es la religión, la cultura o la tradición de un pueblo diseminado por muchos países. En cambio Israel conforma una nación surgida de la partición y colonización del territorio originalmente habitado por los palestinos. A su vez el sionismo es la ideología colonialista que justifica esa expropiación, con extravagantes teorías de exclusiva pertenencia de esa zona a los inmigrantes judíos. El antisionismo critica esa retrógrada concepción, sin adoptar actitudes anti-judías o anti-israelíes.[9]

El sionismo oscurece esas distinciones, para presentar la lucha de los palestinos como una amenaza a la supervivencia de los israelíes en Medio Oriente y de los judíos en el resto del mundo. Interpreta las convocatorias “a destruir el estado de Israel” (que repiten los mandatarios de Irán y varias corrientes islámicas), como una corroboración de sus advertencias.

Pero en su formato inicial ese viejo enunciado no era un llamado a consumar actos de genocidio o exilios forzados. Proponía el reemplazo del engendro creado por la partición (estado de Israel) por una nueva estructura estatal laica, democrática e integrada por todos los habitantes del territorio.

Al cabo de varias décadas ese escenario ha cambiado y en Israel se forjado una nación en el plano objetivo (lengua, territorio, economía común) y subjetivo (pasado y lazos culturales compartidos). Los derechos nacionales de los israelíes tienen la misma validez que los enarbolados por los palestinos y por eso la demanda de un sólo estado debe incluir actualmente el componente binacional.

UN EMBLEMA EN AMÉRICA LATINA

Los sionistas no libran una simple batalla de ideas contra sus opositores. Han consolidado una red de intereses en la cúspide del poder económico, militar y mediático de Estados Unidos, que se proyecta a otros países con gravitación de la comunidad judía. Influyen en los gobiernos, comparten actividades con las vertientes cristinas o evangelistas reaccionarias, manejan fondos millonarios y controlan instituciones, fundaciones y museos.

Esa presencia es muy visible en América Latina y especialmente en Argentina. En ese país la derecha sionista capturó la conducción de los principales organismos de la comunidad judía, consolidó vínculos con el macrismo y logró neutralizar (o acallar) al progresismo, luego de los irresueltos atentados a la embajada y la AMIA. Alberto Fernández inició su mandato con un elogioso viaje a Israel.

El amparo oficial y la idolatría que despierta Israel en los medios de comunicación hegemónicos han potenciado, además, las campañas anti-palestinas. La denuncia que realizó, por ejemplo, un diputado de la izquierda de los bombardeos en Gaza fue recientemente sucedida por virulentas presiones para expulsarlo del Parlamento.

A escala regional, el sionismo está muy involucrado en acciones golpistas contra Venezuela. No olvidan la enorme simpatía que generaron los pronunciamientos de Chávez en Palestina. El gestor del proceso bolivariano destacó las raíces comunes de las batallas populares que se libran en América Latina y el mundo árabe. Resaltó la resistencia al saqueo de los recursos naturales, en dos regiones que han padecidos los mismos despojos y agresiones del imperialismo estadounidense.

Washington ambiciona el petróleo de Venezuela y Medio Oriente. Por eso acosa a todos los países que protegen sus riquezas y ha buscado emular el militarismo israelí en América Latina, montando un apéndice bélico muy semejante en Colombia. Pero no puede contrarrestar la enorme simpatía que suscita la causa palestina en toda la región.

Palestina es el gran emblema de los jóvenes que desafían a los gendarmes en las calles de Cali, Santiago o Lima. Encarna una rebelión heroica contra la injusticia que despierta admiración en todos los rincones de América Latina. Palestina está muy presente en el corazón de nuestros pueblos.

RESUMEN

Las atrocidades cometidas por el ejército israelí suscitan nuevas protestas entre los herederos de la tradición humanista del judaísmo. Esa reacción es mayor en América Latina, frente a la importación derechista de los brutales métodos utilizados en Medio Oriente. Con anexiones y apartheid Israel participa en el rediseño imperial de la región, pero su proyecto colonialista no es viable en el siglo XXI.

La resistencia en Gaza, Cisjordania y las ciudades mixtas recompone el fragmentado tejido de los palestinos. La solución de los dos estados exigiría la reparación a los refugiados y el dudoso fin de la ocupación. Por eso gana adeptos el proyecto de un sólo estado, binacional, laico y democrático. Es necesario distinguir la cultura judía y la nación israelí del expansionismo sionista y apuntalar una lucha de Palestina que suscita admiración en América Latina.

Notas:

[1] https://ernestovillegassite.wordpress.com/2021/05/25/raices-judias-contra-genocidio-en-palestina/ Foro internacional «Raíces judías contra genocidio en Palestina» YouTube: https://bit.ly/3yItyYE

[2] Armanian, Nazanin. Palestina: un genocidio en cámara lenta, 18-5-2021,

[3] Juma, Jamal. La Operación “Guardián de los muros” no reparará los muros del apartheid de Israel, 15/05/2021. http://rebelion.org/la-operacion-guardian-de-los-muros-no-reparara-los-muros-del-apartheid-de-israel

[4] Harb, Imad. El absoluto fracaso de los Acuerdos de Abraham, 21/05/2021, https://rebelion.org/el-absoluto-fracaso-de-los-acuerdos-de-abraham/

[5] Chomsky, Noam; Achcar, Gilbert (2007). Estados peligrosos: Oriente Medio y la política exterior estadounidense. Barcelona: Paidós (cap 5)

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Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

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Semblanza del docente venezolano de ayer y hoy

“cuando se busque el beneficio personal se debe

 lograr el beneficio de los demás”.

Luis Beltrán Prieto Figueroa

La educación venezolana vive, a partir de 1936, esfuerzos y acciones de búsqueda de nuevos caminos; se emprenden propuestas tendentes a aumentar la cantidad de escuelas, se crea un proyecto de Ley Orgánica de Educación, se diversifica la enseñanza, se desata una campaña alfabetizadora, se impulsa la renovación pedagógica de la escuela y se promulga la Ley de Educación de 1940, entre otras.

El influjo de la Escuela Nueva en el acontecer educativo venezolano llega desde los planteamientos del pragmatismo de Williams James y la determinante influencia de John Dewey y de manos de la misión de pedagogos chilenos que introduce aires renovadores a la educación, particularmente en la escuela primaria.

Para Prieto Figueroa (1980), la ley aprobada en el año de 1940, es clara y precisa sobre la función docente que corresponde al Estado: fija los principios generales y asigna finalidades a la educación que antes no estuvieron claras en otras leyes; define en una forma precisa el proceso educativo y la función que en él corresponde a los maestros y al Estado; y concede a los particulares el derecho a fundar cátedras y establecimientos educacionales dentro de las prescripciones establecidas por la ley.

Esta Ley refleja el pensamiento más avanzado dentro de la tendencia moderada, la cual introduce una reorientación al sistema de instrucción o formación  que busca situar la escuela en las corrientes pedagógicas recién introducidas en el país, el activismo pedagógico. En ella se destaca el deber y el derecho del Estado de educar al pueblo; la escuela como centro de acción social; la educación como proceso integrador del individuo, en su desarrollo biológico y en su desenvolvimiento mental y moral; la Educación Pública como expresión del progreso espiritual y material de la nación venezolana, y como adiestramiento para el desarrollo de la capacidad productiva, intelectual y técnica del venezolano.

De igual manera se consagra la idea de que las escuelas nacionales han de familiarizar y formar al niño con el medio y las formas de producción y trabajo, y que han de promover una enseñanza que atienda el fortalecimiento de los sentimientos de cooperación y solidaridad, lo que se constituye en una clara alusión a las ideas de Simón Rodríguez (1975), quien sostiene la necesidad de enseñar a los niños el valor del trabajo, y de acostumbrarlo a ser, entre otras, fiel, servicial, consecuente, generoso y sobre todo “útil a sus consocios”, porque “persona inútil, es carga de la sociedad”.

Dentro de este contexto juega un papel de suma importancia,  la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción primaria: la campaña por la Escuela Nueva (SVMIP), fundada en 1932. Sus fundadores son unos pocos educadores, entre ellos destaca la personalidad de Luis Beltrán Prieto Figueroa desde donde resurge con gran fuerza la idea de lograr mejores escuelas donde el niño pudiera “encontrar un ambiente propicio a la libre expresión de sus actividades” a lo que agregaron “la formación de un grupo magisterial idóneo”. Reclamaron con ardor la colaboración de padres y maestros en ese esfuerzo.

En este sentido, Luque (2010), sostiene que para estos años el movimiento realizó la Revista pedagógica, en donde se ventilaba en sus páginas las críticas del grupo de programas de aritmética, Castellano, Moral y Cívica, Geografía e Historia, Lectura y escritura. Agrega que además en sus páginas se reflexionó acerca de los textos escolares, de la importancia y función de la Sociedad de padres y Maestros. Se divulgaron las ideas de Dewey, de Pestalozzi, Ferreire. Se expuso el dudoso valor pedagógico de los exámenes en el sistema escolar y más aún, se empeñaron en divulgar lo mejor del pensamiento educativo Latinoamericano y europeo  de ese momento.

En palabras de Beretta de Villarroel (2006), ex Presidenta del Colegio de Profesores de Venezuela la (SVMIP), luchaba: “por el niño y el maestro, por la escuela y la cultura”, cuyo motor, sin duda alguna, fue el pensamiento educativo del maestro de maestros, Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien dio aliento a los educadores venezolanos para emprender las reformas más trascendentales de la educación del siglo XX, orientadas a dejar libre tránsito al pueblo hasta los más altos niveles de educación, para posibilitar la realización de una educación de masas, sin desmedro de la calidad, frente a la educación de castas que había venido imperando.

Como fuente de motor ante una actitud crítica, la cual tomó fuerza,  Prieto (1947) afirmaba que la escuela tradicional la asoció con el formalismo verbal que agota la espiritualidad aniquila y destruye el entusiasmo de la juventud, aniquila y destruye”. Escuela tradicional responsable de “profesionales incapaces” “parásitos sociales” sin porvenir ni ideales y propone en contraposición una pedagogía nacional.

Se puede decir que desde la (SVMIP) se fraguo un pensamiento que orientaría la reforma pedagógica y educativa más importante del siglo XX venezolano. Luque agrega:

“desde 1936, este grupo de héroes culturales tuvo una importante responsabilidad en la conformación de importantes organizaciones de la sociedad civil: partidos políticos, sindicatos, gremios, agrupaciones culturales, su acción educadora se extendió a toda la sociedad”. (pág. 46).

Todos estos planteamientos explicados desde ese contexto tanto social, como económico y cultural  propiciaba al docente oportunidades de ejercer de forma autónoma la docencia, además se le daba la oportunidad de participar directamente en el proceso de transformación del país, se puede decir que este docente contaba con ciertas posibilidades de acción, pues existía igualmente una base legal que se lo permitía.

Dentro de ese contexto histórico el docente era un baluarte importante dentro de las comunidades, lo que le permitía a su vez ser un líder dentro de las mismas. Un aire de autonomía y libertad, que despertaba de forma espontánea la esencia de lo que es una auténtica vocación docente, orientada desde lo vocacional, lo humano, el ser, la vida.

En ese momento histórico,  el docente aprendían que la comunidad y la escuela, formaban parte de una unidad casi indivisible, por lo que maestros, escuelas, sociedad, formaban parte de un mismo nicho.

Siguiendo este orden un poco narrativo esquemático, entre los años 1945-1948, surge en Venezuela un fenómeno de masificación de la educación. El Estado debía responder a la demanda educacional de gran cantidad de jóvenes que pretendían el acceso a la educación formal. Se pretendía que la educación alcanzara a todos los sectores de la población.

Ahora bien, es importante considerar que dentro de ese momento, no existía una relación favorable entre crecimiento poblacional, la demanda educativa de niños y jóvenes, la creación de nuevas escuelas y la formación de docentes. (Luque, 2010)

Para solventar esta situación, se utilizó como estrategia seleccionar a jóvenes que apenas egresaban del sexto grado para que se convirtieran en docentes llamados Maestros “B1”.

En este sentido, el Ministro de Educación durante la presidencia de Isaías Medina Angarita, Profesor Vegas (1946), sostiene que el incremento poblacional de aquella época significó que los grupos en edad de educarse se incrementaron, pero al mismo tiempo también aumentaron los servicios pedagógicos para su descendencia también se elevaron. Por tanto, de alguna manera, satisfactoria o no, las oportunidades de matricularse en la escuela primaria pública debían ser incrementadas, al igual que las tasas de escolaridad en ese nivel; en consecuencia, la institucionalización de la concentración escolar pública implicó, por supuesto, el aumento del número de maestros por plantel.

Dentro de la Escuela Primaria Venezolana, se inicia entonces, invasión de los pueblos y aldeas por docentes no graduados, peritos agrícolas. Surgieron las escuelas unitarias, que para Peñalver (2005), se basaba en la propuesta educativa de auxiliar a los profesores para atender de mejor manera la diversidad del grupo multigrado, pues les permitía al docente organizar los contenidos, promover la integración, socialización y colaboración de los estudiantes, no obstante la diferencia de edades y conocimientos, lo que hace que los niños aprendan mejor.

Es importante considerar que para ese entonces, es acertado describir al sistema escolar venezolano de las décadas tercera, cuarta y quinta del siglo actual como una institución precaria, rudimentaria y empobrecida, cuyo eje real era el nivel primario público. El antes citado Dr. Rafael Vegas, Ministro de Educación, en su Memoria de 1946 ante el Congreso Nacional, informó acerca de la precariedad del establecimiento escolar público típico de la época: “la inscripción de los alumnos, está supeditada al número de asientos que la dotación permite”. Y había un serio déficit de asientos en las zonas escolares del país: para ciento once mil trescientos dieciocho (111.318) alumnos, se disponía de cuarenta y ocho mil doscientos veinticinco (48.225) unidades. Es decir, solamente un cuarenta y tres por ciento (43%) de la necesidad de pupitres era satisfecha.

Sin embargo, para muchos, la educación de la época como era definida como «sistematizadora y orientadora» en donde el educador era educador por vocación y donde había una considerable y pertinente participación de la comunidad educativa, hacia la escuela y de la escuela hacia la comunidad. Lasheras (1997

Otro aspecto relevante de analizar e interpretar para ese momento fue la creación de las escuelas normales Desde donde se proponía establecer escuelas normales en las capitales provinciales “para que los maestros que en ellas se formen, difundan la enseñanza en sus respectivos cantones.” Constituyéndose en la punta de lanza en la formación de docentes del momento.

Creadas en noviembre de 1876, de las primeras Escuelas Normales, en Caracas y Valencia. Para 1881, a las Escuelas Normales existentes en Caracas y Valencia, se sumaban las de Cumaná, San Cristóbal y Barquisimeto.

 Con motivo del Decreto Orgánico de los Colegios Nacionales, se “incluyó la enseñanza de la pedagogía en los programas de estos institutos y [se] anexó a cada uno de ellos una Escuela Federal Primaria para el estudio de la lectura y la escritura correcta del Castellano, de la Urbanidad, de la Constitución Política de Venezuela, de la Aritmética Práctica, de la Geografía de Venezuela, de los Elementos de la Geografía Universal y de la Gramática Castellana en toda su extensión. CITAR

El 14 de agosto de 1938, se funda la Escuela Normal Rural El Mácaro, orientada a formar maestros para el sector rural y así funcionó hasta 1953 cuando fue convertida en Escuela Granja. En el año 1958 pasó a ser Centro de Capacitación Docente de Educación Rural, volviendo a sus responsabilidades originales con el campo venezolano.

El 29 de abril de 1948 le correspondió a Luís Beltrán Prieto Figueroa, Ministro de Educación Nacional, la presentación de la Memoria correspondiente. Su exposición introductoria tiene como aspectos relevantes, los siguientes: Educación popular y democrática, Escuela unificada, Vinculación escuela y comunidad, En materia docente, y consecuente con el principio de la escuela unificada, reitera que ella llevará a un sistema unificado de formación docente; en relación al personal docente en ejercicio, no titulado.

Según entrevistas realizadas a maestros normalistas del momento, desde las escuelas normales se hacía un trabajo interesante que combinada la labor    de educador y aprendiz paralelamente  realiza también trabajo social comunitario, ejerciendo el liderazgo en la comunidad.

Durante éste período, para el año 1951, dentro de las escuelas normales los estudiantes tenían que realizar las Prácticas Docentes en un contexto donde exhibían y exponían los aprendizajes adquiridos. Por otra parte, las destrezas para alcanzar un aprendizaje significativo en los alumnos llevaban implícito estrategias que garantizaban la incorporación de los Padres y Representantes en el proceso de formar a los niños. Es interesante la forma como se elaboraban estas prácticas en las escuelas normales, puesto que en la medida que estudiaban iban a su vez concatenando con la práctica docente. Existía una relación estrecha entre la normal y la escuela donde se realizaban las prácticas docentes (Torcatty 2011)

En este momento la de los docentes se ve influenciada por un contexto histórico importante, en donde la participación del liderazgo del maestro en la comunidad era parte de su quehacer, debido a las características particulares de la época, la cual propiciaba el liderazgo y llamaba a la participación del docente en los diferentes escenarios de vida política, social y económica del país. Por lo que Prieto Figueroa (1986), afirmaba que:

A mediados de 1900, el maestro llegaba a las comunidades con su nombramiento debajo del brazo, con el sano idealismo de servicio, y se entregó a la tarea de hacer. Construyó escuelas, organizó huertas experimentales, construyo muebles, se hizo manualista, médico y boticario, todo en una sola pieza. (p. 117).

El proceso escolar que les correspondió vivir a los profesores normalistas, al parecer, superó lo convencional de lo escolar académico, es decir, la experiencia vivida por ellos atendió con fuerza lo humano, la realidad cotidiana por encima de los conceptos referidos a los conocimientos o contenidos de los programas curriculares, participaron de un proceso formativo que integró lo educativo. Lo aprendido  iba más allá del hecho de transmitir conocimiento, era formación; atender al muchacho en todos los ámbitos. Convencidos de que la familia es responsable del proceso educativo tanto como el Maestro y la escuela.

Para aquel momento, la comunidad educativa existía en dos planos, como comunidad educativa dentro de la escuela, y fuera de la escuela, y tenía efecto en el comportamiento del maestro y en la propia comunidad. Esta interrelación con la comunidad le permitió al profesor a los maestros del momento, no sólo profundizar en conocimientos  respecto a la praxis docente dentro del aula, sino además ejerciera su labor como líder y promotor social, e investigadores, a través de un mecanismo selectivo de recordar las actividades más relevantes (Larrañaga, 1998)

Son bien recordadas las actividades en la campaña de erradicación del paludismo emprendida por el Arnoldo Gabaldón, Ministro de Sanidad, en donde se ofreció como el maestro que se encargaría de educar a los campesinos para que evitaran el paludismo, lo que hoy se puede llamar una campaña sanitaria y quizás alguna relación con lo que se llamó posteriormente trabajo de extensión o interacción comunitaria.

La educación popular que se realizaba dentro de una comunidad era una obra de cooperación y, para estimularla y alcanzarla se necesitaba de una persona capaz de promover esos estímulos y alcanzar esa cooperación. Es decir, no bastaría con solamente ejercer la función docente, sino que era imprescindible la relación docencia-liderazgo.

Martínez Morón (1999), expresa que la persona concreta que vive profundamente un valor lo recrea. Lo hace porque lo ha incorporado al nivel profundo de su identidad, allí en donde esa persona se diferencia de los demás.

Dentro de este contexto histórico es significativa la influencia de Prieto Figueroa.

 En prácticamente todas las actuaciones del maestro Prieto encontramos la actitud y el comportamiento del investigador, buscando siempre asidero en el conocimiento más avanzado de su época y en las circunstancias donde se aborda la situación y, sobretodo en un conjunto de valores que guían y dan sentido a su pensamiento y a su acción. Exhibiendo siempre el comportamiento de quien busca el conocimiento y se apoya en él para actuar en función social.  Representa un modelo que cobra vigencia especial en una época que demanda de los educadores la posesión de estas cualidades.

Conceptualizar al docente dentro de este contexto histórico, social, cultural, a mediados de los años XX, es un hecho complejo que implica considerar como se ha dicho, todos los elementos que resurgieron en ese momento, sobretodo la actuación del maestro Prieto que llevaba la palestra de todo el boom educativo que surgió en ese tiempo, si así pudiera llamarse. Prieto fue una persona con una influencia significativa en la concepción  de docencia, enfatizaba el aprender desde la experiencia, el valor social de lo educativo, la importancia del docente como líder dentro de las comunidades, complementado con un entorno histórico, social y cultural, de cambios y de reformas

Al buscar dar razón de lo que el docente es, se entra en un claroscuro de significados y simbolismos, donde toman parte tanto el entorno social en el que se desenvuelve el individuo como su propia historia personal, las múltiples demandas a que está expuesto, y la cultura acumulada que en diferentes períodos ha ido creando su práctica.

En este sentido, Rockwel (1998), afirma que los maestros al interactuar tienen presentes sus intereses laborales y personales, sus posiciones y concepciones sobre su trabajo, así como su conocimiento sobre la manera de manejarse en las diversas relaciones propias del oficio y que son necesarias para adecuarse a las exigencias dentro de su ámbito laboral.

 Valores como persona; pero, más aun, una filosofía de enfrentar la vida y de asumir el trabajo con rectitud, sensibilidad social y ética. valores que surgen de todo ese conjunto de experiencias, entre los que están: una actitud frente a la vida, un ideal que es un ansia de producir un tipo de conocimiento nuevo, que permita dar nuevas explicaciones o comprender la realidad desde diferentes ángulos; pero, no solamente el interés de explicar y de comprender el mundo, en este caso el mundo de la educación, sino el interés muy profundo de brindar a través de ese conocimiento creado una contribución para mejorar las condiciones de vida del ser humano, acá podemos confrontar y a la vez articular con el elemento ético del docente que transciende el hecho moralista.  El docente de ese momento persistencia en las acciones; tenían ética para manejar el conocimiento, sensibilidad social, pertinencia social. Armonía entre características personales (curiosidad, perseverancia, sensibilidad social), con un entorno histórico, social y cultural (auge de nuevos actores sociales, gremiales, políticos) que propugna por reformas, y reivindicaciones para el pueblo; pero, además de estos dos aspectos, surge otro que en cierta manera está presente en todas estas acciones, este factor es el elemento vocacional.

Por lo que es necesario entender el contexto donde se mueve la vocación; por lo que es interesante traer a colación las palabras de Weber (1975), cuando afirmaba que: “Las cualidades de un político con vocación son: la pasión que es estar al servicio de una causa… Nada tiene valor para el hombre en cuanto hombre si no puede hacerlo con pasión». (p. 92). En esencia este autor plantea que debe existir en esta construcción de la vocación, mesura, hacer las cosas con la cabeza, dejando que la realidad actúe; y el sentido de responsabilidad, que es lo que orienta la acción. La vocación es entonces, un ejercicio de libertad: querer, conocer, y hacer el esfuerzo, que se va construyendo y fortaleciendo con el tiempo y con las acciones.

En fin, estas aseveraciones nos hacen ver que existe la posibilidad de que la vocación se pueda ir descubriendo o formando, ejemplo de ellos son los docentes de este contexto histórico, que lleva implícito valores transcendentales que lo motivan a ejercer la docencia. En realidad esos valores implícitos son aquellos que en esa época tenían arraigo en la praxis vivencial de las personas dentro de esa sociedad. Mismos valores que hoy han sido sustituidos o resignificados por nuevas prácticas sociales en su relación con las cosas y las personas. Quizás ello debería contemplarse para una nueva definición del docente hoy

Hablamos entonces de la relación entre características personales, políticas educativas, organización escolar y vocación; pero, también es importante llamar la atención sobre las características profesionales del docente egresado de las escuelas normales. Estos docentes poseían características bien particulares que los diferenciaban y más aún diferencian de los docentes egresados de otras instituciones de formación docente.

Dentro de esta conceptualización podemos enumerar las siguientes características:

  1. El docente líder con pertinencia y sensibilidad social.
  2. El docente y la autoformación convirtiéndose en un indagador casi empírico de sus prácticas.
  3. El docente con vocación, donde la misma surge de la misma dinámica del momento.
  4. Capacidad de resolver problemas que surgían de la misma dinámica.
  5. el deseo de servir a los demás, el amor a la persona a quien enseña, la aspiración de compartir y acercarse a los seres humanos para ayudarles a completar su formación. (Relacionar con Maturana y la pedagogía del amor)
  6. Creador y transformador de saberes.

 EL DOCENTE VENEZOLANO HOY.

En este momento de crisis de asedio y guerra mediática se puede conceptualizar al docente y decir con propiedad que gran parte son héroes y heroínas de la patria y no es un concepto vacío ni clichés.

Los docentes venezolanos han requerido superar los más grandes escollos para que su vocación prevalezca frente a las enormes adversidades que a diario enfrentamos para poder llevar una vida sustentable y digna, condiciones que todos los días atentan contra la vocación puesta en juicio por el ataque permanente a nuestra economía y con ello a nuestras vidas

Es un maestro comprometido con un proyecto de vida, que incluye el proyecto de país y sociedad, desde el que se reinventa constantemente para conseguir el modo de sin abandonar su compromiso con la educación, combinar acciones productivas y emprendimientos paralelos para llevar el pan a sus familias. De ahí que, quienes han resistido y siguen resistiendo, les consideramos heroínas y héroes con alta conciencia crítica, emancipado, humanista, investigador, creativo, solidario, participativo, consustanciado con la realidad socioeconómica, política, y cultural en los diversos contextos: local, regional, nacional, continental, y mundial.

Ser un buen docente implica un trabajo afectivo, que infunde placer, pasión, creatividad, cambio y deleite. Esto conlleva no sólo tener en cuenta el conocimiento, valores y asunciones propias de la gente implicada sino más aún sus esperanzas, expectativas, intenciones y deseos sobre su realidad actual y sobre el futuro, con fuerte arraigo en su sentido de pertenencia, identidad y amor por esta patria que les vio nacer.

El maestro de hoy en Venezuela es al igual que siempre un líder, un creador, buscador de soluciones con lo que tiene a disposición y esas cualidades se manifiestan  en ese deseo de servir a los demás, el amor a la persona a quien enseña y a la materia que imparte, la aspiración de compartir y acercarse a los seres humanos para ayudarles a completar su formación,

La cual se traduce en amor a la patria. Es entonces dentro de la resurrección del amor, de la misión y de la fe que el docente podrá intentar formar ciudadanos con aptitudes y actitudes pertinentes para afrontar la nueva realidad humana.

En sin dudas, un ente creador y transformador de saberes, que va construyendo sus propios elementos de autoformación para  mejorar tanto personal como socialmente, llevando el aprendizaje obtenido de este proceso, a su labor pedagógica, y través de la búsqueda de nuevos conocimientos.

Nuestros maestros son constructores de naciones y esto se define en su manifiesta y  excepcional dedicación al servicio del bien común, vida orientada por elevados valores sociales y éticos y capacidad para dejar testimonio escrito de sus realizaciones. En este sentido, Rodríguez y Prieto patentizan estos atributos.

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Torrealba Lossi, M. (1986). Entre los Muros de la Casa Vieja. Caracas, Venezuela: Ediciones del Congreso de la República.

Universidad Simón Rodríguez. (1975). Simón Rodríguez – Obras Completas.   Caracas: Arte.

Universidad Pedagógica Experimental Libertador. (2003). Manual de Trabajos de Especialización y Maestría y Tesis Doctorales.  Caracas, Venezuela.

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Weber, M. (1974) Economía y Sociedad, México: Fondo de Cultura Económica.

_________. (1975).  El Político y el Científico. Madrid: Alianza editorial.

Fuente: La Autora escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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La pedagogía cooperaria es la esencia y proyección del cooperativismo en clave pedagógica.

Por Ana María Ramírez Zarza y José Yorg

“Descubrir la leyes internas y genuinas de la cooperación en función pedagógica constituye en sí misma la comprobación de la cooperación, puesto que otros hombres abrieron el camino en otros tiempos y en otros lugares para ese encuentro.” José Yorg

Asumimos a la Pedagogía en general como una ciencia y como tal, ésta define su objeto de estudio y reflexión en un campo del quehacer social específico cual es la educación.

Por tanto, colateralmente afirmamos que no nos interesa el debate en cuanto a la cuestión  sobre la pedagogía, si ella constituye  o no constituye una ciencia, por cuanto ello nos lleva a un laberinto de disquisiciones y teorías que nadie comprende.

Así, como toda ciencia la pedagogía posee métodos de investigación propios y acordes a su campo social, descubre leyes propias que la informan, posee un arsenal teórico y conceptual que la sustenta.

Repasando lo dicho hasta aquí entendemos a la pedagogía como aquella ciencia cuyo  objeto el estudio es la educación de las personas en la sociedad, y que además posee disciplinas específicas como educación de adultos, de pre-escolares, etc., es decir, “ella concentra su atención en el estudio de la educación como el proceso en su conjunto, especialmente organizado, como la actividad de los pedagogos y educandos, de los que enseñan y los que aprenden, estudia los fines, el contenido, los medios y métodos de la actividad educativa y el carácter de los cambios que sufre el hombre en el curso de la educación”. Jorge Pérez Machado; Alejandro Eliécer Lie concepción; Yamile Torres Retorta-La pedagogía como ciencia de la educación-2009.-

Pero, como toda ciencia, también la Pedagogía es susceptible de influencia filosófica e ideológica del poder político, es decir, se orienta el saber en interes determinado, como de hecho sucede, los Institutos y Universidades de formación docente imparten saberes desde la concepción liberal.

Así entendido el problema que tenemos entre manos, sabemos que el cooperativismo se aparta y contesta la pedagogía a la luz liberal a pesar de que la realidad nos indica que en todas partes se enseña y aprende cooperativismo desde el método liberal. Esa contradicción debe cesar, puesto que son pedagogías con intereses diferentes.

La pedagogía cooperaria busca formar al Hombre cooperativo.Esa peculiaridad implica que la pedagogía cooperaria es la esencia y proyección del cooperativismo en clave pedagógica. Es, en suma, la imagen pedagógica que devuelve el espejo en que se mira la cooperación organizada, imagen en clave pedagógica.

La pedagogía liberal es parcializada,estamentada, pues atomizó los saberes en busca de una supuesta especialización y en consecuencia, genera una mentalidad procesual diferenciada: Matemáticas se separó de Lengua, de quimica, de filosofía,etc. Al momento de pretender  unificar esos saberes dispares, recurre al método llamado multidisciplinario o interdisciplinario.

La pedagogía cooperaria es integral e integradora, teórica y práctica y con ello estimula unas de las funciones cerebral superior, cual es la capacidad de vincular o establecer relaciones diversas.

Baste un ejemplo comprobable tanta veces como se quiera. Su concepción educativa genera un pensamiento integral por tanto, se desarrolla al máximo la función cerebral superior de vinculación:Visitar un huerto escolar con tablones con figuras geométricas,allí conjugan los saberes tales como matemáticas, geometría, física, quimica y botanica, lengua oral y escrita y administrativa,gestión y valores y principios cooperativos en el respeto por la salud, preservación de la naturaleza,etc, dentro de un recurso didáctico sin igual, la cooperativa escolar.

Los ejes centrales de la acción educativa cooperaria son: 1°.-Historia y Doctrina; 2°.-Orgánico-institucional y legal, sobre los que giran y se vinculan las diferentes disciplinas existentes en el proceso enseñanza-aprendizaje.

Al abordarse esta aproximación sobre la pedagogía cooperaria es posible hacer y determinar un campo específico de ella, de su identidad propia, por lo cual nos habilita suficientemente a denominarla así, pedagogía cooperaria.

Hasta aquí estas líneas para conceptualizar la pedagogía cooperaria,entendiendo que sus aspectos tecnico-pedagógico requiere un abordaje específico.

Simultaneamente la pedagogía cooperaria se nutre de una concepción Latinoamericana y funda alianzas estratégicas y tácticas superiores con pensamientos libertarios. Su filosofía pedagógica es situada en un continente demorado en su desarrollo socio-económico,toma posición geopolítica y estratégica.

¿Cuáles son los principios metodológicos que nos permitieron abrir las instancias de la pedagogía cooperaria? El método de análisis y el contenido teórico del enfoque cooperativo de León Schujman. Sólo enumeraremos unos pocos de ellos por la razonable restricción de espacio periodístico:

“El método es el camino que sigue el pensamiento para conocer la realidad. La teoría cooperativa debe ofrecernos un sistema de ideas que permita sustentar un método de análisis que oriente el accionar común. Otro elemento esencial para tener en cuenta en el enfoque cooperativo de la realidad es que el cooperativismo nace y se desarrolla históricamente como un movimiento de cambio y progreso social. Nacido como respuesta crítica a la injusticia social a que condujo el desarrollo del capitalismo y su posterior expresión de la concentración monopólica, su comportamiento ha sido solidario con las causas progresistas de la humanidad.”

“La identidad de los problemas que abordan los países de economía dependiente, subdesarrollados o periféricos, suscita la necesaria solidaridad para abordar las soluciones. La común raíz histórica y el vínculo cultural que une a las naciones de la América Latina, plantea una estrategia concertada. El cooperativismo debe ser parte de esta estrategia.”

“El medio económico social en que la cooperativa se inserta es antagónico a su existencia. Los hombres y mujeres que la integran son producto de ese medio y sufren su permanente influencia. La conducta cooperativa supone un comportamiento no sólo distinto sino también consciente de la necesidad de cambio.”

“Resumiendo: El marco teórico se compone de los principios cooperativos y de las ideas reivindicativas para lograr un comportamiento económico y social más justo y un desarrollo basado en una mayor solidaridad y participación.”

En consecuencia, nuestro enfoque pedagógico cooperario es el reflejo educativo de los valores y principios cooperativos para una nueva conciencia social que permita construir una nueva civilización basada en la relación cooperativa.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

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“En pandemia, los cuidados estallaron en nuestra vida cotidiana, pero la política pública no ha dado ninguna respuesta”

Por:  Karina Batthyány

Con la ceremonia inaugural a cargo de Gioconda Herrera, su presidenta, comenzó LASA (Latin American Studies Association). Y el tema central que se ha dado para este Congreso de LASA (que se hace año a año) es “Desigualdades sociales y centralidad de la vida”. Se terminó uno de los paneles centrales llamados Presidenciales porque son paneles organizados y convocados por la presidenta de LASA sobre este tema “Desigualdades sociales y centralidad de la vida”. Y quiero compartir con todos y todas en InfoCLACSO algunos de los puntos que estuvimos debatiendo allí.

Para eso voy a plantear que cuando hablamos de la centralidad de la vida, una dimensión central, tiene que ver con el cuidado o con los cuidados y el cuidado de la vida. Tema que ya hemos abordado pero que es bueno volver a visitar, discutir e intercambiar. Como dijimos en algún momento, esta pandemia si hay algo que hizo fue cambiarnos a todos y a todas en nuestras vidas cotidianas. Es decir, los arreglos, las formas de vida cotidiana que teníamos de un día para el otro se vieron profundamente modificadas. Y puso, la pandemia, en el centro algo que desde el feminismo venimos diciendo hace mucho tiempo, que es la necesidad de colocar la vida en el centro y el cuidado de la vida en el centro.

Y además de entender -creo que eso nos va quedando muy claro en este año y pico que llevamos de pandemia ya en América Latina y el Caribe- que todos y todas somos interdependientes. Tenemos que entender que las personas necesitamos de bienes, de servicios y de cuidados para sobrevivir, y que justamente estos cuidados son relacionales e interdependientes. Todos y todas por tanto hemos precisado o precisaremos en algún momento de nuestra vida cuidados: hemos cuidado o seremos cuidado a lo largo de diferentes etapas de nuestro ciclo vital. Necesitamos alimento, ropa, abrigo, apoyo, compañía, cuidados.

También todas las personas en algún momento nos enfermamos o nos lesionamos, tenemos COVID en algunos casos, pasamos por la primera infancia y llegaremos ojalá y deseablemente a la vejez. Y eso es lo que hay que entender: la característica relacional e interdependiente que los cuidados colocan en el centro. La pregunta que nos tenemos que hacer es qué pasó con los cuidados en el marco de esta emergencia sanitaria. Y efectivamente cuando revisamos en América Latina y el Caribe las medidas que han tomado los distintos Estados, los distintos gobiernos para atender esta dimensión que es central (por eso hablamos de la centralidad de la vida), encontramos que prácticamente no ha habido políticas o apoyos para esta temática. Lo analizamos hace un par de columnas atrás cuando vimos justamente las políticas que los gobiernos latinoamericanos están desarrollando en el marco de la pandemia. Entonces, vaya contradicción: los cuidados nos estallaron a cada uno de nosotros en nuestras casas, en nuestra vida cotidiana, pero del lado de la política pública no ha habido ninguna respuesta. Y recordemos que cuando hablamos de cuidado estamos hablando de mujeres cuidadoras, porque en nuestra región prácticamente el 80% de los cuidados no remunerados son realizados por mujeres. Pero, además, los cuidados remunerados, los que se dan en el marco de relaciones laborales, por ejemplo, también están ampliamente feminizados.

Esta situación que no es única de América Latina pero que es más grave, nos lleva a reflexionar sobre el punto. Digo que no es única en América Latina porque, decía, en nuestra región las mujeres contribuimos con un 73% del tiempo total que se destina al cuidado y al trabajo no remunerado; y los varones con un 27%. Pero qué pasa por ejemplo en países como Suecia: las contribuciones de los varones son del 44%; en Estados Unidos un 38%; en China un 39%. Por lo tanto, la brecha en América Latina en este punto es mucho más pronunciada. Y agregarle a esto cómo aumentó el trabajo no remunerado y el cuidado por el cierre de los establecimientos educativos, y el traslado de la educación de las escuelas a los hogares, donde alguien tiene que hacerse cargo de monitorear, de seguir y de apoyar esa situación. Los datos preliminares que tenemos es que ese “alguien” también para América Latina y el Caribe tiene cara de mujer. Es decir, son las mujeres las que están sosteniendo ese punto.

Además, si miramos el mundo del trabajo remunerado, recordemos lo que hemos dicho en otras columnas aquí en InfoCLACSO: en muchos casos las mujeres están en el sector informal de la economía. De hecho, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) dice que hay 126 millones de mujeres que trabajan de manera informal en América Latina y el Caribe. Y eso es más o menos la mitad de la población femenina de la región.

¿Qué pasa en ese sector informal? No hay protección social, los ingresos no son altos, hay mucha inestabilidad laboral. Súmale a eso que en el sector del mercado laboral justamente las mujeres son las que están más empleadas en los sectores que han sido más afectados por la pandemia: el comercio, los restaurantes, el turismo, el trabajo doméstico remunerado. Todo eso nos va dando una situación que es muy compleja en términos de lo que está ocurriendo con las mujeres latinoamericanas y caribeñas.

Esto me lleva a plantear entonces cómo esta crisis del COVID-19, una vez más, ha profundizado los nudos estructurales de la desigualdad de género en América Latina. ¿Por qué afirmamos esto? Porque una de cada dos mujeres ocupadas, está ocupada en los sectores de mayor riesgo, los sectores que hoy están en riesgo económico y por lo tanto el desempleo las ha impactado más en la pérdida de ingreso, etc. Porque las mujeres han salido de la fuerza laboral tanto que la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) dice que hay un retroceso de diez años en este punto, como ya mencionamos en otra ocasión. En el sector doméstico remunerado se han perdido empleos, prácticamente la mitad de los empleos del sector doméstico remunerado en América Latina han desaparecido y allí son 98% mujeres las que estaban trabajando. Pero además las mujeres están también en la primera línea de la respuesta a la pandemia, porque en el sector de la salud el 73% de las empleadas son mujeres. Ha aumentado, como decíamos, la carga de cuidados no remunerados en los hogares y no se ha distribuido equitativamente ni la carga anterior ni ese aumento, lo que genera todavía más exigencias y tensiones sobre las mujeres.

También recordar que una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 24 años (jóvenes) no estudian ni están ocupadas hoy en América Latina y el Caribe, y que de esas mujeres, tres cuartas partes, no estudian ni se ocupan porque se dedican a cuidar. Entonces, cómo se han potenciado las brechas de género es algo que empezamos a tener datos y que, por supuesto, nos alarma, nos preocupa, porque esto sabemos que tiene consecuencias hoy para la vida de cada una de nosotras en América Latina y el Caribe, pero también tiene consecuencias futuras aún en la situación de salida de la pandemia.

Y por último, recordar que estas brechas que estoy mencionando, estas desigualdades o nudos estructurales de las desigualdades de género, se potencian cuando incorporamos las dimensiones étnicas y raciales, donde claramente por ejemplo las mujeres afrodescendientes reciben ingresos menores, sufren mayor desempleo.

Pensaba una cosa: diste algunas pistas en relación con eso, pero me genera cierta intriga en relación a la investigación académica que llevas adelante para tratar de saber por qué es más grave en América Latina que en otras partes del mundo. ¿Hay cuestiones educativas que son demarcantes, cuestiones conservadoras? ¿Qué es lo que marca la diferencia en otras partes del mundo que esta región tiene datos mucho más preocupantes?

Yo creo que se combinan cuatro elementos: la desigualdad socioeconómica más pronunciada en nuestra región; los patrones culturales machistas o patriarcales que son clásicos de América Latina y el Caribe y que no se han superado, siguen muy vigentes en nuestras prácticas cotidianas; la división sexual del trabajo, por supuesto relacionado a esos patrones culturales y machistas; y también la falta de autonomía o de presencia de las mujeres donde se toman las decisiones. Aquello que alguna vez hablamos de la autonomía en la toma de decisiones y la sub-representación me animo a decir escandalosa que hay en nuestra región de las mujeres en los distintos lugares de toma de decisiones a nivel de toda la estructura o de las distintas estructuras de poder de la sociedad.

“En pandemia, los cuidados estallaron en nuestra vida cotidiana, pero la política pública no ha dado ninguna respuesta”

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